Musica y neurociencia

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Extracto del libro de Jordi A. Jauset

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Música yneurociencia:

la musicoterapiaSus fundamentos,

efectos y aplicacionesterapéuticas

Jordi A. Jauset Berrocal

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Diseño de la colección: Editorial UOC

Primera edición en lengua castellana: octubre 2008Primera reimpresión: noviembre 2009Segunda reimpresión: mayo 2011Tercera reimpresión: septiembre 2011

© Jordi A. Jauset Berrocal, del texto © Imagen de la cubierta: Istockphoto© Editorial UOC, de esta edición

Rambla del Poblenou 156, 08018 Barcelonawww.editorialuoc.com

Realización editorial: Carrera edició, S.L.Impresión:

ISBN: 978-84-9788-762-5Depósito legal B.

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Autor

Jordi A. Jauset Berrocal (www.jordijauset.es)

Doctor en Comunicación por la Universidad Ramón Llull (URL) e Ingenierode Telecomunicación por la Universidad Politécnica de Cataluña (UPC).Posee diversos masters en especialidades empresariales por las UniversidadesPolitécnica de Madrid (UPM) y Ramón Llull. Ha cursado estudios de doc-torado en Ingeniería Biomédica (UPC) y está acreditado como investiga-dor y docente universitario por la Agència per a la Qualitat del SistemaUniversitari de Catalunya (AQU).

Siguiendo la tradición familiar, y antes de iniciar los estudios univer-sitarios, finalizó la carrera de piano en el Conservatorio Profesional deMúsica de Zaragoza. En su juventud, principalmente en la década de losaños sesenta, obtuvo importantes premios internacionales como instru-mentista musical en diversas capitales europeas, en solitario y con elgrupo musical familiar “Los 6 hermanos Jauset”. Los medios de comuni-cación de la época los denominaron “La familia Trapp española”, en alu-sión a la versión instrumental de la famosa familia musical austriaca VonTrapp, inmortalizada en la película “Sonrisas y lágrimas”. Los éxitos musi-cales del grupo familiar Jauset, fueron divulgados por los distintos mediosde comunicación (TVE, RNE, NO-DO), recogiéndose parte de sus obras endos discos editados en los años 1970 y 1971 por la firma discográfica HIS-PAVOX.1 Su biografía musical es muy extensa2, mostrándose un resumenal final del libro (página 145).

Profesionalmente, en los últimos treinta años, el autor asumió desta-cadas responsabilidades directivas en las áreas formativa, técnica y eco-nómica del Ente Público RTVE, RNE S.A. y TVE S.A. en Cataluña. A su vez,desde el año 2006, ocupó importantes cargos en el Govern de la Generalitaty en el Consell de l’Audiovisual de Catalunya, como director de la Oficinade Comunicació del Departament de Presidència-Subdirecció de MitjansAudiovisuals y jefe del Gabinete de la Presidencia, respectivamente.

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1- Algunas de las referencias periodísticas que pueden consultarse al respecto, sonlas siguientes: “La familia Trapp española vive en Lérida”, El Alcázar, 26 defebrero de 1964; Riera, J. “Música en acordeón” Hispavox presenta el segundodisco LP de los 6 hermanos Jauset, La Mañana, 19 de febrero de 1972; Curcó,J. “Jorge Angel Jauset Berrocal, galardonado en Bruselas con el Premio Europeode Órgano” Diario de Lérida, 4 de noviembre de 1982, pp.12-13.; “Los herma-nos Jauset en el NO-DO”, La Mañana, 24 de septiembre de 1969.

2. Echauz, P. “¡Qué tiempo tan feliz! La Vanguardia [Barcelona], 20 de junio de 2005,Vivir, p.5.De Castro, J., Oró, A. y Ruíz, J.M. (2005) Quan Lleida era ye-yé (Música “moder-na” i societat 1960-1975). Lleida, Pagés editors.

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En la actualidad, Jordi A. Jauset es profesor de Economía y colaboracon el grupo de investigación “Música e imagen. Arte, tecnología y comu-nicación audiovisual” de la Facultad de Comunicación Blanquerna (URL).Es miembro de la International Association for Music&Medicine (IAMM)y profesor de psicología y neurociencia de la música, en los Master deMusicoterapia que ofrecen distintas universidades. Su interés como inves-tigador, en el campo de las terapias musicales, se dirige hacia los efectosy aplicaciones científicas del sonido y la música, como herramientas tera-péuticas en determinadas disfunciones físicas, emocionales y cognitivas.

En los últimos años, ha publicado distintas obras relacionadas consus dos principales líneas de investigación: la investigación de mercadosy las aplicaciones terapéuticas del sonido y de la música. Cabe destacar,al margen de la presente, las siguientes: La investigación de audiencias entelevisión. Fundamentos estadísticos (Paidós, 2000); Estadística para perio-distas, publicitarios y comunicadores (UOC, 2007); Las audiencias en televi-sión (UOC, 2008); La musicoteràpia (UOC, 2009); Sonido, música y espiri-tualidad (Gaia, 2010,) y Terapia de sonido. ¿Ciencia o dogma? (Luciérnaga,2011).

El autor es socio de la Sociedad General de Autores y Editores (SGAE),donde tiene registradas una quincena de obras musicales, estando algu-nas de ellas publicadas por la Editorial Maravillas (Madrid).

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A mi abuelo “lolo”, cuyo saxofón aún conservo,y a mi querido padre Antonio, de quienes heredélos preciados “genes musicales” juntocon su amor y pasión por la música.

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Agradecimientos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 13Prólogo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 15

Parte I. La música y el cerebro . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 21

Capítulo I. La música . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 231.1. ¿Qué es la música? . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 231.2. Características y propiedades . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 261.3. La voz, el canto y los mantras . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 28

Capítulo II. El sonido: vibración y energía . . . . . . . 332.1. Definiciones . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 332.2. Conceptos básicos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 362.3. El sistema auditivo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 442.4. Los sonidos internos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 49

Capítulo III. Neurociencia: el misterioso cerebro 553.1. Estructura cerebral: el córtex . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 573.2. El sistema límbico . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 613.3. Los hemisferios cerebrales . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 643.4. Neuronas y neurotransmisores . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 68

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3.5. La plasticidad: redes neuronales . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 703.6. La neurogénesis . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 743.7. Las ondas cerebrales: beta, alfa, theta y delta . . . 77

Parte II. La musicoterapia . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 81

Capítulo IV. Antecedentes históricos . . . . . . . . . . . . . . . . 834.1. Antigüedad (siglos VIII a.C.-V d.C.) . . . . . . . . . . . . . . . . . . 854.2. Edad media (siglos V-XV) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 874.3. Edad moderna (siglos XVI-XVIII) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 874.4. Edad contemporánea (siglo XIX-actualidad) . . . . . 88

Capítulo V. ¿Qué es la musicoterapia? . . . . . . . . . . . . . . 935.1. Musicoterapia y sonoterapia . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 955.2. El musicoterapeuta . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 995.3. ¿Cómo se desarrolla una sesión

de musicoterapia? . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 100

Capítulo VI. Los efectos de la música en los seres vivos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1036.1. Música y emociones . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1066.2. El patrimonio sonoro . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1096.3. Los parámetros musicales y su influencia . . . . . . . 110

Capítulo VII. Aplicaciones de la musicoterapia 1177.1. Enfermedades neurológicas, mentales

y cerebrovasculares . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1187.2. Trastornos de comunicación y autismo . . . . . . . . . . . 1217.3. Hiperactividad y problemas de aprendizaje . . . . . 1227.4. Estados depresivos y de ansiedad . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1237.5. Neonatología . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 124

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7.6. Estrés y dolor . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1257.7. Influencia en el sistema inmunitario . . . . . . . . . . . . . . 1287.8. Oncología . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1307.9. Problemas emocionales . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1317.10. Discapacidades motrices . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1327.11. Tanatología . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1337.12. Conclusiones . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 134

Notas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 135

Biografía musical . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 145

Bibliografía . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 149

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Agradecimientos

Estoy en deuda con todas aquellas personas que amable-mente han colaborado y hecho posible la edición de esta obra,y que cito a continuación:

A Luis Pastor, director de la editorial, por su entusiasmo einterés para que esta publicación viera la luz.

A Imma Sanchís, Lluis Amiguet y Victor-M. Amela, perio-distas de La Contra (La Vanguardia), por sus interesantes entre-vistas que me han servido de referencia en algunos capítulosdel libro.

A Eduard Punset, escritor y divulgador científico, por lasdiversas charlas que hemos mantenido en los estudios de TVE-Catalunya. El programa Redes que dirige y presenta me ha sidomuy útil para conocer los últimos avances en el campo de laneurociencia.

Mis más sinceros agradecimientos a las siguientes personasque fueron muy generosas con su tiempo, con sus conversacio-nes y sus relatos. Sin duda alguna han contribuido a enrique-cer el contenido de la obra: Silvia Castañé (bióloga y artetera-peuta), Catherine Clancy (musicoterapeuta), Verónica Mikailov(centro de Yoga “Varuna”), Sandra y Xavier (grupo musicalShirai), Selina Worsley (psicóloga y sonoterapeuta vocal), JoséManuel Pagán (músico, compositor y sonoterapeuta), Daina

© Editorial UOC 13 Agradecimientos

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Puerto (sonoterapeuta) y Montse Subirà (musicoterapia orien-tal).

A Melissa Mercadal y Patricia Martí, psicólogas-musicotera-peutas y compañeras del grupo de investigación, por su cola-boración en la revisión de algunos capítulos del libro así comopor las interesantes sugerencias y citas aportadas.

A Mar Valverde, mi especial gratitud por compartir conmi-go sus conocimientos y experiencias sobre el cuerpo-mente-ener-gía.

A mi hermana Tere, bióloga, por la lectura y revisión del capí-tulo “Neurociencia: el misterioso cerebro”.

Un recuerdo muy especial para mi abuelo “lolo”, por supaciencia en mis primeras lecciones de solfeo y para mi padre,a quién siempre admiré como músico y pianista, por la confian-za que en todo momento depositó en mí. Le estoy muy agra-decido por todas sus enseñanzas, por estimularme en el campode la interpretación instrumental y por facilitarme el entornoadecuado que contribuyó a mi formación musical.

Finalmente, con especial cariño a mi esposa Esther, por suapoyo y comprensión. Su generosidad me ha proporcionadoel espacio y tiempo necesario para llevar a buen puerto estapublicación.

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Prólogo

Hace bastantes años que soñaba con el día en que podríadisponer de tiempo libre para reencontrarme con una de misgrandes pasiones, la música, y que por motivos profesionalestuve que aparcar durante algún tiempo. Deseaba ese reen-cuentro, volver a recordar algunas de las obras que interpre-taba en mi juventud y dejar fluir de nuevo mi creatividad connuevas composiciones. Sin embargo, nunca me habría imagi-nado que el tan esperado encuentro estaría motivado por uninterés científico debido a sus propiedades y aplicaciones tera-péuticas.

Mi educación musical se inició a una edad muy temprana.Creo recordar que a los 3 años recibía mis primeras leccionesde solfeo, de mi abuelo y mi padre, ambos músicos, y a los 5años debutaba en mi primera actuación en directo, interpre-tando en un pequeño órgano eléctrico acompañado por mihermana Ana Mari, en Radio Popular de Lleida. A los 7 añoscomencé oficialmente los estudios musicales, especialidadpiano, alternándolos con el aprendizaje de la técnica y virtuo-sismo del acordeón. Obtuve el título de profesor de pianorecién cumplidos los 15 años, dos años antes de ingresar en launiversidad para iniciar mis estudios de ingeniería de teleco-municación.

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Una gran parte de mi infancia y adolescencia la dediqué ala música, como intérprete junto con mis 5 hermanos, bajo ladirección musical y artística de mi padre. Fueron años de tra-bajo muy duro, pero también recompensados por los impor-tantes primeros premios internacionales conseguidos en diver-sos países europeos (Francia, Italia, Holanda, Alemania,Finlandia, Bélgica), a pesar de nuestra temprana edad. Esa fuela razón de que los medios de comunicación nos bautizarancomo “La familia Trapp española”, versión instrumental de lafamosa familia austriaca, que la industria cinematográfica dioa conocer en la película Sonrisas y lágrimas.1 Años más tarde,la firma discográfica Hispavox nos sugirió el nuevo nombrede “Los 6 hermanos Jauset”. Era la época en la que la cantan-te Karina se hacia famosa con la canción “Las flechas del amor”,y con la que compartimos platós contiguos en los ya desapa-recidos estudios discográficos. Durante los años 1964 a 1972,los medios de comunicación (radio, televisión, NO-DO, pren-sa) fueron testimonios gráficos y escritos de los éxitos de nues-tra carrera musical.

Mi educación musical se basó, principalmente, en adquirirel dominio del instrumento, una formación a base de muchashoras de estudio diarias.

Una de las actuaciones que mi padre me “encomendaba” erasalir al escenario e interpretar una obra conocida, con los ojosvendados y con un pañuelo de seda por encima del teclado. Erauna simple imitación de lo que nos cuenta la historia acerca dela vida del genial músico austríaco Wolfgang Amadeus Mozart,quién “…estando tocando el clave en casa de madamePompadour, ésta le deslizó un pañuelo sobre el teclado y Mozart

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1. Las notas se encuentran en el capítulo “Notas” (página 135).

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continuó tocando como si nada hubiera ocurrido…” De hechoes una habilidad que poseen muchos músicos y lo único querequiere es tiempo de entrenamiento y estudio. El cerebro ya“sabe” donde están situadas las teclas y envía las órdenes ner-viosas y motoras oportunas a través de los sistemas nervioso ymuscular. Posiblemente, lo que sorprendía al público era queesa habilidad la hubiera desarrollado un niño con tan solo6 años de edad.2

Fue una educación estrictamente técnica, muy “seria”,orientada a la interpretación, al dominio del instrumento,casi de la perfección, para conseguir que el público estuvieraatento, expectante, escuchando y gozando de la audición.Cada nota tenía que tener su duración exacta, los “fuertes” y“pianos” en consonancia con lo descrito por el compositor enla partitura, el stacatto, las ligaduras, los tresillos…, todo debíainterpretarse fielmente tal cual se indicaba. Era una gran res-ponsabilidad y no había lugar para improvisaciones. Recuerdoanecdóticamente que en ocasiones, durante los ensayos yquizás por un amago de creatividad, dejaba escapar algunasnotas que no figuraban en la partitura y mi padre, bastanteserio, me decía: nen, no facis tonteries (niño, no hagas ton-terias)…

La educación que recibí contribuyó, sin duda alguna, a quepudiera desarrollar determinadas habilidades conductuales (dis-ciplina, compromiso, respeto), artísticas (el oído o tono abso-luto) y una gran sensibilidad por la música. Ahora, perdida latécnica con el paso de los años, ha adquirido más importanciapara mí la creatividad, el sentimiento, la expresión, y gozar delcarácter alegre y de celebración que también tiene la música.

Me he preguntado muchas veces si los efectos que percibíade la música eran “normales” o quizás se acentuaban debidoa mi temprana formación musical. Hoy se sabe que existen

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diferencias morfológicas en determinadas áreas cerebrales delos músicos, con hipertrofia de algunas de ellas, que permitenexplicar ciertas habilidades y diferencias con respecto a los nomúsicos. ¿Era normal que al oír una canción pudiera distinguircada una de las diferentes notas musicales que “tocaban” losinstrumentos? Estaba convencido de que era una consecuen-cia del aprendizaje musical, común a todos los músicos, hastaque leí un artículo que hacía referencia a esa habilidad, deno-minada “oído o tono absoluto”, citando que únicamente laposeía el 1% de los músicos. Podía, pues, estar de enhorabue-na por ser uno de los pocos afortunados.

También me inquietaban determinados efectos que experi-mentaba en mis ratos de ocio, mientras practicaba jogging escu-chando música. ¿Por qué tenía esa sensación de plenitud yfelicidad en vez de sentirme desfallecido?3 ¿Qué le ocurría a micerebro, a mis neuronas, durante la sesión de entrenamiento,que provocaba un aluvión imparable de ideas que me aporta-ban estrategias y soluciones a diversos problemas de estudio,laborales, familiares e incluso personales, sin tan siquiera “pen-sar” en ellos?4 ¿Por qué cuando finaliza la sesión de entrena-miento y quiero expresar por escrito esas ideas, por ejemplo lasdesarrolladas en muchos párrafos de esta obra, me resulta difí-cil transcribirlos con la misma claridad con la que fluían pormi mente mientras corría? ¿Cuál es la razón de que me resul-te más inteligible y comprensible el “inglés” mientras entrenoque cuando estoy sentado en el sofá?5

Mi curiosidad en conocer como se comportaba el cerebroante los estímulos musicales y encontrar respuestas a las pre-guntas anteriores, me indujeron a integrarme en el grupo deinvestigación de Musicoterapia de la Facultad de Psicología,Ciencias de la Educación y del Deporte Blanquerna (Barcelona).Allí coincidí con excelentes profesionales, entre ellos la docto-

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ra Melissa Mercadal, Patricia Martí y Catherine Clancy, reco-nocidas expertas musicoterapeutas, que ante mi interés nodudaron en ofrecerme su colaboración así como cualquier tipode información acerca de su experiencia profesional en susdistintos ámbitos profesionales de actuación.

Mi conocimiento sobre el sonido (técnico y a la vez artísti-co), facilitó e impulsó mi interés para profundizar en el estu-dio de los efectos que tienen en el ser humano. Como tantasotras personas, he podido experimentarlos personalmente ensus distintas facetas: fisiológicos (especialmente en mis prác-ticas de jogging), mentales (estímulo para la concentración y lacreatividad), emocionales (alegría, tristeza, recuerdos) e inclu-so espirituales (meditación), especialmente durante esos minu-tos en los que intentas apaciguar la actividad de la mente cons-ciente, en los que desaparece el tiempo y te sientes en armoníay paz, en conexión con tu parte más íntima y en comunión contodo el entorno que te rodea.

En los últimos años he leído diversos libros y artículos deprofesionales de diferentes especialidades (médicos, músicos,científicos, biólogos, neurólogos, psicólogos, psiquiatras, tera-peutas) que llevan tiempo experimentando con los sonidos yla música. Su lectura y reflexión me ha animado a publicaresta obra básica, con el principal objetivo de contribuir modes-tamente a la divulgación de las maravillosas propiedades de lamúsica, cuya potencialidad terapéutica ha sido demostradadesde hace muchísimos años.

El libro se dirige a todos aquellos que estén interesados enlas terapias creativas, en particular en la musicoterapia, y quedeseen conocer las propiedades y efectos terapéuticos de lamúsica. Especialmente, creo que puede ser de utilidad, comotexto básico de lectura y consulta, para los estudiantes de losposgrados y másters de musicoterapia.

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La obra se divide en dos partes y cada una de ellas constade varios capítulos. En la primera, “la música y el cerebro”, seintroduce al lector en conceptos básicos sobre el sonido y lamúsica, y se expone una descripción simplificada acerca del fun-cionamiento, estructura y respuestas del cerebro a los estímu-los sonoros y musicales, en base a los estudios y conclusionesaportados por la neurociencia.

En la segunda parte, “la musicoterapia”, se relatan brevemen-te sus antecedentes históricos, se definen cuáles son sus obje-tivos, y se establece una comparativa entre las diferencias ysimilitudes que existen con la sonoterapia, tema que seráampliamente desarrollado en una próxima publicación. Secomplementa con una exposición sobre sus efectos en los sereshumanos y se citan algunas de las aplicaciones actuales, prin-cipalmente, en los ámbitos de la salud y de la educación.

En los distintos capítulos de la obra, se intercalan en eltexto noticias difundidas por los medios de comunicación rela-cionadas con la temática analizada. También se incluyen citasde entrevistas publicadas a reconocidos expertos de disciplinasdiversas, comentarios de experiencias de musicoterapeutas pro-fesionales, así como mis propias reflexiones, fruto de mis cono-cimientos y vivencias personales. Todo ello le confiere un valorañadido diferencial en el resultado final, en el que se intentaofrecer una panorámica de la musicoterapia, básica, pero lomás actualizada y completa posible.

Es mi deseo que la lectura de estas páginas despierte tu inte-rés, ofrezca respuestas a tus inquietudes, y, en cualquier caso,disfrutes y pases un rato agradable. Para mí, compartir estetiempo contigo es una gran satisfacción.

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Parte I La música y el cerebro

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Capítulo ILa música

Desde que el hombre existe ha habido música. Pero también los animales, los átomos y lasestrellas hacen música.

Karlheinz Stockhausen

1.1. ¿Qué es la música?

Según define la Real Academia Española (RAE), “la músicaes el arte de combinar los sonidos de la voz humana o de losinstrumentos, o de unos y otros a la vez, de suerte que produz-can deleite, conmoviendo la sensibilidad, ya sea alegre, ya tris-temente”. Por tanto, el canto, el sonido de un violín, de uncuenco de cuarzo, de un piano, de un tambor, de una flauta,de un didjeridoo, de una orquesta sinfónica o de un grupo derock,… todo es música.

En el antiguo Egipto, los signos jeroglíficos que representa-ban la palabra “música” eran idénticos a los que representabanlos estados de “alegría y bienestar”. Curiosamente, en chino, la palabra “música” está formada por dos ideogramas ( )que significan “disfrutar del sonido”. Existe, pues, una grancoincidencia en los significados que han perdurado a través delos siglos. En todos ellos se alude a que la música resulta de unapercepción agradable de los sonidos y que, además, produceun estado placentero.

Cuando escuchamos música que nos gusta, se activandeterminadas sustancias químicas en nuestro organismoque actúan sobre el sistema nervioso central. Se estimula la

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producción de neurotransmisores (dopamina, oxitocina,endorfinas…) obteniéndose un estado que favorece la alegríay el optimismo en general.

Según Hilarión Eslava, sacerdote y músico español del sigloXIX, la música era “el arte de bien combinar los sonidos y el tiem-po”. Otra definición más técnica nos dice que la música es “lamelodía, el ritmo y la armonía combinados”. En este caso sedefine en base a su estructura, su forma, contemplando el con-junto y diversidad de sus distintas partes, con voces o con ins-trumentos, pero combinadas armoniosamente entre sí. Otrosautores, amplían la definición anterior añadiendo nuevas com-ponentes estructurales (melodía, armonía, ritmo, forma, tiem-po, dinámica, timbre, matiz y silencio) pero considerando,también, que el acabado o producto final resultante sea agra-dable.1

Entonces, ¿si escucho una combinación de sonidos que nome resultan placenteros, no es música?, ¿si voy en el metro yoigo forzadamente la música que emiten los auriculares deljoven que está a mi lado y que me resulta insoportable, es real-mente música?

Aún cuando existen unas normas musicales para la forma-ción de sonidos armoniosos, éstas no son universales y difieren,entre otros, según las distintas culturas. En principio, solemosreconocer y aceptar como música aquella combinación sono-ra que nos resulta agradable, y esa percepción tiene en cuentalas diferencias culturales y evolutivas que conforman nuestrosgustos. Por tanto, es posible que una determinada música seaplacentera para el joven acompañante del metro pero no paramí. Cada uno de nosotros dispone de un patrimonio sonoroexclusivo y único, cambiante, que determina su propia sensi-bilidad hacia los sonidos y, en definitiva, hacia la música.

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Físicamente, tal como expondremos con detalle en el pró-ximo capítulo, podríamos decir que la música no es más quela sensación agradable que somos capaces de percibir comoresultado de la energía acústica que se propaga a través de unmedio, formada por multitud de frecuencias que dan lugar aun determinado espectro, y originada por las vibraciones dedeterminados cuerpos u objetos.2

Si interpretamos un acorde de quinta perfecta, el sonidoresultante resulta armonioso. Por ejemplo, las notas do y solcentrales que se corresponden con las frecuencias aproxi-madas de 261 Hz. y 392 Hz. En cambio si interpretamos undo central y un do sostenido (261 Hz. y 277 Hz.) se produ-ce un sonido que en nuestra cultura es considerado mayo-ritariamente como desagradable.

Recientes estudios sobre las respuestas obtenidas mientrasalgunos voluntarios escuchaban acordes disonantes y con-sonantes, mostraron que se activan diferentes zonas cerebra-les, relacionadas con emociones distintas. Así, los acordes con-sonantes (armoniosos) activan la región órbito frontal (partedel sistema de recompensa) del hemisferio derecho y partede un área del cuerpo calloso (Olender, A.; http://www.lucier-naga-clap.com.ar/articulosrevistas/28_musicaycerebro.htm).

Otros autores han observado que la respuesta electrofisio-lógica de las neuronas del córtex primario auditivo es distin-ta en ambos casos. La razón final de que exista una preferen-cia sobre los acordes consonantes, aún no es suficientementeclara. (Levitin, 2006, “This is your brain on music”).

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1.2. Características y propiedades

Desde la antigüedad, la música se ha considerado como unarte. Es un código, un lenguaje universal, posiblemente ante-rior al lenguaje verbal, que está presente en todas las culturasdesde la historia de la humanidad.

La música tiene una base matemática y se construye a lamanera de una ciencia e incluso puede ayudar a desarrollar elpensamiento lógico. Fue Pitágoras quién estableció la relaciónentre la música y las matemáticas, observando los distintossonidos armónicos o notas musicales que se producían segúnfuera la longitud de una cuerda vibrante. Hasta el siglo XVII, erauna de las disciplinas matemáticas que formaban el Quadrivium,junto con la aritmética, la geometría y la astronomía. Es un len-guaje, un medio de expresión que alcanza lo más íntimo de cadapersona. Recordemos que Platón citaba que “la música era parael alma lo que la gimnasia para el cuerpo”, reconociendo queposeía determinadas cualidades o propiedades que incidíanen nuestras dimensiones emocional y/o espiritual.

La música es capaz de influir y provocar determinados esta-dos emotivos en los oyentes: evoca recuerdos, infunde alegría,induce a estados de relajación y de serenidad, despierta nues-tra espiritualidad… Son algunos de los efectos que seguramen-te todos hemos experimentado en alguna ocasión. Esta influen-cia ha sido objeto de estudio a lo largo de la historia de lamúsica, como citaremos más adelante, y es la base de su apli-cación, entre otros muchos, para tratamientos de determina-dos trastornos depresivos, estados de agitación y ansiedad.

Otra de sus características es que crea una fuerte cohesiónsocial, nos une con el resto del grupo y hace más fácil las accio-nes colectivas. Los clásicos ejemplos son la música militar, la

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Capítulo IIEl sonido: vibración y energía

El sonido es a la música lo queel átomo es a la materia.

Jordi A. Jauset

La mayor parte de las culturas antiguas y todas las pobla-ciones autóctonas creían que el sonido era la fuerza generatrizresponsable de la creación del universo. Es un mito, una cre-encia común a diversas civilizaciones y tradiciones, según lacual nuestro mundo se dice que nació a partir del sonido dela voz.

Esto puede explicar el significado mágico que los pueblosprimitivos atribuían al sonido y la música. En el hinduismo, eltérmino “Brahma” significó fuerza mágica, palabra sagrada,himno. Fue de la “boca” de Brahma que salieron los primerosdioses. Las sílabas “om” o “aum” son los sonidos inmortales cre-adores del mundo según citan los Upanisha1. También los egip-cios creían que el mundo se había creado a partir de la voz desu dios Thot y diversas tradiciones persas consideran que eluniverso fue creado por una sustancia acústica.

2.1. Definiciones

¿Qué es el sonido? Cualquier texto básico de física defineel sonido como “la sensación percibida originada por la vibra-ción de un cuerpo.” Las ondas acústicas que dicha vibración

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genera, se transmiten a través del medio y alcanzan nuestrosistema auditivo donde se producen una serie de conversio-nes energéticas. Finalmente, los impulsos bioeléctricos resul-tantes son conducidos al cerebro por el nervio auditivo y seobtiene la sensación de “sonido” originada por el cuerpovibrante.

El sonido tiene su origen en una vibración (de tipo mecá-nico), es decir, en un movimiento, y éste lleva asociado unaenergía. Esta energía sufre diversas transformaciones quefacilitan su “decodificación” para que seamos capaces depercibirlas. No están equivocados, pues, aquellos que dicenque el sonido y la música son vibración y energía. Es todauna realidad que nos demuestra la física clásica.

De una forma más simple podríamos decir que “el sonidoes aquello que podemos oír”. En cierta forma es así, pues exis-ten muchas vibraciones que no oímos, aunque sí lo hagan,por ejemplo, nuestro perro o gato. Simplemente es una cues-tión de “parámetros de diseño”, de la capacidad de respuestaque tiene el órgano auditivo humano.

Para que podamos “oír” un sonido tienen que cumplirsealgunos requerimientos: debe existir un foco emisor (el origende la vibración inicial), un medio transmisor (debe ser elásti-co, como un sólido, un líquido o un gas) y un receptor (el sis-tema auditivo-cerebro). Si no se dan las tres condiciones elsonido no existe. Por ejemplo, si se produce una vibraciónpero el medio no es elástico, no se propagará. Si el mediofuera elástico pero el receptor no es sensible a dichas fluctua-ciones, tampoco se percibirá el sonido y, es evidente que si notiene lugar la vibración inicial, es imposible que pueda perci-birse.

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Nuestro organismo dispone de otros receptores sensiblesa la vibración. Un estímulo sonoro o musical, se percibesimultáneamente por el sistema auditivo, tacto, plexo solary por receptores articulares y musculares. Una vibraciónpodemos “sentirla” físicamente aunque no seamos capacesde percibirla por el sistema auditivo. A través del tacto, es posi-ble reconocer determinadas vibraciones fuera o dentro de lagama audible. Que no las oigamos no significa que no exis-tan, sino que nuestro órgano auditivo es incapaz de inter-pretarlas.

El sonido también lo percibimos a través de la oscilacióno vibración de los huesos del cráneo. Dado que el oído inter-no se encuentra inserto en una cavidad del hueso temporal,las vibraciones del cráneo alcanzan el fluido linfático y el ner-vio auditivo traslada la información a la zona cerebral audi-tiva. Podemos comprobarlo fácilmente situando un diapa-són vibrando en la superficie del parietal o justo detrás delpabellón auditivo. Aunque nos taponemos las entradas alpabellón auditivo externo, oíremos los sonidos. La transmi-sión ósea es, también, la responsable de que escuchemosnuestra voz con un timbre distinto al que lo escucha el restode las personas.

El tacto es el sentido que utilizan las personas con defi-ciencias auditivas para poder “oír música y bailar”: un globo,sostenido entre las manos, les transmite las vibraciones sono-ras que pueden “decodificar” y “sentir”. Se ha comprobado,en estudios con neuroimágenes que en personas sordas, lavibración táctil les “activa” respuestas cerebrales en la zonaauditiva.

Los sonidos, la música, son instrumentos poderosos y, a lavez, neutros. Como cualquier herramienta su aplicación depen-

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derá de cuál sea la intención con la que se utilicen. Al igual queun láser,2 que puede salvar vidas (en cirugía) o provocar muer-tes (aumentando su potencia), los sonidos y la música tam-bién pueden ser utilizados con fines constructivos (terapéuti-cos) o destructivos (bélicos). Como comentaremos en próximosapartados, únicamente modificando el volumen o intensidadde un sonido es suficiente para conseguir un efecto u otro.3

En algunos conflictos bélicos se han utilizado sonidos demuy baja frecuencia (subsónicos o infrasonidos), como armaletal. Algunos componentes internos del sistema auditivo“resuenan” a dichas frecuencias, desgarrándose y provocan-do hemorragias internas que llegan a causar la muerte.

2.2. Conceptos básicos

Un sonido es el resultado de una vibración y ésta se caracte-riza por determinados parámetros físicos: frecuencia, amplitudy armónicos. A su vez, éstos se identifican con sus equivalentesparámetros subjetivos: tono, volumen o intensidad y timbre.

Supongamos que activamos un diapasón capaz de produ-cir una vibración periódica a la frecuencia de 440 Hz (notamusical central del piano). El movimiento periódico generadose transmite a las moléculas del aire, creando zonas de compre-sión (mayor densidad de moléculas) y enrarecimiento (menordensidad). Este vaivén origina una transmisión de energía deunas moléculas a otras ocasionando una onda acústica perió-dica que reproduce la vibración inicial. En realidad, las molé-

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culas no viajan por el medio, simplemente se desplazan y retor-nan a sus posiciones iniciales, afectando a las moléculas con-tiguas. De esta forma, se transmite una energía que se propa-ga por el medio hasta llegar al receptor.

La velocidad de propagación depende del medio de trans-misión. Es mayor en los medios más densos (sólidos) y menoren los menos densos (gases). En el aire, en condiciones norma-les de presión y a una temperatura de 20ºC su velocidad es, apro-ximadamente de 343 m/s. En otros medios las velocidades sondistintas. En el agua, por ejemplo, está próxima a 1.500 m/s yen el acero puede alcanzar más de 5.000 m/s.

Tabla 2.1: Velocidades del sonido

Velocidad del sonido en distintos medios

Aire a 0ºC y presión normal 331 m/s

Vapor de agua a 100ºC 405 m/s

Corcho 500 m/s

Agua a 20ºC 1.440 m/s

Hormigón armado Entre 1000 y 2000 m/s

Cobre 3.580 m/s

Acero 5.800 m/s

En el caso de una vibración periódica, como la que produ-ce un diapasón, pueden definirse los siguientes parámetros:

Frecuencia de vibración: es el número de oscilaciones porsegundo. Se mide en hertzios (Hz) o ciclos/s.

En el ejemplo citado anteriormente se producirían 440 osci-laciones completas cada segundo y correspondería, ideal -mente, a un tono puro, es decir, a una única frecuencia.4

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Capítulo IIINeurociencia: el misterioso cerebro

El arte de la música es el que más cercanose halla de las lágrimas y los recuerdos.

Oscar Wilde

Hace tan solo un siglo que se iniciaron las investigaciones acer-ca del cerebro. Su pionero fue el premio Nobel Ramón y Cajal,quién mediante los primeros estudios histológicos impulsó elconocimiento sobre la fisiología del sistema nervioso.

En los últimos años se ha avanzado mucho en su investiga-ción, en parte, debido a la incorporación de las nuevas técni-cas de diagnóstico por imagen. Las neuroimágenes, imágenescerebrales, nos permiten ver cómo se activan las distintas zonasdel cerebro ante la percepción de diversos estímulos, vincu-lando la dinámica molecular de las células nerviosas con repre-sentaciones visuales de los actos perceptivos y motores.

Pero, ¿qué es el cerebro, este órgano tan misterioso, fasci-nante y poderoso a la vez? Parafraseando a la periodista cien-tífica Rita Carter, “el cerebro tiene el tamaño de un coco, laforma de una nuez, el color del hígado sin cocer y la consisten-cia de la mantequilla fría”.1 Una curiosa definición un tanto culi-naria, pero muy descriptiva y acertada.

El cerebro es el principal órgano de nuestro organismo y, talcomo dicen los entendidos, contiene más células que estrellashay en el universo. Controla y regula el funcionamiento detodo nuestro organismo y es el origen de todas las funcionescognitivas, de las emociones y de los sentimientos. En un adul-to, su peso supone tan solo el 2% pero consume entre un 20%y un 25% de la energía corporal. Es el órgano con mayor deman-

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da energética, incluso en estado basal, y requiere de la gluco-sa junto con el oxígeno como principales ingredientes para susupervivencia.

Su formación empieza a los 15 días de fecundarse el óvulo.A las 10 semanas, existe ya una estructura primaria donde las pro-toneuronas (células precursoras de las neuronas) se desplazan,a la vez que emiten señales eléctricas, y migran hacia la que serásu posición definitiva, situación que se alcanza a los 180 días degestación. A diferencia de otros órganos en los que el crecimien-to se produce por acumulación de nuevas células, en la forma-ción del cerebro se desplazan miles de millones de neuronashacia determinadas zonas con una información muy precisa dedonde tienen que situarse y con quién han de interconectarse.

En el sexto mes de gestación, ya se ha constituido la arqui-tectura básica del cerebro y se ha definido el número de neu-ronas que tendremos al abandonar el vientre materno, unos100.000 millones. Sin embargo, se necesitarán aún algunosaños para que el cerebro se desarrolle en su totalidad, adqui-riendo notable importancia el entorno, como inductor delmoldeado de nuestras redes neuronales.

Aunque resulte paradójico, y por causas de adaptaciónevolutiva, el ser humano nace prematuramente en compara-ción con otros mamíferos.2 Su cerebro no está totalmenteformado y se completa entre los tres y cinco primeros añosde vida.3 En el momento del nacimiento, el cerebro pesa unos350 gramos, un Kg a los 3-5 años y aproximadamente 1,4 Kga los 18-20 años, edad en la que se alcanza su plenitud estruc-tural.

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¿Por qué afectan los sonidos musicales a los niños? “Elmotivo se remonta a los primeros momentos de la concepcióndel ser humano, en los cuales el sistema del oído impera sobreel de la vista. El feto, a partir del quinto mes de gestación,reacciona ante los estímulos musicales, a la vez que es muy sen-sible a los sentimientos que la música provoca en la madre.”(Carmona, 1984. Citado por Arroyo, 2001).

A través de las neuroimágenes se obtiene informaciónvisual tridimensional de la activación de determinadas áreascerebrales en función de los estímulos aplicados. Así, cuan-do escuchamos una canción, las zonas del cerebro que rigenla escucha consumen más glucosa, reciben más oxígeno y lasangre oxigenada provoca una alteración magnética que espercibida por el detector de resonancia magnética, ofrecien-do una visualización de su comportamiento.

Con esta técnica se ha puesto en evidencia, por ejemplo,que se activan las mismas zonas cerebrales al tocar un ins-trumento musical que si “pensamos” que lo estamos tocan-do. Así un pianista que durante su exposición a una resonan-cia magnética craneal esté pensando que interpreta una obramusical, se le activan aquellas zonas cerebrales que tienenrelación con la actividad motora de sus dedos, las mismas quese excitarían si la estuviera realmente ejecutando.

3.1. Estructura cerebral: el córtex

Anatómicamente el cerebro es la parte más voluminosa delencéfalo. Está dividido en dos partes aparentemente simétricas,denominadas hemisferios (derecho e izquierdo), separados porun surco o fisura longitudinal. Funcionalmente, ambos hemis-

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ferios son distintos y, a la vez, complementarios. Un haz de fibrasnerviosas, denominado cuerpo calloso, comunica e intercam-bia constantemente información entre ambos.4

La parte externa del cerebro forma el córtex cerebral que estáformada por multitud de pliegues y surcos que le confieren suaspecto rugoso tan característico. Envuelve a partes tan impor-tantes como el tálamo, el hipotálamo, el hipocampo, los núcle-os basales y la amígdala, todos ellos componentes del sistemalímbico que está ubicado en el diencéfalo (parte interna cen-tral de los hemisferios cerebrales) y en el lóbulo temporal.

En el córtex se distinguen 4 partes o lóbulos: el frontal, elparietal, el occipital y el temporal. En ellos se localizan distin-tas áreas diferenciadas que se clasifican según su función: unasprocesan la información que proviene de los distintos sentidos(áreas sensoriales primarias visual, auditiva, gustativa y somato-sensorial), otras procesan los códigos del lenguaje, otras tienenque ver con el movimiento voluntario que nos permite moverlas distintas partes del cuerpo, y así sucesivamente. El control delas sensaciones auditivas está situado en los lóbulos temporalesy el de las visuales se localiza en el lóbulo occipital.

Figura 3.1: Estructura cerebral

Fuente: Dr. C. George Boeree, Departamento de Psicología,Universidad de Shippensburg. http://www.psicologia-online.com/ebooks/general/imagenes_cerebrales.htm

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El cerebelo es una región del encéfalo que ocupa un 10%del volumen cerebral, con un peso que no alcanza los 150g y cuya densidad neuronal es superior a la del resto delcerebro. Está situado debajo de los lóbulos occipitales, en lafosa craneal posterior de la bóveda craneal. Una de sus prin-cipales funciones es la de coordinar las funciones motorasde fibras musculares de todo el cuerpo. Además. está relacio-nado también con funciones cognitivas, como la atencióne interviene en el procesamiento del lenguaje y la música,además de intervenir en la conservación del sentido delequilibrio.

Un buen pianista puede articular 30 notas por segundoy, posiblemente, ese entrenamiento a lo largo de los añosinfluye en que alcance un tamaño superior al normal.

Figura 3.2: Localización de las áreas sensitivas y motoras

Fuente: http://www.psicologia-online.com/

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Figura 3.3: Detalle del córtex somatosensorial

Fuente: http://www.psicoactiva.com/atlas/somatos.htm

La parte más evolutiva del córtex, que se supone aparecióhace un millón de años, se denomina neocórtex. Tiene unos2 mm. de grosor y está formado por 6 finas capas, con estruc-tura jerarquizada, abarcando una superficie aproximada de1.000 cm2 que alberga a unos 30.000 millones de neuronas.

El neocórtex está relacionado con las capacidades y activi-dades cognitivas (personalidad, consciencia, pensamiento abs-tracto y lenguaje), al margen de otras funciones motoras y sen-soriales. Es la parte inteligente del cerebro, la que piensa, razona,planifica, toma decisiones y, por tanto, la que nos distingue delos animales. Se corresponde con las funciones mentales supe-riores de los humanos, capaces de controlar los instintos y dic-tar nuestra conducta. Es la parte del cerebro que madura mástarde, hecho que acontece en la adolescencia tardía. En aparien-cia, el neocórtex es el asiento del procesamiento mental de laautoconciencia.

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Capítulo IVAntecedentes históricos

Orfeo hizo con su laúd que los árbolesy las cumbres heladas de las montañasse inclinaran cuando él cantaba. Al son de su música brotabanplantas y flores, como en una eterna primavera con sol y lluvias.

William Shakespeare

Los orígenes de la utilización terapéutica de los sonidos yla música se remontan, posiblemente, al principio de la huma-nidad.

Hace unos 6.000 años, el sonido de la voz y de los instru-mentos musicales se utilizaba en los templos de Mesopotamiapara aplacar la ira de los dioses y evitar que éstos arrasaran einundaran sus cosechas.1

En el antiguo Egipto, se atribuía a la música una influenciafavorable sobre la fertilidad en la mujer. Así consta en unospapiros médicos hallados en Kahum (1899) y que datan del año1.500 a.C. Quizás sean los primeros escritos que se han encon-trado con referencias terapéuticas de la música.2

Otra reseña histórica, más conocida en la tradición cristia-na, es la citada por la Biblia (I, Samuel, 16:23) sobre David y elrey Saúl: “Cuando el mal espíritu de Dios se apoderaba de Saúl,David tomaba el arpa, la tocaba, y Saúl se calmaba y se poníamejor, y el espíritu malo se alejaba de él…”

En general, a lo largo de la historia, las culturas primitivashan mantenido la creencia de que la música era un don dela divinidad y que la enfermedad era propiciada por el peca-do, posesión de demonios, maldiciones de brujos y, por tanto,

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era un castigo de dios. En consecuencia, el enfermo estabaposeído por los malos espíritus y para aplacar a la divinidady poder curarse, el brujo o curandero aplicaba elementosmágicos para liberar al enfermo de dichas maldiciones, sien-do los sonidos y la música una parte muy importante endichos rituales.

La creencia de que la música estaba asociada a la divinidad,permaneció casi hasta la Edad Media e incluso persiste hoy enlos pueblos y culturas aborígenes que aún sobreviven en deter-minadas zonas geográficas dispersas por el planeta.

© Editorial UOC 84 Música y neurociencia: la musicoterapia

Diversas tradiciones chamánicas de Mongolia, Africa, Arabia

y Mexico, incluso tradiciones cabalísticas del judaísmo, del

cristianismo y tradiciones espirituales sagradas del Tibet han uti-

lizado la música para sanar y transformar (Goldman, Sonidos que

sanan, 1996).

“…los chamanes de los Kintak-Bong (Asia) tratan a los enfer-

mos en sus cabañas; el coro que se encuentra fuera ayuda con

sus cantos a que el chamán entre en éxtasis y pueda así encon-

trar al demonio. En cuanto lo ha conseguido repite continua-

mente su nombre, el nombre del espíritu de la enfermedad…”.

El médico, brujo o chamán, utiliza el canto, el tambor o el

gong para llamar a sus espíritus auxiliares y que le ayuden a reco-

nocer a los espíritus malignos que poseen al enfermo (Poch,

Compendio de musicoterapia, 1999).

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4.1. Antigüedad (siglos VIII a.C. – V d.C.)

Grecia alumbró la música del occidente europeo y fue dondepor primera vez se formularon sus bases racionales y científi-cas. La cultura griega dio vital importancia a la música comomedio o ayuda para determinadas enfermedades, simplemen-te en base a la situación clínica y observación y sin atribuirleelementos mágicos, aunque sí religiosos.

La música tenía un origen divino (uno de sus dioses practi-cantes de la lira era Apolo) y la enfermedad se interpretaba comouna consecuencia del pecado. Para calmar e interceder a los dio-ses para que restituyeran la salud, se utilizaba el canto y la músi-ca. Así se refleja en los escritos de Homero (siglo VIII a. C.) enlos que alude al poder terapéutico del canto.

La contribución de Pitágoras (582 a.C.) y sus discípulos hasido uno de los más valiosos legados que seguimos disfrutan-do. Fue el primero en atribuirle una base matemática, lamisma que imperaba en la creación del universo. Las pro-porciones relativas de los sonidos musicales mantienen unparalelismo con determinadas proporciones físicas natura-les armoniosas (número áureo), muy utilizado en pinturas,esculturas, y arquitectura, como por ejemplo en las pirámi-des de Egipto. Pitágoras defendía la teoría de que existe una“música de las esferas” originada por los cuerpos celestes.3 Talcomo expone Gaynor, director del departamento de medici-na oncológica e integrativa del Centro Strang-Cornell para laprevención del cancer de Nueva York, Pitágoras relacionabael sonido con el universo: “Cada cuerpo celestial, de hechocada átomo, produce un sonido particular debido a su movi-miento, su ritmo o vibración. Todos estos sonidos y vibracio-nes componen una armonía universal, en la que cada elemen-

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to, sin perder su propia función y carácter, contribuye a la tota-lidad”.4

Pitágoras estaba convencido de que la música influía en elespíritu, y la describía como la medicina del alma. Reflexionóacerca de la relación que la música tenía con los sentimientosy recomendaba el canto o la práctica diaria de un instrumen-to, como la lira, para ahuyentar del organismo el malhumor olas preocupaciones.

Otros sabios de la época posteriores a Pitágoras, tales comoAristóteles (384 a.C.) y Platón (427 a.C.) recomendaban lamúsica para combatir el miedo pues creían que la música influ-ía en los estados de ánimo.5

Aristóteles reconocía la eficacia de la música ante lasemociones incontrolables, por su capacidad de facilitar unacatarsis emocional. Suya es la frase: “La música no se prac-tica con miras a un único tipo de beneficio que de ellapueda resultar, sino para múltiples usos, porque puede ser-vir para la educación, para procurarse la catarsis y para elreposo, alivio del alma y suspensión de las fatigas (…) Esnecesario hacer uso de todas las armonías, pero no de todasdel mismo modo, empleando para la educación las que tie-nen un mayor contenido moral, para escuchar luego lamúsica que resulta de otras que incitan a la acción o despier-tan las emociones…”. En su obra Política, explicó como lamúsica afectaba a la voluntad. Platón, por su parte, receta-ba música y danzas para los estados de angustia y terror,con el fin de dar serenidad al alma.

En la cultura helenística, según cita la historia, los doloresde ciática y de la gota se aliviaban con música de flauta.

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Capítulo VILos efectos de la música en los seres vivos

La música es el arte más directo.Entra por el oído y va al corazón.

Magdalena Martínez

En ocasiones, pueden sorprendernos determinadas noticiasque aparecen en los medios de comunicación, como por ejem-plo, la siguiente: “La música, en invernaderos de semillas, influ-ye en una germinación más rápida y de mayor calidad”. Sinembargo, si reflexionamos acerca de la constitución de la mate-ria, tal como hemos apuntado en el capítulo 2 (El sonido:vibración y energía), intuimos que es posible que existan inter-acciones e intercambios energéticos (acústicos-biológicos) queden lugar a determinadas respuestas, inesperadas y muchasveces, asombrosas.

Los efectos de la música en los seres vivos se han comproba-do en numerosas ocasiones, tanto en vegetales, animales y porsupuesto, en los seres humanos. Es típico, por ejemplo, citar losestudios sobre la influencia positiva o negativa en el rendimien-to lácteo de las vacas. Aquellas vaquerías que están próximas alos aeropuertos y sometidas a niveles elevados de ruido se ven per-judicadas al disminuir su producción de leche. Por el contrario,cuando dichos establecimientos se amenizan con seleccionadamúsica clásica, se ha observado que se incrementa su producción.

Otro ejemplo, clásico, pero muy emotivo es la historiaverídica que se relata en un documental titulado “El came-llo que llora”, grabado por un equipo de reporteros en unastribus nómadas del desierto de Gobi (Mongolia).1

© Editorial UOC 103 Los efectos de la música…

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El argumento es el siguiente: una familia de pastoresnómadas ayuda a los nacimientos de su manada de came-llos. Uno de los camellos tiene serias dificultades para dara luz, pero, con la ayuda de la familia, consigue alumbrar asu cría, un camello de color blanco, diferente a los demás.A pesar de los esfuerzos de los nómadas, la madre rechazaal recién nacido, negándole su leche y amor maternal.

Cuando se produce un parto difícil, es bastante comúnque la madre rechace a la cría. La mayoría de las veces, sinembargo, llega a aceptarla, pero si no es así, la única solu-ción que conocen, tradicionalmente, es mediante la inter-vención de un músico.

Así pues, los nómadas envían a sus dos hijos a un viajepor el desierto, en busca del especialista. Regresan al campa-mento con el músico y se inicia el ritual. Éste empieza a tocarel instrumento y pasados unos minutos le acercan a la cría yla madre vuelve a rechazarla. El músico insiste de nuevo y,simultáneamente, una de las mujeres de la familia empieza aacariciar al camello por la zona cercana al corazón mientrascanta una preciosa melodía. Al cabo de unos minutos vuelvena acercarle la cría y entonces se producen unas emotivas esce-nas: empiezan a brotar lágrimas del camello permitiendo quese aproxime su cría y pueda así amamantarse para sobrevivir.

Toda la familia que estaba presente en el acto, situada alre-dedor de los animales, regresa a sus cabañas, dejando a solasal camello y su cría. El documental muestra que ambas,estando ya solas, continúan permaneciendo juntas y que hadesaparecido todo el rechazo que hasta entonces se habíaproducido en la madre.

El ser humano responde, mediante cambios fisiológicos, auna gran variedad de estimulos externos: la música, el sonido,

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el yoga, la meditación, el ejercicio físico… Todos ellos soncausa de efectos medibles y comprobados. La energía sonora,en particular, afecta al organismo biológico de los seres vivosy sería absurdo pensar que el ser humano fuera insensible a susestímulos. Es más, se han comprobado sus efectos no solamen-te a nivel fisiológico o corporal sino también en sus dimensio-nes mental, emocional y espiritual.

© Editorial UOC 105 Los efectos de la música…

El Dr. R. Oruç Güvenç,

maestro sufí, psicólogo y pro-

fesor de musicoterapia en la

universidad del Mármara de

Estambul comenta “…en

cuanto a la experiencia curati-

va de la música recuerdo que

estuve viajando en la década

de los 70 por pueblos del Asia

central para conocer los músi-

cos del lugar. Entonces vi

como ellos curaban con su

música de la misma manera

que hacían sus antecesores.

Eruditos antiguos como Al-

Farabi, Ibn-i-Sina, Hassan

Suuri y Abdul Meragi desarro-

llaron técnicas artísticas y

musicales para recordarle al

alma humana su belleza y uni-

dad divina. Yo he comproba-

do posteriormente como esta

música es aplicable a otros

contextos culturales, por ejem-

plo aquí en occidente. Estos

músicos del Asia central des-

arrollaron los Makams que son

una amplia gama de tonalida-

des que poseen efectos curati-

vos específicos en el ser físico,

emocional y espiritual. Soy

doctor en medicina y he rea-

lizado estudios empíricos sobre

los efectos de estas músicas.

Realicé trabajos con pacientes

en la Universidad de Estambul.

También colaboré en Berlín en

el Urban Hospital. Los ence-

falogramas demostraron que

los diversos makams de la

musicoterapia tradicional

generaban respuestas positi-

vas tan intensas como los mis-

mos fármacos.

Cuando la persona escu-

cha música se produce un

cambio en su sistema endo-

crino. Si la música te transmi-

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6.1. Música y emociones

El sonido y la música nos producen emociones ¿Quién nolo ha experimentado en alguna ocasión? Las emociones modi-fican nuestra fisiología, alteran nuestro ritmo cardiaco, nues-tras pulsaciones, nuestras hormonas, y percibimos esas sensa-ciones de bienestar, felicidad, alegría, tristeza, melancolía…Una canción alegre puede excitarnos y proporcionarnos unosminutos de felicidad y una canción triste puede inducirnos aun estado melancólico. Pero, también, una música suave yarmónica comparte nuestro tiempo de estudio, de reflexión, demeditación y una música rítmica es ideal para estimularnosmientras practicamos ejercicio físico.

Hay multitud de ocasiones cotidianas en las que utilizamosla música, ya sea de una forma consciente o inconsciente.Siempre hay una razón para ello, pues sabemos que la músicanos aporta comprobados beneficios: alegría, tranquilidad, con-centración, recuerdos, ritmo físico, interiorización, serenidad,paz…

© Editorial UOC 106 Música y neurociencia: la musicoterapia

te alegría o calma se produ-

cen un aumento de endorfi-

nas en el cuerpo que están

relacionadas con el sistema

inmunológico y el nervioso.

También sabemos que cuan-

do la música es extremada-

mente alta, cuando supera los

80 decibelios, atrofia una serie

de neuronas del cerebro, pro-

duciendo taquicardias, cam-

bios de humor, etc.”.

(http://www.concienciasin-

f ronte ra s . com/pag ina s /

CONCIENCIA/orus.html);

www.tumaca.com

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Imaginemos tres grupos de personas que asisten a concier-tos de música en directo, en diversos escenarios de Barcelona:un concierto de la Philarmónica de Viena (L’Auditori), unconcierto de Bruce Springsteen (El Palau de Sant Jordi), yun concierto - meditación de Shirai (Antar). ¿Qué tienen encomún y en qué se diferencian esos grupos de personas?

Sin tener en cuenta su gran pasión por la música, comúna todas ellas, seguramente experimentarán diversas sensacio-nes y efectos en todos y cada uno de los casos. La diferenciaentre ellas es que incluso dentro del mismo grupo, las sen-saciones experimentadas serán totalmente individuales.Difícilmente dos personas percibirán exactamente las mismassensaciones con los mismos efectos derivados.

Si pudiéramos observarles nos daríamos cuenta que en elprimer caso (concierto de música clásica), las personas per-manecen quietas, en reposo, en sus asientos, pero su mira-da y sus expresiones faciales nos indican que están experi-mentando determinadas emociones. En el segundo caso(concierto de rock), resulta evidente por los movimientos yagitación de sus cuerpos que todas ellas están en “otromundo” experimentando una gran sensación de alegría y feli-cidad. En el tercer caso (concierto-meditación), observaría-mos una gran quietud de sus cuerpos, todas ellas con losojos cerrados y una total pasividad, percibiendo un entornode paz y serenidad.

Si cada una de las personas dispusiera de sensores bioe-léctricos, de manera que fuera posible medir sus constantesfisiológicas, hallaríamos una serie de efectos comunes: aumen-to de las palpitaciones, sudor, temblores, variación de laresistencia eléctrica de la piel, entre otros. Suponiendo quefuera posible medir sus estados emocionales, comprobaría-mos que experimentan una u otra sensación de felicidad,

© Editorial UOC 107 Los efectos de la música…

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euforia, alegría, tranquilidad, serenidad, paz… Si fuéramoscapaces de indagar en el interior de sus mentes, de saberque ocurre en ellas, nos encontraríamos con imágenes,recuerdos, pensamientos, y si por un casual pudiéramosadentrarnos en su consciencia posiblemente percibiríamosun estado de comunicación, de conexión con su parte másíntima, más espiritual.

¿Acaso no hemos experimentado todo esto en algunaocasión? ¡Seguramente que sí! Es fácil, pues, afirmar que lossonidos y la música nos afectan holísticamente, íntegra-mente, en todas nuestras dimensiones física, mental, emo-cional y espiritual.

La percepción de la música está íntimamente ligada a lasemociones. Las áreas cerebrales que se activan con las emo-ciones y la música son prácticamente las mismas, como yahemos comentado, pues existen redes neuronales que interco-nectan diferentes áreas responsables de su percepción y proce-samiento. De alguna manera, la música impacta directamen-te en el sistema límbico, sede de nuestras emociones, sin pasarpor el filtro de nuestra parte más consciente que está relacio-nada con el neocortex.

Cuando las ondas sonoras son percibidas por el cerebro, seproducen reacciones psicofisiológicas. Respondemos con emo-ciones y éstas provocan cambios o alteraciones fisiológicas(aumento de la segregación de neurotransmisores y otras hor-monas) que actúan sobre el sistema nervioso central, afec-tando a todo nuestro ser. Pueden generar, por ejemplo, unamayor cantidad de endorfinas que aumenten nuestra “ener-gía” y nos hagan sentir mejor. Las emociones actúan comocatalizadores de los efectos y ésta es, según los expertos, el prin-cipal fundamento de la base terapéutica de la musicoterapia.

© Editorial UOC 108 Música y neurociencia: la musicoterapia

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Tal como cita Olivia Dewhurst-Maddock en su obra “Ellibro de la terapia del sonido. Como curarse con la música y lavoz” (1993), “…la música puede saltarse los filtros lógicos yanalíticos de la mente, para establecer un contacto directocon sentimimentos y pasiones escondidos en lo más pro-fundo de la memoria y de la imaginación. Esto provoca, asu vez, unas reacciones físicas.”

6.2. El Patrimonio sonoro

El cerebro se alimenta de estímulos y el sonido es uno deellos. Desde la infancia y, ya en el claustro materno, hemospercibido vibraciones, sonidos. Se ha investigado acerca de lainfluencia personal de los sonidos y la música a los que hemosestado expuestos durante los primeros años de la vida, con-dicionados obviamente por nuestro entorno cultural. Algunosautores definen este fenómeno como la “identidad sonora”o ISO, aludiendo a todo el compendio de mensajes sonorosque hemos recibido desde que fuimos engendrados hastanuestros días y que nos caracterizan y, a la vez, nos individua-lizan.

El feto vive en un mundo sonoro envuelto por las paredesvibracionales del vientre de su madre. Se sabe que es capaz depercibir los sonidos generados inconscientemente por ésta(latidos del corazón, respiratorios, movimientos intestinales,…)o conscientemente (cantos, voces, susurros), respondiendo a losmismos con impulsos motores claramente percibidos por lamadre.

© Editorial UOC 109 Los efectos de la música…

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