VIDA DIOCESANA 126

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AÑO 36 NÚMERO 126 DIÓCESIS DE SONSÓN RIONEGRO MARZO - ABRIL 2010 Editorial GRATITUD, FE Y UNIDAD Pag. 3 Huellas en la roca LA HUELLA DE UN PASTOR Pag. 6 EL OBISPO, MAESTRO DE LA VERDAD Pag. 10 Año Sacerdotal EL DIáLOGO DE SALVACIóN CON CADA PENITENTE Pag. 16 Con una solemne Celebración Eucarística, con nutrida par- ticipación de sacerdotes, religiosas, seminaristas y fieles, en la Catedral de Rionegro, la comunidad diocesana tributó un merecido homenaje de gratitud a Monseñor Ricardo Tobón Restrepo, al término de su misión como Obispo de Sonsón- Rionegro. En la presente edición destacaremos los aspectos más relevantes de su fecundo pastoreo. ¡Gracias Monseñor!

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AÑO 36 NÚMERO 126 MARZO - ABRIL de 2010 DIÓCESIS DE SONSÓN RIONEGRO

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AÑO 36 NÚMERO 126 DIÓCESIS DE SONSÓN RIONEGRO MARzO - AbRIl 2010

EditorialGratitud, fE y

unidadPag. 3

Huellas en la rocaLa HuELLa dE

un PastorPag. 6

EL obisPo, maEstro dE La vErdad

Pag. 10

año sacerdotalEL diáLoGo dE saLvación

con cada PEnitEntEPag. 16

con una solemne celebración Eucarística, con nutrida par-ticipación de sacerdotes, religiosas, seminaristas y fieles, en la catedral de rionegro, la comunidad diocesana tributó un merecido homenaje de gratitud a monseñor ricardo tobón restrepo, al término de su misión como obispo de sonsón-rionegro. En la presente edición destacaremos los aspectos

más relevantes de su fecundo pastoreo.

¡Gracias Monseñor!

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2 Marzo - abril de 2010INFORME ESPECIAL

Homenaje del cleroA Mons. Ricardo tobón Restrepo

Por: Pbro. José saúl Grisales Grisalesrector seminario Diocesano

“nuestra señora”

La casa del Seminario Diocesano Nuestra Señora, se honra en esta par-ticular y significativa ocasión, en la cual Monseñor Ricardo al concluir su ministerio episcopal ha querido con-vocar al clero para “este momento de reflexión”, para enriquecernos con su sabia y prudente palabra y para alentar el camino diocesano en los tiempos presentes y venideros de forma tal que seamos fieles servidores de Dios y de los hombres nuestros hermanos.

Desde el momento en que conocimos la designación de Monseñor Ricardo, como nuevo Arzobispo de la Arquidió-cesis de Medellín, todos concordamos en la necesidad de alabar y bendecir al Señor por la persona de nuestro Obispo, por su fructuoso ministerio para prove-cho de esa Iglesia Particular, por la bon-dad de nuestro Padre Dios al habernos regalado un pastor fiel y de ejemplar vida, cual bendición divina para toda la diócesis de Sonsón – Rionegro.

Monseñor: al tomar la palabra en este acto, de lo cual me siento honrado y reconocido con mis hermanos sacer-dotes, es mi deseo poder expresarle el sentir agradecido de la comunidad presbiteral y diocesana por todas las bendiciones derramadas sobre esta

Iglesia Particular a través de su muy significativo pastoreo, en coherencia con su lema: “Venga tu Reino”.

En el Obispo siempre hemos visto esa providencial presencia de Dios, que sirviéndose de mediaciones humanas llega hasta nosotros para prolongar en el hoy de la historia de la Iglesia y del mundo su ser de Pastor; comprobamos con admiración que se nos ha conce-dido un Padre celoso de su grey y un trabajador incansable por la causa del Reino. Constatamos, llenos de regocijo y reconocimiento para con su Exce-lencia, que en su paso por la diócesis deja una huella de progresos y logros significativos en muy diversos campos, los cuales dan testimonio del interés con el cual ha trabajado en esta porción del Pueblo de Dios y de los nexos de esponsalidad establecidos con nuestra Iglesia diocesana.

Su aguda visión y su capacidad de análisis, en esa disposición de escuchar siempre la voz del Espíritu Santo, le han permitido ejercer un ministerio episcopal fecundo por la audacia con la cual ha enfrentado los retos, por su talante profético al comunicar con fuerza el anuncio de la Buena Nueva de la Salvación, por su capacidad visionaria con la cual nos ha ido educando para responder acertadamente a las situaciones pre-sentes y dar pasos de manera proac-

tiva para enfrentar los desafíos que se vislumbran hacia el futuro.

El Magisterio con el cual usted ha ido acompañando el caminar dio-cesano, se constituye en una de las riquezas que nos lega, pues más allá de la admiración por su erudición, reconocemos que con esa palabra ha ido alentando el creci-miento y ha mostrado horizontes de progreso para la diócesis. En esa palabra, siempre oportu-na e iluminadora, hemos encontrado la Palabra de Dios que nos impele a mayor generosidad y entrega, que nos reta a crecer en la fidelidad, que nos llama a respon-der apropiadamente a las situaciones desafiantes presentes en el mundo actual.

Excelencia: ejemplar ha sido su pa-sión por servir a la Iglesia, por sentir con Ella y vibrar por sus intereses. Por consiguiente, no ha perdido ocasión para recordarnos que el único afán de todo presbítero debe ser exclusivamente la salvación de los hombres, que nos hemos consagrado para cooperar con la construcción del Reino, que todas nues-tras potencialidades y capacidades se deben orientar a secundar la acción de Dios. Hemos palpado también su amor por la Iglesia en su afecto por la persona del Santo Padre, por su fiel comunión con el ministerio petrino, por su solidario y fraterno trabajo en la Provincia ecle-siástica y en la Conferencia Episcopal de Colombia. Su pasión por la Iglesia le han llevado a buscar caminos para que los laicos, redescubriendo su vo-cación bautismal, se enamoren de Dios y se dediquen por entero a su servicio haciendo presencia de Iglesia en los distintos ámbitos del quehacer humano.

Asimismo, debo poner de manifiesto

ante todo el presbiterio congregado en esta mañana, el profundo cariño que Monseñor ha tenido para con esta obra del Seminario Diocesano Nuestra Señora; los esfuerzos que ha hecho por fortale-cerla y su empuje para que la iniciativa de unas nuevas instalaciones se hiciera

realidad; pensando igual-mente, que dicha estruc-tura sirviera para el apoyo de las actividades pasto-rales de nivel diocesano, vicarial y parroquial. Los logros saltan a la vista y son testimonio de la con-fianza en Dios por parte de nuestro Pastor; por tanto, muy respetuosa-mente, me permito invitar a todos mis hermanos en el ministerio para que como expresión de gra-

titud con nuestro Obispo, por todos sus desvelos y por el bien que la obra del Se-minario ha venido prestando ya y seguirá prestando, nos empeñemos en llevar a término la totalidad del proyecto. Con ello no solamente le haremos un gran bien a la diócesis, sino que también honraremos ese anhelo de Monseñor Ricardo, quien aquí nos deja un signo más de su celoso ministerio episcopal en la diócesis de Sonsón – Rionegro.

Excelencia: con la nobleza que debe distinguir el corazón de quienes le han entregado la vida al Señor, queremos acercarnos y rodearle en este momento con nuestro afecto sincero. Queremos, como hombres de fe, ofrecerle nuestro humilde y cotidiano recuerdo en la plegaria, para que el Señor le asista, ilumine y guie en el desempeño de su nuevo servicio pastoral. Finalmente, muy querido Monseñor Ricardo, permí-tanos que sirviéndonos de las limitadas expresiones humanas, le manifestemos el inmenso caudal de gratitud que brota de nuestro corazón, con este pequeño detalle que en nombre de todos los hermanos y la diócesis me honro de entregarle hoy.

Excelencia: ejemplar ha

sido su pasión por servir a

la iglesia, por sentir con Ella

y vibrar por sus intereses.

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3Marzo - abril de 2010

Editorial

OPINIÓN

Por: Pbro. oscar orlando Jiménez Gómez

Vicario episcopal para la Pastoral

Un periódico para la Nueva Evangelización

Asesor General:Mons. Darío Gómez Z.

Administrador Diocesano de Sonsón - RionegroDirector:

Pbro. Julio César Bedoya QuinteroConsejo Editorial:

Mons. Iván Cadavid O. - Pbro. Oscar Orlando Jimenez G. Pbro. Avilio Del Río R., Sr. Juan Diego Agudelo G., Sr. Pedro Luis Jiménez M.,

Sra. Marilú Giraldo G., Sr. Diego Iván Aristizábal H.Diagramación-Preprensa e Impresión

Casa Editorial El Mundo

DIÓCESIS DE SONSÓN-RIONEGROCalle 51 # 47-31 Tel. 531 52 52 Fax: Ext. 117

e-mail: [email protected] Rionegro (Antioquia, Colombia) - Página web: www.diosonrio.org.co

Gratitud, fe y unidadEl problema de la mañana del día

siguiente en la pastoralCuenta Peter Berger en su sugerente

libro Una gloria lejana que las grandes religiones de la humanidad o sus movimientos importantes de reforma han nacido de una ex-periencia luminosa y arrasadora, casi apabullante, vivida por un grupo reducido de personas –a menudo una sola- y que tiene lugar de noche. “De noche”, es decir, fuera del ritmo normal diario; cuando el mundo está detenido y se puede dedicar todo el tiempo a encontrarse cara a cara con esa presencia que todo lo funda y abarca, a escondidas y al margen de la sociedad y sus instituciones. En efecto, de noche:

• tuvo lugar la primera pascua liberadora de la esclavitud,• se retiraba Jesús a orar y a descubrir la voluntad de su Padre,• se celebró la Cena que rememoraría la nueva Pascua, doce siglos después de la primera,• se gestó el primer amanecer de un mundo nuevo y resucitado en Jesús, • y, además a oscuras, Juan de la Cruz se encontraba con la Fuente que mana y corre.

El caso es que en aquellas experiencias luminosas se vive de la pura experiencia del Espíritu. No hace falta estructurar nada. El problema vendrá, por ejemplo, cuando los judíos tengan que atravesar de día el desier-to y la noche de la liberación empiece a ser sólo un lejano recuerdo; o cuando Jesús ya no esté en medio de ellos y los discípulos se queden tan solos. ¿Cómo vivir, en medio de la rutina de los días normales, de lo que fue la experiencia inicial? ¡Ese es el problema de la mañana del día siguiente! La experiencia original empieza a quedar lejana. ¿Y si todo fue una ilusión? ¿Y si la noche nos confundió y no éramos tan realistas como de día, que todo se ve distinto…? ¿Y si la experiencia nocturna que nos ha sido narrada estaba afectada de “esa confusión de las noches en que todo se ve oscuro”.

Según Peter Berger, sólo con una míni-ma estructuración e institucionalización se puede afrontar el poder devastador de la rutina de la mañana del día siguiente. En la Pastoral el problema del día siguiente no es uno más. Quizá sea el problema. ¿Qué pasa, por ejemplo, con este grupo que celebró con pasión la Pascua y quince días después interrumpe sus reuniones o sus recién abrazados compromisos? ¿Por qué de estos veinte jóvenes confirmados en mayo sólo hay tres que se comprometan de

verdad? ¿Por qué después de unos retiros espirituales o de un curso intenso salimos

entusiasmados con muy buenos propósitos y a las pocas semanas parece que todo se ha olvidado? La respuesta es la misma en todos estos casos: ¡el problema de la mañana del día siguiente! El recuerdo de las experiencias decisivas y alucinantes (fueron sus palabras entonces y segu-ramente eran sinceras) de la Pascua, de la confirmación o de los retiros espirituales.

En realidad, nos dice Berger, “no existe plausibilidad sin la adecuada estructura de plausibilidad”. Si una comunidad religiosa naciente se dota de una mínima estructura que le dé continuidad “al día siguiente”, quizá logre dar un marco de referencia a lo que al principio fue una experiencia luminosa pero aislada, y pueda así hacer disponible a más personas la experiencia original de su fundador. En ello se ha basado la transmisión de la fe cristiana durante siglos.

Pues bien: ¿por qué tomarnos la moles-tia de elaborar, redactar, aplicar y evaluar proyectos pastorales? Precisamente para tratar de afrontar en la acción pastoral el problema de la mañana del día siguiente. O lo que es lo mismo: para intentar pasar de una pastoral de acciones puntuales a una pastoral de procesos. Nadie garantiza el éxito de una comunidad pastoral que hace un proyecto pastoral pero lo que sí es seguro es el fracaso a medio y largo plazo del que trabaja sin proyecto.

Así pues, la programación pastoral me-diante proyectos ofrece esa posibilidad de institucionalización que permita consolidar y continuar lo vivido en ciertas experien-cias-cumbre que son, por supuesto, im-prescindibles. Los alérgicos a los proyectos, que empiezan a abundar, identifican estos con la letra que mata frente al espíritu libre que da vida. Según ellos, Jesús de Nazaret no necesitó ningún proyecto. Sin embargo, ¿qué es el mensaje y la praxis de Jesús del Reino de Dios sino su proyecto? El autor de la Carta a los Hebreos nos presenta el pro-yecto pastoral de Jesús con una sola frase: “Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad”. ¿Un Jesús que improvisaba sobre la marcha? ¡No es verdad!

No obstante, es un hecho innegable el malestar y cansancio de muchos agentes de pastoral respecto a los proyectos. ¿Por qué nos cansamos de este instrumento que de entrada es imprescindible…?

Con estas palabras podemos sintetizar el mensaje final que Monseñor Ricardo Tobón Restrepo dirigió a la comunidad diocesana una semana antes de asumir su nuevo oficio como Arzobispo de Medellín. En una conmovedora Celebración Eucarística que él mismo quiso que fuera

una sentida acción de gracias más que una despedida, el 30 de abril en la Ca-tedral de Rionegro, el presbiterio casi en pleno, las comunidades religiosas, los seminaristas, los representantes de diversas instituciones eclesiales y civiles, los movimientos apostólicos, las autoridades y los fieles en general, se dieron cita para unirse al cántico de gratitud que quien fuera el pastor de nuestra diócesis por casi siete años quería elevar ese día al Pastor de los pastores.

Tras manifestar los sentimientos que le asistían en ese momento, y habiendo citado la inmortal frase de San Alberto Magno al despedirse el año 1262 de la Diócesis de Ratisbona (Alemania): “No se deja sin dolor lo que se ha querido con amor”, hizo una ligera evocación de lo que fue su afán apostólico por hacer crecer el Reino de Dios en esta bella porción de la Iglesia que el Señor quiso confiar a sus pobres fuerzas el día que lo llamó al Ministerio Episcopal. Tal vez con el espíritu fijo en la sentencia de Jesús, de sentirse “siervo inútil” por haber hecho lo que tenía que hacer, dijo estar complacido de haber trabajado día y noche, gastándose por entero para que todos los miembros de su rebaño recibieran la adecuada asistencia de su Pastor, y de eso todos en la diócesis somos testigos.

Muy profunda su exhortación a seguir caminando en la fe. Una fe que lleve a todos en la diócesis a rogar y esperar la llegada del nuevo Obispo, con una apertura generosa del corazón, una docilidad de alma y espíritu, y una convic-ción profunda de que el Padre del cielo nos regalará a quien mejor convenga para continuar la obra pastoral que él y sus antecesores han cumplido en nuestra Iglesia Particular.

Así mismo fue insistente su llamada a la unidad. La diócesis tiene que seguir unida en el cumplimiento de las tareas pastorales que a cada uno le corresponden, con generosa responsabilidad, dando cumplimiento a cuanto se había programado y con la certeza de que la misión de cada uno es un compromiso, más que con la persona del Obispo, con la Iglesia de Cristo y con el mismo Señor.

Ojalá que, mientras vivimos este tiempo de sede vacante, suspirando por la llegada del nuevo pastor, tengamos vivas en el alma y en el corazón estas últimas recomendaciones de Monseñor Ricardo, y todos en la diócesis: Sa-cerdotes, personas consagradas y fieles, demos muestras de nuestra madurez espiritual y eclesial, que hacemos las cosas para la gloria de Dios y nuestra propia santificación.

Estamos convencidos de que en Medellín Monseñor Ricardo desplegará, con lujo de competencia, como lo hizo entre nosotros, una admirable y fructuosa tarea pastoral.

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4 Marzo - abril de 2010ACONTECER PASTORAL

Ordenaciones de un presbítero y 14 diáconos Restauración y consagración de la capilla de San Francisco en Rionegro

congreso diocesano para sacerdotes en la diócesis de Sonsón RionegroPeregrinación Padre Marianito

Pentecostés en Rionegro

Escuela de Padres y Aventuras del libro de las Virtudes en dVd

En el año sacerdotal la diócesis de Sonsón Rionegro bendice y agradece a Jesucristo, Buen Pastor por el nuevo Presbítero Milton José Pérez E. y los diá-conos: Edgar Luis Argel Díaz, Eider Enrique Linero Montes, Alexander Valencia Restrepo, John Mario Dueñez Muñoz, Luis Fernando Martínez Ramos, Jorge Elías Correa Hurtado, Robinson José Carmona León, Oscar Alonso García Galvis, Jorge Armando García García, Yeison Guarín Osorio, Jesús Antonio Ocampo Muñoz, Hernán Alonso Osorio Ramírez, José Reinel Rendón Buitrago, Germán Albeiro Zuluaga Atheortúa, quienes servirán a la Iglesia a la manera de Cristo Sumo y eterno Sacerdote sabiendo que “ha escogido Dios a los débiles del mundo para confundir a los fuertes” 1Cor.1,27

Como una expresión de reconoci-miento a la santidad de vida del Padre Marianito y en el año sacerdotal, un buen grupo de presbíteros de la dió-cesis de Sonsón Rionegro, viajaron en peregrinación al municipio de Angos-tura el día 22 de abril a la tumba del beato Marianito Eusse por ser ese “Se-

guidor fiel de Jesucristo, en el ejercicio abnegado del ministerio sacerdotal y por el compromiso incansablemente en la evangelización de niños y adultos, especialmente de los campesinos”, como bien lo reconoció el Papa Juan Pablo II en su homilía del 9 de abril del 2000 cuando lo beatificó.

día de la madreMadre Regalo de Dios: Que al dar la bendición de la vida, nos dio la suya.Que al luchar por sus hijos, se olvidó de sí misma Que al desear el éxito de sus hijos, abandonó sus ansias Que al vibrar con sus victorias, olvidó su propio mérito Que al recibir las injusticias, respondió con su amor Y que al recordar el pasado, sólo tiene un pedido: “Dios, protege a mis hijos por toda la vida”Gracias mamá por ser el mejor regalo de Dios

Vida diocesana ofrece sus oraciones y felicita a todas las madres, en su maravilloso día

La capilla de san Francisco de Asís es hoy uno de los po-cos testigos arquitectónicos de la historia del municipio de Rionegro y en medio de los fenómenos urbanos y sociales contemporáneos, se convierte en un hito irrem-plazable en la mente de sus habitantes.

Este templo construido en el siglo XVIII por la Orden de los Sagrados Corazones y restaurado en un par de ocasiones, es una representación histórica del hecho religioso que ha iluminado la existencia de los ha-bitantes de este municipio durante décadas.

Con el liderazgo de Mons. Ricardo To-bón Restrepo se logró aunar los esfuer-zos para sacar adelante un proyecto de restauración de la capilla que tuvo eco en la gobernación de Antioquia y en la Administración Municipal con aportes

de la diócesis y de la comunidad.Se iniciaron los estudios pertinen-

tes y después de múltiples reuniones se comenzaron los trabajos de res-tauración el 1 de mayo de 2008 y se concluyeron el 5 de abril de 2010.

Hoy la capilla de San Francisco, es un lugar de adoración perpetua del Santísimo Sacramento donde pueden ir todas las almas sedientas de Dios a ofrecer sus plegarias y recibir las ben-diciones de Jesús Eucaristía.

En el marco del año sacerdotal y a la par con el congreso mundial de sacer-dotes en Roma, los días 9, 10 y 11 de junio de 2010 en la ciudad de Rionegro Antioquia, el presbiterio de la diócesis de Sonsón Rionegro se congrega para reflexionar, agradecer y celebrar el don del sacerdocio como vocación de servi-cio en la iglesia. Este encuentro tiene como objetivos específicos el reflexionar sobre la identidad y misión del sacerdote diocesano, agradecer al Señor el don ministerial y celebrar con fraterna alegría la fidelidad de Cristo con cada pres-bítero y con el presbiterio.

Este encuentro sacerdotal será una ocasión propicia para crecer en la intimi-dad con Jesús, que cuenta con nosotros sus ministros, para difundir y consoli-dar su reino, para difundir su amor y su verdad, para ser en el mundo de hoy mensajeros de esperanza, reconciliación y paz (Cf. Homilía del Santo Padre en la inauguración del año sacerdotal)

La invitación es para que todos los cristianos nos unamos, agradezcamos y oremos por la santidad de los sacerdotes y por el éxito de este congreso.

La diócesis y la Renovación Carismática Católica de Sonsón Rionegro, invitan de manera especial al gran Pentecostés que se realizará el día 22 de mayo en el Coliseo de la Universidad católica de Oriente a partir de la 1:00 p.m.; será una oportu-nidad para descubrir qué es lo que hace cambiar y les da las fuerzas suficientes a los discípulos de Cristo para iniciar su misión porque es sabido que tras la muerte de Jesús, los discípulos están descon-certados. Jesús resucitado se les aparece en varias ocasiones, pero ellos siguen perdidos, sin rumbo, sin saber qué hacer. Pero un día, algo sucede que les da fuerzas y valentía. En ese preciso instante descubren verdaderamente quién es Jesús y la tarea que deben realizar juntos.

Con el fin de ayudar y ofrecer elementos a sacerdotes, educadores y sobre todo a padres de familia, se ofrece desde la Delegación de Comunicaciones el proceso integral “ESCUELA DE PADRES Y AVENTURAS DEL LIBRO DE LAS VIRTUDES” como

una herramienta de apoyo a quie-nes están al frente de la formación familiar. Este programa consta de 12 DVD cada uno, con su respectiva ficha didáctica para profundizar los temas estudiados. Informes a los teléfonos 5315252, ext. 107.

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5Marzo - abril de 2010INFORME ESPECIAL

El pensamiento estructurado, un gran legado de Monseñor Ricardo para la región

Juan mauricio arias GiralDo

No hay pensamiento estructurado sin un conocimiento fundamentado, al igual que no se puede sentir y vivir el amor, si no se conoce a Dios. Monseñor Ricardo Tobón Restrepo nos ha dejado un gran legado para la región: La necesidad de un pen-samiento estructurado en el que el mensaje de amor de Cristo es un especial referente para la búsqueda de un mejor desarrollo de la persona humana. Su llegada a la diócesis Sonsón – Rionegro se ubicó en un contexto de nuevas perspectivas y enfoques; muchos de ellos relacio-nados con la búsqueda de una mejor salida a los múltiples problemas de la comunidad del Oriente Antio-queño: de un lado, una compleja situación con el desplazamiento y emplazamiento forzado y, de otro, un agresivo proceso externo de inter-vención social, productiva e incluso de otras sectas religiosas.

En este sentido, cabe destacar que Monseñor Ricardo desde su ilustración epistemológica y su fundamentación pastoral, logra en la diócesis abrir nuevos caminos en busca de cerrar las brechas de la inequidad, la injustica, la pobreza y la ignorancia, problemá-ticas que ha trabajado en su misión como Pastor desde el lenguaje del amor de Jesús, y desde una filosofía estructurada, que ha permitido en-tender que la educación en la región es el mejor vehículo para romper con conocimiento estos límites que no permiten alcanzar un desarrollo humano justo.

De su acción Pastoral es ineludi-ble destacar aspectos tan relevantes como:

w Sus fundamentadas cartas y es-critos, desde las cuales, es evidente

un mensaje con un contenido tras-cendente.

w Sus reiteradas preocupaciones porque el desarrollo del Oriente se construya desde sus potencialidades

w Sus permanentes elaboraciones conceptuales en beneficio de la in-culturación del Evangelio, más allá de acciones instrumentales y dispersas.

w Su visión interdependiente para la integración de la fe, la cultura y el desarrollo en clave educativa.

w Su emotiva participación en la academia, en la que se destaca el conocimiento de su pensamiento y se resaltan sus preocupaciones por la región.

w Y su búsqueda permanente por seguir a Cristo Jesús como al más grande Maestro desde una educa-ción dignificante y dignificadora; en especial de la niñez, de los jóvenes y de la recuperación de la familia. Com-ponentes con un excelente liderazgo de la diócesis en la región.

Pero además, no podemos olvidar que en Monseñor Ricardo se hace visible también un liderazgo profun-do en torno a los direccionamientos del desarrollo en la región. Su visión

integral y estructurada ha fortalecido la institucionalidad de la Iglesia en las demás instituciones que intervienen las diferentes esferas del desarrollo humano desde lo educativo, lo cultu-ral, lo productivo y lo social; un aspec-to de trascendencia en el horizonte de la diócesis y del oriente.

La Sociedad siempre ha estado en proceso de cambio, pero el que vive actualmente el mundo y en concreto la región del Oriente, es de proporciones gigantescas, se trata de un cambio cultural muy acelerado y hasta convulsivo. “No es una época de cambio, sino un cambio epocal”. Hoy nos asisten múltiples ópticas de desarrollo como la industrialización de varios municipios en el altiplano, el asentamiento empresarial, el forta-lecimiento de la infraestructura vial, los nuevos desarrollos productivos como las microcentrales hidroeléctri-cas, la minería, la salud, el turismo, sumado a los procesos estratégicos territoriales propios de la región y definidos para la fase siguiente del Laboratorio de Paz y que muestran un camino de construcción social, las intenciones de un área metropolita-

na, entre otros. Esto hace necesario acoger al pensamiento estructurado como fundamentación que además de teórica, oriente el desarrollo de muchas acciones transformadoras de la persona humana “desde la encar-nación de la fe cristiana” que pasa por la conciencia individual hacia una trascendencia social.

En conclusión, desde el pensa-miento estructurado de Monseñor Ricardo encontramos un gran legado: una acción educativa pastoral en el contexto de la inculturación del Evan-gelio “desde la dimensión religiosa de la persona humana”; por ello, no podemos olvidar que en muchas de sus intervenciones pastorales, acadé-micas, eclesiales motivó a la región a buscar caminos para:

w La evangelización, en tanto se posibilita la apertura de horizontes para el progreso social y cultural.

w El diálogo cultural, toda vez que en la región se impone, tal como lo ha expresado de manera reiterada Monseñor Ricardo “una Diaconía de la verdad en busca del anuncio de las certezas sobre las realidades ante fenómenos como la crisis de sentido, la fragmentación del saber, la separación de la fe y la razón y el relativismo moral”

w Avanzar en la construcción par-ticipativa de propuestas concretas con un lenguaje educativo que sirva de mediación para el progreso cul-tural, en las que la investigación, la formación y la transformación han de realizarse desde la identificación de hojas de ruta por y para la dignidad de la vida humana.

Puede decirse que en Monseñor Ri-cardo se genera una esperanza para la región del Oriente. Una esperanza que responde a su pensamiento estruc-turado y que se convierte en legado.

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6 Marzo - abril de 2010

La huella de un pastorHUELLAS EN LA ROCA

Por: Juan DieGo aGuDelo GiralDocomunicaDor Diócesis De sonsón rioneGro

Los designios de Dios siempre son acertados y eso no lo ponemos en duda los hombres de fe, pues siempre que se manifiestan, vienen carga-dos de sabiduría, de amor y de entrega.

Hacer una biografía de Monseñor Ricardo To-bón Restrepo, Obispo que regentó nuestra dióce-sis por casi siete años, sonaría un poco superficial, porque tal vez la enunciación de fechas que ya casi todos sabemos y de acontecimientos que han marcado su vida, nos aportarían poco o nada a lo que ya conocemos de este pastor.

Más bien y tal vez con temor a ser trivial, me atrevería a decir que durante estos siete años contamos con un excelente obispo que supo con-jugar la sabia doctrina, con el ejemplo de hombre recto, capaz, con una inmensa capacidad de tra-bajo y con un amor incondicional a su ministerio.

En su ministerio en Sonsón-Rionegro ordenó a 79 sacerdotes para el servicio de nuestra diócesis y de otras Iglesias hermanas, promulgó 23 cartas apostólicas, además de sus circulares y homilías que daban cuenta de un hombre maduro en la fe

y con una sólida doctrina, digna de ser imitada.

Tuvo bajo su responsabilidad llevar a cabo la celebración de las Bodas de Oro de nuestra diócesis y los 25 años de la Universidad Católica de Oriente; adelantó la remodelación y amplia-ción del Seminario Diocesano Nuestra Señora de Marinilla y la Construcción de la Casa de la Transfiguración para los sacerdotes ancianos o enfermos.

Creó cinco nuevas parroquias para nuestra diócesis, instituyó las Escuelas Diocesanas de Discipulado Misionero, las Casas Pan y Vida y el Seminario Menor San Alberto Magno, además de la creación de la Facultad de Teología de la Universidad Católica de Oriente, que acompa-ñados de su magisterio y doctrina que son una joya, guardaremos con celo en nuestra Iglesia particular.

Demostró su permanente interés por la forma-ción sacerdotal, instó a los formadores y semina-ristas a confiar plenamente en Dios y a escuchar su llamado, llamado que él también escuchó y que ha emprendido según lo cuenta, como una misión.

Aunque su carácter pareciera ser un poco

fuerte, la verdad es que Monseñor Ricardo es un hombre alegre y de humor fino, que encuentra en el más simple detalle un motivo de mofa que no duda en ventilar en los encuentros privados; al escucharlo pareciera conocerlo todo, y no estamos del todo lejos de esta afirmación, pues sabe de retórica, oratoria, arte y música, además de estar contextualizado con el acontecer global, por mencionar algunos aspectos.

Llegó a Sonsón-Rionegro en un tiempo de conflicto, donde eran complicados los despla-zamientos por los municipios que conforman la diócesis, vivió en sus visitas a las comunidades, el dolor y la impotencia en carne propia, frente a la muerte y el desarraigo y vio como poco a poco con la dedicación y el esmero las condiciones fueron cambiando.

Su sello y sus palabras también están en la Universidad Católica de Oriente, PRODEPAZ, COREDI y la Corporación Vida Justicia y Paz y ASENRED instituciones en las que su mensaje ha rendido frutos, como en la Curia Diocesana, organización eclesial que en estos años ha visto un progreso en lo administrativo que se proyecta a las parroquias.

Afirma Monseñor Ricardo ante su nueva dig-nidad de Arzobispo de Medellín: “No voy a co-menzar la Iglesia en Medellín, llego a una Iglesia muy bella que lleva una trayectoria de más de 150 años, recibo un patrimonio muy grande de un gran maestro que es Monseñor Alberto Giraldo”

Hoy cuando su recuerdo empieza a llenar los pasillos de la curia de Rionegro y de la que fue su casa episcopal en el municipio de La Ceja, cuando su mensaje retumba con fuerza en las Catedrales de Rionegro y de Sonsón, cuando sus bendiciones se irradian en los Seminarios y en todas las parro-quias diocesanas, y cuando su voz de Pastor llega a todos los fieles de la diócesis, no podemos sino dar gracias a Dios por el ministerio de Monseñor Ricardo y hacer vivas sus palabras: “Pongamos todo siempre en las manos de Dios, no podemos estar más seguros, más libres y más alegres que cuando estamos en las manos de Dios”.

Abundantes bendiciones para el nuevo Arzo-bispo de Medellín y Dios que comenzó en él la obra buena, que Él mismo la lleve a término.

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7Marzo - abril de 2010INFORME ESPECIAL

Excelentísimo señor:Hace siete años, en esta misma

iglesia catedral, presentaba a su exce-lencia el saludo de bienvenida en los comienzos de su ministerio episcopal.

Hoy, a nombre del clero y de los fieles, se me ha encomendado la tarea de decir una palabra de agradecimiento sincero por la misión cumplida, por la gran obra realizada, por el bello testi-monio que nos ha dado, por la doctri-na que nos ha ofrecido y por el recto pastoreo que ha ejercido en el rebaño que se ha encomendado.

Puede estar seguro Monseñor, que su presencia en la diócesis, nos dio la seguridad de tener un sabio orientador, un decidido guardián de la heredad y un Pastor que cuido con esmero a las ovejas confiadas a su cuidado.

Se dice que el estilo es el hombre y, el estilo de Monseñor Ricardo, se caracteriza por la seguridad en la doc-trina, la firmeza en los principios, la convicción en sus criterios, la fidelidad al magisterio de la iglesia y la claridad meridiana en sus exposiciones.

Monseñor ha interpretado muy bien las palabras del Pontifical Romano en la ordenación de los obispos cuando dice: “Que tal este elegido no considere nunca que las tinieblas son la luz o la luz tinie-blas, ni llame bien al mal o al mal bien” y esto ha constituido siempre su norma de vida, así en no pocas veces le haya originado dificultades y sufrimientos.

La solidez en sus principios, que a veces se confundía con cierta rigidez, se debía a la hondura de su fe y a la impe-riosa necesidad de cumplir con el deber como auténtico defensor de la fe y de la moral. Poseedor de una gran capacidad intelectual y enriquecido con un acervo de conocimientos, logró que su palabra fuera siempre interesante, sus ideas novedosas y sus escritos agradables.

Monseñor nos deja una diócesis bien organizada, una administración ejem-plar, un clero bien disciplinado, unos planes pastorales al día y una pastoral robustecida en las diferentes ramas: profética, litúrgica y social.

Respondiendo a las inquietudes del clero, dio especial importancia al Semi-nario Diocesano, no sólo mediante una restauración total del edificio, sino tam-bién preocupado por el mejoramiento académico de sus alumnos. Promovió el año propedéutico en filosofía, fundó el seminario parroquial San Alberto Magno, buscó afanosamente y logró 21 becas para estudios superiores en Roma y procuró la escogencia de los mejores elementos del clero para la formación de los futuros sacerdotes.

Además de lo anterior, ordenó 79 sacerdotes para el servicio de nuestra diócesis y de Iglesias hermanas y logró renovar al clero con frecuentes recursos y, en especial, con 24 cartas llenas de doctrina y orientación pastoral.

Consciente del crecimiento ver-tiginoso del Oriente Antioqueño y buscando formas de responder

adecuadamente a este reto que se presenta, procuró la creación de cin-co parroquias, especialmente para cercano oriente, a fin de responder a la situación que el progreso y el cre-cimiento de la población necesitan y fue insistente en la responsabilidad que pesa sobre esta diócesis por el avance de la región y la necesidad de estar preparados para el cambio que ya se está efectuando.

Acorde con la corriente pastoral de nuestros tiempos, anunciando en Medellín y confirmado en Puebla, Santo Domingo y Aparecida, trajo a la diócesis, como fruto de su experiencia pastoral en Bogotá, las comunidades Eclesiales del Reino, que se han veni-do organizando en algunas parroquias con magníficos resultados; alimen-tadas con las palabras del pastor en su órgano informativo “Unánime”, asistidas con su presencia solícita y apoyadas con su permanente y cons-tante acción pastoral.

No fue monseñor Ricardo ajeno a la situación social de nuestros pueblos y se propuso fortalecer la pastoral social con las llamadas Casas de pan y vida, que vienes funcionando en varias pa-rroquias de nuestra diócesis con gran éxito y celo pastoral de los sacerdotes.

No fue esquivo a las fatigosas jornadas en las visitas pastorales, que si bien no alcanzó a todas las parroquias, si pudo entrar en contacto con el pueblo en sus encuentros con los campesinos, con la niñez y la juventud en las escuelas y establecimientos de educación al igual que con su estímulo a las organizaciones apostólicas de las parroquias visitadas.

Objeto de especial predilección fueron las religiosas, quienes con-taron con su presencia en los retiros espirituales que tan frecuentemente se tienen en nuestra diócesis. De igual forma, logró abrir las puertas de la diócesis a algunas comunidades religiosas.

Consciente de que “el sacerdote mayor es doblemente sacerdote” –en expresión de Juan Pablo II- nosotros los sacerdotes mayores, nos sentimos objeto de su predilección especial, pues nos deja una muy avanzada Casa de la Transfiguración, donde tendremos las comodidades que nues-tra condición necesita, con lugares espaciosos y magníficas instalaciones y servicios.

De especial mención, es la celebra-ción de las Bodas de Oro de nuestra diócesis, que bajo el lema “Unidos en la fe” y luego de una gran misión, nos permitió revivir momentos trascenden-tales en el devenir histórico de nuestra iglesia particular.

Las obras: Huellas de una Iglesia, Testigos de la esperanza, Magisterio episcopal, El servicio de la caridad y La Formación de sacerdotes, son escritos que prolongarán nuestra historia y quedarán como un claro testimonio de dichas celebraciones.

Desde la Arquidiócesis de Medellín, madre de esta iglesia, seguirá oteando el rebaño que disfrutó de las primicias de su ministerio episcopal aquí, donde pastoreó, donde enseñó, donde exhor-tó, donde escribió una página memora-ble en la historia de nuestra diócesis y en su propia historia personal.

¡Gracias Monseñor! Porque fue va-leroso y decidido guardián del rebaño, que no escatimó sacrificios y espinas, que seguramente se presentaron, con tal de poder librar en los peligros a las ovejas confiadas a su cuidado.

¡Gracias Monseñor! Por habernos brindado una doctrina segura, una verdad completa, sin claudicaciones, sin amistosas tolerancias, sin debilidad; con la autenticidad del maestro. Lo invitamos a asumir con gran espíritu de fe el nuevo cargo que se le ha en-comendado. Dios, que lo llamo, no le faltará con las gracias necesarias para el cumplimiento de tan difícil labor.

¡GRAcIAS MONSEÑOR!discurso de Mons. Adolfo duque A., en la Eucaristia de

despedida de Mons. Ricardo tobón Restrepo,Arzobispo electo de Medellín

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10 Marzo - abril de 2010INFORME ESPECIAL

El obispo, maestro de la verdad

Por : monseñor iVán caDaViD osPinarector uniVersiDaD católica De oriente

Cuando el Concilio Vaticano II expo-ne la triple misión de los obispos en el Pueblo de Dios, pone en primer lugar el oficio de enseñar. El obispo es el maestro auténtico de la verdad, el orientador de la fe, el guía doctrinal de la comunidad de discípulos. El Decreto Christus Dominus del Vaticano II enseña: “El Espíritu Santo que han recibido ha hecho de los obispos los verdaderos y auténticos maestros de la fe” (No. 2). Este ministerio ya había sido asumido con prioridad desde la pri-mitiva comunidad apostólica, tal como se refleja en los Hechos de los Apóstoles a propósito de la institución de los siete diáconos: “Nosotros nos dedicaremos a la oración y al ministerio de la Palabra” (6,49). Pablo así lo entendió y se sentía urgido por la necesidad de evangelizar: “Ay de mí si no predicara el Evangelio” (1Co 9,17). Ya había advertido en su car-ta a los Romanos que “la fe viene de la audición del mensaje, por lo que “¿cómo creerán si nadie les predica?” (Rm 10,14). Los obispos, entonces, como sucesores de los apóstoles, dedican buena parte de su ministerio a la enseñanza de la fe cris-tiana. Ellos deben ser los primeros cate-quistas, los más autorizados para explicar la Palabra de Dios, los más firmes en la profesión y explicación de la fe, tanto más cuanto que el Magisterio es en la Iglesia el intérprete auténtico de la Escritura. Se trata en este espacio de destacar la obra evangelizadora de Monseñor Ricardo Tobón Restrepo, el saliente obispo de la diócesis, obra que, sin embargo, no se circunscribe a la enseñanza magisterial

–ya de suyo bastante amplia-, sino que debe abarcar otras realizaciones pastora-les que nacen directamente de una clara concepción de la doctrina cristiana, que no se queda en meras palabras sino que se traduce en acciones que a su vez son evangelizadoras para la comunidad.

Contamos con varias fuentes de veri-ficación de la doctrina de Mons. Ricardo durante sus casi siete años de pastoreo en esta diócesis. La primera es una colec-ción de cartas circulares sobre diversos temas y que corresponden básicamente a situaciones especiales dentro del pas-toreo ordinario de la diócesis. En ellas se marcan claros derroteros doctrinales y se tocan aspectos concretos de la acción pastoral, de organización y de planeación específica de algunos asuntos diocesa-nos. Presentamos un listado completo de estas circulares con su respectiva fecha de publicación y una alusión al tema tratado:

- Firmes en la esperanza. 2 de mayo de 2004. Sobre algunas situaciones concernientes al orden público en la región.

- Mi casa es casa de oración. 30 de mayo de 2004. Sobre la identidad y mi-sión de la familia.

- Para ver a Pedro. 29 de junio de 2004. Sobre la visita Ad limina al Santo Padre.

- Jesús le… amó 11 de agosto de 2004. A los Jóvenes, sobre la vocación cristiana.

- Yo soy el Pan vivo. 29 de septiembre de 2004. Sobre el Año de la Eucaristía.

- Les enseñaba todo en privado. 4 de noviembre de 2004. Sobre la Formación sacerdotal.

- Luz para alumbrar a las naciones. 2 de febrero de 2005. Sobre la Vida Consagrada.

- Yo los visitaré. 17 de marzo de 2005. Sobre la Visita Pastoral.

- Fue invitado también Jesús. 22 de mayo de 2005. A las Familias, sobre la Eucaristía.

- Ya que hay un solo pan formamos un solo Cuerpo.29 de mayo de 2005. Sobre la Celebración de las Bodas de Oro de la diócesis.

- Aquí hay un muchacho. 4 de agosto de 2005. Sobre el compromiso apostólico.

- Con la fuerza del Espíritu. 10 de agosto de 2005. Sobre la identidad y mi-sión de la Asociación Sacerdotal “Siervos del Espíritu Santo”.

- Yo estoy con ustedes. 8 de diciembre de 2005. Sobre algunos compromisos que implica celebrar la Eucaristía.

- A ustedes los he llamado amigos. 31de mayo de 2006. Sobre la Jornada de Oración por la santificación de los sacerdotes.

- Al principio no fue así. 9 de julio de 2006. A las familias sobre el designio de Dios para los hogares cristianos.

- Si eres tú mándame ir a Ti. 15 de agosto de 2006. A los jóvenes, sobre el encuentro con Cristo.

- Me ha ungido para evangelizar. 30 de noviembre de 2006. Sobre la Misión diocesana.

- Un año de gracia del Señor. 24 de enero de 2007. Sobre el Jubileo diocesano.

- Hagan esto en memoria mía. 13 de marzo de 2008. Sobre la tercera edición del Misal Romano.

- Ay de mí si no predico el evangelio. 25 de julio de 2008. Sobre el Año Paulino.

- Este es un gran misterio. 18 de oc-tubre de 2008. Sobre el Matrimonio y la Pastoral Matrimonial.

- El amor de Cristo nos apremia. 1 de junio de 2009. Sobre el Año Sacerdotal.

- Mi vivir es Cristo. 25 de enero de 2010. Sobre la identidad y misión de la Asociación San Pablo.

La segunda fuente para conocer el magisterio episcopal de Mons. Ricardo son sus homilías, sobre todo las que pro-nunció en las grandes solemnidades dio-cesanas: misa crismal, ordenaciones, ce-lebraciones especialmente significativas. Con un estilo elegante y a la vez sobrio, con un cuerpo doctrinal magníficamente desarrollado, con aplicaciones concre-tas al momento pastoral de la diócesis, constituyen una rica fuente de reflexión, de educación en la fe y de orientación pastoral de enorme importancia para la vida diocesana. Sobresalen por su profundidad los temas sacerdotales, en los que esbozó un completo tratado teológico-pastoral sobre la identidad del presbítero y del diácono, sobre el significado y alta responsabilidad de su misión, sobre la forma concreta como en la Iglesia se debe ejercer el ministerio or-denado, sobre el proceso completo de la formación sacerdotal y el delicado papel de los formadores en esta obra de Iglesia. Hay homilías preciosas sobre Jesucristo, sobre la Iglesia, sobre la acción del divino Espíritu y, en menor número –que en este aspecto sí quedamos sedientos- , sobre la Virgen María y su papel en la economía de nuestra salvación.

Un tercer grupo de documentos que dan fe del ministerio profético de Mon-señor Ricardo está conformado por las

cartas pastorales dirigidas a las comu-nidades parroquiales después de las visitas pastorales, las cuales recogen en admirable síntesis, los puntos más destacados de lo visto y vivido en las parroquias visitadas. Son exhortaciones del Pastor de cara a la realidad percibi-da, palabras de estímulo por los valores adquiridos con constancia a lo largo del tiempo, paternales advertencias sobre los peligros que amenazan a la grey y sobre la forma como la comunidad debe afrontar las dificultades propias de la época. En un estilo que nos recuerda el de las cartas a las siete Iglesias del Apo-calipsis, quieren llevar a la comunidades parroquiales a valorar sus riquezas y a dolerse y corregir sus carencias y erro-res. Quien haga un recorrido por ellas encontrará una admirable radiografía de la realidad diocesana, tanto la que se vive en las parroquias más pequeñas y alejadas, primeras destinatarias de sus visitas, como las que se agitan de modo más álgido en los centros urbanos más complejos y afectados por el cambio de época que estamos viviendo.

Finalmente, quiero destacar el im-pecable estilo de argumentación y de redacción del Señor Obispo, producto de su esmerada formación filosófica y humanista, de su disciplinada dedica-ción al estudio y a la reflexión, porta-dor de seguridades doctrinales que no dejan abiertos resquicios para la duda o la incertidumbre. En sus escritos hay claridad, precisión, secuencia temática y elocuencia sin rebusques ni artificios literarios. Escribe como habla, conduce su discurso suavemente, sin alteraciones, utiliza un lenguaje que en ocasiones pue-de aparecer demasiado técnico desde lo teológico con el ánimo de conservar la fidelidad al Magisterio y a los contenidos de la fe cristiana.

La Iglesia diocesana queda equipada con un admirable tesoro doctrinal que de alguna manera marca su futuro y la lanza hacia la búsqueda constante de mayor fidelidad a la Palabra divina en una época marcada por la que Benedicto XVI ha llamado “la dictadura del relativismo”. Dos libros recientemente publicados en la colección de Bodas de Oro, “Unidos en la fe”, bajo el título genérico de Magisterio Episcopal recogen en grandes bloques las enseñanzas más significativas del Obispo, amén de diversos discursos en circuns-tancias especiales. Serán, seguramente, fuente de consulta y de lectura atenta para nutrir la fe, la vida cristiana y la acción pastoral de quienes acudan a ellos.

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11Marzo - abril de 2010INFORME ESPECIAL

Por: Hna. maría Del carmen Quintero castrillón, Fran-ciscana misionera De maría

auxiliaDora.

¿Qué significó la presencia de Monseñor Ricardo Tobón para la Vida Consagrada?

“Durante los días largos y las noches aún más largas que ha-bían precedido la realización del Sueño, Francisco se había preguntado si el viaje que había emprendido lo llevaría verdaderamente a su destino. Cuando era niño, todos los viajes que hacía fuera de las murallas de Asís, lo llevaban a alguna parte donde podía decir: “Estoy aquí en este lugar. Por fin, he llegado”. Pero este viaje era diferente. Se dirigía hacia las raíces mismas de la vida de Cristo en la verdadera prolongación de las palabras de Jesús: excursión hacia atrás para volver a encontrar la vida del Evangelio al pie de la letra, también excursión hacia ade-

lante para alcanzar el Reino, y hacia adentro en el corazón donde habitaba la Santísima Trinidad. Aquí nunca se podía decir: “¡He llegado¡” Viaje de decisiones tan radicales como el Evangelio mismo. En cada bifurcación del camino se en-cuentra a los lados un camino angosto, difícil, y un camino ancho en el que es fácil viajar. Y a Francisco le sorprendía constantemente la alegría que el camino más difícil le causaba, aunque al principio el camino fácil lo atraía con una persuasión casi hipnótica. Una vez oída y comprendida la pa-labra de Dios debía de ponerse en práctica en su propia vida”. (Tomado de el texto el Viaje y Sueño de Francisco. Anthony Messenger Press).

Esto fue lo que percibimos en usted, apreciado Monseñor Ricardo. Desde cuando llegó a nuestra diócesis de Sonsón Rionegro, hemos visto que te-

nemos un Pastor, que ante todo “Sabe escuchar la voz de Dios, y se pone en camino para ha-cer su Santa Voluntad. Un ser iluminado, como dice la Pala-bra: “Yo no puedo hacer nada por mi propia cuenta; para juzgar, escucho (al Padre), por-que no busco mi voluntad sino la de Aquél que me envió. (Jn. 5,30-30) Sabemos que la pro-fundidad con la que usted nos comunicó la Palabra de Dios es fruto de su experiencia de Dios, de sus largos encuentros a los pies del Maestro, como Moisés “se mantuvo tan firme en su fe como si estuviera viendo al Dios invisible” (Hebreos 11, 27)

Las religiosas de la diócesis, anhelantes de Dios, sentimos que es un Obispo que ama la vida interior, busca la sabidu-ría y por eso es fácil percibir un halo de Dios en su ser. Es como si Santa María Bernar-da Bütler, hubiera escrito este texto pensando en usted: “Las almas interiores son como una tienda sagrada donde levanta su trono la Trinidad. Son gran-des apóstoles por su ejemplo, y son teofanías que convencen y arrastran. Dejan a su paso una estela de luz en la cual se descubre a Dios”. Gracias por señalarnos ese norte, por ser referente para nosotras, para los sacerdotes y laicos y todo el pueblo de Dios. Por estimularnos a vivir valores su-periores, los valores del Reino. “Conocedor de los “secretos de Dios” supo infundirnos ánimo y coraje para que nosotras, como religiosas también seamos memoria de Dios para nuestro Pueblo. Usted ahondó en él “Misterio escondido desde el principio de los siglos en el corazón de Dios”. (Ef 3,9).

Gracias Monseñor por amar y valorar los Monasterios de vida contemplativa, por creer en la eficacia de su oración, por acompañarlas y motivarlas a “seguir buscando los bienes

de arriba”. Sólo alguien que haya tenido la experiencia gozosa de estar a solas con Dios es capaz de tener esta deferencia con ellas. Porque es del silencio y de la contempla-ción de donde sale el fruto del Evangelio. Es allí donde toma forma la Palabra y donde el murmullo de Dios empieza a oírse sin estorbos.

¡Bendito el que viene en el nombre del Señor!. Esa fue la expresión gozosa y agradecida que pronunciamos al saber que Dios nos enviaba en usted un Pastor y guía, para acompa-ñarnos y animarnos espiri-tualmente, para direccionar los procesos pastorales de nuestra diócesis, para ser profeta de la esperanza y testigo de un Cristo Vivo al que usted refleja con su vida. Ahora después de siete años, “Hemos visto claramente que usted es “el Bendito del Señor. Gn 26,29b

Al preguntarles a algunas comunidades religiosas so-bre su ejercicio Episcopal, corroboran lo expresado en los apartados anteriores. Se encuentran expresiones como:

• “Obispo cercano a la dió-cesis, muy espiritual, pastor entregado totalmente a las parroquias y a la vida religio-sa”. (Hnas. Dominicas de la Presentación).

• “Se preocupó mucho por la vida religiosa, fue un signo de comunión, se podía contar con su apoyo. Supo exigir y hacer la voluntad de Dios”. (Hnas. Misioneras Eucarísticas del Espíritu Santo).

• “Fue muy especial. Visitó las comunidades religiosas, animó espiritualmente en los retiros espirituales y también a través de carticas, expresando su solicitud de pastor”. (Hnas. de la Providencia Social Cristiana).

• “Monseñor fue muy atento, valoró a los Obispos anterio-res, le dio apoyo a las Obras de Monseñor Alfonso Uribe Jaramillo, fue muy amable y

celebró con mucha solemnidad todos los encuentros tanto de religiosas como de sacerdo-tes, de catequistas y grupos apostólicos”. (Siervas de Cristo Sacerdote)

• “Muy acogedor y humano, se preocupó por la formación integral de las religiosas, vi-sitaba las comunidades y vi-braba con los acontecimientos que estaban viviendo”. (Hnas. Filipenses).

• “Es un pastor amable, acogió mucho la comunidad de las Siervas de la Iglesia, es admirable su labor pastoral, su entrega a la Iglesia sin límites”. (Hnas. Siervas de la Iglesia).

• “Es muy Especial, gran Pastor, mantuvo una organi-zación impecable en la dióce-sis, es un hombre muy recto, espiritual, cercano y humano y demostró mucho amor a la vida religiosa”. (Franciscanas de la Inmaculada Concepción).

• “Ejerció muy bien su pas-toreo con la vida religiosa, se siente que la ama, por eso acompañó siempre los retiros espirituales, visitó las comu-nidades animando a vivir la espiritualidad del Carisma de cada congregación”. (Hnas. del Buen Pastor).

• “Fue un Obispo muy fami-liar, con mucho contenido inte-rior, profundo, creció mucho en humanidad, visitó a las herma-nas en ceremonias especiales, sobretodo en la visita de la reli-quia de San Juan Bosco. Es muy organizado, fue creciendo en el conocimiento de la diócesis y de las personas en particular”. (Hnas. Salesianas).

• “Fue un verdadero pastor, guía espiritual que nos pro-movió en todos los aspectos, fortaleció el equipo de Sacer-dotes para la animación desde las diferentes vicarias y dele-gaciones. Es muy eminente, posee sencillez en medio de su brillantez”. (Hnas. Dominicas de la Doctrina Cristiana).

Sencillez en medio de la brillantez

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12 Marzo - abril de 2010ACONTECER PASTORAL

Gran Jubileo: 400 años de la Orden de la Visitación Jornada Mundial de las comunicaciones

Facultad de teología

El Monasterio de la Visitación de Santa Ma-ría de Marinilla Antio-quia, se encuentra de fiesta al celebrar los 400 años de existencia de su Orden. Por este motivo, la Superiora del Monas-terio Luisa María Mesa Villa y su comunidad, invitan a las actividades que se llevarán a cabo los días 4, 5 y 6 de junio de 2010 con motivo de la celebración jubilar de la fundación de la Orden de la Visitación en el mundo; a su vez las felicitamos y las acompañamos con nuestra oración y agradecimiento por ser ese pilar en el mundo con la oración e intercesión ante el Padre Misericordioso.

El Santo Padre Benedicto XVI ha sacado para el año 2010 el mensaje para la Jornada mundial de las Comunicaciones Sociales que será el próximo 16 de mayo; lleva como lema: “«El sacerdote y la pastoral en el mundo digital: los nuevos medios al servicio de la Palabra», este mensaje “se inserta muy apropiadamente en el camino del Año Sacerdotal, y pone en primer plano la reflexión sobre un ámbito pastoral vasto y delicado como es el de la comunicación y el mundo digital, ofreciendo al sacerdote nuevas posibilidades de realizar su particular servicio a la Palabra y de la Palabra”, ha expresado el Papa.

Con la presencia de Monseñor Ricardo la Universidad Católica de Oriente, a través de la Facultad de Teología, graduó con satisfac-ción su primera promoción de teólogos el pa-sado 26 de marzo. Los (12) nuevos teólogos son en su mayoría sacerdotes diocesanos. Nuestra felicitación. La invitación es para

que muchos otros acojan esta propuesta de actualización teológica. La duración es de un año con encuentros periódicos de dos días.

El 14 de mayo se llevó a cabo en el auditorio Monseñor Flavio Calle Zapata el seminario sobre fe y razón, dirigido al público en general.

Mons. darío Gómez zuluaga, Administrador diocesano de Sonsón - RionegroEl lunes 10 de mayo y después de

reunirse el Colegio de Consultores en la casa de retiros el Rodeo de Santa Ana en el municipio de la Ceja, fue elegido para ocupar el cargo de admi-nistrador diocesano Monseñor Darío Gómez Zuluaga quien se desempeña-ba como Vicario de Administración; Mons. Darío es hijo de Gabriel Antonio y María Gabriela, nació en Rionegro el 11 de agosto de 1955 y allí fue or-denado por Monseñor Alfonso Uribe Jaramillo el 15 de agosto de 1981.Trabajó en el Seminario Misionero del Espíritu Santo en La Ceja pri-mero como formador y luego como rector; en el Secretariado Diocesano de Pastoral y en la Pastoral de la Universidad Católica de Oriente de la cual fue rector. Además se desempeñó como párroco del Sagrado Corazón de Jesús de Marinilla y hasta su actual nombramiento se desempañaba como Vicario de Administración.

Monseñor Darío, ha dirigido esta car-ta a los sacerdotes de la diócesis Sonsón Rionegro con fecha del 11 de mayo de 2010 que textualmente dice así:

Muy apreciados sacerdotes:

Gracia y Paz a todos mis hermanos de la Diócesis de Sonsón Rionegro.

Como seguramente ya se habrán

enterado, el Colegio de Consultores, supremo organismo de gobierno de la Diócesis en sede vacante, me ha elegido Administrador Diocesano, por la promoción y traslado de nuestro Obispo, Mons. Ricardo Tobón Restre-po, a la sede Arzobispal de Medellín. He aceptado esta designación con la convicción de haber recibido un en-cargo de parte del Señor, a quien debo la acción de gracias, expresada en el empeño por brindarme generosamente por el bien de nuestra Iglesia que pe-regrina en Sonsón Rionegro. Me asiste la seguridad de su apoyo, su consejo y, especialmente, su oración por mí, de manera particular en la celebración de la Santa Misa.

El Administrador Diocesano es un sacerdote que adquiere su potestad por el hecho de aceptar su elección, la cual debe comunicarse inmediatamente a la Santa Sede, asunto que ya he cumplido.

En virtud de la Profesión de fe y del Juramento de fidelidad que he pronun-ciado en presencia de mis hermanos del Colegio de Consultores, procuraré observar todas las obligaciones y de-beres inherentes al servicio que se me confía.

Al tiempo que seguimos agrade-ciendo a Dios el fecundo ministerio de Mons. Ricardo en nuestra Dió-

cesis, es nuestro deber, tanto en los equipos sacerdotales como en las comunidades religiosas y fie-les, orar para que el Señor, lo más pronto posible, nos bendiga con un nuevo Padre y Pastor que nos con-duzca con santidad y sabiduría. Es importante aprovechar las opciones litúrgicas que nos ofrece el Misal Romano, ofreciendo, cuantas veces se considere oportuno, o al menos semanalmente, la celebración de la Santa Misa para la elección del Obispo (Misal Romano, pg. 908), preferiblemente con significativa participación de los fieles.

Les pido a todos que continuemos con entusiasmo los procesos pastora-les en marcha, y las actividades ya programadas, especialmente la pre-paración del nuevo Plan Diocesano de Pastoral 2011-2015. Igualmente, debemos continuar con la animación de las pequeñas comunidades por el Reino de Dios, las escuelas de discipulado, los programas de pas-toral social y caritativa y los demás programas pastorales que se vienen impulsando. De especial importancia para nosotros, los sacerdotes, es la activa participación en el Congreso Diocesano de Sacerdotes, a cele-brarse los días 9, 10 y 11 de Junio, al cual estamos invitados todos los diáconos y presbíteros, tanto los que

ejercemos el ministerio dentro de la Diócesis, como los hermanos que prestan sus servicios misioneros en otras jurisdicciones eclesiásticas.

Finalmente, les ruego transmitir esta información a los fieles, comunidades religiosas y grupos apostólicos.

A la Virgen del Rosario de Arma, nuestra Patrona e intercesora enco-mendemos nuestros buenos propó-sitos.

Servidor y amigo en Cristo, Mons. Darío Gómez Zuluaga Administrador Diocesano

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13Marzo - abril de 2010INFORME ESPECIAL

El oficio de santificación del ObispoPor: Pbro. néstor raúl restrePo PulGarínPárroco De n.s. Del carmen, De abeJorral

Por la proclamación de la verdad de Jesu-cristo, el Obispo dirige a la comunidad hacia la adoración a Dios en agradecimiento y amor. El Obispo, como uno que está marcado con la plenitud de los sacramentos ordenados, es un ministro de gracia y al celebrar los sacramentos en la comunidad, él cumple con el oficio de santificación, haciéndonos uno con Dios. Esto es hecho primordialmente al ofrecer el Sacrificio de la Eucaristía, donde entramos en verdadera comunión a través de, con y en Cristo nuestro Señor. A través de la Eucaristía la Iglesia se con-vierte en lo que consume, el cuerpo de Cristo. Los Obispos son nuestros ministros primordiales de los sacramentos. A través de la celebración fiel de estos y todos los demás sacramentos, el Obis-po se asegura de que todos en la diócesis tienen un encuentro transformador con Cristo que nos fortalece para las muchas responsabilidades que tenemos. Este camino de santificación, primero vivido y luego compartido por cada Obispo, dirige la comunidad de fe a un mayor amor y servicio en Cristo.

Con respecto, al oficio propio de santificar, Mons. Ricardo durante su episcopado entre nosotros, se esforzó por inculcar en el presbiterio varios principios.

La convicción que el Señor nos ha elegido para que, actualizando sacramentalmente su presencia, acojamos todo el sufrimiento humano de nuestros hermanos, seamos iconos de su misericordia, y los busquemos incansablemente por todas partes, lle-vando en nuestros labios el anuncio del evangelio y ofreciéndoles, con el hogar de la Iglesia, la Palabra y los sacramentos que nos salvan, curan nuestras dolencias y fortalecen nuestra esperanza.

Que Él no nos ha abandonado, nos cuida con su misericordia y nos ha regalado una casa para los desvalidos y los pobres: la Iglesia, que es como un “edificio eterno… donde más que el cielo – canta el Salmista – has afianzado tu fidelidad”.

Que la Iglesia, que vive de la Eucaristía, acontece el cielo que viene a darle al corazón la respuesta que esperaba. Ésta es la justicia de Dios que repartimos abundantemente los sacerdotes como ministros de Dios. Nos queda en este campo un legado imperece-dero: La solemnidad con la que nos invitó siempre a celebrar la Eucaristía, con una liturgia impecable, no permitiendo que nada la lleve a la “comercialización”, a “menudiar”, como él lo decía, el sacramento, a cua-lificar el decoro de nuestros templos en las grandes festividades de nuestras parroquias y sobre todo a darle al canto el puesto en la liturgia, como lo dis-frutamos todos con la coral de nuestros seminarios, en cada celebración presidida por él en la catedral.

Con cuánta ilusión nos invitó, a aprovechar el año

sacerdotal, siendo dóciles al Espíritu de Santidad, que recibimos en la ordenación sacerdotal, para poder enseñar a nuestros hermanos a invocar el nombre del Señor, para que no tengan miedo de afrontar la lucha con el Goliat de nuestra cultura y nuestro ambiente, motivándolos a escuchar la llamada del Señor que invita a muchos de ellos, junto a la vida matrimonial, a la vida consagrada y al sacerdocio.

Ante la exclusión de Dios promovida por la cultura dominante, frente al vacío existencial que provoca una sociedad consumista que satisface los deseos materiales hasta anegar el alma y censurar el deseo de Dios, Mons. Ricardo nos motivó a la experiencia del creyente como la de David o la de Israel, la de aquél que conoce a Dios porque ha intervenido en su historia, porque se ha hecho presente en su vida y le ha enseñado que no sólo de pan vive el hombre, sino de toda Palabra que sale de la boca de Dios.

Desde el Plan Diocesano de Pastoral, agudizó nuestra experiencia cristiana en el seno de la Iglesia, el Cuerpo de Cristo que nos ha alcanzado a través de nuestros padres, de nuestros catequistas, por el testimonio de los maestros y laicos cristianos, y por tantos testigos de nuestras comunidades cristianas… y nos hiciera decir con plena confianza: “Señor… tan solo Tú tienes palabras de vida eterna, y nosotros hemos creído que Tú eres el Hijo de Dios” (Jn 6, 69).

Y para que esto sea posible, en uno de sus video- conferencias, en noviembre del año pasado, cuando estábamos reunidos en asambleas vicariales, nos exhortó a comenzar por escuchar la voz del Señor, convertir nuestro corazón y recuperar la sabiduría de la Iglesia a la que nos invita el Papa Bededicto XVI. Así podremos, con la gracia de Dios, gestar nuevos cristianos y nuevas comunidades eclesiales por el Reino de Dios que fructifiquen en familias auténti-camente cristianas que eduquen a sus hijos en la fe y en el seguimiento de Cristo.

Siguiendo esta misma lógica nos urgió a renovar en profundidad la iniciación cristiana de los niños, jóvenes y adultos, restaurando – como indicaba el

Concilio Vaticano II con voz profética – procesos de formación- (SC 64). Con esta iniciación cristiana renovada y con una pastoral familiar lúcida y evangelizadora, podemos presentar a nuestras parroquias como verdaderas casas levantadas en medio del desierto de este mundo, o como posadas donde recoger todo el sufrimiento de nuestros hermanos asaltados por los bandidos de este mundo que, después de robárselo todo, los han dejado malheridos en la cuneta o al borde del camino. Esta Iglesia samaritana y acogedora de todos nosotros, pobres pecadores, esta Familia de familias, es el auténtico sujeto de la nueva evangelización, un pueblo de redimidos que emerge en medio de una sociedad pagana, la ciudad edificada sobre el monte

que ilumina el camino que conduce a Cristo, nuestro Maestro y Salvador.

Bien sabía, así nos lo hizo ver en los últimos re-tiros espirituales, que esta descripción de la belleza de esta Iglesia diocesana contrasta con la frialdad del ambiente en que vivimos y con las dificultades que todos experimentamos en la evangelización. Nuestra lucha, en efecto, no es contra la carne y la sangre; es decir, no es sólo contra nuestra debilidad, sino contra los principados y dominadores de este mundo, contra el príncipe del mal y sus engaños. Por eso nos recomendaba con San Pedro: “Sed sobrios, estad alerta, que vuestro enemigo, el diablo, como león rugiente, ronda buscando a quién devorar”. Y, si grandes son los inconvenientes, mayor es nuestra confianza en el Señor.

Y así leímos con atención las recomendaciones que en su carta circular No. 14 “A ustedes los he llamado amigos”, nos escribía: “Ninguno de nosotros puede negar la necesidad de ser santos ya que la voluntad de Dios es nuestra santificación (cf Tes. 4,3). Si la santidad es un llamado universal con cuánta mayor exigencia tiene que resonar en el alma de quienes somos los servidores de Cristo y administradores de los misterios de Dios (cf. 1 Cor. 4,1). En efecto, estamos llamados a ser santos no sólo por lo que está mandado para todos los bautizados: “Sean santos porque yo soy santo”( 1 Pe. 1, 15-16), sino también porque la vocación sacerdotal es esencialmente una llamada a la santidad”.

He aquí, pues, la síntesis del oficio de santificar de Mons. Ricardo: orar con insistencia para que Dios nos bendiga, para que Cristo resucitado se haga presente en medio de nosotros y suscite testigos santos que le anuncien con su vida. De esta manera, nuestra Iglesia Particular, precedida por la gracia y asistida por el Espíritu Santo, activará su carácter misionero, para que todos los hijos de esta bendita tierra, y cuantos vienen a nosotros buscando consuelo, puedan ser conducidos al encuentro con Cristo y así conocer, amar y servir al que es guía y pastor de nuestras almas.

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14 Marzo - abril de 2010ACTUALIdAd

Evaluaciones periféricas o demagogias evaluativasPor : Pbro. José raúl ramírez Valencia.

Decano FacultaD De teoloGía uco

Si algo ha entrado en la cultura, tal vez a la fuerza o por convencimiento, es la evaluación; hoy todo se evalúa, aún lo más insignificante. La evaluación hace parte de la cultura. Evaluamos, supuestamente, para mejorar, pero sucede que muchas evaluaciones en vez de hacer avanzar la historia la estancan o en su defecto la hacen retroceder, ¡vaya uno a saber! Frente a la manía de estar evaluando todo, apare-cen a la par vicios evaluativos sin ningún oficio ni trascendencia que, lejos de evaluar lo esencial, se quedan en cuestiones baladíes, sin direccionalidad hacia el objetivo.

No es invento, es realidad. Historias como estas suceden a diario. Invitan a un congreso de actua-lización sobre determinado tema y al momento de evaluarlo distorsionan el objetivo. Preguntas y esquemas evaluativos como estos no son la ex-cepción: califique de uno a cinco: organización, refrigerios, almuerzo, número de participantes, logística, integración, presentación personal del ponente y, en el último inciso, si no se olvida pertinencia y actualidad del tema. Pero lo más sorprendente es el resultado de la calificación: un congreso UNO A; sólo nos “rajamos” en un puntico: actualización del tema. Este tipo de evaluaciones se pueden denominar: evaluaciones periféricas o

demagogias evaluativas, una especie de evalua-ciones halagadoras.

Creo que es bueno hacernos algunas preguntas. ¿En verdad las evaluaciones están apuntando al objetivo? o ¿es simplemente una moda cultural o en su defecto un requisito más del proceso?

Esto no es todo, también existen evaluaciones narcisistas, donde se espera que se diga que todo estuvo muy bien y si alguien tiene la osadía de disentir se descalifica argumentando: esta persona es muy negativa; al igual que narciso no damos ca-bida a otras miradas, sólo miramos lo bueno. En las evaluaciones narcisistas prima la subjetivad sobre la objetividad, el sentimiento sobre la razón, el ego sobre el bien común, lo inmediato sobre el proyecto. Ante esta realidad no está de demás parodiar al escritor francés Merleau Ponty: “la mejor manera de hacernos la imagen perfecta de una persona o de un evento es cuando este o ella no están presentes.” Esto significa, que tanto el tiempo y la distancia son categorías indispensables para evaluar-valorar-avanzar; tomemos distancia, analicemos con cabeza fría, dejemos que el tiempo se encargue de darnos su veredicto. No dejemos que nuestro narciso dicte sentencia sobre lo bueno o lo malo de un aconteci-miento o en su defecto de la gestión de una persona. No obstaculicemos el avance historia con nuestras evaluaciones narcisistas.

Lo mejor para hacer una buena evaluación es la imparcialidad, pero ¿qué es la imparcialidad? Ortega y Gasset, hablando de este tema, dice: “Im-parcialidad es serenidad, frialdad ante las cosas y ante los hechos. ¿Qué es criticar-evaluar? Clavar en la frente de las cosas y de los hechos un punzón blanco o un punzón negro, arrastrarlos al lado de lo bueno. Siempre clavar. Siempre arrastrar hacia el bien.” Caminemos hacia la imparcialidad, no le tengamos miedo, no la confundamos con nuestros egos.

Tampoco podemos caer en el llamado gatopar-dismo, que propone el escritor italiano Giussepe Tomas, en su novela El gatopardo, donde expone su máxima: “si queremos que todo siga como está, es necesario que todo cambie.” ¡Paradójico! Quien lo creyera, existen evaluaciones centradas sólo en lo periférico, pero a los cambios sustanciales poco se le apunta o, en su defecto se evaden; pareciera ser que estamos muy conformes con lo que tene-mos, sólo necesitamos de unos datos evaluativos periféricos para seguir haciendo lo que estamos haciendo. Si queremos continuar como estamos si-gamos con evaluaciones demagógicas, narcisistas y gatopardistas. Evaluemos la evaluación, a cambios sustanciales, evaluaciones sustanciales.

CODA: Estamos construyendo un plan ¿a partir de qué evaluación?

• “Monseñor es muy ale-gre, muy amable, muy jovial, creativo, entregado al pueblo, sencillo, y acompaño todos los momentos de la vida religiosa y de la diócesis. Es un Obispo con corazón joven”. (Siervas de la Virgen Santísima Dolorosa).

• “Nuestra comunidad re-cibió la visita de Monseñor Ricardo y en ella experimen-tamos animación espiritual, acogida, apertura y mucho amor por la vida religiosa. Lo vimos entregado a su pueblo, nos duele mucho que se lo lle-ven para Medellín”. (Esclavas de Cristo Rey).

• “Es un Obispo Orante, en-tregado de tiempo completo a la diócesis, es una padre para los sacerdotes y religiosas, con gran compromiso social y pastoral. Es excelente”. (Hnas. de la Presentación de Nuestra Señora en el Templo).

• “Nuestra comunidad lo sintió cercano, entregado al pueblo, agradecido, un gran teólogo y orador, prestó sus servicios con mucho amor. Es un hombre de Dios, por eso en las reuniones y retiros nos dejó grandes en-señanzas”. (Hnas. Esclavas del Sagrado Corazón de Jesús).

Monseñor Ricardo, esto es apenas un pálido reflejo de lo que es usted. Aquí no están registrados los testimonios de las otras congregaciones, pero interpretando sus sentimien-tos, sabemos que afirman lo dicho anteriormente.

Hay algo que admiramos mucho, y es la manera como integra en su vida, oración, estudio, misión, visitas pasto-rales. Usted se cultiva, impulsa procesos, educa y direccio-na con claridad, firmeza y presencialidad, usted nos

prodigó “el alimento” que un pastor bueno da a sus ovejas, la Palabra de Dios y el pan eucarístico que nos entregó con tanta unción, nos llevó a experimentar “las frescas aguas y los verdes prados” de los que habla el salmo 22.

Desde el comienzo de su Ministerio como Obispo en la diócesis colocó un ramo de flores y toda su vida a los pies de la Virgen, y Ella, la Madre Sacerdotal, la Reina de los Apóstoles, lo ha acompañado y lo ha presentado a su Hijo Jesucristo Sumo y Eterno Sa-cerdote. Por eso su Misión fue fecunda. Por eso deja huellas de un pastoreo realizado con amor, con entrega total. Por eso confirmamos las palabras que usted pronunció en la Eu-caristía de despedida el día 30 de abril: “Aquí queda mucho de mi vida”.

Jamás olvidaremos los en-cuentros, las celebraciones y los retiros espirituales, las visitas, los diálogos en los que apren-dimos con el ejemplo de su vida y con su palabra cargada de fuerza que: “la Oración es para-digma de vitalidad o decaden-cia de la Vida Religiosa”. Que podemos vigorizarnos, llenarnos de luminosidad, devolverle el frescor y novedad al Evange-lio. Usted fue reiterativo en este aspecto que es medular en una vida consagrada. Su discurso fue coherente profundo y claro, instándonos a vivir con radica-lidad los consejos evangélicos. Sembró en nuestros corazones “Semillas Santas”, que ya em-piezan a germinar en nuestros corazones y en nuestra vida misionera.

Quisiéramos continuar ex-presando todo lo que usted,

Monseñor Ricardo significó para nosotras personas consa-gradas, la gratitud no se deja contener en palabras, por eso siga leyendo en nuestros cora-zones todo el cariño y admira-ción que le profesamos y sobre todo la oración que elevaremos por usted al Señor. “No tenga miedo, ni se acobarde, porque el Señor irá con usted donde quiera que vaya” (Josué 1,9-b) “Yo enviaré mi ángel delante de ti, él te guiará” dice el Señor” (Ex 23,23)

Monseñor, con cariño le decimos: “No pierda de vista lo que se ha propuesto, tenga siempre ante los ojos el punto de partida; conserve lo que ha conseguido; no se detenga, avance confiado y gozoso con paso veloz por la ruta de la Bienaventuranza”. (Santa Clara de Asís).

Viene de pág. 11 Sencillez en medio de la brillantez

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15Marzo - abril de 2010PANORAMA ECLESIAL

Aumentan a 1.166 millones los católicos en el mundo

Papa invita a sacerdotes a dar “testimonio de santidad”

Multitudinaria asistencia a Misa en Fátima con Benedicto XVI

comunicado de la conferencia Episcopal sobre elecciones presidencialesLa Librería Editora Vaticana

acaba de publicar una nueva edición del Anuario Estadís-tico de la Iglesia, en el que se recogen datos estadísticos como que en el año 2008 los católicos del mundo llegaron a ser 1.166 millones.

El anuario hace un balance entre el año 2000 y 2008. A lo largo de estos nueve años,

la presencia de católicos en el mundo ha pasado de 1. 045 en el año 2000 a 1.166 millones en 2008, con una variación relativa del 11,54 por ciento.

Leyendo los datos de forma diferenciada se observa que en África se registra un incre-mento del 33 por ciento, mien-tras en Europa la situación se mantiene sustancialmente

estable (+ 1,17 por ciento); en Asia el incremento es de 15,61 por ciento, en Oceanía +11,39) y en América + 10,93. No obstante, los católicos eu-ropeos han pasado del 26,81 por ciento en 2000 a 24,31 por ciento en 2008. En Amé-rica y Oceanía se mantienen estables y en Asia aumentan ligeramente.

Durante la audiencia gene-ral del miércoles el Papa Be-nedicto XVI alentó a rezar por los sacerdotes, invitando asi-mismo a los sacerdotes a dar “testimonio de santidad”. Tras hacer hincapié en que “santi-ficar a una persona significa ponerla en contacto con Dios”, el Santo Padre afirmó que “parte esencial de la gracia del sacerdocio es el don y la misión de crear este contacto, que se realiza en el anuncio de la palabra de Dios y (...) de un modo particularmente denso, en los sacramentos”.

El Santo Padre afirmo asi-mismo que “especialmente en nuestro tiempo, en el que, por una parte, parece que la fe debe se debilita y, por otra, hay una profunda necesidad y una búsqueda general de espiritualidad, es necesario que cada sacerdote recuerde

que en su misión, el anuncio misionero y el culto nunca se separan y promueva un sano ministerio sacramental para formar al Pueblo de Dios y ayudarlo a vivir plenamente la liturgia, el culto de la Iglesia, los sacramentos como dones gratuitos de Dios, actos libres y eficaces de su acción de salvación”.

Dirigiéndose a todos los sacerdotes, el Santo Padre les alentó a “vivir con alegría y con amor la liturgia y el culto” y renovó la reciente invitación “a volver al confe-sionario, como lugar en que celebrar el sacramento de la Reconciliación, pero también como lugar en que “habitar” más a menudo, para que el fiel pueda encontrar misericordia, consejo y consuelo, sentirse amado y comprendido por Dios y experimentar la presencia de

la Misericordia divina, junto a la presencia real en la Euca-ristía”.

Asimismo, añadió, “es in-dispensable que el sacerdote tienda a la perfección moral, que debe habitar todo corazón verdaderamente sacerdotal”: también hay un ejemplo de fe y de testimonio de santidad que el Pueblo de Dios se espe-ra justamente de sus pastores”. El Papa Benedicto XVI terminó pidiendo a los fieles que fue-ran “conscientes del gran don que los sacerdotes son para la Iglesia y el mundo; a través de su ministerio, el Señor sigue salvando a los hombres, se hace presente y santifica. Dad gracias a Dios, y sobre todo rezad y sostened a vuestros sacerdotes, especialmente en las dificultades, para que sean cada vez más pastores según el corazón de Dios”.

El proceso electoral que estamos viviendo permite algunas reflexiones que, como Obispos de la Iglesia Católica que peregrina en Colombia, queremos re-saltar:

1. Las reacciones que el resultado de las pasadas elecciones ha provocado en la opinión pública dejan sentir un país que avanza en conciencia crítica y en aprecio por el sistema democrático. Los electores muestran preferencias por aquellos que en sus pro-gramas expresan mayor interés por las cuestiones sociales. No hay temor en mostrar indignación por los comportamientos que desdicen de la rectitud y transparencia que de-ben orientar los sistemas democráticos y por eso muchos manifiestan su malestar ante comporta-mientos como la compra de votos, la utilización de dineros del narcotráfico, el tráfico de influencias, las presiones de cualquier índole. Ha quedado claro que la democracia se cons-truye entre todos y se hace posible cuando hay respeto por los valores, cuando no utiliza la miseria o la igno-rancia para lograr sus fines.

2. Se acercan ahora los comicios para elegir al próximo Presidente de Colombia. Como Pastores de la Iglesia invitamos a nuestros hermanos en la fe y a las personas de buena voluntad a continuar apo-yando los procesos demo-cráticos que se fundan en el respeto por la persona humana y de todos y cada uno de sus derechos, en la búsqueda incansable del bien común, en la res-ponsabilidad social con los marginados y débiles

y que, por lo tanto, utilizan el mandato del pueblo para promover el bienestar de los ciudadanos en todas las dimensiones de su vida.

3. El pluralismo que ga-rantiza el ejercicio de-mocrático lleva consigo necesariamente una diná-mica de competencia que pone en juego propuestas políticas y económicas di-versas, que abre horizontes emotivos en los que existen simpatías o antipatías, pero que en último término ha de llevar a la construcción del bien común. No puede existir una democracia sin diferencias, pero todos de-ben guardar el respeto por el adversario -que no es enemigo- y en el recono-cimiento de sus diferencias deben buscar el camino más apropiado para cons-truir la Nación.

4. Los invitamos a todos a ejercer el derecho y el deber del voto después de un ponderado análisis de los candidatos, su ética, su trayectoria, sus equipos y su proyecto de gobierno. Al depositar nuestro voto debemos buscar siempre, en conciencia, elegir a aquellas personas que ga-ranticen la construcción de una Patria solidaria y en paz.

La celebración en este tiempo pascual de la Muer-te y Resurrección de Je-sucristo -el Hijo de Dios hecho uno de nosotros para salvarnos- nos invita a dejar atrás los viejos vicios políticos y a buscar juntos los caminos de una autén-tica democracia.

+ Rubén Salazar Gómez Arzobispo de Barranquilla Presidente de la Conferen-cia Episcopal

.- El Director de la Sala de Prensa de la Santa Sede, P. Federico Lombardi, seña-ló que la asistencia récord de más de medio millón de personas a la multitudinaria Misa que el Papa Benedicto XVI presidió ayer en la ex-planada del Santuario de Fá-tima no sorprende y muestra la vitalidad de los católicos en Portugal.

En declaraciones al diario italiano Avvenir, el P. Lombardi comentó que la campaña mediática contra el Papa y la Iglesia por los abusos sexuales cometidos por algunos miembros del clero podría haber llevado a la percepción de que la vitalidad de la Iglesia y la

atención de la gente hacia el Santo Padre podría haberse “oscurecido”. “Sin embargo eso no sucedió”, precisó.

El sacerdote jesuita dijo que “esta vitalidad no está en crisis por las discusiones de los meses pasados, y el hecho de que la fuerza de la fe se manifieste de esta evidente manera es muy alentador”.

Al comentar la homilía del Papa sobre las implicancias actuales del mensaje de Fátima, el Director de la Sala de Prensa afirmó que Benedicto XVI interpreta siempre al mundo contemporáneo y los eventos “a la luz de la fe”.

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16 Marzo - abril de 2010AÑO SACERdOTAL

Por: Pbro. José FernanDo cárDenas salazarFormaDor asociación sacerDotal san Pablo

Cada que nos referimos a Juan María Vianney , pensamos en un tipo maduro que sale de su granja, entra en el seminario y se choca una pequeña limitación

, “los idiomas”, que muchas veces le harían contemplar la posibilidad de dejar su llama-do y volver al campo , pero fue su maestro y amigo el reverendo Balley , quien encontró el mejor pretexto para evitar que este virtuoso seminarista se retirara, “si te vas dile adiós a tus planes, adiós al sacerdocio y adiós a las almas que te esperan” esto último , aquello de las almas, conmovió profundamente a este hombre que en su haber tenia veinte años de edad y las manos propias de un campesino.

Juan María era un hombre sencillo y generoso, que entendía que lo mejor de su vida era evitar que los de-más pasen necesidad alguna, hecho que lo demostraría en su donación total al sacramento de la reconciliación.

Por tal motivo amó con intensidad al pecador arre-pentido, pues se decía a si mismo: “si Dios esta profun-damente enamorado de ellos, ellos deben enamorarse profundamente de El”.

Este sencillo pero profundo santo cuando pensaba en el pecado, siempre creía saber su origen y afirmaba: “detrás de cada pecado hay un espíritu de rebeldía” esto lo decía tratando de explicar por que es tan di-fícil confesar los pecados con sinceridad. Pero quien esconde sus pecados, afirma el santo de Ars, “vivirá atormentado todos los días que cargue con ellos, pero cuando se hace una buena confesión se estremece el infierno pues es encadenar al demonio”.

Con el tiempo notaba que sus fieles ya apre-ciaban confesarse, pero ahora le preocupaba la manera en que lo hacían, pues según el Santo párroco no solo se trata de hacer un recuento de los pecados, sino de pedir “el verdadero don de la contrición” para rechazarlos cuando vuelvan a tentar nuestra vida.

En otro aparte de su ministerio sacerdotal, se puede ver con claridad como él, valiéndose de la imagen de Cristo humillado, les decía a sus hijos espirituales: “Sé muy bien que la acusación que hacéis os exige un mo-mento de humillación... Pero bueno, ¿es verdaderamen-te humillante acusar los propios pecados? El sacerdote sabe ya más o menos lo que podéis haber hecho” de esta manera mostraba la gran misericordia de Dios que

cubre a los sacerdotes en el momento impartir el perdón por parte del todopoderoso a los pecadores.

El sentido de su vida sacerdotal lo encontró en la eu-caristía como pan de vida eterna y en la confesión como medio para aliviar todas la penas tanto las temporales como las que han de corresponder a al juicio divino.

El pastor de almas Vianney decía de manera se-rena y hasta con un toque de humor sanísimo: “sólo me encuentro bien cuando ruego por los pecadores... Si un pie mío lo tuviese en el Cielo y me pidieran que volviese a la tierra para trabajar en la conversión de un pecador, con gusto volvería. Y si para esto fuera menester estar aquí hasta el fin del mundo, levan-tarme a media noche y sufrir lo que ahora sufro, aceptaría de todo corazón”.

Pasados los años y con su infatigable labor a cuestas después de tantos sacrificios y mortificaciones otra idea rondaba e inquietaba su ser de pastor, el hecho de pen-sar que el hombre se pueda acostumbrar a vivir en el pecado de tal modo que conscientemente rechace a Dios y aun peor que lo remplace por ídolos de barro como lo son la conciencia laxa y la inmoralidad como estilo de vida a esto decía el santo sacerdote: “El que vive en el pecado toma las costumbres y formas de las bestias. La bestia, que no tiene capacidad de razonar, sólo conoce sus apetitos; del mismo modo el hombre que se vuelve semejante a las bestias pierde la razón y se deja conducir por los movimientos de su cuerpo. Un cristiano, creado a imagen de Dios, redimido por la sangre de Dios... ¡Un cristiano, objeto de las complacencias de las tres Personas Divinas! Un cristiano cuyo cuerpo es templo del Espíritu Santo: ¡he aquí lo que el pecado deshonra! El pecado es el verdugo de Dios y el asesino del alma... Comprender que somos obra de Dios, es fácil; pero que la crucifixión de un Dios sea nuestra obra, ¡es incomprensible!”.

En la mayoría de sus sermones y de sus sen-tidas catequesis invitaba a los pobladores de Ars a comparar su vida con Dios y su vida sin Dios y les decía para exhortarlos a la penitencia: “una persona es feliz cuando vive con Dios; y es infeliz sólo cuando esta persona libremente se ha separado de Dios: porque no conoce lo que Dios dice, porque ha dejado de escucharle y hacerle caso.”Hijos míos; ¿por qué somos tan ciegos y tan ignorantes? porque no hacemos caso de la palabra de Dios!”.

Para el santo cura los buenos cristianos se distinguían por que eran ellos quienes siempre estaban en esa constante lucha , feliz lucha según el santo, por guardar y proteger su alma de todo pecado y trabajando por la felicidad eterna : “ Mientras que los malos cristianos que se conde-nan, siempre se quejan, murmuran, están tristes...

y lo estarán toda la eternidad”.

Con la sencillez propia de su corazón de buen pastor les insistía que el sacramento de la confesión era la manera mas efectiva de cuidar los tesoros del cielo y despreocuparse por los tesoros de la tierra, en pocas palabras la penitencia era un seguro para la eternidad y una garantía de la providencia divina en el paso del hombre por este mundo.

El humilde cura se interrogaba entonces ¿Por qué no somos capaces de beneficiarnos más del sacramento de la penitencia? Porque no buscamos todos los secretos de la misericordia del Buen Dios, que no tiene límites en este sacramento.

Y para motivar a su pueblo a la confesión les ponía por garantía lo siguiente: “Cuando vamos a confesarnos, debemos entender lo que estamos ha-ciendo. Se podría decir que desclavamos a Nuestro Señor de la cruz.”

Y como si esto fuera poco con su pequeña pero muy mística enseñanza afirmaba: “En el momento en que el sacerdote da la absolución, no hay que pensar más que en una cosa: que la sangre del Buen Dios corre por nuestra alma lavándola y volviéndola bella como era después del bautismo.”

Sea esta la oportunidad para imitar a este humilde campesino que hizo lo que su amado Jesús le pedía.

¡Oh santo cura de Ars! intercede ante nuestro Pa-dre misericordioso para que todos los consagrados al servicio sacerdotal valoremos toda la gracia y la vida eterna que se entrega al mundo por medio del sublime sacramento de la penitencia.

EL MEtOdO PAStORAL dE SAN JUAN MARIA VIANNEY

5. El diálogo de salvación con cada penitente