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CuPAUAM 34, 2008, pp. 155-177 ¿ Arquitectura prehistórica o Prehistoria de la Arquitectura ?. Tres milenios de edilicia efímera en el valle del río Henares 1 . José Martínez Peñarroya Resumen El río Henares surca el noroccidente de la meseta sur de la Península Ibérica. Desde los albores del Neolítico se constatan en estas tierras una serie de avances en la arquitectura, que nos permitirán desgranar el pasado y la evo- lución del paisaje hecho cobijo, en los cuatro milenios que conforman el final de la Prehistoria. Lugares como La Esgaravita, Las Matillas, La Loma del Lomo, Ecce Homo o Pico Buitre, nos conducirán en un lento pero inexorable camino hacia la ciudad, donde Complutum constituirá la cristalización de los logros anteriores. Palabras clave: Valle del Henares, Guadalajara, Madrid, Prehistoria Final. Prehistoria de la Arquitectura. Abstract The Henares river run the northwest of the south highlands at the Iberian peninsula. In these domains, from the Neolithic times, we can see a few advances in Architecture, that permit verify the past and the development of the landscapes, in the four millenniums at the end of the Prehistory. Sites named “La Esgaravita”, “Las Matillas”, “La Loma del Lomo”, “Ecce Homo” or “Pico Buitre” rise the way of the city, when “Complutum” is the end of precedents. Key words: Valley of Henares river, Guadalajara, Madrid, Last Prehistoric Times, Prehistory of the Architecture. En ocasiones tenemos la sensación de la Historia a retazos, de las visiones generales que nunca descendieron al detalle, de las épocas que se han sucedido en un soplo de niebla y que qui- zás nunca llegarán a desvelarse. Aún del pasado más reciente también conservamos el mismo pál- pito, del paso por unas tierras de frágil memoria y de los paisajes, los hombres y su herencia sólo mantenemos débiles rasgos que atesoramos ape- nas entre sombras. Ni de los hombres ni de los paisajes nos corresponde escribir hoy, sino de la herencia hecha cobijo y ni siquiera de los enseres, que en pocas ocasiones se transmiten y casi siem- pre se amortizan y abandonan, convertidos en ais- lado, ignoto y futuro registro arqueológico. Hoy sólo del cobijo nos ocupamos, del cobijo hecho majada, casa, cortijo, casi siempre ya ruina que salpica el paisaje, ruina inédita que ni siquiera ha 1 Hasta la inesperada y sentida desaparición de la profesora María Rosario Lucas Pellicer, redactábamos nuestra tesis doctoral bajo su dirección. Derivado de aquella línea de investigación emana este texto, que ella no llegó a leer, pero sobre el que recibimos algunas ideas en aquellas inolvida- bles conversaciones. Sean tributo unas pocas líneas, de su memoria y recuerdo, en esta que fue también tribuna suya. 08.qxd 14/6/09 07:22 Página 155

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¿ Arquitectura prehistórica o Prehistoria de la Arquitectura ?.Tres milenios de edilicia efímera en el valle del río Henares1.

José Martínez Peñarroya

Resumen

El río Henares surca el noroccidente de la meseta sur de la Península Ibérica. Desde los albores del Neolítico seconstatan en estas tierras una serie de avances en la arquitectura, que nos permitirán desgranar el pasado y la evo-lución del paisaje hecho cobijo, en los cuatro milenios que conforman el final de la Prehistoria. Lugares como LaEsgaravita, Las Matillas, La Loma del Lomo, Ecce Homo o Pico Buitre, nos conducirán en un lento pero inexorablecamino hacia la ciudad, donde Complutum constituirá la cristalización de los logros anteriores.

Palabras clave: Valle del Henares, Guadalajara, Madrid, Prehistoria Final. Prehistoria de la Arquitectura.

Abstract

The Henares river run the northwest of the south highlands at the Iberian peninsula. In these domains, from theNeolithic times, we can see a few advances in Architecture, that permit verify the past and the development of thelandscapes, in the four millenniums at the end of the Prehistory. Sites named “La Esgaravita”, “Las Matillas”, “La Lomadel Lomo”, “Ecce Homo” or “Pico Buitre” rise the way of the city, when “Complutum” is the end of precedents.

Key words: Valley of Henares river, Guadalajara, Madrid, Last Prehistoric Times, Prehistory of the Architecture.

En ocasiones tenemos la sensación de laHistoria a retazos, de las visiones generales quenunca descendieron al detalle, de las épocas quese han sucedido en un soplo de niebla y que qui-zás nunca llegarán a desvelarse. Aún del pasadomás reciente también conservamos el mismo pál-pito, del paso por unas tierras de frágil memoria yde los paisajes, los hombres y su herencia sólomantenemos débiles rasgos que atesoramos ape-

nas entre sombras. Ni de los hombres ni de lospaisajes nos corresponde escribir hoy, sino de laherencia hecha cobijo y ni siquiera de los enseres,que en pocas ocasiones se transmiten y casi siem-pre se amortizan y abandonan, convertidos en ais-lado, ignoto y futuro registro arqueológico. Hoysólo del cobijo nos ocupamos, del cobijo hechomajada, casa, cortijo, casi siempre ya ruina quesalpica el paisaje, ruina inédita que ni siquiera ha

1 Hasta la inesperada y sentida desaparición de la profesoraMaría Rosario Lucas Pellicer, redactábamos nuestra tesisdoctoral bajo su dirección. Derivado de aquella línea deinvestigación emana este texto, que ella no llegó a leer, pero

sobre el que recibimos algunas ideas en aquellas inolvida-bles conversaciones. Sean tributo unas pocas líneas, de sumemoria y recuerdo, en esta que fue también tribuna suya.

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encontrado cumplida cuenta en la etnografía con-temporánea, que apenas ha descendido a la nómi-na del detalle. Arquitectura tradicional, últimaexpresión de esta edilicia, que ya ha dejado dereproducirse, tipológica y constructivamente, ennuestros días.

Del cobijo primigenio a la arquitectura que semanifiesta como una larga cadena de logros y derealidades que avanza inexorable, marcando dife-rencia entre los paisajes y plasmándose en lasdiferentes formas de construcción. Desde su ori-gen en las etapas prehistóricas, verdadera génesisde la misma, en el albor de las cabañas más omenos estables a los santuarios que se repartenpor el ámbito mediterráneo, a partir de los iniciosde la segunda mitad del I milenio a.C. Si algo sig-nifica arquitectura es la voluntad de perdurar en ellugar y por ello va inexorablemente unida a losprocesos de sedentarización, que tienen su princi-pio en la consolidación de la revolución neolítica,a finales del IV milenio a.C., proceso que culmi-nará en la segunda mitad del I milenio a.C., con laaparición de las ciudades. Un recorrido de unostres milenios, que en este centro peninsular puedeverse matizado e incluso acortado, pues las evi-dencias del sedentarismo no son en la mayoría delas ocasiones muy esclarecedoras.

No obstante esta arquitectura prehistórica care-ce en muchas ocasiones de datos suficientes comopara esbozar síntesis sobre grandes territorios.Puede parecernos el registro muy similar y sinembargo hay ciertas diferencias, hoy apenas per-ceptibles y que acaban definiendo panoramas bas-tante alejados según las distintas áreas sometidas aanálisis. El estudio de pequeños territorios puedeservirnos, con el registro adecuado, para el estable-cimiento de patrones y como observatorio de lasvariaciones temporales en espacios relativamentereducidos. Existen pues soluciones a lo largo de almenos dos milenios y es en esos ámbitos reducidosdonde contamos con la ventaja de poder describirun panorama algunas veces escaso en cuanto alregistro, pero sin embargo atrayente en orden a lavariedad de la tipología y la diferencia de solucio-nes constructivas con una materia prima práctica-mente idéntica a lo largo de los siglos.

ANTECEDENTES DE INVESTIGACIÓN PREHIS-TÓRICA EN LA CUENCA DEL RÍO HENARES

En el límite norte de la provincia deGuadalajara, en el término de Horna, muy cerca-

no a las tierras de la soriana Medinaceli, tiene sunacimiento el río Henares. Desde aquí discurrepor lugares tan emblemáticos como Sigüenza,Guadalajara capital y la ciudad de Alcalá deHenares, para unirse al Jarama en la localidadmadrileña de Mejorada del Campo. EntreTorrejón de Ardoz y Guadalajara forma un autén-tico corredor por el que discurre la actual autovíaA-2. En total algo más de cien kilómetros decurso fluvial.

Desde plataformas calcáreas y arcillosas, en laalternancia de sedimentos geológicos que definela “Facies de los Páramos”, discurren varios cur-sos fluviales de forma casi paralela. Así lo hace elTajuña, tributario también del Jarama en la madri-leña Titulcia, que desde el borde provincial enMaranchón y tras pasar por las inmediaciones deCifuentes y Brihuega, fluye paralelo unos veintekilómetros al sudeste del río Henares. Por fin elTajo, en la misma dirección y prácticamente a lamisma distancia, en sus primeros tramos, en elborde sur de estas peculiares planicies, en las quese hallan formaciones kársticas en su área nores-te, como en Riba de Saelices y la conocida Cuevade Los Casares. Los estudios polínicos demues-tran la existencia durante la Prehistoria recientede un clima más frío y lluvioso que el actual, conespecies arbóreas hoy inexistentes, como el hayay el castaño (Valiente, 1992). No será hasta laromanización cuando se pueda hablar en estacuenca de verdaderas ciudades, como es el casode Complutum, desde los primeros balbuceos delprimer milenio d.C., o Wad – al – Hayara en losfinales del mismo y serán la plasmación de estasarquitecturas evolucionadas. Mucho más tarde, elSitio Real de San Fernando de Henares – algo ale-jado del cauce y hoy alterado por el feroz urba-nismo de la segunda mitad del siglo XX – seráejemplo de un conjunto edilicio singular.Ciudades vertebradas por un curso de agua entrela alcarria y la campiña.

La inmensa mayoría del registro con el quecontamos, para abordar el análisis de la arquitec-tura prehistórica, procede de prospecciones oexcavaciones urbanas o como consecuencia de lacorrección de impactos negativos en la implanta-ción de infraestructuras, por lo que además deunas relativamente extensas colecciones líticas ocerámicas no disponemos de otros datos que nospermitan su contraste a lo largo de la cuenca, aun-que se han realizado excavaciones arqueológicas

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de cierta extensión en varios lugares - Esgaravita,Las Matillas, Loma del Lomo, Muela de Alarilla,Ecce Homo – que nos servirán para contrastar elregistro arquitectónico del valle del Henares. Noobstante y dado el espacio del que disponemos nopodemos abordar el estudio de la arquitectura tra-dicional contemporánea, tarea que relegamos afuturas entregas y así nos remontaremos a los res-tos de cabañas y de estructuras vegetales, más omenos endebles, pero que denotan un modo devida itinerante y un aprovechamiento no intensivoni continuado del espacio circundante, desde susorígenes prehistóricos hasta sus últimas manifes-taciones, ya bien avanzado el primer milenio a.C.

Varias son las publicaciones que en décadasanteriores recogen información arqueológica,especialmente para la región seguntina(Fernández – Galiano, 1979; Morere, 1983) o lacomplutense (Fernández – Galiano, 1976;Fernández – Galiano y Garcés, 1978), principalespolos sobre los que bascula en esas fechas lainvestigación en el área que nos ocupa.Posteriormente se inician las iniciativas oficialesde la elaboración de las cartas arqueológicas,tanto en Madrid, a partir de 1985 y en Guadalajaradesde el año 1993 (Balbín y Valiente, 1995). Conposterioridad se abordan algunos estudios de con-junto que afectan a partes significativas de lacuenca (Corral, 1987; Fernández, Sánchez yGalán, 1990; Almagro, Benito y Dávila, 1994;Méndez, 1994; Balbín et alli, 1995; Crespo yArenas, 1998). La última aportación y que cierta-mente supone una visión de conjunto de todo elalto Tajo es la de Rosa María Barroso (2002), queya había realizado alguna entrega anterior en estamisma línea (Barroso, 1993; 1999). No obstantetambién existen otras recientes visiones de con-junto sobre los territorios de la actual comunidadde Madrid que son de interés para el área que nosocupa (Blasco y Lucas, 1999; 2000). Ademáshemos de citar que en áreas geográficas aledañastambién se han producido primeras tomas de con-tacto con el registro prehistórico como en la cuen-ca del Tajuña (Almagro y Benito, 1994; Almagroy de la Rosa, 1991).

Muchos de los lugares que se mencionan en laliteratura prehistórica de la cuenca del Henares nopresentan restos de estructuras, aunque no descar-tamos que futuros trabajos nos deparen nuevosregistros. Para vertebrar nuestro discurso descen-demos por el río en una rápida visión de estos

asentamientos, testimonio del intenso poblamien-to de estos paisajes en el final de la prehistoria. Enel tramo superior, antes de alcanzar la ciudad deGuadalajara se multiplican los hallazgos y desta-ca el asentamiento de Pico Buitre, que se halla enEspinosa de Henares (Valiente, 1984a; Crespo,1995), con otros yacimientos cercanos del mismotipo (Crespo y Cuadrado, 1990). Otros lugaressolamente prospectados son por ejemplo el deno-minado Cerro Padrastro en Santamera (Valiente,1992b), con indicios de una posible muralla ymateriales que fechan el conjunto entre el BronceTardío y la Segunda Edad del Hierro. En las inme-diaciones de Cogolludo se halla la Loma delLomo. De sus campañas se han publicado tresmonografías (Valiente, 1987; 1992a; 2001), asícomo otros aspectos de su hábitat (Valiente, 1995;1997, 2003) o de su necrópolis (Valiente, 1988).Su cronología se cifra en momentos calcolíticos yde la Edad del Bronce Clásico y constituye unode los lugares mejor definidos para estos dosmomentos. En el extremo oriental de unas lomasparalelas a este asentamiento se halla otro deno-minado Los Cerrillos (Valiente, 1995b), con laaparición de dos hoyas de boca estrecha, fondocasi plano y forma acampanada y asimilable a lafacies Lomo I. El yacimiento de Alovera(Espinosa y Crespo, 1988) es objeto de una pros-pección en 1985 y sobre una terraza sobre el ríoHenares aparecen unas diez manchas ovaladascon un eje mayor de siete metros, pudiendo serfechado en el siglo VIII a.C.. En Alarilla destacaotro gran cerro testigo, La Muela en la que tam-bién se han realizado algunas campañas (Méndezy Velasco, 1984; 1986; 1988; Velasco y Méndez,1987), con alguna estructura identificada comoárea de habitación y cronología del Bronce Final.Para terminar con esta rápida visión mencionare-mos que será en Sigüenza donde se haga patentela existencia de los primeros castros, comoGuijosa (Belén, 1978), o Los Castillejos (Garcíay Morere, 1986), por no mencionar las necrópolisceltibéricas, excavadas en su mayor parte en losinicios del siglo XX por Enrique Aguilera yGamboa - Marqués de Cerralbo - y Juan Cabré yreestudiadas en sus materiales en la década de losaños setenta y ochenta. Antecedentes de estos cas-tros, fechados en el Bronce Final y relacionadoscon los asentamientos de ribera de esta comarcaseguntina son los yacimientos de El Hocino, ElCastillejo, con restos de construcciones y

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Valdecastro, con posibles indicios de muralla(Batalla, 1994).

Continuamos el descenso por el río. En la ciu-dad de Guadalajara aparecen un par de fondos decabaña, en el área extramuros denominado AguasVivas (Cuadrado, 1995). En Alcalá de Henares semultiplican también los hallazgos, fruto de laexpansión urbana. Tras las primeras publicacio-nes ya mencionadas sobre esta área, se tendráconocimiento de El Ecce Homo y LaEsgaravita, dos asentamientos de característicasbastante diferentes, pero sin embargo que hancontribuido en gran medida a la caracterizaciónde estas épocas en el valle del Henares. Una de lasprimeras publicaciones del Ecce Homo (Almagro,1976) significa un avance a la posterior monogra-fía (Almagro y Fernández – Galiano, 1980). Mástarde se dará a conocer la reconstrucción de unade las cabañas (Almagro y Dávila, 1988; Vela yMaldonado, 1996; Maldonado y Vela, 1998), asícomo una periodización del asentamiento(Almagro, Benito y Dávila, 1994). Los primerostrabajos en la Esgaravita son de María IsabelMartínez Navarrete (1979), con alguna campañaposterior (Díaz-del-Río y Sánchez, 1988). Otroasentamiento de interés y de la misma cronologíaque el anterior es el de Las Matillas (Díaz – del -Río et alii, 1997, Díaz - del - Río, 2003), así comoel cercano de El Juncal (Díaz - del - Río, 2001).En las inmediaciones de Alcalá de Henares apare-cen otros asentamientos de los del tipo común-mente denominados “fondos de cabaña”, comoLa Talayuela (Jiménez, Redondo y Alcolea,1988) Mariblanca (Jiménez Sanz et alii, 1991),La Dehesa (Macarro y Silva, 1996) o el denomi-nado “Polígono 25” (Silva y Macarro, 1996).Conocemos también algunas noticias sobre otroshallazgos prehistóricos en los tramos finales delvalle, Torrejón de Ardoz y Mejorada del Campo.Será en este último término donde el río rindecuentas al Jarama y también donde aparecen otrosfondos de cabaña, incluso materiales paleolíticosfruto de prospecciones superficiales (Asquerino,1983). Algunas de estas estructuras fueron exca-vadas con posterioridad, como el Cerro de laCervera (Asquerino, 1979), descubriéndose unconjunto de notables improntas de cestería. Sinembargo los indicios sobre arquitectura en estoslugares, aunque no abundantes, si suficientes, nospermitirán ofrecer un panorama en los últimosmilenios de la prehistoria de este sector del altoTajo.

Una decena de ejemplos, ciertamente frag-mentados, quizás no sean suficientes para carac-terizar la prehistoria de la arquitectura del valledel Henares y se nos puede argumentar que cen-tramos nuestra exposición en uno solo de losafluentes de la cabecera del Río Tajo, dejando delado a los quizás más significativos en pobla-miento (Jarama, Manzanares) y a otros de antece-dentes prehistóricos menos conocidos, pero tam-bién importantes y que pueden deparar en un futu-ro abundantes ejemplos (Tajuña, Lozoya,Guadarrama…). En definitiva pretendemos regis-trar una secuencia que nos parece significativa enuno de los espacios que hasta fechas recientes eracasi desconocido en el panorama de la prehistoriadel centro peninsular.

LAS ALDEAS O EL PREURBANISMO AGROPE-CUARIO

Iniciamos el recorrido en orden cronológicopor los asentamientos citados anteriormente. Esbien conocido que la habitación en cuevas suponesupeditar la oferta del medio a la existencia deoquedades aptas para ser ocupadas y ésta es unade las principales características del Neolítico delinterior de la península. Sin embargo desde haceunos años se está detectando hábitat al aire librede estas mismas cronologías, que continúa hastael momento que las cuevas se abandonan definiti-vamente. Este hecho constituye el proceso deno-minado por algunos como “salida de las cuevas”y en el área que nos ocupa debe tener lugar en elIV milenio a.C.. Con anterioridad se constatabanalgunas cuevas ocupadas en las sierras cercanas ala cabecera del Jarama donde existen lugarescomo la madrileña Cueva del Aire de Patones.No obstante, en este valle del Henares, aparecenmateriales de cronología neolítica en lugares alaire libre, como La Talayuela (Jiménez, Redondoy Alcolea, 1988) y también son perceptibles algu-nas cuevas con asentamientos en el exterior y confechas de la primera mitad del III milenio a.C. Laocupación se extiende también en momentos cal-colíticos - Cueva del Congosto - (Bueno,Jiménez y Barroso, 1995) - Cueva deTordelrrábano - (Jiménez et alii, 1997), e inclu-so se documenta la ocupación de abrigos, comolos que existen en Barbatona, cerca de Sigüenza(Macarro y Silva, 1990).

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Abandonadas las cuevas, ya en plenoCalcolítico del III milenio a.C., aparecen los pri-meros indicios de la habitación en estructuras rea-lizadas con materias orgánicas – vegetales mante-ados de barro – ex profeso para vivienda. Asípodemos citar la mencionada Esgaravita(Martínez Navarrete, 1979; Díaz del Río ySánchez ,1988), conocida desde 1970, realizándo-se posteriores campañas en 1987 y 1988. Destacauna de las estructuras de unos 36 m2 y tres nive-les de sedimentación, siendo el segundo un empe-drado de cantos de río “compactados con frag-mentos cerámicos y óseos”. No obstante las dosestructuras que reúnen condiciones para ser habi-tación se presentan rehundidas en el suelo y conáreas cenicientas. Estos verdaderos fondos decabaña se hallan asociados a otras 22 hoyas, deli-mitadas por zanjas y agujeros de poste. Para susexcavadores puede ser un hábitat permanente,fechado en época calcolítica precampaniforme,aunque presenta un fragmento de cerámica de lasdenominadas “simbólicas”.

Bastante cercana a la anterior se halla LasMatillas2 que supone un asentamiento calcolítico,así como otro momento fechable con materialesasociables a un momento indeterminado de laEdad del Bronce y por fin una última facies data-da en el Bronce Final. Al parecer ocupaba unasuperficie superior a las dos hectáreas y en la quese han realizado un total de cinco intervencionesarqueológicas (Díaz-del-Río et alii, 1997; Díaz-del-Río, 1997; 2001; 2003) sin documentarseestructuras claras de habitación y si cinco inhu-maciones en tres subestructuras, así como restosde trigo y de cebada, que pueden ser de presenciaaccesoria. Se ha interpretado el conjunto como unárea de almacenaje quizás capaz de usarse duran-te ochenta años. Es de señalar la aparición de res-tos de dos zanjas de delimitación, como en otrosasentamientos coetáneos. Sin embargo el asenta-miento tiene un marcado carácter agrario, segúnlos excavadores, con una gran cantidad de estruc-turas excavadas en el sustrato geológico, quedebieron ser usadas para el almacenamiento deexcedentes. No olvidemos que se halla en la pri-mera terraza del río Henares, en suelos de alto

potencial agrario. Las Matillas constituye el pri-mer caso en la meseta de la aparición de una zanjade grandes dimensiones, además de ser un lugarde larga permanencia con restos de cerámicasneolíticas y un momento final asociado a mani-festaciones funerarias de Cogotas.

No conocemos si la zanja de las Matillas escontinua, o solamente está constituida por los dossegmentos de arco conocidos, que podrían cerrarun espacio de 0,7 has. Como en otros yacimientosdel entorno no aparece estratificación horizontal,sino que se recuperan los depósitos que rellenanlas estructuras negativas. La zanja, por su pocaprofundidad y anchura, así como su situación enel llano, según sus excavadores hace que no seauna estructura de carácter defensivo. Incluso enalgún punto se documentan los restos de unospostes perimetrales, al menos once y uno centralque se instalaron en el centro de la zanja, por loque pudo ser un área de actividad. En otro lugartambién aparece otra estructura similar, por lo quedebieron existir estructuras subterráneas cubier-tas. El recinto circular tiene unos 100 m de diá-metro y aparece en dos de las cinco zonas exca-vadas. La mencionada zanja no debió de estar col-matada por sedimentos de origen humano y susección tiene forma de “U”, aunque sus dimen-siones varíen, hasta casi los 3 m. de anchura. Sepiensa en un uso prolongado del lugar y la exca-vación de la zanja, cuando ya se ocupaba el espa-cio, pues corta una estructura negativa, cual es unsilo. Las ideas sobre este tipo de recintos basculanentre la creencia de su función defensiva, quizásen los de mayores dimensiones, y en otros se dudade esta función, que en palabras de sus excavado-res constituyen una “barrera de delimitación físi-ca y visual más que defensiva”.

El yacimiento arqueológico de El Juncal(Alcalá de Henares) se halla situado en la prime-ra terraza del río Henares, cerca de su confluenciacon el arroyo Camarmilla, y en suelos de altopotencial agrícola. Los investigadores afirman laexistencia de un asentamiento permanente basán-dose en la aparición de “tabiques rectilíneos y cir-culares de arcilla compactada, combinados conrestos de agujeros de poste, suelos de arcilla api-

2 En una de las parcelas en la que quedó dividido este asenta-miento tuvimos ocasión, a inicios de la década de los añosnoventa, de coordinar los trabajos de campo (Vega, 1996).,

recuperando algunas de estas estructuras excavadas en elsustrato geológico.

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sonada y una estructura de almacenaje subterrá-neo con paredes recubiertas de arcilla” (Díaz delRío 2001:184). El yacimiento calcolítico, segura-mente no campaniforme, fue alterado posterior-mente por una ocupación hispanorromana altoim-perial3. El primigenio tenía una extensión algomenor de la hectárea.

El yacimiento arqueológico de LaEsgaravita tiene más de 3 has. de extensión ypresenta materiales calcolíticos, sin registro pos-terior. Se hallaba dentro de la empresa Finangasal este de Camino de Los Afligidos y tambiénpresentó restos de una zanja de grandes dimen-siones, cuyo proceso de colmatación tenía unprimer momento de sedimentación natural y otroproceso de colmatación artificial, además dehuellas de postes en su interior. También se men-ciona la posibilidad de la existencia de una posi-ble estructura habitable de grandes dimensiones,además de otra gran estructura subterránea demás de 10 m. de longitud, con derrumbes de ado-bes con improntas de tronco y ramaje en su inte-rior. Según sus excavadores sería una cabañarehundida de grandes dimensiones, con la pre-sencia en el espacio exterior de silos amortiza-dos relacionados con la estructura mencionada.Por último también se excava parte de un suelode cantos rodados, asociados a estratos cenicien-tos y en el denominado “área C” aparecen losrestos de una estructura singular de 6,40 m. deanchura por 12 m. de longitud, realizadamediante dos zanjas excavadas y situadas enparalelo, sección en U y 1 m. como máximo deprofundidad. En una primera fase el espaciointerior no fue ocupado, aunque en dos fasesposteriores aparecieron otras estructuras, fuerade la mencionada, como son agujeros de poste,

algunos unidos mediante zanjas, que debieronser para cimentación.

En La Mariblanca (Jiménez, Alcolea yBarroso 1991) en la que se menciona un momen-to precampaniforme, con material tipo Dornajos,algunas son subestructuras excavadas para alma-cenamiento y otras son verdaderas cabañas. Noobstante se menciona en un par de ocasiones laexistencia de “adobes”, así como en otra de lasestructuras la existencia de un zócalo de piedra yun posible pavimento de también de adobe, quepensamos hará referencia a barro endurecido porla acción del fuego. También se cita un revesti-miento de arcilla en una de las paredes, comoasegura que se desprende del madrileño asenta-miento de Cantarranas, según las fotografíaspublicadas por Pérez de Barradas. El yacimientode La Dehesa (Macarro y Silva, 1996; Silva yMacarro, 1996) también es parte del Polígono25 situado al este del casco histórico de Alcaláde Henares y cercano a la Esgaravita, con unafacies funeraria y otra de hábitat en verdaderascabañas, como las detectadas en los trabajos rea-lizados entre 1993 y 1994 en la parcela 14 deeste polígono4. Con materiales similares a laEsgaravita, pero sin restos de estructuras dehábitat, es el que aparece en Los Santos de laHumosa, en el margen derecho. (Silva yMacarro, 1990) y sobre una superficie de unos3000 m2. Otros trabajos abordan el estudio delrío desde ópticas como la etnoarqueología y asíse habla del aquel como paisaje de una sociedaddeterminada (Lizarazu, 1988), aunque hay unaspecto que si nos interesa como es el de lasáreas inundadas existente en la propiaComplutum (Pérez García, 1994) y que puedenhaber sido determinantes en la elección del sitio

3 “El yacimiento de ‘El Juncal’ es en la actualidad el únicocaso regional en el que se han documentado estructurasconstructivas calcolíticas de arcilla compactada dispuestasen una estratigrafía que permite analizar los procesos dedeterioro y posterior derrumbe de las mismas. La excavaciónrecuperó parte de una edificación construida mediante blo-ques de arcilla de grandes dimensiones reforzados con pos-tes de madera y un grueso suelo de arcilla apisonada. Amenos de tres metros de ella se excavó otra estructura, eneste caso compuesta por una tabicación semicircular conpostes interiores a la que se adosaban al exterior dos espa-cios de tendencia rectangular delimitados por pequeños tabi-ques fabricados mediante bloques de adobe.” (Díaz del Río,2001:190).

4 “Destaca, sobremanera, la gran subestructura localizada enel “Area 8”, caracterizada por una gran mancha superficialque da lugar a una hoya en forma de cono invertido de enor-mes proporciones (casi 3 m. De profundidad) y jalonada, ensu superficie por varios “hoyos de poste”. Esta gran hoyaaparece completamente aislada repecho a las demás y enmedio de una gran espacio central “vacío”, lo que sugiere laposibilidad de tratarse de alguna construcción de caráctercomunal como podría ser un silo o un lugar de almacena-miento que además debió estar cubierto por alguna techum-bre o cobertura a juzgar por los mencionados “hoyos deposte”. (Silva y Macarro, 1996:139).

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para el establecimiento prehistórico. No obstan-te el crecimiento del núcleo urbano ha podidoterminar con los vestigios de lugares asociados alas láminas de agua prehistóricas.

En la propia ciudad de Guadalajara se reali-za la excavación de uno de los fondos5. Una de lashoyas se usa como hogar, con un a placa de arci-lla, así como la presencia de un enterramientoinfantil en posición fetal. Tras un espacio vacío deal menos cinco metros existe otra estructura dehabitación, que en realidad es denominado fondosde cabaña6. En el seguimiento posterior no sellega a completar la excavación de toda la estruc-tura, aunque asociado al mismo aparecen otrashoyas, que deben ser espacios de desecho, menosen uno de los casos, que debe tratarse de un ver-dadero silo. En cuanto a materiales no existenrecipientes carenados, aunque si algunos decora-dos con triángulos incisos rellenos de puntos ycazuelas como las de otros poblados eneolíticosdel Manzanares, así como abundante industrialítica. En síntesis, se plantea que las dos estructu-ras no sean contemporáneas, sino que la segundasea más reciente por la presencia del zócalo deadobe.

Uno de los asentamientos mejor conocidosdel alto Tajo y que se ha convertido casi en para-digma de los poblados de arquitectura inorgáni-ca es el denominado La Loma del Lomo, situa-do en Cogolludo (Guadalajara). De cumbre alar-gada en sentido este – oeste, con algunos manan-

tiales en su entorno, constituye una barrera entrelas serranías del norte de la provincia y las cam-piñas que arrancan de la margen derecha del ríoHenares. Situado en la divisoria de dos paisajes(La Alcarria y la Sierra), y también en la de dosecosistemas, la trilogía mediterránea en lasinmediaciones del asentamiento y los pastos ylas especies de monte en el entorno lejano – porlo que existiría una economía mixta, agriculturay ganadera. Las primeras noticias se publicantras la aparición de varias estructuras al realizarunas zanjas (Valiente, 1983) y desde 1982 se rea-lizan trece campañas de excavaciones arqueoló-gicas, considerándose en la actualidad conclui-dos los trabajos7. Es una de las típicas sucesionesde restos constituidos por subestructuras excava-das en el suelo, denominadas hoyas. Tienendiversas funciones, cuales son las de vertederos,otros auténticos fondos de las cabañas, siendo untercer tipo silos de almacenamiento. En algunade las hoyas aparecen fragmentos de pavimentoscalcáreos.

Dos son las fases de ocupación; Lomo I,Eneolítico residual y Lomo II, Bronce pleno, confechas en torno al milenio según la diacronía delos materiales y un momento de transición entrelas dos fases hacia el 1800 a.C., destacando laescasa aparición de cerámica campaniforme enel lugar. La instalación del Bronce Pleno reexca-va algunas de las hoyas más antiguas, con con-juntos de materiales calcolíticos, aunque se

5 “..un fondo de cabaña, propiamente dicho, del cual excava-mos 4,5 m. de ancho por 5,5 m. de longitud, aunque debíaser de mayor extensión ya que no se terminó de excavar porsu lado este, con su eje mayor orientado en dirección NO-SE; lleva asociadas seis hoyas situadas al norte. Sus límiteseran imprecisos en su lado oeste, donde se difuminaba en unterreno prácticamente estéril, y en el noreste terminaba enuna rampa que culminaba en una plataforma donde seencontraban las hoyas. Estaba tallado en greda y se puedendistinguir en el fondo varios rebajes junto a la pared que enalgunos casos podrían identificarse como puntos de fijaciónde postes que soportarían la techumbre. Su forma tiende aser rectangular en su parte más alta, aunque según se pro-fundizaba las paredes iban tomando cerca del fondo unaforma más redondeada.” (Cuadrado, 1995:183).

6 “La estructura descubierta en este sector sería una cabaña deforma ovalada o redonda, realizada practicando un rebaje enel suelo de 30 cm. de profundidad como media; en la parteinterior del escalón resultante, y dejando un estrecho canalde separación, se construyó un banco corrido de adobe y pie-dras de 80 cm. de ancho como media. En el espacio interior

delimitado por este zócalo se distribuían varios hoyosmedianos con piedra en su interior , que debieron ser lospuntos de fijación de los postes, que se correspondían conotros más pequeños que debían ser los refuerzos. En la parteexterior del zócalo, en el canal y el escalón había otros hoyosoblicuos, donde debían de encajar los postes que apoyaríanen los verticales del interior y que constituían el armazón dela pared. Las paredes se harían con un entramado de ramajemanteado con barro, ya que sobre el zócalo se encontraronfragmentos con improntas de materia vegetal.” (Cuadrado,1995:184).

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debió de reacondicionar todo el asentamientopara el Bronce Pleno, por lo que las huellas deotras cabañas se han debido de perder. Existealgún indicio de paramento curvo de piedras, amodo de zócalo, además de una clara intencio-nalidad en la elección del lugar de construcciónde las estructuras8. El reacondicionamiento deviviendas durante la segunda fase puede serdebido a que en el hiato desde la primera fasefuera amplio y diera lugar a la desaparición totalde las primeras estructuras. En cuanto al carácterestacional o permanente del lugar, perece másplausible lo primero, porque según su excavadorno existen estructuras sólidas que hicieran frenteal riguroso clima invernal de Cogolludo. Estaestacionalidad estribaría en un ciclo corto desiembra en primavera y la custodia del granoguardado en las hoyas que tuvieran función desilos. La introducción de la agricultura parecejugar aquí un papel clave.

De todas estas estructuras la más destacada ymejor publicada es la doble cabaña de cronolo-gía calcolítica (Valiente, 1997) realizadamediante un rehundimiento en las tierras calizasblancas compactas. En el interior se habían tam-bién excavado varias hoyas, tres en cada una delas dos superficies ovaladas y yuxtapuestas delas que se componía la cabaña. En uno de suslados aparece una serie de piedras caídas, quedebió de ser un zócalo parapeto situado al exte-rior que sirviera para sujetar la techumbre –según el autor a un agua - por este lado. Tambiénse descubren restos de dos cubetas y de parte delsuelo endurecido, que debió de ser el original.Por algunas características se pueden diferenciarlos fondos en dos, ya que en uno de sus ladosfalta el desplome de piedras y la existencia delsuelo ligeramente realzado respecto al anterior ypor ello puede constituir la ampliación o recons-trucción de cabañas anteriores. También hay res-tos de hogares, uno en cada uno de los dosámbitos. En el interior, además de los restoscerámicos habituales se pudieron recuperarvarias puntas de flecha, bastante inusuales en el

resto del asentamiento así como otros elementoslíticos – elementos de hoz sobre lámina y lasca –y dos punzones de hueso. En las cerámicas des-taca la presencia de vasos en relación con losambientes dolménicos, los campaniformes eincluso los comienzos del Bronce Pleno, asícomo otras formas antiguas cuales son los gran-des recipientes globulares de pared reentrante.Se menciona la relación de los materiales delLomo con los poblados del Manzanares y de laMeseta Norte y a su vez con conexiones con losfocos de la desembocadura del Tajo, aunque lassimilitudes en las producciones cerámicas hayque buscarlas en el bronce valenciano, más queen Cuenca o Teruel.

Cerca de la Loma hay otros asentamientoscomo el denominado “Los Cerrillos” (Valiente,1995b), situado a un kilómetro de Cogolludo yen el extremo oriental de unas lomas paralelas adonde se encuentra el Lomo. Aparecen doshoyas de boca estrecha, fondo casi plano, formaacampanada y similares a otras del borde meri-dional de la Loma del Lomo, que se definen portener en algún punto de su desarrollo un diáme-tro mayor que la profundidad. Si bien en el yaci-miento cercano este tipo de estructuras aparecenen conexión con un doble fondo de cabaña yfrente a la entrada de uno de ellos, en el presen-te aparecen en el interior de estos fondos otrastres hoyas menores, que pueden ser parte de unafase posterior o de algún reacondicionamiento.Los materiales se asimilan a la fase Lomo I, aun-que hay un fragmento de cerámicas acanaladasneolíticas que se fecharía entre el final del IVmilenio e inicios del III.

En tierras cercanas, aunque de cronologíaposterior, se halla la denominada Muela deAlarilla (Méndez y Velasco, 1984; 1986; 1988;Velasco y Méndez, 1987; Méndez, 1994) en laconfluencia de los ríos Henares y Sorbe. Trasuna prospección en 1980 adonde aparecen mate-riales fechados como Cogotas I y Primera Edaddel Hierro, se centra la excavación en los secto-res Este y Sur. En esta última área se documen-

8 “...el poblado del Bronce pleno ocupa una zona de plantaaproximadamente ovalada, con su eje mayor en direcciónnorte – sur. Hemos observado una clara tendencia a abrir lashoyas en un estrato de caliza blanda, muy fácil de tallar, a loque probablemente se añade una razón de higiene elemental,

ya que esta roca contribuye a desvitalizar rápidamente losrestos orgánicos que con ella pudieran entrar en contacto, adiferencia de la arcilla, que en las mismas circunstanciasproduce una notable hediondez.” (Valiente Malla,1992a:20).

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tan diversos “fondos”9, con un horizonte tardíode Cogotas I al que se superpone una evoluciónpor aportaciones de los Campos de Urnas, delHierro I. También aparecen restos de hogares y deimprontas vegetales, así como de enlucidos y agu-jeros de poste. Esta estructura de planta semicircu-lar presenta en su interior algunas estructuras sub-terráneas aunque en el asentamiento no se conocenmuy bien los restos de piedra10. Los materialesarqueológicos se componen de fragmentos incisos,impresos -bastantes con decoración de tipo “boqui-que”, así como otros digitados y excisos.

El asentamiento denominado Ecce Homo sehalla en uno de los últimos cerros testigo de los pára-mos del oriente de la meseta, hacia la campiña delHenares. La reconstrucción paleopaisajistica delentorno (Almagro Gorbea y Fernández Galiano,1980:118) señala una zona de monte y bosque cerra-do en la margen izquierda, sobre la que se sitúa elasentamiento, el valle cultivado y en la margen dere-cha zonas aterrazadas de bosque abierto. Se hallasituado en una plataforma de 400 m. en sentido norte– sur por 200 m. este – oeste y a 836 m. de cota, fren-te a los 580 del cauce del río Henares. Su superficietotal es de unas seis hectáreas. En la primera de lascampañas realizadas no se detectan restos de estruc-turas, excepto la presencia de las denominadashoyas sobre las que se situarían las cabañas, aunqueen estos momentos ya aparece la caracterizacióncronocultural tripartita de Ecce Homo, Bronce Final,

Campos de Urnas e Hierro II. En las siguientes cam-pañas aparecen los restos de una gran cabaña, de untipo constructivo poco común (Almagro y Dávila,1988)11. La cabaña supone una excavación en lasuperficie del cerro de dos escalones paralelos, entre1 y 2,30 m. de anchura y 10 m. de longitud, con unaprofundidad que oscila entre los 20 y 40 cm. A esterehundimiento le rodean más de medio centenar deoquedades (con un diámetro entre 5 y 40 cm. y 8 y35 cm. de profundidad), ciertamente alineados. Suárea de ingreso se orienta al sudeste, lo que le per-mite estar abrigada de los vientos del norte. Puedeinterpretarse la existencia de un vestíbulo y unaparte interior o dormitorio. Hay también algunosagujeros de poste en el interior que presumiblemen-te servirían para sujetar la techumbre. El hogar que-daba situado fuera, así como un par de hoyas, sincontenido pero que pudieron haber sido usadoscomo silos. Los excavadores piensan que se suce-dieron al menos dos fases constructivas. Desde unacabaña de planta oval se ampliaría hacia el noroesteplasmando una planta rectangular, destacando losautores que supone un cambio “cultural, tecnológi-co, social e ideológico”. En el interior se mantendríaun banco corrido, que serviría para comer, estandodiferenciada el área de dormitorio del resto por untabique también sustentado por postes. El materialarqueológico – fechado en la fase Ecce Homo IIB,siglo VII – VI a.C. - demuestra que estos cambios sesuceden a lo sumo en una o dos generaciones, cons-tituyendo un ejemplo de arquitectura de madera12 y

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9 “La cata exploratoria realizada en ese ángulo durante la pri-mera campaña, permitió identificar la zona como correspon-diente a un área de hábitat por la presencia de hogares y de unabolsada de abundante cerámica y hueso. La ampliación duran-te la segunda campaña (4 x 4 metros cuadrados A1) completóen parte esa visión. Ya desde los 20 cm. empezaron a despun-tar una alineación de piedras con recorrido semicircular queen un principio interpretamos como parte de una “cabaña”.Coincidiendo con la línea se documentaron agujeros de poste,alguno calzado con fragmentos de cerámica. En su interiorhay otra estructura cuadrangular con muros de piedra demediano tamaño. Hasta cuatro hogares, gran cantidad de cerá-micas y fauna, algunos útiles en sílex y metálicos completanel conjunto de restos aparecidos en esta cuadrícula.” (Méndezy Velasco, 1988:187).

10“Por otro lado, la piedra, como material constructivo, es unbien escaso y sus asociaciones casi nunca llegan a la catego-ría de muro. Su continua reutilización o simplemente otrossistemas constructivos nos obligan a buscar distintos mediospara corroborar las diferentes hipótesis que las campañas ante-riores nos han permitido plantear. Este sería el caso de la pre-sunta estructura semicircular de la primera campaña o de lasasociaciones de improntas de entramado de la segunda.”

(Velasco y Méndez, 1987:557).11Esta cabaña ha sido reconstruía teóricamente en una publica-

ción reciente en (Maldonado y Vela, 1998), siguiendo losmodelos tradicionales actuales de la zona, aunque creemosque debe tenerse en cuenta las propias conclusiones de losexcavadores, que mencionan que la cabaña sigue modelosultrapirenaicos.

12“La estructura o armadura de la cabaña se basaría en una seriede elementos de vigas o postes que permiten incluir esta inte-resante construcción como un ejemplo de arquitectura demadera. El elemento esencial puede considerarse las dosseries de pies derechos dispuestos a ambos lados y asociadosde dos en dos. Estas parejas de pies derechos sostendrían a suvez, los pares sobre los que se apoyaría el techo con ayuda decorreas y cabrios. Los pares, por su parte, estarían unidos ensu ángulo superior por una cobija dispuesta en sentido longi-tudinal para sostener la cumbre o arista del techo, hecho deramas. A su vez, los pies derechos pudieran estar unidos entesi por vigas, tanto longitudinalmente, para reforzar y asegurarsu estabilidad, como especialmente, con tirantes que contra-rrestarán la tendencia de las paredes a abrirse hacia afuera, porel peso de la techumbre” (Almagro y Dávila 1988:370).

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quizás los restos de una vivienda de cierta distin-ción dentro del conjunto del poblado.

Este asentamiento complutense tiene una dila-tada cronología y se emplaza en un lugar predo-minante. Sin embargo en esta transición delsegundo al primer milenio a.C. aparece una nuevabajada a las áreas llanas. Muy interesante se pre-senta pues la transición de Cogotas I a la Edad delHierro, y se centra en los yacimientos de la fase“Pico Buitre”, poblados sin estrategia defensiva,con cerámicas excisas e incisas, pintadas y grafi-tadas. Por otra parte los poblados de campos deUrnas se centran en el área Noreste de la provin-cia. El poblado que nombre a la fase mencionadaanteriormente está fechado en la primera mitaddel siglo X a.C. (Valiente Malla, 1984), aunqueotros autores, como Ruiz Zapatero piensan queesta cronología es demasiado alta. Se halla entreel Cerro de las Culebras y el de la Alcantarilla,inicio de la cordillera de Tejer, margen izquierdadel río Henares. Tiene acceso por el sur y norte yforma parte de un conjunto de tres cerros; el másalto ocupa un lugar factible para la comunicacióncon áreas cultivables de alta productividad. Noparece que tenga una función estratégica, ademásno presenta indicios de estar amurallado, sinosituarse a una altura relativa para evitar las áreasinundables. En la excavación realizada en el año1986 se incide sobre un área ovalada de coloroscuro, en la que aparecen placas de barro rojoendurecido, así como restos de adobe. También sedocumentan algunos hoyos de escaso desarrollo(50 cm. de diámetro por 12 de profundidad) y res-tos de suelos de cantos rodados. Sin embargo unode los hoyos mide 18 cm. de diámetro y 11 de pro-fundidad y presenta la boca rodeada de piedrasmedianas y bloques pequeños de adobe calizo,con las paredes recubiertas en el interior de unalechada caliza. En este sentido se establecen para-lelos con la zona tartésica para los tipos de vivien-

da, ya que una de las características de su arqui-tectura es la presencia de encanchados de piedra13.Pico Buitre se encuadraría entre el final delBronce y el primer Hierro, aunque no hay pro-ducciones de Cogotas, ya que sus dos fechas -1040 +90 y 950 +90 – se sitúan en el principio delperiodo final de Cogotas I, así que Pico Buitre ylos poblados de Ribera suponen los primerospasos hacia la formación al menos en el valle delHenares, de la posterior Edad del Hierro I.Cronológicamente los relaciona con los pastoresde ovicápridos de Cogotas, mientras que estosserían agricultores y ganaderos de vacuno y por-cino, asentados en las terrazas del río.

La aparición de cerámicas de boquique es bas-tante usual en la zona. En la margen izquierda delrío Sorbes, tributario del Henares, hay posibilida-des que existiera restos de una tumba en unapequeña cista de piedra, además de la apariciónde cerámicas de tipo Cogotas I y boquique, perosin indicios de hábitat (Sánchez Meseguer, 1988).También aparecen materiales cerámicos de ciertointerés, como las denominadas cerámicas tipo“Dornajos” (Poyato y Galán, 1988), ya que se citala existencia de un fragmento de este tipo dedecoración en el Cerro de Malvecino (Alcalá deHenares) citado por Raddatz (1957). El yacimien-to de Alovera (Espinosa y Crespo, 1988) es obje-to de unas prospecciones en 1985, ya que en unaterraza sobre el río Henares aparecen unas diezmanchas ovaladas con un eje mayor de sietemetros. Los materiales aparecidos son cerámicasgroseras y cerámicas finas, abundantes cuenque-citos carenados y platos y menos los fragmentosde paredes gruesas o de tamaño grande. De igualforma se documenta bastante cerámica decorada abase de incisiones y algunos motivos parecenfechados en el siglo VIII en Castilviejo deGuijosa en ambientes hallstáticos y también enPico Buitre. En esta línea las retículas incisas son

13“El fondo de este nivel arqueológico es un suelo compuestopor un encanchado de piedras medianas sobre el que apoyanalgunas placas de barro cocido perfectamente alisadas en susuperficie. Otras placas aparecen a menor profundidad queéstas y apoyan en encanchados que, a su vez, descansansobre un estrato de tierra muy cenicienta, bajo el cual vuel-ve a aparecer el empedrado que cubre el fondo de la super-ficie excavada, realizado sobre el estrato de arcilla clara pro-pio de la terraza fluvial” (Crespo 1992:47). Ello aparece enlas áreas ovaladas y cenicientas situadas en la vaguada entredos de los cerros. (...) “La base del nivel arqueológico en quese localizan los hallazgos descritos está compuesta por un

pavimento de cantos de mediano tamaño, que descansadirectamente sobre la arcilla de la terraza en la que se asien-ta el yacimiento. En las piedras apoyan algunas placas debarro cocido de aproximadamente medio metro de diámetroy superficie perfectamente alisada que parece auténtica cerá-mica. Entre las piedras del encanchado, en los lugares dondelas placas no aparecen, se observa una fina capa de color másrojizo y más compacta que en el resto del nivel arqueológi-co. Los pavimentos de cantos son frecuente en el sudestepeninsular y también se han encontrado en Madrid, en elCerro de San Antonio, yacimiento en otros aspectos similaren otros aspectos a Pico Buitre. “(Crespo 1992:59).

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motivos asimilables a Cogotas I y aparecen enEcce Homo, como las cerámicas pintadas que sepueden fechar en el siglo VIII y las cerámicas gra-fitadas que también son frecuentes en el Henares(Pico Buitre, Prados Redondos y Riosalido).

Todos los yacimientos tienen elementos de laEdad del Bronce con otros más avanzados.Alovera y Pico Buitre serían establecimientosagrícolas por su situación y la presencia de dien-tes de hoz de sílex, llenando el vacío entre elBronce Final y la primera llegada de los Camposde Urnas (Ruiz y Lorrio 1988). En la meseta sud-oriental la presencia de Cogotas I sólo se atestiguae vegas del Tajo Medio (Manzanares, Jarama yHenares), al sur sólo hay hallazgos esporádicos(Mocejón, Mora y Malagón). El final de Cogotasen la Meseta debió de producirse entre los años900 y 850, aunque una de las fechas de EcceHomo – 1070 - debe señalar un momento plenotardío. La transición del Bronce Final al Hierro esdenominada en el Alto Henares como faseSotodosos – Riosalido. Aquí existen castrosfechables en la Edad del Hierro excavados deantiguo, algunos por el Marqués de Cerralbo. Seseñala El Guijo y la necrópolis de Altillo deCerropozo (Atienza). No obstante en yacimien-tos de la fase Riosalido aparecen manchas ceni-cientas y alguno con derrumbe de muros(Valiente, 1998). En estos poblados del “tipo PicoBuitre” se distinguen dos tradiciones cerámicas:Una es la del horizonte de disgregación deCogotas I o epicogotas, con fuentes carenadas,lisas, motivos incisos, excisos y líneas cosidas. Lasegunda de estas tradiciones estaría representadapor elementos de tradición de los campos deurnas, decoraciones pintadas, grafitadas e incisasy cuencos troncocónicos con mamelones perfora-dos y los típicos bordes convexos (Valiente,1984a). Parece pues que hay dos tradiciones cul-turales que confluyen en estas tierras, máximecuando las cronologías de Pico Buitre parecenbastante precisas. Otros poblados meseteños,como El Testero en la toledana Numancia de laSagra y el conquense de Reillo parece que obede-

cen a las mismas cronologías.La arquitectura efímera está atestiguada14 y se

aborda la interpretación de las estructuras de PicoBuitre, aunque no se conoce a ciencia cierta si lasplantas de las cabañas son redondas o cuadrangu-lares. Sin embargo se deduce que existió un para-mento recto, que doblaba en ángulo, con un zóca-lo de tapial y cuya cara interna estaba cubierta pormanteado calizo, con alzado de ramas y troncos,aunque quizás con una cierta indefinición en eltema de los materiales de construcción15. Se men-ciona que las placas de arcilla cocida son muycomunes en otras áreas del Bronce Final y enEdad del Hierro, asentadas sobre distintas bases ysuele ocupar la posición central en las áreas dehabitación. De la misma forma se apunta que elárea de habitación denominado “A” de PicoBuitre sea una vivienda de muros rectilíneas condiversos hogares, y que también pueda ser unlugar de cocción de cerámicas. Estas estructurasse relacionan con el madrileño Cerro de SanAntonio y la mencionada Muela de Alarilla, aun-que estas tienen forma circular. Según lo que yahemos visto, la transición de las cabañas ovales alas rectangulares se haría en el paso de las fasesIIA a IIB de Ecce Homo, por lo que las cañas dePico Buitre deberían ser como las aparecidas enotras áreas del curso medio del río Manzanares,aunque esto no se constatado por el momento.

La situación de los poblados de Ribera notiene en cuenta ningún criterio defensivo, sino laexistencia de tierras cultivables y las casas se sitú-an a ras del propio terreno casi inundable. No obs-tante no hay muchas evidencias de estructuras dehábitat. En Peñalcuervo hay una sola mancha deforma oval, de color oscuro, de unos 7 m. deanchura. En La Merced, en la propia Guadalajaray en las laderas de un asentamiento del Hierro IIdenominado también Muela de Taracena, apare-cen restos de la misma época. En la ya citadaDehesa de Alovera aparecen diez manchas decolor oscuro que se corresponderían con otras tan-tas cabañas, situadas a ambos lados del arroyo

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14“Los poblados que se incluyen en la primera Edad del Hierroen la provincia de Madrid tienen fuertes relaciones con PicoBuitre. Característica común a todos ellos es el empleo sis-temático de materiales orgánicos con manteado de barro yalzado sujeto por postes, este tipo de materiales constructi-vos se suele vincular a edificaciones de tendencia circular.Las habitaciones se completan con hogares, encanchados y

hoyos.” (Crespo 1995:170).15“Puede que el uso de materiales diferentes en las construc-

ciones no responda tanto a distintas tradiciones arquitectóni-cas como al empleo de los materiales más accesibles, ya seancantos rodados, piedras sin escuadrar, adobes, tapial, made-ra o el recurso a semiexcavar la edificación” (Crespo1995:172).

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Malvecino, y preferentemente al borde de lasegunda terraza del Henares por su margen dere-cha, y sobre los campos de cultivo. (Valiente,Crespo y Espinosa, 1986). Otro poblado con res-tos de una mancha cenicienta es el de LosManantiales, en la ciudad de Guadalajara(Crespo y Cuadrado, 1990). Quizás un pobladoque tiene cronología algo anterior es el de CerroPadrastro, que cierra por el oeste la gran hoya enla que se asienta el pueblo de Santamera. Es unamuela tallada por los ríos y constituye en realidaduna superposición de dos grandes escalones cal-cáreos que se extienden aproximadamente denorte a sur, unidos por una rampa quizá artificial,al menos en parte, que en su extremo próximo a laplataforma superior muestra indicios de haberestado en tiempos recalzada por una cerca y flan-queada por una torre. En el camino que uneSantamera con el paraje denominado El Horcajo,del que arranca la porción superior del cerro, aúnpueden observarse varios tramos de un muro decontención, “obra de cantería de muy buena fac-tura y de aspecto antiguo” (Valiente 1992b:11 yss.). Su cronología, según los materiales proce-dentes sólo de prospecciones, sería BronceTardío, Bronce Final y Primera Edad del Hierro,así como cerámicas celtibéricas. La etapa deBronce Tardío sería fechable en la segunda fasede Cogotas I, en el paso del siglo XII al XI a.C.,en un momento de apogeo de la facies que des-borda el solar originario del valle del Duero, paraalcanzar los afluentes del Duero y Tajo. Aquí hayvarios pasos fáciles entre ambas mesetas, entre lasúltimas estribaciones del Sistema Central y lasprimeras del sistema Ibérico.

Ya en plena Edad del Hierro I podemos citar lacabaña documentada en Alcalá de Henares – LosPinos, en el mencionado Polígono 25 y excavadaen 1990 (Muñoz y Ortega 1996). Junto a diversosmateriales de cronología posterior aparecen doscabañas, denominadas “V” y “M”. Una de ellastiene tendencia oval y unas dimensiones de 3 x2,60 m. Excavada en el suelo presentaba un hogar

circular de grandes cantos de río y en su interioraparecían abundantes adobes caídos, algunos conimprontas de troncos y también las huellas deagujeros de poste. Al interior se accedía por unarampa. Su alzado sería de adobe o tapial concubierta de ramajes, aunque bastante imprecisos.La otra cabaña “M” contenía casi todo el materiala mano y un silo asociado a la misma, que pudie-ra estar fechada entre finales del s. VI y primeramitad del V a.C.

LOS PUEBLOS O LA VOLUNTAD URBANA DE

PERDURAR

No conocemos en profundidad, quizás porqueno fue tampoco muy extenso, el poblamientodurante el primer milenio a.C. en esta área defrontera entre los carpetanos y los celtibéricos,que asoman por el norte de la propia provincia deGuadalajara. El sistema de los ópidas parece queno se implanta aquí de una manera amplia, sinoque solamente se conocen algunos ejemplos, ais-lados, aunque si interesantes. Ninguno ha sidoexcavado hasta el momento, por lo que no pode-mos incluirlo en nuestra nómina de hallazgos. Lascaracterísticas del hábitat se mantienen desdetiempo atrás16. Los asentamientos dispersos y enlas terrazas fluviales se mantiene durante elmundo carpetano, con la presencia de defensasquizás en momentos muy tardíos, de acuerdo conel avance de cartagineses y romanos, aunque ellono es apreciable en el Ecce Homo ya que segura-mente ni se amuralla debido a sus empinadasladeras.

El inicio del Hierro I se fecharía, en la segun-da mitad del siglo VIII o inicios del VII a.C., faseque se extendería hasta el inicio del siglo V a.C.,coincidiendo con los primeros momentos de laiberización – pleno Hierro II – que finaliza con laromanización del siglo I d.C. La liquidación deCogotas I supone el cambio de los ajuares y lapersistencia de los tipos de hábitats, aunque estosalcanzan cotas más altas. Solamente algún lugar

16”..el área nuclear del Horizonte Cogotas I cuyo poblamientose caracteriza por pequeños establecimientos con cabañasrealizadas en materiales perecederos, complementadas conuna gran cantidad de “hoyos” abiertos dentro y fuera de lasviviendas, utilizados para diferentes usos, entre los quedebió destacar su función como “silos para almacenamientode distintos productos agrarios.” (Blasco y Lucas 2000:177).(...) “Entre los aspectos que mantienen una cierta continui-

dad hay que destacar la persistencia de la arquitectura reali-zada a partir de materiales orgánicos con los que se siguenconstruyendo estructuras de planta curvilínea dispuestas sinun orden aparente y los asentamientos ocupados duranteunos ciclos, lo relativamente cortos, como para no desarro-llar estratigrafías verticales ni crear suelos potentes-“(Blasco y Lucas, 2000:178).

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permanece ocupado desde el Bronce Final, comoEcce Homo, seguramente por su situación eleva-da. El sistema socioeconómico debió de ser bas-tante parecido al anterior, puesto que no hay esta-blecimientos de más de cinco cabañas y si unatupida red de pequeños establecimientos, consuperficies por debajo de una hectárea, menoresincluso que otros del Bronce Final. Las caracte-rísticas de los poblados de la Edad del Hierro sehallan bastante bien constatadas, un modelo depoblamiento rural disperso en pequeños núcleos,aunque con tendencia a concentrarse en áreas eco-nómicamente interesantes – Aranjuez, Alcalá deHenares y el cauce del río Manzanares. (Blasco yLucas 2000:180).

Una de las últimas manifestaciones de la pre-historia de la edilicia en el propio valle delHenares es el yacimiento de Los Morales(Jadraque, Guadalajara) (Valiente, 1992c). Sehalla relativamente cercano a Pico Buitre y aun-que en sus cerámicas hay algunas de ese tipo lamayoría del registro nos remite a momentos ple-namente carpetanos (siglo IV a.C.). La singulari-dad de las estructuras, aparecidas al realizar unascanalizaciones para el regadío agrícola, es la pre-sencia ya atestiguada de adobes y ladrillos, asícomo indicios de revestimientos del interior delos paramentos. Los muros tienen una anchura de0,50 m., realizados en adobe o ladrillos y revesti-dos por un revoco hecho con el mismo barro quelos adobes y ladrillos, muy finos y enlucidos conuna mano de cal “con la superficie decorada conpintura roja de tonos muy vivos”. El suelo es debarro compactado de unos 10 cm. de grosor. En elentorno hay restos de algún camino empedrado de4 m. de anchura. Conocemos las medidas de losadobes (51 x 30 x 7,5 cm.) que son de barro ocremezclado con paja picada, mientras que los ladri-llos (19 x 19 x 7,5 cm.) de barro de color asalmo-nado están muy poco cocidos y prácticamente soncomo adobes endurecidos, por lo que debieron sercocidos a fuego muy débil. Hay restos de placas

de revestimiento de 1,5 a 2 cm. de grosor. La uti-lización de estos nuevos elementos parece queestá bien atestiguada en otros lugares17.

El espacio del Henares configura un paisajepropicio para el asentamiento humano.Posiblemente no todos los paisajes han sido elegi-dos para su explotación económica y ocupacióntemporal o permanente y en los ejemplos quehemos visto han quedado las huellas de pequeñoscampamentos estacionales o de espacios másextensos para el desarrollo de diversas activida-des. La panoplia de tipos y fábricas de la arqui-tectura prehistórica se encuentra como en tantas ytantas áreas de la geografía peninsular en el valledel Henares. Desde la habitación en cuevas, laarquitectura de materias vegetales y perecederas,tanto en cabañas de planta oval como estructurasrectilíneas, a base de paramentos de troncos vege-tales, de clara ascendencia europea, hasta la arqui-tectura de zócalos de piedra y posiblemente alza-dos de tierra apisonada – tapial -. Todas estasvariedades, sin embargo, no se suceden diacróni-camente en el tiempo sino que alternan y se reem-plazan unas a otras o perduran sin ofrecer unpatrón evolutivo claro. Lo que si es cierto en otrasáreas existe una arquitectura de piedra mucho másdesarrollada y en momentos anteriores, lo queparecer observarse en estos valles interiores ysubmesetarios donde la arquitectura vegetal per-dura por más tiempo.

COMENTARIO. TRES MILENIOS DE

PREHISTORIA DE LA ARQUITECTURA EN EL

ALTO TAJO

El panorama general del valle del Henares noparece muy diferente al de resto de los valles queconfiguran el alto Tajo, con la ausencia notable dearquitectura no efímera, como por otra parte ocu-rre en todo el valle del alto y del medio Tajo. Sinembargo y durante dos milenios queda atestigua-da la presencia de asentamientos de cabañas de

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17 “La instalación cerca de los ríos, heredada de los pobladosde “fondos de cabaña”, y la introducción del tapial o los ado-bes de dimensiones regularizadas parecen elementos carac-terísticos de los asentamientos carpetanos. La utilización deestos materiales de construcción se documenta ya durante elBronce Final en el Cerro de las Cabezas (Valdepeñas,Ciudad Real), cuyas viviendas más antiguas, de planta rec-tangular, se construyen de adobes sobre zócalos de piedra.

Sus habitantes, originalmente dedicados a la ganadería comomodo preferente de subsistencia, se sedentarizan progresiva-mente como consecuencia del mayor peso económico queentre ellos va adquiriendo la agricultura. Su peculiar situa-ción geográfica los convierte en receptores de influjos múl-tiples, tQuintana 17, 4º C – 28008 Madrid / 915 484 735 –626 494 217

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materia orgánica a lo largo de todo el recorridodel valle. No obstante los materiales arqueológi-cos y los tipos de enterramientos, sobre todo losatestiguados en La Loma del Lomo puede hablar-nos de ambientes culturales similares a otrosasentamientos coetáneos de otros lugares de laPenínsula.

Los momentos de ocupación son variados yaparecen bastantes cambios en las secuenciasmateriales entre el Neolítico, Calcolítico y Edaddel Bronce en sus divisiones de Clásico, Tardío yFinal, así como las edades del Hierro I y II, que nodejan de ser apelativos cronoculturales aplicadosdurante un lapso de más de tres milenios. Pero siesta misma secuencia de denominaciones puedeser aplicada a otras cuencas, no así el registroarquitectónico. Y así bajo los análisis tipológico yconstructivo las cuencas más cercanas nos ofre-cen un panorama bien distinto. En los análisistipológicos podemos englobar grosso modo elemplazamiento de los lugares elegidos para losasentamientos, la planta del conjunto y la plantatipo de las unidades familiares. En el constructivoson determinantes los materiales de construccióny el aparejo de los mismos. Tanto emplazamientocomo materiales son variables que pueden cam-biar según los distintos paisajes, donde nos halla-mos por lo que la presencia y/o ausencia de otrostipos de registro arquitectónico.

Si consideramos por un momento la cabeceradel Guadiana en comparación con la del Henaresy sin citar la literatura de esta cuenca, inicio orien-tal de las planicies manchegas, observamos ladiferencia notable de los items arquitectónicos ycomo los poblados de arquitectura inorgánicaaparecen con anterioridad que en las comarcas delnorte, aunque estas no se hallen relativamente ale-jadas. Sin llevar demasiado lejos nuestro análisis,con respecto al Guadiana supone un milenio deretraso la aparición de la arquitectura inorgánicaplenamente asentada en estas tierras del alto Tajo,sin olvidar que la conexión de los afluentes decabecera del Guadiana, alcanza el curso del Tajoen los límites orientales de la actual Comunidadde Madrid. Esclarecedor registro como la Lomadel Lomo y su facies funeraria nos remiten apoblados de la misma extensión relativa – morrasy motillas – de las cabeceras del Júcar yGuadiana. En el Tajo hasta sus tramos medios noaparecen este tipo de arquitectura (El Bú) quizáspor influencias de las áreas del sur a través de losMontes de Toledo.

En el recorrido que ahora concluimos quizástengamos la sensación que nos faltan los grandesconjuntos de arquitectura efímera, los pobladosde cabañas. Ciertamente el registro arquitectónicoaparece muy sesgado, sin un verdadero conjuntotipo, como algunos excavados por nosotros en elcauce del Manzanares, cual es “El Colegio” deValdemoro, sin numerosas estructuras que sirvanpara la realización de diversas actividades y noestrictamente de hábitat. En esta línea un registroarqueológico significativo puede hacernos pensaren estructuras de habitación y así la abundancia yvariedad de recipientes cerámicos, restos de útileslíticos, metálicos… además de un registro faunís-tico, sedimentológico, antracológico, etc.. relati-vamente abundante, nos induce a considerarcomo áreas de habitación prácticamente iguales aotras áreas de deposición los usualmente llamadosfondos de cabaña. En los asentamientos suelensorprender estos lugares, que si bien en cuanto acontenedor son muy parecidos a otros, estos con-tinentes varían sustancialmente con registro delmismo tipo, pero en mayor número y variedadmorfológica. Estos planteamientos pueden serrevisados en otros lugares de los cursos hídricosmadrileños para adscribir como unidades de habi-tación a lugares que hasta el momento no habíansido tenidos en cuenta, como por ejemploCantarranas, con numerosas estructuras práctica-mente iguales y en las que es posible la existenciade unidades de habitación diferenciadas, Tambiénpuede argumentarse que en los basureros esdonde podemos hallar mayor cantidad y variedadde materiales, pero lo cierto es que en la mam-postería de las áreas de habitación contrastadasaparecen numerosos objetos amortizados.

Abordamos ahora los términos que encabezaneste escrito. Prehistoria de la Arquitectura, comodefinición más correcta que arquitectura prehistó-rica, puesto que esta segunda acepción significaun cierto conocimiento aislado en el tiempo,como si las formas de construir prehistóricas seextinguieran con el final de ese espacio cronocul-tural. Muy al contrario, una parte muy significati-va de esas edilicias perduran, mientras otras evo-lucionan hacia espacios que no necesitamosreproducir aquí. Prehistoria de la Arquitectura queperdura hasta tiempos muy recientes, aunque enla mayoría de las ocasiones no se conozca concerteza su significado, ni siquiera su definición,ya que la mayoría de las investigaciones anterio-res solo suponen un leve acercamiento a este tipo

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de registro. La voluntad de sedentarización pare-ce estar en la base de la aparición de los asenta-mientos de arquitectura efímera. La existencia ono de movilidad de la población puede ser la basede estos tipos de edilicia ya que por ejemplo, laestructura del poblamiento trashumante al parecerse mantiene durante mucho tiempo. En la actuali-dad ya no se edifica como hace unas décadas y losmateriales de construcción definitivamente hancambiado, así como las tipologías edilicias. Semantienen no obstante las arquitecturas monu-mentales, las infraestructuras edificadas y algunosotros ejemplos, quizás de menos monumentali-dad, pero si de un especial interés, cuales son lasarquitecturas agropecuarias y relacionadas con elcampo. Arquitecturas de más de un milenio, desdeel puente sobre el Henares a la entrada deGuadalajara hasta ejemplos de arquitecturadoméstica que esboza un panorama muy similar aotros lugares de la Península Ibérica. El tipo decabañas que hemos visto a lo largo de la exposi-ción, las del Lomo, la del Ecce Homo, marcan unatipo de evolución. No así se muestran otro tipo dearquitecturas colectivas, como los megalitos,prácticamente inexistentes en estas tierras, excep-to el “Portillo de las Cortes”, cercano a la cabece-ra del curso fluvial. En un futuro, los poblados,los asentamientos delimitados por arquitecturainorgánica y el registro inmueble, en sus rasgosesenciales y con las variables propias de los dis-tintos paisajes o grupos culturales, debe definir-nos los distintos aspectos de la prehistoria de laarquitectura y por ende debe ayudarnos a estable-cer nuevas series cronoculturales en próximosanálisis.

En cuanto a lo lugares de emplazamientohemos de apuntar que durante el Calcolítico losasentamientos aparecen situados en las tierras lla-nas junto al río. Los poblados campaniformes sesitúan entre el páramo y el Henares, en tierras lla-nas pero también en tierras próximas a accidentesrelevantes. Ya en la Edad el Bronce el poblamien-to es próximo al Henares, pero prefiriendo lugaresaccidentados a llanos. En plenos momentos deCogotas se sitúan en el cauce del Henares, perocontrolando las vías de comunicación y en luga-res accidentados. En la fase Pico Buitre I se des-criben lugares de emplazamiento iguales que losanteriores. En otras fases como Carrascosa I sebuscan en sitios muy estratégicos mientras queCarrascosa II los sitios son aún más estratégicos.Recapitulando los yacimientos calcolíticos y de la

Edad del Bronce se establecen en tres tipos deasentamientos. Por una parte los denominados“tipo balcón”, con situación de control visual,pero sin finalidad exclusivamente defensiva, conmayor incidencia en momentos calcolíticos ytiende a desaparecer en el Bronce. Otro tipo sesitúa en terrazas medias, sin aspectos defensivos,se acerca al río y zona de influencia. Por último,ya en la Edad del Bronce, lugares en pequeñoscerros de laderas empinadas, con acusado carácterestratégico (Almagro, Benito y Dávila, 1994).Abundando en la comparación entre la edilicia delas cuencas del Henares y Tajuña pretendemosacercarnos a la etnogénesis de este sector de laMeseta Sur que parte del Neolítico de cerámicasimpresas. A partir de este momento se produce ladenominada “colonización agrícola” que suponeuna continuidad en periodos posteriores, aunquecon posibles saltos, ya en el Neolítico Final yCalcolítico, desconociéndose el tipo y tamaño delos poblados que serían poco más que agrupacio-nes de cabañas. En el Tajuña no existen pobladosprácticamente de cronología de Cogotas I y lamayoría son de momentos anteriores, Calcolíticoy Bronce, mientras que en el Henares la mayoríason poblados posteriores y presentan una relacióncon la Meseta Norte.

La adopción de determinados usos edilicios esuna cuestión que atañe a la cultura de cada grupohumano. En el alto Tajo existen una gran variedadde recursos líticos que ofrece el medio, calizas yyesos, principalmente y los productos de la ero-sión de aquellas en toda clase de limos, arcillas,arenas, gravas, cantos rodados, pero sin embargola arquitectura sigue siendo la estructura efímeray las grandes cabañas se hacen omnipresentes yúnicamente se utiliza el estrato geológico paraexcavar el lecho sobre el que instale la cabaña.Observamos que en la arquitectura tradicional dela zona también son dos son las tradiciones que seconjugan; por una parte la arquitectura de áreassin población concentrada aparente, con zócalosde piedra, plantas de tendencia oval y cubiertavegetal y por otra parte la arquitectura de losnúcleos de habitación de tradiciones más medite-rráneas, más agrícolas y menos pecuarias. No pre-tendemos esbozar una síntesis sobre la arquitectu-ra tradicional del valle del Henares, pero sola-mente apuntar que las tradiciones arquitectónicasaún presentes no suponen una ruptura con las pre-históricas sino que son producto de esta dobleevolución señalada y que por ejemplo la tipología

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de la casa de planta poligonal procede de los ini-cios del I milenio a.C. patentes en Ecce Homo yLos Morales.

Los esqueletos de las cabañas, de las aldeas, delos incipientes pueblos apenas dotados de algunosespacios de circulación a modo de embrionariascallejuelas, significan, se nos presentan de unamanera tan frágil que es muy difícil en la mayoríade las ocasiones dotarlos de un revestimiento ade-cuado y que suponga al menos un leve reflejo delo que pudo ser mientras estuvo en uso. Las pro-puestas de reconstrucción arquitectónica siempretropiezan con la dificultad de integración de losalzados ausentes. Este puede ser el caso de lacabaña de Ecce Homo en la que se presentan unosalzados idénticos a los actuales tradicionales de lazona, sin contemplar la posibilidad de la existen-cia de un paramento de tapia y cubierta integra demadera o de cualquier elemento pétreo como laslajas de piedra. No obstante, esta reconstrucciónno deja de ser una encomiable propuesta para unregistro arqueológico bastante sesgado.

EPÍLOGO

Quizás la arquitectura sea una batalla perdiday no sea el item más indicado como cronoindica-dor válido para diferenciar grupos humanos extin-tos, aunque tenemos la certeza es que su presen-cia / ausencia puede llevarnos a diferenciar almenos algunos tipos de asentamientos y en con-junción con otro tipo de restos - líticos, cerámicosy metálicos - contribuye como válido indicadormás a la identificación cronocultural de los con-juntos en los que aparece. Sin embargo la arqui-tectura – desprovista de otros fósiles directores –presenta en muchas ocasiones variables que lahacen bastante poco definible y muy difícil deencuadrar en un tiempo e incluso en un espacioconcreto. Imponderables como la adopción denuevas tendencias - adoptar usos edilicios de tie-rras bastante alejadas – o de usos y costumbresque hoy día ciertamente nos son muy ajenos yquizás nunca lleguemos a sospechar. Ademásdebemos tener en cuenta también otros factores,como funcionalidad la adaptación al medio y alecosistema, diverso en el espectro de los paisajespeninsulares, con una respuesta para cada necesi-dad y una distinta manifestación, en definitivauna manera diferente de permanecer tras los pro-cesos postdeposcionales.

En el valle del río Henares confluye actual-mente una doble dinámica; el desarrollo de núcle-os urbanos e industriales y la milenaria calma delomas, cuestas y páramos. Si gracias a la primeratenemos constancia de numerosos hallazgosarqueológicos que nos desvelan el final de la pre-historia en estas tierras, también somos conscien-tes que a causa de la segunda se atesoran aúnnumerosos ejemplos de arquitecturas extintas.Piedras, limos, arcillas, huecos y sedimentos deja-dos por la madera y los mimbres, que se hicieroncobijo en su día bajo las manos de los primerospobladores asentados en las riberas del río.

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Fig. 1. La Loma del Lomo

Fig. 2.- Paisajes del alto Henares

Fig. 3.- La cuenca fluvial en las inmediaciones de jadraque

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Fig. 4.- La Muela de Alarilla

Fig. 5.- El río Henares y el Ecce Homo

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Fig. 6.- Confluencia de los rios Henares y Jarama

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