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    TLLO UBoletn del Seminario

    El Emblema de Tlloc en Mesoamrica

    Ao 3 N 11 Julio-Septiembre

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    UNIVERSIDAD NACIONAL AUTNOMA DE MXICO

    J os Narro Robles

    Rector

    Estela Morales Campos

    Coordinadora de Humanidades

    Renato Gonzlez Mello

    Director del Instituto de Investigaciones Estticas

    Mara Elena Ruiz Gallut

    Titular del proyecto

    Mara Elena Ruiz Gallut

    Amrica Malbrn Porto

    Enrique Mndez Torres

    Editores

    Amrica Malbrn Porto

    Diseo editorial Certificado de reserva de derecho al uso exclusivo

    del ttulo, Direccin General de Derechos de Autor,

    Secretara de Educacin Pblica, nmero (en

    trmite ). Certificados de licitud de ttulo y de con-

    tenido, Comisin Certificadora de Publicaciones y

    Revistas Ilustradas, Secretara de Gobernacin,

    nmeros, (en trmite ), ISSN (en trmite ).

    Las opiniones expresadas en Tlloc Qu? Boletn del

    Seminario El Emblema de Tlloc en Mesoamrica son

    responsabilidad exclusiva de sus autores.

    Tlloc Qu? Boletn del Seminario El Emblema de Tla-

    loc en Mesoamrica es una publicacin trimestral del

    Proyecto El Emblema de Tlloc en Mesoamrica, del

    Instituto de Investigaciones Estticas de La Universidad

    Nacional Autnoma de Mxico, Circuito Mario de la

    Cueva s/n, Ciudad Universitaria, C.P. 04510, Mxico

    D.F. Tel. 5622-7547 Fax. 5665-4740.

    [email protected]

    Portada y vieta: Lmina 33, Cdice Borbnico. Edicin facsimilar. Ferndinand Anders, Maarten Jansen yLuis Reyes Garca (Comisin tcnica investigadora). Sociedad Estatal Quinto Centenario- AkademischeDruck Und Verlagsanstalt- Fondo de Cultura Econmica. Mxico. 1991

    Consejo Editorial:

    J orge Angulo Villaseor

    Marie-Areti Hers

    Alejandro Villalobos

    Patrick J ohansson K.

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    CONTENIDOPresentacin p. 7

    Anlisis de los entrelaces en El TajnMartn Cruz Snchez p. 9

    Alma Imaa. Rituales mortuorios andinos en laszonas rurales aymara de Puno circunlacustre(Per)Luperio David Onofre Mamani

    p.26

    Una imagen particular en Chavn de Huntar:anteojeras, bigotera y colmillosMara Elena Ruiz Gallut p. 43

    lbum del II Coloquio Internacional Arte, Arqui-tectura, Cosmovisin y Patrimonio Cultural p. 50

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    PRESENT CINUno de los objetivos del conocimiento es el de avanzar con pasos que integren las dis-

    tintas miradas que pueden darse alrededor de los sucesos culturales.

    Esta emisin del Boletn representa, en cierta medida, la pluralidad de enfoques y disci-

    plinas en las que concurre un tema como el que nos congrega en el proyecto Tlloc.

    De tal manera el primer artculo abre la discusin sobre lo que comnmente se ha reco-

    nocido para las formas que recuerdan aquellas producidas por el arte de El Tajn, los

    llamados entrelaces, pero que ms tempranamente encontraron espacio en algunas es-

    tructuras teotihuacanas. Martn Cruz Snchez retoma parte de su trabajo de Maestra en

    este texto llamadoAnlisis de los entrelaces en El Tajn para hacer un estudio sistemti-

    co de sus elementos compositivos, revisando sus semejanzas y diferencias. Su trabajo

    se enfoca sobretodo en los diseos que se miran en los tableros de los juegos de pelota

    del mencionado sitio, para hacer una propuesta que distingue entre las llamadas volutas

    y otras representaciones que muestran una mayor complejidad.

    El segundo texto titulado Alma Imaa. Rituales mortuorios andinos en la zonas rurales

    Aymara de Puno circunlacustre (Per)de Luperio David Onofre Mamani, ofrece un pa-

    norama detallado de las costumbres actuales de los campesinos aymaras alrededor de

    la concepcin del mundo, en donde la muerte es slo parte de un ciclo. La serie de acti-

    vidades, fundamentalmente comunitarias, que se desarrollan en torno al hecho funerario

    tienen como propsito central el apoyar en el trnsito a una nueva forma de vida. El

    documento, abundante en ejemplos, analiza los diversos aspectos que intervienen en

    los rituales y explica cmo actualmente dichas comunidades mezclan conceptos y tradi-

    ciones de naturaleza andina con otras provenientes de la religiosidad catlica.Con el artculo que lleva por nombre Una imagen particular en Chavn de Huntar: ante-

    ojeras, bigotera y colmillos, de la pluma de quien suscribe, se cierra finalmente este

    nmero. El texto da a conocer, por primera vez, los fragmentos de una vasija cuya ico-

    nografa resulta sorprendente, ya que semeja en sus formas a las que integran uno de

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    los rostros de Tlloc.

    La presentacin del programa acadmico del II Coloquio Internacional Arte, Arquitectu-

    ra, Cosmovisin y Patrimonio Cultural, celebrado en colaboracin con la Universidad

    Nacional del Altiplano en Puno, Per del 9 al 12 de septiembre, evento impulsado y apo-

    yado por nuestro proyecto (PAPIIT IN401811), da cuenta aqu de algunas de las activi-

    dades relevantes en las que participan miembros del Seminario.

    Mara Elena Ruiz Gallut

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    ANLISIS DELOSENTRELACES ENEL TAJN

    1. Maestro en Historia del Arte. Facultad de Filosofa y Letras, Universidad Nacional Autnoma de Mxico.

    Tipologa de entrelaces en El Tajn

    En la gran mayora de templos y palacios, as como en numerosas esculturas y en las po-

    cas pinturas murales de El Tajn podemos observar entrelaces y volutas formando parte

    del discurso visual; su repertorio es limitado, empero, tras la aparente homogeneidad es-

    tilstica de estos motivos, existen mltiples y contrastantes variantes. Un gran nmero de ellos con-

    vergen en el mbito del arte religioso aunque tambin los hay -en menor proporcin- dentro del arte

    civil. Cabe advertir que para referirnos a las estructuras arquitectnicas y monumentos de El Tajn

    empleamos la nomenclatura asignada por Romn Pia Chan y Patricia Castillo Pea. Para su estu-

    dio identificamos y clasificamos los siguientes tipos:

    Martn Cruz Snchez1

    Pirmide de Los Nichos en Tajn. Foto Amrica Malbrn 2013.

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    Fig. 1. Ubicacin de piezas con entrelaces en Tajn.

    Tomado de Romn Pia Chan y Patricia Castillo Pea, 2001: 31.

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    1. Entrelaces geometrizados con cabeza-

    les en dos variantes: a) de forma casi cua-

    drada y b) semiredonda.En ambos casos, alternan rtmicamente su di-

    reccin: arriba-abajo, izquierda-derecha y de-

    jan un pequeo hueco en el punto de unin,

    que al juego de luz y sombras, permiten obser-

    var una S en posicin horizontal.

    En cuanto a los que hemos llamado a) entr ela-

    ces geom etr izados co n cabezales de formacasi cuadrada notamos algunos de estos

    ejemplares en la seccin intermedia del Grupo

    de El Tajn Grande (Fig. 1), en las estructuras

    13 y 14, del Juego de Pelota (Pia Chan y Pa-

    tricia Castillo Pea, 2001: 31). En la estructura

    14, monumentos 149 y 150 (Fig. 2) reconoce-

    mos un personaje masculino cuyo cuerpo se

    extiende lateralmente y se contrapone con el

    adyacente, ambos emergiendo del interior de

    la tierra (ibd.: 39). Por la forma en que fueron

    representados sugerimos que los escultorestuvieron el propsito de enfatizar el aspecto

    dual que caracteriza a muchas deidades me-

    soamericanas. Tambin aadiremos que en el

    monumento 149 observamos bien definido el

    rostro de un hombre que de manera similar al

    ejemplo anterior, emerge de las entraas de la

    tierra pero no ocurre lo mismo con el resto de

    su cuerpo. En tanto que en el monumento 150

    vemos claramente las extremidades inferiores

    del personaje con sandalias y unas volutas.

    Nos parece pertinente hacer la siguiente acla-

    racin en cuanto al empleo de los trminos

    entrelaces y volutas a fin de evitar confusio-

    nes innecesarias. Sugerimos que cuando estos

    motivos se enlacen o sugieran un punto de in-

    terseccin que pudiera tener o no un nudo, de-

    beramos llamarles entrelaces a fin de distin-

    guirlos de las propias volutas que, en mi opi-

    nin, claramente se diferencian de los anterio-

    res porque aun cuando se las presenta de per-

    fil, solo tienen un cabezal y si es el caso de

    verlas frontalmente, como generalmente ocurreen la escultura stos motivos proyectan su

    cabeza hacia el exterior, lo cual las individuali-

    za aun estando abigarradas (Fig. 3) (ibd.: 38).

    Creemos que Pia Chan y Castillo Pea co-

    meten un error al designar con el trmino

    volutas a los diseos que ilustran en su obra

    Fig. 2. Personaje masculino. Tomado de Romn Pia

    Chan y Patricia Castillo Pea, 2001: 39.

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    simblicos (abstractos y/o realistas). Sin em-

    bargo, es aqu en donde los escultores introdu-

    jeron una innovacin en el motivo que estamosanalizando, dando origen a otro tipo al que

    hemos denominado:

    2. Entrelaces con formand o el signo ol l in.Al

    que ubicamos en la parte central de la pared

    sur de la estructura 11, monumento 158 (Fig.

    5) (ibid.:41). En l vemos dos serpientes bic-

    falas con los entrelaces en posicin horizontal,

    con su tpica forma de S acostada, con sus

    cabezales geometrizados de aspecto cuadrifor-

    me y dispuestos en direcciones opuestas, arri-

    ba-abajo, izquierda-derecha; justo en el punto

    de interseccin, el rostro de dos personajes,

    con orejeras y yelmos distintos se, confrontan

    entre s. Por tal razn sugerimos que quienes

    realizaron esta obra tuvieron el propsito de

    bajo la denominacin Figura II.4, por las .razo-

    nes antes expuestas.

    Pasemos ahora a los llamados b) entrelaces

    geometr izados con cabezales d e forma se-

    miredonda. Estos son visibles en las estructu-

    ras 11 y 11 bis, juego de pelota, monumentos

    157 y 159 (Fig.4) (Ibd.: 2001: 40). Los autores

    acotan que la estructura 11 bis, presenta es-

    culturas que inician el juego de volutas o gan-

    chos entrelazados; mientras que la estructura

    11 parece comenzar el concepto de los frisos

    Fig.3. Figura II.4 de Pia Chan y Castillo Pea,donde donomina Volutas a estos diseos.

    2001: 38.

    Fig. 4 . entrelaces geometrizados con cabezales de

    forma semiredonda. Tomado de Pia Chan y Casti-

    llo Pea, 2001: 40.

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    miran en sentido opuesto (estrella matutina y

    estrella vespertina: oriente y occidente); en

    tanto que el signo ollinformado por las lenguas

    serpentinas indica que el movimiento de Ve-

    nus corresponde a su desplazamiento celeste.

    Y, por lo que respecta a la confrontacin de las

    cabezas de las serpientes, consideran que am-

    bas proyectan la cabeza de un saurio. Final-

    mente concluyen que estos dos juegos de pe-lota presentan el desarrollo de la greca o volu-

    ta denotando movimiento y esbozando el signo

    que posteriormente caracterizar al estilo: nos

    referimos al smbolo ollin(Fig. 6) (ibd.: 136).

    3. Entr elaces que fo rman una retcu la: son

    aqullos que vemos en el Edificio D, de El

    Tajn Chico. De acuerdo con Breggemann,

    Este edificio lleva en su fachada occidental

    unos rombos encadenados cuyo significado es

    otra vez el tema principal en todas las obras

    plsticas de Tajn: las dos manifestaciones

    contrarias de la vida y del cosmos en general,

    unidas por una sola esencia (Breggemann,

    manifestar dos conceptos distintos pero com-

    plementarios entre s, que confieren unidad a

    la naturaleza de sus dioses. La presencia del

    signo ollin que advertimos en el entrelazamien-

    to de las lenguas viperinas hace referencia a

    las relaciones que como individuos y colectivi-

    dad guardaron los habitantes de El Tajn en

    relacin con su entorno inmediato y con el uni-

    verso, en donde tiempo-espacio conjugaron launin de los contrarios dando origen al movi-

    miento y, paralelamente a ello, a la unidad. Pe-

    ro tambin si los vemos frontalmente y a cierta

    distancia estos rostros serpentinos confronta-

    dos parecen revelarnos la intencin de sus rea-

    lizadores, que en opinin de Pia Chan y Cas-

    tillo Pea fue mostrarnos un rostro zoomorfo.

    En cuanto a la hiptesis que Pia Chan y Cas-

    tillo Pea elaboran con respecto al monumento

    158, dicen que en este caso las serpientes, por

    sus volutas o viento, son celestes; que en el

    centro se desdoblan para simbolizar la duali-

    dad del personaje que es Venus, y cuyas caras

    Fig. 5. Serpientes que forman el signo Ollin con sus lenguas.

    Tomado de Pia Chan y Castillo Pea, 2001: 41.

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    1992: 55-83; vid cfr. Winning, 1987, Tomo I:

    105, fig.14 b). Dadas las caractersticas que

    tiene, pareciera que se trata de entrelaces reti-culados como los que observamos en etapas

    ms tardas en las pinturas murales de Teo-

    tihuacn. Incluyo estos diseos porque, aun-

    que de manera muy estilizada, los artfices de

    El Tajn hicieron este tipo de entrelaces que en

    cierta forma se asemejan a los teotihuacanos.

    Hasso von Winning ofrece algunos ejemplares

    de entrelaces en las subdivisiones de los mu-

    rales, que tambin se usaron como marcos en

    Tetitla y Tepantitla siendo el empleo de este

    mtodo una caracterstica teotihuacana. El

    arreglo de las caractersticas bandas decora-

    das recuerda los motivos serpentinos y es no-

    table la perfecta simetra y armona de las

    composiciones.

    Ligados a este tipo, encontramos otros a los

    que denominamos entrelaces romboidales

    de esqu inas fi tomo rfas co n un crcu lo cen-

    tral:suponemos que se trata de una variante

    del tipo anterior y se localizan en el Edificio I

    donde los entrelaces fueron pintados sobre

    fondo verde y el color turquesa de ellos con-trasta notablemente. Cruzados sobre un rombo

    y unidos cntricamente por un crculo peque-

    o, sus cabezales salen del espacio romboidal.

    Tanto los ngulos de la figura principal -es de-

    cir, del rombo- como los entrelaces rematan en

    volutas y una especie de hojas (Ladrn de

    Fig.6. Smbolo del ollin en grecas y volutas.

    Tomado de Pia Chan y Castillo Pea, 2001: 137.

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    ca. La disposicin de estas canchas en el co-

    razn de El Tajn, sugieren que un grupo sa-

    cerdotal diriga el ritual y a travs de su prcti-ca integraban socialmente a toda la poblacin,

    ejerciendo el dominio y el control sobre la

    Metrpoli y posiblemente tambin en los pue-

    blos circunvecinos (Vid. Pasztory, 1972: 441-

    455). El hallazgo de mltiples objetos lticos,

    cermica y estructuras arquitectnicas de-

    muestran que el juego de pelota fue amplia-

    mente conocido por los mesoamericanos con

    variantes en su planta: desde aquellas en for-

    ma de doble T o I, hasta las de T sim-

    ple3 (Uriarte, 2001: 227-290, Gmez Chvez,

    Guevara,1992 : 113) (Fig. 7).

    4. Entrelaces com plejos: se localizan en el

    muro exterior sobre la pared sur del mismo edi-ficio (Fig.8), abigarrados y sin orden, como si

    se hubiera tenido el propsito de haberlos colo-

    cado caprichosamente (Ibd.:116).

    Nos ocuparemos ahora de aquellos que se

    asemejan a los que vemos en Teotihuacn:

    Anlisis de los entrelaces en los tableros

    del Juego de Pelota Norte y Sur.

    Los entrelaces que observamos en ambos jue-

    gos de pelota2de El Tajn nos obligan a expo-

    ner la importancia que asumi esta actividad

    Fig. 7. Fragmento de pintura

    mural del Edificio I, donde se

    aprecian entrelaces de colorturquesa pintados sobre fondo

    verde. Tomado de Ladrn de

    Guevara, 1992: 113.

    2.El juego de pelota implic entre otras cosas, el sacrifi-cio humano y en los relieves de El Tajn ste se registren dos modalidades: por decapitacin o extraccin delcorazn, pese a que an no contamos todava con vesti-gios humanos que lo confirmen.3.Gmez Chvez acota que en El Tajn observamosplantas arquitectnicas en I y doble T; correspondena la primera modalidad los Juegos de Pelota Norte y

    Sur; en cuanto a la segunda, en las estructuras 13 y 14.Hay diferencias en las paredes: verticales y sin cornisa(Juego de Pelota Sur), o con ella (Juego de Pelota Nor-te); de paredes laterales inclinadas en direccin hacia elespacio ritual o patio (estructuras 17 y 27, 13 y 14). PiaChan y Castillo Pea sealan que el Juego de PelotaNorte lo constituyen las estructuras 24 y 25.

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    dad4 (Pascual Soto, 2009:221). El hallazgo de

    todas estas edificaciones nos hace suponer

    que dicha actividad religiosa fue una de las

    ms relevantes en El Tajn.

    Los entrelaces que guardan semejanza con los

    que observamos en Teotihuacn proceden de

    los Juegos de Pelota Norte y Sur. Sara Ladrn

    de Guevara realiza un anlisis comparativo e

    identifica algunos temas recurrentes en los que

    nota ciertos convencionalismos establecidos;

    opina que las escenas representadas en los

    tableros de estas estructuras guardan muchos

    aspectos en comn. Por ejemplo: en algunasescenas las plantas del maguey fueron coloca-

    2004:165-199; Wilkerson, 1987:34; Pia Chan

    y Castillo Pea, Op.cit.:35; Breggemann,

    Op.cit.:84-97). En Teotihuacn como en El

    Tajn se han encontrado distintos artefactos

    asociados con el juego de pelota. Existe una

    amplia gama de accesorios ligados a l: mar-

    cadores, altares, lpidas, estelas, cabezas con

    espiga y anillos (Federico Arreola, 1972: 435-

    439; Gmez Chvez, et al, 2004; Ladrn de

    Guevara, 2005: 77-102) mientras que Garca

    Payn hall algunos artefactos lticos ahueca-

    dos que fueron empleados como base para las

    pelotas de hule probablemente como los quese aprecian en el Edificio 42 o de Las Colum-

    nas.

    Actualmente se conocen en El Tajn 17 estruc-

    turas destinadas para tal fin. Arturo Pascual

    Soto insiste en la importancia del Gran Juego

    de Pelota ubicado en la zona norte de la ciu-

    Fig.8. Entrelaces complejos del Edificio I.

    Se aprecia la disposicin caprichosa de los

    motivos. Tomado de Ladrn de Guevara,

    1992: 113.

    4.Pascual Soto, 2009,Fig. 143, fotografa del Gran Jue-go de Pelota, en El Tajn; est formado por dos impor-tantes estructuras paralelas, tan altas como la propiaPirmide de los Nichos, la cancha se haya enmarcadapor paredes ensambladas con sillares de piedra sin re-lieves.

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    discurso visual como fuente directa de informa-

    cin, porque los entrelaces estn ligados a es-

    cenas religiosas y junto con la pintura mural,son un medio de comunicacin propio de la

    elite de El Tajn.

    a) El Juego de Pelota Norte, 700-900 d.C.

    Conformado por las estructuras 24-25, idnti-

    cas, rematadas con cornisas volantes, un eje

    oriente-poniente, un patio angosto y bajo, lon-

    gitudinalmente en forma de I, mide 26.5 m,

    tiene paredes verticales y seis tableros de los

    cuales cuatro de ellos representan ceremonias

    relacionadas con el juego de pelota mientras

    que los dos centrales ataen a la respuesta o

    desempeo de los dioses en algunos rituales

    afines pero propios6 (Wilkerson, 1987:34-35).

    Los entrelaces de los tableros sureste 060,

    das al lado este y se contraponen con la apari-

    cin de un personaje hombre-guila asociado

    con el Sol del poniente. La simbolizacin deljuego como oposicin de dos serpientes en

    donde el entrecruzamiento de sus cuerpos for-

    ma el glifo ollin y la muerte es otro tema pre-

    sente en cada esquina (Ladrn de Guevara,

    2005: 77-103) y proponemos que son bastante

    ms elocuentes que cualquier otro testimonio.

    En ellos reconocemos con mayor prontitud al-

    gunos objetos del mundo visible, pero tambin

    distinguimos otros de naturaleza simblica. Las

    escenas han dado cauce a interesantes inter-

    pretaciones y sin embargo ninguna de ellas ha

    satisfecho por completo a quienes nos intere-

    samos en estas antiguas culturas5 (Wilkerson,

    Op.cit.:79; Breggemann, Op.cit.: 85-97; Pia

    Chan y Castillo Pea, Op.cit.; Zaleta Jurez,

    1980:62-65).

    La ausencia de textos elaborados por los habi-

    tantes de esta Metrpoli es una limitante para

    el estudio de los entrelaces en El Tajn, empe-

    ro me parece que deberamos considerar este

    5. Wilkerson propone que los relieves del Juego de Pe-lota Sur deben leerse linealmente, partiendo del tablero1 (sureste), 2 (suroeste), 3 (noroeste), 4 (noreste) 5(norte central) y 6 (sur-central). Breggemann, proponeque la lectura debe hacerse en forma cruzada, comen-zando con los tableros 1sureste y 4 noroeste, 3 suroes-te y 6 noroeste, concluyendo con los dos restantes, 5sur-central y 2 norte-central. Romn Pia Chan y Patri-cia Castillo Pea es similar su propuesta a la de Breg-gemann: lectura del tablero sureste (monumento 532),noroeste (monumento 539), suroeste (monumento 537),y noreste (monumento 543); difiriendo en los paneles

    restantes: primero debemos leer el panel norte central(monumento 540) y despus el sur central (monumento533) Leonardo Zaleta Jurez ofrece una interpretacinpoco comn: la lectura de los tableros inicia con el table-ro noroeste, noreste, suroeste, sureste, central norte ycentral sur. Los cuatro relieves de las esquinas del Jue-go de Pelota Sur representan escenas rituales (los delnorte estn asociados con el juego) mientras que losdos sureos se vinculan con el rito de iniciacin de un

    jugador o guerrero, en tanto que los centrales aluden latemtica de la ceremonia del pulque.

    6. El artfice esculpi imgenes reales y simblicas for-malmente dentro de tres espacios: a diferencia de lostableros del Juego de Pelota Sur, la escena principal seubica al centro y ocupa la mayor extensin. Los entrela-ces se miran en los flancos derecho e izquierdo mientrasque en el nivel superior nicamente hay imgenessimblicas relacionadas con el dios del Viento en susdiferentes advocaciones. La mscara bucal del dios delViento en el monumento 063 se asemeja al diseo quevemos en Teotihuacn, aunque aqu es ms refinado yclaramente est ligado a un rostro con atributos que ca-

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    543. En la parte superior miramos la imagen

    de una deidad con dos rostros confrontados,

    asociada al viento. La lengua exhibe una punta

    angulosa como navaja de pedernal. En el ta-

    blero noroeste 063, la escena principal estdecorada con entrelaces a ambos lados. Se

    trata del mismo personaje que apreciamos en

    el tablero anterior pero ahora sentado de cucli-

    llas sobre la estructura, recibiendo de manos

    de otro personaje el atavo para el ritual. Coro-

    nado por el enorme rostro de una deidad aso-

    ciada con el viento, mostrando su mscara bu-

    cal de pico de pato, los brazos abiertos y

    flexionados hacia arriba. En uno de los extre-

    mos se aprecian dos bandas entrelazadas con

    el cuerpo longitudinal sinuoso, en posicin ver-

    tical y rematando en dos ganchos con cabeza-

    les en forma de prolongadas S. El tablero

    noroeste 063, y suroeste 058 (Fig.9) estn me-

    jor conservados (Pia Chan y Castillo Pea,

    Op.cit.: 47, 45, 43). Presentan un diseo en

    forma de S en posicin horizontal, con cabe-

    zales redondos en los extremos, expuestos de

    izquierda-derecha, arriba-abajo y alternan con

    otro motivo en el que se ven dos bandas angu-

    lares entrelazadas sin aparentemente cabeza-

    les propios; podemos concluir que se parecen

    a los que observamos esculpidos en los monu-

    mentos 539 y 543 del Juego de Pelota Sur. El

    tablero sureste 060 muestra a un personaje

    con el cuerpo en posicin frontal, la cara de

    perfil, ricamente ataviado y sentado sobre una

    estructura. A espaldas suyas la imagen de una

    enorme serpiente. Esta escena est flanquea-

    da por entrelaces similares a los que vemos en

    el Juego de Pelota Sur, monumentos 539 y

    Fig.9. Tableros del Juego de Pelota Norte.Tomados de Pia Chan y Castillo Pea, 2001: 47,45 y 43 respectivamente.

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    Nada podemos decir de los entrelaces labra-

    dos en los tableros central sur, monumento

    059 y central norte, monumento 062 (Fig. 11)

    (Ibd.: 49, 48 respectivamente), porque su con-

    servacin es bastante precaria (Vid. Ladrn de

    Guevara, 2005; Vid. cfr. Wilkerson, 1987)7.

    b) El Juego de Pelota Sur. 900-1100 d.C.

    Tiene un alineamiento de oriente-poniente, po-

    see paredes verticales y seis tableros graba-

    dos, dadas las medidas que presenta -60.45 m

    de largo por 10.5 m de ancho- se ubica entre

    suroeste 058, representa al mismo personaje

    sentado de cuclillas sobre un recipiente, por-

    tando el atavo ritual en el que se entremezclanalgunos atributos del murcilago, visibles en

    los brazos extendidos de esta figura y llevando

    en su rostro la cabeza de un ave rapaz. Dos

    personajes femenino y masculino- parados

    sobre el borde de un recipiente que contiene el

    agua y sujetando una cinta como intentando

    ayudar al que est acuclillado. Arriba de ellos

    se ve el rostro frontal del dios del Viento, con el

    cuerpo lateral y, extraamente, un disco hueco

    con un nudo o entrelace al centro y marcando

    posiblemente los cuatro rumbos del universo

    que convergen al interior del disco. En uno de

    los extremos aparecen dos anchas bandas an-

    gulares entrelazadas que rematan con sus ca-

    bezales en forma de ganchos semi-angulares y

    ligeramente retorcidos.

    Otra variante la vemos en el tablero noreste,

    monumento 061 (Fig. 10) (Pia Chan y Castillo

    Pea, Op.cit.:44) se trata de gruesas S de

    cuerpo erguido con cabezales contrapuestos

    que alternan con un par de anchas bandas an-

    gulosas y entrelazadas, a las que se les aa-dieron dos ganchos pequeos y angostos con

    su cabezal semiredondo y contrapuesto. Nada

    podemos decir de los entrelaces labrados en

    los tableros central sur, monumento 059 y cen-

    tral norte, monumento 062 (Fig. 11) (Ibd.: 49,

    48 respectivamente), porque su conservacin

    Fig.10. Tablero noreste, monumento 061. Tomadode Pia Chan y Castillo Pea, 2001: 44.

    7. Para su ubicacin, me baso en la obra de SaraLadrn de Guevara aunque difiere con la propuesta deJeffrey K. Wilkerson alno coincidir en cuanto a la orien-tacin de los relieves.

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    1) los momentos del ritual, en el que hom-

    bres y dioses se renen.

    2) los que exponen ideas religiosas ligadasal juego de pelota9(Wilkerson, op. Cit.:61-

    70; Vid. cfr. Ladrn de Guevara, 2005:

    78).

    Opino que los cuatro relieves ubicados en los

    ngulos del Juego de Pelota Sur, narran los

    momentos ms lgidos y significativos del ri-

    tual. Por lo que su discurso visual se modifica y

    por ende, todos los objetos reales o no, ad-

    quieren un significado especfico. Con base en

    los ms grandes de esta urbe. La singularidad

    de las estructuras que lo conforman [Edificio 5

    -de planta trapezoidal- y El edificio 6 en formade una pirmide escalonada-] lo diferencian del

    resto8 (Wilkerson, Op.cit.: 61; vid. cfr. Ladrn

    de Guevara, 2005:78; De la Garza e Izquierdo,

    1980: 315-333; Sahagn, 1985). Propongo que

    abordan dos temas:

    Fig.11. Tableros central sur, monumento 059 y central norte, monumento 062Tomados de Pia Chan y Castillo Pea, 2001: 49, 48 respectivamente

    8. Sara Ladrn de Guevara sugiere, con medidas pre-cautorias, que acaso el Juego de Pelota Sur fuese unsitio propio para otro tipo de rituales y que por tener enel centro un espacio similar al de una cancha tpica re-presentase al Teotlachtli, la cancha donde jugaban losdioses. Mercedes de la Garza y Ana Luisa Izquierdo,acotan que el juego de pelota est asociado a simbolis-mo mtico-religioso, el cual es palpable en: cdices, ubi-cacin de la propia estructura del Juego de Pelota y ele-mentos que lo integran, as como en los rituales y deida-des asociadas al juego, entre otros.

    9. Wilkerson distingue dos temas en los bajorrelieves: el

    ritual del Juego de Pelota y lo que l llama la respuesta

    de los dioses.

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    esta idea, propongo que la medicin y percep-

    cin del tiempo, llega a nosotros a travs de la

    narrativa desplegado en cada tablero. Lugardonde el escultor fue capaz de ligar la tempo-

    ralidad cotidiana con el tiempo mtico.

    En apariencia las escenas parecen mostrar-

    nos un espacio fragmentado, sin embargo no

    es as. Todas estn vinculadas a los principios

    cosmognicos que rigen a la comunidad, en

    los que cada ente, real o imaginario, tiene un

    lugar y tiempo determinado10.

    Entrelaces en los cuatro tableros angulares

    del Juego de Pelota Sur

    identifico dos tipos: A) monumentos 532 y 537

    sureste y suroeste- (Fig.12) (Pia Chan y Cas-

    tillo Pea, Op.cit.: 69, 72 respectivamente; vid.

    Wilkerson, Op.cit.: 64-65; Castillo Pea, 1995),

    partiendo del punto de arranque se aprecia un

    diseo que a simple vista sugiere el perfil de

    una mandbula estilizada o quiz los primeros

    brotes de una planta acaso sea maz- al-

    ternndose con otro motivo que semeja una

    especie de Y invertida, con el pie completa-

    10. Sugiero que el escultor hizo referencia al espaciocosmognico al que sugiere en los trminos siguientes:1) el destinado a los dioses y hombres ocupando laplana mayor-; 2) el dedicado a las imgenes simblicas -al que ubico en la parte ms alta del tablero; 3) la zonapara los entrelaces en dos modalidades- sin mezclar-los con otros motivos y 4) la parte donde un ser descar-nado emerge de una olla, desde las profundidades delocano? y cuya presencia alude a la muerte.

    Fig. 12. Monumentos 532 y 537, tableros del Juego dePelota Sur. Tomados de Pia Chan y Castillo Pea,

    2001: 69, 72 respectivamente

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    mente vertical y sus brazos cortos, ligeramente

    retorcidos. Sobrepuestos, vemos los entrelaces

    con su tpica forma de S y cuerpo longitudinalinclinado hacia la izquierda, sus cabezales al-

    ternndose direccionalmente arriba-abajo, iz-

    quierda-derecha, incorporando a la vez entrela-

    ces de forma distinta: constituidos por dos ban-

    das angulares entrelazadas, dispuestas en po-

    sicin vertical y decorada por pequeas plu-

    mas que van terciadas y colocadas rtmica-

    mente arriba-abajo que rematan sin cabeza.

    B) monumentos 539 y 543 -noroeste y noreste

    (Fig. 13). Ubicados en la parte inferior de los

    tableros stos presentan una forma de S, en

    posicin horizontal, con cabezales redondos en

    los extremos, expuestos de izquierda-derecha,

    arriba-abajo y alternando con otro motivo en el

    que se miran dos bandas angulares entrelaza-

    das sin aparentemente cabezales propios; po-

    demos concluir que se parecen a los que ve-

    mos esculpidos en los monumentos 539 y 543

    del Juego de Pelota Sur. En cierta forma se

    asemejan a los descritos en el apartado A, pe-

    ro con algunas diferencias, por ejemplo, ambos

    tienen la caracterstica forma de S en posi-cin horizontal, con sus dos cabezales, al-

    ternndose de izquierda-derecha, direccional-

    mente dispuestas arriba-abajo. Son distintas

    entre s porque en el apartado A se combinan

    con los elementos de dos bandas horizontales

    en los que miramos por una parte, los entrela-

    Fig.13. Monumentos 539 y 543 , tableros del Jue-go de Pelota Sur. Tomados de Pia Chan y Castillo

    Pea, 2001: 72 y 71 respectivamente

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    ces que hemos descrito a los que se les aa-

    den pequeas plumas; y en la otra banda, pe-

    queas mandbulas estilizadas o brotes demaz alternndose con unas Y invertidas;

    mientras que los entrelaces del apartado B

    aparecen solitarios.

    Entrelaces en los tableros centrales del

    Juego de Pelota Sur

    Monumentos 540 y 533, norte central y sur

    central (Fig. 14) (Pia Chan y Patricia Castillo

    Pea, Op.cit: 75, 76; vid. cfr. Wilkerson, 1987)

    en este caso propongo que el escultor distribu-

    ye su discurso visual formalmente en cinco es-

    pacios:

    1) nivel inferior, entrelaces.

    2) nivel central, escena terrestre en la que con-

    vergen el dios de la lluvia, el sol, el viento y el

    huracn con los hombres

    3) y 4,) laterales derecho e izquierdo, imge-

    nes simblicas, segmentadas verticalmente en

    cuatro bandas, en dos de las cuales se miran

    ganchos o huesos?; en otra dos serpientes

    confrontadas, y en una ms el rostro de un

    bho? entrelazado por enormes plumas ex-hibiendo un par de brazos y

    5) el nivel superior albergando la imagen

    simblica de dos personajes con el cuerpo y el

    rostro confrontados, que al unir sus cabezas

    muestran el rostro de un dios sonriente, portan-

    do la mscara bucal del dios del viento.

    Fig.14. Monumentos 540 y 533, norte central y sur cen-

    tral del Juego de Pelota Sur. Tomado de Pia Chan yPatricia Castillo Pea, 2001: 75 y 76.

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    Los motivos que observamos en ellos -nivel

    inferior- probablemente son los mismos, aun-

    que parcialmente se conserven en el segundoejemplar. En principio, observo que posible-

    mente se trata del rostro individual y estilizado

    de dos felinos, construidos a partir de un gan-

    cho de extenso cuerpo longitudinal con cabe-

    zales a ambos extremos, ligeramente angula-

    res y de giros semiredondos que convergen al

    centro. Dos crculos pequeos simulan los

    ojos, en tanto que debajo de ellos apreciamos

    un diseo que aparenta la nariz y expone parte

    de la mandbula superior11. Por encima de sus

    rostros se miran un par de entrelaces angula-

    res acfalos que van alternndose con otro

    que ostenta la forma de una Y invertida o no,

    con brazos cortos y semicirculares y la orien-

    tacin de ellos est determinada por la posi-

    cin del motivo referido.

    11. En cierto modo este diseo guarda cierto parecido alque vemos en el Altar sub 53 del Complejo de la Calza-da de los Muertos en Teotihuacan, quiz como bienseala Arturo Pascual Soto, los habitantes de El Tajnimitaron a los teotihuacanos, no de forma directa, porqueeso fue imposible dado que ambas ciudades estn des-fasadas, pero s pudo llevarse a efecto a travs de otrasculturas que tejieron una red intermediaria entre el Alti-plano Central y el litoral veracruzano.

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    Luperio David Onofre Mamani1

    1. Las Comunidades Aymara Circunlacustres de Puno

    El presente estudio tiene como principal objetivo describir detalladamente e interpretar los

    rituales mortuorios andinos contemporneos en las zonas rurales aymara de Puno Circun-

    lacustre, especficamente en las comunidades de Wakani (Pomata), Moya Pampa (Juli),

    Ccota (Platera), Chinchera (Chucuito), Anccaca (Laraqueri) y Urus Chulluni (Puno).

    En estas comunidades campesinas aymaras la concepcin del mundo es diferente de la visin de

    Occidente, por cuanto todo lo que existe en el mundo tiene vida, y todos sus elementos tienen la

    virtud de relacionarse y, adems, transcurren por sus respectivos ciclos vitales. Esta percepcin ay-mara del mundo tambin se expresa en la visin de la muerte, en cuanto se percibe como una for-

    ma de vida, que ocurre despus del fallecimiento. Para ello es necesario morir (o "permanecer dor-

    mido"). Existe la creencia que en esa nueva condicin la vida se desarrolla con las mismas peculia-

    ALMA IMAA. RITUALES MORTUORIOS ANDINOS EN LAS ZONAS

    RURALES AYMARA DE PUNO CIRCUNLACUSTRE (PER)

    1. Universidad Nacional del Altiplano, Puno-Per

    Puno, lago Titicaca. Foto Amrica Malbrn 2013

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    que estos ritos no son pues estrictamente andi-

    nos. Hay una mezcla con la concepcin y los

    smbolos catlicos que a mi modo de ver hansido reconvertidos o andinizados.

    Primero caracterizamos las comunidades a

    que se refiere este aporte. De manera general

    debemos sealar que estas comunidades se

    desarrollan sobre la base de una economa

    productiva de agricultura, ganadera y pesca.

    La produccin y la productividad tienen un bajo

    nivel con escasa incorporacin de tecnologa

    moderna. Las comunidades practican ms bien

    una tecnologa tradicional y un modo de pro-

    duccin andina. Como tal, desarrollaron una

    agricultura altamente diversificada, con rota-

    cin de cultivos, control natural de las plagas y

    una forma colectiva de la organizacin produc-

    tiva con un sistema de ayuda mutua basada en

    ayni, satjay minka, que resultan en una tecno-

    loga adecuada de la produccin y una organi-

    zacin racional de la fuerza de trabajo. Funda-

    mento de la economa y la tecnologa es una

    visin del mundo en que el entorno natural y

    social es concebido como algo vivo, perma-

    nente, que cada cierto tiempo se recrea ritual-mente con la finalidad de estar as al ritmo del

    progreso de las sociedades.

    La familia constituye la unidad social bsica de

    la comunidad. A partir de ella se ha tejido un

    complejo sistema de relaciones de parentesco.

    La familia es el vehculo que transmite los valo-

    ridades que en este mundo.

    Para lograr que el alma pueda desenvolverse a

    plenitud en el mundo de los muertos, el"mundo alma", es necesario realizar un conjun-

    to de rituales, que deben efectuarse antes, du-

    rante y despus del entierro, preparar ofrendas

    y desplegar ciertos comportamientos colecti-

    vos. De esta manera se reconforta las relacio-

    nes entre los que vivimos en esta vida y los

    muertos.

    El fallecimiento, el entierro y el duelo, compro-

    meten nuevamente a los hombres a expresar y

    reafirmar de manera especial los valores andi-

    nos, como son la reciprocidad, la solidaridad, el

    parentesco y los valores ticos.

    Los diferentes rituales efectuados por los

    miembros de estas comunidades campesinas,

    tienen un objetivo comn: ayudar al muerto en

    esa nueva forma de vida. Cumpliendo con to-

    dos los rituales, finalmente logramos conseguir

    todo lo que el muerto necesita en esa vida: te-

    rreno, casa, vveres, enseres, animales, terre-

    nos de cultivo y otros elementos. Esta relacin

    se perenniza en la medida en que haya una

    constante rememoracin de las almas, quepueden consistir en misas, ofrendas, rezos, vi-

    sitas a la tumba, adornos florales, en fin, llevar-

    los siempre en nuestra memoria.

    Los rituales mortuorios tienen muchos procedi-

    mientos en comn, pero se diferencian en los

    detalles. Por otro lado, se ha podido constatar

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    de los muertos. Llevados por esta fe, desarro-

    llan un amplio conjunto de ceremonias, cos-

    tumbres, acciones, eventos y procesos ritua-les.

    2. "Tu kus ia": el fallecimiento

    En el mundo aymara, los fallecimientos son

    posibles percibirlos antes de que ocurran, a

    travs de los presagios. Gracias a esta percep-

    tibilidad se pueden describir y explicar estos

    acontecimientos religiosos.

    Al respecto hay una variedad de indicadores.

    Por ejemplo, la presencia de un gran nmero

    de moscas en las habitaciones, el aullido del

    perro, el frecuente descanso del bho sobre el

    techo: estos son presagios de la muerte de un

    familiar. El bho, como ave nocturna, pertene-

    ce al manka pacha, el mundo oscuro de aden-

    tro, y es lgico que viene a avisar sobre la

    muerte. Las visitas de algunas aves del lago,

    los "kota jamachis", pronostican la muerte

    tambin, porque dicen que vienen a llevarse el

    alma de las personas. Para evitar que se cum-

    pla tal presagio y para que no se muera ningn

    familiar, hay que ahuyentar a estos pjaros demal agero. Otros presagios que se observan

    son: el comportamiento de las personas que

    van a morir: si alguno de ellos se tropieza al

    caminar: cuando hace algo inusual, cuando

    acta de manera tan amable como en toda su

    vida no ha sido as. Es as como la persona

    res culturales y sus expresiones. Las condicio-

    nes de vida de la familia son precarias, de mo-

    do que cada vez ms se hace sentir la pobre-za, la desnutricin, el analfabetismo, la mortali-

    dad infantil y materna. Un recurso particular

    para enfrentar esta situacin es la medicina

    andina. En trminos de la medicina tradicional

    andina existe un amplio conocimiento sobre la

    salud y la enfermedad, con que los comuneros

    contrarrestan estas anomalas y se procuran la

    salud.

    El efecto de una fuerte presin modernizante

    que ejerce la sociedad moderna, neoliberal y

    materialista, estas comunidades experimentan

    cambios profundos que amenazan la perviven-

    cia de sus tradiciones. A pesar de ello la cultu-

    ra aymara contina firme, vigente y arraigada

    profundamente en sus valores de comunitarie-

    dad, solidaridad, laboriosidad, familiaridad, ge-

    nerosidad, dignidad personal y colectiva. Otro

    elemento cultural importantsimo que se con-

    serva intacto es el idioma, el "jaque aru". A

    travs de su idioma los aymaras pueden reco-

    nocer y explicar su visin del mundo y su uni-

    verso simblico, desarrollan armnicamente yreproducen fielmente el sistema andino de re-

    laciones y estructuras sociales.

    En la religin de los aymaras ocupa un lugar

    muy importante su fe en las almas de los muer-

    tos, en particular la partida del alma despus

    de la muerte y su establecimiento en el mundo

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    29

    Cuando se anuncia la muerte de una persona,

    es necesario preparar al paciente para la de-

    funcin. Para eso se contrata un yatiri (un sa-bio) o un resiri (un orador) para que realice el

    rito de la "takja" que es la separacin simbli-

    ca entre la muerte y la vida. El objetivo de este

    rito es ayudar a morir a la persona desahucia-

    da. En estos casos algunas familias aprove-

    chan para reunir a los familiares que viven cer-

    ca, con la finalidad de perdonarse con el mori-

    bundo antes de su muerte. Cuando ocurre la

    muerte, los familiares hacen oraciones y le pi-

    den al moribundo para que diga: "Jess,

    Jess!".

    En el caso, que la agona del paciente contine

    por varios das, se reunir a todos los familia-

    res con la finalidad de que el desahuciado se

    perdone con alguno de ellos. Coincidentemen-

    te ocurre que la persona fenece con tranquili-

    dad, momentos despus del encuentro ms

    esperado con el familiar ms querido. Hasta la

    fecha no podemos explicar este fenmeno con

    mayor juicio.

    Los criterios para declarar muerta a una perso-

    na giran en torno a la percepcin del latido delcorazn o la respiracin o cuando el cuerpo

    sufre un proceso lento y progresivo de enfria-

    miento. Consumado el hecho, se derraman las

    primeras lgrimas. En seguida los familiares se

    vestirn con luto. Los varones generalmente

    usan un sombrero, poncho, pantaln y chalina

    misma anuncia su muerte. Se cree que de to-

    das maneras morir.

    Otra manera de presagiar la muerte es a travsde los sueos. Cuando una persona en sueos

    conduce un carro, cuando as ingresa y sale de

    una casa o cuando se suea manipulando sal

    y carne de un animal degollado, significa que

    alguno de la comunidad va morir. Algunas ve-

    ces pueden precisar tambin las personas que

    van a morir; por ejemplo, cuando pierde los

    dientes en sueos: esto significa que uno de

    sus padres o de sus familiares cercanos va a

    morir.

    Una persona puede llegar a presentir su muer-

    te y reconocer los presagios de su prximo fa-

    llecimiento. Por ejemplo, cuando se suea con

    muertos conocidos o desconocidos. Por eso,

    no es de extraar que algunos anuncian y co-

    munican su muerte a sus familiares. Inclusive

    pueden reunirlos para darles por anticipado la

    herencia sobre la base de un testamento.

    Otra manera de pronosticar la muerte, es recu-

    rriendo al diagnstico del cuy, a travs del cual

    se determina la enfermedad de una persona o

    su eventual deceso. El procedimiento consisteen observar los intestinos del animal: si stos

    se presentan en forma de un collar o rosario, la

    muerte ser indudable y por lo tanto hay que

    prever todas las acciones necesarias para el

    entierro. Una de las primeras tareas es visitar

    el templo o la capilla para prender velas.

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    Los comuneros ni bien se enteran del falleci-

    miento se constituyen en casa del finado, lle-

    vando consigo regalos _las apjatas_ consisten-tes en especies, bebidas y coca, y ofrecindo-

    se a asumir algunas responsabilidades confor-

    me lo requieran las circunstancias. Tales servi-

    cios son, por ejemplo, encargarse de lavar al

    muerto, ayudar en la cocina, encargarse de los

    trmites legales, preparar el ambiente para el

    velorio, preparar las ofrendas y orientar a los

    dolientes respecto a la secuencia de los diver-

    sos ritos que deben cumplirse en honor al falle-

    cido.

    La responsabilidad del jefe de familia es con-

    vocar a todos los familiares del finado, con el

    fin de conversar y tomar acuerdos respecto a

    los gastos que ocasionar el entierro. Asimis-

    mo se hace un anticipo de cmo se distribuirn

    las pertenencias del finado. En adelanto de es-

    ta herencia todos los familiares concertan en

    acopiar cuasi equitativamente diversos produc-

    tos o vveres que servirn para preparar los

    fiambres y las comidas. Esta costumbre es pe-

    culiar en estas comunidades aymaras.

    La siguiente tarea es contratar a una personaque no sea familiar, para que se encargue de

    lavar el cuerpo del muerto. Para este fin se uti-

    liza agua hervida con la yerba de romero o

    simplemente agua con sal, lavatorio que se

    realiza para expurgar los pecados del muerto y

    ayudar a conservar su cuerpo por los das que

    negros; las mujeres utilizanphullo(el velo andi-

    no), mantn y pollera negros. Los hijos pueden

    vestirse igual o en todo caso utilizar cualquiervestidura negra. En algunas comunidades la

    solidaridad se expresa en prestar ropa negra

    hasta los ocho das.

    Seguidamente se confecciona el atad, pidin-

    dose este servicio a un aficionado en carpinter-

    a que no sea pariente del finado. Si la familia

    es pudiente podr comprarse el atad. En caso

    de extrema pobreza y donde falta o escasea la

    madera, como en comunidades aisladas de

    altura, simplemente se envolver el cadver en

    un chusi, una frazada, pero esta costumbre se

    practica en muy pocas comunidades de altura.

    El fallecimiento conmueve y compromete gene-

    ralmente a toda la comunidad. Los comuneros

    asumen una serie de tareas con la nica finali-

    dad de apoyar moral y materialmente a los fa-

    miliares del muerto. La primera tarea de los fa-

    miliares es comunicar el fallecimiento a las au-

    toridades de la comunidad. En algunos casos

    stos pueden intermediar para que la comuni-

    dad contribuya en los diferentes gastos que

    con esta ocasin realiza la familia. La respues-ta solidaria es casi de inmediato. Este acto soli-

    dario es comn entre los comuneros de Urus

    Chulluni, donde estn obligados a recolectar la

    suma de 100 nuevos soles para ayudar a los

    dolientes. Posteriormente se extiende el aviso

    a todos los amigos de la comunidad.

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    grados del difunto. Segn la creencia de los

    aymara, el finado utiliza estos elementos du-

    rante su viaje y en su residencia en el mundode los muertos. Se supone que tendr que co-

    cinarse, vestirse, trabajar, bailar, pastear,

    construir su casa, cultivar, saciar su sed y otras

    actividades humanas acostumbradas. Aproxi-

    madamente a las cuatro, o cinco, de la tarde

    se sacrificaba al animal. Su sangre se ofreca a

    la Pachamama para saciar su sed y para que

    ella acoja al muerto en sus entraas. Este acto

    se denomina "ch'alla", pero el trmino ms co-

    rrecto sera la "wilancha" que significa: asper-

    sin ritual de purificacin con sangre. Mencio-

    no aqu una informacin complementaria res-

    pecto a la percepcin del hombre aymara so-

    bre el origen y destino de los humanos: un co-

    munero de Chinchera con mucha firmeza de-

    ca que nosotros salimos _"kkustanja"_ de las

    profundidades de la Santa Tierra y al morir re-

    gresamos a ella: "kuuntjaraktanwa".

    La ubicacin del atad vara de comunidad en

    comunidad. Algunos lo colocan en el fondo de

    un cuarto viejo, semi-arruinado, creyendo que

    as podran evitar una prxima muerte. Otras lodepositan en un cuarto nuevo, con la finalidad

    de conseguir una casa nueva en el "alajpacha"

    _el mundo de arriba2_ y en otros casos lo ubi-

    can en la habitacin que ocupaba el finado. El

    rea cercana al atad se cubre con tela negra

    y se pegan figuras que representan calaveras

    permanecer en casa.

    En algunas comunidades antiguamente se

    practicaba el estrangulamiento del muerto. Ac-tualmente esta costumbre se ha prohibido por-

    que trae complicaciones legales. La costumbre

    se realizaba con la finalidad de asegurar la

    muerte de las personas, o en todo caso para

    evitar la expulsin del mal olor. Inclusive exista

    la costumbre de golpear con piedras al muerto

    para que expulse los pecados. En aymara este

    acto se denomina "nakjaani kalampi". La posi-

    cin del muerto en el atad debe ser de cbito

    dorsal, las manos sobre el vientre en actitud de

    oracin. Los ojos y la boca deben permanecer

    cerrados, ya que por ah sali el alma. Otras

    prcticas son las siguientes: hacer morder

    algn metal, para librarse de las deudas. En la

    comunidad de Moya Pampa (Juli), las comune-

    ras nos informaron que sus abuelos acostum-

    braban, a hacer agarrar a su muerto una soga

    enlazada a una llama viva, durante todo el da,

    hasta que se realice el sacrificio del animal,

    aproximadamente a las 5 p.m., o sea, poco an-

    tes de que se ponga el sol.

    Este acto simblico se realizaba creyendo queel alma deba ser acompaada por un animal

    resistente y acostumbrado a resistir largas ca-

    minatas. El nico animal con esas condiciones

    sera la llama. Este animal debe estar cargado

    de un costal que contiene los vveres, bebidas,

    herramientas, utensilios, enseres y objetos sa-

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    En la comunidad aymara no est permitido en-

    terrar los difuntos _"allintaa"_ en los das Mar-

    tes o Viernes, porque estos das son conside-rados como malignos y pueden perturbar el

    viaje del alma. Con la mayor insistencia se

    practica esta costumbre en los distritos de La-

    raqueri y Platera.

    El da del entierro, a muy tempranas horas, los

    familiares y amigos se concentran en la casa

    de los dolientes con la finalidad de cooperar en

    los quehaceres. A su vez entregan los

    "apjatas" que consisten en papas, carne, chu-

    o, habas, coca, alcohol y/o pisco, reafirmando

    con esto una verdadera reciprocidad.

    Antes de trasladar el cadver al cementerio o

    al lugar de entierro, los familiares consangu-

    neos ms cercanos depositan las ltimas

    ofrendas en el interior del atad. Estos consis-

    ten en huevos y monedas (para pagar las de-

    udas), fiambre (consistente en kispia, tojjtos,

    khati, cho phuti, mote y aycha khatita), flo-

    res, bebidas (para los varones), juguetes (para

    los nios) y algunas ropas nuevas. Adems se

    hacen los ltimos arreglos al muerto, cuyos de-

    talles son importantes a fin de no recibir crti-cas u objeciones de parte de la comunidad.

    El traslado del difunto puede realizarse entre

    las once de la maana y las dos de la tarde.

    Los primeros en trasladar el atad son los fa-

    miliares del difunto. En el camino se da la

    oportunidad a los acompaantes a que lo lle-

    y crucifijos. De igual manera se prenden velas

    y se ponen flores. El espacio libre del cuarto se

    utiliza para extender algunas frazadas y cue-ros. Sobre stos se deposita en una inkua

    _un pequeo lienzo ritual_ la coca y el alcohol.

    A la vez servirn las frazadas para que las mu-

    jeres tomen asiento en un gran crculo alrede-

    dor de la inkua. Los varones se ubican en los

    asientos que se preparan con motivo de la vigi-

    lia. Durante la vigilia las personas se dedican a

    conversar y comentar sobre la vida del muerto,

    recordando sus hechos ms importantes y va-

    lorando algunos de ellos como ejemplos para

    los amigos y los familiares. Inclusive est per-

    mitido rerse sin ofender o sobrepasarse. En

    esta ocasin se hacen presentes los familiares

    venidos de lejos y amigos con sus respectivos

    regalos, las apjatas, que consisten en pisco y

    coca. Los varones estn encargados de servir

    en dos copas juntas las bebidas, conforme el

    principio dual aymara, y las mujeres se respon-

    sabilizan a servir la coca en una inkua.

    En la mayora de los casos la vigilia es toda la

    noche. Durante este tiempo se realizan oracio-

    nes dirigidas por el resiri. Asimismo se compar-ten bebidas y hojas de coca. Aproximadamente

    a las cuatro de la maana o poco antes de la

    salida del sol se acostumbra consumir un plato

    de caldo de cordero.

    3. Entierro (Alma Ch ak tay aa).

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    viajes, negocios y otras transacciones. De ser

    enterrado lejos, el diablo podra apoderarse del

    muerto y bailar sobre la tumba con los genita-les descubiertos; la gente y los animales podr-

    an pisotearlo; en suma, quedara abandonado.

    Estos patrones culturales son conservados y

    desarrollados con mucha fe por los comuneros

    de Wacani (Pomata)3.

    La romera debe realizarse segn ciertas re-

    glas. As, por ejemplo, no puede trasladarse

    con prisa al muerto. Adems es necesario des-

    cansar en determinados lugares conocidos co-

    mo "samawis". Estas reglas se observan as

    porque se dice que el alma se fatiga rpida-

    mente. Por otro lado, para acompaar el corte-

    jo es necesario respetar el status y la jerarqua

    de las personas. Esto se nota en la siguiente

    distribucin de personas: los que encabezan la

    comitiva son los familiares que llevan las flores

    y las coronas, llamadas "pillus". En seguida

    van los varones de la familia doliente, y al final

    van las mujeres, las "jachiris" (lloronas). Este

    orden se invertir al regreso del panten. Para

    retornar al hogar, elegirn otro camino, cos-

    tumbre que se practica con la finalidad de des-pistar a las penas que en todo momento persi-

    gue a los deudos. Cuando arriban al lugar del

    entierro _lugar elegido por el muerto o determi-

    nado por los familiares_ se realiza el ltimo

    descanso. Este entretiempo puede durar de

    media hasta tres horas, dependiendo de la pre-

    ven tambin. El mismo orden se repetir al arri-

    bar al lugar de entierro o cementerio.

    Con respecto al lugar de entierro vale agregarque desde antao se ha acostumbrado ente-

    rrar los difuntos a las orillas de los caminos de

    herradura, los cruces de caminos o las apache-

    tas. Las razones son varias. Algunos creen que

    al enterrar en estos lugares siempre sern re-

    cordados por las personas que transiten por

    estas moradas. Adems, es sumamente impor-

    tante expresar la relacin entre las almas y la

    comunidad. Precisamente en las comunidades

    de Wakani, Ccota y Chinchera, las tumbas se

    encuentran en los linderos de sus terrenos de

    chacra (korpa patjaru), o algunas veces en un

    rincn del canchn, porque segn las creen-

    cias de estos comuneros, el alma cumple dife-

    rentes funciones, como son, proteger el hogar

    de las malas intenciones de los ladrones. El

    alma habla y estornuda como cualquier otra

    persona, cuando alguien mal-

    intencionadamente acecha la casa. Se levanta

    si es necesario para defender el hogar como

    un hombre; cuida los sembros; convive con los

    humanos, a pesar de estar descansando. Eneste sentido, los aymaras sienten que sera in-

    justo enterrarlo lejos del hogar, despus de

    haber compartido la vida, el techo, la comida y

    la cama. Al estar juntos con el alma habra la

    oportunidad de encontrarse, cuidarse por am-

    bas partes, solicitar al alma el permiso para los

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    bre, llamada "jachjatasia", consiste en echar

    tierra sobre el atad (puede ser tres puados o

    tres lampas de tierra). Si no hubiera suficientetierra para este ritual, sera una seal de que

    otra persona podra fallecer, o en todo caso

    que el muerto tiene muchos pecados y que

    "Dios no acepta el perdn", as cuentan en la

    comunidad de Chinchera. Apenas termina el

    cortejo fnebre, las personas muy afanosa-

    mente se quitan las prendas mayores, las vol-

    tean, luego las sacuden y vuelven a ponerse

    dichas prendas. La finalidad de este acto es

    dejar las penas en el panten. Luego del entie-

    rro se sitan a la salida del panten. En este

    lugar los dolientes reciben los sentidos psa-

    mes y agradecen pblicamente a los acompa-

    antes por la solidaridad que mostraron en es-

    te da penoso. La frase aymara muy usual en

    este caso es la siguiente: "Aka ch'amak uruna

    suma urjapt'apjesta" (en esta oscuridad nos

    das claridad), o: "Aka ch'amak uruqipt'ayapjes-

    ta" (en esta oscuridad nos iluminas).

    Posteriormente se comparte la comida con to-

    dos los asistentes. Los ritos que acompaan

    esta cena difieren de un lugar a otro. Un ejem-plo muy peculiar lo encontramos en la comuni-

    dad de Anccaca (distrito de Laraqueri). Prime-

    ramente los dolientes estiran tres manteles teji-

    dos en el suelo, inmediatamente los asistentes

    al entierro se dividen en tres grupos, uno de

    los dolientes y familiares, otro grupo lo confor-

    paracin de la fosa. Esta responsabilidad ge-

    neralmente est a cargo de amigos varones.

    Nunca lo hacen los familiares. Estos amigosson elegidos por los dolientes. Provistos de

    herramientas de excavacin, comida y bebi-

    das, ellos se dedican a preparar la futura "casa

    del muerto". Generalmente este lugar, como ya

    indiqu anteriormente, puede ser un patio,

    canchn, puede ubicarse en el lindero de un

    terreno de cultivo o un cementerio; pero lo im-

    portante es que est cerca del hogar, para que

    posteriormente no sea vctima del abandono y

    para que no sea olvidado o pisoteado por la

    gente. El trabajo de la preparacin de la tumba

    va tambin acompaado de costumbres. Por

    ejemplo, tanto al iniciar como al culminar los

    trabajos de excavacin se cruzan las herra-

    mientas en forma de cruz. Asimismo disfru-

    tarn los excavadores del fiambre obsequiado

    por los dolientes. Posteriormente se dedicarn

    a la preparacin de la fosa. Sus paredes deben

    tener pequeas hornacinas, que servirn para

    prender velas y hacer la vigilia mientras des-

    cansa la comitiva.

    Antes de que acabe el da, los dolientes solici-tan al "resiri" que invoque la ltima oracin. En-

    seguida se procede a bajar el cajn en la fosa

    con la ayuda de sogas y llicllas. Una costumbre

    aymara es ponerse flores en el cuerpo. En esta

    oportunidad despus de friccionarse con estas

    flores, las echan sobre la tumba. Otra costum-

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    munidad de Tarapoto (distrito de Wacullani).

    All la comida consiste en un plato de sopa y

    un segundo de fideos. Los primeros en comerson los varones, mientras las mujeres perma-

    necen en la cocina ayudando a servir los pla-

    tos. Despus de que terminan de comer los

    varones, recin viene el turno de las mujeres.

    Al respecto nuestros informantes indican que

    siempre fue as la costumbre. Para servirse la

    bebida ocurre igual. Muy pocas veces las mu-

    jeres pueden juntarse con los varones.

    Con respecto a la asistencia de los nios en

    los entierros, las reglas por lo general prohben

    la participacin de los nios, para evitar que se

    enfermen con la "urija" _las emanaciones peli-

    grosas de los muertos_ pudiendo causar la

    muerte de un nio, pero existe la posibilidad de

    curarlo cerca de la tumba del recin fallecido.

    En el caso de un beb (si la madre no puede

    dejarlo solo en el momento en que debe acom-

    paar al finado), ella tiene que solicitar a un

    varn que pase su nio por encima del atad,

    del lado izquierdo al lado derecho. Esto se

    hace con la finalidad de distanciar la muerte de

    la vida. Algunos informantes en Ccota (distritode Platera) nos decan que los nios son lisia-

    dos o amilanados por los muertos porque tie-

    nen "iskaespritu" (un dbil coraje, un espritu

    menor). Por eso es que se asustan rpidamen-

    te los nios. Un nio, en esta misma comuni-

    dad, me contaba que las personas mayores le

    man los acompaantes y el tercero es el grupo

    de los que excavaron la tumba. En esta forma

    se reparte el fiambre entre los tres grupos, sinningn tipo de discriminacin. La comida con-

    siste en "tajtis" (torrejas), chuo, papas,

    "mote" (maz), carne, "man" (maz tostado) y

    un poco de aj en salsa. En la comunidad de

    Ccota y Urus Chulluni, la costumbre es diferen-

    te; all se prefiere comer "choca y chau-

    lla" (carne de ave y pescado). Volviendo a lo

    anterior, las sobras de la comida se reparten

    entre los invitados, de tal manera que cada uno

    lleve su "alsa" o porcin a la casa. Con respec-

    to a esta agrupacin de las personas, el seor

    Emilio Pacho asegur que antiguamente se

    prohiba juntar a los dolientes con los acompa-

    antes, porque no podan mezclarse las perso-

    nas que tienen pena y las que no la tienen. A

    partir de estos dos grupos opuestos, se organi-

    zaban todas las actividades sociales y religio-

    sas de los funerales. Inclusive se degollaba

    dos animales, uno para losjachiris_los dolien-

    tes_ y otro para los acompaantes.

    De manera similar se dividan los vveres para

    preparar la comida o fiambre por separado.Con respecto al animal degollado, slo se debe

    consumir la carne; lo dems (vsceras, cuero,

    menudencias) debe llevarse el sacrificador; de

    no ser as la familia cargara con las penas. Es-

    ta costumbre de servirse la comida despus

    del entierro, tiene otra particularidad en la co-

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    podrido, se busca los agujeros _"sepultura"_

    de la casa donde supuestamente se han que-

    dado las penas. El procedimiento es, introducirla varilla en este agujero, echarle orn y cubrirlo

    con arena o con excremento de vacuno. Mien-

    tras tanto los invitados disfrutan de la comida,

    la bebida y la coca ofrecidos por los familiares

    del finado. Con estos actos termina esta parte

    del duelo.

    Al da siguiente se renen los amigos con los

    familiares para realizar otros rituales en benefi-

    cio de los dolientes, como son: la sanacin de

    los dolientes, la expulsin de las penas del

    hogar, la separacin de la vida y la muerte. En

    el distrito de Laraqueri, el rito tradicional ms

    comn para este da es la "takja" o "taka",

    que significa: separacin. La ceremonia se ini-

    cia con el respectivo permiso de los dolientes.

    En seguida el "takara apsuri", el ritualista de

    esta ceremonia, entrega a cada uno de los

    asistentes una piedra mgica envuelta en lana

    de llama denominada en aymara "kollpa". Es

    un amuleto que debe conservarse en alguna

    parte sobre el cuerpo de la persona. En segui-

    da el oficiante toma hilos de colores blanco yrojo. Si no hubiera estos, usa hilos blanco y

    negro hilados de lana de alpaca por los propios

    comuneros. Luego, proceder a encadenar a

    las personas, partiendo del cuello, descendien-

    do a los pies y as sucesivamente con todas

    las personas. Terminado este acto, el yatirire-

    prohiban asistir a un entierro porque le dijeron

    que se volvera loco o que le crecera la barriga

    de tal manera que no se contentara con la co-mida.

    Ahora bien, al muerto se debe enterrar mirando

    el recorrido del sol, conforme nosotros lo hace-

    mos rutinariamente: al levantarnos por las ma-

    anas miramos el sol y tambin nos calenta-

    mos mirando el sol. Esta es la razn por la que

    entierran al muerto mirando el sol. En aymara

    se dice: "Aka Inti ukatata ikiapaja" (su cama

    est mirando el sol).

    Terminados los ritos en el lugar del entierro, los

    dolientes reiteran la invitacin a la gente para

    que los acompaen al hogar. El retorno debe

    realizarse por otro camino, con la finalidad de

    confundir _"pantjayaa"_ a las penas que

    estn al acecho de los familiares y que los per-

    siguen.

    Al momento de ingresar al hogar los dolientes,

    llamados los "almanis", y los acompaantes

    deben sahumarse con el humo de yerbas

    aromticas: romero, salvia, aj y una planta que

    sirve de comida a las aves, llamada "jamachi

    mankapa". Dicen que es buena para ahuyen-tar las penas. Otro rito se realiza en el interior

    del hogar que se llama: "sepultura thakaa".

    Esta expresin significa: "buscar la sepultura" y

    se buscan los escondrijos de la pena. Provistos

    de una "jiska diablo" (chicote o varilla del dia-

    blo), de arena, excremento de vacuno y orn

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    monedas de 10 dcimos. Las monedas son

    entregadas en la boca de cada uno de los asis-

    tentes. Estos lo sujetaran con los dientes hastaque se lo pida el oficiante. Seguidamente se

    lava la cara de los dolientes. Asimismo se les

    quita la moneda con un movimiento brusco de

    entre los dientes. Finalmente el oficiante re-

    prende a los familiares por haber comido a un

    pariente y adems recomienda que no vuelvan

    a hacerlo.

    En otras comunidades, el castigo es ms duro.

    Con una rama de ortiga se flagela a los dolien-

    tes con la finalidad de sacar del cuerpo del do-

    liente las penas que an quedaron y al mismo

    tiempo se le dice que no vuelva a comer o ma-

    tar a otra persona.

    La conducta de los familiares despus del fu-

    neral est sujeta a ciertas reglas restrictivas,

    creencias y tabes. Se les prohbe cambiarse

    de ropa, pastear ganado, trabajar la chacra y

    otras actividades domsticas, hasta los ocho

    das. Los dolientes estn obligados a vestir el

    luto debido a que se encuentran "adolorados":

    "llaquisiantanwa". La responsabilidad de los

    familiares es cortejar durante toda la semana alos dolientes y apoyar a curar las heridas, acto

    que se realiza para evitar la apropiacin de las

    penas de los cuerpos de los dolientes.

    4. "Llaqui": el Duelo.

    La misa de almas a los ocho das, llamada

    coge las piedras mgicas, pero no sin antes

    pasarla por todo el cuerpo a modo de limpieza.

    Despus de un soplo de la persona sobre elamuleto lo deposita en una bolsa sagrada. Fi-

    nalmente se recoge tambin el hilo despe-

    dazndolo en varias partes y al mismo instante

    invocando a los dioses y espritus y pidindoles

    que no vuelva la tristeza a la familia y que no

    retorne la muerte a la casa para llevarse a otro

    familiar. Con este acto se separa definitiva-

    mente la muerte de las personas. Los hilos y la

    piedra extradas del cuerpo de las personas, se

    llevan al cerro que est al lado occidente, con

    la finalidad de sacrificarlo y de esta manera

    salvar a las personas de las penas y persecu-

    ciones de la misma. Tambin este da se acos-

    tumbra a visitar la sepultura procediendo de un

    modo similar al que hemos detallado anterior-

    mente.

    En algunas comunidades del distrito de Juli, se

    celebra este da el lavatorio de los dolientes.

    David Onofre Juli describe un caso de su pue-

    blo: "Aproximadamente a las 8 9 de la maa-

    na, estn nuevamente presentes los familiares

    y amigos en casa de los dolientes y propicianel rito del "llaquinaka jareqaa", o lavado de las

    penas. Se agrupa a las personas de acuerdo a

    la dimensin de una tela blanca que se adeca

    a la altura del cuello de las personas. En segui-

    da la duea de casa alcanza a su esposo una

    fuente con agua, en que yacen flores y unas

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    mino, agua bendita y todas las ropas del finado

    que previamente han sido lavados en un ro: la

    idea es que el agua corriente se lleva no slola suciedad sino todo mal que podra haberse

    pegado a las prendas, como enfermedades,

    penas, maleficios y mala suerte.

    El conjunto de todos estos elementos se lleva

    al lugar de la hoguera del sacrificio, llamado el

    "alma despachuni". La hoguera necesariamen-

    te debe estar ubicada al lado poniente de la

    casa. El oficiante provisto de todo lo necesario

    para este trascendental acto procede a sacrifi-

    car las pertenencias del muerto, convencido de

    salvar as el alma del muerto de los pecados y

    asegurarle su estada en el mundo de los

    muertos. Por otro lado, los familiares tambin

    se beneficiarn de este ritual en el sentido de

    que estarn libres de pecados y tristezas.

    La quema de las ropas del difunto es necesaria

    porque "slo de esta manera podramos evitar

    el padecimiento del alma. Adems nadie podr-

    a utilizar las ropas del muerto porque cargara

    con las penas y desgracias del muerto", dice la

    seora Manuela Colla de la comunidad de

    Urus Chulluni (distrito de Puno).Al llegar a la casa de los dolientes, se sirven

    algunas bebidas y comidas tpicas que en Urus

    Chullini ha de ser un caldo de pescado.

    La misa de los ocho das se celebra con la ni-

    ca finalidad de salvar el alma del muerto, des-

    pacharle definitivamente y a la vez con esta

    tambin "la octava", marca una etapa del due-

    lo. Con esta celebracin se busca el despacho

    definitivo del alma. Los rituales que por estaocasin se realizan son similares a los del en-

    tierro. Por eso se los denomina tambin "el se-

    gundo entierro". Las ceremonias comienzan

    con la velacin o vigilia, para lo cual se prepara

    una imagen vestida con las ropas lavadas del

    finado, simulando la presencia del cuerpo

    muerto. Esta noche se comparten los juegos

    mortuorios.

    Al da siguiente se asiste a la misa de los ocho

    das. Generalmente la realizan en la capilla de

    un pueblo cercano o se contrata un sacerdote

    para que visite la casa de los dolientes. El mis-

    mo da el yatiricon su sabia experiencia y habi-

    lidad tcnica confecciona objetos en miniatura

    que el alma en su partida definitiva al ms all

    se llevar cuando en la tarde de ese da stos

    sern dedicados al fuego en una hoguera. En-

    tre estos objetos en miniatura pueden figurar

    herramientas de labranza (como el lluco y el

    arma del arado), del telar (como el sahu y el

    kapu), de albailera (como un varilejo o un

    martillo), instrumentos de sastrera (como tije-ras, hilos, y agujas), enseres (como sogas,

    costales y mantos). De igual modo se deposi-

    tan en un costal, vveres para la dispensa del

    finado en el ms all, con papas, arroz, chuo,

    cebollas, sal, aj, pan, comino, chocolate, coco-

    a y otros). Se le agrega un fiambre para el ca-

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    tumba y posteriormente se retorna al hogar,

    donde se procede a realizar el acto ms impor-

    tante de la "qimsa mara misa", el llamado"mursua", que consiste en reemplazar la ropa

    negra con otra de colores rojo, azul y otros.

    Los que ejecuten este ritual son los familiares

    ms cercanos de los dolientes. Su primera ta-

    rea es desvestir las ropas negras y en su re-

    emplazo vestir a los varones con ponchos ro-

    jos, chalinas blancas y sombrero negro, y a las

    mujeres con mantones y polleras de colores

    vivos y alegres. En seguida echan sobre la ca-

    beza misturas y flores como smbolo de alegr-

    a. As celebran la etapa final del duelo. Todos

    los visitantes les echan mistura y flores, de ma-

    nera tal que los protagonistas de la fiesta de

    cabo de ao terminan con muchas ropas como

    smbolo de abundancia y alegra. Luego, los ex

    -dolientes, en un acto de reciprocidad y agra-

    decimiento, brindan comida, bebidas y baile a

    los visitantes.

    5. "Alma Phista" la Fiesta de Todos los San-

    tos.

    Cuando se acerca el da primero de Noviem-

    bre, es necesario prepararse para recibir a lasalmas que vienen de visita. Los familiares di-

    rectos del muerto, obligatoriamente, asumen la

    responsabilidad de recibir a sus almas. Dos

    semanas antes de celebrarse la fiesta, se reali-

    za la feria tradicional denominada "suni alt-

    hapi". Bajo el sistema del "trueque" o mediante

    misa se logra comprar su casa, en el mundo

    del ms all.

    Posteriormente, a los seis meses, se celebranuevamente otra misa denominada "terso mi-

    sa". El motivo de esta celebracin es recordar

    el alma del muerto que quizs an no est per-

    donado. Este ritual se inicia con una vigilia o

    velacin muy parecida al ritual de los ocho

    das. Al da siguiente se asiste a la misa en un

    poblado cercano. Posteriormente se visita la

    tumba del fenecido y luego en el hogar se com-

    parte comida y bebida.

    Las visitas a los muertos no siempre se hacen

    exactamente a los seis meses, sino tambin se

    puede hacer en algunas fiestas del calendario

    cercanas a los seis meses, como son: los das

    de compadre y comadre, la fiesta de San Pe-

    dro y San Pablo, San Jos, Semana Santa y

    otras fechas que los familiares vean conve-

    nientes.

    Ms tarde ocurren las ceremonias del "cabo de

    ao", denominado comnmente "mara mi-

    sa" (misa de ao), y a los tres aos, la fiesta

    del cambio de las ropas del duelo, en "qimsa

    mara misa" (la misa de los tres aos). En am-bos casos el objetivo comn es completar el

    despacho del alma y celebrar el establecimien-

    to definitivo del alma en el mundo de los muer-

    tos. Es indispensable hacer celebrar una misa

    en honor del finado en alguna capilla o templo

    de un pueblo cercano. Se visita nuevamente la

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    lia. Los rezadores a cambio de la oracin reci-

    ben sus ofrendas consistentes en panecillos,

    tojtos, quispias, man y un poco de asado. A

    las personas mayores, adems de la ofrenda

    se les invita un vaso de bebida. Al da siguien-

    te _el "despachu uru"_ acostumbran ir a la

    tumba. Ante el muerto hacen rezar. Algunos

    comienzan la oracin en la tumba muy tempra-

    no, como a las cinco de la maana. Dicen que

    esta hora es muy propicia para las almas de

    los nios, ya que ellos tienen que irse tempra-

    no, porque en la noche podran perder el cami-

    no o tener dificultades al regresar al mundo de

    las almas. A los adultos muertos se hace rezar

    aproximadamente a partir de las diez de la ma-

    ana y hasta las doce del da, aunque algunos

    despachan sus almas ms temprano por la

    maana. Luego de hacer rezar se invita a los

    acompaantes para que visiten la casa de los

    misayiris (celebrantes), para servirse comida y

    bebidas. Se cree que si se hace comer y tomar

    bien a los visitantes, entonces las almas se

    habrn ido tranquilas y felices.

    6. "Aymaranakatak ex Ku nas Jiw aaja?".(Qu es, pues, la muerte para los aymara?)

    Para concluir esta exposicin, quisiera compar-

    tir con ustedes una declaracin de una seora,

    de la comunidad de Chinchera, que muy bien

    interpreta la concepcin de los aymara respec-

    to a la muerte. Su padre le haba pedido, antes

    la compra con dinero, cada familia se aprovi-

    siona de todo lo necesario para la fiesta. Gene-

    ralmente se adquieren productos como:"man" (maz tostado), galletas, pan, vino, car-

    ne, sal, cebolla, agua bendita, panecillos,

    "quispias" (bocaditos de quinua y cal),

    "tojtos" (picarones), aj, coronas, flores, dulces

    y, principalmente, la harina para elaborar los

    "tanta wawas" o "turco wawas" que son panes

    con forma de beb y otras. Algunos de estos

    elementos rituales servirn para preparar la

    comida, otros para elaborar los objetos rituales

    que se pondrn en la tmbola o sobre la tumba

    de los muertos. Otros elementos servirn para

    beber y bendecir con challas la tumba del

    muerto.

    Preferentemente se preparan comidas que le

    han gustado ms al difunto. Deca el seor

    Jos Bailn para explicar esta costumbre:

    "Cuando uno regresa de la calle, la mujer

    siempre espera con una comida que nos gusta.

    Entonces igual debe pensarse en la comida de

    los muertos".

    El recibimiento de las almas es el momento

    ms trascendental para los aymara. Se creeque llega el da primero de Noviembre a las

    doce del da. Por la noche se celebrar el

    "nakayaa" o velorio. En esta ocasin se reci-

    ben a los resirispara que oren por el alma ben-

    dita que ya est en casa disfrutando la comida,

    la bebida y otros preparativos que hizo la fami-

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    ejemplo, en la noche, cuando dormimos, pasa-

    mos a un estado de muerte menor: "sullqa ji-

    wa", donde simplemente funciona nuestro

    espritu y ste se encuentra con las almas ben-

    ditas. De modo que cuando experimentamos la

    "muerte mayor" nicamente estamos descan-

    sando por largo tiempo. Casi de igual manera

    nos explicaban los comuneros de la comuni-

    dad de Ccota (distrito de Platera).

    Otro tema que vale analizar es la divinizacin

    de los muertos. En estas comunidades hay un

    consenso en el sentido de considerar a los

    muertos como una divinidad menor, " iska di-

    yusa". Por eso hay que respetarlo y recordarlo.

    A partir de este nuevo status el alma asume

    nuevas responsabilidades. Entre las principa-

    les est su tarea de proteger a los familiares

    que an quedan en este mundo y rezar por su

    bienestar. En reciprocidad a ello, los humanos

    le rinden culto en diferentes ocasiones, espe-

    cialmente en Todos los Santos, San Pedro y

    San Pablo, San Jos y en el mes de Agosto

    que es la poca en que se abre la tierra y el

    mundo de las almas para escuchar las plega-

    rias y oraciones de los hombres.Segn los aymara la muerte es benfica para

    la sociedad. Es como una fuerza sobrenatural

    que ejerce influencia en los diversos comporta-

    mientos del hombre. Al respecto, se puede ob-

    servar cmo los nios de la comunidad de

    Chinchera conservan la tradicin de visitar la

    de morir, que le hicieran el favor de no ente-

    rrarlo a las orillas del lago, porque no quisiera

    sufrir las peripecias del fro. Por eso preferiraque lo enterrasen en la ladera del cerro o a la

    cabecera de su casa. Este lugar sera ms pro-

    picio, ms seguro y perfecto para dormir y des-

    cansar tranquilo.

    De esta explicacin se pueden deducir dos

    conclusiones. Primero, el hecho de una pre-

    ocupacin permanente sobre la prxima forma

    de vida y del estado en que quisieran encon-

    trarse las personas despus de la muerte. Los

    aymara conciben sin duda alguna una vida

    despus de la muerte. Por eso se anticipan los

    moribundos, escogiendo el lugar preferido para

    su descanso. En segundo lugar, la muerte no

    es muerte como se piensa y se cree en otras

    culturas. Los aymara definen la muerte como

    aquel estado en que simplemente se duerme.

    Con esto sin dudas se reconoce que el hombre

    pasa a otro estado o forma de vida, donde se

    acta, piensa y siente al igual que en esta vida.

    Adems adquiere la categora de un "dios me-

    nor", segn su propia expresin. Al respecto

    queremos recordar las palabras de otra seorade la comunidad de Moya Pampa (distrito de

    Juli) quien afirmaba categricamente, que mo-

    rir es equivalente a dormir: "ikia" o "jacha ji-

    wa". Es ms: para ella, la muerte es parte de

    esta vida. Deca: "Algunas veces nosotros mo-

    rimos pero tambin continuamos viviendo. Por

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    Notas

    2. Ntese que sobre el destino del viaje del al-

    ma hay diferentes opiniones. La visin tradicio-nal es que el finado va a la "manqhapacha", el

    mundo de adentro, las entraas de la Tierra;

    segn la visin de los aymara-cristianos, en

    cambio, se dirige a la "alajpacha", el mundo de

    arriba, el cielo.

    3. En esta comunidad se practica actualmente

    los rituales nocturnos en el interior de las anti-

    guas torres funerarias, las llamadas "chullpas".

    Estas construcciones son consideradas como

    lugares sagrados para los yatiris. Por eso reco-

    miendan a la gente y en especial a los nios

    no acercarse, porque adquiriran la enferme-

    dad de la "katjja", o el agarrado de la chullpa.

    tumba de sus abuelos, porque dicen que el al-

    ma les da mucha suerte en sus estudios y as

    obtienen diplomas y notas elevadas en suscursos. Por eso no olvidan a sus almas y pre-

    servan una constante relacin con ellos.

    El hecho antropolgico de la muerte para los

    aymara no es dramtico. Sin embargo, hoy en

    da surgen nuevas causantes de la muerte por

    ligadura de trompas, la intromisin del T de co-

    bre, cncer y algunos suicidios por ingerir ve-

    nenos de animales e insecticidas de las plan-

    tas. Estas formas de muerte no son normales

    para los campesinos. En esta forma la muerte

    es una anomala. No es "la muerte como la

    quiere Dios". Los aymara creen que estos

    muertos no recibirn perdn de los dioses y

    espritus. Ellos mismos fueron los que decidie-

    ron este destino. Inclusive cuando alguien

    muere ahogado en un ro, culpan al mismo

    muerto, porque es l quien se ha dirigido al ro

    a sabiendas que era peligroso. Por eso es que

    el ro _como persona viva_ sabe decir: "yo es-

    tuve caminando borracho; por lo tanto yo no

    tengo la culpa de la muerte de esa persona".

    En el caso de las personas asesinadas y muer-tos por la fulminacin de un rayo, ms bien,

    son beneficiadas para irse directo a la gloria,

    "el lugar donde vive Dios". Y los pecados y

    desgracias de esta