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Maracay, Sábado 8 de diciembre de 2012 ALBERTO HERNÁNDEZ Crónicas del Olvido Materias dispuestas (Juan Villoro ante la crítica) 1.- E n el prólogo de Efectos personales (Edición de Biblioteca Era, México DF 2003) Juan Villoro afirma que "El lenguaje tiene una cu- riosa forma de esforzarse para lucir "irrefutable", o por lo me- nos "oficial". Cuando un pa- ciente llega a una sala de emergencias o un detenido es presentado en la delegación de policía, las palabras habi- tuales son sustituidas por otras que los diccionarios y la costumbre consideran más aptas para la ocasión". Preci- sa el escritor azteca que en ese instante, tanto la enfer- mera como el funcionario no le piden otra cosa al sujeto que sus "efectos personales". Es decir, hacen irrefutablemen- te oficial un lenguaje que es predominio del instante, del momento amargo del sujeto que es interpelado por quie- nes no lo ven como sujeto ca- paz de no tener efectos perso- nales, digamos palabras para defenderse o hacerse el des- entendido. ¿Cuáles definitiva- mente son los efectos perso- nales de alguien que es acosa- do por el miedo o por el es- cándalo de la realidad? Efec- tos personales o propiedades menudas, identidad, señas particulares, domicilio, amo- res, odios, hijos, amantes, etc. En todo caso, la palabra tiene que ser irrefutable. En esta instancia, casi "oficial", para evitar más problemas. Cabría preguntarse cuáles son los efectos personales de un escritor. De qué objetos se vale para rellenar bolsillos, carteras, bolsos o mochilas. Con qué imágenes construye su imaginario. Fácil queda decir que son las palabras la herramienta precisa para ela- borar su mundo. Tales efectos personales también son las historias, recursos expresi- vos, las metáforas, los giros lingüísticos, las elipsis, meto- nimias e hipérboles que le dan vueltas en la cabeza a quien se aproxima al fuego de la crea- ción literaria. Este es el caso de Juan Villo- ro, un tipo que vive cerca de la candela verbal, que atiza con la mano desenguantada y jue- ga con los tizones sin quemar- se. Y para dejarlo sentado, una vez más Candaya ha acerta- do en su empeño editorial al se- leccionarlo para registrar su paso por las letras: Materias dispuestas (Juan Villoro ante la crítica) es un libro ambicio- so, como los anteriores dedi- cados a Juan Marsé, Vila-Ma- tas, Piglia y Bolaño. Los acadé- micos mexicanos José Ramón Ruisánchez y Oswaldo Zabala fueron los encargados de dar- le cuerpo a este tomo de estu- dio que hoy nos ocupa. 2.- En este grueso tomo de Candaya están los efectos personales del escritor, del fa- bulador, del ensayista, del so- ñador, del cronista, del mexi- cano y universal Juan Villo- ro, de ellos dan cuenta el chi- leno Antonio Skármeta, el ve- nezolano José Balza, el espa- ñol Martínez de Pisón. Igual los críticos Juan Antonio Ma- solíver Ródenas, Cristopher Domínguez, Mahály Dés e Ig- nacio Echevarría. No pueden quedar por fuera Bolaño, Pi- tol y Rossi. Y, como regalo, las voces de Villoro y Piglia. Ade- más de un documental reali- zado por Juan Carlos Colín ti- tulado Villoro en Villoro. Esas materias dispuestas son los mismos efectos perso- nales o particulares que Villo- ro lleva a todas partes. No pue- de separarse de las palabras, de los sonidos que lo mantie- nen vivo frente a la realidad, frente a la ficción, al vacío, al ruido o al silencio. Alguien que escribe, que inventa, que sue- ña despierto, que hace nuevas realidades tiene que ser por- tador de muchos efectos per- sonales: sobresaltos, taqui- cardias, biografías, lápices, bolígrafos, tinteros, computa- doras, mujeres, latidos car- díacos, borradores, adjetivos, sustantivos, verbos y hasta interrogatorios policiales, así como declaraciones al médi- co mientras la enfermera re- visa los resultados de los exá- menes del antígeno prostáti- co. ¿Qué más efectos persona- les que esos? ¿Qué más mate- rias dispuestas que esas? Nada, Juan Villoro está frente al "pelotón de fusilamiento" y recibe los elogios de un nutri- do grupo de creadores, gente de las letras de ambos mun- dos castellanos. 3.- Bolaño dejó dicho que Vi- lloro es un hombre que escri- be "para permanecer en el borde del abismo", y así lo ha- cen ver quienes aquí lo tratan. En efecto, cuando entramos en El testigo (Anagrama, Narra- tivas hispánicas, Barcelona 2004), la escritura lleva al lector a colocarse en peligro como "testigo" de un retorno, de un reencuentro con el co- lor local, con los abismos del pasado, con los precipicios del tiempo. Para testificar todo esto, el libro de Candaya divi- de este tributo crítico en cua- tro partes: 1) Testimonios de escritores; 2) ante la crítica cultura; 3)ante la crítica aca- démica, y 4) el perfil humano del mexicano. Hablan estas páginas de las influencias provenientes de Sergio Pitol, Octavio Paz, José Emilio Pacheco o Carlos Mon- siváis, así como de Monterro- so o José Agustín. Y hasta de la misma dinámica de un partido de fútbol. Fanático de este de- porte, Villoro escribió "Dios es redondo", como el tiempo, como un poema, como el Uni- verso. Como el planeta que lo habita y lo celebra desde las enjundiosas páginas de este grueso libro editado por la gen- te de la orilla del Mediterráneo.

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Maracay, Sábado 8de diciembre de 2012

ALBERTO HERNÁNDEZ

Crónicas del OlvidoMaterias dispuestas

(Juan Villoro ante la crítica)

1.-

En el prólogo de Efectospersonales (Edición de Biblioteca Era, México

DF 2003) Juan Villoro afirmaque "El lenguaje tiene una cu-riosa forma de esforzarse paralucir "irrefutable", o por lo me-nos "oficial". Cuando un pa-ciente llega a una sala deemergencias o un detenido espresentado en la delegaciónde policía, las palabras habi-tuales son sustituidas porotras que los diccionarios y lacostumbre consideran másaptas para la ocasión". Preci-sa el escritor azteca que enese instante, tanto la enfer-mera como el funcionario nole piden otra cosa al sujeto quesus "efectos personales". Esdecir, hacen irrefutablemen-te oficial un lenguaje que espredominio del instante, delmomento amargo del sujetoque es interpelado por quie-nes no lo ven como sujeto ca-paz de no tener efectos perso-nales, digamos palabras paradefenderse o hacerse el des-entendido. ¿Cuáles definitiva-mente son los efectos perso-nales de alguien que es acosa-do por el miedo o por el es-cándalo de la realidad? Efec-tos personales o propiedadesmenudas, identidad, señasparticulares, domicilio, amo-res, odios, hijos, amantes, etc.En todo caso, la palabra tieneque ser irrefutable. En estainstancia, casi "oficial", paraevitar más problemas.

Cabría preguntarse cuálesson los efectos personales deun escritor. De qué objetos sevale para rellenar bolsillos,carteras, bolsos o mochilas.Con qué imágenes construyesu imaginario. Fácil quedadecir que son las palabras laherramienta precisa para ela-borar su mundo. Tales efectos

personales también son lashistorias, recursos expresi-vos, las metáforas, los giroslingüísticos, las elipsis, meto-nimias e hipérboles que le danvueltas en la cabeza a quien seaproxima al fuego de la crea-ción literaria.

Este es el caso de Juan Villo-ro, un tipo que vive cerca de lacandela verbal, que atiza conla mano desenguantada y jue-ga con los tizones sin quemar-se. Y para dejarlo sentado, unavez más Candaya ha acerta-do en su empeño editorial al se-leccionarlo para registrar supaso por las letras: Materiasdispuestas (Juan Villoro antela crítica) es un libro ambicio-so, como los anteriores dedi-

cados a Juan Marsé, Vila-Ma-tas, Piglia y Bolaño. Los acadé-micos mexicanos José RamónRuisánchez y Oswaldo Zabalafueron los encargados de dar-le cuerpo a este tomo de estu-dio que hoy nos ocupa.

2.-En este grueso tomo de

Candaya están los efectospersonales del escritor, del fa-bulador, del ensayista, del so-ñador, del cronista, del mexi-cano y universal Juan Villo-ro, de ellos dan cuenta el chi-leno Antonio Skármeta, el ve-nezolano José Balza, el espa-ñol Martínez de Pisón. Iguallos críticos Juan Antonio Ma-solíver Ródenas, Cristopher

Domínguez, Mahály Dés e Ig-nacio Echevarría. No puedenquedar por fuera Bolaño, Pi-tol y Rossi. Y, como regalo, lasvoces de Villoro y Piglia. Ade-más de un documental reali-zado por Juan Carlos Colín ti-tulado Villoro en Villoro.

Esas materias dispuestasson los mismos efectos perso-nales o particulares que Villo-ro lleva a todas partes. No pue-de separarse de las palabras,de los sonidos que lo mantie-nen vivo frente a la realidad,frente a la ficción, al vacío, alruido o al silencio. Alguien queescribe, que inventa, que sue-ña despierto, que hace nuevasrealidades tiene que ser por-tador de muchos efectos per-

sonales: sobresaltos, taqui-cardias, biografías, lápices,bolígrafos, tinteros, computa-doras, mujeres, latidos car-díacos, borradores, adjetivos,sustantivos, verbos y hastainterrogatorios policiales, asícomo declaraciones al médi-co mientras la enfermera re-visa los resultados de los exá-menes del antígeno prostáti-co. ¿Qué más efectos persona-les que esos? ¿Qué más mate-rias dispuestas que esas?Nada, Juan Villoro está frenteal "pelotón de fusilamiento" yrecibe los elogios de un nutri-do grupo de creadores, gentede las letras de ambos mun-dos castellanos.

3.-Bolaño dejó dicho que Vi-

lloro es un hombre que escri-be "para permanecer en elborde del abismo", y así lo ha-cen ver quienes aquí lo tratan.En efecto, cuando entramos enEl testigo (Anagrama, Narra-tivas hispánicas, Barcelona2004), la escritura lleva allector a colocarse en peligrocomo "testigo" de un retorno,de un reencuentro con el co-lor local, con los abismos delpasado, con los precipicios deltiempo. Para testificar todoesto, el libro de Candaya divi-de este tributo crítico en cua-tro partes: 1) Testimonios deescritores; 2) ante la críticacultura; 3)ante la crítica aca-démica, y 4) el perfil humanodel mexicano.

Hablan estas páginas de lasinfluencias provenientes deSergio Pitol, Octavio Paz, JoséEmilio Pacheco o Carlos Mon-siváis, así como de Monterro-so o José Agustín. Y hasta de lamisma dinámica de un partidode fútbol. Fanático de este de-porte, Villoro escribió "Dios esredondo", como el tiempo,como un poema, como el Uni-verso. Como el planeta que lohabita y lo celebra desde lasenjundiosas páginas de estegrueso libro editado por la gen-te de la orilla del Mediterráneo.

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De nínfulas y peregrinosNESFRAN GONZÁLEZ

Estados Unidos es un paísque ha alimentado un rico bagaje cultural con

aportes fundamentales de ar-tistas y corrientes foráneas.Con el caso de Rusia o la ex-tinta URSS han surgido ejem-plos excepcionales tales comola danza -ballet Cascanuecesen épocas navideñas creadapor Piotr Illich Tchaikosvki,el afamado videojuego Tetrisdiseñado por Alekséi Pázhit-nov o en el caso de la literatu-ra a Lolita, escrita por Vladi-mir Nabokov, llamada por al-gunos críticos como la autén-tica novela estadounidense.Nabokov (1899 - 1977) dejóescritos un compendio de no-velas, colecciones de cuentos,autobiografías y libros de crí-tica literaria pero es Lolita(1955) la obra que lo encum-bró como un autor reconoci-do y dicha novela mereció dosadaptaciones al cine de Ho-llywood, la primera de Stan-ley Kubric en 1962 y luego porAdrian Lyne en 1997.

El término Lolita fácilmen-te nos traslada al estereoti-po de una linda jovencita conaires de mujer perversa. Elmismo Nabokov, a través delpersonaje principal de la tra-ma Humbert Humbert, lasdefine como nínfulas o "mu-chachas entre los nueve y los14 años, que revelan su ver-dadera naturaleza, que no eshumana, sino la de las ninfas(es decir, demoniaca) a cier-tos fascinados peregrinosmucho mayores que ellasque pueden hasta cuadrupli-car su edad" más adelanteagrega "No todas las niñasson nínfulas, ni son determi-nantes la belleza y la vulga-ridad. Sólo el peregrino soli-tario es capaz de detectar porsignos inefables el fantásticopoder que encierran estasniñas".

Otros autores elaboran sudefinición a partir del perso-naje juvenil de su novela, te-nemos el caso de Mario elcuarentón de La huella delbisonte de Héctor Torres,quién describe a Karla de 15años como "poseedora de lainexpresable belleza de suedad, esa que se basta de la

tersura y el timbre de voz ylos graciosos ademanes paraalegrar el corazón de cual-quier hombre mayor detreinta años" o el caso de Ha-ruki Murakami en su trilogía1Q84 quién describe a Fukae-ri de 17 primaveras a travésde su olor "Era el aroma es-pecial a vida que sólo ema-nan los cuerpos en pleno de-sarrollo. Un olor semejanteal de una flor cubierta de ro-cío en pleno verano".

Volviendo a Humbert, éstehace un análisis exhaustivoen un informe que debe pre-sentar al jurado por un cri-men cometido y en el que de-talla los pormenores de su re-lación con Lolita o DoloresHaze y todo lo que lo involu-cra, allí se autodefine comoun peregrino y tiende a justi-

ficar su condición con unapatología mental "el peregri-no suele estar arropado porun deleite incomparablemen-te más punzante que un caba-llero relacionado con su con-yugue adulta y tal agobio lolleva a rozar la demencia ylocura con accesos de melan-colía y una sensación de an-gustia insoportable" y luegocomplementa su descripcióndefiniéndose "como un mons-truo pentápodo, desprecia-ble, brutal y lascivo".

Humbert nos habla de Dan-te que se enamoró de Beatrizy de un Petrarca entregado alas redes de Laura, de nuevey doce años respectivamen-te. Y luego complementa"Debe existir siempre unabrecha de varios años -nun-ca menos de 10, 30 o 40, por

lo general, e incluso 90, en al-gunos casos poco conocidos-entre nínfula y hombre paraque éste pueda caer bajo suhechizo" En este caso GabrielGarcía Márquez nos ofrecedos ejemplos: el de CayetanoDelaura de 36 años que seenamora perdidamente deSierva María de todos los Án-geles de 13 años en Del amory otros demonios y el prota-gonista de Memorias de misputas tristes quién en su 90aniversario decide celebrar-lo acostándose con una niñade 12 años apenas.

Humbert es un profesor deliteratura nacido en París en1910 y después de un amoradolescente con Annabel (enese período él se define comofaunúnculo) se casa con Va-leria para después divorciar-

se por una infidelidad de éstay finalmente recalar en Esta-dos Unidos, especialmenteen Ramsdale, New England(pueblo ficticio) en 1947,donde conoce a CharlotteHaze y se casa con ella aún sinamarla solo por estar junto aLolita, su hija de 12 años.Charlotte muere trágicamen-te al enterarse de las inten-ciones de su esposo y es aquídonde empieza la relación deHumbert con su hijastra quelos lleva a vivir un tórrido yangustioso romance utilizan-do como fondo geográfico unitinerario de las vías y mote-les de la nación norteameri-cana. La tragedia se imponeal final de la trama en el año1952 con el deceso de Lolitay Humbert bajo diversascircunstancias.

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Maracay, Sábado 8 de diciembre de 2012 Contenido 31

Escuchar a los náufragos

MARIANO NAVA CONTRERAS

Un náufrago es una bue-na metáfora para elpoeta. El hombre que

apenas salva su vida asido aun madero mientras todo sehunde. La supervivencia pre-caria, atada a la esperanza deun incierto rescate. La insula-ridad rotunda que circundalos días y las noches sin cuen-ta. Pero sobre todo el silencio,sin más refugio que el diálogoconsigo mismo, la palabra in-terior. Y sin embargo, tam-bién el náufrago es el únicoque ha alcanzado la tierra, elque se salvó. El único que pisafirme mientras todos los de-más nos hemos hundido en latormenta. El que volvió a lanecesidad primigenia. El quesupo mantenerse a flote sobreel agua oscura y revuelta afe-rrado a un noble madero: lapalabra.

La soledad del náufrago(Bid&Co. editor) es un poco detodo eso. En él, Miguel Mar-cotrigiano vuelve una y otravez a los temas que son funda-mentales en la poesía: el amor,la muerte, la noche, los afec-tos. Su tono, íntimo y trascen-dente a la vez, sabe concitardesde el primer instante lacomplicidad del lector (So-mos de la misma raza / Lospequeños dioses / nos odianen silencio...). Su lenguaje,plástico y vívido, no evadeningún atajo que nos lleve a lasensualidad (Sé que un galopede agua baja por mi espejo yva a refugiarse al filo de tu es-palda...), a la expresión des-nuda del sentimiento (Vivirlejos / bien adentro de tu som-bra). Mención aparte merecenaquellos textos en que el poe-ta discurre sobre los misteriosde la voz, el arte de la palabra,y es que en la mejor tradiciónde Montejo y de Cadenas, Mar-cotrigiano no quiere dejar dereparar en el milagro del so-nido, los poderes de la diccióny sus ambiguas relaciones conel silencio. Parte de estas re-flexiones estarán en prosa:Dura un instante apenas, y ya

deja de ser sonido para con-vertirse en recuerdo de esesonido. Otras veces son poe-sía: Maldigo la hora de la voz /Es amargo el momento en quese revelan / los sonidos. Entodas, la abrumadora vengan-za del mundo y sus palabrasno deja al poeta otro anhelo:...permanecer sordo / de tan-ta oscuridad.

A Miguel Marcotrigiano loconocemos como entusiastaprofesor de literatura y poe-sía venezolana. A comienzosde año lo tuvimos en la ULAhablando de poetas suicidas,una de sus mayores obsesio-nes. Como estudioso de nues-tras letras le debemos su an-

tología Las voces de la hidra.La poesía venezolana de losaños 90 (Caracas / Mérida,2002), y más recientementeDe orilla a orilla. Estudios deliteratura española y venezo-lana (Caracas, 2011), asícomo su Poesía y suicidio enVenezuela. El caso de MarthaKornblith (Saarbrücken,Alemania, 2012). Como poe-ta lo conocemos desde lostiempos de su Concierto ve-getal a la luz de la luna (Méri-da, 1991). Después vendránDe arcanos y otros signos(México, 1994), Dípticos (Ca-racas, 1995), Esta sombraque nos habita (Caracas,2005) y Orfandades (Caracas2011). En 2006 Ediciones

Mucuglifo publicó su poesíaescrita hasta el año 2005 enOcurre a diario.

La selección que nos pre-senta La soledad del náufragocomprende un ejercicio dereescritura de muchos de es-tos poemas. El mismo poetanos advierte que "-a veces-"setornarán "irreconocibles". Elresultado es encomiable. Ce-lebro el tratamiento de losmotivos, de las imágenes (lanoche, el árbol, la muerte),que nos lleva a un Gerbasi, aun Sánchez Peláez. Elogio lalimpieza del lenguaje, la facili-dad del ritmo, que nos recuer-da a Montejo. Admiro la sol-vencia y esmerada factura de

sus textos en prosa, que nosremontan a un Cadenas, a unRamos Sucre, siempre en lanoble estirpe de la gran poe-sía venezolana. En un tiempoen que ser intenso se ha vuel-to mala cosa, Marcotrigianoha concentrado toda la agude-za y la fuerza de su expresiónen cada verso, en la contun-dencia de cada poema. Sabeque no puede darse el lujo deser light ni de ser cool en unespacio tan breve como el deltexto, en un decurso tan exi-guo como el de una vida. Seráporque los afectos, los miste-rios de la existencia, las cosasdel decir, no son asunto demodas. Es el secreto de lapoesía mayor.

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HABLANDO EN VOZ MUY BAJA

No aspiro a mucho.El éxito envenenay a solas empobrece a quien lo invoca.No espero mucho, la verdad.Escribir unos versosque hablende la tristeza o la esperanza.Compartirlos así,con el sigilocon que la claridadcomparte el aire.Honradamente seresto que quiero.Hablando en voz muy bajapor si acaso quisieras tú escuchary responderme.

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Tres poemas de Enrique Barrero Rodríguez LAS ONDAS DE LOS SUEÑOS

Los sueños que he vivido se asemejana las ondas concéntricas del aguatras lanzar una piedra indiferentesobre el estanque antiguo de la vida.Un extraño temblor los ensanchabacomo un cerco callado para luegovolver a la quietud de lo invisible.

PRESTIGIO

Soñar es muy barato, pero inútil, alcabo.En la vida no quiero grandilocuentessueñospues a los grandes sueños decep-ción sigue siempre.De cosas muy sencillas se nutrenmis empeños.

Fingir no me apetece que estoy muyocupado.No quiero escalar cimas quesusciten receloy mirar desde arriba a los hombresiguales.

Que guarden sus agravios escondi-dos, por dentro.

Pues en cierta manera quiero ir ami aire.Quiero sólo el prestigio de sercomo yo quiero.Quiero sólo estas cosas que nadieha de robarme.La luz, la lluvia incluso. La calmade unos versos.

Textos de María A. BaíaWAVE

Poniente: viento que sopla de la parteoccidental.

R.A.E

Me traes la vida otra vez, espuma a espuma, con cada

marea.Me construyes un arca que inundas

día a día y que no me resguarda del azote

de tus labios.

Las olas abandonan la arena paradormir a tu poniente.

Las acompaño, escondida en susenvites,

y me acerco a ti, despacio,y con su sal te rodeo,

en el afán de anclarme a tu corriente.

SAIL Conserva siempre en tu alma la idea de Ítaca:

llegar allí, he aquí tu destino.C.Cavafis

Navegas mientras cantas las letras de mi nombrey viajas conmigo por mí.

Dices amor, dices beso, dices vida,dices eso que hace mecer las horas.

Amarras a mi cuerpo tu bitácora.Y yo, cuando tu tacto me pierde, dibujo el mapa en tu mirada.

Mis dedos intentan entonces fijar las coordenadas y escriben: ven, ven, ven.....

DOCKO Captain! my Captain! our fearful trip is

done. Walt Whitman

Rozó tu palma y susurró: "¡ tierra!".Entrelaza tu faro entre mis dedos.

Tiraré la brújula.Ya no me importa el rumbo. Ya no

hay miedo.Mi alma no tiene finisterre.

Qué suavemente mi cuerpo lame tuorilla.

Me guió tu azul en la tormenta.Abandono el timón.

Sé que he llegado a puerto.