Suplemento cultural Contenido

4
Maracay, Sábado 20 de noviembre de 2010 Crónicas del Olvido Salomario, nueve libros de poemas Una dinámica cuya cualidad geométrica se hace necesariamente intelectual, acompañada por la gran emoción radical de la existencia… Oscar Rodríguez Ortiz -ALBERTO HERNÁNDEZ- 1.- P oesía geométrica, fría, me dida sobre la base de un te rreno en el que crece "una naturaleza desbordante y barro- ca", como afirma en el mismo prólogo Rodríguez Ortiz. Esta afirmación va pareja con la idea de que la poesía de Alfredo Cha- cón ocupa un ser y un espacio. Una traducción libre de esta idea nos conduce a pensar que lo arriba dicho es falso: no es una poética fría sino reveladora de una solitaria fe que lo arrima a un clima tan humano como que forma parte de la misma hon- dura del frío que habita en el ser. Digamos: ser y espacio. Quien ocupa un lugar vive, se desliza sobre una línea, quiebra una curva, pronuncia una voz, se si- lencia. Es una poesía -definitiva- mente- callada, pero no porque no hable sino porque sabe ha- blarse a ella misma, a ese "sí" reflexivo que anuda el espíritu, lo comprime, lo aguza y lo echa al afuera donde vive y se estira el poema. Es una poesía que ha- bla en el interior del poeta y del mismo lector. No es una poesía que habla desde el adentro. Es una poesía que está donde está el lugar del espíritu. Habla en el adentro. De allí que éste, el espí- ritu, tenga forma, sea medido con cabeza fría, calculadora, in- teligente. Pero también, para contradecir parte de lo arriba expuesto: no se trata de que el poeta sea frío en su manera de abordar la poesía. Es que la poe- sía se hace fría en la medida en que se hace espacio de afuera, sitio de acomodo en el oído, en el ojo, en la tierra que pisa. De modo que, quien buscaba una lectura fácil se encuentra con un aguje- ro negro donde impera una ex- traña luz, una poesía confirma- da en su propia solidez. El mismo prologuista dice de una poesía barroca. Si barroca es por la manera de usar adjeti- vos e impulsos, o por saberse cer- cano a Carpentier en préstamo por el complejo sistema de la poética, también es bueno dejar sentado que el mismo tono, pro- ferido por la voz en soledad, acompañada por el sonido me- tálico, sonoramente silencioso, hace de la poesía de Chacón un mundo donde impera una ma- deja de riesgos y peligros, que va más allá de imaginar que el poe- ta se confronta, se hace su pro- pio lector desde su más carnal y ósea cercanía. Es barroco porque hace pensar desde una selva de sonidos. Que son intelectuales, pero que están cruzados por el espíritu. Es decir, la geometría poética de este autor venezolano toca lo que no se ve, pero se sien- te. Una línea recta o curva llega al sitio donde se elaboran los motivos del ser, del sentir. 2.- Abstracción que se mueve, naturaleza que anuncia el co- mienzo de una aventura verbal: "Nube. Madeja brusca. Urdim- bre/ de un solo temporal, / en cuenco lleno/ altivo risco se aban- dona. Cala grandiosa. Seda/ do- mando el movimiento". Tiempo y desplazamiento. Que aparezca el lugar que se mueve: "Un pája- ro se encumbra/ en los aires que arrastran su presencia. / De an- tiguas marejadas entre el aire y la piedra, / surgen, dueñas del campo, / vislumbres nuevas que nos dan lo propio". He allí, enton- ces, el espacio abierto: se mueve el lugar, la geometría invisible: nube es altura; madeja es pensa- miento; tiempo es movimiento. Todo lugar se mueve. Entre el aire y la tierra: entre el pájaro y el paisaje de abajo, "lo propio", la mirada, el mundo, el lugar, el poema. El texto respira: el poeta sigue su curso verbal. Escribe y pien- sa, geometriza con los ojos abier- tos. Toma tiempo y lugar, se mueve: "cada roce/ en asalto/ desparrama/ su tiempo/ y nos recorre". No en vano somos tiem- po, edad, deterioro. Toda lectura es contradicto- ria. Afirmo: toda mirada se con- tradice. Se contrapone. Quien escribe, afirma: "Estamos en guerra, no hay tiempo, no hay fuerzas para más. / Estamos en guerra con nosotros mismos. Los cuarteles cam-/bian constante- mente de apariencia, tanteamos puertas falsas, / salidas de emer- gencia". Este es un tiempo real, donde emblema, signo, código se muestran para decirnos una verdad: el tiempo existe, los uni- formes existen. El poema viene de una abs- tracción, pero sabe llegar a una versión de la realidad: "guerra", "cuarteles". Los contrarios con- firman que somos, que el poema tiene razón: se razona. De allí entonces que el mismo texto, páginas más adelante, meses más adelante, añada: "Predis- puesto; entresacado por sí mis- mo/ del caos y el marasmo, / el acto personal/ acoge a solas o en tumulto/ las chispas de su abra- zo/ con las multitudes y las sole- dades". Una confirmación de que hay alguien entre las palabras, apresado en la voz. Alguien, el poema, dice, habla, medido por sí mismo, por él y su circunstan- cia, su tiempo y su significado. Por eso se hace breve y pregun- ta: "Eres tú, ¿no éramos noso- tros?". Uno y múltiple. Solo y multitud. Uno y nosotros. Esta lectura, desordenada y vuelta de revés, llega a este poe- ma, a un trozo de sus sonidos: "En- tretanto/ la imagen desbocada y el acto renacido/ ávido de una piel nunca mirada/ palpando abultamientos/ recorriendo de- clives/ con cualquier parte del que era mi cuerpo". Cuerpo, es- pacio en pasado, consumido, que fue movimiento, traje medido, tiempo y espacio. Ser y lugar. Fue mirado, tasado. El poema lo alberga, lo dice: "la imagen des- bocada" ansía mirarse, hacerse. 3.- Tomado al azar, un poema entra y sale de otro. Los anterio- res se atan con el mismo tono, son líneas del mismo afán. Éste, colocado sobre la curva de la len- gua, tan solitario, habla: "Es sólo eso, / pero/ eso/ es todo". Aquí se resume una poética tan fáctica como hermosa en su solo empa- que. Un poema redondo en su propia afirmación, contradicto- riamente afirmativo. Del anterior, de ese reflejo que agobia, a este que completa el aliento: "El poema es un hecho/ vale decir/ el acto del trazado de su impulso/ y su trasluz". Des- plazamiento: el sentido, la pala- bra se mueve hacia un lugar que es resquicio de iluminación. Mo- mento, instante del poema. Chacón celebra a seres huma- nos, a poetas y pintores, a reali- dades que se mueven y sienten. En el "Autorretrato" en tributo a Cristóbal Rojas, el texto es conti- nuun, el río que no se detiene. Se trata de un poema que llega al yo del autor y se hace otro en la voz de otro. En el rostro del otro, el que lo mira desde el si- lencio. Habría que pensar que nuestro poeta ha visitado la sombra y la luz del pintor, que ha medido la geometría de su existencia. He aquí el sonido de esta impronta: En el trato con la imagen que destina la imagen de los otros que se salva la imagen que me salva con los otros la que me salva de los otros pero aún más la imagen mía la imagen que no salva que no salvo de los otros mucho menos de mí mismo Tal es el modo de no ver mi autorretrato. Juego de palabras, juego de voces con el otro, con él mismo. "Madeja" "de un solo temporal" en movimiento. El yo se desplaza hacia otro yo que es el otro, pero que redime al otro. Así se ve, así se figura y desfigura. Son trazos de un cuadro que tiene nombre en el poeta fijado en el pintor. Este juego de voces, de signifi- cados, encuentra teoría en este texto: "Palabras asaltantes ¿qué he de hacer?/ ¿qué les propongo/ en vez de tanto ímpetu incesan- te/ si lo que quiero es coincidir con ellas/ y ser su nadador mas no su dique/ y que ellas sean mi mori- chal sombrío/ mi caño compla- ciente/ mi caudal de agua en mo- vimiento respirado/ como mi ape- tito de nadar en ellas?". Continen- te y contenido, las palabras se mueven, se revuelven, se encuen- tran en una pregunta que pregun- ta. Las palabras llegan y se hacen dueñas del lugar, asaltan el alma y la completan, la desmadejan, la desfiguran, la miden, la borran. El poeta se sumerge en ellas para no ahogarse. El azar me conduce a estas lí- neas. Tan cercanas al poema anterior, tan alejadas de la in- tención de relacionarlas, de ra- cionalizarlas, pero allí están, graciosas, bellamente ilustradas en el blanco del ojo, en la página abierta: "justo a tiempo el ave mensajera que me acosa siente que la miro/ cae/ entierra/ su/ último graznido en el hueco que se abre al yo cerrar los ojos". Y así como el poema es medi- da por lo que dice, por lo que con- tiene y acerca al espíritu, igual pasa con lo que mide, con la uni- dad que marca y agrega a un lugar: "La legua se mide. No sir- ve para medir/ Ella es su medi- da// Una legua/ no ocupa el es- pacio que la mide/ es el espacio medido/ más sus límites/ El es- pacio/ del cual se ignora cuánto mide/ el espacio que es de ella// El espacio que es una legua El espacio que es ella". ¿No podría ser que la legua sea el poema, la poética que Alfredo Chacón ha descubierto, la creada desde la mirada del lector, de ese viajero que migra en las distancias para encontrar la belleza del poema para hacerse el poema en su me- dida? Esta teoría, este poema de la legua, es el poema del poema. Llegó a las últimas páginas de este libro con este encanto. Es un poema que define todo lo ante- rior. Es el poema que midió el lugar. Es el poema de la geome- tría convertida en espíritu. Es el poema/ poema revestido de "emoción radical", de verdade- ra poesía, de la ilusión de habi- tarlo y consagrarlo: El pájaro que en una de sus alas siente cuando se pone el sol es el pájaro en cuya otra ala el sol se está poniendo cuando pasa frente a mí perdiéndose de vista hasta que reaparece dándome la cara y yo aparezco frente a él… La lectura de los nueve libros que contiene Salomario (Edi- ciones El otro el mismo, Mérida, Venezuela, 2005) lleva implíci- ta una emergencia: se trata de un libro que está allí para ser leído. Se trata de una aventura verbal llena de asuntos que nos tocan de cerca y nos transfor- man. El azar me condujo a afir- mar que el lector existe en la medida de estos poemas. Que so- mos todo y nada, que estamos en un verso que más tarde, en la próxima página, nos inventa y nos borra.

description

Edición del sábado 20 de Noviembre del 2010

Transcript of Suplemento cultural Contenido

Page 1: Suplemento cultural Contenido

Maracay, Sábado 20de noviembre de 2010

Crónicas del Olvido

Salomario, nueve libros de poemasUna dinámica cuya cualidad geométrica se hace

necesariamente intelectual, acompañada por la granemoción radical de la existencia…

Oscar Rodríguez Ortiz

-ALBERTO HERNÁNDEZ-

1.-

Poesía geométrica, fría, medida sobre la base de un terreno en el que crece "una

naturaleza desbordante y barro-ca", como afirma en el mismoprólogo Rodríguez Ortiz. Estaafirmación va pareja con la ideade que la poesía de Alfredo Cha-cón ocupa un ser y un espacio.Una traducción libre de estaidea nos conduce a pensar que loarriba dicho es falso: no es unapoética fría sino reveladora deuna solitaria fe que lo arrima aun clima tan humano como queforma parte de la misma hon-dura del frío que habita en el ser.Digamos: ser y espacio. Quienocupa un lugar vive, se deslizasobre una línea, quiebra unacurva, pronuncia una voz, se si-lencia. Es una poesía -definitiva-mente- callada, pero no porqueno hable sino porque sabe ha-blarse a ella misma, a ese "sí"reflexivo que anuda el espíritu,lo comprime, lo aguza y lo echaal afuera donde vive y se estirael poema. Es una poesía que ha-bla en el interior del poeta y delmismo lector. No es una poesíaque habla desde el adentro. Esuna poesía que está donde estáel lugar del espíritu. Habla en eladentro. De allí que éste, el espí-ritu, tenga forma, sea medidocon cabeza fría, calculadora, in-teligente. Pero también, paracontradecir parte de lo arribaexpuesto: no se trata de que elpoeta sea frío en su manera deabordar la poesía. Es que la poe-sía se hace fría en la medida enque se hace espacio de afuera,sitio de acomodo en el oído, en elojo, en la tierra que pisa. De modoque, quien buscaba una lecturafácil se encuentra con un aguje-ro negro donde impera una ex-traña luz, una poesía confirma-da en su propia solidez.

El mismo prologuista dice deuna poesía barroca. Si barrocaes por la manera de usar adjeti-vos e impulsos, o por saberse cer-cano a Carpentier en préstamopor el complejo sistema de lapoética, también es bueno dejarsentado que el mismo tono, pro-ferido por la voz en soledad,acompañada por el sonido me-tálico, sonoramente silencioso,hace de la poesía de Chacón unmundo donde impera una ma-deja de riesgos y peligros, que va

más allá de imaginar que el poe-ta se confronta, se hace su pro-pio lector desde su más carnal yósea cercanía. Es barroco porquehace pensar desde una selva desonidos. Que son intelectuales,pero que están cruzados por elespíritu. Es decir, la geometríapoética de este autor venezolanotoca lo que no se ve, pero se sien-te. Una línea recta o curva llegaal sitio donde se elaboran losmotivos del ser, del sentir.

2.-Abstracción que se mueve,

naturaleza que anuncia el co-mienzo de una aventura verbal:"Nube. Madeja brusca. Urdim-bre/ de un solo temporal, / encuenco lleno/ altivo risco se aban-dona. Cala grandiosa. Seda/ do-mando el movimiento". Tiempoy desplazamiento. Que aparezcael lugar que se mueve: "Un pája-ro se encumbra/ en los aires quearrastran su presencia. / De an-tiguas marejadas entre el aire yla piedra, / surgen, dueñas delcampo, / vislumbres nuevas quenos dan lo propio". He allí, enton-ces, el espacio abierto: se mueveel lugar, la geometría invisible:nube es altura; madeja es pensa-miento; tiempo es movimiento.Todo lugar se mueve. Entre elaire y la tierra: entre el pájaro yel paisaje de abajo, "lo propio", lamirada, el mundo, el lugar, elpoema.

El texto respira: el poeta siguesu curso verbal. Escribe y pien-sa, geometriza con los ojos abier-tos. Toma tiempo y lugar, semueve: "cada roce/ en asalto/desparrama/ su tiempo/ y nosrecorre". No en vano somos tiem-po, edad, deterioro.

Toda lectura es contradicto-ria. Afirmo: toda mirada se con-tradice. Se contrapone. Quienescribe, afirma: "Estamos enguerra, no hay tiempo, no hayfuerzas para más. / Estamos enguerra con nosotros mismos. Loscuarteles cam-/bian constante-mente de apariencia, tanteamospuertas falsas, / salidas de emer-gencia". Este es un tiempo real,donde emblema, signo, código semuestran para decirnos unaverdad: el tiempo existe, los uni-formes existen.

El poema viene de una abs-tracción, pero sabe llegar a unaversión de la realidad: "guerra","cuarteles". Los contrarios con-firman que somos, que el poematiene razón: se razona. De allí

entonces que el mismo texto,páginas más adelante, mesesmás adelante, añada: "Predis-puesto; entresacado por sí mis-mo/ del caos y el marasmo, / elacto personal/ acoge a solas o entumulto/ las chispas de su abra-zo/ con las multitudes y las sole-dades". Una confirmación de quehay alguien entre las palabras,apresado en la voz. Alguien, elpoema, dice, habla, medido porsí mismo, por él y su circunstan-cia, su tiempo y su significado.Por eso se hace breve y pregun-ta: "Eres tú, ¿no éramos noso-tros?". Uno y múltiple. Solo ymultitud. Uno y nosotros.

Esta lectura, desordenada yvuelta de revés, llega a este poe-ma, a un trozo de sus sonidos: "En-tretanto/ la imagen desbocada yel acto renacido/ ávido de unapiel nunca mirada/ palpandoabultamientos/ recorriendo de-clives/ con cualquier parte delque era mi cuerpo". Cuerpo, es-pacio en pasado, consumido, quefue movimiento, traje medido,tiempo y espacio. Ser y lugar.Fue mirado, tasado. El poema loalberga, lo dice: "la imagen des-bocada" ansía mirarse, hacerse.

3.-Tomado al azar, un poema

entra y sale de otro. Los anterio-res se atan con el mismo tono,son líneas del mismo afán. Éste,colocado sobre la curva de la len-gua, tan solitario, habla: "Es sóloeso, / pero/ eso/ es todo". Aquí seresume una poética tan fácticacomo hermosa en su solo empa-que. Un poema redondo en supropia afirmación, contradicto-riamente afirmativo.

Del anterior, de ese reflejo queagobia, a este que completa el

aliento: "El poema es un hecho/vale decir/ el acto del trazado desu impulso/ y su trasluz". Des-plazamiento: el sentido, la pala-bra se mueve hacia un lugar quees resquicio de iluminación. Mo-mento, instante del poema.

Chacón celebra a seres huma-nos, a poetas y pintores, a reali-dades que se mueven y sienten.En el "Autorretrato" en tributo aCristóbal Rojas, el texto es conti-nuun, el río que no se detiene.Se trata de un poema que llegaal yo del autor y se hace otro enla voz de otro. En el rostro delotro, el que lo mira desde el si-lencio. Habría que pensar quenuestro poeta ha visitado lasombra y la luz del pintor, queha medido la geometría de suexistencia. He aquí el sonido deesta impronta:

En el trato con la imagen que destinala imagen de los otrosque se salvala imagen que me salva con los otrosla que me salva de los otrospero aún más la imagen míala imagen que no salvaque no salvo de los otrosmucho menos de mí mismoTal es el modo de no ver miautorretrato.

Juego de palabras, juego devoces con el otro, con él mismo."Madeja" "de un solo temporal" enmovimiento. El yo se desplazahacia otro yo que es el otro, peroque redime al otro. Así se ve, asíse figura y desfigura. Son trazosde un cuadro que tiene nombreen el poeta fijado en el pintor.

Este juego de voces, de signifi-cados, encuentra teoría en estetexto: "Palabras asaltantes ¿quéhe de hacer?/ ¿qué les propongo/en vez de tanto ímpetu incesan-te/ si lo que quiero es coincidir conellas/ y ser su nadador mas no sudique/ y que ellas sean mi mori-chal sombrío/ mi caño compla-ciente/ mi caudal de agua en mo-vimiento respirado/ como mi ape-tito de nadar en ellas?". Continen-te y contenido, las palabras semueven, se revuelven, se encuen-tran en una pregunta que pregun-ta. Las palabras llegan y se hacendueñas del lugar, asaltan el almay la completan, la desmadejan,la desfiguran, la miden, la borran.El poeta se sumerge en ellas parano ahogarse.

El azar me conduce a estas lí-neas. Tan cercanas al poemaanterior, tan alejadas de la in-

tención de relacionarlas, de ra-cionalizarlas, pero allí están,graciosas, bellamente ilustradasen el blanco del ojo, en la páginaabierta: "justo a tiempo el avemensajera que me acosa sienteque la miro/ cae/ entierra/ su/último graznido en el hueco quese abre al yo cerrar los ojos".

Y así como el poema es medi-da por lo que dice, por lo que con-tiene y acerca al espíritu, igualpasa con lo que mide, con la uni-dad que marca y agrega a unlugar: "La legua se mide. No sir-ve para medir/ Ella es su medi-da// Una legua/ no ocupa el es-pacio que la mide/ es el espaciomedido/ más sus límites/ El es-pacio/ del cual se ignora cuántomide/ el espacio que es de ella//El espacio que es una legua Elespacio que es ella". ¿No podríaser que la legua sea el poema, lapoética que Alfredo Chacón hadescubierto, la creada desde lamirada del lector, de ese viajeroque migra en las distancias paraencontrar la belleza del poemapara hacerse el poema en su me-dida? Esta teoría, este poema dela legua, es el poema del poema.

Llegó a las últimas páginas deeste libro con este encanto. Es unpoema que define todo lo ante-rior. Es el poema que midió ellugar. Es el poema de la geome-tría convertida en espíritu. Esel poema/ poema revestido de"emoción radical", de verdade-ra poesía, de la ilusión de habi-tarlo y consagrarlo:

El pájaro que en una de sus alassiente cuando se pone el soles el pájaro en cuya otra alael sol se está poniendocuando pasa frente a míperdiéndose de vistahasta que reaparecedándome la caray yo aparezco frente a él…

La lectura de los nueve librosque contiene Salomario (Edi-ciones El otro el mismo, Mérida,Venezuela, 2005) lleva implíci-ta una emergencia: se trata deun libro que está allí para serleído. Se trata de una aventuraverbal llena de asuntos que nostocan de cerca y nos transfor-man. El azar me condujo a afir-mar que el lector existe en lamedida de estos poemas. Que so-mos todo y nada, que estamos enun verso que más tarde, en lapróxima página, nos inventa ynos borra.

Page 2: Suplemento cultural Contenido

Contenido Maracay, Sábado 20 de noviembre de 201010

Miguel Hernández: Un centenariodonde la telaraña y el alacrán no habitan

-ANTONIO GONZÁLEZ LIRA-

Joseph Brodsky valora am-pliamente el papel de las re-giones alejadas de los gran-

des y reconocidos centros de po-der. Para este poeta existe unmomento en que estos espaciosdejan de "realizar su misión desoporte" del quehacer sociopolí-tico dándole paso a esas veladasy apartadas zonas, quienes seránlas que, a través de la lengua,impidan la decadencia de talesfocos. Así lo explica: "lo que im-pide la desintegración no son laslegiones sino las lenguas"; y se-rán los habitantes de las provin-cias, "de la periferia quienes rea-lizan esta labor de contención".

Si trasladamos estos sólidos yesclarecedores argumentos altiempo y espacio que le tocótransitar a Miguel HernándezGilabert (1910-1942), estaría-mos otra vez en presencia deuna condición que dentro delquehacer cultural y en especial,del literario se repite y renue-va cada vez. Como olvidar lacasi caminada por el hombrilloobra de Cervantes; el origen yla esencia rural de tanto poetavenezolano (Enriqueta ArveloLarriva, Miguel Ramón Utrera,Vicente Gerbasi), la improntadeterminante de los puebloscosteños en la creación de Gar-cía Márquez. Sólo algunos ejem-plos dentro de campo de la len-gua que nos conforma y arrai-ga como componentes de unatradición indiscutible.

¿De qué manera MiguelHernández, un humilde pastor decabras de Orihuela, puedeconvertirse en un símbolo literariode la España de su tiempo?

Miguel Hernández, un"alumno de bolsillo pobre" comoes denominado por muchos desus coterráneos, debe lidiar,por una parte, con el peso deun acervo social que lo condu-ce a vivir de la labor ancestralde la tierra; y por la otra, conese impulso que lleva al artis-ta, al poeta, a remontar las másdisímiles inconveniencias paralograr expresar lo luminoso quele brota de la más honda pasión.En ese entorno familiar dondela labranza (aún nutricia) de-vora gran parte de la fuerza vi-tal; donde es menester fundir-se a la brega por la vida, por-que, como él mismo lo afirmaen una dedicatoria a VicenteAleixandre, "nuestro cimientoserá siempre el mismo: la tie-rra", un hijo con vocación lite-raria resulta más que un pro-fundo desacomodo, se convier-te en una terrible calamidad.

Sin embargo, nuestro poetaasume la segunda opción y seentrega casi desbocado al pla-cer de la tarea literaria. Ycomo todo ser agradecido, comouna muestra fehaciente de que

la tierra duele y palpita en lasvenas, Miguel Hernández afi-lia en sus obras ese paisaje dehonda presencia que se deslavade los sueños y los recuerdos.Su experiencia con la natura-leza se convierte en el tópicoinevitable que inunda su almade escritor. La belleza del pai-saje, el esplendor del ambientepastoril , constituyen la mate-ria prima de sus trabajos lite-rarios. Recurrimos a Vicente

Gerbasi con estas justas defini-ciones: "La poesía, podríamosdecir, nace de un profundo en-tusiasmo por la belleza. Esteentusiasmo se va formando ennosotros por nuestro contactocon la naturaleza."

Miguel Hernández asimilaambos elementos: su origenpastoril y el deseo de formacióny del reconocimiento de losámbitos lejanos de la literatu-ra española. Numerosos estu-diosos recogen testimonios decómo el poeta acudía a su citacon el laborar de la tierra; deirse con humildad a satisfacerlas necesidades naturales desus cabras, acompañado siem-pre de esa otra noble tierra queurge cult ivar: los l ibros. Enhoras de adormecido rebaño, elfuturo autor del múltiple can-to a la libertad y a la resisten-cia civi l , enriquece su verbocon los matices exuberantes delos clásicos españoles. Entreéstos algo que más le impactaes la propuesta gongorina, ycomo apunta Jorge Urrutia(uno de sus biógrafos): "Góngo-ra le estalló en las manos comouna granada de furiosa her-mosura". Hermosura que Mi-guel supo amoldar y combinarcon la vivencia natural que lointegrará como ser humano

poéticamente sensible. Es co-mentario de sus tutores escola-res que ese niño de mirada ver-de oliva y de timidez proverbial"leía todo lo que se le proporcio-naba", y que junto a la inteli-gencia excepcional que poseía,un espíritu creciente de supe-ración evidenciaba el talentoacendrado en su ser.

Para este escritor la poesíaes la brecha luminosa que par-te en dos su fervoroso destino.Gracias a ella se sumerge en elmundo cosmopolita de la granciudad. Después de cantar alpaisaje de Orihuela; de compo-ner himnos a los equipos de fút-bol donde milita con el entu-siasmo del regocijado niño desiempre; con los más de milversos escritos en el monte desu labranza o junto al ciprésque adorna la huerta; despuésde producir esa obra a los die-ciocho años, asume el queha-cer poético como la inexorableruta para expresar ahora esanueva realidad que se ciernesobre la España republicana.Y ese duro proceso formativolo conduce a compartir con lomás representativo de la l i te-ratura española: Machado,Aleixandre, Lorca, Alberti ,entre otros. En un poema dedi-cado a Neruda ("Oda entre san-gre y vino") se retrata de estamanera: "Yo que he tenidosiempre dos orígenes/ un an-tes de la leche en mi cabeza/ yun presente de ubres en mismanos;/ yo que l levo cubiertade montes la memoria/ y detierra vinícola la cara, estacara de surco articulado...". Esel inquieto pastor de cabras queno desdeña de su procedenciac a m p e s i n a .

En sus primeros escarceospoco favorables con el pesado co-rrillo de literatos que cunde enMadrid, pudo sentir crudamen-te los que sus propios versos de-latan: "Como el toro te sigo y tepersigo,/ y dejas mi deseo enuna espada/ como el toro burla-do, como el toro". Sin embargo,esta situación se transforma po-sitivamente al estrechar losvínculos con aquellos consagra-dos poetas.

Al l í , en su quehacer diar iolate la provincia; esas regio-nes menos "enteradas" y "os-curas", que en no escasas opor-tunidades simulan veletas su-bordinadas a las br isas (me-jor a las tormentas) del podery a los egoísmos de las capita-les. En el trabajo del juglar deOrihuela palpi ta la fuerza delos seres humanos, que comoseñala Brodsky, se hace mu-cho más poderosa que los gran-des e jérci tos logrando defen-der y l lenar de orgullo la cul-tura de los pueblos.

El sentir del poeta está llenode la tierra que se labora y quedebe renovarse con el senti-miento eterno de quien se re-conoce sustento y deudo de su

generosidad. Y capaz es MiguelHernández, como apuntaNeruda, de "escuchar el rumorsecreto que brota del interiorde las ubres de las cabras". Escantor telúrico que escribe loque contempla y lo conmueve,dándole el impulso lírico de suintimidad. Transforma lo quele rodea: el pedazo de t ierraque lo soporta, la luz nítida querevive la huerta, la tarde mo-ribunda que recoge al labriegoy a su arreo. Todo eso en uncaluroso canto lo devuelve alm u n d o .

Su vida está colmada de esanecesidad de integrarse almundo lejano, y a veces inac-cesible de los focos de poder dedecisión política y cultural,pero, no para transformarse enun extraño de sus voces here-dadas; no para desestimar susraíces provincianas. Nunca.Los poetas como Miguel Her-nández acometen con su oficiolos dura paredes de los centroscapitalinos. Socavan brillante-mente los espacios "esclareci-dos" de las burocracias, enrique-ciendo las aburridas arcas lite-rarias con el lustre que ya per-dieron gracias al añejo círculode los grupos y contertulios delas poesías nacionales. Compa-rece en la sociedad madrileñamostrando los amplios giros delos que está constituida unac u l t u r a .

Unos versos del pastor de "losruiseñores levantinos" nos acer-ca a las difíciles condiciones quele tocó vivir:

La cebolla es escarchacerrada y pobre:escarcha de tus díasy de mis noches.hambre y cebollahielo negro y escarchagrande y redonda.

Con mucho esfuerzo se fueformando en los estrechos lími-tes del autodidacta hasta ven-cer en muy buena lid todos losobstáculos. Sólo la tiranía y losbárbaros que arrojan "las ara-ñas más negras de su nido", lodetienen. Pero el verbo que asal-ta trincheras y enarbola digni-dades permanece vivo derri-bando guerras, mentiras ymuerte. Y para aquellos que seatreven a deshonrar y zaherirla sangre del poeta sentencia:"Son los traidores asesinos delpueblo y la poesía, y nadie loslavará: en su misma suciedadquedarán cegados". Aboga en sucanto que de aguerrido y nobleno muere que: "Hablemos deltrabajo, del amor sobre todo,/donde la telaraña y el alacránno habitan".

Porque allí donde ya no pre-valecen las legiones, donde handesfallecido las armas, seguiránatentos los libros. Y será el nobleespacio donde se yerga, comoafirma Neruda, la eléctrica sa-biduría verbal.

Page 3: Suplemento cultural Contenido

Maracay, Sábado 20 de noviembre de 2010 Contenido 31Conmemoración: (En el centenario del nacimiento de Miguel Hernández)

El rayo que no cesa-EDUARDO GASCA-

En el cementerio alicantinode Nuestra Señora del Re- medio una lápida mortuo-

ria reza, con elocuencia escueta,MIGUEL HERNÁNDEZ / POETA,1910-1942. Cierre literalmentelapidario que, no obstante, seabre como partida de nacimien-to iluminada y fe de vida que nocaduca nunca: "Miguel Hernán-dez, poeta". Pues eso es MiguelHernández: poeta. Simplemente.Y en presente perfecto, siempre.

Poeta es lo que siempre quiereser Miguel, poeta a secas. Y sinembargo, en 1937, en Valencia,España (su España del pueblo yla esperanza y el amor y la vida,la España de la luz en guerra con-tra la España oscura, reacciona-ria, mortífera y mortuoria) lerinde un homenaje y lo declara"el gran poeta del pueblo".

De haber tenido que escoger unatributo de su ser poeta, Miguelhubiese preferido (¿quién que leasus poemas de amor y de vida yde sueños lo pondría en duda?)"el gran poeta del amor y de lavida y de los sueños". Lo de la per-tenencia al pueblo es aclaratoriay título y reconocimiento que yavendría como sobrando, si senace pastor de cabras y en Ori-huela, y se es pastor de cabras yen Orihuela hasta bien pasadala adolescencia. Y se hace poesíaa escondidas del padre (que hu-biese preferido para él el epitafio"Miguel Hernández, cabrero",como todos los Hernández de Ori-huela) mientras pastorea cabras,y se gana el primer concurso li-terario pasando en limpio los tex-tos con una máquina de escribirprestada. Miguel es pueblo, en-tonces, por derecho de cuna.

Mas no es por eso nada más,por pastorcillo provinciano, quela España de la luz y los poetasnuestros, la de Antonio Macha-do y García Lorca y Rafael Al-berti, pero también de PabloNeruda y César Vallejo, hispa-nos españolísimos de oficio, lonombra "el gran poeta del pue-blo". Es que del 30 de octubre de1910, cuando nace, a 1937,cuando el pueblo soberano enarmas lo nombra su vocero(pues de eso se trata: de recono-cer en la poesía de Miguel la vozpoética del pueblo que lucha amuerte por la vida) se ha atra-vesado en el camino la GuerraCivil española. Miguel, que has-ta de la muerte había escritofundamentalmente con amor(¿no es acaso la "Elegía" a RamónSijé, la más hermosa escrita ja-más en castellano, ante todo unpoema de amor dolido?) apren-de a escribir también con ira.Con y para el pueblo airado com-batiente en una guerra desigualque enfrenta a la República (quecon todo y sus terribles contra-dicciones e incoherencias inter-nas es mal que bien el bando delos justos y los libres y los despo-seídos), apoyada desde afueradirectamente tan sólo por la

Unión Soviética, simbólicamen-te por México y demasiado tími-damente por Francia, contra elsector reaccionario del ejércitoal servicio del oscurantismo, elfascismo, los grandes terrate-nientes, los dueños de fábricasimplacablemente explotadores,el alto clero cómplice y aprove-chador que le da cobertura reli-

giosa a la iniquidad, con el apo-yo masivo de Alemania e Italia,y la complicidad más o menosabierta de las grandes potenciasimperialistas europeas y los Es-tados Unidos.

Cuando estalla la Guerra Ci-vil, en julio de 1936, hace ratoya que Miguel Hernández ha to-mado partido por el pueblo. Es

decir, ha asumido un compromi-so político activo, militante, conla causa popular. De hecho, en1931 había ingresado a la Juven-tud Socialista. Y es como militan-te político revolucionario que Mi-guel Hernández, poeta, asume supapel en la guerra. Hacedor depoemas y combatiente en el fren-te. Se alista en una compañía dezapadores, asciende a comisariopolítico y luego a Delegado Cultu-ral de la Primera Brigada Móvilde Choque. "En los campos de ba-talla animaba a través de altavo-ces del frente a los soldados delejército popular para llenarlos deentusiasmo con la lectura de susversos", dice uno de sus biógrafos.("¡Salud, hombre de Dios, mata yescribe!" le dice el hablante poéti-co al combatiente Ramón Collaren un poema sobre la Guerra Ci-vil, de César Vallejo. Miguel, hom-bre de Dios que nunca conoció elpoema de Vallejo, mata y escri-be. Y arenga).

Y a pesar de todo (¿o acasoprecisamente por ello?), el Mi-guel Hernández personaje deepopeya que es a la vez poetaépico y voz del pueblo en comba-te escribe en esos tiempos variosde sus poemas líricos más con-movedoramente hermosos. A laamada presente, a los hijos quenacen. A la presencia del amor.Intimidad y ternura, a pesar delos pesares. Y luego, poco a poco,al ritmo de los reveses en la viday en la guerra, a la amada au-sente, al hijo que muere, a lapresencia del amor que duele.Las batallas perdidas.

Esa guerra, como se sabe, laperdimos nosotros. El poeta per-dió al final todas las suyas, me-nos la de la dignidad. El 1º deabril de 1939 el ejército populares derrotado finalmente. MiguelHernández, poeta ex combatien-te vencido, intenta escapar dela represión brutal y letal quesobreviene a la derrota, pero en

la frontera con Portugal lo de-tiene la policía portuguesa y loentrega de vuelta a sus herma-nos fascistas españoles. Sin em-bargo, esa primera vez la repre-sión se equivoca y le conceden lalibertad provisional. Y el poetaprovinciano esposo y padre queañora su casa en Orihuela y laesposa y el hijo que ama, des-atiende vulnerable e ingenuo alinstinto del poeta ex combatien-te que le dice que aproveche parahuir. Regresa a Orihuela, a laesposa, al hijo, al último reduc-to. Y en su propio pueblo lo de-tienen de nuevo. Ese sí es el en-cierro final, en rotación por di-ferentes cárceles que a fin decuentas son una misma prisióndefinitiva. Y saber del hambrey la penuria económica de la fa-milia. La soledad, la separación.Y en 1940, la tuberculosis pul-monar aguda. Por él intercedeninfluencias de renombre nacio-nal e internacional, y el régi-men está dispuesto a ganarsealgunas indulgencias en la opi-nión pública accediendo gracio-samente a su liberación. Bajo lacondición, por supuesto, de quefirme una declaración en la queabjure de su compromiso políti-co. Oferta que se le repite variasveces y bajo diferentes formas,y siempre se niega a aceptar.Los interrogatorios constantes,las amenazas de condena amuerte alternadas con la ofertade libertad si claudica. Y no clau-dica. Y por supuesto muere lamuerte terrible del tuberculoso.Es 28 de marzo de 1942. No lle-ga a los 32. Y en esos tres añosfinales literalmente agónicos,Miguel Hernández, poeta, decan-ta para cantar tanta derrota dela historia, tanta derrota delpueblo, tanta agonía personal.Ya no más la voz de la arenga,proyectada hacia afuera, al oídodel pueblo. Ahora el poeta, pue-blo reducido a sí mismo cantaquedo, acorralado en un aden-tro en el que ya sólo habitan lasausencias, la sedienta necesidadde la esposa y del hijo, la fami-lia. Dice de él y para ellos. Y delamor. Con dolor, con un dolorinmenso y amatorio. Hace Can-cionero y romancero de ausen-cias, y compone "Nanas de lacebolla" para que la poesía en len-gua española toque el límite dela pureza lírica perfecta. Y paraque esa lápida lacónica en el ce-menterio de Alicante resulte enverdad partida de nacimiento yfe de vida.

Llegó con tres heridas:la del amor,la de la muerte,la de la vida.

Con tres heridas viene:la de la vida,la del amor,la de la muerte.

Con tres heridas yo:la de la vida,la de la muerte,la del amor.

Page 4: Suplemento cultural Contenido

Contenido Maracay, Sábado 20 de noviembre de 201032

El Mocho Hernández en San Casimiro-SALVADOR RODRÍGUEZ-

En los últimos días de octu-bre llegó el Mocho Her- nández a San Casimiro de

Güiripa. En estos tiempos secumplen 111 años de esa histó-rica incursión que terminó conla ocupación del pueblo por tro-pas del gobierno. Los hechos del29 de octubre de 1899, carecende la verdad de los aconteci-mientos y se hace necesario ajus-tarlos para que la ortodoxia cedael paso ante pesquisas que per-miten narrar las vicisitudes quepasaron los sancasimireños enese inolvidable día.

El 22 de octubre de 1899, enhoras de la tarde, hizo su entra-da a Caracas, el general Cipria-no Castro. Al día siguiente, elpresidente del Consejo de Go-bierno, general Víctor Rodrí-guez, hizo entrega formal del go-bierno al general Cipriano Cas-tro. 70 horas después, su minis-tro de Fomento, el Mocho Her-nández, renuncia al Ministerioy se subleva por considerar queel Gabinete no cumplía con lasexpectativas morales y admi-nistrativas. El Mocho se va a losValles del Tuy y luego pasa aSan Casimiro, perseguido por elgeneral Luciano Mendoza, co-mandante en jefe del EjércitoNacional. Esta historia quiereabordar con claridad apodícti-ca los pormenores, de ese 29 deoctubre, en que los hombres deLuciano Mendoza llegaron a unaespecie de centavería, olvidan-do que en este pedazo de Araguavivían los seres más pacíficos apesar de ser tierras de genera-les. Ese día quedó grabado, enla mente de los vecinos, todo elterror y desolación en aquellosque tuvieron la suerte de nomorir a manos de fieros perse-guidores que sólo preguntabanpor el Mocho Hernández. Algu-nos historiadores cuentan queel MOCHO HERNÁNDEZ utilizóla vía de Tácata para llegar aGüiripa y luego descender a SanCasimiro hasta advenir a la pla-za pública por las dos quebra-das (llamada en 1933, la Reha-bilitación). Este itinerario nopudo ser, ya que la carreteraque une a Cúa con San Casimi-ro era transitable desde 1873,año en que empezó a construir-se bajo el gobierno de GuzmánBlanco. Otro dato importante esque el general Luciano Mendo-za (su perseguidor) era conoce-dor de la zona por haber tenidoun campamento militar, cuan-do gobernaba el "ilustre ameri-cano". Otra cuestión significa-tiva es que el MOCHO no cono-cía el terreno que pisaba, debi-do a que su carrera política ymilitar la había desarrollado enterritorio Yuruari, donde luchópor la integración de esa tierra

un lance personal con el gene-ral Celestino Peraza. Otros acon-tecimientos permiten contrade-cir lo que hasta hora se daba

como cierto. Don Pedro ManuelÁlvarez y su esposa CleotildePortilla no pudieron recibir alMOCHO porque para la fecha desu llegada estas honorables per-sonas no estaban casadas, comosí lo hicieron el 14 de mayo de1903 ante el presidente delConcejo Municipal, FranciscoNieves.

Hay otra razón que derrum-ba la invectiva de muchos,cuando afirman que fue recibi-do por los Vargas. Esta valiosafamilia comienza a conocerse apartir de don Rafael Vargas yéste, cuando llega el MOCHOHERNÁNDEZ, contaba con 12años de edad, ya que su naci-miento fue en 1887. Otra opi-nión manifiesta que el Sr. Pe-dro Manuel Álvarez Vera dio eldiscurso de bienvenida al MO-CHO. No se puede negar, pero acontracorriente aparece que"para conformar el Concejo Mu-nicipal se debía tener en cuen-ta que las personas en quienesrecayeran los nombramientosfueran adictos al gobierno". Nose puede creer que, el ilustrecuéño, se fuese inmolar en pri-mavera, y él sabía a lo que seexponía si daba ese mal paso.Igualmente debe haber intuidoque con el tiempo podría ser pri-mero entre sus iguales. En1899, San Casimiro ya era Dis-trito y funcionaba el ConcejoMunicipal, instalado el 19 defebrero de 1899, y era su Presi-dente (primero en la historia)el Sr. Reinaldo Alva y tuvo porcolegas de cámara a RodulfoRequena (dueño de una imagende San Casimiro), Ignacio Ca-rreño, Pedro Manuel Álvarez,Gil Fonseca y Mariano Carreraen la Secretaría. Casimiro se ex-cedía en tranquilidad donde loprodigioso era el poder curati-vo de las aguas de chupadero.Rara vez el sosiego era alteradocomo el día en que el gremio depesadores de carne para el abas-to público, representado porElías Hidalgo, Pedro Jesús Peña,la sociedad Hidalgo y Díaz, LuisTomás Carpio y Mateo Blanco,solicitaban al Concejo Munici-pal "les concediera la gracia derebajar a 10 bolívares de cadauna res que beneficiaban en lu-gar de 16 bolívares que en eseentonces pagaban".

Igualmente, por el pleito que sos-tuvieron el Concejo Municipal conlos ciudadanos, Guillermo Goos(dueño de la bodega "Las 2 Velitas"y que, luego, se conoció como laPerseverancia), José María Carre-ño (dueño de una bodega frente ala plaza pública y en el mismo sitiodonde estuvo Rubén Sosa enfrentede la plaza Bolívar) y Luis Villaltapor un contrato de arrendamientodel Matadero Público.

¿Podrán imaginar la tremo-lina que se armó ese 29 de octu-bre de 1899?

al estado Bolívar. También hayotro asunto que es bueno diluci-dar. Algunos historiadores afir-man que el perseguidor del MO-

CHO era el general NatividadMendoza; esto no es cierto, yaque este General se encontrabaherido de gravedad producto de