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Maracay, Sábado 1 de diciembre de 2012 ALBERTO HERNÁNDEZ Crónicas del Olvido Mínima expresión (Una muestra de la minificción venezolana) 1.- V ioleta Rojo insiste, no descansa. Su talento está centrado en bu- cear permanentemente en el cuento corto, en la minific- ción, en el microrrelato. Es una porfía que le ha dado ex- celentes resultados. Hoy día es una de las investigadoras más densas cuando se trata de indagar, entrar y salir, meter- se por la ventana de este gé- nero que ya cuenta con un importante y poderoso equi- po de jugadores. No ha deja- do Violeta Rojo de asomarse e ingresar con todos sus bár- tulos intelectuales en las pá- ginas que andan por ahí rega- das, dando qué hacer y decir. No ha dejado de revisar el Breve manual para reco- nocer minicuentos, que ya tiene en su haber tres edicio- nes. Dos nacionales y una in- ternacional. De modo que es- tamos frente a una académica que no se suelta de su objeti- vo, que busca, y como todo el que busca, encuentra. Nuestra autora insiste, digo, porfía. Escribe y teoriza. Asis- te a congresos, encuentros, dis- cusiones, conversaciones, charlas, pláticas y hasta a con- versatorios (horrible palabra que ha ingresado en el diccio- nario de la pereza criolla) y co- loca sus conocimientos en buen sitio. La investigadora investi- ga. Estudia, selecciona, ficha y escribe notas, tesis y prólogos sobre este género (no creo en sub-géneros) que tiene enamo- rado a más de uno. Porque has- ta los poetas más oscuros, más allegados a Rimbaud o a Ar- taud, que todavía quedan, se arriman a la fogata del mini- cuento y cuentan. 2.- Mínima expresión (Una muestra de la minificción vene- zolana), editado por la Funda- ción para la Cultura Urbana, Caracas 2009, es una muestra de esa testarudez de Violeta Rojo. Es un tomo donde apare- ce una buena parte de la crea- ción minificcional del país. Es un libro donde José Antonio Ramos Sucre inicia la lectura, toda ve que se le considera como uno de los pioneros de este género literario. "La mini- ficción venezolana nace con José Antonio Ramos Sucre a principios del siglo XX". Escri- be Violeta Rojo en el prólogo. Más adelante señala "Los prime- ros que escribieron textos mí- nimos en el país han sido consi- derados poetas, como Luís Fer- nando Álvarez, Elizabeth Schön, Juan Sánchez Peláez, Ida Gramcko, Rafael Cadenas, Eleazar León, Alfredo Chacón y Antonia Palacios". A partir de esa afirmación crece el mon- tón. Siguen muchos nombres que la investigadora incluye en su obra. Así están: Alfredo Ar- mas Alfonzo, uno de los repre- sentantes más conspicuos; Oswaldo Trejo, Orlando Arau- jo, Salvador Garmendia, Pérez Perdomo, Lira Sosa, Ángel Ber- nardo Viso, Juan Calzadilla, Adriano González León, Efraín Hurtado, Julio Jáuregui, Ra- món Lameda, José Balza, Britto García, Eduardo Liendo, Chevi- ge Guayke, Julio Miranda, Ed- nodio Quintero, Gabriel Jimé- nez Emán, Wilfredo Carrizales, Harry Almela, Armando José Sequera, entre otros más. Es una lectura que revisa publicaciones orgánicas y pe- riódicas que muestran la prác- tica, consciente o inconscien- te, de esta escritura que tiene referencias universales en la antigüedad, en los libros reli- giosos, en la filosofía, en la voz popular, en los cuentos de ca- minos, en la chismografía co- tidiana, en el mundillo más pecaminoso, en el de la santi- dad. En todas partes hay una expresión: una palabra, dos palabras, una oración, una frase que contiene o contenga emocionalidad, intención o no de descubrir pequeños mun- dos, de desnudarlos, de hacer- los posibles o imposibles. Violeta Rojo se ha encarga- do de estudiar todo esto. Por eso nos entrega una visión del país, parcial, pero muy com- pleta a la hora de hacernos lla- mar país microficcional. Es decir, Rojo jurunga en todos los rincones hasta tener una representación respetable de esta sabrosa aventura de con- tar en corto. 3.- La investigadora cierra el prólogo con estas palabras: "La unidad de los textos que vamos a presentar se da por- que son muy cortos, son lite- rarios, son venezolanos y porque el lector (o la recopi- ladora, pues) considera que siguen las normas elusivas, complejas, firmes, inaprensi- bles, etéreas y rigurosas que rigen a la minificción, y que son tan contradictorias como las que determinan cualquier forma artística a partir del siglo XX".

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Maracay, Sábado 1de diciembre de 2012

ALBERTO HERNÁNDEZ

Crónicas del OlvidoMínima expresión

(Una muestra de laminificción venezolana)

1.-

Violeta Rojo insiste, nodescansa. Su talentoestá centrado en bu-

cear permanentemente en elcuento corto, en la minific-ción, en el microrrelato. Esuna porfía que le ha dado ex-celentes resultados. Hoy díaes una de las investigadorasmás densas cuando se trata deindagar, entrar y salir, meter-se por la ventana de este gé-nero que ya cuenta con unimportante y poderoso equi-po de jugadores. No ha deja-do Violeta Rojo de asomarsee ingresar con todos sus bár-tulos intelectuales en las pá-ginas que andan por ahí rega-das, dando qué hacer y decir.No ha dejado de revisar elBreve manual para reco-nocer minicuentos, que yatiene en su haber tres edicio-nes. Dos nacionales y una in-ternacional. De modo que es-tamos frente a una académicaque no se suelta de su objeti-vo, que busca, y como todo elque busca, encuentra.

Nuestra autora insiste, digo,porfía. Escribe y teoriza. Asis-te a congresos, encuentros, dis-cusiones, conversaciones,charlas, pláticas y hasta a con-versatorios (horrible palabraque ha ingresado en el diccio-nario de la pereza criolla) y co-loca sus conocimientos en buensitio. La investigadora investi-ga. Estudia, selecciona, ficha yescribe notas, tesis y prólogossobre este género (no creo ensub-géneros) que tiene enamo-rado a más de uno. Porque has-ta los poetas más oscuros, másallegados a Rimbaud o a Ar-taud, que todavía quedan, searriman a la fogata del mini-cuento y cuentan.

2.-Mínima expresión (Una

muestra de la minificción vene-zolana), editado por la Funda-ción para la Cultura Urbana,Caracas 2009, es una muestrade esa testarudez de VioletaRojo. Es un tomo donde apare-ce una buena parte de la crea-ción minificcional del país. Esun libro donde José AntonioRamos Sucre inicia la lectura,toda ve que se le considera

como uno de los pioneros deeste género literario. "La mini-ficción venezolana nace conJosé Antonio Ramos Sucre aprincipios del siglo XX". Escri-be Violeta Rojo en el prólogo.Más adelante señala "Los prime-ros que escribieron textos mí-nimos en el país han sido consi-derados poetas, como Luís Fer-nando Álvarez, ElizabethSchön, Juan Sánchez Peláez,Ida Gramcko, Rafael Cadenas,

Eleazar León, Alfredo Chacóny Antonia Palacios". A partir deesa afirmación crece el mon-tón. Siguen muchos nombresque la investigadora incluye ensu obra. Así están: Alfredo Ar-mas Alfonzo, uno de los repre-sentantes más conspicuos;Oswaldo Trejo, Orlando Arau-jo, Salvador Garmendia, PérezPerdomo, Lira Sosa, Ángel Ber-nardo Viso, Juan Calzadilla,Adriano González León, Efraín

Hurtado, Julio Jáuregui, Ra-món Lameda, José Balza, BrittoGarcía, Eduardo Liendo, Chevi-ge Guayke, Julio Miranda, Ed-nodio Quintero, Gabriel Jimé-nez Emán, Wilfredo Carrizales,Harry Almela, Armando JoséSequera, entre otros más.

Es una lectura que revisapublicaciones orgánicas y pe-riódicas que muestran la prác-tica, consciente o inconscien-te, de esta escritura que tienereferencias universales en laantigüedad, en los libros reli-giosos, en la filosofía, en la vozpopular, en los cuentos de ca-minos, en la chismografía co-tidiana, en el mundillo máspecaminoso, en el de la santi-dad. En todas partes hay unaexpresión: una palabra, dospalabras, una oración, unafrase que contiene o contengaemocionalidad, intención o node descubrir pequeños mun-dos, de desnudarlos, de hacer-los posibles o imposibles.

Violeta Rojo se ha encarga-do de estudiar todo esto. Poreso nos entrega una visión delpaís, parcial, pero muy com-pleta a la hora de hacernos lla-mar país microficcional. Esdecir, Rojo jurunga en todoslos rincones hasta tener unarepresentación respetable deesta sabrosa aventura de con-tar en corto.

3.-La investigadora cierra elprólogo con estas palabras:

"La unidad de los textos quevamos a presentar se da por-que son muy cortos, son lite-rarios, son venezolanos yporque el lector (o la recopi-ladora, pues) considera quesiguen las normas elusivas,complejas, firmes, inaprensi-bles, etéreas y rigurosas querigen a la minificción, y queson tan contradictoriascomo las que determinancualquier forma artística apartir del siglo XX".

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General Adolfo Chataing (II)

CARLOS A LÓPEZ GARCÉS

Cronista de Altagracia de Orituco

La significación del pres-tigio político, social y económico de Adolfo

Chataing en el Orituco habríasido lo determinante para quefuese incorporado, con el gra-do de general, a las fuerzas dela Revolución Legalista dirigi-das por Joaquín Crespo, conla finalidad de combatir las as-piraciones continuistas y an-ticonstitucionales del presi-dente Raimundo Andueza Pa-lacio. Chataing integró un gru-po numeroso de vecinos ori-tuqueños que estuvieron co-mandados por el general To-más de Aquino Carballo,quien era amigo personal delgeneral Crespo y fue electopara ejercer esa responsabili-dad militar por decisión colec-tiva de renombrados oritu-quenses, que estaban en con-sonancia con aquel movi-miento revolucionario cres-pista, entre quienes destaca-ban: Ovidio Pérez Bustaman-te, Eduardo Heraclio Macha-do, general Venancio AntonioMorín, doctor Luis Pérez B,Tobías Pérez B, Carlos Girón,doctor Luis María Sierra P,José Santiago Sierra, LorenzoVelásquez Guzmán, SalvadorAgustín Sierra P, FranciscoBriceño, Leonardo Vargas,Manuel Pescador, Juan Pesca-dor, Luis Felipe Pérez Vargas,Nicanor Velásquez, AntonioMaría Ramírez, EustaquioHernández, Juan Hernández,Benito Hernández, Jesús Ma-ría Requena R. y Dalio Her-nández, con los cuales fueconformado un ejército demás de dos mil soldados vo-luntarios orituquenses.

Chataing participó en la Ba-talla de Chaguaramas el 16 deabril de 1892, cuando fueronderrotados por las fuerzas gu-bernamentales, que estabanjefaturadas en el oriente delGuárico por el general JoséÁngel Hernández Ron. Aquelfracaso no amilanó la comba-tividad de los crespistas ori-tuqueños, quienes decidieronreorganizarse al mando deAdolfo Chataing, LeonardoVargas y Francisco Briceñocon la formación de dos bata-

llones que fueron incorpora-dos a los generales WenceslaoCasado y Leoncio Quintana,para marchar hacia Ocumaredel Tuy con el objeto de tomaresta población, lo que logra-ron exitosamente, a pesar dela valiente defensa hecha porel general Antonio Orihuela;pero luego fracasaron en Bo-querón frente a las fuerzasenemigas. Sin embargo, com-

batieron en Valencia, PuertoCabello y otros lugares parareforzar el triunfo de JoaquínCrespo hasta entrar victorio-sos a Caracas. Regresaron alOrituco cuando finalizaba oc-tubre de 1892 y se reincorpo-raron a sus actividades derutina. No hay datos que in-diquen otras participacionesde Adolfo Chataing en activi-dades guerreras.

El general Adolfo Chataingestaba dedicado a la agricul-tura, aunque había sido co-merciante en sus días de jo-ven veinteañero. Falleció enAltagracia de Orituco, a lascuatro y media de la tarde(4:30 pm) del día 16 de abrilde 1897 (Viernes Santo), a los42 años, como consecuenciade una herida ocasionada porun tiro certero a la cabeza,que fue hecho con un armade fuego, desde la calle y através de una ventana, cuan-do estaba rasurándose en sucasa de habitación, de acuer-do con informaciones aporta-das por la señora MargaritaBecea de Ortega, respetablevecina gracitana octogenaria,quien les oyó esa aseveraciónen varias ocasiones a las her-manas Trina y Luisa AmparoOrtega, cuando conversabansobre ese caso. Ese habríasido el comentario que circu-laba entre familiares, pues lashermanas Trina y Luisa Am-paro Ortega, quienes murie-ron muy ancianas en la sépti-ma década del siglo XX, erantías de José Ortega Rojas, es-poso fallecido de la informan-te Margarita Becea de Ortega,y primas de Clemente MauroOrtega, casado con CarmenLuisa Pérez de Ortega, quienera hermana de Rosa Ana Pé-rez y ésta viuda del generalAdolfo Chataing. No hay no-ticias conocidas acerca de lospormenores de ese asesinatoni sobre el homicida.

Adolfo Chataing es el epó-nimo de una calle principalde Altagracia de Orituco, lacual se extiende a mil 500metros de longitud aproxi-mada, en dirección oeste-este, desde la calle Bella Vis-ta hasta la avenida IlustresPróceres, cerca de la alcaba-la de la Guardia Nacional;está ubicada paralelamenteentre las calles José Martí,por el norte, y la Julián In-fante, por el sur. Esa vía yaera conocida como calle Cha-taing en 1925, cuando seacostumbraba a usar el ape-llido del epónimo para talesdenominaciones. Este nom-bre perdura como un tributoa este reputado personaje delOrituco del último tercio delsiglo XIX.

No existen datos que acla-ren porqué a esa calle le asig-

naron específicamente esa de-nominación y no se la dierona otra; sin embargo, es facti-ble sospechar que la idea dedársela particularmente a esavía, amén de otras justas ra-zones posibles, habría sidoporque el disparo para asesi-nar a Adolfo Chataing fue he-cho hacia su casa desde la ca-lle que luego fue bautizada consu nombre.

Hay noticias de la existen-cia solamente de cuatro per-sonas de apellido Chataingque fueron residentes de Al-tagracia de Orituco, desdelos inicios de esta comuni-dad hasta el momento de re-dactar este escrito en no-viembre de 2012. Todas es-tuvieron domiciliadas en esapoblación orituqueña du-rante la segunda mitad delsiglo XIX. Una fue AdolfoChataing, quien es el motivofundamental para la redac-ción de estas notas biográfi-cas. Otras dos fueron AdolfoIsidro y Alfredo Chataing,hijos de aquel general. Lacuarta, de nombre GuillermoChataing, era un joven de 24años, casado, comerciante,quien está citado, con esosrasgos de identificación,como la persona que se pre-sentó ante la primera autori-dad civil del municipio Al-tagracia de Orituco, el 18 dejulio de 1891, para realizar elregistro del nacimiento de laniña Isabel María, hija legíti-ma de Eduardo Orta e IsabelOramas, lo que había sucedi-do el 4 de julio de 1891. Nohay datos conocidos que in-diquen algún vínculo fami-liar, amistoso o de cualquierotra naturaleza, de ese Gui-llermo Chataing con AdolfoChataing, quien era un mu-chacho de apenas 12 o 13años cuando nació Guillermo.

El apellido Chataing perdu-ra en el Orituco solo como elepónimo de la calle mencio-nada anteriormente. Ese ape-lativo desapareció de tierrasorituqueñas por causas des-conocidas. Se ignora el desti-no de los hijos legítimos deAdolfo Chataing. Los descen-dientes naturales no tuvieronhijos; siempre vivieron en Al-tagracia de Orituco, dondemurieron y con ellos se extin-guió la descendencia de Cha-taing en suelo orituqueño.

Tumba del general Adolfo Chataing (Foto: C.L.G., viernes 24-08-2012)

Maracay, Sábado 1 de diciembre de 2012 Contenido 31

La voz de Matilde

ANTONIO GONZÁLEZ LIRA

Porque hubo cosas que yoquise:

la mañana, la suelta libertadde mi cabeza (...)

y ser una muchacha tal vez felizo hermosa, no me acuerdo

Matilde Mármol

Sería en el húmedo y des-ordenado cuarto de la SalaDiafragma donde tropezamospor primera vez con algúnpoema de Matilde Mármol. Undía del año 2003 fue cuandoWilson Prada permitió que es-cudriñáramos en aquella vie-ja pieza que fungía como es-pacio para guardar libros ytrastos fotográficos. La insis-tencia por recuperar un álbumde la revista Life previamenteprestado, logró vencer los ce-los y escepticismo del fotó-grafo maracayero.

Alguien (tal vez Borges) enalgún momento sentenció queel poema busca indeclinable-mente a su lector. Pues, allí pa-recíamos estar frente a frente.

En una Revista Nacionalde Cultura del año 73 aban-donada a la suerte de los bi-chos y las frías goteras, co-menzó el asombro. Tres poe-mas extraordinarios leídos enun solo envión, no presagia-rían el enorme misterio y eldesconcertante periplo:¿Quién era aquella mujer na-cida en Anzoátegui en 1921,que llegó a ejercer funcionesdiplomáticas, y que repenti-namente se alejó de Venezue-la por razones políticas? Esteera el misterio.

Arduo e incesante buscarlo que se ha perdido (o reciénse ha descubierto) en un paísque sigue embarcado en cha-potear en la sangre derrama-da por los elevados próceres,pero que se desampara de lapresencia y de los aportes delresto de su ciudadanía. Mien-tras ninguna de las pocas an-tologías venezolanas disponi-bles, ni las provinciales biblio-tecas visitadas dan cuenta denuestra poeta, Internet la re-

duce en un Perú de sólo treslíneas. Era el momento del in-quietante periplo.

Tanto abandono y silencioparecían tan certeros como loque Matilde sentencia en uno desus poemas: Me niegan:

un pasaportela nacionalidad.

Y me prohíben:mis piedrasmis colinas

mi dulce territorio de esperanza.

Luego de dos años de in-dagaciones poco efectivasserá (¡por supuesto!) en la sa-crosanta Biblioteca Nacionaldonde al fin tropezaríamoscon un poemario editado enPerú en 1951, Humana di-mensión; y en una revista deese mismo país de los años70, contemplaríamos porvez primera la sorprendentehermosura de esta escritoravenezolana.

Nos envolvía una especiede compromiso con lo desco-nocido, que al fin y al cabo for-ma parte de la esencia de lapoesía. Pero a la vez, nos ha-cíamos cómplice (y quizás víc-tima) de lo señalado por Octa-vio Paz "Todo actó ?y un libroes un acto? merece una res-puesta." A los espléndidospoemas que en algún momen-to conmovieron nuestras fi-bras de lector, se iban agre-gando nuevos y sorprenden-tes encuentros. Y he allí laúnica respuesta que estába-mos en capacidad de ofrecer:insistir y hacer más cercanaesa poesía que se encontra-ba olvidada, muy al margen,(un caso más como el del poe-ta de San Sebastián de los Re-yes, Miguel Ramón Utrera)del denominado canon lite-rario nacional.

Sucedía lo eterno: la revi-sión de obras y de autores através de la presentación deantologías, o de la publicaciónacadémica de estudios referi-dos al tema de la producciónpoética, ha carecido por mu-cho tiempo de sistematizacióny rigurosidad. Todo lo cualconduce al desconocimientoy rezago de obras y biografías

que, transcurrido el tiempollegan a transformarse en im-perdonables exclusiones den-tro del panorama literario.

Sin embargo, como la poe-sía llega a ser, tal como loafirma Segundo Serrano Pon-cela, "claridad en el misterio",la voz de Matilde se hizo pre-sente en un amigo familiar decuando ella vivió en el Perú:Luis Gómez Cornejo. Con el

testimonio compartido dia-logamos sobre la poeta ex-traviada pero aún presente.Y con cada dato aportado odescubierto íbamos constru-yendo un nuevo lugar paraMatilde, un espacio dondesurgía de pronto la seguri-dad de la vida o el destierrode la muerte. Alejados de lacerteza intentamos recono-cernos en las vicisitudes de

su tránsito por Perú, Cuba yVenezuela, y serían las pro-pias palabras de nuestra es-critora las que resonarían entanta inquietud:

La gente podrá imaginarseque soy fuerte pero la verdades que, como los animales,me escondo para sufrir. Lue-go, cuando salgo de mi guari-da y sonrío con mi boca Me-lon Frost Ultralucent, nadiesospecha que vengo de pade-cer. Nada tiene de extraordi-nario entonces que la genteme atribuya una pretendidafortaleza porque tampoconunca nadie vio llorar a uncaballo, a un venado o a ungato. Mi gato, por ejemplo,cuando se siente deprimido oirremediablemente desdicha-do, se esconde bajo la mesa.Después reaparece parcial-mente restablecido de susfrustraciones y me mira consus ojos de "perdona viejapero el mundo es un lugarhorrible y eso ya tú lo sabesmejor que este pobre gatoanalfabeto". Yo le paso lamano por el lomo y le digoque sí, porque mi principaldefecto es la ternura.

Y leeríamos en muchos de suspoemas lo que Shelley senten-cia con acierto: "Un poema es laimagen misma de la vida,expresada en su eterna verdad":Es dentro donde todos se estánmuriendo a sorbos, (...)donde tomas el lápiz yescribes todo estoy tú misma te asombras de sertan solitaria, de serun leño que arde

Desde Caracas el poetaOswaldo González nos infor-maría en el 2011 que Matildese encuentra residenciada enesa ciudad, pero su salud esmuy delicada. Tarde supimosde su paradero.

A finales de ese mismo añoMatilde Mármol se marchó deentre nosotros, dejándonos,entre otras, estas alentadoraslíneas "Señores, como la triste-za puede suprimirnos, yo lesrecomiendo la alegría. Y tam-bién el conocimiento y el valor.Puede ser que esto nos sirvapara aplazar el fin del mundo."

Contenido Maracay, Sábado 1 de diciembre de 201232

La sombra del algarrobo

TRADUCCIÓN: CARLOS VITALE

AMERIGO IANNACONE

A LOS OCHENTA Y CINCO AÑOS

A los ochenta y cinco añosse ha vuelto un niño.Se emocionapor cualquier pequeño gestopor un retorno de los pensamientosa los amigosde otro tiempoa las horas felices,a los momentos más verdaderos,a los años más negros,por un recuerdo triste,por una alusión,por un silencio.Lo conmueve una buena películae incluso un anuncio acertado.Como un niñose pone melancólicosi es desatendido.En el eternoalterno recorrido de la edad,círculo misterioso,en el hijo,y quizá en el nieto,sueña con la figura de su padre.

(Primavera de 1997)

EPITAFIO

Siempreestarás con nosotrosen el tiempocotidiana presencianuestro guía vigilantenuestro ángel guardián.

(22.11.1997)

AUSENCIA

I

Te ha sido dispensado otro inviernodespués de aquellos, gélidos, de los muros ancestralesdespués de aquellos largos de la prisióndespués de aquellos duros de la soledad.Has partidoel 29 de setiembre,aferrado al último calordel verano que muere.

(15.12.1997)

II

Nosotros que nunca tuvimosángeles guardianesque velarán sobre nosotros,ahora lo tenemos.Y añoramosel tiempo sinángeles, pero con tu presencia.

(11.12.1997)

III

Ya sé que no estáspero no puedo dejarde volverme a mirar cuando pasopor delante de tu habitación.Y te veo.Te veo en las actitudes verdaderasque me resultabantan habitualesque no te veíacuando estabas.

(29.12.1997 - 23:55)

V

Fiel a tu estilo de vida,humilde, silencioso,nunca habrías queridotanto revueloen torno a tu muerte.Habrías dado la vidapor evitarlo.Has tenido la muertey has debido aceptarlo.

(29.12.1997)

VI

Habías superado también el dolorde la pérdida de la compañerade tu vida, con la que habías compartidocincuenta y seis añossin una disputa,sin un desacuerdo,sin un roce.Estabas sereno, estabasincluso contento,hasta el inesperado,fatal momento.

(29.12.1997)

VII

En todo nuestro trajínno conseguíamos reservarun instante para ti.

(5.10.1997)

VIII

Nunca te oímos deciruna palabrota,nunca vimos la iraen tu cara.

(5.10.1997)

IX

Fiel al Santo,has elegido el díade tu onomástico:San Miguel.

(5.10.1997)

X

Esperoverte entrar de repente,como cuando venías para estarun momento con nosotrosy nosotros, absorbidos por las cosas más banales,por los papelespor el periódicopor la televisión,no te prestábamosninguna atención.

(7.10.1997)

IV

Aún tengo en la retinala expresión que había quedado en tu rostrodel esfuerzo que hacíaspara levantarte, sorprendidopor el desmayo,cuando cedió tu corazón.

(29.12.1997)