Trabajo Evangelii Gaudium Conversión Pastoral

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LA CONVERSIÓN PASTORAL (DESDE SU ORIGEN HASTA LOS PRESUPUESTOS PARA LA EVANGELII GAUDIUM) 1.- Introducción. ¿Qué entendemos por conversión pastoral? será la pregunta a responder en este presente capítulo. Indudablemente la respuesta no es fácil de formular. Los Obispos argentinos invitaron a llevar adelante la “conversión pastoral” propuesta por Aparecida, en la carta pastoral con ocasión de la Misión Continental, (Agosto de 2009). Luego encargaron a Víctor Manuel Fernández, rector de la UCA (Universidad Católica de Argentina), para una reflexión sobre este tema. Así para preparar dicha reflexión este consultó a su vez a varias personas e instituciones del país. El resultado de la consulta y de su reflexión quedó plasmado en su libro “Conversión pastoral y nuevas estructuras ¿Lo tomamos en serio?. Allí se reconoce que es una expresión que puede ser comprendida de muy diversas maneras. Resumiendo algunas de las afirmaciones que hace sobre sus posibles significados:Conversión de los pastores, orientada a entregarse más a la gloria de Dios, conversión de los pastores a Dios motivada por las interpelaciones de su tarea pastoral, conversión de los pastores hacia una entrega mayor al servicio pastoral a partir de las interpelaciones de su tarea, conversión de los pastores, para que toda su existencia sea más decididamente misionera, conversión a Jesucristo Pastor, que configura con sus actitudes hacia la gente, conversión de las tareas del pastor (la “pastoral”) que se modifican a partir de los reclamos de Dios a través de la realidad que vive el pueblo, conversión de la pastoral de la iglesia Diocesana y de las parroquias; la conversión pastoral de nuestras comunidades (DA 370) concretas. La conversión que reforma las estructuras de la pastoral ordinaria para que sean más misioneras. Fernandez reconoce que la conversión pastoral implica todo esto. Por eso, una pastoral que quiera realmente convertirse, deberá integrar todo esto con una buena revisión de su entrega misionera y recordar que cuando Dios le está pidiendo más es porque le está ofreciendo más”. Avanzando un poco más en su reflexión Fernández relaciona conversión pastoral con impulso misionero de toda la iglesia y de sus estructuras pastorales: “Pastoral como “acción pastoral” pone el acento en la acción concreta de las comunidades con sus estructuras, y por consiguiente la conversión pastoral afecta a

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LA CONVERSIÓN PASTORAL(DESDE SU ORIGEN HASTA LOS PRESUPUESTOS PARA LA EVANGELII GAUDIUM)

1.- Introducción.

¿Qué entendemos por conversión pastoral? será la pregunta a responder en este presente capítulo. Indudablemente la respuesta no es fácil de formular. Los Obispos argentinos invitaron a llevar adelante la “conversión pastoral” propuesta por Aparecida, en la carta pastoral con ocasión de la Misión Continental, (Agosto de 2009). Luego encargaron a Víctor Manuel Fernández, rector de la UCA (Universidad Católica de Argentina), para una reflexión sobre este tema. Así para preparar dicha reflexión este consultó a su vez a varias personas e instituciones del país. El resultado de la consulta y de su reflexión quedó plasmado en su libro “Conversión pastoral y nuevas estructuras ¿Lo tomamos en serio?.

Allí se reconoce que es una expresión que puede ser comprendida de muy diversas maneras. Resumiendo algunas de las afirmaciones que hace sobre sus posibles significados:Conversión de los pastores, orientada a entregarse más a la gloria de Dios, conversión de los pastores a Dios motivada por las interpelaciones de su tarea pastoral, conversión de los pastores hacia una entrega mayor al servicio pastoral a partir de las interpelaciones de su tarea, conversión de los pastores, para que toda su existencia sea más decididamente misionera, conversión a Jesucristo Pastor, que configura con sus actitudes hacia la gente, conversión de las tareas del pastor (la “pastoral”) que se modifican a partir de los reclamos de Dios a través de la realidad que vive el pueblo, conversión de la pastoral de la iglesia Diocesana y de las parroquias; la conversión pastoral de nuestras comunidades (DA 370) concretas. La conversión que reforma las estructuras de la pastoral ordinaria para que sean más misioneras. Fernandez reconoce que la conversión pastoral implica todo esto. Por eso, una pastoral que quiera realmente convertirse, deberá integrar todo esto con una buena revisión de su entrega misionera y recordar que cuando Dios le está pidiendo más es porque le está ofreciendo más”.

Avanzando un poco más en su reflexión Fernández relaciona conversión pastoral con impulso misionero de toda la iglesia y de sus estructuras pastorales: “Pastoral como “acción pastoral” pone el acento en la acción concreta de las comunidades con sus estructuras, y por consiguiente la conversión pastoral afecta a todas esas estructuras (y cita nuevamente Aparecida).

“Esta firme decisión misionera debe impregnar todas las estructuras eclesiales y todos los planes pastorales de diócesis, parroquias, comunidades religiosas, movimientos y de cualquier institución de la Iglesia. Ninguna comunidad debe excusarse de entrar decididamente, con todas sus fuerzas, en los procesos constantes de renovación misionera, y de abandonar las estructuras caducas que ya no favorezcan la transmisión de la fe” (Aparecida 365).

Con lo mencionado se entiende que cuando se habla de procesos constantes de renovación misionera queda claro que la conversión pastoral no se expresa sólo en la decisión de organizar algunas misiones, sino de entrar en estado de permanente misión.”

Con este trabajo y siguiendo esta misma perspectiva se expresaron los obispos argentinos“La conversión pastoral tiene que tocar la pastoral ordinaria, empezando por la parroquia, las capillas, las comunidades, la celebración de los sacramentos, las estructuras diocesanas, decanales etc. Y es allí, en nuestra tarea pastoral ordinaria, donde debemos reconocer que hay estructuras

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caducas y que es necesario abandonarlas para favorecer la transmisión de la fe1.2.-Situando o contextualizando la cuestión en la historia

Encontramos que la exigencia de cambios en el ser y quehacer de la Iglesia viene desde la primera hora del cristianismo en las SS. EE, en los Santos Padres encontramos expresiones como, “Ecclesiasemperreformanda, en el magisterio reciente, Juan XXIII: “aggiornamento” de la Iglesia enrelación al mundo moderno. 'En Concilio Vaticano II también encontramos “la tradición progresa”, los teólogos “tradición es la historia del Espíritu Santo en lahistoria del Pueblo de Dios”. Como sacramento del Reino, en la precariedad de la historia, la Iglesia precisa estar en continuo ' proceso de renovación, tanto en su “ser” como en su “quehacer”.En la medida en que la razón de ser de la Iglesia es ; responder a las necesidades de evangelización, su“hacer” hace su “ser”; los “modelos de acción” van configurando “modelos eclesiológicos” (Ranher)

3.-Los términos en las SS. EE.

3.1.-Conversión.En hebreo: [1] sub, volver: en sí no tiene valor religioso, pero al emplearlo fue tomando el significado de conversión expresado por su sustantivo derivado tesubah. Convertirse es volver a Dios. Así aparece frecuentemente en : Am 4, 6 ss.; Is 9, 12; 19, 22, Jer 3; Ez 33; Dt 4, 30; Dan 9, 13. [2] Naham, apenarse, arrepentirse. Ejemplos: 1 S 15, 29; Sal 110, 4; Jer 8, 6. Es empleadoacompañado y siguiendo a sub, porejemplo en Jer 38, 18-19. [3]Epistréfein, el término sub es generalmente traducido al griego de los Setenta como epistréfein, que tiene el mismo sentido: volver, volver de nuevo, tornar a, venir... luego, convertirse. Cf. Os 14, 2 s.; Am 4, 8; Jon 2, 13; ls 55, 7; 6, 10 (citado por Mt 13, 15; Mc 4, 12; Act 28, 27); Jer 31, 14; Dt 30, 10.

En el Nuevo Testamento se habla, por ejemplo, de volver de las tinieblas a la luz (Act 26, ]8). Se vuelve de (apó, ek) (Act 8, 22; Ap 2, 21 s.; 9, 20 s.; 16, I l; Heb 6, 1) y se vuelvehacia (Epíprós). Cf. I Pe 2, 25, donde el verbo está empleado sin preposición, como en Lc 22, 32: Act 3, 19; [4] Metanoein, substantivo metanoia, era bien conocido en el griego clásico con el sentido de: cambiar de espíritu o intención; cambiar la orientación del propio pensamiento. En los Setenta se traduce algunas veces sub por metanoein: así en Ecl 48, 16; ls 46, 8. El verbo metanoein pasa al Nuevo Testamento para expresar: cambiar de espíritu, volverse hacia (Dios), convertirse; y esto con toda la densidad del sub de los profetas, conservando, sólo secundariamente, el valor de pena y arrepentimiento. Varias veces, las palabras metanoein y epistréfein aparecen unidas, señal esto de su similar sentido. Así, metanoein expresa el cambio de actitud interior, y epistréfein el de la relación con otro (Dios).

3.2.-Pastoral. El adjetivo “pastoral” se emplea para nombrar aquello vinculado a los pastores. El término pastor, por su parte, puede utilizarse con referencia a los hombres de campo que guían al ganado o a las personas que están a cargo de la dirección de una comunidad religiosa.Pastor.heb. rô{eh [del verbo râ{ah, "pastar", "alimentar", "pastorear"]; nôqêd; gr. poimn). Alguien que se dedica a cuidar ovejas. La tarea de los pastores es tan antigua como la especie humana. Abel era pastor (Gn. 4:4), Abrahán, Isaac, Jacob y Job tenían o cuidaban ovejas (Gn. 12:16; 20:12-14; 30:31-43; Job 1:3), y los hijos de Jacob (Gn. 37:12), Moisés (Ex. 3:1), David (1 Cr. 17:7) y Amós (Am. 7:14)

1Cf. V. M. Fernandez. Conversión Pastoral y nuevas estructuras. ¿Nos lo tomamos en serio?. Buenos Aires 2010.

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también eran pastores. Estaban equipados con un cayado* (Lv. 27:32; 1 S. 17:40; Sal. 23:4; Mi. 7:14), una honda,* un boIso para llevar alimentos y otro para las piedras de su honda (1 S. 17:40). También tenían una tienda para protegerse de las inclemencias del tiempo (Cnt. 1:8; Is. 38:12). A menudo los pastores eran nómadas o seminómades, porque era necesario trasladarse de un lugar a otro con el fin de encontrar agua y pastos adecuados para los rebaños (Gn. 4:20; 13:2-6, 11, 18). Otros eran propietarios y vivían en las ciudades (Nm. 32:16, 24). En ese caso, se sacaba a las ovejas de día para que fueran a pastar, y se las traía "al redil" por la tarde (cfJn. 10:1-4). Además de buscar agua y pastos para sus rebaños (Sal. 23:2), y 904 de proveerles un lugar de refugio, los pastores tenían que proteger a sus ovejas de los ladrones y de los animales salvajes, como ser lobos, leones y osos (Gn. 31:39; 1 S. 17:34, 36; Jn. 10:12). También debían cuidar a esos indefensos animales del peligro de apartarse del rebaño y perderse (Lc. 15:4). Las ovejas llegaban a conocer de tal modo a su pastor, que sólo respondían a su llamado (Jn. 10:3-5). Se consideraba que el pastor asalariado era responsable del bienestar de las ovejas, pero, de acuerdo con las antiguas leyes de la Mesopotamia, sólo se le pedía que rindiera cuenta de las que se le perdieran por negligencia (cfGn. 31:39). Podía no tener el valor ni la disposición para defenderlas en momentos de peligro, y no respondía por ello (Jn. 10:12, 13). El empleo figurado de la palabra "pastor" es común en la Biblia. Se comparaba a la gente que carecía de dirigentes adecuados con ovejas sin pastor (Nm. 27:16, 17; 1 R. 22:17; Ez. 34:1-6; Mt. 9:36; 26:31; Mr. 6:34; etc.). Isaías profetizó que Ciro el Grande sería el "pastor" de Dios, encargado de liberar de su cautiverio a los judíos (ls. 44:28). Los profetas Isaías, Ezequiel y Zacarías reprendieron duramente a los dirigentes de Israel, y los compararon con falsos pastores, insensibles, codiciosos, que conducían a la perdición a los que estaban bajo su cuidado, y hasta se aprovechaban de ellos y les daban muerte (Is. 56:11; Ez. 34:2-10; Zac. 11:3-8). Los autores bíblicos se refieren al Señor como un Pastor que conduce y cuida de sus "ovejas" con bondad y fidelidad (Sal. 23; 80:1; Is. 40:11; Ez. 34:11, 12). Jesús se refería a sí mismo como el Buen Pastor, capaz de dar su vida por sus ovejas (Jn. 10:11-15). En He. 13:20 se lo llama "el gran pastor de las ovejas". Pedro compara a sus lectores (1 P. 2:25) con ovejas descarriadas que habían vuelto a Cristo, el "Pastor". También le da a Jesús el nombre de "el Príncipe de los pastores", y como quien, cuando aparezca, recompensará a los subpastores con una inmarcesible corona de gloria (cp 5:1-4). En ocasión de su segunda venida, Cristo separará a los justos de los impíos así como un pastor separa a las ovejas de los cabritos (Mt. 25:32). Los cuidadores de ganado mayor aparecen en la Biblia con los nombres heb. rô{ê miqnêh o anshêmiqnêh (donde miqnêh es "ganado"). Se los menciona con menos frecuencia que a los pastores, porque en el Cercano Oriente ese ganado siempre ha sido menos numeroso que los rebaños de ovejas y cabritos. Abrahán, Lot e lsaac tenían servicios de pastores (Gn. 13:7, 8-1 26:20), y José le presentó sus hermanos a Faraón diciéndole que eran "hombres ganaderos" (46:32). El v 34 dice que los egipcios consideraban a los ganaderos como una abominación. Este desprecio por ellos era particularmente virulento con respecto a los pastores de ovejas, que aparecen con frecuencia en las pinturas egipcias como seres miserables, sucios y barbudos, desnudos y medio muertos de hambre, y a menudo deformes y rengos (fig 401). La Biblia también menciona a los pastores de los reyes Saúl y David (1 S. 21:7; 1 Cr. 27:29), y destaca que el profeta Amós era "boyero", es decir, pastor de ovejas (Am. 7:14). El NT menciona el gr. bóskÇn (del verbo bóskÇn "alimentar", "pastorear"). En Mt. 8:33 estos bóskÇn cuidaban de los cerdos que pertenecían a los gadarenos, y recalca el hecho de que el hijo pródigo tuvo que dedicarse por un tiempo a esa tarea (Lc. 15:15, 16). 401. Un enjuto pastor conduce bueyes. Sobre la pared de una tumba encontrada en Meir, Egipto2.

2Diccionario Biblico: Pastor, Significado o definición de Pastor - Significado - WikiCristiano.org

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4.-Aparición en el Magisterio eclesial.La expresión “conversión pastoral” aparece por primera vez en el Magisterio enSanto Domingo. El concepto remonta a la conciencia de la necesidad, en la Iglesia y en el mundo, de ir más allá de la “conversión personal”.Medellín, apoyado en la PopulorumPregressio, ya había hablado de “injusticia institucionalizada” y Puebla, respaldada porEvangeliiNuntiandi, habla de “estructuras de pecado”. Así la vida nueva en Jesucristo implica, por lo tanto,cambios personales, comunitarios, institucionales, de estructuras, también en la Iglesia.

En el texto de Santo Domingo dice:

“La Nueva Evangelización exige la conversión pastoral de la Iglesia. Tal conversión debe ser coherente con el Concilio. Lo toca todo ya todos: en la conciencia, en la praxis personal y comunitaria, en las relaciones de igualdad y autoridad; con estructuras y dinamismos que hagan presente cada vez con más claridad a la Iglesia, en cuanto signo eficaz, sacramento de salvación universal” (n. 30).

El objeto o el “qué” de la conversión pastoral “toca a todo”: acciones, métodos, lenguajes, estructuras; ”a todos”: tanto en las relaciones como en el ejercicio de la autoridad. La razón o el “para qué” de la conversión pastoral es hacer presente, de modo visible, la Iglesia como sacramento de salvación universal. Todo eso, dentro de los parámetros o “en coherencia con el Concilio Vaticano II”.

Aparecida. Del mismo modo que Santo Domingo, evoca la conversión pastoral, en relación al modelo de evangelización:“La conversión pastoral de nuestras comunidades exige ir más allá de una pastoral de mera conservación para una pastoral decididamente misionera” (DA 370).

5.-Intento de una definición a partir del documento de Aparecida.

La Conversión pastoral es: "un cambio radical de inteligencia, de actitud y de acción, en el bautizado o consagrado, frente a sus responsabilidades con Dios y con los demás, nacido de la unción y del amor de caridad; que los lleva a entregar su vida toda, en la fidelidad al Espíritu y en la libertad, para realizar el Plan de Dios" ¿Qué significa todo esto? Significa salir de mi autoafirmación y de mi autojustificación de "creyente", para retomar mi vida en Dios, desde la Unción bautismal y ministerial. Significa alcanzar la conciencia de mi misión en "la misión" de Dios y de la Iglesia, como un imperativo que trastoca mi persona toda, para performarla con la persona de Cristo. Las motivaciones más profundas para una Conversión Pastoral son tan consistentes, que perduran en medio de la precariedad de vida y en la adversidad de la misión. Y son tan consistentes porque nacen de Dios: la Unción con Espíritu Santo que nos capacita para la misión, y nos sugiere el rumbo de la misión; el amor de caridad, que nos provoca a transformar la realidad sufriente en realidad vital y plena en Dios3

6.-La conversión pastoral como urgencia eclesial en Aparecida.

3Dante Jiménez Muñoz Ledo, Conversión pastoral, un presupuesto para la Misión permanente. Retama (Celaya 2009) pag 17-32

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Para Aparecida, en sintonía con Medellín. Y Santo Domingo, urge una conversión pastoral y una renovación eclesial, básicamente, por dos motivos: La necesidad de llevar adelante la reforma del Vaticano II; a la luz del Concilio, dar nuevas respuestas a las nuevas preguntas, que los nuevos tiempos presentan, a través de una Iglesia “decididamente misionera”.

Afirma Aparecida: “nos ha faltado valentía, persistencia y docilidad a la gracia para proseguir la renovación impulsada por el Concilio Vaticano II, impulsada por las Anteriores Conferencias Generales, y para asegurar el rostro latinoamericano y caribeño de nuestra Iglesia” (100h). Prueba de eso son “… algunos intentos de volver a una eclesiología y espiritualidad contrarias a la renovación del Vaticano II” (100b).Por eso, a la conversión pastoral y a la renovación eclesial, hoy, se presenta la gran tarea de hacer una “segunda recepción” del Vaticano II en el contexto de nuestro Continente, tal como lo hizo Medellín, en su momento y contexto. 7.-Conversión pastoral: directrices a la luz de Aparecida

7.1.- Conversión en la conciencia de la comunidad eclesialLa conversión en la conciencia concierne a cada bautizado en el seno de la Iglesia en el mundo, pues una comunidad es más que la mera suma de sus miembros. Ella también es sujeto e, por lo tanto, objeto de conversión. a) Vivir un nuevo Pentecostés. Para una Iglesia toda ella misionera, ella necesita “desinstalarse de su acomodación, estancamiento y tibieza, al margen del sufrimiento de los pobres del Continente”. Por eso, “esperamos un nuevo Pentecostés que nos libere del cansancio, de la desilusión y de la acomodación en que nos encontramos” (n. 362).

La firme decisión misionera de promoción de la cultura de la vida, “debe impregnar todas las estructuras eclesiales y a todos los planes de pastoral, en todos los niveles eclesiales, así como toda la institución eclesial, abandonando las estructuras ultrapasadas” (n. 365). b) La misión en el trinomio Iglesia-Reino-Mundo. Después del Vaticano II ya no se puede concebir la misión fuera del trinomio Iglesia-Reino-Mundo. No hay Iglesia sin el Reino y fuera del Mundo, de la forma con que no hay Reino fuera del Mundo, al cual pertenece la Iglesia.Los discípulos misioneros están invitados a convertirse al Reino, que significa “someter todo al servicio de la instauración del Reino de la Vida” (n.366) y testimoniar “los valores del Reino en el ámbito de la vida social, económica, política y cultural” (n.212), para transformar la “ciudad actual” en “Ciudad Santa” (n.516).

c) Acoger y colaborar con la obra que el Espíritu realiza, también fuera de la Iglesia. El cristiano, como ciudadano del Reino, es compañero de camino de todas las personas de buena voluntad, pertenecientes a otras Iglesias y credos o simplemente profesantes de un “humanismo ateo abierto al Absoluto”(PP).

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Afirma Aparecida que en los valores del Reino en las culturas, en compromisos históricos asumidos en las religiones, descubrimos “la presencia del Espíritu Santo en tierras de misión” (n.374), “más allá de la comunidad eclesial” (n.326); “necesidades urgentes nos llevan a colaborar con otros organismos o instituciones…” (n.384). d) Hacer del pluralismo, no una apertura, sino un presupuesto, como el sujeto es plural, el presupuesto es de la alteridad: concebirse en la relación con el diferente. Consecuentemente, en la evangelización no hay destinatarios, sino interlocutores.Afirma Aparecida que es urgente “descolonizar las mentes”, hacer cesar la lógica colonialista de rechazo y de asimilación del otro, una lógica que no viene de afuera, sino que está dentro de nosotros (cf n.96). Por eso, “anuncio y diálogo son elementos constitutivos de la evangelización” (n.237). 7.2.- Conversión en la praxis personal y comunitaria. Conversión pastoral es esencialmente cambio en el ámbito de las practicas, de la acción eclesial, para que las respuestas dadas por la Iglesia, desde la fe, correspondan a preguntas reales y hagan de la Palabra de Dios “palabra de salvación para nosotros hoy” (DV). a) Una acción fundada en un encuentro personal con Jesucristo.La misionero y la misión dependen de una experiencia de discipulado, que comienza con el encuentro con el evento Jesucristo (n.243); la propia naturaleza del cristianismo consiste en reconocer la presencia de Jesucristo y seguirlo (n. 244). Por eso, Aparecida propone una acción evangelizadora que llegue a las personas, más allá de comunidades masivas, constituidas de cristianos no evangelizados de débil identidad cristiana y poca pertenencia eclesial (n.226a). b) Pasar de la implantación de la Iglesia a la encarnación del Evangelio.Evangelizar no consiste simplemente en incorporar personas a una institución, sino, ante todo encarnar el Evangelio en la vida de personas contextualizadas. La Iglesia es consecuencia de la adhesión a Jesucristo y su Reino. No hay cristiano sin Iglesia. Evangelizar es inculturar el Evangelio (n.491), en un proceso, en el cual, el sujeto es quién recibe el mensaje, incorporándolo, según su cultura, en su vida y en sus relaciones. c) Hacer del ser humano el camino de la Iglesia. El Pueblo de Dios peregrina en la historia, compartiendo “las alegrías y las esperanzas, las tristezas y las angustias” (GS 1) de todos los seres humanos. Cabe, pues, a la Iglesia se descentrar de sus cuestiones internas y sintonizar con las grandes causas de la humanidad. Para Aparecida, “Dios, en Cristo, no redime solo la persona individual”, sino en sus “relaciones sociales” (n.359), por eso, evangelizar es también “engendrar padrones culturales alternativos para la sociedad actual” (n.480). d) Una evangelización integral, más que proclamar el kerigma. Jesús no es el autor de una salvación a-histórica y espiritualizante – “yo vine para que todos tengan vida y la tengan en abundancia” (Jn 10,10). Medellín, en la perspectiva de la PP, concibe la salvación no ajena al “pasaje de situaciones menos humanas para situaciones más humanas”. Afirma Aparecida que la obra de la evangelización está ligada a la promoción humana, que lleva a “una auténtica liberación”, integral, abarcando “todo el hombre y el hombre todo” (n.399). e) La opción por los pobres como seguimiento de Jesús. Afirma Aparecida, con Benedicto XVI, que la opción por los pobres “está implícita en la fe cristológica, en aquel Dios que se hizo pobre por nosotros, para nos enriquecer con su pobreza” (n. 392). Por eso, la Iglesia está “convocada a ser

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abogada de la justicia y defensora de los pobres”, frente a las intolerables desigualdades sociales y económicas, que claman al cielo (n.395). “Para que sea preferencial necesita traspasar todas las nuestras estructuras y prioridades pastorales” (n.396). f) Una renovada pastoral urbana. Para una conversión pastoral, se hace necesario:“un estilo de acción adecuado a la realidad urbana, en su lenguaje, estructuras, prácticas y horarios”; un plan pastoral “orgánico y articulado, que incida sobre el conjunto de la ciudad”; estrategias para llegar a los “condominios cerrados, edificios residenciales y “favelas’”; una mayor presencia en los “centros de decisión de la ciudad, tanto en las estructuras administrativas como en la organizaciones comunitarias” (n.518).

7.3.- Conversión en las relaciones de igualdad y autoridadEl clericalismo, el autoritarismo, la minoridad del laicado, la discriminación de las mujeres y la falta de co-responsabilidad entre todos los bautizados en la Iglesia, son los grandes obstáculos para llevar adelante la renovación operada por el Vaticano II. a) Pasar del binomio clero-laicos a comunidad-ministerios. Para el Vaticano II no existen dos clases de cristianos – clero-laicos – sino, un único género – los bautizados. Aparecida, con Puebla, habla de la Iglesia como “comunión y participación” (n.213), “casa y escuela de comunión” (n.158). Por eso, la necesidad de participación “de los laicos del discernimiento, toma de decisiones, de la planeación y de la ejecución”, en la obra de la evangelización (n.371). b) La co-responsabilidad de los bautizados, en una Iglesia toda ella ministerial.Según el Vaticano II, todo el Pueblo de Dios es un pueblo profético, sacerdotal y regio, que tiene el bautismo como fundamento de todos los demás ministerios. Por eso, urgen procesos de toma de decisiones relativas a la pastoral, que contemplen la participación de todos, en la co-responsabilidad de todos los bautizados en la obra de la evangelización. Destaca Aparecida la necesidad de promover “el protagonismo de las mujeres”, con ministerios, y su “efectiva presencia en las esferas de planeación y decisión” (n.458). c) Un consistente programa de formación Para una conversión pastoral, se hace necesaria una“decidida opción por la formación de los miembros de nuestras comunidades” (n.276).No antes o después, sino “en la misión” (n. 278c). Especialmente “bíblica y en los contenidos de la fe” (n.226), para que, a través de una “formación crítica” (n.486f) y una “consciencia crítica” (n.499), colaboren para la transformación del mundo (n.280d). Los planes de pastoral deben “favorecer la formación de un laicado capaz de actuar como verdadero sujeto eclesial y competente interlocutor entre la Iglesia y la sociedad” (n.497). 7.4.- Conversión de las estructuras “Vino nuevo, en odres nuevos”.Ver hasta que punto el “ser” de la Iglesia (organización, estructuras) es soporte a su “quehacer” en el contexto actual. Las estructuras son un elemento fundamental de la visibilidad de la Iglesia, pus, afecta su carácter de sacramento. Las estructuras son también mensaje. a) Una Iglesia “casa de los pobres” Las estructuras sociales injustas de la sociedad desafían las estructuras pastorales, que no consiguen responder a las necesidades de los necesitados. Para Aparecida, la opción por los pobres es preferencial y, por eso, debe “atravesar todas las nuestras estructuras y prioridades pastorales” (n.396). La Iglesia, como “casa de los pobres” (n.8), “Iglesia

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samaritana” (n.26), debe criar estructuras abiertas a acoger a todos (n.412), estructuras en perspectiva de vida en abundancia (n.121). b) Una pastoral social estructurada, orgánica e integral. Para Aparecida, para asumir con nueva fuerza la opción por los pobres, todo proceso evangelizador precisa ser de promoción humana y buscar la auténtica liberación, sin la cual no es posible un orden justo en la sociedad (n.399), Por eso, cabe “promover renovados esfuerzos para fortalecer una pastoral social estructurada, orgánica e integral, que con la asistencia y le promoción humana, se haga presente en la nuevas realidades de exclusión y marginación”, “en donde la vida está más amenazada” (n.401). c) Crear comunidades de tamaño humano. Expresión de una Iglesia que quiere asumir con más fuerza la opción por los pobres son las pequeñas comunidades eclesiales o de base, para Medellín, “célula inicial de estructuración eclesial y foco de evangelización” (n.178). Teniendo “la Palabra de Dios como fuente de su espiritualidad”, “demuestran su compromiso evangelizador e misionero entre los más sencillos y alejados y son expresión visible de la opción preferencial por los pobres. Son fuente y semilla de variados servicios y ministerios, a favor de la vida, en la sociedad y en la Iglesia” (n. 179). d) Renovar la parroquia. La parroquia es célula viva de la Iglesia, pero necesita una vigorosa renovación, para que sea:espacio de iniciación cristiana; educación y celebración de la fe, abierta a la diversidad de los carismas, servicios y ministerios;organizada de manera comunitaria y responsable; integradora de los movimientos;abierta a la diversidad cultural e a proyectos pastorales supra-parroquiales y de las realidades circundantes (n.170) Llevando en consideración sus dimensiones, es aconsejable su sectorización en unidades territoriales menores, con equipos de animación y coordinación que permitan una mayor proximidad a las personas y grupos que viven en la región. Dentro de estos sectores, es aconsejable también, la creación de grupos de familias, que pongan en común su fe y las respuestas a sus propios problemas (n.372). e) Una acción pastoral pensada. La renovación eclesial pasa por el esfuerzo de una pastoral pensada.Por eso, el plan pastoral diocesano y en los diferentes niveles, debe ser la respuesta consciente e eficaz, para atender a las exigencias del mundo de hoy, con indicaciones pragmáticas concretas, objetivos y métodos de trabajo. Los laicos precisan participar del discernimiento, de la toma de decisiones, de la planeación y de la ejecución (n.371)4.

4Conclusiones del Encuentro sobre Misión Continental y Conversión Pastoral, convocados por el CELAM.(del 26 al 30 de octubre).

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8.- La conversión Pastoral en la EvangeliiGaudium

Presupuestos de la propuesta de conversión pastoral de EvangeliiGaudium

A modo de resumen, Víctor Manuel Fernández en una presentación después que el Cardenal Bergoglio fuese elegido Papa, una vez publicado el documento EvangeliiGaudium, explicó el trasfondo del documento dando importes claves de lectura e interpretación, así como de referirse a la “conversión pastoral en el contexto de la exhortación.

Señala que para hablar de conversión pastoral, lo primero es remarcar que se trata de una auténtica conversión, y que por lo tanto, es un modo de volver a Dios. Aunque parezca obvio, en primer lugar hay que convertirse a Dios, volverse hacia Él: “…Ustedes se convirtieron a Dios, tras haber abandonado los ídolos, para servir a Dios vivo y verdadero” (1 Tes 1, 9).“Nosotros les predicamos que abandonen estas cosas vanas y se vuelvan al Dios vivo, que hizo el cielo y la tierra” (Hch 14, 15).

8.1.-Conversión a Dios.El documento desarrolla el tema de las tentaciones de los agentes pastorales, en donde resuena la Palabra de Dios que nos conmueve cada miércoles de cenizas:“¡Vuelvan a mi de todo corazón! … Desgarren sus corazones y no sus vestiduras. ¡Vuelvan al Señor su Dios!” (Jl 2, 12-13).Pero desde nuestra autocomprensión cristiana, la conversión a Dios es inseparablemente conversión a Jesucristo, y en el rostro de Jesucristo se nos revela el verdadero Dios: “Nadie llega al Padre, sino por mí” (Jn 14, 6); “Separados de mí no pueden nada” (Jn 15,5).Viendo nacer, vivir y morir a Jesucristo podemos reconocer hasta dónde nos ama el Padre, y desde el corazón resucitado de Jesucristo se derrama en nosotros la vida nueva del Espíritu. Esta conversión a Jesucristo es la raíz y la condición de posibilidad de toda otra forma de conversión, porque “no se comienza a ser cristiano por una decisión ética ó una gran idea, sino por el encuentro con un acontecimiento, con una Persona, que da un nuevo horizonte a la vida y, con ello, una orientación decisiva” (DCE 1). Esta conversión es el encuentro personal, lleno de admiración y afecto, que da origen al camino del discipulado misionero.

8.2.-Conversión fraterna y comunitaria.La conversión a Jesucristo es también conversión a su Reino, que es inseparable de su persona: “Busquen ante todo el Reino de Dios y su justicia, y todo lo demás vendrá solo” (Mt 6, 33). Pero hablar de conversión al Reino nos obliga a desarrollar algunas dimensiones ineludibles de esa conversión que pueden estar poco desarrolladas. La conversión al Reino se despliega en varios aspectos, que pueden tener un mayor o menor desarrollo en nosotros. Explicitar esas dimensiones permite percibir toda la riqueza de sentido que tiene la conversión y nos lleva a reconocer en qué dimensión del Evangelio todavía nos falta convertirnos.Ante todo hay que hablar de la dimensión comunitaria, porque “Dios en Cristo no redime solamente la persona individual, sino también las relaciones sociales entre los seres humanos” ¡Cuántas veces el Papa se refiere al pecado de la “auto referencialidad” y a la “conciencia aislada”.

Ahora, ¿por qué puede hablarse aquí de “conversión” y en qué sentido? La conversión a Jesucristo ¿no es siempre al mismo tiempo conversión al hermano? El problema es que el desarrollo de la dimensión fraterna de la vida cristiana puede estar fuertemente condicionado por una mentalidad muy arraigada, por una educación inadecuada, por costumbres, tradiciones familiares, límites psicológicos, etc. Por eso puede haber una entrega a Dios que sea sincera y que sin embargo sea

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poco comunitaria. Aunque ello contradice directa, objetiva y gravemente al Evangelio, puede ser subjetivamente no imputable.

Pero cuando la persona condicionada toma conciencia de sus límites y se deja transformar en un camino de liberación, entonces se produce una segunda conversión que podría llamarse “conversión fraterna”. Se trata en realidad de un “crecimiento extensivo” de la vida de la gracia cuando, al superarse algún condicionamiento del sujeto, esa vida de Dios que ya está en el corazón de la persona puede explayarse y manifestarse en una dimensión de la existencia donde antes no podía brillar. La conversión fraterna sería entonces esta liberación de los condicionamientos del sujeto que permiten que la vida de la gracia desarrolle su potencial de fraternidad y comunión de un modo luminoso y significativo. Eso da gloria a Dios.

Conversión social.Lo que caracteriza a esta conversión “social” y la distingue de una más genérica conversión “fraterna” es el empeño comunitario para reformar las situaciones sociales injustas. La respuesta ante las estructuras injustas que nos superan no es sólo el intento aislado de cada uno por ser fiel, generoso, justo. La acción de la gracia, si no es resistida, tiende a desarrollar actitudes comunitarias que contagien y provoquen una novedad social, que inclinan hacia un tipo de conversión que debilita las estructuras de pecado social presentes en un lugar. Recordemos lo que enseñaba Juan Pablo II: “Está alienada una sociedad que, en sus formas de organización social, de producción y de consumo, hace más difícil la realización de esta donación y la formación de esa solidaridad interhumana” (CA 41c).

El Catecismo indica que es la misma conversión del corazón la que “impone la obligación” de modificar esas estructuras (CCE 1888). Propuestas místicas sin un fuerte compromiso social-misionero, o discursos y praxis sociales sin mística son también “estructuras caducas”. No producen impactos significativos simplemente porque no son fieles al Evangelio ni responden a lo que hoy el pueblo está pidiendo. De hecho, la historia demuestra que las propuestas dialécticas sólo llegan a grupos reducidos y no tienen fuerza de amplia penetración. Es verdad que hoy hace falta cultivar un espacio interior que otorgue sentido cristiano al compromiso y a la actividad. Pero ese sentido evangélico no es sólo la oración o el encuentro privado con Dios, sino también, inseparablemente, la vida misma entendida como misión, el valor sagrado del prójimo, el amor de Cristo a los pobres, la opción radical por el Reino, un modo diferente de vivir la entrega. Eso debe alimentarse en un espacio interior de oración, pero al mismo tiempo hay que intentar vivirlo en la práctica, en la actividad. De otro modo, las tareas fácilmente se vacían y el fervor se debilita.

8.3.- Conversión pastoral y misionera. Vamos ahora a la dimensión “pastoral” de la conversión. El Cardenal Martini, en un libro de meditaciones para sacerdotes , habló de distintas conversiones (religiosa, moral, intelectual y mística), pero me llamó la atención que la conversión pastoral o misionera no aparecía en su propuesta. En América Latina, en cambio, se ha vuelto una expresión común, sobre todo después de Aparecida.Cuando Jesús invita a su seguimiento, en la misma invitación se advierte el sentido ineludiblemente pastoral y misionero de la invitación: “Síganme y yo los haré pescadores de hombres” (Mt 4, 19). Hoy queda claro que “la misión es inseparable del discipulado, por lo cual no debe entenderse como una etapa posterior a la formación, aunque se la realice de diversas maneras de acuerdo a la propia vocación y al momento de la maduración humana y cristiana en que se encuentre la persona” (DA 278e). Porque “discipulado y misión son como las dos caras de una misma medalla” (DA 146) .Pero cabe recordar que la Iglesia está al servicio del Reino “ante todo mediante el anuncio que llama a la conversión” (RM 20). Por eso conversión al Reino es necesariamente conversión a la

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misión. Esto podría ser simplemente una afirmación genérica de algo ya suficientemente sabido, que por repetido no conmueve a nadie. Pero en EvangeliiGaudium se expresa como una opción más decidida y contundente por orientar todo a la misión y por subordinar todo a ella. No se trata de la misión en un sentido muy amplio, como mero sinónimo de la evangelización. Tiene un sentido más preciso y desafiante: se trata de una decidida salida hacia los que están abandonados y alejados, los que no están, los que no forman parte de nuestras comunidades. No es quedarse a esperar que vengan, sino “primerear”, tomar la iniciativa de salir a la búsqueda (EG 24) Si no se entiende eso, EvangeliiGaudium queda vaciada de toda fuerza interpeladora. Las expresiones utilizadas muestran que este cambio exige radicalidad y una firme decisión de parte nuestra: habla de “sentido programático y consecuencias importantes”, nos pide que pongamos “todos los medios necesarios para avanzar” en este camino, dice que no podemos dejar las cosas como están, que ya no sirve la “simple administración”, pide que nos constituyamos en un “estado permanente de misión” (EG 25), nos invita “a ser audaces y creativos” y a “aplicar con generosidad y valentía las orientaciones de este documento, sin prohibiciones ni miedos” (EG 33). ¿De qué otra manera lo tiene que pedir?

Como el Papa mismo lo explica: “la reforma de estructuras que exige la conversión pastoral sólo puede entenderse en este sentido: procurar que todas ellas se vuelvan más misioneras, que la pastoral ordinaria en todas sus instancias sea más expansiva y abierta, que coloque a los agentes pastorales en constante actitud de salida” (EG 27). Se trata de transformar todo eso, para apartar lo que es caduco, de modo que la Iglesia se vuelva cada vez más cercana y acogedora y pueda ser realmente la luna que refleja al sol, Jesucristo, para alegría de su pueblo. Esa es la conversión pastoral de la Iglesia.

Esta renovación supone una ascesis que nos libere de nuestra instalación cómoda y perezosa en nuestras viejas estructuras, de costumbres, horarios y círculos de amigos, y nos invita a crear nuevas inclinaciones y actitudes. Supone también libertad, ¿para qué?*para dar lugar a nuevas formas de evangelizar,*para promover agentes pastorales de estilos insólitos,*para aceptar carismas molestos que permiten llegar a donde no estamos llegando,*para alentar las formas populares de evangelización y la pastoral popular,*para dejar de querer controlar todo lo que hace el Espíritu por todas partes.

Dice EvangeliiGaudium que “la Iglesia debe aceptar esa libertad inaferrable de la Palabra, que es eficaz a su manera, y de formas muy diversas que suelen superar nuestras previsiones y romper nuestros esquemas” (EG 22).

La renovación misionera de la Iglesia toca también el contenido. Supone también que concentre mejor su predicación en el anuncio que caracteriza a la misión ad gentes: el “corazón” del Evangelio, que proclama el amor infinito e incondicional de Dios que se entregó hasta el fin en la muerte y la resurrección de Jesucristo por cada uno de nosotros. No olvidemos que EvangeliiGaudium no es un documento sobre la evangelización en general, sino más precisamente sobre el “anuncio” del Evangelio, como indica el subtítulo. Por eso el Papa invita a una reforma en el anuncio mismo. Una Iglesia misionera no se obsesiona por transmitir de golpe un inmenso depósito de doctrina y de disciplina. Se concentra en este anuncio fundamental que provoca un encuentro salvífico con Jesucristo vivo. Esta vuelta al primer anuncio es lo que se llama “la conversión kerygmática de la Iglesia”, inseparable de toda auténtica conversión misionera. Eso también exige una dura ascesis, porque muchas veces queremos decirlo todo, asegurar

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inmediatamente la totalidad de la doctrina y de las normas de la Iglesia, impartir una formación exhaustiva y controlarlo todo más que convertir los corazones. De hecho, cuando se pretende decirlo todo y exigirlo todo no se consigue nada, el mensaje del Evangelio pierde contundencia y no se producen efectos significativos de conversión. Aquí no se trata de renunciar a la totalidad de la verdad, sino de dosificarla pedagógicamente en un proceso nunca acabado de formación. Aquí también habrá que aplicar una ley eminentemente pastoral como la “ley de la gradualidad”, y reconocer una “jerarquía de verdades” en la que no se niega ninguna de ellas sino que se las trasmite con criterio misionero.

8.4.-Autotrascendencia comunitaria. Pero la clave de esta conversión permanente, en todos sus aspectos, tanto para cada individuo como para la Iglesia toda, es la autotrascendencia. “Salir de sí mismo” es una categoría clave para entender el pensamiento y la propuesta del Papa Francisco, porque, como él mismo dice, el Evangelio “siempre tiene la dinámica del éxodo y del don, del salir de sí” (EG 21). Es lo contrario de la “autorreferencialidad” que él tanto critica. Se trata de una categoría antropológica, teológica, espiritual y pastoral, que tiene su raíz en la misma Trinidad. Porque las tres Personas están referidas la una a la otra y son una constante relación, pero además han querido entrar en alianza con nosotros. De esa vida divina se deriva un dinamismo de salida de sí que la gracia imprime en nuestros corazones. Por eso la caridad, que nos hace salir de nosotros mismos hacia los demás, es la más grande de las virtudes. Cuando decimos que la Iglesia es misionera por naturaleza estamos expresando eso mismo: que fue instituida para que salga constantemente de sí misma en el servicio, el diálogo, la entrega, la misión. La metafísica, que busca comprender lo profundo de la realidad, nos enseña que el bien es difusivo de sí, lo bueno tiende siempre a difundirse. Si la realidad creada por Dios funciona así, y si el dinamismo de la gracia es un dinamismo de salida, entonces la única manera de mantenernos vivos y de crecer es salir de nosotros mismos en la misión, y la única manera de que una comunidad se mantenga viva y crezca es que salga de sí misma.

Si una persona comprende esto, entonces deja de vivir a la defensiva, deja de obsesionarse por el bienestar y por sus propios intereses, y descubre que la mejor manera de vivir bien es salir de sí buscando el bien de los demás, comunicando el bien, abriéndose, donándose, acogiendo, entrando en diálogo y comunión. En el fondo, el Papa le está indicando a la Iglesia una estrategia de sobrevivencia y de fidelidad a sí misma. Ser fiel a su propia naturaleza, parala Iglesia, no es primordialmente custodiar un depósito de doctrina, sino salir de sí misma evangelizando, sirviendo, comunicando vida, haciendo presente el amor misericordioso de Dios que nos lanza hacia adelante.

Otra vez nos preguntamos si esto es exclusivamente una cuestión del corazón. Pero si la conversión social lleva a un cambio de estructuras sociales, la conversión pastoral misionera lleva a un cambio de estructuras eclesiales, y exige someterlo todo al servicio de la instauración del Reino de vida. Es una renovación de todas las estructuras y hábitos eclesiales para que sean más misioneros, incluyendo el abandono de las estructuras que no favorezcan decididamente la misión.

8.5.- Espíritu de conversión. Nunca hay que olvidar la constante necesidad de desarrollar y alimentar un determinado espíritu” sin el cual los cambios estructurales nacen muertos, nacen caducos. Cuando digo “espíritu” no me refiero sólo a un profundo amor a Jesucristo, o a la confianza en el Espíritu Santo, o al fervor evangelizador en general. Ese es ciertamente el primer presupuesto. Pero ahora quiero decir, como explica en Papa en el último capítulo de

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EvangeliiGaudium, que detrás de cada tarea hay un determinado “espíritu” que moviliza y llena de fervor esa tarea, detrás de cada proyecto pastoral debe haber un espíritu que mueva a aplicarlo, y detrás de cada etapa pastoral nueva o de cada reforma de estructuras se necesita el desarrollo de un determinado espíritu, una “mística” que despierte el atractivo, el gusto, la pasión por lo que se quiere hacer.Por eso, para producir cambios significativos no hay que demorarse esperando modificaciones en la legislación y la organización, sino ante todo infundir un espíritu que si es realmente intenso y comunitario, por sí mismo irá produciendo estructuras acordes con él. Las estructuras son cauces de vida que suponen comunidades vivas, cargadas de convicciones movilizadoras. Bien dijo Benedicto XVI que “las mejores estructuras funcionan únicamente cuando en una comunidad existen unas convicciones vivas, capaces de motivar a los hombres” (SS 24). EvangeliiGaudium se detiene a desarrollar ese “espíritu” de la conversión misionera proponiendo algunas motivaciones.

8.5.- Diversas consideraciones sobre la conversión “pastoral”.-El apelativo “pastoral” lamentablemente ha pasado a ser sinónimo de algo de “poca calidad”, de menor nivel, de poca seriedad y profundidad. Si un comentario bíblico se llama “pastoral” uno no espera encontrar allí una exégesis muy seria o bien fundada. Cuando se dice que alguien va a estudiar teología “pastoral” muchos piensan que no le da la cabeza para estudiar teología dogmática o moral. Esta degradación del lenguaje es realmente lamentable, porque no hay algo más serio, exigente, desafiante, comprometedor que un compromiso pastoral. Lo “pastoral” exige una formación teológica sólida, una actitud espiritual honda y motivadora, una peculiar aptitud para leer los signos de los tiempos, y una especial habilidad pedagógica y comunicativa, que permitan lograr que el Evangelio se vuelva realmente significativo en una determinada situación histórica cultural y se perciba como una respuesta que movilice un dinamismo comunitario de transformación. Nada más serio y profundo que esto.

a) Conversión de los pastores hacia una entrega mayor al servicio pastoral a partir de las interpelaciones de su tarea. Esto es más pastoral todavía, porque ya no es simplemente una conversión a Dios sino también una conversión a la pastoral. Ocurre cuando el pastor, interpelado por las angustias y necesidades de la gente, orienta más decididamente su corazón a servir generosamente al pueblo.

b) Conversión de los pastores que los identifica plenamente con su misión, para que toda su existencia sea más decididamente “pastoral

c) Conversión a Jesucristo Pastor, que nos configura con sus actitudes hacia la gente. Es una conversión a Cristo “pastor”. No hay entonces una genialidad personal de alguien que ha descubierto un nuevo y mejor modo de ser pastor. En definitiva consiste en un modo de tratar a los demás con las actitudes y gestos de Jesús buen pastor.

c) Conversión de las tareas del pastor (la “pastoral”) y del modo de realizarlas que se modifican a partir de los reclamos de Dios a través de la realidad que vive el pueblo. Aquí es “la pastoral” lo que se convierte. No se trata sólo de un cambio interior del pastor que modifica sus actitudes y sus gestos, sino de una transformación de las tareas concretas, que se vuelven flexibles y se adaptan según los cambiantes reclamos de la realidad. En este sentido, la conversión pastoral se entiende como una transformación de las tareas que se realizan para que respondan a las necesidades pastorales.

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d) Conversión de la pastoral de la Iglesia diocesana y de las parroquias, o de una comunidad. No son sólo los pastores que se vuelven más misioneros, sino las comunidades enteras, con todo su entramado de relaciones y acciones. Se trata de una conversión que, por ser profundamente fiel al Evangelio, es en sí misma comunitaria. Sería la conversión pastoral de todo un Presbiterio, por ejemplo, o mejor todavía, de toda una Diócesis, de todo un Movimiento, de una Parroquia entera, etc. Desde esta concepción es una comunidad la que se vuelve sujeto de la conversión pastoral, que, aunque suponga la conversión personal, no es simplemente la suma de varios individuos convertidos sino que afecta a una realidad que trasciende a los individuos: lo que se convierte es ese entrelazado de relaciones y de acciones que se establece en la comunión misionera.

e) Conversión que reforma las estructuras de la pastoral ordinaria para que sean más misioneras. Está dimensión de la conversión pastoral, se concentra en su aspecto misionero y en la subordinación de todo a la misión, lo cual constantemente exige reformas. Estas reformas van desde los horarios y lugares de celebración de la Eucaristía, hasta la organización de Cáritas, el plan de Catequesis, etc. Cuando a las estructuras se las llama “caducas” se refiere a aquello que no facilita la expansión misionera que hoy necesitamos, lo que desgasta el tiempo y las energías de los agentes pastorales impidiéndoles llegar a todos. Este significado se convierte en una perspectiva trasversal a partir de la cual se puede revisar todo. Todo lo que sea multiplicador está vivo, y lo que ya no lo sea se vuelve caduco5.

5 Cf. L’Osservatore Romano, publicación, 09-20-2014