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Maracay, Sábado 15 de diciembre de 2012 ALBERTO HERNÁNDEZ Crónicas del Olvido La enfermedad 1.- E l narrador recorre la pa- tología de dos persona- jes que lo hacen ver como una metáfora de la es- peranza, como un archipiéla- go donde se desplazan la ver- dad y la mentira, la piedad y el desgarramiento. Dos enfer- medades que hacen esquina con la mirada equidistante de quien advierte que se trata de un sujeto destinado a propor- cionarse atmósferas psíqui- cas, trastornos cuyos sínto- mas desvelan más al supues- to paciente que al médico, toda vez que se trata de un en- fermo que se inventa enferme- dades o cree que éstas forman parte de su diario vivir. La hi- pocondría, el rezago de imá- genes, voces o cualquier otra manifestación nerviosa o neu- rológica que lo conducen al diván o a la sala de consulta. Pero la enfermedad, el eje de este tejido narrativo está, pre- cisamente, en quien sirve de psiquiatra, el doctor Andrés Miranda, quien tiene que lu- char con el cáncer que sufre su padre, y quien hasta cierto número de páginas no sabía qué lo aquejaba. La mentira piadosa, la men- tirilla blanca, el comporta- miento del hijo como padre ante el viejo que se hace hijo con la enfermedad, que se debate entre la desolación y el llanto, entre una salida in- fantil o la terquedad. O el si- lencio frente a una pared también silenciosa, sin escri- turas o fotografías que lo conduzcan a otros espacios. Las preguntas, el silencio. Hasta que ocurre el desva- necimiento, la ambulancia, los exámenes de rutina que se hacen imprescindibles frente al cuerpo inexplora- do, los rayos equis, la reso- nancia magnética, los exá- menes de sangre, la mirada al interior de una maquina- ria que está a punto de dete- nerse. Y luego, el diagnósti- co, la quimio, la radio…el miedo. La verdadera enferme- dad. Y la solución, la muerte. 2.- El narrador, digamos que el autor se desdobla, tiene en el autor Alberto Barrera Tyszka (Caracas 1960) un cómplice que logra matizar el proceso del cáncer del viejo Miranda. Podría parecer un dislate, pero La enfermedad (Editorial Ana- grama, Narrativas hispánicas, Caracas, 2006), Premio He- rralde de Novela, va mucho más allá de los males del cuer- po y el alma. En el fondo de estas páginas que escribió con gran belleza el autor caraque- ño está el instante o los instan- tes en que el humano ser sabe que es finito. Ese momento define al hombre, lo hace hom- bre, lo amasa conciencia, toda vez que lo aleja de la mirada triste del perro o del caballo que va a ser sacrificado. Cuan- do se tiene conciencia del fin, aparece lo más humano del ser. En ese estadio se concen- tran tantos sentimientos, los buenos y los malos. Saber que el futuro se acabó, que un paso hacia adelante significa un paso hacia el foso. Mirar las imágenes de fondo, las del cuerpo, allá donde el mal, el cangrejo que muerde la carne, la pudre y la mata. Andrés observa la última to- mografía. Ha traído a casa los resultados y está sentado en la cama, alzando la placa para que la luz de la ventana le permita ver el cerebro de su padre. La lámina azulada deja ver las manchas con una precisión que ahora le resulta insoportable. El misterio siempre logra que la muerte sea un poco más sopor- table. Tanta puntualidad cien- tífica es intolerable. ¿A quién le sirve? ¿a quién ayuda? Las preguntas se quedan el aire. El ojo del médico ya no abriga esperanza alguna. Que- da saber cómo se comportará el enfermo, cómo reacciona- rá. ¿Cómo se lo sigue ocultan- do? ¿Cómo se lo dice? Esas "imágenes tan definiti- vas" le dan un vuelco al mun- do. Andrés Miranda sabe que su padre, el viejo roble Miran- da va a morir. He allí otra de las tensiones que provoca el narrador. Por algún resquicio de la memoria o del alma le lle- ga Celine para amortiguar un poco la realidad que tiene fren- te a sus ojos en esas láminas de polímeros donde hay tantas verdades, que le cuestan reve- lar al legítimo dueño del mal. 3.- Me sostengo en una vieja novela que siempre está pre- sente: Cuerpos y almas, de Maxence van der Meersch, editada por Plaza y Janés para el Círculo de Lectores en la década de los años 70, donde los médicos, para ganarse el cargo, juegan con la vida y hacen de la muerte una espe- cie de canon donde la compe- tencia y hasta el odio se jun- tan. Pues bien, en esa obra la enfermedad es un comporta- miento, no sólo en el paciente sino en los médicos, como lo es en las manías de Ernesto Durán, el que escribe con de- nodada intención a Andrés Miranda hasta convertir al mismo psiquiatra en un "en- fermo", en un depositario de tragedias e historias que sólo existen en la imaginación fe- bril del paciente. Un poco más acá en el tiem- po me siento frente al doctor Vicente Lecuna Torres para hacerlo parte de estas líneas gracias a su libro Informe mé- dico (Mondadori, Caracas 2006). En este espacio el au- tor relata sus experiencias con pacientes, con enfermos, pero también desnuda el compor- tamiento, la conducta de sus colegas, quienes han hecho de la profesión una enfermedad más. Claro, no se trata de re- llenar estas líneas con una tra- tado de bioética, pero sí ver- tebrar la idea de que en La en- fermedad de Barrera Tyszka es posible encontrar aristas que conduzcan a tratar sobre asuntos que van allá del tema que nos ocupa. Esta novela contiene elementos que pres- tigian la indagación que el mismo autor llevó adelante durante su elaboración. Un ars poética que se tradujo en ars narrativa, porque la enfer- medad -¿miramos a Moliére?- es un tema que cuenta, relata desde imágenes cuestionado- ras: el mismo Cervantes nos regaló un Ernesto Durán sobre un jamelgo. 4.- Al final una pregunta: ¿A qué saben las últimas pala- bras? Verso que podría ini- ciar un poema concluyente. Así, El viejo Miranda vuel- ve a abrir los ojos, intenta sonreír y luego lo mira con una frágil ternura. -Háblame -repite-. No dejes que me muera en silencio-dice. El lector también cierra los ojos y la novela. Un gran si- lencio invade los dos ambien- tes, la habitación donde mue- re un hombre frente a su hijo, y la sala donde la lectura due- le un instante, el instante que nos separa del misterio, de la ausencia.

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Maracay, Sábado 15de diciembre de 2012

ALBERTO HERNÁNDEZ

Crónicas del OlvidoLa enfermedad

1.-

El narrador recorre la pa-tología de dos persona- jes que lo hacen ver

como una metáfora de la es-peranza, como un archipiéla-go donde se desplazan la ver-dad y la mentira, la piedad yel desgarramiento. Dos enfer-medades que hacen esquinacon la mirada equidistante dequien advierte que se trata deun sujeto destinado a propor-cionarse atmósferas psíqui-cas, trastornos cuyos sínto-mas desvelan más al supues-to paciente que al médico,toda vez que se trata de un en-fermo que se inventa enferme-dades o cree que éstas formanparte de su diario vivir. La hi-pocondría, el rezago de imá-genes, voces o cualquier otramanifestación nerviosa o neu-rológica que lo conducen aldiván o a la sala de consulta.Pero la enfermedad, el eje deeste tejido narrativo está, pre-cisamente, en quien sirve depsiquiatra, el doctor AndrésMiranda, quien tiene que lu-char con el cáncer que sufresu padre, y quien hasta ciertonúmero de páginas no sabíaqué lo aquejaba.

La mentira piadosa, la men-tirilla blanca, el comporta-miento del hijo como padreante el viejo que se hace hijocon la enfermedad, que sedebate entre la desolación yel llanto, entre una salida in-fantil o la terquedad. O el si-lencio frente a una paredtambién silenciosa, sin escri-turas o fotografías que loconduzcan a otros espacios.Las preguntas, el silencio.Hasta que ocurre el desva-necimiento, la ambulancia,los exámenes de rutina quese hacen imprescindiblesfrente al cuerpo inexplora-do, los rayos equis, la reso-nancia magnética, los exá-menes de sangre, la miradaal interior de una maquina-ria que está a punto de dete-nerse. Y luego, el diagnósti-co, la quimio, la radio…el

miedo. La verdadera enferme-dad. Y la solución, la muerte.

2.-El narrador, digamos que el

autor se desdobla, tiene en elautor Alberto Barrera Tyszka(Caracas 1960) un cómpliceque logra matizar el procesodel cáncer del viejo Miranda.Podría parecer un dislate, peroLa enfermedad (Editorial Ana-grama, Narrativas hispánicas,Caracas, 2006), Premio He-rralde de Novela, va muchomás allá de los males del cuer-po y el alma. En el fondo deestas páginas que escribió congran belleza el autor caraque-ño está el instante o los instan-tes en que el humano ser sabeque es finito. Ese momentodefine al hombre, lo hace hom-bre, lo amasa conciencia, todavez que lo aleja de la miradatriste del perro o del caballoque va a ser sacrificado. Cuan-do se tiene conciencia del fin,aparece lo más humano delser. En ese estadio se concen-tran tantos sentimientos, losbuenos y los malos. Saber queel futuro se acabó, que un pasohacia adelante significa unpaso hacia el foso. Mirar lasimágenes de fondo, las delcuerpo, allá donde el mal, elcangrejo que muerde la carne,la pudre y la mata.

Andrés observa la última to-mografía. Ha traído a casa losresultados y está sentado en lacama, alzando la placa para quela luz de la ventana le permitaver el cerebro de su padre. Lalámina azulada deja ver lasmanchas con una precisión queahora le resulta insoportable. Elmisterio siempre logra que la

muerte sea un poco más sopor-table. Tanta puntualidad cien-tífica es intolerable. ¿A quién lesirve? ¿a quién ayuda?

Las preguntas se quedan elaire. El ojo del médico ya noabriga esperanza alguna. Que-da saber cómo se comportaráel enfermo, cómo reacciona-rá. ¿Cómo se lo sigue ocultan-do? ¿Cómo se lo dice?

Esas "imágenes tan definiti-vas" le dan un vuelco al mun-do. Andrés Miranda sabe quesu padre, el viejo roble Miran-da va a morir. He allí otra delas tensiones que provoca elnarrador. Por algún resquiciode la memoria o del alma le lle-ga Celine para amortiguar unpoco la realidad que tiene fren-te a sus ojos en esas láminas de

polímeros donde hay tantasverdades, que le cuestan reve-lar al legítimo dueño del mal.

3.-Me sostengo en una vieja

novela que siempre está pre-sente: Cuerpos y almas, deMaxence van der Meersch,editada por Plaza y Janés parael Círculo de Lectores en ladécada de los años 70, dondelos médicos, para ganarse elcargo, juegan con la vida yhacen de la muerte una espe-cie de canon donde la compe-tencia y hasta el odio se jun-tan. Pues bien, en esa obra laenfermedad es un comporta-miento, no sólo en el pacientesino en los médicos, como loes en las manías de Ernesto

Durán, el que escribe con de-nodada intención a AndrésMiranda hasta convertir almismo psiquiatra en un "en-fermo", en un depositario detragedias e historias que sóloexisten en la imaginación fe-bril del paciente.

Un poco más acá en el tiem-po me siento frente al doctorVicente Lecuna Torres parahacerlo parte de estas líneasgracias a su libro Informe mé-dico (Mondadori, Caracas2006). En este espacio el au-tor relata sus experiencias conpacientes, con enfermos, perotambién desnuda el compor-tamiento, la conducta de suscolegas, quienes han hecho dela profesión una enfermedadmás. Claro, no se trata de re-llenar estas líneas con una tra-tado de bioética, pero sí ver-tebrar la idea de que en La en-fermedad de Barrera Tyszka esposible encontrar aristas queconduzcan a tratar sobreasuntos que van allá del temaque nos ocupa. Esta novelacontiene elementos que pres-tigian la indagación que elmismo autor llevó adelantedurante su elaboración. Unars poética que se tradujo enars narrativa, porque la enfer-medad -¿miramos a Moliére?-es un tema que cuenta, relatadesde imágenes cuestionado-ras: el mismo Cervantes nosregaló un Ernesto Durán sobreun jamelgo.

4.-Al final una pregunta: ¿A

qué saben las últimas pala-bras? Verso que podría ini-ciar un poema concluyente.

Así, El viejo Miranda vuel-ve a abrir los ojos, intentasonreír y luego lo mira conuna frágil ternura.

-Háblame -repite-. No dejesque me muera en silencio-dice.

El lector también cierra losojos y la novela. Un gran si-lencio invade los dos ambien-tes, la habitación donde mue-re un hombre frente a su hijo,y la sala donde la lectura due-le un instante, el instante quenos separa del misterio, de laausencia.

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Contenido Maracay, Sábado 15 de diciembre de 201210

El centenario Rafael Ramón SuárezMago de la música y de las tijeras

OLDMAN BOTELLO

San Pablo es un pequeño pueblecito del estado Yaracuy. Allí nació en 1912,

hace 100 años, don Rafael Ra-món Suárez, el sexto descen-diente de doña Leonor Suárez,yaracuyana también. Don Ra-fael primero fue músico, eje-cutante de la flauta y luego delgénix; en 1932 se vino a Mara-cay y aquí se hizo sastre de ofi-cio, diplomado por la Escuelade Artes y Oficios; con el ejer-cicio de la sastrería levantó asus ocho habidos de su unióncon su esposa, hoy fallecida,doña Esperanza Montiel, mássu hijo mayor Julio César, pro-creado cuando don Rafael con-taba con 24 años.

La Banda del estado LaraDon Rafael Ramón Suárez

fue un muchacho inquieto, hi-peractivo, buscando la direc-ción de su vida en las cosasbuenas y positivas. A los 13años conoció en San Felipe aldestacado músico Rafael Li-mardo, director de la Bandadel estado Yaracuy y con élaprendió dos oficios, el demúsico ejecutante; tenía vo-cación por el arte de Euterpe;también aprendió otro difícilarte, el de la carpintería. Alcomienzo fue la flauta, dondedesgranaba hermosas cancio-nes de su tiempo. Corría el año1925.

Un tiempo después otroshorizontes lo reclaman. Ya esveinteañero y fue a dar a Bar-quisimeto donde cayó para-do, con suerte, porque ingre-só a tocar el genix en la Bandadel estado Lara, dirigida proel maestro Antonio Carrillo, ellegendario autor del vals"Cómo llora una estrella", títu-lo con el cual lo bautizó el pa-dre Carlos Borges, en ese en-tonces residenciado en la ca-pital larense. De este tiemporecuerda la anécdota del 31 dediciembre de 1930 cuando losmandó a buscar el presidentede Lara, el terrible generalEustoquio Gómez, muy aman-te de la música, especialmen-te de los valses y bambucosque le recordaban el lejanoTáchira. Don Eustoquio, pri-mo del general Juan VicenteGómez los hizo pasar a su casadonde tocaron varias piezasdurante la cena de Año Nue-vo y ellos, los músicos, tam-bién disfrutraron de las halla-cas y buen vino y la atención

del Tigre Eustoquio hasta lasprimeras horas de la mañanadel primero de enero de 1931.

También en don Rafael Ra-món ingresó al personal de laorquesta Pequeña Mavare, di-rigida desde 1915 por el maes-tro Napoleón Lucena, el famo-so compositor del bambuco"Endrina" y que era la conti-nuación de la misma orquestafundada en 1898 por el maes-tro Miguel Antonio Guerra yque a la muerte de aquél tomóla batuta su pariente el maes-tro Juancho Lucena.

El maestro Suárez regresó aSan Felipe y formó parte de unapequeña orquesta local dondeconoció al músico Rafael Andra-de, compositor del vals Morires nacer (la letra es del poeta yabogado Manuel Rodríguez Cár-

denas), nacido en 1908 y falle-cido en 1952, hace sesentaaños. Con Andrade comenzó arepartir serenatas en las frías yestrelladas noches sanfelipeñasen las ventanas de las casas delas muchachas de la época. Fueprecisamente el maestro RafaelAndrade quien le sugirió a donRafael Ramón que se viniera aMaracay, sede del poder cen-tral y que allí desarrollara sustalentos. Así lo hizo y en 1933ya se encontraba asentado enla meca del gomecismo. Tenía21 años de edad.

La vida en AraguaDe Maracay, Suárez saltó a

Ocumare de la Costa, dondesintió curiosidad por la sastre-ría. Se regresó a Maracay y yafallecido el general Gómez, a

fines de la década del treinta sefundó la escuela de artes y ofi-cios de la ciudad en la queaprendió el oficio de sastre quefue el que tomó con mucho fer-vor. En esa escuela conoció ala que fue su esposa, doña Es-peranza Montiel, que le diosiete hijos: Eyilda, Elsa, Mire-ya, Glenys, Leonor, Vilma yElier, ya fallecido. Todo esecuadro familiar suma hoy, ade-más de los ocho hijos con elmayor Julio César, 28 nietos,45 bisnietos y tres tataranie-tos, además de sobrinos, ahi-jados, etc. Todos sus hijos loscrió en el principio de la mo-ral, la honestidad a toda prue-ba y las buenas costumbres, locual hoy lo hace más feliz.

Todo un profesional, donRafael Ramón Suárez instaló en

Maracay la Sastrería Popularque mantuvo durante cuaren-ta años. Luego instaló TrajesDarwins, muy conocida tam-bién en Maracay, la que le dioel título o eslogan "El hombrede la tijera mágica" y también"El artífice de la moda masculi-na". Tuvo una amplia y satisfe-cha clientela cuando los panta-lones, camisas y trajes eran he-chos a mano con toda calidad.

Hoy, a sus 100 años cum-plidos el 17 de septriembre,rodeado del cariño de sus hi-jos y nietos, don Rafael RamónSuárez rememora su actividaden la vida, desde que comen-zó con la flauta a lanzar al airehermosas piezas, hasta con-vertirse en el mago de la tije-ra, cortando pantalones yfluxes a la medida.

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Maracay, Sábado 15 de diciembre de 2012 Contenido 31

El anciano está triste

Antonio EstévezEl músico de la tierra

EDUARDO CASANOVA

De los grandes músicos ve-nezolanos del siglo XX, elmás destacado, el más

brillante, fue Antonio Estévez.Su obra más conocida, más exi-tosa, fue la Cantata Criolla(1954), compuesta sobre el poe-ma de Alberto Arvelo TorrealbaFlorentino y el Diablo, escrito ala manera de las coplas y con-trapunteos llaneros y con unagran musicalidad que Estévezsupo aprovechar al máximo. Sontambién muy conocidos la Suitellanera (1942) y su Conciertopara orquesta (1950), así comosus numerosas piezas para coro.Y aunque no son tan populares,sus trabajos en lenguaje electró-nico son de fundamental impor-tancia en Venezuela y en Amé-rica, entre ellos la Cromovibra-fonía múltiple, obra de ambien-tación para el Museo de ArteModerno de Ciudad Bolívar, quecompuso en 1972 con la colabo-ración del artista plástico JesúsSoto.

Como director, tanto de or-questa como de coros, su perso-nalidad era avasallante y su vi-talidad a veces rebasaba las po-sibilidades del conjunto que di-rigía. Verlo dirigir el OrfeónUniversitario, que organizó yfundó en 1943, era un espectá-culo para cualquier persona ver-daderamente interesada en elarte musical.

Antonio Estévez nació en Ca-labozo, en el Estado Guárico 1°de enero de 1916. Calabozo esuno de los sitios más interesan-

tes de Venezuela. Aislado, en elcentro geográfico de Venezuela,erigido en una pequeña eleva-ción y refrescado por vientos con-tinuos, a lo largo de mucho tiem-po ha desarrollado su propiavida, especialmente en lo cultu-ral. Es allí en donde se magnifi-can las características de la sa-bana que con tanta vida supocaptar Estévez al componer suCantata. Hijo Mariano Estévezy Carmen Aponte, Estévez fuesiempre un llanero en cuerpo yalma. Su formación musical seinició en aquellos espacios abier-tos, en donde la música es comola luz del día, y a los siete años,en 1923, siguió estudios musi-cales formales en Caracas por unpar de años, hasta que regresó aCalabozo, en donde los continuó.Tenía apenas diez años cuando,también en Calabozo, se convir-tió en ejecutante de saxhorn enla banda de la pequeña ciudad.A los 14 (1930) regresó a Cara-cas a seguir estudiando música

en la llamada Escuela de Músi-ca y Declamación, en dondeempezó a especializarse en cla-rinete con el maestro MiguelGallo. Ese mismo año, VicenteEmilio Sojo, el más destacado eimportante de los profesores dela Escuela, fundó la OrquestaSinfónica Venezuela (en 1928había creado el Orfeón Lamas).En 1932, Estévez entró a la Ban-da Marcial Caracas, dirigida porPedro Elías Gutiérrez, y, a par-tir de 1934 fue alumno de Vi-cente Emilio Sojo en composi-ción, materia en la cual el maes-tro Sojo insistía en la importan-cia de inspirarse en la tierra, enla música auténtica que nacíaen la misma tierra, con lo cualcreó toda una escuela de gran-des compositores: Antonio Esté-vez, Carlos Figueredo, Evencioy Gonzalo Castellanos, InocenteCarreño, Blanca Estrella, ÁngelSauce, José Clemente Laya, An-tonio Lauro, Raimundo Pereira,Modesta Bor y muchos otros quehan convertido a Venezuela enuno de los centros más notablesde la música académica, no sóloen América, sino en el mundoentero.

También en el año 1934, Es-tévez se convirtió en segundooboe de la Sinfónica Venezuela.Cuatro años después daba a co-nocer sus primeros trabajos paracoro (El Jazminero estrellado,Rocío, etcétera), y en 1942 reci-bió de la Escuela de Música el tí-tulo de ejecutante de oboe, y secasó con Flor Roffé.

El año siguiente fue el del na-cimiento del Orfeón Universita-rio, que ha sido dirigido, ademásde por Antonio Estévez, por

Evencio Castellanos, VinicioAdames y Raúl Delgado Estévez,excelente músico y sobrino delMaestro.

En 1945 Estévez se graduó deCompositor en la Escuela de Mú-sica y Declamación, y, con unaBeca del Ministerio de Educa-ción, viajó a Europa y a EstadosUnidos, en donde se dedicó a per-feccionar su formación y a seguirestudios superiores de música.Su carrera de compositor exito-so y avanzado se afianzaba y sehacía notar en el país y fuera deél, lo cual se pudo comprobar enlos grandes Festivales latinoa-mericanos de música que en esosaños organizaron Inocente Pala-cios y otros promotores de la cul-tura nacional en esos años.

Por su obra y su trabajo envarios campos, le fue otorgadoel Premio Nacional de Música en1949, y en 1954, por la Cantatacriolla, recibió el Premio Anualde Sinfónicas. En 1961 se radicóen Inglaterra para estudiar conpropiedad lo más avanzado en ellenguaje musical de la época, ydos años después fue 1963 a Pa-rís, donde asistió al Centro deInvestigación de la Radiodifu-sión Francesa que dirigía PierreShaeffer. Fue en Francia endonde se produjo el encuentroente el músico calaboceño y elguayanés Jesús Soto, artistaplástico de primera importanciaen el mundo y cultor del llama-do arte cinético, lo cual, al decirde los críticos, generó un impor-tante un cambio en la estéticade la obra del músico, que se re-flejó en muchos trabajos de cor-te electrónico, entre ellos la Cro-movibrafonía, obra de ambien-

tación sonora para una exposi-ción de Soto en Montreal, Cana-dá, en 1967.

En 1971, cuando volvió a Ve-nezuela, Estévez se procuró elapoyo del Centro Simón Bolívary creó el Instituto de FonologíaMusical que dirigió hasta 1979.En ese centro, además de variosmúsicos venidos de otros países,contó con la colaboración de otrosobrino músico de gran talento:Miguel Delgado Estévez.

Un año después, también conJesús Soto, compuso la Cromo-vibrafonía múltiple que sirve deambientación para el Museo deArte Moderno de Ciudad Bolí-var. Y en 1974 compuso la mú-sica electrónica que se utilizópara la Conferencia de NacionesUnidas sobre el Derecho del Mar,que reunió a centenares de dele-gados del mundo entero en lasinstalaciones de Parque Cen-tral, inauguradas en esos díaspor el Centro Simón Bolívar.

En 1984, al cumplirse los cin-cuenta años del estreno de laCantata criolla, el Maestro Esté-vez recibió grandes homenajes,tanto en Caracas como en Cala-bozo y otras partes del país, enlos que intervinieron el OrfeónUniversitario, la Orquesta Sin-fónica Venezuela, Solistas de Ve-nezuela, el Ateneo de Calabozo yotras instituciones.

En 1987 recibió el PremioNacional de Música y el docto-rado Honoris Causa en letras quele confirió la Universidad de LosAndes.

A los setenta y dos años, uni-versalmente respetado, AntonioEstévez murió en Caracas el 26de noviembre de 1988.

TULIO RAFAEL DURÁN VEGAS

Durante más de 427 años de existencia y próximo acumplir el 22 de enero un

añito más, el anciano San Sebas-tián de los Reyes -cual Matusa-lén- más sus hijos de ayer y dehoy sienten su voz agotada.Aquella vieja voz armónica consu música sonora que despedíasu tenue sonido por las rendijasde la cabeza de espiritualidad desu campanario que, en el pasa-do, escuchábamos las viejas ge-neraciones en la Iglesia Matriz,cuando Teófilo Conde, ManuelTobías Conde y antes de que ellosdos; el precursor don AugustoConde quien halaba sus cordelesque movían sus campanas conarmónico sonido que, desde hacemucho tiempo, no escuchamoslas viejas generaciones y las jó-venes las desconocen, tampocodeglutamos y degluta la juven-

tud de hoy con sus arepitas dec-embrinas en la madrugada re-bozada de queso blanco y la com-pañía de su café tinto, más de labrillantez que lucía con su viejotraje de luces y faroles el milena-rio anciano. Ahora golpeado yherido no por crono, sino por lamirada del transeúnte gobernan-te indolente de turno, "sus ca-lles duelen como una heridaen el alma", decía Miguel Ra-món Utrera. A tientas con sus po-bres manos corvas, sus codos enlas mil esquinas, le da vuelta almundo para aguardar el acechode su gran oscuridad a ese hijodesprevenido en sus calles cuan-do cae la noche y Dios con su fir-me luz solar le reclama- yo no tecobro la luz que vence las tinie-blas y tú que la cobras por tu apa-tía dejas al anciano ciego, pararedimir la presencia de tu oscu-ra sombra. Por esta razón pienso,tal vez equivocadamente, que lapoetisa Carmencita Rojas Larra-

zábal en su Reloj de Arena se pre-gunta "¿En qué instante tucasa fue blanco de la sombra?Estoy muriendo de frío bajoesta lluvia de ausencia". Hoysus piezas que le dan vida, con suIglesia al Norte de los recuerdos,cabeza del milenario anciano"por tu culpa" dice Tibisay Var-gas dejó su canto sonoro. Y agre-ga Lucas Guillermo CastilloLara.- "Ahora el pueblo an-ciano con su caminar cansi-no y su porsiacaso acuesta sequedó para siempre en las ri-beras del Caramacate paranunca más moverse". Con suvoz fañosa y cansina, más susbrazos compuestos por las manosde sus plazas donde ayer festeja-ron la alegría decembrina, susviejas y cantoras campanas, mássus calles no tenebrosas, solo conla compañía de los novios quesueñan recuperar tanto olvido ydesidia, tú, indolente -con tu pazficticia y peligrosa- no mueves un

dedo para desvanecer esa bande-ra de la sombra del presente que,en el pasado, era solo ausencia.Otro de sus hijos José Rafael Ji-ménez canta y dice- "mientrasel astro rey columpiando aldesnudo y el cuerpo en la me-moria ausente de la lenguaen los ojos indagan, el olvidoarremete desolado en las no-ches sin luna llena".

Ahora, pues no hay luz de hom-bre y mujer alguna que tienda subastón al anciano que desde hacemuchas noches dejó de caminarcon su porsiacaso al hombro, paraquedarse a la vera del establo a lospies de la ribera del Caramacatesin caminar más nunca con su luz,después del crepuscular atardecer,sino sobre los hombros del lomo delaire que lo ha paseado por todos losconfines de la tierra alrededor delsol y de si mismo durante muchaslunas de plenilunio.

Su cabeza está golpeada en lagarganta, las campanillas de bron-

ce de su boca lucen rotas y enveje-cidas más por la desidia que por eltiempo, nunca han tenido la suer-te de una simple operación, me diceel coterráneo Numas Arias, quienme informó que este trabajo lo rea-liza un orfebre- casi sin costo algu-no- en la ciudad de Villa de Cura.

Solo así podemos volver a escu-char su sonoro repicar, amigo, mereitera este habitante ya nombra-do. Un edil se nos ofreció acompa-ñarnos en la soledad, por ser mihermano, además de amigo de Nu-mas y conocer muy bien a ese otroamigo de Villa de Cura y laboriosotrabajador de la orfebrería. Y yocomo nunca he tenido el cobijo denadie, me uno a esta causa comolo he hecho con muchas causasperdidas, sin buscar nada a cam-bio salvo las que solicitan mis ami-gos que me acompañan en ese ob-jetivo que va dirigido al bienestardel anciano pueblo con la finali-dad de aumentar su larga existen-cia por los siglos de los siglos.

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Contenido Maracay, Sábado 15 de diciembre de 201232

“Los poemas que jamás pensé escribir”

CÉSAR BLANCO/ 2012

A la memoria deAndré León Blanco

LinaresMi pequeño, amado

e inolvidable hijo.

"COMO ÉL DIGA"Siempre será como Él digaSin derecho a réplicaSin opciones, sin reclamos,Sin protesta alguna.

Juntos desafiamos corrientes en vanoLuchamos en todas las arenasinútilmenteAhora atados, amordazados de pie acabezaMarcados para perder

A la orilla del quicio esperamos milesDe repuestas que nos muerdenferozmenteEl cerebro, seco ya de tanto pensarY que jamás nos darán

Se nos fue la sangre,Él ha vuelto a decidirAhora rebotamos en el limbo.

"ESA PARED"Llevo mutilado el pensamiento,Años, meses, días, horas, segundos,Tratando de saltar esta paredExtraña, oscura que nos separa,Mientras más la desafío, la golpeo,Se crece impidiendoEl contacto entre tú y yo...

"TU CUERPO PURO"Ahora tu cuerpo puroabonará la tierra prometida

Serás la nueva gama de colorescon que se pintará el cielo

Serás la pluma del poeta desconocido,que dará sentido a la nueva palabra.

Al lado de Él cantarás las cancionesque te gustaban.

Sueña, ríe, y juegaesa será tu eterna tarea.

"CUANDO ÉRAMOSCUATRO"Cuando éramos cuatro,paseábamos libres tomados delas manos sin temor algunopor un mundo blanco,nada ni nadie nos deteníaFelices nómadas, irreverentesemulábamos a los puntos cardinales,teníamos fiel dominio de nuestrosdestinos.

Ahora convertidos en un triánguloForzado comprometidosA seguir caminando entre las piedrasSacando fuerzas de la nada,Arando desesperados en mares delágrimas, amargas como hiel.

¡Maldita circunstancia que me ha dejado inválido, sordo, ciego y mudo…!

"ME HAN DICHO"Me han dicho que te dejedescansarQue asuma el hecho de tudespedidaCon fortaleza, que te ahogo másconMis constantes lágrimas.

Me conformaré sabiendo quemorasEternamente en mi corazón y enmisRecuerdos.¡Disculpa… mi egoísmo!

…El dolor es como un perro que te muerde y se niega a soltarte.Eventualmente te acostumbras al dolor, pero el perro siempre está ahíCon la mandíbula aferrada al corazón.

Jorge Gómez Jiménez Escritor.

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