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Maracay, Sábado 17 de septiembre de 2011 Crónicas del Olvido Aquel “día de la flojera” ALBERTO HERNÁNDEZ 1.- H ubo un tiempo en que se celebraba el "Día In- ternacional de la Floje- ra" y, por supuesto, el criollísi- mo día de los echados, de los bellos y feos durmientes que aún sueñan y se desperezan en la República Bolivariana de Venezuela, alias, en otros tiem- pos, República de Venezuela. Nada es ajeno a ese día tan celebrado otrora años, cuan- do el Movement For Lazyness o "Movimiento para la Floje- ra" destacaba por su clasista idea, por la ávida forma de fes- tejar tan respetable condi- ción. Fue en Londres donde nació la propuesta en 1989, el día 29 de octubre. Tal fecha celebra la vigencia de los sie- te pecados capitales y hasta provinciales. Pero, más allá del bostezo, que también tiene su día ese mismo día, es bueno hacer re- ferencia a algunos hechos que desnudan nuestra realidad, nuestra precisa realidad pere- zosa. ¿Somos flojos los vene- zolanos? Yo diría que no, pero somos terriblemente cómo- dos, lo que inclina hacia la pe- reza, hacia el dictamen de quien ordena que todo se lo traigan sin decir "por favor" y con el dedo meñique casi le- vantado en ostentosa flojera. Pero bueno, dejemos el tema a un lado y enfrentemos su esencia. Ser flojo es una con- dición que materializa la exac- ta presencia del venezolano en la tierra. Repito: el venezo- lano no es flojo, pero se las echa. Se cree dueño de la vo- luntad de algunos y es incapaz de traerse, a veces, un vaso de agua o de jugo a la cama. Será la pobre mujer quien corra -"sí, mi amor"- a buscar el susodicho objeto pleno de líquido. Por ahí comienza la cosa, aunque hay algunas mujeres que no lo aceptan y han borrado del ca- lendario el tan odioso pero sabroso día de los flojos de un sopetón. Dicen por allí que todo co- menzó con los aborígenes. No se levantaba de un chichorro, el hombre, porque la mujer era la que trabajaba, la que traía los alimentos y arreaba con los muchachos, los zancudos, los piojos y las niguas. Y ha- blamos de los de aquí, porque los aztecas, los toltecas, los mayas, los incas, los náhuals dejaron grandes obras. No obstante, es bueno citar un poemita para darnos cuenta de que por aquellos lares tam- bién había algunos flojos y có- modos a la orden del día. So- bre todo si eran poetas. Lea- mos: "Así lo dejó dicho Tochi- huitzin, / Así lo dejó dicho Coyolchiuhqui: / De pronto salimos del sueño, / sólo vini- mos a soñar…", bueno, mejor lo dejo hasta allí para no echarle más leña al fuego de la flojera, pero eran, soñadores, laboriosamente soñadores. Si algunos de ese allá construc- tor de edificios soñaban tan- to, qué no dejarían de soñar los de aquí. Vaya usted a sa- ber. Pero volvamos al menta- do día. 2.- En efecto, un señor llama- do Brad Stanford, quien se nombró presidente del M.F.L. (en sus siglas en español) o M.F.L. (las respectivas en in- glés), quien para la época con- taba con 49 años, fue quien le dio vida a "un día mundial para los flojos". Claro, se trataba de una broma, pero muchos lo tomaron en serio y en Euro- pa, Estados Unidos y México tomó vuelo y hasta propusie- ron que se ampliara a una se- mana. En Japón también lo celebran, cansados de traba- jar, hastiados del horario. La cosa llegó a tales extremos que los jóvenes proponentes de la idea en el país asiático se ca- yeron a golpes con miembros de la Cámara Japonesa para la Efectividad Gerencial, que in- tentó infructuosamente de parar el asunto. La historia de Bradford dice que el tipo tuvo la idea luego de tratar de justificar la exis- tencia del tal día ante uno de sus jefes, quien lo quería des- pedir del trabajo. Entonces dijo que no iría a trabajar el 29 de octubre por ser el "Día Internacional de la Flojera". El jefe, a quien nombraban Mike Wallace, le dijo que le trajera las pruebas de la tal fecha y día. Así, el vivazo de Brad se dirigió a una notaría y regis- tró el mencionado movimien- to. Con las pruebas impresas en la mano se presentó ante Wallace y éste, por supuesto, quedó en babero. De modo que tuvo que aceptar la "lega- lidad" del documento y por ende la del Día de la Flojera. En España lo celebran al pie de la estatua de Cervantes. Pero no será por el antiguo escritor, menos por el Quijo- te. ¿No será por Sancho? Ah, claro, porque andaba en un burro. No sabemos. 3.- Parece tema viejo, pero no es así. Como ya no se celebra, a menos que se haga clandes- tinamente, relatamos este cuento casi chino para que las nuevas generaciones traten de darle otro perfil, otro viso, de legalidad o no, pero que exista. Es bueno saber que en Venezuela, en nota de "El Dia- rio de Caracas" del 29 de octu- bre de 1991, se anunciaba la celebración del celebérrimo día. Se comentaba que uno de los auspiciantes era Olga He- redia de Villasmil. Sin embar- go, no sabemos nada más so- bre el asunto. Volvemos a Stanford, quien precisaba que ese día habría "carencia de activida- des y una actitud de dejar que el día se acabe sin realizar grandes esfuerzos". Cuestión no tan difícil en este país. Pero bueno, vale el sacrificio. El amigo Brad Stanford añade que sentir flojera es "una con- dición humana básica", casi venerable. Por lo que es jus- to que exista un día para ir al trabajo y no trabajar, y que el ejecutante de la pereza no se sienta culpable. Y quien intente obligarlo será sancio- nado por un montón de uni- dades tributarias, como gus- ta hacer ahora. En todo caso, como la nota salió en la sección de humor del fenecido diario capitali- no, es necesario tomarla muy en serio.

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Maracay, Sábado 17de septiembre de 2011

Crónicas del Olvido

Aquel “día de la flojera”

ALBERTO HERNÁNDEZ

1.-

Hubo un tiempo en quese celebraba el "Día In- ternacional de la Floje-

ra" y, por supuesto, el criollísi-mo día de los echados, de losbellos y feos durmientes queaún sueñan y se desperezan enla República Bolivariana deVenezuela, alias, en otros tiem-pos, República de Venezuela.

Nada es ajeno a ese día tancelebrado otrora años, cuan-do el Movement For Lazynesso "Movimiento para la Floje-ra" destacaba por su clasistaidea, por la ávida forma de fes-tejar tan respetable condi-ción. Fue en Londres dondenació la propuesta en 1989, eldía 29 de octubre. Tal fechacelebra la vigencia de los sie-te pecados capitales y hastaprovinciales.

Pero, más allá del bostezo,que también tiene su día esemismo día, es bueno hacer re-ferencia a algunos hechos quedesnudan nuestra realidad,nuestra precisa realidad pere-zosa. ¿Somos flojos los vene-zolanos? Yo diría que no, perosomos terriblemente cómo-dos, lo que inclina hacia la pe-reza, hacia el dictamen dequien ordena que todo se lotraigan sin decir "por favor" ycon el dedo meñique casi le-vantado en ostentosa flojera.Pero bueno, dejemos el temaa un lado y enfrentemos suesencia. Ser flojo es una con-dición que materializa la exac-ta presencia del venezolanoen la tierra. Repito: el venezo-lano no es flojo, pero se lasecha. Se cree dueño de la vo-

luntad de algunos y es incapazde traerse, a veces, un vaso deagua o de jugo a la cama. Será lapobre mujer quien corra -"sí, miamor"- a buscar el susodichoobjeto pleno de líquido. Por ahícomienza la cosa, aunque hayalgunas mujeres que no loaceptan y han borrado del ca-lendario el tan odioso perosabroso día de los flojos de unsopetón.

Dicen por allí que todo co-menzó con los aborígenes. Nose levantaba de un chichorro,el hombre, porque la mujer erala que trabajaba, la que traíalos alimentos y arreaba conlos muchachos, los zancudos,los piojos y las niguas. Y ha-

blamos de los de aquí, porquelos aztecas, los toltecas, losmayas, los incas, los náhualsdejaron grandes obras. Noobstante, es bueno citar unpoemita para darnos cuentade que por aquellos lares tam-bién había algunos flojos y có-modos a la orden del día. So-bre todo si eran poetas. Lea-mos: "Así lo dejó dicho Tochi-huitzin, / Así lo dejó dichoCoyolchiuhqui: / De prontosalimos del sueño, / sólo vini-mos a soñar…", bueno, mejorlo dejo hasta allí para noecharle más leña al fuego de laflojera, pero eran, soñadores,laboriosamente soñadores. Sialgunos de ese allá construc-

tor de edificios soñaban tan-to, qué no dejarían de soñarlos de aquí. Vaya usted a sa-ber. Pero volvamos al menta-do día.

2.-

En efecto, un señor llama-do Brad Stanford, quien senombró presidente del M.F.L.(en sus siglas en español) oM.F.L. (las respectivas en in-glés), quien para la época con-taba con 49 años, fue quien ledio vida a "un día mundial paralos flojos". Claro, se trataba deuna broma, pero muchos lotomaron en serio y en Euro-pa, Estados Unidos y Méxicotomó vuelo y hasta propusie-ron que se ampliara a una se-mana. En Japón también locelebran, cansados de traba-jar, hastiados del horario. Lacosa llegó a tales extremos quelos jóvenes proponentes de laidea en el país asiático se ca-yeron a golpes con miembrosde la Cámara Japonesa para laEfectividad Gerencial, que in-tentó infructuosamente deparar el asunto.

La historia de Bradford diceque el tipo tuvo la idea luegode tratar de justificar la exis-tencia del tal día ante uno desus jefes, quien lo quería des-pedir del trabajo. Entoncesdijo que no iría a trabajar el29 de octubre por ser el "DíaInternacional de la Flojera". Eljefe, a quien nombraban MikeWallace, le dijo que le trajeralas pruebas de la tal fecha ydía. Así, el vivazo de Brad sedirigió a una notaría y regis-tró el mencionado movimien-to. Con las pruebas impresasen la mano se presentó anteWallace y éste, por supuesto,quedó en babero. De modoque tuvo que aceptar la "lega-lidad" del documento y por

ende la del Día de la Flojera.En España lo celebran al pie

de la estatua de Cervantes.Pero no será por el antiguoescritor, menos por el Quijo-te. ¿No será por Sancho? Ah,claro, porque andaba en unburro. No sabemos.

3.-

Parece tema viejo, pero noes así. Como ya no se celebra,a menos que se haga clandes-tinamente, relatamos estecuento casi chino para que lasnuevas generaciones tratende darle otro perfil, otro viso,de legalidad o no, pero queexista. Es bueno saber que enVenezuela, en nota de "El Dia-rio de Caracas" del 29 de octu-bre de 1991, se anunciaba lacelebración del celebérrimodía. Se comentaba que uno delos auspiciantes era Olga He-redia de Villasmil. Sin embar-go, no sabemos nada más so-bre el asunto.

Volvemos a Stanford,quien precisaba que ese díahabría "carencia de activida-des y una actitud de dejar queel día se acabe sin realizargrandes esfuerzos". Cuestiónno tan difícil en este país. Perobueno, vale el sacrificio. Elamigo Brad Stanford añadeque sentir flojera es "una con-dición humana básica", casivenerable. Por lo que es jus-to que exista un día para ir altrabajo y no trabajar, y queel ejecutante de la pereza nose sienta culpable. Y quienintente obligarlo será sancio-nado por un montón de uni-dades tributarias, como gus-ta hacer ahora.

En todo caso, como la notasalió en la sección de humordel fenecido diario capitali-no, es necesario tomarla muyen serio.

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Poéticadel desatino

MAIKEL RAMÍREZ

Así como el novelista Ga-briel García Márquez descubrió en el arte ci-

nematográfico otra forma decontar historias, el poeta Al-berto Hernández se consagraa la elaboración de un conjun-to de aforismos como otramanera de poetizar; aunque,debo confesar, en Poética deldesatino (aforismos) parecie-ra cifrarse un proyecto aúnmás vasto.

En su obra referencial Bre-ve manual para reconocerminicuentos, Violeta Rojo,estudiosa de este subgénero,intenta una definición sucintade aforismo: "la sentencia bre-ve y doctrinal que se proponecomo regla de alguna cienciao arte". Con todo, juzgo con-veniente hablar aquí de 'sabi-duría' en lugar de 'doctrina', yaque es un término más flexi-ble, que no porta la carga se-mántica negativa del segun-do. Cabe recordar, que quizáha sido el crítico literario Ha-rold Bloom quien más elo-cuentemente ha explicado elpapel sapiencial de la literatu-ra. Las páginas de Poética deldesatino (aforismos), por suparte, acumulan la sabiduríade quien se desprende de cual-quier pretensión impositiva.Propongo el siguiente par deaforismos para ilustrar estaidea: "una herejía, creer que elsilencio no está hecho de pa-labras" y "preparar una ven-ganza es tan inútil como acu-chillarse frente al espejo".

Por lo que respecta a la com-posición de estos aforismos,subrayo aquellos derivados dela parodia, de los juegos entremorfemas de palabras y cual-quier otra alteración del len-guaje de la tribu. Es sabido queuna de las expresiones cotidia-nas que el venezolano empleapara mitigar el efecto de un in-

sulto es "no me insulta quienquiere, sino quien puede", puesbien, ésta es parodiada aquícomo "Estúpido es quien quie-re, no quien puede". Otra eje-cución de parodia se efectúasobre el cuento de hadas LaCaperucita roja: "Engullidapor el lobo, Caperucita cono-ció al fin el placer". En cuantoa un juego de lenguaje, carga-do de humor, se propone losiguiente: "minimalismo: unanimal encogido"

Trataré ahora de sustentarla tesis de que Poética del des-atino (aforismos) esconde unapropuesta mucho mayor. Ensu ensayo Del cuento breve ysus alrededores, Julio Cortá-

zar hace la siguiente reflexión:"el génesis del cuento y delpoema es sin embargo el mis-mo, nace de un repentino ex-trañamiento, de un desplazar-se que altera el régimen "nor-mal" de la conciencia; en untiempo en que las etiquetas ylos géneros ceden a una estre-pitosa bancarrota, no es inútilinsistir en esta afinidad quemuchos encontraran fantasio-sa". Similarmente, VioletaRojo escribe acerca del micro-cuento: "el minicuento tam-bién parodia géneros". Si-guiendo estas ideas, podría-mos considerar que varios delos aforismos presentados porHernández traspasan las fron-

teras del microcuento, debi-do a que en ellos prevalece lanarración de acciones. Note-mos algunas de estas posibili-dades: "Al quitárselo, todos losconejos invadieron el mundo"(El sombrerero); "El que soñóque se había convertido enescarabajo atinó a escribir uncuento, pero al terminarlo leestorbaban las patas" (Sue-ños); "mientras orina consta-ta que lo que tiene en la manosuele ser más ecuánime que sucerebro. Por eso no tiene hi-jos" (Vértigos).

Poética del desatino (afo-rismos), además, contieneapartados que, alejados de labrevedad formal del aforismo

apuntada al inicio, incursio-nan en los predios del ensayo,como la disertación sobre eluso de adjetivos, que lleva portítulo Sin adjetivos: "un adje-tivo puede ser peligroso, comouna etiqueta. Un adjetivo pro-viene de quien quiere descri-bir, calificar o vaciar el uni-verso. Nada de adjetivos. Le-jos de ellos". La hibridez gené-rica es palpable en Tres bofe-tadas en un acto, apartado quese encuentra dividido en cin-co actos con pasajes tanto na-rrativos como poéticos: "unabofetada entra y anilla bajo laluz la mirada perversa de Lopede Vega, mientras La damaboba enrolla las cortinas y seoculta" y "una bofetada seagradece, cuando no lleva lacarga de la mala índole".

Todo texto literario es lacreación de un espacio íntimoo, mejor aún, es la invenciónde una geografía, de un cos-mos. Afortunadamente, nohay obra literaria que escapede esta dicha. Claro que hayautores que crean toda unapoética de los universos queurden. Así, Gabriel GarcíaMárquez pensó en una sole-dad casi infinita que tomabalugar en Macondo; WilliamFaulkner imaginó el mal ace-chando un condado llamadoYoknapatawa; J. R.R.Tolkiencontó la historia de varias ra-zas de seres que poblaban laTierra media; Alberto Her-nández, en cambio, regresa eneste libro a su Galina soñada:"Galina creció y la gente cam-bió de rostro, de color de pelo,de peso y de vida"

José M. González García co-menta que los hombres y mu-jeres del renacimiento con-ceptualizaban la vida a travésde la metáfora del teatro, de lamáscara. Si menciono este he-cho es porque concluyo que elvasto proyecto de Poética deldesatino (aforismos) es reque-rir un lector que entrevea sa-biduría imbuida de diferentesformas genéricas, que, al fin yal cabo, son también metáfo-ras de la máscara.

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Antonio Arráizla rebeldía y el talento

EDUARDO CASANOVA

En 1938 el poeta AntonioArráiz, barquisimetano nacido en 1903, generó

un pequeño escándalo en lapacata sociedad de Caracas alpublicar, en 1938, Puros hom-bres, una estupenda novelatestimonial, construida a par-tir de la realidad de las cárce-les gomecistas, en la que noescatimó expresiones malso-nantes y todo tipo de crude-zas. Fue un escándalo pareci-do al que causó en EstadosUnidos (y Francia) Henry Mi-ller (1991-1980) al editarseTrópico de Cáncer en 1934,aunque el norteamericano notocaba para nada la política yel venezolano sí. En menorgrado, comparable con el al-boroto que se armó en Paríscuando Céline (Louis Ferdi-nand Destouches) dio a cono-cer su Viaje al fin de la noche(Voyage au bout de la nuit),en 1932, novela que sí tocabael elemento político, pero enforma muy distinta a la de Pu-ros hombres. Un par de añosantes se había editado en Ve-nezuela Memorias de un vene-zolano de la decadencia, deJosé Rafael Pocaterra, demodo que el tema ya era co-nocido, pero la forma en la quelo trató Arráiz resultó dema-siado para la Caracas provin-ciana de entonces, que a losumo podría tolerar una queotra "grosería" que con ciertorubor intercalaban los nove-listas del realismo (los de Fan-toches, Válvula o El Ingenio-so Hidalgo), que preferían seralgo audaces en las situacio-nes a serlo en el lenguaje. De1931 en adelante más de unamatrona había fruncido la na-riz porque Arturo Uslar Pietrihabló de nalgas en Las lanzascoloradas. En su mundo depoeta, Arráiz ya había que-brantado las reglas de la pe-queña ciudad que siempre

libro Tío Tigre y Tío Conejo,son únicos en nuestra litera-tura. En ellos Arráiz se apoyaen la chismografía rural vene-zolana, tal como Uslar Pietri(que los elogió mucho) en Red,en 30 hombres y sus sombrasy en las obras teatrales El díade Antero Albán y Chúo Gil olas tejedoras. Se trata de unmuestrario del mundo pica-resco que rodaba a Juan Vi-cente Gómez e integraba lanueva plutocracia petroleracaraqueña, con una notablecarga de humor bien entendi-do. Antonio Arráiz nació enBarquisimeto el 27 de marzode 1903. Luego de estudiarprimearia en su ciudad natal,a los 13 años entró en Caracasal Colegio Católico Alemán,luego pasó por el Liceo Cara-cas, en donde conoció a mu-chos de los que integrarían conél la Generación del 28, y a losdieciséis años (1919) se fue alos Estados Unidos, aparente-mente con la idea de hacerseaviador o actor de cine. Llegó apasar hambre, luego de desem-peñar varios trabajos de pocamonta, y hasta tuvo que pasarnoches, como un vagabundo,en las grandes tuberías delSubway que aún esperabanpara ser colocadas y estabanen el Central Park, porque notenía ni dinero ni dónde dor-mir. Se enroló en la Marina,pero fue declarado no aptopara el servicio militar y en1922, a los 19 años, volvió aCaracas. No siguió estudiosformales, pero fue un gran lec-tor y tenía una gran facilidadpara absorber conocimientos.Trabajó como jefe de propa-ganda de los cines Rialto, Rí-voli y Ayacucho y se dedicó alos deportes y a la lectura, y en1924 se dio a conocer comopoeta, influenciado tardía-mente por Walt Whitman(1819-1892) y otros poetas delNorte. En su poesía defendía loindígena y repudiaba la heren-cia española, en lo que incluíael catolicismo. En el carnavaldel 28 se incorporó con granentusiasmo a la protesta estu-diantil, y en abril estuvo entre

los que promovieron un gol-pe militar para deponer al ge-neral Gómez. Preso en La Ro-tunda inicialmente, despuésconoció el Castillo de las TresTorres en su ciudad natal. Trassiete años de castigo, parte deencierro y parte de confina-miento en Barquisimeto, des-de donde publicó algunos tra-bajos con seudónimo, espe-cialmente en La Gaceta deAmérica, que dirigía Inocen-te Palacios. En ese tiempo es-cribió también su primera no-vela: Los lunares de la Virrei-na, que ganó un Premio pro-movido por el Diario La Pren-sa, de Buenos Aires. Final-mente salió hacia Ecuador yColombia. En abril de 1936, yamuerto el general Gómez, re-gresó al país y fue de los quepudo aprovechas la nueva si-tuación de Venezuela, queconducida por Eleazar LópezContreras se adentraba porlos caminos de la democracia.Fue redactor del diario Ahoray colaborador de otras publi-caciones. Fue Secretario de laGobernación del estado Cara-bobo y ocupó brevemente uncargo en el servicio exterior. En1943 fue llamado por otro delos miembros importantes de laGeneración del 28, Miguel Ote-ro Silva, para que trabajaracomo Director del diario que losOtero crearon: El Nacional. Fueel primer director, por demásexitoso, de ese diario que cam-biaría radicalmente el periodis-mo en Venezuela. No aprobó elderrocamiento de Medina An-garita, pero repudió con másfuerza el derrocamiento de Ró-mulo Gallegos en noviembre de1948. Y el 6 de enero de 1949se fue definitivamente de Vene-zuela, a ocupar un cargo mo-desto en la ONU, un cargo en elDepartamento de Publicacio-nes que, por lo menos, le per-mitía sobrevivir con su familia.Murió en Westport, NY, el 6 deseptiembre de 1962. Un ataquecardíaco fulminante se lo llevócuando apenas despuntaba elsol, sin enterarse de que élmismo era un sol en las letrasvenezolanas.

dormitaba "a los pies del Sul-tán enamorado", cuando en1924 dio a conocer su primerpoemario, Áspero, en versoslibres y en el que trataba te-mas un tanto audaces para sumomento, con un lenguaje queparecía demasiado adelanta-do y que debe haber descon-certado a los poetas ilustresde aquel tiempo. Y como no-velista sus únicos anteceden-tes serían Blanco Fombona yPocaterra, pero ninguno de losdos llegó a los niveles de au-dacia y fuerza expresiva deArráiz, ni tuvieron la calidad

de la prosa de Arráiz. No erasu primera incursión en elcampo de la novela: en 1931había ganado un premio enBuenos Aires con Los lunaresde la virreina. Sus otras nove-las (Dámaso Velásquez, edita-da en 1943 y reeditada en1950 con el título El mar escomo un potro, y Todos ibandesorientados, 1951, no al-canzan la misma dimensión dePuros hombres, aunque sonnovelas excelentes). Sus cuen-tos publicados inicialmenteen la Revista Nacional de Cul-tura y recogidos en 1945 en el

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Haiku:Poesía del Japón

CHUME

El haiku no deja de ser misterioso y poco accesible

El haiku es una forma tra-dicional de la poesía japonesa, que se ha hecho

famosa en el mundo entero.Para los lectores occidenta-les, el haiku no deja de seralgo misterioso y para mu-chos quizas poco accesible.

Un verano de 1686 en Edo,la actual Tokio, capital del Ja-pón. Un hombre de unos 40años, con vestiduras de mon-je budista, recibe en su peque-ña vivienda a dos visitantes.La brisa levanta murmullos enlas hojas del plátano que dasombra junto a un estanque."¿Qué habla, antes de que lahierba verdease?", preguntó elmás viejo de los visitantes, unmaestro de Zen.

En ese momento, una ranasaltaba al agua. El hombrevestido de monje no vaciló uninstante: "Una rana salta des-de el borde; ruido de agua".Los visitantes supieron inme-diatamente que se trataba deuna brillante improvisaciónque, según las reglas al uso,necesitaba un primer versopara ser un haiku. Siguiendola costumbre de la época, cadauno de los presentes propusoun primer verso: "Crepúscu-lo", dijo uno. "En la soledad",dijo otro. Pero el hombre ves-tido de monje protestó: "Tra-táis el tema muy parcialmen-te. Como excepción, voy aproponer yo mismo el primerverso: ¡Oh, viejo estanque! .Los otros asintieron admira-dos. Así surgió uno de loshaikus más famosos de la his-toria literaria de Japón. Quienlos improvisó en ese momen-to no era otro que Matsuo Bas-hou, tal vez el poeta japonésmás celebrado. Así quedó elpoema, traducido libremente:

"¡Oh, viejo estanque!Una rana salta desde el borde;ruido de agua"

Se ha escrito mucho sobreesta breve composición, famo-sa en la literatura japonesa. Elagua se comenta, representa-da aquí por el viejo estanque,despierta un sentimiento deprofundidad, eternidad, mis-terio del origen inefable de lascosas. En esa continuidad im-perturbable que representa elagua, sólo la acción viva delmomento, del ahora: el saltorepentino de la rana, puedehacernos oír, percibir por uninstante toda esa silenciosa,ingente eternidad. Lo sor-prendente es que algo tan sen-cillo y directo pueda ser al

mismo tiempo tan profundo.La poesía tiene en Japón un

sentido y una función muy di-ferentes de las que suele tenerentre nosotros. En primer lu-gar, trata de un arte tremen-damente popular. Raro es eljaponés que no haya escrito unverso en su vida. Se leen y co-nocen las obras de los gran-des poetas, que son compren-didos y apreciados en todoslos medios sociales. Tal vezporque la poesía japonesanunca se propuso la expre-sión exclusiva de la persona-lidad del autor, sino más bienla comunicación de una expe-

riencia concreta. Además, y enesto también se diferencia dela tradición occidental, se ca-racteriza por la total ausenciade retórica y brillo, por su ex-tremada sencillez.

Sin embargo, la sencillezdel haiku no significa des-preocupación por la forma,sino todo lo contrarío. La for-ma del poema está sujeta a re-glas estrictas. Por ejemplo, elnúmero de sílabas de los tresversos que forman el poema:575. La intención de esos ver-sos está igualmente determi-nada: si el primero indica unasituación, el segundo es fre-cuentemente una acción ocambio, y el tercero suponeuna sorpresa, que da un valornuevo al poema.

Estas normas, que no hancambiado mucho en el trans-curso de siglos, pueden llegara convertirse en una rutinaconvencional. De ahí que lahistoria del haiku sea una con-tinua lucha por la autentici-dad, por el sentimiento, a pe-sar de las determinaciones dela forma. De tiempo en tiemposurgen poetas geniales, quedan al haiku nueva vida cuan-do estaba amenazando con-vertirse en algo rutinario ymuerto. Figuras de ese calibreson Bashou, en el siglo XVII,

Yosa Buson y Kobayashi Issa.En la centuria siguiente, o

Shiki, en el siglo XIX. Bashoufue determinante para la his-toria del haiku, tal vez porqueconcibió sus poemas desdeestados de ánimo que teníanque ver con la práctica delbudismo zen, una religión yuna manera de entender lavida que han influído enor-memente en la forma de serde los japoneses. La exigen-te práctica del zen tienecomo objeto llegar a la ilu-minación del espíritu, a larepentina toma de concien-cia de la unidad con el todo.En esa situación anímica, lascosas adquieren una vidanueva, en medio de una granpaz y alegría. Como en estepoema de Basho:

"Un rayo de eternidad descubroen las hojas caídas de mi jardín"

El haiku es una forma demirar. Una manera de vivir. Laflor del haiku es la frescura.Frescura, espontaneidad, ex-presión directa de la vivenciadel instante. Es lo que requie-re esta forma peculiar de lapoesía japonesa. Es más queuna técnica. Es la transparen-cia de una emoción profundaante las cosas más sencillas.

El haiku es una forma de mirar. Una manera de vivir