Estructura Hermeneutica de Juan

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6 HERMENEUTICA BIBLICA Y TEOLOGIA FUNDAMENTAL J.Oriol Tuñí, sj. Fernando Manresa, sj. Sumario La estructura hermeneútica del evangelio de Juan: reflexiones y planteamiento Reflexiones en torno a una teología fundamental hermenéutica

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sobre el ev. de Jn

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    HERMENEUTICA BIBLICA

    Y TEOLOGIA FUNDAMENTAL

    J.Oriol Tu, sj. Fernando Manresa, sj.

    Sumario

    La estructura hermenetica del evangelio de Juan: reflexiones y planteamiento

    Reflexiones en torno a una teologa fundamental hermenutica

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    Presentamos en este cuaderno el resultado -a rehacer, desarrollar y concretar- de un

    dilogo entre una reflexin que trata de captar cada vez con ms penetracin la naturaleza de un texto neotestamentario (el evangelio de Juan) y la reflexin que intenta formular con ms coherencia y con ms relevancia -en la medida de lo posible- la naturaleza de lo que habitualmente llamamos "teologa fundamental ".

    No siempre ambos tipos de reflexin se han compenetrado suficientemente. Ms bien -est es nuestra impresin- han existido o yuxtapuestamente o -en otros casos- conflictivamente. La reflexin teolgico fundamental se ha valido, en el mejor de los casos, de los resultados de la investigacin bblica la cual, como un "instrumento ", fa-cilitaba a aqulla el "material preparado".

    La primera parte de este cuaderno contiene un artculo cuyo autor ha publicado ya en la revista "Estudios Eclesisticos". En la primera nota de dicho artculo, O. Tu ya alude a este dilogo.

    La segunda parte contiene -casi en forma de enunciados tan slo- lo que ulteriormente ser desarrollado.

    Es de esperar que estas pginas muestren la utilidad de este dilogo: tanto para dar a la reflexin bblica un lugar -ms que "'instrumental"- dentro de la teologa funda-mental, como para que sta se vaya dejando modelar desde dentro por aqulla. No deja de ser til ir comprendiendo poco a poco que el carcter hermenutico y prctico de la teologa fundamental no deriva ante todo de la cris?}) moderna de un cierto tipo de teologa, sino ms bien de la '/Iaturaleza misma del mensaje cristiano confesado, expre-sado e histricamente transmitido.

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    LA ESTRUCTURA HERMENEUTICA DEL EVANGELIO DE JUAN: REFLEXIONES V PLANTEAMIENTO

    En una publicacin relativamente reciente apuntaba el conocido exegeta jonico R. Schnackenburg lo siguiente: "pese a todos estos estudios1, el problema hermenutico fundamental de la exposicin jonica del evangelio necesita un tratamiento detallado"2. No se pretende con este breve estudio hacer un anlisis detallado de un problema que hace aos espera no slo un tratamiento que no se ha hecho sino sobre todo una lnea de salida al impasse en que se halla prcticamente desde el comienzo de la poca crtica3.

    Sin embargo, inevitablemente, se trata de un tema con una historia de cierta importancia tras de s4. A pesar de ello me voy a permitir dejar de lado un recorrido que resultara complicado en cualquier caso y que apenas si sera relevante para esta breve aportacin. Porque se trata, ms que de otra cosa, de una historia implcita. No hay tra-bajo que la hayan retrazado5 y, por consiguiente, resulta bastante complejo iluminarla. Voy a prescindir por tanto de hacer referencia a aspectos que resultan globalmente muy conocidos.6.

    El trabajo va a ser breve y voy a ceirlo a dos apartados. Primero presentar tres aspectos que me parece definen por dentro la estructura hermenutica del Evangelio de Juan (EJ). Pasar luego a formular el tema, en cierto sentido, nivel de tesis. La exposicin acaba con dos reflexiones a modo de preguntas o cuestiones planteadas a la luz de lo dicho.

    1. TRES ASPECTOS FUNDAMENTALES

    El problema del doble nivel del evangelio

    El carcter doctrinal de EJ es un dato prcticamente unnime de la historia de la exgesis jonica. Si se quiere, el mero hecho de que la exgesis antigua lo calificara como obra dl "telogo" ya es un dato indicativo en este sentido. Pero, adems, la exgesis crtica lo ha tenido siempre como un evangelio difcil de definir, precisamente a causa de sus peculiaridades lingsticas y de su enigma interno7. Por otra parte y dejando al margen opiniones relativamente espordicas8 la lejana del EJ respecto a los hechos que presenta resulta tambin un aspecto adquirido en la exgesis jonica9.

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    Precisamente por ello sta se ha esforzado en encontrar un humus ideolgico que clarifique tanto el sentido del peculiar lenguaje de esta obra como tambin su estructura ideolgica interna. En una palabra el intento de dar con lo que podramos llamar el Sitz im Leben doctrinal del evangelio jonico ha sido desde el comienzo de la poca crtica una tarea central de la exgesis, supuesto sobre todo que los anlisis de la Formges-chichte no lograban incidir en el compacto ncleo jonico.10.

    Dentro de esta lnea hay que situar una aportacin de la exgesis reciente que tiene hondas races en la historia de la interpretacin del EJ11. Se trata de la propuesta formulada en 1968 por J.L. Martyn, pero recogida y aceptada por muchos otros exegetas jonicos, de leer el EJ como una obra que refleja dos niveles: el nivel de la vida de Jess y el de la vida de la comunidad jonica. El punto de apoyo ms citado es el tema de la expulsin de los cristianos jonicos de la sinagoga farisea. Se arguye que la medida disciplinaria juda a que se refiere el texto del EJ (9,22; 12, 42-43 y 16,2) slo puede datar de la reunin juda de Jamnia (ea. 90 d.C.) y, por consiguiente su referencia al tiempo de Jess resulta un anacronismo patente. De aqu la propuesta hermenutica: el EJ es una obra que refleja al mismo tiempo los sucesos de la vida de Jess y los que caracterizan la vida de la comunidad12.

    Este doble nivel deja bien claro que "la habitacin del Verbo entre nosotros" y el hecho de que "hayamos contemplado su gloria" no pueden ser sucesos que tuvieron lugar slo en el pasado, ni constituyen tampoco para el EJ un tiempo ideal, cuando el reino de Dios se hizo presente en la tierra. Los sucesos sobre los que versa el testimonio del EJ hacen referencia a dos niveles. Y, segn el punto de vista del EJ, su valor para los dos niveles constituye, en s mismo, el contenido de la buena nueva de esta comunidad13.

    Esta hiptesis ha despertado un inters ms positivista que hermenutico (de hecho las mayores crticas a la misma, se han hecho sobre todo a la exactitud de la atribucin de ciertos sucesos de la comunidad a un contexto histrico que a algunos se les presenta como muy cuestionable)14. Y, sin embargo, la propuesta tiene mayor importancia hermenutica que histrica. Quisiera mostrar primero esto y luego pasar a una consideracin ms de fondo.

    Segn el punto de vista de esta lectura del EJ en dos niveles, uno sera el nivel de la vida de Jess, otro en cambio el que hace referencia a las preguntas y problemas de la comunidad en que se escribe la obra. Por tanto el testimonio que tenemos en el EJ hara referencia y valdra para los dos niveles. Y este valor constituira, en s mismo, el contenido de la buena nueva de esta comunidad.

    Conviene analizar un poco ms de cerca esta afirmacin fundamental. Que tenemos dos niveles en el EJ resulta una constatacin suficientemente clara e importante. Que el testimonio del EJ vale para los dos niveles es algo ms. Porque ello ha de tener una justificacin. Cul es esta justificacin?

    Conviene recordar que en la misma lnea, pero con anterioridad, ya haba hablado X. Leon Dufour de la posibilidad de encontrar en el EJ un doble momento de inteleccin15. El momento que hara referencia al interlocutor de Jess y el momento que corresponde al lector del evangelio. Se trata de una propuesta sensiblemente idntica. Con una salvedad: Lon Dufour subraya ms bien que se trata de un momento de comprensin distinto. Por consiguiente la propuesta resulta ms directamente hermenutica. Porque el acento est en que el EJ puede ser comprendido como presentacin de los sucesos de la vida de Jess, pero tambin como reflejo y plasmacin de los momentos ms importante de la vida de la comunidad. El acento de la propuesta de Lon Dufour, como

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    ha evidenciado en ulteriores aportaciones suyas16, est en dos tipos de lectura y comprensin del EJ y no tanto en dos niveles separables o autonmicamente independientes el uno del otro (cosa que Martyn tampoco propugnaba directamente).

    Por consiguiente, segn esta propuesta de lectura e interpretacin del EJ, estamos ante una obra que puede entenderse de dos formas distintas aunque referidas la una a la otra. El lector original del evangelio captaba aquello que le afectaba directamente: la sorpren-dente iluminacin del sentido de la vida y la fe de la comunidad al leerla a la luz de la vida de Jess. Esta es la razn por la que X. Lon Dufour habla ms explcitamente de lectura simblica del EJ17.

    Cabe que nos preguntemos qu es lo que con ello se implica: quiere decir que la habitacin del Verbo entre nosotros tiene el mismo valor ahora que tuvo entonces? Quiere decir ms bien que la habitacin del Verbo entre nosotros se dio solamente entonces y en cambio ahora slo puede ser recordada? O quiere decir finalmente que la comunidad puede hablar ahora de la habitacin del Verbo entre nosotros y crecer que entonces tambin se dio, aunque no pudo ser captada?

    La misma formulacin de estas preguntas deja entrever que estamos amoldando la problemtica hermenutica a un horizonte temporal que, de hecho, es asumido como intocable. O, lo que es lo mismo, nuestras preguntas hacen patente que nos movemos muy torpemente en el terreno de la interpretacin: la distancia que separa los hechos de Jess y la vida de la comunidad parece que no puede superarse en modo alguno. La historia adquiere un valor de absoluto y la estructura temporal condiciona esencialmente la validez del esquema jonico. Segn la misma, el esquema en dos niveles correspondera a que el tiempo de Jess por una parte y el tiempo de la comunidad por otra son dos tiempos distintos, que tienen una consistencia propia y que no pueden ser identificados sin ms. Que este es el horizonte de la obra lucana creo que podemos afirmarlo sin temor (las matizaciones necesarias no afectan a la validez del esquema general18). Sin embargo cabe que nos preguntemos: este marco temporal que parecen presuponer nuestras preguntas, corresponde al que utiliza el EJ? No estamos suponiendo demasiado al aplicar el esquema lucano a la estructura interna del EJ? Conviene aclarar este punto porque aqu est en juego no slo la legitimidad de este doble nivel.

    El EJ Y el tiempo (la historia)19

    La nica forma de responder a la pregunta por la legitimidad de la presentacin jonica es intentar desentraar la valoracin de la magnitud "tiempo" en el EJ. Se trata de analizar si el tipo de concepcin temporal que subyace a la obra no tiene algo que ver con el modelo de niveles superpuestos o incluso identificados. Este tema se puede analizar con mayor o menor detalle. Aqu, lgicamente, interesa slo su aspecto global. Para ello tenemos un concepto tpicamente jonico que puede ayudarnos a calibrar cmo valora el tiempo (si se quiere, ms ampulosamente, "la historia") el EJ: se trata del tema de la "hora".

    Bastar recordar algunos de los aspectos ms sobresalientes del tema. Como es bien sabido la hora de Jess es un tema que recorre todo el EJ: 2,4; 7,30; 8,20; 12,23; 12,27; 13,1; 17,1. Pero, adems, la presentacin jonica est marcada por frecuentes referencias a "horas" concretas: 1,39; 4,6; 4,52-53; 19,14... Finalmente hay afirmaciones acerca de "una hora" que se acerca y que ya est aqu ("esta es la hora y es ahora" 4,23

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    cf. 4,21; 5,25; 5,28; 12,27; 16,2; 16,4; 16,25; 16,32). Qu quiere expresar el EJ con el tema de la hora? Conviene recordar sobre todo que el EJ habla en trminos de la hora de Jess, de su hora o de "esta hora". Ciertamente que no estamos ante un concepto directamente cronomtrico. El EJ no dice nunca cul es la hora de Jess. Ni siquiera se puede afirmar sin ms que la hora de Jess es la hora de su glorificacin. La hora no es importante en s misma. Es Jess quien la hace verdaderamente relevante. Por ello hay que subrayar que no se recuerdan los momentos cronolgicos de la vida de Jess porque fueran importantes en s mismos. Si lo son, ello se debe a que han sido marcados cristolgicamente por la presencia de Jess20.

    Podemos decir por consiguiente que el tema de la hora de Jess es un tema cristolgico. Es Jess quien determina el contenido de la hora, no al revs. Y el contenido de la hora se da ms bien en trminos cristolgicos. En este sentido la hora forma un todo con la existencia terrena de Jess, al mismo tiempo que constituye un acabamiento y consumacin... La hora es el momento cristolgico en que, en su obe-diencia hasta la muerte, se manifiesta en toda su grandeza lo que es toda la vida de Jess: fidelidad al Padre, cumplimiento del mandamiento del Padre, realizacin de su voluntad21.

    Ahora bien, con ello se est expresando algo muy importante: que Jess est por encima del tiempo. Por tanto la presencia de Jess en la tierra (lo que antes hemos descrito con Martyn como la habitacin del Verbo entre nosotros) ya es la salvacin, aunque los hombres no puedan comprenderlo. Pero tambi la presencia actual del Verbo en la comunidad resulta igualmente definitiva. No hay otras "etapas" salvficas. Jess es la presencia de la "gloria22.

    Hay que remarcar que con ello el tiempo de Jess (su "hora") fue "entonces" y es "ahora". Es sobre todo la comunidad jonica que puede decir "viene la hora y es ahora", porque es ella la que ha podido contemplar la "gloria" (eL 1,14). Ahora bien, esta superacin del tiempo entendido cronolgicamente resulta decisiva en el momento en que nos preguntamos por los dos niveles y por su consistencia. Pero antes de retomar el tema de los dos niveles hagamos una breve referencia a un tema clsico de la exgesis jonica, ntimamente enlazado con lo que venimos diciendo: la llamada escatologa de presente.

    El hecho de que Jess, en la presentacin narrativa del EJ, ofrezca la vida "aqu y ahora" ha resultado siempre un dato sorprendente. No vamos a insistir en las caractersticas de este peculiar trazo del EJ. Lo nico que nos interesa subrayar aqu es que ello es posible porque en el EJ es la Cristologa el horizonte de la escatologa y no al revs23. La plenitud del Jess jonico es definitiva y si Jess dice que "llega la hora y es ahora", ello se debe a que la hora que llega es l mismo. Pero, no porque se haya realizado un esquema de "promesa-cumplimiento" que garantice la verdad del mensaje salvfico jonico, sino precisamente porque con l todos los esquemas meramente cronolgicos quedan superados.

    Si lo que venimos diciendo es cierto (es decir, conforme a lo que quiere decir el EJ), entonces el fundamento ltimo del doble nivel es el mismo Jess jonico. O, si se quiere, es la peculiar cristologa jonica la que permite el encabalgamiento entre el tiempo del Jess y el tiempo del lector. Es en definitiva la identidad confesada entre el Jess presente y el Jess terreno lo que hace posible hablar conjuntamente y a la vez de Jess de Nazaret y del Seor presente. Por ello, si queremos entender el entramado hermenutico de esta obra, hemos de decir una palabra de la Cristologa jonica.

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    Jess en el EJ.

    En un aspecto de tanta importancia del EJ vamos a limitar nuestra exposicin a lo que interesa para nuestro tema de hoy. En concreto queremos mencionar brevemente unos cuantos aspectos esenciales.

    En primer lugar la centralidad de Jess. Se trata de un dato proverbial y plenamente adquindo que la centralidad de Jess tiene en el EJ unas caractersticas sin paralelo en el NT (con la posible excepcin de la carta a los Hebreos). Que Jess, en el EJ, no slo no predique el reino sino que no se refiera para nada a otra enseanza que la que ilustra la realidad de su persona, resulta un indicador suficientemente elocuente de una Cristologa que polariza en torno a s todos los aspectos de la obra. En este sentido no ha de resultar sorprendente que nos hallemos en el ncleo central del mensaje del EJ.

    Demos un paso ms: la caracterstica ms importante de esta Cristologa es su peculiar globalidad. Tanto las imgenes que ilustran la vida terrena de Jess (el cumplir la voluntad del Padre, el realizar su obra y llevar a cabo su mandamiento) como las que intentan definir ms profundamente su realidad ms ntima (el enviado, el hijo y no solamente el sorprendente realizador del ttulo "hijo de Dios") son imgenes globales, que no distinguen etapas o aspectos. La Cristologa jonica tiene siempre un cierto carcter global de totalidad y de plenitud. En el Jess jonico no tenemos ninguna teleisis, porque resulta tan perfecto y acabado al comienzo como al final del evangelio. Pero, adems, el Jess jonico no ha de esperar a la cruz y a la exaltacin para alcanzar su status de salvador definitivo porque ya ofrece la salvacin desde el comienzo. Por decirlo en trminos bien conocidos: el Lgos que ha venido ya puede ofrecer la luz y la gloria desde su aparicin24.

    Ahora bien ello es posible porque, como hemos indicado, en el EJ no tenemos fundamentalmente una presentacin cronolgica de Jess y de su obra. Tenemos ms bien la presentacin del Jess credo y confesado por la comunidad como Seor y como Dios (20,28 cL 1,1 y tal vez 1,18). Este es el Jess que presenta el EJ desde el comienzo al final, desde su aparicin como el Lgos hasta su marcha al Padre25,. En este sentido la confesin comunitaria no slo no es el punto de llegada del EJ: es el punto de partida indispensable para poder comprender su mensaje. Porque Jess es objeto de inters para la comunidad slo en la medida que es credo y confesado. Ahora bien, lo peculiar del EJ es que se pone ante el lector a un Jess confesado de forma narrativa. La presentacin jonica apela fundamentalmente a una de las etapas que marcan el contenido de la confesin: la etapa del Jess terreno. Por esto tenemos en el EJ una presentacin evanglica y no un tratado cristo lgico ni tampoco un manual de mstica cristiana 26.

    Sin embargo si esta presentacin narrativa se limitara a reproducir los datos de la tradicin sobre Jess, si hiciera una simple reproduccin material de gestos y palabras de Jess, entonces el EJ no expresara todo lo que es Jess para la comunidad. Por tanto, ni se legitimara su funcin de revelador del Dios invisible (1,18), ni se explicitara su status actual de hijo exaltado a la derecha, del Padre (cf. por ejemplo 8,35 y 14,3). Por esto la confesin comunitaria confiesa a Jess tambin como Lgos pre-existente (por inadecuada que sea esta formulacin) y como Seor exaltado. De lo contrario no lo confesara como Seor de la comunidad. O, si se quiere, precisamente porque lo confiesa como Seor de la comunidad, no lo puede presentar slo como "el terreno".

    Ahora bien, subraymoslo, para hablar del Jess revelador (el pre-existente) y del

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    Jess salvador (el exaltado), la comunidad apela fundamentalmente al Jess terreno. De aqu un encabalgamiento de "etapas". Un encabalgamiento que ni puede ignorar la complejidad de Jess (las "etapas" no pueden desaparecer o ser borradas, porque la condicin temporal no es negada en modo alguno sino, como hemos dicho, superada27), ni tampoco esconder el punto de partida de la presentacin: la fe y la confesin comunitarias. Pero, al mismo tiempo, un encabalgamiento que en realidad hace del Jess terreno un momento inextricable de la Cristologa28 y, de hecho, lo constituye en verdadero centro de la confesin.

    Esta es la razn por la que Jess, en el EJ, es siempre el mismo. No hay sucesos que le afecten y que hagan avanzar esta Cristologa. Jess tiene una plenitud que no ha de esperar a conseguir un status superior para ofrecer la vida. Jess lo es todo desde siempre (

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    2. LA ESTRUCTURA HERMENUTICA ESENCIAL DEL EJ

    Si, como hemos visto, el punto de partida de la presentacin cristo lgica jonica es la fe y al confesin de la comunidad, entonces resulta que esta fe y esta confesin cristolgicas (y hablar de fe y confesin no es un tpico cf.12,42-4333) son un aspecto intrnseco de lo que podemos llamar la Cristologa jonica. A la luz de esta constata-cin, suficientemente importante en s misma, la consistencia y la autonoma de los dos niveles queda englobada y asumida en la realidad cristolgica, que constituye una magnitud que abarca y engloba no slo el tiempo de Jess sino tambin el tiempo de la comunidad. Esto es lo que debemos explicar ms despacio.

    No ha de resultar sorprendente a quienes estn familiarizados con la (relativamente) reciente reflexin hermenutica el que apelemos a un esquema de H.G. Gadamer para ilustrar mejor la intencionalidad de la presentacin jonica34. Como es bien conocido habla este autor de una fusin de horizontes como clave de interpretacin de textos del pasado a la luz del presente. Esta fusin de horizontes formara un tercer horizonte (el de la comprensin e interpretacin) que dara la clave de lectura de las obras alejadas temporalmente del lector. Otros aspectos de la propuesta de Gadamer pueden ser omitidos aqu35.

    Que lo que tenemos en el EJ es una fusin de horizontes puede haber quedado claro con lo que hemos dicho antes. Los dos niveles corresponden fundamentalmente a los dos horizontes. Uno est distanciado (Jess de Nazaret), el otro es presente (Jess confesado). Ahora bien, aqu hay que recordar que, segn lo indicado, la justificacin ltima de esta fusin de horizontes, el de la vida de Jess y el de la vida de la comunidad, sera la fe cristolgica.

    Demos un paso ms, si la confesin de Jess como Seor y como Dios es de alguna manera el meollo de la Cristologa, y la Cristologa constituye el verdadero ncleo del EJ, entonces hay que reconocer que el tercer horizonte formado por la fusin de los otros dos es el texto mismo del EJ36. En l tenemos la comprensin de la comunidad que habla al mismo tiempo de Jess de Nazaret y del Seor de la vida presente. Y este doble nivel fusionado.. constituye una dimensin nueva, un nuevo horizonte que se presenta al lector para que, a su vez, ponga en marcha el ejercicio de la interpretacin. El EJ es, en este sentido, una determinada comprensin de Jess. Por ello se puede hallar en l al Jess terreno y al Jess presente. Y, de hecho, en la medida que la comunidad confiesa (precisamente a travs del EJ) la identidad de ambos, esta confesin es parte inextricable de la naturaleza misma del EJ. Es la confesin cristo lgica la que constituye el ncleo fundamental del EJ. Es este ncleo lo que el EJ ofrece al lector para que tambin crea.. (20,30-31 cf. 19,3537).

    Pero entonces no es posible una distincin adecuada entre Jess y la comunidad, porque la comunidad no est interesada en Jess al margen de la confesin. Por consiguiente el EJ es al mismo tiempo el Jess confesado y la comunidad confesante. Porque sin confesin no hay Cristologa jonica. Por ello la realidad ms profunda del EJ la ofrece la identidad confesada entre Jess de Nazaret y el Jess presente. Si se quiere, el EJ ofrece al lector una comprensin creyente de la realidad de Jess. Lo cual constituye evidentemente una interpretacin.

    Por consiguiente el meollo del EJ lo constituye una operacin hermenutica (una interpretacin) que es la esencia de la confesin. La confesin de Jess como Seor y

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    como Dios (20,29) se lleva a cabo mediante la comprensin de la identidad del Seor presente con el Jess terreno, lo cual es una operacin de interpretacin. Lo ms im-portante es que, segn lo que hemos dicho, esta operacin hermenutica es constitutiva de la misma Cristologa jonica. Para decirlo en trminos ms directamente epistemolgicos: la fusin de horizontes que constituye el ncleo del EJ no admite una distincin adecuada entre Jess y la comunidad; pero, adems la base de esta fusin es la misma Cristologa. Al margen de esta operacin es imposible captar el contenido esencial del EJ38.

    Hay que decir por lo tanto que la epistemologa que subyace a esta obra no puede ilustrarse a base de la teora del conocimiento platnico-aristotlica. La epistemologa que parte de la distincin entre sujeto y objeto no puede aplicarse a una obra que se funda en una necesaria implicacin entre sujeto y objeto. Estamos ms bien en una epistemologa en la que la distincin entre sujeto y objeto no aporta luz a la naturaleza de los hechos. No slo no aporta luz sino que resulta un obstculo para captar la naturaleza misma del EJ39.

    Antes de concluir esta breve presentacin conviene decir una ltima cosa. El EJ ha atribudo la operacin hermenutica que constituye el meollo del EJ a una realidad que no slo supera al hombre sino que lo enlaza con el mundo de Jess: el Parclito. Es slo a partir del don del Espritu Santo que el hombre podr recordar lo que Jess hizo y dijo (14,26 cf. 16,13) y slo entonces podr comprender el sentido no slo de la vida de Jess sino tambin el misterio de su persona (

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    3. DOS CUESTIONES FINALES

    Para acabar quisiera hacer dos reflexiones que se plantean ms como preguntas y que de hecho van dirigidas a los biblistas, aunque pueden ser de inters tambin para otras reas teolgicas, que incluyen directamente la teologa fundamental. La primera hace referencia al origen y filiacin del esquema hermenutica jonico. La segunda establece una somera comparacin con el esquema hermenutica de los sinpticos.

    Acerca del trasfondo cultural del esquema propuesto

    Se acostumbra a asumir que el esquema hermenutica que hemos delineado y que parece subyacer a la presentacin jonica se acerca peligrosamente a la Gnosis. Lo cual, segn algunos, descalificara la interpretacin jonica 44. Sin embargo uno se pregunta aqu varias cosas. Primero si esta clasificacin sera una descalificacin del EJ. Porque el hecho de asumir esquemas culturales distintos no lleva consigo una asumpcin de todos los elementos que los caracterizan 45. Pero esta cuestin la hemos de dejar simplemente abierta, sin poder entrar en ella porque nos llevara muy lejos. Sin embargo hay aqu una segunda cuestin que quisiramos por lo menos enunciar ms despacio. Resulta tan claro que estamos ante un esquema atemporal? No es el esquema jonico un esquema hermenutico de estricta filiacin bblica? Digamos una palabra en este sentido.

    En primer lugar una palabra acerca de la concepcin del tiempo que hemos detectado en el EJ. No hay datos bblicos que apuntan en un sentido parecido? Para poner algunos ejemplos: Tanto las glosas profticas aadidas a textos muy antiguos (algunas, como es bien sabido hasta 400 aos despus de la muerte del originador de una de-terminada corriente proftica), como la anacrnica atribucin de hechos posteriores a los Patriarcas (Abraham es el primero en celebrar la fiesta de las tiendas) son indicios de una concepcin del tiempo muy distinta del frreo esquema de tiempo lineal que suele atribuirse no slo a la Biblia sino tambin a las tradiciones judas 46. Los ejemplos pueden multiplicarse. Bastar recordar el esquema temporal del Seder pascual: en todas las generaciones nos hemos de mirar como si nosotros hubiramos salido de Egipto; El Santo, bendito sea, no slo nos redimi a nosotros, sino tambin a nuestros padres...; bendito seas, Seor, Dios nuestro, Rey del universo, que nos redimiste a nosotros y redimiste a nuestros padres en la salida de Egipto 47.

    Pero vayamos a un ejemplo ms cercano: La proclamacin deuteronmica ha sido invocada a menudo como trasfondo de diversas concepciones del EJ: el tema del mandamiento, el tema de la palabra interiorizada y prxima al corazn del hombre; los prodigios realizados por Yahv a la salida de Egipto; el tema de la relacin entre Dios y los hombres tematizado a traves de la imagen del amor de Padre e hijo, etc. 48. Sin embargo, lo que queremos subrayar aqu no son paralelos ms o menos verbales entre una y otra obras, sino ms bien un aspecto mucho ms profundo, de alcance hermenutico: el hoy cltico del Dt resuena fuertemente en todo el libro, pero sobre todo en la seccin central. El sentido del mismo no es tanto una actualizacin del pasado sino ms bien un trasladar a la comunidad al entorno de los hechos proclamados: para que recuerdes todos los das de tu vida el da en que saliste de Egipto (16,3). Lo

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    fundamental de este esquema de recuperacin del pasado no es tanto el movimiento cronolgico (o incluso topogrfico): no se trata de saber si los lectores van o ms bien son los hechos salvficos los que vienen. Lo fundamental es que los gestos de Yahv en favor del pueblo que se realizaron antao, afectan a la comunidad en su aqu y ahora. Son hechos salvficos para una comunidad que los experimenta muchos aos despus de que estos tuvieron lugar 49.

    Por otra parte el esquema no funciona slo en una direccin. Hay otros esquemas que funcionan con la misma agilidad. Por ejemplo el esquema soteriolgico del segundo Isaas en el que los sucesos restauradores se prometen en forma de hechos iniciales. Lo que se promete para el futuro pertenece de hecho al pasado: la creacin 50.

    Los esquemas esbozados (y otros que aqu no interesan 51) tienen en comn mucho ms de lo que se piensa: los hechos salvficos afectan al lector. No quedan al margen de su vida sino que estn inextricablemente presentes en su aqu y ahora. Este es el punto central. El esquema temporal no es nico. No se trata de un pasado ,que se hace presente. Tambin se trata de un presente que se hace pasado. Pero el problema no es ir o volver, porque uno y otro esquema estn todava demasiado ligados al espacio y al tiempo como categoras intocables, absolutas. En cambio lo que se est diciendo en estos esquemas es que ni el espacio ni el tiempo son intocables. Slo hay una cosa absoluta: la accin de Yahv en favor del pueblo.

    En el fondo esta presentacin tan esquemtica es suficiente para subrayar su innegable parentesco con la presentacin del EJ. Porque tambin en el EJ lo fundamental no es si el lector es trasladado al entorno de Jess de Nazaret o ms bien si es Jess de Nazaret el que viene. Lo fundamental pertenece en definitiva a la realidad inmanipulable de Yahv, que es quien se hace presente de una forma inusitada precisamente en Jess (recordemos entre otros el tema del Logos). Es la esfera de la gloria, lo que nunca se ha visto, lo que no puede ser alcanzado por el esfuerzo humano.

    Con ello hemos dado con un punto de referencia claro para el esquema hermenutico del EJ. Estamos en un terreno bblico y, por tanto, el esquema que marca la validez de los sucesos salvficos no difiere del que tenemos en el mundo de las tradiciones judas. La filiacin juda del EJ queda de este modo por lo menos confirmada 52. Y el peculiar lenguaje de esta obra no parece pueda ofrecer una estructura de mayor peso hermenutico que el que hemos detectado en nuestras reflexiones.

    Acerca del gnero literario evangelio

    Otra cosa que podemos preguntamos a la luz de lo dicho es si no tenemos en los evangelios sinpticos un esquema de fondo muy parecido. Para no entrar en detalles innecesarios y con el peligro de ser no slo parcial sino incluso reduccionista, me voy a referir al evangelio de Mc. Porque lo que voy a decir tiene ms importancia si se acepta (con las matizaciones del caso) la hiptesis de las dos fuentes53.

    El esquema hermenutico de Mc se expresa y bascula sobre el llamado secreto mesinico 54. En l se hallan fusionados los dos tiempos que refleja Mc el de Jess y el del lector. No estamos ante una estructura interna idntica, aunque no llegue a explicitarse tanto como el EJ? 55. La Cristologa de Mc, no es estrictamente paralela a la que hemos presentado para el EJ?

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    Pero dentro ya de la cuestin hermenutica. Se ha dicho que el final de Mc remite al lector a una relectura de toda la obra a la luz de la clave que se ha dado en la muerte de Jess y en la confesin del centurin 56. La vuelta a Galilea es en el fondo una llamada a volver a comenzar el seguimiento de Jess en una relectura del mismo evangelio que tenga en cuenta por lo menos dos cosas: en primer lugar que el seguimiento de Jess ha de pasar necesariamente por la cruz; pero, adems, que slo a travs de la cruz puede comprenderse el sentido de su vida y por tanto del seguimiento cristiano como formulacin post-pacual de la fe 57.

    Como hemos visto el EJ ha seguido un camino muy cercano: slo a travs de la exaltacin ser posible comprender plenamente el misterio de Jess. Y ello se debe por lo menos a un doble motivo: slo entonces habr alcanzado su plenitud el misterio de Jess, pero, adems, slo entonces se concede al creyente el Espritu, que es la explicacin teologal de la fe. A la luz de este brevsimo escorzo se puede comprender que tambin el EJ se ha de leer por lo menos dos veces. Si no se cuenta con un misterio de Jess realizado no es posible comprender el sentido de la Cristologa. Porque, adems, la clave de todo est en el Parclito que slo viene despus de la muerte de Jess58.

    El paralelo interno es sumamente sugerente: la ptica post-pascual ha penetrado en ambos casos los materiales de las respectivas tradiciones. Y ha producido la misma superposicin: la vida de Jess es experimientada como centro de la vida de la comunidad. Por ello lo que tenemos en Mc y en Jn es a la vez la vida de Jess iluminando con la fe comunitaria la propia vida de la comunidad e insertndola al mismo tiempo en la propia experiencia comunitaria. Lo que ocurre es que EJ ha explicitado mucho ms el entramado hermenutico que subyace a esta presentacin. Es una obra ms madura o, si se quiere, ms consciente del carcter de don de la propia experiencia creyente (el Parclito). Quede esto aqu apuntado como tema a desarrollar ms despacio y con mayor detalle en otra ocasin 59.

    Una ltima palabra para concluir. Si el acercamiento del EJ tanto al mundo bblico (judo) como al evangelio de Mc se considera suficientemente slido, no cabra una profundizazin de esta coincidencia en lo que algunos han llamado tentativamente el gnero literario evangelio 60. La filiacin bblica del mismo podra ser una clave alta-mente esclarecedora. Y al mismo tiempo habra que ver, si aceptamos la hiptesis de las dos fuentes, si los evangelios de Mt y Lc han respetado el esquema hermenutico fundamental o no 61. Caso de no ser as, entonces su lectura debera emprenderse con unos presupuestos hermenuticos distintos. Y clasificar estas obras junto a Mc y Jn re-sultara no slo problemtico sino incluso ilegtimo.

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    REFLEXIONES EN TORNO A UNA TEOLOGIA FUNDAMENTAL HERMENEUTICA

    1. PUNTO DE PARTIDA

    Las citas que a continuacin se transcriben ponen de relieve la estructura hermenutica de EJ. Nos pueden servir de punto de partida para iniciar una serie de reflexiones que nos conduzcan a repensar la naturaleza de la operacin teolgico-fundamental que, en la prctica, suele caracterizarse por una oscilacin epistemolgica, debida a la heterogeneidad de los elementos que la constituyen. Pinsese p.e. en la confusin hermenutica que supone el hecho de ir pasando de "la posibilidad de la revelacin" (o de la "revelacin en general") al hecho de la revelacin cristiana y de ahi a la Iglesia; el hecho de ir pasando de la religin al cristianismo y de ahi a la iglesia.

    Estructura hermenutica del EJ

    "... el EJ (es) una obra que refleja dos niveles: el nivel de la vida de Jess y el de la vida de la co~unidadjonica... De ahi la propuesta hermenutica... Los sucesos sobre los que versa el testimonio del EJ hacen referencia a dos niveles... su valor para los dos niveles constituye en si mismo el contenido de la buena nueva de esta comunidad..."

    "... en el EJ (se da) un doble momento de inteleccin: El momento que hara referencia al interlocutor de Jess y el momento que corresponde al lector del evanglio (dos momentos de inteleccin)... Una obra que puede entenderse de dos formas distintas aunque referidas la una a la otra".

    "... nuestras preguntas hacen patente que nos movemos muy torpemente en el terreno de la interpretacin: la distancia que separa los hechos de Jess y la vida de la comunidad parece que no puede superarse en modo alguno si nos movemos dentro de un marco temporal".

    "... Los resultados de los estudios exegticos ponen pues de manifiesto la estructura hemenutica del EJ: la distancia que media entre Jess y la comunidad jonica y el resultado al que se llega (texto evanglico) para superarla".

    La confesin cristolgica

    "... La "hora" no es importante en s misma. Es Jess quien la hace verdaderamente

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    relevante. Por ello hay que subrayar que no se recuerdan los momentos cronolgicos de la vida de Jess porque fueran importantes en si mismos. Si lo son, ello se debe a que han sido marcados cristolgicamente por la presencia de Jess... La "hora" es el momento cristolgico en que se manifiesta lo que es toda la vida de Jess..."

    "... la presencia de Jess en la tierra ya es la salvacin, aunque los hombres no puedan comprenderlo. Pero tambin la presencia actual del Verbo en la comunidad resulta igualmente definitiva... La cristologa es el horizonte de la escatologa.

    El punto de partida de la operacin hermenutica -que es el EJes por tanto una confesin cristolgica: "... el fundamento ltimo del doble nivel es el mismo Jess jonico. Es en definitiva la identidad confesada entre el Jess presente y el Jess terreno lo que hace posible hablar conjuntamente y a la vez de Jess de. Nazaret y del Seor presente"... ..."Tenemos la presentacin del Jess creido y confesado por la comunidad como Seor y como Dios... la confesin comunitaria es el punto de partida indispensable para poder comprender su mensaje. Porque Jess es objeto de inters para la comunidad slo en la medida en la que es creido y confesado. Ahora bien... se pone ante el lector a un Jess confesado de forma narrativa".

    Una interpretacin interior a una confesin

    "...para hablar del Jess revelador la comunidad apela fundamentalmente al Jess terreno. De aqu, un escabalgamiento de etapas. Un encabalgamiento que en realidad hace del Jess terreno un momento inextricable de la cristologa... hay una mutua interproyeccin... una implicacin cristolgica".

    "la consistencia y la autonoma de los dos niveles queda englobada y asumida en la realidad cristolgica que constituuye la magnitud que abarca y engloba no slo el tiempo de Jess sino tambin el tiempo de la comunidad".

    En resumen: "... el meollo del EJ lo constituye una operacin hermenutica que es la esencia de la confesin. La confesin de Jess como el Seor y como Dios se lleva a cabo mediante la comprensin de la identidad del Seor presente con el Jess terreno. La base de esta fusin es la misma cristologa".

    La "fusin de horizontes"

    "... la fusin de horizontes como clave de interpretacin de textos del pasado a la luz del presente...formara un tercer horizonte (el de la comprensin e interpretacin). La justificacin ltima de esta fusin de horizontes (el de la vida de Jess y el de la vida de la comunidad) sera la fe cristolgica... el tercer horizonte formado por la fusin de los otros dos es el texto mismo del EJ... Una dimensin nueva, un nuevo horizonte que se presenta al lector para que a su vez ponga en marcha el ejercicio de interpretacin..."

    "... no es posible una distincin adecuada entre Jess y la comunidad porque la comunidad no est interesada en Jess al margen de la confesin... por ello la realidad ms profunda del EJ la ofrece la indentidad confesada entre Jess de Nazaret y el Jess presente".

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    La naturaleza testimonial del EJ

    "... esta estructura hermenutica del EJ resulta indispensable para poder entender la naturaleza testimonial del EJ. Tanto el testimonio de Jess como el testimonio del Parclito se concretan en el testimonio de los discpulos... son el nico y mismo testimonio".

    "... la epistemologa que parte de la distincin entre sujeto y objeto no puede aplicarse a una obra que se funda en una necesaria implicacin entre sujeto y objeto".

    En resumen:

    Si intentamos relacionar los puntos anteriormente citados -que, en su conjunto, ponen de manifiesto la structura hermenutica del EJpodramos formular las siguientes afirmaciones:

    - el EJ es una confesin - la cual, es a su vez, una operacin de interpretacin, - por la que se funden dos momentos (histricamente distantes), dando lugar a un texto, el cual -como horizonte nuevo- da pie para que el lector ponga en marcha un proceso de interpretacin; el hecho de que la confesin se realice en la forma de interpretacin radica en su caracter testimonial.

    Nos encontramos, pues, con una estructura hermenutica que es un proceso: confesin - interpretacin - fusin - texto.

    Llamamos "proceso" a tal estructura hermenutica por la sencilla razn de que, por su misma naturaleza, dicha estructura da lugar a que se vaya reanudando una y otra vez sucesivamente. Mediante tal proceso, la comunidad jonica entonces y la comunidad cristiana ahora, en circunstancias sociales e histricas determinadas y variantes, se va situando y resituando en relacin con lo que es su propio "fundamento", es decir, Jess confesado como el Seor.

    Dado que este esquema "procesual" es sensiblemente distinto del que en muchas ocasiones ha utilizado la teologa fundamental en su operacin fundamentadora, puede sernos de utilidad describirlo mejor, analizarlo ms de cerca, para acabar perfilando un "tipo determinado" de operacin teolgico-fundamental, distinto de los que suelen usarse, con excesivo lastre metafsico (en el plano epistemolgico) o positivista (en el histrico).

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    2. CUESTIONES PLANTEADAS

    1.- Hemos visto que el EJ est presidido todo l por una "confesin". No suele ser usualmente la "confesin" el punto de partida de la operacin teolgico-fundamental. Ms bien suele ser una reflexin preambular en torno a las bases racionales o razonables en las que se "apoyara" la confesin. Con el evidente riesgo de envolver la particularidad de la confesin cristiana en la universalidad (metafsica o antropolgica) de "lo humano razonable".

    Cmo se entendera a si misma una teologa fundamental (TF) que partiera decididamente de la "confesin?

    2.- Hemos visto tambin que en el EJ la interpretacin es interior a la confesin. Si el rgimen de la "confesin" es el rgimen de la particularidad, la interpretacin interior a ella parece que no puede alcanzar validez "universal". Parece, entonces, que la "particular interpretacin de la realidad" no puede alcanzar la pretensin de dar con el "fundamento" de toda la realidad; parece como si ste necesariamente escapara a la aspiracin de la operacin fundamentadora. El rgimen de la particularidad es el rgimen de la pluralidad. El rgimen del "fundamento" es el rgimen de la unicidad. Son ambos incompatibles entre s?, deberemos contentamos con el primero?

    Y en tal caso, no deberamos concebir con ms modestia el alcance de la operacin fundamentadora de la teologa?

    3.- Hemos visto tambin que la "fusin de horizontes" conduce a la formacin de un tercer horizonte (el texto), que engloba a los otros dos (el de la vida de Jess y el de la vida de la comunidad). Pues bien, cmo entender este tercer horizonte de forma que la primacia cristolgica (sealada por la confesin) no quede en la prctica devorada por la profunsin posible.de interpretaciones ("terceros horizontes") a que da lugar el texto ha:ci'~tlelante?

    Cmo entender dicho tercer horizonte para que "el fundamento" (Jess el Seor), a la larga y en la historia, no quede pneumatolgicamente superado o eclesiolgicamente formalizado?

    4.- Hemos visto en fin que a una bsqueda "confesante" del fundamento le corresponde epistolgicamente el testimonio. No nos habrpasado por alto el hecho de que de l se postula no slo ser una figura histrica particular de la verdad sino tambin la figura particular a travs de la cual tenemos acceso a la verdad.

    Cmo, por tanto, entenderla para que ambas caractersticas -figura particular y expresiva de la verdad- se den conjuntamente y nos sirva como figura epistemolgica adecuada para la operacin teolgico-fundamental?

    5.- Resumiendo: en el fondo, la operacin teolgico-fundamental es una forma de intentar superar la distancia que media entre verdad (fundamento) e historia (situacin). Ha ocurrido sin embargo de hecho que en muchos casos se ha pretendido un

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    acercamiento al fundamento (verdad) alejndose de la historia (situacin) y ha ocurrido tambin, en otros, que se ha renunciado de hecho a "fundamentar" indentificndose, de diversas maneras, con ella.

    Cmo, por tanto, concebir la operacin teolgico-fundamental de forma que ambos polos queden sufientemente respetados?

    3. UNA TEOLOGIA FUNDAMENTAL HERMENEUTICA

    Vamos a responder a las distintas cuestiones, antes esbozadas, de forma unitaria. Describiendo una operacin teolgica-fundamental entendida como proceso (confesin - interpretacin - fusin - texto).

    Para que se vea la diferencia que media entre el esbozo que proponemos y otras concepciones de dicha operacin describiremos antes otras formas de entenderla.

    1.- a) Se ha entendido de hecho la teologa fundamental como la formulacin y justificacin de los principios o enunciados doctrinales que, despus, es decir, al hacer teologa sistemtica, presiden las aplicaciones prcticas de la teologa,. Para la justificacin de dichos principios o enunciados se busca no slo su coherencia formal sino tambin su fundamento racional.

    b) En otros casos se ha entendido por teologa fundamental la reflexin universal sobre el hombre y el mundo en orden a poder situar -dentro de ella- el campo y las tareas de la teologa. Es claro que dicha reflexin universal se hace siempre desde una implcita o explcita posicin filosfica.

    En ambos casos ocurre que la operacin fundamental en la prctica o bien engloba a la particularidad cristiana en la universalidad de la razn o bien la particularidad cristiana queda previa y lgicamente "precomprendida" desde un punto de vista metafsico o antropolgico.

    2.- Frente a estas concepciones de teologa fundamental y poniendo en juego la estructura hermenutica de que hemos hablado, proponemos las siguientes tess:

    a) Es la misma teologa la que dice qu es y dnde opera. Pero, al decirlo, debe mostrar el lugar de su legitimidad en medio de la pluralidad de discursos que se hacen sobre la sociedad, la historia y el mundo. Dicho con otras palabras, la teologa deb,e mostrar, en su propio ejercicio, porqu se da en el mundo una cuestin autnticamente teolgica. Porqu se da y cmo se plantea.

    b) Para hacer esto, es preciso que la teologa elabore (y no slo presuponga) una doctrina sobre el hombre y el mundo. Una doctrina hecha desde la "confesin". A esta doctrina, elaborada desde la confesin, la llamamos "teologa fundamental". Esta, por tanto, desarrolla una pregunta general y abierta a todos. Pero lo hace a partir de una confesin. Esta doctrina puede mostrar cul es el lugar en el que opera la teologa.

    c) Todas las afirmaciones teolgicas suponen siempre una opcin relativa a la teologa fundamental. Pues en las afirmaciones teolgicas nos pronunciamos acerca de

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    lo que es el hombre, el mundo, la historia. Lo separamos o no reflejamente, por lo menos indirectamente -a travs de las afirmaciones teolgicas -decimos el lugar que ocupa y el modo como opera la teologa en el hombre, en el mundo, en la historia.

    d) Esta opcin decide una cuestin capital. Una cuestin que siempre est sobre el tapete. La cuestin de si es primero la historia, el mundo, el hombre o la revelacin histrica de Dios en Jesucristo.

    e) En buena teologa el punto de partida es la confesin (la particularidad). Por eso toda teologa es histrica. Desde dentro de dicha "particularidad", la teologa va elaborando un tipo de pensamiento que tiene su autonoma y especificidad (lograda a base de dilogo y/o confrontacin). Asi pues, lo primero es la confesin cristolgica (o dicho en otras palabras, una historia particular del hombre). Pero dicha confesin cristolgica es pensada "teolgicamente". Se parte por tanto del hombre y del mundo (contingentes) y se dice sus conflictos e identidades en funcin de un "envio" y.de una "promesa" (se dicen "teolgicamente"). Asi la reflexin teolgica va desarrollando lo que en la inicial afirmacin particular (confesin) se encierra.

    f) De este modo la interpretacin teolgica va desvelando la primaca del origen. Ambas -interpretacin teolgica y primica del origen- no se pueden separar. Tal interpretacin va desvelando la historia de una palabra; de una palabra que va organizando y diciendo al mundo. Desde dicha palabra "va adviniendo mundo". Todo ello la interpretacin teolgica lo hace en funcin de los conflictos que la "promesa" organiza en la historia. De este modo la interpretacin teolgica nos va hablando de lo que "precede" al hombre, de aquello con lo que se confronta, de aquello que le interpela, de aquello que le transita. Esta interpretacin teolgica no est en posicin de "origen" pero coloca al hombre en ella.

    g) Esta concepcin de teologa fundamental est ms all del dilema "metafsica" -positivismo". Porque origen e historia no son separables. Dado que la bsqueda del origen se hace real en la voluntad presente de hacerse cargo del pasado. No es que ya en el origen se d plenitud de sentido. Esta se da ms bien en la voluntad presente de hacerse cargo de l.

    h) Cuando un texto p. e. ha sido formado a partir de dicha voluntad no nos encontramos ante un "testimonio secundario", sobrevenido o aadido. Sino que nos encontramos ante una "figura" histrica que estructura al mundo, generada por un "envio" y una "promesa".

    La operacin hermenutica sobre tal texto se dirige ante todo al "mundo" del texto y se ocupa en desplegar las posibilidades actuales de ser que en tal "mundo" (del texto) estn disponibles para nosotros. El texto es en definitiva la cristalizacin de una historia, ms o menos larga, de interpretaciones; y al mismo tiempo es la oferta de una posible ulterior realizacin del hombre. De este modo el "mundo del texto" y la hermenutica que abre su sentido invitan no slo a la conversin personal, a la superacin de cualesquiera "precomprensiones" que nos pudieran dominar, sino tambin a nuevas prcticas ticas y sociales. En este sentido hemos de afirmar que "tradicin" no es algo que se oponga a "produccin". Si por "tradicin" entendemos el conjunto de interpretaciones, nuestra apropiacin de ella (de su conjunto, de la tradicin) conduce a la produccin de nuevas interpretaciones prcticas. La verdad no es plenitud de ser en el origen ni tampoco es pura figura histrica. Es ms bien acontecimiento permanente y de orden escatolgico.

    En este punto nos parece que el instrumento hermenutico "fusin de horizontes" es

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    un instrumento ms cercano a una hermenutica que "presupone" el sentido que a una hermenutica que respete decididamente las rupturas o diferencias histricas.

    i) No es difcil comprender que el testimonio sea la posicin epistemolgica ms adecuada para ofrecer de hecho la primaca teolgica y la prioridad histrica. Pues se trata de la aparicin histrica de aquella verdad que, por su totalidad requiere de nosotros, para ser apropiada, la total disponibilidad. Se trata -en el testimonio- de la invitacin a un "dilogo" entre dos tiempos, entre dos mundos. En el testimonio lo que nos es ofrecido es el dilogo (interpretacin) del testigo (historia) con la verdad (origen). Esta nos aparece como la respuesta (histrica) del testigo.

    El "tiempo" del testigo (tiempo original) irrumpe en el nuestro, transformndolo en "tiempo original". Estas caractersticas del "testimonio" son las que a nuestro parecer (traducidas en le plano hermenutico) hacen que resulte insufiente la "fusin de horizontes". Puesto que, por el testimonio dado y recibido, no slo se da "fusin" de horizontes sino tambin ruptura del uno por el otro.

    j) Estas breves reflexiones pueden dar a entender dos cosas:

    - que la estructura hermenutica (p.e. de EJ) es fuente inspiradora para una operacin que, aunque formalmente distinta, sin embargo obedece a un mismo inters: la operacin teolgico-fundamental; y

    - que el papel de la exgesis y hemenutica bblica no slo es "auxiliar" o "previa" a la teologa fundamental sino "interior" a ella.

    NOTAS 1 . Schnackenburg cita los trabajos de F. Hahn, "Methodologische Ueberlegungen zur Rckfrage nach Jesus", en K. Kertelge (ed.), Rckfrage nach Jesus, QD 63, Freiburg-Basel-Wien 1974, pp. 11-77 Y de F. Mussner, "Ursprung und Entfaltung der neutestamentlichen Sohneschristologie", en L. Scheffczyk (ed.), Grundfragen der Christologie, Freiburg i.B., 1975, pp. 77-113: Das Johannesevangelium, HtKNT IV, 4, Freiburg 1984, nota 22 de la p. 44 (el trabajo de Schnackenburg apareci originalmente en el Festschrift H. Schrmann, Die Kirche des Anfangs, Leipzig 1977). 2 .ibid. 3 . No deja de resultar sorprendente que ni el vasto comentario de Schnackenburg ni el de R.E. Brown tengan entrada del terna "hermenutica" en los ndices de materias al final, de sus respectivas obras. Pero es tambin indicativo que la ciudada Bibliografa de E. Malatesta (St. John's Gospel1920-1965. AB 32, Rome 1967) no haga referencia en ningn captulo al terna de la "interpretacin". Sin duda existen trabajos sobre el terna (cL por ejemplo, F. Mussner, Die johanneische Sehweise und die Frange nach dem historischen Jesus, QD 28, Freiburg i. B. 1965; del mismo R. Schnackenburg, "Das Johannesevangelium als hermeneutische Frage" en NTS 13 (1966/67) 197-210; cL la obra de T. Onuki, citada infra en la nota 26), pero, corno decimos ms adelante, el planteamiento hermenutico ha de ser desentraado de algunas de estas obras, porque no est planteado explcitamente. En cualquier caso, la opinin de Schnackenburg citada al comienzo es ciertamente una opinin autorizada. 4 . La cual resultara simplemente apasionante. Pero no est hecha. Por ejemplo no deja de ser muy significativo que el trabajo muy meritorio de D.M. Smith sobre el comentario de R. Bultmann (The Composition and Order of the Fourth Gospel. Bultmann's Literary, Theory, New Haven 1965) se limita (corno dice el subttulo) a un anlisis crtico de la teora literaria de Bultmann y, en cambio, no entra directamente en la cuestin hermenutica, siendo as que se trata sin duda de uno de los aspectos ms importantes del comentario.

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    5 . A lo que decimos en la nota anterior se puede aadir que los grandes mojones de la interpretacin jonica en la poca crtica (p.e. K.G. Bretschneider (1820), F.C. Baur (1844 y 1864), W. Wrede (1903), A. Loisy (1903 y 1921), R. Bultmann (1941), E. Kasemann (1966), etc.) seran susceptibles de un anlisis desde el punto de vista no slo de su interpretacin concreta del EJ, sino sobre todo de la estructura hermenutica que detectan o parecen implicar en el cuarto evangelio. Pero este trabajo est por hacer (con excepciones que no hacen ms que confirmar este principio general). 6 . Para poner dos ejemplos especialmente significativos: apelar al modelo hegeliano que utiliza explcitamente F.C. Baur no dice todava nada directamente del esquema subyacente a su interpretacin del EJ; hablar de la filosofa de Heidegger no aporta ninguna luz a la interpretacin que Bultmann hace del EJ, por ms que la referencia a Heidegger sea significativa desde un punto de vista hermenutico. Este tipo de generalidades no representa aportacin real de ningn tipo. Se trata de aspectos a estudiar mucho ms despacio. Por ello prescindimos aqu de hacer referencias muy poco tiles. 7 . Si el ttulo del estudio de R. Eisler ("Das Riitsel des Johannesevangeliums" Eranos-Jahrb. 3 (1935) 323-511) nos resulta ya muy lejano, sin embargo ha sido frecuentemente repetido (cL por ejemplo. el volumen de la coleccin Wege der Forschung, Johannes und sein Evangelium, Darmstadt 1973, la introduccin de K.H. Rengstorf, pp. lX.XXVIII). Por otra parte la forma como R. Kysar ha definido el EJ resulta no slo ms cercana sino incluso ms significativa: John, the Mavarick Gospel, Atlanta, 1976. De hecho hasta hace relativamente pocos aos, se continuaba apelando a una postulada dependencia del EJ respecto de los sinpticos. Pero la independencia del EJ respecto de los sinticos ha ido ganando ms y ms adeptos (cL ActBibl 11 (1974) 248-249 y 21 (1984) 45). Que estamos ante una cuestin sumamente problemtica, lo ha subrayado agudamente D.M. Smith, "John and the Synoptics: Some Dimensions of the Problem", NTS 26 (1980) 425-444. 8 . Por ejemplo la de J.A.T. Robinson, The Priority 01 John, London 1985, obra psthuma y altamente provocativa que sigue fundamentalmente la tesis de su obra anterior Redating the New Testament, London 1976, pero no consigue convencer. 9 . Este aspecto resultaba patente en la propuesta de F.C. Baur (Die Komposition und der Charakter des Johannesevangeliums, 1944, cL R. Schnackenburg, Das Johannesevangelium, HThKNT IV, vol 1, p. 188, nota 3), pero revivi con nueva fuerza tanto en la propuesta de A. Loisy (Le Quatrieme Evangile, Pars 1903) como en la interesante contribucin de W. Wrede, Charakter und Tendenz des Johannesevangeliums, Tbingen 1903). A pesar de parecer que esta lnea de interpretacin haba perdido su fuerza en 1957 (J.A.T. Robinson, "The New Look on the Fourth Gospel", Studia Evangelica l, Berlin 1959, pp. 338-350), ha vuelto a adquirir actualidad e inters en nuestros das: E. Griisser, "Die antijdische Polemik im Johannesevangelium" NTS 11 (1964/65) 74-90; H. Leroy, Riitsel und Missverstiindnis, Bonn 1968; J.L. Martyn, History and Theology in the Fourth Gospel, New York 1968, etc. Para una justificacin de este aspecto cf. Act. Bibl. 11 (1974) 243-289, sobre todo pp. 247-261 Y tambin Act Bibl 21 (1984) 36-81. 10 .' La lgica interna de esta tendencia es muy clara: si no hay forma de situar la obra en el marco del cristianismo naciente, precisamente a causa de un estilo y una estructura ideolgica bien diversas (cL lo que decimos sobre los sinpticos en la nota 7), en cambio puede ser prometedor hallar paralelos en otro tipo de cultura. Las propuestas, como resulta de sobra conocido, son no slo mltiples sino muy divergentes: van del Judaismo palestino hasta la Gnosis mandea, pasando por el Judaismo rabnico, la literatura de Qumran, el helenismo platnico y la literatura hermtica. 11 . Trazar el trasfondo de la propuesta de J.L. Martyn, History and Theology (citada en la nota 9), nos llevara demasiado lejos: cL los trabajos de W. Wrede y E. Grasser citados en la nota 9 supra. La segunda edicin de la obra de Martyn (1978) slo ha aadido unas pocas notas a la primera. En cambio hay que recordar que este autor ha ampliado su teora en una serie de artculos que se han publicado ahora en un slo volumen: The Gospel 01 John in Christian History, New York 1979 (cL ActBibl 21 (1984) 53-53). 12 .La propuesta ha sido aceptada y ampliamente utilizada en la moderna exgesis jonica, cfr. ActBibl 21 (1984) 53-54. Los motivos crticos que se le han hecho (cL la nota 14 ms adelante) no invalidan el aspecto que hoy queremos subrayar. 13 .J.L. Martyn, History and Theology, p. 142. Se trata de la conclusin de la obra. 14 . Mayormente la crtica de J.A.T. Robinson, The priority, pp. 72-93. Sin embargo el problema, como muy bien anota R. Kysar (The Fourth Evangelist and his Cospel, Minneapolis, Minnesota 1975, p. 275) es ms bien de madurez cristolgia que de tipo cronolgico. Que la expulsin de los cristianos de la sinagoga farisea pueda ser un dato histricamente anterior (cf. K. Wengst, Bedrdngte Cemeinde und verherrlichter Christus. Del' historichte Ort des Johannesevangeliums als Schlssel zu seiner lnter-pretation, Neukirchen 1981, pp. 48-61), no afecta al contenido de nuestro argumento.

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    15 . "Le signe du temple slon Saint Jean", publicado en RSR 39 (151) 155-175. La tesis de este artculo la ampli a una lectura de todo el EJ un poco despus: "Actualit du quatrieme vangile", NRT 76 (1954) 449-468. 16 . "Towards a symbolic Reading 01' the Fourth Gospel", NTS 27 (1981) 439-456, sintetizado y programticamente expuesto en su ltima obra: La fraccin del pan. Culto y existencia en el Nuevo Testamento, Madrid 1 983, pp. 328-333. 17 . Siendo el simbolismo uno de los aspectos ms constantes de la exgesis jonica, sin embargo todava espera un tratamiento que le haga justicia. La obra de G. Stemberger, La symbolique du bien et. du mal ston Saint Jean, Paris 1970, resulta interesante pero muy insuficiente. El comentario de J. Mateos-J. Barreto El Evangelio de Juan, Madrid 1979, hace aportadones de inters en este sentido, pero le falta la fundamentacin de un simbolismo que, tal como es presentado (con base de alegorismo alejandrino y filolgico-gramatical), resulta muy conceptual y poco cristolgico, es decir, poco jonico. 18 . La obra de H. Conzelmann. Die Mitte der Zeit (1956), sigue siendo un punto de referencia obligado, a pesar de las matizaciones que se consideren necesarias. CL por ejemplo K. Lning, "Lucas, telogo de la historia de salvacin" en la obra editada por J. Schreiner, Forma y propsito del Nuevo Testamento, Barcelona 1973, pp. 236268. 19 . Se resume aqu muy drsticamente lo que deca en "El cuarto evangelio y el tiempo. Notas para un estudio de la concepcin del tiempo en el cuarto evangelio", EE 57 (1982) 129-154. 20 . Esta formulacin es suficientemente aceptable en s misma, pero puede verse, adems, lo que dice en este sentido J. Blank, Krisis, Untersuchungen zur johanneischen Cristologie und Eschatologie, Freiburg i. B. 1964, pp. 134-143. 21 . D. Mollat, lntroduction a l'tude de la Christologie de Saint Jean, Ad usum privatum auditorum, Rome 1970, p. 92. 22 . Este concepto fundamental de EJ ha sido estudiado en relacin con el tema de la hora por W. Thsing, Die Erh6hung und Verherrlichung Jesu im Johannesevangelium, Mnster 1970, pp. 75-99. Hay que decir, con todo, que a pesar de las matizaciones introducidas por Thsing en esta segunda edicin pp. 297-337 (fruto sobre todo de las crticas de J. Blank, Krisis y E. Kiisemann, Jesu letzter Wille nach Johannes 17, Tbingen 1966), sin embargo sigue ofreciendo un esquema excesivamente dicotmico (o, como dice l mismo, de dos polos: encarnacin y exaltacin) en la Cristologa jonica. Lo cual influye en su visin del tema del tiempo: para Thsing el tiempo ("la historia") contina teniendo una cierta preeminencia sobre la Cristologa. Lo cual no acaba de cuadrar con la presentacin que hacemos, que sigue ms bien la lnea de J. BIank y de E. Kiisemann. CL la nota siguiente. 23 . Esta es la tesis de J. Blank y de E. Kasemann en la obra citadas en la nota anterior y que representa una aportacin ms decisiva que la que hizo P. Ricca en su conocida obra, Die Eschatologie des vierten Evangeliwns, Zrich 1966 (como es bien sabido P. Ricca fue discpulo de O. Cullmann, cuya tesis sobre el tiempo bblico resulta bien conocida, Christus und die Zeit, Zollikon 1946). 24 . J.O. Tu, "Creure en Jess (Jn 12,11)". Reflexions sobre l'objecte del pis teein en l'evangeli de Joan". Revista Catalana de Teologia 9 (1984) 331-358. 25 . Todo esto ha sido desarrollado con mucho mayor detalle en la obra Jess y el evangelio en la comunidadjonica. Una introduccin a la lectura cristiana del Evangelio de Juan (Sgueme, Salamanca 1987). 26 . Este punto ha sido agudamente subrayado por T. Onuki, contra E. Kasemann, en Gemeinde und Welt im Johannesevangelium. Ein Beitrag zur Frage nach der theologischen und pragmatischen Funktion des johanneischen Dualismus, Neukirchen 1984, sobre todo pp. 201-212. 27 . Superada pero no suprimida. Es aqu donde la categora hegeliana de "Aufhebung" resulta al mismo tiempo sumamente correcta pero intraducible. 28 . Esta es la tesis cristolgica ms importante de la obra de J. Blank: "Die Chisto logie ist aber auch nicht zu verstehen ohne die Christusgeschichte" Krisis, p. 347. 29 . Categora usada por T. Onuki, Gemeinde und Welt, p. 202-212. 30 . Dada la -relativa- consistencia de las etapas cristolgicas en la presentacin de W. Thsing (Die Erhhung), esta categora le resulta sumamente importante para expresar la unidad de la Cristologa, d. por ejemplo, pp. 204-311. 31 . "Die Christologie ist nun aber auch nicht zu verstehen ohne die Christusgeschichte. Wir Haben dafr den Begriff "christologischen Implikation" geprgt, und wir verstehen darunter die nicht aufanlosendi Einheir von Person und Geschichte in Jesus Christus. Jesus Christus begreift nach Johannes die verschiedenen Stadien des 'Christus-Wegs' als Ganzes insich... Als Inbegriff dieser christologischen Implikation erschien uns vor allem der Titel 'Menschensohn' geeignet", J. Blank, Krisis, p. 347, cf. tambin pp. 92.185 Y 328. T. Onuki ha recogido y retrabajado esta categora en un contexto ms hermenutico en su obra Gemeiende und Welt, cL sobre todo pp. 207213.

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    32 . Cf algunas reflexiones en este sentido en los trabajos: "Pasin y muerte de Jess en el cuarto evangelio: papel y significacin", Revista Catalana de Teologia 1 (1976) 393-419, especialmente pp. 413-417 Y tambin "El cuarto evangelio y el tiempo" (citado en la nota 19 supra), pp. 145-150. 33 . "Creer en el amor (lJn 4, 16a). Relacin entre creer y amar en la lJn", publicado en la obra en colaboracin El secuestro de la verdad, Santanter 1986, pp. 53-81. 34 . Verdad y Mtodo. Fundamentos de una hermenutica filosfica, Salamanca 1977 (original de 1960), sobre todo pp. 370-377 Y 453-454. Quien primero aplic el esquema de Gadamer al EJ fue F. Mussner, Diejohanneische Sehweise (Freiburg i. B. 1965); luego ha sido ampliamente utilizado por T. Onuki en Gemeinde und Welt, passim. Uno se pregunta si el tratamiento de Mussner no era demasiado apologtico y perda fuerza precisamente a causa de esta impostacin. En cualquier caso mi utilizacin del esquema de Gadamer ha tenido un proceso de maduracin distinto. Vanse los trabajos citados en las notas 19, 24 y 32 supra. 35 . Por ejemplo el tema de la tradicin como marco de la fusin de horizontes (IUid. pp. 331-377), que podra ser objeto de mayor atencin tambin en el caso del EJ. Pero la problemtica de la tradicin en el EJ se enfrenta con la colosal dificultad de la unidad del estilo del EJ que lo hace especialmente difcil. En cualquier caso esta problemtica la hemos d dejar abierta a una ulterior clarificacin. 36 . Esto no lo dice Gadamer porque habla de la interpretacin de textos antiguos desde una perspectiva contempornea. En cambio Onuki habla de los horizontes dentro del EJ, pero tampoco afirma que el tercer horizonte sea el texto del EJ. 37 Cf un tratamiento de este punto en el trabajo en la nota 24 supra. 38 . El acento en el carcter de operacin hermenutica (o tambin simblica) lo ponten tanto X. Lon Dufour ("Towards") como T. Onuki (Gemeinde und Welt). 39 . Esta observacin debera ser analizada ms despacio de lo que permiten los lmites de este trabajo. Digamos, sin embargo, que no es difcil retrazar el esquema hermenutico de Gadamer a Heidegger. Ciertamente que el planteamiento heideggeriano que funde sujeto y objeto se hizo patente no slo en Sein und Zeit (1927; en el anlisis de la estructura del juicio), sino sobre todo en Von Wesen der Wahrheit (1943) y tambin en Platons Lehre von der Wahrheit (1947). En este sentido se percibe una mayor cercana de los esquemas hermenuticos modernos respecto de la estructura bblica de lo que hemos explicitado en este trabajo. Pero este tipo de reflexiones superan el mbito de nuestro estudio. 40 . Hay aqu un aspecto fundamental de lo que llamamos el cristianismo primitivo. Tanto Pablo como Juan han desarrollado el tema del Espritu en relacin con la fe (la ptica lucana es, en este punto, distinta). En ellos se percibe -con diversos acentos, ms dinmico en Pablo (el Espritu es sobre todo fuerza), ms didctico en Juan (el Espritu es fundamentalmente luz, conocimiento), esta profunda caracterizacin de la fe como don que sorprende y hace vivir recibiendo y dando. Unas reflexiones en este sentido pueden encontrarse en: "Amar como Jess. Sentido del mandamiento del amor en el cuarto evangelio", Sal Terrae, Octubre 1982, pp. 717-728. 41 . Cf "Creer en el amor (lJn 4,16a)", citando supra en la nota 33. 42 . Resulta importante subrayar que nos hallamos ante un esquema que incluye la praxis como momento fundamental de la estructura hermenutica. Por ello el carcter misionero del EJ queda plenamente fundado. Y se desvanecen las dudas que pudiera haber acerca del posible talante sectario de este grupo (como parece asumirse en no pocos autores contemporneos: E. Ksemann, W.A. Meeks, M. de Jonge, etc.). 43 . Vase, por ejemplo, lo que decimos en la conclusin de la obra El Testimonio del evangelio de Juan. Introduccin al estudio del cuarto evangelio, Salamanca 1982, pp. 211-215. 44 . Resumimos aqu algunos de los datos que consituyen la ltima parte de trabajo "El cuarto evangelio y el tiempo" (nota 19 supra) pp. 150-154. 45 . Este aspecto resulta de especial importancia para la exgesis del EJ. No por el hecho de usar esquemas gnsticos se cae necesariamente en las consecuencias lgicas de los sistemas gnsticos de los siglos 11 y IlI. La distincin entre Gnosis y gnosticismo propuesta por el conocido coloquio de Mesina (publicado por A. Bianchi, Le Origini dello Gnosticismo, Leiden 1967) resulta aqu especialmente relevante. 46 . La crtica ms aguda a esta simplificacin del tiempo bblico se encuentra en J. Barr, Biblical Wordsfor Time, STB 33, London 1962. 47 .Cf "El cuarto evangelio y el tiempo", p. 152, nota 86. 48 . Ibid. notas 81-84. 49 . Aspecto especialmente subrayado en un estudio que deba de constituir el transfondo del anlisis del concepto de "mandamiento" en el cuarto evangelio (anlisis que no se ha publicado hasta ahora!): J. O'Connell, "The Concept of Commandment in the Old Testament", TS 21 (1960) 351-403.

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    50 . No podemos entrar en detalles y aspectos que resultan matices especialmente importantes de lo que decimos. Sin embargo no deja de ser fundamental que Dios, en cuanto Seor de la historia, la preside siempre corno creador. Esta doctrina ser plenamente recogida en el NT. En este sentido la continuidad intrnseca del proyecto salvfico queda justificada. 51 . CL Lo que dice en este sentido D. Daube, The Exodus pattern in the Bible, London 1963, pp. 11-15. 52 .Esto queda aqu slo anunciado pero, corno es lgico, debera desarrollarse ms despacio. Cf. "La salvaci ve deIs jueus (Jn 4,22). Valoraci del Judaisme segons el quart evangeli", que va a aparecer este ao en el volumen conmemorativo de los 25 aos de Jornades de Biblistes Catalans (Barcelona 1988). 53 . El hecho de la prioridad de Mc respecto de Mt y Lc es lo que interesa subrayar. Cosa que hoy en da es compartida por un amplio sector de la exgesis neotestamentaria y que, por tanto, no creemos necesario justificar. 54 . Normalmente se alude a W. Wrede (Das Messiasgeheimnis im Markusevangelium, Berlin 1903) y tambin a G. Minette de Tillesse (Le Secret messianique dans l'vangile de Marc, Paris 1968) corno estudios fundamentales en este sentido. Desde un punto de vista hermenutico es ms importante la contribucin de H. Conzelmann, "Gegenwart und Zukunft in der synoptischen Tradition", ZThK 54 (1957) 277-296, sobre todo pp. 293-296. 55 . La explicitacin vendra en Jn de la mano de la figura del Parclito, verdadero inspirador de la tradicin jonica. Vase en este sentido lo que dice R. Schnackenburg, "Die johanneische Gemeinde und ihre Geisterfahrung", publicado por primera vez en el Festschrift H. Schrmann, Die Kirche des Anfangs, Leipzig 1977, pp. 277-306; Y tambin lo que subraya U.B. MIler, "Die Parakletenvorstellung im Johannesevangelium", publicado en ZThK 71 (1974) 31-77, especialmente pp. 50-51. Cf. tambin lo que decimos en la obra citada en la nota 25. 56 . Este aspecto resulta hoy especialmente claro y se considera corno adquirido en la exgesis marcana. Puede verse una presentacin muy penetrante en: X. Alegre, "Marcos o la correccin de la ideologa triunfalista. Para una lectura de un evangelio beligerante y comprometido", Revista Latinoamericana de Teologa 2 (1985) 229263. 57 . De nuevo se trata de un aspecto fuertemente subrayado por la exgesis actual: X. Alegre, Un silenci eloqent: la paradoxa del finl de Marc. "1 no digueren res a ning perque tenien por (Me 16,8) "Lli~ inaugural del Curs academic 1984-1985, Facultat de Teologia de Barcelona, Barcelona 1984. 58 . No deja de ser significativo que estos ltimos aos se hayan dedicado multipIes estudios tanto a los discursos de despedida de Jess en el EJ corno al Parclito. Cf. lo que decimos en AcBibl 21 (1984) 72-73. 59 . La cercana de Me y Jn llama poderosamenll' la alencin desde hace aos (R. Trevijano, Comienzo del evangelio. Estudio sobre el prlogo de Marcos. Burgos 1971), pero resulta especialmente sugerente que estas dos obras hayan llegado a un esquema hermenutico comn dentro de su patente diversidad. Porque es posible que hayan desenbocado en el mismo por caminos claramente independientes (por lo menos esto es lo que parece deducirse de la independencia de Jn respecto de los sinpticos y de Me, a pesar de algunas opiniones en contra: C.K. Barrett, F. Neirynk, M. Sabbe...). 60 . Cf. por ejemplo J.M. Robinson, "On the Gattung of Mark (and John)", en la obra en colaboracin Jesus and man's hope. A Perspective Book, vol. 1, Pittsburg 1970, pp. 99-129 y, del mismo autor, "The "Gattung" Gospel", en la obra co-producida con H. Koster, Trajectories through early Christianity, Philadelphia 1971, pp. 266-268. 61 . El problema es que parece que no lo han respetado. Aqu cabra un valoracin hermenutica de los llamados "evangelios que la infancia de Jess". Porque es sobre todo a travs de estos relatos que entramos en una presentacin muy diversa de Jess. Pero slo puede quedar apuntado aqu.

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