CAPACIDADES PERCEPTOMOTRICES

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Las personas que pretendan obtener cualquier permiso o licencia de conducción deberÍan someterse a las pruebas necesarias para determinar si se reúnen las aptitudes psicofísicas, y en caso que el médico lo considere necesario, debido a que los indicios de deterioro aptitudinal resulten dudosos para determinar la incapacidad para conducir con seguridad, podrá requerirse la realización de estudios complementarios, incluso, la superación de una prueba práctica de conducción orientada a la comprobación de las aptitudes citadas en dicho informe. Es por ello que en este estudio haremos hincapié en las capacidades perceptivo-motrices; es decir, capacidades visuales, atención y tiempo de reacción y coordinación viso-motora e inteligencia práctica, que tienen gran incidencia a la hora de conducir un vehículo. Como aptitud Perceptivo-Motora se tendrán en cuenta aquellas alteraciones que limiten la capacidad para adecuarse con seguridad a situaciones de tráfico que necesiten estimaciones de relaciones espacio-temporales. También se descartarán aquellas alteraciones que supongan la incapacidad para adaptarse adecuadamente al mantenimiento de la trayectoria del vehículo y aquellas alteraciones graves en la capacidad de los tiempos de respuesta. Con respecto a la inteligencia práctica se evaluarán la capacidad espacial para la conducción. [Escribir texto]

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Las personas que pretendan obtener cualquier permiso o licencia de conducción deberÍan someterse a las pruebas necesarias para determinar si se reúnen las aptitudes psicofísicas, y en caso que el médico lo considere necesario, debido a que los indicios de deterioro aptitudinal resulten dudosos para determinar la incapacidad para conducir con seguridad, podrá requerirse la realización de estudios complementarios, incluso, la superación de una prueba práctica de conducción orientada a la comprobación de las aptitudes citadas en dicho informe. Es por ello que en este estudio haremos hincapié en las capacidades perceptivo-motrices; es decir, capacidades visuales, atención y tiempo de reacción y coordinación viso-motora e inteligencia práctica, que tienen gran incidencia a la hora de conducir un vehículo.

Como aptitud Perceptivo-Motora se tendrán en cuenta aquellas alteraciones que limiten la capacidad para adecuarse con seguridad a situaciones de tráfico que necesiten estimaciones de relaciones espacio-temporales. También se descartarán aquellas alteraciones que supongan la incapacidad para adaptarse adecuadamente al mantenimiento de la trayectoria del vehículo y aquellas alteraciones graves en la capacidad de los tiempos de respuesta. Con respecto a la inteligencia práctica se evaluarán la capacidad espacial para la conducción.

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2.CARACTERÍSTICAS VISUALES BÁSICAS RELEVANTES PARA LA CONDUCCIÓN.

La visión al conducir, nos brinda la mayor parte de la información sobre los objetos del mundo exterior y sobre nuestra posición en relación con esos objetos. La audición, el tacto y el sistema vestibular también son fuentes de información con respecto a este tema, pero su importancia relativa es menor que la que tiene la visión.(1)

La información que recibimos por la vista nos llega a través de la luz que reflejan los objetos y las superficies. En el fondo de nuestros ojos existen células fotorreceptoras, neuronas especializadas en responder eléctricamente cuando son estimuladas por la luz (retina), y que la distribución bidimensional del conjunto de puntitos luminosos que llegan en un momento determinado hasta allí se denomina imagen retiniana.

Nuestras percepciones visuales dependen en gran medida del procesamiento que el sistema visual realiza sobre la información contenida en esa imagen. En ella se registra información sobre los contornos de los objetos y sobre las características básicas de la estimulación. En este sentido a partir de la información retiniana el cerebro obtiene información sobre lo que es y cómo es el centro de atención visual en un momento determinado, es decir, el objeto o figura y sobre lo que la rodea, el fondo. Por ejemplo, no solo se ve el vehículo que está delante nuestro, sino que también todos los elementos de la carretera. Por ello se puede decir que en la medida en que lo que vemos depende de las características de la estimulación, la percepción es el resultado de un procesamiento dirigido por los datos.

Lo que percibimos visualmente en un momento dado no depende exclusivamente de las características de la imagen generada en cada una de nuestras retinas. La identificación y reconocimiento de un objeto puede significar además la utilización de información previa o de experiencias anteriores y que traemos de nuestra propia memoria; es decir, implica también procesos cognitivos de orden superior.

(1)El sistema vestibular o también llamado aparato vestibular está relacionado con el equlibrio y control espacial.Está formado por dos ensanchamientos: El utrículo y elsáculo, ambos informan de la posición de la cabeza en relación con el suelo.Sobre los cilios de sus células sensoriales se hallan unos pequeños cristales decarbonato cálcico llamadosotolitos. Sus células sensoriales generan impulsos que llegan hasta elcerebelo, lo que nos permite mantener elequilibrio a pesar de que realicemos desplazamientos, giros o aceleraciones.El sistema vestibular trabaja conjuntamente con los sistemas visual y proprioceptivo. Está constituido por tres partes: uno sensitivo periférico (canales semicirculares -crestas- y otolitos -máculas-), otro de procesamiento central  (pedúnculo y cerebelo) que integra las señales y tras combinarlas con la información visual y proprioceptiva, envía la información al tercer componente de control motor (músculos oculares y médula espinal). De esta relación surgen dos sistemas reflejos el vestíbulo-ocular y el vestíbulo-espinal. El sistema vestibular ayuda a resolver información sensitiva conflictiva cuando estímulos visuales o proprioceptivos proporcionan información y respuesta inadecuada, como en el caso de un campo visual en movimiento o una superficie de apoyo complaciente. Bajo estas circunstancias el sistema vestibular rechaza rápidamente la información errónea conservando la postura normal.En forma didáctica puede decirse que el control del equilibrio está organizado en varios niveles estrechamente vinculados. En un nivel inferior los sistemas sensitivos y músculo-esqueléticos; en un sistema intermedio las áreas de procesamiento central como el cerebelo, el tronco cerebral y la corteza motora y sensitiva; en un nivel superior las áreas de planeamiento motor incluyendo los lóbulos frontales. La realidad supera estos esquemas divisorios. Para consultar en: Biocibernética y Equilibrio. Dificultad para caminar. Mareo. Vértigo. Caídas. Dr. Pablo Rubén Koval. Médico especialista.

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En este sentido, lo que percibimos es el resultado de un procesamiento dirigido conceptualmente. Por ejemplo si vamos conduciendo por una ruta de montañas rodeada por bosques y vemos a cierta distancia delante nuestro una cosa oscura que se mueve cruzando la ruta, es probable que pensemos que se trata de una animal antes de que tengamos datos fehacientes para identificarlo.

Hay cuestiones visuales cuyas derivaciones prácticas tienen mayor aplicación en el ámbito de la evaluación de conductores y que tendrían que tenerse en cuenta como la relevancia que ciertos aspectos visuales básicos –sensibilidad, agudeza y campo visual- tienen para la conducción de vehículos.

Para obtener información visual sobre algunas características del entorno cuya percepción adecuada es esencial para la conducción segura deberá tenerse en cuenta por un lado, las distancias entre los objetos y entre éstos y nosotros mismos, y por otro, el movimiento de los objetos y nuestro propio movimiento. A saber:

2.1. SENSIBILIDAD VISUAL.

Esquema de las partes del ojo 

 

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Cuando se habla de sensibilidad se hace referencia a la capacidad que tiene un individuo para detectar visualmente la presencia de un estímulo de escasa intensidad; por ejemplo las luces de posición de la parte posterior de un vehículo que circula por la noche bastante delante de nosotros. La sensibilidad visual depende principalmente de la intensidad lumínica que emana el estímulo, de forma tal que cuanto más intensa sea ésta, más probable es que se vea el estímulo.

La sensibilidad visual además, puede variar en función de otras características estimulantes, siendo una de la más importante la longitud de onda de la luz estimular. Esto es así porque en general, somos especialmente sensibles a las luces de longitud de onda comprendida entre 480 y 580 nm, lo que hace más factible que detectemos una pequeña luz verde (497 nm) que aparece muy lejos de nuestro campo visual que una de color rojo (700 nm). Otro factor que influye sobre la sensibilidad visual es el tiempo que dura el estímulo, en el sentido de que cuanto menor sea éste, mayor tiene que ser su intensidad lumínica para verlo.

La sensibilidad visual también depende de variables fisiológicas, como el estado de adaptación de los fotorreceptores; por eso, nuestra capacidad para detectar una pequeña luz dentro de un túnel con poca luz ambiental es mayor cuando estamos conduciendo por la noche que cuando lo hacemos en un día claro y soleado.

Otra variable es que la sensibilidad visual disminuye a medida que aumenta la edad de la persona porque el envejecimiento provoca una disminución bastante importante del tamaño de la pupila, y el engrosamiento del cristalino, además de otros cambios que también repercuten sobre el funcionamiento visual. El resultado final de todas estas modificaciones es que la cantidad de luz que alcanza la retina de una persona mayor es bastante inferior a la que recibe la retina de una persona joven; por eso, en general, la detección de un estímulo visual de poca intensidad será más difícil para una persona de edad avanzada. Es decir, para que una persona mayor o anciana pueda detectar un estímulo visual con facilidad, la intensidad lumínica de este estímulo tendrá que ser superior a la que requerirá una persona joven.

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2.2. AGUDEZA VISUAL.

La agudeza visual es la capacidad que tiene una persona para discriminar visualmente entre detalles distintos. Esta capacidad nos permite ver que una letra no es otra, es decir, diferenciar una de otra saber que la E no es una F. también nos permite una lectura correcta de la velocidad máxima permitida que se indica en una señal de tránsito. Por ello cuanto mayor es el tamaño de la estimulación o más cerca esté del sujeto respecto a esa estimulación, más fácil se hace la discriminación. También según la cantidad de luz será más fácil o difícil la discriminación.

Esta capacidad se basa en las peculiares características de una pequeña depresión esférica ubicada en la retina, llamada fóvea, en la que se representa la imagen del punto al que miramos directamente en un momento concreto. A diferencia de lo que ocurre en el resto de la retina, en la fóvea las capas celulares tienen un grosor mucho menor, sólo existen conos que aparecen con una concentración muy alta y son más largos y delgados. Todo esto hace más fácil la percepción de la luz que entra en esta zona y el procesamiento inicial de la información proporcionada por el patrón luminoso. (Carterette y Friedman, 1978).

La agudeza visual puede verse disminuida o alterada por diversas razones; ya que los problemas de acomodación del cristalino de la miopía dificultan la distinción de los detalles que se encuentran a cierta distancia. Cuanto mayor sea el grado de miopía, más diferentes serán los detalles que distinguen a un estímulo de otro para que la persona pueda discriminar entre ambos. Por ejemplo, a igualdad del resto de condiciones de visión, una persona que su agudeza visual está disminuida distingue mejor entre la B y la T que entre la B y la P; por eso no tendrá ningún problema en leer 120 en una señal que indique la velocidad máxima permitida, pero puede dudar entre si una señal indica 80, 50 o 60.

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Diversos estudios indican una correlación positiva entre la agudeza visual evaluada en condiciones de iluminación ambiental de alta intensidad, como pueden ser las de un día soleado, y la implicación de accidentes de tránsito. La magnitud de esta correlación es mayor entre los conductores de edades avanzadas. La agudeza en condiciones de baja luminosidad, su relación con la implicancia en accidentes de tránsito es mayor, especialmente en conductores mayores de sesenta años.

Generalmente, la agudeza visual de una persona se evalúa en condiciones estáticas; es decir, se usan estímulos inmóviles y la persona permanece en una misma posición a lo largo de la evaluación. En estas condiciones, una de las pruebas más usadas es el test de Snellen, en el cual se pide a los sujetos que identifiquen desde una distancia concreta una serie de estímulos – letras – de un tamaño progresivamente inferior.

Solo se utilizan 9 letras que son C, D, E, F, L, O, P, T y la Z. Las letras tienen un tamaño decreciente dependiendo del nivel en que se encuentran. La identificación de un nivel inferior a 2/10 significa ceguera, uno de 10/20 es el mínimo exigido para obtener el carnet o licencia de conducir en varios países y un nivel 20/20 es la visión normal. Nivel de visión respecto a la fila en la Gráfica de Snellen.

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Una prueba similar es la de los anillos de Landolt que se aplica a personas que no saben leer. Otras pruebas plantean tareas de detección de estímulos, tareas de resolución con enrejados y tareas en las que se mide la denominada agudeza de Vernier, referida específicamente a la capacidad para detectar la posición relativa de dos estímulos.

anillos de Landolt

Para realizarlo, el paciente mira a un dibujo formado por filas de caracteres que son circulares pero con un trazado no continuo, sino con una discontinuidad cuyo hueco hay que identificar. El sistema de cálculo de la agudeza visual es el mismo que en el test de Snellen: arriba los caracteres más grandes y abajo los más pequeños. El paciente tendrá que resolver dónde está la discontinuidad: arriba, abajo, derecha o izquierda, además de las posiciones entre medio. Se usa con pacientes que no saben leer o tienen problemas para identificar las letras, por ejemplo dislexia. En esto coincide con el test de Lea.

La evaluación de agudeza visual en condiciones dinámicas puede realizarse, por ejemplo, moviendo los anillos de Landolt a una velocidad angular fija sobre un plano horizontal frontal al sujeto. Mejor aún, esta evaluación puede llevarse a cabo en condiciones más parecidas a las reales: por ejemplo se puede determinar la capacidad de los sujetos para identificar ciertos estímulos instalados en una situación de tránsito, al tiempo que están conduciendo un vehículo. En general, los resultados obtenidos por cualquier persona en pruebas de agudeza visual en condiciones dinámicas suelen ser peores que los que obtiene en las mismas pruebas realizadas en condiciones estáticas

En comparación con la agudeza estática, el deterioro de la dinámica debido a la edad empieza antes y además, a partir de los cincuenta años, la progresión de ese deterioro es mucho más rápida, al parecer porque disminuye la precisión del control oculomotor.

FACTORES QUE AFECTAN A LA AV

Factores físicos Errores refractivos:

- Es el factor más claro de disminución de AV

- Depende de cuantía de ametropía, tipo, profundidad de foco, acomodación…

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- Podemos predecir la ametropía en función de la AV (sólo para miopía) con la fórmula de Yves Legrand :Ametropía = 0,25/AV (decimal) Ej: si AV = 0,1 => Rx = -2,50

Luminancia

- La AV aumenta con el logaritmo de la intensidad de iluminación del test cuando son figuras negras sobre fondo blanco.

- La AV aumenta lentamente hasta 100 pie-lamberts y por encima no varía

- La AV disminuye si la luminancia se reduce a 5 pie-lamberts

AV

Luminancia PIE-LAMBERTS

Contraste

- La AV aumenta rápidamente cuando aumenta el contraste

- Para contrastes entre el 30 y 100%, el aumento es menor

- El nivel mínimo de contraste aceptable está entre el 80-90%

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Color

- La longitud de onda que ilumina los optotipos influye en la AV

- La AV es mayor si los optotipos se iluminan con luz amarilla (en ojo

emétrope)

- Los ojos miopes están enfocados para luz roja (ojos largos)

- Los ojos hipermétropes están enfocados para luz verde (ojos cortos)

Tiempo de exposición

- Cuanto mayor es el tiempo de exposición al optotipo, mayor es la AV

Distancia de los optotipos

- El paciente debe estar a la distancia a la cual se ha diseñado el optotipo

Características de los Optotipos

En la AV influye:

- Direccionalidad de los rasgos (percibimos mejor rasgos verticales que horizontales)

- Si la presentación es aislada o agrupada (Ej. amblíopes les cuesta más si agrupada)

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- Número y distancia entre los caracteres de cada línea

Factores fisiológicos

Espaciado entre los fotorreceptores

- Entre los 8-10º centrales la AV está limitada por la separación entre los conos retinianos.

- A partir de los 10º centrales, la AV está limitada por la separación de las células ganglionares.

- A mayor nº de conos por unidad de superficie, mayor es la AV

Excentricidad retiniana

- Sólo en el centro de la fóvea se alcanza la máxima AV

- A 1º de la fóvea la AV se reduce al 60% (fijación excéntrica)

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- A 10º de la fóvea la AV es de 0,2 y a 20º de 0,1

- Conos

Sensibles al color

Pequeño tamaño => gran resolución

Necesitan cierta intensidad de luz para actuar

Visión fotópica

- Bastones

Visión poco nítida

Muy sensibles a la luz

Visión escotópica

- Hay 150.000 conos/ en el centro de la f mm2

Disminuye su densidad rápidamente a 10º de la fóvea

En la fóvea no hay bastones, su densidad máxima está

a 20º

En condiciones escotópicas, la AV está determinada por

los bastones, que al estar a varios grados foveolares la

AV decrece

Tamaño pupilar

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- Pupilas < 2 mm. la AV disminuye porque entra en juego la difracción

- Pupilas > 5 mm. entra en juego la aberración esférica

- Pupila ideal entre 2 y 5 mm.

PUPILAS < 2MM DIFRACCION

PUPILAS >5 MM ABERRACION ESFERICA

Motricidad ocular

- La AV depende de la precisión de los movimientos oculares

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- A mayor precisión en los movimientos => mayor estabilidad en la imagen => mayor AV

Edad

- La AV se adquiere con el tiempo

- En el nacimiento es mínima

- Es máxima entre los 10 y 20 años

- Se mantiene estable entre los 30 y 40 años

- Decrece lentamente a partir de los 40-45 años

2.3. CAMPO VISUAL.

El campo visual humano se extiende horizontalmente con un ángulo máximo de 140º y verticalmente con uno de 110º. Sin embargo, la propia situación de desplazamiento en un vehículo conlleva una reducción notable del campo visual, de manera que cuanto mayor es la velocidad del movimiento del vehículo, en mayor porcentaje se reduce el campo visual del individuo.(2)

Dado que gran parte de la información visual importante para la conducción aparece en primer lugar en la periferia del campo visual del conductor, su reducción aumenta la probabilidad de que dicha información se ignore o se detecte tardíamente y por lo tanto, perjudica a la seguridad vial.

La disminución del campo visual que provoca la locomoción es todavía mayor en los casos en que el conductor no goza de un campo visual de amplitud normal. Por ello, no es de extrañar que la mayor parte de los accidentes sufridos por conductores con un campo visual disminuido horizontalmente en uno de sus lados (izquierdo o derecho) se hayan originado precisamente en el lado afectado. Asimismo, el mayor riesgo de accidente está asociado a un campo visual disminuido por ambos lados.

Por otra parte, el consumo de alcohol o de ciertas drogas o fármacos provoca una disminución transitoria del campo visual, a través de sus efectos sobre el sistema nervioso.

(2)Por ejemplo: horizontalmente, el ángulo máximo del campo visual desciende aproximadamente en un 25% cuando la velocidad del vehículo es de tan solo 35 km/h, pero si esta velocidad aumenta hasta 100km/h, la reducción del campo llega a ser de más del 70 %.

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3. PERCEPCIÓN VISUAL DE LA PROFUNDIDA Y DE LAS DISTANCIAS.

Para la mayoría de las acciones que hacemos cuando conducimos un vehículo es necesario percibir correctamente la profundidad de un cierto espacio y las distancias que existen entre los elementos de la situación, o las que existen entre nosotros y esos elementos. Sin este tipo de información podría ser realmente peligroso, por ejemplo, circular por una carretera de montaña estrecha.

El sistema visual humano nos permite percibir las diferencias en profundidad entre la carretera y el barranco, las distancias entre nuestro vehículo y el borde de la carretera, así como cuál es la dirección de ésta respecto a nuestra posición.

3.1. CLAVES MONOCULARES DE PROFUNDIDAD.

La información básica que dispone el sistema nervioso sobre el entorno visual es la que proporciona una imagen retiniana que es bidimensional. Sin embargo, esta planicidad no es obstáculo para contener información sobre la profundidad y las distancias del exterior. De hecho muchas de las claves de profundidad se derivan de la información contenida en la imagen retiniana: en ella se registran datos sobre las interposiciones de ciertas partes de la escena respecto a otras partes, el patrón de las sombras que se producen en la escena, la perspectiva aérea, el tamaño relativo de los objetos y su altura relativa en relación con la línea del horizonte, la perspectiva lineal, el gradiente de la textura de la superficie en la que se apoyan los objetos y el paralaje de movimiento.

En ausencia de otras indicaciones, el sistema visual supone que la fuente de luz procede de la parte superior. Estas dos fotografías parecen muy diferentes entre sí aunque se trata de la misma foto vuelta al revés. La situación de la sombra determina que  en la foto de la izquierda se perciban elevaciones y en la de la derecha se perciban hendiduras.  

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Aunque nuestra visión normal es binocular, todas estas claves también pueden obtenerse en condiciones monoculares. Además para todas las personas, las claves binoculares no son funcionales si las distancias son relativamente grandes.

Gradiente de textura:

Cuando observamos la textura de una superficie, los elementos más cercanos parecen estar más espaciados, aumentando su densidad con la distancia.  

En la fotografía de esta playa podemos observar como la proyección de las piedras es poco densa en la parte inferior mientras que en la parte superior la densidad ha aumentado considerablemente.

El paralaje de movimiento, tiene una especial importancia para las situaciones de conducción, ya que a diferencia de las restantes, esta clave sólo está presente cuando estamos en movimiento, cuando se mueven nuestras cabezas o nuestros ojos, o cuando los propios objetos se mueven.

El paralaje de movimiento consiste en la percepción de diferencias en el movimiento relativo de las distintas partes de la escena visual en función de la distancia respecto a nuestra ubicación. Así, si mientras nos desplazamos en un vehículo miramos el paisaje a través de una ventanilla lateral, los objetos que están más cerca de nuestros ojos en relación con el punto en el que fijamos nuestra mirada parecen moverse en dirección opuesta a nuestro movimiento y su movimiento parece más rápido, mientras que los objetos

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que están más lejos que el punto de fijación parecen moverse en la misma dirección en la que nos movemos y su movimiento parece más lento.

Las diferencias en el movimiento percibido de los objetos de la escena visual cuando nos desplazamos, en función de la distancia a la que se encuentran respecto a nosotros, constituyen una clave de profundidad; es decir, cuando nos desplazamos, el cerebro considera cuál es la velocidad del movimiento percibido de los objetos de la escena visual para estimar a qué distancia se encuentran esos objetos respecto a nuestros ojos: si se mueven rápido, están cerca; si se mueven despacio, están lejos.

Junto a las claves monoculares contenidas en la imagen retiniana, existen otras cuyo origen reside en la actividad de ciertos músculos oculares que participan en los procesos visuales; en concreto, en la acomodación de la lente ocular y en el grado de convergencia o divergencia de ambos ojos. Por lo que respecta al primero, los cambios en el grado de tensión/relajación de los pequeños músculos ciliares que controlan la forma del cristalino constituyen datos para el cerebro sobre la distancia a la que está el objeto al que estamos mirando en un momento determinado. La forma del cristalino tiende a ser esférica, pero los músculos ciliares logran que su curvatura

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varíe en función de la distancia a la que se encuentra el objeto que desea ver: cuando el objeto está lejos de nuestros ojos, la lente tiende a aplanarse, mientras que cuando el objeto está cerca, la lente tiende a curvarse. Estos cambios se producen para que podamos centrar o enfocar lo más claramente posible la imagen del objeto en la retina. De allí que, el cristalino varía su enfoque para acomodarse a la distancia a la que está el punto de enfoque. Cuando se enfocan objetos lejanos respecto a nuestros ojos, esos músculos se relajan para que el cristalino se aplane; mientras que cuando se enfocan objetos que están cerca, los músculos se tensan para que el cristalino se curve. De esta manera el cerebro puede considerar cuál es el estado de tensión o de relajación de los músculos ciliares del cristalino en un momento dado para saber a qué distancia se encuentra el objeto enfocado por nuestros ojos. Sin embargo, esta clave tiene cierta limitación: sólo es realmente informativa de la profundidad cuando la distancia entre el objeto y el ojo es inferior a 3m y superior a 20 cm, aproximadamente.

Cuando un objeto está delante y entorpeciendo parcialmente la visión de otro, es evidente que el objeto que está delante está más cerca, produciéndose una clara impresión de profundidad.

3.2. CLAVES BINOCULARES DE PROFUNDIDAD.

Se denomina ángulo de convergencia al ángulo imaginario que forman las dos rectas que pasan por cada una de las fóveas (la del ojo izquierdo y la del ojo derecho) y el punto del exterior al que dirigimos nuestra mirada. La magnitud de este ángulo depende de la distancia que hay entre el punto en el que se fija la mirada y nuestros ojos: cuando el punto está cerca, el ángulo es relativamente amplio, porque así ambos ojos tienen que converger o rotar hacia adentro (en dirección hacia la nariz) de forma coordinada para que cada imagen retiniana del punto se centre en la respectiva fóvea, condición necesaria para que la percepción de los objetos sea nítida; mientras que cuando el punto está lejos, el ángulo se reduce, ya que las direcciones del

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movimiento de cada ojo tienden a divergir para que las imágenes retinianas se centren fovealmente.

El patrón de tensión/relajación que presenta en un momento dado la serie de músculos extraoculares que posibilitan las variaciones en el ángulo de convergencia de ambos ojos constituye también una clave de naturaleza fisiológica sobre la distancia a la que se encuentra el punto al que se dirige la mirada. Esta clave sólo funciona como tal cuando el objeto al que se mira se encuentra a una distancia respecto a nuestros ojos inferior a aproximadamente 6m.

Otra clave de profundidad que surge en condiciones de visión binocular es el grado de disparidad entre las dos márgenes retinianas que se generan como resultado de cierta estimulación visual.

El concepto de estereopsis – o percepción estereoscópica de la profundidad- se usa para referirse a la capacidad de percibir la profundidad a partir de esta clave de disparidad. Cuando observamos una escena binocularmente, la imagen retiniana de aquello en lo que fijamos la mirada se proyectará justo sobre ambas fóveas, las cuales ocupan la misma ubicación relativa en ambas retinas; es decir, son puntos retinianos correspondientes.

Las proyecciones retinianas de otras partes de la escena visual distintas a aquello en lo que fijamos nuestra mirada pueden caer sobre puntos retinianos correspondientes distintos a la fóvea o por el contrario, sobre puntos no correspondientes, siendo en este último caso en el que se aplica la expresión

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de disparidad retiniana. El primer caso se produce para las partes de la escena visual que están en un plano imaginario denominado horóptero; las dos representaciones retinianas de cada punto del horóptero caen sobre puntos de la retina correspondientes entre sí, porque ambos están en la misma posición en relación a su fóvea respectiva. Para el resto de las partes de la escena visual se generan imágenes retinianas que caen en puntos dispares debido a que la separación que existe entre nuestros ojos hace que la dirección de la visión de cada uno de ellos sea distinta.

En este sentido, que cierta parte de la escena visual se represente en puntos no correspondientes de la retina, significa que las imágenes retinianas globales de ambos ojos son ligeramente distintas entre sí, aunque nosotros no seamos conscientes de ello gracias a que ambas imágenes se fusionan en una percepción que integra la información proporcionada por cada una de ellas. El grado de disparidad retiniana depende de la distancia entre el objeto o parte de la escena y el punto de fijación de nuestra mirada, de manera que cuanto más lejos esté el objeto, mayor será la disparidad retiniana. Por eso, el grado de disparidad contiene información para nuestro cerebro sobre la distancia a la que se encuentran los objetos.

Disparidad entre las visiones oculodiestra y oculosiniestra de un cuadrado pequeño puesto por delante de otro mayor

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Existe entre un 5% y un 10% de las personas que no tienen estereopsis y por ello, pueden llegar a tener dificultades para estimar distancias necesarias en la conducción, especialmente cuando la distancia es relativamente corta. Pero eso no les impide obtener el permiso para conducir un vehículo, aunque nuestra percepción de la profundidad suele ser más precisa cuando utilizamos ambos ojos que cuando sólo utilizamos uno de ellos, especialmente cuando la distancia a la que se encuentran los objetos es bastante corta, cuando las distancias aumentan por encima de aproximadamente 6 m adquieren una relevancia comparativamente mayor otras claves de profundidad que también están presentes en condiciones monoculares. En este sentido, la estereopsis puede ayudar en nuestra percepción de la profundidad en distancias de hasta 185 m.

En muchas situaciones cotidianas cada una de las claves de profundidad es suficiente por sí misma para proporcionarnos una impresión consciente de ordenación tridimensional en el espacio, a menudo la precisión de nuestra percepción de la profundidad depende de la interacción de varias de ellas. En general cuanto más claves estén presentes, más precisa será la percepción de profundidad.

4. PERCEPCIÓN VISUAL DEL MOVIMIENTO.

Análisis del campo visual en plano sagital.

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El movimiento se percibe de dos formas; en la primera el ojo se mueve con el objeto para mantenerlo el mayor tiempo posible a la vista; en la segunda el ojo permanece fijo, pero la imagen del objeto se mueve a través de la retina, así el movimiento es percibido por la estimulación de las diferentes células retinianas. En esta circunstancia la velocidad mínima que puede detectarse es aproximadamente de 1 a 2 minutos de arco por segundo.

La capacidad a la que se hace referencia en el párrafo anterior depende en gran parte de una más básica, la que nos permite percibir visualmente el movimiento de objetos y de nosotros mismos.. existen casos de personas que han perdido drásticamente esa capacidad como consecuencia de haber sufrido daño en ciertas zonas del cerebro; y aún así, pueden reconocer visualmente un coche como tal, pero, por ejemplo, no son capaces de realizar estimaciones acerca de la velocidad a la que circula, porque no perciben su movimiento. Sin llegar a estos extremos la relevancia de la capacidad para percibir movimiento cuando se conduce un vehículo queda patente en diversos estudios que han encontrado una relación positiva entre la implicación en accidentes de tránsito, por un lado, y un umbral relativamente alto en la detección de movimiento lateral o una estimación incorrecta de la velocidad, por el otro lado; esta relación es especialmente estrecha en los conductores de más edad.

4.1. PERCEPCIÓN VISUAL DEL MOVIMIENTO DE OBJETOS.

La percepción de que algo se mueve en el exterior puede originarse en dos fuentes de información distintas: en la imagen retiniana y/o en los movimientos oculares que se producen cuando seguimos visualmente la trayectoria de lo que se mueve. En el primer caso se dispone de información sobre los cambios sobre los cambios en la posición relativa de las partes de la imagen retiniana. Por eso, una de las variables más importantes en la detección de movimiento es el contexto en que aparece el estímulo que se mueve: la sensibilidad al movimiento de un objeto es mayor si en la misma escena en la que aparece el objeto que se mueve también aparece otro estímulo que permanece inmóvil, en comparación con la situación en la que sólo aparece el objeto móvil, pues el que permanece estático actúa como referencia para detectar el movimiento del que se mueve.

Sin embargo, la velocidad percibida en el objeto que se mueve no se corresponde exactamente con la velocidad de la imagen de ese objeto a través de la retina. Por ejemplo, puede ser que la imagen retiniana correspondiente a un objeto se mueva a una gran velocidad a través de la retina y, sin embargo, nos parezca que la velocidad de ese objeto sólo ha variado ligeramente.

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De la misma forma existen neuronas en la corteza visual que están especializadas en activarse cuando les llega información desde los receptores visuales de que el objeto se mueve con una dirección concreta. Por eso, a estos tipos de neuronas se las conoce como detectores de movimiento.

Cuando seguimos visualmente la trayectoria del movimiento de un objeto a través de nuestro campo visual, nuestro cerebro también recibe información sobre la actividad de los músculos que controlan los movimientos oculares que permiten ese seguimiento. Esa información constituye para el cerebro una clave de movimiento que nos permite percibir que un objeto se mueve aunque su imagen retiniana permanezca en una posición fija en la retina. Estos movimientos oculares se denominan movimientos suaves de seguimiento y logran que la imagen del objeto se mantenga continuamente centrada en la fóvea. La velocidad y trayectoria de los movimientos suaves de seguimiento de nuestros ojos proporcionan información a cerebro sobre la velocidad y la trayectoria del movimiento del objeto del exterior.

4.2. LA PERCEPCIÓN VISUAL DE LA AUTOMOCIÓN O LOCOMOCIÓN.

La capacidad para percibir los desplazamientos de nuestro propio cuerpo a través del espacio también depende en gran medida de nuestra visión. El proceso que hace posible la percepción visual de la locomoción se inicia en la retina. Cuando nos desplazamos a través del espacio, la escena que observamos es ligeramente diferente en cada instante, por lo que en nuestras retinas se generan sucesivas y diferentes imágenes de la escena. Las proyecciones retinianas de los objetos y elementos de nuestro campo visual pueden moverse también a través de la retina, o por el contrario, permanecer relativamente fijas en cierto lugar respecto a un fondo que se desplaza en la retina. En cualquier caso, la representación retiniana de las diversas partes de la escena parece fluir en la retina, comparación que ha inducido a los investigadores a referirse a este fenómeno con la expresión de flujo óptico.

El flujo óptico que se produce en nuestras retinas cuando conducimos un vehículo en el sentido habitual de la marcha, es decir, hacia adelante, se caracteriza por dos tipos de movimiento: las partes de la zona central de la escena visual fluyen según un patrón de expansión radial, mientras que las partes de la periferia de la escena lo hacen según un patrón de traslación lateral.

En esta situación mantenemos nuestra mirada gran parte del tiempo en algún punto de la carretera que está por delante de nosotros.

Las imágenes en nuestras retinas de las partes de la escena visual que están alrededor de ese punto se expanden radialmente hacia afuera a medida que

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avanzamos; es decir, según nos vamos acercando hacia el punto que estamos mirando, la representación retiniana de los objetos que están próximos a ese punto aumenta su tamaño y su posición relativa en la retina varía siguiendo una misma dirección: la que corresponde a la recta imaginaria que pasa por el objeto y el foco de la expansión, que corresponde al punto hacia el que dirigimos nuestro desplazamiento y por tanto, al centro del flujo óptico. Por eso, las direcciones de los cambios en la posición relativa en la retina de los objetos que están próximos al lugar hacia donde avanzamos son radiales en relación con el centro de flujo óptico.

Cuando nuestro vehículo avanza, la representación retiniana de las partes que quedan en la periferia del campo visual cambia según un patrón de traslación lateral al que se denomina flujo lamelar o paralaje de movimiento.

Nuestro movimiento hacia adelante provoca cambios en la posición relativa de las proyecciones retinianas de los árboles, edificios y otros elementos de la escena visual más o menos lejanos que podemos observar a un lado de la carretera, cambios que se producen con una dirección lateral respecto a nuestro desplazamiento, pero en sentido opuesto al de éste.

Cuando conducimos un vehículo también disponemos de información sobre lo que ocurre en lugares que se sitúan por detrás de nuestro vehículo. Las partes de la escena reflejada en el espejo retrovisor del interior del vehículo se mueven siguiendo el patrón contrario al que se ha descrito para el centro de la escena visual que está por delante de nosotros: la posición relativa de las partes de la escena visual en el espejo, en la retina, también cambia siguiendo una dirección radial, pero su tamaño retiniano disminuye progresivamente a medida que nos alejamos respecto a los lugares que les corresponden en el exterior; por eso es un patrón de contracción radial. El foco de la concentración corresponde al centro del flujo óptico, de forma análoga a como éste es foco de la expansión cuando observamos la escena que está delante de nuestro vehículo.

En la retina se registran los datos que el cerebro necesita para que podamos controlar adecuadamente la dirección del movimiento de nuestro vehículo: el foco de la expansión nos indica cuál es la dirección de desplazamiento hacia adelante, y el foco de la contracción indica al cerebro cuál es la dirección del desplazamiento en relación con lo que ya se ha rebasado. Por eso, si mantenemos nuestra mirada en la carretera, podemos dirigir adecuadamente el movimiento de avance del vehículo a través de la trayectoria de la vía, y si miramos el espejo retrovisor del interior del vehículo, podemos ajustar la trayectoria de nuestro movimiento a las de los vehículos que circulan por detrás del nuestro ( por ejemplo una situación de adelantamiento). En la retina también se obtienen datos sobre el tiempo que se tardará en alcanzar un punto concreto siguiendo nuestra trayectoria y por tanto, información necesaria para

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que podamos evitar colisionar con otros vehículos que puedan circular por delante de nosotros en la misma trayectoria.

Cuando nos aproximamos hacia una parte concreta de la escena visual la representación de la retina de lo que está en la zona se dilata; es decir, aumenta su tamaño según nos vamos acercando. Este incremento progresivo también se produce cuando un objeto móvil se aproxima hacia nosotros, por ejemplo, cuando un vehículo circula en sentido contrario al nuestro e invade el carril en el que estamos para adelantar. En ambos casos, la velocidad de la dilatación retiniana es tanto más rápida cuanto más corto es el lapso de tiempo que resta para el contacto, por lo cual informa al cerebro del tiempo que queda para que se produzca la colisión, siempre que ese tiempo sea más bien corto; en caso contrario, el cerebro obtendrá esa información a partir de los datos registrados sobre la distancia y sobre la velocidad.

Aunque la velocidad a la que se mueven las proyecciones de las diversas partes de la escena visual a través de nuestras retinas depende de la velocidad a la que se produce nuestro desplazamiento, podría pensarse que el flujo óptico proporciona información directa al cerebro sobre cuál es la velocidad de nuestro desplazamiento. Sin embargo, la velocidad que percibimos en nuestro movimiento no correlaciona linealmente con la velocidad del flujo óptico, omo tampoco existe una relación lineal entre la velocidad retiniana y la velocidad que percibimos en el movimiento de un objeto. En este sentido, si se nos pide que estimemos la velocidad a la que circulamos sin poder consultar el velocímetro, nuestras estimaciones tenderán a infraestimar la velocidad a la que se desplaza el vehículo, y a la vez, si aumenta la velocidad real, nuestra estimación se incrementará en una proporción mayor a aquélla en la que ha aumentado la velocidad real; es decir, tendremos a sobreestimar las variaciones en la velocidad a la que nos desplazamos.

La percepción de la velocidad a la que nos desplazamos cuando viajamos en un vehículo puede verse afectada por las características de la escena visual. Por ejemplo si la carretera es estrecha y está bordeada por vegetación alta, tendemos a percibir una velocidad comparativamente mayor a la que percibimos si la carretera es amplia y apenas hay elementos verticales que la delimiten. Este es un ejemplo de cómo el contexto puede provocar una ilusión de que nuestra velocidad es mayor o menor que la velocidad real. En las autopistas y en las autovías se puede producir un tipo particular de ilusión de velocidad, denominada efecto negativo de adaptación, que consiste en una respuesta disminuida de los detectores corticales del movimiento, debida a que el patrón de flujo óptico es poco variable a lo largo del tiempo y ello ha provocado que tales detectores manifiesten una actividad contínua durante un tiempo prolongado. Como consecuencia de ello, la percepción de la velocidad resulta afectada, en el sentido de que tendemos a infraestimarla. Por eso, cuando tenemos que salir a una vía en la que hay que circular a una velocidad

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inferior, puede que no reduzcamos lo suficiente la velocidad del vehículo; es decir, como nos parecía que íbamos a una velocidad inferior a la real, la reducimos menos de lo que es necesario para ajustarnos a las indicaciones de la nueva vía.

5. LA ATENCIÓN EN LA CONDUCCIÓN.

5.1 LA ATENCIÓN COMO MECANISMO DE SELECCIÓN DE INFORMACIÓN.

La atención es más que un mero mecanismo de selección de información. Es un mecanismo de control del procesamiento cognitivo (Tudela, 1992), en el sentido de que organiza y coordina el desarrollo de los procesos que operan sobre la información (perceptivos, motores, de memoria…). Si bien esto logra que la acción se automatice en gran medida, de forma que buena parte de las tareas que se desarrollan cuando se conduce pueden realizarse sin requerir control atencional, el funcionamiento adecuado de este mecanismo es fundamental para una conducción segura.

La atención cumple tres funciones fundamentales en el procesamiento humano de información: mediante la atención, nuestra actividad mental se orienta hacia estímulos concretos, detectamos estímulos potencialmente relevantes y nos mantenemos en alerta a la espera de posibles eventos.

Nuestra atención tiende a orientarse automáticamente hacia aquellas posiciones del entorno en las que se producen cambios estimulantes de forma abrupta e inesperada. Aunque una orientación puede producirse de forma encubierta, a menudo es manifiestamente observable mediante una serie de respuestas motoras. Por ejemplo, así puede suceder que mientras vamos conduciendo tranquilamente por la autopista, de repente escuchamos un estrepitoso y largo sonido de claxon que proviene de algún lugar por detrás de nuestro vehículo, o si vemos un destello de luz en la periferia de nuestro campo visual. Seguramente nuestra cabeza, nuestros ojos e incluso todo nuestro cuerpo se moverán para que llegue hasta nuestros receptores sensoriales la estimulación que puede completar la información que necesitamos para percibir e interpretar lo que ha sucedido. En este sentido, proporcionar información válida sobre el lugar en el que aparecerá un estímulo inmediatamente antes de que ello suceda, beneficia a la velocidad de detección de ese estímulo, en comparación con la situación en la que no se proporciona tal información (Posner, 1980). Como ejemplo, podemos pensar en la situación en la que nos encontramos una señal de tránsito cuadrada y de color amarillo, en la que se representa la silueta de un niño corriendo, para advertirnos que circulamos por un tramo de vía próximo a lugares frecuentados por niños. Esta información

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nos induce a incrementar nuestra atención en la calzada, por si algún niño la invade repentinamente, y esa expectativa puede disminuir significativamente el tiempo necesario para detectar un caso positivo y para reaccionar adecuadamente. Por el contrario si la información no es lo que realmente acaba produciéndose sino que ocurre algo distinto, ello no sólo no supone un beneficio respecto a la situación en la que no está presente ninguna información previa al estímulo, sino que incluso puede conllevar un coste de magnitud superior al beneficio que produce la información válida. Por ejemplo, si la información nos indica que el estímulo-objetivo aparecerá en determinado lugar, pero en realidad el estímulo aparece en otro lugar distinto, la atención se dirige en primer lugar hacia donde se nos indica que aparecerá el estímulo y sólo cuando comprobamos que éste no ha aparecido, la atención se dirige hacia el lugar donde realmente lo ha hecho. Es decir, la información sobre dónde aparecerá el estímulo crea la expectativa de que el estímulo aparecerá en esa posición que hace que la velocidad de detección del estímulo mejore si realmente aparece en esa posición, y que empeore si no aparece allí o si aparece otro estímulo que no esperamos.

Asimismo, nuestros órganos sensoriales se orientan hacia una porción concreta del entorno estimular para facilitar el procesamiento de la información que podemos obtener sobre esa porción, en comparación con el de la que podríamos tener a partir del resto del entorno; por tanto, cuando atendemos a un estímulo, ignoramos necesariamente otros muchos que también se hallan presentes en nuestro entorno en un momento dado. En este sentido, la atención puede entenderse como una especie de filtro que selecciona sólo algunos estímulos de entre muchos posibles. Por ejemplo, cuando un conductor realiza un adelantamiento tiene que focalizar su atención prácticamente de forma exclusiva sobre la estimulación que es relevante para ejecutar adecuadamente la tarea que proporciona información sobre la distancia a la que se encuentran el vehículo al que se adelanta y el que quedará inmediatamente por delante del nuestro tras el adelantamiento.

Podemos decir entonces, metafóricamente, que la atención actúa de forma parecida a como lo hace un foco de luz que puede desplazarse a través del campo visual e ilumina aquello sobre lo que se detiene. La atención puede focalizarse sobre una u otra porción concreta del campo visual, con lo cual, esa porción será procesada de forma preferente. En este sentido, la información proporcionada por los estímulos focalizados por la atención se procesa con mayor rapidez y de forma más eficaz que la que proporcionan los estímulos a los que no se atiende.

Muchas veces, nuestra atención se centra sucesivamente en distintas partes de la escena visual con el objetivo de encontrar una información concreta; es decir, cuando hacemos una tarea de búsqueda visual. En esos casos el foco de atención se desplaza rápidamente de un punto a otro de la escena, hasta que

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se obtiene la información que se buscaba. Por ejemplo, si sucede cuando el conductor inspecciona las señales del borde de la ruta tratando de encontrar la que indica la referencia de la vía por la que puede llegar a su destino. De esta forma la actividad de sus ojos no es ni mucho menos errática; por el contrario, en condiciones normales, la intención de encontrar mediante la visión un estímulo provoca una serie organizada de movimientos y fijaciones oculares de los sujetos que realizan una tarea de búsqueda visual proporcionan datos sobre cuáles son las posiciones de la escena en las que se tiende a focalizar la atención cuando se pretende encontrar cierta información. Por ejemplo, en comparación con lo que sucede en el tramo previo, cuando se entra en una curva disminuye la duración de las fijaciones oculares y estas fijaciones se hacen en gran medida sobre puntos próximos de la trayectoria de la carretera, lo cual puede entenderse como expresión de la búsqueda de la información necesaria para elaborar con la antelación suficiente un plan que sirva para guiar el vehículo a través de una trayectoria que es muy impredecible (Cohen y Studach, 1977). Los movimientos oculares predominantes cuando se realiza una búsqueda visual son de tipo sacádico, significancia que se aplica porque el globo ocular se mueve como a sacudidas o saltos, a una gran velocidad (hasta 1000º/seg). (3)

5.2. DISTRIBUCIÓN DE LA ATENCIÓN.

Es sumamente difícil – si no imposible- dividir la atención entre dos fuentes de información de la misma modalidad perceptiva. En general, podemos cambiar rápidamente de fijarnos en una cosa a fijarnos en otra, pero no lo podemos hacer a la vez; es decir, podemos conseguir que nuestra atención se desplace rápidamente de un estímulo a otro, pero es menos probable que podamos atender a más de un estímulo dentro de una misma modalidad perceptiva. Esto significa que dividir la atención entre dos fuentes de información de distinta modalidad perceptiva es comparativamente más asequible. Por ejemplo, cuando queremos fijarnos a la vez en lo que nos está diciendo nuestro compañero de viaje (un mensaje que nos llega auditivamente) y algo que está en nuestro campo visual (lo que estás viendo a través del parabrisas). En estos casos, nuestra atención puede dividirse entre las dos fuentes de información. Por ejemplo, si queremos escuchar una noticia importante que están diciendo por la radio mientras estamos realizando una maniobra de adelantamiento, los recursos atencionales podrán distribuirse mejor que si queremos escuchar la noticia justo cuando estamos tratando de leer lo que

(3)Los sacádicos constituyen uno de los movimientos más característicos de los ojos. Son movimientos fundamentalmente voluntarios –también los hay involuntarios - que nos permiten visualizar diversas zonas de una escena; los utilizamos para dirigir la mirada a diversas zonas del ambiente y facilitar así la recogida de información. En esencia su objetivo no es otro que el de disponer la imagen visual en la fóvea que es la región de la retina que dispone de mayor agudeza visual. Durante la ocurrencia del sacádico se ocasiona el denominado fenómeno de supresión sacádica, es decir, durante el movimiento la recogida de información visual del medio queda prácticamente interrumpida (aunque no en su totalidad). Una experiencia que permite comprobar el fenómeno de supresión sacádica

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consiste en ponerse delante de un espejo y tratar de observar el movimiento de nuestros propios ojos: casi con toda la seguridad lo único que podremos percibir será una imagen estática de nuestros ojos y nunca el movimiento porque cada vez que éste se realiza se interrumpe la recogida de información.

indica el un panel variable en el que aparece un mensaje de emergencia.

Es decir, en el primer caso la atención tiene que distribuirse entre los sistemas que le permiten:

a) percibir información auditiva

b) comprender el significado de esas palabras, con la ayuda de la memoria, así como entre los que lo permiten

c) percibir información visual sobre las variaciones en las posiciones de los otros vehículos respecto del nuestro

e) seleccionar las respuestas que se realizarán para completar el adelantamiento

Otro factor que influye sobre la distribución atencional es el nivel de dificultad de una de las tareas. En general, cuanto más difícil le resulta una tarea al sujeto, más recursos atencionales tiene que poner en esa tarea, y por lo tanto, menos recursos atencionales le quedan para otras tareas distintas a ésa; y, a la inversa, cuanto más fácil le resulta una tarea, menos recursos atencionales exige y, consiguientemente, más le quedan para otras tareas.

Conducir un vehículo es un ejemplo cotidiano de cómo se automatiza progresivamente una tarea que inicialmente requería todo el control de la atención. Cuando una persona tiene poca experiencia en conducir no puede conversar mientras está conduciendo, porque conversar interferiría en la tarea de conducir. La experiencia logra que la tarea se automatice hasta que su realización ya no exija toda su atención. Una vez que ya se han adquirido las habilidades necesarias para conducir, la conducción se convierte en una tarea que puede calificarse de fácil porque su ejecución es en buena parte automática; es decir, el conductor sólo necesita feedback visual y cinestésico sobre su ejecución de forma esporádica, porque puede realizar la tarea basándose en gran medida en sus representaciones y planes mentales. La sola presencia de ciertos estímulos hace que se desencadenen ciertos procesos mentales que conducirán a la realización de una respuesta concreta, de forma automática( por ejemplo, ante cierto ruido proveniente del motor, éste cambia de marcha).

Cuando una tarea se automatiza ya no requiere apenas esfuerzo consciente por parte de la persona, o, en otras palabras, ya no requiere que éste ponga su atención sobre ella, y por eso, puede poner su atención para hacer otras tareas sin que éstas causen interferencia en las otras.

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DISTRIBUCIÓN ESPACIAL DE LA MIRADAEN FUNCIÓN DE DISTINTOS TIPOS DE ACTIVIDAD MENTAL

CONDUCCIÓN ORDINARIA

La mirada se centra en la carretera a la vez que se distribuye entre elementos periféricos, espejos y velocímetro. Durante la escucha de un relato o una descripción no se observaron alteraciones significativas.

PRODUCCIÓN VERBAL: La mirada se mantiene más concentrada en la carretera a la vez que se reduce moderadamente la exploración de la periferia, espejos y velocímetro

PRODUCCIÓN IMAGEN: La mirada se concentra drásticamente a la vez que se reduce marcadamente la inspección de espejos y velocímetro.

Presencia de fijaciones de larga duración.

DISTRIBUCIÓN DE LA DENSIDADDE LA MIRADA

MÁXIMO MÍNIMO

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5.3. MANTENIMIENTO DE LA ATENCIÓN A LO LARGO DEL TIEMPO.

En ciertas circunstancias conducir un vehículo puede convertirse en una tarea de vigilancia, entendiendo por eso que el conductor experto que hace un trayecto largo por una vía con poca densidad de tránsito y con un trazado en gran medida rectilíneo tiene que responder únicamente a unos pocos estímulos que aparecen de forma muy ocasional a lo largo del trayecto – un turismo que le adelanta, unos minutos después un camión que lo fuerza a cambiar de carril, un poco más tarde una señal que le indica la proximidad de unas obras en la vía, etc.-. En estas condiciones, conducir resulta fácil y el esfuerzo mental requerido es bajo, pero el conductor debe intentar permanecer atento a lo largo de todo el trayecto, porque en cualquier momento puede aparecer un estímulo relevante al que deba responder. En general, el número de estímulos-objetivos detectados por una persona en este tipo de tareas disminuye progresivamente según transcurre el tiempo; esta disminución llega a su máximo transcurridos entre 20 y 35 minutos desde el comienzo de la sesión, aunque al menos la mitad de pérdidas definitivas se producen durante los primeros 15 minutos.

Según la teoría de la detección de señales, la principal causa de que el rendimiento disminuya con el tiempo es que nuestro criterio de respuesta se hace más conservador a medida que pasa el tiempo de realización de la tarea; es decir, la persona falla en detectar el estímulo-objetivo porque se va haciendo más reacia a admitirse a sí misma que ese estímulo-objetivo tan poco frecuente que tiene que detectar ha sucedido realmente. (Parasuraman, 1984).(4)

El rendimiento en las tareas de vigilancia indica que es prácticamente imposible para la gran mayoría de las personas mantener continuamente su atención al mismo nivel con el que iniciaron la tarea, si bien esta afirmación debe matizarse considerando que ciertas manipulaciones de la tarea pueden influir positivamente sobre el rendimiento.

(4)La Teoría de Detección de Señales TDS es un sistema de análisis de toma de decisión desarrollado durante los años 50-60 del siglo pasado que ha tenido una gran repercusión en Medicina y cada vez más futuro en Oftalmología.Implica una señal rodeada de ruido que es transmitida a una persona o máquina y la decisión (respuesta) que suscita en ésta. Este sistema, aparentemente sencillo, se reveló muy útil en actividades dispares, desde vigilancia/alarma al diagnóstico médico . En esquema funciona como un sistema binario de respuestas SÍ-NO ante la señal/ruido dando lugar a una matriz 2x2: aciertos verdaderos, falsos positivos, omisiones verdaderas y falsos negativos (dos errores y dos decisiones correctas). Su expresión gráfica más conocida es la Curva ROC (Receiver Operating Characteristic) cuya forma y superficie indica con precisión la sensibilidad y la especificidad (ambas determinan la capacidad discriminativa o perspicacia) de cualquier persona o máquina. Los fundamentos y principios de la TDS quedaron bien establecidos matemática y psicológicamente. En Oftalmología se empezó a usar la TDS en el diagnóstico perimétrico del glaucoma valorándose mediante curvas ROC perímetros de distintas marcas con nuevas estrategias, rápidas o lentas, sobre poblaciones normales, con hipertensión ocular y con glaucoma confirmado así como otras exploraciones relacionadas, tales los parámetros estructurales de la papila óptica. La TDS propone una innovación psicofísica al clásico umbral admitido en perimetría y utiliza conceptos tales como ruido, señal, señal+ruido o criterio. Asume que el estímulo debe ser detectado contra un fondo ruidoso y que el individuo tiene su propio criterio interesado de respuesta. La sensibilidad TDS dependería entonces: a) de la intensidad de la señal, b) de la sensibilidad local del observador, influenciada por el ruido y la atención y c) del criterio adoptado por el observador, determinado por sus motivaciones y expectativas. Cambios en el criterio natural de respuesta de un individuo durante o entre las perimetrías pueden influir en los umbrales obtenidos.El sesgo del factor humano cognitivo psicológico considerado por la TDS era clásicamente atribuido a bisoñez o fatiga pero podría explicar en parte la pertinaz variabilidad a corto y largo plazo que se observa en las series perimétricas a pesar de los modernos procesos de filtrado. En: Gonzalez-Hernandez M, Garcia Feijoo J, Mendez MS, de la Rosa MG. Combined spatial, contrast, and temporal functions perimetry in mild glaucoma and ocular hipertensión. Eur J Ophthalmol 2004; 14: 514-522.

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Por ejemplo, la rapidez media y la precisión en la detección de señales varían inversamente con la tasa de repetición de los estímulos neutrales de fondo entre los que aparecen las señales (Bowers, 1983).

Para mantener la atención al nivel suficiente a lo largo de un tiempo más o menos prolongado es necesario un cierto nivel de arousal o activación del sujeto. Cada actividad tiene un nivel óptimo en el cual se puede ejecutar de forma máxima la tarea (Hebb, 1955).(5)

Cuando el nivel de activación es demasiado extremo, la diferencia de la ejecución es baja. Así, un nivel de activación insuficiente provoca fallos atencionales que, asu vez, causan pérdidas y errores en el procesamiento de la información que requiere la realización de ciertas tareas. Esto puede explicar algunos accidentes de tránsito, especialmente aquellos en los que el conductor sufrió un despiste o se distrajo mientras circulaba por una autovía o autopista con poco tráfico; en este sentido, el nivel de activación depende de la cantidad de esfuerzo invertido en la tarea, de manera que si la ejecución continuada de la tarea exige poco esfuerzo a la persona, su activación no puede mantenerse constantemente a un nivel suficientemente alto; por eso cuando hemos de conducir un vehículo durante un tiempo prolongado, y especialmente cuando la tarea puede desarrollarse en gran medida de forma automática, es posible que en algunos momentos el nivel de alerta decaiga peligrosamente (Wertheim, 1991). También un nivel de activación demasiado alto, puede provocar perjuicios en nuestra atención; por ejemplo, si la situación de evaluación provoca al aspirante a obtener el permiso de conducir un nivel de activación excesivo, éste puede perjudicar a su capacidad para concentrarse en los estímulos relevantes para realizar bien la prueba.

6. PROCESAMIENTO DE INFORMACIÓN VISUAL Y EJECUCIÓN DE RESPUESTAS MOTORAS.

Cuando se le pide a una persona que reaccione de una manera concreta ante determinados estímulos, la medición del tiempo que transcurre entre la presentación de cada estímulo y la emisión de la respuesta por parte de la persona proporciona una estimación relativa del tiempo que se requiere para procesar la información estimular en distintas condiciones y para responder de forma apropiada.

(5)El arousal es una activación general fisiológica y psicológica del organismo, que varía en un contínuum que va desde el sueño profundo hasta la excitación intensa. El Arousal es importante en la regulación de la conciencia, atención y procesamiento de la información. Es crucial para motivar ciertos comportamientos tales como la movilidad, la búsqueda de la nutrición, la respuesta a la pelea, las actividades sexuales, la comunicación en público. Al tener un arousal óptimo, se tiene un rendimiento óptimo y al tener un arousal sobre-activado o sub-activado, se va a tener un rendimiento bajo.Ciertas teorías relacionan los niveles de arousal con la introversión y la extraversión. Fuente: Activación, estrés y ansiedadAutor: Juan Carlos López y María Dolores

Por ejemplo, imaginemos que se instala en un vehículo un equipo que registre el tiempo que tarda el conductor en presionar ligeramente el pedal del freno cada vez que se encienden las luces indicadoras de frenada en un vehículo que le precede en

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su mismo carril y que se mantiene a una distancia constante. De esta forma podremos conocer el tiempo que tarda el sujeto en responder cada vez que se enciende la luz y ver que corresponde al tiempo necesario para que esa luz estimule las células receptoras retinianas, para que la información registrada por estas células receptoras se transmita desde la retina y a través del nervio óptico hasta las áreas cerebrales especializadas en el procesamiento de la información visual, para que el sujeto identifique esa información como la luz de frenada del vehículo que le precede, para que prepare mentalmente la respuesta apropiada a ese estímulo (presionar el pedal de freno) y por último, para que su aparato motor ejecute realmente esa respuesta.

También podemos imaginar una tarea de detección auditiva relevante en la conducción de un vehículo; por ejemplo, una en la que se presentara a través de auriculares una serie de tonos breves (estímulo), similares a los que produce una bocina, sobre un ruido de fondo, en la que el sujeto tuviera que presionar un botón concreto (respuesta) cada vez que escuchara uno de los tonos.

Análogamente, se puede evaluar la capacidad para diferenciar entre estímulos distintos y ante los que se debe responder de forma diferente (tiempo de reacción en tareas de discriminación con respuestas múltiples). Para ejemplificarlo podemos volver a utilizar una de las situaciones hipotéticas mencionadas en el párrafo anterior: supongamos que, a la vez que se pide al sujeto que presione el pedal del freno en respuesta al encendido de las luces de frenada del vehículo precedente, se le indica también que conecte la luz intermitente izquierda cada vez que perciba que el otro vehículo la ha encendido, registrándose igualmente el tiempo que tarda en hacerlo. Para responder adecuadamente, el sujeto tiene que discriminar entre dos estímulos, la luz asociada a los frenos y la luz de intermitencia, ante los que debe dar sendas respuestas distintas -en este caso, presionar el pedal de freno y conectar la luz de intermitencia de la izquierda-.

Para obtener la autorización administrativa para conducir un vehículo se han de superar las pruebas que evalúan el tiempo de reacción en este tipo de tareas, con la finalidad de demostrar que no se padece ninguna alteración grave en la capacidad de discriminación o en los tiempos de respuesta.

La variación interindividual que se encuentra en el tiempo de reacción en una tarea es considerable, pero también lo es la intraindividual; es decir, el tiempo que tarda en responder un individuo ante cierto estímulo en un momento concreto puede ser notablemente distinto al que tarda en otro momento.

Ciertas psicopatologías provocan un enlentecimiento significativo del tiempo de reacción en tareas como las que han sido descriptas, así como una gran variabilidad intraindividual y una mayor sensibilidad a los factores que normalmente lo influyen (Nettlebck, 1980).

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