Traumatología en aves

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N la medicina y cirugía veterinaria se está produciendo una especialización constante en todos los ámbitos. Fruto de ello ha sido el importante desarrollo de la traumatología de aves, especialidad que ha experimentado un gran auge en los últimos 20 años. Lo que en principio se convirtió en una rara actividad dentro del mundo de la veterinaria, cuya finali- dad era conseguir la simple reducción de la fractura para asegurar una recuperación anatómica más o menos aceptable, hoy se ha perfeccionado con la finalidad de que el animal recupere su funcionalidad casi completamente, y en el caso de las aves salvajes, que éstas puedan ser reintro- ducidas en la naturaleza y ser capaces de sobrevivir en libertad. En la mayoría de las aves mantenidas en cautividad que presentan un problema traumatológico u ortopédico, frecuentemente la opción es no intervenir, teniendo en cuenta que no importa limitar o impedir su capacidad de vuelo. En este grupo de aves sólo van a tener interés aquellas fracturas que se localizan en las extremidades inferiores, las cuales provocan una alteración funcional concreta. Por el contrario, en aves de cetrería o en determinadas especies de palomas, no ocurre así, pues lo que intere- sa es que su capacidad de vuelo se mantenga íntegra. El importante auge de los movimientos ecologistas y el desarrollo de una política medioambiental adecuada a los nuevos tiempos, ha supuesto que el veterinario clínico se enfrente cada día con mayor frecuencia a aves salvajes huérfanas o heridas, que ingresan en la clínica habitual. De igual manera, el número de centros de recuperación de fauna salvaje se incrementa cada día, trabajando para devolver a la naturaleza aquellas aves heridas que son recogidas por particulares. Nuestra pretensión con esta monografía es doble. Por un lado, intentamos mostrar al veterinario algunos aspectos de la traumatología y ortopedia en aves, aportando datos que esperamos puedan ser, no sólo informativos, sino útiles desde un punto de vista práctico. Por otro lado, planteamos un reto al veterinario traumatólogo acostumbrado a tratar sólo con mamíferos domésticos, como perros y gatos. Agradecemos a la dirección de la revista la confianza depositada en nosotros, al encargarnos esta monografía sobre un tema tan nuevo como es la traumatología en aves. Gracias en especial a Silverio Cerradelo por introducirme en un mundo tan fascinante, y a Raúl Alonso y Patricia Orejas, por contar conmigo a lo largo de todos estos años. De igual manera, agradecemos la labor realizada por los cen- tros de recuperación GREFA (Grupo para la Recuperación de la Fauna Salvaje y su Hábitat) y en espe- cial BRINZAL (Centro de Recuperación de Rapaces Nocturnas). Con los pacientes aportados por ellos y por clientes particulares que acuden a nuestra consulta, se ha podido obtener la mayor parte de la experiencia con la que se ha realizado este trabajo. CANIS ET FELIS N. o 59 TRAUMATOLOGÍA EN AVES E E ditorial E E JESÚS RODRÍGUEZ QUIRÓS Servicio de Cirugía del Hospital Clínico Veterinario Departamento de Patología Animal II Facultad de Veterinaria. Universidad Complutense de Madrid

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N la medicina y cirugía veterinaria se está produciendo una especialización constante entodos los ámbitos. Fruto de ello ha sido el importante desarrollo de la traumatología deaves, especialidad que ha experimentado un gran auge en los últimos 20 años. Lo que enprincipio se convirtió en una rara actividad dentro del mundo de la veterinaria, cuya finali-dad era conseguir la simple reducción de la fractura para asegurar una recuperación

anatómica más o menos aceptable, hoy se ha perfeccionado con la finalidad de que el animal recuperesu funcionalidad casi completamente, y en el caso de las aves salvajes, que éstas puedan ser reintro-ducidas en la naturaleza y ser capaces de sobrevivir en libertad.

En la mayoría de las aves mantenidas en cautividad que presentan un problema traumatológico uortopédico, frecuentemente la opción es no intervenir, teniendo en cuenta que no importa limitar oimpedir su capacidad de vuelo. En este grupo de aves sólo van a tener interés aquellas fracturas que selocalizan en las extremidades inferiores, las cuales provocan una alteración funcional concreta. Por elcontrario, en aves de cetrería o en determinadas especies de palomas, no ocurre así, pues lo que intere-sa es que su capacidad de vuelo se mantenga íntegra.

El importante auge de los movimientos ecologistas y el desarrollo de una política medioambientaladecuada a los nuevos tiempos, ha supuesto que el veterinario clínico se enfrente cada día con mayorfrecuencia a aves salvajes huérfanas o heridas, que ingresan en la clínica habitual. De igual manera, elnúmero de centros de recuperación de fauna salvaje se incrementa cada día, trabajando para devolvera la naturaleza aquellas aves heridas que son recogidas por particulares.

Nuestra pretensión con esta monografía es doble. Por un lado, intentamos mostrar al veterinario algunosaspectos de la traumatología y ortopedia en aves, aportando datos que esperamos puedan ser, no sóloinformativos, sino útiles desde un punto de vista práctico. Por otro lado, planteamos un reto al veterinariotraumatólogo acostumbrado a tratar sólo con mamíferos domésticos, como perros y gatos.

Agradecemos a la dirección de la revista la confianza depositada en nosotros, al encargarnos estamonografía sobre un tema tan nuevo como es la traumatología en aves. Gracias en especial a SilverioCerradelo por introducirme en un mundo tan fascinante, y a Raúl Alonso y Patricia Orejas, por contarconmigo a lo largo de todos estos años. De igual manera, agradecemos la labor realizada por los cen-tros de recuperación GREFA (Grupo para la Recuperación de la Fauna Salvaje y su Hábitat) y en espe-cial BRINZAL (Centro de Recuperación de Rapaces Nocturnas). Con los pacientes aportados por ellos ypor clientes particulares que acuden a nuestra consulta, se ha podido obtener la mayor parte de laexperiencia con la que se ha realizado este trabajo.

CANIS ET FELIS N.o 59

TRAUMATOLOGÍA EN AVES

EEditorial

EE

JJEESSÚÚSS RROODDRRÍÍGGUUEEZZ QQUUIIRRÓÓSSServicio de Cirugía del Hospital Clínico Veterinario

Departamento de Patología Animal IIFacultad de Veterinaria. Universidad Complutense de Madrid

CAPÍTULO I ANATOMÍA ÓSEA

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TRAUMATOLOGÍA EN AVES

C. ROJO SALVADOR1, P. MARÍN GARCÍA1, J. RODRÍGUEZ QUIRÓS2

1Dpto. de Anatomía y Anatomía Patológica Comparadas2Unidad Docente de Cirugía. Departamento de Patología Animal II

Facultad de Veterinaria. Universidad Complutense de Madrid

L esqueleto óseo de las aves presenta características propias con respecto al de los mamíferoscomo consecuencia de su adaptación al vuelo y, en el caso de las hembras, por el fenómenode la puesta. Así, podemos constatar la fusión o desaparición de huesos, la neumatización dealgunos de ellos, los cambios en la morfología de algunas regiones, o la aparición de huesomedular trabecular. Todos estos factores condicionan un abordaje y una resolución de las frac-

turas, muy diferentes a los de un mamífero. Pero además, en la clínica de aves es relativamente frecuente la pre-sentación de esta patología, afectando fundamentalmente al esqueleto apendicular. Entre los factores predis-ponentes, podemos destacar la fragilidad de las corticales óseas, o el escaso recubrimiento de los huesos portejidos blandos.

En este capítulo hemos descrito el esqueleto óseo de las aves estructurado en tres partes: cráneo, esquele-to axial y esqueleto apendicular. Además, repasamos las características especiales de los huesos largos neu-matizados del esqueleto apendicular, como son el húmero y el fémur.

ANAANATTOMÍAOMÍA ÓSEAÓSEA

EEEE

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INTRODUCCIÓN

AS fracturas óseas constitu-yen una de las patologíasmás comunes en la clínicade aves, sean éstas domés-ticas o salvajes (Kostka etal., 1988; Gilbert y Egger,

1982). No sólo aparecen con más fre-cuencia que en los mamíferos, sino quela reducción de las fracturas presentamayores complicaciones. Las razonesque determinan esto están vinculadas alas características especiales del esque-leto óseo de las aves, que son funda-mentalmente las siguientes (Bennett yKuzma, 1992; Martin y Ritchie, 1994;Bennett, 1997; Forbes, 1998):

• La existencia, en los huesos largos,de unas corticales muy delgadas, pocoelásticas y quebradizas, que tienden afragmentarse cuando los huesos sonsometidos a un estrés. Esto es un inconve-niente para la colocación de material deosteosíntesis en la reducción de una frac-tura, como las placas o los clavos intra-medulares.

• La presencia de un gran canalmedular, sobre todo en los huesos neu-máticos, como el húmero y el fémur.

• El escaso recubrimiento de tejidosblandos en la mayoría de los huesos, queestán protegidos sólo por tendones, liga-mentos y piel. Otro dato a tener en cuen-ta es que en estas especies los huesostienden a fragmentarse tras un impacto, ylas esquirlas óseas producidas puedenlesionar los tejidos blandos y afectar lavascularización, comprometiendo así elproceso de cicatrización (Bennett yKuzma, 1992; Martin y Ritchie, 1994).

LLAdemás, una fractura abierta es más susceptible de conta-minación.

Los huesos que con mayor frecuencia aparecen afecta-dos son el húmero, el cúbito, el radio y el tibiotarso. Debido auna mayor vascularización y metabolismo óseos en las aves,la osteogénesis es más rápida, permitiendo que el procesode cicatrización sea más corto, unos 21 días de media, aun-que puede ser menos. En cualquier caso, la cicatrizaciónósea, al igual que ocurre en los mamíferos, dependerá deuna serie de factores, como son la integridad vascular, pre-sencia o ausencia de infección, grado de desplazamiento delos fragmentos y grado de movilidad del foco de fractura.

ESQUELETO ÓSEO DE LAS AVES

La adaptación al vuelo hace que el esqueleto óseo delas aves presente características propias (figs. 1a y 1b) (Ede,1965; Dyce et al., 1999; König y Liebich, 2001):

• Desde un punto de vista filogenético y ontogénico,algunos huesos han desaparecido o se han fusionado, comoes el caso, por ejemplo, de parte de las vértebras torácicas.

• El esqueleto óseo es ligero, compacto y fuerte, puesposee un gran contenido de fosfato cálcico.

• Algunos huesos están neumatizados, es decir, presen-tan aire en su interior. Los sacos aéreos de las aves sonextensiones de serosa repletas de aire que salen de los pul-mones, que ocupan las cavidades corporales, alojándoseentre las vísceras. Estos sacos aéreos emiten divertículos quepenetran entre las vísceras y en el interior de la cavidadmedular de los huesos vecinos, a través de pequeños orifi-cios. Este proceso de neumatización de los huesos ocurrede forma gradual y a expensas de la médula ósea, y estámás desarrollado en aves que son grandes voladoras, per-mitiendo así aligerar el peso de un esqueleto grande y fuer-te. En el cráneo de las aves existe también neumatización,aunque estos espacios no conectan con el sistema de sacosaéreos, sino con las vías aéreas directamente. Entre los hue-sos que pueden estar neumatizados destacamos: vértebrascervicales, vértebras torácicas, costillas y húmero, el sinsa-cro y el fémur.

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Otras peculiaridades del esqueletoaviar vienen condicionadas por el fenó-meno de la puesta en las hembras:

• La pelvis está abierta ventralmentepara facilitarla.

• Previamente a la época de puestaaparece hueso medular trabecular, queactuaría como reserva de calcio. Esteexceso fisiológico de calcificación ósea,es evidente en una radiografía, por lo quedeben evitarse posibles errores de diag-nóstico (Walsh, 1986; Silverman, 1989;Rodríguez-Quirós et al., 2000).

En este capítulo abordaremos el estu-dio del esqueleto óseo de las aves, quede forma clásica se divide en tres partes:

cráneo, esqueleto axial y esqueleto apendicular. Así mismo,profundizaremos en las características anatómicas de loshuesos largos, tanto medulares como neumáticos, con espe-cial hincapié en su vascularización.

CRÁNEO

Las características más relevantes del cráneo de las avesson las siguientes:

• La transformación de la región facial, de forma pirami-dal, en un largo pico desprovisto de dientes.

• El gran tamaño de las órbitas, situadas entre el neuro-cráneo y la región facial.

• La ligereza del cráneo como consecuencia de laneumatización de sus huesos.

• La sólida unión de los huesos, ya desde etapasembrionarias.

Fig. 1.— A) Esquema del esqueleto de un ratonero común (Buteo buteo). B) Imagen del esqueleto de un ánadefriso (Anas strepera).

1. Cráneo; 2. Vértebras cervicales; 3. Vértebras torácicas; 4. Sinsacro; 5. Vértebras coxígeas; 6. Pigóstilo; 7. Esternón;8. Clavícula; 9. Coracoides; 10. Escápula; 11. Húmero; 12. Cúbito y radio; 13. Mano (carpo, carpometacarpo y falan-ges); 14. Coxal (ilion, isquion y pubis); 15. Fémur; 16. Tibiotarso y peroné; 17. Tarsometatarso; 18. Falanges.

A B

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El cráneo o calavera se diferencia endos partes para su estudio: el cráneo pro-piamente dicho, formado por huesos sóli-dos y muy unidos entre sí, y la regiónfacial, integrada por huesos más finos ymenos soldados (fig. 2a). La mandíbula yel aparato hioideo completan el estudiode los elementos óseos de la cabeza.

El cráneo aloja al cerebro, el cual esde gran tamaño y determina el contornoposterior del mismo (Ede, 1965). Algunosde los huesos del cráneo son de grangrosor, ya que poseen hueso esponjosointermedio, dispuesto entre dos láminas

óseas. Esto hace que la cavidad craneal parezca mayor delo que es. El hueso occipital rodea al agujero magno, y ven-tral a él existe un solo cóndilo occipital, que articula con elatlas, permitiendo movimientos amplios de la cabeza con lacolumna vertebral (fig. 2b). En la parte inferior de la paredlateral del cráneo existe una depresión semiesférica, la cavi-dad timpánica (fig. 2c), la cual delimita la salida del meatoacústico externo, y más en profundidad se sitúan las venta-nas coclear y vestibular, que conducen al oído interno.

La región facial se caracteriza por el gran desarrollo quealcanzan los globos oculares, los cuales desplazan a los hue-sos que separan ambas órbitas, reduciéndolos a un tabiqueinterorbitario muy fino, difícil de apreciar en algunas radiogra-fías (McMillan, 1994). También disponen de una amplia aber-

Fig. 2.— Cráneo, vista dorsal (a) y caudal (b) de un buitre leonado (Gyps fulvus) y vista lateral (c) de unagallina (Gallus gallus).

1. Cavidad timpánica.2. Tabique interorbitario.3. Arco yugal.4. Mandíbula.5. Hueso cuadrado.6. Abertura nasal.7. Maxilar.8. Premaxilar.9. Hueso nasal.10. Cráneo.11. Agujero magno.12. Cóndilo occipital.

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tura nasal, delimitada por los huesos nasal,dorsalmente, y premaxilar, que es la baseósea del pico superior (figs. 2a y 2c). Enalgunas especies como las psitácidas, elhueso nasal tiene una conexión cartilagi-nosa flexible con el hueso frontal del crá-neo (tróclea craneofacial), que les permiteelevar la mitad superior del pico a la vezque descienden la mandíbula. La parteanterior del hueso nasal está escotada, for-mando el borde posterior de la narina,situada detrás del pico. El hueso maxilar espequeño, se sitúa debajo de la aberturanasal, y conecta con la articulación mandi-bular mediante un hueso largo y fino, elarco yugal (arco cigomático en los mamí-feros) (fig. 2c). La separación ósea entrelas cavidades nasal y oral existe sólo ros-tralmente, a nivel de los procesos palatinosde los huesos premaxilares, donde se dis-pone también un pequeño hueso vómer.Más caudalmente, los huesos palatinos,dispuestos como dos varillas a uno y otrolado, unen los premaxilares con los huesospterigoideos, ventralmente a las órbitas.

La mandíbula es la base ósea delpico inferior, y consta de dos huesos finosfusionados rostralmente, donde estánrecubiertos del estuche córneo del pico.La mandíbula se une al cráneo entre laórbita y el meato acústico externo, por loshuesos articular y cuadrado, que corres-ponden respectivamente a los huesosmartillo y yunque de los mamíferos (fig. 2c). El hueso cuadrado articula conel arco yugal y con la mandíbula, entreotros. Este hueso posee gran movilidaden su articulación con la mandíbula y conel cráneo. Cuando la mandíbula descien-de, el cuadrado se desplaza hacia delan-te, y mueve a su vez al pterigoideo ypalatino, elevando el pico superior. Este

mecanismo por el cual se eleva el pico superior cuando des-ciende el inferior, se conoce como cinesis, y ocurre en espe-cies que poseen tróclea craneofacial, como es el caso deloros, papagayos o periquitos.

ESQUELETO AXIAL

Comprende los huesos de la columna vertebral, costillasy esternón, pero también se podría incluir aquí la pelvis, yaque se encuentra firmemente unida al hueso sinsacro, que esparte del raquis. No obstante, describiremos la pelvis juntocon el esqueleto apendicular.

Para dar rigidez suficiente al tronco durante el vuelo ydurante la locomoción en el suelo (durante la cual el troncoestá en posición horizontal y no vertical) la columna vertebralse ha acortado y muchas de sus vértebras se han fusionado.Además, los músculos vinculados al raquis son muy reduci-dos. Podemos dividir la columna vertebral en varias seccio-nes: cervical, torácica, sinsacro, caudal y pigóstilo.

Vértebras cervicales

El número de vértebras cervicales varía mucho con laespecie en función de la longitud del cuello, el cual es flexi-ble en contraste con el tronco, más rígido (figs. 1 y 3). Encualquier caso el número de vértebras cervicales es siempremayor al de los mamíferos, esto es, mayor que 7, pudiendollegar hasta 25 en algunas especies. La primera vértebra cer-vical, el atlas, es un anillo que articula mediante una depre-sión en su arco ventral, con el único cóndilo que posee eloccipital. Caudalmente, el arco ventral presenta una facetapara articular con la apófisis odontoides o diente del axis, lasegunda vértebra cervical. Los movimientos del diente delaxis con el atlas son menos importantes en aves que enmamíferos, pues la cabeza puede rotar con facilidad al exis-tir un solo cóndilo occipital. El axis posee una morfologíasimilar, aunque algo más compleja, que la del resto de vér-tebras cervicales, que son cilíndricas y con procesos articu-lares desarrollados. Además, poseen apófisis para insercio-nes musculares: apófisis espinosa dorsal, una hipoapófisis enla línea media ventral y apófisis costiformes, las cuales se diri-gen en punta caudalmente.

Vértebras torácicas, sinsacro, caudales y pigóstilo

Las vértebras torácicas son de 3 a 10.Algunas de ellas se fusionan, formandoun único hueso denominado notario, elcual aporta rigidez al tronco (figs. 1 y 3).Las vértebras no fusionadas establecenarticulaciones sinoviales en las que parti-cipan sus cuerpos y procesos articulares.La última vértebra torácica, o dos últimas,se fusionan con las lumbares, sacras y pri-mera caudal, formando el sinsacro (fig. 4). La fusión pude abarcar de 8 a 23vértebras, y también contribuye a dar rigi-dez al tronco, una rigidez que se extien-de a posiciones caudolaterales, por sufusión con algunos huesos de la cadera.

A continuación del sinsacro existen de 5 a 8 vértebras cau-dales libres. El segmento más caudal es el pigóstilo, queresulta de la fusión de varias vértebras rudimentarias, y quesirve como base ósea de las plumas de cubierta de la cola.En ciertas aves, como algunas especies de rapaces, no estápresente (Rodríguez-Quirós et al., 2000).

Costillas y esternón

Diferenciamos entre costillas cervicales y torácicas (figs. 1y 5). Las cervicales se denominan incompletas, asternales o flo-tantes, se forman a partir de las últimas vértebras cervicales, yno siempre se identifican bien. Existen 5 ó 6 pares de costillastorácicas, esternales o completas. Cada una de éstas constade una parte dorsal y otra ventral (vertebral y esternal, respec-tivamente) que forman una articulación cartilaginosa con lasvértebras o con el esternón. La parte vertebral se correspondecon la parte ósea de la costilla de un mamífero, mientras quela parte esternal correspondería a la cartilaginosa. La mayoríade las costillas vertebrales o dorsales presentan una cabeza yun tubérculo para articular con las vértebras, así como un pro-ceso dirigido caudodorsalmente, la apófisis uncinada, que sesuperpone con la siguiente costilla (fig. 5). Estas apófisis sirvenpara inserción de los músculos serratos que unen la escápulacon el tórax, lo cual da solidez a la caja torácica.

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Fig. 3.— Cinturón torácico de unagallina (Gallus gallus). 1. Notario; 2. Vértebrascervicales; 3. Coracoides;4. Clavículas unidas for-mando la fúrcula; 5. Ester-nón; 6. Húmero.

Fig. 4.— Cinturón pelviano de un ánade friso (Anas strepera).1. Sinsacro; 2. Vértebras caudales; 3. Pigóstilo; 4. Fémur; 5. Ilion; 6. Isquion; 7. Pubis.

El esternón está muy desarrollado.Tiene forma triangular, es alargado yposee unos largos procesos laterales quecontribuyen a mantener y proteger las vís-ceras (fig. 5). Su borde ventral o quilla esprominente, especialmente en las avesvoladoras, ya que proporciona inserción alos músculos más importantes del vuelo. Laposición subcutánea de la quilla facilita latoma de médula ósea, pero es más sus-ceptible a lesiones en aves que se posanen perchas. En los bordes laterales, entrelos procesos laterales, se encuentran lassuperficies articulares para las costillas, ypor delante una apófisis sagital denomi-nada manubrio o rostrum, que se relacio-na mediante un ligamento con la intercla-vícula. El manubrio está flanqueado porgrandes facetas articulares para los hue-sos coracoides. Sobre la superficie dorsalcóncava del esternón se abren pequeñosorificios neumáticos que conectan con elsaco aéreo clavicular. El extremo caudaldel esternón es cartilaginoso, aunque seosifica con la edad, por lo que su gradode flexibilidad es un indicador de la edad.

ESQUELETO APENDICULAR

La adaptación al vuelo y la posiciónbípeda son factores que han determina-do la gran modificación del esqueleto delos miembros torácico y pelviano, los cua-les tienen una organización funcionaltotalmente diferente. El miembro torácicose ha convertido en el ala, cuyos huesosse unen al esqueleto axial (principalmen-te al esternón) por un cinturón escapularbien desarrollado, mientras que distal-mente se reduce el número de huesos. Elmiembro pelviano es fuerte, y está encar-gado de mantener todo el peso corporal,

pero además interviene en la locomoción terrestre, el impul-so para iniciar el vuelo, posarse tras éste y amortiguar elpeso, así como acomodarse en las perchas. La parte distalde esta extremidad se simplifica por fusión y pérdida de ele-mentos óseos durante el desarrollo embrionario.

Extremidad torácica

El cinturón torácico o escapular está formado por laescápula, el hueso coracoides y la clavícula (figs. 3 y 5). Laescápula es un hueso alargado y aplanado que se extiendehasta la pelvis, a ambos lados de la columna vertebral. Estáunida a la caja torácica por músculos y ligamentos, mientrasque el hueso coracoides y la clavícula actúan como sopor-tes que mantienen el ala separada del cuerpo. El coracoidesse extiende desde el hombro, donde articula con la escápu-la y la clavícula para formar la cavidad glenoidea (superfi-cie articular del húmero) hasta la parte craneal del esternón,con el que articula firmemente. La articulación de los tres hue-sos deja un orificio denominado trióseo, que sirve de pasodel tendón de uno de los músculos del vuelo, el supracora-coideo, abductor del ala. El coracoides actúa contrarrestan-do las tracciones ejercidas por los músculos del ala duranteel vuelo, que tiran del esternón hacia arriba para evitar el

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Fig. 5.— Costillas y cinturón torácico de una gallina (Gallusgallus). 0. Costillas; 0´. Parte esternal de las costi-llas; 1. Apófisis uncinada; 2. Escápula; 3. Coracoi-des; 4. Fúrcula; 5. Esternón; 6. Húmero.

arqueamiento de la espalda. Esto indicaque el coracoides es un hueso fuerte yresistente. La clavícula es un hueso finoque se une con la del otro lado en la inter-clavícula o fúrcula, adoptando una mor-fología de V (fig. 5). El ligamento esterno-clavicular sujeta la interclavícula al ester-nón, mientras que una membrana liga-mentosa conecta el coracoides con laclavícula en toda su longitud. La fúrculasirve de unión entre las dos articulacionesdel hombro y asegura la unión del cintu-rón torácico con el esqueleto axial.

El húmero es un hueso robusto yaplanado en sus extremos (figs. 6 y 7).

En el extremo proximal, presenta dos tubérculos para inser-ciones musculares, uno dorsal y otro ventral, flanqueadospor las crestas bicipital y pectoral. Cerca del tubérculo ven-tral existe un orificio neumático. El extremo ventral del húme-ro tiene dos cóndilos que articulan cada uno con el cúbitoy el radio.

El cúbito y el radio son huesos largos y fuertes, aunquees el cúbito el que posee mayor diámetro y es más largo,presentando una apófisis olécranon en su extremo proximal(figs. 6 y 8). Estos huesos tienen escasa capacidad de rota-ción, mientras que la articulación del codo actúa a modo debisagra, lo que aporta la rigidez necesaria para los movi-mientos del ala durante el vuelo.

La mano se ha modificado mucho en comparación a lamano pentadáctila (figs. 6 y 9). Durante el desarrollo embrio-

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Fig. 6.— Huesos del miembrotorácico de un buitreleonado (Gyps fulvus). 1. Húmero, 2. Cúbito; 3. Radio; 4. Carpo; 5. Carpometacarpo; 6. Falanges.

Fig. 7.— Húmero izquierdo de unbuitre leonado (Gyps ful-vus). 1. Cabeza del húmero;2. Tubérculo ventral; 3.Tubérculo dorsal; 4. Crestabicipital; 5. Cresta pectoral;6. Cóndilo ventral; 7. Epi-cóndilo dorsal.

Fig. 8.— Cúbito y radio derechos deun buitre leonado (Gyps ful-vus). 1. Cúbito; 2. Radio; 3.Carpo; 4. Carpometacarpo.

nario el carpo se reduce a dos pequeñoshuesos, el carporradial y el carpocubital. Enalgunas especies de rapaces, existe ade-más un tercer hueso denominado accesoriodel carpo (Smith et al., 1993). Los dos hue-sos del carpo se articulan con el hueso car-pometacarpo, que resulta de la fusión delos metacarpianos II, III y IV y de algunoshuesos carpianos. Este hueso deja un espa-cio intermetacarpal, que lo divide en un pro-ceso mayor y otro menor. Distalmente, elcarpometacarpo se articula con las falan-ges de los tres dedos: el dedo anterior, alu-lar o II, (con una falange); el dedo media-no, mayor o III (con dos falanges, una pro-ximal y otra distal) y el dedo posterior,menor o IV, con una falange.

Extremidad pelviana

El cinturón pelviano, al igual que en losmamíferos, lo integran el hueso sacro (sin-sacro en aves) y los dos coxales, izquierdoy derecho, formados a su vez por los hue-sos ilion, isquion y pubis (figs. 4 y 10). La

unión de los tres huesos configura la cavidad articular para elfémur, el acetábulo, que está perforado por un orificio. El iliones alargado y se extiende cranealmente más allá de la mitaddel tronco. Se fusiona con el isquion (excepto en el agujeroisquiático) y con el sinsacro. El pubis no se fusiona con elisquion, ni existe sínfisis isquiopubiana, ya que el pubis se redu-ce a un estilete óseo que se une al borde del isquion. De estaforma, la pelvis no es un anillo cerrado, sino que está abiertaventralmente, como ya mencionamos anteriormente, presentan-do una gran concavidad. Esto facilita la puesta, y deja al ester-nón como soporte principal de las vísceras.

El fémur posee una morfología similar al de los mamífe-ros (fig. 11). Su articulación con el acetábulo está firmemen-te reforzada por ligamentos, lo que hace que los movimien-tos que se salgan fuera del plano corporal estén restringidos.Su extremo proximal es palpable y apto para toma de médu-la ósea (Dyce et al., 1999). En su extremo distal articula conla rótula, alojada en un seno tendinoso, en el surco centralde la tróclea (Ede, 1965).

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Fig. 9.— Carpo-metacarpo (1) y falanges de la manoderecha de un buitre; 2. Espacio intercarpiano;dedos II, III, IV y falanges 1ª y 2ª del III dedo.

Fig. 10.— Coxal y sinsacro de unánade friso (Anas strepera).1. Sinsacro; 2. Ilion; 3.Isquion; 4. Pubis; 5. Vérte-bras caudales.

La tibia se ha fusionado con los hue-sos proximales del tarso, constituyendo unhueso más largo que el fémur, el tibiotar-so. En su cara lateral está el hueso pero-né, escasamente desarrollado y fusiona-do distalmente (fig. 11). Los huesos tarsa-les distales se fusionan con el hueso meta-tarsiano (resultado de la fusión de losmetatarsianos II, III y IV) formando unhueso largo, el tarsometatarso. La articu-lación que forman el tibiotarso y el tarso-metatarso se denomina intertarsiana o tar-siana. Existe, a parte del tarsometatarso,un metatarsiano individual, el I, y falta el V.Cada metatarsiano se articula con undedo dispuesto en garra (fig. 12). El pri-mero de los dedos (hallux) se dirige haciaatrás y tiene dos falanges, en tanto quelos otros tres lo hacen hacia delante yposeen tres (dedo II), cuatro (dedo III) y

cinco (dedo IV) falanges. Esta disposición varía en algunasespecies, como las rapaces nocturnas y las psitácidas, en lasque el dedo IV se dirige hacia atrás, funcionando como opo-sitor junto con el I (Rodríguez-Quirós et al., 2000).

HUESOS LARGOS DE LAS AVES

Como ya adelantamos en la introducción, los huesos delas aves presentan características anatómicas e histológicaspropias: corticales muy finas, amplios canales medulares, ungran metabolismo óseo, etc., hechos que condicionan losprocedimientos quirúrgicos a emplear. A diferencia de losmamíferos, en las aves existen dos tipos de huesos largos,medulares y neumáticos. Los primeros presentan una estruc-tura macroscópica y microscópica similar a la de los mamí-feros (Fawcett, 1987), que a modo de recordatorio resumi-mos a continuación. Los segundos son exclusivos de las aves,aunque existen también otros huesos que no son largos perosí neumatizados.

Huesos largos medulares

Están constituídos por una parte central o diáfisis, que esun cilindro de pared gruesa, formado por hueso compacto.

CAPÍTULO I ANATOMÍA ÓSEA

1188

TRAUMATOLOGÍA EN AVES

Fig. 12.— Tibiotarso (1), Tarsometatarso (2) y falanges del piederecho de un ánade friso (Anas strepera): dedos I(hallux), II, III y IV, con sus falanges respectivas (1ª,2ª, 3ª, 4ª y 5ª).

Fig. 11.— Fémur derecho (1) de unacigüeña (Ciconia ciconia); 2.Tibiotarso; 3. Peroné; 4.Ilion; 5. Isquion; 6. Agujeroilioisquiático.

Éste consiste en una matriz ósea minerali-zada dispuesta en laminillas, que aloja alas células óseas u osteocitos, y disponede un sistema de canalículos intercomuni-cados. Las laminillas de hueso compactose disponen, en su mayoría, de formaconcéntrica en torno a un canal vascular,constituyendo una unidad estructuralconocida como osteona o sistemas haver-sianos. Los canales que ocupan el centrode estos sistemas, son los canales haver-sianos, que contienen uno o dos vasossanguíneos (capilares, vénulas o inclusoarteriolas). Los denominados canales deVolkmann comunican estos canales haver-sianos entre sí, con la cavidad medular ycon la superficie. Los vasos sanguíneosdel endostio y del periostio comunicancon los de los sistemas haversianos, a tra-vés de los canales de Volkmann.

En el interior de la diáfisis se encuen-tra una cavidad medular ocupada por lamédula ósea, que es activa (médula ósearoja) en el embrión, formadora de célulasrojas sanguíneas, e inactiva en el adulto(médula ósea amarilla).

Los extremos de los huesos largos oepífisis están formados por tejido óseoesponjoso, cubierto por una corteza del-gada de hueso compacto. El huesoesponjoso lo constituyen una red de tra-béculas, separadas entre sí por espaciosque se comunican con la cavidad medu-lar de la diáfisis, y que carecen de vasossanguíneos, por lo que no hay sistemashaversianos como tales. Las células óseasaquí se nutren por difusión.

La zona entre la diáfisis y la epífisis esla metáfisis, formada por hueso esponjo-so, y que en el animal joven se corres-ponde con la placa epifisaria cartilagino-sa, zona de crecimiento del hueso.

Los huesos están revestidos externamente por tejido con-juntivo con capacidad osteogénica, el periostio, con excep-ción de aquellas zonas que poseen cartílago articular einserciones de tendones y ligamentos. En estas zonas, portanto, la cicatrización de las fracturas no se verá favorecida.El estado funcional del periostio y, por lo tanto, su constitu-ción microscópica, varían en función de la edad o la pre-sencia de lesiones en el hueso. Las células formadoras dehueso, los osteoblastos, están en reposo en condiciones nor-males en el adulto. La capa externa del periostio es acelulary posee vasos sanguíneos, que penetran en los canales deVolkmann y contribuyen así a fijar aquél al hueso subyacen-te. Desde el periostio también penetran hacia el hueso corti-cal, fibras de colágeno y elásticas.

El endostio es una fina capa celular que tapiza todas lascavidades del interior del hueso, incluídos los canales haver-sianos o los espacios medulares del hueso esponjoso. Poseetambién capacidad osteogénica.

Huesos largos neumáticos

Ya adelantamos en la introducción, cuáles eran los hue-sos que presentaban neumatización; las vértebras cervicales,por el saco aéreo cervical; vértebras torácicas, costillas yhúmero, por el saco aéreo interclavicular; fémur y sinsacro,por los sacos aéreos abdominales (Walsh, 1986; McMillan,1994; Romagnano y Love, 2000). La mayor parte de los hue-sos neumáticos no son huesos largos, sino que pertenecen alesqueleto axial. Los únicos huesos largos neumáticos son elhúmero (Schwarze, 1970; McKibben y Harrison, 1986;Orosz et al., 1992) cuyo grado de neumatización dependede la especie, y el fémur, el cual no siempre aparece neu-matizado (Sturkie, 1986). La característica de un hueso largoneumatizado es que posee un amplio canal medular, perocarecen de médula ósea activa o inactiva, estando atrave-sados por divertículos de los sacos aéreos (fig. 13). Durantela respiración, el aire penetra en el interior de estos divertí-culos, reduciendo su peso (Schwarze, 1970; McLelland,1992) contribuyendo además con el proceso de respiración.En el estudio realizado por West y colaboradores (1996),un corte transversal en la diáfisis del húmero de palomas pre-sentaba las siguientes capas, de fuera adentro:

CAPÍTULO I ANATOMÍA ÓSEA

1199

TRAUMATOLOGÍA EN AVES

• El periostio, compuesto de unacapa acelular de tejido conectivo fibro-so. Las pocas células observadas sonindiferenciadas, sin osteoblastos, ni oste-oclastos. Las arteriolas y vénulas seencuentran agrupadas en áreas deinserción muscular.

• La cortical, que consta principalmente de huesolaminar con pocas osteonas. Se aprecian láminas circula-res interna y externa, similar al hueso medular de los mamí-feros. Las osteonas primarias son raras y se originan ente-ramente desde la superficie endóstica. Hay pocas osteo-nas secundarias. Las superficies de resorción aparecen ennúmero moderado en el tercio interno de la cortical. Seidentifican escasos vasos dentro de las osteonas o en losespacios de resorción. En algunas de las muestras seobservaron osteoclastos en varios espacios de resorción.A diferencia de los huesos de los mamíferos, la cortical delhúmero de las palomas posee una escasa presencia desistemas de Havers. Asimismo, éstos se encontraban dis-puestos en un patrón circunferencial laminar, lo que puedeexplicar la naturaleza quebradiza de los mismos.

• El endostio del húmero de las palomas está compuestoprincipalmente por una capa delgada de tejido conectivo conun número escaso de células. La mayoría de éstas se encuen-tran indiferenciadas, con pocas o ninguna célula osteoespe-cializada. Además, hay pocos vasos endósticos, aunque seidentifican arteriolas y vénulas.

La vascularización de un hueso neumático es similar a lade un hueso medular, pero no hay evidencia directa de apor-te sanguíneo a la cortical ósea (West et al., 1996). Estosautores demuestran, en la paloma, que el húmero posee cir-culación sanguínea intramedular (al igual que los huesosmedulares) a partir de la arteria nutricial, la cual no se rami-fica en la diáfisis, como ocurre con el radio o el cúbito. Ade-más, el húmero carece de circulación perióstica a lo largo dela diáfisis.

CAPÍTULO I ANATOMÍA ÓSEA

2200

TRAUMATOLOGÍA EN AVES

Fig. 13.— Húmero neumatizado deuna gallina (Gallus gallus)mostrando la amplia cavi-dad medular, rellena por losdivertículos de los sacosaéreos. Adaptada de Königy Liebich (2001).

CAPÍTULO II VALORACIÓN PREQUIRÚRGICA DE LAS FRACTURAS

2211

TRAUMATOLOGÍA EN AVES

J. RODRÍGUEZ QUIRÓS, A. GARCÍA GRAMSER, P. LLORENS PENA

Unidad de Cirugía. Departamento de Patología Animal IIFacultad de Veterinaria. Universidad Complutense de Madrid

L objetivo de la traumatología es recuperar la funcionalidad normal de la extremidad afectada.Cuando trabajamos con aves, en algunos casos esto no es posible, puede no ser práctico eincluso a veces puede no ser necesario. En este capítulo se describe la realización del examenclínico del ave, el manejo preoperatorio de las fracturas y la valoración de una serie de factoresque van a determinar la elección del tratamiento y el pronóstico de la fractura. Estos factores son

el tipo de hueso afectado, la localización de la fractura en el hueso, el número de esquirlas óseas, la presen-cia de fracturas abiertas, la antigüedad de la fractura, la presencia de varios huesos fracturados al mismo tiem-po en el mismo animal y el grado de lesión de los tejidos blandos adyacentes.

VVALORACIÓNALORACIÓNPREQUIRÚRGICA DEPREQUIRÚRGICA DE

LAS FRACTURASLAS FRACTURAS

EEEE

CAPÍTULO II VALORACIÓN PREQUIRÚRGICA DE LAS FRACTURAS

2222

TRAUMATOLOGÍA EN AVES

INTRODUCCIÓN

L objetivo de la traumatologíaes recuperar la funcionalidadnormal de la extremidad afec-tada. En algunos casos estono es posible, puede no serpráctico e incluso a veces

puede no ser necesario.Cuando se nos presenta en la consulta

un ave con una fractura, surgen numerosascuestiones en cuanto al tratamiento quevamos a instaurar y al pronóstico. Uno delos aspectos más importantes que va adeterminar considerablemente la respuestaa estas dudas va a ser el tipo de ave queestamos tratando, o lo que es lo mismo, elnivel de funcionalidad esperado de la extre-midad afectada. Por lo general, en trauma-tología de aves nos vamos a encontrar dosgrandes grupos de animales.

Aves salvajes o silvestres

Este grupo de aves tiene unas exigen-cias concretas, que vienen determinadaspor la necesidad de devolverlas a suentorno natural (fig. 1). La resolución defracturas en este tipo de aves es uno delos mayores desafíos para el veterinario ypara los centros de recuperación, no sólopor la dificultad que encierra la propiafractura, sino también por el estado en elque ingresan muchas de estas aves trau-matizadas. Esto supone la integración demuchos conocimientos y experienciasobre manejo, instalaciones, tiempo dereposo, inmovilización y rehabilitación.

En general, cuando se trabaja conaves salvajes es necesario recuperar al100% la anatomía y la funcionalidad dela extremidad afectada para que el ani-

EEmal pueda ser liberado y sobrevivir en la naturaleza (Roush,1980; Redig, 1986; Levitt, 1989; Bennett y Kuzma, 1992;Howard y Redig, 1993; MacCoy, 1996; Bennett, 1997).

Como se verá mas adelante, en este grupo las fracturaslocalizadas en los huesos del ala tienen peor pronóstico quelas que afectan a las extremidades inferiores. Cuando se tratanfracturas en mamíferos, se puede aceptar una cojera leve enuna extremidad. Sin embargo, cuando se trabaja con aves sal-vajes, la fractura de un hueso del ala que no se resuelve satis-factoriamente, imposibilita al ave para la vida salvaje. Por ello,cualquier resultado que no permita recuperar al 100% la fun-cionalidad normal puede ser valorado como un fracaso (Ben-nett y Kuzma, 1992). Este mismo planteamiento también sepuede aplicar a las aves de cetrería y a las palomas de carre-ra o de exhibición (Roush, 1980; Levitt, 1989).

Otro aspecto que complica la rehabilitación de este tipode aves, es que la condición física de las mismas se deterio-ra rápidamente cuando permanecen en inactividad forzadasin un ejercicio vigoroso. Estos animales necesitan recuperarun alto nivel de rendimiento atlético después del traumatismoy antes de su liberación, para poder sobrevivir en libertad(MacCoy, 1992).

En determinadas ocasiones, algunas aves salvajes queingresan con lesiones que impiden su posterior liberación,pueden ser intervenidas para conseguir un nivel funcionalrazonable que permita su adaptación a la vida en un zoo-lógico, y/o la inclusión en programas de cría en cautividado de educación ambiental. Numerosos autores consideranque si no se consigue ninguno de estos objetivos se deberecomendar la eutanasia (Martin y Ritchie, 1994).

Aves en cautividad (aves de compañía, aves de exposición, aves de cetrería, aves de competición y las mantenidas como reproductoras)

Este grupo tiene unos requerimientos diferentes, pues ensu mayoría no necesita recuperar totalmente la funcionalidadde la extremidad afectada (Redig, 1986; Howard y Redig,1993; Bennett, 1997; Forbes, 1998). El pronóstico de lasfracturas en estas aves es generalmente excelente (Roush,1980; Levitt, 1989).

EE

CAPÍTULO II VALORACIÓN PREQUIRÚRGICA DE LAS FRACTURAS

2233

TRAUMATOLOGÍA EN AVES

Normalmente, el tratamiento depen-derá de los requerimientos del cliente, delas necesidades del ave y del medio enel que ésta vive. El cliente puede solicitarque se restaure íntegramente la funciónde la extremidad afectada o aceptarcualquier resultado que permita al avevivir confortablemente. Por lo general, lasaves de jaula no necesitan volar parasobrevivir, pero algunos propietariosdesean que el animal pueda seguir volan-do. En estos casos el ave podría lesionar-se en una caída si no se ha reducidocorrectamente una fractura. Es importanteinformar a los propietarios del pronósticode la fractura y los resultados esperados,

y si el ave presenta una fractura que tiene baja probabilidadde cicatrizar, habrá que discutir las posibles alternativas y lareducción anatómica final. Estas alternativas pueden incluir elacortamiento de la extremidad, la amputación e incluso laeutanasia, pues algunos propietarios no desean que susaves presenten lesiones desfigurantes (Howard y Redig,1993; MacCoy, 1996).

Cuando la fractura se localiza en una extremidad inferior,se debe valorar la posible presentación de pododermatitis enla extremidad contralateral antes de decidir el tratamiento quese va a instaurar. Existen aves que no son propensas a desa-rrollar pododermatitis, como por ejemplo las psitácidas, queemplean el pico como una herramienta en la deambulación, oalgunas aves paseriformes que son muy ligeras. En estas espe-cies se puede plantear la amputación como una técnica radi-cal en el tratamiento de determinadas patologías óseas (Ben-nett, 1997).

En este grupo se incluyen las aves de cetrería y las palo-mas de carrera o de exhibición cuyos planteamientos sonsimilares a los de las aves salvajes, en el sentido de la nece-sidad de recuperar la funcionalidad normal de la extremidadafectada (fig. 2).

Fig. 1. — Mochuelo (Athenea noctua). Esteanimal ha sido recogido en elcampo y presenta en el ingresouna fractura de tibiotarso. El obje-tivo principal en el tratamiento deeste tipo de aves es su liberación.

Fig. 2.— Ratonero puga-variegado (Buteo poecilochrous). Ani-mal con una fractura proximal de húmero inmoviliza-da temporalmente con un vendaje en ocho y al cuer-po. Se trata de un animal de cetrería, en la que larecuperación de la funcionalidad debe ser total.

CAPÍTULO II VALORACIÓN PREQUIRÚRGICA DE LAS FRACTURAS

2244

TRAUMATOLOGÍA EN AVES

EXAMEN CLÍNICO DEL AVE

Por lo general, los clientes llevan lasaves a la consulta en jaulas, en transporti-nes, en cajas de cartón, sujeto por pihue-las y sobre el puño, o sueltas e incontro-ladas. Sin embargo, en la sala de esperatodas las aves deber permanecer bajocontrol.

En primer lugar y antes de procederal examen del ave, se debe realizar unahistoria clínica completa, sobre todo si tra-bajamos con aves en cautividad:

• Especie, sexo y edad del ave.• Periodo de tiempo que hace que la

tiene el propietario. Saber si es una espe-cie salvaje que ha sido capturada o pro-cede de cría en cautividad. En este últimocaso se debe saber quién es el criador odónde se adquirió el animal.

• Dieta en cautividad.• Tipo de alojamiento.

En cuanto al proceso traumatológicou ortopédico propiamente dicho convie-ne saber:

• Extremidad afectada.• Causa del mismo: golpe, ataque de

un perro o gato, choque con un vehículo,etcétera.

• Si es un ave en cautividad que pre-senta cojera de la extremidad inferior, sedebe preguntar si la cojera es permanen-te o repentina.

Si es posible, se examinará al ave sininmovilizar. Esto es fácil en aves de cetreríao en loros domésticos. Se debe observar alave mientras está tranquila. En aves decetrería con lesiones en las alas que son lle-

vadas por el cetrero sobre su puño, se le pedirá que realice sua-ves rotaciones del puño con el objeto de desestabilizar al ave,observando la asimetría de los movimientos de las alas. Enocasiones, esta maniobra puede revelar lesiones menores delas extremidades inferiores al apreciarse una reducción en lahabilidad del ave por asirse con su garra al puño.

Posteriormente se procede a coger al animal con unatoalla o paño de campo. En este procedimiento se debetener cuidado en no agravar o producir nuevas lesiones enla extremidad afectada. Se tumba al ave en decúbito dorsalsobre la toalla o paño, y se emplean éstos para cubrir lacabeza del ave, e impedir que nos vea. Durante la explora-ción se examina la extremidad afectada y se compara conla extremidad normal.

Exploración física del ave

Para facilitar el examen en profundidad del ave se reco-mienda su anestesia general, pues facilita su manejo alencontrarse totalmente relajada. El examen de un ave cons-ciente sólo permite el diagnóstico de fracturas y luxacionesevidentes, pero existen otros procesos ortopédicos, comopor ejemplo los esguinces, cuyo diagnóstico es más compli-cado si el ave no está anestesiada. De igual forma, peque-ñas fracturas o fisuras y lesiones articulares sólo son diag-nosticables mediante la anestesia del ave.

Se empieza por la exploración de las alas con el animalposicionado en decúbito dorsal.

• Se tracciona de la punta de las plumas primarias decada ala, y suavemente y de forma simultánea se posicionanambas alas en total extensión. Se debe valorar las sensacionespercibidas durante la realización de esta maniobra y la simetríaexistente entre ambas alas.

• Se examina cada hueso y cada articulación de formaseparada, primero en un ala y después sobre la otra. Poste-riormente se repite explorando ambas alas al mismo tiempo.Las articulaciones de las alas suelen tener una gran laxitudcuando se flexionan, pero son incapaces de moverse dorso-ventralmente cuando se extienden.

• Se valora el patagio, para valorar la existencia de heri-das, tejido cicatricial, etc.

CAPÍTULO II VALORACIÓN PREQUIRÚRGICA DE LAS FRACTURAS

2255

TRAUMATOLOGÍA EN AVES

• Se examina la piel que cubre laparte ventral de las alas y el cuerpo,sobre todo a nivel de la axila. Se debevalorar cualquier costra o áreas en lasque exista exudado seco o fresco. Pararealizar el examen de la piel no se debencortar las plumas, sólo se desplumaránlas más pequeñas y se humedecerán lasgrandes con un poco de alcohol.

• El hueso expuesto durante muchotiempo y seco, tiene una apariencianegra. Se debe localizar la presencia decostras elevadas duras y puntiagudas,que serán irrigadas con suero salino paraablandar el área de examen. Hay quetener cuidado con los huesos neumáticos.En las rapaces el húmero y el fémur sonneumáticos, mientras que en los loros sóloel húmero es neumático, pues el fémurcontiene médula ósea.

La exploración de la extremidad pél-vica es similar:

• Se extienden ambas extremidadesjuntas traccionando del tercer dedo decada garra.

• Se examina cada hueso y cadaarticulación por separado. Primero seexamina una extremidad y luego la otrapara valorar la normalidad y, por último,se hace una exploración simultánea delas dos. Por lo general, es normal encon-trar un sorprendente grado de movilidadrotacional en las articulaciones de la rodi-lla y del tarso.

• Se evalúan los tendones flexores yextensores.

• Se valora la piel de toda la extre-midad.

A continuación se posiciona el ave endecúbito ventral.

• Se palpa la columna vertebral, especialmente la uniónvertebral a nivel del sinsacro. Si existe alguna duda, se hume-decen las plumas para valorar la presencia de hematomas oabrasión en este área.

• Se examina la piel.

Por último, y en casos complicados se pueden realizarpruebas de vuelo para intentar determinar la lesión que pre-senta el ave.

Examen radiológico

El examen radiológico es fundamental en el diagnósticode las fracturas o luxaciones, y siempre que exista una coje-ra o limitación funcional evidente y persistente. Se debenobtener radiografías de una buena calidad, con películas dealta definición. Si el ave presenta múltiples fracturas en diver-sas extremidades, o si el traumatismo puede haber afectadootras partes no detectables en un primer examen, se reco-mienda realizar radiografías del cuerpo entero: proyeccio-nes laterolateral y ventrodorsal. De esta manera obtendre-mos información del tórax y del abdomen.

La extremidad afectada se debe valorar mediante la rea-lización de dos proyecciones (tabla I). En ocasiones se rea-lizarán radiografías de la extremidad sana para comparar.Es fundamental el conocimiento de la anatomía normal de laespecie que estamos examinando, pues existen diferenciasanatómicas visibles radiológicamente entre las familias deaves e incluso entre géneros (Harcourt-Brown, 2001).

MANEJO PREOPERATORIO DELAS FRACTURAS

La presencia de una fractura se acompaña frecuente-mente de un trauma mayor, por lo que es necesaria la reali-zación de un examen físico exhaustivo para descartar la pre-sencia de otras lesiones. Posteriormente se realizará la esta-bilización del animal antes de plantear el posible tratamien-to de la fractura.

• Para estabilizar al ave se administrarán fluídos (por víaintravenosa o intraósea), corticosteroides, antibióticos de

amplio espectro y/o alimentación desoporte, con el fin de que la anestesia yla cirugía puedan realizarse con seguri-dad (Martin y Ritchie, 1994).

• Es conveniente además, si el ani-mal no está muy deprimido, proporcionaralgún antiinflamatorio o analgésico (tablaII), e incluso anestesiar al animal para

reducir el estrés y el dolor que supone la manipulación de laherida y de los fragmentos de la fractura.

La estabilización del paciente es un aspecto muy impor-tante. Por lo general, el animal que ha sufrido una fractura seencuentra en un estado fisiológico de estrés máximo. Aunquese aplique un tratamiento quirúrgico correcto, el ave puedemorir como resultado del estrés asociado con el daño inicialo con la terapia aplicada (Blass, 1987).

CAPÍTULO II VALORACIÓN PREQUIRÚRGICA DE LAS FRACTURAS

2266

TRAUMATOLOGÍA EN AVES

TABLA I Proyecciones empleadas en traumatología de aves

Hueso/Articulación Proyecciones

Alas Húmero, radio, cúbito y carpometacarpo Ventrodorsal y caudocraneal

Hombro, codo y carpo Ventrodorsal y caudocraneal

Extremidades inferiores Fémur, tibiotarso y tarsometatarso Craneocaudal y mediolateral

Cadera Ventrodorsal, laterolateral y

laterolateral oblicua

Rodilla, tarso Craneocaudal y mediolateral

Garras Dorsoplantar y mediolateral

Columna Columna Ventrodorsal y laterolateral

TABLA II Antiinflamatorios y analgésicos empleados en traumatología de aves

Fármaco Dosis

Antiinflamatorios Carprofeno 2-4 mg/kg cada 8-12 horas, IM

Meloxicam 0,1 mg/kg cada 24 horas, IM

Analgésicos Buprenorfina 0,01-0,05 mg/kg, IM

Butorfanol 2 mg/kg, cada 6-8 horas, IM

IM: Vía intramuscular

Una vez estabilizado el paciente, seprocede a explorar la fractura para valo-rar diversos aspectos que determinan engran medida el pronóstico de la misma:hueso fracturado, localización de la frac-tura, exposición de alguno de los frag-mentos, aspecto del hueso expuesto,número de esquirlas óseas y grado delesión de los tejidos blandos adyacentes.Es muy frecuente encontrarnos con fractu-ras abiertas, por lo que se llevará a caboel siguiente protocolo:

• Si la herida está muy sucia y conta-minada, en primer lugar habrá que retiraraquellos elementos extraños como restosde plumas, arena, sangre y restos de teji-do necrótico, mediante el lavado a pre-sión de la herida con suero estéril. En estepaso debemos ser cuidadosos a la horade lavar fragmentos óseos de huesos neu-máticos como el húmero y el fémur, por elriesgo de paso de líquido a los sacosaéreos.

• Una vez libre de suciedad visible yantes de poner ningún antimicrobiano localo sistémico, tomaremos una muestra para sucultivo microbiológico que permitirá instau-rar el tratamiento antibiótico adecuado.

• A continuación se realizará la curade la herida con lavados con suero Rin-ger Lactato, y una dilución de antibióticode amplio espectro como la oxitetracicli-na al 10%. Generalmente, en esta fase nose usan antisépticos iodados sobre elfoco de fractura, debido al riesgo dedesecación del hueso.

• Posteriormente, se cubre la zona conuna pomada antibiótica (por ejemplo, Der-misone Triantibiótica®) y un apósito estéril(p.ej., Tulgrasum Antibiótico®). No convieneaplicar pomadas con preparados enzimáti-

cos sobre huesos y tendones, ya que éstos podrían resultardañados.

• Se estabilizarán los fragmentos óseos mediante unvendaje de la extremidad afectada, y además se debe admi-nistrar un antibiótico de amplio espectro como la enrofloxa-cina (10 mg/kg cada 12 horas, vía intramuscular) hasta quese obtengan los resultados de la microbiología.

• Por último, se colocará al animal en una caja en unsitio tranquilo, oscuro y con una temperatura adecuada.

Numerosos autores que trabajan con aves salvajes, reco-miendan no realizar la cirugía antes de las primeras 24horas, salvo por causas determinadas. Un elevado porcen-taje de las aves salvajes mueren en las primeras 24 horasdebido a sus enfermedades, independientemente de queintervengamos o no. Además, una apresurada intervenciónquirúrgica puede ser causa del fallecimiento del ave y supo-ner una pérdida de tiempo para el veterinario (Harcourt-Brown, 2001).

VALORACIÓN DE LA FRACTURA

El éxito de la cicatrización ósea va a depender de la inte-gridad de la vascularización de la zona, la presencia de infec-ción, el desplazamiento existente entre los fragmentos y elgrado de movilidad del foco de fractura. En la valoración ini-cial de la fractura existen una serie de factores que van a deter-minar la elección del tratamiento y su pronóstico:

a) Tipo de hueso afectado.b) Localización de la fractura en el hueso.c) Número de esquirlas óseas.d) Presencia de fracturas abiertas.e) Antigüedad de la fractura.f) Presencia de varios huesos fracturados al mismo tiem-

po en el mismo animal.g) Grado de lesión de los tejidos blandos adyacentes.

Tipo de hueso afectado

En función del hueso afectado, e independientemente delas características de la fractura, habrá diferentes posibilida-des de tratamiento y pronóstico.

CAPÍTULO II VALORACIÓN PREQUIRÚRGICA DE LAS FRACTURAS

2277

TRAUMATOLOGÍA EN AVES

Fracturas localizadas en las alas

El ala es una estructura ligera, dise-ñada con una elevada precisión y capazde soportar la gran actividad necesariapara el vuelo. El pronóstico de una frac-tura localizada a este nivel es siempremuy reservado. La reparación de la frac-tura debe asegurar una cicatrización per-fecta, pero también una recuperaciónfuncional total, sino el ave se desequili-bra y no puede volar (Roush, 1980).Además, las fracturas mal reducidas pue-den afectar la capacidad del animalpara mantener el equilibrio y tambiénimpedir el cortejo o la cópula (Bennett yKuzma, 1992).

En las fracturas de las alas, las intensasfuerzas rotacionales ejercidas por los mús-culos y tendones pueden causar deformi-dades torsionales considerables. El alinea-miento axial puede ser excelente, perounos pocos grados de rotación o una insig-nificante malaunión, pueden determinar ladiferencia entre una cicatrización funcionaly una no funcional (Roush, 1980; Redig yRoush, 1978; Levitt, 1989). En términos decontrol aerodinámico, la porción distal delala es la parte más crítica. La existencia deunos pocos grados de malalineamientoaxial del húmero no impide que el avepueda volar bien, sin embargo, un malali-neamiento del ala distal excluye el vuelonormal (Redig y Roush, 1978).

Por otra parte, cuando se trabaja confracturas en las alas de aves salvajes, elhecho de recuperar la capacidad de vuelono garantiza la habilidad para sobrevivir enla naturaleza (Bennett y Kuzma, 1992). Porejemplo, en dos individuos con fracturas decoracoides tratadas de forma conservativa,el callo óseo exuberante formado impidió

el paso de porciones de alimento de gran tamaño a través delesófago. En una de las aves el problema se resolvió despuésde 2 años. La otra se liberó y su cadáver se encontró más tardecaquéctico (Redig y Roush, 1978).

Dentro del ala, el pronóstico de la fractura variará en fun-ción del hueso afectado:

• Las fracturas del húmero suelen ser abiertas, presentanun gran desplazamiento y muy frecuentemente se produce lasuperposición de los fragmentos debido a la fuerte masamuscular de los pectorales (fig. 3). Las fuerzas rotacionalesaplicadas por estos músculos pueden predisponer a que lasfracturas cicatricen con una mayor o menor deformaciónrotacional, lo cual puede perjudicar significativamente elvuelo (Bennett y Kuzma, 1992).

• Entre el radio y el cúbito existe un movimiento de desli-zamiento longitudinal. Si los fragmentos de radio y cúbito pre-sentan un gran desplazamiento, se producirá la cicatrizaciónde ambos huesos entre sí, dando lugar a una sinostosis. Estosupone una disminución de los movimientos de supinación ypronación de la porción distal de la extremidad, que podríaimpedir la capacidad de maniobrar en vuelo (Roush, 1980;Levitt, 1989; Bennett y Kuzma, 1992; Martin y Ritchie, 1994).

CAPÍTULO II VALORACIÓN PREQUIRÚRGICA DE LAS FRACTURAS

2288

TRAUMATOLOGÍA EN AVES

Fig. 3.— Cárabo (Strix aluco). Proyección ventrodorsal. Fractu-ra de la porción distal del húmero. Debido a la acciónde la musculatura insertada en el fragmento distal delhúmero éste se desplaza distalmente, llegándose asuperponer sobre el antebrazo.

• Las fracturas del carpometacarpo tie-nen un pronóstico peor que las de húmero,debido al escaso soporte de tejidos blan-dos. Las fracturas de este hueso normal-mente son abiertas, con afectación de lavascularización de la porción distal del ala(Redig y Roush, 1978; Redig, 1986a).

Fracturas localizadas en las extremidades inferiores

El tratamiento de las fracturas en lasextremidades inferiores es menos crítico queen las alas, pues una ligera pérdida de lafuncionalidad es menos grave para lamayoría de las especies (fig. 4) (Roush,

1980; Bennett y Kuzma, 1992). Se debe tener cuidado, pueslas reducciones que modifican el apoyo de una o de las dosextremidades pueden predisponer al ave al desarrollo depododermatitis o de artrosis (Redig, 1986). En aves salvajesque van a ser liberadas es aceptable un 20-30% de pérdidaen la funcionalidad de la extremidad inferior, siempre que la dis-función no afecte de forma importante la flexión o extensión dela garra o la sujeción de alimentos (Martin y Ritchie, 1994). Esteaspecto es importante en las aves de presa, pues necesitan susgarras para la aprehensión del alimento (Bennett y Kuzma,1992). En aves con un peso superior a 150 gramos no se debeplantear la amputación de la extremidad, pues se predisponea la presentación de pododermatitis en la extremidad contrala-teral (Forbes, 1998).

Dentro de las extremidades inferiores, el pronóstico tam-bién varía en función del hueso afectado. Las fracturas loca-lizadas en la porción proximal del hueso y que no afectan laarticulación, producen menos trastornos funcionales que lassituadas a nivel más distal (MacCoy, 1996). Las fracturas deltarsometatarso tienen un pronóstico reservado debido alescaso aporte vascular de la zona, y a que suelen ser abier-tas (Redig y Roush, 1978).

Independientemente de la localización, las fracturas queafectan a los huesos neumáticos (húmero y fémur) requierenun tratamiento inmediato, pues la cavidad medular de estoshuesos comunica con el sistema respiratorio y puede exten-derse la infección a estos órganos (Redig y Roush, 1978).

Localización de la fractura en el hueso

El pronóstico en cuanto a la recuperación de la fracturadepende de la localización de ésta dentro del hueso. Por logeneral, en un mismo hueso, son más fáciles de reducir lasfracturas diafisarias que las epifisarias (MacCoy, 1996).

Un elevado número de fracturas afectan a la articulación ose localizan próximas a la articulación (fig. 5) (Withrow, 1982;Levitt, 1989; Redig, 1987; MacCoy, 1996; Forbes, 1998). Enambos casos el pronóstico, en cuanto a la recuperación de lafunción, es pobre debido al daño potencial del cartílago arti-cular y de las estructuras de soporte periarticulares (McCart-ney, 1994; MacCoy, 1996). Por ello, a pesar del tratamientopuede quedar una disfunción articular como secuela. Esta alte-ración se debe a la formación de un callo exuberante que

CAPÍTULO II VALORACIÓN PREQUIRÚRGICA DE LAS FRACTURAS

2299

TRAUMATOLOGÍA EN AVES

Fig. 4. — Harris (Parabuteo uncinctus).Proyección mediolateral. Seaprecia fractura en la porciónmedia del tibiotarso. La línea defractura es transversa y no pre-senta esquirlas óseas.

alcanza la articulación, y/o a la presenciade adherencias de los ligamentos o tendo-nes al callo óseo.

Las fracturas de la porción media de ladiáfisis son más fáciles de estabilizar concoaptación externa, porque la longitud delos fragmentos proporciona una superficiede contacto mayor para los vendajes, ypuede obtenerse algún beneficio del ali-neamiento de los músculos adyacentes yde los cañones de las plumas (MacCoy,1992).

Número de esquirlas óseas

El éxito en el tratamiento de una frac-tura depende de la ausencia de esquir-

las óseas (Redig, 1987). Muchas fracturas presentan un ele-vado número de esquirlas, por lo que es más difícil conse-guir una buena reducción y estabilización de los fragmentos(figs. 6 y 7) (Withrow, 1982; Levitt, 1989; Forbes, 1998).

CAPÍTULO II VALORACIÓN PREQUIRÚRGICA DE LAS FRACTURAS

3300

TRAUMATOLOGÍA EN AVES

Fig. 5.— Cernícalo común (Falco tinnunculus). Proyecciónventrodorsal. Se aprecia fractura de la porción proxi-mal del húmero. La línea de fractura es transversa ycompromete a la tuberosidad deltoidea.

Fig. 6.— Aguilucho lagunero (Circus aerogi-nosus). Proyección ventrodorsal.Se aprecia fractura conminuta decúbito sin desplazamiento, graciasa que el radio está intacto. Seaprecia formación de callo óseoque engloba ambos fragmentos.

Fig. 7.— Gavilán (Accipiter nissus). Animal de cetrería que hasufrido un golpe. En la radiografía en proyección ven-trodorsal se aprecia fractura conminuta de cúbito y luxa-ción proximal de radio. Existe una gran inflamación delos tejidos blandos adyacentes.

Las fracturas conminuta se asocian aimportantes daños de los tejidos blan-dos adyacentes, siendo más probablela presentación de secuestros óseos ycomplicaciones en la cicatrización. Porlo general, la mayoría de las fracturascon un elevado número de esquirlasóseas no son reparables.

Las fracturas conminuta cicatrizanmejor cuanto menor sea la manipulaciónquirúrgica (Howard y Redig, 1993).

Presencia de fracturas abiertas

El pronóstico de una fractura serámejor si ésta es cerrada (fig. 8). Lasaves presentan frecuentemente fracturasabiertas y contaminadas. El pronósticoempeora cuanto mayor sea la exposi-ción de los fragmentos óseos. Por logeneral, fracturas abiertas con más demedio centímetro de exposición enambos fragmentos, y con más de 24horas de antigüedad no son resolubles.

Las fracturas cerradas son, por logeneral, transversas, y menos frecuente-mente conminuta u oblicuas. En cambio,la mayoría de las fracturas abiertas sonconminuta, seguidas a distancia por lasfracturas transversas (Howard y Redig,1993).

Las fracturas abiertas suelen presen-tar tejido óseo expuesto, desvasculari-zado, necrótico y/o infectado, y tienenun elevado riesgo de complicacionescomo osteomielitis secundarias (With-row, 1982; Levitt, 1989), secuestrosóseos (Blass, 1987), retrasos en la cica-trización (Levitt, 1989; Howard y Redig,1993) y no uniones (Roush, 1980).Además, en este tipo de fracturas seproduce un mayor daño de los tejidos

blandos adyacentes y del aporte vascular (Roush, 1980;Levitt, 1989).

Otro de los problemas que presentan las aves confracturas abiertas es el estado debilitado en el que seencuentran, lo que impide su tratamiento inmediato. Portodo lo expuesto, cuando nos encontramos ante una frac-tura abierta se puede proceder de diferentes maneras:

• Se puede intentar la cicatrización de la fractura,proporcionando estabilidad al foco de fractura y mante-niendo el aporte vascular (Withrow, 1982). En la reduc-ción se emplearán los fijadores externos hasta que se com-pruebe que los tejidos blandos y óseos son viables. Sedebe debridar y limpiar los fragmentos óseos lo más minu-ciosamente posible.

• En aves domésticas o que van a permanecer en cau-tividad se pueden plantear métodos radicales, como laamputación. En ocasiones esto se lleva a cabo a pesar dehaber establecido un tratamiento previo de las mismas condebridamiento quirúrgico y administración de antibióticoslocales y sistémicos.

• Cuando en el foco de fractura hay un fragmentodesvitalizado, éste se puede emplear como un autoinjertode cortical o como soporte estructural, aunque se puede

CAPÍTULO II VALORACIÓN PREQUIRÚRGICA DE LAS FRACTURAS

3311

TRAUMATOLOGÍA EN AVES

Fig. 8.— Búho real (Bubo bubo). Fractura proximal de radio ycúbito. Se aprecia el fragmento proximal del cúbitoexpuesto y con secreción purulenta.

producir un secuestro óseo. En el casode producirse, el secuestro se retirarádespués de producirse la unión ósea(Blass, 1987).

• Algunos autores recomiendan laeutanasia de aquellas aves que ingresancon este tipo de fracturas (Mullen et al.,1984; Howard y Redig, 1993; McCart-ney, 1994).

Las fracturas cerradas presentan unporcentaje de cicatrización más elevadoque las fracturas abiertas, e incluso cica-trizan más rápido (hasta 7 días antes).Esto se refleja en el porcentaje de anima-les liberados, que suele ser más elevadoen el grupo de aves con fracturas cerra-das, que en el de fracturas abiertas(Howard y Redig, 1993).

Antigüedad de la fractura

El pronóstico de la fractura será mejorcuanto más reciente sea la fractura. Elprincipal problema que nos encontramoses el desarrollo de fibrosis, que complicala reducción de la fractura (Redig, 1987).

Los cambios en el foco de fractura seproducen mucho más rápido en las avesque en los mamíferos. A los 4-5 días exis-te bastante dificultad para el abordaje yreducción de una fractura cerrada y a los9-10 días es prácticamente imposible.Además, si no ha sido inmovilizada, cuan-to más tiempo haya transcurrido, mayordaño habrá de los tejidos blandos adya-centes.

La antigüedad de la fractura sepuede valorar por el color y el aspectode los fragmentos óseos. En fracturasabiertas, el color grisáceo y el aspectoseco y desvitalizado del hueso, indica-rán que la fractura es antigua por la

necrosis ósea existente (fig. 9). Radiológicamente, la pre-sencia de reacción ósea y la pérdida de nitidez de loslímites de la fractura nos informa de la antigüedad de lafractura (fig. 10).

CAPÍTULO II VALORACIÓN PREQUIRÚRGICA DE LAS FRACTURAS

3322

TRAUMATOLOGÍA EN AVES

Fig. 9.— Aguila culebrera (Circaetus gallicus). Fragmentoproximal del húmero expuesto con amputación dela porción distal del ala. Destaca el aspecto seco ydesvitalizado del fragmento expuesto que confir-ma la necrosis ósea.

Fig. 10.— Búho real (Bubo bubo). Proyección ventrodorsal.Fractura antigua de cúbito en la que se apreciaformación de callo óseo alrededor del foco defractura.

Presencia de varios huesosfracturados al mismo tiempo

Aunque la mayoría de las aves tie-nen en el momento del ingreso unaúnica fractura, un porcentaje importantede animales presenta varios huesos frac-turados (Howard y Redig, 1993).Muchas aves salvajes sufren traumatis-mos severos (por ejemplo, choques con-tra un vehículo o disparos), que dancomo resultado fracturas en diferenteshuesos (fig. 11).

Cuando hay más de un hueso frac-turado, el pronóstico de recuperaciónfuncional se debe hacer en conjunto,por lo que será mucho más grave, yaque se dificulta el tratamiento y la reha-bilitación posterior (Redig, 1987). Sedeben valorar las posibilidades de recu-

peración de cada hueso fracturado por separado, y detodos ellos en conjunto.

Grado de lesión de lostejidos blandos adyacentes

El grado de lesión de los tejidos blandos es otroaspecto importante a la hora de determinar el tratamientoque va a recibir la fractura, y el potencial de recuperaciónde la función normal de la extremidad (fig. 12) (Redig,1987; Howard y Redig, 1993; Martin y Ritchie, 1994; For-bes, 1998). Las fracturas con múltiples esquirlas óseas conextremos agudos, pueden provocar daños a las estructu-ras vasculares y nerviosas próximas, y suelen provocarfracturas abiertas.

CAPÍTULO II VALORACIÓN PREQUIRÚRGICA DE LAS FRACTURAS

3333

TRAUMATOLOGÍA EN AVES

Fig. 11.— Sisón (Tetrax tetrax). Animal en decúbito ester-nal, incapaz de ponerse de pie debido a quepresenta fractura abierta de los dos tarsome-tatarsos. Se observa exposición de uno de losfragmentos óseos.

Fig. 12.— Búho chico (Asio otus). Ani-mal con fractura de radio ycúbito. Detalle de la porciónventral del ala, una vez pre-parada para la cirugía. Pre-senta un gran hematoma enla porción proximal del ante-brazo.

Es importante prestar atención a losvasos, nervios y unidades músculo-tendi-nosas de la zona lesionada. Se debevalorar:

• Falta de aporte vascular de laporción distal de la extremidad (fig. 13).

• Presencia de déficit neurológicos.• Existencia de dilaceración muscular

y pérdida de sustancia (Levitt, 1989;MacCoy, 1996; Harcourt-Brown, 2001).

Una lesión grave de los tejidos blan-dos puede limitar el aporte vascular enel foco de fractura, comprometiendo lacicatrización de la fractura e incremen-tando el riesgo de infección (Levitt,1989; MacCoy, 1996).

Por otra parte, las adherencias pro-ducidas durante la cicatrización entrelos tejidos blandos, pueden limitar direc-tamente el movimiento muscular y articu-lar (MacCoy, 1996).

PRONÓSTICO

EL porcentaje de éxito en el trata-miento de una fractura se puede incre-mentar considerablemente medianteuna buena selección de los casos, unamayor experiencia quirúrgica, unacorrecta administración de cuidadospostoperatorios y un periodo de recu-peración mayor.

En general, en el tratamiento de lasfracturas de aves se tiende a elegir lossistemas menos lesivos, siempre que

sean efectivos. Siempre se deben valorar las complicacio-nes de una reducción a foco abierto. Si las secuelas de untratamiento conservativo no son peores que las de un tra-tamiento quirúrgico y el nivel de función obtenido es simi-lar, puede que no esté justificada la cirugía (Redig,1986b; MacCoy, 1992; Howard y Redig, 1993). Por lotanto, el tratamiento quirúrgico sólo se instaurará cuandose esperen mejores resultados que con un tratamiento con-servativo.

En 1987, Redig realizó una clasificación sobre el pro-nóstico de las fracturas en cuanto a algunos de los facto-res descritos anteriormente (tabla III). En la actualidad,gracias al avance de la traumatología en aves, esta clasi-ficación no es del todo exacta; sobre todo para las frac-turas clasificadas en el primer apartado. Hoy se estánresolviendo con éxito fracturas localizadas en las cercaní-as de la tuberosidad deltoidea, fracturas periarticulares(Harcourt-Brown, 1996) y luxaciones de codo (Martin etal., 1993; Ackermann y Redig, 1997; Coles, 1997), quehasta hace relativamente poco no tenían tratamiento.

CAPÍTULO II VALORACIÓN PREQUIRÚRGICA DE LAS FRACTURAS

3344

TRAUMATOLOGÍA EN AVES

Fig. 13.— Lechuza común (Tyto alba). Edema de la porcióndistal del ala, que indica un compromiso de suvascularización.

CAPÍTULO II VALORACIÓN PREQUIRÚRGICA DE LAS FRACTURAS

3355

TRAUMATOLOGÍA EN AVES

TABLA III Pronóstico en función del tipo de fractura (Redig, 1987)

Pronóstico

Fracturas que no tienentratamiento posible

Fracturas que requierenun tratamiento inmediato

Fracturas que requierencierto nivel de experienciay una atención inmediatapara un manejo adecuado

Tipo de fractura

• Fractura localizada en la tuberosidad deltoidea (debido a

la dificultad de acceso del fragmento proximal).

• Fractura espiroidea conminuta de la porción distal del

húmero. El pronóstico se complica si además existe

exposición ósea.

• Fractura periarticular y/o luxación del codo. Por lo gene-

ral se desarrollan artrosis, y se pierde la capacidad de

vuelo.

• Fractura de cúbito y radio, muy proximal y antigua.

• Fractura conminuta de la porción proximal del cúbito y

luxación del radio.

• Fractura segmental, cuyos fragmentos no son viables y

degeneran en secuestros.

• Fractura de tarsometatarso (por cepos), con importante

lesión de tejidos blandos.

• Fractura simple de la porción media de la diáfisis del

húmero, sin esquirlas óseas y sin exposición.

• Fractura segmental y simple de la porción media de la

diáfisis del cúbito y radio.

• Fractura de la porción media de la diáfisis del carpome-

tacarpo.

• Fractura espiroidea de la porción media de la diáfisis del

fémur.

• Fractura simple de la porción media de la diáfisis del

tibiotarso.

• Fractura a nivel de la porción media de la tuberosidad

deltoidea, sin esquirlas óseas, ni daños de tejidos blan-

dos adyacentes.

• Fractura de coracoides.

• Determinadas fracturas de radio-cúbito con esquirlas

óseas, que requieren fijadores externos para el alinea-

miento de los fragmentos.

CAPÍTULO III VENDAJES EN AVES

3377

TRAUMATOLOGÍA EN AVES

J. RODRÍGUEZ QUIRÓS, J. BENITO DE LA VÍBORA

Unidad de Cirugía. Dpto. de Patología Animal IIFacultad de Veterinaria. Universidad Complutense de Madrid

N este capítulo se revisan los diferentes tipos de inmovilizaciones empleadas en el tratamiento noquirúrgico de las fracturas en aves. Se describen las indicaciones y técnicas de aplicación de lossiguientes vendajes: vendaje directo del ala sobre el cuerpo, vendaje del ala en ocho, vendajeen ocho y al cuerpo, vendaje del ala con dos vendas circulares, férula de Schroeder-Thomas,cabestrillo de Ehmer, vendaje de Robert-Jones, férulas de coaptación, férula de Spica, vendaje

en bola, vendajes interdigital y digital, plantillas anatómicas y zapatos ortopédicos. De todos ellos, los más uti-lizados son los vendajes en ocho y en ocho y al cuerpo para la inmovilización de las alas, y el vendaje deRobert-Jones y las férulas de coaptación para las extremidades inferiores. Las garras admiten diversos tipos devendajes en función de los fines buscados. Por último, se describen las complicaciones más frecuentes y los cui-dados que requieren estos procedimientos.

VENDAJES EN AVENDAJES EN AVESVES

EEEE

CAPÍTULO III VENDAJES EN AVES

3388

TRAUMATOLOGÍA EN AVES

INTRODUCCIÓN

A coaptación externa se haempleado para el tratamien-to de las fracturas en las avesdesde muy antiguo. La apli-cación de las inmovilizacio-nes en aves es bastante dife-

rente a la realizada en los mamíferos. Lahabilidad del veterinario clínico para lle-var a cabo su aplicación se ve limitadapor la presencia de plumas, la anatomíade las extremidades y la tendencia quetienen algunas especies por picarse(McCluggage, 1997).

La coaptación externa está recomen-dada en determinadas circunstancias: avesdemasiado pequeñas para llevar a caboun tratamiento quirúrgico; animales en losque la anestesia y/o la cirugía puedenponer en peligro su vida (por ejemplo, fallorenal, fallo hepático, enfermedad cardia-ca, traumatismos en la cabeza); en fractu-ras con un mínimo desplazamiento entrelos fragmentos óseos y sin afectación arti-cular; en fracturas conminuta severasdonde la reparación primaria es impracti-cable; en fracturas secundarias a unaenfermedad metabólica ósea, en las queel hueso no es capaz de soportar las téc-nicas de osteosíntesis; como método deemergencia para estabilizar las fracturashasta que la cirugía pueda ser realizada ocomo soporte adicional de las fracturasreparadas por otros métodos. Se puedeemplear como técnica de estabilizaciónprimaria, cuando se acepta una pérdidade función de la extremidad afectada(p.ej., en aves de jaula) (Martin y Ritchie,1994; Bennett, 1997).

Además de las indicaciones traumato-lógicas, los vendajes tienen otras funcio-nes de interés: reducen los espacios muer-

LLtos, la inflamación, el edema y las hemorragias al aplicarpresión sobre las heridas; inmovilizan la herida junto a lasfracturas adyacentes; protegen la herida de la contamina-ción externa, de la desecación y de los traumas adicionalespor abrasión o por automutilación; absorben exudados yayudan a debridar la superficie de las heridas (Degernes yRedig, 1993).

Los materiales utilizados para la realización de vendajesen aves deben ser blandos, flexibles y no muy adhesivos,para evitar el daño del plumaje. Entre los materiales usadosencontramos: vendas de gasa, vendas autoadherentes, algo-dón, esparadrapo hipoalérgico, esparadrapo normal, férulasy apósitos absorbentes y no adherentes (Degernes y Redig,1993; Degernes, 1994; MacCoy, 1996).

Cuando se aplica un vendaje, no se deben emplearapósitos o vendas de algodón en la confección de la pri-mera capa, porque se ha observado que en las aves, estosapósitos se adhieren a la herida cuando se dejan dos o tresdías, impidiendo la cicatrización. Por lo general, se empleanvendas de gasa ligeramente elásticas, ya que se adaptan ala anatomía del animal. Con este material se confecciona unalmohadillado blando y ajustado a la porción inmovilizada,sirviendo de base para la aplicación posterior de otros mate-riales. La función del almohadillado será compensar la infla-mación de los tejidos blandos lesionados y absorber los flui-dos y exudados, almohadillando e inmovilizando la herida.Por último, se cubre todo con un material que mantenga a lascapas anteriores en su sitio. Normalmente se emplea unacapa de material no fibroso (por ejemplo, esparadrapo hipo-alérgico o venda autoadherente), ya que cualquier fibra dela venda de gasa actúa como un cuerpo extraño, y cuandoel ave se acicala el plumaje, se estimula el picoteo sobre elvendaje para eliminarlo (sobre todo en psitácidas). Además,las fibras pueden enrollarse peligrosamente en diversas par-tes del cuerpo produciendo graves lesiones (Degernes yRedig, 1993; Martin y Ritchie, 1994; Bennett, 1997;McCluggage, 1997).

VENTAJAS E INCONVENIENTES

La inmovilización externa de las fracturas presenta unaserie de ventajas e inconvenientes frente a la reducción qui-

LL

CAPÍTULO III VENDAJES EN AVES

3399

TRAUMATOLOGÍA EN AVES

rúrgica de las mismas. Entre las ventajasdestacamos:

• No se altera el hematoma produci-do en el foco de fractura, que será el quese reorganice y forme el callo óseo.

• Se evita el traumatismo tisular, quesiempre conlleva el abordaje quirúrgico.

• El riesgo de infección es menor.• Esta técnica es más barata.

Los inconvenientes más importantes son:

• La reducción de la fractura esmenos precisa.

• Se limita drásticamente la utiliza-ción de la musculatura de la extremidadafectada y, por tanto, se produce su atro-fia por desuso.

• A menudo es bastante problemáticoproporcionar los cuidados adecuados alpaciente durante el periodo de resoluciónde la fractura. Por lo general, a mayor tiem-po de curación, mayor será el riesgo depresentación de complicaciones.

TIPOS DE VENDAJES

Los vendajes utilizados para la reduc-ción de las fracturas en aves pueden pro-porcionar una estabilización temporal opermanente.

• Los vendajes temporales son aque-llos que se aplican con el fin de que elave no se haga más daño y no empeoreel estado de la fractura hasta que se deci-da cuál es la mejor opción de tratamien-to. Estas inmovilizaciones se harán en elmomento en el que se recoge el ave paratransportarla a un centro de recuperación,cuando se retrasa la exploración del ani-

mal, o cuando no se sabe cómo vendar o inmovilizar deforma definitiva. El más sencillo es el vendaje directo del alasobre el cuerpo.

• Los vendajes definitivos son aquellos que por ellos mis-mos pueden resolver favorablemente una fractura sin necesi-dad de intervención quirúrgica. En numerosas ocasiones seaplican después de una cirugía en la que se han utilizadotécnicas de osteosíntesis, como complemento para conseguiruna mayor estabilización de la reducción. Entre las inmovili-zaciones definitivas encontramos: vendaje del ala en ocho,vendaje en ocho y al cuerpo, vendaje del ala con dos ven-das circulares, férula de Schroeder-Thomas, cabestrillo deEhmer, vendaje de Robert-Jones, férulas de coaptación, féru-la de Spica, vendaje en bola, vendajes interdigital y digital,plantillas anatómicas y zapatos ortopédicos.

Vendaje directo del ala al cuerpo

Se trata de un vendaje temporal, que sólo debe utilizar-se para evitar el empeoramiento de las fracturas durante eltransporte del ave o mientras se espera a realizar la explo-ración clínica. Nunca se empleará como tratamiento definiti-vo. Se lleva a cabo con venda autoadherente o incluso conesparadrapo hipoalérgico, en función del tamaño del ave.Consiste en vendar el ala afectada al cuerpo en posiciónfisiológica, pasando la venda alrededor del cuerpo, almismo tiempo que se engloba el ala afectada (fig. 1). Lainmovilización puede coger las dos alas o sólo la fracturada(Rodríguez Quirós et al., 1996).

Vendaje en “8”

Se trata de uno de los vendajes más utilizados en trau-matología de aves. Entre las indicaciones del mismo desta-camos:

• Tratamiento no quirúrgico de las fracturas de las falan-ges, del carpometacarpo y algunas de cúbito y de radio(sobre todo, si uno de los dos huesos está intacto) (fig. 2).

• Inmovilización de las luxaciones de codo y de carpo.• Inmovilización del ala después del tratamiento quirúr-

gico del cúbito, radio o carpometacarpo.

CAPÍTULO III VENDAJES EN AVES

4400

TRAUMATOLOGÍA EN AVES

• Inmovilización de las curas y pro-tección de una herida extensa o múltipleslesiones sobre los tejidos blandos del ala.

• Inmovilización del ala cuando seprocede a la colocación de una vía intra-ósea sobre la epífisis distal del cúbito(Redig, 1993; Degernes, 1994; Antinoff,1996; MacCoy, 1996; McCluggage,1997; Bennett, 1997).

Mediante este vendaje el ala se inmo-viliza flexionada en posición fisiológica,empleando las plumas primarias y secun-darias como férula. Su aplicación se realizaen dos fases. En la primera se emplea unavenda no adherente (normalmente vendade gasa) y en la segunda esparadrapohipoalérgico o una venda autoadherente.Todas las capas se van a aplicar descri-biendo una figura en "8" (fig. 3).

En primer lugar, se posiciona al ani-mal en decúbito lateral o esternal y se Fig. 1.— Esquema del vendaje directo del ala al cuerpo.

Fig. 2a.— Proyección ventrodorsal. Fractura abier-ta y conminuta de la porción distal de ladiáfisis del cúbito derecho. El radio per-manece intacto, por lo que se decideun vendaje en ocho.

Fig. 2b.— Radiografía control a los 21 días des-pués de un tratamiento conservativocon un vendaje en ocho.

Aguila calzada (Hieraetus pennatus)

CAPÍTULO III VENDAJES EN AVES

4411

TRAUMATOLOGÍA EN AVES

coloca el ala flexionada. A continua-ción, se comienza a vendar sobre elcarpometacarpo, sujetando con losdedos la venda de gasa a ese nivelpara evitar su deslizamiento (fig. 4A). Elvendaje se continúa por la cara lateraldel ala y se bordea el tercio medio delhúmero, cogiendo las plumas escapula-res (fig. 4B). Entonces se sigue por lacara ventral del ala y se sale bordean-do las falanges (fig. 4C), a la cara dor-sal, para entrar rodeando el tercio distaldel radio (fig. 4D), volviendo a salirsobre el carpometacarpo (fig. 4E). Unavez conseguida la figura en "8", reali-zaremos tantos ochos como sean nece-sarios. Por último, se protege la vendade gasa con una venda autoadherente.

En ningún momento se debe apretar,forzar o tensar el vendaje. Un vendajedemasiado apretado puede provocar uncompromiso vascular de la porción distaldel ala. Una vez aplicado, debemos ase-gurarnos de que:

• El propatagio queda libre, laxo ysin tensión al pasar el vendaje por encimade él.

• La relación entre las plumas prima-rias y las secundarias es fisiológica (porcomparación con el ala sana). Si las pri-marias salen ventralmente a las secunda-rias o están cruzadas, el vendaje estámuy apretado y se debe cambiar para noprovocar daño en las articulaciones.

• La articulación del carpo no debequedar flexionada con una excesiva ten-sión, permitiendo cierta “movilidad”.

• Al pasar el vendaje sobre el húme-ro lo hacemos realmente así y nunca pordebajo del codo, sobre las plumas tercia-rias (debemos palpar la articulación del

codo en el extremo del húmero) (Redig, 1993; Degernes,1994; Antinoff, 1996; Cooney y Mueller, 1994; MacCoy,1996; Van de Water, 1996; McCluggage, 1997; Bennett,1997).

En determinadas ocasiones este vendaje se cubre con unmaterial acrílico o pegamento, para evitar el picaje delmismo y su pérdida. Además, al endurecerse constituye unaférula rígida. Hay que tener cuidado con estos materialespues pueden ser tóxicos para los tejidos del ave (Riddle yHoolihan, 1993; McCluggage, 1997).

Fig. 3.— Detalle de un vendaje en ocho.

Fig. 4.— Esquema de la aplicación del vendaje en ocho.

Vendaje en “8” y al cuerpo

Es un vendaje complementario al des-crito anteriormente y sus indicaciones son:

• Tratamiento no quirúrgico de frac-turas de húmero, coracoides, escápula yclavícula (fig. 5).

• Inmovilización de luxaciones de laarticulación escapulohumeral.

• Postoperatorio de intervencionesquirúrgicas realizadas en el húmero ocoracoides.

Para llevar a cabo su aplicación, sesepara en primer lugar la porción medialy distal de ambos húmeros del cuerpo,aplicando la venda alrededor del cuer-po, pasando sobre la espalda y la quilla,y dejando ambas alas libres.

La venda de gasa se coloca alrededordel cuerpo dejando ambas alas libres, porlo que se separarán los dos húmeros delcuerpo. La venda debe situarse aproxima-damente sobre la porción media de la qui-lla. Se aplican dos capas de material dife-rente: el primero con venda de gasa y des-pués un segundo con venda autoadheren-te (fig. 6). Una vez colocado se vuelve avendar alrededor del cuerpo, sobre elmismo lugar, pero ahora cogiendo encada vuelta el ala afectada (sobre la queya se ha aplicado previamente un vendajeen "8"). Se debe dejar libre el ala no afec-tada. En esta segunda vuelta en la queabarcamos el ala se utiliza sólo un material(esparadrapo hipoalérgico o venda auto-adherente), de forma que al pasar sobre elcuerpo se adhiere sobre el mismo tipo dematerial que se empleó a este nivel (fig. 6).

Para evitar el deslizamiento caudal deeste vendaje, cuando se venda el ala al

cuerpo, en alguna de las vueltas se practicará un giro sobrela articulación del carpo, para posteriormente continuarsobre el cuerpo. De igual forma que en el vendaje en "8",nunca se aplica ganando tensión, simplemente se pasa porencima. Ha de quedar lo suficientemente flojo para que el

CAPÍTULO III VENDAJES EN AVES

4422

TRAUMATOLOGÍA EN AVES

Fig. 5.— Detalle de un vendaje en ocho y al cuerpo en un cer-nícalo primilla (Falco naumanni) con una fractura dehúmero.

Fig. 6.— Esquema de la aplicación del vendaje en “ocho” y alcuerpo (adaptado de Redig, 1986).

ave pueda respirar correctamente y nodebe obstruir el tracto gastrointestinal. Serevisará que una vez aplicado se puedanintroducir los dedos (o la mano entera sies un ave de gran porte) entre la quilla yel vendaje.

Durante la aplicación del vendaje lasextremidades se mantendrán extendidas,para evitar que éste las englobe en suporción caudal (Redig, 1993; Degernes,1994; Antinoff, 1996; Bennett, 1997;McCluggage, 1997).

Vendaje de las alas con dosvendas circulares alrededor del cuerpo

Está indicado en las siguientes situa-ciones:

• Fracturas de húmero y de la cinturaescapular.

• Fracturas del ala en aves demasia-do pequeñas, en las que es difícil llevar acabo técnicas quirúrgicas.

• Fracturas con mínimo desplaza-miento.

• Fracturas conminuta severas de laepífisis proximal o distal de los huesos delala. En esta situación, la función articularestá perdida y el ala puede colocarse enuna posición normal mientras se producela anquilosis.

Mediante este vendaje, las dos alas seinmovilizan, gracias a la colocación de dosvendas circulares paralelas alrededor delcuerpo del ave (fig. 7). Una venda circularse coloca a nivel del hombro englobandolos carpos y la otra a nivel del codo englo-bando las dos articulaciones. Las dos ven-das circulares se conectan entre sí median-te una tira de venda situada a lo largo de

la línea media dorsal del cuerpo, para prevenir el desplaza-miento. El ala normal puede incluirse en el vendaje o dejarsefuera para mantener el equilibrio del ave. Algunos autores apli-caban tres vendas circulares: una anterior al tórax, otra alrede-dor del abdomen y una tercera sobre la cola y la porción dis-tal de las alas (Bennett, 1997; MacCoy, 1996).

Férula de Schroeder-Thomas modificada

Este vendaje ha sido muy utilizado en traumatología depequeños animales. La modificación de esta férula realizadapor Redig para su uso en aves ha dado buenos resultadosen rapaces diurnas, con un peso superior a 150 gramos.Está indicada en el tratamiento de:

• Fracturas distales de tibiotarso y de tarsometatarso.• Inmovilización postquirúrgica de fracturas de tibiotar-

so tratadas quirúrgicamente, mediante un enclavijamientointramedular.

CAPÍTULO III VENDAJES EN AVES

4433

TRAUMATOLOGÍA EN AVES

Fig. 7.— Esquema de la aplicación del vendaje del ala con dosvendas circulares (adaptado de Bennett, 1997).

No se recomienda su uso en fracturasde fémur y de los dos tercios proximalesdel tibiotarso, pues la flexión extrema dela articulación de la cadera y el gran plie-gue inguinal hacen que la férula nopueda colocarse lo suficientemente proxi-mal como para inmovilizar las articulacio-nes de la rodilla y la cadera.

La férula de Schroeder-Thomas se ela-bora con un alambre bastante rígido uotro material metálico similar. Consiste enla realización de un anillo elíptico, que seprolonga distalmente en dos varillas (máso menos paralelas) que se unirán entre sípor debajo de la garra del ave una vezse proceda a su colocación. El anillo elíp-

tico debe ser del tamaño adecuado a la porción proximalde la extremidad, con objeto de conseguir la mayor adap-tación del mismo a la extremidad y al cuerpo del ave. Esteanillo se acolcha con esparadrapo, para proteger los tejidosblandos. Las varillas descendentes se angulan hacia el exte-rior unos 70º, por debajo de la anilla vertical, lo que le per-mite su separación del cuerpo (fig. 8-A). Estas varillas adop-tan la posición de la extremidad, que debe estar ligeramen-te flexionada a nivel de la articulación del tarso. La longitudtotal de la férula debe ser algo mayor que la de la extremi-dad en flexión y las garras extendidas (fig. 8-B). Una vezmoldeadas las varillas y adaptadas a la extremidad, se fijala extremidad previamente vendada a los bordes metálicosde la férula, con pequeñas porciones de esparadrapo (fig. 8-C). Finalmente se recubre totalmente la férula convenda autoadherente o esparadrapo (fig. 8-D).

CAPÍTULO III VENDAJES EN AVES

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TRAUMATOLOGÍA EN AVES

Fig. 8.— Esquema de la aplicación de una férula de Schroeder-Thomas (adaptado de Redig, 1986).

A B

DC

Al colocar la férula, se evitará lahiperextensión de la extremidad. Si laextremidad se encuentra demasiadoextendida, la férula puede ser demasia-do larga, provocando molestias al ani-mal y pérdida del equilibrio (Redig,1993; Degernes, 1994; Hess, 1994;Antinoff, 1996; MacCoy, 1996; Bennett,1997; McCluggage, 1997).

Cabestrillo de Ehmer modificado

Se emplea en el tratamiento de frac-turas de tibiotarso y tarsometatarso sindesplazamiento. El tibiotarso y el tarso-metatarso se vendan juntos usando unocomo soporte del otro hueso fracturado.Entonces la extremidad se venda al cuer-po con la venda lateral a la extremidad,sobre el sinsacro y alrededor del abdo-men (Bennett, 1997). Su gran inconve-niente es la limitación funcional que causaen determinadas aves.

Vendaje Robert-Jones modificado

Se puede emplear como un vendajetemporal. Su utilización está recomendadaen:

• Fracturas simples del tercio distaldel tibiotarso y del tarsometatarso.

• Traumatismos de la articulación deltarso.

• Postquirúrgico de las lesiones ante-riores (fig. 9).

• Inmovilizaciones realizadas en eltratamiento de lesiones de tejidos blan-dos localizadas en los dos tercios distalesde la extremidad.

Está contraindicado para fracturas delfémur o de los dos tercios proximales del

tibiotarso, así como en aves de más de 500 gramos. Serecomienda su empleo en aves jóvenes en las que la cicatri-zación se produce muy rápidamente.

Este vendaje consiste en la aplicación de un almohadi-llado abundante (p. ej., venda de gasa) y posteriormenteuna venda autoadherente. Cuando la fractura se localiza enel tarsometatarso se debería prolongar la inmovilización conun vendaje en bola para inmovilizar la garra. Los principalesinconvenientes son que el almohadillado puede provocar uncompromiso vascular y, además, la aplicación del vendajemanteniendo la extremidad en posición funcional es difícil(Redig, 1993; Degernes, 1994; Hess, 1994; Antinoff, 1996;MacCoy, 1996; Bennett, 1997; McCluggage, 1997).

Férulas de coaptación

Se trata de un vendaje que consta de un almohadillado(similar al vendaje de Robert-Jones), sobre el que se aplica unmolde de material rígido que cubre la porción afectada de laextremidad, manteniendo los extremos óseos de la fractura enuna posición reducida hasta que se produzca la cicatrización.

Las indicaciones de esta inmovilización son:

• Tratamiento no quirúrgico de fracturas de la porciónmedia y distal del tibiotarso, y de tarsometatarso.

• Inmovilización de la articulación del tarso.• Protección de los tejidos blandos del tibiotarso o tar-

sometatarso.• Inmovilización del tibiotarso después de un enclavija-

miento intramedular.

Entre los materiales empleados en la confección de lasférulas destacamos:

• Láminas de aluminio, que suelen tener una cara acol-chada.

• Vendajes ortopédicos termoplásticos (p.ej., Vet-lite©,Hexcelite©, etc.).

• Fibra de vidrio.• Plásticos. En aves pequeñas es frecuente la fabricación

de férulas con el plástico de las jeringuillas.• Madera (p.ej., depresores linguales).

CAPÍTULO III VENDAJES EN AVES

4455

TRAUMATOLOGÍA EN AVES

Todas estas férulas deben sobresalirligeramente sobre las articulaciones supe-rior e inferior del hueso afectado. La férulase coloca sobre la extremidad previamentealmohadillada y se fija al acolchado ante-rior directamente con esparadrapo hipoa-lérgico o venda autoadherente (fig. 10).

La extremidad se mantiene en posi-ción fisiológica o ligeramente extendida.Se debe revisar la presión aplicada conel esparadrapo a cada vuelta, para nocomprometer la vascularización de laporción distal de la extremidad (Redig,1993; Degernes, 1994; Hess, 1994; Anti-noff, 1996, MacCoy, 1996; Bennett,1997; McCluggage, 1997).

Férulas de Spica

Está indicada para:

• Tratamiento de fracturas del fémur, inmovilizando lacadera y la rodilla. Se debe tener en cuenta que este ven-daje no evita la superposición de los fragmentos del fémurpor la contracción muscular existente.

• Complemento postoperatorio al enclavijamiento intra-medular del fémur.

• Tratamiento de luxaciones coxofemorales.• Tratamiento de fracturas de tibiotarso, si la férula se

extiende distalmente en longitud hacia la articulación del tarso.

En primer lugar se procede a almohadillar la extremidadafectada y el cuerpo del ave a nivel del abdomen. El materialempleado como férula se moldea curvándolo sobre el dorsodel animal y hacia abajo de la extremidad hasta el nivel deltibiotarso o tarsometatarso, con la extremidad en un ángulo nor-

CAPÍTULO III VENDAJES EN AVES

4466

TRAUMATOLOGÍA EN AVES

Fig. 10.— Detalle de una férula de coapta-ción, antes de ser fijada convenda autoadherente al almoha-dillado previo.

Fig. 9.— Detalle de un vendaje Robert-Jones, utilizado en la inmovilizaciónpostquirúrgica de una fractura detibiotarso. Se realiza un almohadi-llado previo, sobre el que se aplicauna venda autoadherente.

mal de apoyo. Por último, la férula se fija alcuerpo con una venda autoadherente(Redig, 1993; Degernes, 1994; Hess,1994; Antinoff, 1996; MacCoy, 1996;Bennett, 1997; McCluggage, 1997).

Vendaje en bola

Este vendaje está indicado en:

• Fracturas de las falanges.• Complemento al tratamiento de los

clavos, como protección de las almohadi-llas plantares.

• Complemento a la terapia de heri-das producidas por cepos, cables, ani-llas, pihuelas, etc., en combinación conotros vendajes.

• Como medida de seguridaddurante las cirugías, para evitar lesionesdel personal durante la manipulación delanimal.

En primer lugar se coloca un paquetede gasas sobre la almohadilla plantar yse cierra la garra sobre ellas. A continua-ción, se aplica venda de gasa alrededorde los dedos (la venda pasa circular ylongitudinalmente sobre ellos), abarcan-do la porción distal del tarsometatarso.Por último, se cubre todo con esparadra-po hipoalérgico o venda autoadherente(fig. 11).

El animal debe ser capaz de perma-necer de pie sobre este vendaje. Losdedos se inmovilizan mejor si se les colo-ca en posición extendida. Se debe evitaraplicar una tensión excesiva alrededordel tarsometatarso, que produzca uncompromiso vascular. En ocasiones envez de emplear un paquete de gasas sehan utilizado pelotas de tenis o materiales

similares (Redig, 1993; Degernes, 1994; Hess, 1994; Anti-noff, 1996; MacCoy, 1996; Bennett, 1997; McCluggage,1997).

Vendajes interdigitales y digitales

Los vendajes interdigitales se emplean para la protec-ción de las almohadillas plantares y la sujeción de apósi-tos con pomadas, etc. (fig. 12). Para su ejecución se colo-

CAPÍTULO III VENDAJES EN AVES

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TRAUMATOLOGÍA EN AVES

Fig. 11.— Detalle de un vendaje en bola.

Fig. 12.— Detalle de un vendaje interdigital y digital, para eltratamiento de unos clavos en un halcón peregrino(Falco peregrinus).

ca un apósito sobre la herida y, a conti-nuación, se aplica venda de gasa quepermita la sujeción del apósito sobre laherida y al mismo tiempo haga de almo-hadillado. A continuación, se aplica unavenda de gasa pasando alrededor deltarsometatarso y alternativamente entrelos dedos. Por último, se cubre la vendade gasa con venda autoadherente(Degernes, 1994).

El vendaje interdigital puede exten-derse hacia alguno de los dedos paraprestar una protección adicional o trata-miento concreto de los mismos. En oca-siones el vendaje digital sólo inmovilizaun dedo (fig. 13). En este tipo de venda-jes se debe poner especial atención parano comprometer el aporte vascular poraplicar demasiada presión alrededor dela porción distal del tarsometatarso o enla base de los dedos. Además, no debehacerse demasiado grande, pues puedeimpedir al animal mantenerse de formanormal sobre la percha.

Plantillas anatómicas y zapatos ortopédicos

Las plantillas anatómicas se utilizanen:

• Tratamiento de fracturas de lasfalanges. Este vendaje consigue la inmo-vilización de los dedos, sin interferir en elequilibrio del animal, que se apoya nor-malmente sobre la plantilla.

• Tratamiento de clavos.

Las plantillas anatómicas se puedenelaborar con materiales muy diversos:cartón, madera, vendajes termoplásti-cos, resinas acrílicas, etc. En primer

lugar se toman las medidas de la planta del pie y se recor-tan sobre el material elegido para confeccionar la planti-lla. Una vez confeccionada ésta, se procede a la aplica-ción de un vendaje interdigital con prolongaciones digita-les de todos los dedos. La plantilla se fija a la extremidadmediante esparadrapo hipoalérgico o venda autoadhe-rente: cada brazo de la plantilla sobre su respectivo dedo,incorporando en la fijación la porción distal del tarsome-tatarso.

Los zapatos ortopédicos constituyen una alternativa alas plantillas anatómicas, pues presentan menos inconve-nientes que algunos de los vendajes descritos anterior-mente para la porción distal de las extremidades. Este ven-daje evita el cambio diario del mismo y facilita el manejode los animales. Los zapatos ortopédicos distribuyen elpeso a zonas sanas de la planta de la garra, eliminandola sobrecarga sufrida por la almohadilla metatarsasianacuando apoya el ave. De esta manera crean un espaciomuerto debajo de la lesión; facilitando al mismo tiempo laaireación y la administración de cuidados de la herida(fig. 14). Se deberían utilizar en:

• Cuidados postoperatorios en el tratamiento de lapododermatitis.

• Rotura de tendones en los dedos.

CAPÍTULO III VENDAJES EN AVES

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TRAUMATOLOGÍA EN AVES

Fig. 13.— Detalle de un vendaje digital, utilizado para el trata-miento de una herida plantar del dedo opositor deun búho real (Bubo bubo).

En la bibliografía podemos encontrarcitas de diferentes autores que han dise-ñado diversos tipos de zapatos ortopédi-cos (Remple y Remple, 1987; Hess,1993; Riddle y Hoolihan, 1993; Remple;1993).

COMPLICACIONES

Las complicaciones más frecuentesprovocadas por el mantenimiento prolon-gado de un vendaje son cierto grado deanquilosis articular, cambios en la anato-mía ósea, atrofia muscular por desuso dela extremidad y pérdida de las plumasimplicadas en el vuelo (Degernes, 1994).En aves, la formación de callo periósticoexcesivo puede resultar en adherenciasque suponen una pérdida de la funciona-lidad de la extremidad.

Los vendajes se monitorizarán almenos una vez a la semana para evitarcompromisos vasculares o neurológicos;abrasiones de los tejidos blandos; ensu-ciamiento; deslizamiento; inflamación enla parte distal de la extremidad o cual-quier otro problema que pueda significarel cambio del vendaje (Degernes, 1994;Bennett, 1997). El cambio de vendajesemanal se debe aprovechar para eva-luar la formación de callo óseo y llevar acabo el tratamiento adecuado de cual-quier anormalidad dermatológica quepueda desarrollarse debajo de las inmo-vilizaciones (Antinoff, 1996).

Los vendajes en ocho del ala sedeberían cambiar semanalmente. Las

complicaciones ocurren cuando los vendajes producencompresión del patagio. Por lo tanto, cada vez que el ven-daje es retirado y colocado de nuevo, el patagio debe serextendido y masajeado con nuestros dedos para ayudara mantener su elasticidad (Redig, 1993).

La garra se controla diariamente para valorar la pre-sencia de inflamación de alguno de los dedos. En oca-siones la presencia de ligeras inflamaciones de los dedosse pueden aliviar mediante la sección parcial del vendajeque recubre el dedo. Además, durante el control se debeneliminar los restos de alimentos o heces para disminuir losriesgos de infección (Remple y Remple, 1987).

Siempre que se aplica un vendaje sobre una fractura,ésta debe ser valorada una semana después de la prime-ra aplicación para comprobar la alineación adecuada ypara descartar el desarrollo de una fractura abierta a par-tir de una fractura cerrada inicialmente. Después del pri-mer examen, en ausencia de fracturas abiertas, el venda-je puede dejarse aplicado hasta dos semanas, controlan-do que el vendaje esté seco y no se haya desplazado(Antinoff, 1996).

CAPÍTULO III VENDAJES EN AVES

4499

TRAUMATOLOGÍA EN AVES

Fig. 14.— Detalle de un zapato ortopédico.

CAPÍTULO IV TÉCNICAS DE OSTEOSÍNTESIS EN AVES

5511

TRAUMATOLOGÍA EN AVES

J. RODRÍGUEZ QUIRÓS, J. RECUERO GIL, F. SAN ROMÁN ASCASO

Unidad Docente de Cirugía. Dpto. de Patología Animal IIFacultad de Veterinaria. Universidad Complutense de Madrid

L objetivo de este capítulo es describir las diferentes técnicas empleadas en la resolución quirúr-gica de las fracturas en aves. Entre ellas destacamos las agujas intramedulares, los cerclajes, losfijadores externos, las agujas de polipropileno intramedulares, las plazas de osteosíntesis, y lascombinaciones de una o más de estas técnicas. De todas, las más utilizadas son las agujas intra-medulares y los fijadores externos. Los fijadores externos estabilizan la fractura y cumplen la

mayoría de los principios que una técnica quirúrgica debe proporcionar en la reducción de la fractura. En trau-matología de aves se han descrito una gran variedad de formas de aplicación de los fijadores externos. En losúltimos años, es frecuente encontrar la combinación del enclavijamiento intramedular con los fijadores externos,consiguiendo que esta configuración sea mucho más resistente que cada uno de los procedimientos emplea-dos por separado, y además reduce la morbilidad asociada a la inmovilización de la extremidad, necesariaen otras técnicas.

TÉCNICAS DE TÉCNICAS DE OSTEOSÍNTESIS OSTEOSÍNTESIS

EN AEN AVESVES

EEEE

CAPÍTULO IV TÉCNICAS DE OSTEOSÍNTESIS EN AVES

5522

TRAUMATOLOGÍA EN AVES

INTRODUCCIÓN

OS mejores resultados encuanto a la cicatrizaciónósea y a la recuperación fun-cional de la extremidad seobtienen con la fijación inter-na de la fractura. Cuando se

decide intervenir una fractura debemostener en cuenta los principios que debecumplir la técnica seleccionada:

• Conseguir la alineación anatómicacon mantenimiento de la longitud originaldel hueso, del alineamiento axial y de laorientación rotacional de ambos frag-mentos.

• Proporcionar una estabilizaciónrígida con neutralización de las fuerzasde rotación, flexión, deslizamiento y com-presión que se producen en el foco defractura, y que hacen que éste sea inesta-ble. Cada fractura se caracteriza por pre-sentar unas fuerzas concretas:

– Fracturas transversas: rotación yflexión.

– Fracturas oblicuas y espiroideas:deslizamiento, rotación y flexión.

– Fracturas conminuta: compresión,deslizamiento, rotación y flexión.

• Mínima interferencia sobre la for-mación del callo óseo.

• Provocar el mínimo daño de los teji-dos blandos adyacentes.

• Permitir el apoyo y la carga depeso de la extremidad, facilitando unarápida recuperación de la funcionalidadde la extremidad y tolerando cierta movi-lidad y actividad de la misma sin lesionarotras partes del cuerpo.

• Ser resistentes a la pérdida (Martiny Ritchie, 1994; Piermattei y Flo, 1997;Redig, 1997).

LLLos inconvenientes de la fijación interna son:

• Necesidad de anestesiar al ave.• Experiencia quirúrgica mayor.• Traumatismo quirúrgico por la realización de un abor-

daje para acceder al foco de fractura, lo que incrementa elriesgo de presentación de complicaciones.

• Coste económico superior (Bennett, 1997).

Entre los procedimientos quirúrgicos empleados para laresolución de fracturas de huesos largos en aves encontra-mos el enclavijamiento intramedular, los cerclajes, los fijado-res externos, los clavos de polipropileno intramedulares, com-binados con cemento óseo de polimetilmetacrilato (PMM) ylas placas de osteosíntesis (Redig, 1986b; Redig, 1987;Martin y Ritchie, 1994; Bennett, 1997).

Las placas y los fijadores externos son los sistemas deosteosíntesis más estables. Las placas proporcionan un ali-neamiento anatómico con una estabilización rígida del focode fractura, no afectando la movilidad de las articulacionesadyacentes, lo cual permite un retorno temprano de la fun-cionalidad. En aves, esta técnica es relativamente cara, téc-nicamente difícil de implantar debido a las delgadas corti-cales de los huesos, y además requiere un equipo especiali-zado y un cirujano conocedor de la técnica. De momento, eluso de las placas de osteosíntesis se limita a grandes avescorredoras con corticales gruesas.

Los fijadores externos estabilizan la fractura y cumplen lamayoría de los requisitos indicados anteriormente. Este pro-cedimiento, junto con el enclavijamiento intramedular, son lastécnicas de osteosíntesis más empleadas en traumatologíade aves.

ENCLAVIJAMIENTO INTRAMEDULAR

A pesar de los inconvenientes que esta técnica puedetener, continúa siendo una de las utilizadas con mayor éxitoen traumatología de aves, barata y relativamente sencilla(Redig, 1986b; MacCoy, 1996; Bennett, 1997). En funcióndel tamaño del ave, se pueden emplear agujas de Kirschner,clavos de Steinmann, agujas hipodérmicas y agujas de sutu-ra rectas.

LL

CAPÍTULO IV TÉCNICAS DE OSTEOSÍNTESIS EN AVES

5533

TRAUMATOLOGÍA EN AVES

El enclavijamiento intramedular pro-porciona una alineación axial de losfragmentos, pero no ofrece estabilidadfrente a las fuerzas de rotación, de fle-xión, de deslizamiento laterales y angu-lares y de compresión de los fragmen-tos. Si durante el proceso de cicatriza-ción el foco de fractura no permaneceestable, se formará un gran callo óseo.Como suele ser difícil conseguir unainmovilización total del foco de fracturacon el empleo de una única aguja intra-medular, es necesario combinar estatécnica junto a una inmovilización exter-na. Otra opción consiste en la utiliza-ción de cerclajes o hemicerclajes en elfoco de fractura para conseguir unamayor estabilidad (Redig, 1986a;1987; Martin y Ritchie, 1994; Bennett,1997). También se puede proceder a lacolocación de 2-4 clavos intramedula-res para evitar las fuerzas de rotación,especialmente en el húmero y en elfémur (Bennett, 1997; Harcourt-Brown,2002).

Otro inconveniente que presentaesta técnica, es el daño que se puedeproducir en la articulación y estructurasperiarticulares durante la colocación dela aguja. Para prevenirlo se deben colo-car las agujas de forma que no entren osalgan a través de la articulación, y siesto se produce, se debe retirar lo antesposible para reducir el grado de lesión.

En general, el diámetro de la agujaintramedular debe ser la mitad o 2/3del diámetro de la cavidad medular,para no inhibir la formación de calloendóstico, ni producir fracturas yatrogé-nicas durante la colocación de la misma(Redig, 1987; Martin y Ritchie, 1994;Bennett, 1997).

Técnicas de aplicación

El enclavijamiento intramedular se puede realizar de dosformas: normógrada y retrógrada. En el enclavijamiento nor-mógrado, la aguja se introduce desde un punto externo delfragmento proximal (o distal) y se avanza en dirección a lalínea de fractura hasta llegar al fragmento distal (o proximal),sin abrir el foco de fractura. En el retrógrado, la aguja seinserta desde el foco de fractura, se conduce por la cavidadmedular, atraviesa la cortical del fragmento proximal (o dis-tal) y sale fuera de la piel, para posteriormente ser reintrodu-cido de nuevo hacia el fragmento distal (o proximal) una vezreducida la fractura (Hulse y Johnson, 1997) (fig. 1).

Método de aplicación

En las aves, el enclavijamiento intramedular tiene una téc-nica concreta en función de cada hueso:

• En las fracturas de coracoides, se aplica una aguja deforma retrógrada saliendo cerca de la articulación del hom-bro. Si la aguja es demasiado larga cuando se coloca,puede atravesar el esternón y accidentalmente el corazón.Se recomienda retirar la aguja intramedular una vez que seha producido la cicatrización ósea, para disminuir la pre-sentación de anquilosis del hombro.

Fig. 1.— Técnicas de enclavijamiento intramedular normógra-do (A) y retrógrado (B).

A B

CAPÍTULO IV TÉCNICAS DE OSTEOSÍNTESIS EN AVES

5544

TRAUMATOLOGÍA EN AVES

• En el húmero, se puede realizar unenclavijamiento retrógrado, en el que laaguja sale a nivel de la cresta pectoral (fig. 2). También podemos enclavijarlo nor-mógradamente, introduciendo la aguja através de la cresta pectoral o desde el epi-cóndilo medial de la epífisis distal, evitandoatravesar la articulación del codo.

• En el cúbito, el enclavijamiento selleva a cabo de forma normógrada desdeel fragmento proximal al distal. La aguja seintroduce en la curvatura proximal del cúbi-to, entre las inserciones de la segunda y ter-

cera plumas secundarias. En primer lugar se aplica perpendi-cularmente al hueso, abriendo un pequeño orificio en la corti-cal y, a continuación, la dirección de entrada de la aguja seangula, para facilitar su introducción a lo largo de la cavidadmedular del cúbito. Así se evita la articulación del codo y tam-poco se lesiona la articulación del carpo. Si se enclavija deforma retrógrada, debemos forzar la aguja a salir en dichopunto de curvatura característico del cúbito, para evitar dañarla articulación del codo.

• En el radio, la salida de la aguja se produce cerca dela articulación del carpo. Este enclavijamiento lesiona estaarticulación, pero no llega a ser tan grave como lo puedeser el daño a nivel de la articulación del codo.

Fig. 2a.— Fractura cerrada de laporción media de ladiáfisis del húmero. Lafractura es simple yoblicua.

Fig. 2b.— Radiografía postquirúr-gica: reducción median-te enclavijamiento intra-medular del húmero deforma retrógrada, conuna aguja de Kirschner.Durante el postoperato-rio el ala se inmovilizócon un vendaje en ochoy al cuerpo.

Fig. 2c.— Radiografía control alos 15 días una vezretirada la aguja y enla que se aprecia lafractura ya reducida.

Mochuelo (Athene noctua). Pollo, 98 gramos

CAPÍTULO IV TÉCNICAS DE OSTEOSÍNTESIS EN AVES

5555

TRAUMATOLOGÍA EN AVES

• Aunque el enclavijamiento intrame-dular se emplea en fracturas de carpo-metacarpo, no se recomienda su aplica-ción. En este hueso se puede usar deforma normógrada y retrógrada. La colo-cación normógrada se realiza a nivel delproceso extensor, teniendo mucho cuida-do de no comprometer la vascularizaciónde la porción distal del ala, pues entre losprocesos mayor y menor del carpometa-carpo se encuentra un vaso que irriga laporción distal del ala y que puede darlugar a necrosis si es dañado.

• En el fémur, la aguja se puede intro-ducir de forma retrógrada, saliendo por lafosa trocantérica, o de forma normógradaentrando por la fosa. También está descritala colocación normógrada desde el epi-cóndilo medial o lateral de la epífisis distal.

• En el tibiotarso, las agujas se apli-can de forma normógrada o retrógrada,entrando o saliendo a nivel de la articula-ción de la rodilla.

• En aves de tamaño medio y gran-de, se ha utilizado el enclavijamientoretrógrado del tarsometatarso saliendopor la articulación tarsiana. Por lo gene-ral, la mayoría de las fracturas de estehueso presentan menos complicaciones ycicatrizan mejor, empleando otros siste-mas (Martin y Ritchie, 1994; Bennett,1997; Olsen et al., 2000; Redig, 2001).

CERCLAJES

Normalmente se utilizan cerclajes deacero inoxidable, disponibles en diferen-tes diámetros. En aves pequeñas se pue-den emplear suturas reabsorbibles y sutu-ras de acero inoxidable (Bennett yKuzma, 1992). En cualquier caso, no esnecesaria su retirada.

Habitualmente se aplican en forma de cerclajes comple-tos. Consiste en crear un bucle que rodea 360º a la diáfisisdel hueso. Se utilizan sobre todo como complemento a lasagujas intramedulares, y bien colocados tienen varias fun-ciones: compresión de la línea de fractura, neutralización delas fuerzas de rotación, de flexión y de deslizamiento. Seemplean para estabilizar fracturas oblicuas o espiroideas(fig. 3), estabilizar fisuras y mantener las esquirlas óseas enaposición (en fracturas conminuta) (Redig, 1986a; Redig,1993; Bennett, 1997; Piermattei y Flo, 1997; Harcourt-Brown, 2002).

Otras formas de utilización en las aves son:

• Hemicerclajes. En este caso el cerclaje rodea uno delos fragmentos y la aguja intramedular, para evitar la rotaciónde ambos fragmentos.

• Cerclajes interfragmentarios en ocho. Proporcionancompresión en el foco de fractura.

• Bandas de tensión (Bennett, 1997; Harcourt-Brown,2002).

Los cerclajes no deben emplearse como método únicode reducción de las fracturas, pues no proporcionan estabili-dad frente a las fuerzas de flexión. En aves, de maneraexcepcional, se usan como sistema único para reducir losfragmentos en aquellos casos en los que la fractura seencuentra relativamente inmovilizada, como por ejemplo:

• En fracturas de cúbito y radio, para aproximar los frag-mentos muy desplazados de uno de los dos huesos, cuandoel otro está intacto, o cuando uno de los dos ha sido correc-tamente estabilizado mediante otra técnica.

• En fracturas de uno de los procesos del carpometa-carpo.

FIJADORES EXTERNOS

Los fijadores externos proporcionan una alineación anató-mica buena y una gran estabilidad frente a las fuerzas de rota-ción, flexión, deslizamiento y compresión de los fragmentos.Dan lugar a una rápida cicatrización de la fractura, con mínimaformación de callo óseo y no dañan estructuras articulares yperiarticulares. Además, pueden mantener la distancia y la lon-gitud del hueso incluso en fracturas conminuta. Permiten una

rápida recuperación de la movilidad de lasarticulaciones adyacentes, y en muchasocasiones no se necesita realizar un abor-daje quirúrgico para su aplicación (Bennett,1997; Martin y Ritchie, 1994).

La aplicación de los fijadores externosrequiere más experiencia y práctica queel enclavijamiento intramedular.

En función de los materiales utilizados,existe una gran variedad de fijadores exter-nos en traumatología de aves (tabla I). Enaves de tamaño medio y pequeño, el exce-sivo peso de los fijadores convencionalesempleados en la clínica de pequeños ani-males, se ha resuelto sustituyendo las barrasconectoras y los coaptadores por materia-les más ligeros, que engloban a las agujastransfixiantes previamente dobladas en sen-tido proximal y distal, respectivamente (figs.4 y 5). Además, estos materiales consiguenabaratar el coste del fijador (Redig, 1986a;Bennett, 1997).

Indicaciones

En las aves los fijadores externos sehan empleado con éxito para el trata-miento de diversas patologías traumatoló-gicas y ortopédicas:

• Fracturas (MacCoy, 1996; Meij ycol, 1996; Bennett, 1997; Coles, 1997;Redig, 1997).

• Luxaciones. Los fijadores se han uti-lizado para la estabilización de luxacio-nes del codo, de la rodilla y del tarso(Clipshman, 1991; Rosenthal y col, 1992;Martin et al., 1993; Meij et al., 1996;Ackermann y Redig, 1997; Coles, 1997).

• Osteotomías correctoras (Martin yRitchie, 1994; Meij et al., 1996; Bennett,1997).

• No uniones y retrasos en la cicatri-zación ósea (Lincoln, 1992).

CAPÍTULO IV TÉCNICAS DE OSTEOSÍNTESIS EN AVES

5566

TRAUMATOLOGÍA EN AVES

Fig. 3b.— Radiografía postquirúrgica: reducciónmediante el enclavijamiento intramedu-lar retrógrado del húmero con dos cla-vos y la colocación de 4 cerclajes deacero inoxidable sobre la línea de frac-tura. Durante el postoperatorio el ala seinmovilizó mediante un vendaje enocho y al cuerpo.

Fig. 3a.— Fractura cerrada, espiroidea y sinesquirlas de la porción distal de la diáfi-sis del húmero y fisura por impactaciónde la porción proximal de la diáfisis delcúbito, provocada por un perdigón.

Búho real (Bubo bubo). Adulto, 2,2 kg.

Principios de aplicación

Cuando se procede a aplicar un fija-dor externo, se recomienda el cumplimientode una serie de principios, para conseguiruna estabilización óptima de la fractura:

• Las agujas transfixiantes nuncadeben atravesar la línea de fractura.

• Las agujas se deben colocar por

orificios creados en la piel intacta, y no a través de la inci-sión quirúrgica o de una herida abierta.

• Se debe eludir la colocación de las agujas a través demasas musculares grandes, así como de otras estructurasimportantes.

• Se debe realizar una aplicación firme de las agujas,para evitar la creación de zonas débiles de anclaje que pro-voquen una pérdida posterior de las mismas.

• Las agujas se deben colocar en el punto de mayorseparación entre las corticales óseas.

CAPÍTULO IV TÉCNICAS DE OSTEOSÍNTESIS EN AVES

5577

TRAUMATOLOGÍA EN AVES

TABLA I Tipos de fijadores externos utilizados en aves, en función de los com-ponentes empleados

TIPOS DE FIJADORES

Barra conectora de acero inoxidable • Fijador externo de Kirschner-Ehmer.

• Fijador externo de Meynard.

Barra conectora de fibra de carbono

Fijadores bifásicos. Se sustituye la barra conectora y las

rótulas por un material que engloba todas las agujas transfi-

xiantes y estabiliza el fijador:

• Cemento óseo (PMM) (p.ej. Technovit©, etc.). Se aplica

como pasta directamente sobre las agujas dobladas o relle-

nando un tubo de plástico o un drenaje de Penrose previa-

mente atravesado por las agujas transfixiantes.

• Resina acrílicas dentales (p.ej. Unipol©, etc.)

• Vendajes ortopédicos termoplásticos (p.ej. Hexcelite©, Vet-

lite©, VTP©, etc.).

• Adhesivos de resina epoxy de fijación rápida (p.ej. Aral-

dit©, etc.). Se emplea en aves muy pequeñas.

• Vendas de fibra de vidrio.

• Pegamentos termoplásticos.

• Bandas de nylon.

Fijadores externos con barras conectoras ligeras Se emplean materiales duros, que son atravesados por las

agujas transfixiantes.

COMPONENTES

Agujas transfixiantes, rótulas ocoaptadores y barra conectora Son los fijadores clásicos empleados

en traumatología de pequeños anima-

les (perros y gatos).

Agujas transfixiantes y materialconector

• Independientemente del tipo deaguja empleada y de la configuraciónelegida, las agujas atravesarán las doscorticales del hueso.

• Las agujas pueden implantarseparalelas entre ellas y perpendicularmen-te con respecto al eje longitudinal delhueso, o bien se pueden insertar con cier-ta angulación con respecto al eje delhueso. Debido a que las aves presentanunas corticales muy finas, se recomiendala aplicación angulada de al menos unade las agujas de cada fragmento (sobretodo, en los fijadores unilaterales). Enaves, el ángulo recomendado entre lasagujas de cada fragmento varía entre losautores, pudiendo oscilar entre 35-55º.

• El número mínimo de agujas apli-cadas por fragmento debe ser de dos.

• El diámetro de las agujas debe adaptarse al paciente.Si el diámetro de las agujas es demasiado pequeño, éstasson muy flexibles y pueden permitir una movilidad excesivadel foco de fractura. Por el contrario, si el diámetro es exce-sivo se producirá un debilitamiento y una fractura del puntode anclaje. Se recomienda que no debe ser superior al 20%del diámetro del hueso.

• La disposición de las agujas que aporta mayor rigidez almontaje final se consigue mediante la aplicación de la agujamás proximal y de la más distal lo más alejadas posible delfoco de fractura, mientras que las agujas centrales deben situar-se lo más cerca posible del foco de fractura.

• La distancia entre la barra conectora y la piel debe serla adecuada, evitando que la primera contacte directamen-te con la piel (Martin y Ritchie, 1994; MacCoy, 1996; Ben-nett, 1997; Piermattei y Flo, 1997; Redig, 1997).

Actualmente el problema de la pérdida de anclaje de lasagujas transfixiantes en las aves se ha resuelto mediante la utili-zación de agujas parcialmente roscadas en un extremo(Howard y Redig, 1994; Bennett, 1997; Redig, 1997; Deger-nes et al., 1998). En el mercado encontramos disponibles agu-jas parcialmente roscadas, con rosca positiva y negativa para

CAPÍTULO IV TÉCNICAS DE OSTEOSÍNTESIS EN AVES

5588

TRAUMATOLOGÍA EN AVES

Fig. 5.— Detalle del material conector englobando todas lasagujas transfixiantes aplicadas en la reducción de unafractura de tibiotarso de un mochuelo (Athene noc-tua). Antes de aplicar este tipo de material conector,las agujas deben ser dobladas.

Fig. 4.— Vendaje ortopédico termoplásti-co utilizado para englobar todaslas agujas transfixiantes.

su utilización en veterinaria. Además de lasagujas roscadas en un extremo, encontra-mos agujas roscadas en el centro y agujastotalmente roscadas. Las agujas roscadasen su porción central se emplean sobretodo en mamíferos para configuracionestipo II (Piermattei y Flo, 1997). Las agujastotalmente roscadas han sido empleadasen aves en combinación con cemento óseo(PMM) en el tratamiento de fracturas dehúmero y fémur (Redig, 1997). En la actua-lidad, se comercializa un diseño especialde agujas roscadas, que presentan unaporción con rosca positiva y otra porcióncon una superficie áspera para permitir unmejor contacto con el material conector(Bennett, 1997).

Tipos de configuraciones

Una clasificación sencilla consistiríaen dividirlos en tres grupos:

• Tipo I o unilateral. Las agujas atra-viesan ambas corticales óseas, pero sólopenetran por un lado de la piel. La barraconectora se encuentra sólo en una carade la extremidad (fig. 6).

• Tipo II o bilateral. Las agujas atra-viesan ambas corticales y ambos ladosde la piel. En este caso se emplean dosbarras conectoras.

• Tipo III. Son una combinación entreel tipo I y el tipo II. Se coloca un fijadortipo II y un fijador tipo I formando unángulo de 90º con el anterior. De estamanera se crea una estructura tridimensio-nal (Martin y Ritchie, 1994; MacCoy,1996; Bennett, 1997; Olsen et al., 2000).

Los fijadores externos unilaterales(tipo I) se aplican en las fracturas dehúmero, cúbito, carpometacarpo y fémur,

y los bilaterales (tipo II) en tibiotarso y tarsometatarso (Redig,1986b; Bennett y Kuzma, 1992; Martin y Ritchie, 1994).

Configuración “tie-in”

Recientemente se está utilizando cada vez más la combi-nación de un fijador externo tipo I con una aguja intramedu-lar que se incluye en el material conector del primero (confi-guración “tie-in”). Esta técnica está indicada para el trata-miento de fracturas complejas. La combinación de ambas téc-nicas quirúrgicas estabiliza la fractura, es capaz de resistirtodas las fuerzas que actúan sobre el foco de fractura, y esmás resistente que cada una de las técnicas por separado.Entre las ventajas destacan el mantenimiento del alineamien-to axial, disminuye el riesgo de pérdida de la aguja y sumigración; así como la facilidad para aplicarla en fracturasabiertas, conminuta y con pérdida de tejido óseo. Además,permite la carga y utilización de la extremidad en el posto-peratorio inmediato (Redig, 2001) (fig. 7).

CLAVOS DE POLIPROPILENO Y CEMENTOÓSEO INTRAMEDULARES

Esta técnica consiste en la reducción de las fracturasmediante la colocación intramedular de un clavo de plásticode polipropileno y cemento óseo.

Los clavos de polipropileno son muy ligeros (hasta un 13%menos de peso que los de acero inoxidable), fácilmente mane-jables, esterilizables y baratos. Son biológicamente inertes y noes necesaria su retirada tras la cicatrización de la fractura.

Su empleo va a permitir disminuir la presentación dedeterminados problemas secundarios a la prolongada inmo-vilización, tales como la anquilosis articular o artritis, las con-tracturas de tejidos blandos y la atrofia muscular severa.Habrá un mínimo daño de los tejidos blandos, una mínimaformación de callo óseo y una rápida recuperación de lafuncionalidad de la extremidad.

Los principales inconvenientes del cemento óseo son lanecrosis térmica, la infección y la inhibición de la formación delcallo endóstico (Lind et al., 1989; Degernes et al., 1993; Mar-tin y Ritchie, 1994; Bennett, 1997). Además, no existen estudiosa largo plazo de cómo se comporta el complejo implante-

CAPÍTULO IV TÉCNICAS DE OSTEOSÍNTESIS EN AVES

5599

TRAUMATOLOGÍA EN AVES

hueso (Redig, 2001). Como medida en laactualidad se están empleando clavos deácido poliglicólico reabsorbibles (Harcourt-Brown, 2002).

Indicaciones

Aunque esta técnica se ha usado parafracturas diafisarias de cualquier hueso,está indicada principalmente para fracturasdiafisarias de húmero y fémur en aves gran-des con un peso superior a 500 gramos

(Redig, 2001). Este procedimiento se puede aplicar en fractu-ras próximas a las articulaciones siempre que exista un mínimode 1-2 cm de canal medular para poder llevar a cabo el pro-tocolo descrito a continuación. No está indicada en fracturasabiertas o conminutas, por la posibilidad de infección (Martiny Ritchie, 1994; Bennett, 1997).

Método de aplicación

La aplicación de los clavos intramedulares de plásticocombinados con cemento óseo requiere la realización deuna serie de pasos:

CAPÍTULO IV TÉCNICAS DE OSTEOSÍNTESIS EN AVES

6600

TRAUMATOLOGÍA EN AVES

Fig. 6a.— Fractura cerrada de la porciónmedia de la diáfisis del cúbitoy del radio. Las fracturas delradio y del cúbito son simplesy oblicuas, a diferente altura.

Fig. 6b.— Radiografía postquirúrgica: reducciónmediante un fijador externo tipo I y el encla-vijamiento intramedular del cúbito de formaretrógrada. La fractura del radio se redujomediante una aguja intramedular aplicadade forma retrógrada. El ala no se inmovilizóexternamente durante el postoperatorio.

Fig. 6c.— Radiografía control a los 22 días dondese ve el callo óseo formado; tanto en elradio, como en el cúbito.

Cigüeña común (Ciconia ciconia). Adulto, 2,5 kg.

Cárabo(Strix aluco). Adulto, 360 gramos

• Se aíslan los fragmentos de lafractura.

• Se limpia, lava y seca el canalmedular de ambos fragmentos, con unbastoncillo de algodón estéril.

• Se corta el clavo de polipropilenocon el diámetro adecuado al canalmedular (1/2-3/4 del diámetro medu-lar). A continuación, se practican múlti-ples cortes en ángulo agudo a lo largode toda la superficie del clavo, parapermitir el posterior anclaje del mismo

al cemento óseo. Además, se perfora en el centro y se lepasa un hilo de cerclaje de 30 G.

• Se prepara el cemento óseo, mezclando los dos com-ponentes del mismo.

• Inmediatamente se introduce cuidadosamente la mezclaen una jeringa. Se coloca el émbolo en ésta, y se inyecta elcemento óseo en el canal medular de los fragmentos proximaly distal, mediante el empleo de un catéter de 19 G o de unaaguja de 16 G.

• A continuación, se coloca el clavo de plástico por elsistema de lanzadera (fig. 8). El clavo se introduce en el frag-mento óseo más largo y se reduce la fractura. Luego se pro-

CAPÍTULO IV TÉCNICAS DE OSTEOSÍNTESIS EN AVES

6611

TRAUMATOLOGÍA EN AVES

Fig. 7c.— Radiografía a los 31 días, una vez reti-rado el material de osteosíntesis y en laque se ve la fractura ya reducida.

Fig. 7a.— Fractura cerrada de la porción proximalde la diáfisis del húmero. La línea de frac-tura es simple y oblicua. Se observa ade-más una fractura conminuta y sin despla-zamiento en el tercio proximal del cúbito.

Fig. 7b.— Radiografía postquirúrgica: reducción dela fractura del húmero mediante un fija-dor externo combinado con una agujaintramedular (configuración “tie-in”).Durante el postoperatorio, la extremidadse inmovilizó con un vendaje en ocho,para estabilizar la fractura de cúbito.

cede a tirar de los dos extremos del cer-claje, consiguiendo así que el clavo sedesplace al otro fragmento del huesofracturado. En la aplicación se debe con-firmar que existe la misma longitud declavo en cada fragmento de la fractura.

• Para conseguir una alineacióncorrecta, la fractura debe mantenersereducida y estable durante un mínimo de10 minutos mientras el cemento óseo seendurece.

• La reacción de polimerización delcemento es exotérmica, alcanzando tem-peraturas de más de 100°C. Por esto esnecesario irrigar con suero fisiológicopara disipar el calor producido (Lind etal., 1989; Degernes et al., 1993; Martiny Ritchie, 1994; Bennett, 1997).

Se debe tener cierta práctica en su apli-cación, pues una vez preparado el cemen-to, éste se endurece y el tiempo de manejoes limitado. Además, a pesar de irrigarpara disminuir el calor generado durante lareacción exotérmica del cemento, se pro-duce cierta necrosis ósea, que aunque noafecta significativamente a la formación delcallo, desaconseja esta técnica para resol-ver fracturas abiertas con exposición dehueso o fracturas muy contaminadas (Ben-nett y Kuzma, 1992). La formación de calloendóstico y el soporte vascular endósticodel foco de fractura pueden inhibirse con elempleo de cemento óseo (PMM), pero clí-nicamente la cicatrización ósea no se afec-ta aparentemente (Degernes et al., 1993;Bennett, 1997).

Una vez reducida la fractura se aplica-rá una inmovilización externa, aunquedurante un tiempo menor que otras técnicas(7-10 días), permaneciendo posteriormenteen jaulas durante 2-3 semanas (Lind et al.,1989).

Algunos clínicos han aplicado clavos de plástico intra-medulares de polipropileno sin cemento óseo, colocándoloscon el sistema de lanzadera. Son muy deficientes en pro-porcionar una adecuada estabilidad rotacional, incluso conel complemento de inmovilizaciones externas (Redig, 1986a;Redig, 1986b; Lind et al., 1989; Bennett y Kuzma, 1992).Igualmente se ha utilizado el cemento óseo (PMM) intrame-dular sin clavos de plástico (Bennett y Kuzma, 1992).

PLACAS DE OSTEOSÍNTESIS

Las placas de osteosíntesis proporcionan una estabiliza-ción rígida, evitando la formación de un gran callo óseo ylas adherencias que éste conlleva. El principal inconvenientepara su uso en aves es la delgadez de las corticales óseas,que dificulta la fijación de los tornillos. A pesar de esto, sehan utilizado en aves de gran tamaño, y recientemente seemplean placas semitubulares muy delgadas complementa-das con cemento óseo intramedular, así como con clavos depolipropileno, que incrementan el anclaje de los tornillos. Lasplacas se emplearán con tornillos de 1,5; 2,0 ó 2,7 mm dediámetro.

Otros inconvenientes son que se requiere una mayorpráctica, el material y el equipo son más caros, la exposicióny disección de los tejidos es mayor, y el tiempo de cirugía esmás largo.

CAPÍTULO IV TÉCNICAS DE OSTEOSÍNTESIS EN AVES

6622

TRAUMATOLOGÍA EN AVES

Fig. 8.— Técnica de lanzadera empleada para la colocación delos clavos intramedulares (adaptado de Redig, 1993).

La retirada de la placa se recomiendauna vez haya cicatrizado la fractura. Esteprocedimiento requiere la anestesia gene-ral y la realización de un nuevo abordajequirúrgico. En aquellos animales que novan a ser liberados, se pueden dejarmientras no provoquen problemas (Martiny Ritchie, 1994; Bennett, 1997).

TÉCNICAS DE OSTEOSÍNTESIS DE ELECCIÓNEN FUNCIÓN DE LA LOCALIZACIÓN DE LAFRACTURA

Las técnicas de osteosíntesis indicadas para la resoluciónde fracturas en cada hueso se describen en la tabla II (Mac-Coy, 1996; Redig, 1997; Olsen et al., 2000; Harcourt-Brown, 2002; Redig, 2001).

CAPÍTULO IV TÉCNICAS DE OSTEOSÍNTESIS EN AVES

6633

TRAUMATOLOGÍA EN AVES

TABLA II Relación de técnicas de osteosíntesis recomendadas en función de lalocalización de la fractura

LOCALIZACIÓN DE LA FRACTURA

Coracoides

Escápulo y clavícula

Proximal

Medial

Distal

TÉCNICAS DE OSTEOSÍNTESIS RECOMENDADAS

• Enclavijamiento intramedular (*).

• Coaptación externa: Vendaje en ocho y al cuerpo (en aves muy

pequeñas < 300 gramos) (*).

• Coaptación externa (vendaje en ocho y al cuerpo)(*).

• Limitación de movimientos en una caja pequeña (en aves muy

pequeñas).

• Aguja y cerclaje de compresión. En fracturas de clavícula de

aves grandes.

• Fijadores externos tipo I con aguja intramedular (*).

• Agujas intramedulares de acero inoxidable totalmente rosca-

das (colocadas en forma de lanzadera) y cemento óseo (PMM).

• Bandas de tensión (*).

• Coaptación externa (vendaje en ocho y al cuerpo, en aves muy

pequeñas).

• Enclavijamiento intramedular con un vendaje en ocho y al

cuerpo (*).

• Fijadores externos tipo I.

• Fijadores externos tipo I con aguja intramedular (*).

• Agujas intramedulares de acero inoxidable totalmente roscadas

(colocadas en forma de lanzadera) y cemento óseo (PMM).

• Fijadores transarticulares.

• Agujas cruzadas (*).

• Agujas intramedulares de acero inoxidable totalmente rosca-

das (colocadas en forma de lanzadera) y cemento óseo (PMM).

Húmero

CAPÍTULO IV TÉCNICAS DE OSTEOSÍNTESIS EN AVES

6644

TRAUMATOLOGÍA EN AVES

TABLA II Relación de técnicas de osteosíntesis recomendadas en función de lalocalización de la fractura (continuación)

TÉCNICAS DE OSTEOSÍNTESIS RECOMENDADAS

• Fijadores externos tipo I en el cúbito (*).

• Fijadores externos tipo I con aguja intramedular (*).

• Enclavijamiento intramedular de ambos huesos con vendaje en

ocho.

• Enclavijamiento del radio (*).

• Enclavijamiento del cúbito.

• Coaptación externa (vendaje en ocho). Siempre que uno de los

dos huesos no esté fracturado y los fragmentos del fracturado

se encuentren alineados.

• Enclavijamiento intramedular.

• Fijadores externos tipo I.

• Fijadores externos tipo I con aguja intramedular (*).

• Coaptación externa (vendaje en ocho) en aves muy pequeñas (*).

• Banda de tensión (*).

• Fijadores externos tipo I con aguja intramedular (*).

• Enclavijamiento intramedular (*).

• Agujas intramedulares de acero inoxidable totalmente roscadas

(colocadas en forma de lanzadera) y cemento óseo (PMM).

• Agujas cruzadas (*).

• Fijadores transarticulares.

• Fijadores externos tipo II (*).

• Fijadores externos tipo II con aguja de plástico intramedular (*).

• Fijadores externos tipo I con aguja intramedular (*).

• Enclavijamiento intramedular con férulas de coaptación.

• Agujas cruzadas.

• Fijadores transarticulares.

• Fijadores externos tipo II.

• Coaptación externa (*).

• Coaptación externa (vendaje en bola)(*).

LOCALIZACIÓN DE LA FRACTURA

Cúbito y radio

Carpometacarpo (proceso mayor)

Proximal

Medial

Distal

Medial

Distal

Fémur

Tibiotarso

Tarsometatarso

Falanges

(*): Técnicas de elección

CAPÍTULO V CLAVOS EN AVES

6655

TRAUMATOLOGÍA EN AVES

J. GRÍFOLS1, R. MOLINA1, F. MARTÍNEZ2

1Hospital Zoologic Badalona y Centre de Recuperació de Fauna Salvatge de Torreferrussa. Barcelona

2Centre de Recuperació de Fauna Salvatge de Vallcalent. Lleida

OS clavos constituyen una enfermedad de gran importancia en la medicina de aves cautivas.En este capítulo se detallarán las principales causas responsables de su presentación, la pato-genia de la enfermedad, la clasificación de los clavos, las técnicas de diagnóstico emplea-das y el tratamiento seguido en cada uno de los tipos de clavos. Los casos más sencillos pue-den curar espontáneamente, mientras que los casos graves pueden necesitar tratamiento médi-

co o incluso quirúrgico, bajo riesgo de que el problema se complique, se cronifique o se produzca la pér-dida de función de la extremidad, hecho que podría suponer la eutanasia del animal. Por último, se repa-sarán aquellos aspectos que deben ser indicados al propietario del ave, y que facilitarán la vigilancia y pre-vención de su presentación.

CLACLAVOS VOS EN AEN AVESVES

LLLL

CAPÍTULO V CLAVOS EN AVES

6666

TRAUMATOLOGÍA EN AVES

INTRODUCCIÓN

N la práctica de la cetreríacon aves rapaces, los “cla-vos” (“Bumblefoot” en inglés)representan cualquier proce-so inflamatorio de la plantadel pie de las citadas aves.

Los conocimientos referentes a las diferen-tes presentaciones y tratamientos de estadolencia están documentadas, inclusodesde la Edad Media, en tratados decetrería (López de Ayala, 1986).

El término “clavos” para denominar aesta patología se debe a que, histórica-mente, la lesión más comúnmente obser-vada era una costra oscura, similar a unclavo de zapatero. A la hora de estable-cer un término que designe con precisiónesta patología, algunos autores usan eltérmino pododermatitis como sinónimo declavos (Hudelson y Hudelson, 1995),mientras que otros restringen esta denomi-nación, exclusivamente para los procesosinflamatorios de la piel (Cooper, 1985).En el presente escrito emplearemos el tér-mino clavos para denominar, genérica-mente, a la inflamación del pie de lasaves con manifestaciones clínicas queabarcan desde el eritema de la piel hastalos procesos degenerativos que llegan acomprometer la viabilidad de la plantadel pie (fig. 1).

Los clavos son una enfermedad degran importancia en la medicina de avescautivas. Los casos más sencillos puedencurar espontáneamente, mientras que loscasos graves pueden necesitar tratamien-to médico o incluso quirúrgico, bajo ries-go de que el problema se complique, secronifique o se produzca la pérdida defunción de la extremidad –hecho quepodría suponer el sacrificio del animal–.

EEETIOPATOGENIA

Los clavos se han descrito en muchas especies de aves,pero tienen mayor importancia clínica en rapaces, anserifor-mes, pingüinos, aves zancudas, galliformes, psitaciformes ypaseriformes.

La etiopatogenia de esta enfermedad es compleja y toda-vía no ha sido completamente establecida. En un intento decomprender la secuencia de procesos patogénicos y estable-cer el tratamiento más eficaz, se ha comparado esta entidadcon otras similares descritas en medicina humana y veterinaria,como las úlceras de decúbito (Harcourt-Brown y Forbes,1996) y el granuloma bacteriano (Remple y Al-Ashbal, 1993).

Causas

La etiología de los clavos es multifactorial y con frecuen-cia coinciden varias causas que predisponen al desarrollode la enfermedad. Para una comprensión más sencilla delproceso, se clasifican las causas en los siguientes grupos:

Higiene deficiente de la instalación

Incrementa el riesgo de infecciones secundarias por con-taminación fecal, por flora del suelo, por putrefacción de res-tos de comida, por exceso de acumulación de heces... (fig. 2).

Factores que afectan a la circulación sanguínea del pie

• Posaderos inadecuados. Si el reparto del peso cor-poral no es regular en la superficie de apoyo del pie, se pro-duce compresión e isquemia de esta zona. Si la percha esdemasiado ancha y plana, las lesiones se localizan en lasalmohadillas digitales; en cambio, si la percha es demasia-do estrecha, el exceso de presión se concentra en las almo-hadillas metatarsales (fig. 3).

• Uñas sobrecrecidas. Son responsables de que el aveno apoye el pie normalmente, y pueden favorecer las auto-lesiones al cerrar las garras.

• Malnutrición. En aves rapaces, psitaciformes y paseri-formes, la deficiencia de vitamina A puede provocar hiper-

EE

CAPÍTULO V CLAVOS EN AVES

6677

TRAUMATOLOGÍA EN AVES

queratosis; si el epitelio plantar no se des-cama correctamente, este hecho puedeprovocar una isquemia por presión(Degernes, 1994).

• Inactividad. El ejercicio físico favo-rece la circulación sanguínea en la plantadel pie y mejora el retorno venoso. Lasaves que permanecen en reposo prolon-gado (por instalación inadecuada, faltade ejercicio o de entrenamiento, o porenfermedad) pueden sufrir isquemia porpresión, además de edema, secundariosa un empeoramiento del retorno venoso(Harcourt-Brown, 2000).

• Sobrepeso y obesidad. Ambosfavorecen la sobrecarga de las extremi-dades contra el posadero, provocandoisquemia y alteraciones vasculares en laplanta del pie.

• Las especies con una carga depeso del ala (peso soportado por unidadde superficie alar) elevada, como losgrandes halcones (peregrino, gerifalte osacre), tienen una mayor predisposición adesarrollar clavos.

• Enfermedad renal (Harcourt-Brown,2000). En aves con enfermedad renal cró-nica se producen cambios en la presiónsanguínea que repercuten indirectamenteen una menor perfusión de la extremidad.

• Congelación. Especies mantenidasfuera de su hábitat originario, en tempe-raturas ambientales bajas, pueden verseafectadas por diferentes grados de con-gelación de las extremidades posteriores(fig. 4).

Factores que causantraumatismos en lasextremidades

• Uñas excesivamente largas, pre-sencia de cuerpos extraños, aves suje-

tas por pihuelas, exceso de mobiliario en la instalación...(fig. 5).

• Defectos de la instalación: posaderos recubiertos conmateriales demasiado abrasivos (papel de lija, madera...) oexcesivamente lisos (no favorecen la descamación del epite-lio plantar), suelo duro (pavimento de cemento, asfalto,grava...), paredes y techo abrasivos o con elementos cortan-tes o punzantes, posaderos de diámetro inadecuado,

Fig. 1.— Clavo en la extremidad de una ave rapaz, con eritema,descamación de la extremidad y herida necrosante enla superficie plantar de la misma.

Fig. 2.— Infección y pérdida de las uñas en un halcón peregri-no (Falco peregrinus) por contaminación a partir deuna instalación excesivamente sucia.

CAPÍTULO V CLAVOS EN AVES

6688

TRAUMATOLOGÍA EN AVES

ausencia de baños o de zonas conaguas donde las aves acuáticas puedannadar, jaulas pequeñas en las que el aveno puede volar ni aterrizar de forma ade-cuada, ambiente estresante... (fig. 6).

• Temperamento del ave muy nervio-so: intenta huir constantemente, chocacon las paredes o el techo, salta delposadero al suelo continuamente...

• Mordeduras de otros animales, de presas (rata,ratón...), quemaduras, trampas...

Factores que reducen la inmunocompetencia del ave

• Deficiencias nutricionales: hipovitaminosis A (alteraciónde la barrera epitelial), hipovitaminosis E (reducción de laintegridad vascular), malnutrición proteico-energética (secun-

Fig. 3.— Eritema y heridas por un posadero excesi-vamente liso e inadecuado, en un loro ama-zónico.

Fig. 4.— Hiperqueratosis e inicio de clavo en la super-ficie plantar de la extremidad de un águila(fotografía cedida por Ricardo Brandao).

Fig. 5.— Inflamación de la extremidad y heridas en losdedos en un halcón peregrino (Falco peregri-nus), por enredarse con las pihuelas.

Fig. 6.— Clavos en una gaviota cautiva por pavimentoseco y excesivamente rugoso.

CAPÍTULO V CLAVOS EN AVES

6699

TRAUMATOLOGÍA EN AVES

daria a malnutrición, parasitación intesti-nal grave...).

• Enfermedades concomitantes: enfer-medad hepática, renal, pancreática...

• Estrés crónico: problemas relacio-nados con el manejo y las condicionesambientales (temperaturas extremas, ele-vada densidad de animales...).

PATOGENIA

La patogenia de los clavos es dinámi-ca y pasa por tres fases: una de inicia-ción, una de infección bacteriana y otrade respuesta inapropiada del huésped(Remple y Forbes, 2000).

Iniciación del proceso

Se caracteriza por una agresión localde la piel del pie, normalmente de laalmohadilla plantar o de las almohadillasdigitales, que comienza con una desapa-rición de la apariencia rugosa de lasescamas (la piel de esa región se vuelveaplanada y más fina), y evoluciona haciala formación de una costra. En las zonasque soportan un máximo peso se formanunas líneas rojas que corresponden histo-lógicamente con trombosis de pequeñosvasos sanguíneos y muerte de células epi-teliales. Esta fase inicial pasa muchasveces desapercibida con lo que el pro-ceso suele progresar y complicarse yaque los bordes epiteliales que rodean alclavo están debilitados y terminan porsepararse, permitiendo el paso de bacte-rias a la región subcutánea.

Instauración de la infección

La infección puede producirse pordos vías: inoculación directa de microor-

ganismos patógenos por punción de la piel, o bien por pér-dida de la cohesión normal en la estructura del epitelio (laprimera barrera contra la infección), que permite la entradade microorganismos a los tejidos subyacentes. Una vez seinstaura la infección, ésta evolucionará hacia un procesoinflamatorio o caseoso típico de los clavos, que se acompa-ñará de los signos clínicos habituales (pie caliente, hinchado,doloroso...). A partir de este punto, la enfermedad puedeprogresar de forma que llegue a afectar a estructuras muchomás internas (fascias, tendones, ligamentos, huesos...), resul-tando inevitable el tratamiento quirúrgico del proceso; oincluso provocando la pérdida de la extremidad y la imposi-bilidad de recuperación del animal. Como microorganismosaislados en cultivos de clavos, figuran diferentes especiesbacterianas del género Pseudomonas spp, Staphylococcusaureus (especie bacteriana más frecuentemente aislada enclavos de rapaces mantenidas en cautividad) (Riddle, 1981;Cooper, 1985; Remple y Remple, 1987; Remple, 1993; Lind-say Oaks, 1993), Staphylococcus. epidermidis, Clostridiumspp, Escherichia coli, Klebsiella spp, Proteus spp, Strepto-coccus faecalis, Serratia marcescens, Pasteurella multocida,Nocardia spp, Actinobacillus spp, Actinomyces spp y espe-cies fúngicas del género Aspergillus y Candida. La proce-dencia de dichos microorganismos puede ser fecal, medio-ambiental, o de la propia flora saprófita de la piel.

Respuesta inapropiada

Diversos estudios (Lindsay Oaks, 1993) demuestran queen clavos de aves, la respuesta inmunológica predominantefrente a una infección por S. aureus está mediada por macró-fagos. Esta respuesta provoca una destrucción tisular condeposición de fibrina, y la formación de granulomas que aís-lan a la bacteria de los mecanismos de defensa del organis-mo (inmunidad celular y humoral), así como de la acción delos agentes antimicrobianos. Satterfield y O’Rourke (1981)establecieron que podía existir una respuesta inmune inapro-piada o insuficiente en halcones con clavos, y con infecciónpor Staphylococcus. Posteriormente, otros autores (Remple yAl-Ashbal, 1993) han sugerido que como S. aureus no formaparte de la flora natural de las extremidades de las aves rapa-ces, la infección puede ser causada por serotipos humanos de

S. aureus patogénicos. El estudio histopa-tológico de la piel de los clavos en fasesiniciales pone de manifiesto reaccionesperivasculares que provocan cambios vas-culares obliterativos y, secundariamente,reducen el aporte sanguíneo al pie y la lle-gada de factores de defensa y de los anti-bióticos administrados por vía sistémica.Dichas lesiones sugieren que existe una res-puesta inmune inapropiada y reaccionesde hipersensibilidad de tipo III y tipo IVcontra antígenos bacterianos, que favore-ce la extensión de la infección a tejidossubyacentes. Como factor adicional, hayque tener en cuenta que la propia costrainicial ejerce presión, provocando isque-mia y movimiento de los tejidos blandoslesionados, hechos que dificultan aún másla cicatrización de las lesiones.

En estado salvaje las aves no estánexpuestas a la mayoría de causas dis-cutidas anteriormente: los animales rea-lizan ejercicio físico y la circulación san-guínea del pie es la adecuada, la dietaes equilibrada, el desgaste de uñas y ladescamación del epitelio plantar es lacorrecta y el animal puede elegir dóndeaterrizar y posarse. Es por esto que lapresencia de clavos en estas aves espoco frecuente, y normalmente essecundaria a traumatismos (trampas,cuerpos extraños), no siendo las bacte-rias aisladas mayoritariamente estafilo-cocos.

CLASIFICACIÓN DELOS CLAVOS

Diferentes autores (Halliwell, 1975;Cooper, 1978; Redig, 1987; Remple y Al-Ashbal, 1993; Degernes, 1994) han rea-lizado clasificaciones de los clavos que

establecen categorías que representan estadios diferentesde la evolución de la enfermedad y que se utilizan clínica-mente para emitir un pronóstico y decidir el tratamiento másindicado.

La clasificación de Halliwell se basa en la localizacióny extensión de las lesiones, mientras que la de Cooper damás importancia a los cambios degenerativos y a la cro-nicidad. A diferencia del resto de autores, Redig numeralas categorías de mayor a menor gravedad. Las clasifica-ciones de Remple y Degernes tienen una orientación emi-nentemente clínica; la clasificación de Remple se basa enla extensión y gravedad de la enfermedad, de forma quecada clase representa un estadio diferente de la misma.

Clase I

Sólo existe lesión del integumento sin infección de los teji-dos subyacentes. Se produce una desvitalización tempranade una área prominente plantar sin disrupción de la barreraepitelial. Hay dos subclases:

• Hiperemia, contusión o isquemia inicial (una zona páli-da con compromiso de perfusión capilar).

• Reacción hiperqueratótica (callo temprano) (fig. 7).

El pronóstico es favorable ya que no existe infecciónevidente. Suele responder al tratamiento conservador(masajes con alcohol alcanforado, pomadas antiinflama-torias, vendajes interdigitales acolchados protectores, pro-tección preventiva de la extremidad no afectada...).

Clase II

Existe inflamación leve e infección localizada de los teji-dos subyacentes subcutáneos en contacto directo con lasáreas desvitalizadas. Hay dos subclases:

• Heridas por “punción” (auto clavado de la propia uña,herida punzante perforante...).

• Necrosis isquémica del epitelio (con un callo o costrapenetrantes hacia el interior de los tejidos blandos de laextremidad).

CAPÍTULO V CLAVOS EN AVES

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TRAUMATOLOGÍA EN AVES

El pronóstico es favorable ya que la infección estálocalizada, los defectos epidérmicos son pequeños y laarquitectura de la planta del pie está intacta. Normalmen-te requiere la escisión quirúrgica de los tejidos afectadosy el tratamiento médico concomitante (fig. 8).

Clase III

Existe infección activa, hinchazón y dolor del pie sinafectación aparente de las estructuras subyacentes. Laslesiones principales son debidas a la infección. Según eltipo de lesión inflamatoria se diferencian tres subclases:

• Serosa (aguda): edema e hiperemia de lo tejidos.• Fibrótica (crónica): intento de encapsulación y confi-

namiento.• Caseosa: acumulación de restos necróticos (fig. 9).

El pronóstico es reservado ya que la infección está bieninstaurada y se han empezado a producir cambios estructu-rales del pie.

CAPÍTULO V CLAVOS EN AVES

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TRAUMATOLOGÍA EN AVES

Fig. 7.— Clavo tipo I con eritema,hiperemia y descamación dela piel (fotografía cedida porRicardo Brandao).

Fig. 8.— Clavo tipo II en una rapaz, porauto punción, con la uña deldedo opositor.

Fig. 9. — Clavo bilateral tipo III en una rapaz, con eritema,inflamación caseosa y necrótica en las zonas conheridas.

Clase IV

Infección establecida, con hinchazónimportante y afectación de estructurasvitales profundas (tenosinovitis, osteomie-litis y artritis séptica con exudado puru-lento). Para diferenciar las clases III y IVes necesario realizar radiografías y exa-men intraquirúrgico. La clase IV represen-ta un estadio crónico de la clase III,donde la extremidad conserva todavíasu función. Existen dos subclases: fibróti-ca y caseosa (figs. 10 y 11).

El pronóstico es grave debido a quela infección afecta a estructuras vitalesprofundas. Debido a la cronicidad de lainflamación los focos encapsulados

están protegidos contra la respuesta inmune y contra laacción de los antibióticos.

El tratamiento quirúrgico es difícil ya que el defectocutáneo es importante, la calidad de la piel es mala y hayestructuras profundas afectadas que pueden interferir conel debridamiento quirúrgico.

Clase V

Es una extensión de la clase IV con pérdida de funcióndel pie y deformaciones estructurales. Pueden existir necro-sis, osteomielitis, ruptura de tendones, anquilosis... El pro-nóstico es muy grave y debe considerarse la eutanasia delanimal afectado (figs. 12 y 13).

DIAGNÓSTICO

Examen físico

Inicialmente la enfermedad se caracteriza por una heri-da localizada en la piel de los dedos, cojinetes metatar-sales o en ambos sitios, que evoluciona con la formación

CAPÍTULO V CLAVOS EN AVES

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TRAUMATOLOGÍA EN AVES

Fig. 10.— Clavo bilateral tipo IV en una rapaz, con inflamacióny fibrosis de la planta del pie.

Fig. 11.— Clavo tipo IV en una rapaz, conafectación de estructuras inter-nas e infección caseosa de lazona afectada.

de costras, inflamación de la extremidade incluso infección de los tejidos subcutá-neos. La afectación puede ser unilateral obilateral y de diferentes partes de lasextremidades. A medida que progresa, lainflamación y la infección se extienden, yse observará que el animal no apoya lapata o adopta posturas anormales (paraevitar el dolor), y manifiesta signos ines-pecíficos de enfermedad (abatimiento,letargia, debilidad, anorexia, pérdida depeso, plumaje en mal estado...) (fig. 14).

Hematología

Halliwell (1975) y Lindsay Oaks(1993) observaron que cuando la infec-

ción se encuentra bien establecida (Clases III, IV y V) se pro-ducen incrementos en el recuento total de leucocitos. Sinembargo, en animales con clavos avanzados y fibrosis seproduce el encapsulamiento de la infección, y al haber unamenor estimulación antigénica, los recuentos de leucocitospueden estar dentro del rango de referencia.

Es aconsejable realizar análisis de sangre seriados paravalorar el estado general del animal (anemia) y evaluar lafunción hepática y renal.

CAPÍTULO V CLAVOS EN AVES

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TRAUMATOLOGÍA EN AVES

Fig. 12.— Clavo tipo V en una rapaz, conextensa herida abierta y exposi-ción y lesión de estructurasinternas articulares.

Fig. 13.— Clavo tipo V en una rapaz, con deformación deltarsometatarso y de varios dedos, afectando al nor-mal funcionamiento de la extremidad.

Fig. 14.— Postura para evitar el dolor provocado por un clavoen la extremidad de un ave rapaz.

Estudio radiológico

A ser posible con chasis de mamo-grafía para poder obtener imágenes demuy buena calidad que permitan valorarlas lesiones articulares, óseas y tendino-sas (fig. 15).

Microbiología

Para el aislamiento, identificación y anti-biograma de los microorganismos implica-dos. Debe realizarse previo a cualquier tra-tamiento, y posteriormente, para contrastarla evolución de la infección.

Histopatología

Permite valorar el grado de fibrosis,observar la presencia de microorganismosen las lesiones y valorar lesiones trombóti-cas y necróticas. Las extremidades afecta-das presentan evidencias de inflamacióngranulomatosa crónica. En las fases inicia-les se observa ulceración plantar con infil-trado mononuclear y evidencias de vasculi-tis perivascular necrotizante.

TRATAMIENTO

CONSIDERACIONES

• Favorecer el ejercicio y disminuirprogresivamente el peso del ave hasta lle-gar al peso medio de la especie, o alpeso de entrenamiento en el caso derapaces.

• Corregir los defectos de manejo yeliminar los factores estresantes: adecuaro cambiar los posaderos, ofrecer un sus-trato acolchado (capa de virutas demadera limpia de unos 20 cm).

• Administración de vitamina A (30,000 UI/kg, unaúnica dosis por vía intramuscular).

• Equilibrado y mejora de la dieta.• Si existe indicio de infección: terapia antibiótica por vía

sistémica. La elección del producto se realiza en base alresultado del cultivo microbiológico.

TRATAMIENTO CONSERVADOR

Clavos tipo I

Lavados de la extremidad con soluciones antisépticas(clorhexidina, povidona yodada...), cepillado de la plantadel pie para favorecer la descamación, aplicación tópica decremas hidratantes (con lanolina, antihemorroidales...), ven-daje acolchado de protección (vendaje interdigital suave,con venda y venda autoadherente).

Clavos tipo II

• En casos de inflamación de la extremidad se puedeemplear de manera tópica, durante las curas, alcohol alcan-forado, o también una solución compuesta por 1 gramo de

CAPÍTULO V CLAVOS EN AVES

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TRAUMATOLOGÍA EN AVES

Fig. 15.— Radiografía de la extremidad de una rapaz nocturnacon clavos, donde se observa la afectación de tejidosblandos y de una de las falanges, con una imagende lisis y reorganización ósea.

piperacilina, 4 mg de dexametasona ydimetilsulfóxido (Lab. Acofarma), hastaconseguir un volumen total de 10 ml. Estepreparado debe conservarse refrigeradopor un máximo de 7 días (Degernes et al.,1990).

• Si existen heridas abiertas, debenaplicarse pomadas y vendajes hidrocoloi-dales (Varihesive© apósito, gránulos opasta) o apósitos permeables a la hume-dad (Tegaderm©).

• Los vendajes a utilizar serán venda-jes digitales, interdigitales o en bola, oincluso plantillas (de espuma, corcho...)para reducir la presión sobre las lesionesy favorecer la circulación (figs. 16 y 17).

TRATAMIENTO QUIRÚRGICO

El tratamiento quirúrgico es considera-do de elección en ciertos casos de clavosde tipo II, y en los casos de clavos de tipoIII y IV (Cooper, 1980; Riddle, 1981; Rem-ple y Remple, 1987; Remple y Al-Ashbal,1993; Remple y Forbes, 2000). El objeti-vo de la cirugía es debridar la zona lesio-nada y eliminar el exudado inflamatorio,el tejido necrótico y fibroso, para mejorarla vascularización y eliminar los focos deliberación de antígenos bacterianos. Seconsigue, de esta forma, convertir unalesión necrótica en una zona fresca y vas-cularizada, capaz de cicatrizar por pri-mera o por segunda intención.

Cirugía y cierre por segunda intención (Redig, 1987)

Tras la eliminación del tejido necróticose aplican vendajes húmedos con gasasestériles y productos antisépticos, que secambian diariamente. Se pueden realizar

suturas parciales, pero la herida debe permanecer abiertapara permitir el drenaje. Los lavados diarios se efectúan consuero fisiológico estéril y povidona yodada o clorhexidinadiluidas, hasta que se observa una herida limpia y seca. Apartir de este momento las curas se realizan cada 2 días yse debrida quirúrgicamente para evitar el cierre prematuro

CAPÍTULO V CLAVOS EN AVES

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TRAUMATOLOGÍA EN AVES

Fig. 16.— Vendaje interdigital acolchado incluyendo el dedoopositor, interiormente realizado con venda, y exter-namente recubierto con vendaje autoadhesivo.

Fig. 17.— Imagen de un vendaje en bola para el tratamientode un clavo tipo II en una rapaz. Obsérvese el ven-daje interdigital de la otra extremidad, realizado deforma preventiva para evitar que por sobrecarga sedesarrolle otro clavo en la extremidad sana (fotogra-fía cedida por Ricardo Brandao).

de la herida. Cuando se observa que nohay indicios de infección ni de exudaciónse puede suturar la herida. El procesodescrito puede prolongarse durante 2 a 5semanas. Aproximadamente a los 7 díasdel cierre completo de la herida, se redu-ce el vendaje del pie a una sola capa devenda autoadhesiva simplemente paraproteger la piel. El animal debe mante-nerse sobre una superficie acolchada ymullida (espuma, toalla, empapador, etc.)para prevenir las recidivas (fig. 18).

En el caso de aves acuáticas (anseri-formes, pingüinos...) se recomienda mante-nerlas sobre un sustrato blando y húmedo(bayeta humedecida), que pueda cambiar-se y limpiarse regularmente. En cuanto laherida esté cerrada, debe proporcionarseun baño.

Cirugía y cierre por primera intención (Cooper, 1980; Riddle,1981; Remple y Al-Ashbal, 1993)

Antes de la intervención quirúrgicadebe cepillarse la región plantar para eli-minar el tejido hiperqueratótico que dificul-taría la cicatrización. A continuación, seevalúa el grosor y vascularización de lapiel para determinar la integridad de la pielcircundante y decidir la dirección y tamañode la incisión elíptica. Si existe una costra,se elimina después del lavado y cepilladoquirúrgicos. Se debe evitar el contacto conlas zonas próximas a la costra para evitar lacontaminación. Es aconsejable tomar mues-tras para cultivo microbiológico y biopsiapara valorar la gravedad de las lesiones. Laincisión debe realizarse alrededor deldefecto, asegurando que sea simétrica yperpendicular a la superficie de la piel, y enel cojinete plantar la incisión debe ser para-

lela las líneas de flexión del pie. Más tarde se elimina el tejidonecrótico evitando dañar estructuras vitales, y se irriga la heridacon soluciones de quimotripsina para favorecer el debrida-miento enzimático. Posteriormente se realizan lavados con solu-ciones que contengan antibióticos.

Cuando se cierre la herida debe intentarse conseguir laaposición perfecta con la mínima presión en la línea de sutu-ra. Se emplean suturas no absorbibles monofilamento y serealizan puntos simples alternados con puntos simples verti-cales para reforzar la línea de sutura. Los puntos simples per-miten aproximar los bordes de la herida y las suturas vertica-les provocan una ligera eversión. Finalmente se venda el piecon un material no adhesivo y evitando ejercer una presiónexcesiva que comprometa la vascularización (fig. 19).

La herida se revisa cada día y a los 14-21 días se retiranlas suturas simples (se permite una adaptación de la herida ala tensión que supone el apoyo) y las suturas verticales seextraen a los 21 días. El pie se mantiene vendado 7 días más.

Diferentes autores (Remple y Remple, 1987; Riddle y Hoo-lohan, 1993) han empleado con éxito plantillas moldeadascon Hexcelite®, resinas dentales, resinas de podología o deortopedia, o resinas epoxy aplicadas a vendajes cohesivos,que permiten reducir la presión sobre la planta del pie. En elcentro de la plantilla se practica un orificio a través del cualse realizan las curas de la herida plantar (fig. 20).

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TRAUMATOLOGÍA EN AVES

Fig. 18.— Lavados por irrigación de un clavo tratado quirúrgica-mente y que se deja cicatrizar por segunda intención.

Si bien es difícil comparar los trabajos de Riddle (1981)y Remple y Al-Ashbal (1993), el tratamiento quirúrgico declavos tipo II y III fue efectivo en un 94% y 86,4 (clase II) y81,6 % (clase III) de los casos, respectivamente.

Remple y Forbes (2000) han descrito un protocolo de tra-tamiento en el que, intraquirúrgicamente, colocan unas bolitasde cemento óseo impregnadas en antibiótico (asociaciones depiperacilina-rifampicina, pefloxacina-rifampicina, gentamicina-enrofloxacina o amoxicilina-piperacilina-clindamicina) que semantienen en el interior de la herida durante 7 a 10 días, y queposteriormente se retiran, y permiten la sutura y el cierre por pri-mera intención.

En caso de osteomielitis del hueso sesamoideo del dedo IIse debe realizar la escisión del mismo. Cuando exista osteo-mielitis severa de falanges (sin respuesta al tratamiento médico)se procederá a practicar la amputación del dedo afectado.No se debe olvidar que el dedo I es el más importante paralas aves rapaces, para la sujeción de la presa. En los casos enque existe infección de las vainas de los tendones flexores (Har-court-Brown, 2000), se realiza limpieza quirúrgica y, duranteuna semana, se irrigan con suero fisiológico y antibióticos (lin-comicina, metronidazol, tobramicina...). Para separar los tendo-nes se emplea una pinza mosquito y se coloca una cánula deldiámetro apropiado. En caso de que se produzca una pérdidaimportante en la funcionalidad de la extremidad, debe valorar-se la eutanasia del animal.

Una complicación frecuente en lapráctica clínica, es el seguimiento de losanimales cuando vuelven con sus propieta-rios y son sometidos a las mismas condi-ciones de mantenimiento que, posiblemen-te, provocaron el desarrollo de la afecciónpodal, dificultando esclarecer si las recaí-das que se producen son por recurrenciade la infección original, o como conse-cuencia de una nueva infección (fig. 21).

La vacunación con toxoide de Staphy-lococcus aureus y la inmunomodulacióncon levamisol y BCG ha sido empleadacomo terapia de apoyo y provoca unareducción del daño tisular asociado a lainfección (Satterfield y O´Rourke, 1981).Sin embargo, en un estudio posterior (Lind-say Oaks, 1993) no se observaron diferen-cias entre el grupo de animales tratados

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TRAUMATOLOGÍA EN AVES

Fig. 19.— Cierre por primera intención tras tratamiento quirúr-gico de unos clavos bilaterales en un ave rapaz.

Fig. 20.— Utilización de una plantillaacolchada perforada parael tratamiento continuadode un clavo en un cernícalovulgar (Falco tinnunculus).

con inmunomoduladores y vacunados res-pecto a los no tratados.

PREVENCIÓN

El conocimiento de esta patología, asícomo de todas las causas y factores impli-cados en su presentación clínica, y laeducación del propietario del ave entodos estos aspectos, son las herramien-tas fundamentales para la vigilancia y pre-vención de su presentación.

Se recomienda valorar regularmenteel estado de salud del ave y de las extre-midades posteriores, para examinar lasmarcas de desgaste de las almohadillametatarsal y digitales, y la longitud de lasuñas. Al menor indicio de clavos debe ini-ciarse el tratamiento.

Se aconseja también establecer una serie de protocolos yrutinas que favorezcan la no presentación de esta patología:

• Limpiar con un cepillo de dientes las extremidades delave, de manera regular.

• Favorecer el ejercicio.• Diseñar las instalaciones de forma que se reduzca el

riesgo de traumatismos:– Las dimensiones de la jaula deben permitir que el ave

pueda volar.– Evitar salientes punzantes, paredes abrasivas o un

suelo duro.– Ofrecer posaderos adecuados: tamaño, forma y textu-

ra. Utilizar la percha adecuada para cada especie. En hal-cones da buen resultado utilizar el césped artificial o elAstroturf© sobre una percha plana. En el resto de especies seaconseja el uso de cuerda de sisal para forrar la madera dela percha (fig. 22).

– Las ramas de árboles y las barras de madera lisa noestán recomendadas.

• Limpieza e higiene estricta y regular de las instalacio-nes, asegurando la retirada de los excrementos y restos dealimento.

• Establecer una dieta equilibrada, variada, ajustada altipo de ave y a la situación de mantenimiento en cautividad.

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TRAUMATOLOGÍA EN AVES

Fig. 21.— Complicación y recaída de unclavo en una rapaz, con infec-ción interna en la extremidad,que provoca engrosamiento ydeformación del dedo IV.

Fig. 22.— Posadero recubierto de cuerda de sisal para facilitar larecuperación de una rapaz con un clavo deformantedel dedo opositor de una de las extremidades.

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