Una Hermeneutica Del Camarin de La Inmaculada

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Disponible en: http://redalyc.uaemex.mx/src/inicio/ArtPdfRed.jsp?iCve=94814774003 Redalyc Sistema de Información Científica Red de Revistas Científicas de América Latina, el Caribe, España y Portugal Sifuentes Solís, Marco Alejandro Una hermenéutica del Camarín de la Inmaculada Palapa, vol. III, núm. II, julio-diciembre, 2008, pp. 5-18 Universidad de Colima México ¿Cómo citar? Número completo Más información del artículo Página de la revista Palapa ISSN (Versión impresa): 1870-7483 [email protected] Universidad de Colima México www.redalyc.org Proyecto académico sin fines de lucro, desarrollado bajo la iniciativa de acceso abierto

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Hermenéutica y Arquitectura

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    RedalycSistema de Informacin Cientfica

    Red de Revistas Cientficas de Amrica Latina, el Caribe, Espaa y Portugal

    Sifuentes Sols, Marco Alejandro

    Una hermenutica del Camarn de la InmaculadaPalapa, vol. III, nm. II, julio-diciembre, 2008, pp. 5-18

    Universidad de ColimaMxico

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  • INVESTIGACIN || RESEARCH

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    Revista de Investigacin Cientfica en ArquitecturaJournal of Scientific Research in Architecture

    Resumen1

    Este artculo muestra parte de los resultados del proyecto de investigacin entregado para su revisin al Programa de Doctorado en Arquitectura de la Universidad Nacional Au-tnoma de Mxico. Se hace nfasis en el trasfondo cosmo-lgico y epistemolgico de la doctrina teolgica que sopor-ta la arquitectura del Camarn de la Inmaculada (1792-1797) del templo de San Diego, en la ciudad de Aguascalientes. El trabajo explora el origen de los cuadrados cruzados y argu-menta la existencia de un fundamento dual en el que est basada la estructura geomtrica del Camarn: la doctrina pagana de la tetrasomia y la doctrina cristiana del tetramor-fos, conjugadas aqu como una autntica mariofana.

    1 [email protected] Universidad Autnoma de Aguascalientes, Centro de Cien cias del

    Diseo y de la Construccin, Departamento de Teora y Mtodos.

    Abstract

    This paper provides results of a PhD research project in Ar-chitecture at the Autonomous National University of Mexico. The emphasis here is on the cosmological and the epistemo-logical background of theological doctrine that supports the architecture of the Dressing Room of the Immaculate One (1792-1797) of the San Diego temple in the city of Aguascali-entes. The work explores the origin of the crossed squares and argues that there is a dual foundation in which the geo-metric structure of the Dressing Room is based: the pagan doctrine of the tetrasomia and the Christian doctrine of the tetramorfany, both appear here as an authentic mariophany.

    PALABRAS CLAVE | cosmo-epistemologa, tetrasomia, tetra-morfos, hermenutica analgica, matemtica simblica, mariofana, estructura geomtrica KEY WORDS | cosmology & epistemology, tetrasomia, te-tramorfos, analogical hermeneutics, symbolic mathemat-ics, mariophany, geometrical structure

    Una hermenutica del Camarn de la Inmaculada

    A hermeneutics around the Dressing room of the Immaculate one

    Marco Alejandro Sifuentes Sols1

    Recibido: 30/06/08 || Dictaminado: 26/08/08, 20/10/08 || Aceptado: 15/11/08

    Palapa | issn: 1870-7483 | Vol. 1ii | Nm. ii [07] | pp. 5-18 | Julio-diciembre de 2008

  • Marco Alejandro Sifuentes Sols || Una hermenutica del Camarn de la Inmaculada

    6 Palapa | Vol. 1ii | Nm. ii [07] | Julio-diciembre de 2008

    Introduccin

    El presente artculo es un subproducto derivado de la tesis doctoral que el autor ha entregado para su lectura y revi-sin al comit tutorial respectivo, en el marco del Progra-ma de Maestra y Doctorado en Arquitectura de la unam. La tesis posee un grado de complejidad alto por su propio enfoque, dado que se trata de un proyecto de historia cul-tural de la arquitectura, que exige per se la convergencia de diversas aproximaciones tericas.2 En este caso, stas son soportadas por una estrategia metodolgica que incluye el anlisis textual de fuentes primarias, desde una plataforma hermenutica, y el anlisis grfico de la arquitectura. Por las caractersticas del proyecto que da origen a este artcu-lo, aqu slo se aborda la parte que se considera ms perti-nente para un informe cientfico con las caractersticas que solicita Palapa, esto es, aquello que mejor congenia con el lenguaje de sistematizacin cientfica o de comunicacin depositaria, caracterizada por una rigurosa organizacin tanto formal como de contenido (Gmez-Martnez, 1992).

    La tesis persigue montar una reflexividad interpretativa (Carozzi, 2003) que d cuenta con razones, argumentos y evidencia histrica de la pervivencia de una matemtica simblica en la arquitectura religiosa del siglo xviii de la re-gin centro-norte del virreinato novohispano. Esto se lleva-r a cabo mediante el anlisis histrico y cultural que rige el discurso teolgico del Camarn del templo de San Die-go (1792-1797), en la villa de Aguascalientes (figura 1), as como su expresin en el programa iconogrfico-arquitec-tnico del recinto. En el fondo, la tesis explica e interpreta cmo una obra producto de la piedad barroca logr mover conciencias, voluntades y mecanismos para materializarla y cmo a travs de ella las distintas fracciones de la lite santanderina, que predominaron en Aguascalientes hacia la segunda mitad del siglo xviii, colocaron el discurso teol-gico del Camarn en una dimensin poltica y simblica que

    2 Enellasyanobastaladescripcintcnica,endondeesinsufi-ciente el anlisis estilstico o de autores, y en donde interesan msdivisaderospococomunes,enlaconfluenciademetaymi-crorrelatos. En este sentido, por historia cultural se entiende la propuesta de una historia global o total orientada al conocimien-to particular de un problema histrico bajo diversas perspecti-vas culturales y a travs de un conocimiento multidisciplinario (Lozoya, 1998; Vargas, 2002). Por historia cultural de la arqui-tectura se entender el conocimiento particular de problemas que remiten a hechos y procesos histricos relativos a la produc-cin y recepcin de espacios habitables, especialmente desde el ngulo de los modelos de representacin cultural en suma, deimaginariosportadoresdesignificadosquecontribuyeronaconfigurarlaarquitecturadelpasado.

    histricamente cumpli tres misiones: a) el resurgimiento del culto mariano, particularmente el concepcionista, en poblaciones donde el poder poltico, econmico, social y religioso en sntesis, cultural fue hegemonizado por montaeses cntabros, quienes construyeron un eficaz sis-tema de alianzas en el contexto de una religiosidad que her-man a franciscanos y jesuitas en su pugna contra la filo-sofa moderna;3 b) el afianzamiento de la preeminencia de Juan Francisco Calera, patrn del Camarn un montas de supuesta hidalgua, no documentada, cuya actuacin

    3 A pesar de sus diferencias, los franciscanos y los jesuitas mar-charon juntos en el rescate de las devociones marianas desde lasdirectricesdesusrespectivasposturas:laserfica,acordealas doctrinas de Duns Escoto; y la de la Compaa de Jess, en correspondencia con las enseanzas de Francisco Surez. Ambas direcciones, la escotista y la suareciana, que por cierto no estu-vieronexentasdelainfluenciadelneoplatonismohermtico,seenmarcan en Nueva Espaa dentro de la religiosidad postridenti-na, entre el proyecto imperial habsbrgico y el moderno proyecto ilustrado borbnico. Junto al tomismo, profesado por dominicos, agustinos y el clero secular, constituyeron las tres direcciones bsicas de la escolstica novohispana (Sanabria, 1993).

    FIGURA 1 | vista general del Camarn de la Inmaculada (1792-1797), templo

    de San Diego, Aguascalientes. Foto tomada por el autor.

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    fue decisiva en la trama que llev a la construccin material de este espacio sagrado; y c) la manera en que el mismo Camarn, en tanto artificio y artefacto cultural, constituy el emblema de una pugna que la lite de la subdelegacin de Aguascalientes libr contra la lite de la intendencia de Zacatecas, que desde 1789 pretenda anexionarse el terri-torio acaliteo.4 Todo ello en el contexto de lo que Char-tier (2002) llama luchas de representacin5 y una suerte de guerra de imgenes (Gruzinski, 2001) que enfrent a hombres de poder de distinta procedencia (zacatecanos de ascendencia vasca y aguascalentenses de ascendencia cantbrica) y por tanto a sus respectivas devociones (gua-dalupanos los primeros, concepcionistas los segundos).

    La importancia de la investigacin va ms all del objeto arquitectnico en cuanto materialidad fsica, y trasciende el inters por Juan Francisco Calera, su benefactor, y por Nicols de Santiago Medina, su constructor, pues ms all del casuismo centrado en individuos, esclarece los modos de articulacin aun hoy de la sociedad regional del centro-norte y el papel de las lites en la vida cultural de ese sistema de identificacin colectiva de tipo antiguo (Prez, 2002) que fue la gran comunidad catlica, cuya praxis so-cial asume un indiscutible carcter poltico en el contexto de las referidas luchas de representacin. No obstante, en este artculo slo se expondr el anlisis e interpretacin de los fundamentos cosmo-epistemolgicos del Camarn con el objeto de evidenciar las relaciones del pensamiento teolgico cristiano con antiguas tradiciones paganas.

    Sobre el monumento slo existe un estudio in extenso previo (Sifuentes et al., 1998) pero bajo una perspectiva distinta, ms centrada en el objeto arquitectnico aunque contextualizado en su tiempo y circunstancias histricas. Otros autores como Gmez (2002), Gutirrez (1999), Ro-jas (1998) y Katzman (1973) se han referido a l de manera

    4 El culto y devocin concepcionista fue parte de una estrategia poltica orquestada desde el Concilio de Trento (1545-1563) para hacer frente no slo al cristianismo reformado, sino tambin a los brotes nacionalistas que ajenos o asimilados a las reformas de la dinasta de los Borbones, surgan en la incipiente nacin mexicana. Y el Camarn de la Pursima de San Diego form parte de ese proceso. Toda proporcin guardada, de una u otra manera el sistema de alianzas de casta que la lite de Aguascalientes llev a cabo en la segunda mitad del siglo xviii hoy en da sigue so-breviviendo en formas muy semejantes. En este sentido, nuestra lectura del problema constituye una suerte de materialismo histrico-analctico, pues la problemtica del poder, ausente en otros enfoques, se analoga aqu a nivel de las luchas de re-presentacin de los sujetos.

    5 Propias del universo mental de la comunidad imaginada catlica (Anderson, 1983).

    pasajera, por no ser su principal objeto de estudio. Los tres primeros son historiadores oriundos de Aguascalientes o los alrededores pero de cierta relevancia regional y nacio-nal; el ltimo es muy conocido en el ambiente de los histo-riadores de la arquitectura.

    Algunos trabajos abordan una temtica que guarda cier-tos puntos de contacto por su modo de aproximacin me-todolgica al problema histrico abordado en la tesis, pero para otros contextos geogrficos, otros objetos de estudio y con otros propsitos (Lozoya, 1998, 2001a, 2001b; Prez-Gmez, 1980; Jones, 2000; Biondi, 2003; Carozzi, 2003; Carpo, 1999; Ghirardo, 2000; Kostof, 1985; Ettinger, 2003; Tern, 2000), en donde se acenta no slo la produccin sino tambin la recepcin o las diferentes lecturas y sig-nificados que provoca una arquitectura particular, desde el enfoque de la historia cultural.

    En cambio, existe una abundantsima bibliografa que aborda el anlisis de la produccin arquitectnica ponien-do nfasis en los supuestos significados depositados o larvados en las obras arquitectnicas por parte de sus au-tores, a travs del empleo consciente o no de sistemas de proporcionamiento. De entre los ms conocidos desta-can Cook (1914), Ghyka (1968, 1983, 1998), Lund (1921), Hambidge (1920), Moessel (1926), Doczi (1994; 2004), Wittkower (2002), Yates (2005), Gtze (1998), Kappraff (1996), March (2002), Salvadori (1996), Scholfield (1971), Sperling (1998), Bispham (1995), Taylor (1995), sin contar a los clsicos de la tratadstica arquitectnica como Vitruvio (1997), Pacioli (1946), Alberti (1797), Palladio (2005), Serlio (1551; 1978), Viola (1990), Scamozzi (1615) y algunos no menos importantes pero poco difundidos, como Sagredo (1526), Garca (1979), L. de San Nicols (1796), Ardemans (1796), Lpez de Arenas (1727), Besson (1602), Tosca (1727; 1757), por nombrar slo unos cuantos. Para el caso mexicano, autores connotados en esta misma lnea son Villagrn (1989), Katzman (2002), Chanfn (1988, 1989a, 1989b, 1997), Gonzlez (2003), Icaza (2006a, 2006b), Te-rn (1992, 1995, 2000), Loyola (1990) y Mendoza (2007).

    Por la naturaleza histrica de la investigacin, se par-ti de ciertas conjeturas previas o abducciones que en la medida que el trabajo archivstico avanzaba se fue-ron delineando mejor. La respuesta ensayada para la parte concerniente a los fundamentos cosmo-epistemolgicos del Camarn consisti en la afirmacin a) de una teora implcita de la proporcin arquitectnica bajo la doctrina la concepcin o fbrica espiritual y bajo el ministe-rio la fbrica material del citado Camarn. A su vez, b) se plante la hiptesis de que tras el discurso arquitec-tnico subyacan al menos dos orientaciones teolgicas, cuyas tradiciones remitan a Platn y San Agustn (va el neoplatonismo cristiano) y a Aristteles y Santo Toms de Aquino (va la escolstica lgico-analtica), respectivamen-

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    te. Una de las hiptesis emergentes consisti en c) la afir-macin de que la estructura geomtrica del Camarn tena su fundamento en una doctrina dual que conjugaba tanto elementos paganos (potencialmente herticos o cuando menos heterodoxos) como elementos apegados al dogma y la escritura sacra. Todas ellas condujeron a la interpreta-cin del discurso teolgico del Camarn como un discurso tridico que soporta una matemtica simblica bajo tres principios rectores (un principium fundans, un principium vinculans y un principium operans). Por su naturaleza, alcan-ces y punto de inters, este texto slo presentar los resul-tados de la tercera de aquellas hiptesis, invitando al lector a consultar la tesis para conocer el resto del estudio.

    Materiales y mtodos

    La construccin de un relato histrico significativo y con vi-sos de credibilidad indefectiblemente condujo, por un lado, a interpretar los textos de fuentes primarias originales (tanto manuscritas como impresas, consultadas en bibliotecas y ar-chivos civiles y eclesisticos);6 por otro, a analizar la eviden-cia tangible del monumento en tanto texto con capacidad de delacin (Chanfn, 1988:4). Lo primero demand una es-trategia preferentemente hermenutica.7 Se consider ms apropiada la metodologa derivada de la hermenutica ana-lgica, tal como ha sido desarrollada por Beuchot (1997).

    De acuerdo con Beuchot, as como en la filosofa esco-lstica se habla de lgica docens (teora del razonamiento) y

    6 Se consultaron de manera directa documentos en los siguientes archivos y bibliotecas: Archivo General de la Nacin, Archivo His-trico del Estado de Aguascalientes, Archivo Histrico del Estado de Zacatecas, Archivo Parroquial de Aguascalientes, Archivo Pa-rroquial de Lagos de Moreno, Biblioteca Pblica Elas Amador del estado de Zacatecas, Fondo Antiguo de la Universidad Autnoma de Aguascalientes y Fondo Reservado de la Biblioteca Nacional de Mxico. De manera indirecta, gracias a mi colaborador Jos Luis Garca Rubalcava, en el Archivo Franciscano de Zapopan. Y a travs de la red, en el Archivo del Ayuntamiento de Hernani, Ar-chivo de la Casa de Juntas de Guernica, Archivo de la Real Chan-cillera de Granada, Archivo de la Real Chancillera de Valladolid, Archivo de la Real Sociedad Vascongada Amigos del Pas, Archivo General de Indias, Archivo General de Simancas, Archivo Histri-co Nacional de Madrid y en la Biblioteca Nacional de Madrid.

    7 Por la estrategia hermenutica adoptada en la tesis (esencial-mente cualitativa), el reto era no slo probar (o validar), sino fundamentar las diversas hiptesis mediante argumentos razo-nados propios (lo principalmente diverso) pero consistentes con las evidencias histrico-documentales (lo secundariamente idntico). Cfr. Beuchot (1995).

    de lgica utens (aplicacin prctica en el razonamiento), en la hermenutica analgica se puede hablar de una herme-nutica docens y una hermenutica utens (2000); y an ms all, sera correcto identificar una hermenutica analgica docens y una hermenutica analgica utens, que a grandes rasgos se corresponden en arquitectura con la doctrina o el magisterio (la teora, la razn) y el ministerio (la prctica, la fbrica), respectivamente. Estos trminos han sido amplia-mente usados en la tratadstica arquitectnica, desde Vitru-vio. La hermenutica analgica docens permite cubrir, desde una perspectiva ontolgica, un amplio campo de estados y situaciones, tanto de la lite de los montaeses santande-rinos (o para ser precisos, del citado Juan Francisco Cale-ra, patrn del Camarn) en su praxis social, condicionada por el sistema de alianzas (de sangre, poltica, econmi-ca), como tambin de los hombres de iglesia, bajo cuyas directrices teolgicas se defini el programa iconogrfico-arquitectnico.

    Ahora bien, desde el dominio de la manifestacin de esos principios ontolgicos en las prcticas concretas de aquellos sujetos, y siguiendo la antigua distincin aristot-lica y tomista de a) la accin inmanente, es decir, la praxis, el actuar; y b) la accin transitiva, esto es, la poiesis, la obra (Abbagnano, 2004), bajo el modelo de la hermenutica analgica utens se analiz en la tesis la correspondencia de dichos principios con los propios procesos conceptuales y tcnicos que llevaron a la concepcin, mediante doctrina, y a la edificacin, mediante fbrica, de la arquitectura sacra del Camarn de la Inmaculada de San Diego.

    Todo lo anterior impona, asimismo, establecer los ele-mentos del acto hermenutico: 1) el autor o autores de los textos;8 2) el lector o lectores de dichos textos; y 3) el texto en s mismo. En el primer caso, hubo que distinguir entre los autores del Camarn (principal pero no nicamente Juan Francisco Calera y Santiago Medina, responsables del patro-nazgo y fbrica material), los autores de los libros que estos personajes pudieron haber ledo o escuchado y los autores de los documentos que se consultaron en la tesis. Para lo segundo, fue necesario distinguir las interpretaciones de los predicadores su lectura, la de los propios autores del Camarn, el historiador mismo y las personas que hicieron uso del recinto. En la tercera situacin, hubo necesidad de discernir entre el edificio en s mismo, los manuscritos con-sultados y los diversos libros teolgicos, filosficos, cientfi-cos, hermticos y arquitectnicos (tratados) analizados.

    Ello condujo a la metodologa de la interpretacin y por

    8 Por texto se entiende aqu cualquier sistema, mecanismo o dis-positivo que emplee algn lenguaje verbal o no verbal para com-pletar el ciclo de interaccin lingstica o comunicativa a nivel pragmtico, semntico o sintctico (Beuchot, 2000).

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    tanto a los modos de sutileza o grados de penetracin den-tro de los sentidos (en plural) de los textos, siempre tenien-do en cuenta el principio toral de que un texto cualquiera contiene larvada una intencin original de su autor, a la que se suman diversas interpretaciones a lo largo del tiempo (Jo-nes, 2000), pero que tendrn que ser proporcionadamen-te consideradas, es decir, tomando en cuenta el principio hermenutico analgico de bsqueda de sentidos princi-palmente diversos y secundariamente idnticos en este ir y venir de los elementos del acto hermenutico (Beuchot, 1995). De acuerdo con Beuchot (2000),haba que acercarse lo ms posible a la intencin del autor, sin menoscabar la intencin del lector y mucho menos la intencin de la obra, que ms o menos se corresponden, respectivamente, con el significado contextual y el mundo del texto (la semntica), con los significados y la intencionalidad pre y postextual (la pragmtica) y con el significado textual proporcionado por las mismas reglas gramaticales (la sintaxis).9

    La interpretacin analgica fue construida, pues, como una lectura del monumento, que oscila entre a) las in-tenciones de los autores consultados que conformaron el mundo del texto, b) la interpretacin del analista o historia-dor, que comprende una adecuada proporcin de las evi-dencias histricas y sus propios argumentos razonados, y c) la gramtica geomtrica del recinto.

    A guisa de contextualizacin, slo recuperamos aqu un argumento previamente demostrado: que la estre-lla de ocho puntas, en tanto signo y figura rectora de la planta del Camarn dedicado a Mara Inmaculada, tuvo su origen en los cuadrados girados,10 de lo que se conjetura

    9 Ello implic la lectura entre lneas y la permanente contrasta-cin, en el juego hermenutico, entre el autor y el lector im-plcitos y explcitos, y hasta lo que los textos explicitan o im-plican (Gmez-Martnez, 1992). En este tenor, la lectura de los materiales histricos permiti ir construyendo, en el curso de la investigacin, un entramado analgico-interpretativo (en una tctica argumentativa inferencial) que para fundamentarlo re-quiri posteriormente la localizacin de soportes documentales (enunatcticaverificativaydemostrativa).

    10 Como lo hicimos ver en un trabajo anterior (Sifuentes et al., 1998),todoelarregloiconogrficoyloselementosarquitec-tnicos del Camarn se disponen en el espacio conforme al juego de octgonos estrellados y cuadrados girados y de acuerdo con una progresin matemtica muy precisa: 1-2-4-8-16-32-64-128, que de hecho corresponde a una serie estructurada como las octavas de la escala musical pitagrica. Slo aadir aqu, si-guiendo a Gonzlez (2003: 184), que semejante configuracines congruente con las relaciones entre la mnada, la diada, la ttrada y, por supuesto, la ctada, codificadaspor los griegospero conocidas desde civilizaciones ms antiguas.

    que dicha configuracin provendra de fuentes paganas y judeo-cristianas. Respecto al espacio, la propia evidencia del monumento nos llev a identificar una organizacin tripartita; en mi interpretacin actual, dicha configuracin sigue la divisin pseudo-dionisiaca de los tres mundos: el supraceleste, el celeste y el elemental, aunque en este lti-mo caso, subdividido en dos submundos, el terrestre y el del infierno.

    Pues bien, para fundamentar la hiptesis de la doctri-na dual, mencionada supra, fue necesario complementar el anlisis de los textos con algunos procedimientos de an-lisis grfico (Godlevskyi, 1984) aplicables a la gramtica y sintaxis propias de la estructura geomtrica del monu-mento, para las cuales fue muy til el programa AutoCAD y otras aplicaciones para el tratamiento digitalizado de im-genes (figura 2). Los resultados del anlisis (para cuya va-lidacin se emplea una tctica demostrativa y una tctica de verificacin, a la manera de la metodologa cuantitativa) se exponen a continuacin.

    FIGURA 2 | seccin del Camarn. Planos cortesa del doctor J. Jess Lpez

    Garca.

    Resultados

    El trabajo de anlisis e interpretacin de todos los textos consultados, as como diversa evidencia documental reco-gida en una ardua investigacin iconogrfica, permiti la

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    construccin de un modelo de correspondencias basado en los cuadrados girados (figura 3), que sera el resulta-do de la compatibilizacin de dos doctrinas esenciales: la concerniente al cosmos pagano y la judeo-cristiana, que a partir de una matriz originariamente astrolgico-babilnica lleg a Ezequiel y ms tarde deriv en los textos johannitas (Mujica, 1996:97); la primera es la doctrina cosmolgica de la tetrasomia o de los cuatro elementos (tierra, agua, aire, fuego); la segunda es la doctrina de las cuatro criaturas ala-das de la visin de Ezequiel (1:10), retomadas luego por san Juan en el Apocalipsis (tambin conocida como tetra-morfos). En el modelo, ambas doctrinas quedan definidas por un cuadrado estable en cuyas esquinas se ubican las distintas correspondencias, como se observa en la figura 3; el modelo se completa con las cualidades o valores asocia-dos a los cuatro elementos: lo fro, lo hmedo, lo caliente y lo seco,11 y con los doctores de la Iglesia latina, conjugados ambos en las esquinas de un cuadrado dinmico. En di-cha estructuracin se reconocen tanto las ideas de Emp-docles,12 Pitgoras, Platn, Aristteles y Marcus Manilius, como la antigua tradicin de los sistemas de doce casas (los zodiacos astronmico y astrolgico), subsumidos en mi modelo dentro del sistema de ocho casas (topolgico). La tabla 1 expresa tales correspondencias.

    La operacin de reduccin se basa en la antigua creencia de que los cuatro signos fijos representan a todo el zodia-co, pues hay tres signos de tierra, tres signos de agua, tres signos de aire y tres signos de fuego (Strachan, 2005). As, en el modelo construido, sobrepuesto en una planta del Camarn (figura 4), los cuatro lugares fijos corresponden a san Lucas, san Juan, san Mateo y san Marcos, mientras el resto de los lugares se agrupa adhiriendo dos lugares ms a cada lugar fijo, cules?, aquellos que conservan las mismas caractersticas de los signos fijos, esto es, agru-

    11 Dentro de la propia tradicin cristiana, Orgenes intent conci-liar el sentido bblico de la creacin con la cosmologa platnica, considerando, por ejemplo, que el fuego divino tornara al alma clida y seca; sin l, era fra y hmeda (Mujica, 1996: 198).

    12 El origen pagano de los cuadrados cruzados se resume en la doctrina de los cuatro elementos, una doctrina que ocup los afanesdelosfilsofospresocrticos,enparticulardeEmpdo-cles, quien fue el primero que formul una teora integrada del principio fundamental de todo (el universo, la vida), asignn-dole a la tierra, el agua, el aire y el fuego semejante papel, aadindole las respectivas cualidades: fro, hmedo, caliente, seco (Beuchot, 2001), lo que origina el esquema geomtrico de los cuadrados cruzados (figura 3).De hecho, entre los griegosse consideraba que esta concepcin octapartita determinaba no slo los puntos cardinales de la existencia material, sino tambin las condiciones de la vida espiritual.

    FIGURA 3 | tetramorfosomia. Modelo abstracto de correspondencias de la

    estructura geomtrica del Camarn de la Inmaculada. Dibujo digital: arqui-

    tectas Leticia Lpez Romero y Eduwiges Hernndez Becerra, sobre planos

    digitales cortesa del doctor J. Jess Lpez Garca.

    pando todos los signos de tierra, agua, aire y fuego, lo que en total da doce lugares integrados en el sistema de ocho, generado este ltimo por interseccin de los dos cuadra-dos en ngulo de 45. Cada punto obtenido de este modo encuentra una correspondencia con los planetas del cos-mos antiguo y con los dems signos zodiacales,13 y sim-blicamente con los doce apstoles, las doce estrellas de Mara Inmaculada, las doce tribus de Israel, etctera (las correspondencias son mltiples). En el fondo, el modelo devela el dilogo entre el macro y el microcosmos, que fue una preocupacin compartida por todos los grandes siste-mas religioso-filosficos de la antigedad.

    Esta persistente preocupacin por las transducciones simblicas entre los sistemas de ocho y doce casas (de carcter astrolgico-topolgico) y el sistema narratolgi-co judeo-cristiano se encuentra en uno de los libros que pertenecieron al convento de la Pursima (el actual edificio Gmez Portugal de la Universidad Autnoma de Aguasca-lientes): un sermn barroco de la autora del fraile Jos de Nogales Dvila, de 1720, que construye todo un discurso panegrico de Mara Inmaculada en trminos astrolgicos,

    13 Segn Mujica, el astrlogo-astrnomo tradicional, al hablar de los signos zodiacales y las influencias planetarias, estaba, enrealidad, hablando de un universo de correspondencias csmicas que a diversos niveles de la realidad explicaban la naturaleza trascendentedelalmahumanaylasinfluenciasespiritualesalascuales estaba sujeta (Mujica: 1996: 189).

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    considerndola como casa de sabidura y asocindola ex-plcitamente con el signo zodiacal Virgo, simbolismo que es soportado por una angelologa amadesta (de matriz novotestamentaria-johannita)14 pero de evidentes ligas con

    14 Es decir, referente al beato Amadeo de Portugal (1430-1482), reformador de una rama de la orden de frailes menores francis-

    la matriz astrolgica babilnico-hebrea en la que se bas Ezequiel (Mujica, 1996: 97),15 y que parece una traduccin mercedaria (Nogales era de esta religin), cuasi literal, de las disquisiciones angelolgicas del jesuita Andrs Serrano (1699, 1707).

    Juan Francisco Calera debi tener conocimiento del ser-mn de Nogales por su calidad de sndico del convento dieguino de Aguascalientes, pues l se encargaba de la compra de los libros para el ministerio de los frailes, aun-que sta no sea ms que una conjetura que no pude fun-damentar. Es ms plausible, en cambio, que los religiosos de dicho convento hayan escuchado o ledo la obra y de ah concebido el discurso teolgico y cosmolgico del Ca-marn, que Calera se encarg de fundar, dotar y (mandar) construir con su personal asistencia, direccin y cuidado, verificando adems su completo adorno.16

    Generado el modelo, fue necesario localizar evidencia histrica de esta forma de construir las correspondencias entre la tetrasomia y el tetramorfos y, sobre todo, de la ma-nera en que sus signos se disponen en el espacio, a efectos de validar su correccin. Las evidencias fueron propor-cionadas por los esquemas de Ezequiel (1:10), Marcus Ma-nilius (siglo i d. C.), Charles de Bouvelles (siglo xvi d. C.), Giordano Bruno (siglo xvi d. C.), Leibniz (1666), Michael Maier (1618) y Basilius Valentius (1769), entre otros en los que se profundiza en el siguiente apartado.

    El texto de Ezequiel (figura 5) proporciona la clave remo-ta, en la tradicin judeo-cristiana, no slo de la asociacin de los evangelistas con sus respectivas figuras emblemti-cas (el guila, el hombre o ngel alado, el len y el toro), sino tambin de su espacializacin simblica, en la que, se-gn Cirlot (1997: 441), lo que est arriba (el guila-agua, el hombre alado-aire) representa una sublimacin de lo que est abajo (el toro-tierra, el len-fuego), y lo que est a la derecha (el hombre alado-aire, el len-fuego) representa la expresin consciente, en tanto que lo que est a la izquier-da (el guila-agua, el toro-tierra) concierne al inconsciente.

    Por encima del ciprs-nicho de la Inmaculada (que gra-

    canos (precisamente llamada orden de los amadestas), a quien se considera como el inspirador del culto anglico (en particular de los arcngeles) a partir de su obra Apocalipsis Nova, y quien desde pequeo profesaba un especial amor por la Inmaculada Concepcin.

    15 Segn Mujica (1996: 97), la visin de Ezequiel y la versin que de l da san Juan en el Apocalipsis, representan dos corrientes me-sinicas judas antagnicas. La primera de ellas, la angelologa planetaria babilnico-hebrea, fue la adoptada por los hermti-cos renacentistas.

    16 Archivo Histrico del Estado de Aguascalientes, Fondo de Proto-colos Notariales, caja 34, exp. 3, esc. 8, F. 18f-21f.

    TABLA 1 |

    Las correspondencias cosmolgicas del Camarn.

    Tetramorfos Tetrasomia (Sistema

    narratolgico,de tradicin

    judeo-cristiana)

    (Sistema astrolgico,de tradicin

    pagana)*

    (Sistema topolgico, de tradicin

    pagana)San Lucas, el toro Tauro TierraSan Juan, el guila Escorpio Agua

    San Mateo, el hombre alado

    Acuario Aire

    San Marcos, el len Leo Fuego*Los referidosson lossignosfijosdelzodiaco,quesimbolizaranque la Iglesiaestaraasentadafirmementesobrecuatroslidossoportes(loscuatroevangelistasysusrespecti-vos evangelios). En el caso de san Juan, la correspondencia se establece porque el guila es signo encumbrado de Escorpio (Strachan, 2005).

    FIGURA 4 | esquema geomtrico del tetramorfos (los cuatro evangelistas)

    y de los doctores de la Iglesia latina, dispuestos en cuadrados cruzados.

    Dibujo Digital: arquitectas Leticia Lpez Romero y Eduwiges Hernndez

    Becerra, sobre planos digitales cortesa del doctor J. Jess Lpez Garca.

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    cias a un vano adecuadamente practicado entre el Camarn y el presbiterio del antiguo templo dieguino, presenta dos vistas de esta imagen), se ubica a san Juan Evangelista (fi-gura 4) y por tanto el elemento agua, que tradicionalmente se hace corresponder con el norte (Olives, 2006: 66). En el Camarn existe un norte real, pero el que nos debe interesar es el norte simblico, que estara definido por la posi-cin, dentro del diseo circular del recinto,17 de la principal

    17 A pesar del sustrato geomtrico del Camarn expuesto en los p-rrafos previos, no es casual que, desde la parte fenomnica, el edificioestresueltoenunvolumencilndrico,porlotanto,enel ars rotunda que fue tan caro a la arquitectura romana y rena-centista. De acuerdo con Cirlot, si trazamos la estrella de ocho puntas dentro de los cuadrados girados, y si a su vez inscribimos estaconfiguracingeomtricadentrodeunacircunferencia,ob-tendremos dos cuaternarios materiales y dos cuaternarios espi-ritualesen la totalidad (universoo infinito).Habrqueaadirque semejanteconfiguracinestaba fundadaen laconcepcinneoplatnicadelcosmos.Plotinomismo,refirindosealcrculo,deca que fuera de l [el Primero], se encuentra la razn y la inteligencia, que lo rodean tocndolo y se cuelgan de l; o ms bien ella slo es inteligencia porque lo toca [] Es sabido que

    imagen de devocin del convento y templo de San Diego, justo en el ngulo de uno de los cuadrados cruzados que rigen su estructuracin geomtrica, por lo que si a san Juan lo colocamos arriba a la izquierda, y a los dems conforme a las indicaciones de Ezequiel 1:10, tenemos como resulta-do el esquema de la figura 3.

    Con esta clave de lectura observamos en el esquema de Manilius (figura 6) el mismo sistema de correspondencias (aunque sin la espacializacin establecida por Ezequiel), slo que referido a la estructura de los elementos y sus cua-lidades; bastara girar convenientemente el grfico para que la correspondencia fuera total. Un giro similar del cosmogra-ma de Charles de Bouvelles (figura 7) permite confirmar la correccin del modelo, al ubicarse los cuatro elementos en las esquinas de un cuadrado estable, en una disposicin semejante a la que Ezequiel hace con respecto a las criatu-ras del tetramorfos, mientras que en un cuadrado dinmico circunscrito, sus respectivas cualidades. La circunstancia ex-traordinaria de que adems aqu se sealan las relaciones de contrariedad y contradiccin entre los elementos, propias del tpico aristotlico-tomista del cuadrado de las oposiciones, demuestra que ste form parte de las especulaciones filos-ficas emprendidas por la escolstica medieval.

    El de Giordano Bruno (figura 8) resulta un diagrama her-mtico ms interesante, pues se trata de la especulacin de un dominico de ingenio perspicaz, proscrito y quemado por la Inquisicin. En su esquema cosmo-antropolgico, se aprecia que hacia las esquinas del cuadrado en el que se inscribe al hombre con sus extremidades abiertas, Bru-no ubica los signos de Tauro (tierra), Leo (fuego), Escorpio (agua) y Acuario (aire), aunque su disposicin relativa res-ponda a una secuencia ms bien zodiacal, lo que no modi-fica en esencia el modelo interpretativo. Siempre siguiendo nuestra lectura veterotestamentaria, el esquema de Leibniz (figura 9) reitera el de Bouvelles, slo que con una notable diferencia: efectuando el giro adecuado, los pares de ele-mentos aire-agua y fuego-tierra quedan invertidos respecto a Ezequiel 1:10. Suponemos que se debe a una disposicin dictada por el establecimiento de las relaciones de contra-

    un crculo extrae sus propiedades del centro, porque lo toca; en cierto modo, de ah recibe la forma, igual que sus rayos, al con-verger en el centro, son, por la de su extremidad que est cerca del centro, como el centro mismo en el que termina y del que salen (1997: 27 -230). La similitud de esta tesis neoplatnica con el diseo circular del Camarn y con un pasaje del sermn de Nogales Dvila es impresionante, e incluso va ms all, pues el ascetismo que propugnaba Plotino cuadra con el propio progra-ma asctico de la religiosidad montaesa. La cita de Plotino en Perelman y Olbrechts-Tyteca (2006: 585). Respecto a la religiosi-dad cntabro-montaesa vase Prez (mimeo, sin ao).

    FIGURA 5 | orden en el que se disponen las cuatro criaturas aladas de la

    visin de Ezequiel. Len, Colegiata de San Isidoro, Panten Real pin-

    turas romnicas detalle del Pantocrtor (finales del siglo XI, princi-

    pios del XII). Imgenes tomadas de: http://www.oronoz.com/leefoto.

    php?referencia=%2013470

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    riedad y contradiccin (por ejemplo, en la lgica aristotli-ca y medieval, algo no puede ser simultneamente hmedo y seco, por lo que se trata de una combinatio impossibilis; en cambio, el fuego posee la doble condicin de ser seco y caliente al mismo tiempo, o combinatio possibilis).

    Los esquemas de Maier (figura 10) y Valentius (figura 11) merecen una mirada atenta. Similares al diagrama de Bruno, aqu ambos autores incorporan, adems del zo-diaco, los cuatro elementos en una configuracin acorde con Ezequiel (efectuado el giro correspondiente), aunque aqu los sistemas del zodiaco y los elementos (de carcter macrocsmico) se entrecruzan en sendas configuraciones cuadradas: en el de Maier, el cuadrado estable estara mar-cado por los signos fijos y el cuadrado dinmico por los ele-mentos; en el de Valentius, esta disposicin se reconfirma: los signos fijos quedaran marcados por un cuadrado esta-ble dentro de la rueda del zodiaco; en cambio, el hombre (como smbolo del microcosmos) estara cuasi inscrito en un cuadrado dinmico definido por los elementos.

    En todos los casos, hay una indisputable intencin de correlacionar los signos y los elementos y, por tanto, de armonizar el macro y el micro cosmos en configuracio-nes geomtricas octodicas u octotpicas definidas por cuadrados cruzados. Por aadidura, se observa tambin una voluntad inquebrantable de presentarle al devoto un relato mnemotcnico de la propia vida celestial y terrenal de Mara Inmaculada, en una suerte de orden de lugares de la memoria (Yates, 2005). Las transducciones simb-licas y los prstamos inevitables entre doctrinas paganas y cristianas permiten, por tanto, sostener la plausibilidad de nuestro modelo interpretativo, siempre que tengamos en cuenta que nuestro sistema de correspondencias est construido enteramente sobre un modelo de analogas

    FIGURA 7 | esquema de la tetrasomia como cuadrado de las oposiciones, se-

    gn el cosmograma de Charles de Bouvelles. Tomado de Olives (2006: 66).

    (como se entendan en el mundo antiguo, hasta el siglo xviii), no de identidades.

    Discusin

    Las correspondencias mostradas en el apartado anterior estn fundadas en la sagrada escritura y en la literatura sa-piencial producida por los doctores escolsticos, en particu-lar las ideas neoplatnicas de san Agustn, aunque no exclu-sivamente, pues tambin son rastreables ideas de Dionisio Areopagita y del Pseudo-Dionisio,18 de Boecio, Orgenes, Raymundo Lulio, Duns Escoto, san Buenaventura, Alberto Magno, Amadeo de Portugal y otros,19 as como ideas de De Cusa, Agrippa, Della Mirandola, Ficino y sobre todo Bruno, de entre la tradicin de la hermtica renacentista, tanto en su vertiente mstica como cientfica. En cuanto a autores his-panos del siglo xviii, hay tambin resonancias de las ideas de Andrs Serrano y del citado Jos de Nogales Dvila.

    18 Dionisio (siglo I d. C.) estableci la base teolgica para conside-rar a los nmeros irracionales como pertenecientes a un orden suprarracional y divino; el pseudo Dionisio (hacia el siglo v d. C.), en cambio, concibi la jerarqua csmica y divina de los tres mundos y la de los coros anglicos. Ambos aspectos interesan el diseoylaedificacindelCamarndeAguascalientes.Enalzadoy volumen, como vimos, es particularmente evidente la organi-zacintripartitadelosmundosdionisiacos(figura2).

    19 Entre ellos el propio Toms de Aquino, cuya lgica aristotlica se advierte en el arreglo de la tetrasomia y el tetramorfos como un cuadrado de los opuestos silogstico, aspecto que no es desarro-llado en este artculo por motivos de limitacin de espacio.

    FIGURA 6 | esquema geomtrico de la tetrasomia, segn Marcus Manilius

    (siglo i d. C.). Dibujo digital: arquitectas Leticia Lpez Romero y Eduwiges

    Hernndez Becerra.

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    Otros investigadores apoyan la idea del origen pagano de los cuadrados cruzados (Gtze, 1998; Guinard, 1993). Con-trastando con Gtze, quien atribuye a los griegos el mrito de haber formulado la disposicin de los elementos y sus valores en forma de cuadrados cruzados, Guinard aduce que la divi-sin octapartita del espacio tuvo un origen incluso anterior, pues la tradicin astrolgica retom las experiencias de los protonavegantes, que fueron los primeros en pensar la for-ma del espacio y de la tierra a travs de los vientos.20 De este modo, representaban a la diosa Ishtar como un disco de ocho rayos u ocho posiciones que revelan la concepcin octodica u octotpica del espacio (Guinard, 1993).

    La correspondencia entre la cosmologa y la teologa neoplatnicas de franciscanos y jesuitas (que en el Camarn aparecen hermanadas) tambin ha sido desarrollada por Brading (2003) a propsito del culto guadalupano en Mxi-co, y por Mujica (1996: 19), para el culto anglico en Per, quien de manera explcita habla de una teologa mstica fran-ciscana por la cual Mara es asociada con el culto anglico, con el ingrediente adicional de la teologa poltica militante de los jesuitas,21 pues, como vimos, el programa icono-

    20 Por ejemplo, el soberano asirio Sargn ii, en el siglo viii a. C., se refiriaunsistemadeochocasasolugaresdefinidoporlosochovientos, que incluso remontaba sus grmenes hasta una poca anterior al siglo xiv a. C., cuando la trada cosmognica y divina de los sumerios (Anu, Enlil y Ea) haba sido ya reemplazada por la trada planetaria semtica S (Luna) /Shamash (Sol) /Ishtar (Venus). Ver Guinard (1993). Entre los babilnicos, Ishtar era llamada Astart.

    21 Parafraseando a Mujica (1996: 207), el franciscanismo escols-tico y su aliado poltico jesuita habran introducido en la es-

    grfico del Camarn parece una traduccin cuasi literal del sermn del mercedario Nogales Dvila (1720), que a su vez es prcticamente una rplica de la obra del jesuita Andrs Serrano. La consideracin del Camarn como un orden de lugares de la memoria, siguiendo el esquema octapartito, es respaldada tambin por Tosaus (2005: 10).22

    Se me ha objetado que el origen del modelo octodico sean los cuadrados cruzados y que un smbolo cristiano de ascendencia pagana, el crismn, sera ms acorde al con-texto de creacin y gnero del edificio, pues partiendo de

    piritualidad contrarreformista tridentina una mstica basada en la contemplacin mnemotcnica de la vida de Mara; esta con-templacin se corresponda, tambin, con la memoria del linaje mariano de los montaeses de Santander y el Valle de Carriedo.

    22 Para comprender los sentidos profundos de la Biblia y su impor-tancia para los cristianos, este autor propone un modelo octago-nal de ocho salas que circundan un espacio vaco. Cada sala, que est intercomunicada con las dems (salvo la primera de ellas, slo con salida al centro), es un compendio de conocimientos y experiencias acerca de la Biblia; en el centro del octgono, en el gran espacio vaco, estn nicamente la escritura sagrada y el espectador. De modo similar, en el Camarn cada sala estara representada por una imagen que a su vez simbolizara alguna tradicin relacionada con la palabra (oral o escrita) en apoyo del misterio concepcionista, y el espacio central, definido enplanta por las lneas que conforman la estrella de ocho puntas, estara representado por Mara en su asuncin gloriosa. Es decir, el Camarn es una suerte de palabra escrita (con los cdigos arquitectnicoseiconogrficos)sobreMaraInmaculada,madreprotectora e ideal de virtud de la religiosidad montaesa de los santanderinos como Juan Francisco Calera.

    FIGURA 9 | esquema geomtrico de la tetrasomia como cuadrado de los

    opuestos, segn el frontispicio del Ars combinatoria de Leibniz (1666).

    Tomado del Atlas universal de filosofa (2004: 199).

    FIGURA 8 | esquema cosmo-antropolgico de G. Bruno. Obsrvese la seme-

    janza de ste con el modelo tetramorfosmico. Tomado del Atlas universal

    de filosofa (2004: 233); digitalizacin hecha por el autor.

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    un simbolismo solar antiqusimo, integra el centro-origen, el cuadrado-tierra, el crculo-cielo, los cuatro puntos car-dinales, los cuatro elementos, las letras alfa y omega, las ocho direcciones cardinales y, desde luego, las iniciales X y P de Christos.23 Sin duda, en el amplio abanico de las interpretaciones ste es un argumento plausible y digno de crdito; sin embargo, caben aqu las siguientes considera-ciones: el crismn es un smbolo en esencia cristolgico, mientras que mi modelo pretende interpretar el simbolis-mo mariano, y especficamente concepcionista, no el solar ni el cristolgico, ya que el Sol-Cristo permanece velado en el vientre de la Virgen y el Sol-Padre la alumbra (que es el tradicional tpico apocalptico de la mulier amicta sole); habr que recordar que en la exgesis cristiana Mara res-plandece con su propia luz estelar (stella maris). Todas las imgenes que aparecen en el Camarn (profetas, apsto-les, evangelistas, doctores, filsofos, santos y venerables), dispuestas en juegos octodicos o tetrdicos entrelazados, celebran la concepcin y asuncin gloriosa de Mara, por lo tanto, estamos ante la presencia de una autntica mario-fana. Despojado de esta significacin especfica, se puede convenir que cualquier emblema, anagrama o signo orga-nizado conforme a las relaciones entre la mnada, la diada, la ttrada y la ctada, puede provenir del simbolismo ms antiguo que est en condiciones de probarse, o en su caso de argumentarse.

    Adems, una somera revisin al ms completo catlo-go de crismones medievales, conformado por ms de 730 piezas tanto de Espaa como de Francia (Olaeta, 2008),

    23 Agradezco los valiosos comentarios plasmados en los dos arbitra-jes ciegos de que fue objeto este artculo.

    revela que pueden ser de seis, siete y ocho brazos, predo-minando incluso los primeros.24 As que no me parece con-cluyente el argumento del crismn como modelo alternati-vo para mi problema.

    Por otro lado, es verdad que este artculo adolece de re-ferencias a autores tan importantes como Erwin Panofsky y Santiago Sebastin, pero no as la tesis. De cualquier modo, el mismo Panofsky, al hablar de Marsilio Ficino, recupera un esquema que me parece de gran importancia para con-validar el modelo aqu expuesto en lo que se refiere a su manifestacin en el espacio. En efecto, as como bidimen-sionalmente el modelo cosmo-epistemolgico del Camarn remite, segn mi interpretacin, a la doctrina tetramorfos-mica (por lo tanto, a las relaciones cristianizadas entre la mnada, la diada, la ttrada y la ctada), espacialmente es la expresin de la organizacin tripartita de los mundos del pseudo Dionisio: el supraceleste, el celeste y el elemental (este ltimo, como ya lo haba hecho notar, subdividido en dos submundos: el terrestre y el del infierno).

    Ficino, segn Panofsky (2001: 192-193), estableci una divisin similar, siempre siguiendo al Areopagita (siglo V d. C.), slo que de cuatro jerarquas: la Mente Csmica, co-rrespondiente al nivel supraceleste; el Alma Csmica, acor-de al nivel celeste; la Regin de la Naturaleza, asimilable al nivel terrestre y unido al anterior por un nodus o vinculum; y el Reino de la Materia, a quien Pico della Mirandola deno-mina il mondo sotterraneo. Ntese que mi modelo presenta dos similitudes respecto a lo anterior: el vinculum se corres-ponde geomtricamente con mi principium vinculans (la pe-

    24 De 108 crismones medievales franceses analizados, slo tres son de ocho brazos.

    FIGURA 11 | esquema geomtrico de Basilius Valentius (1769). Tomado de

    Roob (2005: 158).

    FIGURA 10 | esquema geomtrico de Michael Maier (1618). Tomado de Roob

    (2005: 6).

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    netracin del crculo-esfera en el cuadrado-cubo o bien, de manera simblica, la accin intercesora de Mara Inmacula-da entre los humanos y la divinidad, Mara-terrena y Mara-divina, el octgono, la estrella de ocho puntas), mientras que il mondo sotterraneo se corresponde con el submundo infierno de mi modelo, que aunque sera ininteligible como tal en el sistema de Ficino, al menos cuadra con la idea de lo soterrado, lo subterrneo (las catacumbas del Camarn).

    Ahora bien, el propio Sebastin proporciona un respal-do ms a mi argumentacin, pues la cristianizacin de doc-trinas paganas no es ms que el paso del Cosmos a la His-toria (Sebastin et al., 1995: 67). Esto es, la concordancia tetrasomia-tetramorfos (o doctrina unificada tetramorfosmi-ca), considerada el fundamento del simbolismo mariano como el que aqu se expone, se ubica precisamente en el marco de los usos sociales y piadosos (simblicos, pues) de una lite teolgica y de una casta montaesa respecto a una devocin particular: la concepcionista.

    Al analizar la parte apocalptica del programa iconogr-fico-iconolgico de la iglesia franciscana de Tecamachalco, Sebastin advierte que segn fuentes bblicas los cuatro ngulos o extremos que se crea que tena la tierra plana, flotante en el agua, se correspondan con los puntos car-dinales y que los cuatro vientos que traan la lluvia, la se-quedad, el calor o el fro quedaban sometidos a cuatro ngeles (Sebastin et al., 1995: 73). Colquense los pun-tos cardinales en los lugares de los cuatro evangelistas y lo hmedo, lo seco, lo clido y lo fro de los vientos en los lugares de los doctores de la Iglesia latina, y tendremos un esquema como el de mi modelo.

    Que varios autores hayan trabajado en las fuentes bbli-cas y paganas tras los cuadrados cruzados no desacredita la argumentacin que hago para el caso especfico del Ca-marn de Aguascalientes. Insisto en que mi interpretacin es slo eso y que ante la falta de documentos de la poca poco puedo probar (en una perspectiva deductiva, veri-ficativa y cuantitativa), pero tmese en cuenta que, como dice Geertz (1988), el anlisis cultural no es una ciencia en busca de leyes generales, sino una ciencia en busca de significados: esta es mi interpretacin de los fundamentos cosmo-epistemolgicos del Camarn de Aguascalientes, y est sujeta a controvertir sus argumentos.

    Conclusiones

    En suma, los argumentos expuestos en la tesis para la hi-ptesis que se ha destacado en este artculo permiten sos-tener que la matemtica simblica del Camarn, manifiesta geomtricamente en el uso de la estrella de ocho puntas y en los cuadrados cruzados que estn en la base de la mis-ma, se funda en un sistema cosmolgico y epistemolgico

    derivado del tpico neoplatnico (pagano y cristiano) de la armona del macro y el micro cosmos, con todas las media-ciones que ello conlleva, es decir, la injerencia de la cbala hebrea, del hermetismo cristiano renacentista, de la mate-mtica rabe y el arte de la memoria, elementos todos que a travs de una conveniente depuracin, en clave cristiana, vale decir, a travs de la doctrina concepcionista de Mara como mediadora, o geomtricamente de la estrella de ocho puntas como principium vinculans del cuadrado y el crculo (lo terreno y lo eterno), constituyen el principium fundans del Camarn de San Diego:25 en esencia, toda una cosmo-epistemologa del mundo antiguo que estaba introyectada en la comunidad imaginada de la cristiandad catlica, a la que perteneca Calera y que en el caso del Camarn rega im-plcitamente la concepcin del nmero y la proporcin bajo las que estaba soportado el completo adorno del Cama-rn, esto es, el principium operans que permitira concebir el diseo (la doctrina, plasmada en el programa iconogrfico-arquitectnico) y su fbrica material (el ministerio).

    Agradecimientos

    En la investigacin iconogrfica y en el tratamiento digital de imgenes he contado con la valiosa colaboracin de las arquitectas Leticia Lpez Romero y Eduwiges Hernndez Becerra. Este artculo est dedicado a la memoria de la li-cenciada en Economa Carmina Flores Sifuentes (2008).

    25 Cito in extenso a Mujica: Algo de magia haba en la doctrina tridentina sobre los valores arquetpicos de la imagen visual. Los magos renacentistas, basados en Platn, en la doctrina dionisia-ca de los tres mundos superpuestos (el terrestre, el celeste y el supraceleste) y aun en la escolstica, describieron el universo como una sinfona de simpatas ontolgicas y de corresponden-cias simblicas. Las formas del mundo material eran una sombra delosarquetiposcelestesque,asuvez,eranreflejosdelasideasen la mente de Dios. Es difcil asegurar si la reforma protestan-te, contagiada en parte por el humanismo renacentista, fue em-prendida en reaccin a la magia neoplatnica y a sus talismanes, jeroglficosyestatuasoraculares.Perolociertoesquemientrasel iconoclasmo protestante combati la veneracin de imgenes, la contrarreforma se propuso recapturar el alma de Europa mul-tiplicando sus imgenes. Con ellas, la Iglesia reformul todo su saber catequtico e impuls un movimiento mstico basado en la contemplacin del arte visual (cursivas mas). Ver Mujica (1996: 27). Tambin ah la devocin concepcionista tuvo un rol crucial, del que el Camarn de Aguascalientes es un ejemplo excelso.

  • Marco Alejandro Sifuentes Sols || Una hermenutica del Camarn de la Inmaculada

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    MARCO ALEJANDRO SIFUENTES SOLS | arquitecto y maestro en Sociologa de la Cultura por la Universidad Autnoma de Aguascalientes (uaa). Actualmente es candidato al docto-rado en Arquitectura por la unam. Profesor-investigador de tiempo completo del ccdc de la uaa. Pertenece a la lnea de investigaciones histricas en arquitectura y urbanismo, as como al cuerpo acadmico de Estudios Arquitectni-co Urbanos. Premio Nacional inah Francisco de la Maza (1998). Tiene cinco libros publicados, dos en coautora. Es miembro del sni-Nivel I.