Suplemento Cultural Contenido 24-12-11

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Maracay, Sábado 24 de diciembre de 2011 1.- M i abuela Amelia Lore to descubrió que una cara blanca, pálida y estática la miraba desde el vie- jo azogue del espejo. Por varios minutos dejó los ojos fijos, como muertos, en el rostro an- ciano que la veía a través de un más allá material y presente. Desde el rincón, los santos, alumbrados por un cirio rosa- do, la observaban con las pupi- las que tiene la tristeza. A los ochenta años mi abue- la engendraba pájaros de di- versos colores. El diario "El Nacional" se hizo eco del fenó- meno y abrió el cuerpo C con la noticia. Todos los pájaros naciona- les salían de su vientre hincha- do, pletórico de cantos diver- sos. Ella, feliz por cada parto, corría hacia el cuarto donde tenía almacenados los granos para alimentar a sus hijas em- plumadas. Los colores llama- ron la atención de los partidos políticos y, éstos, atentos a cualquier manifestación cul- tural, se acercaron a admirar el blanco inocente de los ade- cos, el verde subido de los lo- ros de Copei, el rojo púrpura que los comunistas llevan en el corazón y en la hemoglobi- na, el amarillo pupú que Jóvi- to y mucha gente aún celebra en los araguaneyes, y así. 2.- Un día, mi abuela, que lle- vaba el apellido Loreto dos veces, echó al mundo un ex- traño pájaro japonés. Supo de su nacionalidad por las plumas grifas y por un dejo misterioso en la mirada oblicua. Después Crónicas del Olvido Amelia Loreto Los pájaros y el espejo ALBERTO HERNÁNDEZ a Gisela Egui de ese alumbramiento se le secó el vientre y las ventosida- des del siglo XX comenzaron a acercarla a la tumba. Sin em- bargo, los pájaros que engen- dró saltaban de rama en rama alegrando el anciano tamarin- do del patio, desde cuya som- bra mis ojos miraban llenarse de pájaros picudos, negros, azules, rojos, amarillos, altane- ros y de otros colores no men- cionados aquí y los sonidos y conductas que no existen en el arcoíris, en el pentagrama o en la consulta de los psicólogos. 3.- La gente del barrio solía ir a comprarle aves a la abuela, pero ella se negaba a negociar. "¿Cuándo se ha visto que un hijo de una se vende?", y los regalaba, previas recomenda- ciones para fastidio de quien era favorecido por la abuela Amelia. "No debes meterlo en jaula. Yo lo parí y lo quiero ver volar por el pueblo, libre como la vida y la muerte". Y así, de tanto parir pája- ros, la población de aves ca- noras y sordas, que también las había, aumentó en impues- tos para el gobierno de la re- gión, porque el ayuntamiento no encontraba qué hacer con tanto bicho tapando el cielo. Valle de la Pascua era una bu- llaranga de pájaros sueltos en los techos, matas, jardines, árboles, arbustos, altares de santos, calles y aceras, quiró- fanos, oficinas públicas, coci- nas, laboratorios para orina y heces, recibos de prostíbulos, botiquines, tascas, teatros, medicaturas, bufetes de abo- gados, morgues de hospitales, y policías técnicas judiciales, gavetas de escuelas, canchas de tenis, en todas partes: tor- ditos, paraulatas, carraos, tautacos, cristofués, garzas paleta, corocoras, gonzalitos, cucaracheros, cardenales, ca- narios, pájaros de todas las especies y tamaños. Y mire que todo esto es verdad, no vayan a decir que el realismo mágico -tan en desuso- me volvió loco de tanto leer a Gar- cía Márquez, porque el em- bustero es el colombiano, no yo, lo juro por mi madre. 4.- El ayuntamiento suspendió las sesiones porque los pája- ros no dejaban hablar a los ediles, así sería la bulla que metían mis tíos, porque como nieto de doña Amelia Loreto Loreto todo esos bichos vola- dores eran genéticamente her- manos de mi padre, el pobre, que no hallaba qué hacer con tanta pluma y mierda regada por toda la casa. Un día, el presidente del ca- bildo, don Arístides Serrano, miembro del glorioso partido del pueblo, se tragó un tucusi- to cuando disertaba sobre la construcción de unas cloacas y la ampliación de una cancha de bolas criollas en el barrio Laguna Nueva. Hubo que prac- ticarle una traqueotomía a du- ras penas porque los pájaros habían invadido también el quirófano del antiguo Hospital Guasco. La abuela demandó al alcalde por haber asfixiado al pobre tucusito. Cuando le llegó la hora a la abuela, el 24 de diciembre de 1968, a la una de la tarde, pi- dió un espejo y descubrió que su cara era la de un pájaro ama- rillo con los ojos azules. Y cuando le tocó despedirse -con la señal absolutoria del padre Rafael Chacín Soto- salió de su cansada boca un trino tan her- moso que jamás olvidaré. Camino del cementerio el cie- lo se tornó negro: los pájaros ocultaban el sol y por la noche hubo una lluvia de pájaros, unos vivos, otros muertos, por lo que la hedentina duró nueve días con sus noches. Dicen que se murieron, unos de tristeza, otros de despecho. Lo cierto es que Valle de la Pascua amane- ció cubierta de cadáveres em- plumados, como aquella vez cuando las calles se cubrían de grillos, que eran acarreados por toneladas hacia los botaderos de basura. Y todo porque ma- taban a los pobres sapos. Pero esa es otra historia. El servicio de aseo urbano se lució recogiéndolos. Luego los lanzó en una fosa común porque, pese a ser hijos de doña Amelia Loreto, no esta- ban legalmente reconocidos. La rockola de Rodolfo si- guió sonando, como siempre, aquella canción de Julio Jara- millo que tanto entusiasmaba a mi pobre abuela. (Para los incrédulos: estos hechos fueron debidamente confirmados por las autorida- des locales. Quien desee saber más acerca de ellos, consultar en el Registro Municipal N° 2 de Valle de la Pascua, Munici- pio Infante, estado Guárico).

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Maracay, Sábado 24de diciembre de 2011

1.-

Mi abuela Amelia Loreto descubrió que unacara blanca, pálida y

estática la miraba desde el vie-jo azogue del espejo. Por variosminutos dejó los ojos fijos,como muertos, en el rostro an-ciano que la veía a través de unmás allá material y presente.Desde el rincón, los santos,alumbrados por un cirio rosa-do, la observaban con las pupi-las que tiene la tristeza.

A los ochenta años mi abue-la engendraba pájaros de di-versos colores. El diario "ElNacional" se hizo eco del fenó-meno y abrió el cuerpo C conla noticia.

Todos los pájaros naciona-les salían de su vientre hincha-do, pletórico de cantos diver-sos. Ella, feliz por cada parto,corría hacia el cuarto dondetenía almacenados los granospara alimentar a sus hijas em-plumadas. Los colores llama-ron la atención de los partidospolíticos y, éstos, atentos acualquier manifestación cul-tural, se acercaron a admirarel blanco inocente de los ade-cos, el verde subido de los lo-ros de Copei, el rojo púrpuraque los comunistas llevan enel corazón y en la hemoglobi-na, el amarillo pupú que Jóvi-to y mucha gente aún celebraen los araguaneyes, y así.

2.-Un día, mi abuela, que lle-

vaba el apellido Loreto dosveces, echó al mundo un ex-traño pájaro japonés. Supo desu nacionalidad por las plumasgrifas y por un dejo misteriosoen la mirada oblicua. Después

Crónicas del Olvido

Amelia LoretoLos pájaros y el espejo

ALBERTO HERNÁNDEZa Gisela Egui

de ese alumbramiento se lesecó el vientre y las ventosida-des del siglo XX comenzaron aacercarla a la tumba. Sin em-bargo, los pájaros que engen-dró saltaban de rama en ramaalegrando el anciano tamarin-do del patio, desde cuya som-bra mis ojos miraban llenarsede pájaros picudos, negros,azules, rojos, amarillos, altane-ros y de otros colores no men-cionados aquí y los sonidos yconductas que no existen en elarcoíris, en el pentagrama o enla consulta de los psicólogos.

3.-La gente del barrio solía ir a

comprarle aves a la abuela,pero ella se negaba a negociar."¿Cuándo se ha visto que unhijo de una se vende?", y losregalaba, previas recomenda-ciones para fastidio de quienera favorecido por la abuelaAmelia. "No debes meterlo enjaula. Yo lo parí y lo quierover volar por el pueblo, libre

como la vida y la muerte".Y así, de tanto parir pája-

ros, la población de aves ca-noras y sordas, que tambiénlas había, aumentó en impues-tos para el gobierno de la re-gión, porque el ayuntamientono encontraba qué hacer contanto bicho tapando el cielo.Valle de la Pascua era una bu-llaranga de pájaros sueltos enlos techos, matas, jardines,árboles, arbustos, altares desantos, calles y aceras, quiró-fanos, oficinas públicas, coci-nas, laboratorios para orina yheces, recibos de prostíbulos,botiquines, tascas, teatros,medicaturas, bufetes de abo-gados, morgues de hospitales,y policías técnicas judiciales,gavetas de escuelas, canchasde tenis, en todas partes: tor-ditos, paraulatas, carraos,tautacos, cristofués, garzaspaleta, corocoras, gonzalitos,cucaracheros, cardenales, ca-narios, pájaros de todas lasespecies y tamaños. Y mire

que todo esto es verdad, novayan a decir que el realismomágico -tan en desuso- mevolvió loco de tanto leer a Gar-cía Márquez, porque el em-bustero es el colombiano, noyo, lo juro por mi madre.

4.-El ayuntamiento suspendió

las sesiones porque los pája-ros no dejaban hablar a losediles, así sería la bulla quemetían mis tíos, porque comonieto de doña Amelia LoretoLoreto todo esos bichos vola-dores eran genéticamente her-manos de mi padre, el pobre,que no hallaba qué hacer contanta pluma y mierda regadapor toda la casa.

Un día, el presidente del ca-bildo, don Arístides Serrano,miembro del glorioso partidodel pueblo, se tragó un tucusi-to cuando disertaba sobre laconstrucción de unas cloacasy la ampliación de una canchade bolas criollas en el barrio

Laguna Nueva. Hubo que prac-ticarle una traqueotomía a du-ras penas porque los pájaroshabían invadido también elquirófano del antiguo HospitalGuasco. La abuela demandó alalcalde por haber asfixiado alpobre tucusito.

Cuando le llegó la hora a laabuela, el 24 de diciembre de1968, a la una de la tarde, pi-dió un espejo y descubrió quesu cara era la de un pájaro ama-rillo con los ojos azules. Ycuando le tocó despedirse -conla señal absolutoria del padreRafael Chacín Soto- salió de sucansada boca un trino tan her-moso que jamás olvidaré.

Camino del cementerio el cie-lo se tornó negro: los pájarosocultaban el sol y por la nochehubo una lluvia de pájaros,unos vivos, otros muertos, porlo que la hedentina duró nuevedías con sus noches. Dicen quese murieron, unos de tristeza,otros de despecho. Lo cierto esque Valle de la Pascua amane-ció cubierta de cadáveres em-plumados, como aquella vezcuando las calles se cubrían degrillos, que eran acarreados portoneladas hacia los botaderosde basura. Y todo porque ma-taban a los pobres sapos. Peroesa es otra historia.

El servicio de aseo urbanose lució recogiéndolos. Luegolos lanzó en una fosa comúnporque, pese a ser hijos dedoña Amelia Loreto, no esta-ban legalmente reconocidos.

La rockola de Rodolfo si-guió sonando, como siempre,aquella canción de Julio Jara-millo que tanto entusiasmabaa mi pobre abuela.

(Para los incrédulos: estoshechos fueron debidamenteconfirmados por las autorida-des locales. Quien desee sabermás acerca de ellos, consultaren el Registro Municipal N° 2de Valle de la Pascua, Munici-pio Infante, estado Guárico).

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Contenido Maracay, Sábado 24 de diciembre de 201110

Sabana Grandey los espacios perdidos

Yo soy el que menos vende, de todo los que venden el fruto del trabajode tu vientre, Jesús.

Todo lo que empeora se convierte en canto de borrachera vieja, en grimade corazón sin ilusiones. Bluyines y pantaletas, sostenes y correas, yoyos,discos compactos, pintura de uñas, paraguas y pulseras, plásticomultiplicado al ritmo de la cucarachas.

Un tiranosaurio rex ha vomitado en la avenida, una máquina invisible / hapuesto sus huevos en el bulevar. Almohadas, mentoles, carteras, cosasdesbordando / a velocidad de vida y muerte. Como mujeres pariendo y hombres/ matándose. Lleve sus pañales infinitos, llévese sus niños desechables.

Unos muslos de vitrina se asoman y desaparecen / entre los paravanes de lamercancía / hay un rostro maquillado de mujer fatal / abajo siguen los muslosprometiendo sábados / y arriba está la cara comiendo tallarines

yo no quisiera ser tan infeliz / tú tampoco y él menos / ellos son culpables / porignorantes y por ignorarnos

Por aquí pasó Vicente Gerbasi / con una guayabera blanca / ¿Quién es VicenteGerbasi? / a mí me suena a italiano / los italianos se fueron / de Sabana Grande.

Los tubos enroscados con los tubos / se hincan ortopédicos en el fémur de lasabana

Por aquí aleteó la capa de Pascual Navarro / ¿Quién es Pascual Navarro? / a mí me suenaa brujo / pregúntale dónde tiene la gallina / los pollos están fritos en Sabana Grande

¿Por qué nosotros no tenemos el jardín de los cerezos? / ¿Por qué no ventean aquílos bosques de Amazonas? / Pero hay un panare agachado, un indígena abrumado

La mujer que parece una virgen con el niño / es la indígena abrumada delpanare agachado / ¿y el río que teníamos? Puras sombrillas

No hay espacios para que pase apuradito Salvador Garmendia / el cacique deBarquisimeto, el chamán de Altagracia / Sombrillas y paraguas, friturasextenuantes / Uñas postizas, Alá me ampare y me favorezca / ¿Qué me impor-tan la ausencia de Rafael José Muñoz y Rafael Cadenas / si una muchacha metienta altanera con un ramo de lápices?

Agacho la cabeza ante las baratijas / Voy a terminar este informe / Peroseguiré buceando / Debe haber algún tesoro oculto en esta civilizaciónPero perlas no hay.

JOSÉ PULIDO

El grupo escolar ArístidesRojas era un laberinto de aulas y de larguísi-

mos pasillos que sólo se llena-ban atapuzándolos con lasnotas del Himno Nacional, losvalses de Strauss y dejandocorrer a media tarde, como unrumor hipnotizante, la músi-ca de la película Candilejas, ti-tulada también Candilejas ycompuesta por el propio Cha-plin. Siempre me molestó quenadie alabara, ni siquiera unpoquito, al profesor que se en-claustraba en una oficina paraponer los discos. Él era un va-ticinio de disyóqui. La músicacirculaba junto con nosotrosy el aire en aquella fiesta depasillos, cuyos pisos encandi-laban porque los limpiabanconstantemente y nosotros noproducíamos basura: nos co-míamos todo. Cuando quierorecordar mi infancia de un alu-vionazo, escucho candilejas.

Me transformo en un im-berbe emocionado y asustadi-zo entrepiteando y corretean-do en mi actual espacio, la pla-cita Internet. Tan niño mevuelvo bajo el influjo de Can-dilejas, que de repente vienemi esposa con cara de pocosamigos y de ninguna amiga,porque seguro que he hechoalguna barrabasada incons-ciente. La confundo con mimadre y le digo "no, mamá"negando todo de una vez, aun-que poco a poco recupero elpresente y lo instalo de nuevoen la tercera edad.

Ah, esta placita Internetme sirve para reencontrarmecon los amigos que disfruta-ban el teatro, la música, elcine, la literatura, la danza, lapintura, la escultura, la foto-grafía, las tertulias. Me la pasorecogiendo los restos de Saba-na Grande mientras muevo elmouse como si el aparaticoexpusiera un clítoris. ¿Quéhaces? ¿Qué estás recordan-do? Me pregunta con descon-fianza mi amada mujer y nohay manera de explicarle queando acelerado buscando fo-tos de la República del Este.

Sí: en aquella escuela fabu-losa estábamos musicalizadosy no era para menos: mismaestras descollaban cualprotagonistas exquisitas,unas damas pizpiretas convoz de mando, fusiones de

narse con un silbido. En los es-calofríos espirituales de mi ser,intuí que jamás de los jamasesvolverían a poblar las aulasunas maestras como las mías,que consideraban fundamen-tal la acción de leer y de cono-cer todo lo que nos antecedíacon solamente hurgar el ori-gen y los trayectos recorridospor cada palabra.

No lo intuyo: lo sé, porquemi sobrina Yuleisis es maes-tra de primaria y queriendoalegrarme porque creyó queestaba nostálgico, me rematócon esta interrogante tansuya: "¿Sigues con esa perde-dera de tiempo de los libros?".A ella, por cierto, le gusta bur-da y muchísimo la SabanaGrande de ahora, que por su-puesto llama Sábana Grande,porque la gente urbana de hoyignora la diferencia abismalque separa a una sabana deuna sábana.

Lo cierto es que hubo unaépoca en que nosotros disfru-tábamos los espacios de Saba-na Grande, mirando a GabrielGarcía Márquez por acá, a Car-pentier y a Elizabeth Schon porallá, a Caupolicán Ovalles yAdriano González León de estelado y a otros tantos y otrastantas saliendo de la librería oentrando a la librería. Tambiénhay que hacer notar que porahí deambulaban unos cuan-tos ancianos mordaces que sequejaban de este modo: "Saba-na Grande valía la pena cuan-do era un hipódromo". Ellosfingían que habían perdido eseespacio que en realidad sólohabía pertenecido a sus abue-los. Pero se conformaban conir al bulevar a conversar decaballos después de adquirir,en las orillas de El Gran Café, laGaceta Hípica. Nosotros hablá-bamos con el Chino ValeraMora, con Pepe Barroeta, conOrlando Araujo, con Miyó Ves-trini, con la negra Maggi, conSalvador Garmendia, con Pas-cual Navarro…Creo que Saba-na Grande fue un buen intentode consolidar en Caracas unespacio de encuentros y tertu-lias con sillas y mesas en la ca-lle, como si fuera París y estu-vieran Henry Miller y ErnestHemingway olfateando vinos ycervezas. Ahí estaba Europa yno la podíamos retener.

Está bien y no lo culpo, peroel bulevar de ahora muestradiferencias notorias: una pan-dilla puede rodearte cual hor-miguero en un santiamén para

soplarte una frase asperjadaen nicotina: "Quédate quieto ote quiebro", como si fuera unosolo quien te está jodiendo. Enel bulevar que añoramos, telanzaban frases diferentes: "Elamanecer tiene un olor demujer despeinada que sale delmar" y aparecía en unas ma-nos el librito de Vicente Ger-basi. O llegaba por ahí Armasdiciendo: "Cochino Macho, elhijo de La Conga, cazaba tor-ditos con trampajaula, conpega, con lazo, con habilidad,les pintaba las plumas de lasalas y el pecho con pinturaamarilla y los pasaba comoturupiales, a siete reales el ca-sal. Los compradores se que-jaban después que los turupia-les cantaban como torditos".

Toda generación tiene susespacios perdidos y al tener-los en calidad de perdidos, losrecupera de manera indivi-dual, porque los conserva enla maraña cosmológica de lamemoria. Allí los espaciosperdidos se convierten ensueños, pesadillas, nostalgias,recuerdos o en melancolías.

El paraíso fue el primer es-pacio que perdieron variosseres. En este caso Adán y Evasalieron full jodidos, perotambién Dios, la serpiente yotras entidades que vivían allíquedaron si hábitat. Porqueno sólo en lo físico se esfumael espacio: también se pierdenla pasión compartida, el amorfresco recién salido del cora-zón, la relación amistosa, losdiálogos, la fraternidad: esuna calamidad verdadera nopoder estar más en un lugarjunto con los seres y las cosasque te plenan, que te agradan,que te placen, que te asom-bren o te satisfacen.

Los sitios que le dan al ser hu-mano lo que necesita en materiade ideas, sentimientos, expresio-nes artísticas, placeres cultura-les, colapsan cuando se cambiansus funciones y los ocupa un co-lectivo que desea otra cosa, quelos usa de otro modo, invocan-do otros intereses.

Hay que respetar los dife-rentes puntos de vista y lasnecesidades distintas o igua-les de cada quien. Pero la bús-queda de conocimientos, lacreación de historias y deideas, el arte fluyendo comoun demonio libre y todo locultural, es lo que me con-mueve. Detrás de toda esa luzes que uno avanza desafiandocegueras.

Patton con Scarlet O'Hara, queen aquellas aulas aireadas ysoleadas podían hablar deMoby Dick o de Canaima, conprofundidad y desenfado almismo tiempo. Esos espaciostan bien habitados los con-servo en mi interioridad es-piritual donde no hay fecha devencimiento.

Pero ya los he perdido en el

torrente de la realidad viva,por andar de curioso. Pasécincuenta años sin ver de nue-vo mi escuela primaria y un díaregresé al pueblo para reen-contrarme con "Cristóbal Co-lón nació en Génova Italia" ycon la melancolía de las piza-rras negras. Se había encogidotanto mi escuela y sus pasilloseran tan breves que podían lle-

EL BULEVAR DEL FIN José Pulido

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Maracay, Sábado 24 de diciembre de 2011 Contenido 31

Los últimos díasdel general Gómez

OLDMAN BOTELLO

El primero de diciembrede 1935, el general JuanVicente Gómez, Presi-

dente de la República durante27 años, se hallaba indispues-to en su salud. Ese día se aso-mó al balcón de su casa decampo en Las Delicias y a losque se hallaban en los jardi-nes, servidores, amigos y ha-bitantes del vecindario cerca-no de La Pedrera, saludandocon el brazo en alto, les dijo:"-Aquí estamos, comenzamosa agarrar diciembre". Acto se-guido se introdujo al interiorde la residencia en cuya plan-ta alta se encontraba su dor-mitorio. No volvió a salir deallí sino en su ataúd la madru-gada del 18 de diciembre.

En los días subsiguienteshubo corri-corri en la casonainaugurada en 1922 con elnombre de 23 de mayo-LasDelicias. Los análisis de san-gre y orina se presentaron convalores muy altos en relacióna la glucosa y la próstata. Ennoviembre anterior, nos con-tó hace unos veinte años donAlberto Martínez Machado, elgeneral llegaba a su haciendaen El Trompillo, Güigüe, y actoseguido le exigió a nuestro in-formante que lo cubriera y seintrodujo apresuradamenteen su dormitorio, pues dentrodel vehículo que lo traslada-ba se había orinado en el pan-talón. Los exámenes fueronllevados a Caracas subrepti-ciamente y con nombre su-puesto, directamente a lasmanos del Dr. Pedro del Co-rral, médico y científico gua-riqueño y político siempre.

El general Gómez, en cono-cimiento de su estado de saludmandó a llamar al general Ló-pez Contreras, a quien habíatenido como un hijo y su mi-nistro de Guerra y Marina; alDr. Pedro Tinoco, ministro delInterior y al general RafaelMaría Velasco, Gobernadordel Distrito Federal. Al prime-ro le dijo que se encargara delos asuntos militares y delcontrol general; a Tinoco, delos aspectos civiles y ordenpúblico y a su viejo amigo y

aliado Velasco, a quien llama-ban El Sapo, que le respondie-ra de la tranquilidad en Cara-cas porque él se dedicaría a re-cobrar la salud. Los asuntos desus negocios particulares esta-rían a cargo de sus hijos JuanVicente y Florencio GómezNúñez. A éste último le pre-guntó si ya estaba lista la ca-rretera de Choroní porque enese litoral se iba a curar defini-tivamente. Sólo faltaba elpuente de El Castaño que de-moraban en demasía los encar-gados de la obra para seguircobrando las semanas de tra-bajo. Les dieron dos o tres díaspara concluir la obra y la casadel general Gómez en Choroníy la hacienda Playa Grande, desu propiedad, fueron habilita-das y acondicionadas para re-cibir por primera vez al hués-ped enfermo.

El destino dispuso otracosa. La enfermedad siguió enaumento paulatinamente. El15 de diciembre el generalGómez sufrió un shock y que-dó inconsciente. Hubo movi-lización general. El generalLópez Contreras se presentó alos cuarteles y a la Escuela deAviación manifestando queoficiales y tropas sólo debíanantender a sus mandos natu-rales y a sus órdenes. Por suparte, el general EustoquioGómez, presidente del estadoLara, conspiraba con el grupogomecista para evitar que elgeneral López Contreras, alfallecer el general Presidente,

se hiciera con el poder. Lo se-cundaba el edecán y fiel ayu-dante del general Gómez, elcoronel Eloy Tarazona Cáce-res, oriundo de Bramón, cer-ca de Rubio. El clan Gómezestaba al lado de López Con-terras y los viejos carcamalesdel régimen con Eustoquio,quien tenía en su mira conti-nuar con el gomecismo sinGómez. Pero la madre de loshijos del general, doña Dolo-res Amelia Núñez de Cáceres,escuchó la conversación dedon Eustoquio, que se hallabaen la capital larense, con Ta-razona. Este último habló enclave con don Eustoquio y fuelacónico: "Soy yo, Eloy. Oigacon atención: prepare el ma-chete! El venado está listo.Estaré allí, sabe" Doña Ameliainformó en el acto al generalLópez Contreras y se ordenóla detención de Tarazona; estese había ido a Barquisimnetoa recibir instrucciones y a suregreso en la madrugada fuedetenido en su residencia dela calle Bolívar de Maracay, acincuenta metros de la resi-dencia de su jefe; fue traslada-do por militares al cuartelPáez. En su automóvil se in-cautó una metralleta y unacaja de monedas de cinco bo-lívares, supuestamente parapagar al peonaje que tomaríasitios claves a la hora de la chi-quitica. Se neutralizó el golpede mano.

El general Gómez se repu-so del síncope y reanudó su

conversación con médicos yfamiliares. En todo el país, enbaja voz se regó la especie deque había muerto y añadieronque el cuerpo del general ha-bía sido conservado para quepermaneciera hasta el 17 dediciembre. Una falsedad.

La madrugada del 17, almismo tiempo que era deteni-do Tarazona se apersonó a LasDelicias don Ramón MartínezRuí, yerno del general Gómezy este le expresó en alta voz:"¡Usted que tiene tanta vida,deme un poco de esa vida queyo no me quiero morir". BelénGómez Núñez de Santana pre-paró una gelatina y cuando sela fue a dar en la boca, dijo elpresidente, dirigiéndose a suhijo Florencio: "Que me la déél que no me ha dado nada" yel hijo le dio las cucharadas. Aeste preguntó: ¿Qué has sabi-do de Pombo?" Juan IgnacioPombo era un piloto españolque pocos meses antes habíavenido a Maracay y como se-villano y entrador que era,había caído muy bien al gene-ral Gómez. Don Florencio res-pondió: "Está mejor, prontosaldrá de Panamá". Pombo ha-bía sido operado de apendici-tis de emergencia en la capitalpanameña y el general se inte-resaba por su alud. A Pocovolvió a preguntar "¿Qué hassabido del compadre?". Pedíainformes acerca de su compa-dre y empresario carabobeñodon Luís Branger quien se ha-llaba en Estados Unidos. DonFlorencio le manifestó quevenía por barco. Branger ha-bía sido informado del mal es-tado de salud de su poderosocompadre y salió apresurada-mente de Nueva York. Comoa las diez de la mañana del día17 de diciembre, el coronelUlises Sánchez, edecán y yer-no del general Gómez le ofre-ció un poco de maicena queaceptó de buena gana: "Ah,qué sabroso está esto". Luegoentró como en un sopor y sele oyó ecir: "¡Qué malos son,son capaces de matar y de ro-bar!". ¿Qué fue Gómez? Pre-guntó muy tierna doña Dolo-res Amelia y la recriminó: ¿Porqué viniste estando tan enfer-ma?. Doña Amelia había esta-do reposando por un sangra-miento. Luego salió de la se-

miinconsciencia y gritó "¡Eloy,Eloy!" y entró en coma. Alaposento entró el padre IsaíasNúñez, a quien el ArzobispoRincón González había orde-nado no separarse de allí has-ta su fallecimeinto. Alzando elCristo, dijo en alta voz: "Gene-ral Gómez, arrepiéntase detodos sus pecados, en mí en-contrará quien lo ayude!".Abrió los ojos, vio el crucifijoy volvió a cerrarlos sin res-ponder. Fueron colocados lossantos óleos. A la una del díaentró en coma profundo y seintentó practicar una transfu-sión, pero al ver los aprestosde los médicos, el general Ju-lio Anselmo Santander, jefe delos edecanes, exclamó: "Perono lo hagan sufrir más; déjen-lo morir tranquilo!" y respon-dió el Dr. José Vicente LópezRodríguez: "General, mientrashay vida es nuestro deber lu-char contra la muerte".

La transfusión prolongó lavida del general Gómez hastalas ll:45 de la noche del 17 dediciembre cuando exhaló elúltimo suspiro. Dijo don Eus-toquio que estaba en la cabe-cera de la cama: "¡Tronco dehombre. Hasta a la muerte lecostó tumbarlo!" Se hallabanen la habitación los médicostratantes, los familiares, el Dr.Arturo Uslar Pietri, Olivia Vo-geler, los Martínez Machado,el Dr. Andrés Pietri, padre deAlicia Pietri de Caldera; loosUrdaneta Carrillo; los minis-tros menos López Contreras aquien el avisó Santander porteléfono. Al rato llegó, besóel cadáver y dijo dirigiéno-se a Juanchito Gómez, e lmenor de los hi jos: "Esteserá para mí, lo que yo fuipara el general Gómez; des-canse en paz, que yo velarépor su familia". El 21 de di-ciembre recibieron los Gó-mez la notic ia de que seembarcarían en Ocumare dela Costa hacia Curazao. Alaño s iguiente buscaría lamanera de que se expropia-ran los bienes del fallecidoestadista. El 19 de diciem-bre, Día de la rehabilitaciónNacional, 30.000 personasabarrotaban la iglesia y callesadayacentes hasta el panteóndonde fue [email protected]

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Contenido Maracay, Sábado 24 de diciembre de 201132

“Andamios”NÉSTOR MENDOZA

PRIMITIVOHabito una cueva que abre la bocatodos los días para albergar mi carne.Afuera, existe un hogar más espacioso,poblado de criaturas con dientesy cuellos interminables,escasos árboles y mucha sed.Todos ellos me hacen sentirun pedazo excesivo del paisaje.

En ocasiones, mis ideas van más alláde la sobrevivencia y el instinto.Más allá del acostumbrado actode cazar, degollar y deshuesar,de recoger agua en esta ollaque inventé hace cuatro soles.

Mi hogar es infinito y debe haberalguien que haya inventadoel tamaño de las piedrasy el color de los animales.

Sólo me limitaré a reconocerun dios para cada cosa que vea.A temerle a la noche.A nombrar cada descubrimiento.

RUTINAa Geraudí González

Ha comenzado la rutina.

Sigue un orden lógico: se levanta, tiende lacama,enciende la hornilla del café,calienta el agua para engañar al frío.Ya su ropa está planchada y lista para entraren la horma.

¿Pero, si invirtiera ese orden,si levantara el café y una compañera imprevistacalentara la soledad,y la cama, en eterno desorden de sudores, se quedara sin tender para siempre?

PESCADODetrás de la cabeza y los ojosaún queda un poco de carne.

Si tuvieras tiempo suficienteentre cada bocadoharías un conteo de las espinas,de las escamas que olvidaste desencajar.

Debes comer, no dejar sobras.Imagina que el pez nadó hasta tu platoolvidando su hogar debajo de las olas.Imagina que se deshizo del sol,de las algas,que ya no va a desovar.Alimenta tu carne con nueva carne.El pescado está frito.No temas.Si no sangra no hay pecado.

ANDAMIOSLos andamios elevan y sujetan.Tu vida depende de su eficacia,de que conserven la solidezdel equilibrio de los cables.

Te entregas al oficio de sostenerel cuerpo de quien trabaja en la altura.

Advierto tu silueta que se muestraen el andamio.Y la mano que se ajusta a la viday depende sólo de las tablas firmesque impiden la caída.

Eres el equilibrista;quien limpia las ventanas, quien pinta,quien coloca los ladrillos. Crees ser el dueño de la elevacióny de la brisa de las palomas.

Dios es pura altura, dices, y dejas de temerle.

FRAGILIDADEn momentos de ociotocas tu espalda. Es tan débilla columna, esa culebra verticalque permanece quietasiempre, anudando tu cabezaa la pelvis.

A veces sueñas que alguiente da un golpe allí,un golpe seco y preciso,y mueressin darte cuenta.

A veces una mujer la recorrecon sus dedosy simula que caminaa través de ellos.

Revisas las uñas, te sorprendela media luna que brota desde la raíz;las venas que trasladan sangresin descanso.

Qué fácil se le hace al cuerpotrabajar en silencio, sostenertodos los órganos.

El cuerpo está hechopara no durar,para tocar y ser tocado.

DESCOMPOSICIÓNLa guayaba se pudrede adentrohacia afuera.

No quiere desprendersede las ramas aunquesu cuerpo sientaque la tierra halasu jugo,que llamalos gusanos y la pulpa.(Si alguien mordierala guayabano sabría diferenciarla suavidad de ninguno.)

Su oficio es estar allí,alta y confiada,dejarse perforar por algún pico,ablandarse antes de caer.

LA FAMILIALa vidriera protege los ademanescongelados de los maniquíes;sus rostros dejan escaparuna sonrisa a los transeúntes que mirancon tedio la lista de precios.

Detrás se veel maniquí del atleta con sus pectoralesy sus falsas articulaciones.El de la mujer con sus pechosdemasiado grandes para la blusa,el de la niña que muestrauna mala imitación de ternura.Es una familia de maniquíesque se acostumbra a la rutinade ser observados.

La vidriera puede seruna pecera

un espejodonde un despistado se mirao cualquier otra cosa.

EL PUENTEEn ambos extremos del puentelos remaches petrificadosinmovilizan las cuerdas.

Los paseantes no pierden el tiempoen detallar los cambios que los añoshan marcado en la estructura.

Es el mismo puente: no es necesario mayoresfuerzo para nombrarlo de nuevo.Fundado hace cincuenta años,por personas que probablemente ya hanmuerto,mantiene la utilidad de siempre:debajo, el mismo río sin filosofía,niños que juegan a ahogarse,dos muchachos que se tocan escondidosen la leve corriente para disimular el roce.

Los paseantes van de punta a punta con lanaturalidad acostumbrada.No hay un asombro que les indiqueuna nueva interpretación.MARÍA

María tiene ojos marrones.Pelo lacio y negro;manos que no alcanzanpara dar más de sí, aunque quieran.

La casa que ocupó aún tiene el cuerpode los que amaron.

En el patio donde creció habíamuchos hermanos y matas de café,una madre que criaba pájarosen los bolsillos y molía semillas extrañaspara hacer infusiones.

Las paredes altas,con manchas de juegos y accidentes,siguen siendo gruesas.

María sonríe.Crece por dentro.Espera la otra mejilla de Jesúscon el temor necesario.

EL MITO DE LA ABUELAa la abuela Carmen

Mi abuela dice:el pan de Cristo nunca se acaba.

Sin embargo, solamente le creocuando mi sueño se espanta,y repito vueltas en la camasin descanso.

(A veces, olvida escondersepara desenredar su pelo:observo la extensión de sus años,detallo el río de cabellos que huye de sucabeza)

Mi abuela dice:Cristo no multiplicó pecessino que redujo el hambre de los incrédulos.Me aferro a esta creencia.

FICHA DEL AUTORNéstor Mendoza: (Maracay, 1985). Licenciadoen Educación, mención Lengua y Literatura porla Universidad de Carabobo (UC). Ha publicado unpoemario titulado Ombligo para esta noche (2007)y la plaquette Piedra de arenisca (2011). Colaboraen las páginas culturales de los diarios ElPeriodiquito y La Costa. Forma parte del consejoeditorial de la revista Poesía (UC). Sus poemas hanaparecido en las revistas Sol Negro (Perú), Lospoetas del 5 (Chile), Alhucema (España) y Poesía(Venezuela). Es miembro del Taller Literario HojasSueltas, Mariara, Carabobo.De igual forma, ha participado en diversos eventosliterarios en varias ciudades del país; entre ellos,en el III Encuentro Nacional de Jóvenes Escritores yNoveno Encuentro Internacional Poesía organiza-dos por la Universidad de Carabobo (UC); en el IEncuentro Literario de la Universidad Bicentenariade Aragua (UBA), y en las I Jornadas Internaciona-les de Literatura Venezolana Contemporánea,propiciadas por la Universidad Simón Bolívar (USB).Actualmente cursa una Maestría en LiteraturaLatinoamericana (UPEL-Maracay). Mantiene el blogLezámico (nestor-mendoza.blogspot.com).

Textos pertenecientes al libro inédito