Suplemento Cultural Contenido 03-11-12

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Maracay, Sábado 3 de noviembre de 2012 ALBERTO HERNÁNDEZ Crónicas del Olvido El lugar de un lector desterrado de un relato (II) 4.- P or ahí vino un señor Emi- lio Benveniste y le di la bienvenida. Me abrió la puerta de otra página donde me enuncia y me hace enun- ciación sin ángel bíblico. Dice el recién venido que soy suje- to, es decir, soy yo, que llevo otro sujeto en su interior, como el lector hembra de Cor- tázar, que es la enunciación, es decir, yo afirmo que yo soy ese yo. Igual le va al gato. Soy gato y otro gato. Araña aso- mada. Alguien, en medio de tal despropósito, que al pare- cer no lo es, llegó a decir que "El sujeto de enunciación es una hipótesis de todo texto y sirve para entender que las diferentes personas que apa- recen en la ficción son, ante todo, formas gramaticales. "Yo", "tú" "él" existen en el dis- curso, forman parte de un tex- to y no son individuos reales". Es decir, pelé gajo. El minino también. No soy yo desde este yo que les habla. Alter ego arácnido. De manera que es- toy muerto. Soy una ilusión. Pero no importa, fantasma al fin, sigo porque no me impor- ta. Qué más da. Me hiede la cola quemada. Allá va Mary Jane. Qué vaina. Pero para darle más rienda a esta angustia de estar atra- pado en un texto (ojalá sea corto y el conflicto sea menos difícil que éste que vivimos en la realidad nacional), me avengo a esta otra cita que andaba por ahí, realenga: "El narrador puede ceder la pala- bra a los personajes mediante el estilo directo o reproducir lo dicho por algunos de ellos utilizando dos técnicas el es- tilo indirecto, que repite el contenido de lo dicho o el es- tilo indirecto libre, fiel al fon- do y a la forma de lo supues- tamente manifestado". El aliento del narrador olía a humo. Bueno, aquí corto un rato para decirles del lector mode- lo, que dice mucho por ahí el signore Umberto Eco: es decir, el que maneja los mismos có- digos, los mismos vicios lin- güísticos, ideológicos o socio- culturales. Es decir, nueva- mente, que tenga las mismas mañas. Esto de la enunciación, la intermedia, enuncia que "pos- tula dos sujetos al mismo tiempo". Y así les digo: el que dice o parlamenta y el que es "dicho" o por el que dice. Si les quedó claro, bien. Hablo como gato y soy gato nombra- do araña. Si no, igual. Pero así es la cosa. Digo: hay un gato quemado y uno que es men- cionado desde sus chillidos. Que le pregunten a Gómez de la Serna por su felino. Al Stan Lee y a Steve Ditko por su Spi- der man. O a don Augusto Monterroso por su bicho pre- histórico. ¿Cuántos dinosau- rios aún quedan en el mundo? Algunos retozan por ahí, echando humito. Pero no lle- gan a dragones. Más adelante, como se tra- ta de encontrarle un espacio al que se enfrenta con el tex- to, es decir, un lugar para el lector, nos fajamos con el "tó- pico" que tiene referente aris- totélico y nos lo topamos en piezas largas larguísimas, aunque en este instante lo corto sobra en la misma foga- ta del pobre gato. 5.- No podía faltar el carácter minimalista del animal en el relato corto. De la microfic- ción. O como se le dé la gana llamarlo. Y claro, tenía que ser así porque algo tan corto tiene que ser mínimo. Mínimo el tex- to, mínimos yo y el personaje, mínimos el lugar y el tiempo, y hasta el mismo lector. Chiqui- tica la araña. Y en el caso del personaje de Gómez de la Ser- na, mínimo el minino. También podemos hablar de un lector corto. Miope o de aliento limi- tado al leer. Aquél que repasa un textículo y se queda dormi- do. Y hasta es capaz de sonreír, molestarse o sufrir un ataque de histeria. Que hay muchos que sí leen y lo hacen dormi- dos sobre las brasas de una ho- guera onírica. Así lo dejó dicho Horacio Quiroga, que de asesi- natos y de arañas venenosas sabía mucho. Corrijo, de trage- dias, no vaya a ser que le apli- quen la Ley Resorte y lo lleven a juicio. O a la cárcel y sea co- nocido en este relato con el be- llo eufemismo de privado de li- bertad. Por apología del delito o hasta por simulación de he- cho punible, porque como es ficción, no vaya a ser. El pobre Quiroga sufrió mucho en la vida. Llegado a este punto, el lec- tor u oyente, molesto actúa con razón. Entonces, una patada en un ojo me coloca al margen de la página, es decir fuera del cuento. Expulsado del paraíso de Milton, de la República de Platón, de la Metamorfosis de Kafka, del rei- no de Utopía o de las arenas movedizas de la trama, no me queda otra cosa que alejarme, saludarlos desde lejos con mi rabo chamuscado y sin más- cara y gritarles que si no les satisfizo esta lectura, podría comenzar de nuevo y tratar de que el final sea al menos un poquito más feliz. O buscarle un happy ending distinto al del miserable gato, para que no termine con los ojos como dos bombillos de cien vatios. Al fondo de un callejón, don- de vive Don Gato y su Pandilla, dejé caer la máscara de Spider man. Me alejo con cara de Pe- ter Parker, con Mary Jane bajo la luna. A lo lejos maúlla un gato viejo. -Te quiero burda, Mary Jane-, digo bajito. CODA De esa acción quedaron estos tres intentos: EL OJO Todos los días mi ojo izquierdo amanece lleno de peces. Un poco más tarde llega hasta la orilla de mi párpado un grupo de pescadores, que arroja sus redes en el fondo de mi maltre- cho pozo ocular. Los peces saltan impregnados de humor vítreo y se reflejan en la cara feliz de los pescadores. Entonces mi ojo se vacía y puede -al fin- advertir el mar que en la cuenca se agita. Y así a diario. Mis lágrimas suelen provocar inundaciones, fenómeno atmosférico que llena de nuevo de peces el fondo oscuro de mi ojo izquierdo. Una marea de pirañas, tiburo- nes, morenas, congrios y barracudas me despierta por las noches. Entonces espero ansioso el amanecer para correr al encuen- tro de los pescadores. EL OJO (Versión II) Hoy mi ojo amaneció lleno de pirañas… (El narrador no pudo continuar con el relato porque los depredadores lo habían dejado tuerto). En otro extremo de la imagina- ción, el personaje le propuso al gato de Gómez de la Serna para que le diera caza a esos bichos y se los comiera asados con todo y espina. Pero no lo veo: tengo una araña en lugar de ojo. EL ACUARIO Mi ojo es un acuario. Afuera, donde llueve y los relámpagos sacuden al mundo, el gato malévolo de Gómez de la Serna vigila el movimiento de los peces. He soñado que me embruja. Que rasguña mi cornea y se zampa los peces de un solo atracón. Sólo me queda recoger los vidrios y llorar. (Texto leído en el II Encuentro de Microficción de la Feria Internacional del Libro de la Universidad de Carabobo, el viernes 26 de octubre, evento en el que participaron los escritores Miguel Gomes, Violeta Rojo, Armando José Sequera, Antonio López Ortega, Fedosy Santaella, Arnaldo Jiménez, entre otros.)

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Maracay, Sábado 3de noviembre de 2012

ALBERTO HERNÁNDEZ

Crónicas del OlvidoEl lugar de un lector desterrado de un relato (II)

4.-

Por ahí vino un señor Emi-lio Benveniste y le di labienvenida. Me abrió la

puerta de otra página dondeme enuncia y me hace enun-ciación sin ángel bíblico. Diceel recién venido que soy suje-to, es decir, soy yo, que llevootro sujeto en su interior,como el lector hembra de Cor-tázar, que es la enunciación,es decir, yo afirmo que yo soyese yo. Igual le va al gato. Soygato y otro gato. Araña aso-mada. Alguien, en medio detal despropósito, que al pare-cer no lo es, llegó a decir que"El sujeto de enunciación esuna hipótesis de todo texto ysirve para entender que lasdiferentes personas que apa-recen en la ficción son, antetodo, formas gramaticales."Yo", "tú" "él" existen en el dis-curso, forman parte de un tex-to y no son individuos reales".Es decir, pelé gajo. El mininotambién. No soy yo desde esteyo que les habla. Alter egoarácnido. De manera que es-toy muerto. Soy una ilusión.Pero no importa, fantasma alfin, sigo porque no me impor-ta. Qué más da.

Me hiede la cola quemada.Allá va Mary Jane. Qué vaina.

Pero para darle más riendaa esta angustia de estar atra-pado en un texto (ojalá seacorto y el conflicto sea menosdifícil que éste que vivimos enla realidad nacional), meavengo a esta otra cita queandaba por ahí, realenga: "Elnarrador puede ceder la pala-bra a los personajes medianteel estilo directo o reproducirlo dicho por algunos de ellosutilizando dos técnicas el es-tilo indirecto, que repite elcontenido de lo dicho o el es-tilo indirecto libre, fiel al fon-do y a la forma de lo supues-tamente manifestado". Elaliento del narrador olía ahumo.

Bueno, aquí corto un ratopara decirles del lector mode-

lo, que dice mucho por ahí elsignore Umberto Eco: es decir,el que maneja los mismos có-digos, los mismos vicios lin-güísticos, ideológicos o socio-culturales. Es decir, nueva-mente, que tenga las mismasmañas.

Esto de la enunciación, laintermedia, enuncia que "pos-tula dos sujetos al mismotiempo". Y así les digo: el quedice o parlamenta y el que es"dicho" o por el que dice. Si lesquedó claro, bien. Hablocomo gato y soy gato nombra-do araña. Si no, igual. Pero asíes la cosa. Digo: hay un gatoquemado y uno que es men-cionado desde sus chillidos.Que le pregunten a Gómez dela Serna por su felino. Al StanLee y a Steve Ditko por su Spi-der man. O a don AugustoMonterroso por su bicho pre-histórico. ¿Cuántos dinosau-rios aún quedan en el mundo?Algunos retozan por ahí,echando humito. Pero no lle-gan a dragones.

Más adelante, como se tra-ta de encontrarle un espacioal que se enfrenta con el tex-to, es decir, un lugar para ellector, nos fajamos con el "tó-pico" que tiene referente aris-totélico y nos lo topamos enpiezas largas larguísimas,aunque en este instante locorto sobra en la misma foga-ta del pobre gato.

5.-No podía faltar el carácter

minimalista del animal en elrelato corto. De la microfic-ción. O como se le dé la ganallamarlo. Y claro, tenía que serasí porque algo tan corto tieneque ser mínimo. Mínimo el tex-to, mínimos yo y el personaje,mínimos el lugar y el tiempo, yhasta el mismo lector. Chiqui-tica la araña. Y en el caso delpersonaje de Gómez de la Ser-na, mínimo el minino. Tambiénpodemos hablar de un lectorcorto. Miope o de aliento limi-tado al leer. Aquél que repasaun textículo y se queda dormi-do. Y hasta es capaz de sonreír,molestarse o sufrir un ataquede histeria. Que hay muchosque sí leen y lo hacen dormi-dos sobre las brasas de una ho-guera onírica. Así lo dejó dichoHoracio Quiroga, que de asesi-natos y de arañas venenosassabía mucho. Corrijo, de trage-dias, no vaya a ser que le apli-quen la Ley Resorte y lo llevena juicio. O a la cárcel y sea co-nocido en este relato con el be-llo eufemismo de privado de li-bertad. Por apología del delitoo hasta por simulación de he-cho punible, porque como esficción, no vaya a ser. El pobreQuiroga sufrió mucho en lavida.

Llegado a este punto, el lec-tor u oyente, molesto actúacon razón.

Entonces, una patada en unojo me coloca al margen de lapágina, es decir fuera del cuento.Expulsado del paraíso de Milton,de la República de Platón, de laMetamorfosis de Kafka, del rei-no de Utopía o de las arenasmovedizas de la trama, no mequeda otra cosa que alejarme,saludarlos desde lejos con mirabo chamuscado y sin más-cara y gritarles que si no lessatisfizo esta lectura, podríacomenzar de nuevo y tratar deque el final sea al menos unpoquito más feliz. O buscarleun happy ending distinto al delmiserable gato, para que notermine con los ojos como dosbombillos de cien vatios.

Al fondo de un callejón, don-de vive Don Gato y su Pandilla,dejé caer la máscara de Spiderman. Me alejo con cara de Pe-ter Parker, con Mary Jane bajola luna. A lo lejos maúlla ungato viejo.

-Te quiero burda, MaryJane-, digo bajito.

CODADe esa acción quedaron estostres intentos:

EL OJOTodos los días mi ojo izquierdoamanece lleno de peces. Unpoco más tarde llega hasta laorilla de mi párpado un grupo depescadores, que arroja susredes en el fondo de mi maltre-

cho pozo ocular.Los peces saltan impregnadosde humor vítreo y se reflejan enla cara feliz de los pescadores.Entonces mi ojo se vacía ypuede -al fin- advertir el mar queen la cuenca se agita.Y así a diario.Mis lágrimas suelen provocarinundaciones, fenómenoatmosférico que llena de nuevode peces el fondo oscuro de miojo izquierdo.Una marea de pirañas, tiburo-nes, morenas, congrios ybarracudas me despierta por lasnoches.Entonces espero ansioso elamanecer para correr al encuen-tro de los pescadores.

EL OJO (Versión II)Hoy mi ojo amaneció lleno depirañas…(El narrador no pudo continuarcon el relato porque losdepredadores lo habían dejadotuerto).En otro extremo de la imagina-ción, el personaje le propuso algato de Gómez de la Serna paraque le diera caza a esos bichos yse los comiera asados con todoy espina.Pero no lo veo: tengo una arañaen lugar de ojo.

EL ACUARIOMi ojo es un acuario.Afuera, donde llueve y losrelámpagos sacuden al mundo,el gato malévolo de Gómez de laSerna vigila el movimiento delos peces.He soñado que me embruja.Que rasguña mi cornea y sezampa los peces de un soloatracón.Sólo me queda recoger losvidrios y llorar.

(Texto leído en el II Encuentrode Microficción de la FeriaInternacional del Libro de laUniversidad de Carabobo, elviernes 26 de octubre,evento en el que participaronlos escritores Miguel Gomes,Violeta Rojo, Armando JoséSequera, Antonio LópezOrtega, Fedosy Santaella,Arnaldo Jiménez, entreotros.)

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El museo Simón Diaz: Un recorridocon vista al corazón de Barbacoas

JESÚS MORÍN PEREIRA

El principal y excepcionalitinerario de este museo es la calle, muy cerca

de la plaza Bolívar del pueblo.Tiene nombre de elegía paralos breves viajeros que bus-can motivos especiales en elir y venir de las ciudades. Dela calle, el sol en su angostasarquitecturas puede verse lacasa donde nacieron los Díaz,Joselo y Simón. Un poco máscerca está el museo que retra-ta la vida de estos ciudadanosamados por el país, sobre todoSimón que tiene en los hom-bros todas las postales musi-cales en bellísimas partiturashechas con la fragilidad de lastonadas.

Toda la casa es frondosa contejidos de guafa y gran tejum-bre. Cañizos, empedradospatios y habitaciones metidasentre jardines de helechos . Unaire colonial romántico ador-nado por trinitarias e izorascon algunos retratos y pintu-ras hechura del propio Simóny que complementa el esfuer-zo y la constancia de su pro-pietario, el cronista NegroMontes.

Esta casa pertenece a la fa-milia Montes y por idea de lasprofesoras Josefina Navas,

Victoria Fuentes y de su pro-pio descendiente directo , elcronista sentimental de noso-tros, el Negro Montes, se creóel museo para tener un sitiode referencia y de encuentros.Convencido el poeta de ofre-cer los condumios que el es-píritu necesita para el avío.Como el habla "Si entras a estacasa que ya es tuya, sales conella de la mano". Así, el Negrose emociona cuando cuenta lahistoria de cómo se fundócada piedra. Cada ventanal es

una vuelta al tiempo alrede-dor de un viaje que tiene másde 200 años.

La casa museo SIMÓNDÍAZ marca los colores del sol,la serenidad y el amor con quefue hecha, pero le ha costado alNegro sostenerla. Alguna vezhubo una contribución de 100bolívares que recibían "genero-samente" del Gobierno regio-nal, ofrecimiento que poco seconsolidó porque hasta 1985quedó limitado en sus objetivos.

Ahora organiza visitas

que más o menos permitensostenerla pero no obtienebeneficio porque más impor-tante es el agrado de las bue-nas compañías.

Él cuenta y dice con voznostálgica que su padre fundóla primera botica en ésta casa.Don Pedro Rafael Montes, en-fermero con sabios conoci-mientos de alta medicina, ejer-cía desde su casa y no hubohorario para los pobres de so-lemnidad. Salía de madruga-da entre aguazales de lluviainterminables a atender susenfermos en el precario pue-blo de entonces plagado pordiarreas y extrañas enferme-dades tropicales.

Le conocí personalmente:de liquilique blanco impeca-ble, de voz ronquísima y unsilbido que no desaparecía desus labios hasta dar con la en-fermedad y buscar el trata-miento adecuado.

La casa museo suena entresus tejas entrejuntas con lacaña brava y los aromáticosanaqueles, viejos baúles, unpaisaje bien decorado, de buengusto. Un bosque de arbustospequeños te recibe en la ante-sala entre los curiosos trinosde las paraulatas y, en la grancocina, los fogones antiguoste conducen a una mesa don-de caben todas las comidas deeste anfitrión del mundo.

El 20 de mayo de 1983 co-menzó esta hermosa idea demuseo que ha ido creciendodesde que inicialmente DonPedro decidiera fundarlacomo "Botica San Rafael", jun-

to a sus más cercanos el padreMatute y el doctor Pérez. Des-de entonces en este acogedorlugar se organizan encuen-tros, visitas guiadas de estu-diantes y turistas.

El rescate, estudio y difu-sión de todo lo correspon-diente al patrimonio históri-co cultural de Barbacoas y detodos los pueblos del Sur deAragua requiere de un pro-pósito que ha sido ignoradopor gobernantes y, muy apesar de las dificultades sedebe volver a los orígenespara que nada de esta memo-ria se pierda y volvamos aestar orgullosos de nuestrospueblos.

UN MUSEO TAMBIÉNES UN ATENEO DEN-TRO DEL CORAZÓNQUE HÁBITA.

Dicen que quien hereda unacasa tiene el argumento de lasideas como gloria. Heredatodo lo que le venga en ganasdesde una biblioteca hasta unsecreter lleno de nostalgias,guardado solo para especialí-simos momentos, para gentesolitaria que es capaz de abrirun libro y cerrarlo inmediata-mente… Ver a plena luz uncuadro y darse el gusto de es-tar junto a los creadores desus propias historias, porquecuando una casa como estaintegra cada eco, cada hábito,es como si una música sagra-da te invadiera. Esta casa, estemuseo, en esta aldea, es larespuesta de Príapo y susamorosos jardines.

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Maracay, Sábado 3 de noviembre de 2012 Contenido 31

Lorenzo Balta UMBERTO AMAYA LUZARDO

La tarde que Lorenzo Bal-ta perdió el ojo izquier- do, sintió una pena tan

honda, que ensilló su caballoy se fue al monte dispuesto aque nadie lo viera. Se puso tanarisco, que regresaba al ran-cho bien entrada la noche, yantes de que amaneciera, enlo oscuro todavía, ponía el piéen el estribo y arrancaba denuevo "para no darle la cara almundo".

Era en ese entonces, unmocetón nacido en el fundo"Los Caballos", que se habíaganado una beca y soñaba conser piloto de vuelos interna-cionales, pero la viejita don-de se alojaba en Arauca, deci-dió que mejor debería sercura, y lo mandaron entoncespara Yarumal Antioquia, aque estudiara en el seminariode La Paja.

Pasando vacaciones en elfundo de su mamá, le llegó elaccidente que le cambió lavida y llevando muchos díasescondido en el monte, unamañana que se bajó los panta-lones para hacer las necesida-des, de pronto se vio rodeadopor una manada de araguatos(monos aulladores) y el líderde ellos, que era un mono vie-jo, se le acercaba, le mostrabalos dientes y después agarra-ba una mona y la penetraba;se le volvía a acercar, le mos-traba de nuevo los dientes,agarraba otra mona y hacía lomismo. Como lo tuvo tan cer-ca, Balta se dio cuenta que elmono era tuerto y pensó "Sieste carajo con todo lo tuertoes rey, yo…, hoy mismo le voyarrimar el caballo a "La Pluma".

"La Pluma" era una mucha-cha que tenía fama en todo elcaserío, no solo por lo bonitasino también por lo liviana enel trato. Balta, se puso enton-ces la mejor ropa, se dirigióhasta la casa de la muchacha,se compró una botella deaguardiente y empezó a brin-darle aguardiente a ella, y a las

hermanas, hasta que se pren-dió la fiesta; y al otro día alamanecer (aunque en secre-to), ya eran novios.

De ahí en adelante todo fuecomo pelar una mandarina, alpoco tiempo se presentó en elFestival del "Rescate Sabane-ro" que se realizó en la veredaClarinetero, y obtuvo el primerpuesto con una composiciónde Luis Alberto Caroprese "Lavaca Aceituna". Caroprese, essu patrón, su amigo y su mece-nas, y un día le dijo: -Te voy adar un regalo-.

Qué es? Le preguntó Balta,y el otro le dijo que le regala-ba la plata para que grabarasu primer disco con la condi-ción que mencionara su caba-llo "Lucero", un caballo quetenía una mancha blanca en lafrente, y que también mencio-nara a su novia -pero con disi-mulo-. Y entonces el negro

Balta, sin bajarse del caballo,empezó a escribir su primeracomposición "Ella, mi caballoy yo" una composición quetuvo mucho éxito porque sele ocurrió mencionar unoscuantos coleadores y los co-leadores en ese tiempo noeran temas de canciones. Susegunda canción "Un regalopara ti", fue un homenaje aInocencia Balta, su mamá.

No es necesario en estanota aclarar como se hizocantante Lorenzo Balta, por-que en el llano el canto es undeporte y también una faenadiaria. Desde la cuna se tienecanción, en el trabajo de pas-toreo y las sendas del amor,el llanero galopa la vida porlos caminos del canto, hastaquedar sin canto y sin cora-zón. Llega el dolor, viene elolvido, y la esperanza delperdido renace, y otra ilu-sión halla camino de amor,

halla camino de cuna y hallacanción.

En el llano-llano los can-tantes son los caballiceros,el mensual de hato, el encar-gado, los canoeros y los tra-bajadores de llano, que vi-ven orgullosos de su llanuray de los oficios humildes quedesempeñan. Entonces enesta nota me preocupé máspor contar la vida de estecantante que después grabar11 CD y de recorrer por másde 25 años innumerables ta-rimas, no deja de ser lo quees: un llanero sencillo.

Y fue tan humilde su vidaque a los dos años, su mamápara poder trabajar de co-cinera en un hato de Casa-nare, tuvo que dejarlo alcuidado de sus abuelos yellos a los 10 años lo man-daron donde una señora enArauca, para que estudiara,

y era tan pobre la viej ita,que al medio día cuandoterminaban las clases, Lo-renzo se iba al monte a cor-tar leña para venderla y asíconseguir la comida de am-bos. Y era tanta la pobrecíaregada por todas partes ,que en la primera oportuni-dad que tuvo para estar conuna mujer, cuando se quitólos pantalones, ella se que-dó mirándole los pantalon-cillos llenos de remiendos yde huecos diminutos y ledio tanta lástima, que se losquitó, se los rompió, se fuea la tienda y le compró unosnuevos.

Hoy viernes 27 de octubre,mientras preparo esta nota,en un restaurante lujoso deBogotá "Mi Viejo Cuatro Lla-nero", 17 cantantes criollos sepreparan para rendirle un ho-menaje a este "viejo zorro" dela canta llanera.

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Contenido Maracay, Sábado 3 de noviembre de 201232

Textos de Rafael Morales

Ámbar (fe)

Es el coágulo, inevitablementeempapa o tiene para siempre,

es el aleteo en ámbar del gemido,la lumbre de miel muerta

entre resina y agua.

La sigilosa lágrimadonde se empasta el aire

o una ráfaga quietacon su cruz eterna.

Fe (tuffatore a poniente)

Extrañas experiencias o palabras, pensamientosy miedo,

sendas por un aire que se finge libre:un cuarzo

opaco en su rosa a esta hora.

Y por ellatransparentes colémbalos, saltimbanquis, pasos

por el raquis mordido de las hojas y horas

trapecistasen la punta del filo

sin valor decreer.

Dos poemas de Teodoro RubioENTREGA

Cuando pronuncias "Dios" y me circundascon esa honda mirada de paciencia

inventas en la noche los caminospor donde la luz nace, en la mañanaveloz para escuchar en tus suspirosel más ciego deseo por marchartea la orilla de Dios, junto a tu hijoesperándote alado y misterioso

con la misma ansiedad de los centenospara unirte en abrazos como el día.

Tiene miedo la muerte y se aproximadescalza, silenciosa en los rinconesoscuros de tu rostro y nos ofreces

ese puzzle de amor que con tus ojosnos recreas la vida, nos despides.

Te entregas generosa en el silenciorespirando la mansa compañía,

la quietud en la esfera del olvido.Tiemblan en el ocaso las palabrasflexibles, como el álamo y el junco;en la estela del tiempo se sosiegancon ternura tus párpados abiertos.Y Dios derrama lágrimas oscurasen los ásperos surcos de la tierra.Madrugan los arcángeles al límite

del suelo, y tú sonríes como un saucecon los labios de Dios, mientras te elevas

llevándote el amor como los pájarosse llevan la alegría con su vuelo.Y se detiene tu música quebradaen el árbol cansado de tus hijos.

Y Dios se duerme, madre, entre tus brazos.

(De Fría desnudez del calendario)

VII

En este milenario robleguardando el equilibrio nos mantienes

dios acróbata.Nos lanzas al trapecio de la historia

igual que pájaros sin alas.Pendulas con tus manos nuestras vidas

y cuando nos golpean los insomniosen las sienes,

tú te ríes de vernos temblar como las hojasy a menudo caernos de tu rama.

(De Tu mano todo el día)