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Maracay, Sábado 4 de junio de 2011 Crónicas del Olvido Palabras que no caben en la boca ALBERTO HERNÁNDEZ 1.- T odavía nos acechaban algunos fantasmas, de esos que solían burlar las horas y convertirse en duendes o en fenómenos de la naturaleza, como un true- no o una lluvia pertinaz, tan brutalmente tropicales que hoy destacan en las primeras planas de los periódicos. Estaban allí muchos nom- bres de vivos y muertos. Y ese día del año 78, ese día que ya no recuerdo el lugar de la semana, me tropecé con un tipo en la puerta del diario El Imparcial, en el mismo ins- tante en que entraba el fére- tro de Alfredo Henríquez Arias, nuestro recordado "Charrito", jefe de redacción del que fuera el decano de la prensa de Aragua. -Este es el Nono Sucre, el amigo que te mencioné hace días- me dijo Asdrúbal Came- jo, quien militaba en el MAS al lado de Nono y de otros personajes que luego alcanza- ron esferas superiores en la política tanto regional como nacional. El tipo me extendió una de las manos de saludar y me sonrió con cierto desgano. De inmediato, en medio de una timidez que aún no me aban- dona, la amistad se hizo, como la luz aquel otro cercano día del Génesis. Enterramos al Charrito y luego escanciamos unas cer- vezas para celebrar el feliz via- je de quien fuera amigo de todo el mundo, quien segura- mente así lo sigue siendo des- de su esfera eterna. ro, Nono tenía cara de guai- querí, de indio del mar. De ahí en adelante, hasta el día de su postrero aliento, Nono y quien esto escribe fui- mos hermanos. Mi familia se hizo suya y la suya se hizo mía. Por él conocí a poetas, narradores, locos, borrachos y alucinados de este país, en- tre ellos al poeta José Lira Sosa, allá en su calle Guilarte de Porlamar. A Felito en Juan- griego. A José Vicente Abreu en la Caracas de los 80. A tan- tos otros que hoy alimentan nuestros afectos. A su herma- na Yaya y a su cuñado Domin- go, también en la Isla, quie- nes me brindaron calor y afectos. A Belkys y a Leonel, a Luis Felipe, a Luis, entre los tantos que lo sobreviven y lo siguen nombrando. 3.- Nono nació en 1942. No re- cuerdo el día aunque muchas veces lo celebramos, pero eso no importa. Tenía 68 años cuando partió el día de San José de este año, es decir, el 19 de marzo. Con Nono viajé y trabajé mucho. Escribimos a dos, a tres, a cuatro, a 10 ma- nos, de día y de noche. Leímos juntos mucha poesía y se nos olvidó el mundo muchas ve- ces por alcanzar el significado de un verso, o la borrosa tru- culencia de un cuento. El guaiquerí salao que fue Nono. El que lo sigue siendo, permanece en la memoria, en aquella que dejamos sembra- da en periódicos y revistas. En El Imparcial, entre denuncias políticas, allanamientos y ma- las querencias. En El Aragüe- ño, cuando en el suplemento literario "En Letras Vivas" José Aloise Abreu y Santiago Rojas capitalizaban las publi- caciones culturales de Mara- cay, en los primeros años de la década de los 70, donde pu- bliqué mi primer texto. En El Siglo, en El Carabobeño, en Notitarde, en La Prensa de Los Llanos, en aquel sueño que de revista devino librería llama- do Umbra, donde respirába- mos y nos ahogábamos con Eduardo Casanova, nuestro pariente poético y hermano de sangre y huesos. Fueron más de 30 años de aventuras. De viajes, de flujos y reflujos. Y en esa jornada estuvieron sus hijos Joche, Tania y Piti y luego los otros muchachos que son los más muchachos de él : Alejandro, Valentina y Juan David. Y con ellos, doña Celia, ese ángel maravilloso, guaiquerí, mar- gariteño y del Valle del Espí- ritu Santo, la madre de mi amigo, que también fue la mía, como la mía fue la de él. Sus hermanos mis hermanos y los míos los suyos. Su tierra la mía y mía la suya. La isla fue mía con sus mareas y mi llano con su inmensidad fue de él. Su Caribe y mi triste río Tiznados se encontraron en muchos paisajes. Periodista conocedor del idioma, perfeccionista y sin miedo. Malcriado y amable, loco y cuerdo, áspero, amo- roso, sobrio y embriagado. Poeta descuidado, ajustado a las deshoras. Un ser humano que andaba por el mundo, por nuestras calles, con su nom- bre bien puesto. Alunado, asoleado. Ese era mi amigo y hermano Nono Sucre. Hay muchas más palabras para decir de él, pero esta no- che no me caben en la boca. (Maracay, en el CNP, entre amigos y duendes, la tarde del jueves 2 de junio de 2011) 2.- Días después conocí la bi- blioteca del Nono Sucre, quien en realidad y en la fic- ción se llamaba y se sigue lla- mando José Antonio Sucre Millán, de los Sucre de orien- te y de los Millán también de oriente. -Bueno, es que yo soy un guaiquerí salao -me dijo en la sala de su apartamento. Me quedé girando alrede- dor de la expresión y la acep- té para siempre como el me- jor vocativo de un hombre que viene de una isla pleno de sol y vientos marinos. Y cla-

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Maracay, Sábado 4de junio de 2011

Crónicas del Olvido

Palabrasque no caben en la boca

ALBERTO HERNÁNDEZ

1.-

Todavía nos acechabanalgunos fantasmas, deesos que solían burlar

las horas y convertirse enduendes o en fenómenos dela naturaleza, como un true-no o una lluvia pertinaz, tanbrutalmente tropicales quehoy destacan en las primerasplanas de los periódicos.

Estaban allí muchos nom-bres de vivos y muertos. Yese día del año 78, ese día queya no recuerdo el lugar de lasemana, me tropecé con untipo en la puerta del diario ElImparcial, en el mismo ins-tante en que entraba el fére-tro de Alfredo HenríquezArias, nuestro recordado"Charrito", jefe de redaccióndel que fuera el decano de laprensa de Aragua.

-Este es el Nono Sucre, elamigo que te mencioné hacedías- me dijo Asdrúbal Came-jo, quien militaba en el MASal lado de Nono y de otrospersonajes que luego alcanza-ron esferas superiores en lapolítica tanto regional comonacional.

El tipo me extendió una delas manos de saludar y mesonrió con cierto desgano. Deinmediato, en medio de unatimidez que aún no me aban-dona, la amistad se hizo, comola luz aquel otro cercano díadel Génesis.

Enterramos al Charrito yluego escanciamos unas cer-vezas para celebrar el feliz via-je de quien fuera amigo detodo el mundo, quien segura-mente así lo sigue siendo des-de su esfera eterna.

ro, Nono tenía cara de guai-querí, de indio del mar.

De ahí en adelante, hasta eldía de su postrero aliento,Nono y quien esto escribe fui-mos hermanos. Mi familia sehizo suya y la suya se hizomía. Por él conocí a poetas,narradores, locos, borrachosy alucinados de este país, en-tre ellos al poeta José LiraSosa, allá en su calle Guilartede Porlamar. A Felito en Juan-griego. A José Vicente Abreuen la Caracas de los 80. A tan-tos otros que hoy alimentannuestros afectos. A su herma-na Yaya y a su cuñado Domin-go, también en la Isla, quie-nes me brindaron calor yafectos. A Belkys y a Leonel,a Luis Felipe, a Luis, entre lostantos que lo sobreviven y losiguen nombrando.

3.-Nono nació en 1942. No re-

cuerdo el día aunque muchasveces lo celebramos, pero esono importa. Tenía 68 añoscuando partió el día de SanJosé de este año, es decir, el19 de marzo. Con Nono viajé ytrabajé mucho. Escribimos ados, a tres, a cuatro, a 10 ma-nos, de día y de noche. Leímosjuntos mucha poesía y se nosolvidó el mundo muchas ve-ces por alcanzar el significadode un verso, o la borrosa tru-culencia de un cuento.

El guaiquerí salao que fueNono. El que lo sigue siendo,permanece en la memoria, enaquella que dejamos sembra-da en periódicos y revistas. EnEl Imparcial, entre denunciaspolíticas, allanamientos y ma-las querencias. En El Aragüe-ño, cuando en el suplementoliterario "En Letras Vivas"José Aloise Abreu y SantiagoRojas capitalizaban las publi-

caciones culturales de Mara-cay, en los primeros años dela década de los 70, donde pu-bliqué mi primer texto. En ElSiglo, en El Carabobeño, enNotitarde, en La Prensa de LosLlanos, en aquel sueño que derevista devino librería llama-do Umbra, donde respirába-mos y nos ahogábamos conEduardo Casanova, nuestropariente poético y hermanode sangre y huesos.

Fueron más de 30 años deaventuras. De viajes, de flujosy reflujos. Y en esa jornadaestuvieron sus hijos Joche,Tania y Piti y luego los otrosmuchachos que son los másmuchachos de él : Alejandro,Valentina y Juan David. Y conellos, doña Celia, ese ángelmaravilloso, guaiquerí, mar-gariteño y del Valle del Espí-ritu Santo, la madre de miamigo, que también fue la mía,como la mía fue la de él. Sushermanos mis hermanos y losmíos los suyos. Su tierra la míay mía la suya. La isla fue míacon sus mareas y mi llano consu inmensidad fue de él. SuCaribe y mi triste río Tiznadosse encontraron en muchospaisajes.

Periodista conocedor delidioma, perfeccionista y sinmiedo. Malcriado y amable,loco y cuerdo, áspero, amo-roso, sobrio y embriagado.Poeta descuidado, ajustado alas deshoras. Un ser humanoque andaba por el mundo, pornuestras calles, con su nom-bre bien puesto. Alunado,asoleado. Ese era mi amigo yhermano Nono Sucre.

Hay muchas más palabraspara decir de él, pero esta no-che no me caben en la boca.

(Maracay, en el CNP, entreamigos y duendes, la tarde del

jueves 2 de junio de 2011)

2.-Días después conocí la bi-

blioteca del Nono Sucre,quien en realidad y en la fic-ción se llamaba y se sigue lla-mando José Antonio SucreMillán, de los Sucre de orien-te y de los Millán también deoriente.

-Bueno, es que yo soy unguaiquerí salao -me dijo en lasala de su apartamento.

Me quedé girando alrede-dor de la expresión y la acep-té para siempre como el me-jor vocativo de un hombreque viene de una isla pleno desol y vientos marinos. Y cla-

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Un lento deseode palabras

MANUEL CABESA

¿Quién lee poesía en laactualidad?, ¿quienesdan cuenta de la apa-rición de un nuevopoemario o el surgi-miento de algún poetaen ciernes? Una granmarea de silenciocubre la publicación deun libro de poemas,nunca se sabe a quélectores llega(si es que llega), nicual es la reacción deestos lectores.

Algunas personas comen-tan que a pesar de ser asiduos lectores la poe-

sía no entra dentro de la órbi-ta de sus preferencias; gene-ralmente se oyen argumentoscomo: "no se entiende el signi-ficado del poema"; "no se sabelo que quiso decir el poeta alescribirlo".

El asunto radica en que nointeresa lo que el poeta quisodecir, sino la sensación quedespierta la lectura del poema,lo que descubrimos de noso-tros mismos al leerlo. Al tra-tar de descifrar el significadode un verso es inevitable quecada lector elabore su propiainterpretación, y esto es por-que la poesía se caracteriza,precisamente, por la posibili-dad de rehacerse en cada lec-tura y, por supuesto, según laóptica de cada quien.

Con el afán de penetrar elsentido de la escritura se hancreado diversos sistemas me-todológicos. El psicoanálisis,

la sociología, la antropología,el marxismo, la lingüística, elestructuralismo, entre losmás conocidos, no son másque fases de un proceso queintenta racionalizar el mensa-je poético. Sin embargo, estasposibilidades de interpreta-ción no pueden iluminar lavastedad de propuestas queofrece el poema; cada méto-do sólo ofrece una alternativade lectura, jamás total y casinunca verdadera.

Con esto no se intenta des-valorizar los logros de los mé-todos de análisis existentes. Loque se intenta es dar a enten-der que al asumir sólo una pro-posición de lectura, perdemoslo mágico que pueda encon-trarse en una lectura más ino-cente, si leyéramos con losojos, como sugiere Gabriel Zaid,si nos dejáramos arrastrar porel esplendor de las palabras.

Borges dice que la lectura esuna forma de la felicidad. Leerpor gusto es leer para ser feli-

ces. Cuando se lee por placerel único sistema metodológi-co que existe es la mirada dellector, el lector que vive en elpoema, que convive con suspalabras, las saborea, se reali-za en su lectura, se torna másfeliz por ella. La felicidad, con-tinúa Borges, no exige esfuer-zos, por eso al leer debemosevadir los esfuerzos: ha de leer-se por un acto de amor, unamor que como el amor físicose logra a través del placer.

La poesía es más que unproducto del lenguaje, es laconciencia y memoria de unalengua, el instrumento másapto para explorar los recur-sos creativos e imaginativosde una sociedad. La poesía sedesdobla, se duplica, multipli-ca el campo de comunicaciónentre los hombres. Por eso lapoesía es irreducible a cual-quier discurso analítico, puescomo dijimos, todos miransólo una parte del fenómeno.

Pero, ¿cuál es este fenóme-

no?, ¿qué es aquello que nacecon la poesía?, ¿qué leemoscuando leemos poesía?

Veamos: es claro que elpoema se compone de pala-bras, pero éstas más que re-flejar una realidad externaapuntan a sí mismas: "al nom-brar se nombran, al referir seautorrefieren" explica SaúlYurkievich. La realidad delpoema es su propia existencia,las palabras que componen elpoema tienen color, sonido,olor, textura, a ellas les gustaser manipuladas: "Chillen pu-tas" les grita Octavio Paz. Laspalabras que componen elpoema tienen musicalidad,sugieren, excitan, enaltecen elespíritu de quien las consume;sólo en la mirada se realiza elpoema. El poema es virgen: lamirada lo viola.

La palabra que nombra esla misma que borra lo nom-brado. El poema es el lugar delas revelaciones, pero tam-bién el lugar del misterio: seabre el camino de una explo-ración de lo humano reco-brándose a si mismo en la crea-ción: el amor, el deseo, la rea-lidad misma de la escrituraemergen desde la profundidadvital de una voz. Sólo en elpoema lo huidizo se detienedejando que su esencia se apo-dere de las palabras.

A través de la escritura elpoeta se aproxima a aquelloque aún carece de forma, unresplandor poco común queatrapa los sentidos y apenas esexpresable. Pareciera que unafugaz sombra quedara inscritaen la dureza íntima de una pie-dra. El poeta debe estar en per-manente vigilia a fin de encon-trar a su alrededor los signosque le revelen la trascenden-cia de lo existente: todo es pre-sencia y, a la vez, todo es au-sencia. Sólo lo escrito perma-nece más allá de la existenciaefímera de las cosas.

La poesía, entonces, apare-ce en el mundo como un ele-mento que da coherencia alimpulso vital del hombre. Ellaes una fuerza que, como elamor, nos confiere lo más sig-nificativo del sentido de vivir.Debemos a Hölderlin esta fra-se esclarecedora: "Llenos deméritos está el hombre, más nopor ellos, sino por la poesíahace de esta tierra su morada".

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Maracay, Sábado 4 de junio de 2011 Contenido 31

Poética del desatino:

Exaltación del silencio y el tiempoEDDA ARMAS

Poética del desatino anclaen un espacio de oriunda y frenética libertad. Es

corriente del pensar abruma-do. Falta de prudencia por laurgencia del decir, lo que eneste caso se celebra. Entre-sueño o entrenubes: orificiodel ojo en todo caso, por el queAlberto Hernández pasa laagujilla para armar este nue-vo traje, este nuevo libro. Lapermisibilidad que otorga laacción del desatinar: sea "fa-llar el tiro o la puntería" es loque afila descomunalmente lapunta de la agujagrafía en estaocasión, pero paradójica y ati-nadamente, con el "don delacierto", ya que la escriturahace un cristalino regalo allector, al ubicarlo frente a lasnotas que podríamos llamar"al margen", en protagonismoreal. Memoria. Apunte. Ideapara desarrollar. Lo que seduda. Lo que se exalta. Lo quese elige, lo que se reprocha oborra. Por tanto, intuyo, queel deseo que acá hizo realidadel autor, es el compartir lo queha ido acumulando, recono-ciéndole un lugar. Acá tomófuerza el sacar de las sombrasy rincones: lo escindido. Loque el autor llama "la zurra-pa", y que en el devenir de lalectura se aprecia como den-sa y carnal decantación re-flexiva; de lo rumiado haciadentro por años, en torno, al-rededor, por encima y pordebajo, en temas de impor-tancia para todos: la estupi-dez, la muerte, el uso del adje-tivo, el silencio, el sentido delas palabras, algunos nombresde la literatura de aquí o demás allá, o el cómo del poemano escrito aún.

Permitirse el humor, tal ycomo Alberto Hernández se lopermite. Cara directa del des-varío; a sabiendas de que no loes, es el caso de este libro, unaestrategia que coloca la pala-bra escrita cercana al lector desus páginas. Ese lector captu-rado, ya libro en mano, pasarásus ojos por las letras del índi-ce para advertir la densidaddel bosque: Vértigos, Ajuste decuentas, Paradojas, Limitacio-nes, Promesas, Iluminaciones,Necedades y Demiúrgicas, amanera de gavetas que podrán

explorarse de manera aleato-ria, sin peligro de perderse denada, siendo -otra vez- unagran y redonda verdad aque-llo de "que las partes nos lle-van al todo, siendo el todo másque la sumatoria de las partes".Y es que, en el caso de Alberto,logra en la construcción dePoética del desatino, la suma-toria cómplice del poeta conel crítico (carril en el que semueve con destreza y genero-sidad desde hace años, parabien de la crítica literaria enVenezuela) añadiendo enton-ces de manera precisa y ex-profesa la intencionada obser-vancia del periodista atentoque lo habita. Es desde ese ojo,desde lo afilado de ese mirar -a la mejor manera del vértice-que estas páginas resumen loque ha extraído de intermina-bles lecturas, reflexiones, ytambién trances.

Así es. Y así lo hallarán,despellejadamente libre y per-sonal, escribiendo lo que ledolía y duele, lo que percibíay percibe, lo que sopesa y ca-libra, lo que pasaba y siguepasando por su cabeza, trasmirar lo de afuera, pero tam-bién aquello que se ha alojadoen su corazón de escritor,porque también se permite re-velar, marcar, ahondar, sus

preferencias o dolientes cer-canías con la obra de algunosautores, que de una u otramanera, en lo particular, hansido ejes de su concentradomapa escritural, cuando decrónica o de críticas literariase ha tratado, a la mejor ma-nera de una Memoriabilia muypersonal. Nombres acotados,como Renato Rodríguez, consu "Al sur del Ecuanil, que bienvalió borrar el Ecuador"; Al-fredo Armas Alfonso "con sushistorias de golpes de estado,historia de la literatura: fic-ción y realidad en una com-petencia de heridas y gritos";Cubagua, la novela de EnriqueBernardo Núñez -la que esteaño, por cierto, celebra sus 80años-, recordándonos que"Dentro de su cuerpo, Leizia-ga contiene otro cuerpo y lateoría del tiempo"; o Fernan-do Pessoa "y sus personalida-des que obedecían a la fre-cuencia de las mareas"; o "es-cribir un recado donde hableEliseo Diego", o como "el de-monio habita en la mirada in-ventiva del niño de Cassinelli",según escribió Franz Kafka enla Muralla china; o el Diccio-nario del diablo "entre cuyaspáginas encontró la agoníaperdida su autor AmbroseBierce, aunque alguien se la

robó cuando llegó a la últimapágina"; algunas acotacionesen Iluminaciones.

Gerbasi, Gallegos, Cantacla-ro, Meneses, Francisco deQuevedo, Jorge Luis Borges,Diógenes, Contramaestre, Ra-fael Cadenas, Derrota, Lisca-no, Ezra Pound, Alfonso Re-yes, Pepe Barroeta, Dulce ma-ría Loynaz, Juan Rulfo, Valle-jo, Rimbaud, Carlos AugustoLeón, Georges Bataille, LuisAlberto Crespo, Pierre Rever-dy, Escritos para una poética,Juan Calzadilla, Juan SánchezPeláez, Víctor Valera Mora,Teófilo Tortolero, EugenioMontejo, Luis Barrios Cruz,Alejo Carpentier, Octavio Ar-mand, Arnaldo Acosta Bello,Mario Briceño Iragorry, Gar-mendia, Los pequeños seres,Teresa de la Parra, Ifigenia,María Fernanda Palacios, Jai-me Sabines, Adán y Eva, Disneyworld: algunas estaciones/ al-gunos domicilios re-memora-dos por el autor en Poética deldesatino.

Asombros más que desati-nos, resultan estos viajes me-dulares del pensamiento ano-tado por Alberto Hernández,en diferentes extensiones se-gún el capítulo, pero inclusoalgunos breves, a la mejor ma-nera del arte del aforismo (1),

que ha tentado a escritores yartistas de todos los tiempos.Sea el caso de Los cien aforis-mos: la segunda visión del pin-tor Franz Marc (1880-1916),un verdadero testamento filo-sófico escrito durante su mo-vilización como soldado en laI Guerra Mundial, un año an-tes de ser abatido por unabomba. O Voces, del maestroAntonio Porchia (1886-1968),un único libro de aforismos,editado la primera vez en 1943,con sucesivas reimpresioneshasta nuestros días, con el que"Porchia restituye al aforismosu exacta dimensión de aforis-mo, su identidad que no con-siste en una mera enunciaciónabreviada, sino que respondea leyes propias que se fundanen esa necesidad de proveer ala lectura múltiple, que hace delaforismo un género poéticoirreductible a otras formas deldiscurso" (2). Y esta precisiónnos resulta válida y genuina-mente extensible, para los afo-rismos que llamándolos Dichos(3), viene publicando en nues-tro país el maestro Rafael Ca-denas, navegando a voz propiael arte reflexivo en brevedad.

Es entonces, en esta tradi-ción con historia, que se apun-tala con tino el nombre del poe-ta Alberto Hernández, con las86 páginas del libro que hoyqueda bautizado entre ustedes;exaltado su silencio y su tiem-po detenido en el mirar del afue-ra desde el adentro, ensañadasu palabra cuando escribe: "Elsilencio es verbal. Ninguna pa-labra tiene sentido si no obede-ce a su propio silencio". Recó-rranlo pues, sin prisa, ya no latuvo el autor al escribirlo; y sítemblor y sí dolor al apreciarque es lo que se decanta cuan-do evocas lo vivido; lo amado;lo que no quieres perder.

(Palabras leídas en la LibreríaKalathos. Sábado 28 de mayo

2011).

NOTAS:(1) Aforismo, según el DRAE:Sentencia breve y doctrinal.(2) Cerrato, Laura. En: Prefacioa Las Voces abandonadas deAntonio Porchia. Pre-Textos,Valencia, España, 2001.(3) Cadenas, Rafael. Dichos.Ediciones la oruga luminosa.Colección El Paso de la Danta.San Felipe. Venezuela, 1992.

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Contenido Maracay, Sábado 4 de junio de 201132

Poemas de

Jesús Hernán León AlfonzoUN GRITO ABIERTOUn pecho se abre en lo lejanoun canto agreste se aleja.

Se mueren las horas en el silencioentre mariposas trasparentes.

Débiles espinas de capullos invisiblesse arrodillan en el horizonte.

Los montes se tuercen, se arrastranmás allá, hacia claros ocultosdetrás de arboles dormidosen húmedos desiertos desaparecidos.

Todo es falso.Todo es cierto.La vida se va en un salto.La vida es un grito abierto.

TUS PECHOS VOLCÁNICOSTus pechos volcánicoshacen triste mis noches.

El fuego aún arde en mis manosque perdidas no encuentran su cúspide.

Huéspedes de mis pensamientoshabitan en la isla del abandono.

Gemelos de encantos asustadosen el invierno se fueron.

El frio cabalga ahoraa orillas de un abismo que me llama.

Las bestias asechan mi caminoquieren mis manos que los tuvieron.

A ellas, con quienes volaronen mágicos abrazos desfigurados.

Esclavas de las siluetas de su sombraen servidumbre agonizantedanzaron en abrazos del almapara perderse en la clara oscuridadnocturna.

Extrañas sombras salieron de nubesy el amor se quedó sin trajejuntos no tendrán más viajes.

Ahora están ausentes de mis manostus pechos volcánicos.

REMANSO DONDE GIMENSe acusan entre sí sueños imposibles.Son penas frescas.Mariposas cluecas.Ampollan gemidos en el aire

La tierra arrulla los vientospariendo espejismos lejanos

El aliento en canto va gimiendo.

Más fuerte, despiertas la fatigaduerme alegre el llanto de su intrigasobre el nutrido remanso donde gimen.

Llantos de velorios cantanel miedo abandona los campos

Termino la esperano hay sombras en el espejo.

El velo negro trasparentecasi esconde el rostro de vieja porcelana.

La mano seca y temblorosaya se fue, la otra sigue su espera.

Morirá algún día, es seguroesta muerto y no lo sabe.

Sus pechos desnudos, sus ojos cubiertosse agitan inquietos, buscan descansos.

Aunque estén ya sin culpasserá igual en algún amanecer.

LLANTOS DE VELORIOS

REBAÑOS DE CARDONESLeyendo historias de muertoscon las manos llenas de caracoleslos arados húmedos, reflejan pedazosque alumbran como faroles.

Patios blancos llenos de perrosrisas clandestinas se muestran.

Llorarán detrás de sus muecasdolores que resbalan cansancios.

Los muertos siguen sus apariciones.

Mechurrios encendidos con sus neblinassueltan algodones sombreados con semillaspolvorientas casas junto a un rebaño decardones.