EVANGELIZADORES CON ESPÍRITU

(Evangelii Gaudium 262 - 283)

1. Evangelizadores con espíritu

¿Cuáles son los miedos que frenan nuestra tarea misionera?

¿Qué valor tiene la oración en nuestra vida?

Ser evangelizadores implica abrirse sin temor a la acción del Espíritu Santo, que en Pentecostés hizo de los discípulos anunciadores sin miedo del Reino de Dios.

Ser evangelizadores implica abrirse sin temor a la acción del Espíritu Santo, que en Pentecostés hizo de los discípulos anunciadores sin miedo del Reino de Dios.

Ninguna motivación será suficiente si no arde en el corazón el fuego del Espíritu. ¡Una evangelización con espíritu es una evangelización con Espíritu Santo, ya que Él es el motor de la Iglesia misionera!

Ninguna motivación será suficiente si no arde en el corazón el fuego del Espíritu. ¡Una evangelización con espíritu es una evangelización con Espíritu Santo, ya que Él es el motor de la Iglesia misionera!

2. Motivaciones

para un renovado impulso

misionero

• La primera motivación para evangelizar es el amor de Jesús que hemos recibido.

• Una segunda motivación es el amor de María. En la cruz, Jesús nos deja a su madre como madre nuestra. Ella es la misionera que nos acompaña; como madre, ella camina y lucha con nosotros, y derrama incesantemente la cercanía del amor de Dios…

María es contemplativa del misterio de Dios en el mundo, en la historia y en la vida cotidiana. ¿Cómo contemplo y trabajo hoy? ¿Qué significa en mi vida el otro?

María es contemplativa del misterio de Dios en el mundo, en la historia y en la vida cotidiana. ¿Cómo contemplo y trabajo hoy? ¿Qué significa en mi vida el otro?

3. Evangelizador que anuncia el

Evangelio no con palabras sino con su vida

A veces sentimos la tentación de ser cristianos manteniendo una prudente distancia de las llagas del Señor.

Jesús quiere que toquemos la miseria humana, que toquemos la carne sufriente de los demás. Espera que renunciemos a buscar esos cobertizos personales o comunitarios que nos permiten mantenernos a distancia del nudo de la tormenta humana, para que aceptemos de verdad entrar en contacto con la existencia concreta de los otros y conozcamos la fuerza de la ternura.

No es viendo y cuestionando hacia afuera, sino dejándome tocar personalmente por la Palabra de Dios.