Spa read-30

48
Fascículo 30: El Libro de Romanos, versículo por versículo (Segunda parte) 1 INSTITUTO BÍBLICO DEL AIRE FASCÍCULO INTERNACIONAL NÚMERO 30 EL LIBRO DE ROMANOS VERSÍCULO POR VERSÍCULO (Segunda parte) Romanos 5 - 8 Capítulo 1 Introducción a la vida correcta Este es el segundo de una serie de cuatro fascículos con notas para quienes han escuchado nuestros programas de radio sobre la carta de Pablo a los romanos, versículo por versículo. Si usted no tiene el primero de estos fascículos, lo aliento a que se ponga en contacto con nosotros para que le enviemos un ejemplar. Si usted quiere aprender por su cuenta o compartir este estudio de Romanos con otros, necesitará el primer fascículo para tener continuidad y perspectiva. Si bien en esta serie de programas radiales yo enseño la carta de Pablo a los romanos versículo por versículo, en mi primer fascículo hice un resumen de los primeros cuatro capítulos de esta carta, y en éste sintetizaré los siguientes cuatro capítulos (5 – 8) de esta obra maestra teológica de Pablo. En los primeros cuatro capítulos de esta carta, Pablo relaciona la justificación con el pecador. Su conclusión es que todos nosotros somos pecadores, pero luego de esa mala noticia nos da la Buena Noticia de que Dios ha justificado, o declarado justos, a todos lo que deciden creerle cuando revela lo que ha hecho por nosotros a través de Jesucristo. En realidad, la conclusión de los primeros cuatro capítulos se encuentra en el primer versículo del capitulo cinco: “Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo”. En los siguientes cuatro capítulos de esta carta, Pablo

Transcript of Spa read-30

Page 1: Spa read-30

Fascículo 30: El Libro de Romanos, versículo por versículo (Segunda parte)

1

INSTITUTO BÍBLICO DEL AIRE

FASCÍCULO INTERNACIONAL NÚMERO 30

EL LIBRO DE ROMANOS

VERSÍCULO POR VERSÍCULO

(Segunda parte)

Romanos 5 - 8

Capítulo 1

Introducción a la vida correcta

Este es el segundo de una serie de cuatro fascículos con notas

para quienes han escuchado nuestros programas de radio sobre la

carta de Pablo a los romanos, versículo por versículo. Si usted no

tiene el primero de estos fascículos, lo aliento a que se ponga en

contacto con nosotros para que le enviemos un ejemplar. Si usted

quiere aprender por su cuenta o compartir este estudio de Romanos

con otros, necesitará el primer fascículo para tener continuidad y

perspectiva. Si bien en esta serie de programas radiales yo enseño la

carta de Pablo a los romanos versículo por versículo, en mi primer

fascículo hice un resumen de los primeros cuatro capítulos de esta

carta, y en éste sintetizaré los siguientes cuatro capítulos (5 – 8) de

esta obra maestra teológica de Pablo.

En los primeros cuatro capítulos de esta carta, Pablo relaciona

la justificación con el pecador. Su conclusión es que todos nosotros

somos pecadores, pero luego de esa mala noticia nos da la Buena

Noticia de que Dios ha justificado, o declarado justos, a todos lo que

deciden creerle cuando revela lo que ha hecho por nosotros a través

de Jesucristo. En realidad, la conclusión de los primeros cuatro

capítulos se encuentra en el primer versículo del capitulo cinco:

“Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio

de nuestro Señor Jesucristo”.

En los siguientes cuatro capítulos de esta carta, Pablo

Page 2: Spa read-30

Fascículo 30: El Libro de Romanos, versículo por versículo (Segunda parte)

2

relaciona la justificación con los que han sido declarados justos por

su fe en lo que Jesucristo hizo por ellos en la cruz. Los pecadores que

han sido declarados justos por Dios ya no tienen que vivir como

pecadores, sino tienen que vivir correctamente. Pero, ¿cómo lo

hacemos? Nuestra naturaleza de pecado, ¿fue quitada cuando

confiamos en Jesucristo como nuestro Salvador? ¿Dónde podemos

encontrar el poder dinámico para vivir vidas justas, para vivir

correctamente?

Pablo contesta estas preguntas en los próximos cuatro

capítulos, y comienza su respuesta en el segundo versículo del

capítulo 5: “Por quien también tenemos entrada por la fe a esta gracia

en la cual estamos firmes, y nos gloriamos en la esperanza de la

gloria de Dios”. Por la fe somos justificados por Jesucristo. Y por la

fe tenemos acceso a la gracia que nos posibilita adoptar una posición

por Cristo, para Cristo y con Cristo. Cuando aprendemos cómo hacer

esto en este mundo pecaminoso, sin ser esclavos del pecado,

podemos vivir una vida que glorifica a Dios.

En nuestro primer estudio, resumido en el primer fascículo,

aprendimos que el evangelio trata de dos hechos relativos a

Jesucristo: su muerte y su resurrección. Por fe en el primer hecho del

evangelio somos justificados y reconciliados de forma que llegamos

a un estado de paz con Dios. Cuando Pablo dice que tenemos entrada

por la fe a la gracia, nos está llevando a que pongamos nuestra fe en

el segundo hecho del evangelio: la resurrección de Jesucristo.

La palabra que Pablo escribió aquí y que se traduce como

“gracia” es karis, en griego. La gracia de Dios no es solo la

bendición y el favor de Dios que no merecemos, que no nos ganamos

y que no logramos por nuestros propios esfuerzos. La gracia de Dios

es la vida y el poder de Dios que obran en nosotros y a través de

nosotros. Cuando la gracia obra en y por nosotros, se usa la palabra

griega karisma.

Gracia asombrosa

En otro versículo maravilloso sobre la gracia que surge de la

pluma del apóstol Pablo, leemos: “Y poderoso es Dios para hacer que

abunde en vosotros toda gracia, a fin de que, teniendo siempre en

todas las cosas todo lo suficiente, abundéis para toda buena obra”

(itálicas agregadas para dar énfasis). Este es el versículo más

categórico de la Biblia sobre la gracia que Dios ha puesto a

disposición de su pueblo: 2 Corintios 9:8.

Según Pablo, Dios puede hacer que toda gracia (no un

poquito de gracia) abunde (no sea dada mezquinamente) en usted (no

solo en Billy Graham, el pastor o el misionero, sino en usted), a fin

de que (Pablo lo repite para enfatizar), teniendo siempre (no solo a

veces) en todas las cosas (no solo en alguna cosas) todo lo suficiente

(no solo parcialmente suficiente), abundemos (no solo andemos bien)

para toda buena obra (no solo alguna buena obra).

En resumen: ¡Toda gracia, abunde, siempre, todos ustedes,

quiero decir todos ustedes, en todas las cosas, todo lo suficiente, en

toda buena obra que Dios quiere hacer a través de ustedes! La iglesia

Page 3: Spa read-30

Fascículo 30: El Libro de Romanos, versículo por versículo (Segunda parte)

3

del Nuevo Testamento trastornó el mundo porque creía y

experimentaba la verdad que Pablo proclamó en este extraordinario

versículo acerca de la gracia asombrosa de Dios.

¿Está disponible esta gracia para los creyentes hoy?

Una vez oí decir al Dr. A. W. Tozer, un gran maestro de la

Biblia: “Cuando uno lee el Nuevo Testamento y mira las iglesias de

hoy, no puede evitar pensar que Dios hizo publicidad engañosa en el

Nuevo Testamento”. Dado que todas esas expresiones superlativas

son verdaderas, ¿cómo podemos explicar la patética falta de

atracción dinámica de nuestras iglesias hoy?

Una vez oí decir a un pastor: “Cuando vuelva el Señor, mi

congregación será la primera en ser resucitada, ¡porque el Nuevo

Testamento dice que: ‘los muertos en Cristo resucitarán primero’!”.

Otro pastor, que enfrentaba la misma falta de dinámica espiritual en

su congregación, describió la impotencia espiritual de su gente de

esta forma: ‘¡Preparados, listos, nunca!’.

Dios dijo al apóstol Pablo: “Bástate mi gracia”. Parece

apropiado, a la luz de la “anemia espiritual” de muchas de nuestras

iglesias hoy, colocar después de esa afirmación la pregunta:

“¿Verdadero o falso?”. Debemos concluir que la gracia está

disponible para nosotros actualmente, pero no estamos accediendo a

esa gracia. Tal vez no sabemos cómo acceder a la gracia de Dios hoy.

¿O es que no creemos en la gracia de Dios en nuestro tiempo?

Pablo comienza los segundos cuatro capítulos de esta carta

diciendo que las personas que han sido declaradas justas pueden vivir

correctamente si tienen la fe para acceder a la gracia de Dios. Escribe

que, si tienen la fe, y saben cómo acceder a la gracia de Dios, pueden

adoptar una posición por Cristo y para Cristo en un mundo

pecaminoso. Luego pueden regocijarse en la esperanza de vivir una

vida que glorifica a Dios. Esto introduce el tema de los siguientes

cuatro capítulos que tratan, esencialmente, sobre cómo los pecadores

que han sido declarados justos por Dios deben acceder a la gracia de

Dios para poder vivir correctamente y glorificar a Dios.

Regocijarse en el sufrimiento

Pablo nos da su segundo punto de vista sobre cómo acceder a

la gracia de Dios cuando exhorta a los creyentes de Roma –y a usted

y a mí– a regocijarnos en nuestro sufrimiento. Ahora bien, ¿por qué

habría de exhortarnos a regocijarnos en la tribulación o el

sufrimiento? ¿Y qué tiene que ver el regocijarnos en nuestro

sufrimiento con acceder a la gracia de Dios?

Pablo dice que debemos regocijarnos en nuestro sufrimiento

porque Dios a veces lo usa para llevarnos a acceder a la gracia

descrita y prescrita en ese gran versículo que escribió a los corintios.

Esa gracia está disponible para cada auténtico discípulo de Jesucristo.

¿Cómo se debe sentir nuestro Dios cuando nos ve luchando

para vivir como deberíamos en este mundo, sabiendo que Él nos ha

provisto la forma de acceder a toda la gracia que necesitamos, y que

no nos apropiamos de esa gracia? Después de escribir que podemos

Page 4: Spa read-30

Fascículo 30: El Libro de Romanos, versículo por versículo (Segunda parte)

4

acceder a la gracia de Dios por fe, cuando nos exhorta por segunda

vez a regocijarnos, Pablo nos informa una segunda forma de acceder

a la gracia de Dios. Debemos regocijarnos porque su gracia nos

equipa para darle gloria mediante una vida correcta, y debemos

regocijarnos cuando Dios usa el sufrimiento para hacernos una oferta

que no podemos rechazar.

Hay niveles o grados de sufrimiento que simplemente no

podemos soportar sin la gracia de Dios. Cuando nuestro sufrimiento

no lleva más allá de los límites de los recursos humanos que

podemos tener en nosotros, estos tiempos de severas pruebas se

convierten en una oportunidad para que Dios nos provea su gracia.

Un devoto compositor de himnos expresó esta verdad así:

“Él da más gracia cuando aumentan las cargas

Envía más fuerza al crecer la tarea

A la mayor aflicción misericordia agrega

A la múltiple pena su paz multiplicada.

Cuando hemos agotado nuestra resistencia

El día casi se ha ido y nuestra fuerza ha fallado

Cuando hemos agotado nuestros recursos humanos

Las dádivas plenas de nuestro Padre apenas comienzan.

Su amor es sin límite

Su gracia sin medida

Su poder sin fronteras que se puedan marcar

Pues de sus riquezas infinitas en Jesús

Él da, y da y vuelve a dar”.

Cuando experimentamos esa gracia, deberíamos regocijarnos

en el sufrimiento que nos llevó a descubrirla. En los siguientes tres

versículos, Pablo describe este proceso: “Y no sólo esto, sino que

también nos gloriamos en las tribulaciones, sabiendo que la

tribulación produce paciencia; y la paciencia, prueba; y la prueba,

esperanza; y la esperanza no avergüenza; porque el amor de Dios ha

sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos

fue dado” (3-5).

En estos versículos Pablo nos dice que la voluntad de Dios

nunca nos llevará donde la gracia de Dios no nos pueda sostener. Sin

embargo, la voluntad de Dios frecuentemente nos lleva donde solo la

gracia de Él nos puede sostener. Esa verdad suele hacerse realidad en

nuestras experiencias de sufrimiento. Pablo escribe que nuestro

sufrimiento (o tribulación) “produce”. Cuando no podemos soportar

nuestro sufrimiento y rogamos a Dios que nos dé la medida de gracia

que necesitamos, se produce una virtud espiritual que se traduce aquí

como “paciencia”. La palabra griega es hipomoné. En realidad, está

formada por dos palabras que significan ‘morar’ y ‘bajo’.

Hay ocasiones en que nos encontramos en situaciones

difíciles y, cuando clamamos al Señor pidiendo liberación, Él

contesta nuestra oración y nos libera de esas situaciones. Sin

Page 5: Spa read-30

Fascículo 30: El Libro de Romanos, versículo por versículo (Segunda parte)

5

embargo, hay otras ocasiones en que no nos libra sino que nos da la

gracia para permanecer bajo las presiones y tensiones de nuestras

dificultades.

Pablo pidió a los filipenses que oraran para que fuera liberado

de la cárcel, y fue liberado. Sin embargo, Pablo tenía un problema

que describió como un “aguijón en la carne” que estoy convencido

de que era un problema de salud. En el original griego, Pablo dice

literalmente a los gálatas que el problema de su ojo era de apariencia

tan horrenda que daba ganas de escupir, que causaba nauseas.

Cuando Pablo entró por primera vez en Galacia, el Espíritu le

prohibió que entrara en Asia. En esa encrucijada de su viaje

misionero, se le unió su amado médico, Lucas, que, al escribir el

Libro de Hechos, cambia el pronombre, de “ellos” a “nosotros”

(Gálatas 4:15, 6:11; Hechos 9:8; 18; 16:6, 10). Pablo pidió a Dios

tres veces que lo liberara de esta enfermedad. Dios respondió

diciéndole que no lo libraría, sino le daría la gracia para “morar

debajo” del problema (2 Corintios 12:7-10). Pablo sabe, desde su

experiencia personal, lo que está describiendo y prescribiendo para

estos creyentes romanos.

Según él, funciona así: cuando Dios nos da la gracia para

enfrentar nuestros problemas, se desarrolla una cantidad de paciencia

en nuestro carácter que se convierte en una dimensión vital de lo que

somos y de quiénes somos en Cristo. Se dice que una naranja se

convierte en una naranja simplemente porque permanece en el

mismo lugar hasta que llega a ser una naranja. Según Pablo, este

nivel especial de perseverancia produce carácter, y el carácter

produce esperanza. Luego dice que la esperanza no avergüenza. En

realidad, escribe: “La esperanza no puede ponerse en fuga”

(Romanos 5:5). Significa que un discípulo con este carácter probado

no dejará una situación difícil como hizo Juan Marcos, que se volvió

a su casa cuando fueron perseguidos en su primer viaje misionero

(Hechos 17:37-40).

En una vista a misioneros en la frontera entre Pakistán y

Afganistán, en 1977, aprendí que una de las cualidades más

importantes que los líderes de las sociedades misioneras buscan en

los candidatos para misioneros es lo que podríamos llamar “aguante”,

la capacidad de mantenerse donde Dios nos ha puesto. ¿Puede usted

ir a una cultura extraña, como algunos de los médicos misioneros que

conocí en esa cultura difícil, y quedarse quince, veinte o veinticinco

años? ¿Puede vivir una vida como la que vivió Cristo allí de forma

tal que su vida sea un fragancia de Cristo, una declaración irrefutable

del evangelio de Jesucristo a las personas que son hostiles hacia

Cristo y sus seguidores?

Las sociedades misioneras están buscando candidatos que

tengan esa cualidad en su carácter, porque saben que, para ser un

misionero fructífero en el largo plazo, en una situación transcultural,

una de las características necesarias es la perseverancia. En su mayor

parte, el trabajo misionero no consiste en predicar, sino en el desafío

de vivir a Cristo en un contexto transcultural hasta que las personas

que uno quiere alcanzar vean que “la vida de Jesús se manifieste en

Page 6: Spa read-30

Fascículo 30: El Libro de Romanos, versículo por versículo (Segunda parte)

6

nuestra carne mortal”, para usar las palabras del más grande

misionero de la historia de la iglesia (2 Corintios 4:11).

Luego describe la experiencia de un discípulo que ha sido

probado y aprobado por la persecución, cuando dice que “el amor de

Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo

que nos fue dado” (5). Esta puede ser otra forma de describir lo que

Pablo llama en otro lugar “ser llenos [ser controlados por] del

Espíritu” (Efesios 5:18). Esto podría ser también lo que estaba

describiendo Jesús en la última de sus “bienaventuradas actitudes”,

cuando pronunció la bendición sobre los que padecen persecución a

causa de la justicia (Mateo 5:10).

¿Se da cuenta por qué Pablo escribe que debemos

regocijarnos en nuestros sufrimientos porque el sufrimiento produce

algo? El sufrimiento (o la tribulación) produce perseverancia,

carácter, esperanza (“aguante”) o la paciencia resignada que no

abandona ni huye del candelabro difícil en donde hemos sido puestos

estratégicamente por el Cristo resucitado y vivo para brillar en un

mundo oscuro. Dios entonces llena este tipo de discípulo con su

amor, que es el fruto o la evidencia de la hermosa realidad de que el

Espíritu Santo está controlando la vida de un discípulo de Jesús.

“Porque Cristo, cuando aún éramos débiles, a su tiempo

murió por los impíos. Ciertamente, apenas morirá alguno por un

justo; con todo, pudiera ser que alguno osara morir por el bueno. Mas

Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún

pecadores, Cristo murió por nosotros.

“Pues mucho más, estando ya justificados en su sangre, por él

seremos salvos de la ira. Porque si siendo enemigos, fuimos

reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo, mucho más, estando

reconciliados, seremos salvos por su vida. Y no sólo esto, sino que

también nos gloriamos en Dios por el Señor nuestro Jesucristo, por

quien hemos recibido ahora la reconciliación” (Romanos 5:6-11).

Pablo ahora vuelve brevemente a su énfasis en el primer

hecho relativo al evangelio, al escribir que el amor de Dios es

extraordinario porque Dios nos amó en y a través de la muerte de

Cristo mientras éramos pecadores, impíos y enemigos de Dios. La

tremenda realidad de que Dios nos amó (y nos ama) a través de

Cristo deja en claro que fuimos y somos totalmente indignos del

amor de Dios. Nuestra condición perdida magnifica y eleva el amor

de Dios, y no nuestra bondad ni nuestro merecimiento de la

salvación. Por esta razón, una de los significados básicos de la

palabra “gracia” es ‘favor inmerecido’.

Ahora Pablo vuelve rápidamente al segundo hecho relativo al

evangelio al hacer, en esencia, la siguiente pregunta: “Si fuimos

reconciliados a Dios a través de la muerte de su Hijo, ¿cuánto más

seremos salvados a través de la vida del Hijo de Dios resucitado y

vivo?”. Y nos dice por qué los pecadores como usted y yo debemos

creer en estos dos hechos relativos al evangelio cuando usa la palabra

“reconciliación”.

La consecuencia esencial de la reconciliación que tenemos

con Dios, cuando somos justificados por fe en nuestro Señor

Page 7: Spa read-30

Fascículo 30: El Libro de Romanos, versículo por versículo (Segunda parte)

7

Jesucristo, es paz con Dios. Por tercera vez, Pablo nos exhorta a

regocijarnos. Nos ha exhortado a regocijarnos porque podemos vivir

vidas que glorifiquen a Dios. Debemos regocijarnos en nuestros

sufrimientos, porque hemos recibido reconciliación con nuestro Dios.

A partir del versículo 12, en la segunda mitad de este

capítulo, Pablo escribe lo que tal vez sea el pasaje más difícil de

todos sus escritos. Estoy en deuda nuevamente con el Dr. David

Stuart Briscoe por su sencillo, pero brillante, resumen de este pasaje,

que está realmente en el corazón de la teología de la iglesia del

Nuevo Testamento.

Los cuatro conquistadores

Según mi maestro de la Biblia favorito, en este pasaje Pablo

nos habla de cuatro conquistadores. Cada uno de estos

conquistadores entra en este mundo y abunda en él hasta que reina o

conquista. El primer conquistador podría llamarse “rey Pecado”.

Pablo no nos da un tratado sobre cómo el pecado entró, o entra, en el

mundo o en nuestra vida. Simplemente reconoce la dura realidad de

que el pecado y el mal están aquí, y están muy presentes en nuestra

vida personal.

El origen del mal es un problema que los teólogos y los

filósofos han discutido durante miles de años. Los que son creyentes

no pueden explicar cómo o de dónde surgió el mal si todo lo que creó

Dios era bueno. La Biblia es suficientemente realista como para

reconocer la realidad de la existencia de estos poderes, que son

enemigos de Dios y de todo lo bueno, pero no nos dice claramente

por qué o cómo Dios permitió que estuvieran aquí.

Lo más cerca que llegamos a una explicación es en la

parábola que enseñó Jesús sobre el trigo y la cizaña (Mateo 13:24-

30). La buena semilla es plantada, pero este cultivo plantado es

saboteado, probablemente de noche, cuando alguien con malas

intenciones para con el labrador siembra cizaña o malezas que tienen

un aspecto idéntico al trigo. Cuando ambos crecen juntos, es

imposible diferenciar a uno del otro. Siguen una pregunta y una

respuesta: “Señor, ¿no sembraste buena semilla en tu campo? ¿De

dónde, pues, tiene cizaña? Él les dijo: Un enemigo ha hecho esto”

(27, 28).

Le recuerdo nuevamente que, como Moisés en el Libro de

Génesis, Pablo no solo nos dice las cosas como eran en el pasado.

Nos presenta principalmente estos cuatro conquistadores como son

hoy. Siga el hilo del argumento: él está enseñando a pecadores que

han sido declarado justos cómo pueden acceder a la gracia de Dios,

por fe, y luego vivir rectamente en un mundo pecaminoso y

decadente.

Nos dice que el rey Pecado entra en nuestro mundo y nuestra

vida. Su intención es prosperar en nuestra vida y nuestro mundo

hasta conquistarnos y reinar sobre nosotros. Un gran y

experimentado pastor me enseñó: “¡No se puede coexistir con el

pecado, así como no se puede coexistir con un cáncer maligno!”.

Todo devoto seguidor de Cristo tiene que saber que el pecado es un

Page 8: Spa read-30

Fascículo 30: El Libro de Romanos, versículo por versículo (Segunda parte)

8

conquistador. Cuando el pecado entró en este mundo o cuando entra

en nuestra vida, su intención fue y sigue siendo crecer y prosperar

hasta conquistarnos y reinar sobre nosotros.

El segundo conquistador que Pablo nos presenta en este

contexto es la “reina Muerte”. Pablo concluye el próximo capítulo

con la conclusión de que el pecado nos paga un salario, y que el

salario que paga el pecado siempre es la muerte. Cuando usa la

metáfora de la muerte, incluye la muerte literal, pero quiere decir

más que eso. Está aplicando el rótulo de “muerte” a todas las

consecuencias negativas de nuestro pecado en nuestro mundo y

nuestra vida. Cuando el rey Pecado entra en nuestra vida, siempre

estará acompañado por la reina Muerte.

El anciano e inspirado autor del Libro de Salmos declara que

debemos comer del fruto del trabajo de nuestras manos (Salmos

128:2). El poeta nos dice: “Tarde o temprano, todo hombre debe

sentarse al banquete de las consecuencias”. Jesús enfatizó

fuertemente esta misma realidad innegable de que toda elección que

hacemos nos conduce a sus consecuencias (Mateo 7:13-27). En este

profundo mensaje, Pablo enseña la misma verdad, cuando declara

que la reina Muerte siempre viene después del rey Pecado.

Estos dos primeros conquistadores podrían ser rotulados

como “malas noticias”. El tercer y cuarto conquistador son las

buenas noticias. El tercer conquistador es el rey Jesús. El evangelio

presentado por Pablo en esta carta es que Jesús entró en este mundo.

Abundó en este mundo hasta que conquistó al pecado, al mal y a

Satanás. Un día, Jesús reinará sobre su reino, que no tendrá fin.

Jesucristo es el mayor Conquistador que este mundo ha

conocido jamás. Durante dos milenios ha estado conquistando las

vidas de personas de todo el mundo. Un día se sabrá que Él ha

conquistado y reinado sobre personas de toda nación, origen étnico,

raza y color de este mundo (Mateo 24:14; Apocalipsis 5:9). Según el

último libro de la Biblia, un día Jesús conquistará literalmente como

Rey de reyes y Señor de señores.

Recuerde que el argumento sistemático que presenta Pablo es

que es posible acceder a la gracia de Dios, que nos dará la dinámica

espiritual para vivir correctamente, como deberían vivir personas que

han sido declaradas justas. La verdad más dinámica en el Nuevo

Testamento son las Buenas Nuevas de que el mismo Jesús que entró

en este mundo para salvarnos de nuestros pecados puede entrar en su

vida hoy como el Cristo vivo, ya que resucitó de los muertos.

Cuando Jesús entró en este mundo, y cuando entra en

nuestras vidas hoy, quiere abundar hasta reinar en su vida y en la mía

(Romanos 5:17). Él dijo que vino para que tuviéramos vida y para

que pudiéramos tener vida más abundante (Juan 10:10). Esto debería

plantear algunas preguntas en su corazón y en el mío: ¿He sido

justificado por fe en Jesucristo? ¿Sigo siendo conquistado

habitualmente por el rey Pecado y por su “melliza”, la reina Muerte?

¿Estoy comiendo continuamente del “banquete de las consecuencias”

que me demuestra a mí y a los que me conocen que sigo siendo

derrotado por estos dos reyes?

Page 9: Spa read-30

Fascículo 30: El Libro de Romanos, versículo por versículo (Segunda parte)

9

Si usted está siendo derrotado continuamente por el pecado y

sus consecuencias, entonces está listo para escuchar las Buenas

Nuevas (el evangelio) sobre el cuarto conquistador en esta gran

declaración con la que comienza Pablo su tratado sobre cómo vivir

correctamente. El cuarto conquistador es el “rey Usted”. Luego de

hablarnos de los tres conquistadores anteriores, Pablo escribe: “Pues

si por la transgresión de uno solo reinó la muerte, mucho más

reinarán en vida por uno solo, Jesucristo, los que reciben la

abundancia de la gracia y del don de la justicia” (Romanos 5:17).

Hay tanta más verdad en este profundo pasaje que no tendré

el espacio para presentarla aquí. La verdad importante que debemos

obtener de este gran pasaje es que podemos entrar en Cristo, abundar

en Cristo, reinar en Cristo y ser victoriosos sobre el pecado y la

muerte.

La hermosa metáfora de estos cuatro conquistadores

comienza esta segunda sección de cuatro capítulos, que hablan de

cómo podemos conquistar estos dos reyes, Pecado y Muerte, entrar

en una vida en unión con Cristo y reinar en vida a través de nuestra

relación con Él. Los capítulos 6, 7 y 8 desarrollarán esta enseñanza

de una forma profunda e integral. ¡Pablo concluirá en el capítulo 8

proclamando que podemos ser súper vencedores en y a través de

Quien nos amó! (8:37).

Finaliza esta enseñanza sobre los cuatro conquistadores

relacionando el pecado de Adán, a través de quien fuimos hechos

todos pecadores, con la obra de Cristo, a través de quien todos los

que creen son hechos justos.

“Así que, como por la transgresión de uno [Adán] vino la

condenación a todos los hombres, de la misma manera por la justicia

de uno [Jesús] vino a todos los hombres la justificación de vida.

Porque así como por la desobediencia de un hombre los muchos

fueron constituidos pecadores, así también por la obediencia de uno,

los muchos serán constituidos justos” (5:18, 19).

El pecado de Adán resultó en juicio y la condena de muerte,

en tanto que el acto justo de Jesucristo resultó en el regalo gratuito de

la justificación y la vida para los que son los hijos de Abraham,

porque ellos tienen la fe para creerle a Dios cuando les dice lo que ha

hecho por ellos en Cristo.

Pablo, entonces, resume su enseñanza en este punto al

escribir que, cuando la Ley de Dios entró en el mundo a través de

Moisés –dado que la función de la Ley fue y es hacernos conscientes

de nuestro pecado–, en un sentido, la Ley hizo que la ofensa

abundara. Sin embargo, la Buena Noticia fue y es que, cuando

abundó el pecado, la gracia abundó aún más: “Pero la ley se

introdujo para que el pecado abundase; mas cuando el pecado

abundó, sobreabundó la gracia; para que así como el pecado reinó

para muerte, así también la gracia reine por la justicia para vida

eterna mediante Jesucristo, Señor nuestro” (20, 21).

El reinado del pecado llevó y lleva a la muerte, pero el

reinado de la gracia llevó y lleva a la vida eterna a través de

Jesucristo nuestro Señor. Pablo desarrollará esta verdad más en el

Page 10: Spa read-30

Fascículo 30: El Libro de Romanos, versículo por versículo (Segunda parte)

10

capítulo 6, y concluirá la enseñanza que comienza aquí al final del

capítulo 6 con estas palabras: “Porque la paga del pecado es muerte,

mas la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro”

(6:23).

Capítulo 2

Dos tipos de esclavos

(6:1-23)

¿Cómo viven las personas que han sido declaradas justas por

fe en lo que Jesucristo hizo por ellas? ¿Cómo deberíamos esperar que

vivan las personas que han sido declaradas justas? ¿Dónde

encuentran la dinámica para vivir de esa forma? Este es el tema entre

el quinto y el principio del octavo capítulo de esta obra maestra

teológica.

Perspectiva del capítulo 6

Al acercarnos a este capítulo, hay un versículo que debería

ponerse al lado de las metáforas que Pablo usa aquí: “Hablo como

humano, por vuestra humana debilidad” (6:19). Hay, también, una

verdad que resume el tema del capítulo, y todo el capítulo debería

estudiarse en el contexto de esta verdad: “No reine, pues, el pecado

en vuestro cuerpo mortal, [...] Porque el pecado no se enseñoreará de

vosotros” (6:12, 14).

Relacione los primeros versículos de este capítulo con los

últimos pensamientos de Pablo en el quinto capítulo. Dado que él

terminó el capítulo anterior escribiendo que donde abundó el pecado,

la gracia sobreabundó, comienza el capítulo seis con una pregunta

que imagina que sus lectores tal vez le quieran hacer: “¿Qué, pues,

diremos? ¿Perseveraremos en el pecado para que la gracia abunde?”.

Su respuesta es: “De ninguna manera”. Luego comienza a usar

metáforas que ilustran su respuesta enfática a esa pregunta.

Su primera metáfora es la del bautismo. Esta ilustración de

Pablo se interpreta de dos formas. Quienes creen que la inmersión es

la forma correcta del bautismo consideran que Pablo está hablando

aquí del bautismo que Jesús ordenó en su Gran Comisión (Mateo

28:18-20). Pablo escribe, en otra carta, que todos somos bautizados

en Cristo cuando creemos el evangelio (1 Corintios 12:13). Muchos

creen que Pablo escribe sobre nuestro bautismo en Cristo en estos

versículos. Como suele suceder, la respuesta no es una cosa o la otra,

sino ambas.

Cuando somos justificados por fe, si bien esto es un misterio

que no comprendemos plenamente, somos bautizados en Cristo.

Somos bautizados en su muerte y resurrección. Como nos ha dicho

Pablo en el quinto capítulo, en un sentido muy real estamos todos “en

Adán”. Estuvimos en Adán cuando el primer ser humano pecó. Por

ese hombre y nuestra identificación con y en él, todos pecamos. En la

medida que solo expresamos nuestra naturaleza de Adán –nuestra

carne–, todos somos pecadores culpables que debemos ser

Page 11: Spa read-30

Fascículo 30: El Libro de Romanos, versículo por versículo (Segunda parte)

11

justificados por fe.

Esto es lo que Jesús quiso decir cuando le dijo a Nicodemo

que ya somos condenados y por eso debemos creer en Él (ver Juan

3:18). Cuando nos ocurre ese milagro, estamos ahora en Cristo,

bautizados en su muerte y resurrección. Como estuvimos en Adán,

ahora estamos en Cristo. Por eso Jesús es llamado el último Adán

(ver 1 Corintios 15:45).

El bautismo en agua, según lo ordenó Jesús, es simplemente

una sombra de este bautismo espiritual más profundo. Cuando

obedecemos la Gran Comisión de Jesús y somos bautizados,

profesamos nuestra fe en Jesús de la forma que Jesús nos ordenó que

debíamos profesar públicamente nuestra fe en Él.

Pero el bautismo en agua representa una realidad más

profunda. Las personas muertas no pecan. Pablo sabe que no estamos

muertos y que seguimos pecando. Simplemente usa esto como una

ilustración. Si estuviéramos muertos, no pecaríamos. En lo que se

refiere al pecado, aun cuando no estemos muertos, deberíamos actuar

como si estuviéramos muertos.

El bautismo en agua por inmersión refleja e ilustra en forma

hermosa lo que el apóstol escribe en este capítulo. Él identifica al que

es bautizado con los dos hechos básicos relativos al evangelio: la

muerte y la resurrección de Jesucristo. Cuando descendemos al agua,

hacemos nuestra propia, personal y pública profesión de fe en la

muerte de Jesús para nuestra salvación.

Nuestro bautismo en el agua hace una profesión más

profunda de fe en la muerte y resurrección de nuestro Salvador de

una forma hermosa. Cuando descendemos al agua, profesamos

nuestro compromiso de que morimos a nuestra vieja vida de pecado.

Cuando salimos del agua, profesamos un compromiso de vivir una

nueva vida en relación con el Cristo resucitado y vivo, una vida

abundante que hace posible esa relación.

Al pasar Pablo de la metáfora del bautismo a la metáfora de la

muerte y resurrección de Cristo y luego desafiarnos a aplicar nuestra

identificación con la muerte y la resurrección de Jesús a nuestro

pecado y nuestra vida correcta, recuerde el versículo que es la clave

para comprender este capítulo: “Hablo como humano, por vuestra

humana debilidad” (6:19). Esta afirmación quiere decir, en esencia:

“Uso ilustraciones humanas para ayudarlos a entender verdades

espirituales que les estoy enseñando”.

Jesucristo fue el mayor Maestro que este mundo haya

conocido jamás, y era el Maestro absoluto en el uso de parábolas y

metáforas. Obviamente, Pablo aprendió ese enfoque de la enseñanza

del Cristo resucitado, quien enseñó a Pablo en el desierto de Arabia,

según lo que este les escribe a los gálatas (Gálatas 1-2:10). El

versículo clave para las metáforas de este capítulo simplemente dice

que Pablo sigue las pisadas del mayor Maestro que haya tenido jamás

este mundo al ilustrar gráficamente y claramente su enseñanza.

Hay algunas otras palabras en este capítulo que son clave para

la forma en que debemos interpretar y aplicar estas ilustraciones de

Pablo a nuestra lucha con el pecado. Fíjese en el versículo 5, donde

Page 12: Spa read-30

Fascículo 30: El Libro de Romanos, versículo por versículo (Segunda parte)

12

Pablo escribe que debemos ser semejantes a Jesús en su muerte y

resurrección. Y, en el versículo 11, donde escribe: “Así también

vosotros consideraos muertos al pecado, pero vivos para Dios en

Cristo Jesús, Señor nuestro”. La palabra griega que Pablo usa aquí,

que se traduce “consideraos”, sugiere otras traducciones, según los

eruditos, que dicen, básicamente: “De la misma forma, considérense

como muertos a la atracción y el poder del pecado, pero vivos para

Dios a través de Cristo Jesús nuestro Señor”.

Esto es muy importante para usted y para mí, al estudiar este

capítulo. Pablo no nos está diciendo que estamos muertos

literalmente. Una persona muerta no peca, y una persona muerta

nunca se ve tentada a pecar. Si estuviésemos muertos, el pecado no

sería problema alguno. Nuestro problema es que no estamos muertos

al pecado. Pablo enseña que debemos responder al pecado y a las

tentaciones del pecado como lo haríamos si estuviésemos muertos.

Un peatón que había estado bebiendo en exceso fue la

primera persona en llegar a la escena de un accidente

automovilístico. Un hombre que había sido herido en el accidente

daba vueltas y vueltas al costado del camino gritando: “¡Llámame

una ambulancia! ¡Llámame una ambulancia!”. El peatón borracho

contestó: “Así que, ¡eres una ambulancia!”. Cuando confrontamos las

tentaciones para pecar, Pablo nos desafía, a usted y a mí, a decirnos a

nosotros mismos: “¡Llámame un muerto!”.

Como muchos otros, nunca olvidaré como, cuando me

convertí, aquellos que eran mis amigos pecadores se entristecieron

cuando les anuncié que ya no me uniría a ellos en ese viejo estilo de

vida. Cuando dije a uno de ellos que había decidido estudiar para el

ministerio, me dijo que estaba apenado porque era casi como si me

hubiera muerto. Se lamentó: “¡Y tenías una buena personalidad!”.

Cuando me inscribí en una universidad cristiana para estudiar

la Biblia, fui bendecido y alentado en uno de mis primeros cursos

sobre la Biblia por algo que Pablo escribió a los gálatas al finalizar la

carta que les envió. Él declaró que, gracias a la cruz de Jesucristo, el

mundo estaba crucificado para él, y él para el mundo. En otras

palabras, la cruz hacía que este mundo fuera algo muerto para él y lo

hacía parecer como una persona muerta para quienes lo conocían en

este mundo (Gálatas 6:14).

Una de las verdades primarias que Pablo está enfatizando

aquí es la que destacó en el segundo capítulo. Esa verdad es que

nunca debemos tener una ceremonia religiosa sin la realidad de lo

que está representado por esa ceremonia. Nuestro bautismo es a

nuestra profesión de fe lo que la circuncisión era para el judío.

Nunca, jamás, debemos reducir nuestra profesión de fe ceremonial a

través del bautismo a un adorno religioso que no tiene ningún

significado en cuanto a la realidad de nuestra fe en el poder del

Cristo resucitado y nuestra experiencia de este poder.

Que esta perspectiva lo guíe al interpretar y aplicar las

profundas e inspiradas metáforas que usa Pablo a lo largo de este

capítulo.

Page 13: Spa read-30

Fascículo 30: El Libro de Romanos, versículo por versículo (Segunda parte)

13

Un resumen de lo que Pablo enseña en el capítulo 6

La primera verdad que Pablo enseña en este capítulo está

ilustrada por la metáfora del bautismo. Esa verdad es que debemos

relacionar nuestro descenso al agua con la muerte y sepultura de

Jesús, y dejar nuestra vieja vida de pecado en el agua. Debemos

relacionar nuestra salida del agua con la resurrección de Jesús, y con

la vida completamente nueva que debemos vivir, libres del pecado

(1-4).

Esta verdad fue presentada, en realidad, en el segundo

versículo del quinto capítulo, donde escribió que tenemos acceso por

fe a la gracia que nos permite tomar una posición por Cristo en este

mundo y vivir una vida que glorifica a Dios.

En los siguientes siete versículos (5-11), refuerza esta

enseñanza al presentar una verdad que suele enseñar en sus cartas:

“Así también vosotros consideraos muertos al pecado, pero vivos

para Dios en Cristo Jesús, Señor nuestro” (6:11). Yo llamo a esta

verdad “el evangelio en reversa”. Expresado simplemente, el

evangelio es: “Cristo murió para que tú puedas vivir”. El evangelio

en reversa es, simplemente: “Ahora es tu turno; muere (a tus deseos

pecaminosos y ambiciones egoístas) para que Cristo pueda vivir”.

Pablo enseñó esa misma verdad a los gálatas, como su propia

experiencia en Cristo: “Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya

no vivo yo, mas vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo

vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí

mismo por mí” (Gálatas 2:20).

Los siguientes tres versículos comienzan con esa importante

palabra: “pues”.

“No reine, pues, el pecado en vuestro cuerpo mortal, de modo

que lo obedezcáis en sus concupiscencias; ni tampoco presentéis

vuestros miembros al pecado como instrumentos de iniquidad, sino

presentaos vosotros mismos a Dios como vivos de entre los muertos,

y vuestros miembros a Dios como instrumentos de justicia. Porque el

pecado no se enseñoreará de vosotros; pues no estáis bajo la ley, sino

bajo la gracia” (12-14).

Pablo usa la palabra “pues” para ayudarnos a seguir su

inspirada lógica. Obviamente, está conectando estos tres versículos

con lo que escribió acerca del evangelio en reversa. Si debemos

morir al pecado para que Cristo pueda vivir a través de nosotros, pero

seguimos pecando, Cristo no podrá vivir a través de nosotros. Eso,

para este apóstol, es impensable. Cuando estábamos bajo la ley, no

teníamos la gracia para vivir por sobre el pecado. Dado que la gracia

y la verdad vinieron a través de Cristo (Juan 1:17), simplemente no

debemos seguir estando bajo el dominio del pecado, porque ahora

tenemos la gracia para vivir como debemos.

Entonces llega al corazón de este capítulo, al introducir la

metáfora de la esclavitud: “¿Qué, pues? ¿Pecaremos, porque no

estamos bajo la ley, sino bajo la gracia? En ninguna manera. ¿No

sabéis que si os sometéis a alguien como esclavos para obedecerle,

sois esclavos de aquel a quien obedecéis, sea del pecado para muerte,

o sea de la obediencia para justicia? Pero gracias a Dios, que aunque

Page 14: Spa read-30

Fascículo 30: El Libro de Romanos, versículo por versículo (Segunda parte)

14

erais esclavos del pecado, habéis obedecido de corazón a aquella

forma de doctrina a la cual fuisteis entregados; y libertados del

pecado, vinisteis a ser siervos de la justicia.

“Hablo como humano, por vuestra humana debilidad; que así

como para iniquidad presentasteis vuestros miembros para servir a la

inmundicia y a la iniquidad, así ahora para santificación presentad

vuestros miembros para servir a la justicia” (6:15-19).

Como señalé en mi comentario sobre el saludo con el que

Pablo comienza su carta, cuando él la escribió, la mitad de las

personas que vivían en Roma eran esclavas. Para las personas como

Pablo, que habían nacido libres, la sola idea de ser un esclavo era

terrible. La verdad que él describe dinámicamente y dramáticamente

al usar esta metáfora es que uno es esclavo de quien uno sirve o de lo

que uno sirve Si está controlado por el pecado, es esclavo del pecado.

Si usted ha confiado en Jesucristo para su salvación, y ha

elegido llamarlo Señor, ¡ser un esclavo del pecado es negar su fe en

Él! (Lucas 6:46). Usted debería ser un esclavo de Jesucristo, y solo

de Él, lo que lo hará libre del poder del pecado y de la muerte. Por

eso Pablo se presenta en sus cartas como siervo de Jesucristo

(Romanos 1:1; Filipenses 1:1; Tito 1:1).

“Porque cuando erais esclavos del pecado, erais libres acerca

de la justicia. ¿Pero qué fruto teníais de aquellas cosas de las cuales

ahora os avergonzáis? Porque el fin de ellas es muerte. Mas ahora

que habéis sido libertados del pecado y hechos siervos de Dios,

tenéis por vuestro fruto la santificación, y como fin, la vida eterna.

Porque la paga del pecado es muerte, mas la dádiva de Dios es vida

eterna en Cristo Jesús Señor nuestro” (20-23).

En los últimos cuatro versículos del capitulo, vuelve a esa

realidad innegable de las consecuencias. Pablo desafía a los romanos

a pensar en ese “banquete de consecuencias” que ocurrió cada vez

que entregaban los miembros de su cuerpo para ser esclavos del

pecado. Su razonamiento es que, cuando servían al pecado, no

podían servir a la justicia. Sin embargo, los desafía a pensar en el

fruto o las consecuencias de los pecados de los que se avergüenzan

ahora. A esas consecuencias les da el rótulo de “muerte”.

En contraste con esta muerte, los exhorta a darse cuenta de

que el fruto o las consecuencias de servir a la justicia llevará a la

santidad y a la calidad eterna de vida que Jesucristo promete dar a

todo el que confíe en Él como Salvador, lo corone como su Señor y

viva el evangelio en reversa: morir a sí mismo y vivir para Cristo.

Pablo resume su profunda enseñanza con ese versículo final

en donde escribe que el pecado siempre paga el mismo salario. Aun

en un mundo donde la inflación y los mercados hacen que fluctúen el

valor del salario que recibimos y la riqueza que acumulamos, el

pecado siempre paga el mismo salario. La mala noticia es que “la

paga del pecado es muerte”. Pero la Buena Noticia es que “la dádiva

de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro”.

Page 15: Spa read-30

Fascículo 30: El Libro de Romanos, versículo por versículo (Segunda parte)

15

Capítulo 3

Las cuatro leyes espirituales de Pablo

(7:1 - 8:13)

Cuando Pablo escribe este séptimo capítulo, relaciona el

desafío de conquistar el pecado con su propia vida y comparte con

nosotros su propio diario privado de cómo perdió y ganó sus batallas

contra el pecado. Al comenzar el testimonio personal de sus propias

luchas por la santificación, escribe la parte de esta carta que es la

favorita para mí, así como para millones de personas. A modo de

introducción a esta sección de la carta, fíjese en el énfasis del apóstol

en el concepto de la ley. Comenzando en este capítulo y siguiendo

hasta el versículo 17 del capítulo 8, Pablo presenta las “cuatro leyes

espirituales”. Como personas que hemos sido declaradas justas,

simplemente debemos entender estas cuatro leyes espirituales que

leemos en este diario espiritual que Pablo comparte con nosotros.

Al leer los capítulos 7 y 8 de esta carta, observe

cuidadosamente lo que Pablo enseña acerca de:

La Ley de Dios,

La Ley del Pecado y la Muerte,

La Ley del Espíritu de Vida en Cristo, y

La Ley del Esquema Mental o la Forma de Pensar.

Luego de presentar todas esas metáforas en el capítulo 6,

Pablo comienza el séptimo capítulo con una metáfora más: “¿Acaso

ignoráis, hermanos (pues hablo con los que conocen la ley), que la

ley se enseñorea del hombre entre tanto que éste vive? Porque la

mujer casada está sujeta por la ley al marido mientras éste vive; pero

si el marido muere, ella queda libre de la ley del marido. Así que, si

en vida del marido se uniere a otro varón, será llamada adúltera; pero

si su marido muriere, es libre de esa ley, de tal manera que si se

uniere a otro marido, no será adúltera.

“Así también vosotros, hermanos míos, habéis muerto a la ley

mediante el cuerpo de Cristo, para que seáis de otro, del que resucitó

de los muertos, a fin de que llevemos fruto para Dios. Porque

mientras estábamos en la carne, las pasiones pecaminosas que eran

por la ley obraban en nuestros miembros llevando fruto para muerte.

Pero ahora estamos libres de la ley, por haber muerto para aquella en

que estábamos sujetos, de modo que sirvamos bajo el régimen nuevo

del Espíritu y no bajo el régimen viejo de la letra” (1-6).

Ley espiritual número uno: la Ley de Dios

Pablo ahora edifica sobre lo que ha escrito en esta inspirada,

lógica y amplia presentación de la justificación por la fe. Ha escrito

que estamos todos bajo el pecado, porque todos estamos bajo la Ley

de Dios, que cierra nuestras bocas y nos muestra que todos somos

pecadores.

Note que antes de que Pablo comparta esta metáfora con la

que comienza este capítulo, admite que sabe que está escribiendo a

Page 16: Spa read-30

Fascículo 30: El Libro de Romanos, versículo por versículo (Segunda parte)

16

los que conocen la Ley de Dios. Esto significa que, como vimos en el

segundo capítulo, se está dirigiendo, a lo largo de toda esta carta, a

los judíos. Sigue pensando en aquellos judíos con los que se encontró

cuando llegó a Roma (Hechos 28:17-29). Cuando leamos los

primeros versículos del noveno capítulo de esta carta, entenderemos

por qué este apóstol siempre piensa primero en los judíos, y luego en

los griegos, cuando escribe, cuando predica y cuando enseña.

Ahora se dirige a las personas que son como era él cuando era

Saulo de Tarso. Como fariseo de fariseos, Saulo de Tarso había

dedicado cada fibra de su ser a guardar la Ley de Dios. Los fariseos

como Saulo de Tarso no tienen buena prensa en los Evangelios. Sin

embargo, debemos darnos cuenta de que los fariseos tenían muchas

cosas buenas. Por ejemplo, fueron formados para preservar la

ortodoxia de la fe judía. Eran los fundamentalistas judíos del período

del Nuevo Testamento de la historia hebrea. Los fariseos que eran tan

fervorosos como Saulo de Tarso memorizaban la Ley de Moisés, es

decir los cinco primeros libros del Antiguo Testamento. La mayoría

de los cristianos de hoy ni siquiera han leído completamente los

primeros cinco libros de la Biblia.

Eran personas increíblemente rectas. Su rectitud era un tipo

de rectitud propia, legalista y ajustada a la letra de la ley a la que

tanto Jesús como este apóstol se opusieron y confrontaron. Los

fariseos obedecían fervorosamente la Ley de Dios porque creían que

su salvación dependía de ello. Sin embargo, eran personas muy

rectas, y muchas de ellas era muy buenas.

Al leer los cuatro Evangelios, note el amor y la paciencia de

Jesús al acercarse a fariseos como Nicodemo, José de Arimatea y

aquellos con los cuales dialoga, aun cuando se trate de diálogos

hostiles. El mayor ejemplo de amor de Jesús por los fariseos es la

conversión de este apóstol en el camino a Damasco. Cuando el Cristo

resucitado escogió al mayor misionero que ha conocido la iglesia

jamás, escogió a este fariseo de fariseos.

En un pasaje autobiográfico, que escribió a los filipenses,

Pablo compartió con ellos que él consideraba que su dedicación a

guardar la Ley era como basura, porque, como fariseo, creía que

guardar la Ley le daría la salvación. Al escribir a la iglesia de Filipos,

Pablo criticó esa dedicación enérgicamente. Sin embargo, tuvo

mucha compasión para con los judíos rectos que eran fervorosos en

su amor por la Ley de Dios. En su carta a los romanos, ahora se

dirige a aquellos que tienen ese mismo nivel de dedicación a guardar

la Ley de Dios.

¿Cuál es su relación con la Ley de Dios una vez que se dan

cuenta de que no pueden ser justificados por guardarla? La respuesta

a esa pregunta se encuentra en la metáfora con la que Pablo comienza

este capítulo.

Cuando David describió al hombre bienaventurado en sus

Salmos, escribió que el hombre bienaventurado encuentra su delicia

en la Ley de Dios, es decir que la ama (Salmos 1:2). El salmo más

largo de la Biblia fue escrito, obviamente, por alguien como Esdras,

que tenía un gran amor por la Ley de Dios (Salmos 119).

Page 17: Spa read-30

Fascículo 30: El Libro de Romanos, versículo por versículo (Segunda parte)

17

Cuando los judíos piadosos que amaban la Ley de Dios se

dieron cuenta de que la Ley no los podía salvar, sintieron un dolor

como el de un viudo que había perdido su compañera de toda la vida.

Por lo tanto, Pablo presenta esta inspirada y brillante metáfora, que

les recuerda que, cuando una persona pierde a su cónyuge, está libre

para volver a casarse. Ahora que ellos han perdido a su “esposa” (la

Ley), son libres para “casarse” con otra compañera. Pablo escribe

que, si creen lo que les está presentando, están ahora “casados” con

su Señor y Salvador resucitado y vivo: ¡Jesucristo!

Aplicación personal

¿Cuál es la aplicación personal y devocional para los romanos

y para los que leen esta carta hoy? En principio, esta enseñanza se

aplica a todo el que ha confiado en alguien o algo para su salvación y

que, según aprende de esta obra teológica maestra, no los salva ni

puede salvarlos.

Hay una ilustración en el Evangelio de Juan que describe a

este tipo de personas. Al entrar Jesús en Jerusalén, había una gran

multitud de personas débiles, enfermas y lisiadas acostadas en los

pórticos del estanque de Betesda. Estas personas creían en una

superstición. Creían que, cuando el agua se movía, el primero en

entrar en el agua sería sanado. Jesús sanó a un hombre que estaba allí

porque había perdido toda esperanza de entrar en ese estanque. En mi

comentario sobre esta historia (Fascículo número 24), comparé a esta

multitud patética, reunida alrededor de esa superstición, con todos los

que están buscando la salvación o que confían en alguien o en algo

fuera de Jesucristo para la salvación.

Pedro nos dice que no hay salvación fuera de Jesucristo: “Y

en ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el

cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos” (Hechos

4:12). Si usted confía en alguien o en algo fuera de Jesucristo para su

salvación, está buscando la salvación en un “estanque de Betesda”, y

esta metáfora con la que Pablo comienza el séptimo capítulo de esta

carta se aplica a usted.

Cuando usted cree lo que Pablo ha escrito en los primeros

seis capítulos de esta carta, ¿qué hará sin lo que ha sido como una

esposa o un esposo para usted? La respuesta es que usted debe

considerar a aquello que no puede salvarlo como una esposa o un

esposo muerto, y que debe estar casado con otro cónyuge: el

Jesucristo resucitado y vivo.

Otra aplicación personal es darse cuenta de que, así como

Pablo se dirige al judío devoto en toda esta carta, se está dirigiendo

también a todas las personas agradables o buenas que confían en su

bondad para su salvación. Hay muchas personas en este mundo que

creen que la salvación está basada en hacer las cosas lo mejor posible

y vivir la vida sin hacerle daño a nadie. Si usted es una de esas

personas que confían en la integridad, bondad o rectitud personal

para su salvación, entonces esta metáfora se aplica a usted. En mi comentario sobre el tercer y cuarto capítulo de esta

carta, planteé preguntas que usted debería contestarse, como:

Page 18: Spa read-30

Fascículo 30: El Libro de Romanos, versículo por versículo (Segunda parte)

18

“¿Cómo puede uno saber cuándo ha hecho el bien suficiente?”. Y

esta otra: “Si podemos salvarnos a nosotros mismos, ¿por qué tuvo

que morir Jesús en la cruz?”. Aplique las ideas que Pablo dirige a los

judíos en esta carta a usted, si es una de esas personas agradables,

morales e íntegras que creen que la bondad es suficiente.

Jesús habló con amor a un joven que era muy bueno y

moralmente recto. Lo llamamos “el joven rico”. Leemos que, al

mirarlo y amarlo, Jesús le dijo que su integridad moral no era

suficiente (Marcos 10:21).

En los siguientes cinco versículos (7:8-12), Pablo hace un

cambio importante en su estilo de escritura. Se ha estado dirigiendo a

sus lectores usando palabras como “ustedes” (vosotros) y “mis

hermanos”. Ahora comienza a relacionar lo que escribe con él mismo

y su propia experiencia con la Ley de Dios y su batalla contra el

pecado.

Ley espiritual número dos: La Ley del Pecado

Pablo repite, para enfatizar, una verdad que ya ha dejado en

claro: el propósito de la Ley nunca fue la salvación, sino hacernos

conscientes de nuestro pecado y de nuestra necesidad de la salvación.

Según Pablo, la Ley es como la regla de Dios que Él coloca junto a

nuestras vidas torcidas, y Pablo estaría de acuerdo con Santiago en

que la Ley o la Palabra de Dios es como un espejo en el que vemos

nuestras imperfecciones (Santiago 1:23, 24).

Pablo también escribe que la Ley es como un estricto ayo, o

maestro de escuela, que nos lleva a Cristo (Gálatas 3:24). Pablo

vuelve a establecer el propósito y el valor de la Ley de Dios cuando

escribe: “¿Qué diremos, pues? ¿La ley es pecado? En ninguna

manera. Pero yo no conocí el pecado sino por la ley; porque tampoco

conociera la codicia, si la ley no dijera: No codiciarás. Mas el

pecado, tomando ocasión por el mandamiento, produjo en mí toda

codicia; porque sin la ley el pecado está muerto. Y yo sin la ley vivía

en un tiempo; pero venido el mandamiento, el pecado revivió y yo

morí. Y hallé que el mismo mandamiento que era para vida, a mí me

resultó para muerte; porque el pecado, tomando ocasión por el

mandamiento, me engañó, y por él me mató” (Romanos 7:7-11).

Entonces llega a la conclusión de que, en realidad, la Ley de

Dios no tiene nada de malo. Su problema, y el problema que tenemos

todos, no es con la Ley de Dios. Nuestro problema es con nosotros

mismos.

El profeta Jeremías estuvo de acuerdo con Pablo cuando

predicó, en esencia, que, si queremos saber cuál es el problema y

dónde se encuentra, debemos mirar en un espejo. Jeremías predicó

constantemente de la inminente cautividad de los judíos en

Babilonia. Una paráfrasis del pasaje que se indica arriba presenta la

predicación de Jeremías: “Cuando alguien del pueblo o de los

sacerdotes te pregunte: ‘Bueno, Jeremías, ¿cuál es la triste noticia

que tienes del Señor hoy?’, tú les responderás: ‘¡Ustedes son la mala

noticia!’” (Jeremías 23:33).

Pablo escribe su propia versión de ese sermón predicado por

Page 19: Spa read-30

Fascículo 30: El Libro de Romanos, versículo por versículo (Segunda parte)

19

Jeremías: “De manera que la ley a la verdad es santa, y el

mandamiento santo, justo y bueno. ¿Luego lo que es bueno, vino a

ser muerte para mí? En ninguna manera; sino que el pecado, para

mostrarse pecado, produjo en mí la muerte por medio de lo que es

bueno, a fin de que por el mandamiento el pecado llegase a ser

sobremanera pecaminoso” (7:12, 13).

Pablo, como Jesús, proclama que la Ley de Dios es buena si

la interpretamos y la aplicamos de acuerdo con los propósitos de

Dios al darnos su Ley (Mateo 5:17-20). Jesús cumplió la Ley de Dios

al pasarla por el prisma del amor de Dios antes de aplicar esa Ley a

las vidas del pueblo de Dios. Pablo hizo lo mismo, y lo llamó “el

espíritu de la Ley” (ver 2 Corintios 3:6). Ahora se centra en uno de

los propósitos para los cuales Dios nos dio su Ley: la Ley de Dios

revela la Ley del Pecado.

Confesiones verdaderas de un fariseo

Pablo comienza ahora el pasaje más transparente, honesto y

útil de la Biblia sobre el tema de la santificación, es decir la victoria

sobre el pecado, que se haya escrito jamás. Todo creyente lucha con

este “rey Pecado”, que quiere gobernar nuestras vidas hasta que la

“reina Muerte” las destruya. Estos versículos nos muestran

claramente y prácticamente cómo Pablo aplica la enseñanza bíblica

sobre la santificación a su vida.

Ahora está resumiendo, y está en el corazón y el alma mismo

de la enseñanza que comenzó cuando escribió aquel segundo

versículo del quinto capítulo: “Por quien [refiriéndose a Cristo]

también tenemos entrada por la fe a esta gracia en la cual estamos

firmes, y nos gloriamos en la esperanza de la gloria de Dios”.

Recuerde que es aquí donde el apóstol comenzó a decir a los

creyentes de Roma –y a usted y a mí– cómo podemos acceder a la

gracia que necesitamos para vivir de la forma que se espera deben

vivir las personas que han sido declaradas justas.

Pablo sigue ese versículo inicial con sus exhortaciones a que

nos regocijemos en todo lo que hace que la gracia de Dios sea

accesible a nosotros por fe, aun los sufrimientos que nos fuerzan a

acceder a la gracia de Dios. Esto fue seguido por la metáfora de los

cuatro conquistadores: el rey Pecado, la reina Muerte, el rey Jesús y

el rey Usted y Yo, cuando el Espíritu Santo de Dios ha venido para

controlar nuestras vidas y hacernos más victoriosos. Luego, en el

capítulo 6, usó las metáforas del bautismo, la muerte, la resurrección

y la esclavitud para convencernos de que el pecado nunca debería

controlar la vida de un creyente que ha sido declarado justo por fe en

Jesucristo.

Pablo continúa ahora su enseñanza sistemática sobre este

tema con la enseñanza de sus cuatro leyes espirituales. Él ilustra

vívidamente esas leyes con esta confesión transparente, en la que

comparte su lucha personal. Luego comparte las claves para su

victoria –que puede ser nuestra también– al proponerse que ese

pecado no reinaría en su vida. Este tema puede encontrarse desde el

versículo 13 del capítulo 8 y continúa hasta el final del capítulo 8, y

Page 20: Spa read-30

Fascículo 30: El Libro de Romanos, versículo por versículo (Segunda parte)

20

hasta podría decirse que se extiende hasta el final del capítulo 11 de

esta obra maestra teológica.

Al leer este pasaje transparente y sincero, que se parece a una

página del diario espiritual del apóstol, busque las cuatro leyes

espirituales que Pablo describe aquí. También recuerde que usted

está leyendo el diario espiritual de un hombre que amaba la Ley de

Dios y probablemente intentó, más que cualquier hombre que haya

vivido, cumplir esa Ley.

“Porque sabemos que la ley es espiritual; mas yo soy carnal,

vendido al pecado. Porque lo que hago, no lo entiendo; pues no hago

lo que quiero, sino lo que aborrezco, eso hago. Y si lo que no quiero,

esto hago, apruebo que la ley es buena. De manera que ya no soy yo

quien hace aquello, sino el pecado que mora en mí. Y yo sé que en

mí, esto es, en mi carne, no mora el bien; porque el querer el bien

está en mí, pero no el hacerlo. Porque no hago el bien que quiero,

sino el mal que no quiero, eso hago.

“Y si hago lo que no quiero, ya no lo hago yo, sino el pecado

que mora en mí. Así que, queriendo yo hacer el bien, hallo esta ley:

que el mal está en mí. Porque según el hombre interior, me deleito en

la ley de Dios; pero veo otra ley en mis miembros, que se rebela

contra la ley de mi mente, y que me lleva cautivo a la ley del pecado

que está en mis miembros.

“¡Miserable de mí! ¿Quién me librará de este cuerpo de

muerte? Gracias doy a Dios, por Jesucristo Señor nuestro. Así que,

yo mismo con la mente sirvo a la ley de Dios, mas con la carne a la

ley del pecado” (7:14-25).

La primera declaración de Pablo con relación a su lucha para

vencer el pecado está relacionada con lo que ha aprendido sobre él

mismo. Escribe: “Soy carnal, vendido al pecado”. Esta palabra,

“carnal”, deriva de “carne”. Pablo continúa diciendo que en él –es

decir, en su carne– no hay nada bueno.

Pablo usa la palabra “carne” frecuentemente en sus escritos.

Por lo tanto, es importante que entendamos lo que quiere decir

cuando la usa. Un famoso erudito del idioma griego y profesor de

Biblia de la Universidad de Edimburgo, Escocia, creía que la

definición precisa de esta palabra, como la usa Pablo, debería ser ‘la

naturaleza humana, sin la ayuda de Dios’.

Cuando el apóstol concluye que no hay nada bueno en su

carne, significa que no hay nada bueno en su naturaleza humana

cuando esta naturaleza no está ayudada por Dios. Deberíamos

agregar que los que viven en la carne, o en su naturaleza humana sin

la ayuda de Dios, adoptan y viven según los valores y la filosofía de

la naturaleza humana, que no tiene acceso a la gracia y la verdad

reveladas y ordenadas en la Palabra de Dios.

Esta definición tiene aplicaciones prácticas muy importantes

para todo creyente que quiera vivir correctamente, porque ha sido

justificado por la fe. Cuando Pablo mira su propio corazón, es

sincero y transparente sobre lo que ve en su naturaleza humana. No

solo no encuentra nada bueno, sino que descubre una ley: cuando

desea hacer lo bueno, el mal está presente en él.

Page 21: Spa read-30

Fascículo 30: El Libro de Romanos, versículo por versículo (Segunda parte)

21

En otras palabras, cuando miraba su naturaleza humana

descubría la Ley del Pecado. Pablo estaba de acuerdo con lo que la

Ley de Dios le decía, y creía que esta Ley era buena. De hecho, él

amaba la Ley de Dios. Tal vez se haya dicho, como un fariseo

increíblemente disciplinado, que guardar la Ley de Dios era

simplemente cuestión de fuerza de voluntad. Sin embargo, ahora nos

dice que, debido a esta Ley del Pecado, descubrió que, cuando se

proponía obedecer la Ley de Dios, finalmente se dio cuenta de que el

problema con su fuerza de voluntad era que a su voluntad le faltaba

fuerza constantemente.

También concluyó que la Ley del Pecado estaba en guerra

con lo que él llama “la Ley de la Mente”. Él da testimonio de que su

batalla con el pecado no fue ganada en el campo de batalla de la

fuerza de voluntad, es decir sus grandes poderes intelectuales. Luego

de su confesión desesperada de que era un hombre desdichado, clama

pidiendo liberación. Después declara que la batalla con el pecado es

una guerra espiritual que no puede ganarse mirando hacia adentro.

Según Pablo, él y nosotros no encontraremos nada al mirar hacia

adentro que nos permita ganar nuestras batallas contra el pecado.

Estas batallas solo serán ganadas cuando Dios agregue una

dimensión espiritual a nuestra naturaleza humana. Esto significa que,

cuando somos justificados por la fe, la Ley del Pecado no es quitada

de nuestra carne.

Al entrar al próximo capítulo, declara la muy buena noticia de

que, cuando somos justificados por la fe, algo espiritual, sobrenatural

y milagroso se agrega a nuestra carne. Sin embargo, aun luego de

agregar el milagro, todavía debemos enfrentarnos a la dura realidad

de la Ley del Pecado, que sigue estando presente con nosotros

mientras estemos en estos cuerpos humanos. Cuando el Cristo

resucitado y vivo vive en nuestro corazón a través del milagro del

Espíritu Santo, descubriremos que el que está en nosotros es mayor

que el que impulsa el poder de pecar –el diablo– y encontraremos

nuestra victoria en Cristo.

Capítulo 8

¡La victoria!

Dos leyes espirituales más de Pablo

Al pasar del capítulo 7 al 8 de esta carta, le recuerdo que,

cuando Pablo la escribió, no estaba dividida en capítulos y

versículos. A menudo, las divisiones de los capítulos ocurren en

medio de una declaración profunda, y este es el caso aquí, donde

Pablo está escribiendo y la división de capítulos interrumpe la

inspirada lógica de lo que está enseñando.

Note la presencia de esa importante palabra, “pues”, al

comenzar a leer el octavo capítulo de esta obra maestra. Cuando

piensa en la razón por la que esa palabra se encuentra allí, fíjese que

conecta lo que Pablo está por enseñar en el capítulo 8 con lo que ha

estado enseñando. Obviamente, la enseñanza que está por presentar

Page 22: Spa read-30

Fascículo 30: El Libro de Romanos, versículo por versículo (Segunda parte)

22

en este capítulo será la continuación de lo que dijo en las metáforas

con las que comenzó el séptimo capítulo, a través de la forma

transparente y sincera en que nos dejó ver su diario espiritual con sus

propias luchas personales contra el pecado que vienen después de

esas metáforas, y especialmente las últimas palabras que escribe al

comenzar este octavo capítulo.

Busque, también, la tercera y la cuarta ley espiritual que

descubrimos cuando Pablo nos permite leer más de su diario

espiritual: “Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están

en Cristo Jesús, los que no andan conforme a la carne, sino conforme

al Espíritu. Porque la ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús me ha

librado de la ley del pecado y de la muerte. Porque lo que era

imposible para la ley, por cuanto era débil por la carne, Dios,

enviando a su Hijo en semejanza de carne de pecado y a causa del

pecado, condenó al pecado en la carne; para que la justicia de la ley

se cumpliese en nosotros, que no andamos conforme a la carne, sino

conforme al Espíritu.

“Porque los que son de la carne piensan en las cosas de la

carne; pero los que son del Espíritu, en las cosas del Espíritu. Porque

el ocuparse de la carne es muerte, pero el ocuparse del Espíritu es

vida y paz. Por cuanto los designios de la carne son enemistad contra

Dios; porque no se sujetan a la ley de Dios, ni tampoco pueden; y los

que viven según la carne no pueden agradar a Dios.

“Mas vosotros no vivís según la carne, sino según el Espíritu,

si es que el Espíritu de Dios mora en vosotros. Y si alguno no tiene el

Espíritu de Cristo, no es de él. Pero si Cristo está en vosotros, el

cuerpo en verdad está muerto a causa del pecado, mas el espíritu vive

a causa de la justicia. Y si el Espíritu de aquel que levantó de los

muertos a Jesús mora en vosotros, el que levantó de los muertos a

Cristo Jesús vivificará también vuestros cuerpos mortales por su

Espíritu que mora en vosotros.

“Así que, hermanos, deudores somos, no a la carne, para que

vivamos conforme a la carne; porque si vivís conforme a la carne,

moriréis; mas si por el Espíritu hacéis morir las obras de la carne,

viviréis” (8:1-13).

Ley espiritual número tres: la Ley del Espíritu de Vida en Cristo

Jesús

Hay tres importantes verdades en la primera oración de este

octavo capítulo. Si volvemos atrás a cuando Pablo comienza a

enseñar, en el versículo 17 del capítulo 1, este “pues” introduce la

conclusión de que no hay ninguna condenación para los que están en

Cristo Jesús y no andan según su naturaleza humana, sin la ayuda de

Dios, sino según el Espíritu. Jesús y Pablo enseñaban que los que no

creen están condenados porque no creen (Juan 3:18). Ambos también

enseñan que la fe –en la obra terminada del Hijo de Dios por nuestra

salvación personal– quita nuestra condenación eterna.

Pablo mostrará más adelante en este capítulo que el Cristo

vivo y resucitado no nos condena cuando fracasamos o no llegamos a

la altura, a la medida, de glorificar a Dios en todo pensamiento,

Page 23: Spa read-30

Fascículo 30: El Libro de Romanos, versículo por versículo (Segunda parte)

23

palabra y acción. Él es nuestro Padre celestial perfecto, y se nos dice

que, como todo buen padre, conoce nuestra condición y se acuerda

de que somos polvo (Salmos 103:14).

¿Puede imaginar a un padre terrenal que le enseñe a su hijo a

caminar y que lo reta o aun lo castigue cuando trastabilla y se cae

mientras aprende? Jesús hizo esta misma comparación cuando

enseñó que, si nosotros sabemos dar buenas cosas a nuestros hijos,

debemos darnos cuenta de que nuestro Padre celestial ciertamente

nos dará el Espíritu Santo y una relación con nuestro Dios cuando se

lo pidamos (Lucas 11:11-13). Un Padre así no nos condenará cuando

caigamos.

Pablo enseña una segunda verdad importante cuando coincide

con Santiago en que “la fe obra” y “la fe camina” (ver Santiago 2:14-

26). La fe sola puede salvar, pero la fe que salva nunca está sola. Los

que no están condenados porque están justificados por la fe validan

su fe demostrando que no caminan según la carne sino según el

Espíritu. Hay una diferencia entre caminar de acuerdo con la carne y

estar en la carne. Caminar de acuerdo con a la carne es algo que una

persona espiritual puede elegir hacer. Estar en la carne es la

condición de los no espirituales o del hombre natural, que no tiene

una relación con Dios y que no puede siquiera entender las cosas

espirituales (ver 1 Corintios 2:14).

Una tercera verdad que Pablo enseña en esta primera oración

se encuentra en estas dos palabras que usa casi doscientas veces en el

Nuevo Testamento. Una de las formas preferidas de Pablo de

describir a los pecadores justificados que han descubierto esta tercera

ley espiritual es decir que están “en Cristo”. Con esto quiere decir

que están en Cristo así como una rama está en la vid, es decir está

relacionada con la vid de la cual deriva la vida que le permite dar

fruto (Juan 15:1-16).

Pablo entonces presenta su tercera ley espiritual, al escribir:

“La ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús me ha librado de la ley

del pecado y de la muerte”. Cuando nos dice lo que puede hacer esta

tercera ley, vuelve a su segunda ley y, esta vez, le agrega cuatro

palabras. La llama “la ley del pecado y de la muerte”. Esto conecta

las cuatro leyes espirituales de Pablo con los cuatro conquistadores

que presentó en el quinto capítulo. ¿Recuerda al rey Pecado y la reina

Muerte? La muerte es la consecuencia que siempre sigue al pecado.

Así como los dos primeros conquistadores eran las malas

noticias y el tercer y cuarto conquistador eran las buenas noticias, las

primeras dos leyes espirituales son las malas noticias y la tercera y

cuarta ley, las buenas noticias. Las buenas noticias acerca de esta

tercera ley son que nos libera de la ley del pecado y de la muerte.

Imagine un gran avión de pasajeros que ruge por la pista hasta

alcanzar la velocidad suficiente para despegar como un ascensor con

375 pasajeros y varias toneladas de equipaje y equipos hasta una

altitud de diez mil metros.

En una ocasión, estaba predicando un sermón sobre esta

tercera ley espiritual y usé esta ilustración. Confesé que no tenía la

menor idea de cómo los enormes aviones, en los que yo había

Page 24: Spa read-30

Fascículo 30: El Libro de Romanos, versículo por versículo (Segunda parte)

24

viajado muchas veces, podían subir al cielo. Un profesor de física,

fiel cristiano, que escuchó mi sermón, me enseñó luego, con gran

paciencia, cómo ocurre esto.

Su explicación fue que, mientras el gigantesco avión

avanzaba rugiendo por la pista, su velocidad y el impulso de sus

motores hacen posible que la ley de la aerodinámica venza la ley de

la gravedad. Cuando ocurre esto, el avión se levanta hacia el cielo y

vuela a diez mil metros durante miles de kilómetros hasta que llega a

su destino.

Ahora piense en esa segunda ley espiritual, la Ley del Pecado

y de la Muerte, como una ley de “gravedad espiritual” que nos

mantiene abajo y no nos deja volar espiritualmente. Cuando Pablo

presenta su tercera ley espiritual, escribe que la Ley del Espíritu y de

la Vida en Cristo Jesús es como una ley de “aerodinámica espiritual”,

que nos levanta y nos permite volar por encima del poder y las

consecuencias de la Ley del Pecado y de la Muerte.

La buena noticia de esta tercera ley espiritual ha formado

parte del Nuevo Testamento desde que fue escrito. ¿No deberíamos,

entonces, esperar que todos los pecadores estuvieran volando por

encima del poder y las consecuencias del pecado? ¿Cuál es, en

realidad, la experiencia de muchos de los pecadores que han sido

justificados por fe y que asisten a nuestras iglesias?

Basándome en las observaciones que he hecho siendo pastor

durante casi cinco décadas, estoy convencido de que la respuesta

sincera y espontánea a esa pregunta es que demasiados de nosotros,

durante demasiado tiempo, somos como gigantescos aviones que

están posados sobre las pistas de la vida, con motores que son

capaces de vencer la ley de la gravedad espiritual, rugiendo durante

veinte, treinta, cuarenta años, o durante el resto de nuestra vida, ¡sin

jamás levantar vuelo! ¿Por qué no estamos volando por encima de

todo lo que está representado por la Ley del Pecado y de la Muerte, si

esto nos cuesta tan caro?

Ley espiritual número cuatro: la Ley del Esquema Mental o de la

Forma de Pensar

Simplemente no sabemos cómo implementar la gracia de

Dios, o esta tercera ley espiritual, si no entendemos la cuarta ley

espiritual de este gran apóstol. Busque la cuarta ley espiritual cuando

vuelva a leer estos versículos: “Porque los que son de la carne

piensan en las cosas de la carne; pero los que son del Espíritu, en las

cosas del Espíritu. Porque el ocuparse de la carne es muerte, pero el

ocuparse del Espíritu es vida y paz. Por cuanto los designios de la

carne son enemistad contra Dios; porque no se sujetan a la ley de

Dios, ni tampoco pueden; y los que viven según la carne no pueden

agradar a Dios” (5-8).

El concepto de un esquema mental, o forma de pensar, es

muy importante para los deportistas y equipos deportivos. A menudo,

no es el mejor equipo el que gana el campeonato de la Copa del

Mundo o las medallas olímpicas. El que suele ganar es el equipo o el

deportista que tiene el mejor esquema mental.

Page 25: Spa read-30

Fascículo 30: El Libro de Romanos, versículo por versículo (Segunda parte)

25

Los diplomáticos, que enfrentan desafíos impresionantes para

intentar evitar la guerra convenciendo a las potencias que la paz es

mejor que la guerra, deben tener un esquema mental adecuado antes

de enfrentar el desafío de la negociación. Los vendedores, los

médicos que realizan intervenciones quirúrgicas de vida o muerte, y

las personas de todas las profesiones, ocupaciones, trabajos y

posiciones sociales deben tener un esquema mental adecuado para

tener éxito.

Seguramente algo tan práctico como un esquema mental no

tendría ningún lugar en nuestra victoria sobre el pecado... ¿o sí? En el

pasaje que citamos anteriormente, al hablarnos de una cuarta ley

espiritual, que es una parte crítica de nuestra victoria sobre el poder

del pecado, ¡Pablo se refiere al esquema mental cinco veces! ¿Ha revelado la Ley de Dios la Ley del Pecado en su vida?

¿Ha descubierto la buena noticia milagrosa de la Ley del Espíritu de

Vida en Cristo Jesús? ¿Está usted volando por encima del poder del

pecado? ¿Está usted venciendo la “gravedad espiritual” con la

“aerodinámica espiritual”? ¿O está haciendo rugir sus “motores”

espirituales en la pista de la vida sin despegar espiritualmente nunca?

Si su respuesta a esa pregunta es “sí”, usted necesita

desesperadamente esta cuarta ley espiritual del apóstol Pablo: la Ley

del Esquema Mental.

Según Pablo, cuando tenemos la Ley del Espíritu de Vida en

Cristo Jesús a nuestra disposición porque el Cristo resucitado y vivo

vive en nosotros, tenemos una opción: podemos elegir vivir y

caminar de acuerdo con la carne (nuestra naturaleza humana sin la

ayuda de Dios) o podemos elegir vivir y caminar sometidos al

control del Espíritu Santo (Gálatas 5:16-23).

Pablo escribe más adelante sobre no estar en la carne sino en

el Espíritu, y agrega una advertencia: si el Espíritu no mora en

nosotros, no somos de Él y no pertenecemos a Dios. Esta no significa

vivir de acuerdo con la carne, caminar en la carne o tener un esquema

mental carnal.

Pablo divide a toda la familia humana en dos grupos: las

personas espirituales y las personas no espirituales. La persona que

aún está en la carne es la persona no espiritual o el hombre natural

que Pablo describe cuando escribe a los corintios. Según Pablo, este

hombre natural no puede entender de ninguna manera los conceptos

espirituales; para él, son una locura, porque solo las personas

espirituales pueden entender la verdad espiritual (ver 1 Corintios 2:9-

16).

Cuando este apóstol escribe acerca de vivir según la carne, se

refiere a algo muy diferente de lo que enseña cuando usa la expresión

“en la carne”. Pablo declara aquí que esas personas espirituales, que

escogen vivir de acuerdo con la carne, ponen sus mentes en la carne

como un asunto de elección personal, y las personas espirituales que

eligen deliberadamente poner sus mentes en el Espíritu.

Pablo declara que aun las personas espirituales, que han

tomado un compromiso de ser seguidores de Cristo, no pueden

agradar a Dios cuando viven de acuerdo con la carne. Agrega que los

Page 26: Spa read-30

Fascículo 30: El Libro de Romanos, versículo por versículo (Segunda parte)

26

que son espirituales también descubrirán que, cuando nuestra mente

está centrada en la carne, el pecado siempre paga su salario. Ese

salario es un banquete de consecuencias negativas que él describe

como “muerte” (Romanos 6:23; 8:2). Al decir “muerte”, Pablo no se

refiere a la muerte literal o a la muerte eterna, sino la muerte en el

sentido de separación de Dios y de separación de la calidad de vida

que surge de conocer a Dios (Juan 17:3).

Las personas espirituales tienen una opción que no tienen las

personas que no son espirituales. Concentrar la mente en el Espíritu

lleva a la vida espiritual, lo que Jesús describió como “vida en

abundancia” (Juan 10:10). El apóstol Juan resumió esta verdad al

escribir: “Y este es el testimonio: que Dios nos ha dado vida eterna; y

esta vida está en su Hijo. El que tiene al Hijo, tiene la vida; el que no

tiene al Hijo de Dios no tiene la vida” (1 Juan 5:11, 12).

Jesús enseñó que, si nuestra mente es buena, o saludable, todo

nuestro cuerpo estará lleno de luz, pero si la mente no es buena, todo

nuestro cuerpo estará lleno de tinieblas. Según Jesús, la diferencia

entre una vida llena de luz (felicidad) y una vida llena de tinieblas

(infelicidad) es la forma en que vemos las cosas (ver Mateo 6:22,

23). Jesús estaba dando una advertencia sombría sobre lo que

podríamos llamar “esquizofrenia espiritual” o “visión doble

espiritual”. Santiago 1:8 nos dice que un hombre de doble ánimo es

inestable, inconstante, dubitativo, poco confiable e incierto en todo lo

que piensa, siente y decide. Pablo da esa misma advertencia en el

capítulo 6, 7 y 8 de esta carta a los romanos.

Jesús, Pablo, otros apóstoles y los profetas denominaron a

este esquema mental espiritual enfermizo con muchas expresiones

elocuentes. El profeta Elías desafió al pueblo de Dios de su tiempo:

“¿Hasta cuándo claudicaréis vosotros entre dos pensamientos? Si

Jehová es Dios, seguidle” (1 Reyes 18:21).

El apóstol Juan registró una carta abierta del Cristo resucitado

y vivo a la iglesia de Éfeso. Estaba recibiendo el último libro del

Nuevo Testamento, por inspiración, del Cristo resucitado, mientras

estaba preso por su fe en la isla de Patmos. Ese mensaje era, en

esencia: “Preferiría que fueras caliente, pero, si no vas a ser caliente,

entonces sé frío. Lo que no quiero es que seas tibio. Eso hace que me

sienta mal del estómago y me da ganas de vomitarte” (ver

Apocalipsis 3:15, 16).

Santiago, que, junto con Pedro y Pablo fue uno de los grandes

líderes de la primera generación de la iglesia del Nuevo Testamento,

enseñó a los creyentes que debían pedir a Dios sabiduría cuando

llegaban al punto en que simplemente no sabían qué hacer. Como

una parte vital de esa exhortación, Santiago los desafió –y nos

desafía a nosotros– a no flaquear en nuestra fe cuando le pidamos a

Dios sabiduría. No debemos ser como las olas del mar, que son

llevadas de un lado para otro. Su forma de rotular el problema que

tratan Jesús, Pablo, Elías y Juan es la siguiente: “El hombre de doble

ánimo es inconstante en todos sus caminos”.

Page 27: Spa read-30

Fascículo 30: El Libro de Romanos, versículo por versículo (Segunda parte)

27

Aplicación personal

Una vez escuché a un profesor de psicología personal

denominar a este problema: “compartimentos lógicamente estancos”.

Nos dijo que debíamos pensar en nuestra mente como un círculo.

Dentro de ese círculo tenemos un pensamiento, que es un

pensamiento positivo; por ejemplo: “Tengo fe y no me preocupo por

nada”. Luego tenemos otro pensamiento, que está en conflicto

directo con nuestro primer pensamiento. Cuando estos dos

pensamientos entran en conflicto en nuestra mente, causan úlceras

estomacales, alta presión sanguínea y otros síntomas físicos, que nos

enfrentan con la realidad innegable de que estamos preocupados; ¡en

realidad, estamos asustados!

Para vivir con estos pensamientos conflictivos, construimos

una pared imaginaria por el medio de nuestras mentes y aislamos

estos pensamientos en dos compartimentos lógicamente estancos.

Mientras nos preocupamos, no nos permitimos pensar en el hecho de

que tenemos fe.

Cuando afirmamos nuestra fe y nos decimos que no estamos

preocupados por nada, no permitimos el pensamiento de que tenemos

síntomas físicos, que nos harían imposible negar nuestra

preocupación. Nuestra mente, entonces, podría ser representada

como un círculo con signos más y signos menos, aislados entre sí por

una línea –esa línea imaginaria de la mente– que está trazada por el

medio de ese círculo.

El profesor entonces enseñó que todo pensamiento que

tenemos pasa por los bancos de memoria de nuestro inconsciente y

crea una reserva de conflicto que, con el tiempo, genera síntomas

físicos, que se producen cuando nuestra mente inconsciente envía un

mensaje a nuestra mente consciente indicándole que deberíamos

resolver esos conflictos.

Luego desafió a los que estaban capacitándose para ser

consejeros a quitar cuidadosamente esa pared imaginaria que dividía

y aislaba los pensamientos conflictivos de las personas aconsejadas.

Les advirtió que las personas religiosas necesitan esto más que otras

porque tienen muchas normas de integridad irrealmente elevadas con

las que no pueden vivir en sus vidas cotidianas. ¡Concluyó su

exposición con la declaración de que los que enseñan estos absolutos

morales están enfermando mentalmente a las personas!

Jesús enseñó que la Palabra de Dios es verdad, y que

debemos leer la Palabra de Dios buscando la verdad. Además,

debemos asumir el compromiso de que, cuando encontremos la

verdad en la Palabra de Dios, la aplicaremos a nuestra vida personal

(ver Juan 17:17; 7:17; 13:17). Esta perspectiva de nuestro Señor ha

modelado todo mi enfoque de la Palabra de Dios. He descubierto –y

usted también lo descubrirá– que esta es la forma de demostrar que la

Biblia es la inspirada Palabra de Dios.

Jesús enseñó también que su Palabra es como un vino que

aún no ha fermentado. Advirtió que si el vino de su enseñanza se

vertía en un odre viejo y quebradizo, al fermentar, se expande y hace

presión dentro del odre. Si el odre no cede a la presión del vino que

Page 28: Spa read-30

Fascículo 30: El Libro de Romanos, versículo por versículo (Segunda parte)

28

fermenta, se reventará y se destruirá. Esto también significa que el

vino se perderá y se desperdiciará (Lucas 5:37, 38).

Jesús estaba advirtiendo a los que escuchaban su enseñanza

que si no recibían su Palabra con el compromiso de aplicar y

obedecer la verdad que enseñaba, esa Palabra destruiría su mente.

Compartí esa parábola de Jesús con el profesor de psicología. Su

respuesta fue: “¿Ustedes le enseñan a la gente de sus iglesias lo que

Jesús enseñó en esa parábola?”. Le aseguré que ciertamente lo

hacemos. Durante más de cinco décadas he compartido esa parábola

de Jesús, no solo con mis congregaciones, sino también con varios

psiquiatras y psicólogos que creen que los que enseñamos la Palabra

de Dios estamos enfermando a las personas.

Al descubrir y obedecer la verdad que descubrí en la Palabra

de Dios desde 1949, he llegado a la conclusión de que la Biblia es,

toda, completamente verdadera. Sin embargo, hay una verdad

revelada y una verdad descubierta. Cuando los consejeros, jueces,

médicos y otras personas que ven a cientos de personas en su trabajo

descubran la verdad en la vida de las personas con quienes se

encuentran en su trabajo, descubrirán que la Biblia ya ha dicho lo que

descubrieron, y lo ha dicho mejor. Podemos decir que la Biblia es

verdadera porque la Biblia es inspirada. También podemos decir que

la Biblia es inspirada porque la verdad que encontramos en la Biblia

es muy verdadera.

Resumen y aplicación personal

Comparto este ejemplo de la psicología con usted para poner

en perspectiva esta enseñanza de Jesús, Pablo y otros que

encontramos en la Biblia. Al leer la carta de Pablo a los romanos,

piense que su vida es como un círculo. Imagine que este círculo, que

representa su vida, está lleno solamente de signos más. Esto

representaría lo que enseñaba Jesús, cuando decía que debemos tener

una mente buena si queremos tener un cuerpo lleno de luz o

felicidad. Ese círculo también representaría el objetivo de lo que

Pablo está enseñando mediante estas cuatro leyes espirituales.

Ahora imagine que el círculo tiene tanto signos más como

menos, con una línea trazada por el medio del círculo que divide a

los signos más de los signos menos. Los signos más simbolizan la

Ley de Dios, o la Palabra de Dios. En otras palabras, los signos más

representan lo que usted cree son las inspiradas normas para la vida

correcta, basadas en la enseñanza de la Palabra de Dios. Luego dese

cuenta de que los signos menos simbolizan su comportamiento, que

no cumple con lo que representan los signos más y lo que le exigen.

El círculo dividido representa la confesión sincera de Pablo –

este fariseo de fariseos– en el séptimo capítulo de esta carta. La

mente dividida, la visión doble espiritual, es la descripción de lo que

el apóstol se llama a sí mismo: un “desdichado”.

La enfermedad psicosomática es enfermedad del cuerpo (en

griego, soma), cuando la causa de la enfermedad está en la mente, o

el alma (en griego, psyché). Una de las causas típicas y

Page 29: Spa read-30

Fascículo 30: El Libro de Romanos, versículo por versículo (Segunda parte)

29

preponderantes de la enfermedad psicosomática es la culpa. Una de

las causas más comunes de la culpa en los creyentes es tener una

norma de lo que sabemos es la vida correcta (la Ley de Dios) en

conflicto con nuestra vida cotidiana, cuando la forma de vivir no

coincide con la norma de Dios para la vida correcta.

Uno de los hombres más santos que vivió jamás fue el

hombre que el Dios Todopoderoso describió como: “un varón

conforme a su corazón” (ver 1 Samuel 13:14; Hechos 13:22). Este

hombre nos mostró, más que ningún otro hombre, con la excepción

de Moisés, lo que es la adoración y cómo debemos adorar. Sin

embargo, la Palabra de Dios nos dice toda la verdad: ¡él pecó

gravemente! Cometió adulterio, traicionó, asesinó y, durante un año

entero, intentó cubrir esos terribles pecados. Ese debe de haber sido

el año más triste de la vida de David.

Piense en estas palabras escritas por David, que describen

vívidamente cómo la terrible culpa que experimentó lo afectó

físicamente, emocionalmente y espiritualmente: “Feliz el hombre a

quien sus culpas y pecados le han sido perdonados por completo.

Feliz el hombre que no es mal intencionado y a quien el Señor no

acusa de falta alguna.

“Mientras no confesé mi pecado, mi cuerpo iba decayendo

por mi gemir de todo el día, pues de día y de noche tu mano pesaba

sobre mí. Como flor marchita por el calor del verano, así me sentía

decaer. Pero te confesé sin reservas mi pecado y mi maldad; decidí

confesarte mis pecados, y tú, Señor, los perdonaste” (Salmos 32:1-5,

Dios Habla Hoy).

Estas palabras corresponden con las sinceras palabras de

Pablo. Nos dan un ejemplo del Antiguo Testamento para poner al

lado de la confesión de Pablo. Las sinceras confesiones de estos dos

hombres piadosos nos sirven como un ejemplo tremendo. Pablo se

llama a sí mismo un “desdichado”.

Ahora imagine un círculo con solo signos menos adentro.

Esto representaría la vida de una persona que nunca ha tenido

ninguna luz ni ninguna enseñanza de la Ley o la Palabra de Dios.

Estas serían las personas que Jesús describió como aquellas que no

tienen luz y, por lo tanto, no tienen ningún conocimiento del pecado

(ver Juan 9:40, 41; 15:22). Según Jesús, el pecado es el rechazo o la

imposibilidad de vivir de acuerdo con la luz que hemos recibido.

Los versículos de los primeros capítulos de esta carta nos

desafían a preguntarnos si existe realmente una persona así (1:20).

Sin embargo, si hubiera tal persona, no tendría ningún pecado, no

tendría culpa y no tendría úlceras, dolores de cabeza o diarrea.

Al leer el sexto capítulo de Romanos, piense en esa persona

con un único y pecaminoso esquema mental, representado por el

círculo con solo signos menos. Esta persona no sería inmoral porque

no tendría ninguna norma de moral. Hoy, algunos llaman a esto

“amoral”, con lo que quieren decir que no existe tal cosa como los

absolutos morales o una norma moral de lo que está bien y lo que

está mal. Obviamente, los que creen en la Ley de Dios creen en los

Page 30: Spa read-30

Fascículo 30: El Libro de Romanos, versículo por versículo (Segunda parte)

30

absolutos morales, o una norma moral de lo que está bien y lo que

está mal.

Al escribir el sexto capítulo de esta carta, el fuerte énfasis de

Pablo está en que los que hemos sido justificados por la fe, tenemos

acceso a la gracia y creemos en la Palabra de Dios, nunca jamás

deberíamos vernos reflejados como un círculo con solo signos

menos. En otras palabras, ¡el pecado no debería tener absolutamente

ningún dominio sobre nosotros!

Al leer esta sincera confesión de Pablo, piense en ese círculo

con tanto signos menos como signos más, separados por una línea

trazada por el medio del círculo. Había una canción popular cuando

era adolescente que decía: “Cuélgate de lo afirmativo; elimina lo

negativo; ¡acentúa lo positivo y no te metas con el hombre que está

en el medio!”. El Pablo que vemos en el séptimo capítulo es “el

hombre que está en el medio”, según esa ridícula canción. Lo que es

mucho más importante es esto: el “hombre que está en el medio” es

descrito enfáticamente por Jesús, David, Elías, Juan, Santiago y por

Pablo, al final de su confesión, como el hombre “desdichado” (7:24).

Cuando lea el octavo capítulo de esta carta, imagínese un

círculo con solo signos más. Ese círculo representaría la mente buena

y la vida llena de luz y felicidad que enseñó Jesús. Sería la aplicación

y la obediencia buscada por David, los apóstoles y los profetas. Un

círculo lleno de signos más también representaría la aplicación de la

tercera ley espiritual descrita por Pablo, que da al pecador justificado

la dinámica para obedecer la Ley de Dios y vencer la Ley del Pecado

y de la Muerte.

La Ley del Esquema Mental es simplemente la elección

deliberada que tenemos de implementar la tercera ley espiritual del

apóstol Pablo. A diferencia del psicólogo, que no tiene ninguna

dinámica para ofrecer a quienes quieren quitar la pared que los

convierte en personas de doble ánimo y desdichadas, Pablo ofrece la

Ley del Espíritu de Vida en Cristo Jesús, que puede vencer la Ley del

Pecado y de la Muerte.

Vuelva a leer estos versículos y, al hacerlo, note que Pablo

refuerza y enfatiza la realidad absoluta de que, sin la dinámica del

Espíritu de Dios, no solo no podemos ganar la batalla contra el

pecado; si no tenemos el Espíritu Santo, ni siquiera pertenecemos a

Cristo y a Dios. Sin embargo, si pertenecemos a Cristo, tenemos el

Espíritu, y tenemos la promesa de que Él dará vida a nuestros

cuerpos mortales:

“Mas vosotros no vivís según la carne, sino según el Espíritu,

si es que el Espíritu de Dios mora en vosotros. Y si alguno no tiene el

Espíritu de Cristo, no es de él. Pero si Cristo está en vosotros, el

cuerpo en verdad está muerto a causa del pecado, mas el espíritu vive

a causa de la justicia. Y si el Espíritu de aquel que levantó de los

muertos a Jesús mora en vosotros, el que levantó de los muertos a

Cristo Jesús vivificará también vuestros cuerpos mortales por su

Espíritu que mora en vosotros” (Romanos 8:9-11).

Page 31: Spa read-30

Fascículo 30: El Libro de Romanos, versículo por versículo (Segunda parte)

31

Él resume lo que ha escrito sobre sus cuatro leyes espirituales

en estos versículos: “Así que, hermanos, deudores somos, no a la

carne, para que vivamos conforme a la carne; porque si vivís

conforme a la carne, moriréis; mas si por el Espíritu hacéis morir las

obras de la carne, viviréis” (12, 13).

Aplicación personal: ¿Dónde está usted?

Lo que he ilustrado a través de las metáforas de estos círculos

es el mensaje esencial de los capítulos 6, 7 y los primeros trece

versículos del capítulo 8 de esta magnífica obra maestra teológica.

¿En cuál de estos círculos se encuentra usted? ¿Se encuentra en el

círculo que representa la verdad que Pablo enseña en el sexto

capítulo? ¿No tiene ningún signo más en todo su esquema mental? Si

eso es lo que es, usted necesita escuchar, entender y creer el

evangelio que Pablo proclamó claramente en Roma y presenta de

forma tan hermosa, sistemática y amplia en esta obra maestra de

todas sus cartas.

¿Se encuentra en ese círculo que tiene tanto signos más como

menos? Entonces necesita moverse pasar al círculo que solo tiene

signos más. En otras palabras, si usted no quiere ser un “desdichado”,

debe encontrarse con la solución de su condición desdichada

moviéndose en su experiencia del capítulo 7 al 8 de esta inspirada

carta.

Capítulo 4

Más que vencedores

(8:14-39)

Al leer el resto de este octavo capítulo, note la declaración de

Pablo de que Dios no está en todos. Dios está solo en aquellos que,

por fe, han sido justificados y han encontrado, por fe, acceso personal

a su gracia. Dios no está con todos. Dios está solo con los que lo

obedecen. No está para todos. Solo está para los que lo aman y son

llamados de acuerdo con sus propósitos. Sin embargo, Pablo llegará a

la conclusión de que, si Dios está en nosotros, con nosotros y por

nosotros, ningún poder de la tierra, bajo la tierra o sobre la tierra, en

el pasado, presente o futuro, podrá separarnos del amor de Dios, y de

lo que Él quiere hacer en nosotros, con nosotros, por nosotros y a

través de nosotros.

Los últimos veinticinco versículos del octavo capítulo de

Romanos son considerados uno de los pasajes más sublimes de toda

la Biblia. Este pasaje se compara con el resto de la Biblia de la

misma forma que el pico de la montaña más alta del mundo se

compara con las otras montañas de este mundo.

Lo que yo he llamado “las cuatro leyes espirituales de Pablo”,

presentadas ya por este apóstol. Sin embargo, el tema que comenzó

en el quinto capítulo, con relación a cómo los pecadores que han sido

declarados justos pueden vivir correctamente, seguirá en estos

últimos versículos del octavo capítulo hasta que Pablo declara que

Page 32: Spa read-30

Fascículo 30: El Libro de Romanos, versículo por versículo (Segunda parte)

32

podemos ser más que vencedores por medio de Cristo. La verdad que

Pablo ahora presentará, que hace que éste sea un pasaje

extraordinario de la Biblia, es que todos podemos ser

súpervencedores porque Dios es la Fuente, el Poder que está detrás

de nuestras conquistas espirituales, y también su propósito.

Recuerde que, después de escribir en el segundo versículo del

capítulo 5 que tenemos acceso por fe a la gracia, Pablo presenta la

metáfora de los cuatro conquistadores, que nos muestra cómo reinar

en vida a través de la gracia y en Cristo (5:17). El tema de la derrota

del pecado y sus consecuencias ha continuado a través de los

capítulos 6, 7 y los trece primeros versículos del capítulo 8. Pablo ha

proclamado de forma osada, elocuente y profunda el mismo mensaje

que declaró a través de su metáfora de los cuatro conquistadores

presentando su metáfora de estas cuatro leyes espirituales.

Sin embargo, se introduce otro gran tema en el glorioso punto

culminante de esta inspirada presentación de la victoria espiritual del

creyente. Ese tema es la intervención divina de un Dios soberano y

conquistador, que quiere ganar la batalla en nosotros, a través de

nosotros, con nosotros y por nosotros. Antes de introducir ese

magnífico tema, Pablo desafía la identidad espiritual de las personas

a las que escribe: “Mas vosotros no vivís según la carne, sino según

el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios mora en vosotros. Y si

alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de él. Pero si Cristo está

en vosotros, el cuerpo en verdad está muerto a causa del pecado, mas

el espíritu vive a causa de la justicia. Y si el Espíritu de aquel que

levantó de los muertos a Jesús mora en vosotros, el que levantó de

los muertos a Cristo Jesús vivificará también vuestros cuerpos

mortales por su Espíritu que mora en vosotros” (Romanos 8:9-11).

Las preguntas sobre la identidad espiritual que plantea Pablo

aquí son del tipo: “¿Están ustedes en la carne o en el Espíritu?”. Para

Pablo, hay solo dos posibilidades. O somos personas espirituales,

porque el Espíritu Santo vive en nosotros, o somos personas

naturales y no espirituales, porque el Espíritu Santo no vive en

nosotros. Si el Espíritu Santo no vive en usted, usted no es un

hombre espiritual y todo lo que escribe Pablo no se aplica a usted.

Sin embargo, si el Espíritu Santo vive en usted, el que levantó a Jesús

de los muertos dará vida a su cuerpo mortal. Esto no significa en la

vida venidera, porque él se refiere a nuestro como mortal, un cuerpo

que muere. El concepto de mortalidad significa que estamos aquí

solo por un período de tiempo. Cuando vamos a un funeral,

“entramos en contacto con nuestra mortalidad”, porque nos damos

cuenta de que vamos a morir algún día.

Esta pregunta sobre la identidad espiritual es seguida por otra

pregunta; en esencia: “¿Eres un hijo de Dios?”. Pablo combina estos

dos asuntos de la identidad espiritual personal y de ser un hijo al

escribir: “Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios,

éstos son hijos de Dios. Pues no habéis recibido el espíritu de

esclavitud para estar otra vez en temor, sino que habéis recibido el

espíritu de adopción, por el cual clamamos: ¡Abba, Padre! El Espíritu

mismo da testimonio a nuestro espíritu, de que somos hijos de Dios.

Page 33: Spa read-30

Fascículo 30: El Libro de Romanos, versículo por versículo (Segunda parte)

33

Y si hijos, también herederos; herederos de Dios y coherederos con

Cristo, si es que padecemos juntamente con él, para que juntamente

con él seamos glorificados” (14-17).

Una enseñanza popular es que Dios es el Padre de todos los

seres humanos y, por lo tanto, todos los seres humanos somos

hermanos y hermanas. El Evangelio de Juan dice claramente que a

los que creen en Cristo y lo reciben se les da la potestad de ser hijos

de Dios. La palabra griega que se traduce como ‘potestad’ es, en

realidad, la que significa ‘autoridad’.

Juan enseña que, al venir Jesús al mundo, cuando las personas

respondieron a Él correctamente, o con fe, nacieron de nuevo y se les

dio la autoridad para considerarse y llamarse hijos de Dios (Juan

1:12, 13). Si toda la humanidad fuera hija de Dios, la vida y la

muerte de Jesucristo habrían sido innecesarias.

Cuando la Biblia usa el masculino “hijos”, no se refiere

solamente a los varones, con exclusión de las mujeres. El término es

genérico e incluye a todas las personas, independientemente de su

género. A esto se refería Pablo cuando escribió que, en Cristo, no hay

varón ni mujer (ver Gálatas 3:28). Somos todos uno en Cristo.

Pablo describe grados de relación cuando escribe a los

filipenses sobre un anciano que le había llevado ofrendas de amor de

su iglesia a él, en la cárcel (ver Filipenses 2:25-30). Describe al

anciano como su hermano, su colaborador, su compañero de milicia,

su mensajero y ministrador de sus necesidades. Al decir “hermano”,

Pablo quería decir que era un creyente que había recibido la potestad

de ser llamado “hijo de Dios”. “Compañero de milicia” significa que

había arriesgado con Pablo su vida por Cristo y el evangelio. Los

significados de los otros títulos son obvios.

Pablo dice, claramente y dogmáticamente, que aquellos en

quienes vive el Espíritu pertenecen a Cristo. Luego conecta esa

identidad espiritual personal con el ser “hijos de Dios” al escribir:

“Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, éstos son

hijos de Dios” (14). Pertenecemos a Cristo cuando el Espíritu Santo

mora en nosotros, y cuando somos guiados por el Espíritu Santo

somos hijos de Dios, según Pablo.

Esto es seguido por una enseñanza fascinante, que es similar

a una verdad que escribió a los gálatas. Dice, en esencia, en ambas

cartas inspiradas que, cuando el Espíritu da testimonio a nuestro

espíritu de que somos hijos de Dios, clamamos: “Abba, Padre”

(Gálatas 4:6). La palabra abba significa ‘padre’ en árabe. Esto se

refiere, obviamente, a una experiencia espiritual subjetiva, íntima y

personal.

Una vez pregunté a un mentor que me estaba entrenando

cuando yo era un pastor muy joven: “¿Cómo se le da seguridad de la

salvación a una persona que profesa ser creyente pero no tiene esa

seguridad?”. Tenía mi anotador y mi bolígrafo listos para escribir. Su

respuesta fue: “Uno no puede darle seguridad de salvación a nadie.

Ese es un ministerio del Espíritu Santo”. Me explicó que podemos

compartir evidencias que nos confirmen que la persona es salva y

tiene fe. Hasta podemos hacer ciertas preguntas y ofrecer varios tipos

Page 34: Spa read-30

Fascículo 30: El Libro de Romanos, versículo por versículo (Segunda parte)

34

de apoyo, aliento y afirmación cuando encontramos estas evidencias.

Pero, en el análisis final, solo el Espíritu Santo puede dar testimonio

a sus espíritus y darles la seguridad de que son hijos de Dios.

Para seguir el siguiente pensamiento de Pablo, es necesario

entender algo sobre la cultura romana de esa época. La costumbre

romana era que el padre considerara a sus hijos como niños hasta que

tenían catorce años. Cuando alcanzaban esa edad, en un tribunal de

justicia, él los adoptaba como hijos y los declaraba herederos de todo

lo que deseaba que heredaran de sus bienes.

Esta es la metáfora que Pablo usa aquí cuando escribe que

somos hijos, porque nacemos a la familia de Dios a través de nuestro

nuevo nacimiento espiritual. Sin embargo, a través de nuestro acceso

a la gracia de Dios, llegamos a ser algo más: “El Espíritu mismo da

testimonio a nuestro espíritu, de que somos hijos de Dios. Y si hijos,

también herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo”

(Romanos 8:16, 17). Heredamos con Jesucristo, quien es el amado

Hijo de Dios, todo lo que Él hereda de su Padre. Esto tiene un

enorme costado positivo, pero hay, también, un costo involucrado.

Recuerde que nos identificamos con Cristo en su muerte y en su

resurrección.

Ahora comienza su inspirado canto de alabanza por la

conquista y la victoria, en que relaciona nuestra identificación con la

muerte y resurrección de Cristo, que enseñó en el sexto capítulo, con

nuestro sufrimiento por Cristo en este mundo. Proclama que, si

sufrimos con Cristo, también seremos glorificados junto con Él en la

vida venidera:

“Y si hijos, también herederos; herederos de Dios y

coherederos con Cristo, si es que padecemos juntamente con él, para

que juntamente con él seamos glorificados. Pues tengo por cierto que

las aflicciones del tiempo presente no son comparables con la gloria

venidera que en nosotros ha de manifestarse. Porque el anhelo

ardiente de la creación es el aguardar la manifestación de los hijos de

Dios” (17-19).

Pablo ahora hace dos cosas en su profunda presentación de la

victoria espiritual de un pecador justificado sobre el pecado. Primero,

relaciona la victoria y el crecimiento espiritual con el sufrimiento.

Luego escribe la dimensión más inspiradora y majestuosa de su

concepto al transportar su enseñanza sobre las victorias espirituales

de un creyente al estado eterno. Antes de centrarme en lo que Pablo

escribe acerca del crecimiento espiritual final y la victoria en la

siguiente dimensión, es muy importante que usted considere conmigo

lo que escribe acerca de la forma en que el sufrimiento se relaciona

con nuestro crecimiento espiritual y las victorias de esta vida.

Muchos están enseñando, falsamente, que Dios nunca quiere

que su pueblo sufra, esté enfermo, pobre o aun pase por pruebas.

Esto no es lo que la Biblia enseña, simplemente, y Pablo quiere que

entendamos esta verdad. ¿Ha sido usted un creyente el tiempo

suficiente como para darse cuenta de que el crecimiento y la victoria

sobre el pecado pueden estar relacionados con el sufrimiento? Según

Page 35: Spa read-30

Fascículo 30: El Libro de Romanos, versículo por versículo (Segunda parte)

35

Jesús, cuando somos como una rama fructífera porque estamos bien

unidos a Él, como la vid, el Padre poda, recorta, la rama que somos

nosotros, para que seamos más fructíferos (Juan 15:2). En este

contexto, mucho de nuestro sufrimiento puede verse como un recorte

más que un escollo y un impedimento para nuestra vida.

El apóstol Pablo es un gran ejemplo de este tipo de

sufrimiento. Fueron sus frecuentes prisiones las que le dieron el

tiempo para producir cinco de sus más importantes cartas. Podría

haber sido fructífero durante muchos de esos meses predicando y

enseñando; sin embargo, Dios deseaba más fruto, y Pablo pasó ese

tiempo en la prisión. Ahora, durante más de dos mil años, sus

inspiradas cartas, escritas en la prisión, han traído salvación y

bendición a millones de personas.

Piense en este pasaje, escrito por Pablo, que nos da una

perspectiva de su propia experiencia de sufrimiento personal:

“¿Son servidores de Cristo? ¡Qué locura! Yo lo soy más que

ellos. He trabajado más arduamente, he sido encarcelado más veces,

he recibido los azotes más severos, he estado en peligro de muerte

repetidas veces. Cinco veces recibí de los judíos los treinta y nueve

azotes. Tres veces me golpearon con varas [esta forma de castigo era

un costumbre romana similar a lo que se hace en lugares como

Singapur, hoy; estas varas eran peores que un látigo, porque

magullaban el tejido muscular y aun podían quebrar los huesos], una

vez me apedrearon [Hechos 14], tres veces naufragué, y pasé un día y

una noche como náufrago en alta mar [Hechos 27 y 28]. Mi vida ha

sido un continuo ir y venir de un sitio a otro; en peligros de ríos,

peligros de bandidos, peligros de parte de mis compatriotas, peligros

a manos de los gentiles, peligros en la ciudad, peligros en el campo,

peligros en el mar y peligros de parte de falsos hermanos. He pasado

muchos trabajos y fatigas, y muchas veces me he quedado sin

dormir; he sufrido hambre y sed, y muchas veces me he quedado en

ayunas; he sufrido frío y desnudez” (2 Corintios 11:23-27, NVI).

¿Puede ver por qué Pablo relaciona el crecimiento espiritual y

la victoria con el sufrimiento? Dado que el sufrimiento es una de las

muchas herramientas que Dios usa al hacernos sus criaturas, ¿ha

usado Dios, o está permitiéndole usted que use, el sufrimiento ahora

para hacerlo crecer espiritualmente? ¿Puede registrar también sus

experiencias de este principio en su propio diario espiritual de fe?

¡No desperdicie sus penas!

Pablo escribe, en otra de sus inspiradas cartas, que todos

somos hechura de Dios. Cuando un constructor que yo conocí

terminaba una hermosa casa, solía llevar a una persona que buscaba

un constructor de casas para que viera la que había completado, y les

decía a esos potenciales clientes: “Por la gracia de Dios, esta casa es

hechura mía”. Según Pablo, Dios quiere señalarnos, a cada uno de

nosotros, y decir: “¡Esta es mi hechura!” (Efesios 2:10).

Un pastor, mientras las parejas que había casado estaban en

su luna de miel, solía ir a la casa o departamento de ellos y colocaba

un cartel en la puerta principal que decía: “Cuidado: ¡Dios

trabajando!”. Quería recordar a esas parejas que debían ser pacientes

Page 36: Spa read-30

Fascículo 30: El Libro de Romanos, versículo por versículo (Segunda parte)

36

el uno con el otro y darse cuenta de que Dios estaba trabajando en

sus vidas. Ese cartel podría ser colocado sobre la vida de cada

creyente que ha sido justificado por la fe.

Esto es cierto, no solo en esta vida, sino que, en un sentido, la

hechura de Dios no estará completa hasta que seamos hechos

perfectos en la eternidad a través de nuestra propia muerte y

resurrección literales (Filipenses 1:6).

Una vez, oí acerca de un pastor de la ciudad de Nueva York

que estaba deprimido, al punto tal que no podía escribir su sermón.

Decidió salir a caminar. Mientras caminaba por la ciudad, tan

deprimido que estaba prácticamente en un estupor, llegó a una obra

en construcción de una gran catedral. Estaban haciendo grandes

refacciones para preservar la belleza y la longevidad de la gran

catedral.

El deprimido pastor se quedó parado allí, en su estado de

estupor, contemplando a los obreros con la mirada perdida. Pasaron

varios minutos antes que se diera cuenta de que estaba observando a

un hombre que trabajaba en una gran piedra que tenía la forma de

una enorme cruz. Pasado un tiempo, el habilidoso artesano se dio

cuenta del pastor que lo estaba contemplando. Cuando se cruzaron

sus miradas, el pastor le preguntó: “¿Qué está haciendo?”. El

artesano le mostró una abertura en el campanario, arriba de ellos. La

abertura tenía también la forma de una cruz. Le preguntó al pastor:

“¿Ve esa abertura ahí arriba?”. Y entonces, mientras señalaba la

enorme piedra que estaba tallando, el artesano le dijo: “¡Le estoy

dando forma aquí para que encaje allá arriba!”.

Mientras el pastor se alejaba caminando de la obra de

construcción, dijo: “Gracias, Señor. ¡Esto es exactamente lo que

necesitaba escuchar!”. Se dio cuenta de que muchos de los problemas

y las presiones que lo habían llevado a su depresión, eran la manera

en que Dios le estaba dando forma para que pudiera encajar allá

arriba.

Al relacionar Pablo el sufrimiento con el crecimiento

espiritual y la victoria sobre el pecado en la vida de un creyente, está

afirmando que Dios está férreamente dedicado a modelarnos como

sus hijos e hijas, y a hacernos sus mensajeros aquí y ahora. También

nos está dando forma para el estado eterno, cuando

experimentaremos nuestra redención completa y la victoria total

sobre el pecado. Piense en la siguiente paráfrasis de estos dos

versículos, donde Pablo relaciona el sufrimiento con el magnífico

futuro que Dios tiene reservado para nosotros: “En mi opinión, todo

lo que tengamos que soportar ahora no es nada en comparación con

el magnífico futuro que Dios tiene reservado para nosotros. Toda la

creación está en puntas de pie para contemplar la maravillosa escena

de los hijos de Dios que reciben lo que les corresponde” (Romanos

8:18, 19).

La vida en dos dimensiones:

¿Alguna vez vio una libélula cuando está volando y usa sus

magníficas alas dobles para ir de una flor a otra? A veces se queda

Page 37: Spa read-30

Fascículo 30: El Libro de Romanos, versículo por versículo (Segunda parte)

37

sobrevolando, como un helicóptero, quieta y suspendida en el

espacio. En realidad, la libélula puede mantenerse volando así todo el

día. Estas asombrosas criaturas son una maravilla absoluta de la

aerodinámica, con sus dos conjuntos de alas que las pueden mantener

en vuelo perpetuamente.

De hecho, la libélula pasa entre el primer y cuarto año de su

existencia en el fondo de un cuerpo de agua. Si fuéramos a hacer,

como lo haría un científico, un corte transversal de la libélula bajo el

agua durante sus primeros años de vida, descubriríamos que está

equipada con dos sistemas respiratorios. La libélula subacuática tiene

un sistema respiratorio que le permite inhalar agua a través de su

largo y delgado cuerpo y extraer el oxígeno del agua, como hacen

muchas criaturas subacuáticas. También descubriríamos que esta

fascinante criatura tiene un segundo sistema respiratorio que, un día,

le permitirá respirar aire cuando ingrese a su segunda dimensión de

vida.

Cuando la primera existencia de la libélula –la subacuática–

ha sido completada, asciende a la superficie del agua, se sube a la

tierra, seca sus alas al sol, extiende esos dos magníficos conjuntos de

alas y comienza, gloriosamente, la segunda dimensión de su

existencia. Obviamente, la libélula ha sido diseñada por Dios para

vivir su existencia en dos dimensiones.

Nosotros compartimos esta característica con la libélula.

Según Pablo, nosotros también fuimos diseñados por Dios para

existir en dos dimensiones. Dios nos da un cuerpo terrenal para vivir

nuestra vida aquí en la tierra, y Dios nos dará un cuerpo celestial que

nos permitirá vivir para siempre en la segunda dimensión –la eterna–

de nuestra existencia planeada providencialmente, en el cielo.

Hablando figurativamente, si fuéramos a hacer un “corte

transversal” de un creyente nacido de nuevo, descubriríamos que, al

igual que la libélula, está equipado con dos sistemas vitales. Cada

seguidor auténtico de Cristo está equipado con un cuerpo terrenal, un

sistema vital, que le permite vivir la primera dimensión de su vida.

También descubriríamos que todo verdadero creyente está equipado

con lo que Pablo llama “la nueva creación” o “el nuevo hombre” o

“el hombre interior”. Según Pablo, esta obra milagrosa de la nueva

creación hecha por el Espíritu Santo, como el segundo sistema

respiratorio de la libélula, prefigura el cuerpo espiritual que Dios

dará a todos los creyentes y que les permitirá vivir eternamente en el

cielo.

La libélula es una maravilla aeronáutica en su segunda

dimensión de vida. Cuando los creyentes son resucitados

sobrenaturalmente, cuando Dios nos dé a usted y a mí cuerpos

espirituales para nuestra segunda y eterna dimensión de vida,

¡imagine cómo seremos!

Cerca del final del Nuevo Testamento, en su primera carta, el

anciano líder de la iglesia primitiva, el apóstol Juan, reflexiona sobre

lo que somos y quiénes somos como creyentes, y quiénes y qué

vamos a ser. Nos dice que aún no se ha revelado lo que seremos, pero

será algo maravilloso, más allá de lo que podamos imaginar, porque,

Page 38: Spa read-30

Fascículo 30: El Libro de Romanos, versículo por versículo (Segunda parte)

38

en el cielo, ¡seremos exactamente como el Cristo resucitado y vivo es

ahora! (1 Juan 3:1, 2).

Pablo escribe, de una forma tan hermosa, que todo el mundo

está de puntas de pie, esperando ansiosamente, para ver este milagro

glorioso de lo que seremos. Me han dicho que envejecer no es para

cobardes. Al experimentar el envejecimiento, o al observar ese

proceso en las personas que usted conoce y ama, nunca olvide que el

cuerpo es solo el “traje terrenal” de un creyente. Dios nos da un

cuerpo para que podamos vivir nuestra vida aquí, en la tierra. Dios

dará a cada seguidor de Cristo un cuerpo espiritual, que nos permitirá

vivir en el cielo, cuando, como hijos de Dios, recibiremos lo que nos

corresponda.

Estos dos versículos, que relacionan nuestro crecimiento y

victoria con el sufrimiento y el estado eterno, son seguidos por

algunos versículos profundos que nos dicen algunas verdades

fascinantes acerca de este mundo que Dios ha creado y sostiene. Los

hijos de Dios no son la única creación de Dios que necesita la

continua obra creadora del Creador: “Porque la creación fue sujetada

a vanidad, no por su propia voluntad, sino por causa del que la sujetó

en esperanza; porque también la creación misma será libertada de la

esclavitud de corrupción, a la libertad gloriosa de los hijos de Dios.

Porque sabemos que toda la creación gime a una, y a una está con

dolores de parto hasta ahora” (Romanos 8:20-22).

Para interpretar estos tres versículos, debemos entender la

caída de la familia humana, según se la relata en los primeros

capítulos del Libro de Génesis, y en el primer capítulo de esta carta

que Pablo escribe a los romanos. Cuando el hombre peca, todo lo que

toca es afectado por su pecado. Vemos los resultados del pecado

humano en el medio ambiente de muchísimas formas hoy. La

avaricia humana contamina nuestras aguas, el aire que respiramos y

los alimentos que comemos.

Según el relato bíblico, la creación fue influida

dinámicamente por la caída del hombre. Estos versículos

simplemente dicen que, cuando la redención del hombre sea

completa, habrá una redención final y completa de este mundo.

Cuando seamos redimidos, seremos nuevas criaturas. Pablo nos ha

enseñado en esta carta que nuestro viejo hombre debe morir para que

comience nuestra nueva vida. La Biblia enseña que un día Dios

creará un nuevo cielo y una nueva tierra en los que reinará la justicia

(2 Pedro 3:13).

Pablo nos dice aquí, en el octavo capítulo de Romanos, que la

creación presente gime y anhela por esa nueva creación: “Porque la

creación fue sujetada a vanidad, no por su propia voluntad, sino por

causa del que la sujetó en esperanza; porque también la creación

misma será libertada de la esclavitud de corrupción, a la libertad

gloriosa de los hijos de Dios. Porque sabemos que toda la creación

gime a una, y a una está con dolores de parto hasta ahora; y no sólo

ella, sino que también nosotros mismos, que tenemos las primicias

del Espíritu, nosotros también gemimos dentro de nosotros mismos,

esperando la adopción, la redención de nuestro cuerpo. Porque en

Page 39: Spa read-30

Fascículo 30: El Libro de Romanos, versículo por versículo (Segunda parte)

39

esperanza fuimos salvos; pero la esperanza que se ve, no es

esperanza; porque lo que alguno ve, ¿a qué esperarlo? Pero si

esperamos lo que no vemos, con paciencia lo aguardamos”

(Romanos 8:20-25).

Ahora Pablo vuelve al tema de nuestra redención final y

completa. Dice que somos salvados por esta esperanza de la

redención de nuestros cuerpos. Quiere decir que, en un sentido,

nunca seremos redimidos plenamente y finalmente hasta que seamos

resucitados al estado eterno. Muchas personas piadosas mueren

enfermas, y a veces nos preguntamos por qué no fueron sanadas

físicamente.

La respuesta se encuentra, al menos parcialmente, en estos

versículos. Así como su redención no será plena y completa hasta

que entren en la eternidad, su sanidad completa tampoco será total

hasta que sean resucitadas…en el cielo. Cuando Dios les dé ese

cuerpo espiritual que las equipará para vivir en el cielo, su sanidad y

su redención serán completas.

¡Oren igual!

“Y de igual manera el Espíritu nos ayuda en nuestra

debilidad; pues qué hemos de pedir como conviene, no lo sabemos,

pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos

indecibles. Mas el que escudriña los corazones sabe cuál es la

intención del Espíritu, porque conforme a la voluntad de Dios

intercede por los santos” (26, 27).

Observe el énfasis en los versículos que he citado que Pablo

escribió a los corintios, y en los versículos 23 al 25 de este octavo

capítulo de Romanos, sobre el hecho de que nuestros cuerpos y la

creación gimen con el anhelo ferviente de experimentar esta

redención plena y final. Pablo continúa con un pasaje que ha traído

consolación a millones de creyentes durante casi dos mil años.

Escribe que Dios escucha nuestro gemir y ministra a nuestras

debilidades de forma hermosa.

Todo creyente que esté instruido en la disciplina espiritual de

la oración sabe que debemos orar en concordancia y de acuerdo con

la voluntad de Dios. Sin embargo, nuestro problema es que a menudo

no sabemos cuál es su voluntad cuando nos presentamos ante el

Señor y le ofrecemos nuestras peticiones. Por lo tanto, algunos de

nosotros no vamos ante Él en oración ni le presentamos estas

peticiones.

La instrucción de este apóstol es que, de todos modos,

debemos orar. La explicación inspirada y profunda para este consejo

es que el Espíritu Santo conoce la voluntad de Dios con relación a

cada petición que presentamos ante Él en nuestras oraciones.

Cuando, de todos modos, oramos, o aun si pedimos algo que no es su

voluntad para nosotros o para quienes estamos orando, ¡el Espíritu

Santo hará intercesión por nosotros de acuerdo con la voluntad de

Dios! En palabras directas y simples, esto significa que, cuando

pedimos algo incorrecto, si nuestros corazones están bien con Dios,

el Espíritu Santo intercederá por nosotros y Dios nos dará lo que es

Page 40: Spa read-30

Fascículo 30: El Libro de Romanos, versículo por versículo (Segunda parte)

40

su voluntad para nosotros o para las personas por quienes estamos

orando.

Yo agradezco a Dios por esta promesa, y porque no ha

contestado algunas de mis oraciones. Ahora que soy más maduro,

que he crecido en mi caminar en Cristo, y puedo mirar atrás y ver

cómo Dios ha obrado en mi vida, puedo decir: “Gracias, Espíritu

Santo, por interceder por mí cuando pedí cosas incorrectas”.

En el Antiguo Testamento hay varios ejemplos de hombres

piadosos que oraron pidiendo morir. Moisés, Elías, Job y Jonás

llegaron a un punto de depresión y desesperación en el que pidieron a

Dios que los matara. Aun estos grandes hombres de Dios estaban tan

exhaustos físicamente, mentalmente, emocionalmente y hasta

espiritualmente que le pidieron a Dios algo incorrecto. Dado que su

corazón estaba bien con Dios, su amante Padre celestial no contestó

su oración y no los mató.

Dios dio a Moisés setenta hombres para ayudarlo a

sobrellevar las cargas que lo habían reducido a la depresión y a la

desesperación. Durante casi cuarenta años, Moisés había estado

guiando a los hijos de Israel mientras daban vueltas por un terrible

desierto que podían haber cruzado en once días. Estaba cansado, y

estaba cansado de estar cansado. En nuestra cultura moderna lo

llamamos “agotamiento” (ver Números 11:10-17).

La belleza de la verdad que Pablo enseña en esta receta para

la oración es que no deberíamos dejar que el hecho de no conocer la

voluntad de Dios nos impida orar. Deberíamos orar de todas formas,

porque el Espíritu Santo intercederá por nosotros y Dios nos dará lo

correcto y lo que esté de acuerdo con su voluntad.

El profeta Elías descuidó algo que me gusta llamar

“mantenimiento del templo”. Pablo enseña que nuestro cuerpo es el

Templo del Espíritu Santo. Dado que nuestra vida física, espiritual,

mental y emocional forma un solo paquete, cuando la dimensión

física de nuestro cuerpo es descuidada, el agotamiento físico implica

un agotamiento mental, emocional y aun espiritual. Cuando Elías

pide a Dios que lo mate, Dios lo hace dormir, lo despierta el tiempo

suficiente como para alimentarlo y luego lo vuelve a dormir. Leemos

que este gran profeta, que quería morir, fue totalmente restaurado y,

con la fuerza que le dieron ese alimento y descanso, ¡viajó cuarenta

días! Cuando pidió a Dios lo incorrecto, Dios le dio lo correcto (1

Reyes 19:1-8).

Si usted lee con cuidado los discursos de Job, verá que el

sufrimiento de Job lo llevó al punto en que también hizo la oración

que hicieron Moisés y Elías (Job 3:11, 10:18). El profeta Jonás se

unió a estos otros tres hombres y también hizo esa oración (Jonás 4).

Dios no mató a Job ni a Jonás. Cuando hicieron esa oración, Dios les

dio la esencia de los dos libros que llevan sus nombres. Estos cuatro

ejemplos nos enseñan que aun las personas piadosas pueden llegar a

un punto en que pierden su perspectiva y piden a Dios lo incorrecto.

Estos cuatro hombres son ejemplos de lo que Pablo enseña en esta

extraordinaria y profunda receta de la oración.

Estos dos versículos (Romanos 8:26, 27) son el trasfondo del

Page 41: Spa read-30

Fascículo 30: El Libro de Romanos, versículo por versículo (Segunda parte)

41

versículo que sigue, que ha dado consolación e inspiración a millones

de discípulos cristianos desde el momento en que fue escrito. Este

maravilloso versículo también es, probablemente, el que ha sido más

incorrectamente comprendido y aplicado entre los escritos inspirados

del apóstol: “Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas

les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son

llamados” (8:28).

El versículo comienza con una maravillosa promesa de que

todas las cosas obran juntas para el bien. Pablo usa esta frase, “todas

las cosas”, frecuentemente, pero nunca livianamente o

accidentalmente. Los creyentes y no creyentes han contemplado esa

frase mientras sufrían por tragedias como las causadas por la guerra u

otras expresiones de maldad descarnada. Estos trágicos sucesos a

menudo parecen explicarse solo por un caos aleatorio, o por la dura

realidad de que simplemente se encontraban en el lugar incorrecto en

el momento incorrecto. Se quedan mirando este versículo y luego

preguntan: “¿Todas las cosas, Pablo? ¿Aun esta horrible tragedia?”.

Piense en esta paráfrasis/traducción de este versículo, que se

aproxima bastante al idioma original y a la intención de Pablo

cuando escribió estas palabras: “Más aun, sabemos que, para los que

aman a Dios, que son llamados de acuerdo con su plan, todo lo que

ocurre encaja en un patrón para bien” (28). Quisiera hacer dos

observaciones básicas acerca de este versículo. Mi primera

observación es que la promesa con que comienza el versículo es muy

condicional. Deben cumplirse dos condiciones o requisitos previos

antes de que esta promesa se aplique a la vida y los problemas que

puede experimentar una persona:

1) Debe amar a Dios.

2) Debe ser llamada de acuerdo con su plan.

¿Qué significa, exactamente, amar a Dios? El apóstol Juan

nos informa que no es fácil amar a Dios. Nos desafía con una

pregunta: “Si alguno dice: Yo amo a Dios, y aborrece a su hermano,

es mentiroso. Pues el que no ama a su hermano a quien ha visto,

¿cómo puede amar a Dios a quien no ha visto?” (1 Juan 4:20). Según

Pablo, mostramos que amamos a Dios siendo llamados de acuerdo

con el plan de Dios. Cuando la prioridad de cada fibra de nuestro ser

es ser llamados de acuerdo con el plan de Dios, como Moisés, Elías,

Job y Jonás, estamos cumpliendo las condiciones y los requisitos

previos que hacen posible que apliquemos este versículo a nuestra

vida y nuestros problemas, no importa lo trágicos y sin sentido que

puedan parecer.

Algunas veces, después de predicar que todas las cosas obran

para bien, tanto creyentes como no creyentes se me han acercado

para cuestionar mi sermón. La tremenda, amarga y dura realidad es

que si toda la orientación de sus vidas ha sido siempre poco

espiritual, secular, egoísta y centrada en los valores de moda en su

mundo secular, no pueden siquiera comenzar a aplicar este versículo

a sus vidas y a sus trágicos problemas.

Mi segunda observación es que, cuando se lo comprende, este

versículo no dice que todo lo que pasa en la vida de un devoto

Page 42: Spa read-30

Fascículo 30: El Libro de Romanos, versículo por versículo (Segunda parte)

42

seguidor de Cristo sea bueno. Tal vez no haya absolutamente nada

bueno en lo que nos ha ocurrido. Jesús era sumamente realista, y

también lo era este amado discípulo.

Jesús enseñó que tendríamos aflicción (Juan 16:33) y,

mediante su ejemplo y su enseñanza, este apóstol y el Señor dejan

bien en claro que a menudo sufrimos porque el maligno odia a Cristo

y a los suyos. La promesa de este versículo es que, si cumplimos los

requisitos, nuestro Dios puede tomar todo lo que nos ocurre, aun

cuando no haya nada bueno en nuestros trágicos problemas, y lo

puede hacer encajar en un patrón para el bien.

Esto plantea otra pregunta. ¿Al bien de quién nos estamos

refiriendo aquí: el nuestro o el de Dios? Bueno, esa pregunta se

contesta en las condiciones o requisitos previos en los que se basa

esta promesa. Si amamos a Dios y nuestra pasión es ser llamados de

acuerdo con su plan, el único bien que nos interesa es el bien de

Dios. Cada vez que enfrentamos problemas trágicos, nuestra

respuesta inmediata debería ser: “¿Cómo puede esta tragedia encajar

en un patrón para el bien y la gloria de Dios?”.

El salmista planteó una pregunta similar para cuando estamos

sufriendo: “Si fueren destruidos los fundamentos, ¿qué ha de hacer el

justo?” (Salmos 11:3). Basado en nuestro estudio de eruditos en el

idioma hebreo, una traducción literal de las palabras hebreas escritas

por este antiguo escritor de himnos sería: “¿Cuando los fundamentos

de nuestra vida se están derrumbando, ¿qué está haciendo el Justo?”.

Antes de que podamos aplicar la maravillosa promesa de que

todas las cosas obran para bien, simplemente debemos entender y

aplicar estas condiciones y requisitos previos. Nunca entenderemos o

apreciaremos realmente este versículo hasta tanto lo hagamos.

La providencia de Dios

Pablo sigue estos tres grandes versículos sobre la perspectiva

y la receta para la oración con una de las palabras más majestuosas y

sublimes que hayan sido escritas jamás en la inspiración del Espíritu

Santo. Recuerde que todavía está tratando el tema que comenzó en el

segundo versículo del quinto capítulo: ¿Cómo pueden los pecadores

que han sido declarados justos por Dios vivir vidas justas? Los cuatro

conquistadores y las cuatro leyes espirituales han sido su respuesta.

Él ahora nos da su respuesta más grande, fuerte, convincente,

inspiradora y elocuente a esa pregunta, cuya conclusión es que

podemos ser más que meros vencedores: ¡podemos ser

súpervencedores!

La esencia de este pico supremo en los sublimes e inspirados

escritos de este apóstol es que nuestra victoria no es una cuestión de

qué o quiénes somos. La victoria espiritual no es cuestión de lo que

podemos o no podemos hacer. Nuestra victoria no tiene nada que ver

con lo que queremos nosotros. La conquista espiritual tiene su origen

y encuentra su dinámica en Quién y qué es Dios, en lo que Él puede

hacer y en lo que Él quiere. Él es el Origen de nuestra victoria. Él es

el Poder detrás de nuestra victoria, ahora y en el mundo venidero. Su

gloria es el propósito de todo lo que nos ocurre: pecadores que están

Page 43: Spa read-30

Fascículo 30: El Libro de Romanos, versículo por versículo (Segunda parte)

43

siendo declarados justos y que reciben el poder para vivir

correctamente.

Cuando concluye toda la sección de enseñanza de esta obra

maestra, vuelve a usar esa frase, “todas las cosas”, de nuevo. Dice,

simplemente: “Porque de él, y por él, y para él, son todas las cosas. A

él sea la gloria por los siglos. Amén” (Romanos 11:36). Estamos

adelantándonos en la lectura, pero si usted lee los últimos cuatro

versículos del capítulo 11 antes de leer el pasaje que vamos a

considerar, le darán una perspectiva que le ayudará a entender este

pasaje, que es la cumbre de todos los escritos inspiradores de este

autor de la mitad del Nuevo Testamento.

Comienza explicando que, cuando Dios decidió enviar a su

Hijo a nuestro mundo para que pudiera declararnos y hacernos justos,

a nosotros los pecadores, para que Dios aplicara ese milagro a usted

y a mí, fueron necesarios tres milagros que solo Él podía realizar.

También nos informa que, después de ser justificados, hay una

dimensión futura en nuestra vida correcta que también involucra un

milagro que solo Él puede lograr.

Escribe: “Porque a los que antes conoció, también los

predestinó para que fuesen hechos conformes a la imagen de su Hijo,

para que él sea el primogénito entre muchos hermanos. Y a los que

predestinó, a éstos también llamó; y a los que llamó, a éstos también

justificó; y a los que justificó, a éstos también glorificó” (8:29, 30).

El milagro de la Providencia de Dios en nuestra justificación

por la fe es que Dios sabía de antemano que nos declararía justos.

Esto es simplemente una afirmación acerca de uno de los atributos de

Dios. Cuando aplicamos el conocimiento previo a Dios, lo llamamos

“omnisciencia”. Dado que el prefijo “omni” significa “todo”, esto

simplemente significa que Dios conoce todo. Sabe todo sobre el

pasado, el presente y el futuro. Dios nunca se sorprende por algo que

ocurre. Cuando la familia humana cayó en Adán, Dios no se

sorprendió. No tuvo que pasar a un “plan B”. Dios tuvo un plan para

la redención del hombre caído desde siempre.

El hecho de que supiera quiénes serían justificados no

significa que violara el libre albedrío de quienes fueron declarados

justos. El hecho de que Dios predestinara a quienes conoció de

antemano no significa que escogió a éste para el cielo y a ése para el

infierno. Cuando lleguemos al noveno capítulo, estudiaremos el

concepto de la elección, que plantea estos temas. Aquí, la enseñanza

es, simplemente, que Dios ha predestinado a los pecadores

justificados para que sean conformados a la imagen de su Hijo.

Cuando aquellos que han sido declarados justos viven

correctamente, ¿cómo sabrán cómo es la vida correcta? Este es uno

de los muchos propósitos para los cuales envió Dios a su amado Hijo

a este mundo. Dios predestinó, o predeterminó, que su Hijo fuera el

primero de muchos que serían tan parecidos a Él que serían como sus

hermanos (Hebreos 2:11).

Un tercer milagro que debe venir de Dios, para que podamos

ser conformados a la imagen de su Hijo, es que a los que Él conoció

de antemano y predestinó, también llamó. Ya he señalado que esta es

Page 44: Spa read-30

Fascículo 30: El Libro de Romanos, versículo por versículo (Segunda parte)

44

una de las palabras favoritas de Pablo para describir a los seguidores

de Cristo que experimentan la salvación. Ser justificado por la fe y

encontrar acceso a la gracia por la fe es más que meramente una

proposición intelectual. Es un “llamado” para tener una relación con

el Cristo resucitado y vivo (1 Corintios 1:9). Dios quiere que

conozcamos a su Hijo y que lleguemos a ser como Él.

Estos tres milagros brindan el contexto para el mensaje

central y principal de esta carta: a aquellos que conoció de antemano,

predestinó y llamó, Dios justificó. Pablo luego va más allá de esta

vida y profetiza una dimensión presente y futura de este gran

milagro. A aquellos que justificó, también glorificó. Esto se refiere a

aquellos grandes milagros que Pablo describió tan hermosamente a

los corintios, cuando el Dios que nos dio un cuerpo terrenal para

vivir esta vida nos dará un cuerpo espiritual y celestial, para vivir en

el cielo.

Sin embargo, este versículo también nos demuestra que la

experiencia de ser glorificados comienza cuando somos justificados

por fe y accedemos a la gracia de Dios. Cuando la gracia de Dios

cambia nuestra vida y nos convertimos en nuevas criaturas, nuestro

hombre interior prefigura ese estado glorificado que

experimentaremos por toda la eternidad.

Preguntas y respuestas

Pablo plantea ahora siete preguntas que tienen respuestas muy

apasionantes: “¿Qué, pues, diremos a esto? Si Dios es por nosotros,

¿quién contra nosotros? El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino

que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará también con él

todas las cosas? ¿Quién acusará a los escogidos de Dios? Dios es el

que justifica. ¿Quién es el que condenará? Cristo es el que murió;

más aun, el que también resucitó, el que además está a la diestra de

Dios, el que también intercede por nosotros.

“¿Quién nos separará del amor de Cristo? ¿Tribulación, o

angustia, o persecución, o hambre, o desnudez, o peligro, o espada?

Como está escrito: Por causa de ti somos muertos todo el tiempo;

Somos contados como ovejas de matadero. Antes, en todas estas

cosas somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó”

(31-37).

La primera pregunta que plantea Pablo nos desafía a

responder a sus gloriosas declaraciones: ¿Qué tenemos que decir a

todo esto? Esa parece ser la esencia de la primera pregunta. La

segunda pregunta nos muestra lo que piensa Pablo. Si Dios nos llama

a experimentar estos cinco milagros, y nuestra redención –nuestra

redención final y completa– depende de Él más que de nosotros,

entonces ¿quién puede estar contra nosotros?

La tercera pregunta introduce un importante concepto en el

punto cumbre de esta magnífica sección de la carta. Si un Dios

amoroso nos amó tanto que nos dio a su Hijo, ¿no nos dará también

libremente todo lo que necesitamos para seguir a su Hijo, nuestro

Salvador y Señor? Pablo ha razonado anteriormente que, si somos

Page 45: Spa read-30

Fascículo 30: El Libro de Romanos, versículo por versículo (Segunda parte)

45

reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo, ¿no seremos, mucho

más, salvos por la vida de ese Hijo resucitado y vivo? (5:10).

Piense en su cuarta pregunta en el contexto de un juicio del

cual escribió en el segundo capítulo. ¿Quién presentará cargos contra

los elegidos de Dios? Dios, ciertamente, no lo hará, porque Él es

quien declara que nosotros, los pecadores, somos justos. Él ha

vaciado el cielo y sacrificado a su Hijo para justificarnos.

Ciertamente Él no nos condenará.

Su quinta pregunta es: “¿Quién es el que condena?”. Hay dos

conceptos implícitos aquí: Jesucristo ha sido designado como Aquel

a quien Dios ha encomendado todo juicio (Juan 5:22). Por lo tanto,

está calificado para condenarnos, pero dijo que no vino a condenar al

mundo, sino para que el mundo fuera salvo por Él (ver Juan 3:17).

Dado que Él ha pagado el precio de nuestra redención, no nos

condenará. Jesús está sentado a la diestra de Dios intercediendo por

nosotros (ver Hebreos 7:25; 1 Juan 2:1).

Un segundo concepto implícito aquí se relaciona con una

función del maligno. Se nos dice que el diablo es el acusador de los

hermanos, y que los acusa día y noche. Cuando él sea destruido como

el acusador, el reino de Dios florecerá con gran poder (ver

Apocalipsis 12:10, 11).

Uno de los eruditos de mi preferencia, con quien serví cuando

yo era un pastor asociado interino, muy joven, parafraseó la palabra

“justificado”, que significa “declarado justo”, y le dio el significado

de “declarado valioso”. Las personas luchan y experimentan una

inexpresable agonía intentando ganar algún valor propio mediante

logros y buenas obras. El mensaje de esta obra maestra teológica de

la Biblia es que Dios ofrece a este mundo de pecadores un valor

declarado que no depende de su desempeño positivo o negativo.

Pablo también escribe aquí que, cuando Dios declara valiosos

a los pecadores que tienen muy poco valor propio, el maligno está

allí mismo declarando la verdad opuesta: “Tú no tienes ningún

valor”. Esto podría ser una aplicación más que una interpretación,

pero piense en este versículo la próxima vez que se sienta condenado,

o cuando alguien le diga que no tiene ningún valor. Recuerde resistir

al acusador recordando y reafirmando la Buena Noticia de que Dios

mismo ha declarado el valor de usted. El Espíritu Santo entonces

dará testimonio a su espíritu de que es un hijo de Dios y que tiene

valor.

Su valor está seguro porque no está basado en su capacidad

de tener éxito y no fracasar nunca. Este valor declarado, como el

amor incondicional de Cristo, no se gana por un desempeño positivo

ni se pierde por un desempeño negativo. Eso es lo que significa la

gracia de Dios, y la misericordia de Dios significa que hay perdón

cuando usted falla. Es Dios quien justifica.

Su sexta pregunta y su respuesta a esa pregunta debería ser un

tremendo consuelo y consolación para todos nosotros. “¿Quién o qué

podría separarnos del amor de Cristo?”. Su séptima pregunta presenta

una lista de aquellas cosas que creemos que nos pueden separar de

nuestro Señor Jesucristo resucitado y vivo. El consuelo y la

Page 46: Spa read-30

Fascículo 30: El Libro de Romanos, versículo por versículo (Segunda parte)

46

consolación vienen cuando Pablo nos informa que ninguna de estas

cosas nos puede separar del amor de Dios que es en Jesucristo

nuestro Señor.

¡La vida es difícil! Jesús y el apóstol son sumamente realistas

sobre la aflicción y el sufrimiento involucrado en seguir a Cristo,

quien es odiado por este mundo (Juan 16:33; Hechos 14:6-22). Pablo

menciona muchos de los tremendos desafíos que han sido y son

enfrentados hoy por los discípulos de Jesucristo. La lista incluye la

tribulación causada por la persecución, aun al punto de la muerte por

espada. Su sorprendente respuesta es que somos súpervencedores en

todas estas cosas porque, ¡lo cierto es que nada nos puede separar del

amor de Dios!

El Salmo del Pastor de David nos dice que la misericordia, o

el amor incondicional de Cristo, verdaderamente nos seguirá todos

los días de nuestra vida, y estará con nosotros en el estado eterno,

¡para siempre! (Salmos 23:6). Tal vez sea eso lo que tiene en mente

el apóstol cuando contesta su séptima y última pregunta: “Por lo cual

estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni

principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir, ni lo alto, ni

lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor

de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro” (38, 39).

Este es una gran declaración resumida de Pablo al llegar al

glorioso punto culminante de uno de los pasajes más sublimes del

Nuevo Testamento, que ha comenzado en el segundo versículo del

capítulo 5. Ha descrito detalladamente cómo es posible que se

declare que un pecador impío, que era enemigo de Dios, tiene un

cierto valor, sino que también puede acceder a la gracia que le

posibilitará vivir una vida que glorifica a Dios.

La clave última para la victoria del pecador que ha sido

declarado justo por la fe es el amor de Dios en Cristo Jesús nuestro

Señor. La clave de la victoria no viene de nosotros sino de Dios, y en

Cristo. Esta es la base para la firme seguridad de este apóstol.

En realidad, no hay nada realmente nuevo en esta gran

declaración final de Pablo. Es meramente una conclusión resumida

de todo lo que viene enseñando. Pablo anuncia que está persuadido

de que la muerte no nos separará del amor de Cristo. Escribió a los

corintios que estar ausente en el cuerpo es estar presente con el Señor

(ver 2 Corintios 5:6-8). Declaró a los filipenses que el vivir es Cristo

y el morir ganancia, y que preferiría morir y estar con Cristo (ver

Filipenses 1:20-23). Por lo tanto, la muerte no lo separaría a él –ni a

nosotros– del amor de Cristo.

También está persuadido de que nada en esta vida nos puede

separar del amor de Cristo. Pablo era absolutamente temerario frente

a la muerte, porque creía que el vivir era Cristo y el morir, ganancia.

Los devotos discípulos de Jesucristo, que realmente creen en los

valores eternos del evangelio, no deberían temer a la muerte.

Sin embargo, algunos creyentes temen a la vida más que a la

muerte. Cuando tenemos la filosofía de la muerte de Pablo, no

temeremos la muerte porque el morir es ganancia. También tenemos

que darnos cuenta de que tampoco debemos temer la vida si tenemos

Page 47: Spa read-30

Fascículo 30: El Libro de Romanos, versículo por versículo (Segunda parte)

47

su filosofía de la vida: que el vivir es Cristo. Según Pablo, no hay

nada en la muerte y no hay nada en la vida que nos pueda separar del

amor de Dios en Cristo.

Pablo estaba convencido –y lo enseña– que hay una

dimensión espiritual de la vida en la que los ángeles, y lo que designa

como principados y potestades, afectan nuestra vida positivamente y

negativamente. Escribió a los efesios: “Porque no tenemos lucha

contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades,

contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes

espirituales de maldad en las regiones celestes [espirituales]”

(Efesios 6:12). Él está plenamente persuadido de que ninguna fuerza

espiritual nos puede separar del amor de Dios en Cristo.

No hay nada absolutamente en nuestras circunstancias

presentes y no habrá nada en nuestra vida futura que pueda

separarnos de este amor. Luego menciona la altura y la profundidad.

Esta es una referencia a la enseñanza de Pablo de que Jesús ascendió

a las alturas y descendió a las profundidades, donde liberó a cautivos

y dio dones a los hombres (Efesios 4:8-10).

El tema y el énfasis de su carta a los efesios nos desafían a

vivir en las alturas celestiales o espirituales, donde podemos poseer

todas las bendiciones espirituales en Cristo (Efesios 1:3). Otra

aplicación práctica y devocional serían los altos y los bajos que todos

experimentamos en nuestra vida. La promesa, entonces, es que no

hay ninguna altura o profundidad espiritual que nos pueda separar del

amor de Cristo.

La última declaración que hace Pablo es que “ninguna cosa

creada” puede lograr esta separación. Las palabras originales dan a

entender que quiere decir “ninguna otra creación”. En el siglo XXI

oímos especulaciones sobre la vida en otros planetas. Casi cien años

atrás, un gran erudito de la Biblia preguntó: “Si hay vida en Marte,

¿cómo serían salvos esos seres?”. Y lo respondió: “Si hay vida en

Marte, entonces tienen una Biblia que comienza: ‘En el principio

Dios creó el cielo y Marte’. ¡Esa Biblia entonces les habla acerca del

amor y la salvación de Dios para los que viven en Marte!”.

Tal vez Pablo esté declarando que, si hay una creación en

alguna parte de este universo de lo cual él no sabe nada, aun esa

creación no podría separarnos del amor de Dios en Cristo Jesús.

Aplicación personal

Somos pecadores de poco valor con un valor declarado

gracias a la vida y muerte del Hijo de Dios. Y tenemos acceso a la

gracia que nos posibilita vivir correctamente y glorificar al Dios que

ha declarado que tenemos valor. Cuatro conquistadores nos muestran

a los pecadores justificados cómo podemos reinar en la vida. Cuatro

leyes espirituales nos demuestran cómo elevarnos por encima de la

ley del pecado y sus terribles consecuencias. ¡Luego, esta majestuosa

declaración de la intervención divina de Dios, que tiene

conocimiento previo, predetermina, llama, justifica y glorifica a

pecadores sin valor para que sean más que vencedores, en esta vida y

en la venidera!

Page 48: Spa read-30

Fascículo 30: El Libro de Romanos, versículo por versículo (Segunda parte)

48

¡Pablo escribe que está plenamente persuadido de que esta

letanía de milagros es absolutamente verdadera! ¿Está usted

persuadido? ¿Ha sido justificado por la fe, o aun está intentando

salvarse guardando la Ley que fue hecha para quebrarlo, cerrar su

boca y llevarlo a confesar que necesita un Salvador y no puede

salvarse a sí mismo?

¿Está persuadido de que el Dios que es el Origen de este

milagro también es el Poder que hay detrás de ese milagro y

completará la obra que comenzó cuando lo declaró justo a usted?

Entonces crea lo que ha leído en los primeros ocho capítulos de esta

obra maestra teológica. Responda al llamado de Dios. Sea justificado

por la fe. ¡Sea glorificado en esta vida y en la vida venidera!

Querido lector, este es solo el segundo fascículo de nuestro

estudio del Libro de Romanos. Si no ha leído el primero, le aliento a

que escriba y lo solicite. Asegúrese de solicitar también el Fascículo

número 31, donde continuaremos este maravilloso estudio. También,

cuando escriba, me gustaría saber si ha llegado a creer ya. Si ha sido

justificado por la fe y encuentra la gracia para vivir correctamente,

me gustaría saber cómo Dios ha usado estos estudios de su Palabra

en su vida.