Suplemento Cultural Contenido 14-03-15

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1 SABADO 14 DE MARZO DE 2015 CONTENIDO E l poeta no es uno. Es otros. Se mul- tiplica en la voz de unos otros que también son poetas, que de alguna manera han dejado libre sus palabras para entregarlas a quien se atreva a pronunciarlas. Y así ha sido desde que el mundo es mundo. Uno y múltiple, canta con el otro, como los otros, pero a la larga también es uno en su estilo pese a tener huesos ajenos. La voz se hace ajena pero a la vez pródiga en símbolos. Digamos, “Fosa común” (Ediciones del Movimiento, Colección Puerto de Escala, Maracaibo, 2015), de Miguel Marcotrigiano, es un libro escrito por unos muertos que han dejado un legado en la inflexión de ese Uno que quiere ser ellos. O ha sido o lo es. El poeta es el otro en la medida en que es uno, pero también muchos. Una fosa común es un espacio don- de se comparten la eternidad y el si- lencio. Un osario también contiene la búsqueda y la curiosidad por saber de quiénes son esos despojos: Huesos, voces, lápidas, nombres y apellidos que fueron parte de portadas de libros, porque muchas veces la portada de un libro es también una lápida, la cara fría de un título o la memoria cesante de un alguien que dejó marcados sus datos vitales para la posteridad o para el olvido. También en el polvo de los lomos, en la visión numerada o abece- daria de un estante donde se perciben la espera, la permanencia de las lápi- das sobre sus autores. Marcotrigiano hizo de un cementerio la voz multipli- cada de unos “cadáveres” que hablan a través de él. De unos muertos que respiran en sus poemas, los que con- forman una tumba verbal, poética en tanto pasión por lo que dejó escrito el otro y, desde ella, desde la fosa, desliza los versos de su historia. 2.- Son treinta los poetas sacados de la fosa. Son treinta nombres que hilan las hojas de este poemario en el que la voz de Miguel Marcotrigiano aparece como un adiós en cada una de estas voces. Aquí están, entre otros, Carlos Drummond de Andrade, Gottfried Benn, Wystan H. Auden, Baudelaire, Borges, René Char, Gombrowicz, Wal- ter Benjamín, José Agustín Goytisolo, Pavese, el Poeta desconocido, Kawa- bata, Kimitake, Virginia Woolf, Edgar Lee Master, Silvia Plath, Montaigne, Celan, Teresa de Ahumada, Eliot, Rilke, Mallarme y Rimbaud. Cada uno canta desde su muerte, desde el lugar donde está enterrado, desde la lápida que lo identifica. Cada poema, como afirma Adalber Salas en una zona del poemario, es “Una soledad que se parece, no por azar, a la que llevan los fantasmas”. Es decir, se trata de un libro lleno de ausencias, pero de ausencias ecoicas. Un ejemplo lo tenemos en “Thomas”: “Todas estas voces me atormentan porque ellas forman solo una y no logro distinguir la mía del tránsito de sus ideas” (…) “-las voces siempre provienen del pasado-“. 3.- Este viaje plural por la muerte des- taca el enunciado de un yo lejano, es- condido detrás de la palabra de cada uno de los poetas que emergen de la tumba. Así, Marcotrigiano conmemo- ra, pero a la vez celebra su condición de portador de la voz de quienes pu- dieron pronunciar las palabras que ahora este autor de hoy se encarga de revelar. Poeta/ personajes, son mu- chas las máscaras que se ha puesto Marcotrigiano para enarbolar el poe- ma que desde la niebla de los cemen- terios sale airoso. Cerremos la tumba con esta lápida/ portada: Gottfried “Sé que este libro que escribo me lanzará a la riesgosa fama del escándalo tal y como ocurrió con Charles o con Gustav (uno de ellos susurra en alguna de estas páginas) Pero no es la gloria lo que persigo sino algo más sutil ver el rostro de la eternidad la vida allí donde se oculta vecina a la nada (…)” 4.- Fosa o tumba, lápida o portada, los poemas de este libro develan la in- tención de quien los escribió: ser uno, pero a la vez ser otros. Uno y múltiple desde el silencio. Cuerpo ausente, la poesía no deja de ser parte de un ce- menterio desde donde salen todas las palabras, porque el deslave del tiempo amontona las hojas de todos los árboles y de todos los libros, cuyas nervaduras Marcotrigiano usó para imaginar la eternidad con todos sus lectores. El poeta no es uno. Son los otros que escriben desde sus lápidas. Crónicas del Olvido FOSA COMÚN: UN POETA EN OTROS ALBERTO HERNÁNDEZ 1.-

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1SABADO 14 De MARZO De 2015 CONTENIDO

El poeta no es uno. Es otros. Se mul-tiplica en la voz de unos otros que también son poetas, que de alguna

manera han dejado libre sus palabras para entregarlas a quien se atreva a pronunciarlas. Y así ha sido desde que el mundo es mundo. Uno y múltiple, canta con el otro, como los otros, pero a la larga también es uno en su estilo pese a tener huesos ajenos. La voz se hace ajena pero a la vez pródiga en símbolos. Digamos, “Fosa común” (Ediciones del Movimiento, Colección Puerto de Escala, Maracaibo, 2015), de Miguel Marcotrigiano, es un libro escrito por unos muertos que han dejado un legado en la in� exión de ese Uno que quiere ser ellos. O ha sido o lo es. El poeta es el otro en la medida en que es uno, pero también muchos.

Una fosa común es un espacio don-de se comparten la eternidad y el si-lencio. Un osario también contiene la búsqueda y la curiosidad por saber de quiénes son esos despojos: Huesos, voces, lápidas, nombres y apellidos que fueron parte de portadas de libros, porque muchas veces la portada de un libro es también una lápida, la cara fría de un título o la memoria cesante de un alguien que dejó marcados sus datos vitales para la posteridad o para el olvido. También en el polvo de los lomos, en la visión numerada o abece-daria de un estante donde se perciben la espera, la permanencia de las lápi-das sobre sus autores. Marcotrigiano hizo de un cementerio la voz multipli-cada de unos “cadáveres” que hablan a través de él. De unos muertos que respiran en sus poemas, los que con-

forman una tumba verbal, poética en tanto pasión por lo que dejó escrito el otro y, desde ella, desde la fosa, desliza los versos de su historia.

2.-Son treinta los poetas sacados de

la fosa. Son treinta nombres que hilan las hojas de este poemario en el que la voz de Miguel Marcotrigiano aparece como un adiós en cada una de estas voces. Aquí están, entre otros, Carlos Drummond de Andrade, Gottfried Benn, Wystan H. Auden, Baudelaire, Borges, René Char, Gombrowicz, Wal-ter Benjamín, José Agustín Goytisolo, Pavese, el Poeta desconocido, Kawa-bata, Kimitake, Virginia Woolf, Edgar Lee Master, Silvia Plath, Montaigne, Celan, Teresa de Ahumada, Eliot, Rilke, Mallarme y Rimbaud.

Cada uno canta desde su muerte, desde el lugar donde está enterrado, desde la lápida que lo identi� ca. Cada

poema, como a� rma Adalber Salas en una zona del poemario, es “Una soledad que se parece, no por azar, a la que llevan los fantasmas”. Es decir, se trata de un libro lleno de ausencias, pero de ausencias ecoicas.

Un ejemplo lo tenemos en “Thomas”:“Todas estas voces me atormentanporque ellas forman solo una y no logro distinguir la míadel tránsito de sus ideas”(…)“-las voces siempre provienen del

pasado-“.

3.-Este viaje plural por la muerte des-

taca el enunciado de un yo lejano, es-condido detrás de la palabra de cada uno de los poetas que emergen de la tumba. Así, Marcotrigiano conmemo-ra, pero a la vez celebra su condición de portador de la voz de quienes pu-dieron pronunciar las palabras que

ahora este autor de hoy se encarga de revelar. Poeta/ personajes, son mu-chas las máscaras que se ha puesto Marcotrigiano para enarbolar el poe-ma que desde la niebla de los cemen-terios sale airoso.

Cerremos la tumba con esta lápida/ portada:

Gottfried“Sé que este libro que escribome lanzará a la riesgosa fama del

escándalotal y como ocurrió con Charles o con

Gustav

(uno de ellos susurra en alguna de estas páginas)

Pero no es la gloria lo que persigosino algo más sutil

ver el rostro de la eternidadla vida allí donde se ocultavecina a la nada (…)”

4.-Fosa o tumba, lápida o portada, los

poemas de este libro develan la in-tención de quien los escribió: ser uno, pero a la vez ser otros. Uno y múltiple desde el silencio. Cuerpo ausente, la poesía no deja de ser parte de un ce-menterio desde donde salen todas las palabras, porque el deslave del tiempo amontona las hojas de todos los árboles y de todos los libros, cuyas nervaduras Marcotrigiano usó para imaginar la eternidad con todos sus lectores.

El poeta no es uno. Son los otros que escriben desde sus lápidas.

Crónicas del Olvido

FOSA COMÚN: UN POETA EN OTROSALBERTO HERNÁNDEZ

1.-

2 SABADO 14 De MARZO De 2015CONTENIDO

Birdman, de Alejandro Gon-zález Iñárritu: tributario del Alfred Hitchcock más expe-

rimental (La soga), Iñárritu radica-liza la técnica del plano secuen-cia para contar la historia de un exactor de películas comerciales, entre ellas la serie del superhéroe Birdman, empeñado en demos-trar que puede alcanzar registros dramáticos en Broadway. Iñá-rritu resuelve con autoridad las di� cultades que conlleva rodar en plano secuencia en cuanto a movimientos de cámara, ex-teriores y sincronización de las intervenciones de los actores, entre otros latentes escollos. El director mexicano tiene méritos al sustraer interpretaciones vigo-rosas de actores que habían sido encasillados en los estereotipos del cine veraniego. Birdman, si prestamos atención, propone una variación de los � lmes de his-torias múltiples y simultáneas de la � lmografía de Iñarritu (Amores perros, 21 gramos, Babel).

Selma, de Ava DuVernay: las violentas protestas contra del racismo, registradas a � nales de 2014 en Estados Unidos, ra-ti� can que un � lme como este nunca es materia caduca. Esta cinta de corte histórico se centra en las marchas multitudinarias y variopintas que Martin Luther King promovió para lograr el derecho de los afroamericanos al voto. David Oyelowo (Martin Luther King) ofrece la actuación vivaz que el personaje requiere. Entre otras cosas, encontramos discursos memorables por su elocuencia y elevación moral, segmentos en que la ralentiza-ción de la imagen y la música crean la atmósfera propicia para acercarnos al drama histórico que los personajes padecen y se vuelcan a modi� car.

Boyhood, de Richard Linklater: su realismo se fundamenta, en sustancia, en un rodaje de doce años, en el que el pequeño Ma-son (Ellar Coltrane) se transforma en hombre. Por igual, los otros personajes mani� estan el paso de los años. Esta condición, cabe suponer, obligó a que Linklater prescindiera de un guión esta-blecido. Aunque su argumento no es grandilocuente, no nos en-gañemos, pues Boyhood contiene las características de una familia, sobre todo norteamericana, de nuestro siglo y, por otro lado, mani� esta como ese estado de cosas (diversos padrastros y ma-drastras, por citar un par de ele-mentos) in� uyen en la formación de la subjetividad de los infantes. El espectador podrá disfrutar de una estupenda banda sonora, con temas como, pongamos por ejemplo, Yellow, de Coldplay.

Whiplash, de Damien Chazelle: el cine representa el acto de ense-ñar, por un lado, como una mues-tra de generosidad y empatía, que puede ilustrarse con el pro-

fesor Keating (Robin Williams) de La sociedad de los poetas muertos, de Peter Weir; por otro lado, como un dictamen totalitario e irracio-nal, como sucede con profesores y alumnos del � lme If, de Linsay Anderson. Acá, Terence Fletcher es un instructor del segundo tipo, en una interpretación magistral del veterano actor J.K. Simmons, que le ha permitido acumular varios premios como mejor actor secundario. Se trata de que el so-ñador joven Andrew (Miles Teller) quiere convertirse en un gran ba-terista del jazz, pero se topa con el genial y, por encima de todo, violento y déspota Fletcher. Con todo y sus paradojas, las vengan-zas producirán bene� cios para ambos. Vale destacar su buena edición y su buena banda sonora.

El Gran Hotel Budapest, de Wes Anderson: como Chaplin, Anderson es capaz de enterne-cernos aun cuando nos presenta una historia desoladora. En este � lme, pasamos de un hermoso cuento de hadas a la decaden-cia del Hotel Budapest, esto es,

la pérdida de la inocencia, la imaginación y la utopía. En ri-gor, Anderson emplea su estilo personalísimo (zooms rápidos, paneos que empalman planos, travellings extendidos) para ha-blarnos del arribo de los totalita-rismos y su condición abarcado-ra de la vida humana. Como es usual en su cine, los jóvenes ac-túan como adultos y viceversa. Es una genuina pieza artística.

La teoría del todo, de James Marsh: Asistimos al trágico dete-rioro físico de uno de los genios de la ciencia de nuestro tiempo, Stephen Hawking, causado por una enfermedad motorneuro-nal que padece desde sus años de estudios en Cambridge. Este biopic está inspirado en un libro escrito por Jane Hawking, exes-posa del físico inglés. Sostengo que dos aspectos son claves para el funcionamiento de esta pieza: uno, la emotividad que produ-ce en el espectador por medio no solo de la anécdota, sino de planos que transparentan la fe-licidad de Hawking y luego su

drama; dos, una actuación con-tundente de Eddie Redmayne, que apunta a granjearle el Oscar como actor principal. Su mime-tización evoca la transformación física de Daniel Day-Lewis en Mi pie izquierdo, de Jim Sheridan.

El francotirador, de Clint Eas-twood: según el crítico de cine mexicano Naief Yehya, los � lmes bélicos son dicotómicos: unos celebran la guerra, mientras que los otros se le oponen. El franco-tirador, sin duda, pertenece al primer renglón. De allí toda la polémica que ha arrastrado des-de su estreno, siendo acusado Eastwood hasta de propagan-dista nazi por parte de un sector contrario a la guerra. Con todo, a este � lme no la ha ido nada mal en taquilla. El argumento versa sobre un francotirador que mató a más de cien personas en Irak, y que resultó asesinado por un excombatiente norteamericano con trastornos mentales. Por lo que me atañe, la siento desluci-da en sus momentos de batalla. En de� nitiva, no la incluiría entre las mejores obras de Eastwood.

El juego de la imitación, de Mortem Tyldum: al igual que Oscar Wilde, el matemático y criptoanalista Alan Turing cono-ció de cerca la condena por ser homosexual en Inglaterra. Esta es la segunda cinta que revisa la vida de un cientí� co, aunque, es justo decirlo, se trata más bien de la importancia de Turing (Benedict Cumberbatch) para descifrar los códigos de Enigma usados por los nazis durante la Segunda Guerra Mundial. Este � lme goza de buen ritmo, bue-na dirección y una actuación grandiosa de Cumberbatch. Cabe recordar, a manera de in-vitación a la lectura, que el bo-liviano Edmundo Paz Soldán es-cribió El delirio de Turing, novela inspirada en el precursor de la computadora.

MAIKEL RAMÍREZ

No todos los caminos llevan al Oscar(Nota sobre las obras nominadas a mejor película 2015)

3SABADO 14 De MARZO De 2015 CONTENIDO

1.

A partir de la soledad, él empieza de nuevo como si fuera la última vez

que respirase, y por lo tanto es ahora

cuando respira por primera vez más allá del control

de lo singular.

Él está vivo, y por lo tanto no es sino no lo que se ahoga en el insondable hueco

de su ojo, y lo que ve

es todo lo que él no es: una ciudad de lo indescifrable,

y por lo tanto, un lenguaje de piedras, pues sabe que en el total de la vida

una piedra dará cabida a otra piedra

para hacer un muro y que todas esas piedras

formarán la monstruosa suma de pormenores.

2.

Es un muro. Y el muro es muerte.

Ilegible garabato del descontento, en la imagen,

y en la imagen posterior, de la vida; y los muchos están aquí

aunque nunca hayan nacido, y también aquellos que hablarían

para darse a luz a sí mismos.

Él aprenderá el habla de este lugar. Y aprenderá a morderse la lengua.

Pues ésta es su nostalgia: un hombre.

3.

Oír el silencio que sigue a la palabra de uno mismo. Murmullo

de la mínima piedra tallada a imagen

de la tierra, y que los que hablen no sean

sino la voz que los habla al aire.

Y él contará de cada cosa que vea en este espacio,

y se lo contará al muro mismo que crece ante él:

y para esto también habrá una voz, aunque no será la suya.

A pesar de que él hable. Y porque sea él el que hable.

4.

Están los muchos, y están aquí:

y por cada piedra que él cuenta entre ellos se excluye a sí mismo,

como si también él empezara a respirar por primera vez

en el espacio que lo separa de sí mismo.

Pues el muro es una palabra. Y no hay palabra que él no cuente

como una piedra en el muro.

Por lo tanto, él empieza de nuevo, y a cada instante que empieza a respirar

siente que nunca hubo otro tiempo, como si en el tiempo que ha vivido

se encontrara a sí mismo en cada cosa que él no es.

Lo que respira, por lo tanto, es tiempo, y él sabe ahora

que si vive es sólo en lo que vive

y seguirá viviendo sin él.

5.

En la faz del muro él adivina la monstruosa

suma de pormenores.

No es nada. Y es todo lo que él es.

Y si él no fuese nada, déjenlo entonces empezar donde se encuentre a sí mismo, y que, como cualquier

otro hombre, aprenda el habla de este lugar.

Pues también él vive en el silencio que viene antes de la palabra

de sí mismo.

6.

Y de cada cosa que él ha visto hablará

-la cegadora enumeración de piedras,

incluso hasta el momento de la muerte-, aunque sólo sea

porque habla.

Por lo tanto, él dice yo y se cuenta a sí mismo en todo lo que excluye,

que es nada, y porque él es nada

puede hablar, lo cual es decir que no hay escapatoria

de la palabra nacida en el ojo. Y fuera él o no

a decirlo, no hay escapatoria.

7.

Está solo. Y desde el instante en que empieza a respirar,

no está en ningún sitio. Muerte plural, nacida en las mandíbulas de lo singular,

y la palabra que construiría un muro a partir de la piedra más interna

de la vida.

Por cada cosa de la que habla él no es,

y a pesar de sí mismo, dice yo, como si también él empezara

a vivir en todos los otros que no son. Pues la ciudad es monstruosa,

y su boca no experimenta ninguna cuestión

que no devore la palabra de uno mismo.

Por lo tanto, están los muchos, y todas esas numerosas vidas

talladas en las piedras de un muro,

y quien empiece a respirar aprenderá que no hay dónde ir

excepto aquí.

Por lo tanto, él empieza de nuevo como si fuera la última vez

que respirase.

Pues no hay más tiempo. Y es el � nal del tiempo lo que empieza.

De: (Disappearances:Selected Poems, 1988)

PAUL AUSTER - DESAPARICIONES

4 SABADO 14 De MARZO De 2015CONTENIDO

I.He aquí

que mi sombrase mira

en el espejo

y me devuelvela imagen

del que ya no soy

del que vivea extramuros

a expensasde los recuerdos

ajeno a toda circunstancia

perdido en el gesto

dispersoentre las cenizas

y las palabras

II.

Efímera edad

frágil aleteode días acumulados

el tiempose entreabre

como párpadosen la memoria

como � oresevaporadas

ante la claridadmedianera

abismo nocturnodonde reposala existencia

III.

Toda palabraes un despertar

fragmentosumergido

que la transparenciaensombrece

espacio escrito

línea abierta

frágil nudo

apenas entrevistoa ras

de la penumbracotidiana

IV.

Qué trazosepara la memoria

de la sombra

el pasadorevive fugazen la calidez

del reencuentro

algo / ¿alguien?voz o presencia

nutre las estacionesdel tiempo

transcurrido

V.

Y el amor como el pasado

nos resulta trágicoo imposible

también la amistadse resguardaen el misterio

ambos una especie

de secreto compartidocomo el poema

aún asíuna imagen los contiene

y una palabranos recuerda

que somos efímeros

como el amorcomo la vida.

ORDENACIÓN FUGAZ DE LA MEMORIAManuel Cabesa

Hoy, esta noche, me reúno a solas con todo lo perdido…

José Emilio Pacheco

Alberto Durero