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Quistes foliculares Pueden derivar de un folículo preovulatorio (sin luteinización de la pared), de uno postovulatorio (con luteinización de la teca o granulosa) o de uno atrésico. El folículo al ovular alcanza normalmente 3 a 3,5 cm, por lo que los quistes foliculares sin luteinización son mayores de 3,5 cm y menores de 10 cm. Generalmente se trata de uno solo. Son de contenido líquido seroso, superficie interna lisa, pared delgada y constituida por granulosa y teca interna, con o sin luteinización, a veces la pared es hialina (quiste del folículo atrésico). El quiste folicular preovulatorio generalmente secreta estrógenos y se produce por sobreestimulación de hormona folículo estimulante. El quiste de granulosa luteínica secreta progesterona y frecuentemente se origina de folículos que no alcanzaron a romperse al ovular. El de teca luteínica secreta andrógenos, tiene luteinización predominantmente de la teca interna y se produce por sobreestimulación de hormona luteinizante (LH) o gonadotrofina coriónica (HCG), endógenas o exógenas. Los quistes del folículo atrésico pueden secretar andrógenos. Las complicaciones de estos quistes son la hemorragia intraquística y ruptura al peritoneo. Quistes folicular. Es el más común de los quistes de ovario. En condiciones normales, el folículo ovárico es estimulado por las hormonas de la hipófisis FSH y LH y se produce un quiste que mide alrededor de 20–24 mm para la época de ovulación. El folículo se rompe cuando la hipófisis produce cantidades elevadas de LH y libera el óvulo. Si ocurre la ovulación, el quiste formado se rompe, el líquido que estaba dentro cae en la

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Quistes foliculares

Pueden derivar de un folículo preovulatorio (sin luteinización de la pared), de uno postovulatorio (con luteinización de la teca o granulosa) o de uno atrésico. El folículo al ovular alcanza normalmente 3 a 3,5 cm, por lo que los quistes foliculares sin luteinización son mayores de 3,5 cm y menores de 10 cm. Generalmente se trata de uno solo. Son de contenido líquido seroso, superficie interna lisa, pared delgada y constituida por granulosa y teca interna, con o sin luteinización, a veces la pared es hialina (quiste del folículo atrésico).

El quiste folicular preovulatorio generalmente secreta estrógenos y se produce por sobreestimulación de hormona folículo estimulante. El quiste de granulosa luteínica secreta progesterona y frecuentemente se origina de folículos que no alcanzaron a romperse al ovular. El de teca luteínica secreta andrógenos, tiene luteinización predominantmente de la teca interna y se produce por sobreestimulación de hormona luteinizante (LH) o gonadotrofina coriónica (HCG), endógenas o exógenas. Los quistes del folículo atrésico pueden secretar andrógenos.

Las complicaciones de estos quistes son la hemorragia intraquística y ruptura al peritoneo.

Quistes folicular.

Es el más común de los quistes de ovario. En condiciones normales, el folículo ovárico es estimulado por las hormonas de la hipófisis FSH y LH y se produce un quiste que mide alrededor de 20–24 mm para la época de ovulación. El folículo se rompe cuando la hipófisis produce cantidades elevadas de LH y libera el óvulo. Si ocurre la ovulación, el quiste formado se rompe, el líquido que estaba dentro cae en la pelvis y se forma el cuerpo amarillo. Si no ocurre el embarazo se atrofia y viene la menstruación. Cuando existen alteraciones de ovulación, el folículo no se rompe y sigue creciendo por encima de los valores normales de 20–24 mm. Aunque rara vez alcanza los 5 cm, en ocasiones puede alcanzar un tamaño superior a 10 cm. Una vez formado el quiste, puede evolucionar de diversas formas.

Puede ocurrir un sangrado que simule una menstruación y el quiste desaparece espontáneamente.

Puede que no alcance gran tamaño, no se rompe y se va acumulando en el ovario (síndrome de ovarios poliquísticos o lleno de múltiples quistes).

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Puede adquirir gran tamaño y romperse sin producir problemas, aunque en muy raros casos puede haber hemorragia interna que requiere de una cirugía de emergencia. Puede adquirir gran tamaño, no romperse y quedar en la pelvis, produciendo dolor, alteraciones de la menstruación y falta de ovulación

Quistes foliculares

Los quistes foliculares del ovario son las estructuras quísticas más comunes halladas en los ovarios normales. Estos quistes provienen de variaciones patológicas temporarias de un proceso fisiológico normal y no son neoplásicos. Los tumores son el resultado de la

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falta de eclosión de un folículo maduro dominante o de la insuficiencia de un folículo inmaduro para sufrir el proceso normal de atresia, sin reabsorción del líquido folicular. Como factor etiológico se ha postulado la liberación anormal de gonadotrofinas de la hipófisis anterior (5). Muchos quistes foliculares pierden la capacidad de producir estrógeno; en otros casos, las células de la granulosa siguen siendo productivas y segregando estrógenos en forma prolongada. Los quistes foliculares solitarios son comunes y pueden ocurrir durante todos los estadios del crecimiento, desde la vida fetal hasta la menopausia. Mediante la ecografía, pueden encontrarse en 68 % de los ovarios premenárquicos (usualmente tienen menos de 10 mm de diámetro). Los quistes tienen paredes delgadas, son uniloculares y su tamaño va desde algunos milímetros hasta 8 cm de diámetro, con un promedio de 2 cm. Los quistes foliculares están recubiertos por una capa interna de células de la granulosa y una capa externa de células de la teca interna.

La mayoría de los quistes foliculares son asintomáticos y muchos son descubiertos en forma circunstancial. La pared delgada que rodea a la tumoración predispone a su ruptura, por ejemplo, durante el examen de la pelvis. Durante el examen clínico se puede detectar una masa ocupante pélvica o la paciente puede tener síntomas relacionados con la mayor síntesis de estrógenos, como la precocidad sexual, los trastornos menstruales o la hiperplasia del endometrio. Los quistes foliculares o del cuerpo lúteo con signos de ruptura o hemorragia intraperitoneal son menos frecuentes. Aunque habitualmente esta hemorragia no tiene significado clínico, a veces puede ser masivo y requerir la intervención quirúrgica. Esta complicación es más común en las pacientes con predisposición a las hemorragias, como las que están bajo tratamiento anticoagulante o sufren diátesis hemorrágica.

Para el diagnóstico el ultrasonido y sus parámetros tienen una sensibilidad de 80 % y una especificidad del 93 %, lo que ha hecho que este examen sea el estándar de oro para el

diagnóstico de masas ováricas. La ultrasonografía transvaginal ha demostrado ventaja considerable sobre la sonografía transabdominal convencional (6).

Cuando se sospecha un quiste folicular, su manejo es conservador. Muchos de ellos se resuelven dentro de las 8 a 12 semanas de observación. El tratamiento de la paciente mediante ACO puede acelerar la resolución del quiste. Esta estrategia también se aplica a la paciente joven sometida a

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salpingooforectomía unilateral para el tratamiento del cáncer de ovario y que desarrolla un quiste de ovario unilocular luego del tratamiento (Muram y col.,

1990) y a la paciente posmenopáusica que tiene un quiste simple de 5 cm de tamaño (Auslender y col., 1996).