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Maracay, Sábado 22 de septiembre de 2012 ALBERTO HERNÁNDEZ Crónicas del Olvido Silva a las desventuras en la zona sórdida Foto Vasco Szinetar 1.- E n algún lugar de la des- memoria colectiva, An- drés Bello se pregunta con tropical insistencia "¿Por qué ilusión funesta/ aquellos que fortuna hizo señores/ de tan dichosa tierra y pingüe y varia, / el cuidado abando- nan/ y a la fe mercenaria/ las patrias heredades, / y en el ciego tumulto se aprisiona/ a míseras ciudades, / de la am- bición proterva/ sopla la lla- ma de civiles bandos, / o al patriotismo la desidia ener- va…?". En algún sitio del olvi- do han quedado estos soni- dos, este instante cuando el viejo autor, derrotado por tanto ruido, se marchó a otros espacios geográficos. Silva a la agricultura de la zona tórrida no sólo es un canto a los dones de la tierra. A la flora y a la fauna sino al hombre que vivía con ellas. Es un canto donde "la lisonja se- ductora" es también parte de un "ruinoso juego". Es decir, este largo poema es una inda- gatoria, un inventario de con- ductas donde un verso habla "del engreído mando en la tri- buna". También es un poema político, un poema que revisa el discurso de quienes se han apoderado de la tierra, de quienes la llenaron de vicios, de quienes han hecho de ella recargo ideológico, falaz ima- gen de sus intereses. En homenaje a quien se negó a regresar a su tierra, el poeta Harry Almela escribió el poemario Silva a las des- venturas en la zona sórdi- da (Ediciones Estival, Mara- cay 2012), donde dialoga con Bello y desentraña el "paraíso perdido" que significó la ima- gen de esa tierra desde la in- fancia y desde la edad otra de quienes aún creen que vivimos en el Edén. El juego con el títu- lo del antiguo poema desnuda el presente, le quita la piel a la "agricultura" y a una región que fue tórrida, como tórrida fue la relación que fue un día y hoy es sórdida licencia del "brillar en torno aceros homicidas". 2.- Tres geografías contiene este libro de Harry Almela: Mientras crece el semeruco, Postales y Silva a las desven- turas en la zona sórdida. Tres tópicos que recogen tres libros donde el autor se somete al texto de Bello y viaja con él por distintos sitios donde ver- baliza distintas desventuras. El tercer título, el que hace maromas con el de Andrés Be- llo, elabora una poética en la que el tiempo del viejo maes- tro se estaciona en el texto de Almela: allí se fijan el clima y los colores, metáforas y dis- tancias. El autor recoge aro- mas de matas: nombra el cadi- llo, el culantro, la pira y el mastranto de memoria. El pai- saje adquiere instantes de año- radas costumbres y disloca perspectivas, como si un túnel del tiempo trasladara objetos de un lugar a otro. La nostal- gia también viaja en este des- velo poético "Ya no hay bici- cletas, / ni sillas de madera recostadas/ en las puertas de las casas,/ sosteniendo voces que murmuran/ cosas de otra edad". Pero antes, al comien- zo, el saludo clásico, la entra- da que da pie para, desde un yo renuente, preguntarse; "¿Cómo puede un frágil re- cuerdo/ ascender hasta el poema?". La teoría emplaza la osadía: la realidad se hace pa- labra. Un ruido confuso se convierte en música. Y luego: "¿De cuál ciénaga estéril/ in- tenta retornar ese chubasco, / ese aroma de hierba ensan- grentada?". También "¿Puede la palabra/ profanar el sosie- go, / la presencia?". Bello hace silencio. El diálogo inconclu- so destaca más adelante la an- gustia de quien escribe con la intención de saber de los he- chos que este hoy sufre con la falsa máscara del pasado "La lengua de pensar/ y de expli- car/ se destroza/ bajo los cas- cos hirsutos/ que han regre- sado/ a devorarnos". "La des- venturada zona" es este tiem- po verbal con trozos de imá- genes en las que Bello ambu- laba haciéndose preguntas. Así, para rematar, el poeta Almela hunde la daga en la antigua desazón de nuestras miserias "Salve desventurada zona/ de aquello de lo que so- mos/ hijos y padres, / y que anhela contar/ su leyenda,/ sabiendo, en todo caso,/ que nada vale la pena.// Ni el si- lencio". Con razón la voz de Bello en el epígrafe nos con- mina a vernos a los ojos "No te detenga, ¡oh Diosa¡/ esta re- gión de luz y de miseria". 3.- Mientras florece el semeru- co es el yo actual, presente del autor. En estos poemas Harry Almela regresa a la visión de un hoy desde el cual invoca al viejo maestro, pero más, pide a la poesía que no lo salve de nada, y "Abandóname desnu- do a la intemperie". Esta exi- gencia es una justificación para confirmarse parte de la gramá- tica de su existencia en la "des- venturada zona" de estos días "Vivo en una calle llena de mendigos, / en una ciudad de árboles que arden tercamen- te/ bajo el Sol detenido del ve- rano". Y así hasta el fondo del poema donde "la vida conti- núa, inocente, desde su preci- picio". A cierta hora el odio se concentra, se hace ingredien- te del pesimismo "Esta parece, al fin, / la hora de la bestia". Se trata de un sujeto, de un "hom- bre que ahora escribe/ se de- bate solo/ entre la tempestad y la niebla". Los poemas de este periplo hincan la piel. Y a sa- biendas de esta afirmación, Al- mela se vale de Fito Páez y Joa- quín Sabina para darse un pa- seo por el mundo, y seguro se sentía extraño como aquellos forasteros de la Venezuela de 1810 que don Andrés Bello destacó en su Calendario Ma- nual y Guía Universal. La in- fancia se detiene en una venta- na y desde allí es junio y las guerras interiores. Y así "El gato traslúcido/ se asoma en la ventana/ y modula su mau- llido eterno". El exilio volun- tario, a la sazón para descubrir el otro yo del naufragio, se hace dolor en medio de todos los sueños. Por eso, "El mundo y yo no lo tenemos fácil". La poe- sía también se exilia, se muda, se arranca la piel: la zona sór- dida se siente de esta manera: "Los amigos se han hundido/ en el fondo de su plato som- brío.// He visto sus mariposas negras/ aletear dulcemente en mi almohada// (…) "los que se han ido/ cada vez están más solos". El poema se alarga como un animal eléctrico. Can- ta y calla. Se mueve y se detie- ne. El yo se hace muchos y des- aparece. Y una parábola lo destaca "Mientras tú y yo nos malgastamos/ en varios inten- tos por componer/ lo que Dios ha abandonado.// Mientras tú y yo nos consumimos/ frente a una taza de café caliente…", hasta advertirnos parte de "los daños colaterales" que orillan el poema, que son la realidad de otro texto. Hasta la consig- na que sacó a la muerte del juego político, mas no del co- lectivo ciudadano. Postales dice países y ciuda- des que el ojo del poeta ha visto o ha advertido desde sus desgra- cias, calamidades o frágil felici- dad. Desde Haití, pasando por Praga, Ocumare de la Costa, Flo- rencia o Cubagua, la voz de Al- mela no deja de revisar y decir del horario de sus desdenes y alcances. Deja al final el pueblo donde respira y se ahoga a las orillas de un lago que hoy es un terrible atentado, "Este poema no quiere ser feliz. // Solo de- sea levantar la muralla/ con- tra el mundo atroz que lo ali- menta.// Ya no hay Arcadia azul,/ ni esponja dormida. / Solo humo y cadáveres (…) Desde aquí escribirás a tu de- monio/ al linaje vehemente que desgasta, / al sueño de pa- nal que te devora" (…). Al cierre, el poeta teoriza, lo hace en prosa para precisar el país que lo escribe y donde escribe. Desde Vuelta a la pa- tria hasta Mi padre el inmi- grante, Rafael Cadenas y mu- chas sensaciones, el poeta Al- mela vertebra esta intensidad titulada Silva a las desventu- ras en la zona sórdida.

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Maracay, Sábado 22de septiembre de 2012

ALBERTO HERNÁNDEZ

Crónicas del OlvidoSilva a las desventuras en la zona sórdida

Foto Vasco Szinetar

1.-

En algún lugar de la des-memoria colectiva, An-drés Bello se pregunta

con tropical insistencia "¿Porqué ilusión funesta/ aquellosque fortuna hizo señores/ detan dichosa tierra y pingüe yvaria, / el cuidado abando-nan/ y a la fe mercenaria/ laspatrias heredades, / y en elciego tumulto se aprisiona/ amíseras ciudades, / de la am-bición proterva/ sopla la lla-ma de civiles bandos, / o alpatriotismo la desidia ener-va…?". En algún sitio del olvi-do han quedado estos soni-dos, este instante cuando elviejo autor, derrotado portanto ruido, se marchó a otrosespacios geográficos.

Silva a la agricultura dela zona tórrida no sólo es uncanto a los dones de la tierra.A la flora y a la fauna sino alhombre que vivía con ellas. Esun canto donde "la lisonja se-ductora" es también parte deun "ruinoso juego". Es decir,este largo poema es una inda-gatoria, un inventario de con-ductas donde un verso habla"del engreído mando en la tri-buna". También es un poemapolítico, un poema que revisael discurso de quienes se hanapoderado de la tierra, dequienes la llenaron de vicios,de quienes han hecho de ellarecargo ideológico, falaz ima-gen de sus intereses.

En homenaje a quien senegó a regresar a su tierra, elpoeta Harry Almela escribió elpoemario Silva a las des-venturas en la zona sórdi-da (Ediciones Estival, Mara-cay 2012), donde dialoga conBello y desentraña el "paraísoperdido" que significó la ima-gen de esa tierra desde la in-fancia y desde la edad otra dequienes aún creen que vivimosen el Edén. El juego con el títu-lo del antiguo poema desnudael presente, le quita la piel a la

"agricultura" y a una región quefue tórrida, como tórrida fue larelación que fue un día y hoyes sórdida licencia del "brillaren torno aceros homicidas".

2.-Tres geografías contiene

este libro de Harry Almela:Mientras crece el semeruco,Postales y Silva a las desven-turas en la zona sórdida. Trestópicos que recogen tres librosdonde el autor se somete altexto de Bello y viaja con élpor distintos sitios donde ver-baliza distintas desventuras.

El tercer título, el que hacemaromas con el de Andrés Be-llo, elabora una poética en laque el tiempo del viejo maes-tro se estaciona en el texto deAlmela: allí se fijan el clima ylos colores, metáforas y dis-tancias. El autor recoge aro-mas de matas: nombra el cadi-llo, el culantro, la pira y elmastranto de memoria. El pai-saje adquiere instantes de año-radas costumbres y dislocaperspectivas, como si un túneldel tiempo trasladara objetosde un lugar a otro. La nostal-gia también viaja en este des-velo poético "Ya no hay bici-cletas, / ni sillas de madera

recostadas/ en las puertas delas casas,/ sosteniendo vocesque murmuran/ cosas de otraedad". Pero antes, al comien-zo, el saludo clásico, la entra-da que da pie para, desde unyo renuente, preguntarse;"¿Cómo puede un frágil re-cuerdo/ ascender hasta elpoema?". La teoría emplaza laosadía: la realidad se hace pa-labra. Un ruido confuso seconvierte en música. Y luego:"¿De cuál ciénaga estéril/ in-tenta retornar ese chubasco,/ ese aroma de hierba ensan-grentada?". También "¿Puedela palabra/ profanar el sosie-go, / la presencia?". Bello hacesilencio. El diálogo inconclu-so destaca más adelante la an-gustia de quien escribe con laintención de saber de los he-chos que este hoy sufre con lafalsa máscara del pasado "Lalengua de pensar/ y de expli-car/ se destroza/ bajo los cas-cos hirsutos/ que han regre-sado/ a devorarnos". "La des-venturada zona" es este tiem-po verbal con trozos de imá-genes en las que Bello ambu-laba haciéndose preguntas.Así, para rematar, el poetaAlmela hunde la daga en laantigua desazón de nuestras

miserias "Salve desventuradazona/ de aquello de lo que so-mos/ hijos y padres, / y queanhela contar/ su leyenda,/sabiendo, en todo caso,/ quenada vale la pena.// Ni el si-lencio". Con razón la voz deBello en el epígrafe nos con-mina a vernos a los ojos "No tedetenga, ¡oh Diosa¡/ esta re-gión de luz y de miseria".

3.-Mientras florece el semeru-

co es el yo actual, presente delautor. En estos poemas HarryAlmela regresa a la visión deun hoy desde el cual invoca alviejo maestro, pero más, pidea la poesía que no lo salve denada, y "Abandóname desnu-do a la intemperie". Esta exi-gencia es una justificación paraconfirmarse parte de la gramá-tica de su existencia en la "des-venturada zona" de estos días"Vivo en una calle llena demendigos, / en una ciudad deárboles que arden tercamen-te/ bajo el Sol detenido del ve-rano". Y así hasta el fondo delpoema donde "la vida conti-núa, inocente, desde su preci-picio". A cierta hora el odio seconcentra, se hace ingredien-te del pesimismo "Esta parece,al fin, / la hora de la bestia". Setrata de un sujeto, de un "hom-bre que ahora escribe/ se de-bate solo/ entre la tempestady la niebla". Los poemas de esteperiplo hincan la piel. Y a sa-biendas de esta afirmación, Al-mela se vale de Fito Páez y Joa-quín Sabina para darse un pa-seo por el mundo, y seguro sesentía extraño como aquellosforasteros de la Venezuela de1810 que don Andrés Bellodestacó en su Calendario Ma-nual y Guía Universal. La in-fancia se detiene en una venta-na y desde allí es junio y lasguerras interiores. Y así "Elgato traslúcido/ se asoma enla ventana/ y modula su mau-llido eterno". El exilio volun-tario, a la sazón para descubrirel otro yo del naufragio, se hacedolor en medio de todos lossueños. Por eso, "El mundo y

yo no lo tenemos fácil". La poe-sía también se exilia, se muda,se arranca la piel: la zona sór-dida se siente de esta manera:"Los amigos se han hundido/en el fondo de su plato som-brío.// He visto sus mariposasnegras/ aletear dulcemente enmi almohada// (…) "los que sehan ido/ cada vez están mássolos". El poema se alargacomo un animal eléctrico. Can-ta y calla. Se mueve y se detie-ne. El yo se hace muchos y des-aparece. Y una parábola lodestaca "Mientras tú y yo nosmalgastamos/ en varios inten-tos por componer/ lo que Diosha abandonado.// Mientras túy yo nos consumimos/ frentea una taza de café caliente…",hasta advertirnos parte de "losdaños colaterales" que orillanel poema, que son la realidadde otro texto. Hasta la consig-na que sacó a la muerte deljuego político, mas no del co-lectivo ciudadano.

Postales dice países y ciuda-des que el ojo del poeta ha vistoo ha advertido desde sus desgra-cias, calamidades o frágil felici-dad. Desde Haití, pasando porPraga, Ocumare de la Costa, Flo-rencia o Cubagua, la voz de Al-mela no deja de revisar y decirdel horario de sus desdenes yalcances. Deja al final el pueblodonde respira y se ahoga a lasorillas de un lago que hoy es unterrible atentado, "Este poemano quiere ser feliz. // Solo de-sea levantar la muralla/ con-tra el mundo atroz que lo ali-menta.// Ya no hay Arcadiaazul,/ ni esponja dormida. /Solo humo y cadáveres (…)Desde aquí escribirás a tu de-monio/ al linaje vehementeque desgasta, / al sueño de pa-nal que te devora" (…).

Al cierre, el poeta teoriza,lo hace en prosa para precisarel país que lo escribe y dondeescribe. Desde Vuelta a la pa-tria hasta Mi padre el inmi-grante, Rafael Cadenas y mu-chas sensaciones, el poeta Al-mela vertebra esta intensidadtitulada Silva a las desventu-ras en la zona sórdida.

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Contenido Maracay, Sábado 22 de septiembre de 201210

Cementerio General de Altagracia de Orituco

CARLOS A. LÓPEZ GARCÉS

Cronista de Altagracia de Orituco

El patrimonio históricomunicipal es el conjun-to de bienes tangibles e

intangibles, públicos y priva-dos, que pertenecen al muni-cipio como institución y le sir-ven para estudiarle los ayeresa las comunidades que lo in-tegran, con el propósito degenerar saberes para enrique-cer y facilitar el entendimien-to del proceso histórico deesas localidades y, por ende,del propio municipio.

Uno de esos bienes es el Ce-menterio General de Altagra-cia de Orituco, que está ubi-cado en la calle Vuelvan Ca-ras, extremo sur de la calle GilPulido; comenzó oficialmentea funcionar, aún inconcluso,el 26 de septiembre de 1885,por decisión del general Adol-fo Chataing, primera autori-dad civil del otrora distritoGuzmán Blanco y Presidentede la Junta de Fomento de di-cha obra, que también inte-graban Adolfo Antonio Ma-chado y Reinaldo Alva. La uti-lización de esta necrópolis sinhaberse concluido fue deter-minada por la epidemia de fie-bre amarilla que azotaba a lacomunidad altagraciana y a lafalta de espacios donde ente-rrar a los numerosos muertosen el antiguo y pequeño ce-menterio que había sido cons-truido en 1847. Aquella epi-demia fue la que causó ma-yores estragos en la pobla-ción gracitana del siglo XIX,tanto que el cuartel sur-estede ese nuevo cementerio es-taba totalmente saturado decadáveres a finales de no-viembre de 1885, cuando loscasos de esa devastadora en-fermedad ya habían disminui-do significativamente.

La fabricación de este ce-menterio estuvo a cargo delalarife Simón Hernández; fuesubvencionado por el gobier-no del Gran Estado GuzmánBlanco, entonces presididopor el general Francisco Tos-ta García. En 1886, cuando yaestaba concluido y con el re-gocijo del general Ramón Ga-líndez, quien fungía como en-

cargado de la primera autori-dad civil del distrito, fue colo-cada en su centro la Cruz delPerdón y fue bendecido por elpresbítero Alberto González,párroco de los altagracianos.

Los enterramientos en elCementerio General de Al-tagracia de Orituco solo fue-ron interrumpidos por un lap-so históricamente breve, cuan-do se alegaban las condicionesinapropiadas del terreno y losnuevos cadáveres eran sepul-tados en otro camposanto,que fue construido en el actualsitio de Las Mayitas, en el sur-este franco de Altagracia deOrituco, en 1911, el cual fueusado hasta que, igualmentepor lo inadecuado de los sue-los, fue retomada la decisiónde continuar enterrando en elCementerio General, abiertoen septiembre de 1885.

La falta de espacios paranuevos difuntos en ese cemen-terio motivó su clausura el 3de abril de 2007, medianteDecreto N° 006-2007 dicta-do por el autor de este traba-jo, entonces Alcalde del Mu-

nicipio José Tadeo Monagasdel estado Guárico, quien, enesa misma fecha y por mediodel Decreto N° 007-2007, lodeclaró Patrimonio HistóricoMunicipal.

No obstante, es factible su-poner que ha sido común laprofanación de tumbas con elfin de exhumar osamentas an-tiguas y utilizar las fosas vie-jas reconstruidas para nuevasinhumaciones en el Cemente-rio General de Altagracia deOrituco, con lo cual se habríaviolado reiteradamente lacondición de patrimonio his-tórico de ese bien municipal.Lo más grave es que la propiaAlcaldía del Municipio JoséTadeo Monagas del EstadoGuárico, desde mayo del año2012, ejecuta arbitrariamen-te ciertos trabajos modifica-torios en ese Cementerio Ge-neral gracitano, que incluyen:demolición de la pared co-rrespondiente a la fachadanorte; reconstrucción de estemismo muro sobre un espaciode la calle Vuelvan Caras, a unmetro, aproximadamente, de

la antigua pared para ampliarel Cementerio en ciento cua-tro metros cuadrados; cons-trucción de acera nueva; co-locación de tejas criollas en lafachada principal; construc-ción de osarios (desacordescon nuestra cultura) en la par-te posterior de la nueva paredy vía de acceso a ellos sobre laacera vieja, con el fin de reac-tivarlo; reconstrucción delfriso de la fachada principal;pintura general, etcétera.

Llama poderosamente laatención que esos trabajos hansido ejecutados sin respetarlas normas legales que los re-gulan, máxime si se trata debienes municipales con carác-ter de patrimonio histórico.Entre esas transgresiones pue-den mencionarse las siguien-tes: uno, utilización de un es-pacio público, como lo es lacalle Vuelvan Caras, para am-pliar el Cementerio sin la des-afectación previa por parte delConcejo orituqueño, en con-cordancia con el artículo 700del Código Civil; dos, modifi-caciones de la integridad de

ese patrimonio histórico sinasesoramiento del CronistaMunicipal, según lo estableci-do en los artículos 15 y 17 dela Ordenanza sobre AcervoHistórico del municipio JoséTadeo Monagas del estadoGuárico, que está vigente des-de el 16 de septiembre de1991, y en los artículos 4 y 5del Decreto N° 007-2007, defecha 3 de abril de 2007, me-diante el cual fue declaradapatrimonio histórico munici-pal esa propiedad altagracia-na; tres, pretensión de reacti-varlo sin acatar el articuladodel Decreto N° 006-2007, defecha 3 de abril de 2007, pormedio del cual fue clausuradaesa necrópolis, y sin la opinióndel Ministerio del Poder Popu-lar para la Salud, expresada eninforme técnico respectivo;cuatro, incumplimiento deinstrumentos jurídicos muni-cipales, a pesar de la obliga-toriedad de hacerlo, deacuerdo con lo señalado enlos artículos 54 y 88 de la LeyOrgánica del Poder PúblicoMunicipal. Asimismo, puedesospecharse que esas obras noestán autorizadas por ingenie-ría sanitaria.

La conservación del patri-monio histórico municipal esmateria de interés para todoslos habitantes del municipio,quienes deben tener la sufi-ciente e intrínseca disposiciónpara defender los bienes co-munes, que están vinculadosa la identidad colectiva, y pro-curar acciones con el propó-sito de contrarrestar la comi-sión de actos irregulares queatenten contra la integridad delos mismos. Esto explica lanecesidad de estar conscien-tes de nuestros valores cultu-rales, que motive la unidadpopular indispensable paralograr la preservación y defen-sa del patrimonio identifica-dor común. La falta o insufi-ciencia de este recurso entra-ba la consecución del objeti-vo y fue determinante para fa-cilitarle a la Alcaldía del mu-nicipio José Tadeo Monagasdel estado Guárico la ejecu-ción arbitraria de trabajosmodificatorios de la integri-dad del Cementerio Generalde Altagracia de Orituco; sinembargo, queda la esperanzade la aplicación de ciertos co-rrectivos para solventar lasalteraciones allí cometidas.

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Maracay, Sábado 22 de septiembre de 2012 Contenido 31

EntretextosParece que fue ayer

FRANCISCO ARÉVALO

Novelar tiene sus com-plejidades, cuando elnorte es la estética y no

hay una distracción en el ca-mino que desvirtúa y convier-te la obra en mera intención.Es así que por lo general que-dan para la historia pocas no-velas ciertas, con musculatu-ra, que han calado en el colec-tivo y se mantienen en el tiem-po. Pero también las hay pun-tuales, que son como un coi-tus interruptus, acordes conlos tiempos, entran en esa ca-tegoría odiosa llamada el librodel momento o de moda. Porlo general no me llevo comolector por la moda, no sigo esacorriente que después de leeral semiólogo y poeta francésRoland Barthes he logrado di-gerir, eso se me parece muchoa esos estúpidos que andanpor allí abjurando del libroimpreso o la prensa porque yque destruye el planeta y re-presenta cada ejemplar un ár-bol caído al servicio del con-sumismo. Mi pregunta sería silos aparatos con que ellos sedistraen o acceden a la infor-mación o al conocimiento sonhechos con cultivo de aire ocagarrutas de chivo; acaso noes con polímetros no biode-gradables y otros componen-tes químicos que sí dañan enserio, que hasta una tronerale han hecho al cielo.

El otro caso es los que hantratado de hacer de la escritu-ra una feria de vanidades, unescaparate donde guardarcursilerías y bolserías, en ellaentran arregladores de almas(los autoayudados); los ani-madores de TV y radio o masbien del absurdo, una cáfilade farsantes que intentan tri-vializar la inteligencia escri-ta pero que tienen punto yaparte en esa carrera porqueen el fondo carecen de la es-tética debida que los hacequedar por siempre. Todoentra por el aro de la diver-sidad: tienen su derecho,aunque tengan a su disposi-ción los elementos mediáticosque hacen ver lo blanco negroy viceversa, que como cata-pultan también desechan conel arma del silencio adrede.

En el mundo lo que sobran

son idiotas y eso no está endiscusión, seamos metodoló-gicos, como siempre me repi-te mi alter ego, el problema estratar de que no le congestio-nen los caminos a uno, que no

se lo siembren de ortiga o lollenen de viscosidad maloliente, esto va para los queno creen en los libros escritosen papel, que por supuesto nosentirán ninguna emoción to-

cando un anticuario que datede principio de la era cristianao uno mas cercano del sigloXIX cuando se empieza a no-velar en serio y es cuando seempieza también con discipli-

na emocionante a descubrir elparadigma de los símbolos es-criturares que llevan a inven-tar un mundo aparentementemejor. Quisiera saber si el sexotambién ellos se han plantea-do hacerlo desde esas panta-llitas de cristal líquido, entrepíxeles y otras maravillas quenos prometen sustituir casitodo por lo virtual.

Una buena novela se disfru-ta teniéndola en las manos,ojeándola, curucuteándola -enmi caso subrayándola-, escomo la relación amor-sexo, setoca, se palpa, se disfruta de lossonidos, las texturas y otroscomponentes que llevan aléxtasis, así es para mí la lite-ratura, un acto apasionante,lleno de abstracciones y colo-ridos que me hacen cada díamás humano, que me abrenuevos mundos y me saca pormomentos de la incertidum-bre, de este mundo incomodopero delicioso que me vacilohasta sus golpes de rabadillay sus flatos, porque en estatierra de gracia eso es lo másseguro que tenemos, junto alos predios de thanatos, siem-pre pendiente de alimentar asus mascotas: los gusanos.

Parece que fue ayer. Den-zil Romero. Planeta, Bibliote-ca Andina. 215 páginas. Lasrelecturas son para mí un re-torno a olores, sabores y he-chos históricos. La primeravez que leí esta novela sabro-sa de Denzil fue hospitaliza-do, era diciembre de 1992,me reí con lo que llevaba im-plícito una raja en el abdo-men, fui ubicando cada unode sus protagonistas: ilustreshabitantes de la Sabana Gran-de de duendes noctámbulosque se bebían hasta las gotasde rocío. Es la narrativa flori-da de uno de nuestros mejoresescritores y que no tengo nin-guna reserva en decirle amigolector que si consigue esta no-vela en algún anaquel cómpre-la y disfrute del verdadero bo-lero recreado a partir de la ale-gría y el dolor que lleva en susadentros, hoy este periplo ro-colero tiene más vigencia quenunca, aunque los escenarioshayan desaparecido y los pro-tagonistas casi todos también.Es la Venezuela que ya se bi-furcaba, que ya se le empeza-ban a ver las costuras.

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Paul Valery: El cementerio marino (I)

VERSIÓN DE MANUEL CABESA

I. Prefacio en cinco voces.

Por más que parezcan co-rresponderse entre sílas lenguas son distin-

tas, están separadas por abis-mos (…) El poema, el poematraducido que aspire a existirde nuevo en la segunda lenguadeberá mantener en todo mo-mento la conciencia de su con-dición de otro, de su cualidadde distinto, de su situación deseparado. (Paul Celan).

No se traduce lo que sequiere, sino lo que se debe. Haypoemas que nos hacen señasde llamada como una mujer.Pero hay llamadas que se pier-den en el vacío. Su eco se ex-tingue, sin haber provocadouna respuesta. Anunciabanposibilidades que no cobraronrealidad. (…) Hace falta algomás que una mera llamada,para que se tienda un puente.El grito tiene que llegarnos unay otra vez, ir calando lo hon-do, persistir, estimular. Alcabo, súbitamente, saltan losdiques. Lo afín corre al encuen-tro de lo afín, un alma se reco-noce en la otra, y se acepta.Sólo así comprendo yo la acti-vidad del traductor. Es la res-puesta a las solicitaciones delespíritu creador. Es la formamás válida de la aprobación.(E. R. Curtius).

Leer poesía traducida esaceptar que uno está perdién-dose en el mejor de los casosentre la cuarta parte y la mi-tad de lo que hay en el origi-nal. Leer poesía traducida deuna lengua que uno ignora porcompleto es saltar al vacío.(Antonio Muñoz Molina).

Traducir es tomar unaspalabras y convertirlas en pa-labras absolutamente distin-tas que prodigiosamente hande decir lo mismo que las pri-meras. (Justo Navarro).

Traducir es una de las for-mas más cumplidas de admi-rar… Por desgracia, no siem-pre el tamaño de la admira-ción garantiza la generosidadde la empresa. El admirar, quees noble, porque habla de lagenerosidad del alma de quienadmira, no necesariamente semuda en resultados felices.(Alejandro Oliveros).

II. El cementerio marino

1¡Ese techo tranquilo donde marchan las palomas,Entre los pinos palpita, entre las tumbas;En el Mediodía justo compone sus fuegosLa mar, la mar siempre recomenzando!Oh, recompensa después de un pensamientoComo una larga mirada sobre la calma de los dioses.

2¡Qué puro trabajo de fina claridad consumeMuchos diamantes de imperceptible espuma,Y qué paz parece concebirse!Cuando sobre el abismo un sol reposa,Labores puras de una eterna causa,El Tiempo destella y el Sueño es saber.

3Estable tesoro, templo simple para MinervaMasa de calma, visiblemente reservada,Agua parpadeante, ojo que guarda en tiTanta somnolencia bajo un velo flamígero,¡Oh, mi silencio... Edificado sobre el alma,Más que armazón de oro con mil tejas. Techo!

4Templo del tiempo, que sólo un suspiro resume,A este punto puro, yo asciendo y me acostumbro,Todo rodeado por mi mirada marina;Y como a un dios mi ofrenda suprema,La centelleante serenidad siembra,Sobre la altitud, un desdén soberano.

5Como la fruta que hasta el fondo se saboreaY como en delicia se cambia su ausencia,En una boca donde su forma muere,Yo aspiro aquí mi futuro humo,Y el cielo canta al alma consumidaEl cambio de las riveras en rumor.

6¡Bello cielo, verdadero cielo, mírame, qué cambio!Después de tanto orgullo, después de tan extrañaOciosidad, pero pleno de poder,Yo me abandono al espacio brillante,Sobre las mansiones de los muertos pasa mi sombra,Aprisionándome con su frágil movimiento.

7¡El alma expuesta a las antorchas del solsticio,Yo te sostengo, admirable justiciaDe la luz de las armas sin piedad!Yo te devuelvo pura a tu lugar primero;¡Mírate!... Pero devolver la luzSupone de la luz una mitad sombría.

8¡Oh, para mí solo, a mí solo, en mí mismo,Cerca de un corazón que es fuente del poema,Entre el vacío y el puro acontecimiento,Espero el eco de mi grandeza interna,

Amarga, cisterna sombría y sonora,Sonando en el alma un vacío, siempre futuro!

9¿Tú sabes, falso cautivo del follaje,Golfo comensal de esos magros enrejadosSobre mis ojos cerrados, secretos deslumbrantes,Qué cuerpo me arrastra a su fin perezoso,Qué frente le atrae sobre esta tierra ósea?Una centella y pienso en mis ausentes.

10Cerrado, sacro, plenitud de un fuego sin materia,Fragmento terrestre ofertado a la luz,Este lugar me place, dominado por las antorchas,Compuesto de oro, de piedras y de árboles sombríos,Donde tanto mármol tiembla sobre tantas sombras;La mar fiel dormita sobre mis tumbas.