Revista izquierda no23 junio de 2012

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    JUNIO / 201223

    Rgimen polticoy discurso Losdebates entre Uribe y

    Santos a propsito delmarco jurdico parala paz SubversionesintelectualesEntrevistacon Franois HoutartIzquierda en debate La

    izquierda en un cruce decaminos Interpelando laMarcha Patritica Sobreel PDA y los empresarios

    nacionalesNuestraAmricaHacia dnde

    van los gobiernos deizquierda y progresistas?Capitalismo en crisis

    Crecimiento paracrear empleo: La

    gran falacia Historia ymemoriaApuntes paracomprender el olvido dela teora leninistaLibros

    A Contracorriente de lahegemona conservadora

    EditorialMarco

    jurdico para la paz opaz con justicia social?

    ISSN- 2215-8332BOGOT, COLOMBIA

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    Profesor del

    Departamento de

    Ciencia Poltica

    Universidad Nacional

    de Colombia

    Daniel

    libreros CaiCeDo

    a) El atentado contra Fernando Londoo

    En el atardecer del mismo da en que ocurri el

    atentado contra Fernando Londoo, la plenaria de laCmara de Representantes aprob por una mayora

    considerable el acto legislativo denominado Marco

    Jurdico para la paz. El propio Londoo haba cerrado

    sus comentarios radiales matutinos en la cadena radial

    Super lamentndose de lo que consideraba Una facultad

    plena para darle a las FARC la bienvenida no solamente

    a la sociedad normal, sino la bienvenida al ejercicio de

    la poltica con las armas en la mano, con certifcados deimpunidad para ponernos a los colombianos en manos

    de las FARC. Ese es el progreso, ese es el ciclo nuevo,

    esos son los avances que nos promete este gobierno

    y que nos dar el Congreso de la Repblica, salvo una

    inmensa sorpresa en el da de hoy1.

    1 Camilo de los Milagros, Quin puso la bomba,Rebelin

    , 21de mayo de 2012.

    Los debates entre Uribey Santos a propsito del

    marco jurdico para la paz

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    Pocos minutos despus un personaje an desconocido adhera una bomba

    tipo lapa en la parte delantera del vehculo que lo transportaba a su residencia,

    cuya explosin caus la muerte de dos de sus escoltas, heridas a ciudadanosinermes y estragos ya sufcientemente conocidos en la zona noroccidental de

    Bogot, en donde ocurrieron los hechos. La forma como este acontecimiento

    fue interpretado por los medios masivos de comunicacin fue la repeticin de un

    libreto conocido hasta la saciedad para estos casos. Desde que el comandante

    de la polica de Bogot, general Luis Martnez, casi que de manera inmediata a

    los hechos y sin cerciorarse siquiera de las condiciones tcnicas del atentado2,

    2 Las bombas tipo lapa han sido artefactos de utilizacin peridica por la Central deInteligencia Americana y por la Inteligencia Israel para matar objetivos de alto valoren operaciones encubiertas, siempre en terceros pases. Los cientfcos del programanuclear Iran asesinados por Israel fueron vctimas de ataques exactamente iguales. Losatentados contra los diplomticos Israeles en pases asiticos, que fueron catalogadospor muchos analistas como autogolpes de la Inteligencia Hebrea para justifcar antela opinin pblica una agresin contra Irn, contaron circunstancias idnticas a las delcrimen cometido el martes en Bogot: sujetos en motocicleta se acercan rpidamente,adhieren las bombas a los vehculos y escapan segundos antes de la explosin. Esoshechos sucedieron a mediados de Febrero, hace apenas tres meses. Ibd. El autor , asu vez, cita como referencia el artculo, Ataques en India y Georgia a diplomticos de

    Israel, Publico 13 de Febrero de 2012, en http://www.publico.es/internacional/421815/ataques-en-india-y-georgia-a-diplomaticos-de-israel

    Marco para la paz.Imagen: Betto, http://bettoespectador.blogspot.com/

    Rgimen pol tico y discursoN 23, Junio de 2012 Bogot, Colombia Volver

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    responsabiliz pblicamente a las FARC, el coro meditico no ces de repetirla acusacin agregando una supuesta y descontextualizada asesora de la ETA,desconociendo la posibilidad de que hubiese sido ejecutado por organizacionesde derecha, que ya cuentan con una trayectoria operativa comprobada en situa-ciones similares3.

    b) La apuesta del uribismoPero esta vez el coro meditico que acusaba a las FARC tuvo una

    particularidad, la ofensiva la tuvo el uribismo. Plinio Apuleyo, Alfredo Rangel, losparlamentarios Nicols Uribe y Juan Carlos Vlez, el gremio de los ganaderos atravs de Jos Flix Lafourie, Francisco Santos y el propio lvaro Uribe, repitieronla intervencin matutina de Londoo exigiendo que el Congreso retirara elMarco jurdico para la paz. Cualesquiera que haya sido el autor del atentado locierto es que quienes lo utilizaron polticamente fueron los voceros del uribismo.

    Pocos das despus se conoci un intercambio epistolar va correoselectrnicos entre miembros retirados de las Fuerzas Armadas en el que se

    discuta la posibilidad de un golpe de estado. En uno de los correos se anotabaJustamente lo que anoche intercambiamos epistolarmente, es que llegar elmomento que algunos coroneles o generales, bien sea en el auditorio de laESDEGUE, o en el mismo Palacio de Nario, pongan las cartas sobre la mesa,exigindole al Dr. Santos cumpla con sus obligaciones y compromisos electorales,o de lo contrario removerlo del cargo, encargar un gobierno provisional yconvocar elecciones en un tiempo no mayor de 6 meses4.

    3 El asesinato de lvaro Gmez a principios de la dcada del noventa fue realizado conun propsito poltico desestabilizador. Durante el gobierno de Uribe y en el perodo dela direccin de Jorge Noguera, el DAS realiz operaciones similares: En julio de 2005,Emilio Vence Zabaleta sali del DAS acusado por su jefe, Jorge Noguera Cotes, de fabricartres atentados contra el presidente Uribe en el Atlntico. Vence Zabaleta logr demostrarante un juez que fue una vctima de esos montajes y que el verdadero responsable fueprecisamente Noguera () El 10 de octubre de ese mismo ao, el entonces senadorGermn Vargas Lleras sufri un atentado con bomba a la salida de la emisora Caracol. ElGobierno, en boca de Noguera, el ministro del Interior, Sabas Pretelt y la Polica sealarona las FARC. Pero el ao pasado, la revista Semana revel pruebas de que el atentado fueurdido por agentes del DAS Rodrigo Hurtado, Razn Pblica, 21 de mayo de 2012.

    4 Los correos fueron publicados por Canal Capital. Los nombres de los militares no fuerondivulgados pero se sabe que pertenecen a Acore, que es la Asociacin Colombiana

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    Esta cadena de declaraciones no contiene tan soloopiniones polticas. El uribismo est cohesionado comouna fraccin de clase del capital compuesta por indus-triales y hacendistas de enclave, terratenientes, gana-deros y narcotrafcantes territorializados con organiza-ciones armadas propias, que utilizaron la guerra internapara acumular por despojo y que no aceptan una salidade la misma diferente a la de consolidar esos poderes te-

    rritoriales con impunidad. Esto explica por qu despusde la llamada negociacin con el paramilitarismo du-rante el gobierno de Uribe han aparecido nuevos y varia-dos grupos similares5. El uribismo expresa, igualmente,los intereses de un sector de las Fuerzas Armadas queha encontrado en la guerra privilegios remunerativos yun espacio de negocios, hasta el punto que buscandoremuneraciones mercenarias convirti el asesinato fue-

    ra de combate (los llamados falsos positivos), en unaprctica recurrente. Obviamente a ellos tambin les inte-resa la impunidad.

    En la regin, el uribismo acta de manera coordina-da con partidos y movimientos de la derecha continen-tal. A manera de ejemplo, el 24 de marzo, por iniciativade lvaro Uribe y Mario Vargas Llosa, se reunieron enLima connotados voceros de la derecha latinoamericana,

    como Alberto Lacalle de Uruguay, Vicente Fox de Mjico,Jorge Quiroga de Bolivia y el anticastrista Carlos Alberto

    de Ofciales en Retiro, a Analvet, agremiacin de militaresretirados, al Club Militar y al Batalln de Artillera San Mateo.La cita est tomada de noticias IPS y de su corresponsal enBogot, Constanza Vieira, Bogot, mayo 20 de 2012.

    5 Un listado inicial incluira, los Rastrojos, los Paisas, los Urabe-os, el Ejrcito Revolucionario Popular Anticomunista de Co-lombia (ERPAC), Las guilas Negras, los Machos y Renacer. A

    ellos se han sumado ltimamente los Ejrcitos Anti-restitu-cin de tierras.

    El uribismo est

    cohesionado como

    una fraccin de

    clase del capital

    compuesta por

    industriales y

    hacendistas

    de enclave,

    terratenientes,ganaderos y

    narcotrafcantes

    territorializados

    con organizaciones

    armadas propias,

    que utilizaron la

    guerra interna

    para acumular pordespojo y que

    no aceptan una

    salida de la misma

    diferente a la de

    consolidar esos

    poderes territoriales

    con impunidad.

    Rgimen pol tico y discursoN 23, Junio de 2012 Bogot, Colombia Volver

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    a viajar a Lovaina. Y all fue adoptado por mi familia, y tambin vena a lacasa familiar a estudiar para los exmenes. Despus su madre pas un aoall, y fue amiga de mi madre.

    Posteriormente vine muchas veces a Colombia, especialmente cuandocomenc un estudio socioreligioso sobre las ciudades de Amrica Latina,que dur cuatro aos y contaba con equipos en todos los pases. Finalmentepublicamos 43 volmenes de este estudio entre los aos 58 y 62. Por elloestuve aqu durante un poco ms de cuatro meses para escribir la sntesis,

    y trabaj con Camilo tambin. l fue el autor de uno de los libros. Y, ademsde Camilo, estuve tambin con Fals Borda. Ambos estaban fundando elDepartamento de Sociologa en la Universidad Nacional 1. Me acuerdoque haba un bloqueo para el nombramiento de Fals Borda, porque l eraprotestante. La influencia de la Iglesia Catlica, an en los rganos delEstado, era muy fuerte. Por ello me pidieron entrevistarme con el cardenal2para tratar de desbloquear la situacin. Tuve, entonces, una entrevistacon l, en la cual intent explicarle que Orlando Fals Borda, a pesar de ser

    un hereje, era una persona decente -la risa interrumpe el relato unosinstantes- y parece que pude convencerlo. Y tambin recuerdo que elprimer librito publicado por el Departamento de Sociologa fue un estudiomo sobre la religin en las grandes ciudades 3.

    Volvera despus muchas veces al pas. No slo para participar enactividades acadmicas, sino tambin para presidir tribunales de opinin,tanto sobre temas latinoamericanos como nacionales. Presid tribunalesen la sede del Congreso, lo que para m es nico, slo posible en Colombia.Que un extranjero presida en el Congreso un tribunal que termina porcondenar no solamente a los paramilitares, sino al ejrcito, a la polica, alGobierno y al presidente! La paradoja colombiana de la democracia formaly el rgimen autoritario: el comentario es mo.

    1 En el ao de 1959 se crea el Departamento de Sociologa de la Universidad Nacional deColombia como dependencia de la Facultad de Ciencias Econmicas.

    2 Se refiere al cardenal Luis Concha Crdoba.

    3 Abb F. Houtart. La mentalidad religiosa y su evolucin en las ciudades. Bogot, Universidad

    Nacional de Colombia, Depto. de Sociologa, junio de 1959, 22 p. (Serie MonografasSociolgicas, N 1).

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    Tambin he trabajado con la Comisin de Justicia y Paz de la Iglesia, lo

    que me ayud a descubrir, por ejemplo, toda la situacin de los afrodescen-

    dientes del Choc y el asunto de los agrocombustibles. Es gracias a eso

    que finalmente he publicado un libro sobre ese tema 4, que va a aparecer

    tambin en Colombia. El origen fue lo que descubr aqu.

    La conversacin vuelve a recaer sobre Camilo Torres. Y Franois recuer-

    da que viaj mucho con l por Europa y Amrica Latina, y que discutieron

    intensamente. Es evidente, dice, que fue el descubrimiento de la injusticia

    social lo que lo motiv, y la contradiccin que de all surge con la fe cristia-na. Aunque sus primeros pasos en el compromiso social fueron los tradicio-

    nales, el estudio de la sociologa le permiti descubrir nuevos instrumentos

    para conocer la sociedad. Al principio su base era, como la ma, la doctrina

    social de la Iglesia -de manera relativamente radical, anticapitalista- pero

    con un anlisis de la sociedad que era de hecho en trminos de capas

    sociales, no de clases sociales, y con la traduccin poltica de la alianza

    de todas las capas sociales para construir el bien comn. Y, poco a poco,

    Camilo -tenamos un buen curso de marxismo, de filosofa marxista de estetiempo- descubri que haba otros tipos de anlisis.

    Cuando regres continu trabajando con la Accin Catlica y con Radio

    Sutatenza, y fue nombrado por el Episcopado en la Comisin de reforma

    agraria del Congreso. Por su parte, l, como asesor de los estudiantes, trataba

    igualmente de llevarlos a los barrios del sur de Bogot para que entendieran

    lo que era la pobreza. Sin embargo, poco a poco, descubri que realmente

    todo eso, aunque estaba bien, no desembocaba en un cambio fundamental

    de la sociedad. Y fue as como se radicaliz. Por ejemplo, descubri que

    la Comisin de la reforma agraria era una farsa y, paulatinamente, lleg,

    con conviccin religiosa muy seria, a la conclusin de que era necesario

    actuar de otra manera y, con ello, a la necesidad de la accin poltica y de

    reunir todas las fuerzas de izquierda, desde la democracia cristiana hasta el

    partido comunista, para tratar de cambiar la sociedad.

    4El Escndalo de los Agrocombustibles para el Sur, Ediciones La Tierra y Ruth Casa editorial,Quito, 2011.

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    Yo estaba muy en contacto con l, y en un momento me di cuenta de quehaba realmente una situacin de peligro fsico porque me contaba que,para protegerse, no poda dormir dos veces en la misma casa y que leestaba prohibido tomar un avin comercial; tena que alquilar eventualmentepequeos aviones para poder circular en Colombia. En esas circunstancias,yo encontr una beca de estudio para que l pudiera ir a hacer su doctoradoa Lovaina. Varias veces discut con l sobre el particular, pero siempre medijo que no: no puedo, porque eso sera traicionar a la gente que ha puesto

    su confianza en mi movimiento -el Frente Unido- y en m. Y recuerdo que,trabajando en otro proyecto internacional, yo estaba en Nueva York enoctubre del 65, decid, antes de regresar a Europa, viajar a Bogot paradiscutir con l de nuevo y ofrecerle la posibilidad de ir a Lovaina. Pero lleguaqu cinco das demasiado tarde: l ya se haba ido a la montaa. Y desdeese momento no pude volver a tener contacto.

    Fue una relacin muy cercana, muy ntima. Franois fue tambin suprofesor: l sigui el primer curso que yo di en Lovaina, que fue en el 58,

    cuando empec mi enseanza de Sociologa de la Religin.

    Su experiencia, su lucha

    Y pasando de Camilo a su propia experiencia, Franois reflexiona sobre lasmotivaciones que lo llevaron a dedicar su vida a la lucha por la emancipaciny la liberacin de los pueblos. Bueno, yo pienso que hay varias vas parallegar a este tipo de orientacin. La de mi propia historia fue una motivacinreligiosa, gracias a mi abuelo, que era muy comprometido polticamente,y a mi abuela tambin, que estuvo en la crcel en Alemania con RosaLuxemburgo. Tan interesante comentario requiere de una explicacin: Miabuelo era miembro del Gobierno belga al momento de la Primera GuerraMundial y se fue al exilio en Francia, mientras ella se qued en Blgica parahacer la vinculacin entre la resistencia y el Gobierno en el exilio; pero losalemanes se dieron cuenta de esto y rpidamente la l levaron a la crcel. Ellano era ni marxista ni socialista, sino patriota, y, como era una intelectual,estableci buenas relaciones con Rosa Luxemburgo. Cuando queranencontrarse en el patio de la crcel, silbaban la Internacional. De nuevo,

    su rostro se ilumina en una amplia sonrisa. Y contina: Y despus, en el

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    contacto con la JOC, descubr la situacin de la clase obrera en Blgica, y

    luego en Europa. Despus vino tambin mi participacin en la resistencia

    armada en el ltimo ao de la Segunda Guerra Mundial.

    Todo ello lo hara decidirse por los estudios sociales, lo que finalmente pudo

    hacer en Lovaina y despus en Chicago 5. Y eso me llev a interesarme por la

    razn de la existencia de un divorcio tal entre la clase obrera y el cristianismo.

    Yo estudi este fenmeno en las grandes ciudades europeas y despus hice

    estudios similares en Chicago y en las ciudades norteamericanas, donde

    encontr una situacin totalmente diferente, pues all, al contrario, la Iglesia,por lo menos la Iglesia de base, siempre haba estado presente dentro del

    movimiento obrero porque los migrantes que venan pertenecan a la clase

    obrera, no haba otra clase catlica. Y fue as como despus estudi el

    mismo problema en Amrica Latina, donde encontr una situacin distinta,

    y finalmente pens en ese momento que para la pastoral de la Iglesia era

    importante desarrollar estudios sociolgicos y fund un Centro de Estudios

    Socioreligiosos, primero en el marco de la Conferencia Episcopal, el cual

    fue anexado posteriormente a la Universidad de Lovaina. Ah empec miscursos y experiment un proceso de radicalizacin justamente en funcin de

    la necesidad de encontrar instrumentos que permitieran conocer y analizar

    mejor la sociedad. Es por eso que adopt en un momento a Max Weber

    como base, pero finalmente a Karl Marx.

    Crisis y alternativas al capitalismo

    Y sigue habiendo motivos para el optimismo?, le pregunto, teniendo

    en mente el complejo mundo en que vivimos, los retrocesos y altibajos

    del movimiento por la emancipacin, las confusiones, las mltiples caras

    de la crisis: la financiera y la econmica, la alimentaria, la energtica y la

    climtica, tal como la caracteriza el propio Houtart: S, yo pienso que s, y,

    5 Franois Houtart (1925) es licenciado en Filosofa y Teologa. Fue ordenado sacerdote catlicoen Malines en 1949. Es licenciado en Ciencias Polticas y Sociales, doctor en Sociologa en laUniversidad de Lovaina (1973) y diplomado del Instituto Superior Internacional de Urbanismoaplicado en Bruselas. Tiene un Postgrado en la Universidades de Chicago y de Indiana, Estados

    Unidos, y es Doctor Honoris Causa de Notre Dame University, Indiana. (http://bibliotecavirtual.clacso.org.ar/ar/libros/coedicion/houtart/autor.pdf)

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    especialmente, en los ltimos aos, cuando se ve la

    situacin, digamos, a escala mundial.

    Evidentemente estamos viviendo una crisis de tipo

    civilizatorio, que es extremadamente grave, que pone

    justamente en cuestin muchos pensamientos y mucha

    accin del pasado. Pero, al mismo tiempo, cuando veo

    el mundo entero, no solamente a Amrica Latina -he

    podido trabajar mucho en Asia, durante muchos aos

    tambin en otros contenientes-, cuando veo lo que sonlas formas de resistencia en el mundo, eso me permite,

    me parece, guardar un cierto optimismo porque en

    todas partes y en todos los sectores hay formas de

    resistencia realmente muy importantes, que tienen

    evidentemente ms o menos resultados y momentos

    verdaderamente fuertes. Tambin otros, en los que

    uno realmente piensa que todava eso es muy flojo

    frente a las fuerzas del sistema; pero, cuando veo lacrisis financiera, por ejemplo, concluyo que finalmente

    es ms fcil de lo que uno puede pensar a primera

    vista. En este sentido, siempre he guardado cierto

    optimismo en la posibilidad de transformaciones.

    Amrica Latina en insurgencia

    Yo acoto que en Nuestra Amrica han surgido, pese a

    las dictaduras y a la violencia, movimientos populares

    fuertes y alternativos, a diferencia de otros lugares

    del mundo, y que, incluso, han llegado a constituirse

    en fuerzas gobernantes. Es el nico continente,

    comenta, y las razones son varias: por una parte,

    me parece que la fase neoliberal del capitalismo ha

    sido ms dura aqu en Amrica Latina, con toda la

    crisis de la deuda de los Estados y el manejo de la

    crisis con polticas de restriccin neoliberales, etc., y

    eso ha provocado, s, una resistencia ms aguda. El

    Franois Houtart. 2012.Fotografa: Jess Gualdrn

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    hecho de que el centro del imperialismo est ms cercano y de que tambinel signo de la embajada -y el nfasis en la palabra es muy fuerte- esmucho ms cercano que en frica o en Asia, ha sido un elemento generadorde resistencia. Por otra parte, tambin otros factores culturales sonimportantes. Yo pienso que el papel de la literatura, de la msica popular,de todas estas expresiones culturales que en algn momento constituyeronformas de resistencia, ha permitido una participacin de la cultura en laprotesta social. Y tambin la Teologa de la Liberacin, sobre todo en las

    comunidades de base que han nacido a fines de los aos 60 -al mismotiempo con el neoliberalismo- y que han tenido un papel relativamenteimportante y, por tanto, crtico, le ha permitido a un sector de cristianosser parte de este movimiento de protesta, inclusive ocasionando que aununa parte de la Iglesia institucional participe en este movimiento. Son,pues, muchos los factores que concurren a explicar esta situacin. Y, deverdad, tambin las dictaduras ayudaron de forma activa a este proceso deradicalizacin de medios sociales que normalmente no lo eran tanto.

    ElBien Comn de la Humanidad

    Y, luego, hablando de alternativas, llegamos al tema del Bien Comnde la Humanidad. La idea es simple, dice, yo pienso que la crisis quetenemos ahora significa que el sistema es insostenible a largo plazo, estoes, que es la supervivencia del planeta y de la humanidad lo que est encuestin. Y las pocas de crisis son los momentos donde nacen nuevosconceptos, o antiguos conceptos renacen, como el buen vivir. Y, por ello,era necesario repensar, tratar de encontrar uno que pudiera reunir la realidaden su conjunto, sin separarlo del pensamiento moderno, del pensamientoespecialmente occidental, que, indiscutiblemente, ha hecho avanzar laciencia de manera bastante espectacular, aunque segmentando la realidad.Estamos ahora frente a la necesidad de reconstruir una visin holstica,completa, de lo que es la vida colectiva de la humanidad en el planeta.Y, por eso, se trata de reunir los diferentes tipos de resistencia contra elsistema, que evidentemente son pensadas como resistencias segmentadas,es decir, el movimiento obrero, por la defensa de los trabajadores; el

    movimiento indgena; el movimiento de mujeres, y nuevos movimientos de

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    desarrollados o han sido olvidados, como, por ejemplo, todo el problema de

    la relacin con la naturaleza.

    As, pues, cmo encontrar un concepto o una conceptualizacin que

    pueda llegar a tener coherencia terica como base de la convergencia

    de los movimientos sociales? Y en este sentido la idea del Bien Comn

    de la Humanidad es definida como la capacidad de producir la vida y de

    reproducirla. Se trata de reunir todos estos aspectos, partiendo de la idea

    de los Bienes Comunes, que es un primer nivel -de la defensa de los Bienes

    Comunes, como el agua, las semillas, los servicios pblicos, etc.-, que esun factor importante. Se confronta, es cierto, la idea del bien comn frente

    al bien individual, del inters comn frente al inters individual, pero esto va

    ms all todava: aqu se trata del bien comn de la humanidad, que es la

    vida, la cual est en peligro.

    Cuando empec a reflexionar en esta direccin, fue tambin a propsito

    del socialismo del siglo XXI. Claro que es correcto hablar del socialismo

    del siglo XXI, pero, cul es su contenido? Hay que elaborar el contenido,

    que ser justamente ms completo, y hacer de ello un concepto dinmicoen el sentido de que no sea solamente una cosa elaborada por un grupo

    de intelectuales, sino que est vinculado con toda la dinmica de los

    movimientos sociales, que se debe redefinir todo el tiempo y de manera

    diferente en la prctica poltica, segn la situacin, pero teniendo como

    meta la construccin de la utopa: como el horizonte terico que sirva de

    fundamento a la realizacin del movimiento mismo 6.

    Y, como otros esperaban a Franois para hablar tambin con l, tuve que

    despedirme. No sin cierta dificultad, admito: su presencia y su discurso

    sereno y convincente son, en verdad, cautivantes.

    6 Acerca del tema vanse, entre otros: Birgit Daiber, Franois Houtart (Comp.), Un paradigmaposcapitalista:El Bien Comn de la Humanidad, Ruth Casa Editorial, Panam, 2012; y FranoisHoutart, El concepto desumak kawsay(buen vivir) y su correspondencia con el Bien Comn de

    la Humanidad, en Revista Espacio Crtico, No 15, julio - diciembre de 2011, (www.espaciocritico.com)

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    FilsofoUniversidad Nacional

    de ColombiaProfesor Titular

    Universidaddel Tolima

    Jorge gantiva Silva

    Giro histrico oconservacin inercialLa izquierda en un cruce de caminos

    Campo de redefiniciones

    En Colombia y en el mundo nos encontramos en

    un proceso de redefiniciones de la izquierda. Son

    muchos los desafos, tras las transformaciones

    epocales del capitalismo y la derrota del movimiento obrero

    internacional y el transformismode la izquierda. Ms all de los

    conversos y trnsfugas que el capital y las lites han adocenado

    y cooptado, el campo de redefiniciones configura opciones

    dispares, encontradas y radicalmente diferentes. Nada en

    la izquierda transcurre de manera simple, llana e inercial. Se

    trata de un momento histrico, de decisiones y compromisos

    estratgicos. Vivimos un momento crucial, de una svolta, como

    dicen los italianos para aludir a los momentos de giro histrico.

    Es la izquierda o no una fuerza de cambio, de transformacin,

    de apertura y ruptura? Es fuerza de creacin o un mero

    movimiento de conservacin inercial? Se encamina a luchar

    por un proceso de transformacin del sistema capitalista o es

    un simple movimiento cosmtico e inercial de cambios formales

    A la memoria deAntonio Garca,pensador de Nuestra Amrica

    en el centenario de su nacimiento.

    Lo que est en juego es lo imposible, es decir,

    lo real que es lo nico que nos saca de la impotencia.

    Alain Badiou

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    El nuevo ciclo histrico, incipiente an, no logra esclarecer

    el panorama, el cual se presenta confuso y tormentoso. Los

    grupos gobernantes, aferrados a su modelo tradicional,

    hacendatario y seorial de dominacin, mantienen el rgimen

    poltico apuntalado al Imperio, a las transnacionales y a la lgica

    del poder faccioso de mafias, guerra y narcotrfico, mientras

    las fuerzas de la izquierda y el campo popular siguen un curso

    de luchas y procesos inerciales, atados obsesivamente al

    parlamentarismo, desprovistos de pensamiento estratgico yconfundidos ante la coyuntura nacional.

    El atolladero del PDALa crisis interna del PDA es de marca mayor. A su

    prolongado proceso de incapacidad de recomponer sus

    fuerzas y conducirlas hacia un posicionamiento estratgico,

    ha preferido enconcharse y cnicamente encerrarse en su

    estructura de poder para mantener un statu quo, hoy imposible

    de sostener. Tras el aleve golpe recibido por la corrupcindesatada en particular en la administracin de Samuel Moreno

    en la ciudad de Bogot, el partido no ha podido levantar cabeza,

    y muchos de sus dirigentes han tomado el camino de villa

    Diego, huido y silenciado sus voces. Quiz el sello distintivo

    que caracteriza la prctica de un amplio sector del Comit

    Ejecutivo Nacional, CEN, es el cinismo que clausura el derecho

    de tramitar democrticamente las contradicciones e impide al

    PDA recuperar su liderazgo en la actual coyuntura. En vez de

    dar aliento y reconocimiento a las voces de inconformidad y

    de iniciativas de las bases y varios sectores crticos del Polo,

    la actitud por parte de algunas expresiones del CEN ha sido de

    irrespeto, desconocimiento y manipulacin burocrtica.

    Es un hecho irrefutable que las dos expresiones que hoy

    marcan diferencia en el escenario de la izquierda colombiana y

    en medio de tensiones y divergencias entre s, son: de un lado,

    la propuesta de laMarcha Patritica, que articula importantes

    expresiones del movimiento social hacia una poltica de paz

    Es la izquierda o no

    una fuerza de cambio,

    de transformacin,

    de apertura y

    ruptura? Es fuerza

    de creacin o un

    mero movimiento de

    conservacin inercial?

    Se encamina aluchar por un proceso

    de transformacin

    del sistema

    capitalista o es un

    simple movimiento

    cosmtico e inercial

    de cambios formales e

    instrumentales?

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    N 23, Junio de 2012 Bogot, Colombia Izquierda en debate

    con justicia social y dignidad, y, de otro lado, el surgimiento

    vigoroso de un amplio espectro de sectores crticos del Polo

    corriente de los 16 grupos (G 16) que busca una salida a la

    crisis poltica, estratgica y organizativa del PDA y reclama

    participacin, transparencia, apertura, dilogo y coherencia.

    Frente a ambas iniciativas, el grupo gobernante del Polo ha

    pelado el cobre y ha querido despachar estas propues-

    tas con posturas provocadoras, macartizadoras y antidemo-

    crticas. En particular, resulta insostenible que los temas ydebates de la poltica se traten de manera administrativista,

    agresiva y cnica.

    En particular, el G-16 ha hecho pronunciamientos muy

    importantes sobre la convocatoria a la Conferencia Ideolgica

    Nacional, al Congreso Nacional, la poltica de paz, la restitucin

    de tierras, justicia y reparacin, el derecho de las vctimas, la

    lucha contra los megaproyectos, el derecho fundamental a

    la educacin superior y a la salud. Esta iniciativa ha contado

    con apoyo y respaldo en el pas, y ha animado una discusinfraternal y democrtica sobre la crisis interna del Polo, en la

    idea de posicionar estratgicamente una opcin de izquierda

    democrtica. Pretender calificar al PDA como la nica expresin

    de oposicin, resulta inexacto, equvoco y sectario. No solo

    porque desconoce las mltiples experiencias y movimientos de

    lucha social, democrtica y ciudadana que tienen una presencia

    y reconocimiento en las regiones y sectores sociales, los cuales

    libran batallas muy importantes contra la poltica neoliberal del

    gobierno nacional, las transnacionales, la guerra, sino, adems,

    porque deja entrever maliciosa insinuacin de que quienes

    estn fuera del espectro son afines o contemporizadores de la

    insurgencia. La verdad es que el Polo se juega su oportunidad

    histrica para salir de su atolladero: slo si pone en juego la

    democracia y el pensamiento, sale de la modorra y del miedo

    y supera su enconchamiento burocrtico, podr pensar en un

    reposicionamiento estratgico.

    Imagen: ngel Bolign Corbo,http://www.boligan.com/

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    Un proyecto histrico en emergencia

    Boaventura de Souza Santos ha escrito recientemente una

    serie de cartas a las izquierdas (vaserebelin.org) para llamar

    la tencin sobre cuestiones centrales acerca de su proyecto

    histrico. Reclama la necesidad de responder la larga historia

    de desvaros y confusiones que denomina una gestin deruinas e inercias y exige una comprensin de la emergencia

    de nuevas luchas contra la dominacin, con otros actores y

    lenguajes. Las respuestas enfrentan de manera aguda las

    distintas orientaciones de la izquierda. Como referentes, estas

    reflexiones ayudan a develar los propsitos de la centro-

    izquierda, de la socialdemocracia y de la izquierda antisistema.

    El tema crucial es la democracia. Boaventura lo conecta

    con el Estado y sugiere la tesis -que podramos denominar

    neokeynesiana- de Mejor Estado, siempre; menos Estado,nunca. Si bien, la defensa de la democracia de alta intensidad

    es la gran bandera de las izquierdas, la clave para reorientar

    el horizonte estratgico de la izquierda sera precisamente

    construir el mundo complejo de las relaciones entre lo nacional

    y lo local, lo universal y lo especfico, entre lo social y lo poltico,

    y develar la matriz del nuevo espritu del capitalismo y las

    nuevas formas del Estado-aparato en la lgica del capital

    transnacional. Ahora bien, en la matriz neoliberal menos

    Estado significa destruccin, de los derechos, de la soberana

    y de la vida. La izquierda anticapitalista y antisistema propone

    un proyecto que podra sintetizarse enMs democracia, menos

    Estado; ms comunidad, menos Estadoque Marx puntualizaba

    como democracia contra Estado. Boaventura hace preguntas

    cruciales para asumir este reto: Como a la derecha slo le

    interesa la democracia en la medida en que sirve a sus intereses,

    las izquierdas son hoy la garanta de su rescate. Estarn a la

    altura del reto? Tendrn el coraje de refundar la democracia

    El imperativo

    categrico de

    la democracia

    profunda es que

    no todo se compra

    ni se vende,que hay bienes

    pblicos y bienes

    comunes como el

    agua, la salud y la

    educacin que no

    son transables. El

    proyecto histrico

    de la izquierda en

    emergencia apuntaa descolonizar

    el mundo de la

    vida, de la cultura,

    del trabajo, de

    las relaciones

    internacionales, de

    la familia y de la

    escuela.

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    N 23, Junio de 2012 Bogot, Colombia Izquierda en debate

    ms all del liberalismo? Defendern una democracia slida contra la antidemocracia,

    que combine la democracia representativa con la democracia participativa y la directa?

    Abogarn por una democracia anticapitalista frente a un capitalismo cada vez ms

    antidemocrtico?

    Se trata de construir un imaginario y una poltica de la izquierda coherentes con

    la democracia. Ms all de democratizar la democracia, la idea es comprender lademocracia como un lugar vaco, cuyo campo est en disputa y reclama la potencia del

    sujeto para conferirle una resignificacin. Su horizonte es desmercantilizar, porque como

    dice Boaventura: usamos, producimos e intercambiamos mercaderas, pero que no

    somos mercaderas ni aceptamos relacionarlos con los dems y con la naturaleza como

    si slo fuesen una mercanca ms. El proyecto apunta entonces a construir una lgica

    anticapitalista. El imperativo categrico de la democracia profunda es que no todo se

    compra ni se vende, que hay bienes pblicos y bienes comunes como el agua, la salud y

    la educacin que no son transables. El proyecto histrico de la izquierda en emergencia

    apunta a descolonizar el mundo de la vida, de la cultura, del trabajo, de las relacionesinternacionales, de la familia y de la escuela.

    En este sentido, el estado de emergencia de la izquierda compromete el pensamiento,

    la potencia y la Idea de lo Comn para cimentar el proyecto histrico de la izquierda en un

    nuevo horizonte, abierto, crtico y liberador. El aporte del Grupo crtico de los 16 del Polo

    es particularmente relevante. Luis Sandoval recupera la expresin polomizar como

    va para superar el pragmatismo e indica que: Quien debate, quien lo hace en serio, se

    aprovisiona de recursos tericos, prepara una caja de herramientas conceptual, asume

    referentes utpicos porque en poltica el debate consiste bsicamente en responder qu

    hacer, cmo actuar, qu camino tomar para transitar de una situacin indeseable a otra

    deseable a la luz del Programa o Ideario del partido. De este modo, la izquierda puede

    dar un giro histrico y enfrentar el desafo de la construccin de su proyecto histrico,

    articular las relaciones entre lo poltico y lo social, y superar las maniobras electorales

    de frentes, el cretinismo parlamentario y el transfuguismo. La idea es poner en juego

    lo imposible, para salir de la impotencia, del miedo y de la fatalidad.

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    Abogado laboralistaMagster en FilosofaProfesor universitario

    Doctor en HistoriaProfesor

    Universidad Nacionalde Colombia

    MarinoCanizaleS Palta

    riCardoSnChez ngel

    Interpelando laMarcha Patritica*

    Se hace camino al andar

    D

    urante los das 21, 22 y 23 de abril del ao en

    curso, los colombianos asistimos al surgimiento

    nacional de un nuevo movimiento poltico y socialdenominado Marcha Patritica. Su aparicin estuvo precedida

    de no pocas polmicas, descalificaciones y sealamientos de

    connivencia con la guerrilla de las FARC.

    Sin embargo, la presencia masiva de sus bases sociales

    en las calles de Bogot, y luego en su Plaza de Bolvar, no

    fue ignorada, llegando al punto, incluso de aventurar cifras

    encontradas que destacaron su carcter masivo, entre 30

    mil y 60 mil participantes. Se destaca el nfasis puesto por

    Marcha Patritica en las categoras de gentes del comn y

    Clase Trabajadora. Tal acento atraviesa como un hilo rojo de

    comienzo a fin su plataforma y su declaracin poltica.

    Marcha Patritica intenta ser novedosa en la forma y en

    los mtodos del accionar poltico. En lo organizativo, se anuncia

    * Nota de la Redaccin: El anlisis realizado por los autores se basaen el documento preliminar presentado en las deliberaciones delConsejo Patritico llevadas a cabo durante el 21 y 22 de abril de2012. Luego del debate correspondiente, se aprob la Plataforma

    definitiva que orienta el quehacer de ese movimiento. Se puedeconsultar en http://www.marchapatriotica.org

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    EconomistaProfesor Universidad

    La Gran Colombia

    Economista

    edwin andrSMartnez CaSaS

    oSCar andrSeSPitia loMbo

    Sobre el PDAy los empresarios

    nacionales

    L

    uego del paulatino desgajamiento del Polo Democr-

    tico Alternativo (PDA), de sus reveses electorales y

    del surgimiento de Marcha Patritica, se impone la

    necesidad de hacer balances sobre su experiencia, reconocersu profunda y prolongada crisis y plantear sus perspectivas

    organizativas y programticas a futuro, a tono con las condi-

    ciones y necesidades reales del momento en Colombia, en un

    escenario de crisis del capitalismo global en todos los rde-

    nes: econmico, financiero, ambiental, cultural. Son los valo-

    res del capitalismo los que hoy se encuentran en entre dicho:

    el individualismo, la competencia, la sociedad de consumo,

    entre otros.

    La personalidad del Polo est en juego frente al propsito

    del agrupamiento y organizacin de los sectores comprome-

    tidos en la construccin de una democracia plena -a nuestro

    juicio, la tarea primordial e inaplazable de la izquierda demo-

    crtica en Colombia-.

    Al calor de esta coyuntura se empiezan a perfilar discur-

    sos y aspiraciones, de entre los cuales sobresale la cuestin

    de las alianzas entre los sectores populares, tradicionalmente

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    RobeRto Regalado

    Doctor en Ciencias

    Filosfcas

    Profesor-investigador

    Centro de Estudios

    Hemisfricos

    y sobre Estados

    Unidos (CEHSEU)

    Universidad de

    La Habana

    Los nuevos movimientos sociales

    E

    l auge de los movimientos sociales y la eleccin

    de gobiernos de izquierda y progresistas, son dosde los grandes acontecimientos ocurridos en Amrica

    Latina en las postrimeras del siglo XX y los albores del

    XXI. Pese a la an hoy no resuelta tensin entre lo social

    y lo poltico, es decir, entre las formas de organizacin y

    lucha social y las formas de organizacin y lucha poltica,

    la relativa convergencia de ambas fue la que contuvo y

    desaceler la avalancha reaccionaria que azot a la regin

    en las dcadas de 1980 y 1990, festn de la concentracin

    y transnacionalizacin de la riqueza y el poder poltico, con

    su correlato de agravamiento de la pobreza, la miseria y la

    exclusin social.

    Cuando en el mundo se enseoreaban el desconcierto y

    el abatimiento provocados por el colapso de los paradigmas

    comunista y socialdemcrata europeos, en Amrica

    Latina, la irrupcin de los nuevos movimientos sociales y la

    determinacin de un amplio espectro de fuerzas polticas de

    izquierda de emprender lo que se conoci como bsqueda

    Hacia dnde van los

    gobiernos de izquierda y

    progresistas?

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    1998, ya son diez los existentes en Amrica Latina continental, parte de los cuales

    est en su tercer perodo consecutivo, otra en el segundo y el resto en el primero.

    Es conocido que los procesos histricos, como el trnsito de una formacin

    econmico social a otra, por ejemplo, del feudalismo al capitalismo, tardan siglos y

    atraviesan por etapas de avance y retroceso. No est de ms recordar los setenta

    y cuatro aos en la fracasada experiencia de la Unin Sovitica. Vistas desde esta

    perspectiva, las cinco dcadas transcurridas desde el nacimiento de los nuevos

    movimientos sociales, las tres dcadas transcurridas desde que se les reconoce

    como tales en Amrica Latina y el poco ms de una dcada transcurrido desde elinicio de la eleccin de los gobiernos latinoamericanos de izquierda y progresistas

    son lapsos incomparablemente breves. Pero, desde otra perspectiva, en esos

    largos procesos histricos se abren y cierran ventanas de oportunidad, cuyo

    aprovechamiento los acelera y cuyo desperdicio los derrota o, al menos, los retrasa.

    Es en esta perspectiva en la que tenemos que ubicarnos.

    Sin teora revolucionaria no hay movimiento revolucionario

    Marx afirmaba que capital que no crece, muere. En forma anloga podemosdecir que proceso de transformacin social revolucionaria o de reforma social pro-

    gresista que no avanza, muere: abre flancos a la desestabilizacin del imperialismo

    y la derecha local, y fomenta la desmovilizacin, el voto y la abstencin de castigo

    de los sectores populares defraudados. Por eso es que debemos preguntarnos en

    qu medida los nuevos movimientos sociales, que en los aos sesenta, setenta,

    ochenta y noventa estuvieron a la altura de las circunstancias, se han convertido

    en movimientos social-polticos, es decir, han logrado desarrollar la vocacin y la

    capacidad de luchar por una transformacin social revolucionaria. Y tambin, por

    las mismas razones, debemos preguntarnos si los actuales gobiernos de izquierda

    y progresistas estn enrumbados hacia la edificacin de sociedades alternativas

    o si sern un parntesis que, en definitiva, contribuya al reciclaje de la dominacin

    del capital. El objetivo de estas preguntas no es calificar o descalificar a una u otra

    fuerza poltica o social-poltica, o a uno u otro gobierno de izquierda o progresista,

    sino recordar una sentencia del siglo XX que no pierde vigencia en el XXI: sin teora

    revolucionaria no hay movimiento revolucionario.

    Como es lgico, entre la izquierda de pocas anteriores y la actual hay simili-

    tudes y diferencias. Una similitud es que, como ocurri de manera peridica en los

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    siglos XIX y XX, el comienzo de una nueva etapa histrica

    obliga a la izquierda a formular nuevos objetivos, programas,

    estrategias y tcticas. Una diferencia es que tanto las co-

    rrientes revolucionarias como las corrientes reformistas del

    movimiento obrero y socialista nacido en el siglo XIX, haban

    elaborado y debatido sus respectivos proyectos polticos

    mucho tiempo antes de que la Revolucin Bolchevique en

    Rusia (1917) y la eleccin del primer ministro laborista Ram-

    sey McDonald en Gran Bretaa (1924) llevaran al gobierno,por primera vez, a representantes de una y otra, mientras

    que la izquierda latinoamericana actual lleg al gobierno sin

    haber elaborado los suyos. La izquierda latinoamericana lle-

    ga al gobierno sin descifrar la clave para dar el salto de la

    reforma social progresista a la transformacin social revo-

    lucionaria, sin la cual quedar atrapada en el mismo crculo

    vicioso de reciclaje del capitalismo concentrador y exclu-

    yente que la socialdemocracia europea. Este es el problemapendiente: construir la imprescindible sinergia entre teora y

    praxis revolucionaria.

    Los denominados gobiernos de izquierda y progresistas

    electos en Amrica Latina desde finales de la dcada de

    1990, son en realidad gobiernos de coalicin en los que par-

    ticipan fuerzas polticas de izquierda, centroizquierda, cen-

    tro e incluso de centroderecha. En algunos, la izquierda es

    el elemento aglutinador de la coalicin y en otros ocupa una

    posicin secundaria. Cada uno tiene caractersticas parti-

    culares, pero es posible ubicar a los ms emblemticos en

    dos grupos. Estos son: a) gobiernos electos por el quiebre o

    debilitamiento extremo de la institucionalidad democrtico

    neoliberal, como ocurri en Venezuela, Bolivia y Ecuador, y

    b) gobiernos electos por acumulacin poltica y adaptacin

    a las reglas de juego de la gobernabilidad democrtica, ca-

    racterizacin aplicable a Brasil y Uruguay. Adems, estn

    los casos de Nicaragua, El Salvador, Paraguay, Argentina y

    Para avanzar

    en direccin

    al socialismo

    los procesos

    de reforma o

    transformacin

    social de signo

    popular que hoy

    se desarrollan enAmrica Latina

    necesitan: teora

    revolucionaria;

    organizacin

    revolucionaria;

    bloque social

    revolucionario,

    basado en launidad dentro

    de la diversidad,

    y solucin del

    problema del

    poder, este ltimo

    entendido como

    la concentracin

    de la fuerza

    imprescindible

    para producir un

    cambio efectivo de

    sistema social.

    N 23, Junio de 2012 Bogot, Colombia Nuestra Amrica Volver

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    Per, sobre los cuales el espacio no nos permite siquiera unas escuetas palabras

    de referencia.

    Cmo se explica la eleccin de gobiernos de izquierda y progresistas en el

    mundo unipolar donde imperan la injerencia y la intervencin imperialista? Se explica

    por cuatro razones fundamentales, tres de ellas positivas y una negativa. Las

    positivas son:

    1. El acumulado de lucha de las fuerzas populares libradas en la etapa abierta

    por el triunfo de la Revolucin Cubana, en la cual, aunque no alcanzaron losobjetivos mximos que se haban planteado, demostraron una voluntad y

    capacidad de combate que oblig a las clases dominantes a reconocerles los

    derechos polticos que les estaban negados.

    2. La lucha en defensa de los derechos humanos que forz la suspensin del uso

    de la violencia ms descarnada como mecanismo de dominacin.

    3. El aumento de la conciencia, la organizacin y la movilizacin social y poltica

    registrado en la lucha contra el neoliberalismo, que sienta las bases para la

    participacin poltica y electoral de los sectores antes marginados.

    Como contraparte, la razn negativa es la apuesta del imperialismo

    norteamericano a que la unipolaridad le permitira someter a los pases

    latinoamericanos a los nuevos mecanismos transnacionales de dominacin, motivo

    por el cual dej de oponerse de oficio a todo triunfo electoral de la izquierda, como

    haba hecho histricamente. A todo lo anterior debe agregarse un factor voltil: el

    voto de castigo a las fuerzas polticas de derecha por los efectos socioeconmicos

    de la reestructuracin neoliberal, es decir, un voto no ideolgico, ni poltico y mucho

    menos cautivo de la izquierda, que sta puede perder si su ejercicio de gobierno no

    satisface las expectativas.

    Por qu fuerzas polticas y social-polticas de la izquierda latinoamericana

    llegan al gobierno sin siquiera haber esbozado las lneas gruesas de sus proyectos

    estratgicos o, an peor, en algunos casos sacrifican sus proyectos estratgicos

    para llegar al gobierno? Ello es resultado de cuatro factores que ejercen una

    influencia determinante en las condiciones y caractersticas de las luchas populares

    en el subcontinente:

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    Tngase en cuenta que los primeros triunfos de fuerzas

    de izquierda y progresistas en elecciones presidenciales

    latinoamericanas, el de Chvez en Venezuela (1998) y el

    de Lula en Brasil (2002), se producen cuando el efecto

    acumulado de estos factores est en su apogeo, en particular,

    es el momento de mayor impacto en Amrica Latina de las

    ideas de la Tercera Va y la Comisin Progreso Global. Esos

    factores combinados ejercen una influencia determinante en

    los gobiernos de Brasil, Uruguay, Argentina y otros, y unainfluencia menos evidente, pero tambin efectiva, en los de

    Venezuela, Bolivia y Ecuador.

    Quiere la gente que haya socialismo?Tras el derrumbe de la URSS, el desaparecido dirigente

    revolucionario salvadoreo Schafik Hndal empez a repetir

    una idea que parece simplona, pero es ms profunda que

    un sinnmero de doctas reflexiones: Habr socialismo deca Schafik si la gente quiere que haya socialismo. Las

    preguntas que se derivan de esta idea son: Quiere que

    haya socialismo la gente de Venezuela, Bolivia, Ecuador,

    los pases cuyos procesos polticos se corresponden con

    la definicin de revolucin entendida como acumulacin de

    rupturas sucesivas con el orden vigente? Quiere que haya

    socialismo la gente de Brasil, Uruguay, Nicaragua u otros

    pases latinoamericanos gobernados por fuerzas de izquierda

    o progresistas? A estas preguntas tenemos que aadir

    otras: sabe la gente de esos pases qu es socialismo?

    Comparten los lderes de esos pases nuestro concepto

    de socialismo que, al margen de las diferentes condiciones,

    caractersticas, medios, mtodos y vas, implica la abolicin

    de la produccin capitalista y del sistema de relaciones

    sociales que se erige a partir de ellas y en funcin de

    ellas? Hay en esos procesos fuerzas polticas capaces de

    La izquierda

    latinoamericana

    llega al gobierno

    sin descifrar la

    clave para dar el

    salto de la reforma

    social progresista

    a la transformacin

    socialrevolucionaria, sin

    la cual quedar

    atrapada en el

    mismo crculo

    vicioso de reciclaje

    del capitalismo

    concentrador y

    excluyente que lasocialdemocracia

    europea. Este

    es el problema

    pendiente:

    construir la

    imprescindible

    sinergia entre

    teora y praxis

    revolucionaria.

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    dos conceptos contradictorios, pero si reemplazamos

    Deuda por Crdito y reformulamos como Crdito y

    Crecimiento, empezamos a entenderlo todo. Deuda

    y Crdito son las dos caras de la misma moneda. La

    concesin de crditos masivos y a todos los niveles ha

    sido la forma de sustentar la ficcin de la espectacular

    expansin de las economas desarrolladas. Era una ficcin

    en la medida que la aceleracin de la actividad econmica

    tena casi nicamente que ver con la capacidad financierapara trasladar a travs del crdito la expectativa de

    riqueza futura al presente. El formidable desarrollo del

    tejido productivo no tuvo relacin con el aumento objetivo

    de las necesidades de la poblacin, sino con una presencia

    exagerada de liquidez que provena del crdito y que

    necesitaba cristalizarse en todo tipo de bienes como otra

    forma especulativa ms de la economa financiera para

    crear depsitos de valor. Nuestras sociedades de consumose dedicaron a dilapidar en un muy corto periodo de tiempo

    la riqueza que corresponda al futuro, y lo arrasamos. Esta

    es la razn por la cual vivimos el momento presente como

    ausencia de porvenir. En este sentido, el crack financiero

    de 2008 podramos considerarlo como el fin del mundo

    conocido para las opulentas sociedades occidentales. Fue

    el ao donde la circulacin financiera qued estrangulada

    y despertamos sobresaltados del sueo de amplia

    prosperidad en el que estbamos sumidos. Este crack fue

    un punto de inflexin donde la actividad de los actores

    financieros internacionales pas casi instantneamente

    de la concentracin de sus energas en el despliegue

    ilimitado del crdito a orientar todos los esfuerzos en el

    repliegue y el retorno de la deuda. La economa global se

    mostr en si misma como una formidable estafa piramidal

    con forma de burbuja, y revent.

    La precarizacin

    del trabajador

    asalariado es la

    consecuencia

    lgica de un

    escenario

    terrorfico donde

    ms all de los

    muros del centrode trabajo est

    aguardando la

    miseria y desde

    arriba se le

    exige arrimar

    el hombro.

    Asistimos a la

    polarizacinentre la

    sobreexplotacin

    para los obreros

    activos y la

    indigencia social

    y material para

    los que caen en

    la inactividad

    dentro de un

    sistema que

    sobreproduce.

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    El aumento de la Explotacin laboral tambin

    distorsiona la relacin entre Crecimiento y Empleo. Es

    legitimada por la delicada situacin actual, se invoca a

    travs de la cultura del esfuerzo y se vive por el trabajador

    con la resignacin que proporciona el miedo a la prdida del

    puesto de trabajo. El emprendedor ha pasado de encarnar

    la figura del oportunista con posibles a desempear el

    papel de salvador. La capacidad de presin del empresario

    sobre los trabajadores ante el desolador escenario delparo, los cambios legislativos en contra de los derechos

    laborales y la amenaza de la deslocalizacin en el mercado

    nico mundial, no deja resquicios de esperanza para un

    horizonte ms razonable. La precarizacin del trabajador

    asalariado es la consecuencia lgica de un escenario

    terrorfico donde ms all de los muros del centro de

    trabajo est aguardando la miseria y desde arriba se le

    exige arrimar el hombro. Asistimos a la polarizacin entrela sobreexplotacin para los obreros activos y la indigencia

    social y material para los que caen en la inactividad

    dentro de un sistema que sobreproduce. En todo caso,

    la sobreexplotacin laboral y la precariedad conducen a

    ms paro e inciden a la baja en el nivel de consumo. La

    incapacidad del sistema capitalista para racionalizar su

    desmesura acaba convirtindose en su propia ruina.

    Para acabar de desmontar la falacia, la Finitud nos

    recuerda que el crecimiento en s mismo es irrealizable

    sostenidamente, ya que por pura contradiccin lgica

    no se puede dar el aumento continuo e indefinido en el

    tiempo de la produccin y consumo de bienes y servicios.

    El sistema capitalista tiene que olvidar constantemente

    que es imposible crecer ilimitadamente en base a recursos

    que no lo son para poder afirmar su ideal de crecimiento

    ilimitado. A cada periodo de crecimiento le acompaa un

    escenario de sobreproduccin que es la antesala de cada

    En Europa,

    la bsqueda

    desesperada

    del crecimiento

    econmico est

    siendo utilizada

    como excusa para

    inducir Estados

    de Excepcin ensus democracias

    representativas

    a travs de

    tecncratas

    introducidos

    en el poder que

    representan los

    intereses delas plutocracias

    econmicas.

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    crisis. La imposibilidad del planeta de regenerar los recursos y asumir los residuos

    a la misma velocidad que son consumidos y desechados por la bestial maquinaria

    de expolio y explotacin que acompaa a la depredacin capitalista, nos acerca

    cada da un poco ms al abismo del colapso ecolgico. El Capitalismo no conoce

    la palabra suficiente y tiene que ningunear las verdades del ecologismo respecto

    a la finitud de los recursos para poder seguir obviando los lmites naturales no

    sobrepasables de los que dependen nuestras sociedades y la vida en el planeta.

    La gran estafa: quienes generaron la crisis, ahora la gestionanEs muy probable que esta crisis no tenga solucin sin cambiar radicalmente

    de modelo econmico y civilizatorio, pero, por ahora, las reformas aplicadas van

    en la direccin contraria. En Europa, la bsqueda desesperada del crecimiento

    econmico est siendo utilizada como excusa para inducir Estados de Excepcin

    en sus democracias representativas a travs de tecncratas introducidos en el

    poder que representan los intereses de las plutocracias econmicas. Se defiende

    este escandaloso cambio en la forma de hecho del Estado como una consecuencia

    necesaria y derivada de la aparente gravedad de la situacin actual que escalificada como emergencia nacional. Las reformas legislativas promovidas por

    va de urgencia a base de Decretos y destinadas principalmente a eliminar las

    estructuras materiales del bienestar, son acompaadas por el reforzamiento de

    medidas de tipo coercitivo que limitan sensiblemente las libertades individuales

    y colectivas con el objetivo de doblegar cualquier resistencia y crear un clima

    proclive a la resignacin. Es fcil detectar qu intereses estn orquestando las

    reformas. Basta con observar que las medidas de recorte, aunque se traslade a la

    opinin pblica que buscan el inters general y que estn destinadas nicamente

    a conseguir las condiciones necesarias para que se restablezcan los niveles

    anteriores de ocupacin y empleo, siguen sin recaer en los actores responsables

    de la crisis. Negando la evidencia, la inmensa mayora de la poblacin se ha

    tragado la impostura, ya que la precarizacin o la inminente amenaza de pobreza

    predispone al optimismo incondicional ante cualquier consigna luminosa que les

    permita creer y renovar sus esperanzas de solucin individual. Estn atrapados

    en la visin reducida de la realidad que proyectan las reglas del juego capitalista y

    que es confirmada repetidamente hasta la extenuacin por las aseveraciones de

    los ms prestigiosos polticos y gurs econmicos con las que nos bombardean

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    ndice de ocupacinImagen: Betto, http://bettoespectador.blogspot.com/

    desde todos los medios de comunicacin. La estafa global que representa laactual coyuntura se sigue nutriendo de la pasividad e ignorancia poltica que nos

    llev hasta ella. Es momento de desvelar que esta crisis la estn gestionando los

    mismos intereses minoritarios que la provocaron y que por lo tanto, no va a tener

    una solucin aceptable para la inmensa mayora. Mientras ms se evidencia la

    magnitud de la estafa, ms se difumina la posibilidad de solucin convencional.

    Es urgente encajar que los tiempos de ficticio esplendor no van a volver y que

    mientras antes tiremos del freno de mano, ms probabilidades tendremos de

    evitar el choque frontal contra el slido muro que espera al final de la ltima curvaa este tren, en su huida hacia delante para intentar escapar aceleradamente de

    su propia sombra.

    La orga consumista se va apagando poco a poco y por zonas en el mundo

    capitalista, por su imposibilidad en s misma de permanecer en el tiempo. Ni los

    planes de estmulo de los gobiernos trabajando en la lnea de expansin del gasto

    pblico, ni los planes de austeridad trabajando en el plano contrario de reduccin

    del dficit consiguen reanimar al enfermo infartado y evidencia inequvocamente

    que un paradigma social y econmico agoniza en su gigantismo. La gestin

    del auto-desmontaje de toda una civilizacin construida sobre el exceso y la

    explotacin, es la herencia para las generaciones que tendrn que lidiar en el

    inicio del trnsito siempre traumtico hacia otra forma de ser y estar en el mundo.

    Las resistencias a los cambios van a ser formidables y los grandes beneficiados

    del actual statu quo ya se han enrocado en sus posiciones e intentan amarrar

    por todos los medios posibles las lneas de fuga, pero previsiblemente las

    contradicciones internas enunciadas y que se estn desarrollando paralelas a

    este inmovilismo, reventarn como un tsunami cualquier muro de contencin.

    La fractura ya ha sido registrada y anuncia un nuevo comienzo.

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    desde el proletariado europeo no se debi precisamente a

    un supuesto desprecio por la accin partidaria, sino a las

    propias afujas que sus continuos destierros, su persecucin

    por parte de la polica y los cuerpos de seguridad estatales

    le causaban, y por su propio afn de aportar desde de uno

    de los horizontes de accin mas ridos en ese momento: eldesentraamiento del modo de produccin capitalista desde

    una perspectiva crtica y revolucionaria.

    En el otro sentido la afirmacin tampoco es del todo

    cierta. Lenin no fue slo un seguidor de la teora de Marx.

    En buena medida los aportes de Lenin leyeron de manera

    particular la situacin rusa que no encajaba de forma fcil

    en los presupuestos marxistas. Rusia era, a principios del

    siglo XX, una sociedad an feudal en la que la mayora de lapoblacin era campesina, el proletariado apenas comenzaba

    a emerger como resultado de una industrializacin forzada y

    cuasi esclava en algunos enclaves industriales y la posicin

    del pas, luego de la guerra mundial, era ms que apurada

    en trminos econmicos y en materia de estabilidad social y

    poltica. As que pensar en Lenin como un continuador simple

    de la teora marxista descuida su capacidad de aportar de

    manera transformadora a la teora del filsofo de Trveris.

    Lenin si es un continuador de Marx pero mediante la

    accin transformativa, y esa accin slo podra realizarse

    plantendose los problemas concretos de la accin

    revolucionaria en los acontecimientos rusos de la primera

    dcada del XX. As mismo, Lenin es tambin un avance en

    la teora marxista que la conecta con la necesidad de la

    estructuracin del partido que guie la accin revolucionaria.

    Tal vez volver a

    Lenin nos ayude

    a descifrar las

    vicisitudes

    del modelo

    organizativode la izquierda

    colombiana que

    ha cado en el

    espontanesmo

    y en la farsa

    electorera, en

    contrava de

    su papel comoformadora de

    los espacios

    organizativos y

    de accin poltica

    de las clases

    oprimidas en el

    capitalismo.

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    Imagen: Betto, http://bettoespectador.blogspot.com/

    Lenin es un terico acartonado y dogmtico, poco dinmico y sin capacidad

    de analizar la situacin actual

    Entre las posibles explicaciones sobre la cada en desuso de la teora leninista

    tambin est el hecho de que Lenin se ha considerado un analista un poco dogmtico,

    cuyas herramientas de anlisis reducen la complejidad de los objetos de estudio del

    mundo poltico. Esta afirmacin es ms rotunda cuando se remite al papel jugadopor la teora leninista en el anlisis del Estado. Para algunos, la construccin terica

    de Lenin desemboca en una esclerotizacin tremenda del Estado, reducindolo

    simplemente a un aparato de clase.

    Por supuesto se debe ir ms all de esta mera percepcin. El anlisis de Lenin

    sobre el Estado dibuja fundamentalmente el papel jugado por la maquinaria estatal

    en medio de la correlacin de fuerzas de la revolucin rusa. En este sentido, ninguna

    otra imagen se podra tener del Estado en aquella etapa de la revolucin, como no

    fuera la de un aparato al servicio de la clase dominante y continuador de las dinmicas

    de dominacin del zarismo. En la Rusia de principios de siglo, la complejidad de la

    formacin estatal era demasiado baja, ms an cuando la sociedad apenas emerga

    al capitalismo y la modernidad era ms una aspiracin literaria e intelectual que una

    situacin real que pudiera comprometer de manera cierta las distintas esferas de la

    vida social rusa.

    El Estado era un aparato al servicio de las clases dominantes, y en ese sentido

    el papel del revolucionario no era otro que desenmascararlo en sus manifestaciones

    ms groseras de dominacin. Plantear en ese contexto un anlisis que presentara al

    Estado como fruto de la dinmica social, donde las clases dominadas podan tener

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    alguna posibilidad de juego poltico, no slo rea con la

    realidad del momento poltico ruso, sino que poda llamar a

    la conciliacin en un momento histrico donde la capacidad

    de dominacin de las clases dirigentes estaba seriamente

    amenazada y la posibilidad de un desenlace positivo para los

    dominados era real.El dogmatismo que se le endilga a su visin puede

    tambin explicarse por la atmosfera poltica que se viva.

    Los anarquistas, los liberales y los partidos pro monrquicos

    todava tenan fuerza y ascendiente entre los obreros, de

    tal manera que era necesario mostrar de manera radical

    y clara las diferencias entre las diversas aproximaciones

    polticas y la apuesta de los comunistas. Lenin al igual que

    Marx y Engels era capaz de desarrollar la crtica contra susadversarios polticos de manera tan visceral que en algunos

    momentos sus escritos eran ms libelos -agresivos y

    descalificadores- que tratados tericos frente a la situacin

    poltica rusa: de all se puede sacar la conclusin errada

    sobre un dogmatismo visceral.

    La poltica es solo la expresin concentrada de la

    economa: una afrmacin economicista y simplifcadora

    Para algunos, la teora de Lenin lleva al extremo los

    presupuestos de anlisis de la estructura econmica de la

    sociedad y termina por reducir la poltica a una simple es-

    fera emanada de las leyes de la produccin capitalista. En

    ese mismo sentido, la teora leninista reducira la dinmica

    poltica a la correlacin de fuerzas por la conduccin del pro-

    ceso econmico, que tiene su espacio final de solucin en

    el Estado. En ltimas, Lenin reducira la accin poltica a la

    destruccin del viejo Estado burgus y luego disolvera la

    Tal vez sea

    necesario

    volver al Lenin

    poltico, al Lenin

    terico y al Lenin

    organizador, aun endesmedro del afn

    iconogrfico y del

    propio afn por la

    novedad terica de

    lo estudiosos de

    la poltica.

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    En Lenin, la posicin respecto a la poltica y su expresin mas concentrada en la

    dinmica estatal se corresponde con esta visin en la que lo econmico determina

    en ltima instancia, y no en forma simplista y mecnica.

    La accin poltica no se reduce a la dinmica de poder concentrada en el Estado,

    pero no es posible obviar que en sociedades donde el rgimen de produccin es

    absolutamente incipiente y donde, adems, la correlacin de fuerzas en el marco

    de la lucha de clases es tan simple, la accin poltica se cristaliza de una forma

    casi natural en la estructura estatal. Tomarse el Estado y destruirlo es la accin

    final de la reestructuracin de las condiciones sociales de reproduccin de la vidamaterial de los hombres, razn por la cual Lenin no llama a una lucha encarnizada y

    ciega contra la maquinaria estatal, sino a la desarticulacin de su imagen fetichizada

    como elemento emergido de la dinmica ideolgica, y para ello nada ms atinado

    que derribar su imagen arrojndolo al mundo real de la relacin social de produccin.

    Lenin no vende, no es comercial

    Tal vez sta sea finalmente una de las explicaciones mas dicientes del olvido

    de la teora leninista. Lenin no ha sido fcilmente convertido en un souvenir, enuna imagen comercial que pueda mercadearse de manera sencilla. Su figura y su

    vida se han resistido a todos los clichs, a todos los que quieren formar iconos

    para imprimir, estampar, reproducir, etc. Lenin no fue el joven heroico que muere

    tras una vida desenfrenada de accin revolucionaria. Tampoco es el profeta de

    nuevas insurrecciones ni el campesino aguerrido que muere de manera heroica

    en la reclamacin de su tierra. Su vida y su estampa parecen no tener nada de

    espectacular: poco para ser convertido en fetiche comercial.

    Tal vez sea necesario volver al Lenin poltico, al Lenin terico y al Lenin organizador,

    aun en desmedro del afn iconogrfico y del propio afn por la novedad terica de lo

    estudiosos de la poltica. Tal vez volver a Lenin nos ayude a descifrar las vicisitudes

    del modelo organizativo de la izquierda colombiana que ha cado en el espontaneismo

    y en la farsa electorera, en contrava de su papel como formadora de los espacios

    organizativos y de accin poltica de las clases oprimidas en el capitalismo.

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    A CONTRACORRIENTEde la hegemona conservadora

    Stolowicz, Beatriz (Abril 2012).A CONTRACORRIENTE de lahegemona conservadora.

    Bogot: Espacio Crtico Ediciones,Coleccin K-Movimiento.400 pp.

    Jess Gualdrn

    Profesor

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    N 23, Junio de 2012 Bogot, Colombia Libros

    La profesora mexicana de origen uruguayo, Beatriz Stolowicz, muyconocida en nuestro medio, entre otras publicaciones, por su libroGobiernos de izquierda en Amrica Latina. Un balance poltico (2007), publicado

    en Colombia por Ediciones Aurora, es la autora del volumen que Espacio crtico

    Ediciones acaba de poner en circulacin con el ttulo A CONTRACORRIENTE de la

    hegemona conservadora.El libro contiene una extensa y concluyente coleccin de ensayos escritos entre

    1995 y 2011, los cuales nos permiten a quienes estamos empeados en estudiar

    y tratar de explicar(nos) la realidad y procesos de Nuestra Amrica compartiendo

    los anhelos de emancipacin de nuestros pueblos, asomarnos a la historicidad de

    nuestro propio quehacer[], tal como ella propone en el Prefacio de su libro.

    Se trata de una mirada de larga duracin, pues slo en esa dimensin histrica

    puede pretenderse un anlisis de tendencias en un proceso tan complejo y diverso

    como el que ha transitado la regin.En sus palabras, el eje que unica y condensa esta retrospectiva crtica puede

    formularse como sigue:

    Las ltimas dos dcadas debieran ensearnos que la conservacin del

    capitalismo se persigue con una diversidad de fuentes doctrinarias y

    tericas, y que en este sentido no hay un pensamiento nico. Tambin

    es til asimilar que los objetivos capitalistas compartidos se llevan a cabo

    bajo formas distintas, que exigen un permanente estudio concreto de la

    realidad concreta. La prdica tica no alcanza. Pero para que esas formas

    sean inteligibles en tanto mecanismos de dominacin, no puede perderse de

    vista los procesos profundos que las exigen, articulan y modican; es decir,

    la unidad de anlisis debe ser la reproduccin capitalista, y como horizonte

    epistmico y poltico el anticapitalismo. Es ste el que nalmente puede

    evitar las limitaciones contestatarias (de contestacin a una permanente

    iniciativa dominante), consustanciales a la carencia de horizonte propio. Slo

    as ser fundamento de contrahegemona, y no solamente crnica de lo ya

    ocurrido. (p. 37)

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    Y, a continuacin, como sealando la ruta de lo que se aconseja para enfrentar la

    hegemona, tambin en aquella dimensin ideolgica que se camua tras el discurso

    engaoso de la falsa izquierda o la resignacin:

    Cuando se habla de gestar contrahegemona, tambin es necesario

    replantear sus alcances y contenidos. Ya no se trata slo de superar las

    concepciones de las lites econmicas, polticas e intelectuales, o el

    individualismo en sus distintas manifestaciones. La hegemona de los

    dominantes tambin se realiza mediante la manipulacin de formas deorganizacin y prcticas populares antiliberales, con formatos similares

    a los emancipatorios pero con contenidos y objetivos de subordinacin.

    El esfuerzo contrahegemnico posiblemente produzca rispideces que no

    contemplbamos tiempo atrs.

    Asumir que estamos ante un punto de llegada exitoso de la compleja y

    lcida estrategia dominante no es una opcin por el pesimismo, sino una

    condicin para no dilapidar las posibilidades de disputa de proyectos que

    se abrieron en la regin por las luchas populares. (p. 38)

    De all se deriva la trascendencia del texto para la accin poltica de los oprimidos,

    de sus organizaciones y para la intelectualidad comprometida con proyectos

    emancipadores:

    Enfrentar la hegemona dominante exige, por lo tanto, hacerlo contra sus

    manifestaciones en el pensamiento de los dominados y en sus prcticas. No

    para descalicar a los oprimidos y sus esfuerzos de lucha, sino para enfrentar

    la subalternidad que refuerza la dominacin de los opresores.

    Con frecuencia esta rida responsabilidad intelectual y poltica se confunde

    con el pesimismo. El conocimiento no es pesimista ni optimista, persigue la

    objetividad. El pesimismo o el optimismo son el modo como hacemos frente

    a sus consecuencias prcticas, resignndonos a ellas o buscando superarlas.

    El empeo por estar a contracorriente de la hegemona conservadora es, a

    su manera, una forma de lucha por la emancipacin. (p. 11)

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    La probable aprobacin por parte del Congreso del llamado marco jurdico

    para la paz viene siendo presentada en la opinin pblica como la mayor

    concesin que podran hacer las clases dominantes para contribuir a una

    salida poltica al conicto colombiano. Su apoyo irrestricto por parte del gobierno

    se considera al mismo tiempo como una muestra contundente de la voluntad de

    paz del presidente Santos. El hecho que el proyecto haya sido consultado con Kevin

    Whitaker, subsecretario de Estado para Amrica Latina del gobierno de Obama, y

    con Jos Manuel Vivanco, de la ONG Human Rights Watch, le concede a la iniciati-va una connotacin relativamente inusitada: se habra recibido la bendicin de dos

    importantes instituciones de la poltica exterior del establecimiento estadounidense.

    Por otra parte, la oposicin de sectores militaristas y de ultraderecha, incluido el ex

    presidente Uribe con sus maniobras de ltima hora, le da unos ribetes adicionales.

    Si se oponen stos, debe ser porque algo grande est en curso.

    Ms all de aspectos puntuales de la iniciativa o de los debates que ella ha

    suscitado por algunos contenidos que favoreceran a delincuentes o criminales de

    Estado, o a paramilitares, cuyo anlisis escapa a este texto, el mencionado marco

    jurdico para la paz es expresivo, ms bien, de la estrechez de las lites colombia-nas para emprender decididamente el camino hacia la paz con justicia social. En

    efecto, la iniciativa parece hacer parte de una estrategia que an tiene ncada sus

    esperanzas en la posibilidad de una solucin militar que conlleve a la desmoviliza-

    cin y entrega de las fuerzas insurgentes y que, como consecuencia de ello, abra la

    discusin sobre las condiciones de reinsercin en la vida civil de los mandos y de la

    base guerrillera. Favorabilidad poltica, cuotas parlamentarias, amnistas o indultos

    se situaran en el centro de la atencin. Y ah estara a disposicin el marco jurdico

    para la paz. En sentido estricto, se tratara de aplicar la misma frmula aceptada

    por las derrotadas guerrillas del M-19 y de sectores mayoritarios del EPL al nalizar

    la dcada de 1980, guardando desde luego la distancia histrica y las proporciones

    del caso. Lo que seguira sera la plena inmersin en la lgica de la democracia

    gobernable, como lo muestran los ejemplos de Navarro y Petro, para no mencionar

    muchos otros absolutamente cnicos y decadentes.

    A la paz de hace un poco ms de dos dcadas, relativamente gratuita para las

    lites econmicas, le sigui la prolongacin de la guerra que an persiste. En forma

    paradjica, despus de ella, al tiempo que se desataba todo tipo de ilusiones provo-

    cadas por el proceso constituyente de 1991, se iniciara la implantacin sistemtica

    del modelo neoliberal y se perfeccionara el proyecto narcoparamilitar, ya iniciado

    Marco jurdico para la paz o paz con justicia social?

    Jairo EstradalvarEz

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  • 7/31/2019 Revista izquierda no23 junio de 2012

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