Revista Botica número 34

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Acné El acné es una de las enfermedades más comunes de la piel, la más frecuente en un periodo tan impor- tante como es la adolescencia, y que a veces produ- ce problemas psicológicos en quienes lo padecen. Se trata de una afección de los folículos pilosebá- ceos donde existe una alteración de las glándu- las sebáceas y de la queratinización folicular. La lesión elemental es el comedón “espinilla”, don- de existe una hiperqueratinización folicular que está determinada por varios factores como son: hormonales, bacterianos (Propionibacterium ac- nés), bioquímicos, inmunológicos y hereditarios. La primera señal es el comedón, luego sucede un aumento de la grasa y al final las bacterias impo- nen la inflamación. El acné tiene muchas formas de presentación, incluso puede hacerlo en diferentes etapas de la vida; con pocas o muchas lesiones y de diferentes características. Pueden ser: Comedones. Pápulas. Pústulas. Nódulos. Quistes y cicatrices, Combinación de ellas. Se han hecho muchas clasificaciones del acné, unas basadas en el tipo de lesiones (ej. Acné comedónico), pero desde 1990 es aceptada de manera universal, la clasificación de Acné no inflamatorio e inflamatorio. El no inflamatorio generalmente no es severo y son comedones o pápulas. El inflamatorio son pápulas, pústulas, quistes y combinación de ellos. En el recién nacido pueden aparecer lesiones de acné, generalmente comedones, que se supone son producto de la presencia de hormonas transmitidas por la madre. En personas después de la segunda década debe pensarse en acné por cosméticos, ingestión de medicamentos, principalmente esteroides y complejos vitamínicos, y en las mujeres es necesario descartar hiperandrogenismo. Tratamiento El tratamiento consiste primero en: Explicar muy bien la afección, su evolución y que se espera. Señalar (adolescentes) que se trata de una en- fermedad crónica. Indagar y evitar agravantes. Contraindicar el rascado con las uñas. Evitar la automedicación. Dar esperanzas ciertas de que existen terapias que van a controlar su enfermedad. En el acné leve o discreto se emplean: tretinoina tópica, peróxido de benzoil, antibióticos tópicos, adapalene. Lo ideal son combinaciones para evi- tar la resistencia bacteriana. En casos intermedios se anexan antibióticos por vía oral (tetraciclinas principalmente, como do- xiciclina o minociclina, limeciclina. En casos severos se agrega isotretinoina oral y en mujeres antiandrógenos por vía oral. La dieta es muy controversial, hoy en día no se indican dietas especiales, aunque se recomienda que no sean hipercalóricas, así mismo evitar in- gestión de medicamentos que contengan com- plejo B y creatina . Distribución por suscripción ISBN: PPI201402DC4571 WWW.BOTICA.COM.VE ISSN: 2443-4388 Edición número 34 / Año 2015

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  • AcnEl acn es una de las enfermedades ms comunes de la piel, la ms frecuente en un periodo tan impor-tante como es la adolescencia, y que a veces produ-ce problemas psicolgicos en quienes lo padecen.

    Se trata de una afeccin de los folculos piloseb-ceos donde existe una alteracin de las glndu-las sebceas y de la queratinizacin folicular. La lesin elemental es el comedn espinilla, don-de existe una hiperqueratinizacin folicular que est determinada por varios factores como son: hormonales, bacterianos (Propionibacterium ac-ns), bioqumicos, inmunolgicos y hereditarios.

    La primera seal es el comedn, luego sucede un aumento de la grasa y al final las bacterias impo-nen la inflamacin.

    El acn tiene muchas formas de presentacin, incluso puede hacerlo en diferentes etapas de la vida; con pocas o muchas lesiones y de diferentes caractersticas. Pueden ser:

    Comedones. Ppulas. Pstulas. Ndulos. Quistes y cicatrices, Combinacin de ellas.

    Se han hecho muchas clasificaciones del acn, unas basadas en el tipo de lesiones (ej. Acn comednico), pero desde 1990 es aceptada de manera universal, la clasificacin de Acn no inflamatorio e inflamatorio. El no inflamatorio generalmente no es severo y son comedones o ppulas. El inflamatorio son ppulas, pstulas, quistes y combinacin de ellos. En el recin nacido pueden aparecer lesiones de acn, generalmente

    comedones, que se supone son producto de la presencia de hormonas transmitidas por la madre. En personas despus de la segunda dcada debe pensarse en acn por cosmticos, ingestin de medicamentos, principalmente esteroides y complejos vitamnicos, y en las mujeres es necesario descartar hiperandrogenismo.

    Tratamiento

    El tratamiento consiste primero en:

    Explicar muy bien la afeccin, su evolucin y que se espera.

    Sealar (adolescentes) que se trata de una en-fermedad crnica.

    Indagar y evitar agravantes. Contraindicar el rascado con las uas. Evitar la automedicacin. Dar esperanzas ciertas de que existen terapias

    que van a controlar su enfermedad.

    En el acn leve o discreto se emplean: tretinoina tpica, perxido de benzoil, antibiticos tpicos, adapalene. Lo ideal son combinaciones para evi-tar la resistencia bacteriana.

    En casos intermedios se anexan antibiticos por va oral (tetraciclinas principalmente, como do-xiciclina o minociclina, limeciclina.

    En casos severos se agrega isotretinoina oral y en mujeres antiandrgenos por va oral.

    La dieta es muy controversial, hoy en da no se indican dietas especiales, aunque se recomienda que no sean hipercalricas, as mismo evitar in-gestin de medicamentos que contengan com-plejo B y creatina.

    Distribucin por suscripcinISBN: PPI201402DC4571 WWW.BOTICA.COM.VE ISSN: 2443-4388

    Edicin nmero 34 / Ao 2015

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    Comedones(espinillas) y ppulas en regin frontal de adolescente con acn

    Acn ppulo quistico cicatrices

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    EscabiosisLa escabiosis o sarna es una enfermedad producida por caros (Sarcoptes scabiei, var hominis). Epidemio-lgicamente se planteaba que ocurran pandemias cada treinta aos, sin embargo nuestra experiencia es que desde hace ms o menos treinta aos persiste una ende-mia. Este caro de cuatro pares de patas mide 0.4 mm; la hembra deposita de 10 a 25 huevos en su ciclo de 4 semanas. En total no son ms de 15 parsitos los que infestan y dan todas las manifestaciones de PRURITO NOCTURNO principalmente.

    Se observan lesiones persistentes, elevadas (ppulas) que casi siempre estn excoriadas por el rascado, a veces, se infectan secundariamente de bacterias y aparecen pstu-las. En los lactantes y nios menores las lesiones se loca-lizan en el cuero cabelludo, la cara, palmas y plantas.

    A medida que el nio crece aparecen lesiones en regio-nes genitales, periumbilicales y en pliegues interdigita-les. El diagnstico se hace por la clnica, epidemiolo-ga (interrogando a otros familiares o relacionados) y es fcil el diagnstico parasitolgico impregnando una hoja de bistur con aceite, pasarla suavemente sobre las lesiones, extender el contenido en una lmina portaob-jeto y ver al microscopio. Desde el menor aumento son visualizables los parsitos.

    Tratamiento: Es importante precisar que si existe infec-cin secundaria (bacteriana), sta debe ser tratada pre-viamente. Si existe inflamacin por irritacin de contacto las compresas hmedas son necesarias.

    El tratamiento debe consistir en tratar a la persona que acude a consulta as como a todo el grupo familiar. Siem-pre al mismo tiempo sanos y enfermos. Hay varios mo-delos de tratamiento. El ms empleado es de tres noches aplicndose el medicamento, bao a la maana siguiente, descansar tres noches y repetir por tres noches ms.

    No es recomendable aplicarse el medicamento despus de baarse pues este se puede absorber, debe aplicarse tambin en regiones periungueales y subungueales. Los medicamentos empleados son: Nios: locin azufrada 5-10%, permetrina. 5 % Adultos: permetrinas 5 %, iver-mectina vo ,esquema prctico hasta 15 Kg/ peso = 3 mg vo/ semanal,30 Kg/peso 6 Mg/vo semanal, 45 Kg 15 Mg./vo/semanal, hasta 60 Kg +12 mg semanal, se puede repe-tir a la semana siguiente.

    La escabiosis no es signo de mala higiene, no reconoce ni distingue clase social.

    Lesiones principalmente costrosas en lactante con escabiosis

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    Verrugas VulgaresSon producidas por el virus papiloma humano (VPH). Las diferentes denominaciones son debidas a su locali-zacin: verrugas planas (cara), condilomas acuminados (genitales), etc.

    Pueden ser nicas o mltiples y localizarse en cualquier sitio, generalmente son asintomticas, aunque en las re-giones plantares o de roce pueden causar molestias. Son casi siempre elevadas, quizs menos en regiones planta-res. Del mismo color o ms pigmentadas que la piel nor-mal y de superficie rugosa. Son comunes en los nios y adultos, aunque su abundancia y resistencia a terapias en estos ltimos hace obligatorio estudios para precisar la

    condicin inmunolgica.El diagnstico se hace por el examen clnico y rara vez es requerida una biopsia.Tratamiento: existen variadas opciones, as como la res-puesta a ellos.

    Sustancias queratolticas: cido tricloroactico, cido saliclico (30-60%), podofilina, cantaridina, electro-coagulacin y curetaje (el ms empleado), crioterapia, radiociruga, bleomicina intralesional (plantares), Di-nitroclorobenceno 1-2 %. Todos estos procedimientos requieren un diagnstico preciso y empleo racional

    Dr. Antonio Rondn Lugo [email protected]

    Autor

    Lesiones de verrugas periungueales en dedo, ntese destruccin parcial de la lmina ungueal

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    Terapia Ocupacional; Para todos igual?Resumen:

    Desde hace ms de 20 aos las actividades de Terapia Ocupacional del CSM de Irun pretenden ser ms teraputicas que ocupacionales. Frente a la existencia de en ocasiones delirantemente neurotizados proyectos teraputicos concretos se pretende crear, partiendo de la individualidad del paciente psictico, un espacio desde la no-prisa en el que la transferencia y la contratransferencia consigan generar un vnculo, con la nica norma bsica del respeto como elemento tranquilizador tanto para pacientes como profesionales.

    Este estudio observacional transversal surge como un intento de traduccin de este proceso tambin desde la estadstica; se analiza el perfil de los pacientes y los niveles de satisfaccin, la individualizacin de programas y la correlacin entre mejora y asistencia a Terapia Ocupacional. Datos objetivables como intento fallido de medir lo que no se puede medir, que posibilitan reflexiones sobre un modelo de trabajo que pretende legitimar, tambin desde la clnica, la utilizacin del tiempo y del espacio.

    Palabras clave: Terapia ocupacional, psicosis, transferencia, contratransferencia, vnculo, actividades.

    Introduccin

    Uno de los primeros pasos de la Terapia Ocupacional surge durante la I Guerra Mundial al observar que muchos heridos graves en proceso de recuperacin mejoraban su calidad de vida realizando actividades ocupacionales. Esta idea, sencilla aparentemente, permite la evolucin progresiva de todo un cuerpo terico que desarrolla el concepto de Terapia Ocupacional. Convertida recientemente en diplomatura universitaria abarca un amplio abanico en el que se incluyen aspectos tan diversos como la rehabilitacin fsica o la atencin de ancianos.

    Uno de estos mbitos de aplicacin es la Salud Mental. La Terapia Ocupacional responde tambin en este contexto a una pregunta clave: qu hacer con el tiempo y el espacio? La respuesta a esta difcil cuestin entraa generalmente grandes riesgos, siendo quiz la atencin a las personas que padecen una enfermedad mental grave uno de los mbitos ms controvertidos.

    La falsa premisa del todo es teraputico y la posibilidad de que los medios puedan convertirse en fines en si mismos, encuadrados en contextos rgidos y estructurados dada la tranquilidad que nos generan la normas, hacen que en ocasiones las distintas intervenciones desde Terapia Ocupacional sean ms ocupacionales que clnicamente teraputicas. La megalomana esa pretendida cobertura de todo; cuerpo, ocio, vida sexual, dinero, gestiones-, el deseo casi

    compulsivo de hacer hablar, los falsos convencimientos -el loco artista-, la infantilizacin o la bsqueda insistente de un diagnstico sirven generalmente para tranquilar ms al Terapeuta Ocupacional que al propio paciente mental grave, convertido en ocasiones en un elemento secundario de un sistema que, reloj en mano, le obliga a participar en programas, procesos o protocolos alejados de su individualidad como sujeto.

    Surge as una reivindicacin, compartida por muchos profesionales, de centrar las intervenciones ms en lo teraputico y menos en lo ocupacional, posibilitando que el paciente pueda construir ms con sus delirios que con sus manos, pudiendo vivir as ms tranquilo. Bajo la premisa de dejarle en paz se pretende construir un espacio desde la no prisa en el que la transferencia y la contratransferencia consigan generar, desde la clnica, un encuadre con la nica norma bsica del respeto como elemento tranquilizador, tanto para pacientes como para profesionales.

    Se constituye as la Terapia Ocupacional como un espacio de referencia, un lugar en el que podemos decir cosas que no se comprenden en la calle, en el que se escucha aunque no se entienda, en el que no se persigue ni se juzga, ni se exigen palabras o actividades y se intenta partir de lo que cada paciente, como individuo nico, trae. Un lugar, en el que enmarcado en este proceso de bsqueda continua desde la individualidad, se pueden incluso hacer cosas.

    En esta lnea se enmarcaron durante aos las actividades de Terapia Ocupacional en Irun, centrando su espacio en una reducida sala ubicada en el propio Centro de Salud Mental. Grupos flexibles, tambin en horarios, desde la individualidad, constituyen el da a da de una actividad en la que las reuniones semanales de los profesionales que atienden a cada paciente intentan reivindicar, pese a la presin asistencial, su papel prioritario desde la clnica.

    La impresin, compartida durante aos por muchos de los profesionales que trabajan o han trabajado en Irun, es que los pacientes, gracias a este espacio, mejoran su calidad de vida, encuentran tranquilidad y disminuyen sus ingresos hospitalarios. Este trabajo surge con el objetivo de reflexionar sobre los elementos que participan en todo este proceso, desde la clnica, como un intento de traduccin de este lenguaje tambin desde la estadstica.

    Como elemento representativo, siendo tambin conscientes de su valor simblico, se ha elegido, no por casualidad, el criterio de temporalidad. Sin querer caer en un ejercicio de tautologa y teniendo en cuenta la evidente relatividad de esta traduccin estadstica se espera que pueda servir como un elemento ms que ayude a seguir reflexionando sobre una forma de trabajo en la que sin duda creemos.

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    Los objetivos del estudio:

    A. Descripcin del perfil de pacientes que acuden a Terapia Ocupacional en el Centro de Salud Mental de Irun, as como la satisfaccin de los mismos.

    B. Determinar la existencia de programas individualizados en pacientes en Terapia Ocupacional.

    C. Determinar la existencia de correlacin entre mejora clnica y asistencia a programa de Terapia Ocupacional.

    Material y mtodo

    Estudio observacional transversal, muestra formada por los pacientes que acudan a Terapia Ocupacional en el Centro de Salud Mental Irun. Como criterio de inclusin se utiliz que el paciente llevase ms de un ao acudiendo a Terapia Ocupacional y la aceptacin voluntaria de formar parte del estudio firmando un Consentimiento Informado. Mediante entrevista e historia clnica se recogi una batera de variables divididas en tres grandes bloques:

    - Variables sociodemogrficas: Sexo, edad, estado civil, situacin laboral, convivencia y nivel de estudios.

    - Variables clnicas:Diagnstico CIE-10 (1), aos de evolucin de la enfermedad, tratamiento psicofarmacolgico, tiempo acudiendo a Terapia Ocupacional, das que acuda, nmero de ingresos pre y post Terapia Ocupacional, nmero de atenciones urgentes en el ltimo ao, profesionales por los que era atendido el paciente y por ltimo puntuacin en la Escala de Impresin Clnica Global -CGI- (2) recogiendo gravedad de la enfermedad -CGI-SI- y mejora global -CGI-GI-.

    - Nivel de satisfaccin global, con el terapeuta ocupacional, con las actividades y con el centro, mediante el Cuestionario de Satisfaccin Global de Alicia Lpez -1994- diseado para su aplicacin a la poblacin de enfermos mentales crnicos atendidos en centros de rehabilitacin psicosocial, aplicando la versin de usuarios y valorando mediante escala Likert de 6 puntos el grado de satisfaccin de muy insatisfecho a muy satisfecho.

    Para determinar el perfil de pacientes que acuden a Terapia Ocupacional se realiz el anlisis descriptivo de la muestra mediante la media con su correspondiente Desviacin Standard y descripcin de frecuencias. Para la medicin de la satisfaccin se valor la distribucin porcentual del nivel de satisfaccin en los distintos campos.

    Para determinar la individualizacin de Programas en Terapia Ocupacional, se realiz anlisis univariante, donde se busc la no correlacin entre variables sociodemogrficas y clnicas con el tipo de programa que seguan los pacientes medido en trminos de temporalidad.

    La valoracin de la mejora clnica se determin mediante el anlisis descriptivo del nmero de urgencias en el ltimo ao, la distribucin porcentual de la mejora global y el estudio de la variacin del nmero de ingresos hospitalarios del paciente antes y despus de acudir a Terapia Ocupacional mediante la prueba no paramtrica de rangos de Wilcoxon.

    ResultadosA. Perfil de pacientesFueron incluidos un total de 16 pacientes -2 se negaron a participar-, mayoritariamente varones -56,3%-, entre 24 y 63 aos con una media de edad de 43,13 -SD 10,1- y solteros -56,3%-, con igual distribucin -18,8%- casados y separados. Desempleados en su mayora -81,3%- y con estudios primarios -68,8%-. Ninguno de los pacientes viva institucionalizado pero s un 6,3% en piso protegido, siendo la convivencia ms registrada con la familia de origen -56,3%-.

    Al analizar las variables clnicas se evidenci que la Esquizofrenia Paranoide y el Trastorno Psictico no Especificado constituan el 50% de los casos. Se objetiv as una mayor frecuencia de patologas del Espectro Psictico -74,9%-, minoritariamente Trastornos de Personalidad -12,5%- y Trastornos Afectivos -12,6%-. La media de aos de evolucin de la enfermedad fue 16,38 -SD 6,87- y la media de aos acudiendo a TO fue de 5 aos -SD 4,2-, siendo lo ms observado que los pacientes acudiesen al centro 5 das a la semana -el centro no abre los fines de semana-. Todos los pacientes se encontraban en el momento de la realizacin del estudio tomando algn psicofrmaco y tratados por un psiquiatra; el 18,8% solo por este y el 81,2% por psiquiatra y personal de enfermera especializada.

    Al valorar la satisfaccin destacar que en ninguno de los items recogidos se registrara ninguna opinin de Muy Insatisfecho ni Bastante Insatisfecho, obtenindose todos los valores de satisfaccin entre Muy Satisfecho y Algo Insatisfecho. La satisfaccin general es en un 81,3% de los pacientes de Muy Satisfecho, 12,5% Bastante Satisfecho y un 6,3% Algo Satisfecho. Los resultados de satisfaccin con el terapeuta, actividades y centro se muestran en la Tabla 1.

    B. Individualizacin de programas en Terapia OcupacionalComo criterio para determinar la individualizacin del programa se eligi la temporalidad. Se compararon as las variables sociodemogrficas y clnicas con el nmero de das que los pacientes acudan a Terapia Ocupacional y los aos en la misma.

    En el anlisis por sexos no se encontraron diferencias respecto al nmero de das de la semana entre varones y mujeres (p=0,261), pero si se objetiv que las mujeres llevaban ms aos en terapia ocupacional, con una media de 7,43 aos (p=0,037). Segn la edad no se encontr ninguna relacin entre esta y los das de

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    la semana que acudan (p=0,834) ni con los aos en Terapia Ocupacional (p=0,326). Tanto los das que los pacientes acudan a Terapia ocupacional como los aos que llevaban en sta resultaron tambin independientes del resto de variables sociodemogrficas; estado civil (p=0,563 y p=0,150), situacin laboral (p=0,177 y p=0,473), convivencia (p=0,920 y p=0,719) y nivel de estudios (p=0,082 y p=0,211).

    En lo referente a las variables clnicas, no se encontr tampoco ninguna correlacin entre el diagnstico y los criterios de temporalidad de asistencia de los pacientes (p=0,806 y p=0,423). En la Tabla 2 se muestra la media de das y aos distribuida por diagnstico. (Tabla 2. ANOVA: Diagnstico y Tiempo en Terapia Ocupacional). Resultaron independientes tambin con los das en acudir a Terapia Ocupacional y los aos en la misma el resto de las variables clnicas; los aos de evolucin de la enfermedad (p=0,438 y p=0,136) y el nmero total de ingresos (p=0,231 y p=0,871).

    C. Mejora Clnica Se evidenci mejora clnica en los pacientes que acudan a Terapia Ocupacional dado que:

    - La media de las atenciones urgentes precisadas por estos pacientes en el ltimo ao haba sido menor de una -media 0.81 SD 1,276-, siendo el valor ms repetido el de cero, esto es, no tener ninguna atencin urgente.

    - Se objetiv que respecto al estado inicial un 37,5% se encontraban mucho mejor y el mismo porcentaje levemente mejor, por lo tanto un 75% haban experimentado mejora, un 18,8% no haban tenido cambios y tan solo 6,3% se encontraban mucho peor.

    - Como ltimo indicador de mejora se compararon mediante la prueba no paramtrica de Wilcoxon la variacin respecto de los ingresos pre y post Terapia Ocupacional. Inicialmente se observ cmo la media de los ingresos previos haba sido de 3,63 -SD 3,845- y cmo los ingresos posteriores fueron de 0,50 -SD 0,894-, vindose por tanto, de forma estadsticamente significativa (p=0,003) que en un 81,25% de los casos los ingresos haban disminuido. (Tabla 3. Wilcoxon; Variacin del nmero de ingresos).

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    Discusin

    Puede que fuera el contacto con alguien conocedor de la estadstica el que, tras superar las resistencias de gran parte del equipo en este sentido, nos animara a asumir el reto de intentar traducir impresiones de mejora clnica compartidas durante aos en el da a da con los pacientes que acuden a Terapia Ocupacional del Centro de Salud Mental de Irun acompasndolas al ritmo de datos ms objetivables, peticin esta en ocasiones reiterada tambin de forma ms o menos concreta desde determinados mbitos. O quiz fuera tan solo el poder compartir reflexiones de un modelo de trabajo de Terapia Ocupacional que pretende legitimar, tambin desde la clnica, la utilizacin del tiempo y del espacio de una forma teraputica, ante la tentacin de poder ser identificado en ocasiones ms por la ausencia de todo aquello que es psicofrmaco o psicoterapia codificada como tal en los registros, que por su propia esencia o identidad.

    El centro de Terapia Ocupacional de Irun pretende dar un lugar que pueda ser vivido como tranquilizador por el paciente mental grave; un lugar en ocasiones para el delirio, la angustia o la impotencia. Un lugar donde, a travs de la transferencia y no desde la obligatoriedad, se pueda construir un espacio nuevo difcil de crear en un entorno -familiar, social o laboral- generalmente angustiado y desbordado. Porque, si vivir es complicado per se para los neurticos, qu puede ser para las personas con una psicosis grave?

    As, desde hace ms de 20 aos, este pequeo espacio pretende convertirse para las personas que acuden, de forma diaria o no, en centro de referencia orientado a un paciente psictico del que tan solo percibimos una pequea parte de su iceberg psquico. 20 pacientes un ao, 18 otro, 23 el siguiente, divididos en dos grupos con un nico terapeuta ocupacional quien aborda las primeras entrevistas para posibilitar el encuadre adecuado, inician una andadura en la que se pretende, solamente, pero con maysculas, acompaarles.

    Este trabajo surge con el objetivo de reflexionar sobre los elementos que participan en esta andadura, desde la clnica, como un intento de traduccin de este lenguaje tambin desde la estadstica.

    As, de los 18 pacientes a los que se les inform de los objetivos del estudio 16 fueron finalmente los incluidos tras dar su consentimiento. Dos, por el contrario, se negaron desde un principio a participar; No me gustan estas cosas y A saber qu harn luego con eso! fueron las frases que nos recordaron, ya de entrada, la enorme fragilidad y el riesgo de reactivaciones paranoides en

    pacientes mentales graves ante cualquier cuestionario o protocolo de recogida de datos.

    Mayoritariamente varones -56,3%-, hecho repetido en los datos epidemiolgicos de la poblacin grave atendida en los recursos sanitarios, con un abanico de edad de 24 a 63 aos, incluyendo a pacientes que han agotado plazos en otros dispositivos, y con una edad media de 43 aos que pudiera hacer recordar la repetida historia de un silencio familiar roto tras el fallecimiento de unos padres ya mayores. La mayora de solteros -56,3%- perfila quiz la peculiar forma de no-relacin del paciente psictico, completo, megalmano, autosuficiente como traduccin de la inquietante ausencia de deseo en la psicosis.

    Y es que en cuestiones de relacin, se puede tener dificultad para hacer algo que no se necesita o desea?, pregunta tantas veces repetida frente a la tranquilidad ofrecida por escalas que pretenden cuantificar la dificultad de relacionarse o el riesgo de usar nuestros propios cdigos personales como espejo de lo que queremos para el paciente, cogiendo aqu prestada la expresin freudiana ya quisiramos para nosotros la salud que deseamos para l!.

    El desempleo -81,3%- de muchos minusvlidos con carn -en palabras de uno de los pacientes-, la dificultad de adecuacin a un trabajo protegido -sealar aqu la exigencia a lo psquico tan cercana a veces del juicio de valor y tan alejada del entendimiento quiz ms propenso a la empata de otras discapacidades fsicas- y el porcentaje de estudios primarios -68,8%-, muchos reivindicados como fracaso escolar, recordara el deterioro cognitivo, los problemas de concentracin y las dificultades de relacin universal de la psicosis, tan alejadas del falso mito del loco inteligente como del loco que no lo es. En lo referente a la convivencia la mayora convive con sus familias de origen -56,3%-, en ocasiones como nica opcin y con un nivel de autonoma relativo, ante la ausencia de alternativas reales de pisos protegidos -6,3%- u otros dispositivos de apoyo en este sentido.

    En lo relativo a las variable clnicas, y en lo referente a los diagnsticos CIE-10 (1), en ocasiones vividos ms como exigencias de un sistema que tiende a unificar, se objetiva una mayor frecuencia de patologas del espectro psictico -79,9%-, siendo el Trastorno Psictico no Especificado y la Esquizofrenia el 50%. Huyendo de etiquetas que pudieran quiz dar por hecho muchas cosas, como si a travs de ellas se pudiera definir y concretar la esencia de un individuo en visin de tnel (3), se entiende la Esquizofrenia como una forma peculiar de relacionarse con uno mismo y con el mundo, un enigma, un significante muy maltratado y en ocasiones especialmente criminalizado.

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    Un 12,5% de los pacientes cumpliran criterios (.) de Trastorno de Personalidad como diagnstico principal y un 12,6% de Trastornos Afectivos. Evidentemente aqu, al margen de tendencias ms o menos pasajeras -admitamos la existencia de modas en las nuevas clasificaciones- el estudio lacaniano de la estructura mental dividida en Psicosis, Neurosis y Perversin permite rescatar entre estos diagnsticos verdaderas estructuras psicticas sin brotar en ausencia de delirios o alucinaciones floridas a nivel sintomtico. Sealar tambin en este sentido la no presencia de patologas neurticas francas dada la muy diferente relacin con el mundo, con el Otro, y la no simbolizacin del lenguaje por el paciente psictico -hablar al paciente psictico pensando que nos entiende es un error, cuestin clave desarrollada ya en la obra de Lacan-. Es por ello que la figura del terapeuta ocupacional reivindica su protagonismo a la hora de proteger al grupo -de ah la importancia de las primeras entrevistas- entendindose como nico criterio de exclusin toda actitud que altere la convivencia e impida la terapia diferenciada de cada individuo en este peculiar encuadre grupal. Terapia en grupo, a diferencia de terapia de grupo y del grupo. Sealar en este sentido la presencia de casos imposibles, etiqueta generada en ocasiones como espejo de una contratransferencia difcilmente soportable. Ante el riesgo de identificar esta expectativa catastrfica con el mismo individuo el valor del respeto se reivindica tambin como elemento tranquilizador, simple y complejo, que da proteccin y serenidad tanto a pacientes como a profesionales.

    Los aos han sido testigos de intentos, planteados de una u otra forma, de agrupar siguiendo criterios idiomticos, de edad, de nivel de deterioro, de gnero pero la peculiar forma de no-relacin de la psicosis ha terminado descartando esta posibilidad. Conscientes de no ser, quiz en estos tiempos, polticamente correctos surgen las preguntas; Es ms clnico, por ejemplo, trabajar solo con primeros brotes? Para quin puede resultar tranquilizador? La reivindicacin de cada grupo, diferente, al igual que lo es cada individuo, adquiere en ocasiones efectos teraputicos insospechados; vale ms la palabra de un compaero, su eco teraputico, que la del propio profesional ya que lo que decimos nosotros, admitamos lo vaco del extremo yo ya le he dicho, no es lo importante puesto que el paciente mental grave acude a ser escuchado pero no dicho.

    En lo referente a la temporalidad, concepto que intentaremos desarrollar ms adelante, la media de aos de evolucin de la enfermedad fue de 16,38 y la media de aos acudiendo a Terapia Ocupacional fue de 5. Lo ms observado fue tambin que los pacientes acudieran a Terapia Ocupacional 5 das por semana, evidentemente de forma voluntaria. El tratamiento psicofarmacolgico y las consultas por parte del psiquiatra y del personal de enfermera especializada del CSM -81,3% atendidos tambin por enfermera- constituyen un elemento de importante valor en las reuniones semanales del equipo teraputico que sirven adems para la presentacin inicial de los casos.

    Respecto a los niveles de satisfaccin, una primera lectura respecto al profesional, las actividades y el centro sealaran una alta valoracin general por parte de los pacientes. Resulta lcito reconocer la sensacin compartida durante aos de que los pacientes valoran el lugar, su trabajo, y consiguen vivir ms tranquilos y menos angustiados. Pero cuesta no obstante aceptar la plenitud de estas valoraciones; llama la atencin la poca crtica -por qu descartar un temor a puntuar bajo?-, la adecuacin de la escala pese a su validacin -hay escalas para todo?- o si la percepcin psictica tiende por el contrario a puntuar exageradamente bien.

    Respecto a las actividades y el trabajo del terapeuta, un convencimiento: cuanto ms sutil sea nuestra pretensin ms teraputico ser el trabajo. Si nosotros con nuestro discurso y actitud llenamos el espacio, difcilmente los pacientes podrn desplegar sus vidas y sus palabras incluso una pregunta puede ser vivida como agresin. La Terapia Ocupacional en el CSM de Irun pretende ser por ello un taller de la palabra, de sus palabras, y para que puedan llegar a traerlas debemos ser muy minuciosos, muy respetuosos, poco normativos -lo mnimo-, nada exigentes.

    Desde una relacin transferencial -utilizada a veces la confianza como mal sinnimo-, que no se da de una forma consciente, desde la clnica, el paciente puede depositar sus palabras de angustia, o sus silencios -como aquel paciente que permaneci meses de pie, sin decir nada, y con el que se tuvo que vencer la ansioltica tentacin de hacerle hablar-, frente a lo tranquilizador de la norma -para el que la impone-, la omnipotencia -qu difcil resulta tolerar la incertidumbre!-, el juicio de valor -a veces tan socorrido-, el consejo -dar consejos es exigir, otra forma de agredir-, el entender -acaso se puede entender un delirio?-, la pedagoga -en ocasiones en el extremo opuesto a la clnica-, la infantilizacin -son personas adultas-, el acto bienhechor -tan cercano a la caridad o a un amo bondadoso y tan alejado tambin de la clnica- o un siempre peligroso sentido comn. Como una pista de aterrizaje que no puede estar ocupada pero s preparada para recibir aviones, la nada pretende ser la oferta clave de este lugar. A partir de ah, todo, todo lo posible.

    Pero qu he hecho yo para que me obliguen a hacer trabajos manuales? o No ser usted uno de esos que quieren que hagamos cosas?. Los pacientes que acuden al centro hacen en ocasiones severa crtica de que se llame terapia al simple hecho de leer libros, ver pelculas o hacer trabajos manuales, cuentas o caligrafa. Y nosotros compartimos esa crtica. Y es que sin duda cualquier actividad puede ser una buena compaa, incluso un vehculo, pero nunca un fin en s mismo. Bien distinto es la realizacin de cualquier tipo de actividad a demanda para observar con delicadeza los visos de deseo en unas vidas obturadas -la relacin de la psicosis con el deseo es cuanto menos peculiar y difusa- ante el riesgo de obturar ms ponindoles a hacer cosas. Y en este contexto de rescate del deseo, una paciente que es peluquera corta el pelo a sus compaeros, otra que dio clases de francs lo

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    ensea a quien se lo pide, otro paciente arregla una bici, otro graba canciones, otro prepara su comida diaria, el que fue electricista repara si quiere, otro pinta -un paciente termin viviendo de su obra, pero constituye, frente al falso tpico del loco artista, una excepcin-, otra lee, otro hace las compras, otra conversa, otro vacila y otro, en cuanto a hacer, no hace nada. Y aunque raramente haya dos que hagan lo mismo frecuentemente hay dos que vinculan -entendiendo este vnculo en un paciente psictico como un xito!-, entre ellos, con el lugar y con los profesionales pudiendo mejorar as su calidad de vida dentro y fuera de un lugar que intenta ser vivido ms de una manera teraputica que ocupacional. Todo ello para que los pacientes puedan construir-se o re-construir-se con una labor teraputica que pretende, al igual que los frmacos, la tranquilizacin, la disminucin de la angustia o una buena convivencia, por qu no, con las voces si estas no ceden.

    Respecto a la valoracin del local -ver foto-, y pese a que las puntuaciones siguen siendo altas, puede apreciarse quiz una ligera menor estima. Y aunque siempre conviene recordar aquella mxima tambin lacaniana de que no importa el encuadre sino el discurso se sigue echando de menos quiz un mayor espacio.

    Como actividad complementaria se les propuso a los 16 pacientes que intentaran definir con una palabra lo que ese lugar significaba en sus vidas. Estos fueron los resultados: confianza, bienestar, tranquilidad, respeto, cario, evadirme, alivio, amistad, compaerismo, levantarme, ayudar, trabajar, apoyo, prepararme, confianza y comprensin. Palabras intensas que no nos hacen olvidar los posibles errores a la hora de trabajar la vinculacin desde la clnica de aquellos pacientes a los que por uno u otro motivo -y es que quiz no haya pacientes no motivados sino profesionales que no somos capaces de enganchar con su demanda inconsciente- no se les ha haya podido acompaar en su camino.

    En ocasiones, alejado de su individualidad como sujeto el paciente con un trastorno mental grave diagnosticado se puede ver convertido en un elemento secundario de un sistema que, reloj en mano, le obliga -y es que, hay tantas formas de obligar- a participar en programas, procesos, protocolos o proyectos teraputicos que pueden servir frecuentemente para calmar ms nuestra angustia como profesionales ante situaciones clnicas, y no clnicas, graves que a mejorar la calidad de vida del propio paciente. Estos proyectos teraputicos pueden ser vividos como algo impuesto o limitante (4). Mientras que el paciente psictico puede tener sus propios criterios subjetivos de bienestar, los profesionales corremos el riesgo de tramitar esas demandas bajo el referente de un modelo de intervencin objetivo basado en la autonoma, la capacidad de afrontamiento o la adaptacin por citar solo algunos ejemplos. El uso rgido y estereotipado de estos programas e intervenciones puede constituir una fuente importante de iatrogenia al no contemplar la psicosis ni la individualidad del paciente como sujeto (5). Tan solo con echar una ligera mirada se pueden encontrar en lo referente a dispositivos que incluyen

    Terapia Ocupacional para pacientes mentales graves programas de orientacin ocupacional, rehabilitacin cognitiva, habilidades sociales, rehabilitacin laboral, actividades de la vida diaria, ocio y tiempo libre, recursos socioeconmicos, vida sexual, higiene y cuidados tan alejados en ocasiones del concepto clnico de la psicosis. Pero quiz tan tranquilizadores para nosotros. Incluso a veces la propia Psicoeducacin -nosotros queremos que tenga conciencia de enfermedad, pero, qu quiere o demanda l?- corre tambin el riesgo de condicionar una forma de relacin nueva en la que el sntoma pueda ser vivido como el nico medio de comunicacin vlido.

    Como elemento estadstico comparativo significativo de la individualizacin de cada paciente elegimos la temporalidad por ser conscientes de su gran valor simblico. Y quiz fue la frase trada por un paciente la que pudo dar pie a esta eleccin: ya me dijeron all, acudir solamente un da no mereca la pena. Sealar de este modo el criterio de los das como algo extremadamente flexible; el paciente puede acudir solo un da a la semana, o menos, no hay problemas por ese motivo. Acudir por tanto solamente los das que le puedan servir, l es el protagonista, sin presiones, y es esa la demanda que se intenta construir, desde una clnica contratransferencial/transferencial, huyendo de tranquilizadoras obligaciones de cualquier tipo.

    En Terapia Ocupacional del CSM de Irun tampoco hay plazos de permanencia. No se pone lmite al tiempo porque no se entiende como objetivo en s mismo. Reivindicar aqu el concepto de cronicidad; entendiendo estas patologas de por vida se plantea el dispositivo como herramienta til por periodos independientes de criterios temporales y mucho menos ya pre-establecidos en contraposicin a corrientes que sealan plazos breves enmarcados en un denominado, y a veces quiz, delirantemente neurotizado proyecto teraputico concreto. El tiempo ser el que haga falta. Cada evolucin har que una persona pueda reincorporarse a un trabajo u organizar, o no, su vida sin nuestra ayuda. No entenderamos pues trabajar con un plazo pre-establecido de poner en marcha. A priori la evolucin de cada paciente es ciertamente imprevisible pero si se acepta con facilidad que en muchos trastornos mentales graves el tratamiento psicofarmacolgico sea a largo plazo, limitar en el tiempo la Terapia Ocupacional pueda responder en ocasiones ms a criterios administrativos, que no clnicos. Solamente la evolucin de los casos podr dar paso a altas. As frente a una reivindicada supuesta caducidad en los plazos de los dispositivos, en Irun se asume que no es mejor menos tiempo, ni peor ms tiempo, ni viceversa. Y as, el alta podr ser, o no, una gran noticia. Una vez ms el paradigma con el que se mira consigue en ocasiones marcar uno u otro rumbo.

    Es en este contexto donde no sorprende encontrar, salvo el quiz curioso hecho de que de forma estadsticamente significativa sean las mujeres las que lleven ms tiempo acudiendo a Terapia Ocupacional, una no relacin de las variables clnicas y no clnicas con los aos que lleva

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    Directora: Lic. Eva [email protected] Depsito legal:

    pp200702DC3285

    Av. Andrs Bello con Av. Buenos AiresEdificio Kontiki PH, Los Caobos, Caracas, Venezuela 1050Telfono: 0212- 833 3770 [email protected] anteriores en: www.botica.com.ve

    Representante para Argentina:[email protected] 156211573 La Plata

    el paciente acudiendo a Terapia Ocupacional o con el nmero de das por semana que acude.

    En lo referente a la mejora clnica de los pacientes tampoco fue fcil determinar la eleccin de los criterios en esta pretendida traduccin estadstica. Aun siendo conscientes de su valor no absoluto, se eligi finalmente el nmero de atenciones urgentes, la Escala de Impresin Clnica Global y el nmero de ingresos hospitalarios pre y post Terapia Ocupacional. Pese a que en ocasiones una supuesta tendencia espontnea a la estabilizacin en relacin al paso del tiempo podra esgrimirse como argumento, se constat que la media de las atenciones urgentes precisadas por los pacientes en el ltimo ao fue menor de una, siendo el valor ms repetido el cero. Las escalas de Impresin Clnica Global apuntaran tambin en la misma direccin. Tras la utilizacin de numerosas escalas validadas con diferentes criterios en los ltimos aos, mantenemos el convencimiento de que el juicio clnico, no la opinin, del profesional consigue generalmente aportar una informacin ms relevante que pretendidos instrumentos de objetivacin -aunque bienvenidos sean si contribuyen a abrir la puerta a la reflexin-. El dato final de un 81,25 % de pacientes en los que el nmero de ingresos haba disminuido coincidiendo en el tiempo con el contacto con Terapia Ocupacional afianza la impresin compartida durante aos por parte de los profesionales que trabajamos o hemos trabajado en el CSM de Irun de que los pacientes, gracias a este espacio, encuentran un lugar en el que logran vivir menos angustiados, ms tranquilos, pudiendo as mejorar su calidad de vida.

    Con la esperanza de poder reivindicar este pequeo espacio de la no prisa ante un sistema que cada vez con ms fuerza exige nmeros y valores, plazos, medias y modas, y Qes de Calidad, y a pesar de cierto sentimiento de ambivalencia por utilizar quiz esta vez su mismo lenguaje, y pese a seguir asumiendo la evidente relatividad de toda traduccin en este sentido, nos damos por satisfechos si este esfuerzo realizado en medir lo que consideramos no se puede medir ha podido contribuir a la reflexin y a la bsqueda de la mejora de una forma de trabajo en la que, sin duda, seguimos creyendo

    Bibliografa

    1. Organizacin Mundial de la Salud. CIE-10. Clasificacin de los Trastornos Mentales y del Comportamiento. Madrid: Editorial Mdica Panamericana; 2000.

    2. Early Clinical Drug Evaluation (ECDEU) Assessment Manual. Rockville, National Institute Mental Health, 1976.

    3. Ortiz Lobo, A, Ibez Rojo, V. Prevencin Cuaternaria en Salud Mental. En: Acciones de Salud Mental Comunitaria: principios y estrategias. Desviat M, Moreno A, eds. Asociacin Espaola de Neuropsiquiatra. Estudios. Madrid, 2012.

    4. Bassman, R. (2000) Agents, not objects: our fight to be. Journal of Clinical Psychology 56: 1395-1411.

    5. Rose, D. (2001) Users Voices: The perspective of mental health service users on community and hospital care. London: The Sainsbury Centre for Mental Health.

    Jos Ramn Elizalde SalaberriaAnder Galdeano MondragnLaura Barbadillo Izquierdo

    M Mar Prez RodrguezM Nieves Martnez Lpez de Dicastillo Norte de salud mental, 2012, vol. X, n 44

    Se publica con autorizacin de su director Dr. Iaki Markez

    [email protected]

    Autores

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    Ruxolitinib en el tratamiento de pacientes con mielofibrosis

    La evidencia es de baja calidadReferenciaMart-Carvajal AJ, Anand V, Sol I. Janus kinase-1 and Janus kinase-2 inhibitors for treating myelofibrosis. Cochrane Database of Systematic Reviews 2015, Issue 4. Art. No.: CD010298. DOI: 10.1002/14651858.CD010298.pub2.

    AntecedentesLa mielofibrosis es un trastorno de la mdula sea que se caracteriza por la produccin excesiva de reticulina y depsito de colgeno, causada por trastornos hematolgicos y no hematolgicos. El pronstico de la mielofibrosis es sombro y el tratamiento es principalmente paliativo. Los inhibidores de los Janus quinasa son una nueva estrategia para tratar a las personas con mielofibrosis.

    ObjetivosDeterminar los beneficios clnicos y daos de los inhibidores Janus cinasa-1 y Janus cinasa-2 para el tratamiento de la mielofibrosis secundaria a condiciones hematolgicas o no hematolgicas.

    Mtodo de bsquedaSe hicieron bsquedas en el Cochrane Central Register of Controlled Trials (CENTRAL, The Cochrane Library 2014, nmero 11), Ovid MEDLINE (de 1946 al 13 de noviembre de 2014), EMBASE (desde 1980 al 12 de enero de 2013) y LILACS (del 1982 al 20 de noviembre 2014). Se realizaron bsquedas en el WHO International Clinical Trials Registry Platform y The metaRegister of Controlled Trials. Tambin se realizaron bsquedas de los resmenes de congresos de la Sociedad Americana de Hematologa (de 2009 a octubre de 2013), la Asociacin Europea de Hematologa (de 2009 a octubre de 2013), la Sociedad Americana de Oncologa Clnica (de 2009 a octubre de 2013) y la Sociedad Europea de Oncologa Mdica (de 2009 a octubre de 2013). Se incluyeron bsquedas en la FDA, la Agencia Europea de Medicamentos y Epistemonikos. De igual manera, hubo bsquedas en las referencias de todos los ensayos incluidos, identificados y artculos de revisin pertinentes. No hubo ninguna restriccin de idiomas. Dos revisores, de forma independiente, analizaron los resultados de bsqueda.

    Criterios de seleccinSe incluyeron ensayos clnicos aleatorizados (ECAs) que compararon inhibidores de los Janus quinasa-1 y

    Janus quinasa-2 contra placebo u otros tratamientos. Se aceptaron pacientes previamente tratados o no.

    Recoleccin y anlisis de los datosSe utiliz la razn de riesgo (Hazard Ratio -HR-) y el intervalo de confianza (IC) del 95 % para la supervivencia global, la supervivencia libre de progresin y la supervivencia libre de leucemia. Para estimar el efecto de las variables binarias (reduccin del tamao del bazo y eventos adversos), se us el riesgo relativo (RR) con su respectivo IC del 95 %, y las diferencias de medias estandarizadas (DME) y su IC del 95 % para los datos continuos (calidad de vida). De forma independiente, dos revisores extrajeron los datos y evaluaron el riesgo de sesgo de los ensayos incluidos. Los resultados primarios fueron la supervivencia global, la supervivencia libre de progresin y los eventos adversos.

    Principales resultados:Se identificaron dos ensayos que aleatorizaron a 528 participantes, comparando ruxolitinib con placebo o mejor terapia disponible (BAT, por sus siglas en ingls). Como los dos ensayos incluidos tuvieron diferentes comparadores no hubo metanlisis. La confianza en los resultados de las estimaciones de estos ensayos fue baja debido al sesgo en su diseo, y sus tamaos de muestra limitados que origin resultados imprecisos.

    Existen evidencias de baja calidad para el efecto de ruxolitinib sobre la supervivencia en comparacin con el placebo, a las 51 semanas de seguimiento (HR 0,51; IC de 95 % entre 0,27 y 0,98), y en comparacin con la BAT a las 48 semanas de seguimiento (HR 0,70; IC 95 % entre 0,20 y 2,47). Del mismo modo, la evidencia es de muy baja calidad para el efecto del ruxolitinib sobre la supervivencia libre de progresin en comparacin con la BAT (HR 0,81; IC del 95 % entre 0,47 y 1,39).

    Existen evidencias de baja calidad para el efecto del ruxolitinib en trminos de calidad de vida. En comparacin con el placebo, el frmaco logra una mayor proporcin de pacientes con una reduccin significativa de las puntuaciones de sntomas (RR 8,82, IC del 95 % entre 4,40 y 17,69), y los pacientes tratados con ruxolitinib obtuvieron mayores puntuaciones del MFSAF al final del seguimiento (DM 87,90; IC 95 % CI entre -139,58 y -36,22). Un ensayo mostr diferencias significativas en las puntuaciones de la EORTC QLQ-C30 comparando ruxolitinib con BAT (DM 7,60; IC del 95 % entre 0,35 y 14,85).

    El efecto del ruxolitinib en la reduccin en el tamao del bazo de los participantes en comparacin con placebo o

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    BAT fue incierto y con evidencia de baja calidad (contra el placebo: RR 64,58; IC del 95 %: 9,08 a 459,56; frente a BAT: RR 41,78; IC 95 %: 2,61 a 669,75).

    Existen evidencias de baja calidad para el efecto del frmaco en comparacin con el placebo sobre la anemia (RR 2,35, IC 95 % entre 1,62 y 3,41), neutropenia (RR 3,57, IC del 95 % entre 1,02 y 12,55) y trombocitopenia (RR 9,74, IC del 95 % entre 2,32 y 40,96). No hubo diferencias entre el ruxolitinib y BAT, en trminos de riesgo de anemia (RR 1,35; IC del 95 %: 0,91 a 1,99; evidencia de baja calidad) o trombocitopenia (RR 1,20; IC del 95 %: 0,44 a 3,28, evidencia de baja calidad). El riesgo de eventos adversos no hematolgicos de grados 3 o 4 (incluyendo fatiga, artralgias, nuseas, diarrea, dolor en las extremidades y pirexia) fue similar cuando ruxolitinib se compar con placebo o BAT. La tasa de neutropenia, comparando ruxolitinib con BAT, no se inform en el ensayo respectivo.

    ConclusionesActualmente, no hay pruebas suficientes para permitir conclusiones firmes con respecto a la eficacia y seguridad del ruxolitinib para el tratamiento de la mielofibrosis. Los resultados de esta revisin Cochrane deben interpretarse con cautela, ya que se basan en ensayos patrocinados por la industria farmacutica, e incluyen un escaso nmero de pacientes. A menos que nuevos ensayos clnicos aleatorizados proporcionen

    una slida evidencia de un efecto del tratamiento, y el equilibrio entre los beneficios y los daos potenciales se establezca, los mdicos deben tener precaucin al recetar ruxolitinib a pacientes con mielofibrosis.

    Conflicto de intersel comentarista de esta revisin Cochrane es miembro del equipo de autores de la misma.

    Comentarios

    1. El costo econmico anual del tratamiento con este frmaco es $84.000.

    2. El criterio de valoracin del efecto del tratamiento fue la reduccin de la esplenomegalia, marcador no validado con criterios directos de valoracin, lase, sobrevida global

    Dr. Arturo Mart-Carvajal Profesor titular (J) Universidad de Carabobo

    Miembro de la Red Cochrane Iberoamericana Venezuela

    [email protected]

    Autor

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    En la actualidad el glaucoma, es la segunda causa de ceguera en Espaa, afectando al 2-3% de la poblacin.Adems, supone un coste anual por paciente de 2.558 euros, de los cuales 612 euros son costes directos y 1.964 euros, costes asociados a la prdida de productividad tal y como se recoge en el Informe sobre la Ceguera en Espaa 2012 de la Fundacin Retinaplus+.

    Una afeccin ocular sin sntomas

    Normalmente la presin ocular elevada que caracteriza a esta afeccin ocular no suele causar dolor por lo que la persona afectada no suele sentir la presin en sus ojos. De ah que en las fases iniciales, el glaucoma prcticamente carezca de sntomas.

    Para su diagnstico precoz es fundamental una exploracin ocular completa que incluya tanto la determinacin de la presin intraocular como una adecuada valoracin del nervio ptico.

    Desde el Instituto Oftalmolgico Gmez-Ulla se recuerda que las revisiones oftalmolgicas son fundamentales entre los colectivos de mayor riesgo: personas de ms de 45 aos, con historial familiar de glaucoma y con antecedentes de traumatismo ocular o de enfermedades como la diabetes o miopa.

    No se cura pero se frena

    Para tratar el glaucoma, lo primero es reducir la presin intraocular y frenar la progresin del dao. Para ello se puede optar por la opcin farmacolgica (gotas hipotensoras) que disminuye la produccin del humor acuoso o facilita su eliminacin.

    Otra opcin, aunque no es vlida para todos los tipos de glaucoma, es el tratamiento con lser (trabeculoplastia). Tambin se puede optar por el tratamiento quirrgico que se puede dividir en cirugas filtrantes, implantes de dispositivos de drenaje y las cada vez ms practicadas cirugas mnimamente invasivas con implantes de dispositivos microscpicos a nivel de diferentes estructuras oculares

    Cerca del 50% de los pacientes con glaucoma desconocen que lo padecen

    InformacinLaura Enrquez

    Instituto Oftalmolgico [email protected]

  • 15N 34, Ao 2015

    Investigadores del campus de la Clnica Mayo en Jack-sonville, Florida, dicen que han identificado los prime-ros pasos en el origen del cncer de pncreas y que sus hallazgos sugieren estrategias preventivas para explorar.

    En una edicin en lnea de Cancer Discovery, los cientficos describieron los pasos moleculares necesarios para que las clulas acinares del pncreas clulas que liberan enzimas digestivas se conviertan en lesiones precancerosas. Algunas de estas lesiones luego pueden transformarse en cncer.

    El cncer de pncreas se desarrolla a partir de estas le-siones, por lo que si entendemos cmo se producen, po-demos ser capaces de detener el tren el cncer por com-pleto, dice el investigador principal del estudio, Peter Storz, Ph.D., bilogo del cncer .

    La necesidad de nuevas estrategias de tratamiento y pre-vencin es urgente, expresa el Dr. Storz. El cncer de pn-creas es uno de los cnceres humanos ms agresivos. Los sntomas no ocurren hasta que la enfermedad est muy avanzada. La sobrevivencia al ao, tras el diagnstico, es slo de un 20 por ciento. Es la cuarta causa principal de muerte por cncer en este pas.

    Los cientficos estudiaron clulas pancreticas con muta-ciones genticas de KRAS. El gen KRAS produce una pro-tena que regula la divisin celular, y este gen es, a menudo, mutado en muchos cnceres. Ms del 95 por ciento de los casos de cncer de pncreas tiene una mutacin de KRAS.

    Los investigadores detallan los pasos que llevaron a las c-lulas acinares con mutaciones de KRAS a transformarse en clulas de forma tubular con propiedades similares a las c-lulas madre. Las clulas madre, que pueden dividirse a vo-luntad, a menudo estn tambin involucradas en el cncer.

    Los cientficos encontraron que las protenas KRAS en las clulas acinares inducen la expresin de una molcula, ICAM-1, que atrae a los macrfagos, un tipo especfico de clulas inmunes. Estos macrfagos inflamatorios liberan

    una variedad de protenas, incluyendo algunas que aflojan la estructura celular, permitiendo que las clulas acinares se transformen en diferentes tipos de clulas. Estos pasos produjeron las lesiones pancreticas precancerosas.

    Demostramos una relacin directa entre las mutaciones de KRAS y el medioambiente inflamatorio que impulsa el inicio del cncer de pncreas, explica el Dr. Storz. Pero, en ratones de laboratorio, el proceso se puede detener. Podramos hacerlo de dos maneras: destruyendo los ma-crfagos o tratando a las clulas transformadas con un anticuerpo de bloqueo que cierra la ICAM-1. Haciendo cualquiera de ellos, se redujo el nmero de lesiones pre-cancerosas, aclara el especialista.

    El Dr. Storz seal que un anticuerpo neutralizante, que bloquea la ICAM-1, ya fue desarrollado y est siendo pro-bado para una amplia variedad de trastornos, incluyendo el accidente cerebrovascular y la artritis reumatoide.

    Comprender la interferencia entre las clulas acinares con mutaciones de KRAS y el microambiente de esas clulas es clave para el desarrollo de estrategias dirigidas a prevenir y tratar este tipo de cncer, especifica el profesional.

    Como coautores del estudio se incluyen investigadores de la Clnica Mayo en Rochester, Minnesota (Mayo Clinic in Rochester, Minnesota) y de la Escuela de Medicina David Geffen, de la Universidad de California, en Los ngeles.

    La investigacin fue financiada por subvenciones de los Institutos Nacionales de Salud (National Institutes of Health) CA135102, CA140182 y 50CA102701 (SPORE en Cncer de Pncreas de Clnica Mayo)

    Identifican los primeros pasos en la formacin del cncer de pncreas

    InformacinClnica Mayo

    Jacksonville, Florida, [email protected]