Tras una osada apuesta que transformó un predio agrícola en un campo

vitivinícola, Tierra del Fuego plantó las mejores cepas para su terroir. Desde

el fundo Pangal, en el Valle del Maule, obtienen diferentes variedades pero

bajo un mismo alero: la fidelidad al origen.

Por Francisca Jara V./ Fotografías Ariel Cerda R.

E 1 afán de descubrir nuevos territorios fue uno de los principales impulsos de Pablo Cremaschi -dueño de viña Tierra del Fuego- a la hora de fundar, en 1997, esta marca en el Valle del

Maule. Ubicado en la localidad de San Javier, el fundo Pangal tal vez nunca hubiese visto viñas en sus suelos si no hubiese sido por el trabajo que

realizó la familia Cremaschi en aquel terreno. Uno que se encargó de estudiar milimétricamente el tipo de suelo que estaban adquiriendo, junto a las cepas

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que allí se podrían cultivar y cosechar , para obtener vinos en su máximo potencial. Rodrigo González, enólogo de Tierra del Fuego, ex­plica: "plantar este campo era una apuesta que tal vez pocos habrían tomado. Porque estaba botado y nunca había sido trabajado en frutales. Entonces convertirlo en un campo viñatero era algo realmente descabellado". Sin duda, una decisión desafiante, al tratarse de un lugar que sólo había sido utilizado para la actividad ganadera, pero que sus orígenes volcánicos y aluviales lo convertían en un sector

atractivo. Fue así como se la jugaron e iniciaron un proceso de preparación del suelo que duró alrede­dor de dos años entre obras de drenaje y nivelación,

además de la posterior asesoría de un grupo de expertos acerca de las posibles cepas a cultivar.

"Un equipo de asesores nos ayudó a investigar las variedades indicadas para este suelo, se hicieron

ensayos con diferentes tipos de clones y se eligie­ron los más adecuados para las condiciones de terroir", asegura Rodrigo González. De esta forma,

al día de hoy tienen 125 hectáreas de cepas "prec i­sas" y de las cuales obtienen vinos interesantes en cuanto a frutosidad, nivel de acidez y color. En un comienzo seleccionaron clones de cabernet sauvignon, merlot y syrah. A pesar de que esta últi­ma se desarrolla con mayor potencial en zonas más

calurosas, ellos quisieron experimentar en una zona más fresca, con buenos resultados. Hoy, a ellas se suman carmenére, sauvignon blanc y pinot noir. Aun­que también hubo una apuesta en este aspecto. "Yo

Andrés Cremaschi , gerente de administración y finanzas, junto a Cristián Cremaschi, gerente comercial.

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decía que íbamos a sacar vinos muy frutosos , de estructuras medias por la posición en que estába­mos, entonces necesitaba algo que me diera más cuerpo", confiesa González. Así, en los suelos más

altos y pedregosos del fundo se plantó petit verdot para darles estructura a los vinos Reserva y Gran Reserva, una dosis que en ningún caso supera el6%. El resultado fueron vinos fieles a su variedad y que

reflejan la frutosidad natural de cada cepa que, en el caso de su línea Gran Reserva, se maneja con ese propósito logrando producciones que no superan los 8 mil kilos por hectáreas y que luego envejecen en barricas de roble francés y americano. Ser fieles a la variedad es el sello de Tierra del

Fuego. "Hicimos una apuesta hacia la fruta, al co­secharla en su punto natural y dejarla que se ex­prese en la botella, sin graduaciones alcohólicas extremas, con un nivel de acidez agradable que represente el frescor de la cepa", indica el enólogo. Porque Tierra del Fuego busca hacer vinos amables.

"Es un vino menos complejo que invitar a probar co­sas nuevas pero sin dejar de lado la elegancia de un

vino de calidad superior. Y el nombre invita un poco a esa aventura. Es un concepto de marca juvenil ",

dice el gerente de administración y finanzas , Andrés Cremaschi. Y, con esa lógica, comenzaron su dis­

tribución , en un comienzo orientada únicamente al mercado internacional, posicionándose con éxito en Europa, Asia, Estados Unidos, Canadá y Latinoa­

mérica, donde destinaban el 95% de su producción (alrededor de 100.000 cajas anuales). Sin embargo, hace cinco años optaron por dejar alrededor de un 10% de sus vinos en Chile. "Decidimos replicar al­gunos modelos de negocio del extranjero. Hicimos pruebas y de alguna manera comenzamos a darnos

Rodrigo González Urbina, enólogo de la viña.

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cuenta que el producto entrega valores muy apre­ciados para el mercado nacional", dice Francisco Morandé, gerente de exportaciones de Latinoamé­rica. Así, actualmente todas las líneas de Tierra del Fuego se comercializan en nuestro país, ofreciendo productos para todos los segmentos, desde varie­

tales hasta su mezcla premium, Haruwen. Con una recepción que los tiene contentos, y que se reflejó el año pasado, cuando la empresa tuvo un crecimiento

del 30% a nivel de facturación.

viña del mes

En los próximos años y acorde a las necesidades del mercado, creen que necesitarán más viñedos, por lo que el enólogo y su equipo de vit icultores siempre están estudiando suelos para analizar te­

rroirs y sus cepas idóneas. "Estamos buscando otras variedades que son del Maule, como el carig­nan, y viendo si lo integramos a una línea", adelanta

Andrés Cremaschi.~ Franc isco Morandé, Andrés Cremaschi y Rodrigo González en el fundo Pangal.

Viña Tierra del Fuego, Gran Reserva

Cabernet Sauvignon 2009

Valle del Maule

87 puntos

Rojo cereza con matices

evolucionados. Aromas

metálicos y terrosos, además

de frutilla sobre madura y

cereza roja y hojas secas.

En boca consecuente con la

nariz.

Viña Tierra del Fuego, Gran Reserva

Chardonnay 2011

Valle del Maule

88 puntos

Amarillo paj izo con bordes

plata. Nariz láctica y madura,

notas a vainilla, papaya,

avellanas, miel de ulmo y

un dejo cítrico. En boca es

goloso, de acidez media y

algo cítrica en el fondo.

Viña Tierra del Fuego, Gran Reserva

Merlo! 2009

Valle del Maule

87 puntos

Nariz un poco cerrada y que

requ iere decantación. Luego

se abre hacia notas lácticas.

Boca tánica, con buen

volumen y con una acidez

muy presente.

LA CAV fo 20· 2

Viña Tierra del Fuego, Gran Reserva

Carmenére 2009

Valle del Maule

87 puntos

Rojo rubí con leve tono a

evolución. Nariz especiada,

con pimiento rojo asado,

cúrcuma, frutos rojos y negros,

tabaco y hojas de té negro.

En boca es de taninos fi rmes

pero dulces.

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