Revista izquierda no23 junio de 2012
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JUNIO / 201223
Rgimen polticoy discurso Losdebates entre Uribe y
Santos a propsito delmarco jurdico parala paz SubversionesintelectualesEntrevistacon Franois HoutartIzquierda en debate La
izquierda en un cruce decaminos Interpelando laMarcha Patritica Sobreel PDA y los empresarios
nacionalesNuestraAmricaHacia dnde
van los gobiernos deizquierda y progresistas?Capitalismo en crisis
Crecimiento paracrear empleo: La
gran falacia Historia ymemoriaApuntes paracomprender el olvido dela teora leninistaLibros
A Contracorriente de lahegemona conservadora
EditorialMarco
jurdico para la paz opaz con justicia social?
ISSN- 2215-8332BOGOT, COLOMBIA
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Profesor del
Departamento de
Ciencia Poltica
Universidad Nacional
de Colombia
Daniel
libreros CaiCeDo
a) El atentado contra Fernando Londoo
En el atardecer del mismo da en que ocurri el
atentado contra Fernando Londoo, la plenaria de laCmara de Representantes aprob por una mayora
considerable el acto legislativo denominado Marco
Jurdico para la paz. El propio Londoo haba cerrado
sus comentarios radiales matutinos en la cadena radial
Super lamentndose de lo que consideraba Una facultad
plena para darle a las FARC la bienvenida no solamente
a la sociedad normal, sino la bienvenida al ejercicio de
la poltica con las armas en la mano, con certifcados deimpunidad para ponernos a los colombianos en manos
de las FARC. Ese es el progreso, ese es el ciclo nuevo,
esos son los avances que nos promete este gobierno
y que nos dar el Congreso de la Repblica, salvo una
inmensa sorpresa en el da de hoy1.
1 Camilo de los Milagros, Quin puso la bomba,Rebelin
, 21de mayo de 2012.
Los debates entre Uribey Santos a propsito del
marco jurdico para la paz
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Pocos minutos despus un personaje an desconocido adhera una bomba
tipo lapa en la parte delantera del vehculo que lo transportaba a su residencia,
cuya explosin caus la muerte de dos de sus escoltas, heridas a ciudadanosinermes y estragos ya sufcientemente conocidos en la zona noroccidental de
Bogot, en donde ocurrieron los hechos. La forma como este acontecimiento
fue interpretado por los medios masivos de comunicacin fue la repeticin de un
libreto conocido hasta la saciedad para estos casos. Desde que el comandante
de la polica de Bogot, general Luis Martnez, casi que de manera inmediata a
los hechos y sin cerciorarse siquiera de las condiciones tcnicas del atentado2,
2 Las bombas tipo lapa han sido artefactos de utilizacin peridica por la Central deInteligencia Americana y por la Inteligencia Israel para matar objetivos de alto valoren operaciones encubiertas, siempre en terceros pases. Los cientfcos del programanuclear Iran asesinados por Israel fueron vctimas de ataques exactamente iguales. Losatentados contra los diplomticos Israeles en pases asiticos, que fueron catalogadospor muchos analistas como autogolpes de la Inteligencia Hebrea para justifcar antela opinin pblica una agresin contra Irn, contaron circunstancias idnticas a las delcrimen cometido el martes en Bogot: sujetos en motocicleta se acercan rpidamente,adhieren las bombas a los vehculos y escapan segundos antes de la explosin. Esoshechos sucedieron a mediados de Febrero, hace apenas tres meses. Ibd. El autor , asu vez, cita como referencia el artculo, Ataques en India y Georgia a diplomticos de
Israel, Publico 13 de Febrero de 2012, en http://www.publico.es/internacional/421815/ataques-en-india-y-georgia-a-diplomaticos-de-israel
Marco para la paz.Imagen: Betto, http://bettoespectador.blogspot.com/
Rgimen pol tico y discursoN 23, Junio de 2012 Bogot, Colombia Volver
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responsabiliz pblicamente a las FARC, el coro meditico no ces de repetirla acusacin agregando una supuesta y descontextualizada asesora de la ETA,desconociendo la posibilidad de que hubiese sido ejecutado por organizacionesde derecha, que ya cuentan con una trayectoria operativa comprobada en situa-ciones similares3.
b) La apuesta del uribismoPero esta vez el coro meditico que acusaba a las FARC tuvo una
particularidad, la ofensiva la tuvo el uribismo. Plinio Apuleyo, Alfredo Rangel, losparlamentarios Nicols Uribe y Juan Carlos Vlez, el gremio de los ganaderos atravs de Jos Flix Lafourie, Francisco Santos y el propio lvaro Uribe, repitieronla intervencin matutina de Londoo exigiendo que el Congreso retirara elMarco jurdico para la paz. Cualesquiera que haya sido el autor del atentado locierto es que quienes lo utilizaron polticamente fueron los voceros del uribismo.
Pocos das despus se conoci un intercambio epistolar va correoselectrnicos entre miembros retirados de las Fuerzas Armadas en el que se
discuta la posibilidad de un golpe de estado. En uno de los correos se anotabaJustamente lo que anoche intercambiamos epistolarmente, es que llegar elmomento que algunos coroneles o generales, bien sea en el auditorio de laESDEGUE, o en el mismo Palacio de Nario, pongan las cartas sobre la mesa,exigindole al Dr. Santos cumpla con sus obligaciones y compromisos electorales,o de lo contrario removerlo del cargo, encargar un gobierno provisional yconvocar elecciones en un tiempo no mayor de 6 meses4.
3 El asesinato de lvaro Gmez a principios de la dcada del noventa fue realizado conun propsito poltico desestabilizador. Durante el gobierno de Uribe y en el perodo dela direccin de Jorge Noguera, el DAS realiz operaciones similares: En julio de 2005,Emilio Vence Zabaleta sali del DAS acusado por su jefe, Jorge Noguera Cotes, de fabricartres atentados contra el presidente Uribe en el Atlntico. Vence Zabaleta logr demostrarante un juez que fue una vctima de esos montajes y que el verdadero responsable fueprecisamente Noguera () El 10 de octubre de ese mismo ao, el entonces senadorGermn Vargas Lleras sufri un atentado con bomba a la salida de la emisora Caracol. ElGobierno, en boca de Noguera, el ministro del Interior, Sabas Pretelt y la Polica sealarona las FARC. Pero el ao pasado, la revista Semana revel pruebas de que el atentado fueurdido por agentes del DAS Rodrigo Hurtado, Razn Pblica, 21 de mayo de 2012.
4 Los correos fueron publicados por Canal Capital. Los nombres de los militares no fuerondivulgados pero se sabe que pertenecen a Acore, que es la Asociacin Colombiana
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Esta cadena de declaraciones no contiene tan soloopiniones polticas. El uribismo est cohesionado comouna fraccin de clase del capital compuesta por indus-triales y hacendistas de enclave, terratenientes, gana-deros y narcotrafcantes territorializados con organiza-ciones armadas propias, que utilizaron la guerra internapara acumular por despojo y que no aceptan una salidade la misma diferente a la de consolidar esos poderes te-
rritoriales con impunidad. Esto explica por qu despusde la llamada negociacin con el paramilitarismo du-rante el gobierno de Uribe han aparecido nuevos y varia-dos grupos similares5. El uribismo expresa, igualmente,los intereses de un sector de las Fuerzas Armadas queha encontrado en la guerra privilegios remunerativos yun espacio de negocios, hasta el punto que buscandoremuneraciones mercenarias convirti el asesinato fue-
ra de combate (los llamados falsos positivos), en unaprctica recurrente. Obviamente a ellos tambin les inte-resa la impunidad.
En la regin, el uribismo acta de manera coordina-da con partidos y movimientos de la derecha continen-tal. A manera de ejemplo, el 24 de marzo, por iniciativade lvaro Uribe y Mario Vargas Llosa, se reunieron enLima connotados voceros de la derecha latinoamericana,
como Alberto Lacalle de Uruguay, Vicente Fox de Mjico,Jorge Quiroga de Bolivia y el anticastrista Carlos Alberto
de Ofciales en Retiro, a Analvet, agremiacin de militaresretirados, al Club Militar y al Batalln de Artillera San Mateo.La cita est tomada de noticias IPS y de su corresponsal enBogot, Constanza Vieira, Bogot, mayo 20 de 2012.
5 Un listado inicial incluira, los Rastrojos, los Paisas, los Urabe-os, el Ejrcito Revolucionario Popular Anticomunista de Co-lombia (ERPAC), Las guilas Negras, los Machos y Renacer. A
ellos se han sumado ltimamente los Ejrcitos Anti-restitu-cin de tierras.
El uribismo est
cohesionado como
una fraccin de
clase del capital
compuesta por
industriales y
hacendistas
de enclave,
terratenientes,ganaderos y
narcotrafcantes
territorializados
con organizaciones
armadas propias,
que utilizaron la
guerra interna
para acumular pordespojo y que
no aceptan una
salida de la misma
diferente a la de
consolidar esos
poderes territoriales
con impunidad.
Rgimen pol tico y discursoN 23, Junio de 2012 Bogot, Colombia Volver
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a viajar a Lovaina. Y all fue adoptado por mi familia, y tambin vena a lacasa familiar a estudiar para los exmenes. Despus su madre pas un aoall, y fue amiga de mi madre.
Posteriormente vine muchas veces a Colombia, especialmente cuandocomenc un estudio socioreligioso sobre las ciudades de Amrica Latina,que dur cuatro aos y contaba con equipos en todos los pases. Finalmentepublicamos 43 volmenes de este estudio entre los aos 58 y 62. Por elloestuve aqu durante un poco ms de cuatro meses para escribir la sntesis,
y trabaj con Camilo tambin. l fue el autor de uno de los libros. Y, ademsde Camilo, estuve tambin con Fals Borda. Ambos estaban fundando elDepartamento de Sociologa en la Universidad Nacional 1. Me acuerdoque haba un bloqueo para el nombramiento de Fals Borda, porque l eraprotestante. La influencia de la Iglesia Catlica, an en los rganos delEstado, era muy fuerte. Por ello me pidieron entrevistarme con el cardenal2para tratar de desbloquear la situacin. Tuve, entonces, una entrevistacon l, en la cual intent explicarle que Orlando Fals Borda, a pesar de ser
un hereje, era una persona decente -la risa interrumpe el relato unosinstantes- y parece que pude convencerlo. Y tambin recuerdo que elprimer librito publicado por el Departamento de Sociologa fue un estudiomo sobre la religin en las grandes ciudades 3.
Volvera despus muchas veces al pas. No slo para participar enactividades acadmicas, sino tambin para presidir tribunales de opinin,tanto sobre temas latinoamericanos como nacionales. Presid tribunalesen la sede del Congreso, lo que para m es nico, slo posible en Colombia.Que un extranjero presida en el Congreso un tribunal que termina porcondenar no solamente a los paramilitares, sino al ejrcito, a la polica, alGobierno y al presidente! La paradoja colombiana de la democracia formaly el rgimen autoritario: el comentario es mo.
1 En el ao de 1959 se crea el Departamento de Sociologa de la Universidad Nacional deColombia como dependencia de la Facultad de Ciencias Econmicas.
2 Se refiere al cardenal Luis Concha Crdoba.
3 Abb F. Houtart. La mentalidad religiosa y su evolucin en las ciudades. Bogot, Universidad
Nacional de Colombia, Depto. de Sociologa, junio de 1959, 22 p. (Serie MonografasSociolgicas, N 1).
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Tambin he trabajado con la Comisin de Justicia y Paz de la Iglesia, lo
que me ayud a descubrir, por ejemplo, toda la situacin de los afrodescen-
dientes del Choc y el asunto de los agrocombustibles. Es gracias a eso
que finalmente he publicado un libro sobre ese tema 4, que va a aparecer
tambin en Colombia. El origen fue lo que descubr aqu.
La conversacin vuelve a recaer sobre Camilo Torres. Y Franois recuer-
da que viaj mucho con l por Europa y Amrica Latina, y que discutieron
intensamente. Es evidente, dice, que fue el descubrimiento de la injusticia
social lo que lo motiv, y la contradiccin que de all surge con la fe cristia-na. Aunque sus primeros pasos en el compromiso social fueron los tradicio-
nales, el estudio de la sociologa le permiti descubrir nuevos instrumentos
para conocer la sociedad. Al principio su base era, como la ma, la doctrina
social de la Iglesia -de manera relativamente radical, anticapitalista- pero
con un anlisis de la sociedad que era de hecho en trminos de capas
sociales, no de clases sociales, y con la traduccin poltica de la alianza
de todas las capas sociales para construir el bien comn. Y, poco a poco,
Camilo -tenamos un buen curso de marxismo, de filosofa marxista de estetiempo- descubri que haba otros tipos de anlisis.
Cuando regres continu trabajando con la Accin Catlica y con Radio
Sutatenza, y fue nombrado por el Episcopado en la Comisin de reforma
agraria del Congreso. Por su parte, l, como asesor de los estudiantes, trataba
igualmente de llevarlos a los barrios del sur de Bogot para que entendieran
lo que era la pobreza. Sin embargo, poco a poco, descubri que realmente
todo eso, aunque estaba bien, no desembocaba en un cambio fundamental
de la sociedad. Y fue as como se radicaliz. Por ejemplo, descubri que
la Comisin de la reforma agraria era una farsa y, paulatinamente, lleg,
con conviccin religiosa muy seria, a la conclusin de que era necesario
actuar de otra manera y, con ello, a la necesidad de la accin poltica y de
reunir todas las fuerzas de izquierda, desde la democracia cristiana hasta el
partido comunista, para tratar de cambiar la sociedad.
4El Escndalo de los Agrocombustibles para el Sur, Ediciones La Tierra y Ruth Casa editorial,Quito, 2011.
N 23, Junio de 2012 Bogot, Colombia Subversiones intelectuales Volver
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Yo estaba muy en contacto con l, y en un momento me di cuenta de quehaba realmente una situacin de peligro fsico porque me contaba que,para protegerse, no poda dormir dos veces en la misma casa y que leestaba prohibido tomar un avin comercial; tena que alquilar eventualmentepequeos aviones para poder circular en Colombia. En esas circunstancias,yo encontr una beca de estudio para que l pudiera ir a hacer su doctoradoa Lovaina. Varias veces discut con l sobre el particular, pero siempre medijo que no: no puedo, porque eso sera traicionar a la gente que ha puesto
su confianza en mi movimiento -el Frente Unido- y en m. Y recuerdo que,trabajando en otro proyecto internacional, yo estaba en Nueva York enoctubre del 65, decid, antes de regresar a Europa, viajar a Bogot paradiscutir con l de nuevo y ofrecerle la posibilidad de ir a Lovaina. Pero lleguaqu cinco das demasiado tarde: l ya se haba ido a la montaa. Y desdeese momento no pude volver a tener contacto.
Fue una relacin muy cercana, muy ntima. Franois fue tambin suprofesor: l sigui el primer curso que yo di en Lovaina, que fue en el 58,
cuando empec mi enseanza de Sociologa de la Religin.
Su experiencia, su lucha
Y pasando de Camilo a su propia experiencia, Franois reflexiona sobre lasmotivaciones que lo llevaron a dedicar su vida a la lucha por la emancipaciny la liberacin de los pueblos. Bueno, yo pienso que hay varias vas parallegar a este tipo de orientacin. La de mi propia historia fue una motivacinreligiosa, gracias a mi abuelo, que era muy comprometido polticamente,y a mi abuela tambin, que estuvo en la crcel en Alemania con RosaLuxemburgo. Tan interesante comentario requiere de una explicacin: Miabuelo era miembro del Gobierno belga al momento de la Primera GuerraMundial y se fue al exilio en Francia, mientras ella se qued en Blgica parahacer la vinculacin entre la resistencia y el Gobierno en el exilio; pero losalemanes se dieron cuenta de esto y rpidamente la l levaron a la crcel. Ellano era ni marxista ni socialista, sino patriota, y, como era una intelectual,estableci buenas relaciones con Rosa Luxemburgo. Cuando queranencontrarse en el patio de la crcel, silbaban la Internacional. De nuevo,
su rostro se ilumina en una amplia sonrisa. Y contina: Y despus, en el
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contacto con la JOC, descubr la situacin de la clase obrera en Blgica, y
luego en Europa. Despus vino tambin mi participacin en la resistencia
armada en el ltimo ao de la Segunda Guerra Mundial.
Todo ello lo hara decidirse por los estudios sociales, lo que finalmente pudo
hacer en Lovaina y despus en Chicago 5. Y eso me llev a interesarme por la
razn de la existencia de un divorcio tal entre la clase obrera y el cristianismo.
Yo estudi este fenmeno en las grandes ciudades europeas y despus hice
estudios similares en Chicago y en las ciudades norteamericanas, donde
encontr una situacin totalmente diferente, pues all, al contrario, la Iglesia,por lo menos la Iglesia de base, siempre haba estado presente dentro del
movimiento obrero porque los migrantes que venan pertenecan a la clase
obrera, no haba otra clase catlica. Y fue as como despus estudi el
mismo problema en Amrica Latina, donde encontr una situacin distinta,
y finalmente pens en ese momento que para la pastoral de la Iglesia era
importante desarrollar estudios sociolgicos y fund un Centro de Estudios
Socioreligiosos, primero en el marco de la Conferencia Episcopal, el cual
fue anexado posteriormente a la Universidad de Lovaina. Ah empec miscursos y experiment un proceso de radicalizacin justamente en funcin de
la necesidad de encontrar instrumentos que permitieran conocer y analizar
mejor la sociedad. Es por eso que adopt en un momento a Max Weber
como base, pero finalmente a Karl Marx.
Crisis y alternativas al capitalismo
Y sigue habiendo motivos para el optimismo?, le pregunto, teniendo
en mente el complejo mundo en que vivimos, los retrocesos y altibajos
del movimiento por la emancipacin, las confusiones, las mltiples caras
de la crisis: la financiera y la econmica, la alimentaria, la energtica y la
climtica, tal como la caracteriza el propio Houtart: S, yo pienso que s, y,
5 Franois Houtart (1925) es licenciado en Filosofa y Teologa. Fue ordenado sacerdote catlicoen Malines en 1949. Es licenciado en Ciencias Polticas y Sociales, doctor en Sociologa en laUniversidad de Lovaina (1973) y diplomado del Instituto Superior Internacional de Urbanismoaplicado en Bruselas. Tiene un Postgrado en la Universidades de Chicago y de Indiana, Estados
Unidos, y es Doctor Honoris Causa de Notre Dame University, Indiana. (http://bibliotecavirtual.clacso.org.ar/ar/libros/coedicion/houtart/autor.pdf)
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especialmente, en los ltimos aos, cuando se ve la
situacin, digamos, a escala mundial.
Evidentemente estamos viviendo una crisis de tipo
civilizatorio, que es extremadamente grave, que pone
justamente en cuestin muchos pensamientos y mucha
accin del pasado. Pero, al mismo tiempo, cuando veo
el mundo entero, no solamente a Amrica Latina -he
podido trabajar mucho en Asia, durante muchos aos
tambin en otros contenientes-, cuando veo lo que sonlas formas de resistencia en el mundo, eso me permite,
me parece, guardar un cierto optimismo porque en
todas partes y en todos los sectores hay formas de
resistencia realmente muy importantes, que tienen
evidentemente ms o menos resultados y momentos
verdaderamente fuertes. Tambin otros, en los que
uno realmente piensa que todava eso es muy flojo
frente a las fuerzas del sistema; pero, cuando veo lacrisis financiera, por ejemplo, concluyo que finalmente
es ms fcil de lo que uno puede pensar a primera
vista. En este sentido, siempre he guardado cierto
optimismo en la posibilidad de transformaciones.
Amrica Latina en insurgencia
Yo acoto que en Nuestra Amrica han surgido, pese a
las dictaduras y a la violencia, movimientos populares
fuertes y alternativos, a diferencia de otros lugares
del mundo, y que, incluso, han llegado a constituirse
en fuerzas gobernantes. Es el nico continente,
comenta, y las razones son varias: por una parte,
me parece que la fase neoliberal del capitalismo ha
sido ms dura aqu en Amrica Latina, con toda la
crisis de la deuda de los Estados y el manejo de la
crisis con polticas de restriccin neoliberales, etc., y
eso ha provocado, s, una resistencia ms aguda. El
Franois Houtart. 2012.Fotografa: Jess Gualdrn
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hecho de que el centro del imperialismo est ms cercano y de que tambinel signo de la embajada -y el nfasis en la palabra es muy fuerte- esmucho ms cercano que en frica o en Asia, ha sido un elemento generadorde resistencia. Por otra parte, tambin otros factores culturales sonimportantes. Yo pienso que el papel de la literatura, de la msica popular,de todas estas expresiones culturales que en algn momento constituyeronformas de resistencia, ha permitido una participacin de la cultura en laprotesta social. Y tambin la Teologa de la Liberacin, sobre todo en las
comunidades de base que han nacido a fines de los aos 60 -al mismotiempo con el neoliberalismo- y que han tenido un papel relativamenteimportante y, por tanto, crtico, le ha permitido a un sector de cristianosser parte de este movimiento de protesta, inclusive ocasionando que aununa parte de la Iglesia institucional participe en este movimiento. Son,pues, muchos los factores que concurren a explicar esta situacin. Y, deverdad, tambin las dictaduras ayudaron de forma activa a este proceso deradicalizacin de medios sociales que normalmente no lo eran tanto.
ElBien Comn de la Humanidad
Y, luego, hablando de alternativas, llegamos al tema del Bien Comnde la Humanidad. La idea es simple, dice, yo pienso que la crisis quetenemos ahora significa que el sistema es insostenible a largo plazo, estoes, que es la supervivencia del planeta y de la humanidad lo que est encuestin. Y las pocas de crisis son los momentos donde nacen nuevosconceptos, o antiguos conceptos renacen, como el buen vivir. Y, por ello,era necesario repensar, tratar de encontrar uno que pudiera reunir la realidaden su conjunto, sin separarlo del pensamiento moderno, del pensamientoespecialmente occidental, que, indiscutiblemente, ha hecho avanzar laciencia de manera bastante espectacular, aunque segmentando la realidad.Estamos ahora frente a la necesidad de reconstruir una visin holstica,completa, de lo que es la vida colectiva de la humanidad en el planeta.Y, por eso, se trata de reunir los diferentes tipos de resistencia contra elsistema, que evidentemente son pensadas como resistencias segmentadas,es decir, el movimiento obrero, por la defensa de los trabajadores; el
movimiento indgena; el movimiento de mujeres, y nuevos movimientos de
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desarrollados o han sido olvidados, como, por ejemplo, todo el problema de
la relacin con la naturaleza.
As, pues, cmo encontrar un concepto o una conceptualizacin que
pueda llegar a tener coherencia terica como base de la convergencia
de los movimientos sociales? Y en este sentido la idea del Bien Comn
de la Humanidad es definida como la capacidad de producir la vida y de
reproducirla. Se trata de reunir todos estos aspectos, partiendo de la idea
de los Bienes Comunes, que es un primer nivel -de la defensa de los Bienes
Comunes, como el agua, las semillas, los servicios pblicos, etc.-, que esun factor importante. Se confronta, es cierto, la idea del bien comn frente
al bien individual, del inters comn frente al inters individual, pero esto va
ms all todava: aqu se trata del bien comn de la humanidad, que es la
vida, la cual est en peligro.
Cuando empec a reflexionar en esta direccin, fue tambin a propsito
del socialismo del siglo XXI. Claro que es correcto hablar del socialismo
del siglo XXI, pero, cul es su contenido? Hay que elaborar el contenido,
que ser justamente ms completo, y hacer de ello un concepto dinmicoen el sentido de que no sea solamente una cosa elaborada por un grupo
de intelectuales, sino que est vinculado con toda la dinmica de los
movimientos sociales, que se debe redefinir todo el tiempo y de manera
diferente en la prctica poltica, segn la situacin, pero teniendo como
meta la construccin de la utopa: como el horizonte terico que sirva de
fundamento a la realizacin del movimiento mismo 6.
Y, como otros esperaban a Franois para hablar tambin con l, tuve que
despedirme. No sin cierta dificultad, admito: su presencia y su discurso
sereno y convincente son, en verdad, cautivantes.
6 Acerca del tema vanse, entre otros: Birgit Daiber, Franois Houtart (Comp.), Un paradigmaposcapitalista:El Bien Comn de la Humanidad, Ruth Casa Editorial, Panam, 2012; y FranoisHoutart, El concepto desumak kawsay(buen vivir) y su correspondencia con el Bien Comn de
la Humanidad, en Revista Espacio Crtico, No 15, julio - diciembre de 2011, (www.espaciocritico.com)
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FilsofoUniversidad Nacional
de ColombiaProfesor Titular
Universidaddel Tolima
Jorge gantiva Silva
Giro histrico oconservacin inercialLa izquierda en un cruce de caminos
Campo de redefiniciones
En Colombia y en el mundo nos encontramos en
un proceso de redefiniciones de la izquierda. Son
muchos los desafos, tras las transformaciones
epocales del capitalismo y la derrota del movimiento obrero
internacional y el transformismode la izquierda. Ms all de los
conversos y trnsfugas que el capital y las lites han adocenado
y cooptado, el campo de redefiniciones configura opciones
dispares, encontradas y radicalmente diferentes. Nada en
la izquierda transcurre de manera simple, llana e inercial. Se
trata de un momento histrico, de decisiones y compromisos
estratgicos. Vivimos un momento crucial, de una svolta, como
dicen los italianos para aludir a los momentos de giro histrico.
Es la izquierda o no una fuerza de cambio, de transformacin,
de apertura y ruptura? Es fuerza de creacin o un mero
movimiento de conservacin inercial? Se encamina a luchar
por un proceso de transformacin del sistema capitalista o es
un simple movimiento cosmtico e inercial de cambios formales
A la memoria deAntonio Garca,pensador de Nuestra Amrica
en el centenario de su nacimiento.
Lo que est en juego es lo imposible, es decir,
lo real que es lo nico que nos saca de la impotencia.
Alain Badiou
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El nuevo ciclo histrico, incipiente an, no logra esclarecer
el panorama, el cual se presenta confuso y tormentoso. Los
grupos gobernantes, aferrados a su modelo tradicional,
hacendatario y seorial de dominacin, mantienen el rgimen
poltico apuntalado al Imperio, a las transnacionales y a la lgica
del poder faccioso de mafias, guerra y narcotrfico, mientras
las fuerzas de la izquierda y el campo popular siguen un curso
de luchas y procesos inerciales, atados obsesivamente al
parlamentarismo, desprovistos de pensamiento estratgico yconfundidos ante la coyuntura nacional.
El atolladero del PDALa crisis interna del PDA es de marca mayor. A su
prolongado proceso de incapacidad de recomponer sus
fuerzas y conducirlas hacia un posicionamiento estratgico,
ha preferido enconcharse y cnicamente encerrarse en su
estructura de poder para mantener un statu quo, hoy imposible
de sostener. Tras el aleve golpe recibido por la corrupcindesatada en particular en la administracin de Samuel Moreno
en la ciudad de Bogot, el partido no ha podido levantar cabeza,
y muchos de sus dirigentes han tomado el camino de villa
Diego, huido y silenciado sus voces. Quiz el sello distintivo
que caracteriza la prctica de un amplio sector del Comit
Ejecutivo Nacional, CEN, es el cinismo que clausura el derecho
de tramitar democrticamente las contradicciones e impide al
PDA recuperar su liderazgo en la actual coyuntura. En vez de
dar aliento y reconocimiento a las voces de inconformidad y
de iniciativas de las bases y varios sectores crticos del Polo,
la actitud por parte de algunas expresiones del CEN ha sido de
irrespeto, desconocimiento y manipulacin burocrtica.
Es un hecho irrefutable que las dos expresiones que hoy
marcan diferencia en el escenario de la izquierda colombiana y
en medio de tensiones y divergencias entre s, son: de un lado,
la propuesta de laMarcha Patritica, que articula importantes
expresiones del movimiento social hacia una poltica de paz
Es la izquierda o no
una fuerza de cambio,
de transformacin,
de apertura y
ruptura? Es fuerza
de creacin o un
mero movimiento de
conservacin inercial?
Se encamina aluchar por un proceso
de transformacin
del sistema
capitalista o es un
simple movimiento
cosmtico e inercial
de cambios formales e
instrumentales?
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N 23, Junio de 2012 Bogot, Colombia Izquierda en debate
con justicia social y dignidad, y, de otro lado, el surgimiento
vigoroso de un amplio espectro de sectores crticos del Polo
corriente de los 16 grupos (G 16) que busca una salida a la
crisis poltica, estratgica y organizativa del PDA y reclama
participacin, transparencia, apertura, dilogo y coherencia.
Frente a ambas iniciativas, el grupo gobernante del Polo ha
pelado el cobre y ha querido despachar estas propues-
tas con posturas provocadoras, macartizadoras y antidemo-
crticas. En particular, resulta insostenible que los temas ydebates de la poltica se traten de manera administrativista,
agresiva y cnica.
En particular, el G-16 ha hecho pronunciamientos muy
importantes sobre la convocatoria a la Conferencia Ideolgica
Nacional, al Congreso Nacional, la poltica de paz, la restitucin
de tierras, justicia y reparacin, el derecho de las vctimas, la
lucha contra los megaproyectos, el derecho fundamental a
la educacin superior y a la salud. Esta iniciativa ha contado
con apoyo y respaldo en el pas, y ha animado una discusinfraternal y democrtica sobre la crisis interna del Polo, en la
idea de posicionar estratgicamente una opcin de izquierda
democrtica. Pretender calificar al PDA como la nica expresin
de oposicin, resulta inexacto, equvoco y sectario. No solo
porque desconoce las mltiples experiencias y movimientos de
lucha social, democrtica y ciudadana que tienen una presencia
y reconocimiento en las regiones y sectores sociales, los cuales
libran batallas muy importantes contra la poltica neoliberal del
gobierno nacional, las transnacionales, la guerra, sino, adems,
porque deja entrever maliciosa insinuacin de que quienes
estn fuera del espectro son afines o contemporizadores de la
insurgencia. La verdad es que el Polo se juega su oportunidad
histrica para salir de su atolladero: slo si pone en juego la
democracia y el pensamiento, sale de la modorra y del miedo
y supera su enconchamiento burocrtico, podr pensar en un
reposicionamiento estratgico.
Imagen: ngel Bolign Corbo,http://www.boligan.com/
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Un proyecto histrico en emergencia
Boaventura de Souza Santos ha escrito recientemente una
serie de cartas a las izquierdas (vaserebelin.org) para llamar
la tencin sobre cuestiones centrales acerca de su proyecto
histrico. Reclama la necesidad de responder la larga historia
de desvaros y confusiones que denomina una gestin deruinas e inercias y exige una comprensin de la emergencia
de nuevas luchas contra la dominacin, con otros actores y
lenguajes. Las respuestas enfrentan de manera aguda las
distintas orientaciones de la izquierda. Como referentes, estas
reflexiones ayudan a develar los propsitos de la centro-
izquierda, de la socialdemocracia y de la izquierda antisistema.
El tema crucial es la democracia. Boaventura lo conecta
con el Estado y sugiere la tesis -que podramos denominar
neokeynesiana- de Mejor Estado, siempre; menos Estado,nunca. Si bien, la defensa de la democracia de alta intensidad
es la gran bandera de las izquierdas, la clave para reorientar
el horizonte estratgico de la izquierda sera precisamente
construir el mundo complejo de las relaciones entre lo nacional
y lo local, lo universal y lo especfico, entre lo social y lo poltico,
y develar la matriz del nuevo espritu del capitalismo y las
nuevas formas del Estado-aparato en la lgica del capital
transnacional. Ahora bien, en la matriz neoliberal menos
Estado significa destruccin, de los derechos, de la soberana
y de la vida. La izquierda anticapitalista y antisistema propone
un proyecto que podra sintetizarse enMs democracia, menos
Estado; ms comunidad, menos Estadoque Marx puntualizaba
como democracia contra Estado. Boaventura hace preguntas
cruciales para asumir este reto: Como a la derecha slo le
interesa la democracia en la medida en que sirve a sus intereses,
las izquierdas son hoy la garanta de su rescate. Estarn a la
altura del reto? Tendrn el coraje de refundar la democracia
El imperativo
categrico de
la democracia
profunda es que
no todo se compra
ni se vende,que hay bienes
pblicos y bienes
comunes como el
agua, la salud y la
educacin que no
son transables. El
proyecto histrico
de la izquierda en
emergencia apuntaa descolonizar
el mundo de la
vida, de la cultura,
del trabajo, de
las relaciones
internacionales, de
la familia y de la
escuela.
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N 23, Junio de 2012 Bogot, Colombia Izquierda en debate
ms all del liberalismo? Defendern una democracia slida contra la antidemocracia,
que combine la democracia representativa con la democracia participativa y la directa?
Abogarn por una democracia anticapitalista frente a un capitalismo cada vez ms
antidemocrtico?
Se trata de construir un imaginario y una poltica de la izquierda coherentes con
la democracia. Ms all de democratizar la democracia, la idea es comprender lademocracia como un lugar vaco, cuyo campo est en disputa y reclama la potencia del
sujeto para conferirle una resignificacin. Su horizonte es desmercantilizar, porque como
dice Boaventura: usamos, producimos e intercambiamos mercaderas, pero que no
somos mercaderas ni aceptamos relacionarlos con los dems y con la naturaleza como
si slo fuesen una mercanca ms. El proyecto apunta entonces a construir una lgica
anticapitalista. El imperativo categrico de la democracia profunda es que no todo se
compra ni se vende, que hay bienes pblicos y bienes comunes como el agua, la salud y
la educacin que no son transables. El proyecto histrico de la izquierda en emergencia
apunta a descolonizar el mundo de la vida, de la cultura, del trabajo, de las relacionesinternacionales, de la familia y de la escuela.
En este sentido, el estado de emergencia de la izquierda compromete el pensamiento,
la potencia y la Idea de lo Comn para cimentar el proyecto histrico de la izquierda en un
nuevo horizonte, abierto, crtico y liberador. El aporte del Grupo crtico de los 16 del Polo
es particularmente relevante. Luis Sandoval recupera la expresin polomizar como
va para superar el pragmatismo e indica que: Quien debate, quien lo hace en serio, se
aprovisiona de recursos tericos, prepara una caja de herramientas conceptual, asume
referentes utpicos porque en poltica el debate consiste bsicamente en responder qu
hacer, cmo actuar, qu camino tomar para transitar de una situacin indeseable a otra
deseable a la luz del Programa o Ideario del partido. De este modo, la izquierda puede
dar un giro histrico y enfrentar el desafo de la construccin de su proyecto histrico,
articular las relaciones entre lo poltico y lo social, y superar las maniobras electorales
de frentes, el cretinismo parlamentario y el transfuguismo. La idea es poner en juego
lo imposible, para salir de la impotencia, del miedo y de la fatalidad.
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Abogado laboralistaMagster en FilosofaProfesor universitario
Doctor en HistoriaProfesor
Universidad Nacionalde Colombia
MarinoCanizaleS Palta
riCardoSnChez ngel
Interpelando laMarcha Patritica*
Se hace camino al andar
D
urante los das 21, 22 y 23 de abril del ao en
curso, los colombianos asistimos al surgimiento
nacional de un nuevo movimiento poltico y socialdenominado Marcha Patritica. Su aparicin estuvo precedida
de no pocas polmicas, descalificaciones y sealamientos de
connivencia con la guerrilla de las FARC.
Sin embargo, la presencia masiva de sus bases sociales
en las calles de Bogot, y luego en su Plaza de Bolvar, no
fue ignorada, llegando al punto, incluso de aventurar cifras
encontradas que destacaron su carcter masivo, entre 30
mil y 60 mil participantes. Se destaca el nfasis puesto por
Marcha Patritica en las categoras de gentes del comn y
Clase Trabajadora. Tal acento atraviesa como un hilo rojo de
comienzo a fin su plataforma y su declaracin poltica.
Marcha Patritica intenta ser novedosa en la forma y en
los mtodos del accionar poltico. En lo organizativo, se anuncia
* Nota de la Redaccin: El anlisis realizado por los autores se basaen el documento preliminar presentado en las deliberaciones delConsejo Patritico llevadas a cabo durante el 21 y 22 de abril de2012. Luego del debate correspondiente, se aprob la Plataforma
definitiva que orienta el quehacer de ese movimiento. Se puedeconsultar en http://www.marchapatriotica.org
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EconomistaProfesor Universidad
La Gran Colombia
Economista
edwin andrSMartnez CaSaS
oSCar andrSeSPitia loMbo
Sobre el PDAy los empresarios
nacionales
L
uego del paulatino desgajamiento del Polo Democr-
tico Alternativo (PDA), de sus reveses electorales y
del surgimiento de Marcha Patritica, se impone la
necesidad de hacer balances sobre su experiencia, reconocersu profunda y prolongada crisis y plantear sus perspectivas
organizativas y programticas a futuro, a tono con las condi-
ciones y necesidades reales del momento en Colombia, en un
escenario de crisis del capitalismo global en todos los rde-
nes: econmico, financiero, ambiental, cultural. Son los valo-
res del capitalismo los que hoy se encuentran en entre dicho:
el individualismo, la competencia, la sociedad de consumo,
entre otros.
La personalidad del Polo est en juego frente al propsito
del agrupamiento y organizacin de los sectores comprome-
tidos en la construccin de una democracia plena -a nuestro
juicio, la tarea primordial e inaplazable de la izquierda demo-
crtica en Colombia-.
Al calor de esta coyuntura se empiezan a perfilar discur-
sos y aspiraciones, de entre los cuales sobresale la cuestin
de las alianzas entre los sectores populares, tradicionalmente
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RobeRto Regalado
Doctor en Ciencias
Filosfcas
Profesor-investigador
Centro de Estudios
Hemisfricos
y sobre Estados
Unidos (CEHSEU)
Universidad de
La Habana
Los nuevos movimientos sociales
E
l auge de los movimientos sociales y la eleccin
de gobiernos de izquierda y progresistas, son dosde los grandes acontecimientos ocurridos en Amrica
Latina en las postrimeras del siglo XX y los albores del
XXI. Pese a la an hoy no resuelta tensin entre lo social
y lo poltico, es decir, entre las formas de organizacin y
lucha social y las formas de organizacin y lucha poltica,
la relativa convergencia de ambas fue la que contuvo y
desaceler la avalancha reaccionaria que azot a la regin
en las dcadas de 1980 y 1990, festn de la concentracin
y transnacionalizacin de la riqueza y el poder poltico, con
su correlato de agravamiento de la pobreza, la miseria y la
exclusin social.
Cuando en el mundo se enseoreaban el desconcierto y
el abatimiento provocados por el colapso de los paradigmas
comunista y socialdemcrata europeos, en Amrica
Latina, la irrupcin de los nuevos movimientos sociales y la
determinacin de un amplio espectro de fuerzas polticas de
izquierda de emprender lo que se conoci como bsqueda
Hacia dnde van los
gobiernos de izquierda y
progresistas?
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1998, ya son diez los existentes en Amrica Latina continental, parte de los cuales
est en su tercer perodo consecutivo, otra en el segundo y el resto en el primero.
Es conocido que los procesos histricos, como el trnsito de una formacin
econmico social a otra, por ejemplo, del feudalismo al capitalismo, tardan siglos y
atraviesan por etapas de avance y retroceso. No est de ms recordar los setenta
y cuatro aos en la fracasada experiencia de la Unin Sovitica. Vistas desde esta
perspectiva, las cinco dcadas transcurridas desde el nacimiento de los nuevos
movimientos sociales, las tres dcadas transcurridas desde que se les reconoce
como tales en Amrica Latina y el poco ms de una dcada transcurrido desde elinicio de la eleccin de los gobiernos latinoamericanos de izquierda y progresistas
son lapsos incomparablemente breves. Pero, desde otra perspectiva, en esos
largos procesos histricos se abren y cierran ventanas de oportunidad, cuyo
aprovechamiento los acelera y cuyo desperdicio los derrota o, al menos, los retrasa.
Es en esta perspectiva en la que tenemos que ubicarnos.
Sin teora revolucionaria no hay movimiento revolucionario
Marx afirmaba que capital que no crece, muere. En forma anloga podemosdecir que proceso de transformacin social revolucionaria o de reforma social pro-
gresista que no avanza, muere: abre flancos a la desestabilizacin del imperialismo
y la derecha local, y fomenta la desmovilizacin, el voto y la abstencin de castigo
de los sectores populares defraudados. Por eso es que debemos preguntarnos en
qu medida los nuevos movimientos sociales, que en los aos sesenta, setenta,
ochenta y noventa estuvieron a la altura de las circunstancias, se han convertido
en movimientos social-polticos, es decir, han logrado desarrollar la vocacin y la
capacidad de luchar por una transformacin social revolucionaria. Y tambin, por
las mismas razones, debemos preguntarnos si los actuales gobiernos de izquierda
y progresistas estn enrumbados hacia la edificacin de sociedades alternativas
o si sern un parntesis que, en definitiva, contribuya al reciclaje de la dominacin
del capital. El objetivo de estas preguntas no es calificar o descalificar a una u otra
fuerza poltica o social-poltica, o a uno u otro gobierno de izquierda o progresista,
sino recordar una sentencia del siglo XX que no pierde vigencia en el XXI: sin teora
revolucionaria no hay movimiento revolucionario.
Como es lgico, entre la izquierda de pocas anteriores y la actual hay simili-
tudes y diferencias. Una similitud es que, como ocurri de manera peridica en los
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siglos XIX y XX, el comienzo de una nueva etapa histrica
obliga a la izquierda a formular nuevos objetivos, programas,
estrategias y tcticas. Una diferencia es que tanto las co-
rrientes revolucionarias como las corrientes reformistas del
movimiento obrero y socialista nacido en el siglo XIX, haban
elaborado y debatido sus respectivos proyectos polticos
mucho tiempo antes de que la Revolucin Bolchevique en
Rusia (1917) y la eleccin del primer ministro laborista Ram-
sey McDonald en Gran Bretaa (1924) llevaran al gobierno,por primera vez, a representantes de una y otra, mientras
que la izquierda latinoamericana actual lleg al gobierno sin
haber elaborado los suyos. La izquierda latinoamericana lle-
ga al gobierno sin descifrar la clave para dar el salto de la
reforma social progresista a la transformacin social revo-
lucionaria, sin la cual quedar atrapada en el mismo crculo
vicioso de reciclaje del capitalismo concentrador y exclu-
yente que la socialdemocracia europea. Este es el problemapendiente: construir la imprescindible sinergia entre teora y
praxis revolucionaria.
Los denominados gobiernos de izquierda y progresistas
electos en Amrica Latina desde finales de la dcada de
1990, son en realidad gobiernos de coalicin en los que par-
ticipan fuerzas polticas de izquierda, centroizquierda, cen-
tro e incluso de centroderecha. En algunos, la izquierda es
el elemento aglutinador de la coalicin y en otros ocupa una
posicin secundaria. Cada uno tiene caractersticas parti-
culares, pero es posible ubicar a los ms emblemticos en
dos grupos. Estos son: a) gobiernos electos por el quiebre o
debilitamiento extremo de la institucionalidad democrtico
neoliberal, como ocurri en Venezuela, Bolivia y Ecuador, y
b) gobiernos electos por acumulacin poltica y adaptacin
a las reglas de juego de la gobernabilidad democrtica, ca-
racterizacin aplicable a Brasil y Uruguay. Adems, estn
los casos de Nicaragua, El Salvador, Paraguay, Argentina y
Para avanzar
en direccin
al socialismo
los procesos
de reforma o
transformacin
social de signo
popular que hoy
se desarrollan enAmrica Latina
necesitan: teora
revolucionaria;
organizacin
revolucionaria;
bloque social
revolucionario,
basado en launidad dentro
de la diversidad,
y solucin del
problema del
poder, este ltimo
entendido como
la concentracin
de la fuerza
imprescindible
para producir un
cambio efectivo de
sistema social.
N 23, Junio de 2012 Bogot, Colombia Nuestra Amrica Volver
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Per, sobre los cuales el espacio no nos permite siquiera unas escuetas palabras
de referencia.
Cmo se explica la eleccin de gobiernos de izquierda y progresistas en el
mundo unipolar donde imperan la injerencia y la intervencin imperialista? Se explica
por cuatro razones fundamentales, tres de ellas positivas y una negativa. Las
positivas son:
1. El acumulado de lucha de las fuerzas populares libradas en la etapa abierta
por el triunfo de la Revolucin Cubana, en la cual, aunque no alcanzaron losobjetivos mximos que se haban planteado, demostraron una voluntad y
capacidad de combate que oblig a las clases dominantes a reconocerles los
derechos polticos que les estaban negados.
2. La lucha en defensa de los derechos humanos que forz la suspensin del uso
de la violencia ms descarnada como mecanismo de dominacin.
3. El aumento de la conciencia, la organizacin y la movilizacin social y poltica
registrado en la lucha contra el neoliberalismo, que sienta las bases para la
participacin poltica y electoral de los sectores antes marginados.
Como contraparte, la razn negativa es la apuesta del imperialismo
norteamericano a que la unipolaridad le permitira someter a los pases
latinoamericanos a los nuevos mecanismos transnacionales de dominacin, motivo
por el cual dej de oponerse de oficio a todo triunfo electoral de la izquierda, como
haba hecho histricamente. A todo lo anterior debe agregarse un factor voltil: el
voto de castigo a las fuerzas polticas de derecha por los efectos socioeconmicos
de la reestructuracin neoliberal, es decir, un voto no ideolgico, ni poltico y mucho
menos cautivo de la izquierda, que sta puede perder si su ejercicio de gobierno no
satisface las expectativas.
Por qu fuerzas polticas y social-polticas de la izquierda latinoamericana
llegan al gobierno sin siquiera haber esbozado las lneas gruesas de sus proyectos
estratgicos o, an peor, en algunos casos sacrifican sus proyectos estratgicos
para llegar al gobierno? Ello es resultado de cuatro factores que ejercen una
influencia determinante en las condiciones y caractersticas de las luchas populares
en el subcontinente:
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Tngase en cuenta que los primeros triunfos de fuerzas
de izquierda y progresistas en elecciones presidenciales
latinoamericanas, el de Chvez en Venezuela (1998) y el
de Lula en Brasil (2002), se producen cuando el efecto
acumulado de estos factores est en su apogeo, en particular,
es el momento de mayor impacto en Amrica Latina de las
ideas de la Tercera Va y la Comisin Progreso Global. Esos
factores combinados ejercen una influencia determinante en
los gobiernos de Brasil, Uruguay, Argentina y otros, y unainfluencia menos evidente, pero tambin efectiva, en los de
Venezuela, Bolivia y Ecuador.
Quiere la gente que haya socialismo?Tras el derrumbe de la URSS, el desaparecido dirigente
revolucionario salvadoreo Schafik Hndal empez a repetir
una idea que parece simplona, pero es ms profunda que
un sinnmero de doctas reflexiones: Habr socialismo deca Schafik si la gente quiere que haya socialismo. Las
preguntas que se derivan de esta idea son: Quiere que
haya socialismo la gente de Venezuela, Bolivia, Ecuador,
los pases cuyos procesos polticos se corresponden con
la definicin de revolucin entendida como acumulacin de
rupturas sucesivas con el orden vigente? Quiere que haya
socialismo la gente de Brasil, Uruguay, Nicaragua u otros
pases latinoamericanos gobernados por fuerzas de izquierda
o progresistas? A estas preguntas tenemos que aadir
otras: sabe la gente de esos pases qu es socialismo?
Comparten los lderes de esos pases nuestro concepto
de socialismo que, al margen de las diferentes condiciones,
caractersticas, medios, mtodos y vas, implica la abolicin
de la produccin capitalista y del sistema de relaciones
sociales que se erige a partir de ellas y en funcin de
ellas? Hay en esos procesos fuerzas polticas capaces de
La izquierda
latinoamericana
llega al gobierno
sin descifrar la
clave para dar el
salto de la reforma
social progresista
a la transformacin
socialrevolucionaria, sin
la cual quedar
atrapada en el
mismo crculo
vicioso de reciclaje
del capitalismo
concentrador y
excluyente que lasocialdemocracia
europea. Este
es el problema
pendiente:
construir la
imprescindible
sinergia entre
teora y praxis
revolucionaria.
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dos conceptos contradictorios, pero si reemplazamos
Deuda por Crdito y reformulamos como Crdito y
Crecimiento, empezamos a entenderlo todo. Deuda
y Crdito son las dos caras de la misma moneda. La
concesin de crditos masivos y a todos los niveles ha
sido la forma de sustentar la ficcin de la espectacular
expansin de las economas desarrolladas. Era una ficcin
en la medida que la aceleracin de la actividad econmica
tena casi nicamente que ver con la capacidad financierapara trasladar a travs del crdito la expectativa de
riqueza futura al presente. El formidable desarrollo del
tejido productivo no tuvo relacin con el aumento objetivo
de las necesidades de la poblacin, sino con una presencia
exagerada de liquidez que provena del crdito y que
necesitaba cristalizarse en todo tipo de bienes como otra
forma especulativa ms de la economa financiera para
crear depsitos de valor. Nuestras sociedades de consumose dedicaron a dilapidar en un muy corto periodo de tiempo
la riqueza que corresponda al futuro, y lo arrasamos. Esta
es la razn por la cual vivimos el momento presente como
ausencia de porvenir. En este sentido, el crack financiero
de 2008 podramos considerarlo como el fin del mundo
conocido para las opulentas sociedades occidentales. Fue
el ao donde la circulacin financiera qued estrangulada
y despertamos sobresaltados del sueo de amplia
prosperidad en el que estbamos sumidos. Este crack fue
un punto de inflexin donde la actividad de los actores
financieros internacionales pas casi instantneamente
de la concentracin de sus energas en el despliegue
ilimitado del crdito a orientar todos los esfuerzos en el
repliegue y el retorno de la deuda. La economa global se
mostr en si misma como una formidable estafa piramidal
con forma de burbuja, y revent.
La precarizacin
del trabajador
asalariado es la
consecuencia
lgica de un
escenario
terrorfico donde
ms all de los
muros del centrode trabajo est
aguardando la
miseria y desde
arriba se le
exige arrimar
el hombro.
Asistimos a la
polarizacinentre la
sobreexplotacin
para los obreros
activos y la
indigencia social
y material para
los que caen en
la inactividad
dentro de un
sistema que
sobreproduce.
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El aumento de la Explotacin laboral tambin
distorsiona la relacin entre Crecimiento y Empleo. Es
legitimada por la delicada situacin actual, se invoca a
travs de la cultura del esfuerzo y se vive por el trabajador
con la resignacin que proporciona el miedo a la prdida del
puesto de trabajo. El emprendedor ha pasado de encarnar
la figura del oportunista con posibles a desempear el
papel de salvador. La capacidad de presin del empresario
sobre los trabajadores ante el desolador escenario delparo, los cambios legislativos en contra de los derechos
laborales y la amenaza de la deslocalizacin en el mercado
nico mundial, no deja resquicios de esperanza para un
horizonte ms razonable. La precarizacin del trabajador
asalariado es la consecuencia lgica de un escenario
terrorfico donde ms all de los muros del centro de
trabajo est aguardando la miseria y desde arriba se le
exige arrimar el hombro. Asistimos a la polarizacin entrela sobreexplotacin para los obreros activos y la indigencia
social y material para los que caen en la inactividad
dentro de un sistema que sobreproduce. En todo caso,
la sobreexplotacin laboral y la precariedad conducen a
ms paro e inciden a la baja en el nivel de consumo. La
incapacidad del sistema capitalista para racionalizar su
desmesura acaba convirtindose en su propia ruina.
Para acabar de desmontar la falacia, la Finitud nos
recuerda que el crecimiento en s mismo es irrealizable
sostenidamente, ya que por pura contradiccin lgica
no se puede dar el aumento continuo e indefinido en el
tiempo de la produccin y consumo de bienes y servicios.
El sistema capitalista tiene que olvidar constantemente
que es imposible crecer ilimitadamente en base a recursos
que no lo son para poder afirmar su ideal de crecimiento
ilimitado. A cada periodo de crecimiento le acompaa un
escenario de sobreproduccin que es la antesala de cada
En Europa,
la bsqueda
desesperada
del crecimiento
econmico est
siendo utilizada
como excusa para
inducir Estados
de Excepcin ensus democracias
representativas
a travs de
tecncratas
introducidos
en el poder que
representan los
intereses delas plutocracias
econmicas.
N 23, Junio de 2012 Bogot, Colombia Capitalismo en crisis Volver
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crisis. La imposibilidad del planeta de regenerar los recursos y asumir los residuos
a la misma velocidad que son consumidos y desechados por la bestial maquinaria
de expolio y explotacin que acompaa a la depredacin capitalista, nos acerca
cada da un poco ms al abismo del colapso ecolgico. El Capitalismo no conoce
la palabra suficiente y tiene que ningunear las verdades del ecologismo respecto
a la finitud de los recursos para poder seguir obviando los lmites naturales no
sobrepasables de los que dependen nuestras sociedades y la vida en el planeta.
La gran estafa: quienes generaron la crisis, ahora la gestionanEs muy probable que esta crisis no tenga solucin sin cambiar radicalmente
de modelo econmico y civilizatorio, pero, por ahora, las reformas aplicadas van
en la direccin contraria. En Europa, la bsqueda desesperada del crecimiento
econmico est siendo utilizada como excusa para inducir Estados de Excepcin
en sus democracias representativas a travs de tecncratas introducidos en el
poder que representan los intereses de las plutocracias econmicas. Se defiende
este escandaloso cambio en la forma de hecho del Estado como una consecuencia
necesaria y derivada de la aparente gravedad de la situacin actual que escalificada como emergencia nacional. Las reformas legislativas promovidas por
va de urgencia a base de Decretos y destinadas principalmente a eliminar las
estructuras materiales del bienestar, son acompaadas por el reforzamiento de
medidas de tipo coercitivo que limitan sensiblemente las libertades individuales
y colectivas con el objetivo de doblegar cualquier resistencia y crear un clima
proclive a la resignacin. Es fcil detectar qu intereses estn orquestando las
reformas. Basta con observar que las medidas de recorte, aunque se traslade a la
opinin pblica que buscan el inters general y que estn destinadas nicamente
a conseguir las condiciones necesarias para que se restablezcan los niveles
anteriores de ocupacin y empleo, siguen sin recaer en los actores responsables
de la crisis. Negando la evidencia, la inmensa mayora de la poblacin se ha
tragado la impostura, ya que la precarizacin o la inminente amenaza de pobreza
predispone al optimismo incondicional ante cualquier consigna luminosa que les
permita creer y renovar sus esperanzas de solucin individual. Estn atrapados
en la visin reducida de la realidad que proyectan las reglas del juego capitalista y
que es confirmada repetidamente hasta la extenuacin por las aseveraciones de
los ms prestigiosos polticos y gurs econmicos con las que nos bombardean
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ndice de ocupacinImagen: Betto, http://bettoespectador.blogspot.com/
desde todos los medios de comunicacin. La estafa global que representa laactual coyuntura se sigue nutriendo de la pasividad e ignorancia poltica que nos
llev hasta ella. Es momento de desvelar que esta crisis la estn gestionando los
mismos intereses minoritarios que la provocaron y que por lo tanto, no va a tener
una solucin aceptable para la inmensa mayora. Mientras ms se evidencia la
magnitud de la estafa, ms se difumina la posibilidad de solucin convencional.
Es urgente encajar que los tiempos de ficticio esplendor no van a volver y que
mientras antes tiremos del freno de mano, ms probabilidades tendremos de
evitar el choque frontal contra el slido muro que espera al final de la ltima curvaa este tren, en su huida hacia delante para intentar escapar aceleradamente de
su propia sombra.
La orga consumista se va apagando poco a poco y por zonas en el mundo
capitalista, por su imposibilidad en s misma de permanecer en el tiempo. Ni los
planes de estmulo de los gobiernos trabajando en la lnea de expansin del gasto
pblico, ni los planes de austeridad trabajando en el plano contrario de reduccin
del dficit consiguen reanimar al enfermo infartado y evidencia inequvocamente
que un paradigma social y econmico agoniza en su gigantismo. La gestin
del auto-desmontaje de toda una civilizacin construida sobre el exceso y la
explotacin, es la herencia para las generaciones que tendrn que lidiar en el
inicio del trnsito siempre traumtico hacia otra forma de ser y estar en el mundo.
Las resistencias a los cambios van a ser formidables y los grandes beneficiados
del actual statu quo ya se han enrocado en sus posiciones e intentan amarrar
por todos los medios posibles las lneas de fuga, pero previsiblemente las
contradicciones internas enunciadas y que se estn desarrollando paralelas a
este inmovilismo, reventarn como un tsunami cualquier muro de contencin.
La fractura ya ha sido registrada y anuncia un nuevo comienzo.
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desde el proletariado europeo no se debi precisamente a
un supuesto desprecio por la accin partidaria, sino a las
propias afujas que sus continuos destierros, su persecucin
por parte de la polica y los cuerpos de seguridad estatales
le causaban, y por su propio afn de aportar desde de uno
de los horizontes de accin mas ridos en ese momento: eldesentraamiento del modo de produccin capitalista desde
una perspectiva crtica y revolucionaria.
En el otro sentido la afirmacin tampoco es del todo
cierta. Lenin no fue slo un seguidor de la teora de Marx.
En buena medida los aportes de Lenin leyeron de manera
particular la situacin rusa que no encajaba de forma fcil
en los presupuestos marxistas. Rusia era, a principios del
siglo XX, una sociedad an feudal en la que la mayora de lapoblacin era campesina, el proletariado apenas comenzaba
a emerger como resultado de una industrializacin forzada y
cuasi esclava en algunos enclaves industriales y la posicin
del pas, luego de la guerra mundial, era ms que apurada
en trminos econmicos y en materia de estabilidad social y
poltica. As que pensar en Lenin como un continuador simple
de la teora marxista descuida su capacidad de aportar de
manera transformadora a la teora del filsofo de Trveris.
Lenin si es un continuador de Marx pero mediante la
accin transformativa, y esa accin slo podra realizarse
plantendose los problemas concretos de la accin
revolucionaria en los acontecimientos rusos de la primera
dcada del XX. As mismo, Lenin es tambin un avance en
la teora marxista que la conecta con la necesidad de la
estructuracin del partido que guie la accin revolucionaria.
Tal vez volver a
Lenin nos ayude
a descifrar las
vicisitudes
del modelo
organizativode la izquierda
colombiana que
ha cado en el
espontanesmo
y en la farsa
electorera, en
contrava de
su papel comoformadora de
los espacios
organizativos y
de accin poltica
de las clases
oprimidas en el
capitalismo.
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Imagen: Betto, http://bettoespectador.blogspot.com/
Lenin es un terico acartonado y dogmtico, poco dinmico y sin capacidad
de analizar la situacin actual
Entre las posibles explicaciones sobre la cada en desuso de la teora leninista
tambin est el hecho de que Lenin se ha considerado un analista un poco dogmtico,
cuyas herramientas de anlisis reducen la complejidad de los objetos de estudio del
mundo poltico. Esta afirmacin es ms rotunda cuando se remite al papel jugadopor la teora leninista en el anlisis del Estado. Para algunos, la construccin terica
de Lenin desemboca en una esclerotizacin tremenda del Estado, reducindolo
simplemente a un aparato de clase.
Por supuesto se debe ir ms all de esta mera percepcin. El anlisis de Lenin
sobre el Estado dibuja fundamentalmente el papel jugado por la maquinaria estatal
en medio de la correlacin de fuerzas de la revolucin rusa. En este sentido, ninguna
otra imagen se podra tener del Estado en aquella etapa de la revolucin, como no
fuera la de un aparato al servicio de la clase dominante y continuador de las dinmicas
de dominacin del zarismo. En la Rusia de principios de siglo, la complejidad de la
formacin estatal era demasiado baja, ms an cuando la sociedad apenas emerga
al capitalismo y la modernidad era ms una aspiracin literaria e intelectual que una
situacin real que pudiera comprometer de manera cierta las distintas esferas de la
vida social rusa.
El Estado era un aparato al servicio de las clases dominantes, y en ese sentido
el papel del revolucionario no era otro que desenmascararlo en sus manifestaciones
ms groseras de dominacin. Plantear en ese contexto un anlisis que presentara al
Estado como fruto de la dinmica social, donde las clases dominadas podan tener
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alguna posibilidad de juego poltico, no slo rea con la
realidad del momento poltico ruso, sino que poda llamar a
la conciliacin en un momento histrico donde la capacidad
de dominacin de las clases dirigentes estaba seriamente
amenazada y la posibilidad de un desenlace positivo para los
dominados era real.El dogmatismo que se le endilga a su visin puede
tambin explicarse por la atmosfera poltica que se viva.
Los anarquistas, los liberales y los partidos pro monrquicos
todava tenan fuerza y ascendiente entre los obreros, de
tal manera que era necesario mostrar de manera radical
y clara las diferencias entre las diversas aproximaciones
polticas y la apuesta de los comunistas. Lenin al igual que
Marx y Engels era capaz de desarrollar la crtica contra susadversarios polticos de manera tan visceral que en algunos
momentos sus escritos eran ms libelos -agresivos y
descalificadores- que tratados tericos frente a la situacin
poltica rusa: de all se puede sacar la conclusin errada
sobre un dogmatismo visceral.
La poltica es solo la expresin concentrada de la
economa: una afrmacin economicista y simplifcadora
Para algunos, la teora de Lenin lleva al extremo los
presupuestos de anlisis de la estructura econmica de la
sociedad y termina por reducir la poltica a una simple es-
fera emanada de las leyes de la produccin capitalista. En
ese mismo sentido, la teora leninista reducira la dinmica
poltica a la correlacin de fuerzas por la conduccin del pro-
ceso econmico, que tiene su espacio final de solucin en
el Estado. En ltimas, Lenin reducira la accin poltica a la
destruccin del viejo Estado burgus y luego disolvera la
Tal vez sea
necesario
volver al Lenin
poltico, al Lenin
terico y al Lenin
organizador, aun endesmedro del afn
iconogrfico y del
propio afn por la
novedad terica de
lo estudiosos de
la poltica.
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En Lenin, la posicin respecto a la poltica y su expresin mas concentrada en la
dinmica estatal se corresponde con esta visin en la que lo econmico determina
en ltima instancia, y no en forma simplista y mecnica.
La accin poltica no se reduce a la dinmica de poder concentrada en el Estado,
pero no es posible obviar que en sociedades donde el rgimen de produccin es
absolutamente incipiente y donde, adems, la correlacin de fuerzas en el marco
de la lucha de clases es tan simple, la accin poltica se cristaliza de una forma
casi natural en la estructura estatal. Tomarse el Estado y destruirlo es la accin
final de la reestructuracin de las condiciones sociales de reproduccin de la vidamaterial de los hombres, razn por la cual Lenin no llama a una lucha encarnizada y
ciega contra la maquinaria estatal, sino a la desarticulacin de su imagen fetichizada
como elemento emergido de la dinmica ideolgica, y para ello nada ms atinado
que derribar su imagen arrojndolo al mundo real de la relacin social de produccin.
Lenin no vende, no es comercial
Tal vez sta sea finalmente una de las explicaciones mas dicientes del olvido
de la teora leninista. Lenin no ha sido fcilmente convertido en un souvenir, enuna imagen comercial que pueda mercadearse de manera sencilla. Su figura y su
vida se han resistido a todos los clichs, a todos los que quieren formar iconos
para imprimir, estampar, reproducir, etc. Lenin no fue el joven heroico que muere
tras una vida desenfrenada de accin revolucionaria. Tampoco es el profeta de
nuevas insurrecciones ni el campesino aguerrido que muere de manera heroica
en la reclamacin de su tierra. Su vida y su estampa parecen no tener nada de
espectacular: poco para ser convertido en fetiche comercial.
Tal vez sea necesario volver al Lenin poltico, al Lenin terico y al Lenin organizador,
aun en desmedro del afn iconogrfico y del propio afn por la novedad terica de lo
estudiosos de la poltica. Tal vez volver a Lenin nos ayude a descifrar las vicisitudes
del modelo organizativo de la izquierda colombiana que ha cado en el espontaneismo
y en la farsa electorera, en contrava de su papel como formadora de los espacios
organizativos y de accin poltica de las clases oprimidas en el capitalismo.
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A CONTRACORRIENTEde la hegemona conservadora
Stolowicz, Beatriz (Abril 2012).A CONTRACORRIENTE de lahegemona conservadora.
Bogot: Espacio Crtico Ediciones,Coleccin K-Movimiento.400 pp.
Jess Gualdrn
Profesor
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N 23, Junio de 2012 Bogot, Colombia Libros
La profesora mexicana de origen uruguayo, Beatriz Stolowicz, muyconocida en nuestro medio, entre otras publicaciones, por su libroGobiernos de izquierda en Amrica Latina. Un balance poltico (2007), publicado
en Colombia por Ediciones Aurora, es la autora del volumen que Espacio crtico
Ediciones acaba de poner en circulacin con el ttulo A CONTRACORRIENTE de la
hegemona conservadora.El libro contiene una extensa y concluyente coleccin de ensayos escritos entre
1995 y 2011, los cuales nos permiten a quienes estamos empeados en estudiar
y tratar de explicar(nos) la realidad y procesos de Nuestra Amrica compartiendo
los anhelos de emancipacin de nuestros pueblos, asomarnos a la historicidad de
nuestro propio quehacer[], tal como ella propone en el Prefacio de su libro.
Se trata de una mirada de larga duracin, pues slo en esa dimensin histrica
puede pretenderse un anlisis de tendencias en un proceso tan complejo y diverso
como el que ha transitado la regin.En sus palabras, el eje que unica y condensa esta retrospectiva crtica puede
formularse como sigue:
Las ltimas dos dcadas debieran ensearnos que la conservacin del
capitalismo se persigue con una diversidad de fuentes doctrinarias y
tericas, y que en este sentido no hay un pensamiento nico. Tambin
es til asimilar que los objetivos capitalistas compartidos se llevan a cabo
bajo formas distintas, que exigen un permanente estudio concreto de la
realidad concreta. La prdica tica no alcanza. Pero para que esas formas
sean inteligibles en tanto mecanismos de dominacin, no puede perderse de
vista los procesos profundos que las exigen, articulan y modican; es decir,
la unidad de anlisis debe ser la reproduccin capitalista, y como horizonte
epistmico y poltico el anticapitalismo. Es ste el que nalmente puede
evitar las limitaciones contestatarias (de contestacin a una permanente
iniciativa dominante), consustanciales a la carencia de horizonte propio. Slo
as ser fundamento de contrahegemona, y no solamente crnica de lo ya
ocurrido. (p. 37)
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Y, a continuacin, como sealando la ruta de lo que se aconseja para enfrentar la
hegemona, tambin en aquella dimensin ideolgica que se camua tras el discurso
engaoso de la falsa izquierda o la resignacin:
Cuando se habla de gestar contrahegemona, tambin es necesario
replantear sus alcances y contenidos. Ya no se trata slo de superar las
concepciones de las lites econmicas, polticas e intelectuales, o el
individualismo en sus distintas manifestaciones. La hegemona de los
dominantes tambin se realiza mediante la manipulacin de formas deorganizacin y prcticas populares antiliberales, con formatos similares
a los emancipatorios pero con contenidos y objetivos de subordinacin.
El esfuerzo contrahegemnico posiblemente produzca rispideces que no
contemplbamos tiempo atrs.
Asumir que estamos ante un punto de llegada exitoso de la compleja y
lcida estrategia dominante no es una opcin por el pesimismo, sino una
condicin para no dilapidar las posibilidades de disputa de proyectos que
se abrieron en la regin por las luchas populares. (p. 38)
De all se deriva la trascendencia del texto para la accin poltica de los oprimidos,
de sus organizaciones y para la intelectualidad comprometida con proyectos
emancipadores:
Enfrentar la hegemona dominante exige, por lo tanto, hacerlo contra sus
manifestaciones en el pensamiento de los dominados y en sus prcticas. No
para descalicar a los oprimidos y sus esfuerzos de lucha, sino para enfrentar
la subalternidad que refuerza la dominacin de los opresores.
Con frecuencia esta rida responsabilidad intelectual y poltica se confunde
con el pesimismo. El conocimiento no es pesimista ni optimista, persigue la
objetividad. El pesimismo o el optimismo son el modo como hacemos frente
a sus consecuencias prcticas, resignndonos a ellas o buscando superarlas.
El empeo por estar a contracorriente de la hegemona conservadora es, a
su manera, una forma de lucha por la emancipacin. (p. 11)
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La probable aprobacin por parte del Congreso del llamado marco jurdico
para la paz viene siendo presentada en la opinin pblica como la mayor
concesin que podran hacer las clases dominantes para contribuir a una
salida poltica al conicto colombiano. Su apoyo irrestricto por parte del gobierno
se considera al mismo tiempo como una muestra contundente de la voluntad de
paz del presidente Santos. El hecho que el proyecto haya sido consultado con Kevin
Whitaker, subsecretario de Estado para Amrica Latina del gobierno de Obama, y
con Jos Manuel Vivanco, de la ONG Human Rights Watch, le concede a la iniciati-va una connotacin relativamente inusitada: se habra recibido la bendicin de dos
importantes instituciones de la poltica exterior del establecimiento estadounidense.
Por otra parte, la oposicin de sectores militaristas y de ultraderecha, incluido el ex
presidente Uribe con sus maniobras de ltima hora, le da unos ribetes adicionales.
Si se oponen stos, debe ser porque algo grande est en curso.
Ms all de aspectos puntuales de la iniciativa o de los debates que ella ha
suscitado por algunos contenidos que favoreceran a delincuentes o criminales de
Estado, o a paramilitares, cuyo anlisis escapa a este texto, el mencionado marco
jurdico para la paz es expresivo, ms bien, de la estrechez de las lites colombia-nas para emprender decididamente el camino hacia la paz con justicia social. En
efecto, la iniciativa parece hacer parte de una estrategia que an tiene ncada sus
esperanzas en la posibilidad de una solucin militar que conlleve a la desmoviliza-
cin y entrega de las fuerzas insurgentes y que, como consecuencia de ello, abra la
discusin sobre las condiciones de reinsercin en la vida civil de los mandos y de la
base guerrillera. Favorabilidad poltica, cuotas parlamentarias, amnistas o indultos
se situaran en el centro de la atencin. Y ah estara a disposicin el marco jurdico
para la paz. En sentido estricto, se tratara de aplicar la misma frmula aceptada
por las derrotadas guerrillas del M-19 y de sectores mayoritarios del EPL al nalizar
la dcada de 1980, guardando desde luego la distancia histrica y las proporciones
del caso. Lo que seguira sera la plena inmersin en la lgica de la democracia
gobernable, como lo muestran los ejemplos de Navarro y Petro, para no mencionar
muchos otros absolutamente cnicos y decadentes.
A la paz de hace un poco ms de dos dcadas, relativamente gratuita para las
lites econmicas, le sigui la prolongacin de la guerra que an persiste. En forma
paradjica, despus de ella, al tiempo que se desataba todo tipo de ilusiones provo-
cadas por el proceso constituyente de 1991, se iniciara la implantacin sistemtica
del modelo neoliberal y se perfeccionara el proyecto narcoparamilitar, ya iniciado
Marco jurdico para la paz o paz con justicia social?
Jairo EstradalvarEz
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