Autoridad, Poder y Amor

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Autoridad, Poder y Amor. La formación de los hijos, en ciudadanos felices, productivos y satisfechos es la única real responsabilidad de los que somos padres, para ellos hay que proporcionar un cúmulo de elementos tanto en lo material, emocional y social que permitan el desarrollo efectivo de la persona que serán ellos. En este artículo me permito invitar al lector a la reflexión de tres de estos elementos que son indispensables para una vida plena. La autoridad para estos efectos se define como aquel poder que se otorga para dirigir, estructurar y ordenar las acciones del otorgante. La autoridad se recibe por la rectitud del proceder, lo que genera un prestigio que invita a elegir a la persona como líder en determinada materia, así se puede decir “El Dr. Jiménez es un magnífico neumólogo, por lo que ha sido elegido para dirigir la academia”. Note el lector que en el ejemplo son los miembros de la academia los que otorgan la autoridad al Dr. Jiménez y por ende el poder de dirección de ellos mismos constituidos en academia. El correcto proceder como dirigente aumentará el poder que se la ha otorgado, dada su dedicación y amor a su gremio o profesión. Los padres tenemos la autoridad que nuestros hijos nos otorgan, es tan grande la diferencia entre las habilidades y capacidades de un adulto frente a un bebé, que necesariamente es vivido como un ser impresionantemente poderoso, fuerte y capaz. Esta autoridad si es respetada primeramente por el padre, así como el doctor del ejemplo responde al nombramiento, seguirá siendo guía y conducción haciéndose cada vez más accesible, humana y natural. Cuando el hijo crece no se pierde la autoridad por dejar de haber tan gran

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Autoridad, Poder y Amor.

La formación de los hijos, en ciudadanos felices, productivos y satisfechos es la única real responsabilidad de los que somos padres, para ellos hay que proporcionar un cúmulo de elementos tanto en lo material, emocional y social que permitan el desarrollo efectivo de la persona que serán ellos.

En este artículo me permito invitar al lector a la reflexión de tres de estos elementos que son indispensables para una vida plena.

La autoridad para estos efectos se define como aquel poder que se otorga para dirigir, estructurar y ordenar las acciones del otorgante. La autoridad se recibe por la rectitud del proceder, lo que genera un prestigio que invita a elegir a la persona como líder en determinada materia, así se puede decir “El Dr. Jiménez es un magnífico neumólogo, por lo que ha sido elegido para dirigir la academia”. Note el lector que en el ejemplo son los miembros de la academia los que otorgan la autoridad al Dr. Jiménez y por ende el poder de dirección de ellos mismos constituidos en academia.

El correcto proceder como dirigente aumentará el poder que se la ha otorgado, dada su dedicación y amor a su gremio o profesión.

Los padres tenemos la autoridad que nuestros hijos nos otorgan, es tan grande la diferencia entre las habilidades y capacidades de un adulto frente a un bebé, que necesariamente es vivido como un ser impresionantemente poderoso, fuerte y capaz.

Esta autoridad si es respetada primeramente por el padre, así como el doctor del ejemplo responde al nombramiento, seguirá siendo guía y conducción haciéndose cada vez más accesible, humana y natural. Cuando el hijo crece no se pierde la autoridad por dejar de haber tan gran diferencia, al contrario, se trasmite al hijo al hacerse accesible y al no haber sido traicionada.

Pero el diablo mete la cola en pequeños detalles, los padres al tener autoridad tienen poder y éste es una gran tentación para el uso personalizado lo que lo convierte en abuso, éste es lo que se transforma en la traición a la autoridad y que dará por resultado conflictos con la misma al ser adulto.

Padres que deben ser obedecidos en tareas y temas no suficiente explicados, “Por qué le dijiste a la comadre que estaba aquí, no sabes en que lio me metiste., ¿le explicaron al niño, por qué tenía que mentir? “Deja esa cama en paz, siempre la haces mal, eres una mal hecha” ¿Le han enseñado a la niña a tender su cama con avances sucesivos y reconociendo sus logros?

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Padres que abusan de los servicios del niño, “Sírveme un refresco, pásame los cigarros, contesta el teléfono”, sin ni siquiera mostrar gratitud.

Podríamos poner muchos ejemplos más, pero lo importante es distinguir como al no preservar la autoridad que se nos ha confiado, se pierde uno de los valores de los padres deben cosechar en sus hijos; el respeto.

El amor puede tener muchas acepciones, para los efectos de este artículo lo definiremos como la actitud de querer ser mejor para el otro, nunca tan bien aplicado el mandato de amar a tu próximo cómo a ti mismo.

El amor es ser cada vez mejor, padre, mejor pareja, mejor vecino, mejor patrón, mejor trabajador y así otros muchos aspectos más, el padre que se supera como tal, cada día y hasta el final de sus días estará respondiendo a ese amoroso mandato de proteger y preservar la autoridad, para bien de nuestros hijos.