Suplemento Cultural 09-04-2011

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LOS MISTERIOS DEL ALEPH DE BORGES Página 2 y 3 Una idea original de Rosauro Carmín Q. Guatemala, 9 de abril de 2011 Suplemento Cultural

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LOS MISTERIOS DEL ALEPH DE BORGES Página 2 y 3

Una idea original de Rosauro Carmín Q.

Guatemala, 9 de abril de 2011

Una idea original de Rosauro Carmín Q.Una idea original de Rosauro Carmín Q.

Guatemala, 9 de abril de 2011Guatemala, 9 de abril de 2011

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E n la tradición religiosa judía ha existido siempre una importante discusión sobre el origen de los Diez Mandamientos de las tablas de la ley que Dios le dio a Moi-sés para que se las comunicara a todo el pueblo que lo seguía rumbo a la tierra

prometida. Algunos cabalistas, entre ellos Maimónides, sostuvieron que esas leyes no fueron realmente transmiti-das por Dios y que lo único que en verdad escucharon los judíos fue el Aleph con el que el texto hebreo de la Biblia empieza el primer mandamiento.

En esta vieja lengua sagrada, el Aleph no es más que el arranque laringal de la voz que antecede a una vocal al principio de una palabra; es el elemento sonoro del que proviene toda voz articulada, toda palabra inteligiblemen-te pronun- ciada, pero que no es,

sin embargo, porta-dora de ningún senti-do específi co. Al for-mular esta interpre-tación, la cabalística judía redujo la reve-lación divina a una experiencia pura-mente mística, des-bordante y llena de sentido pero carente, al mismo tiempo, de todo signifi cado determinado y con-creto que brota sólo del uso del lengua-je. Dios sólo se re-vela a los hombres con un murmullo prelingüístico para evitar que su exis-tencia anunciada resulte plenamente inteligible a su en-tendimiento.

El Aleph de Borges cumple una función similar a la interpretada y transmitida por la mística judía. A través de él se re-vela una verdad desbordante y ab-soluta que, sin em-bargo, no deja al

mismo tiempo de ocultarse para provocar la renovación constante del esfuerzo humano, por acercarse a su presencia. Pero, a diferencia de este antecedente religioso-cultural que le sirve de base, el sentido de lo absoluto no se anuncia en una letra apenas articulable, sino en una pequeña esfera tornasolada en la que se refl ejan simultáneamente en una sola imagen todos los elementos existentes en el espacio. Escuchar el Aleph era oír la voz que aludía a Dios. En cambio, ver la esfera

que lo representa es colocarse en el centro de un lugar que contiene todos los puntos del mundo. Con este cambio de dimensión, Borges transforma el sentido de lo absoluto: ya no es el sonido de una letra el que abre el acceso a su presencia, sino la visión de un espacio puntual en donde coexisten al mismo tiempo todas las cosas de la realidad.

Esta versión transformada del Aleph nos abre el sen-tido de un aspecto esencial que conforma el horizonte de la cultura moderna. Se trata del papel cognoscitivo central que adquirió la vista en Occidente a partir del Renaci-miento. El acto religioso tradicional de oír o poder oír la palabra de Dios era, y es por supuesto, el modo privilegia-do como los hombres aprenden su signifi cado y se cercio-ran de su existencia trascendente. A través de ella, Dios se manifestó originalmente a los hombres para que pudieran reconocerlo sin dudas ni incertidumbres. Él es ante todo el ser suprasensible que habla con los sonidos sensibles de la voz a los hombres para que aprendan el camino de la vida recta, que es el camino de la salvación eterna. La ruptura crítica Ilustrada con las formas religiosas judeo-cristianas comenzó, precisamente, cuando los hombres dejaron de confi ar en el contenido de la palabra divina transcrita que leen o que oyen repetir a otros, cuando el acto cultural de escuchar perdió la condición de ser el medio fundamental de adquirir el saber sobre el mundo real.

Pero en Occidente, esta desvalorización de la fun-ción cognoscitiva del lenguaje hablado o escrito por Dios condujo, en un primer momento histórico, a la desvalo-rización del propio lenguaje natural que se usa para la comunicación diaria o para la transmisión de la tradición cultural. Lo que dicen habitualmente las palabras ya no corresponde a las cualidades y formas de los objetos de la naturaleza porque las percepciones ofrecidas por el órga-no de la vista así lo muestran. Son percepciones que dejan sin piso la pretensión de verdad de ese lenguaje sedimen-tado. Por eso, la primera tarea que el poder cognoscitivo de la mirada le impone al sujeto es liberarse de esas pala-bras que la impiden o la deforman.

Francis Bacon, en las postrimerías del Renacimiento, personifi có esta necesidad con la denuncia que hizo de los ídolos de la caverna, el teatro, la tribu y el foro que se oponen al conocimiento empírico de la naturaleza. Estos ídolos no son más que las diversas formas de un lengua-je que sirve para transmitir viejas nociones intelectuales incapaces de dar cuenta de los fenómenos reales que la observación establece o que los hombres usan cotidia-namente para nombrar de modo impreciso y confuso las cosas. Pues si los hombres quieren construir un verdadero saber sobre la naturaleza tienen que fundarlo ante todo en el empleo de los medios naturales de que disponen; tienen que hacerlo brotar de la acción de los órganos que la na-turaleza les dio. Y el de la vista es el más importante de todos al ofrecer la imagen sensible de un objeto presen-te. Romper, entonces, la atadura que liga la mente a los signos recibidos casi naturalmente; socavar la confi anza ciega en lo que dicen es la condición que le permite a la mirada instaurar su dominio sobre el saber. Desde este momento crítico comenzará a existir en el horizonte de la cultura occidental la problemática diferencia, a la que vi-vimos profundamente atados, entre lo que se dice y escu-cha y lo que se ve sobre el mundo natural y humano.

REGISTRANDO MIRADASPara que la vista pueda cumplir cabalmente esta fun-

ción que naturalmente tiene, necesita de una segunda condición: la de ser capaz de eliminar los obstáculos que inherentemente le acompañan, o mejor, la de suprimir las limitaciones que la voluntad de saber que domina a los hombres revela o coloca en su naturaleza. La principal de ellas es la relativa al lugar donde se disponen los objetos que se pretenden ver pues, efectivamente, entre la vista y el espacio se establece una relación doble y contradicto-

ria. Por una par-te, a través de su acción todos los objetos de un espacio determi-nado se tornan simultáneamen-te perceptibles; puestos en un topo delimitado los objetos rea-les se muestran en sus formas externas a la mi-rada que se colo-ca frente a ellos. Pero, por otra parte, más allá del campo de esa vista natural subsisten otros múltiples luga-res, unos pre-sentes y otros ausentes en el instante en que se ejerce, llenos de seres y ele-mentos que se escapan a su ac-ción.

La distancia espacial que se-para el observa-dor de los ob-jetos es la cau-sa que impide el cumplimien-to real de pre-tensión original de la mirada de abarcarlo todo en un sólo y mismo instante. Como se sabe, este límite natural de la vista ha sido en gran parte supera-do en la modernidad con el invento de instrumentos ópti-cos como el microscopio y telescopio. Gracias a ellos los objetos infi nitamente pequeños o extremadamente lejanos –nociones de relación que en el fondo son afi nes o equi-valentes – pierden esa posición física natural que guardan con respecto al observador. El anularse o reducirse signifi -cativamente la distancia que separa el objeto del sujeto, el campo efectivo de la mirada se amplía infi nitamente.

Ahora bien, si admitimos que este proceso de amplia-ción técnica de la vista puede continuarse y aumentarse sin interrupción, como la técnica lo promete, es posible pensar en que en algún instante del tiempo futuro se po-dría construir un aparato tal que permitiera reducir a cero todas las distancias que separan la mirada del hombre del mundo físico exterior. Llegado ese momento, que es en realidad puramente hipotético o imaginario, la infi nita totalidad de los objetos que lo componen se harían plena-mente visibles; ninguno de ellos quedaría por fuera de la acción de ese dispositivo. La visión humana se convertiría así en la defi nitiva portadora de lo Absoluto.

Esta posibilidad, además de suponer la idea contra-fáctica y no demostrada de un universo natural fi nito, en-cierra dos difi cultades adicionales (1). La primera se des-prende del hecho de que cualquier objeto, por más simple que sea, posee múltiples partes internas y externas. Lo que determina que sea físicamente imposible para una perso-na ver al mismo tiempo todos sus lados constitutivos, por más que la distancia que existe en principio entre los dos se anule en virtud de la intervención de los instrumen-

Soy colombiano. Estudié fi losofía en la universidad Nacional de Bogotá; he sido profesor universitario durante más de 10 años; he participado en diferen-tes proyectos de investigación sobre literatura latinoamericana en la Uni-versidad de Estocolmo, ciudad en la que resido desde hace bastante tiempo. He escrito cuatro libros de ensayos sobre temas fi losófi cos, culturales, literarios e históricos. POR CAMILO GARCÍA

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EL ALEPH DE BORGES

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EL ALEPH DE BORGES

Nueva Guatemala de la Asunción, 9 de abril de 2011 Suplemento Cultural 3

tos tecnológicos. La mirada por sí sola no logra cumplir este fin que la voluntad de saber le inscri-be en su seno. Se necesita que el hombre altere la fi sonomía natural del objeto para conseguir reali-zar esa posibili-dad. Pues a pesar de su extraordi-naria capacidad de penetración, la mirada no tiene el poder material, que es propio de la acción, de mo-difi car las formas físicas de los ob-jetos, es decir, de alterar la posición que ocupan natu-ralmente en el es-pacio. El arte cu-bista moderno es el mayor ejemplo simbólico de esta condición de la mirada. El artista para hacer visible en su integridad un objeto o su-jeto lo descom-pone analítica y racionalmente en todas sus partes que se montan

y ordenan en el nuevo espacio del lienzo. De tal manera que todos los lados que se ocultan a la visión natural de los hombres aparecen simultáneamente en ese lugar ima-ginario (2).

Pero esta idea de construir un espacio no natural en donde sea posible la extensión plena de la mirada, se plasmó originalmente en una esfera completamente dife-rente, en el panóptico carcelario diseñado por Benthman a comienzos del siglo XIX. Allí se trató, como lo mostró Foucault, de que los presos pudieran ser vistos permanen-temente por los vigilantes sin que éstos, a su turno, fueran observados por aquéllos. Dispuestos en un orden espacial especial los individuos se tornan físicamente transparen-tes para la mirada de los portadores del poder; cada uno de sus actos es objeto del saber que esa mirada fabrica y hace posible. Por eso, a diferencia del lienzo cubista la disposi-ción panóptica del espacio no divide el objeto -que en este caso es un individuo objetivado por la acción material del poder, que lo encierra y lo observa- en sus elementos inte-grantes para ordenarlos nuevamente en un sitio diferente, el libremente creado por la imaginación, sino que permite que se sitúen tal como “naturalmente” son, de tal manera que puedan ser vistos en su totalidad. Pero más allá de esta diferencia fundamental, que es la diferencia que separa la creación de la sujeción, el cubismo y el panoptismo reve-lan la voluntad de los hombres modernos de crear un lugar donde los objetos que lo componen se den íntegramente a la mirada en el preciso momento en que esta se produce.

Existe una segunda difi cultad para el cumplimiento de esta pretensión relacionada con la circunstancia de que los objetos, y en especial los seres humanos, no existen

simultáneamente en el mismo instante o lapso de tiempo. Cada uno de ellos existe en un intervalo temporal dife-rente, en un orden de sucesión histórica desigual. De tal manera que cuando alguien quiere observarlos a la vez en el presente se tropieza con el hecho de que una infi nidad incalculable de ellos han dejado de existir en el pasado ha-ciendo imposible la propia observación. Pero al igual que el caso anterior, es posible pensar un doble movimiento que permita abolir la distancia que separa al observador del sujeto u objeto desaparecido. El primero consiste en que el observador se desplaza hacía atrás en el tiempo para encontrarlos a todos ellos en el momento preciso en que fueron reales. Es el sueño moderno del observador perfecto. La historia completa de la humanidad podría verse gracias a este movimiento que la recorre hasta sus orígenes más remotos. El segundo, que es el contrario, ra-dica en que los hombres y cosas desaparecidos volvieran a ser reales en el tiempo en que el observador existe, es decir, se tornaran físicamente contemporáneos de quien pretende mirarlos.

Pero el problema está en que tanto el uno como el otro son posibilidades físicamente descartables, porque elimi-nan la presencia misma del tiempo en aras del espacio en donde las cosas naturalmente se agrupan de modo simul-táneo. Y en caso de que estos movimientos se pudieran efectuar en realidad, es decir, en caso de que el orden del espacio se impusiera defi nitivamente sobre el del tiempo, el sujeto suprimiría de hecho una de las condiciones que permiten que esos seres que quiere observar sean reales. Es por eso que la única observación de estas característi-cas que se puede efectivamente realizar es, como ocurre en la actualidad, una observación imaginaria que la litera-tura no cese de retener y ampliar o la que se dirige a las múltiples imágenes que el lenguaje evoca y representa de esos seres y cosas desaparecidas. Sólo mirando las imá-genes que los signos guardan de los seres destruidos por el tiempo la mirada que aspira a recubrirlo todo se torna posible.

PAPERBLOG

El cuento de Borges se sitúa en esta dimensión imagi-naria del poder de la mirada humana. La pequeña esfera tornasolada -el Aleph- en donde se pueden ver al mismo tiempo y de un sólo golpe todas las cosas del mundo es el medio irreal, que salva los obstáculos físicos insalva-bles que se presentan a la observación. Sólo gracias a él que anuncia, como el murmullo pre-lingüístico de la vieja tradición cabalística judía, la presencia absoluta de Dios, los hombres pueden acceder a ver la totalidad del mundo real. Pero una vez alcanzada así esa posibilidad, los seres y cosas que el hombre observa ya no serán reales; serán sólo las imágenes de seres y cosas inexistentes o de otras imágenes que, al formar la sustancia de la extensa cade-na cultural de la historia, aluden sin cesar a su presencia desaparecida.

Pero también este cuento de Borges nos revela algo más, a saber, que los hombres modernos a pesar de ser concientes de estos límites del poder de su mirada se han propuesto superarlos y vencerlos repitiendo sin cesar sus actos de mirar y observar el mundo natural e histórico, y organizándolos de manera sistemática en las ciencias. A través del acto de repetir al infi nito estos actos de observar científi camente el mundo los hombres modernos han tra-tado de rebasar este límite que la naturaleza le impone a su capacidad o poder de observación; y así parecerse a este Dios todopoderoso que los antiguos judíos crearon y que puede ver en un solo instante la totalidad del mundo. Pero a pesar de este extraordinario esfuerzo, los hombres mo-dernos no han logrado ni lograrán conseguir nunca cum-plir este propósito que les ha surgido a partir del sentido de esta imagen de Dios que ha dominado sus mentes debido, por una parte, a que sus existencias reales son fi nitas y

limitadas, y por otra, a que el mun-do que observan es infi nito e ilimi-tado en extensión y profundidad. De tal manera que al no poder cumplir con este propósito que se han dado, los hombres mo-dernos paradójica-mente se han des-cubierto y com-prendido como lo que realmente son, como seres radi-calmente fi nitos y limitados incapa-ces de ser o llegar a ser como Dios, incapaces de trascender su propia exis-tencia fáctica. Y al comprender esta incapacidad que los atraviesa de principio a fi n, la imagen de este Dios se les aleja, se les torna distante y casi extraña, por la radical diferencia que los separa y que ya no pueden de ninguna manera suprimir.

NOTAS1 Sólo aceptando este supuesto sería concebible la idea

de un acto de observación que abarcara la totalidad del mundo. Pues el número fi nito de sus elementos permitiría que el recorrido de la mirada tuviera un término defi niti-vo posible, es decir, que llegara a un punto en donde se completara defi nitivamente. Pero en el caso contrario que se suponga la infi nitud del mundo, que los propios datos de la observación científi ca actual parecen corroborar, la capacidad de observación que el sujeto moderno se quiere dar a sí mismo se vería necesariamente rebasada.

Cada vez que piensa o imagina que lo ha mirado todo surgen nuevos elementos reales que lo desmienten. Su ob-servación, por más amplifi cada y perfeccionada que esté gracias a la ayuda de los aparatos tecnológicos, se revela siempre como insufi ciente y limitada en relación con el mundo al que se dirige. Por eso el hombre moderno se encuentra frente a la paradoja de que al querer mirar el mundo como Dios, es decir, verlo todo en un sólo instan-te, sólo logra en realidad verlo en alguna de sus partes. La ciencia moderna puede ser considerada como el resultado de esa voluntad sin fi n de recorrer esa distancia intermi-nable, como el anhelo, de origen divino, de anular en el pensamiento y por el pensamiento la propia infi nitud real del mundo.

2 Usualmente la operación lógica-analítica de dividir en sus partes más simples un objeto se representa, como todas las demás operaciones del espíritu, en términos lin-güísticos ordenados en un discurso. Es por lo tanto una operación que requiere de modo imprescindible la exis-tencia de una serie temporal en donde se sucedan esos tér-minos uno después de otro. La posibilidad estructural de todo discurso descansa en el tiempo que necesitan sus pa-labras, proposiciones y juicios para encadenarse y susten-tarse. Los signos verbales dispuestos ordenadamente en el tiempo aseguran la representación del objeto. El arte cu-bista, en cambio, sustituye los términos del lenguaje por la imagen sensible de cada una sus partes constitutivas que se presentan a la vez en un espacio único. Poder ver un ob-jeto en todos sus elementos no depende de la posibilidad de formular un discurso que indique conceptualmente sus diferencias sino del acto de colocarlos, una vez separados, en una superfi cie espacial que los integre simultáneamen-te, es decir, que los muestra tal como la mirada natural de los hombres no los pueden captar.

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4 Suplemento Cultural Nueva Guatemala de la Asunción, 9 de abril de 2011 Suplemento Cultural 5Nueva Guatemala de la Asunción, 9 de abril de 2011

JOSÉ SARAMAGO, LA VOZ DESCONOCIDASomos muchos los que envidiamos el dominio de la narrativa de José Saramago e incluso la propia condición y profesión de novelista. Pero Saramago se pregunta: “¿Somos nosotros los mesías?”, refirién-

dose a los escritores. También Galeano, en Cádiz, allá por el año 2007, se estremecía ante una pregunta desde el público: “¿Cómo me pregunta usted qué hacer para solucionar los problemas del mundo? Yo sólo soy escritor”. Pero es algo que no podemos evitar: a los buenos escritores los vemos como mesías y les pedimos que arreglen el mundo.

ALFONSO GALINDO LUCAS

C omparte este conte-nido con tus amigos

Honró al Premio Nobel de Literatu-ra, en 1998, con El Evangelio según Je-

sucristo. Saramago estuvo décadas sin escribir, porque, según él, no te-nía nada que decir; algunos tenemos cosas que decir, pero a nadie a quien le interese, a no ser a los enemigos. Si no escribí antes este comentario li-terario, no fue porque no tuviera qué contar, pues quede claro que creo sumamente interesante lo que voy a decir a continuación, sino porque no estoy seguro de que la gente de hoy se interese por estas cosas. Pasó un tiempo y José Saramago siguió el camino de Ricardo Reis, heterónimo de Fernando Pessoa, y entonces no me pareció oportuno publicar nada, por no parecer necrológico. Ya edité una ráfaga biográfi ca que conseguí del hábil y fácil de palabra, mi pai-sano José Téllez, a quien también envidio, entre otros motivos, porque conoció a José Saramago. Pero aquí vengo a reivindicar su obra.

Hay un malentendido, en relación con la obra de Saramago, cuyo ori-gen es bastante superfi cial. Alguna gente cree que la gran innovación de Saramago consiste en sustituir la mayoría de los signos de puntuación por comas y utilizar párrafos muy largos. No, eso no es tanto mérito; eso lo hace sólo para que perdamos la cuenta, en medio de un diálogo, de quién es el que tiene turno de pa-labra, de manera que termine con-virtiéndose en una conversación de ideas, no de personas; de esta forma, el autor deja claro que, en el fondo, se trata de una sucesión de refl exio-nes que, en su propio discurrir, se presentan como un diálogo. Al fi n y al cabo, las novelas no son un auto judicial, en el que haya que tomar nota de las partes y las autorías. El perder la cuenta de quién dijo qué cosa encaja perfectamente con su idea de introducir una voz descono-cida, que es él mismo.

Por culpa de este malentendido, muchos lectores no se aproximan a Saramago, porque ven en su forma de puntuar una barrera o inconve-niente. Sin embargo, como defen-dería el autor, esta falta de guiones y puntos llega a hacer más fl uida la lectura, cuando uno comprende su utilidad. A quien, de todas formas, no le guste y siga considerando esta sucesión de comas y frases largas como un inconveniente, le vendría

bien hacerse a la idea de que es un pequeño precio a pagar por todo lo que contienen sus novelas. Así pues, está bien, quedemos en que su falta de signos de puntuación es un pequeño inconveniente, pero en ningún caso deberían ser un pretex-to para quien simplemente no tiene ganas de leer; oblíguese y abra uno de los libros que voy a recomendar más abajo. No se trata, con esto, de proponer un gran desafío para el lector; lo sería si les hubiese ani-mado a leer La isla del día de antes, de Umberto Eco, que también me-rece la pena por su contenido, pero con Eco es mucho mayor el precio que hay que pagar, en términos de esfuerzo. De las aventuras de don Quijote, dejé dicho que casi no me-recía la pena leerlo, por la difi cultad que entraña el castellano antiguo; el libro de Eco se escribió hace poco, pero en italiano antiguo. Pero dejé-monos de divagaciones; Umberto Eco se puede permitir someter al lector a ciertas torturas, porque sabe que sus libros merecen la pena. No es el caso de este humilde comen-tarista, de modo que lo vamos a explicar todo claro, para lectores no adictos a Saramago.

No es que me queje de que Sara-mago es poco leído; sólo digo que debería serlo mucho más; hay una especie de resistencia cultural ha-cia su obra. Hay gente que no tiene paciencia para leerla y luego me recomienda novelas que, defi nitiva-mente, no están a la altura del genio portugués... Un momento... ¿No será porque es portugués? No sólo puede estar orgulloso de su nacionalidad, sino que conoce y transmite bien la historia, y no vamos a entrar en disputas arcaicas o costumbristas; al fi n y al cabo, nos parecemos mucho; ellos nos copiaron el franquismo y nosotros a ellos la revolución de los claveles; ambos somos países periféricos, a expensas de las super-potencias. Fue en otro portugués, Fernando Pessoa, inventor de la heteronimia, en quien Saramago en-contró la inspiración. De hecho, en el célebre Evangelio de Saramago o Evangelio según Saramago, inter-viene Pessoa, espontánea e imagina-riamente, en uno de los diálogos (es una forma muy ocurrente de citar a alguien).

Cuando quería opinar en sus no-velas, interviniendo en conversacio-nes entre dos de sus personajes, o incluso en mitad de un pensamiento solitario de uno de ellos, lo hacía,

Literatura

Jesús, en el que también participan Fernando Pessoa y la “voz desco-nocida”. La historia va de un joven galileo que es elegido por Dios, para desgracia suya, para el inmortal co-metido que la Iglesia le atribuye. A mitad de la obra, parece que ya no podría ponerse más interesante, pero el ritmo sigue creciendo, has-ta la apoteosis fi nal. Otro momento espléndido es el episodio de la re-surrección de Lázaro y también la crisis de superproducción en el sec-tor pesquero, cuando Jesús hacía sus milagros. Se inicia con un grabado, representativo de una escena que ter-mina componiéndose fi nalmente en el relato. El autor se documentó bien acerca de las tradiciones y aceptó las hipótesis que manejan comúnmente los católicos, entre ellas, la del inde-cente modo de vida de Magdalena, los milagros de Jesús, la Redención, etc. y, con esos mismos argumentos, pone en entredicho todo aquello que las personas religiosas defienden con su fe.

* 1995. En Ensayo sobre la ce-guera se analiza lo que vendría a ser una sociedad sin tele. La ceguera es una metáfora de la incultura; ¿qué pasaría si por fi n se borra del ser humano la capacidad para ver lo que tiene delante de las narices? La protagonista es una mujer. La con-moción nacional es relatada como si estuviese ocurriendo de verdad y da lugar a situaciones en las que el lector se siente cuestionado, como ser humano.

* 1997. En Todos los nombres, además de la voz desconocida, también el techo de la habitación interviene en los diálogos, con pro-fundas e interesantes aportaciones. El diálogo con el techo simboliza la soledad.

* 1998. El cuento de la isla des-conocida es un breve relato que, como ocurre con El Principito, todo el mundo debería leer. La isla des-conocida también es una metáfora; en este caso, del amor y también del sueño de todo ser humano en un fu-turo mejor.

* 2000. En La caverna, se utiliza el famoso mito de Platón para criti-car a la sociedad actual. El protago-nista es un alfarero anciano. Todo progreso se anuncia como algo su-mamente benefi cioso y, en la prác-tica, constituye un atraso en térmi-nos de bienestar y respeto hacia las libertades. El propio aire, la nece-sidad de ventanas, todo es plastifi -cado, hormigonizado y metalizado

al máximo. Los empleos viejos se pierden y se sustituyen por empleos de vigilante y vendedor. El poder de las grandes superfi cies comerciales se opone a la sencillez de la gente de pueblo. Al igual que en La bal-sa de piedra, el perro está bastante presente. En opinión de Téllez, esta obra “era quizá una de las parábolas que mejor han descrito el fenóme-no de las paradojas del capitalismo contemporáneo que nos ha ido con-duciendo hasta la actual encruci-jada mundial. En dicha novela, la caverna es un centro comercial, el horno del alfarero... y la cueva don-de va a dejar las vajillas que ya no le compra el hipermercado. Pero La caverna de Saramago lleva sobre todo ecos de Platón, aunque coque-tee con el Big Brother de George Orwell...”. Según el propio Sara-mago, “El centro comercial de mi novela signifi ca el poder absoluto y es por lo que lo comparo con Dios. Pero no es una metonimia de Dios, sino un poder. Aunque yo hablo de Dios muchas veces, quizás dema-siadas, la dirección a la que apunta mi obra es a la del ser humano” (en Téllez, 2010).

* 2002. El hombre duplicado es una de las novelas más entrete-nidas y rápidas de leer, no sólo de la obra de Saramago, sino de toda la literatura. Trata sobre un hombre duplicado. Se han hecho novelas sobre clonación y guiones para te-levisión (por ejemplo, para el actor que hacía de Conan, apellido más fácil de escribir que el de ese actor), pero sólo un buen escritor saca todo el partido posible a la circunstancia inesperada. Dicha circunstancia no es nunca el tema central del libro, sino el pretexto, ya que los men-sajes y situaciones son de mucha mayor profundidad que el suceso mismo.6 En eso se diferencian los buenos escritores de los malos. En los viajes de Gulliver, por ejemplo, la gracia no es que los gigantes sean muy grandes y los liliputienses muy pequeños, sino la crítica social que ello permite abordar.

* 2004. Ensayo sobre la lucidez es una interesante situación de po-lítica fi cción, protagonizada por la misma mujer de Ensayo sobre la ce-guera. Como en aquella obra, las au-toridades se representan como gente incapaz y ensimismadas en el valor político de sus cargos. En este libro, se incluyen referencias a otras obras y personajes de Saramago; algo muy típico de este autor.

llamándose a sí mismo “la voz des-conocida” (“...y entonces dijo la voz desconocida...”). A veces, advertía que la voz desconocida hacía tiempo (varias novelas) que no decía nada.

Entre otros elementos característi-cos de este autor, tenía el mérito de entretener al lector haciendo peque-ñas críticas acerca de la forma de redactar relatos y de su propia forma de dirigir la narración. En mi opi-nión, esto resulta muy gracioso, en el sentido de irónico, y bastante evi-dente para el lector. Las novelas de Saramago están recubiertas de fi na ironía, quizás aprendida de Voltaire, referida, las más de las veces, a te-mas importantes de la justicia social. ¿No será porque era comunista? ¿No será porque era ajeno a las creencias de los religiosos? Al fi n y al cabo, sus entretenidas novelas deberían gustar especialmente a aquellos que creen en milagros (y también a los que no creemos).

La gran innovación de Saramago, a la que podemos denominar “rea-lismo imposible”, es la utilización de situaciones hipotéticas milagrosas —cosas que se sabe que jamás suce-derán— para poner al descubierto, con un gran sentido crítico e iróni-co, la realidad cotidiana de nuestros males sociales, políticos, culturales... nuestras limitaciones reales como comunidades humanas. Es el méri-to de Jonathan Swift, por citar a uno bastante antiguo, cuya obra no sólo es legible, sino llena de signifi cado en la actualidad. También Anatole France o Pierre Boulle gozan de esta habilidad.

Un elemento importante en la obra de Saramago (y en otros autores), es el papel relevante (incluso de prota-

gonistas) de las mujeres, que cons-tituyen “los pilares de la Tierra”,5 incluso en épocas medievales (en Memorial del convento). También suelen ser importantes los mensajes de los animales (perros, elefantes, estorninos), que intentan establecer comunicación con el mundo huma-no, incapaz de entenderlos.

El repaso que ofrezco a continua-ción incluye básicamente lo que recuerdo, porque, con todo lo que hemos leído los afi cionados a los li-bros, hay cosas que nunca se olvidan

y no es necesario consultarlas.* 1982. El argumento de Me-

morial del convento viene a ser el de una máquina de volar en ple-na Edad Media. Claro, en aquel tiempo sólo podía funcionar con un combustible metafísico: las vo-luntades; así se comprende cuánto juego es capaz de dar el invento. El trasfondo es la construcción de un convento, un proyecto arquitectó-nico ambicioso.

* 1983. Casi un objeto es un con-junto de relatos bastante metafóri-

cos, que empieza con “la silla” que cae, que es el régimen dictatorial (da lo mismo, en realidad, si es el español o el portugués). La histo-ria del coche que tiene iniciativa refleja la dependencia e incluso esclavitud con que algunos hom-bres viven la relación con su ve-hículo, etc.

* 1984. En El año de la muerte de Ricardo Reis, elige como protago-nista a uno de los alter ego inventa-dos por Pessoa. La historia cuenta que, hipotéticamente, este personaje

no había muerto con su creador, sino que había permanecido en el mundo, el tiempo necesario para protagoni-zar una novela.

* 1986. En La balsa de piedra, destaca el papel de la mujer, como en otras obras del autor. Se escribe como crítica a la inminente entrada de España y Portugal, por la puerta trasera, en la entonces llamada Co-munidad Europea. La novela es una metáfora y en ella se estrena un ciclo de convulsiones nacionales que con-tinúa con los “ensayos” y las inter-

mitencias de la muerte.* 1991. El Evangelio según Jesu-

cristo, obra que no descarto leer por cuarta vez, es una novela sobre la vida de Jesucristo, pero no una nove-la histórica como la formidable Rey Jesús, de Robert Graves, sino un re-lato socio-moral, acerca de la culpa y otros temas importantes, apoyados en una serie de sucesos fantásticos (los milagros), en la línea de realis-mo imposible de las otras obras de Saramago. Destaca el diálogo entre Dios y el demonio, en presencia de

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JOSÉ SARAMAGO, LA VOZ DESCONOCIDASomos muchos los que envidiamos el dominio de la narrativa de José Saramago e incluso la propia condición y profesión de novelista. Pero Saramago se pregunta: “¿Somos nosotros los mesías?”, refirién-

dose a los escritores. También Galeano, en Cádiz, allá por el año 2007, se estremecía ante una pregunta desde el público: “¿Cómo me pregunta usted qué hacer para solucionar los problemas del mundo? Yo sólo soy escritor”. Pero es algo que no podemos evitar: a los buenos escritores los vemos como mesías y les pedimos que arreglen el mundo.

ALFONSO GALINDO LUCAS

C omparte este conte-nido con tus amigos

Honró al Premio Nobel de Literatu-ra, en 1998, con El Evangelio según Je-

sucristo. Saramago estuvo décadas sin escribir, porque, según él, no te-nía nada que decir; algunos tenemos cosas que decir, pero a nadie a quien le interese, a no ser a los enemigos. Si no escribí antes este comentario li-terario, no fue porque no tuviera qué contar, pues quede claro que creo sumamente interesante lo que voy a decir a continuación, sino porque no estoy seguro de que la gente de hoy se interese por estas cosas. Pasó un tiempo y José Saramago siguió el camino de Ricardo Reis, heterónimo de Fernando Pessoa, y entonces no me pareció oportuno publicar nada, por no parecer necrológico. Ya edité una ráfaga biográfi ca que conseguí del hábil y fácil de palabra, mi pai-sano José Téllez, a quien también envidio, entre otros motivos, porque conoció a José Saramago. Pero aquí vengo a reivindicar su obra.

Hay un malentendido, en relación con la obra de Saramago, cuyo ori-gen es bastante superfi cial. Alguna gente cree que la gran innovación de Saramago consiste en sustituir la mayoría de los signos de puntuación por comas y utilizar párrafos muy largos. No, eso no es tanto mérito; eso lo hace sólo para que perdamos la cuenta, en medio de un diálogo, de quién es el que tiene turno de pa-labra, de manera que termine con-virtiéndose en una conversación de ideas, no de personas; de esta forma, el autor deja claro que, en el fondo, se trata de una sucesión de refl exio-nes que, en su propio discurrir, se presentan como un diálogo. Al fi n y al cabo, las novelas no son un auto judicial, en el que haya que tomar nota de las partes y las autorías. El perder la cuenta de quién dijo qué cosa encaja perfectamente con su idea de introducir una voz descono-cida, que es él mismo.

Por culpa de este malentendido, muchos lectores no se aproximan a Saramago, porque ven en su forma de puntuar una barrera o inconve-niente. Sin embargo, como defen-dería el autor, esta falta de guiones y puntos llega a hacer más fl uida la lectura, cuando uno comprende su utilidad. A quien, de todas formas, no le guste y siga considerando esta sucesión de comas y frases largas como un inconveniente, le vendría

bien hacerse a la idea de que es un pequeño precio a pagar por todo lo que contienen sus novelas. Así pues, está bien, quedemos en que su falta de signos de puntuación es un pequeño inconveniente, pero en ningún caso deberían ser un pretex-to para quien simplemente no tiene ganas de leer; oblíguese y abra uno de los libros que voy a recomendar más abajo. No se trata, con esto, de proponer un gran desafío para el lector; lo sería si les hubiese ani-mado a leer La isla del día de antes, de Umberto Eco, que también me-rece la pena por su contenido, pero con Eco es mucho mayor el precio que hay que pagar, en términos de esfuerzo. De las aventuras de don Quijote, dejé dicho que casi no me-recía la pena leerlo, por la difi cultad que entraña el castellano antiguo; el libro de Eco se escribió hace poco, pero en italiano antiguo. Pero dejé-monos de divagaciones; Umberto Eco se puede permitir someter al lector a ciertas torturas, porque sabe que sus libros merecen la pena. No es el caso de este humilde comen-tarista, de modo que lo vamos a explicar todo claro, para lectores no adictos a Saramago.

No es que me queje de que Sara-mago es poco leído; sólo digo que debería serlo mucho más; hay una especie de resistencia cultural ha-cia su obra. Hay gente que no tiene paciencia para leerla y luego me recomienda novelas que, defi nitiva-mente, no están a la altura del genio portugués... Un momento... ¿No será porque es portugués? No sólo puede estar orgulloso de su nacionalidad, sino que conoce y transmite bien la historia, y no vamos a entrar en disputas arcaicas o costumbristas; al fi n y al cabo, nos parecemos mucho; ellos nos copiaron el franquismo y nosotros a ellos la revolución de los claveles; ambos somos países periféricos, a expensas de las super-potencias. Fue en otro portugués, Fernando Pessoa, inventor de la heteronimia, en quien Saramago en-contró la inspiración. De hecho, en el célebre Evangelio de Saramago o Evangelio según Saramago, inter-viene Pessoa, espontánea e imagina-riamente, en uno de los diálogos (es una forma muy ocurrente de citar a alguien).

Cuando quería opinar en sus no-velas, interviniendo en conversacio-nes entre dos de sus personajes, o incluso en mitad de un pensamiento solitario de uno de ellos, lo hacía,

Literatura

Jesús, en el que también participan Fernando Pessoa y la “voz desco-nocida”. La historia va de un joven galileo que es elegido por Dios, para desgracia suya, para el inmortal co-metido que la Iglesia le atribuye. A mitad de la obra, parece que ya no podría ponerse más interesante, pero el ritmo sigue creciendo, has-ta la apoteosis fi nal. Otro momento espléndido es el episodio de la re-surrección de Lázaro y también la crisis de superproducción en el sec-tor pesquero, cuando Jesús hacía sus milagros. Se inicia con un grabado, representativo de una escena que ter-mina componiéndose fi nalmente en el relato. El autor se documentó bien acerca de las tradiciones y aceptó las hipótesis que manejan comúnmente los católicos, entre ellas, la del inde-cente modo de vida de Magdalena, los milagros de Jesús, la Redención, etc. y, con esos mismos argumentos, pone en entredicho todo aquello que las personas religiosas defienden con su fe.

* 1995. En Ensayo sobre la ce-guera se analiza lo que vendría a ser una sociedad sin tele. La ceguera es una metáfora de la incultura; ¿qué pasaría si por fi n se borra del ser humano la capacidad para ver lo que tiene delante de las narices? La protagonista es una mujer. La con-moción nacional es relatada como si estuviese ocurriendo de verdad y da lugar a situaciones en las que el lector se siente cuestionado, como ser humano.

* 1997. En Todos los nombres, además de la voz desconocida, también el techo de la habitación interviene en los diálogos, con pro-fundas e interesantes aportaciones. El diálogo con el techo simboliza la soledad.

* 1998. El cuento de la isla des-conocida es un breve relato que, como ocurre con El Principito, todo el mundo debería leer. La isla des-conocida también es una metáfora; en este caso, del amor y también del sueño de todo ser humano en un fu-turo mejor.

* 2000. En La caverna, se utiliza el famoso mito de Platón para criti-car a la sociedad actual. El protago-nista es un alfarero anciano. Todo progreso se anuncia como algo su-mamente benefi cioso y, en la prác-tica, constituye un atraso en térmi-nos de bienestar y respeto hacia las libertades. El propio aire, la nece-sidad de ventanas, todo es plastifi -cado, hormigonizado y metalizado

al máximo. Los empleos viejos se pierden y se sustituyen por empleos de vigilante y vendedor. El poder de las grandes superfi cies comerciales se opone a la sencillez de la gente de pueblo. Al igual que en La bal-sa de piedra, el perro está bastante presente. En opinión de Téllez, esta obra “era quizá una de las parábolas que mejor han descrito el fenóme-no de las paradojas del capitalismo contemporáneo que nos ha ido con-duciendo hasta la actual encruci-jada mundial. En dicha novela, la caverna es un centro comercial, el horno del alfarero... y la cueva don-de va a dejar las vajillas que ya no le compra el hipermercado. Pero La caverna de Saramago lleva sobre todo ecos de Platón, aunque coque-tee con el Big Brother de George Orwell...”. Según el propio Sara-mago, “El centro comercial de mi novela signifi ca el poder absoluto y es por lo que lo comparo con Dios. Pero no es una metonimia de Dios, sino un poder. Aunque yo hablo de Dios muchas veces, quizás dema-siadas, la dirección a la que apunta mi obra es a la del ser humano” (en Téllez, 2010).

* 2002. El hombre duplicado es una de las novelas más entrete-nidas y rápidas de leer, no sólo de la obra de Saramago, sino de toda la literatura. Trata sobre un hombre duplicado. Se han hecho novelas sobre clonación y guiones para te-levisión (por ejemplo, para el actor que hacía de Conan, apellido más fácil de escribir que el de ese actor), pero sólo un buen escritor saca todo el partido posible a la circunstancia inesperada. Dicha circunstancia no es nunca el tema central del libro, sino el pretexto, ya que los men-sajes y situaciones son de mucha mayor profundidad que el suceso mismo.6 En eso se diferencian los buenos escritores de los malos. En los viajes de Gulliver, por ejemplo, la gracia no es que los gigantes sean muy grandes y los liliputienses muy pequeños, sino la crítica social que ello permite abordar.

* 2004. Ensayo sobre la lucidez es una interesante situación de po-lítica fi cción, protagonizada por la misma mujer de Ensayo sobre la ce-guera. Como en aquella obra, las au-toridades se representan como gente incapaz y ensimismadas en el valor político de sus cargos. En este libro, se incluyen referencias a otras obras y personajes de Saramago; algo muy típico de este autor.

llamándose a sí mismo “la voz des-conocida” (“...y entonces dijo la voz desconocida...”). A veces, advertía que la voz desconocida hacía tiempo (varias novelas) que no decía nada.

Entre otros elementos característi-cos de este autor, tenía el mérito de entretener al lector haciendo peque-ñas críticas acerca de la forma de redactar relatos y de su propia forma de dirigir la narración. En mi opi-nión, esto resulta muy gracioso, en el sentido de irónico, y bastante evi-dente para el lector. Las novelas de Saramago están recubiertas de fi na ironía, quizás aprendida de Voltaire, referida, las más de las veces, a te-mas importantes de la justicia social. ¿No será porque era comunista? ¿No será porque era ajeno a las creencias de los religiosos? Al fi n y al cabo, sus entretenidas novelas deberían gustar especialmente a aquellos que creen en milagros (y también a los que no creemos).

La gran innovación de Saramago, a la que podemos denominar “rea-lismo imposible”, es la utilización de situaciones hipotéticas milagrosas —cosas que se sabe que jamás suce-derán— para poner al descubierto, con un gran sentido crítico e iróni-co, la realidad cotidiana de nuestros males sociales, políticos, culturales... nuestras limitaciones reales como comunidades humanas. Es el méri-to de Jonathan Swift, por citar a uno bastante antiguo, cuya obra no sólo es legible, sino llena de signifi cado en la actualidad. También Anatole France o Pierre Boulle gozan de esta habilidad.

Un elemento importante en la obra de Saramago (y en otros autores), es el papel relevante (incluso de prota-

gonistas) de las mujeres, que cons-tituyen “los pilares de la Tierra”,5 incluso en épocas medievales (en Memorial del convento). También suelen ser importantes los mensajes de los animales (perros, elefantes, estorninos), que intentan establecer comunicación con el mundo huma-no, incapaz de entenderlos.

El repaso que ofrezco a continua-ción incluye básicamente lo que recuerdo, porque, con todo lo que hemos leído los afi cionados a los li-bros, hay cosas que nunca se olvidan

y no es necesario consultarlas.* 1982. El argumento de Me-

morial del convento viene a ser el de una máquina de volar en ple-na Edad Media. Claro, en aquel tiempo sólo podía funcionar con un combustible metafísico: las vo-luntades; así se comprende cuánto juego es capaz de dar el invento. El trasfondo es la construcción de un convento, un proyecto arquitectó-nico ambicioso.

* 1983. Casi un objeto es un con-junto de relatos bastante metafóri-

cos, que empieza con “la silla” que cae, que es el régimen dictatorial (da lo mismo, en realidad, si es el español o el portugués). La histo-ria del coche que tiene iniciativa refleja la dependencia e incluso esclavitud con que algunos hom-bres viven la relación con su ve-hículo, etc.

* 1984. En El año de la muerte de Ricardo Reis, elige como protago-nista a uno de los alter ego inventa-dos por Pessoa. La historia cuenta que, hipotéticamente, este personaje

no había muerto con su creador, sino que había permanecido en el mundo, el tiempo necesario para protagoni-zar una novela.

* 1986. En La balsa de piedra, destaca el papel de la mujer, como en otras obras del autor. Se escribe como crítica a la inminente entrada de España y Portugal, por la puerta trasera, en la entonces llamada Co-munidad Europea. La novela es una metáfora y en ella se estrena un ciclo de convulsiones nacionales que con-tinúa con los “ensayos” y las inter-

mitencias de la muerte.* 1991. El Evangelio según Jesu-

cristo, obra que no descarto leer por cuarta vez, es una novela sobre la vida de Jesucristo, pero no una nove-la histórica como la formidable Rey Jesús, de Robert Graves, sino un re-lato socio-moral, acerca de la culpa y otros temas importantes, apoyados en una serie de sucesos fantásticos (los milagros), en la línea de realis-mo imposible de las otras obras de Saramago. Destaca el diálogo entre Dios y el demonio, en presencia de

4 Suplemento Cultural Nueva Guatemala de la Asunción, 9 de abril de 2011 Suplemento Cultural 5Nueva Guatemala de la Asunción, 9 de abril de 2011

JOSÉ SARAMAGO, LA VOZ DESCONOCIDASomos muchos los que envidiamos el dominio de la narrativa de José Saramago e incluso la propia condición y profesión de novelista. Pero Saramago se pregunta: “¿Somos nosotros los mesías?”, refirién-

dose a los escritores. También Galeano, en Cádiz, allá por el año 2007, se estremecía ante una pregunta desde el público: “¿Cómo me pregunta usted qué hacer para solucionar los problemas del mundo? Yo sólo soy escritor”. Pero es algo que no podemos evitar: a los buenos escritores los vemos como mesías y les pedimos que arreglen el mundo.

ALFONSO GALINDO LUCAS

C omparte este conte-nido con tus amigos

Honró al Premio Nobel de Literatu-ra, en 1998, con El Evangelio según Je-

sucristo. Saramago estuvo décadas sin escribir, porque, según él, no te-nía nada que decir; algunos tenemos cosas que decir, pero a nadie a quien le interese, a no ser a los enemigos. Si no escribí antes este comentario li-terario, no fue porque no tuviera qué contar, pues quede claro que creo sumamente interesante lo que voy a decir a continuación, sino porque no estoy seguro de que la gente de hoy se interese por estas cosas. Pasó un tiempo y José Saramago siguió el camino de Ricardo Reis, heterónimo de Fernando Pessoa, y entonces no me pareció oportuno publicar nada, por no parecer necrológico. Ya edité una ráfaga biográfi ca que conseguí del hábil y fácil de palabra, mi pai-sano José Téllez, a quien también envidio, entre otros motivos, porque conoció a José Saramago. Pero aquí vengo a reivindicar su obra.

Hay un malentendido, en relación con la obra de Saramago, cuyo ori-gen es bastante superfi cial. Alguna gente cree que la gran innovación de Saramago consiste en sustituir la mayoría de los signos de puntuación por comas y utilizar párrafos muy largos. No, eso no es tanto mérito; eso lo hace sólo para que perdamos la cuenta, en medio de un diálogo, de quién es el que tiene turno de pa-labra, de manera que termine con-virtiéndose en una conversación de ideas, no de personas; de esta forma, el autor deja claro que, en el fondo, se trata de una sucesión de refl exio-nes que, en su propio discurrir, se presentan como un diálogo. Al fi n y al cabo, las novelas no son un auto judicial, en el que haya que tomar nota de las partes y las autorías. El perder la cuenta de quién dijo qué cosa encaja perfectamente con su idea de introducir una voz descono-cida, que es él mismo.

Por culpa de este malentendido, muchos lectores no se aproximan a Saramago, porque ven en su forma de puntuar una barrera o inconve-niente. Sin embargo, como defen-dería el autor, esta falta de guiones y puntos llega a hacer más fl uida la lectura, cuando uno comprende su utilidad. A quien, de todas formas, no le guste y siga considerando esta sucesión de comas y frases largas como un inconveniente, le vendría

bien hacerse a la idea de que es un pequeño precio a pagar por todo lo que contienen sus novelas. Así pues, está bien, quedemos en que su falta de signos de puntuación es un pequeño inconveniente, pero en ningún caso deberían ser un pretex-to para quien simplemente no tiene ganas de leer; oblíguese y abra uno de los libros que voy a recomendar más abajo. No se trata, con esto, de proponer un gran desafío para el lector; lo sería si les hubiese ani-mado a leer La isla del día de antes, de Umberto Eco, que también me-rece la pena por su contenido, pero con Eco es mucho mayor el precio que hay que pagar, en términos de esfuerzo. De las aventuras de don Quijote, dejé dicho que casi no me-recía la pena leerlo, por la difi cultad que entraña el castellano antiguo; el libro de Eco se escribió hace poco, pero en italiano antiguo. Pero dejé-monos de divagaciones; Umberto Eco se puede permitir someter al lector a ciertas torturas, porque sabe que sus libros merecen la pena. No es el caso de este humilde comen-tarista, de modo que lo vamos a explicar todo claro, para lectores no adictos a Saramago.

No es que me queje de que Sara-mago es poco leído; sólo digo que debería serlo mucho más; hay una especie de resistencia cultural ha-cia su obra. Hay gente que no tiene paciencia para leerla y luego me recomienda novelas que, defi nitiva-mente, no están a la altura del genio portugués... Un momento... ¿No será porque es portugués? No sólo puede estar orgulloso de su nacionalidad, sino que conoce y transmite bien la historia, y no vamos a entrar en disputas arcaicas o costumbristas; al fi n y al cabo, nos parecemos mucho; ellos nos copiaron el franquismo y nosotros a ellos la revolución de los claveles; ambos somos países periféricos, a expensas de las super-potencias. Fue en otro portugués, Fernando Pessoa, inventor de la heteronimia, en quien Saramago en-contró la inspiración. De hecho, en el célebre Evangelio de Saramago o Evangelio según Saramago, inter-viene Pessoa, espontánea e imagina-riamente, en uno de los diálogos (es una forma muy ocurrente de citar a alguien).

Cuando quería opinar en sus no-velas, interviniendo en conversacio-nes entre dos de sus personajes, o incluso en mitad de un pensamiento solitario de uno de ellos, lo hacía,

Literatura

Jesús, en el que también participan Fernando Pessoa y la “voz desco-nocida”. La historia va de un joven galileo que es elegido por Dios, para desgracia suya, para el inmortal co-metido que la Iglesia le atribuye. A mitad de la obra, parece que ya no podría ponerse más interesante, pero el ritmo sigue creciendo, has-ta la apoteosis fi nal. Otro momento espléndido es el episodio de la re-surrección de Lázaro y también la crisis de superproducción en el sec-tor pesquero, cuando Jesús hacía sus milagros. Se inicia con un grabado, representativo de una escena que ter-mina componiéndose fi nalmente en el relato. El autor se documentó bien acerca de las tradiciones y aceptó las hipótesis que manejan comúnmente los católicos, entre ellas, la del inde-cente modo de vida de Magdalena, los milagros de Jesús, la Redención, etc. y, con esos mismos argumentos, pone en entredicho todo aquello que las personas religiosas defienden con su fe.

* 1995. En Ensayo sobre la ce-guera se analiza lo que vendría a ser una sociedad sin tele. La ceguera es una metáfora de la incultura; ¿qué pasaría si por fi n se borra del ser humano la capacidad para ver lo que tiene delante de las narices? La protagonista es una mujer. La con-moción nacional es relatada como si estuviese ocurriendo de verdad y da lugar a situaciones en las que el lector se siente cuestionado, como ser humano.

* 1997. En Todos los nombres, además de la voz desconocida, también el techo de la habitación interviene en los diálogos, con pro-fundas e interesantes aportaciones. El diálogo con el techo simboliza la soledad.

* 1998. El cuento de la isla des-conocida es un breve relato que, como ocurre con El Principito, todo el mundo debería leer. La isla des-conocida también es una metáfora; en este caso, del amor y también del sueño de todo ser humano en un fu-turo mejor.

* 2000. En La caverna, se utiliza el famoso mito de Platón para criti-car a la sociedad actual. El protago-nista es un alfarero anciano. Todo progreso se anuncia como algo su-mamente benefi cioso y, en la prác-tica, constituye un atraso en térmi-nos de bienestar y respeto hacia las libertades. El propio aire, la nece-sidad de ventanas, todo es plastifi -cado, hormigonizado y metalizado

al máximo. Los empleos viejos se pierden y se sustituyen por empleos de vigilante y vendedor. El poder de las grandes superfi cies comerciales se opone a la sencillez de la gente de pueblo. Al igual que en La bal-sa de piedra, el perro está bastante presente. En opinión de Téllez, esta obra “era quizá una de las parábolas que mejor han descrito el fenóme-no de las paradojas del capitalismo contemporáneo que nos ha ido con-duciendo hasta la actual encruci-jada mundial. En dicha novela, la caverna es un centro comercial, el horno del alfarero... y la cueva don-de va a dejar las vajillas que ya no le compra el hipermercado. Pero La caverna de Saramago lleva sobre todo ecos de Platón, aunque coque-tee con el Big Brother de George Orwell...”. Según el propio Sara-mago, “El centro comercial de mi novela signifi ca el poder absoluto y es por lo que lo comparo con Dios. Pero no es una metonimia de Dios, sino un poder. Aunque yo hablo de Dios muchas veces, quizás dema-siadas, la dirección a la que apunta mi obra es a la del ser humano” (en Téllez, 2010).

* 2002. El hombre duplicado es una de las novelas más entrete-nidas y rápidas de leer, no sólo de la obra de Saramago, sino de toda la literatura. Trata sobre un hombre duplicado. Se han hecho novelas sobre clonación y guiones para te-levisión (por ejemplo, para el actor que hacía de Conan, apellido más fácil de escribir que el de ese actor), pero sólo un buen escritor saca todo el partido posible a la circunstancia inesperada. Dicha circunstancia no es nunca el tema central del libro, sino el pretexto, ya que los men-sajes y situaciones son de mucha mayor profundidad que el suceso mismo.6 En eso se diferencian los buenos escritores de los malos. En los viajes de Gulliver, por ejemplo, la gracia no es que los gigantes sean muy grandes y los liliputienses muy pequeños, sino la crítica social que ello permite abordar.

* 2004. Ensayo sobre la lucidez es una interesante situación de po-lítica fi cción, protagonizada por la misma mujer de Ensayo sobre la ce-guera. Como en aquella obra, las au-toridades se representan como gente incapaz y ensimismadas en el valor político de sus cargos. En este libro, se incluyen referencias a otras obras y personajes de Saramago; algo muy típico de este autor.

llamándose a sí mismo “la voz des-conocida” (“...y entonces dijo la voz desconocida...”). A veces, advertía que la voz desconocida hacía tiempo (varias novelas) que no decía nada.

Entre otros elementos característi-cos de este autor, tenía el mérito de entretener al lector haciendo peque-ñas críticas acerca de la forma de redactar relatos y de su propia forma de dirigir la narración. En mi opi-nión, esto resulta muy gracioso, en el sentido de irónico, y bastante evi-dente para el lector. Las novelas de Saramago están recubiertas de fi na ironía, quizás aprendida de Voltaire, referida, las más de las veces, a te-mas importantes de la justicia social. ¿No será porque era comunista? ¿No será porque era ajeno a las creencias de los religiosos? Al fi n y al cabo, sus entretenidas novelas deberían gustar especialmente a aquellos que creen en milagros (y también a los que no creemos).

La gran innovación de Saramago, a la que podemos denominar “rea-lismo imposible”, es la utilización de situaciones hipotéticas milagrosas —cosas que se sabe que jamás suce-derán— para poner al descubierto, con un gran sentido crítico e iróni-co, la realidad cotidiana de nuestros males sociales, políticos, culturales... nuestras limitaciones reales como comunidades humanas. Es el méri-to de Jonathan Swift, por citar a uno bastante antiguo, cuya obra no sólo es legible, sino llena de signifi cado en la actualidad. También Anatole France o Pierre Boulle gozan de esta habilidad.

Un elemento importante en la obra de Saramago (y en otros autores), es el papel relevante (incluso de prota-

gonistas) de las mujeres, que cons-tituyen “los pilares de la Tierra”,5 incluso en épocas medievales (en Memorial del convento). También suelen ser importantes los mensajes de los animales (perros, elefantes, estorninos), que intentan establecer comunicación con el mundo huma-no, incapaz de entenderlos.

El repaso que ofrezco a continua-ción incluye básicamente lo que recuerdo, porque, con todo lo que hemos leído los afi cionados a los li-bros, hay cosas que nunca se olvidan

y no es necesario consultarlas.* 1982. El argumento de Me-

morial del convento viene a ser el de una máquina de volar en ple-na Edad Media. Claro, en aquel tiempo sólo podía funcionar con un combustible metafísico: las vo-luntades; así se comprende cuánto juego es capaz de dar el invento. El trasfondo es la construcción de un convento, un proyecto arquitectó-nico ambicioso.

* 1983. Casi un objeto es un con-junto de relatos bastante metafóri-

cos, que empieza con “la silla” que cae, que es el régimen dictatorial (da lo mismo, en realidad, si es el español o el portugués). La histo-ria del coche que tiene iniciativa refleja la dependencia e incluso esclavitud con que algunos hom-bres viven la relación con su ve-hículo, etc.

* 1984. En El año de la muerte de Ricardo Reis, elige como protago-nista a uno de los alter ego inventa-dos por Pessoa. La historia cuenta que, hipotéticamente, este personaje

no había muerto con su creador, sino que había permanecido en el mundo, el tiempo necesario para protagoni-zar una novela.

* 1986. En La balsa de piedra, destaca el papel de la mujer, como en otras obras del autor. Se escribe como crítica a la inminente entrada de España y Portugal, por la puerta trasera, en la entonces llamada Co-munidad Europea. La novela es una metáfora y en ella se estrena un ciclo de convulsiones nacionales que con-tinúa con los “ensayos” y las inter-

mitencias de la muerte.* 1991. El Evangelio según Jesu-

cristo, obra que no descarto leer por cuarta vez, es una novela sobre la vida de Jesucristo, pero no una nove-la histórica como la formidable Rey Jesús, de Robert Graves, sino un re-lato socio-moral, acerca de la culpa y otros temas importantes, apoyados en una serie de sucesos fantásticos (los milagros), en la línea de realis-mo imposible de las otras obras de Saramago. Destaca el diálogo entre Dios y el demonio, en presencia de

Page 6: Suplemento Cultural 09-04-2011

6 Suplemento Cultural Nueva Guatemala de la Asunción, 9 de abril de 2011

CONDENAN A LOS ASESINOS DEL HIJO DEL POETA JUAN GELMAN“Siempre hay que tener en cuenta que cuando la justicia tarda demasiado no es completa, ya que hay madres que murieron sin saber nada de sus hijos ni tener la oportunidad de un juicio”, declaró la nieta del escritor, Macarena Gelman, tras conocerse la sentencia.

Tras treinta años de exi-gir justicia por la des-aparición y muerte de su hijo Marcelo Ariel y su nuera María Clau-dia, el poeta argentino

Juan Gelman, Premio Cervantes de Poesía 2007, ha conquistado la jus-ticia este 31 de marzo, cuando los cuatro verdugos recibieron sus con-denas correspondientes.

El Tribunal Oral Federal 1 de Bue-nos Aires castigó con cadena perpetua al ex general Eduardo Cabanillas, 25 años a los agentes civiles de la “guerra sucia” de la dictadura argentina Honorio Mar-tínez Ruiz, alias “Pájaro”, y Eduardo Al-fredo Ruffo, alias “Zapato” o “Capitán”, y 20 años para Raúl Guglielminetti, alias “Mayor Guastavino”.

Ruffo ya cumplió condena por la apropiación de la niña Carla Rutilo Ar-tés, secuestrada el 2 de abril de 1976 en Bolivia junto a su madre. El padre, en tanto, fue asesinado. Recién en 1985 y merced a la búsqueda de su abuela, Matilde Artés Company, la niña pudo librarse de Ruffo y ambas viajaron a Madrid, donde todavía viven.

Al hijo de Gelman, militante de la Juventud Peronista afín a la gue-rrilla montonera, lo secuestraron en su casa el 24 de agosto de 1976, cuando su padre ya se había marcha-do al exilio. Lo trasladaron al campo de torturas Automotores Orletti don-de fue vejado y asesinado entre el 4 y el 9 de octubre de 1976. Desde en-tonces, Gelman y su esposa Mara La Madrid emprendieron una búsqueda que abarcó más de tres décadas.

Le dispararon un tiro en la nuca, metieron su cadáver en un barril de petróleo vacío que rellenaron de ce-mento y lo arrojaron a un canal del Río de la Plata. De allí fue rescatado recién a fi nes de los años 80 y, fi nalmente, en 1990 la familia pudo hacer el velatorio en el sindicato de periodistas de Bue-nos Aires e inhumarlo.

Todavía hoy, Gelman da la pelea por encontrar a su nuera, María Claudia Iruretagoyena García, secuestrada con Marcelo Ariel y desaparecida, a los 19 años, embarazada de ocho meses.

En Automotores Orletti había uru-guayos secuestrados y represores de varios países del Cono Sur, gracias al plan criminal Operación Cóndor con que Videla, Pinochet y otros dictadores militares de América Latina coordina-ban la persecución, intercambio, y eli-minación de opositores políticos.

Acaso por una extraña devolu-ción de favores, los represores ar-gentinos dejaron a sus pares de Uru-guay llevarse a ese país a dos prisio-neras embarazadas: una era María Claudia, que voló a Montevideo acompañada por los ofi ciales José

Reportaje

Gavazzo y Ma-nuel Cordero.

“ L o s m i -litares urugua-yos trasladaron como un enva-se a mi nuera, embarazada de ocho meses y medio, de Bue-n o s A i r e s a Montevideo, es-peraron el na-cimiento de la niña y, dos me-ses después, se la arrebataron, asesinando a María Claudia en Uruguay”, dijo Gelman.

No se sabe aún dónde es-condieron el ca-dáver. Presumi-blemente, fue dentro de un cuartel castren-se en Montevi-deo. Sí se supo, en cambio, que por el asesinato está acusado el policía militar Ricardo Conejo Medina, quien habría entrega-do al bebé, Ma-carena, a su tío, e l comisar io Ángel Tauriño, como un obse-quio porque su esposa sufría de esterilidad.

Años atrás el Premio de Poesía Cervantes reencontró a su nieta Maca-rena en Montevideo y le obsequió su identidad, igual que hacen las Abuelas de la Plaza de Mayo argentinas.

“Cuando la justicia tarda demasiado no es completa”

“Creo que son muy importantes estas sentencias que se están dando en la Argentina”, declaró Macarena Gelman, la nieta del poeta, tras la decisión del tribunal. “Para noso-tros, este fallo es el más signifi cati-vo respecto de mi familia. También está el juicio del Plan Cóndor, pero es posterior”, señaló la joven.

Macarena subrayó la contempora-neidad de esta sentencia en la Argenti-na con “la discusión en el Parlamento uruguayo de la ley interpretativa, con un proyecto que aparentemente se vo-taría en el Senado este mes y, después, en Diputados”, a favor de la inaplica-bilidad de cuatro artículos de la ley de

caducidad o impunidad para los repre-sores en Uruguay.

“Todo coincide, coincide tam-bién el fallo de la Corte Interame-ricana” de Derechos Humanos, una sentencia reciente referida a la desaparición de María Claudia y la sustracción de su hija, que sostiene la incompatibilidad de las leyes de amnistía o impunidad en crímenes de lesa humanidad con el derecho internacional y las obligaciones in-ternacionales de los Estados.

Según Macarena, “está retroce-diendo la impunidad, pero subsisten serias trabas en Uruguay, como el he-cho de que muchas veces, en alguna instancia de los juicios, deba consul-tarse al Poder Ejecutivo si se puede o no continuar”. No obstante, sostuvo que “con el proyecto para modifi car la ley interpretativa, si se sanciona, muchos casos archivados van a po-der reabrirse”.

“Por eso digo que es una época

bastante fuerte. Yo creo que toda esta movida en varios frentes re-fuerza la espe-ranza y muchas cosas que pare-cían imposibles, son cada vez más posibles”, afir-mó.

M a c a r e n a advirtió que, “en estas refl exiones, siempre hay que tener en cuenta que cuando la justicia tarda de-masiado no es completa, ya que hay madres que murieron sin sa-ber nada de sus hijos ni tener la oportunidad de un juicio”.

Sobre su ta-rea en la Secreta-ría de Derechos Humanos argen-tina, que desarro-lla en gran parte en Uruguay, la consideró “repa-radora”.

“Realmente, a mí me gratifi ca mi trabajo. Creo que colaborar siempre nos repa-ra también a todos en todo esto que tanto daño nos ha hecho”, insistió

sobre su trabajo con sobrevivientes de Orletti, familia-res de las víctimas y otros activistas de derechos humanos.

“De hecho, muchos uruguayos compartieron el cautiverio con mi mamá, aquí en Uruguay. No así en Automotores Orletti, donde ella estaba apartada y no tenía mucho contacto. Acá estuvo en el mismo lugar que mu-chos prisioneros uruguayos”, agregó.

“Varios de los sobrevivientes y tes-tigos de esta causa estuvieron el jueves 31 en la residencia” del embajador ar-gentino en Uruguay, Dante Dovena, donde siguieron en tiempo real por pantalla gigante la lectura de la sen-tencia y “muchos de ellos declararon (a la justicia de los dos países) que mi mamá estaba en Uruguay”, detenida-desaparecida, concluyó.

“Aunque la justicia ha tardado, llegó”

Aún conmocionado y con la voz entrecortada, al poco de conocerse el

fallo, el poeta Juan Gelman prefi ere medir la euforia: “El crimen se co-metió hace 35 años y por fi n se logra la justicia”, dice. “A mi nieta Maca-rena la encontramos en el 2000, lue-go de una larga investigación, que sobre todo llevó adelante Mara, y después de una campaña internacio-nal en la que fi rmaron casi 100 mil personas de 122 países”.

“Casi la mitad de mi vida, 35 años, he pasado buscando justicia que, aunque ha tardado, llegó”, añade el poeta. “Porque fue a partir de 2003, cuando Néstor Kirchner logró que se abolieran las mal llamadas ‘leyes de perdón’ —ya que no conozco a nin-guna víctima ni a ningún familiar que haya perdonado a los criminales—, que los represores comenzaron a ser juzgados. Sólo entonces se pudo ha-cer avanzar causas que estaban abso-lutamente congeladas”.

Al igual que su abuelo, Macarena también jugó un papel muy activo en las causas judiciales: “A los 23 años ella tuvo recién conciencia de lo que había pasado con sus padres, pero fue clave en impulsar todo esto”, se enor-gullece Gelman, cuyo último poema-rio, El emperrado corazón amora —un canto igualmente obstinado al amor, la muerte, la derrota, el dolor, la pérdida, la búsqueda y los encuentros— estará en librerías en mayo próximo, cuando el autor cumpla 81 años.

Se trata de un libro esperado que saldrá primero en España y luego en América, y que Gelman ha pergeñado con la experiencia y la memoria que acumulan sus intensas ocho décadas. “Son poemas que están escritos el pa-sado año, en 2010, y son más breves, porque con la edad pesa más lo innece-sario y se van quedando más desnudos, sin hojarasca”, explica el autor, para añadir que “en realidad” él también se pregunta “qué son estos poemas”.

“Pero una cosa está clara, que nin-gún poeta o narrador está contento con lo que escribe, porque lo que hacemos los poetas es que seguimos buscando a esa señora tan esquiva que es la poe-sía”, agrega. “Luego vienen en cada uno de estos poemas las refl exiones sobre uno mismo y sobre las experien-cias que atraviesan la vida”.

En El emperrado corazón amora, que publica Tusquets, Gelman expe-rimenta con el lenguaje, inventando palabras, como “el amorar” (de amor), con las que impulsa y da vida a sus ideas y emociones. El amor, la muerte, la condición humana, la derrota, el do-lor, la pérdida y la búsqueda de la luz dan cuerpo a estos más de 140 poemas reunidos bajo un título que se encuen-tra en un poema del libro Cólera de buey, que el escritor argentino residen-te en México escribió en 1971.

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Suplemento Cultural 7Nueva Guatemala de la Asunción, 9 de abril de 2011

CADENA DE RESTAURANTES MEXICANOS PREPARA MENÚ DE PASCUA

¿Se le puede poner salsa a las albóndigas de pescado?

Sí, si eres Howard Greenstone, un “chico judío buena gente de Jersey”, quien es presidente y director ejecutivo de Rosa Mexicano, una cadena de restaurantes fi nos de comida mexicana.

La idea de ofrecer platos alusivos a la Pascua surgió hace siete años, cuando algunos de los inversionistas de Greenstone, quienes son mexicanos, comenzaron a hablar de la tradición que tenía la cultura judía en Ciudad de México.

“Me pareció que sería fabuloso”, relata Greenstone. “Me crié comiendo comidas judías de Europa oriental, no es precisamente lo mejor que hay”.

En colaboración con su chef de entonces, elaboró un menú “que le encantó a la gente. Fue sorprendente”.

Según un Estudio Nacional de la Población Judía, dos tercios de los judíos de Estados Unidos festejan la Pascua. Los restaurantes que sirven comida al estilo kosher como Rosa Mexicano no son aceptables para el 21% de los judíos, que comen únicamente comida kosher pura. Pero sus menús emplean ingredientes tradicionales al tiempo que evitan mezclar cosas como carne y leche, o servir pan con levadura.

Los menús de Rosa Mexicano siguen la línea de los judíos sefardíes de España, Portugal, el norte de África y el Medio Oriente, no los de los judíos ashkenazi de Francia, Alemania y Europa oriental. La principal diferencia es que en Pascua —que este año comienza el 19 de abril_, los sefardíes pueden comer maíz y arroz.

Combinar la Pascua con la experiencia habitual de un restaurante puede ser un desafío. Decidir qué vino acompaña los platos durante la Pascua, por ejemplo, no es sencillo, según Scott Pactor, propietario de Appellation Wine & Spirits de Nueva York. Por suerte, la cantidad de vinos kosher de alta calidad ha aumentado en años recientes y hay bastante para elegir.

Si el menú tiene platos fuertes, como los de Rosa Mexicano, Pactor recomienda algo con residuos de

azúcar, como el vino blanco White by W de la bodega de Weinstock Cellars. Otra posibilidad es un tinto liviano, como un cabernet franc o un pinot noir.

Con los platos con alto contenido de almidón como la papas kugel y los fideos kugel, que mezclan sabores fuertes y dulces, Pactor insiste en vinos con residuos de azúcar para complementar la canela que a menudo se usa con los fi deos.

Matzo, un pan sin levadura que conmemora la esclavitud y la apresurada partida de los judíos de Egipto —no tuvieron tiempo de esperar que el pan creciese— es un ingrediente

clave en la Pascua y también resulta complejo complementarlo.

“Me hace pensar en el Día de Acción de Gracias. Hay una cantidad de platos diferentes que te secan el paladar. Hay que beber vinos livianos, aromáticos y jugosos, como gamay (la uva roja del Beaujolais), pinot noir y cabernet franc”, expresó Pactor.

Para quienes desean un tinto más intenso, el malbec argentino y el sangiovese (con la uva del Chianti) son dos buenas opciones.

Comer afuera durante la Pascua es una costumbre popular. Pero encontrar un restaurante con comida kosher

certificada puede resultar difícil, manifestó Elan Kornblum, editor y presidente de la revista Great Kosher Restaurants Magazine, de Nueva York, que lidia con restaurantes con certifi cación kosher.

Para obtener esa aprobación en Pascua, un restaurante tiene que ser supervisado por autoridades kosher y acatar una cantidad de normas muy estrictas, como limpiar los hornos con sopletes para eliminar todo residuo antes de las fi estas.

El puñado de restaurantes de Manhattan que cuentan con esa certificación no da abasto en la Pascua.

Pocos restaurantes se toman tanto trabajo, pero cada vez hay más sitios donde se encuentran platos “al estilo kosher”, incluidas sopas con albóndigas de matzo y falda, para quienes desean comer platos de Pascua. “Asocian ciertos platos con la Pascua”, dijo Pactor.

Los restaurantes Rosa Mexicano (hay en Nueva York, Washington, Los Angeles, Atlanta, Miami y Nueva Jersey) ofrecen fl autas de ternera con una picante salsa verde con mostaza. “Estoy seguro de que, sean judíos o no, mucha gente probará este plato”, dijo Greenstone.

Otra posibilidad es falda cocinada con hojas de plátano y acompañada por repollo relleno. En este caso, el relleno será de salmón. El plato va acompañada por una salsa estilo veracruzano a base de tomate, alcaparras, olivas y jalapeños.

¿Y qué de la ensalada de arenque al escabeche? “Cortamos la jícama bien fi nita, como si fuese un taco pequeño, y le colocamos encima arenque al escabecha con ejotes y pico de gallo”.

“Nos gusta divertirnos y ofrecer platos judíos auténticos con un toque mexicano”, afi rma Greenstone.

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En la red:

Kornblum: http://www.greatkoshererstaurants.com

Rosa Mexicano: http://www.rosamexicano.com

Cocina

POR MICHELLE LOCKE

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Suplemento Cultural 8Nueva Guatemala de la Asunción, 9 de abril de 2011

E scrita la obra y publica-da 30 años antes del siglo XXI, del cual vivimos ya once años, tiene una vi-gencia impresionante, que asombra y obliga a su lec-

tura y relectura para entender el mundo de hoy. Galeano es un crítico objetivo, que ve la realidad tal cual y la expresa con admi-rable lucidez y sin ocultar las situaciones oscuras de la historia, esa historia que no se conoce, que no se analiza ni se comparte, sobretodo en el ámbito educativo, para que los latinoamericanos puedan disponer de referentes que le ayuden a descubrir esas venas abiertas que dejan correr la sangre de los latinoamericano que no tienen los re-cursos necesarios para una vida digna, para una vida que merece vivirse. Constituye así una voz de los que no tienen voz. Pero no sólo hace las críticas agudas y profundas de acontecimientos históricos pasados, sino que además, muy oportunamente, se refi ere a los actuales. No duda en denunciar todo aquello que ya sabemos hoy, pero que en los momentos de su publicación signifi caba información restringida, sólo para algunos cuántos. Lo triste es que hoy, muchos mi-les de latinoamericanos desconocen estas realidades del devenir histórico de América Latina, a pesar de que grandes plumas del ayer ya lo anunciaban, como el gran escri-tor y mártir, José Martí, que expresó entre otras aquella frase aleccionadora: “ya vi al monstruo, ya lo conocí, ya viví en sus en-trañas”. La grandeza de la obra de Eduardo Galeano, es la forma poética y lacerante de su pluma para describir los hechos y a la vez la ternura de su pensamiento hacia lo más necesitados, los pobres, los que no tie-nen cómo vivir dignamente, por los siglos de los siglos. Aquí tenemos la primera gran lección pedagógica de nuestro autor.La obra está divida en dos partes bien de-fi nidas: primero: La pobreza del hombre como resultado de la riqueza de la tierra. Y segundo: El desarrollo es un viaje con más náufragos que navegantes. Es interesante, en una lectura a vuelo de pájaro, detenerse en los subtítulos de que consta cada una de las partes: en el primero, aparecen los si-guientes: Fiebre de oro, fi ebre de plata, el rey azúcar y otros monarcas agrícolas, las fuentes subterráneas del poder. En la segun-da parte: aparecen: Historia de la muerte temprana, la estructura contemporánea del despojo y fi naliza con: siete años después. Se presenta un índice analítico y una elo-cuente introducción: Ciento veinte millones de niños en el centro de la tormenta.La primera idea fuerza la encontramos en la introducción: “La división del trabajo con-siste en que unos países se especializan en ganar y otros en perder”. América Latina es una región muy hermosa, es el continente de la esperanza, es la región del mundo que tiene muchas riquezas y mucho que aportar al mundo. Lástima que esa riqueza es apro-

vechada por otros, por los que la explotan y se llevan todo, la despojan, la han despojado y continuarán despojándola. Es el sino de la historia latinoamericana.Citemos la frase que Galeano cita para ilus-trar lo que sucedía en 1968: “hablar de pre-cios justos en la actualidad, es un concepto medieval. Estamos en plena época de la libre comercialización.” Esta frase la pro-nunció Covey T. Oliver, coordinador de la Alianza para el Progreso.La referencia es actual, para la fecha de pu-blicación de la obra, lo cual ilustra cómo se juega el presente, de aquel momento, con los hechos históricos anteriores, cómo pue-de contextualizarse lo sucedido con el pre-sente actual. Aquí se encuentra otra lección pedagógica del gran escritor que ocupa nuestra atención. Se puede observar con más detenimiento la agudeza de su pensamiento crítico y su visión futurista, cuando dice: “La población de América latina crece como ninguna otra; en medio siglo se triplicó con creces. Cada minuto muere un niño de enfermedad o de hambre, pero en el año 2000, habrá 650 millones de latinoamericanos, y la mitad tendrá menos de quince años de edad: una bomba de tiempo.” Pág. 5 Siglo Veintiuno. 1971.Si se regresa al inicio del descubrimiento y conquista de América, Eduardo Galeano ofrece una de sus mejores expresiones: “A su paso por Tenerife, durante su primer via-je, había presenciado Colón una formidable erupción volcánica. Fue un presagio de todo lo que vendría después en las inmensas tie-rras nuevas que iban a interrumpir la ruta occidental hacia el Asia. América estaba allí, adivinada desde sus costas infi nitas. La conquista se extendió, en oleadas, como una marea furiosa Los adelantado sucedían a los almirantes y las tripulaciones se con-vertían en huestes invasoras.” Pág. 22.La historia así desarrollada, puede ser una posibilidad de interés por parte de los ado-lescentes inquietos que no encuentran sen-tido al desarrollo histórico de los hechos ya acontecidos, porque no le encuentran rela-ción con el hacer vivencial de hoy, del aquí y del ahora del acontecer cotidiano. En relación con la “década de la Primavera en Guatemala”, hace referencia, con citas de autores respetables, a los acontecimien-tos de 1944 y 1954. Uno de los párrafos tiene como título la pregunta: ¿quién desató la violencia en Guatemala? Describe con objetividad y con nombres y apellidos, los objetivos y los alcances de ese período, con un breve análisis de sus antecedentes, para luego señalar el baño de sangre que enlutó al país. Cuando termina ese período históri-co, que aún se recuerda con tristeza, descri-be cómo reacciona el mundo ante el nuevo orden impuesto, contrario a la libertad y la democracia: “No vibraron los teletipos del mundo con las primicias de la sistemática carnicería, no llegaron a Guatemala los pe-

riodistas ávidos de noticias, no se escucha-ron voces de condenación. El mundo estaba de espaldas, pero Guatemala sufría una lar-ga noche de San Bartolomé.” Pág. 184.Las Venas Abiertas de América Latina, de Eduardo Galeano, invitan a la meditación, a mirar alrededor, no sólo ver. Invita una lec-tura profunda y comparativa con la realidad actual. Ser cada vez más crítico, ser cada vez más objetivo, frente la historia, frente al mundo, frente al hoy de Guatemala, de América y del mundo. Esta cita fi nal cues-tiona con dolor, con pesar y a la vez con op-timismo: “El subdesarrollo no es una etapa del desarrollo. Es su consecuencia. El sub-desarrollo de América Latina proviene del

desarrollo ajeno y continúa alimentándolo. Impotente por su función de servidumbre internacional, moribundo desde que nació, el sistema tiene pies de barro. Se postula así mismo como destino y quisiera confundir-se con la eternidad.” Pág. 470. Cuando se habla de optimismo, se hace referencia, en este comentario, a la posibilidad del hombre y de la mujer de transformar esa realidad por otra, pero realidad que como proceso requiere de hombres y mujeres que como Eduardo Galeano, sean capaces de ver, de admirar y de transformar, la conciencia y luego la realidad. O como expresarían otros, cambiar esa realidad para transformar la conciencia.

Hace cuarenta años, la editorial Siglo XXI, primera edición 1971, publicó la importantísima obra LAS VENAS ABIERTAS DE AMERICA LATINA. El autor, Eduardo Galeano, de Montevideo, Uruguay, es uno de los escritores más sobresalientes de América Latina y del mundo. Es un autor-historiador, a quien se debe reconocer un pensamiento de izquierda, si recon-ocemos su ideología, con una magistral expresión poética, para desarrollar ideas claras y concretas de una realidad lati-noamericana lacerante, triste, terrible y deshumanizante, en la que sobreviven muchos millones de latinoamericanos.

POR RAÚL HERNÁNDEZ CHACÓN..

A LOS CUARENTA AÑOS DE LA PUBLICACIÓN DE LAS VENAS ABIERTAS DE AMERICA LATINA DE EDUARDO GALEANO