Tema6 Historia Udg
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Nombre: Hernández Prado, Angel Mauricio.
Materia: ética y gestión de la práctica profesional.
Actividad: tema 6. Historia de la udg.
La historia de la Universidad de Guadalajara hunde sus raíces en la época virreinal de la región occidente
de México.
Tras casi cien años de gestiones ante la corona real española y con la decisiva intervención deFray
Antonio Alcalde y Barriga, obispo de Guadalajara, el 18 de noviembre de 1791 se funda la Real
Universidad de Guadalajara, que cronológicamente se convierte en la segunda de la Nueva España. La
institución adopta el modelo de la Universidad de Salamanca e inicia con las cátedras de Medicina,
Derecho, Teología y Filosofía.
Desde entonces, el devenir de la Universidad se encuentra relacionado con la historia de la nación
mexicana; así, entre 1826 y 1860, y como consecuencia de las pugnas entre gobiernos conservadores y
liberales que se suscitaron después de la guerra de Independencia, la Universidad sufre cierres y rupturas,
que originaron cambios de denominación alternos entre Instituto de Ciencias del Estado, Universidad de
Guadalajara y Universidad Nacional de Guadalajara, de acuerdo al grupo en el poder.
Al llegar al siglo XX, con el triunfo de la Revolución se busca establecer un proyecto educativo
nacionalista en el país. En 1914, el gobernador de Jalisco Manuel M. Diéguez funda la Escuela
Preparatoria de Jalisco como una institución precursora. Una década después, en 1925, el gobernador José
Guadalupe Zunoinstaura nuevamente la Universidad de Guadalajara, luego de 65 años de prolongada
ausencia.
Hacia las últimas décadas del siglo XX y ante los nuevos retos que planteaba el acontecer internacional,
la Universidad inicia un proceso de reforma que culmina con nuevas estructuras académicas y
administrativas y se integra la Red Universitaria; a partir de su creación, la Universidad expande sus
servicios de nivel medio superior y superior a todo el territorio del Estado de Jalisco y fortalece su
vocación científica y de difusión de la cultura.
Cruzar el umbral de la historia de la Universidad de Guadalajara significa introducirse en sus más de 200
años de acontecimientos que han impactado definitivamente el desarrollo de una ciudad y del Estado de
Jalisco en su conjunto. Mediante sus egresados, la Universidad ha influido no sólo en los espacios
académicos, sino también en los aconteceres políticos, la sanación del dolor humano, las innovaciones
tecnológicas, la creación artística, el pensamiento y la práctica del derecho, la promoción de los derechos
humanos y la construcción permanente de una sociedad más justa y democrática.
La Universidad se adhirió al Plan de Iguala de Agustín de Iturbide, por el cual se consumó la
Independencia, en consecuencia conservó su status real, hasta que se proclamó el primer Imperio de
Agustín 1º, en que pasó a ser imperial. Y a partir del establecimiento de la República, fue nacional.
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De 1821 a 1826, hubo tres rectores, destacando el doctor Diego Aranda y Carpinteiro, diputado a las
Cortes de Cádiz y al primer Congreso Constituyente mexicano, canónigo de la catedral y obispo de
Guadalajara; mandó construir las actuales torres catedralicias y concluyó el Hospicio Cabañas.
Siendo rector el doctor José Cesáreo de la Rosa, el 16 de enero de 1826 el Congreso del Estado de Jalisco
decretó la primera clausura de la Universidad. Y el 29 de marzo inmediato, el gobernador del Estado,
Prisciliano Sánchez estableció el Instituto de Ciencias y para dirigirlo nombró al matemático francés
Pierre Lissaute.
La nueva institución fue inaugurada el 14 de febrero de 1827, con las nuevas cátedras de Gramática,
Matemáticas, Arquitectura, Medicina Legal y Derecho Constitucional.
El 1º de septiembre de 1834, el gobernador del Estado, José Antonio Romero, decretó la primera
restauración de la Universidad y la consecuente supresión del Instituto de Ciencias. Reanudó su período
rectoral, el doctor De la Rosa y se elaboraron nuevos planes de estudio, con introducción de la cátedra de
Matemáticas.
De 1834 a 1855, hubo seis rectores, entre los más notables estaban los canónigos y grandes oradores Juan
Nepomuceno Camacho y Francisco Espinosa y Dávalos, durante su gestión se restauró el Colegio de San
Juan Bautista para atender la educación media y se dejó sentir la gran influencia intelectual de fray
Manuel de San Juan Crisóstomo Nájera.
El 25 de septiembre de 1847, el Congreso del Estado de Jalisco decretó el Plan General de Enseñanza
Pública que suprimió tanto la Universidad como el Colegio de San Juan Bautista y restableció la Junta
Directora de Estudios y el Instituto de Ciencias y además fundaba el Liceo de Varones y el Liceo de
Señoritas.
Sin embargo el canónigo Mariano Hurtado –muy apreciado por los liberales, por su sabiduría y buen
trato-convenció al gobernador del Estado, Joaquín Angulo de que no suprimiera la Universidad. En
consecuencia se decretó el 8 de octubre del citado 1847 que coexistirían el Instituto de Ciencias y la
Universidad, aunque ésta perdería sus fondos –exceptuando los 20 000 pesos donados por fray Antonio
Alcalde- e incluso su edificio, por lo que pasó al del Colegio de San Juan Bautista, pero al ser éste
destinado al Liceo de Varones, tuvo que asilarse en los claustros del Convento de Nuestra Señora de las
Mercedes.
Con el triunfo de los centralistas del Plan del Hospicio, el gobernador del Estado José María Yáñez, el 28
de febrero de 1853 decretó la fusión del Instituto de Ciencias en la Universidad, por lo cual recuperó su
tradicional patrimonio. Durante 1855 se verificaron las suntuosas celebraciones a la Patrona de la
Universidad, al proclamarse el dogma de la Inmaculada Concepción de María. El certamen literario
convocado por el Claustro de Doctores, fue ganado por José María Vigil, con su poesía intitulada “A la
madre de Dios en su Inmaculada Concepción”.
Al triunfar el movimiento del Plan de Ayutla, el 15 de septiembre de 1855, el gobernador del
Departamento de Jalisco, Santos Degollado decretó la segunda clausura de la Universidad y el
restablecimiento del Instituto, al poner en su vigencia total el Plan General de Enseñanza de 1847.
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Entre los embates de la Guerra de Reforma, el 2 de febrero de 1859, el gobernador y comandante general
del Departamento de Jalisco, Leonardo Márquez, restauró por segunda vez la Universidad. Debió
reasumir la rectoría el doctor José María Nieto del Portillo, pero al no presentarse, la ejerció el canónigo
Casiano Espinosa y Dávalos, en su calidad de consiliario más antiguo.
Nuevamente las instalaciones universitarias estaban convertidas en cuartel y las sesiones de los claustros
se celebraban en la capilla de San Javier. A instancias del general Márquez, el Claustro protestó
enérgicamente en contra de las Leyes de Reforma, porque afectaban seriamente los intereses de la Iglesia.
El 10 de noviembre de 1859, fue electo rector de la Universidad el canónigo Juan Nepomuceno
Camarena. En su gestión el Claustro protestó la celebración del Tratado McLane-Ocampo, porque hacía
concesiones a los Estados Unidos en el uso de vías a través del territorio nacional. También se aprobaron
los nuevos planes de estudios, para todas las facultades.
Con el triunfo militar de los liberales el 2 de diciembre de 1860, el gobernador del Estado, Pedro Ogazón,
decretó la tercera clausura de la Universidad, con el restablecimiento de la Junta Directiva de Estudios, el
Instituto de Ciencias y los Liceos de Varones y de Señoritas.
En estos difíciles años, se forjaron entre las aulas de la Universidad y el Instituto: los doctores Fortunato
G. Arce, eminente cirujano, médico ejemplar a quien se le dedicó una calle en Berlín; José Eleuterio
González, médico, fundador del Hospital Civil de Monterrey, gobernador de Nuevo León y benemérito;
Pablo Gutiérrez, gran médico que modernizó la enseñanza de la Medicina en el Occidente del país y
Leonardo Oliva, pionero de la Farmacología, se le dedicó una estatua en Leipzig; los clérigos Pedro
Barajas, primer obispo de San Luis Potosí; Rafael Sabás Camacho, introductor del canto gregoriano en
México y obispo de Querétaro; Carlos María Colina, nombrado nuncio apostólico en El Salvador, obispo
de Chiapas y de Puebla; Ignacio Mateo Guerra, primer obispo de Zacatecas; Francisco Melitón Vargas,
primer obispo de Colima y Francisco de Paula Verea, obispo de Linares y de Puebla; los abogados
Crispiniano del Castillo, jurista, primer procurador de la República; Teodosio Lares, presidente del
Consejo de Ministros del Segundo Imperio y autor del primer Código de Comercio de México; Mariano
Otero, creador del Juicio de Amparo; Ignacio Luis Vallarta, presidente de la Suprema Corte de la Nación,
gobernador de Jalisco y considerado –por Gómez Robledo- el mayor jurista de México; los intelectuales
Agustín Rivera, historiador, doctor honoris causa de la Universidad Nacional de México; Agustín de la
Rosa, canónigo, filólogo del náhuatl y benefactor de la juventud jalisciense y José Luis Verdía, jurista,
matemático y deán de la Catedral de Guadalajara; los literatos Fernando Calderón, poeta y dramaturgo,
considerado el padre del romanticismo en México y José María Vigil, literato, historiador y director de la
Biblioteca Nacional; Dionisio Rodríguez, abogado, filántropo y benemérito de Jalisco y entre otros,
Manuel Gómez Ibarra, arquitecto, autor de la torres de la Catedral, del Panteón de Santa Paula de Belén y
fundador de un colegio politécnico.
Referencia bibliográfica:
http://www.udg.mx/es/historia extraído el 25 de septiembre de 2015 a las 8:25 a.m