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    Dez Fischer, Francisco Martn

    Odo, juego y comunidad hermenutica: para

    una fenomenologa del odo

    XVI Encuentro Nacional de Fenomenologa y Hermenutica, 2005

    Academia Nacional de Ciencias de uenos Aires! Centro de EstudiosFilos"#icos Eugenio $ucciarelli

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    Trabajo presentado en el XVI Encuentro Nacional de Fenomenologa yHermenutica.Organismo Organizador: Centro de Estudios Filosficos Eugenio Pucciarellide la Academia Nacional de Ciencias de Buenos Aires.Lugar y Fecha: Buenos Aires, septiembre de 2005.

    Odo, juego y comunidad hermenutica para una fenomenologa del odo

    Tratar sobre intersubjetividad y comunidad, es intentar pensar sobre formas de habitarjunto a otros en tierras cambiantes; pensar entre la posibilidad de enemistades rotundas y

    tejidos flexibles con arte para la diferencia.

    Despus del tiempo y la verdad de los mayores, llegadas estas pocas ms infantilesy ldicas, hablar de intersubjetividad es una tarea, por lo menos, inquietante. Qu hay

    para decir sobre ella, pensando desde la flexibilidad de la filosofa hermenutica, ysabiendo que, despus de la fenomenologa, la victoria de un pensamiento depende delarte de volver a las cosas mismas?

    La estructura de este trabajo tiene dos ejes. Un sentido de pertenencia: el odo, y un

    movimiento de participacin: el juego.

    Comenzar por el odo es dar crdito a los sentidos, es confiar en la apariencia y esprestar disponibilidad a la comunidad. El odo es uno de los lugares de encuentro, tal vez,

    el ms originario, no slo para la tradicin bblica. Somos oyentes antes del nacimiento y

    hasta el ltimo instante antes de la muerte. El odo es el sentido que no descansa en elsueo, el que permanece siempre alerta y abierto, el que permite despertar. Es el sentido

    que inquieta, el que no tiene prpados, el lugar por donde sangra el ego cuando entran

    sonidos extraos. Es la indeterminacin por la que se puede dejar ser en s todas lascosas; el espacio de encuentro entre sonido y sentido.

    El privilegio, que ya Aristteles le reconoce al odo, tiene una significacinantropolgica: el hombre es originariamente un ser oyente. Su racionalidad tiene a travs

    del odo la condicin finita de sus posibilidades. La hermenutica, como filosofa,

    representada por Hans-Georg Gadamer, se sostiene sobre este presupuesto. Qusignifica or?

    No es slo que el que oye es de algn modo interpelado. Hay algo

    ms, y es que el que es interpelado tiene que or, lo quiera o no. No puede

    apartar sus odos igual que se aparta la vista de algo mirando en otradireccin. Esta diferencia entre ver y or es para nosotros importante porque

    al fenmeno hermenutico le subyace una verdadera primaca del or, comoya reconoce Aristteles. No hay nada que no sea asequible al odo a travsdel lenguaje. Mientras ninguno de los dems sentidos participa directamente

    en la universalidad de la experiencia lingstica del mundo sino que cada

    uno de ellos abarca tan slo su campo especfico, el or es un camino haciael todo porque est capacitado para escuchar el logos.

    1

    1Gadamer, Hans Georg, Verdad y Mtodo, Salamanca, Sgueme, 1977, p. 553-554

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    La condicin de oyente implica, en primer lugar, que el odo es el sentido que nos

    acerca la totalidad. En sus Kleine Schriften: Filosofa y Literatura, Poesa y Puntuacin,La actualidad de lo bello y Texto e Interpretacin, Gadamerafirma que la idealidad deuna obra slo se alcanza cuando se escucha en el odo interior. Este trmino agustiniano,

    junto a la propuesta hermenutica de la universalidad lingstica, evidencia la

    importancia que este sentido tiene al permitir una especie de comprensin instantneaque permite ver la unidad del conjunto. VyM II p 344.

    En segundo lugar, el odo es el sentido que indica la relacin de pertenencia

    primordial que estructura a todo ser oyente. La semejanza semntica que existe en alemnentre hren(or) y gehren(pertenecer) determina que toda experiencia hermenutica es

    siempre una experiencia de pertenencia. El odo requiere la correspondencia y el

    reconocimiento de un mutuo pertenecer. En Del Texto a la Accin,Paul Ricoeur pone derelieve esta pertenencia (Zugehrigkeit) como el hilo conductor a travs del cual

    Gadamer analiza las experiencias esttica, histrica y lingstica.

    El odo presenta la verdadera condicin humana de ser perteneciente y partcipe. En

    este sentido, la conciencia hermenutica es la conciencia de ser sostenido por tradiciones,

    de la radicalidad de la mediacin del lenguaje y de la finitud del comprender. Es saberque el trabajo del hombre es en escorzos, y por eso necesita escuchar a otros. En Verdady Mtodoescribe:

    El lenguaje en el que participa el or no es slo universal en el

    sentido de que en l todo puede hacerse palabra. El sentido de la experiencia

    hermenutica reside ms bien en que, frente a todas las formas deexperiencia del mundo, el lenguaje pone al descubierto una dimensin

    completamente nueva, una dimensin de profundidad desde la que la

    tradicin alcanza a los que viven en el presente. Tal es la verdadera esenciadel or: que incluso antes de la escritura, el oyente est capacitado para

    escuchar la leyenda, el mito, la verdad de los mayores. () Precisamente,entonces es cuando el concepto de la pertenencia se determina de una

    manera completamente nueva. Es pertenenciente cuanto es alcanzado por

    la interpelacin de la tradicin. El que est inmerso en tradiciones lo que

    ocurre como sabemos incluso al que, abandonado por la concienciahistrica, se mueve en una libertad aparente tiene que prestar odos a lo que

    le llega desde ellas. La verdad de la tradicin es como el presente que se

    abre inmediatamente a los sentidos.2

    Or es un modo humano de participar, por eso es uno de los sentidos mediadores

    entre el pasado y el presente, entre la conciencia y el mundo, entre la pregunta y la

    palabra. Es la parte del cuerpo que le da una leccin de humildad a la inteligencia a travsde la actualizacin de esa verdad ms antigua que ella misma, que se presenta en forma

    de interrogacin.

    En tercer lugar, el odo sostiene la posibilidad fenomenolgica de una vuelta a lascosas mismas. A diferencia de los ojos que pueden no querer ver, el odo est impedido

    de ocultar, es el sentido de encuentro cuya estructura circular semejante al leer y al

    comprender permite la verdad hermenutica, tal como la define Jean Grondin:

    adaequatio praejudicci ad rem.

    2Ibid., p. 554

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    La sordera fenomenolgica es la enfermedad moral de la conciencia que hace

    caso omiso de ese carcter perteneciente que se le anoticia a travs del odo, y desconoceel carcter provisorio y precario de sus sntesis. El adjetivo hermenutico indica la

    cualidad de una razn oyente que reconoce su estructura pre-juiciosa, y posee por el odo

    la prudencia necesaria para la vida con otros.

    El odo es el sentido del equilibrio. Da la estabilidad que es la prudencia del cuerpo.De algn modo, es el pie firme sobre el que se sostiene la existencia, hacindola

    participar de una tierra natal. Pero la referencia de Gadamer al concepto aristotlico dephrnesiscomo antecedente histrico de este saber moral al que queda ligada la facultadde or, tiene an otras correlaciones. Escribe Aristteles en la Metafsica:

    Por naturaleza, los animales nacen dotados de sensacin; pero sta no

    engendra en algunos la memoria, mientras que en otros s. Y por eso stosson ms prudentes y ms aptos para aprender que los que no pueden

    recordar; son prudentes sin aprender los incapaces de or los sonidos ();

    aprenden, en cambio, los que, adems de memoria, tienen este sentido.3

    La correspondencia entre escuchar y aprender indica no slo la indeterminacin

    estructural del ser viviente, sino, sobretodo, que la tarea de formacin est ligada alrecuerdo. La herencia hegeliana y heidegeriana de la hermenutica de Gadamer queda en

    consonancia con este trabajo de la memoria, en especial a travs del concepto alemn deBildung, estructurado en torno a la dialctica de prdida y retorno.

    Or es la accin hermenutica que abre el margen para la creacin de s mismo

    junto a otros, ese espacio de juego en el que es posible la comunidad.4. El odo se

    convierte en su presupuesto carnal. Escuchar es ya pertenecer a otros. Prestarles odo es

    estar atento con el cuerpo, es sostener la tensin fsica que el tejido comunitario reclama

    para no rasgarse. Cuanto ms dispuesto est el sentido, ms rica aparece la tierra comnde pertenencia y las posibilidades de co-creacin. Por el odo el mundo se alimenta de la

    esfera ldica del mito, de esa verdad de los mayores con relaciones ms flexibles, ydevuelve creatividad a los vnculos, porque trae hasta las mrgenes del yo otros modos de

    ser, pensar, vivir y sentir. Vuelve a decir Gadamer:

    En el comportamiento de los hombres entre s lo que importa es,

    como ya vimos, experimentar al t realmente como un t, esto es, no pasarpor alto su pretensin y dejarse hablar por l. Para esto es necesario estar

    abierto. Sin embargo, en ltimo extremo esta apertura slo se da para aqul

    por quien uno quiere dejarse hablar, o mejor dicho, el que se hace deciralgo est fundamentalmente abierto. Si no existe esta mutua apertura

    tampoco hay verdadero vnculo humano. Pertenecerse unos a otros quiere

    decir al mismo tiempo orse unos a otros. Cuando dos se comprenden, estono quiere decir que el uno comprenda al otro, esto es, que lo abarque. E

    igualmente escuchar al otro no significa simplemente realizar a ciegas lo

    que quiera el otro. Al que es as se llama sumiso. La apertura hacia el otroimplica, pues, el reconocimiento de que debo estar dispuesto a dejar valer

    3Met. 980, b 23-25.

    4 La apertura de la experiencia a nuevas experiencias es educar la capacidad de or como propiedad

    incmoda para el ego, porque, como dice Nietzsche, al final siempre encuentra ms de lo que hadeseado.El odo tiene el inconveniente de la sobreabundancia, de tener que reconfigurar constantemente

    el propio horizonte para dar cabida a toda la infinitud que suena en las cosas mismas.

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    en m algo contra m, aunque no haya ningn otro que lo vaya a hacer valer

    contra m.5

    La experiencia de escuchar ensea el reconomiento de la propia finitud como

    posibilidad de equivocarse. El ms sabio en una discusin dice la tradicin oyente del

    talmud- es aquel que la defensa de la propia tradicin no lo hace sordo para la palabra del

    otro. Ser oyente permite mantener el dilogo ante otra posibilidad, que incluso puede serpuesta contra m.

    La significacin semntica del trmino latino od-audire indica esa consonancia

    entre or y obedecer, una obediencia que no es sumisin, sino aceptacin de poderequivocarse, que no reclama una pertenencia servil, sino la creatividad de la

    interpretacin. Por eso, complemento del odo es ese aprender a narrar, que slo se logra

    escuchando historias.El planteo aristotlico une a este sentido con la posibilidad de recordar: aprenden

    () los que, adems de memoria, tienen este sentido . La participacin de la memoria a

    travs del odo despierta el poder de la narracin, la intervencin de las palabras fuertes

    que nacen de la escucha de la tradicin, del mito y la leyenda, y recrean el mundo.

    A travs del juego de prestar odos a la historia, al tiempo y a la tierra depertenencia, es posible narrar. En el pasado primordial del mito, hay una sabidura de

    aquel tiempo que interpela al oyente. La intencionalidad primigenia del odo estadirigida a esa potencialidad, que se ubica en los comienzos, y puede reactualizarse: es la

    tradicin viva que ensea cuando acontece en el presente del oyente. Esta historia

    reclama el juego de la participacin. Por eso, en el odo est la posibilidad de curar lasheridas, y de tejer una identidad integra como mismidad comunitaria constantemente

    abierta y creativa a las voces de otros.

    La comunidad entre el juego y el odo.Pedir este esfuerzo auditivo a hombres que llegan de una poca fatigada, tiene que tener

    casi una delicadeza femenina para no incomodar y, todava algo ms, si quiere anclar con

    xito en el presente. Un posible compaero filosfico de esta apologa del odo es eljuego. Como palabra esta ms disponible que otras, tal vez, porque est menos cansada

    de decir y tiene ms adeptos en este tiempo de nacimiento. Cuando Grondin analiza el

    lugar del odo y de su prudencia para la comprensin hermenutica en Gadamer dice: Enel saber moral nuestro ser mismo est siempre en juego con (otros).

    El lugar de filosofa primera que la esttica parece tener en la hermenutica

    gadameriana, justifica que el juego como categora artstica, se convierta desde el puntode vista ontolgico, en el modo en que el hombre opera mediaciones entre los distintos

    niveles de la realidad y de s mismo. Jugar es una de las forma ms originarias de

    pertenecer y participar, y la ms simple de corresponder a lo dicho al odo. Todo elsobrepeso con el cual la nocin de pertenencia carga a la intersubjetividad, se

    complementa con la levedad que trae el juego.

    Jugar no es slo un comportamiento, sino un modo de ser que tiene su modelo en la

    obra de arte. En su representacin, la obra artstica propone un juego y hace de los

    5Gadamer, Ibid, p. 438

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    espectadores, co-jugadores y participantes de lo que est aconteciendo frente a ellos. La

    pertenencia, que significa el estar fuera de s de esta experiencia, es un pertenecer de laobra, que se manifiesta en su necesidad de ser representada, es decir, de participacin de

    los espectadores en la propuesta ldica.

    Por el odo se inicia ese juego hermenutico sostenido sobre la radicalidad de la

    mediacin lingstica y se pone de manifiesto ese juego que se juega con nosotros

    6

    . Ory jugar son un modo de ser en relacin de lo humano. Se aceptan los lmites, las reglas y

    el orden propio del juego. La accin ldica supone la escucha, est atenta y sabe de la

    finitud su poder, por eso, la conciencia ldica es la que reconoce su condicin prejuiciosay, por tanto, la necesidad del dilogo, es la que espera la pregunta y reconoce su

    posibilidad de equivocarse.

    Conversar y comunicarse con otros es jugar, es envolverse en ese movimiento de iry venir, que se sostiene sobre el odo, para tejer con la narracin una comunidad en la que

    todos participan con el tono nico de sus palabras. El juego es el modo moral de ese

    mutuo vnculo de pertenencia del que anoticia el odo.

    La transformacin, que generan el odo y el juego, es el traspaso de la confianza al

    otro que juega con nosotros y reclama la atencin de nuestro odo, por eso, ambos estnligado con la figura de la promesa. Qu puede decirse de ella a partir de lo pensado por

    Gadamer sobre la comunidad? Prometer implica saber de la finitud del poder, serconsciente de todo lo que puede salir mal y, sin embargo, empear en el ahora mi palabra

    como garanta a futuro. El hombre, que sabe jugar, es un ser que promete, atendiendo con

    el odo a una voz del presente. La fuerza de las palabras ldicas de una promesa, que searriesgan a la indeterminacin del futuro y juegan con decir s a otras posibilidades

    nuevas, se nutre de la participacin en un presente desbordante, como momento

    insustituible de aparicin ntica.La intencionalidad ldica de la conciencia quiere decir, no slo que el hombre es

    oyente de la tradicin viva, sino que tambin se define con la capacidad de prometer.Reconoce y se liga a su tierra de pertenencia, a sus historias que son tambin las de otros,

    y tiende empeando su palabra, como si prometer fuese un juego de responder que carece

    de todo peligro de agobiar.

    El juego y el odo recuperan el poder aglutinante de la creencia en otros y en sushistorias, porque muestran que son historias compartidas. De pronto, pertenecemos al

    mismo suelo y en la diferencia de la marca radical que nos separa, aparece la condicin

    comn. Por el juego y el odo, cada hombre tiene una clave nica de correspondencia conotros, alcanza un entendimiento distinto y una profundidad de confluencia diferente. Este

    peculiar carcter intersubjetivo del sentido auditivo y de su movimiento indica que lo

    comn nace del vnculo entre singulares. Una comunidad puede ser ese encuentro nicoentre nicos.

    Lic. Francisco Dez Fischer

    6Cf., Gadamer, ibid., p. 157 El pasaje hace referencia a esa indistincin que tambin reconoce Platn y por

    la que el que sabe apreciar la comedia y la tragedia de la vida es el que sabe sustraerse a la sugestin de los

    objetivos que ocultan el juego que se juega con nosotros. Para Platn Cf. Filebo, 50 b.