83 · una sola palabra del paísen que em piezan a nacer sus hijos. Así que recién cuando me...

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algun a madrugada incali ficab le des­pertar emos y habremos sonado enholandés. Por eso, tan tos exiliadosaún se empecinan, corno un suici di oque tard a décadas, en no pronu nc iaruna sola palabra del país en que em­piezan a nacer sus hijos.

Así que recién cuando me despidode un lugar puedo darme el lujo,algo secreto y lleno de sombras den­tro de mi garganta pu ede darse el lu­jo, de permitir a esta-boca -es-mía, aesta bo ca qu e a duras pen as siguesiendo mía, qu e art icul e algo en elidi oma de la tierra en que ya no resi­do, la t ierra extr anje ra en que ya notend remos la te n tac i ón aterradorade q ue darno s para siempre.

DISPARA­TARIO

CARLOS ILlESCAS

ACTA DELA O I DADAMI GO DE LO BELLO :PAUL LO UI O URIER DEMERE (1772-1825)

Es probable que Don Nice to ¡: -o-r i­co Co lrnc narcv b .l)' .1 redacta do su Sa ­lu taci ón .l f'./lI 1 L OlJ/) our ier deM ere hacia 1960 )' no .\ prin ipios de1962. De lo que si est.lI11OS seguros esde la lectura que el ilustre acad émicohizo de la misma a dos m eses de sumuerte, en el alón de sesiones de labenemérita soc iedad, el 24 de di­ciembre del año citado en últi motérm in o. En dicha ocasión hubo mu­chos invi tados dis tinguidos, rep re­sentantes de paises de ultramar, conlos que nue stro país man tie ne cor­diales rela ciones.

La salutación, co mo no dejará denotarlo la perspicacia de l lecto r, es

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una versión taquigráfica apenas reto­cada por nosot ros aquí y allá.

Sin trata r de ser impe rt inentesaclaramos qu e no sotros, empeñadosen la tarea de reproducir las actas dela honor able soci edad a la que tene­mo s el or gullo de pertenecer, sobretodo las que obtu vieron la mayo ratenció n del púb lico , hemos pensa­do que sobre la publ icación del ho­men aje a Courier no hay mot ivo paraqu e perm anezca inédita mástiempo,así se haga necesario, después, cual­quier corrección, enmendatura uobservación que estime oportunorealizar la señori ta Flora Co lmenares,hija de Don Nicet o Federico, su he­redera y tamb ién su ún ica supervi­vien te.

Acta número 32 (tre inta y dos). fo­lio 544 y siguientes.

La versión españo la de la novelapastor al de Long o, Dafn is y Cloe, esde Juan Vale ra, y la traducción fran­cesa más ant igua de lacobo Am yot.La r eirnpresión de Dafn is y Cloe lahiz o en 1810 el helenista Paul Louis

ou ri -r de Mere, después de com­plet ar el pasaje omi tido en el capítu ­lo Id - la dici ón de Felipe Junta, im­pf(!~a rn Parí -, año de 1598.

Agot adas la po sibili dade s delpre árnbulo. vayamos al pe rsonaje:

[ n our iur la vocación se impuso al u ~ impedi mi i n tos aciagos. Las letraslu d istrajeron de la carrera militarqu e, cuma consta sobre todo a lospaisano s. abso rb - el optimismo delho rn br - más satisfecho de sí mismo.' our ier, un po o a desti em po, supo

elegi r (~ I campo de Agramante quem ás convenía a su natu raleza dada aI ()~ diablo s. El no concebía el buencar áct -r : 1.1 in tran sigencia, a la alturade 1.\ bi lis, abrió la brecha a su cesenada envidia ble. Recordémoslo.

El día 4 de enero de 1772 nació enV -rc tl , lnd re et Lo ire. De origen no­ble, su educació n impri mi ó el sellode lo óptimo, extre mo qu e si algunadefi ci encia llegara a producir no se­ria o tra que el esmero.

Qu ién sabe cómo pasaría su vidade cadete en la Escuela de Artilleríade Chalons, sólo no s consta que la li­teratura tiraba dé él con fa fuerza delcuerpo inverosím ilmente volumino­so que arrastra otro verosímilmenteligero. .

En 1793 se gradúa de subteniente yes enviado a Thionville; pero ha em­pezado a estudiar el griego. Estandoen Maguncia fe llegan noticias deque su padre se encuentra grave­mente enfermo. Con el fin de asistiral anciano solicita sin éxito una licen­cia. Fracasadas las instancias t ieneque deser tar y dirigirse a pri sa a lacasa solariega de la familia, en Vertz.

Muchas y buenas inf luenci as ·semueven para preservarlo del castigo,que los jefes disciernen ha merecidoel subteniente Courier de Mere. En1797, en oportunidad de que su regi ­miento se hallaba en Roma, dejó undía de incorporarse a filas . No faltaqu ien refiera (¿Carrel, Rovig ue, aca­so el mi smo Furia?) que se distrajo enuna bib lioteca leyendo un raro .ejemplar de Laercio .

A los tre inta años intuye la satisfac­ción al ver publicado en el M agazinencyclopédique su trabajo referentea la A tena s de Schwerghanyer; el en­sayo prendió el entusiasmo de losenterados.

Pocos meses después los expertossaludaron el estilo, imitación de losd iálogos platónicos, con que Courierhabía redactado su Eloge a He/ene.Así se iniciaba su carrera literar ia.

Al tener noticias de la exped iciónnapoleón ica a Egipto critic ó conenergía al emperador, quien proba­blemente ignoraba que el tenienteestaba a un paso de dar fin a la redac­ción del ensayo histórico Jugurtha,imi tación de Salustio .

Por f in dejan de bastarle las refe­renci as escritas e iconográficas de laMagna Grecia. Desea conocerla yempezar allí lo que sabe de arqueo­logía; cree atinar pidiendo formarparte de la expedición a Calabria, dedonde, .si bien le iba, partiría a la tie­rra prometida.

Poco conocedor de la realidad ol­vidó que los tiempos eran de guerraasí que mucho le sorprendería verseen calidad de actor de la batalla deMurano y no invest igando en Grecialo que la af ición le ped ía.

Su general, cruel pero no menosrealista, deseó enseñarle que la gue­rra no t iene nada en común con la li­teratura aun cuando para muchosson gemelas . Lo comisionó para querecogiera la artillería abandonadapor las tropas francesas en Tarento.Courier no pudo cumplir la misión yel fracaso lo llevó a dejar en manosde los ingleses muchas piezas de arti ­llería.

En cuestión de segundos el rey Jo- 1-'

sé pensó que más vale un cañón énmano que mil oficiales helenistas vo­lando y por ello dispuso ajusticiar alescritor en Corigliano, donde se en-:contrabaprisionero. Los padrinos su­plicaron y él, otra vez, conoció la ale­gríade por lo menos seguir viviendo. i

Posteriormente el brigadier Di-:don, destacado con run cuerpo deejército en Poggia, fue el único que,

, no rió con la-sátiraque había escritoa su costa Paul Louis, a quien se tras­ladó para evitarle dificultades a otropunto donde tradujo a Jenofonte enla biblioteca del Marqués Tocconi, almismo tiempo que preparaba unaCollection des romans grecs. -

Ahora sí se tomaba Courier en se­rio. No se daba reposo trasladando a,Herodoto al francés antiguo y publi­cando el trabajo Du commandementde la cava/erie et de I'equitation, li­bro sobre el cual debemos convenirque, dadas las calidades militares del 'traductor, resultaría ideal para per­der todas las batallas del mundo.

Revelemos al paso otra inadver­tencia del helenista. Recibe la misión'urgente de 'marchar a Verona. En elviaje se detiene en Roma y Portici yllega tarde a su destino. Es arrestado,No hay para qué decir que sale conbien de la nueva amenaza. Mascu­llando el italiano recorre Livorno yMilán; Roma, ciudad de sus prefe­rencias, le merece una nueva visita.

Pasan los meses y lo hallamos enLobau,días antes de la batalla de Wa­gramoNo sabemos cómo resulta he­rido. La sangre, más la propia que laajena, empieza a producirle melan­colía. Acogido a los cuidados de unhospital cavila en sus cosas y terminapor perder la afición que le quedaba ,por las armas. En cuanto deja el hos­pital se traslada a Francia con el pre­cario grado de jefe de escuadrón.

En 1810 se instala en Florencia. Haavanzado mucho en el estudio de lafilología. En la biblioteca Laurenzia­na descubre un manuscrito quecompleta el Dafnis y C/oe de las pas­torales de Langa, traducidas en 1589por ellismosnero del rey Enrique 111e inspirador de laSan Bartolomé, lac­ques Santiago Amyot. Termina el pa­saje que se había omitido en el capí­tulo I y lanza la reimpresión, que re­pecute en el mundo literario de la é­poca.

En cuanto el tomo empieza a cir-.cular, Francisco Furia -como su ape­llido permite sugerirlo- arremetecontra él, acusándolo de haber bo­rrado intencionalmente el pasajedescubierto. Courier se enoja mu-

.cho y profiere insultos contra Furia,

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entre los que el de ser un mentirosono es el más benigno. Al demostrarFuria que el borrón no es del mejorsino del peor escribano, las autorida­'des civiles están a un paso de librarorden de aprehensión contra el au­tor de la superchería.

El dato es acucioso. Paul Louis nodesmerece a los ojos de sus parcialespese al escándalo. Todos lo siguenreputando como uno de los mejoreshelenistas de su tiempo

Zanjadas las dificultades se presen­ta el año de 1812, en que Napoleóndisminuye; a la vista de los desastresmilitares del Imperio, Courier termi­na de abrir los ojos y abandona parasiempre la carrera de las armas. Su­pera los impedimientos sucesivos ysale de nuevo con el libro Conversa­tion chez la comtesse d'Albany cuyomérito estriba en no ponderar el sen­sacionalismo; no ocurre igual conLettres a MM. de I'Academie des ins­criptions et belles lettres en que síaprovecha cualquier coyuntura paraburlarse de los académicos, y todoporque ellos no lo eligieron sucesordel sabio Clavier, suegro suyo, re­cientemente fallecido. La amargurano le impide terminar la traducciónde El asno de oro, de Lutiusde Patras(1818).

En 1821 promueve gran alborotocon Simple discours a I'occasion d'u ­ne souscription pour I'adquisition deChambard. El golpe salpica vinagrerencoroso a académicos y autorida­des estatales, que toman a pechos lasofensas y condenan a Courier a pa­gar una multa y a pasar dos meses e nlacárcel de Ste. Pé/agie. El retiro en laprisión estimula su trabajo; allí em ­prende otras diatribas tanto o másdespiadadas que aquélla .

Vuelvea ser perseguido porque hapedido que se deje bailar a los pesca­dores. El contexto del trabajo mientela inocencia que lo viste porque en elreverso está el veneno que llega a es­tragar a la justicia. Luego atropellacon escritos como Un viux soldat aI'armée y Réponse aux anonimes ,que circula sin firma.

Cuántas noches no pensaría, presadel insomnio, que el número deopositores cosechados era corto parasatisfacera un hombre dado a lo des­medido como él. ¿Alcanzaría a cal­cular que su pluma debilitada por eluso se había mellado? No. Aél sólo leocurría lo que a un ávaro de la ene­mistad. Ni mil -número suficientepara cualquier Harpagón de la mi­santropía- ni cinco mil le bastaban ;él deseaba atesorar un millón deenemigos. Courier se desvivía por­que no vivía al no tener a todos loshombres del mundo en su contra.

y así lo hallamos en 1824, converti­do en antecedente, por contradic­ción, del gran yankee-clipper autor .

del cheque a la vista titulado Cómoganar amigos.

Final izaba el año de 1824 y ha en­tregado a la imprenta el en sayo Ave­tissement du libraire; después la pal- .pable (podría ser el adjet ivo correc­to) desazón bibliográfica tituladaPamphlet des pamphlets

Solamente vive un año más.El dia 10 de abr il de 1825 aparece

muerto en el bosque de Larcy. Laspistas del cr iminal son tantas comosospechosos pulul an en el caso.

Poco tiempo despu és se descubreque el asesino es un guardia conqu ien Courier habia sostenido unadiscusión terrible cuyo fi nal fue lapuñalada arte ra. Sin perdonarlo,Francia igno ra la persona de l guard iay dirige los ojo s irritados a los enemi­gos políticos de Courie r, en qu ienrecono ce ahora altas virtudes cívicasy un estilo liter ario ejemplar.

Al año siguie nte se publican La ga­zete du vi/lage y la primera ed ició ncompleta de los panfl etos y opúscu­los del impecable rijoso.

TEATRO

PORGUILLERMO SHERIDAN

RARAS PIEZASFREUDIANAS

" Antonieta Rivas Mercado habia en­cabezado, hasta unos meses antes,las actividades de un grupo de inte­lectuales que introducían en Méxi­co, a través de una selecta minoría desnobs, a Proust, a Joyce, a Gide y aCocteau. En un pequeño teatro re­presentaban raras piezas freudianasque la prensa filtraba difícilmente ..."narra Mauricio Magda lena en susmemor ias, Las palabras perdidas(1956). Las actividades eran el estudio,el montaje, la dirección, la esceno­grafía de ciertas piezas teatrales queescandalizaban a la prensa de la épo­ca (1928), a veces al públ ico y casisiempre a personas como Magdale­na, actores de esa compulsión que

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