Trad Adolphs Micropolitica

download Trad Adolphs Micropolitica

of 8

Transcript of Trad Adolphs Micropolitica

  • 7/24/2019 Trad Adolphs Micropolitica

    1/8

    01/09/09 12:24Micropoltica y hegemona

    Pgina 1 de 8http://eipcp.net/transversal/0607/adolphs-karakayali/es/print

    Traduccin de Marcelo Expsito

    09 2007

    Micropoltica y hegemonaEn contra de los nuevos parauniversalismos; a favor de las polticasantipasivas

    Stephan Adolphs / Serhat Karakayal

    Este artculo surge de nuestra lectura conjunta del texto Nach 1968. Anmerkungen ber Singularitt und minoritre

    Politik [1968 y despus: algunos comentarios acerca de las polticas sobre la singularidad y las minoras] escrito

    por Katja Diefenbach[1]. Si bien compartimos la orientacin de dicho texto, en defensa del concepto de devenir-

    minoritario y contra las invectivas neouniversalistas de autores como Alain Badiou y Slavoj !i"ek, su lectura nos ha

    hecho reflexionar de nuevo sobre el problema de la relacin entre devenir e historia, entre flujos de cuantos y

    segmentaridad.

    El parauniversalismo lleva siendo popular algunos aos. Quienes lo proponen, Badiou y !i"ek entre otros, no slo

    se encuentran en el campo de la izquierda; tambin hay quienes se sitan en otros campos del espectro poltico.

    Se culpa por doquier a la diferencia, el multiculturalismo y a otros malentendidos de ser responsables del declivede la moral, la autoridad y la conciencia de clase, una responsabilidad que en ltimo trmino se retrotrae a 1968,

    el punto de arranque de una revuelta ms o menos duradera que se distingui en todo el mundo por no dejarse

    comprimir en el molde macropoltico. Tal era la tesis de Deleuze y Guattari: todos los que lo juzgaban en trminos

    de macropoltica no comprendieron nada del acontecimiento, puesto que algo inasignable hua [2].

    Badiou y !i"ek orientan su crtica hacia la posibilidad de construir una poltica emancipatoria que consideran que se

    ha perdido junto con unas instancias universales que se han vuelto arbitrarias. Las instancias universales, al

    permitir invocar un sujeto tanto en la religin como en lo poltico, al ser contempladas como la fundamentacin

    inexorable de toda agencia poltica, se supone que garantizan una especie de estabilidad contra una diferencia que

    est destinada a desembocar en la forma mercanca. Desde esta perspectiva el pensamiento de Deleuze (y otros)

    se alineara perfectamente con esta prdida general de lo poltico, reforzndola en lugar de oponerse a ella. Pero

    existe tambin, paralelamente a esta crtica, una extendida reivindicacin de Deleuze y Guattari de acuerdo con la

    cual la micropoltica sera una especie de poltica a pequea escala o poltica antiinstitucional que tendera a

    disminuir la importancia de lo macropoltico.

    En contraste con esos dos puntos de vista nuestra tarea en este artculo ser mostrar, en primer lugar, que la

    poltica puede no ser reducida a dichas instancias universales, y en segundo lugar que la micropoltica, si se la

    entiende de la manera descrita como una poltica a pequea escala o antiinstitucional, no puede eludir ser

    apropiada y pasivizada. Ambas posiciones subestiman aunque por diferentes razones las luchas que se dan enlos campos estructurados por las tecnologas de poder y el saber gubernamental.

    Este artculo intenta mostrar que la hegemona y la micropoltica no son perspectivas mutuamente excluyentes,

    sino que, por el contrario, cada una se refiere a la otra. Si entendemos la hegemona de acuerdo con las crticas

    que en el 68 se dirigieron a los modos de normalizacin de la subjetivacin, conformando una revolucin

    antipasiva, la perspectiva micropoltica, entonces, ofrece importantes indicaciones sobre cmo construir un proyecto

    emancipatorio ms all de las formaciones sociales fordistas. Vamos a argumentar en favor de una teora de la

    hegemona que parta de los trabajos de Deleuze y Guattari. Desde nuestro punto de vista se puede leer la tarea de

    estos dos autores, en sus escritos que van de El Antiedipohasta Qu es la filosofa?, como un gran intento de

    recuperar la problemtica del marxismo para reformularla sobre la base de las luchas que tuvieron lugar alrededor

    de 1968. Una lectura de este tipo slo tiene sentido si el concepto de hegemona se libera de su reduccin a una

    http://eipcp.net/transversal/0607/adolphs-karakayali/es/print#_ftn2http://eipcp.net/transversal/0607/adolphs-karakayali/es/print#_ftn1http://eipcp.net/transversal/0607/adolphs-karakayali/es/print#_ftn2http://eipcp.net/transversal/0607/adolphs-karakayali/es/print#_ftn1
  • 7/24/2019 Trad Adolphs Micropolitica

    2/8

    01/09/09 12:24Micropoltica y hegemona

    Pgina 2 de 8http://eipcp.net/transversal/0607/adolphs-karakayali/es/print

    simple expansin del concepto de Estado, reformulando dicho concepto a partir de la concepcin gramsciana del

    Estado como una hegemona acorazada de coercin. Es tambin en este sentido que Deleuze afirmaba que tanto

    l como Guattari siempre se mantuvieron marxistas.

    Desde este punto de vista se podra decir, al contrario de ciertas interpretaciones, que conceptos como devenir-

    minoritario, micropoltica o desterritorializacin no tienen por qu corresponder a un pensamiento que slo es

    capaz de imaginar su fuga del capital y del Estado teniendo como nica perspectiva catastrfica su absoluta

    reterritorializacin final (su destruccin, en otras palabras). Es a eso a lo que se refiere una frase recurrente de

    Deleuze y Guattari sobre la necesidad de crear un pensamiento que apele a un pueblo. Pero puede acaso un

    pueblo surgir del devenir-minoritario? Pueblo es uno de los muchos trminos que Deleuze y Guattari adoptan

    para reinterpretarlo. El hecho de que el devenir-minoritario est todava ligado a las instancias universales, aunque

    no se disuelva en ellas, es exactamente el problema que lleva en ltimo trmino a Badiou y !i"ek a proponer una

    intervencin revolucionaria de carcter conservador, pues equipara la emancipacin con la religin o la ideologa, y

    la interpreta, por tanto, como un parauniversalismo.

    En lugar de pensar el devenir como el otro absoluto de la historia, que sale de la historia, que est siempre

    amenazado por las metanarrativas que se lo apropian, queremos preguntar cmo podemos imaginar el cambiohistrico y escribir la historia sin omitir el devenir-minoritario. La cuestin de la historia se refiere principalmente a la

    cuestin deleuziana de cmo se puede crear un nuevo pueblo (que ya no es un pueblo), la cuestin de si las

    masas pueden hablar por s mismas en el curso de un devenir. No podemos negar que los problemas que aqu

    postulamos son slo una cara de la moneda. Es su carcter parcial, al contrario, lo que queremos enfatizar con

    nuestra reinterpretacin, porque normalmente esa condicin parcial se esconde o se deja implcita. Si las

    diferencias, rupturas y discontinuidades que contiene este artculo se mantienen en segundo plano es tan slo por

    un problema de espacio. En este sentido, disponer los conceptos de Deleuze y Guattari en conjuncin con la

    problemtica de la hegemona es slo un primer paso que puede conducir a nuevas dificultades, pero que puede

    resultar tambin novedosamente productivo. Se debera entender por tanto que este artculo busca ms bien

    establecer un marco pragmtico que, a nuestro entender, permitira disparar movimientos productivos. Lo que

    buscamos es poder traducir unos conceptos en otros [hegemona, micropoltica], no confrontar modelos.

    Si el problema del devenir y de la historia se reformula en los trminos de la teora de la hegemona se podra

    argumentar que al nivel de una potica del saber [3] de lo que se trata es justamente de evitar ciertos estilos

    intelectuales que imponen una pasividad (al pensamiento y a la escritura). Lo que tenemos que comunicar es, a la

    vez, estrategias narrativas de la historia (la historia es narrada), saberes de las ciencias sociales (esto es, un

    saber sobre la constitucin material de la multitud) y el problema de la democracia (la multitud como algo

    cambiante, un devenir-sujetos). De lo que se trata es de cambiar la relacin lenguaje-cuerpo-lugar que no slo

    afecte al lugar que a cada cual se le asigna, sino que tambin afecte a la disposicin de esos propios lugaresasignados que limita ciertas prcticas y formas de saber impidiendo que puedan ser reevaluadas. Este problema,

    que Rancire afront desde el punto de vista de la potica del saber, y al que Deleuze y Guattari tambin se

    enfrentaron desde su primer libro en colaboracin, El Antiedipo, es el mismo problema que constituye el punto de

    partida del trabajo de Gramsci. La tesis que planteamos es, por tanto, que la forma en que se organizan el saber,

    el lenguaje y los cuerpos constituye el ncleo del problema que plantea la teora de la hegemona. Para poder

    interpretar as el concepto de hegemona tenemos que entenderla no como una palabra que equivale a dominio,

    sino como un sistema de prcticas de gobierno y autogobierno que, a su vez, se sostiene sobre una determinada

    divisin del trabajo (entre prcticas intelectuales y no intelectuales), una divisin que no slo se ve ampliada por la

    estandarizacin y la normalizacin de la vida cotidiana, sino tambin por el modo de produccin. Es tambin en

    este orden de cosas que Gramsci desarrolla el concepto de revolucin pasiva, refirindose a las revoluciones

    que, si bien responden a una demanda desde la base, impiden al mismo tiempo que los subalternos alcancen su

    http://eipcp.net/transversal/0607/adolphs-karakayali/es/print#_ftn3
  • 7/24/2019 Trad Adolphs Micropolitica

    3/8

    01/09/09 12:24Micropoltica y hegemona

    Pgina 3 de 8http://eipcp.net/transversal/0607/adolphs-karakayali/es/print

    autogobierno[4]. En las revoluciones pasivas no se ponen en cuestin ni las relaciones polticas ni la divisin entre

    trabajo manual y mental, sino que todo ello se moderniza o transforma. La pasivizacin permite bloquear la

    posibilidad de que los subalternos alcancen el autogobierno y constituyan nuevas formas institucionales[5]. La

    pregunta es, entonces, quin gobierna a quin y por qu medios (polticos, mentales o econmicos), y cmo

    quienes son gobernados pueden liberarse de dicho gobierno. Sobre este teln de fondo el concepto gramsciano de

    hegemona sirve para desarrollar una nueva prctica poltica que tenga efectos antipasivos[6].

    Para poder concebir una nueva prctica de este tipo Gramsci ampla el enfoque que habitualmente se limita al

    Estado y la poltica, buscando comprender el Estado de una manera ampliada. No analiza el (aparato de) Estado

    en un sentido restrictivo, sino que tambin analiza la economa y la produccin, la cultura y la ideologa, la ciencia

    y la produccin de saberes estratgicos que se relacionan con el Estado, y que se pueden comprender como

    prcticas de gobierno que no pueden ser reducidas las unas a las otras, si bien conforman un bloque histrico.

    Las diferentes prcticas estructuradas mediante la divisin entre trabajo manual y mental producen una forma

    general de vida mental y fsica que determina los hbitos, comportamientos e ideas de los diferentes individuos y

    grupos (que se relacionan mutuamente). En Cuadernos de la crcel Gramsci desarrolla sus ideas sobre la

    hegemona haciendo referencia a la estructura familiar, por ejemplo, o a las formas en que se vive la vida. Se

    interesa por la produccin de saberes subjetivantes, es decir, saberes afectivos que gobiernan el comportamiento.A los sujetos no se los entiende como individuos unificados, sino ms bien como individuos permeables

    compuestos por diferentes capas histricas. Estos individuos han de ser unificados, en el sentido de que se ha de

    crear un nuevo Estado. Es por esta razn que tiene sentido leer el concepto de revolucin pasiva no como una

    contrarrevolucin, en otras palabras, como una prctica de la clase dominante, sino que lo usamos ms bien

    para referirnos a los momentos a-subjetivos de un tipo de pasivizacin: la revolucin pasiva es una reapropiacin

    y una transformacin molecular. En este sentido, entendemos el neoliberalismo no como un instrumento de las

    clases dominantes para la destruccin del Estado de bienestar y social, sino ms bien como una recodificacin

    concreta de los flujos, de las de-subjetivaciones, etctera, que surgieron de las batallas en torno al 68.

    De manera parecida a Gramsci, el punto de partida de las reflexiones de Deleuze y Guattari no es teoremtico,

    esto es, no se trata de una interrogacin que surja de un marco teortico, sino de una problematizacin. Los

    conceptos que desarrollan no son componentes de una teora general, sino que se refieren a constelaciones

    histricas concretas. En 1972, la constelacin no era otra que el desarrollo de las batallas que tuvieron lugar

    alrededor del 68, y a nivel teortico se trata de la constelacin del estructuralismo o del marxismo y el psicoanlisis

    (estructuralistas). En las pginas que siguen vamos a intentar sealar algunas de las formas en las que el punto de

    vista que propuso la teora de la hegemona de Deleuze y Guattari ha sido adoptado y desarrollado.

    Micropoltica del deseo

    En una conferencia impartida a comienzo de los aos setenta Guattari desarroll el concepto de deseo

    contextualizndolo en la lucha por la liberacin del deseo. Lo opona al concepto psicoanaltico de placer y a la

    concepcin marxista del deseo que slo existe en un orden representacional. Se trata de un asunto que juega

    tambin un papel central en El Antiedipo. La micropoltica del deseo es un concepto que se opone a la alianza

    discursiva entre psicoanlisis y marxismo (estructuralista). La crtica de Deleuze y Guattari apunta al hecho de que

    en la alianza entre estos dos enfoques teorticos la dimensin del deseo real queda excluida de lo social, por una

    parte; y piensan, por otra parte, que esa alianza desarrolla una concepcin cada vez ms formalizada del lenguaje

    que no deja espacio para otros materiales (a-semiticos) de expresin. Ello tiene como consecuencia que la accin

    poltica se hace imposible. Aqu se ve claro que la intervencin teortica de Deleuze y Guattari tiene como teln de

    fondo el problema de la hegemona, problema que ellos circunscriben de una mera particular. Mientras que

    http://eipcp.net/transversal/0607/adolphs-karakayali/es/print#_ftn4http://eipcp.net/transversal/0607/adolphs-karakayali/es/print#_ftn5http://eipcp.net/transversal/0607/adolphs-karakayali/es/print#_ftn6
  • 7/24/2019 Trad Adolphs Micropolitica

    4/8

    01/09/09 12:24Micropoltica y hegemona

    Pgina 4 de 8http://eipcp.net/transversal/0607/adolphs-karakayali/es/print

    Gramsci ampli el problema del Estado hasta cubrir toda la formacin social, vinculando as la hegemona con

    otras prcticas organizativas de gobierno, Althusser descentr el Estado de su concepcin ms estrecha (en otras

    palabras, de su concepcin reducida a los aparatos represivos estatales) para vincularlo inseparablemente a la

    ideologa. La manera en que el Estado funciona no se limita a la represin. El Estado debe operar sobre las

    prcticas ideolgicas de la multitud que emerge del antagonismo de clases. La ideologa se ha de entender aqu

    como un conjunto de modos ritualizados de subjetivacin, en otras palabras, prcticas corporales que no se pueden

    reducir de ningn modo a la falsa conciencia. El Estado interpela a los individuos en tanto que sujetos, los cualesestn constituidos y no dejan de constituirse a s mismos sobre la base de una ideologa religiosa o jurdica [7].

    Este tipo de subjetivacin en los aparatos ideolgicos de Estado choca con las formas de poltica emancipatoria.

    He ah el punto exacto del que Deleuze y Guattari parten para elaborar su concepto de mquina deseante: la

    diferenciacin marxista y psicoanaltica entre sociedad e individuo se ampla, y al entrar en juego el concepto de

    aparatos de Estado queda en suspenso. En lugar de una mediacin entre estas dos instancias (sociedad e

    individuo) lo que la mquina deseante introduce son mltiples conexiones[8]. Suspender la separacin entre

    individuo y sociedad, entre los niveles micro y macro, o entenderla de manera diferente, significa pensar en

    trminos de una concepcin ampliada del Estado que tiene como punto de partida la regulacin de los cuerpos. En

    este sentido, el deseo es una dimensin biopoltica: representa un vector que atraviesa transversalmente por

    debajo la segmentacin entre poblacin, produccin capitalista e individuo. Es por esto que las luchas sobre o

    contra la estandarizacin, la familia nuclear y ciertas formas (fordistas) de subjetivacin fueron tan importantes,

    aunque no planteasen la cuestin del poder en sentido convencional. Es sta exactamente la perspectiva que

    Deleuze y Guattari hacen extensible a todo el campo social en Mil mesetas.

    El concepto de mquina deseante busca encontrar puntos de partida para una poltica que vaya ms all de la

    pasivizacin que los aparatos ideolgicos estatales imponen a los movimientos de masas. Desde la perspectiva de

    una micropoltica del deseo, al aumentar la complejidad que produce la nueva terminologa del modelo de anlisis

    de las prcticas que operan en el campo ideolgico-estatal se debera poder suspender la separacin entre

    grandes contextos sociales y problemas individuales, para poder as dejar de pensar la poltica como la toma delpoder estatal. Una multitud de objetivos que estn inmediatamente al alcance en los contextos sociales ms

    diversos[9]debera ocupar el lugar del Estado. La crtica del partido poltico que necesariamente se asocia a esta

    perspectiva no tiene por qu conducir, sin embargo, a un rechazo abstracto de la institucin. Aunque rechazan el

    modelo del partido como garante de la unidad de las luchas, Deleuze y Guattari subrayan que la perspectiva de la

    micropoltica no rechaza a priori cualquier accin del partido, cualquier idea de una lnea poltica o un programa, ni

    siquiera el centralismo; empero, procurar contextualizar y relativizar todo ello para mantener siempre una

    micropoltica analtica[10]. Por tanto, no se trata de que argumenten a favor de una pura poltica de movimientos

    que se vea a s misma como opuesta a las instituciones de la sociedad. En lugar de eso, dado que la mquina

    deseante subvierte la oposicin entre individuo y sociedad desde su base teortica, se trata de conceptualizar el

    problema de cmo realizar una poltica no-representativa en las instituciones, en el Estado y en todas las reas de

    la sociedad, centrndonos en la cuestin de cmo se producen las formaciones sociales. Es por esta razn que

    Deleuze y Guattari amplan el concepto de mquina, por medio de la expresin agenciamientos maqunicos, hasta

    cubrir todo el contexto natural y social.

    Agenciamientos

    Si nos planteamos la necesidad de conceptualizar una prctica poltica antipasiva y antihegemnica, podramos

    decir que Deleuze y Guattari introducen el concepto de agenciamiento en Mil mesetaspara lidiar con el problema

    que surge con la aparicin del concepto de mquina deseante y por la manera en que los conceptos de base y

    superestructura fueron desarrollados en el marxismo. Agenciamiento es el trmino para una nueva topologa.

    http://eipcp.net/transversal/0607/adolphs-karakayali/es/print#_ftn10http://eipcp.net/transversal/0607/adolphs-karakayali/es/print#_ftn9http://eipcp.net/transversal/0607/adolphs-karakayali/es/print#_ftn7http://eipcp.net/transversal/0607/adolphs-karakayali/es/print#_ftn8
  • 7/24/2019 Trad Adolphs Micropolitica

    5/8

    01/09/09 12:24Micropoltica y hegemona

    Pgina 5 de 8http://eipcp.net/transversal/0607/adolphs-karakayali/es/print

    Cada agenciamiento est conectado con otros agenciamientos de un modo especfico sin que unos determinen a

    los otros (ni siquiera en ltima instancia). La formacin social es, de acuerdo con la problemtica marxista, slo una

    parte del universo maqunico. La naturaleza bitica y a-bitica se considera tambin parte de la mquina. El

    proceso de produccin del todo no dividido de la naturaleza y la sociedad, que subyace tanto en la forma

    antropomrfica como en la estructuracin del Estado, es inmanente al agenciamiento [11].

    Podramos decir (siguiendo a Althusser) que el concepto de mquina deseante funciona en el sentido de descentrar

    el Estado, y que (siguiendo a Gramsci) esta ampliacin conceptual apunta al problema de cmo una poltica

    disimtrica (una poltica que no conduzca a la toma del poder) tiene que ser constituida frente a la hegemona

    burguesa. Ello slo se puede lograr, empero, si incluimos (siguiendo a Foucault) las tecnologas de poder no

    estatales. Es sobre ese teln de fondo que tenemos que leer la interpretacin que Deleuze y Guattari hacen de la

    microfsica del poder como un desplazamiento desde lo molecular hacia el nivel de la organizacin social,

    radicalizando as la concepcin del pensamiento sobre la hegemona. En lugar de diferenciar el Estado de lo no

    estatal o de la sociedad civil se nos ensea que ambos trminos operan con conceptos como segmentacin (dura

    o flexible) y (sobre)codificacin. Una virtualidad de incontables impulsos de deseo no coordinados y en libre

    contradiccin, que se catalizan y condicionan mutuamente, estn inscritos en la estructura social. Este flujo a-

    subjetivo de deseo est representado en Mil mesetascomo un espacio liso, no estratificado o no estriado, quepenetra en el plano de organizacin estriado o estratificado del lenguaje, del cuerpo y de la subjetividad. De

    este modo, la propia estructura social se concibe como mvil y mutable; se convierte en un agenciamiento de

    lneas de reterritorializacin y desterritorializacin, de codificacin y descodificacin. Se hace por tanto imaginable

    una conexin inmanente entre varias prcticas y estructuras, sin tener que reducir las unas a las otras.

    El agenciamiento social est atravesado y segmentado por lneas fsicas moleculares, molares y cunticas y se

    mantiene en movimiento mediante flujos. Deleuze y Guattari distinguen entre el nivel molar en otras palabras,

    centros de poder de dura segmentaridad que estn conectados con los aparatos de Estado en el sentido limitado

    del trmino y los flujos de cuantos; por medio de una zona de transicin que evidencia su estructura molar los

    aparatos de Estado pueden tener acceso a estos flujos de cuantos, pero nunca dominarlos por completo. Entre las

    lneas molares que genera una segmentacin dura y los flujos de cuantos hay un tejido microlgico, todo un

    dominio de negociacin, de traduccin, de transduccin especficamente molecular[12]. Este tejido microlgico, que

    opera mediante una segmentacin dura o flexible, se concibe siguiendo el modelo de la microfsica del poder de

    Foucault. Esto significa que al nivel del rgimen discursivo y al nivel de la segmentacin (de las prcticas no

    discursivas) se generan unidades que pueden ser procesadas sin que se requiera ninguna organizacin

    fuertemente centralista. Las tecnologas de poder integran los flujos de cuantos de deseo mediante su dura

    segmentacin y codificacin, pero por otro lado los flujos de cuantos van ms all de dichas tecnologas, de

    manera que se tienen que poner en prctica constantemente nuevas segmentaciones y (re)codificaciones para que

    las lneas de fuga retornen a la estructura molecular. Los centros de poder basados en la segmentacin dura

    adoptan una organizacin secundaria de estas estructuras moleculares restringiendo de manera centralista este

    nivel relativamente flexible de tecnologas de poder y seguridad, en otras palabras, recodificndolo y

    reterritorializndolo. La segmentacin dura tambin afecta a la organizacin molecular del poder; las clases, los

    gneros, las razas, etctera, se forman, como caractersticas estructurales, en la interaccin de estos dos niveles.

    Empero, se transforman constantemente al nivel molecular, guiadas por los flujos.

    Se trata de una cuestin muy importante de cara a realizar una poltica antipasiva, porque las segmentaciones que

    se producen al nivel molecular de las tecnologas de poder pueden quedar en suspenso, ser revertidas o

    combinadas. De acuerdo con Deleuze y Guattari, estas segmentaciones flexibles no se emparejan per secon una

    centralizacin en el sentido de una segmentacin dura, sino que se sobrecodifican en sociedades estatales

    mediante una organizacin centralizada del poder. De este modo, el Estado es un aparato de resonancia y una

    http://eipcp.net/transversal/0607/adolphs-karakayali/es/print#_ftn12http://eipcp.net/transversal/0607/adolphs-karakayali/es/print#_ftn11
  • 7/24/2019 Trad Adolphs Micropolitica

    6/8

    01/09/09 12:24Micropoltica y hegemona

    Pgina 6 de 8http://eipcp.net/transversal/0607/adolphs-karakayali/es/print

    mquina de sobrecodificacin, o en palabras del terico marxista del Estado Nicos Poulantzas, una constelacin

    de relaciones de fuerza. De ah que el Estado no se caracterice por la distincin entre lo privado y lo pblico, sino

    ms bien por una cierta forma de organizacin social: la hegemona es pues una organizacin productiva del poder

    que permea el conjunto de la sociedad y que est conectada con las instancias de control centralista. Estas

    instancias, no obstante, slo controlan indirectamente, interviniendo al nivel molar de los segmentos y

    codificaciones molares permeadas por los flujos de cuantos. Los flujos van ms all de los aparatos y las

    instituciones, los desbordan y llevan a constantes mutaciones.

    Saber

    Transformar la sociedad, apuntando hacia una renovada poltica del trabajo, no equivale a simplificar las

    condiciones sociales. El desarrollo histrico de la produccin capitalista conduce por el contrario a una cada vez

    ms acentuada molecularizacin de los elementos humanos[13]. La transformacin social debe por tanto luchar

    por instaurar una conexin diferente entre el nivel molar, el molecular y los flujos de cuantos, que tenga como

    resultado al mismo tiempo poder evitar las revoluciones pasivas. Es en este aspecto donde la cuestin de la

    organizacin social del saber tiene una importancia central, y nos lleva de nuevo al problema del universalismo y lapotica del saber.

    Por un lado, el poder ejerce su influencia a nivel del saber mediante la disposicin discursiva del campo social. Es

    de aqu de donde parten las ideas innovadoras que Deleuze y Guattari expresan en Qu es la filosofia? Al

    conceptualizar zonas de indistincin entre el campo de las ciencias (naturales), la filosofia y el arte, Deleuze y

    Guattari conectan recprocamente esos diversos regmenes discursivos, creando as los puntos de partida para

    ejercer transformaciones en los rdenes del saber: tales rdenes han de ser descentrados, dirigidos hacia otras

    dimensiones y registros, para poder cambiar la relacin recproca hegemnica que existe entre las diferentes

    formaciones discursivas. Por una parte, el orden social del saber tiene sus efectos en las prcticas de organizacin

    social, las cuales producen dispositivos que crean determinadas disposiciones de la subjetividad; en terminologagramsciana, crean dirigentes y dirigidos. Mil mesetasse concibe como una obra rizomtica, evitando as replicar

    los efectos de este dispositivo de poder al nivel de la ciencia y de la teora. Empero, su trabajo teortico de

    elaboracin de conceptos se caracteriza por un antiestilo, la forma del cual se dirige contra el carcter disciplinario

    de las ciencias, buscando hacer justicia a los diferentes materiales de expresin al nivel textual mediante una

    mezcla de estilos. Esta forma de escribir busca as socavar las fronteras que separan las formaciones discursivas y

    sus correspondientes bloques histricos, contribuyendo a rediferenciar el saber y creando nuevos modos de

    subjetivacin y de vida.

    Es exactamente este desplazamiento de las formaciones de saber lo que no reconoce la crtica que expresan

    Badiou y otros, quienes slo ven en la escritura de Deleuze y Guattari puro esteticismo, una reduccin del

    conocimiento a la forma del arte[14]. Slo tienen una forma de pensar el problema de cmo proyectar las

    demandas supuestamente particulares al plano de lo universal, esto es, mediante una abstraccin lgica o

    categrica, en lugar de pensar cmo esos varios niveles pueden agenciarse, en el sentido en que expresan

    Deleuze y Guattari o Foucault, de tal manera que la suma de fuerzas pueda producir ruptura. Badiou y compaa,

    por otra parte, piensan que la conversinde lo particular en universal se garantiza convirtiendo las decisiones

    subjetivas en categoras absolutas.

    Los parauniversalistas actan como si Mil mesetashubiera de ser ledo como una forma de crtica artista, en el

    sentido que dan a este concepto Luc Boltanski y Eve Chiapello[15], sin reconocer que la separacin entre esacrtica artista y la crtica econmica, poltica, etctera, fue en efecto el resultado de la derrota de los movimientos

    http://eipcp.net/transversal/0607/adolphs-karakayali/es/print#_ftn15http://eipcp.net/transversal/0607/adolphs-karakayali/es/print#_ftn14http://eipcp.net/transversal/0607/adolphs-karakayali/es/print#_ftn13
  • 7/24/2019 Trad Adolphs Micropolitica

    7/8

    01/09/09 12:24Micropoltica y hegemona

    Pgina 7 de 8http://eipcp.net/transversal/0607/adolphs-karakayali/es/print

    sociales despus del 68. Es slo por causa de esa separacin entre las formas de crtica que ciertos movimientos

    que con frecuencia se califican, errneamente, de moleculares, pueden acabar siendo cooptados por el

    neoliberalismo, el cual ha logrado recodificar con xito las nuevas formas de subjetivacin [16]. El capitalismo

    cognitivo o de la diferencia es el efecto de un transformismo molecular, una especie de revolucin pasiva a travs

    de ciertos agenciamientos y formaciones de saber. La consecuencia es que el 68 no se puede repetir, pero

    tampoco sirve argir que hay que aprender de los errores del 68 para ocuparnos ahora exclusivamente de la

    crtica social [17]. La cuestin es cmo efectuar el cambio desde el interior del actual agenciamiento, para lograrun agenciamiento diferente y mejor.

    [1]Katja Diefenbach, Nach 1968. Anmerkungen ber Singularitt und minoritre Politik, edicin multilinge en

    transversal: universalismus, junio de 2007 (http://translate.eipcp.net/transversal/0607). Agradecemos a la autora sus

    comentarios crticos sobre nuestro artculo.

    [2]Gilles Deleuze y Felix Guattari, Mil mesetas. Capitalismo y esquizofrenia, Pre-Textos, Valencia, 2000, pg. 221.

    [3]Jacques Rancire, Los nombres de la historia. Una potica del saber, Nueva Visin, Buenos Aires, 1993.

    [4]Christine Buci-Glucksmann, ber die politischen Probleme des bergangs: Arbeiterklasse, Staat und passive

    Revolution, en SOPO, n 41, 1977, pg. 20.

    [5]Vase ibdem, pg. 62.

    [6]Vase Adolphs Stephan y Serhat Karakayal, Die Aktivierung der Subalternen Gegenhegemonie und passive

    Revolution, en Sonja Buckel y Andreas Fischer-Lescano (eds.), Hegemonie gepanzert mit Zwang. Zivilgesellschaft

    und Politik im Staatsverstndnis Antonio Gramcis , Nomos, Baden-Baden, pgs. 123-129.

    [7]Vase Louis Althusser, Ideologa y aparatos ideolgicos de Estado (notas para una investigacin), Posiciones,

    Anagrama, Barcelona, 1977.

    [8]Flix Guattari, Mikro-Politik des Wunsches, Merve, Berln, 1977, pg. 15.

    [9]Ibdem, pg. 13.

    [10]Ibdem.

    [11]Vase Flix Guattari, ber Maschinen, en Henning Schmidgen (ed.), sthetik und Maschinismus. Texte zu

    und von Flix Guattari, Merve, Berln, pg. 118f

    [12]Gilles Deleuze y Flix Guattari, Mil mesetas. Capitalismo y esquizofrenia, op. cit., pg. 227.

    [13]Flix Guattari, Mikro-Politik des Wunsches, op. cit, pg. 21.

    [14]Vase Alain Badiou, Gilles Deleuze. El clamor del ser, Manantial, Buenos Aires, 1997.

    [15]Vase Luc Boltanski y Eve Chiapello, El nuevo espritu del capitalismo , Akal, Coleccin Cuestiones de

    Antagonismo, Madrid, 2002.

    [16]Vase Stephan Adolphs y Serhat Karakayal, Die Aktivierung der Subalternen, op. cit.

    [17]Vase la manera en que Maurizio Lazzarato ataca tambin este punto de vista, expresado precisamente por

    http://eipcp.net/transversal/0607/adolphs-karakayali/es/print#_ftnref17http://eipcp.net/transversal/0607/adolphs-karakayali/es/print#_ftnref16http://eipcp.net/transversal/0607/adolphs-karakayali/es/print#_ftnref15http://eipcp.net/transversal/0607/adolphs-karakayali/es/print#_ftnref14http://eipcp.net/transversal/0607/adolphs-karakayali/es/print#_ftnref13http://eipcp.net/transversal/0607/adolphs-karakayali/es/print#_ftnref12http://eipcp.net/transversal/0607/adolphs-karakayali/es/print#_ftnref11http://eipcp.net/transversal/0607/adolphs-karakayali/es/print#_ftnref10http://eipcp.net/transversal/0607/adolphs-karakayali/es/print#_ftnref9http://eipcp.net/transversal/0607/adolphs-karakayali/es/print#_ftnref8http://eipcp.net/transversal/0607/adolphs-karakayali/es/print#_ftnref7http://eipcp.net/transversal/0607/adolphs-karakayali/es/print#_ftnref6http://eipcp.net/transversal/0607/adolphs-karakayali/es/print#_ftnref5http://eipcp.net/transversal/0607/adolphs-karakayali/es/print#_ftnref4http://eipcp.net/transversal/0607/adolphs-karakayali/es/print#_ftnref3http://eipcp.net/transversal/0607/adolphs-karakayali/es/print#_ftnref2http://eipcp.net/transversal/0607http://eipcp.net/transversal/0607/adolphs-karakayali/es/print#_ftnref1http://eipcp.net/transversal/0607/adolphs-karakayali/es/print#_ftn17http://eipcp.net/transversal/0607/adolphs-karakayali/es/print#_ftn16
  • 7/24/2019 Trad Adolphs Micropolitica

    8/8

    01/09/09 12:24Micropoltica y hegemona

    Pgina 8 de 8http://eipcp.net/transversal/0607/adolphs-karakayali/es/print

    http://eipcp.net/transversal/0607/adolphs-karakayali/es

    Luc Boltanski y Eve Chiapello quienes apuntaron a la antedicha distincin entre crtica artista y crtica social

    en Las desdichas de la crtica artista y el empleo cultural, edicin multilinge en transversal: creativity hypes,

    febrero de 2007 (http://transform.eipcp.net/transversal/0207/lazzarato/es) [NdT].

    Micropoltica y hegemona

    http://transform.eipcp.net/transversal/0207/lazzarato/es