LAS UVAS FUCSIA - Mª José Romero

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    Las

    Uvas Fucsia

    M Jos Romero

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    A EXTRAA PROPUESTA

    CAPITULO I

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    El Cierzo haca volar literalmente, los rboles que aguantaban estoicamentesus rfagas enfurecidas. Remolinos de papeles y hojas secas corran sin rumbofijo, enredndose entre las piernas de la gente a la que tambin pareca quequera arrancarles la ropa; sentan como si aquel fro intenso, les calase hasta los

    huesos, mientras andaban por las calles a aquellas horas de la tarde oscura ytriste, en un otoo tpico de Zaragoza, casi tan helado y desapacible como elinvierno.

    Miguel, aterido, lleg a su casa peinndose con los dedos el alborotado pelomientras dejaba su cartera sobre una silla y se desabrochaba el abrigo.

    Estaba impaciente por contarle a su mujer, Ana, el extrao encuentro quehaba tenido esa misma maana. Desde entonces, no haba parado de darlevueltas al asunto. Tena que compartirlo con ella! l saba, que como todas lasmujeres, la suya tena un sexto sentido que le haca ver las cosas desde unaperspectiva diferente a la suya y le permita leer entre lneas aspectos de unamisma cosa que a l, le haban pasado desapercibidos.

    Ana le recibi como siempre, con un beso; quera saber cmo haba pasadoel da y, al ver que tena una expresin pensativa, le pregunt si todo marchababien en el trabajo.

    El da ha transcurrido como siempre pero... ser mejor que nos sentemos ahablar tranquilamente; quiero contarte un episodio que me ha pasado estaMaana y que no acabo de entender.- Le dijo Miguel, tomndola de la mano ydirigindose al cuarto de estar.

    Qu te ha pasado?Estas bien?- Le dijo ella con preocupacin. S, s, no te alarmes, no es nada, solo que me parece algo muy curioso, de

    verdad, pero no pasa de ah.

    Ya me lo imagino solo con verte la cara, si te conozco bien, puedo adivinarque hay algo que te interesa. Bueno, mejor as! - Dijo ella siguindole dcilmente,pero antes de sentarse en el sof, le propuso:- Por qu no me lo cuentasdespus de acostar a los nios y as estamos ms tranquilos?

    Tienes razn, no lo haba pensado, pero es que estoy impaciente por saberlo que t opinas. Dijo Miguel, quedndose parado sin saber qu hacer. Luego,volvi a decir: - Tampoco es tan importante como para que no pueda esperar unosminutos ms.

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    Miguel era un hombre simptico y atractivo de treinta y cinco aos; deaspecto normal, ni guapo, ni feo. Pelo moreno, ojos oscuros y una sonrisadeslumbrante, adems de ser alto y muy proporcionado.

    Siempre estuvo enamorado de Ana. Se haban conocido en el colegio ydesde entonces, fueron amigos inseparables: Jugaban juntos, lloraban juntos y

    juntos estudiaban. Si no hubiera sido por l, Ana seguira siendo una nia solitaria,rechazada por los dems nios, pero Miguel siempre le haba comprendido yquerido. Se consolaban el uno al otro cuando tenan algn problema en susrespectivas casas o con los otros compaeros de clase. El desenlace lgico de subuen entendimiento, fue hacerse novios en cuanto tuvieron la edad adecuada;finalmente se casaron, nueve aos atrs y tenan dos hijos de ocho y seis aos:Miky y ngel que eran su orgullo y la razn, como la de todos los padres, de sulucha diaria.

    Sus vidas transcurran en armona; se entendan a la perfeccin con una solamirada. En esta ocasin, s estaba acertado decir que eran almas gemelas.

    Se respetaban y, aunque no necesariamente estuvieran de acuerdo en todo,eso no significaba que surgieran malos entendidos y discusiones innecesarias;hablaban mucho y tanto ella como l, saban muy bien lo que queran y lesgustaba, pero el respeto a esa libertad, era lo que predominaba en su relacin. Talvez por esa razn, seguan siendo felices.

    Eran una de esas parejas que, al mirarlas, uno volva a creer en el amoreterno. Sus miradas, el tono carioso de sus voces al dirigirse el uno al otro, erandetalles inequvocos de su total compenetracin.

    Miguel era ingeniero superior de informtica de sistemas; llevaba trabajandoen la misma empresa diez aos, como jefe del departamento de programacin ytena a su cargo, adems de varias personas, mucha responsabilidad. Siempreera meticuloso y estricto en el trabajo, pero a la vez, querido y respetado, tanto porsus superiores, como por el personal que dependa de l; ste equilibrio era algomuy difcil de conseguir, pero a l pareca surgirle de forma espontnea.

    Entre los dos, ayudaron con la cena a los nios y los baaron, les dieron elcorrespondiente beso de buenas noches y se quedaron mirndoles en su camitadesde la puerta de la habitacin que compartan, como siempre, con los ojosllenos de amor

    Esta maana, a eso de las once, como siempre, me tom un descanso paradesayunar; estaba sentado en una mesa de la cafetera con varios de miscolaboradores y he visto entrar a un seor mayor que llamaba la atencin por suaspecto distinguido y singular, como a la antigua usanza, todo un caballero en elsentido ms elegante de la palabra.- Miguel, una hora ms tarde, por fin encontrel momento de contar a Ana lo que, con tanta impaciencia quera hacer nada msllegar a casa.- Para mi sorpresa, ha venido directamente a mi mesa y sin ms meha dicho: - Disculpen que les moleste, estoy buscando al Sr. Vidal, me han dichoque est en esta mesa. - S, soy yo En qu puedo servirle? -Le he contestadobastante intrigado- - Permtame que me presente: Eduardo Gonzlez. _

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    Dndome la mano continu: - Sr. Vidal, comprendo que este no es el momento niel lugar adecuados para lo que tengo que decirle, por eso me atrevo a abusar desu amabilidad y le pido que me conceda una entrevista, a ser posible con suesposa tambin, porque lo que tengo que proponerles es tan importante para ellacomo para Ud.-Mi esposa? qu tiene que ver ella con sus intereses?- Le he

    dicho, pero l continu: - No es nada personal, yo no tengo inters en esto; comoya le he dicho antes, en este momento en el que Ud,. tiene que volver a su trabajoen unos minutos, no me es posible exponerle todo el asunto, de ah que le vuelvaa mencionar la entrevista que le he pedido antes.- Me cogi desprevenido; sudistincin y la forma de hablar tan ceremoniosa, se unan a lo misterioso de supeticin; todo resultaba tan intrigante que he sucumbido a la curiosidad y le hedicho que s, que poda venir a casa. Ser maana por la tarde, a las siete.

    De verdad has citado a un desconocido a nuestra casa sin tener ni idea delo que quiere?- Ana estaba realmente sorprendida, porque, conociendo a Miguel,esta reaccin era inesperada por completo. Adems, siendo un hombre tanraro...

    Pues...s. Me ha parecido muy educado y respetable; adems, tieneaspecto de buena persona...Como te he dicho antes, vendr a las siete, maana. Miguel mir a Ana, con la expresin de culpabilidad de un nio cogido en falta.Ella, moviendo la cabeza, termin diciendo:

    Espero que no sea un timo de esos que estn tan bien organizados y quecaigamos los dos en l; somos demasiado confiados y esos tipos que tienenbuena presencia y que parece que nunca han roto un plato, son los que mejorengaan. Se qued callada un momento, pero enseguida dijo: - Lo que ms meintriga, es saber para qu quiere verme a mi.

    Eso es, precisamente, lo que me ha llamado tanto la atencin, porque,parece ser que no tiene nada que ver con mi trabajo.

    Ser para que compremos algo de mucho dinero y que tengamos quefirmar los dos o, como est de moda la compra de un apartamento entre variaspersonas y luego se disfruta en meses acordados... Multipropiedad, creo que sellama. A mi no me gustan esos arreglos adems, ha habido muchos fraudes.

    Pues si viene con una de esas proposiciones, perder el tiempo. Miguelera muy remiso respecto a esas compras.

    El da siguiente, transcurri con total normalidad y ninguno de los dos seacordaba de la visita que tenan anunciada para esa tarde.

    Como todos los das a las cinco, fue a recoger a los nios a la salida del

    colegio. Luego, Ana los llev a casa de Javi, el hijo de su amiga Yolanda; durantetodo el da haban estado impacientes porque llegara ese momento; quedaroncon l para ver el nuevo juego que Ana les compr para la video-consola la tardeanterior.

    Mientras los nios se afanaban por descifrar las bases del nuevo juego, Anase entretuvo un rato hablando con Yolanda; sta tena un problema con uno desus vecinos del piso de abajo, que no le dejaba ni un momento de sosiego; stesiempre estaba protestando; si no era por los ruidos que haca el nio o la

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    televisin, era por el ascensor, deca que, cuando legaba Javier, el marido deYolanda que trabajaba en un turno de noche, las puertas del ascensor ledespertaban y que as no se poda vivir. Haba amenazado con denunciarles, asque expusieron el problema en la reunin de la comunidad y todos los presentesvotaron por no hacer nada, comprendiendo que era natural que las puertas se

    escucharan ms en el silencio de la noche y decidieron que no se poda evitar yque Javier no tena por qu subir las escaleras de un noveno piso, solo para queno se escuchase el ascensor. As continu Yolanda relatando una interminablesucesin de discusiones que, a Ana le traan sin cuidado, pero, comprendiendo elsufrimiento de Yolanda, era incapaz de demostrarle a su amiga lo que pensaba,as que, haciendo de tripas corazn, dej que esta se desahogara e intentconsolarla lo mejor que pudo.

    El tiempo volaba y, sin darse cuenta, cuando por fin entr en su casa, erancasi las siete y Miguel acababa de llegar. No les dio apenas tiempo de hablar,cuando son el timbre de la puerta, justo a las siete en punto; entonces fuecuando se acordaron de la cita que tenan con aquel Sr. tan misterioso que,prcticamente se haba invitado solo.

    Miguel fue hasta la puerta y, detenindose un instante, para arreglarse lacorbata y repasarse con los dedos el pelo, abri. All estaba el Sr. Gonzlez quehaba sido extremadamente puntual, lo cual le caus muy buena impresin aMiguel que valoraba mucho esos detalles que, demostraban un gran respeto, paracon la persona que esperaba; tampoco le poda sorprender algo as en un hombrede la clase de aquel seor.

    Su aspecto era inmaculado: Traje oscuro, camisa blanca y corbata en tonosdiscretos, con un toque de color rojo pero, sin ser demasiado brillante. Llevabasombrero, tal vez algo anticuado, que no consegua cubrir por completo suabundante cabello blanco; reloj de bolsillo con una esplndida cadena de oro,gemelos, tambin de oro, haciendo juego con el alfiler de corbata y unos zapatosnegros que brillaban de limpios; llevaba un abrigo de corte clsico pero muycuidado, tambin de color negro. Todo en l rezumaba elegancia y distincin.

    Miguel observ cada detalle al primer golpe de vista y dese de formainconsciente, poder llegar a su edad siendo tan elegante, pulcro, educado ymeticuloso.

    Con algo de recelo, pero sin faltar a la hospitalidad, Miguel se hizo a un lado,invitndole a pasar.

    Buenas tardes, por favor pase.- Ya en el vestbulo y algo reticente, perocorrecto, le dijo:- Le presento a mi esposa Ana. El Sr. Gonzlez, como era deesperar, se inclin para besar la mano que Ana le haba extendido para saludarle;l se detuvo unos momentos mirando sus ojos.

    Eduardo Gonzlez, para servirle seora. Es un verdadero honor para m elconocerla y, si no es un atrevimiento por mi parte, le dir que es Ud. muyhermosa.

    El hombre, admir su pelo completamente negro y brillante, los rasgos de su rostroeran proporcionados y armoniosos, los labios carnosos y perfectos pero, lo que ms le

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    haba impresionado eran sus ojos. Solo una vez en su larga vida, haba visto otrosiguales. Eran azul transparente que recodaban las aguas lmpidas y profundas de un lago,pero sin la frialdad que se espera de un color tan claro. Haba muchos ojos azules, peroningunos como aquellos.

    Es Ud. muy amable y algo exagerado.- Le dijo Ana, con timidez anteaquella muestra de admiracin tan inesperada.- Por favor, pase por aqu, sintesey pngase cmodo. Desea tomar algo?

    S, gracias, un t me vendra bien, hace una tarde verdaderamente fra y seagradece algo calentito. Mientras le escuchaba, Ana pens que tambin su vozresultaba aterciopelada y distinguida, a la vez que acariciadora y persuasiva; dabala sensacin de que nunca se haba levantado para expresar alguna ofensa oalguna frase de desprecio.

    Ana se march para preparar el t, bastante sorprendida y algo nerviosa; laexpresin que haba visto en los ojos del anciano, le estaba inquietando, lo mismoque toda su persona. Le daba la sensacin de que era un personaje de novela, talvez algo siniestro, que haba salido por unos momentos de la ficcin. Sepreguntaba qu tendra que decirles a ellos que eran personas annimas, comotantas con las que se puede cruzar por las calles; nunca haba odo su nombre, nilo poda relacionar con ninguno de sus conocidos. Tambin a ella le pareca quetena cara de buena persona y empez a picarle la misma curiosidad que habasentido Miguel el da anterior cuando habl con l; entonces comprendi que lhubiera cometido la imprudencia de darle cita en su casa. Aquel hombre, inspirabaconfianza a la vez que recelo...

    Mientras esperaban su regreso, los hombres se sentaron en el saloncito, unoen el silln de la derecha y el otro en el sof. Durante los primeros minutos, semiraban con disimulo y en silencio, esperando que el otro empezase unaconversacin. Miguel saba que, siendo el anfitrin, tena que hablarle de algo,

    pero no se le ocurra nada para romper aquel silencio que pareca estardemasiado pesado.

    Despus de observar la estancia, el Sr. Gonzlez fij su atencin en losmuchos libros de todos los tamaos y colores que llenaban el mueble quedominaba la habitacin; una gran librera que adems tena bastantes figuras ypequeos adornos.

    Tienen Uds. una casa preciosa y muy acogedora. Se decidi a hablarprimero l, dada su edad, pareca tener ms recursos que el joven. - Por lo queveo, son amantes de la lectura.

    S, es cierto.- Contest Miguel sin saber qu aadir al comentario. Tambin veo que los temas son muy variados. - Luego, fijando su mirada

    en las fotos de los nios que, repartidas por todos los rincones del mueble,aparecan desde apenas unos meses hasta la edad que tenan en ese momento,calcul.- Son sus hijos? Pregunt a Miguel con aparente curiosidad, que msbien pareca una forma de empezar un dilogo; por lo menos, es as como lointerpret l.

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    S, Miky y ngel. Son dos chicos buenos; Miky tiene ocho aos y ngel,seis. Contest con un brillo en los ojos y una sonrisa, sin poder evitar que se lenotara el orgullo que senta por ellos.

    Son muy guapos, nada extrao vindoles a Uds. Qu hermoso debe de sertener hijos!

    Ud. no los ha tenido?No, no. Nunca me he casado. Siempre ha sido el trabajo lo primero en mi

    vida, sin darme cuenta de que no es lo ms importante, pero cuando esto seentiende, ya es demasiado tarde; la vida no nos deja volver a tras y rectificar losmuchos errores que cometemos.- Despus de esta afirmacin, se reflej unasombra de tristeza en los ojos cansados del Sr. Gonzlez, pero Miguel no sepercat de ella.

    Despus, el silencio volvi a llenar la habitacin. De momento no tenan nadams que decirse. Lleg Ana, pocos minutos despus, con una bandeja en la quetraa el t y unas galletas para acompaarlo, depositndola en la mesa que habadelante del sof en el que estaba sentado Miguel. Los dos siguieron con su mirada

    cada uno de los movimientos de ella.Cuando Ana termin de servir las tazas, se sent junto a Miguel dispuesta aescuchar lo que aquel seor, tan diferente a todos los que, hasta entonces habavisto en su vida, tena que decirles.

    Sin ms prembulos y viendo que le estaban esperando, el Sr. Gonzleztom un pequeo sorbo de su taza, aguantando admirablemente lo caliente queestaba y se decidi a hablar:

    Como mandan las reglas de la cortesa, debo presentarme: Mi nombre esEduardo Gonzlez y soy el administrador de una seora llamada Laura Enciso. Talvez hayan odo en alguna ocasin este apellido. Esta familia ha sido muy conocida

    en Zaragoza desde hace muchos aos, por sus negocios en el mbito de lasinmobiliarias y la construccin. Tanto Ana como Miguel, afirmaron con la cabeza,dndole a entender que s haban odo hablar de esas empresas, pero sin quererinterrumpirle. Seguramente Uds. pensaran que no significa nada, puesto que nola conocen a ella. Bien, mi visita les aclarar esta y otras cuestiones. La Sra.Enciso, es la propietaria de una mansin que se encuentra al final del Paseo deColn, casi dentro del parque Primo de Rivera; puede que hayan pasado por allalguna vez. La pareja volvi a asentir y sigui a la espera de ms detalles. Esta Sra., lleva muchos aos en el extranjero, pero hace algn tiempo, decidivenirse a vivir a la casa de su niez y juventud, definitivamente.

    Perdone que le interrumpa, pero no acabo de entender qu tiene que ver

    toda esta historia con nosotros. Dijo Miguel, algo impaciente. A eso voy, si me lo permite. La casa est en un estado lamentable. Lleva

    cerrada ms de veinte aos y est completamente abandonada. Ella no la ha vistodesde que se march, hace ya mucho tiempo, como les he dicho antes, pero seimagina como debe encontrarse. Se detuvo un momento para tomar otro sorbode su t y, as tener la oportunidad de observar la expectacin en los ojos de los

    jvenes, por eso continu: - Para conseguir que la casa recobre su antiguoesplendor, se necesita mucho trabajo y el personal adecuado para llevarlo a cabo;

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    sobretodo, necesitamos quien tenga sentido de la organizacin, alguiencompetente y honrado, con experiencia en llevar empleados, como Ud. Miguel; ahes donde nos interesa su trabajo.

    Mi trabajo?. Vamos a ver; creo que Ud. se ha equivocado de persona. Yono busco trabajo, ni soy un profesional de la construccin, ni tampoco me interesa

    ser el encargado de la restauracin de una casa en ruinas. El anciano Sr. le mirapenado y con tono de disculpa, le dijo: Perdnenme, no me he explicado con claridad, lo siento.De acuerdo, hgalo a ver si le encontramos la lgica a todo este asunto

    que, de momento, parece no tenerla.- Dijo Miguel, mirando luego a Ana, queasinti dndole la razn.

    Ya se que Ud. no busca trabajo; yo, simplemente estoy siguiendo lasinstrucciones que me ha dado la Sra. Enciso. Ella tiene muy buenas referenciassuyas y es su deseo que los dos se ocupen de su casa. Ya lo haba dicho;desde que mir a Ana a los ojos, no saba cmo llegar a este punto.- La Sra. esinmensamente rica y est dispuesta a pagarles muy bien. Quiere que, tanto Ud.

    Miguel, como Ud. Ana, sean los responsables de todo el trabajo; piensa que esnecesaria la presencia de una mujer por su sensibilidad y gusto por las cosashermosas, para la decoracin y otros muchos detalles. Ana y Miguel se miraronde nuevo, completamente atnitos; les resultaba impensable hacer ellossemejante trabajo.

    No le parece un poco extrao que, siendo precisamente, la duea de unasempresas relacionadas con la construccin, busque a personas como nosotrosque no tenemos ni idea de este tema? Dijo Ana.

    Su observacin es muy acertada y tendr una respuesta a su debidotiempo. Contest el Sr. Gonzlez.

    Suponiendo que esa respuesta fuera convincente, todo esto me parece

    muy bien, hasta creo que sera una buena oportunidad para cualquiera, sinembargo nosotros, como ya le he dicho, no necesitamos otro empleo, ninguno delos dos. Volvi a repetir Miguel, que daba por concluida aquella conversacin sinsentido.-Yo llevo muchos aos en la misma empresa y estoy muy satisfecho. Miesposa, aunque tiene la carrera de Magisterio, no desea trabajar mientras losnios sean pequeos. Por lo tanto, nos parece del todo impensable dejar lo quetenemos seguro, por un trabajo que, por muy bien pagado que est, no puededurar ms de unos meses. Creo que se ha equivocado de personas. No nosinteresa. Dijo esto, haciendo el movimiento de levantarse para despedirle.

    Por favor! Otra vez les ruego que me disculpen por mi torpeza; sigo sinexplicarme bien.- El Sr. Gonzlez, les dijo con expresin desolada.- Lo primero de

    lo que tena que haberles informado, es que este trabajo no es temporal. Uds. sequedaran en la casa como administradores. Esto tiene sus deberes y sus muchasventajas. La principal razn para pedirles que se queden en la casa como fijos, esque la Sra. no desea vivir sola; precisamente una de las condiciones que me pusoal encargarme de que buscara a las personas idneas para este trabajo, fue quetuvieran hijos pequeos. La Sra. no ha tenido la suerte de ser madre, aunque lo hadeseado mucho. Por eso, su mayor ilusin es que su casa no est silenciosa;desea que tenga los sonidos de la vida y eso solo lo consiguen las voces y el

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    constante ir y venir de los nios. Ella siente debilidad por los pequeos y losentiende muy bien. En definitiva, lo que ella quiere es lo ms parecido a unafamilia; puesto que no la tiene y tanto la necesita. Creo responder as a supregunta anterior. Dijo mirando directamente a Ana.

    Seor Gonzlez, Miguel, despus de escuchar el largo monlogo del Sr.

    Gonzlez, pens que todo aquello no era nada ms que una tontera y, sin esperarla opinin de Ana, le dijo:- No s cmo ha llegado hasta nosotros, no puedoimaginar por donde le ha venido nuestro nombre a la Sra., como Ud. la llama.- Sinsaber por qu, Miguel no quera molestar al seor que tena en su casa, pero, a lavez, deba dejar bien claro cual era su posicin.- Siendo completamente sincero, ledir que todo esto es muy difcil de aceptar. Si nos tomramos su propuesta enserio, nos obligara a dejar nuestra casa, nuestro modo de vivir y todo por lo quehemos luchado con tanta ilusin y sacrificio. No conocemos a esta Sra. nisabemos si nos podramos adaptar, nosotros y nuestros hijos, a vivir en una casavieja y extraa. Sigo dicindole que se ha equivocado de personas.

    La cara del Sr. Gonzlez, pareca hermtica, no reflejaba nada de la

    tormenta de sentimientos que se haban desencadenado en su interior. Tema noser capaz de conseguir que ellos aceptaran; as mismo, tema la reaccin deLaura cuando le dijera que haba fracasado en lo que ms le importaba a ella. Pornada del mundo dejara que este asunto se le escapara de las manos.

    Por otro lado, escuchaba comprensivo los argumentos de Miguel, convencidode que l mismo, en unas circunstancias parecidas, habra reaccionado con ladesconfianza que ahora demostraban los jvenes; entonces crey que haballegado el momento oportuno para sacar el As que guardaba en su manga.

    En realidad, hemos hablado de muchas cosas pero no de lo msimportante en un negocio: La parte econmica. La pareja escuchaba, pero en suinterior, lo nico que deseaban era que llegase el momento en que este Sr. saliera

    de su casa. En principio, el sueldo sera de 800.000. pts. al mes. Puede que les

    parezca poco para el trabajo que tendran que realizar los dos; en todo caso, msadelante, sera negociable.- Como viejo zorro que era, Eduardo vio que iba porbuen camino; la cantidad que les haba ofrecido, era lo que Miguel ganaba encinco meses, aproximadamente. Continu diciendo:- Antes les he hablado de lasventajas; ahora se las voy a explicar: Entre otras menos importantes les dir que,todos los gastos diarios, como la comida, las ropas, el colegio de los nios, libros,coche...etc. absolutamente todo, correran a cargo de la Sra. Enciso. Para que lesquede claro y no haya malentendidos: Viviran gratis. Eso quiere decir que susueldo lo podran ahorrar casi ntegramente. As, el futuro de sus hijos lo tendran

    asegurado, pudindoles dejar una pequea fortuna el da de maana.De pronto y de forma inesperada, el Sr. Gonzlez se puso de pie, sin

    permitirles comentar esto ltimo que acaba de decir. Apresuradamente, se acerca Miguel, estrechndole la mano.

    Comprendo que todo esto les resulte raro y sospechoso. Lo que necesitanes algn tiempo para pensarlo y discutirlo entre ustedes. Para su tranquilidad, lesdir que todo se har con un contrato firmado y absolutamente legal; juro por mi

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    honor, que todo lo que les he dicho es rigurosamente cierto y, aunque no lo crean,les llamar dentro de unos das para conocer su respuesta. Sin ms, se volvi y,tomando de nuevo la mano de Ana, le dijo:

    Seora, le quedo muy agradecido por la amabilidad que ha tenido alrecibirme en su casa. Buenas tardes! Besndole la mano y sin ms palabras, ni

    ms explicaciones, se march dejndoles con un milln de preguntas sinrespuesta.

    Al quedarse solos, Ana y Miguel, se miraron sin dar crdito a lo queacababan de or. Siguieron en silencio, pero cada uno por su cuenta se haca lasmismas preguntas: Qu significa todo esto? Por qu nos han elegido anosotros? Cmo ha llegado nuestro nombre hasta esta seora misteriosa queest en el extranjero? Si, por otro lado, fuera cierto lo que nos ha dicho, sera lasolucin de nuestras vidas y las de nuestros hijos. Tendramos el valor de dejarla seguridad de lo que ahora tenemos, para arriesgarla en algo que parece unsueo? La Sra. Enciso, ser una anciana cariosa y dulce a la que los niospodran llamar abuela, tal vez, sea una ricachona dspota y caprichosa de lasque les gusta estar rodeada de esclavos y creen que lo pueden comprar todo consu dinero? Y... si todo fuera un engao y nos diramos cuenta demasiado tardeQu haramos sin empleo y en la miseria? Eran tantas las dudas y las preguntassin respuesta, que lo mejor era no pensar y dejarlo olvidado, recordarlo comouna ancdota ms de la vida.

    Se miraron y empezaron a rerse; como siempre haban adivinado lo quepensaba el otro.

    Sabes lo que te digo? No le demos ms vueltas a la cabeza. Esperaremosa ver si es verdad el juramento que nos ha hecho. Esta historia hace aguas portodas partes; lo ms seguro es que no volvamos a saber nada ms del Sr.Gonzlez, de la Sra. Enciso y de su vieja y destartalada mansin. As que nomerece la pena seguir pensando en esto. - Miguel, atrajo hasta sus brazos a Anae intent hacerse perdonar por el fallo que haba cometido al invitar a este Sr. a sucasa, sin saber nada de sus intenciones.

    Siento haber cado en la red de la curiosidad, ms an, tena que habersido ms precavido. Nadie da duros a cuatro pesetas!

    No te preocupes. Yo tambin estaba intrigada por saber lo que quera; hasido interesante y a servido para que no nos aburriramos esta tarde; astendremos algo curioso que contar No te parece? Luego, cogiendo el bolso, seapresur a salir.-. Me voy a casa de Yolanda a buscar a los nios. Ellos no se

    habrn dado ni cuenta de la hora que es, lo estarn pasando muy bien con el juego para la video-consola que les he comprado y que estaban deseandoensearle a Javi.

    Los das pasaban y no tenan noticias del Sr. Gonzlez; esto les confirmque todo era como haban pensado. Poco a poco dejaron de hablar del asunto yeste fue quedando en un segundo plano.

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    Miguel, aprovechando una ocasin en que se encontr con su amigo Jos, lecoment la propuesta que les haba hecho el tal Sr. Gonzlez.

    T que piensas de esta tontera? Le pregunt, seguro de que se reirade aquella disparatada idea, como lo haban hecho ellos.

    Hombre, no se cmo decirte pero, si a mi me ofrecen semejante sueldo,

    con las mismas condiciones, puede que no me pareciera una tontera.- Lecontest Jos, como amigo y abogado que era.- Habra que estudiar el contrato ysi todo est legal, como te ha asegurado, lo pensara detenidamente.

    Ests hablando en serio? Por supuesto. Hay oportunidades en la vida que vienen, como sta, de

    forma inusual y que son la solucin que se esperaba. Vindolo desde ese ngulo, no estara mal, pero lo que parece es que ese

    Sr. ha tanteado el terreno y ha visto que, con nosotros no hay nada que hacer; poreso no ha llamado.

    Quien sabe. Contest Jos, sin que Miguel advirtiera la expresin de sucara, que le habra hecho reflexionar bastante ms.

    Despus de esta conversacin, en la rutina de Miguel, nada haba cambiado;continuaba con su trabajo, que le apasionaba llenndole por completo; su vidafamiliar segua siendo feliz y disfrutaba con la lectura, siempre que tena tiempo.Todo era normal!

    Los nios, que no saban nada del episodio, hacan lo que todos: iban alcolegio y jugaban con sus amigos. Cuando llegaban a casa, se acababa elsosiego, solo se oan sus voces y risas, tambin a veces, sus llantos; como todoslos nios, aprendiendo a vivir; estaban sanos y felices, eran todo energa y, poreso mismo, los padres estaban contentos.

    Ana, saba organizarse bien; era joven y fuerte, por eso, haca las labores de

    su casa en poco tiempo y as poda disfrutar, como Miguel de su pasin favorita: lalectura y de otras muchas actividades, como formar parte de la Asociacin dePadres del colegio de sus hijos, la asociacin de mujeres de la que era secretaria,colaboraba como voluntaria en varias organizaciones de personasdesfavorecidas... y un largo etctera que le tena ocupada todo el da.

    Cuando los nios volvan por la tarde del colegio, ms tarde o ms temprano,les ayudaba con los deberes; para ella, esta era una de las tareas msimportantes de su existencia; sus hijos ante todo y sus necesidades, no slomateriales, sino intelectuales y afectivas. Siempre tena presente que ella, carecide muchas de las cosas imprescindibles para un buen desarrollo en todos losmbitos y, por nada en el mundo, deseaba que los suyos se sintieran tan

    desgraciados como ella a su edad.Era una mujer tranquila y agradable a la que le gustaba conocer yrelacionarse con toda clase de gente. Todos la apreciaban porque siempre se levea alegre y dispuesta a escuchar cuando alguien necesitaba un pao delgrimas. Era sensata en sus consejos y pareca comprender las penas mejor quenadie.

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    Eran las diez de la noche; la jornada ya haba llegado a su fin y la familia sedispona a descansar: Haban terminado de cenar y los nios ya estaban en elprimer sueo. Para el matrimonio, ese era el mejor momento del da. Se sentaban

    juntos en el sof y disfrutaban de la paz y el silencio de la casa. Algunas vecesvean la televisin, otras, se dedicaban a hablar de sus cosas, esas que forman el

    mundo ms ntimo de una pareja de enamorados; se besaban y empezaban aprepararse para el amor que vendra despus, como lo ms hermoso. Esas horas,eran solo suyas.

    El telfono, empez a sonar, rompiendo el momento de intimidad de quegozaban, sobresaltndoles; se miraron esperando que el otro supiera de quien setrataba.

    Yo lo cojo, estoy ms cerca. Quin puede ser a estas horas?. Dijo Ana,alargando la mano hasta la mesita donde estaba el telfono.

    Diga! Por favor, quisiera hablar con Ana Rivas. Dijo una voz de mujer

    desconocida para ella, con suave acento extranjero, pero muy agradable.

    S, soy yo. Con quien hablo? Buenas noches! Soy Laura Enciso. Estoy encantada de saludarla.Ana, no esperaba esta llamada. Mir a Miguel y por seas y en voz baja, le

    dijo de quien se trataba. Se senta algo nerviosa y en el primer momento no sabaqu decir.

    Buenas noches! Cmo est? Estoy muy bien, gracias; aunque para m son buenos das. Le llamo desde

    Canberra, Australia y llevamos nueve horas de adelanto respecto a Uds. enEuropa. Aqu es por la maana. Es un gran placer para m, poder hablar con Ud.Eduardo me ha contado su entrevista y la impresin tan extraordinaria que le hancausado. Me siento impaciente por conocerles yo tambin.

    Es Ud. muy amable. La verdad es que para nosotros ha sido algocompletamente inesperada la propuesta de ste Sr. Y nos resulta bastante extraotodo lo que est ocurriendo, siendo que somos desconocidos tanto Uds paranosotros, como viceversa.- Ana, estaba perpleja, pero venciendo la primeratimidez que se haba apoderado de ella, le empez a decir muchas de las cosaspara las que deseaba una respuesta convincente.- Como le he dicho, no sabemosnada de Ud. y como es natural, tenemos muchas preguntas que hacerle, porquehay demasiadas cosas por aclarar, antes de continuar considerando la propuestaque nos han hecho. El Sr. Gonzlez no nos dio muchos detalles que, paranosotros son muy importantes.

    Por m no hay ningn inconveniente; si Ud. tiene tiempo ahora, le

    contestar encantada, a todas las preguntas que desee hacerme.Mi marido est aqu a mi lado y le hablar en nombre de los dos.Me parece muy bien. Un saludo para Ud. Miguel. Ana, le repiti el saludo

    y l, con cara de sorpresa, se lo devolvi.Miguel, tambin le saluda. Como puede suponer, todo esto nos ha

    sorprendido mucho. Entre todas las dudas que tenemos, la primera que nosgustara que nos aclarase es: Quin le habl de nosotros, como nos haconocido? Este punto, creemos que es de la mayor importancia y el Sr. Gonzlez,

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    no nos dijo nada sobre el. Ana, intentaba hablar con tranquilidad y dominando eldeseo de hacerle todas las preguntas a la vez. Consiguiendo que de sus palabrasno trascendiera lo que estaba pensando sobre que haba algo oculto en todo esteasunto.

    El conocerles, fue por pura casualidad. Hace tiempo que decid volver a mi

    pas y le ped a Eduardo que se encargara de hacer los arreglos necesarios en lacasa. l me cont el mal estado en que se encontraba y pens que no quera verlahasta que estuviera como cuando la dej, hace ya muchos aos. Le ped quebuscara a alguien para llevar a cabo esa misin y que prefera que las mismaspersonas, que ya conocieran la casa a fondo, se quedaran a vivir conmigo paracontinuar llevndola.- Despus de un breve descanso, para tomar aliento, continu:- Despus de las muchas entrevistas que l hizo sin resultado satisfactorio, se locoment a mi abogado en Espaa, pero no esperaba que la solucin me la dieral, tan rpidamente. Me dijo: Yo conozco a la pareja ideal para llevar tu casa bienorganizada. Es un matrimonio joven, con dos hijos preciosos. Son dos personasde total confianza, muy honestas y fiables. Les conozco de toda la vida y hasta

    puedo poner las manos en el fuego por ellos. Dice que su abogado nos conoce?.- Dijo Ana, ms escptica que nunca,

    abriendo los ojos de sorpresa y mirando a Miguel. S, se llama Jos del Valle. l es quien lleva mis asuntos all. Jos! Por supuesto que le conocemos de toda la vida.- La voz de Ana

    cambi, ahora era ms aguda y animada.- Es el mejor amigo de Miguel. Seconocieron en el jardn de infancia y, desde entonces, lo han hecho todo juntos,menos casarse con la misma mujer. Se quieren ms que si fueran hermanos. Porqu no nos lo dijo el Sr. Gonzlez? Todo hubiera sido mucho ms comprensible.Hemos estado preguntndonos de donde haban sacado nuestro nombre y cmohaban llegado a hacernos una propuesta tan extraa sin conocernos de nada. Lo

    raro es que el otro da Miguel estuvo hablando con Jos y le cont lo sucedido,despus le pidi que le aconsejara, porque nos pareca todo muy fuera de locomn. l no dijo nada que alejara las dudas ante la decisin que debamostomar, solo dijo que era algo que debamos hacer nosotros. Y no le notamosnada!

    Bueno, la culpa es ma. Les ped a Jos y a Eduardo que no les dijerannada hasta que pudiera hablar con Uds. Quera saber cmo eran sin ningunainfluencia. Lo entiende, verdad? Tena que asegurarme de que no era otra familiams, de las muchas que hemos conocido.- Dijo con cansancio en la voz, dando aentender que el trabajo de encontrarles, haba sido demasiado largo.- Deseabahablar con Ud. y hacerme mi propio juicio, solo con escucharle la voz y cambiar

    algunas palabras. S, claro, lo entiendo, puede que tenga razn. De todas maneras, sigue

    siendo una aventura el meter en su casa a unos desconocidos, dndoles laoportunidad de ser como de la familia. No es conveniente fiarse de la gente de esamanera, incluyndonos a nosotros, solo porque alguien le ha dicho que ramosbuenos.

    Ana, es Ud. estupenda. Todo lo que me dice es muy razonable y me afirmams en la idea de que son las personas adecuadas para que ponga mi confianza

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    en Uds. Me est demostrando su honradez y siento que no voy a ciegas.- Ahorahaba optimismo en su voz que, Ana ya empezaba a conocer tan expresiva aldemostrar sus sentimientos.- Siempre me ha preocupado encontrarme con gentesin escrpulos que habran visto la mejor oportunidad de su vida en aprovecharsede m, sacar el mayor partido posible y luego dejarme plantada. Tambin he

    pensado en todos los inconvenientes. Sin embargo, creo que he encontrado enUd. a la persona ms honesta y sincera. Laura, mientras hablaba, se senta muyfeliz. Le gustaba la forma de razonar que tena Ana. En realidad, estaba segura deque sera as; ella no poda ser como todo el mundo, no, no, era de una razadistinta. Ana, no quisiera que pensara que hago las cosas sin tener completaseguridad, por eso le voy a contar las razones que me han llevado hasta estarsegura de que Uds. son las personas que necesito: Primero, Jos es mi abogadodesde hace algunos aos, confo en l por completo; en mltiples ocasiones meha demostrado que es digno de esa confianza. Por otra parte, est Eduardo; de lpodra decirle muchas cosas. Fue administrador de mi padre y le recuerdo ennuestra casa desde que era una nia. Siempre ha sido como de la familia y hagozado de la confianza y el cario de todos. No puedo recordar cuantas veces hasido la mejor ayuda que he tenido y la nica persona a la que he podido acudir enlos momentos ms difciles de mi vida. Por eso, cuando l me dijo que Uds. eranlos ms indicados, no he tenido ninguna duda. Despus, Jos afirma que pondralas manos en el fuego por Uds. y tambin lo creo. As que sobre este tema, no esnecesario volver a hablar; est completamente claro.

    La conversacin continu entre ellas, hablando de mil temas distintos.Para Miguel era muy difcil seguirlas; l solo escuchaba una parte de la

    conversacin y le resultaba imposible entenderla. Daba la sensacin de que seconocan de toda la vida. Cuando acabaron, entre risas de complicidad, habanpasado dos horas ms.

    Ana, al colgar el telfono, segua sonriendo, despus record que Miguel nohaba podido escucharlo todo; as que se lo cont animadamente y con toda laexpresividad que la caracterizaba, hasta con los detalles ms pequeos; as eraAna de meticulosa en todo lo que haca.

    A pesar de la confianza que se haba establecido entre las dos mujeres, denuevo pensaron en los posibles inconvenientes y en las ventajas de aceptar uncambio tan drstico en sus vidas. Pero, ahora lo vean desde una perspectivadiferente. Laura Enciso y el Sr. Gonzlez, ya no eran gente desconocida; ahoraestaba Jos por medio y eso era para ellos una garanta.

    En sus pensamientos, como es natural, lo primero y ms importante, era elfuturo y el bienestar de sus hijos, por eso, al recordar las palabras del Sr.Gonzlez cuando les dijo: Un da pueden tener una pequea fortuna Les dolapensar que haba sido el dinero el que les llevaba a aceptar, pero, en realidad erael convencimiento de que sus hijos podan disfrutar de una vida mejor. Saban quecon un sueldo, como el que hasta ahora tenan, por bueno que fuera, no se podaahorrar para dejarles una herencia como la que les dejaran de esta manera.

    Tambin sentan mucha pena al pensar en dejar su casa, en la que habanpuesto muchos sacrificios y mucha ilusin. Entre esas paredes haban pasadohoras de alegras y de tristezas. Cada habitacin, cada mueble y cada detalle por

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    insignificante que pareciera, tiene su historia y un recuerdo hermoso. Cmo ibana poder dejarlo as? Cuanta incertidumbre

    Esa noche se les hizo eterna; el sueo pareca no querer llegar nunca apesar de sentirse totalmente agotados, ms por el cansancio mental que el fsico.La decisin que haban tomado era tan trascendental para sus vidas y las de sus

    hijos, que no saban como abordarla.Entre los dos, hicieron un breve recorrido por los momentos que habanvivido all: La primera vez que estuvieron en la casa y la ilusin tan grande alfirmar la escritura que garantizaba que era suya de verdad; despus de aos dehipoteca en los que muchos meses crean no tener el suficiente dinero para vivir ypagarla.

    All estaba la historia de cada Navidad, de cada cumpleaos, el da quecompraron los muebles del saln, cuando llegaron con cada uno de sus hijitosdesde el hospital, aquella vez que Miky dej el grifo del lavabo abierto y seencontraron todo inundado al volver del colegio...

    Pero la decisin estaba ya tomada y los dos saban que era definitiva;emprenderan una nueva vida en una casa desconocida, con gente a la que nohaban visto nunca; todo porque deseaban que sus hijos tuvieran lo mejor, lo queellos no podran darles jams.

    Ahora que lo tenemos definitivamente resuelto y decidido, creo quedeberamos intentar dormir, aunque sea un poco. No te parece?- Dijo Miguel,apag la luz de su mesita de noche y besando a Ana, se dio la vuelta

    S, lo intentaremos. Hasta maana cario!Estaban todava en la cama, era muy temprano, cuando son intempestivamente el

    telfono; Miguel se estaba planteando el levantarse para ir a trabajar y fue l quiencontest. Era el Sr. Gonzlez.

    Buenos das! - Su voz sonaba muy animada y menos ceremoniosa que enlas dos ocasiones anteriores en las que haban hablado.- Tal vez es demasiadotemprano para llamarles pero, es importante para mi saber si han tenido tiempopara tomar una decisin, si no es as, no pasa nada, pueden tomrse con calma eltiempo que necesiten y lo volver a hacer pasados unos das.

    Buenos das Sr. Gonzlez. Aplazarlo no ser necesario; anoche estuvimoshablando con la Sra. Enciso y gracias a esa conversacin, hemos conocido lasrespuestas a casi todas las dudas que tenamos y que nos impedan llegar a unadecisin; ahora ya est tomada y la respuesta es que aceptamos el trabajo quenos vino a ofrecer.

    Me alegro mucho.- Dijo despus de unos segundos de silencio, para l muysignificativos, pero que para Miguel pasaron desapercibidos.- y, hasta meatrevera a decirles que es la mejor decisin que han tomado en sus vidas. Qules parece si nos vemos esta tarde a las siete en la oficina del Sr. del Valle?

    Muy bien, por nosotros no hay inconveniente, all nos encontraremos a lassiete Verdad?

    Eso es, debemos ultimar el acuerdo y firmar el contrato, ya sabe... Entonces, hasta luego.

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    La oficina de Jos, se encontraba muy bien situada en el Paseo de Sagasta.Era un edificio moderno, con diez plantas ms las de oficina y que para alegra delos usuarios, contaba con aparcamiento propio, lo cual result ser un gran aliviopara Miguel, dado lo difcil que era encontrar un buen sito donde dejar el coche aesa hora. Subieron hasta el primer piso, dedicado exclusivamente a oficinas y se

    encontraron que ya les estaba esperando el Sr. Gonzlez que haba llegado consu habitual puntualidad. Despus de los saludos y los comentarios de rigor, Josles inform de que ya tena preparado el contrato a la espera de su firma.

    Ana y Miguel, despus de leerlo detenidamente, se sintieron un tantoincmodos. Pareca que todo eran ventajas para ellos, hasta les daba la sensacinde que se estaban aprovechando de una mujer que no conocan. Era demasiadobueno, tena unos detalles en los que ellos jams habran pensado. Realmentesospecho; esa era la palabra adecuada para definirlo.

    Si creis necesario comentar algo en privado, podis hacerlo en el otro

    despacho que, en este momento est vaco. Les dijo Jos, con amabilidad yconocindoles tan bien como les conoca, saba que les vendra bien estudiartodos los puntos entre los dos y a solas.

    S, gracias, lo vamos a necesitar. Contestaron casi al unsono, los dos.

    Ana y Miguel entraron y cerraron la puerta tras de s. Despus de sentarsecmodamente en un sof, extendieron el documento ante ellos, sobre la mesaque haba delante.

    Cario, Qu opinas de todo esto? A m me parece demasiado bueno paraser cierto.- Le dijo Miguel a Ana, despus de echar un rpido vistazo a los

    documentos que tenan frente a ellos. A m tambin. Que raro me resulta que pongan por escrito que tenemos

    libertad de entrar en todas las habitaciones de la casa! Es que no es as siemprecon los cuidadores y administradores de una residencia? Ana sigui hablando-Sobre todo pensando en que tenemos que ocuparnos de arreglarla.

    Y esto? La Sra. Enciso se compromete a dar un trato como iguales a ellaa los Srs. Vidal- Rivas e hijos, as como a todos los integrantes del servicio Serposible a estas alturas del siglo veinte!

    Puede que ella nunca estuviera de acuerdo con el trato que se les daba entiempos de sus padres, ya ves como eran las dependencias del servicio. Coment ella.

    Mira esta otra clusula: La educacin de los hijos de los Srs. Vidal-Rivas,correr a cargo de la Sra. Enciso en su totalidad. Siempre que los Srs. Vidal-Rivas, estn de acuerdo Pues mira, eso no est mal que lo pongan por escrito, yasabes que las palabras se las lleva el viento. Exclam Miguel en voz baja.- al finy al cabo, no conocamos a nadie para poder fiarnos, cuando nos lo dijo el Sr.Gonzlez.

    No s que significa todo esto. Tal vez esta Sra. est asegurndose el futurocomprndonos de esta manera. Coment Ana mirando seriamente a Miguel.

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    Bueno, y si as fuera, tampoco le veo nada malo. Quien algo quiere, algo lecuesta No dice as el refrn? Me parece muy bien que si no tiene ms familia, seasegure de que, aunque solo sea por inters y, puede que por agradecimiento, yaque no por cario, va a tener a alguien que se ocupe de ella cuando no puedavalerse por s misma.

    Pero, con todo el dinero que tiene, bien se puede permitir el lujo de vivir enuna residencia de las ms caras, donde tendra hasta un buen equipo de mdicosy enfermeras a su disposicin.

    Ya sabes que el Sr. Gonzlez nos dijo que lo que ella quera era lo msparecido a una familia y, sobretodo, los nios, puesto que no los ha tenido propios;de ah el inters de ocuparse de su educacin. Por lo menos es la sensacin quea mi me da. A Miguel le pareci lgico el razonamiento que estaba haciendoAna.

    S, puede que tengas razn. Lo que pasa es que algo tan ventajoso, esdifcil de creer en estos tiempos.

    Cuando salieron, a pesar de todas las dudas que seguan teniendo, estabandecididos a firmar. El Sr. Gonzlez, con una letra de altos y finos trazos, rubricadacon elegancia, lo hizo en representacin de la Sra. Enciso por medio de un podernotarial.

    Seores, como ya todo est en orden, les sugiero que me den una fechapara visitar la casa y que as puedan hacer una valoracin de las necesidades quetiene.- Les dijo, satisfecho de lo que haba conseguido.

    Qu le parece si quedamos para maana a la misma hora que hoy? A mime viene muy bien porque termino a las seis de trabajar, as podra ir a recoger aAna.

    Me parece perfecto. Les espero frente a la clnica Quirn y desde all

    continuaremos juntos.De acuerdo, all nos veremos. Si no hay nada ms en lo que les pueda servir, me marcho. Buenas tardes

    a todos. Se despidi el Sr. Gonzlez, conciso, como siempre. Ya empezaban aconocerle.

    Le saludaron los tres al unsono y, cuando se quedaron solos con Jos, paraAna y Miguel haba llegado la hora tan esperada de las explicaciones por parte del.

    Un momento, un momento! Parecis lobos hambrientos comindome apreguntas. Jos estaba acorralado por sus amigos, que le exigan respuestasrpidas y convincentes.

    Queremos que nos digas por qu nos ocultaste todo esto. Nos lo tenas quehaber contado aunque fuera un secreto; para eso estn los amigos. En cambio thas tenido el valor de callar a pesar de que te hemos pedido que nos ayudaras adecidirnos. Te has limitado a ver desde lejos el dilema y la preocupacin por laque estbamos pasando y te has quedado tan tranquilo.- Miguel le lanz todo estosin pensar en que, con sus palabras atropelladas, poda molestar a su amigo, perosigui con sus preguntas: - Quin es esta mujer? Cunto hace que la conoces?Por qu nunca nos hablaste de ella? Dnde vive? Cmo es?...- Uno a otro se

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    quitaban las palabras, deseando que Jos les contestase a todas las preguntascuanto antes.

    Un momento, por favor. No puedo contestarlo todo a la vez; me estisaturdiendo con tantas recriminaciones y tantas preguntas. Primero os dir que noestoy autorizado a decir nada que mis clientes no deseen que se diga. En este

    caso, las ordenes fueron de discrecin absoluta. Segundo, soy su abogado desdehace cinco aos. Tercero, no puedo hablar de mis clientes por importantes quesean, sera un aburrimiento para vosotros y para m, a parte de que tampoco osinteresa saber nada de mi trabajo.- Jos se tomaba todo con calma excesiva parala curiosidad de sus amigos.- Contestar solo las preguntas que pueda, que noson todas: Vive en Canberra, Australia. Cmo es? Bueno, eso lo tendris que verpor vosotros mismos, yo no la he visto nunca en persona, nuestra relacin ha sidosiempre por telfono y por medio del Sr. Gonzlez; ella no ha venido a Espaa enmuchos aos y yo no he tenido la suerte de poder ir hasta Australia. Con lo queme hubiera gustado! No os parece que son ya demasiadas preguntas? Basta!Me siento como interrogado por la polica de los aos cincuenta. Ya os enteraris

    en su momento de lo que falta. Lo que s os puedo asegurar, es que habis hecholo correcto, tomando la mejor decisin de vuestra vida. Eso es lo que deseamos y t sers el responsable para bien o para mal,

    porque nos has metido en todo este lo, ocultndonos la verdad y sin pedirnosopinin. Esperemos agradecrtelo toda la vida, esa ser la seal de que no te hasequivocado.

    De vuelta a su casa, en el coche comentaron que todava les parecaincreble que, tan solo haca unos das, tenan la vida organizada, sincomplicaciones y totalmente predecible. Ahora, sin embargo, se encontraban anteun futuro incierto, con una casa desconocida que tenan que restaurar; buscando

    empleados y perdiendo la tranquilidad de su vida, por una inesperadaresponsabilidad. Adems de todo esto, se encontraban ante un cambio total decostumbres y hbitos, que no saban cmo afrontar.

    Entre todos los cambios, haba otra cosa que le resultara especialmentedoloroso a Miguel: Despedirse de su empresa. Jos le haba informado que eltiempo mnimo que deba continuar en ella para que se pudiera despedir, era dequince das. De este modo la empresa tendra tiempo de buscar a alguien que losustituyera.

    Por eso, a la maana siguiente, deba hablar con sus jefes paracomunicarles su marcha. Era un momento muy difcil para l. Despus de diezaos, a aquella empresa la consideraba, casi como suya, las personas que laintegraban, eran como parte de su familia, con sus problemas, sus momentosagradables y otros menos buenos; igual que en las familias, cuando haba algnfallo, todo se perdonaba y se volva al trabajo con entusiasmo. Estaba seguro quetardara mucho tiempo en superarlo; les echara de menos a todos. Muchos de suscolaboradores, haban empezado desde cero y l les haba enseado todo cuantosaban; se senta un poco padre de ellos, a pesar de su juventud...Pero ya tena ladecisin tomada.

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    Ana, tambin tendra que despedirse de sus actividades en el colegio de sushijos; ya no habra tiempo para asistir a las reuniones, ni de participar en losprogramas extraescolares. Hablara con el director para comunicarle que elprximo curso, las plazas de sus hijos quedaran vacantes.

    Se despedira de tantas amigas como tena en su calle, de sus vecinas lascuales le confiaban sus ms ntimos problemas buscando el consejo discreto ycarioso que ella siempre estaba dispuesta a darles.

    Todo no era malo, porque se alegraba de perder de vista a la vecina del pisode arriba, que se haba propuesto amargarle la vida, sin saber que a Ana, no se lepoda estropear la existencia, con solo algunas molestias por parte de unapersona que s estaba amargada.

    Sentan los dos, de forma especial, el que sus hijos perdieran a sus amigos ycompaeros de clase; eso poda marcarles mucho a su edad; confiaban en que,por lo menos los ms cercanos, pudieran continuar visitndose. La reaccin quetendran los nios, era algo por ver.

    Tal vez cambiar de vida no sea tan malo, despus de todo.- Le dijo Miguel,parndose en un semforo en rojo.- Tenemos por delante todo un mundo deexperiencias nuevas y de proyectos por los que luchar.

    Creo que ser apasionante. Estoy impaciente por ver cmo es la casa pordentro. Siempre me ha intrigado, cada vez que la he visto me he preguntado cmosera vivir en una mansin de esas dimensiones. Las vueltas que da la vida!Ahora somos nosotros los que la vamos a restaurar y nuestros hijos van a disfrutarde ella como si fuera la cosa ms natural del mundo.

    Aunque, aparentemente Ana y Miguel haban asumido su papel en elproyecto que les pareci una locura al principio, oculto por la avalancha desorpresas y nuevas perspectivas, siempre estara el misterio que les rodeaba,latente en sus mentes.

    Inconscientemente, esperaban que dentro de la gran casa, estuvieran lasrespuestas que tanto ansiaban. Lo que no saban es que sus dudas se irnhaciendo cada vez ms grandes. Llegaran las respuestas cuando conocieran aLaura Enciso?

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    LA CASA ENCISO

    CAPITULO II

    Al mismo tiempo, con la puntualidad que les haba enseado el Sr. Gonzlez,

    llegaron ante la clnica Quirn, un taxi, del que se baj el anciano Sr. y el FordFiesta color burdeos de Miguel. Despus de saludarse, se subieron al Ford yjuntos, recorrieron el corto trayecto que les separaba de la Casa Enciso.

    Se encontraban ante la puerta del jardn; una verja grande con un trabajo deforja muy complicado y artstico, pero en el que se notaba ostensiblemente, elpaso del tiempo y el abandono; estaba oxidado, sucio y en algunos puntos, roto.

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    Ana y Miguel, recordaban perfectamente las veces que se haban detenidofrente a esa verja, sobretodo cuando eran novios y paseaban por el parquesiempre que salan y haca buen tiempo, pues nunca disponan del suficientedinero para ir a otra parte como el cine o una cafetera. Siempre, mirndola, habasurgido el mismo comentario: De quien ser esta casa tan hermosa? Qu

    lastima dejarla as! Por qu la habrn abandonado?Venciendo las dificultades que la oxidada cerradura le ofreca, el Sr.

    Gonzlez, consigui abrir la enorme verja del jardn.Delante de ellos se encontraba la avenida que conduca hasta la puerta

    principal. Se adivinaba que, en otro tiempo, el camino era de piedra; pero habancrecido las hierbas entre las juntas y ahora estaban cubiertas de maleza y hojassecas, medio podridas y de toda clase de basura que el viento haba idoamontonando all, durante los muchos aos en que nadie se haba preocupado delimpiar.

    El espectculo era desolador. A los lados de la avenida, los rboles eran muyaltos de enormes troncos, algunos torcidos y heridos por el tiempo; chopos, pinosy algn que otro sauce llorn que, por ser tan grandes, haban sobrevivido alabandono, alimentados por las lluvias.

    Todo lo dems, eran malas hierbas y suciedad que se haban idoapoderando de un jardn que, en otro tiempo, debi ser maravilloso en su enormetamao.

    Las tres personas se pararon en el camino, mirando a un lado y al otro;sintiendo como si hubieran entrado en el mundo desolado y fantasmagrico de laspesadillas, en las que se espera, de un momento a otro, ver aparecer un serdeformado y horrible, de en medio de aquella maraa de siniestros arbustos yenormes enredaderas que se entretejan formando un laberinto sin salida.

    A la derecha, se encontraron con un estanque que, en el centro tena unacomposicin muy hermosa, formada por un nio semidesnudo, que jugaba condos grandes delfines que, se supona, echaban agua por sus bocas abiertas. Lasfiguras de esta fuente, se intua que eran de mrmol blanco. Todo estaba cubiertopor la suciedad y la basura; en el fondo del estanque se vea un resto de aguaspodridas, hojas, papeles y hasta un gato muerto.

    Esta era una hermosa fuente que nos alegraba las ardientes tardes deverano. Ya saben cuanto calor tenemos en Zaragoza, seco y bochornoso. Lasfiguras, parecan tener vida. El agua que sala por las bocas de los delfines caaen cascada hasta el estanque, produciendo un sonido muy agradable y que a lavez, refrescaba el aire; aqu, como acabo de decirles, es necesario tener algo quehumedezca el ambiente. Alegraba mucho el jardn... S, era muy hermoso yrelajante. Los ojos del anciano, se iban empaando por las lgrimas, que intentadisimular. La pareja se haba dado cuenta de ellas, comprendiendo el sufrimientoque el estado del aquel hermoso parque le poda producir pero, con una mirada,decidieron no haberlas visto.

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    Al otro lado de la avenida, se encontraba una preciosa prgola que un da,debi ser una obra de arte; en cambio ahora estaba prcticamente cubierta deenredaderas y de arbustos silvestres que crecan salvajemente a su alrededor yen el interior. Estaba derrengada, oxidada y en un estado lastimoso. Ya apenas sedistinguan los hermosos grabados de las columnas que formaban un encaje de

    flores y hojas en mrmol rosa. Entre las columnas que sujetaban el techoabovedado, la forja haca arcos de flores entretejidas con hojas. Que pena! Yatodo era un amasijo de hierros retorcidos en los que difcilmente se distingua labelleza que haba tenido en su tiempo.

    Dentro haba una mesa rodeada de bancos, todo de piedra tambin congrabados y torneados, que recordaban los templos griegos; pero estaba cubiertode moho verde y con terribles erosiones.

    Por todo el jardn, se iban encontrando pedestales en los que se adivinabanque un da tuvieron maceteros llenos de flores y figuras que adornaban el parque,como si de una familia de pequeos habitantes de piedra se tratara; sin embargo,el tiempo los haba convertido en tristes formas sin ningn encanto a las que lesfaltaba la cabeza, a algunas los brazos, a otra las piernas ... y estaban medioocultas entre la maleza.

    Dando la vuelta a la casa, Ana y Miguel, se encontraron sorprendidos poruna extraordinaria piscina en lo que pareca una zona de recreo. Estaba rodeadade una gran extensin de terreno, en el que, seguramente, habra csped ysombrillas para poder tomar el sol y jugar con pelotas y otros juegos. Todo elborde era de piedra y por la parte ms profunda pareca tener ms de cuatrometros; en la otra mitad, separada por una hipottica red, se encontraba la quedebi ser para los nios, pues no pareca tener ms de medio metro deprofundidad. Como todo lo dems, estaba cubierta de basura y restos de aguasverdes y pestilentes.

    Cunto van a disfrutar los nios cuando todo est limpio este verano! Parael agua son incansables. Le dijo Miguel al Sr. Gonzlez, que se sonri ante lagran imaginacin que haba que tener tal como estaba la piscina en esosmomentos.

    Siguieron caminando por el extenso jardn, comentando lo que se podahacer, por parte de los jvenes y lo que fue, por parte del anciano que senta unagran nostalgia por los tiempos pasados, convencido de que, por muy bien que searreglara, nunca volvera a ser como haba sido.

    Cuando vieron la casa de cerca, les impuso un gran respeto; era mucho msgrande de lo que pareca desde la verja de entrada al jardn. Era tan slida, tanmaciza, que les dio la sensacin de encontrarse ante una edificacin con variossiglos en sus muros. La fachada era de piedra y estaba en perfecto estado. Lospostigos de las ventanas, tambin se vean muy slidos y solo parecan necesitarun buen lijado y abundante pintura.

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    El edificio constaba de dos plantas y el tico. ste, estaba rodeado por unaterraza con balaustres de mrmol blanco. Los tejados eran de pizarra que brillabacon los rayos del sol, ya muy alto en el cielo.

    En su parte derecha llamaba la atencin, una hermosa torre semicircular,tambin cubierta de piedra a la que, los grandes ventanales y la puerta que daba

    al jardn, con hermosas cristaleras, le quitaban ese aspecto triste, fro y enjuto delas construcciones medievales. El tejado de la torre, como era de esperar en suestilo, terminaba en aguja tambin cubierto de pizarra, que le confera un aire algoms gracioso.

    Miguel y Ana, ayudaron al Sr. Gonzlez a subir los cinco escalones que lescondujeron hasta la puerta de entrada. Eran de mrmol blanco, o por lo menos,eso pareca. El porche estaba rodeado de una balaustrada de mrmol blanco,igual que la de la terraza superior. La puerta era de madera, extraordinariamenteslida y en bastante buen estado. En la parte de arriba, tena medio rosetn decristales emplomados de diferentes colores y a los lados de la puerta, tambinhaba cristales que, sorprendentemente, estaban intactos.

    Despus de haber visto el espectculo de desolacin que presentaba el jardn, el aspecto de la casa les tranquiliz un poco. Aunque todava no habanvisto el interior, se poda suponer que estaba bien protegido por los slidos murosque lo guardaban.

    Los hombres se haban entretenido comentando el estado de la fachada ydel jardn. Ana, por su parte, aunque pareciera poco comprensiva, seimpacientaba ante la parsimonia del Sr. Gonzlez. En su prisa por ver el interior dela casa, no se daba cuenta de que el pobre Sr. pasara de los ochenta aos. Suspasos eran desesperadamente lentos y, de vez en cuando, se detena para tomaraliento. Sus hombros estaban encorvados, el pelo, aunque abundante, eracompletamente blanco, al igual que las espesas cejar bajo las cuales brillaba,todava, un destello de astucia en los cansados ojos, los que, un da, se podaadivinar que fueron grandes y hermosos. En toda su persona, se vea el reflejo delque fuera un hombre atractivo y muy apuesto. Ana, observndole, pensaba que lavejez era muy injusta volviendo feo, lo que fue hermoso....o no, porque en muchoscasos, no estaba mal poner en su sitio a quien se creyera superior porque suaspecto era ms perfecto que el de las dems personas, sin saber que por dentro,estaban completamente vacos.

    Por fin, el anciano, subi los pocos peldaos de la entrada apoyndose en elbrazo de los jvenes. La cerradura de la puerta principal, era otro reto para quiense decidiera a intentar abrirla. Lo consigui Miguel con mucha paciencia; todo elmecanismo estaba lleno de polvo y sin engrasar y, mientras lo haca, Miguelestaba temiendo que se partiera la llave en el interior, entonces se hubierancomplicado mucho las cosas, pero no fue as, por suerte o por el extremo cuidadoy la habilidad que tuvo al hacerlo.

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    Al entrar en el vestbulo, lo primero que recibieron fue un fuerte olor ahumedad. Todo estaba sumido en la neblina de polvo en suspensin que habalevantado el aire al abrir la puerta. Se movieron las telaraas y las sbanas quecubran los muebles; pareca un baile de fantasmas en la semipenumbra delinterior y a Ana, le recorri un escalofro por la espalda. Cuando el polvo se fue

    asentando, se empez a ver todo lo que les rodeaba.Las tres personas, esperaron con paciencia que todo su alrededor sedespejara desde la puerta.

    El vestbulo era muy grande, como todo lo que haban visto hasta esemomento, desde que entraron en el jardn. Al fondo, lo primero que les llam laatencin, fue una hermosa escalera de mrmol rosa en la que destacaba elmaravilloso trabajo de labrado que luca la baranda; era tan original, que Ana seacerc para poder verlo con detalle.

    La escalera arrancaba con diez peldaos muy amplios, en semicrculo, luegose abra en dos, a izquierda y derecha, igualmente ancha y majestuosa. En elrellano que haca la divisin de los tramos, haba una mesa consola a la que Anale quit la sbana que la cubra; ella no entenda de muebles antiguos, por eso nosaba definir de qu estilo era, solo poda ver que su lnea era fina y elegante;encima tena una figura de alabastro que representaba a una mujer coronada deflores por dos palomas blancas, su largo pelo pareca movido por el viento,haciendo un remolino de hebras doradas que envolva su cintura; era de unabelleza exquisita. En la parte superior, en la pared, haba un gran espejo conmarco dorado muy ostentoso en el dibujo que lo adornaba.

    Est admirando la escalera? Pregunt el Sr. Gonzlez que se habaacercado por su espalda sin que ella lo hubiera notado. Con un sobresalto que ledispar el corazn en descompensados latidos, contest:

    S, me ha impresionado de hermosa que es; el labrado es extraordinario,podra pasar horas y horas mirando cada uno de sus motivos. Luego me he dadocuenta de esta figura; tambin me ha gustado mucho, creo que es la ms bonitaque he visto en mi vida. Le contest ella, algo ms calmada, aunque segualatindole el corazn de forma alocada.

    La escalera fue construida por un arquitecto italiano, llamado expresamentepara ello hace ms de ciento cincuenta aos. El mrmol empleado, fue tradodesde Carrara. Siempre ha sido un orgullo para la familia. Les gustaba ver laimpresin que produca a todo el que la miraba. La figura que tanto le ha gustado,procede de un viaje que hizo el abuelo de la Sra. a Holanda; se la regal a suesposa para su cumpleaos. Hablaba tan apasionado, que los jvenes le

    escuchaban con atencin.Quiero que se fijen en otra de las maravillas de la casa: La cpula. Dijo

    sealando hacia arriba; los dos siguieron su mirada y, conforme la suban ibandescubriendo la artstica baranda del primer piso, la del tico, igualmente hermosay ms arriba sus ojos se quedaron extasiados ante una cpula de dimensionesexageradas y con uno de los emplomados ms hermosos que nunca habanimaginado. Era una combinacin de formas abstractas en mltiples colores que,en su poca, habra sorprendido a muchos, por lo futurista que pareca; en el

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    centro, formaba un sol de rayos dorados del que parta una gruesa cadena de laque penda una gran araa de cristal que estaba cubierta para protegerla del polvo

    Nunca haba pensado que se pudieran tener cosas tan hermosas.- DijoAna, verdaderamente extasiada.

    Es una pena que no puedan admirar la lmpara; es una obra de arte hecha

    por uno de los ms prestigiosos artesanos de la poca; es de cristal de Bohemia,tiene casi tantos aos como la propia casa. Ha sido restaurada en variasocasiones, pero todava conserva gran parte del cristal original; es espectacular elreflejo del cristal cuando est encendida, parecen miles de diamantes de todos loscolores del arco iris. Se acerc a una de las paredes sealando una manivela, lesexplic que sta era desde donde se bajaba la lmpara.

    En esta casa. Sigui diciendo con orgullo mal disimulado. Hay muchascosas extraordinarias, no solo estas. Vengan conmigo y vern. Miguel, por favorquiere ir delante para abrirnos paso?

    Se disponan a cruzar el vestbulo, dirigindose a la izquierda. Ana, algo ms

    atrs, miraba a su alrededor imaginando por un momento, cmo seran las fiestasy los bailes en los tiempos de mximo esplendor, cuando la gran araa estuvieraencendida, la escalera pulida y limpia, los muebles nuevos; las joyas y los trajesde la ms alta sociedad, brillaran con toda su belleza. Estara todo adornado deflores de los propios invernaderos y los sirvientes vestidos con trajes negros yguantes inmaculados, se moveran de un lado a otro atendiendo a los importantesinvitados; desde un rincn de aquel enorme vestbulo, una orquesta de cmara,pondra un exquisito fondo de msica escogida, a las conversaciones de laspersonas que se haban reunido alrededor de sus ricos anfitriones. Cunto lehubiera gustado estar all!

    Despertando como de un sueo, se dio cuenta de como los hombres sedirigan a una de las puertas. Miguel, se iba abriendo paso entre las telaraas conlo brazos extendidos, pareca un explorador en plena selva del Amazonas, solo lefaltaba el machete para ir cortando las ramas y arbustos que le cerraban el paso.Con esta idea, se acerc a ellos todava sonriendo.

    La primera puerta que abrieron, daba paso a una estancia en total oscuridad.Siguiendo las instrucciones del Sr. Gonzlez, Miguel consigui llegar hasta losgrandes ventanales y encontrando la manivela que serva para levantar laspersianas; empez a darle vueltas con bastante esfuerzo, porque como todo,estaba llena de suciedad. Con chirridos y bamboleos, por fin la pesada persiana

    lleg hasta arriba. No con menos esfuerzo, consigui abrir los postigos debisagras oxidadas. Cuando por fin lo logr, la luz entr con prisa mostrndoles unaamplia habitacin, donde los muebles, cuadros y lmparas, estaban cubiertos desbanas y telaraas tan tupidas como un tejido. Con mucho cuidado, Ana cedi ala tentacin de ver alguno de los muebles pero, a pesar de todo el sigilo que puso,el polvo le hizo toser y llorar; aunque no le impidi quedar maravillada alcomprobar la belleza y calidad del aparador, as como la de los candelabros,todava dorados a pesar de no haberlos limpiado en tantos aos, y la de figuras

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    que iba descubriendo y pensaba: -Son autnticos tesoros, Cmo ha podidoestar todo esto tan abandonado?-

    Este es el comedor, como han podido comprobar. Los muebles, estos ylos de toda la casa, han sido codiciados por los anticuarios que me han ofrecido

    autenticas fortunas por ellos; pero la Sra. no ha querido nunca ni or hablar devenderlos. Ya los vern cuando estn limpios y brillen con toda su hermosura.

    La siguiente puerta era un pasillo donde encontraron cuatro puertas ms. Laprimera era un cuarto pequeo donde se guardaba el servicio del comedor en elque haba una puerta que se comunicaba con el, all haba unas estanteras quecontenan una gran cantidad de objetos: Las manteleras, los cubiertos, lacristalera, la porcelana...etc. Cubierto por una espesa capa de polvo y telaraas.

    Le segua un cuarto de aseo, que no les despert mayor inters. Al final delpasillo encontraron una puerta de dimensiones ms grandes que las otras. Anteella se detuvo el Sr. Gonzlez y con evidente orgullo les dijo:

    Aqu est la mayor joya que posee la familia Enciso: La biblioteca.- Conmovimientos casi ceremoniosos, el anciano Sr. abri las pesadas puertas. Dentro,todo estaba en tinieblas apenas rotas por la claridad que llegaba desde lasventanas que ya se haban abierto en las otras habitaciones por las que habanpasado. Miguel se adelant y comenz a abrir las ventanas. Un torrente de luzinund la habitacin que, como las dems, tena los muebles cubiertos, pero habaalgo en esta estancia, que era imposible cubrir: Las imponentes cristaleras queguardaban la cantidad ms increble de libros imaginada. Desde el suelo, hasta eltecho, las paredes estaban cubiertas de estanteras.

    Esta es la biblioteca.- Volvi a decir el Sr. Gonzlez. Mirando en derredorsuyo y admirndola, como si fuera la primera vez que la vea.- La idea de

    acristalarla la tuvo el abuelo de la Sra. l fue el que ms contribuy en la coleccinde libros nicos. Era un gran biblifilo; dedic su vida y buena parte de su inmensafortuna, a su pasin por buscar ediciones raras de las que solo quedabanalgunos pocos ejemplares; primeras ediciones de un siglo determinado, losincunables, que, como ya saben, son los libros que fueron editados desde que seinvent la imprenta, hasta el ao 1500...etc. Si Uds. son aficionados a la lectura,ya irn descubriendo muchas ms cosas que les sorprendern, porque, comopueden apreciar, aqu est representado todo el saber de que dispone el hombrepor escrito.

    S, s, somos muy aficionados a la lectura, pero creo que llegar a tenertantos conocimientos, como se encierran aqu, nos puede llevar ms de una vida.

    Contest Ana, con los brazos extendidos, queriendo abarcar todas lasestanteras.

    Dejaron la biblioteca con desgana, porque se hubieran quedado en elladurante mucho tiempo Haba tanto que descubrir entre los increbles ejemplaresque all se guardaban!

    La puerta siguiente, era un despacho que perteneci al ltimo de los Srs.Enciso; tampoco se entretuvieron demasiado en el. Como en todas las dems

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    habitaciones todo esta tapado y prefirieron esperar al momento de la limpieza y losarreglos para verlo con detenimiento.

    Salieron al vestbulo de nuevo y al lado de la puerta que acababan de dejar,encontraron un reloj de pie de madera de Palo Santo; sus largos pndulos estaban

    inmviles, la esfera era de esmalte blanco, ya casi amarillento y los nmerosromanos, estaban bellamente incrustados de oro en un fondo negro. Suscampanas, en otro tiempo, seguramente llenaran con el eco de sus taidos todala casa.

    A su lado, haba otra puerta de cristal muy labrado con flores y dibujoscomplicados; al abrirla se encontraron con un ascensor. Ana se sorprendi muchoal verlo, era la primera vez que tena la oportunidad de estar dentro de unascensor privado. Era muy bonito, tena un silln de terciopelo rojo y un espejoque cubra toda la pared del fondo, dndole ms amplitud al reducido espacio; lasotras paredes, estaban cubiertas por un acolchado de raso blanco. El espejo tenaun marco dorado compuesto por racimos de uvas y hojas de parra, todo muyelaborado. Este detalle le gust mucho.

    La abuela de la Sra. Padeca una clase de artritis deformante que leimpeda moverse con facilidad, por ese motivo, se instal este ascensor, para quepudiera subir hasta el solarium, que tanto le gustaba.- Le inform el anciano seor,con expresin nostlgica.

    Continuando el recorrido, se encontraron con un saloncito muy coqueto yacogedor. Esta habitacin les pareci pequea, despus de ver las dems, perosolo ella, era ms grande que la mitad de su casa, esto hizo imaginar a Ana, queera ideal para los momentos ms ntimos y hogareos en una casa tan grande.

    A la derecha de la escalera, haba una puerta que les llev hasta otro pasillo.Esta parte era completamente distinta a todo lo que haban visto hasta esemomento. Les pareci haber entrado en otra poca, en otro mundo donde laoscuridad y la tristeza predominaban sobre las ilusiones y las alegras de lasgentes que los habitaban. Todo tena un aspecto horrible. Los muebles no estabantapados como los otros.

    Ana y Miguel, se miraron sin dar crdito a lo que tenan delante. No podanentender lo que pasaba. Acababan de salir de un paraso de lujo y riqueza, paraentrar en un mundo oscuro y ttrico.

    Estas son las dependencias del servicio. Les inform el Sr. Gonzlez. Esta puerta ms grande es la cocina, las otras son dormitorios, un cuarto de bao,otro cuarto de estar, la despensa y la del fondo es la entrada de servicio; esta otraes la escalera del stano y la que est all, es la de los lavaderos.

    El Sr. Gonzlez, no pareca dispuesto a pasar de la entrada del pasillo, peroAna y Miguel, se mostraron muy interesados por ver con detalle toda aquella parteque pareca ser vergonzosa para l.

    La pareja sigui el recorrido atnita. Todo lo que les rodeaba, pareca sacadode las pelculas de esclavos negros que vivan en condiciones infrahumanas y queeran tratados peor que los animales. Con pena vieron que no haca falta irse tanlejos para encontrar algo bastante parecido. En las mentes de ellos, surgieron

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    muchas preguntas que nadie les sabra contestar: Cmo poda una familia quese crea civilizada y que gozaba de la mejor educacin, tener en su casa talesdiferencias? Qu clase de conciencia les permita vivir en la abundancia,mientras los que le servan estaban con tanta miseria?

    Al parecer, el Sr. Gonzlez, pudo leer en sus caras la impresin que los

    jvenes inexpertos en estos temas, haban recibido al comprobar la desproporcinentre unas habitaciones y otras. Apresuradamente les dijo: Espero que recuerden una de las clusulas del contrato donde se

    especifica que todos sern tratados como iguales en esta casa. La Sra. no quiereque esto se vuelva a repetir; nunca estuvo de acuerdo con estas diferencias y esole caus muchos disgustos con sus padres, sobre todo con su madre que era muyreacia a los cambios. Esta parte, segn su deseo explcito, habr que rehacerlapor completo.

    Volvieron por el pasillo sucio y oscuro para salir de nuevo al vestbulo. Algoms adelante y cerca de la puerta de entrada, se detuvieron ante la puerta msgrande y extraordinaria que haban visto nunca.

    Este es el saln. No me es posible describirles las maravillas que contiene,hay cosas que solo se pueden apreciar vindolas. Les dijo el anciano, sindisimular el orgullo que senta por todo lo hermoso que contena la casa y queformaba parte de su vida, tanto como si le hubiera pertenecido por completo a l.

    Mirando el inmenso saln donde solo se poda apreciar el decorado del techocon extraordinarios rosetones y molduras de escayola dorados y policromados enun estilo exquisito, creacin de alguien preocupado slo por lo bello y original. Lasparedes estaban cubiertas de seda azul pastel que, aunque sucia, todava sepoda apreciar.

    En medio de la pared que daba al jardn, les atrajo la atencin de una forma

    especial, los ventanales de la torre y la gran puerta de cristal tallado que tenaacceso al estanque. Podan apreciar que, solo con los metros de aquel saln, sepodra edificar una casa y no pequea.

    No piensen que por ser tan grande es menos acogedor. Aqu se han vividomomentos de mucha felicidad, como cuando naci la Sra. su padre estaba comoloco con ella, era su muequita de porcelana... Tambin, recuerdo como si fueraayer, cuando en las tardes de verano, era muy hermoso sentarse en uno de lossillones con los ventanales abiertos, escuchar el rumor del agua en el estanque...-Sus ojos tenan un brillo soador, como si volviera a ser como antes; luego, larealidad se impuso y les dijo: - Quieren seguir con la visita?

    La pareja se mir y sin necesidad de palabras, entendieron que sera muycansado para el Sr. Gonzlez continuar, as que decidieron terminar al dasiguiente; de todas formas, ya se estaba haciendo de noche y apenas se podanver con claridad.

    Cuando llegaron a su casa, Ana y Miguel comentaron que haba varias cosasque les preocupaban especialmente. Ana, pensando en los nios; crea que habra

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    que hacer algo para que estuvieran bien cuidados mientras ella se dedicaba a sunuevo trabajo, sabiendo que, en los prximos meses tendra que pasar muchotiempo sin poder atenderles como era su costumbre.

    Esta idea le iba dando vueltas en la cabeza, todo el tiempo mientras atendaa sus hijos y, hasta que se sentaron en el saloncito, despus de que los hubiera

    acostado, no habl del tema con su marido. Estoy pensando que es un abuso por mi parte dejar a los nios en casa de

    Yolanda. Ella es muy amable estos das, pero no creo que deba seguir dejndolosall. Ya se que ellos estn encantados, porque se pasan el tiempo jugando con suhijo. De todas maneras, creo que tendra que buscar a alguien que se ocupe deellos...- Tras un momento de reflexin, dijo: - Sabes en quien estoy pensando?

    Pues...no tengo ni idea. Vas demasiado deprisa para mi. - Miguel, comomuchas veces, se haba perdido intentando seguir los pensamientos de ella.

    Estoy pensando en Amparo, la hija de Mara; ya sabes a quien me refiero. S, creo que s; es la seora que vive en el primero. Eso es. Amparo es una chica muy formal y cariosa; adems, creo que les

    vendra muy bien el dinero. Hace unos meses Mara ha conseguido separarse delmarido, Por fin! Siempre me he preguntado cmo ha podido aguantar tantos aosde borracheras y de malos tratos; ya sabes los escndalos que formaba de vez encuando.- Ana lo saba muy bien, porque, en ms de una ocasin, fue el pao delgrimas de Mara, cuando sta estaba aterrada por las constantes palizas quereciba, tanto ella, como sus hijos, sin importarle la edad que tenan.- Ella y sushijos han estado siempre amenazados de muerte y lo mismo le pegaba a ella,como a los nios. Ahora ya no est en la casa, pero les ha dejado en la miseria yes Mara la que tiene que trabajar para mantener a su familia, con lo grande quees, y poder salir adelante; pero ah no queda todo el problema; por si fuera pocotoda una vida de sufrimientos, le ha jurado que, en cuanto la vea sola por la calle,

    la matar. La pobre tiene mucho miedo porque est segura de que es capaz decumplirlo. Cuando va a trabajar, siempre le acompaa Mario, el hijo mayor, luegova a buscarla. As no se puede vivir. Lo ha denunciado, ya no se cuantas veces; el

    juez le dio una orden de alejamiento, pero no la cumple y por ms que locomunique a las autoridades, no hacen nada y el peligro lo tiene pegado a laespalda a todas horas.- La impotencia ante un caso tan triste, se le not a Anaclaramente en la pena que reflejaba su mirada, mientras se lo contaba a Miguel.Luego, tras ocurrrsele una buena idea, sta se le ilumin.- Pensndolo bien,podramos darle trabajo a Mario tambin. Es un chico serio y maduro para suedad; su madre dice que sirve para todo. Les haramos mucho bien dndolestrabajo a los dos; as ella, podra ocuparse de los ms pequeos, que todava le

    quedan cinco, y no vivira con el constante miedo a que la maten. Qu opinas?Que tendran que darte el Nbel de la Paz.- Dijo l, sonriendo pero, muy

    orgulloso.- Siempre te preocupas por los dems. Me parece muy bien, si t lesconoces y ests segura de que se puede confiar en ellos, por m no hayinconveniente; de todas maneras tenemos que buscar a muchos ms.

    Eran las ocho de la maana y la familia al completo, ya estaba preparadapara salir. Los nios se iban al colegio y los padres haban quedado en recoger al

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    Sr. Gonzlez para terminar de ver la casa, cuando, al sonar el timbre del telfono,les cogi por sorpresa..

    Cario, atindelo t, mientras yo voy a llevar a los nios, luego vendr abuscarte. Le dijo Miguel, que sostena en una mano las dos carteras y en la otrados manecitas impacientes.

    Diga? - Contest Ana, pensando que era una hora inoportuna para llamar. Hola! Buenos das! Soy Laura. Al escuchar la voz del otro lado del

    telfono, Ana volvi a sorprenderse; esa voz pareca la de una mujer joven, nadiepodra pensar que se trataba de una seora que ya haba pasado bien de lossesenta aos.

    Buenos das! Aunque para Ud. sern buenas noches, no es as? As es. Cmo estn? Y los nios Estn bien? S, s, todos estamos perfectamente, gracias.He hablado con Eduardo y me ha dicho que todo marcha estupendamente

    y que no ha habido ningn problema con los trmites legales. Tambin me hadicho que estuvieron en la casa. Qu les ha parecido? l no ha podido decirme

    mucho, tena prisa y no insist, ms que nada porque prefiero que me lo contisvosotros.

    S, fuimos all, pero no la vimos entera, solo el jardn y la planta baja. Nospareci que sera mejor dejarlo para terminar de verla hoy; el Sr. Gonzlez, sefatiga mucho.

    Claro! El pobrecito ya est muy mayor. Bueno, pero qu os ha parecido?Perdname si te parezco muy exigente, pero estoy deseando saber en qucondiciones se encuentra.

    S, si, lo comprendo.- Entonces Ana empez a contarle todo cuanto habanvisto.- El jardn est bastante mal; es natural, dado que lleva mucho tiempo sinque nadie lo cuide. Todas las plantas se han muerto y las malas hierbas se han

    apoderado como una plaga; los nicos que han resistido, han sido los rboles msgrandes. Todo lo dems, est muy estropeado, sucio y feo. Muchas de lasestatuas y adornos, habr que restaurarlas, otras estn tan rotas que sernecesario buscar las ms parecidas. Nos ha gustado mucho el estanque, por lomenos est nuevo, aunque necesita mucho trabajo para que recupere su aspectolimpio y cuidado. Tambin la piscina est, aparentemente, nueva, pero necesitamucha limpieza y pintura.- Por el silencio del otro lado del hilo telefnico, Anapens que estaba haciendo una descripcin demasiado negra, por eso continudiciendo:- Estamos seguros de que a los nios les va a hacer mucha ilusincuando la vean. El interior de la casa, est mejor de lo que se poda esperar,aunque todo tiene que ser revisado y hacerle algunos arreglos; pero en general,

    se ha conservado muy bien. Hay muchas cosas que nos han impresionado, perolo que ms, ha sido la biblioteca, es extraordinaria. Tambin nos ha causadomucha impresin, la parte que est destinada al servicio, es un cambio muybrusco despus de haber visto tantas maravillas y riquezas; sinceramente, nos haparecido horrible.

    Pues, cmbialo todo.- Ese fue el sencillo mensaje de la Sra. Enciso, queAna no esperaba en absoluto.- Tienes total libertad para hacer lo que quieras. Pontodo lo que te guste; lo nico que te pido, es que la cocina sea completamente

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    distinta a la que hay; no la quiero volver a ver tal como la recuerdo. Tambinquiero que la casa disponga de todas las comodidades modernas: Telfono entodas las habitaciones, televisin, aire acondicionado, calefaccin, aguacaliente...Absolutamente todo, no importa las obras que haya que hacer. Esperoque captes la idea; quiero que mi antigua casa, est como la de siempre, pero con

    todas las comodidades a las que estoy acostumbrada...Ah, y con ordenadores enlos despachos y lnea para Internet. S, le he entendido perfectamente y haremos lo posible para que sea como

    Ud. desea. Estoy pensando que, para que todo os sea ms fcil, le dir a Eduardo, que

    os ponga una cuenta a vuestro nombre y as no tendris que depender de l paralos gastos que originen los arreglos; de esta manera ganaremos tiempo y vosotrostendris ms libertad...- Despus de decir esto ltimo, se hizo un silencio que Anano supo cmo llenar, poco despus, la Sra. Enciso volvi a hablar:- Por favor,perdneme! He estado tutendola sin darme cuenta; estoy tan entusiasmada conla conversacin, que se me han olvidado los buenos modales. Lo siento!

    No, no, de ninguna manera permitir que Ud. se disculpe conmigo.- Lerespondi Ana, muy desconcertada por semejante confesin.- La culpa ha sidoma por no pedirle que lo hiciera desde el principio.

    La culpa no es de nadie, para que no tengamos que andar con estosproblemas, lo mejor es que nos tuteemos todos, al fin y al cabo, vamos a vivir

    juntos.- Dijo Laura, alegremente, como siempre hablaba.- Me gusta que hayaconfianza entre nosotros; incluso, quisiera que los nios me llamaran ta Laura.Te parece bien?

    S, muy bien; adems a ellos les va a encantar, porque no tienen tos porparte de ninguno de los dos.

    Estupendo, estoy deseando escuchar sus voces llamndome ta Laura.

    Pensars que es una tontera, pero me hace mucha ilusin; yo tampoco tengosobrinos, no s si Eduardo os ha dicho que era hija nica. Bueno, el Sr. Gonzlez, nos ha dicho muy pocas cosas y menos an los

    pequeos detalles.- dijo con algo parecido al rencor.- Laura, estoy pensando en laconfianza que has puesto en nosotros y te lo agradezco de verdad. Quiero quesepas que haremos lo mejor posible por administrar bien el dinero y que despusde los trabajos, te daremos un informe detallado de todos los gastos.

    Que administres bien el dinero, me parece estupendo, pero lo que no quieroes que economices. Gasta todo lo que creas necesario; compra siempre lo mejor yms bonito sin mirar el precio. El dinero no significa nada para m; solo sirve paradisfrutar de la vida y hacerla ms cmoda el tiempo que estemos en este mundo.

    Pienso que guardar el dinero es una equivocacin, si con l puedes ayudar a losdems a tener una vida mejor y al mismo tiempo, gozar lo ms que puedas; luego,todo se quedar aqu y no servir de nada haberse preocupado tanto por eldinero. He visto a muchas personas en su lado ms negativo por conseguir elpoder y la riqueza. Cuando llega el final, no sirve para nada lo que tengas en elbanco. No, el dinero no significa nada para m.

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    Al otro lado del telfono, Ana se sonrea. Pensaba que eso solo lo puededecir alguien a quien nunca le ha faltado nada, que tiene ms de lo que puedagastar en varias vidas; pero hay personas, que han tenido que luchar mucho paraconseguir lo poco que tienen y a otros, no les llega ni para mantener a su familia;no era tan sencillo como le pareca a Laura. Prefiri no decir lo que pensaba, al fin

    y al cabo, no se conocan y puede que la reaccin de laura, no fuera del todopos