Sarnago nº 7

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Revista de Sarnago. Año 2014

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Saludo del presidente

Fieles a nuestra cita anual, aquí estamos de nuevo con esta revis-ta de Sarnago que hace la número ocho. Ni en nuestras más optimistas expectativas pensábamos llegar a editar tantos números. Cuando en diciembre de 2005 sacamos el número 0, nuestras aspi-raciones eran muy modestas, conmemorar el 25 aniversario de la fundación de la Asociación. En aquella ocasión hicimos una tirada de 2.000 ejemplares y 44 páginas. Este número tenemos casi la misma tirada y 76 páginas. Habrá gente que no le dará mucha im-portancia a este hecho. Estoy convencido que serán los mismos que no saben valorar las cosas dentro de qué contexto se hagan. No sé que es más complicado, si una gran ciudad, manejando unos enormes presupuestos, con la ayuda de unos técnicos preparados organicen un, por ejemplo, macro concierto, o por el contario que un humilde pueblo prepare para las fiestas un campeonato de mus. Que Sarnago logre sacar una revista de este nivel creo que es dig-no de tener en cuenta. Poco a poco se van consiguiendo hacer cosas. Que nadie espere que todo se arregle de la noche a la mañana, y mejor que no sea así. Desde pequeño, la educación que he recibido, ha sido en el sentido de que las cosas se hacen con trabajo y esfuerzo. Estamos en una sociedad donde el dinero es muy importante, pero creo que lo es aún más el esfuerzo, la ilusión y el trabajo. Con el tema de las “hacenderas” hemos conseguido dos cosas im-portantes, hacer Sarnago más habitable y una “piña” entre todos los socios y simpatizantes. En el artículo 3º de nuestros estatutos dice literalmente La “ASOCIACIÓN AMIGOS DE SARNAGO” es una institución de carácter cultural y apolítico, con el objetivo de trabajar en bien de los valores ecológicos, históricos y culturales de la zona hasta lograr que el pueblo vuelva a tener vida humana permanentemente. Por tanto, debemos ser sumamente cuidadosos en cumplir este artículo, así como el resto de los mismos. Hay gente que cree que querer aspirar a esto es de ilusos y no tiene base. Para esos incrédulos tengo unas frases de Victor Hugo:

¿Sabe cuál es mi enfermedad? La utopía. ¿Sabe cuál es la suya? La rutina.

La utopía es el porvenir que se esfuerza por nacer La rutina es el pasado que se obstina en seguir viviendo.

Esta sociedad ha ido evolucionando gracias a las utopías. Cuando nos volvemos conformistas nuestro fin está cerca. Que Sarnago y otros pueblos de la comarca vuelvan a tener vida propia es un objetivo que quere-mos conseguir y lucharemos por ello, si después de luchar perdemos la guerra, nos quedará el orgullo de haber luchado por algo en que creemos. Este año ha sido un año simbólico. Hemos conseguido superar la cifra de 100 socios (hasta la fecha 104). Que cada cual saque sus propias conclusiones. Después de 34 años de existencia y que sigamos creciendo a este ritmo es algo para tener en cuenta. También quiero destacar a todos los que, sin ningún ánimo de especulación urbanística, siguen creyendo en la recuperación de Sarnago y continúan gastando su dinero en la rehabilitación de casas o construcción de vi-viendas nuevas. No me queda nada más que dar las gracias a todos los que han colaborado para que este número de la revista vea la luz. A todos y cada uno de nuestros patrocinadores, sin sus aportaciones económicas esto solamente hubiese sido un sueño. A los colaboradores, a los que “robamos” su tiempo y talento para llenarla de conteni-dos (textos, fotos, etc.). Y por último a todos nuestros socios, amigos y simpatizantes por su empeño en que esto siga adelante. Con la confianza de poder editar más números, un saludo para todos.

José Mari Carrascosa [email protected]

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5 DÍAS 5, DE CULTURA EN SARNAGO Este año volvimos a continuar con nuestra particular apuesta por revitalizar Sarnago a través de la cultura. Durante 5 intensos días estuvimos muy entretenidos con variadas actividades (Ex-posición fotográfica sobre micología, presentación de la revista Nº 6, del libro “La vara de la libertad”, presentación y proyec-ción de una película-documental y como día grande “Las Món-didas y el Ramo”). Como colofón a tanta cultura, todas las tardes terminábamos compartiendo unas sencillas viandas y disfrutando de unos atardeceres espectaculares. Queremos dar las gracias a todos los que participan estos días, principalmente a aquellos que se desplazan, tarde tras tarde, de los pueblos cerca-nos y comparten con nosotros estos actos. MUCHAS GRA-CIAS a todos los socios y simpatizantes por la gran colaboración para que todo salga según lo programado. Todo esto nos anima a seguir adelante.

PRESENTACIÓN DE LA REVISTA Nº 6 A las 19:30 horas dio comienzo la presentación de la revista, con una asistencia de alrededor de 60 personas. La mesa estuvo compuesta por José Mari (presidente de la Asociación), Raúl (concejal del ayuntamiento de San pedro) y Elena Labayen(catedrática de instituto y colaboradora de la revista) El acto fue presentado por el presidente de la Asociación. Pri-meramente cedió palabra a Raúl que, en su breve alocución, recalcó el valor de esta publicación y el compromiso de este Ayuntamiento en seguir apoyando, en la medida de sus posibilidades, este proyecto. José Mari volvió a tomar la palabra para hacer un repaso de la revista, contar los pormenores de la edición de la misma. Relató como poco a poco se va complicando más a la hora de conseguir recursos económicos, pero pese a ello seguiremos intentando seguir adelante. Dada la diversidad de colaboradores que tenemos ya se puede decir que no es una revista solo de Sarnago, sino de toda la comarca. Dio las gracias a todos los anunciantes, recalcando, que sin sus aportaciones econó-micas hubiese sido imposible sacar adelante este número, pasó a enumerar uno por uno a todos. También pidió disculpas a aquellos colaboradores que por falta de espacio no han visto publicados sus artículos.

La última en tomar la palabra fue nuestra amiga, socia y colabo-radora de la revista Elena Labayen. Lectora incansable comparó, la revista con otras de "mayor nivel", no teniendo que envidiar nada, a alguna de ellas. Recalcó la importancia de que sea una revista nacida desde abajo, donde desde el más humilde hasta el gran escritor tienen cabida y agradeció su independencia Hizo un repaso por todos y cada uno de los artículos de la revista, resal-tando la gran calidad de alguno de ellos. Animó a la Junta Direc-tiva a dar un paso más e intentar dar a conocer la revista y lo que significa Sarnago mucho más allá de la provincia. Finalizado el acto de presentación de la revista, le tocó al libro Soria Sentir Rural. Para este espacio acudió la gerente de PROYNERSO, Isabel Jiménez, nos explicó del porqué de la edición de este libro basado, principalmente, en entrevistas a gen-te que vive y trabaja en los pueblos de la zona noroeste de la pro-vincia y se sienten muy bien haciendo lo que las gusta y en su pueblo. Animando a la gente que retorne a los pueblos, "esto no es un paraíso pero se puede vivir dignamente". En los tiempos de las nuevas tecnologías nos invitó a visitar la Biblioteca Digital de dicha Asociación., donde publican todos los pequeños libritos sobre recursos culturales y naturales del Noreste de Soria Una vez terminadas todas las intervenciones, obsequiamos a todos los asistentes con un zurracapote que sirvió para hacer más ameno el final de esta tarde y disfrutar de uno de los atardeceres más bonitos de toda la geografía nacional..

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PRESENTACIÓN DE LA REVISTA SARNAGO Nº 6 (Por Elena Labayen)

Queridos sarnagueses y sarnaguesas, forasteros y amigos reunidos hoy aquí en esta plaza de Sarnago, es un honor para mí hacer la presentación ante todos vosotros de la Revista Sarnago nº 6. Debo confesaros que cuando José Mari Carrascosa me llamó para proponérmelo, sentí miedo de sentarme aquí ante vosotros y de no estar a vuestra altura, que habéis nacido y vivido aquí, y que lleváis tantos años luchando por conservar viva la memoria de vuestro pueblo. Pero dicho esto, os prometo intentar hacerlo lo mejor posible, con toda mi ilusión y todo el cariño que os merecéis. Ante de nada permitidme que me presente. Yo, como quien dice, soy una recién llegada a esta tierra. Hace tan sólo cuatro años, en el 2009, cuando subí hasta aquí por primera vez, no sabía todavía que tenía raíces en esta parte de Tierras Altas. Hoy, cuatro años más tarde, después de buscar en los archivos de Soria, del Burgo de Osma, de Segovia y Guadalajara, entre otros, y después de consultar y preguntar aquí y allí, puedo decir con todo orgullo que una cuarta parte de mi sangre es soriana, de modo que soy vasca y también soriana. Hoy sé que mi abuelo materno era soriano por los cuatro costados. Sé, porque aquí tengo sus partidas de bautismo, que mi bisabuelo por parte de madre, Anastasio Berdonces Vallejo nació en 1840 en La Ventosa, que su padre, Gabriel Berdonces, era de Palacio de San Pedro, y su madre, Valentina Vallejo, de La Ventosa. Hoy sé que mi bisabuelo, Anastasio Berdonces marchó a quintos en 1860 y luego se reenganchó en el ejército y estuvo diez años en Cuba luchando contra la guerrilla, según dice su hoja de servicio. No se diferencia en esto de mis bisabuelos vascos, que también abandonaron sus pueblos para marchar a las Américas, el uno a la Argentina desde Berástegui, el otro a Cuba, desde Amézqueta, y años después, y con algunas perritas en los bolsillos, los dos bisabuelos vascos y el soriano, regresaron a su tierra y se instalaron en Tolosa y Soria capital, respectivamente, donde se casaron y subieron un peldaño en la escala social, olvidando sus humildes oficios y la vida que dejaron antes de marchar. Es un orgullo para todos los que, de una u otra manera, hemos tomado parte en ella, comprobar que la Revista Sarnago, en esta su séptima edición, ha sabido mantener el nivel de calidad de las ediciones anteriores. Nivel de calidad más que notable que la hace merecedora de codearse, de igual a igual, con otras publicaciones de alto nivel, dentro y fuera de Soria. Pero, antes de pasar a comentar el contenido de los artículos, quiero insistir en un aspecto de la revista que, en mi opinión es el más importante. Frente a la cultura oficial y académica, la Revista Sarnago es un producto fresco y no contaminado, un buen ejemplo de lo que debe ser la cultura popular, nacida del pueblo y para el pueblo, en donde todo el mundo participa, donde nadie es más que nadie, sin afán lucrativo, sin envidias ni protagonismos. Sin olvidar la labor incomparable del Presidente de la Asociación, que aparte de ser un gestor excepcional, es, sin duda alguna, el alma mater de esta revista. En cuanto a los artículos de este año, aunque relacionados todos ellos con Sarnago, cada uno ofrece un aspecto diferente, un punto de vista distinto sobre el pasado y el presente de esta localidad. Todos ellos son de gran interés, todos aportan algo valioso y enriquecedor. Como conclusión, sólo me queda añadir que a día de hoy puede hablarse ya del fenómeno Sarnago, como modelo de autogestión, que lleva camino de convertirse en símbolo de la resistencia de los pueblos condenados a ser borrados del mapa. Por lo que considero que sería importante saber aprovechar esta txampa para darle una proyección más amplia, fuera incluso de las fronteras sorianas, y poder así atraer proyectos de futuro a estas tierras.

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PRESENTACIÓN DE LA REVISTA EN EL CASINO DE SORIA (Por Elena Labayen) (Soria, 24 de octubre de 2013) Distinguido público aquí reunido: Antes de nada, quiero decirles que es un honor para mí haber recibi-do, por parte del presidente de la Asociación, el en-cargo de hacer la presentación de la Revista Sarnago en este Casino y Círculo de la Amistad Numancia, lugar emblemático de la vida y de la cultura soriana, a lo largo de más de 150 años. Para la Revista Sarnago, cuyo número 6 se presenta hoy aquí, en este bello salón Gerardo Diego, el acto de esta tarde supone el reconocimiento del esfuerzo y el tesón de un pueblo, al tiempo que un espaldarazo que la catapulte y eleve hasta situarla, un día, entre las mejores publicaciones sorianas. La Revista Sarnago es una publicación cultural, de periodici-dad anual, promovida y editada por la Aso-ciación de Amigos de Sarnago, y que vio la luz en el año 2007, con motivo de los 25 años de la Asocia-ción, y que va ya por su séptima edición. La revista se hace eco de todo lo que tiene que ver con esta loca-lidad de Sarnago en Tierras Altas, locali-dad que sufrió, lo mismo que otros pue-blos del extremo no-roriental de la provincia de Soria, un proceso de despoblación, que culminó en los años 60-70 del pasado siglo y que trajo como consecuencia su práctica total desapari-ción. Sin embargo, Sarnago, gracias al esfuerzo y tesón de sus antiguos vecinos, ha experimentado un espectacular proceso de rehabilitación y, sobre todo, de dinamización de la vida social y cultural. Producto de este esfuerzo es la Revista Sarnago, revista de interés y calidad más que notable, bien gestionada, y que cuenta con buenos colaboradores y con buenos artículos en cada uno de sus números, sin olvidar el apoyo económico de las empresas anun-ciantes, sin las cuales este proyecto no sería posible. Pero hay un aspecto que quiero subrayar, y es que, tanto la revista, como el Museo Etnográfico, como las manifestaciones culturales de todo tipo que tienen lugar a lo largo del año en esta localidad, constituyen todas ellas un fenómeno colectivo y popular, en el que todos los vecinos participan, donde todos aportan sus experiencias, y donde nadie es más que nadie.

En lo referente a los contenidos de la revista, tanto el número actual como los anteriores ofrecen un am-plio abanico de temas relacionados con Sarnago, en particular, con la tierra de San Pedro o con las Tierras Altas, en general. Para terminar, sólo una pequeña reflexión sobre lo que ya puede llamarse el fenómeno Sarnago, en un intento de descifrar sus claves. Una cosa es que un puñado de vecinos de los que un día tuvieron que dejar el pueblo volvieran los veranos y que rehabilita-ran sus casas, y que con el tiempo, a base de tesón, hayan logrado traer el alumbrado a sus calles, agua corriente a los hogares y otros logros materiales. Pero

una cosa muy dis-tinta -y esto es más difícil de explicar- es que ese puñado de vecinos, algunos de ellos mayores y con poca escuela, según sus palabras, hayan sabido di-namizar un movi-miento social y cultural de excep-ción, hasta conver-tirse en todo un referente dentro y fuera de Soria. Se ha hablado de la peculiaridad ra-cial de los sampe-dranos, motivada por su particular

orografía y por el aislamiento secular de las Tierras Altas. Don Benito Gaya Nuño hablaba de gentes ru-bias de ojos azules en la sierra soriana, de origen germánico, de la época de las invasiones bárbaras, y que no es sino aquel famoso fermento rubio que decía Ortega. Don Gervasio Manrique de Lara, a propósito de San Pedro Manrique, pensaba que su herencia ra-cial procede de los iberos que poblaron las Distercias desde el Urbión al Moncayo. En la misma línea, don Pío Baroja en el Árbol de la Ciencia ponía en boca del doctor Iturrioz la siguiente afirmación: “En España, desde el punto de vista moral, hay dos tipos: el ibérico y el semita”. Al tipo semita atribuía Baroja las ten-dencias rapaces de intriga y de comercio; al tipo ibé-rico le asignaba las cualidades fuertes y guerreras de la raza. Quizá esté aquí el secreto de los sarnagueses, gentes de una inteligencia natural excepcional, de un ímpetu irreductible y un tesón fuera de serie.

Foto Marcos Carrascosa. Elena Labayen en Sarnago con el presi-dente de la Asociación y Raúl, concejal de San Pedro

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"ALCARAMA"Un nómada en tierra de trashumantes. (www.conlopuesto.es) “Plantea el regreso a la raíz a través de la crónica de un viaje trashumante por un medio rural que se ahoga en los lodos de un progreso decadente”

A pesar de la hora, del día (jueves 22 de agosto a las 22:00 horas) y lo apartado que queda Sarnago, más de un centenar de personas se acercaron hasta el pueblo para disfrutar de una noche de cine en la calle (plaza). La película narra, de una forma muy personal, la visión que tiene de esta tierra su autor (Nacho Luque). Na-cho es un trotamundos que lleva recorriendo, a pie, la zona de Tierras Altas desde hace más de tres años. De esas caminatas, de esos largos días, de esas noches durmiendo al sereno, en solitario, con frío o calor, cargado con su mochila por estos pueblos y montes surge esta película-documental. Es la forma artística que ha encon-trado de expresar sus sentimientos.

Un poco antes de comenzar la proyección, en un acto de agradecimiento a Sarnago, y a todos los amigos que tiene por la zona, y que quisieron acompañarle en este día tan importan-te para él, nos obsequió con una sabrosa caldereta de cordero y unos torreznos, todo acompañado con vino cosechero traído para la ocasión desde La Rioja por parte de sus buenos amigos de La Cuesta. SIPNOSIS: Tras varios años del inicio de la crisis, se ha re-velado la mentira, la vida que habíamos llevado en las últimas décadas, todo lo que habíamos conseguido construir hasta ese momento, ha resultado ser una ficción, una pesadilla. Los que despiertan de ella encuentran sus sueños rotos, se sienten des-orientados y asustados. La pérdida de identidad genera el miedo que existe hoy en el corazón de una sociedad deshuma-nizada hasta límites inadmisibles. Ante esta situación apocalíptica, tenemos la alternativa de tratar de olvidar todo lo aprendido y crear un sistema de valores sólido que se fun-damente en las personas, no en las ideologías. Basada en una experiencia de vida real, “Alcarama” narra, en forma de do-cumental, el viaje iniciático de un hombre ahogado que, tras la muerte de su padre, carga en su mochila sólo aquello que verdaderamente necesita para la aventura de reaprender a

vivir sin echar raíces en ningún lugar. El nómada va conociendo a gente a través del olvidado mundo de las tradiciones, fiestas y ritos ancestrales.

"En Sarnago encontré la vía más adecuada para escarbar en la memoria", indica el cineasta, cuya filosofía después de tres años y medio compartiendo territorio con los vecinos de Tierras Altas es la de "llenar los pue-blos de gente que quiere a los pueblos", evitando que se conviertan en un escenario para personas que, atraídas por el falso romanticismo de la despoblación, invada su vida. "Me emociona cada vez que recuerdo lo que he vivido allí, ha sido una experiencia de vida absoluta; me he ofrecido a ayudarles con mi trabajo, aunque mis normas de viaje fueron no echar raíces y seguir mi vida como un nómada; me llevo muchas enseñanzas y gente en el corazón", señala Nacho Luque, que ha establecido una relación especial con los vecinos de Sarnago. (Párrafos extraídos del artículo publicado en el Heraldo de So-ria con fecha 14/05/2014)

Para ver la película (www.conlopuesto.es/alcarama/)

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LA VARA DE LA LIBERTAD (Isabel Goig) Novela basada en hechos reales. Narra los últimos 40 días de un ma-estro de Fitero, Valentín Llorente y el alcalde de Pitillas, Antonio Cabrero en el verano de 1936. Los hechos ocurren en la Sierra de la Alcarama, entre los pueblos de Acrijos y Fuentebella, hoy deshabita-dos- Los protagonistas de esta historia son Antonio Cabrero Santamaría y Valentín Llorente Benito. El primero, nacido en Ponzano (Huesca), vivió durante años en Pitillas (Navarra), donde, los últimos meses antes de que diera comienzo la Guerra Civil, ejerció la labor de alcal-de sosteniendo con dignidad la Vara de la Libertad. Valentín había nacido en Valdemadera, residía en Igea (ambas localidades de La Rioja), y ejercía de maestro en Fitero (Navarra). El último mes y me-dio de la vida de ambos lo vivieron juntos, en la Sierra de la Alcarama, hasta que, el día 3 de septiembre de 1936, fueron asesina-dos en esa misma sierra que les había acogido. Hasta el día de hoy sus restos no han podido ser recuperados. Hace tres años, las familias colocaron, en la Sierra de la Alcarama, en un lugar próximo a donde sucedieron los hechos, un monolito al que pertenece la foto de arriba. En esta novela se narra una parte de la historia de los dos protagonis-tas, en proporción no mensurada entre ficción y realidad, aunque hasta la ficción está basada en hechos reales. A veces su lectura puede resultar dura, pero no tanto como los hechos que padecieron. Sucesos que, por otro lado, y sólo para Soria, sufrieron cientos de personas.

Presentaciones organizadas por la Asociación Amigos de Sarnago: En Sarnago (23-08-2013)

Nuestra querida amiga Isabel Goig quiso que fue-se en Sarnago donde hiciese la presentación de su última novela. Lo cual agradecemos enormemente. La mesa estuvo integrada por Isabel Goig (autora de la novela), José Mari Carrascosa (presidente de la asociación amigos de Sarnago), Iván Aparicio (presidente de la asociación “Recuerdo y Dignidad” de Soria, Miguel Ángel San Miguel (autor de la novela "Desde el silencio", basada en los fusila-mientos de vecinos de San Pedro en la misma fecha en la ermita de Rabanera) y Ander Cabrero (nieto de Antonio Cabrero, alcalde de Pitillas y uno de los dos fusilados en el término de Fuentebella). Más de un centenar de personas, venidas de dife-rentes puntos de Soria y provincias limítrofes (Navarra, Aragón, la Rioja) ocuparon parte de la

plaza y escucharon con mucho interés todo lo que se dijo en esta tarde tan especial. En primer lugar tomó la palabra José Mari que presentó a los intervinientes. Dio las gracias a todos los asis-tentes, a los componentes de la mesa y muy especialmente a Isabel por querer que fuese Sarnago el primer lugar donde viese la luz esta buena y emotiva novela. Recordó cómo la revista de Sarnago había servido para que la familia de Antonio Cabrero diera un impulso mayor a la búsqueda de su antepasado. A título personal, dijo que este tipo de publicaciones debían servir para que nadie olvide y de esta forma no volver a repetir este tipo de cosas NUNCA más. "Para poder pasar página, primero hay que leerla". Pasó la palabra a Iván, como miembro de la asociación de la memoria histórica; habló de la gran cantidad de fosas que hay a lo largo de toda la provincia y de los problemas que se encuentran a la hora de recuperar los cadáveres (por el tiempo transcurrido, las trabas administrativas y el dinero que cuesta todo esto). En la primera edición del libro “La represión en Soria”, no se recoge el caso de estos dos fusilados porque no se tenían noti-cias, este y otros casos se incluyen en la segunda edición.

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El siguiente en intervenir fue nuestro amigo Miguel Ángel San Miguel, que hizo un recorrido por la novela y disertó sobre las atrocidades de las guerras y muy especialmente en la guerra civil española del año 1936. Ander nos hizo un repaso de todos los años y los pasos que llevan dando para localizar el lugar del enterra-miento. Dado las dificultades del terreno, la transformación tan grande sufrida por el paso de los años y por la repoblación de pinos, el dar con el lugar exacto se está convirtiendo en una labor casi imposible. Sin perder la esperanza de algún día recuperar los restos mortales y darles un entierro digno, en Junio de 2010 se erigió un monolito de recuerdo en la Sierra del Alcarama. Isabel comenzó con la letra de la jota que da nombre a la novela “La vara de la libertad” la lleva quien la merece/ la lleva Antonio Cabrero/ y en su mano resplandece”, cantada espontáneamente por un grupo de hombres que asistían a la investidura de Antonio Cabrero como alcalde de Pitillas, apenas unos meses antes de su muerte. Explicó la dificultad de ponerse en la piel y en los sentimientos de unos hombres que esperaban el desenlace fatal sin perder del todo la esperanza, aferrándose a la idea de poder huir hacia el frente para, al me-nos, morir luchando. Leyó un capítulo que discurría precisamente en el mismo lugar donde se llevaba a cabo la presentación, un día del mes de agosto de 1936, una historia pequeña que ya Bonifacio había escrito, años atrás, en la revista de la Asociación de Amigos de Sarnago. Un acto, en fin, muy emotivo, que logró humedecer muchos ojos de los allí presentes. Una historia tan real como las de cientos de miles que padecieron aquella brutal guerra civil.

En Tudela (Navarra) (18-10-2013) Desde la Sierra de la Alcarama hasta Tudela Organizado por la Asociación de Amigos de Sar-nago, con la asistencia de cerca de 80 personas contamos con la presencia de la autora Isabel Goig y con Ander Cabrero nieto del que fuera alcalde de Pitillas. El presidente de la asociación, José Mari Carras-cosa, presentó el acto. Dio las gracias a los asistentes y en especial a los componentes de la mesa. Habló de la larga trayectoria de la escritora, con más de 20 publicaciones, siendo en la actuali-dad un referente de la cultura soriana. Comentó, lo que a su juicio era esta historia, muy dura pero es-crita con gran sentimiento, con mucho respeto y sin rencor. Seguidamente se proyectó un video del homenaje que se hizo a los dos protagonistas en 2010 en la sierra de la Alcarama donde Paco Marín interpreta la jota “la Vara de la Libertad”. En el turno de palabra de la autora comentó sobre cómo surgió esta novela, la foto de la portada, el título, los lugares recorridos, etc..La historia se la pasaron los nietos de Antonio Cabrero y después de darle muchas vueltas acabó metiéndose en esta empresa. Ander hizo un repaso de la historia de su abuelo y de todos los pasos que llevaban dando con el fin de saber toda la verdad y poder recuperar los restos de los dos fusilados (después de varios intentos, hasta la fecha ha sido imposible) Como broche final, y antes de que la autora firmase ejemplares, se exhibió otro pequeño video con fotos de la sierra realizado por Félix Esaín. en febrero de 2013.

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LAS MÓNDIDAS DE SARNAGO (Por Abel Hernández) (http://elcantodelcuco.wordpress.com)

Muy de mañana inician la subida por la calle de abajo, desde la plaza, las tres mozas de la móndida, airosas y radiantes, quizá un poco aturdidas. Caminan detrás del mozo del ramo. Sujetan con una mano inexperta el largo cestaño con cintas de colores y coronado de flores -o sea, la móndida propiamente dicha- que transportan en la cabeza, como antes las mujeres llevaban el cántaro desde la fuente. Abre paso el pendón rojo que sobresa-le por encima de los tejados de las casas recompuestas y cuya sombra se proyecta sobre las ruinas de las que no han resistido el abandono de sus mo-radores. Los hombres, con camisa blanca y seriedad campesina, llevan en andas a San Bartolomé, custodiado durante todo el año en San Pedro Man-

rique y liberado por un día, cuya figura adusta y poderosa, que libró de pedriscos y apostasías, vuelve a recorrer las calles descarnadas de Sarnago donde lo han venerado cientos de generaciones y que unos desalmados qui-sieron robar cuando la guerra. “Ya se lo llevaban en un caballito negro -me dice la Amelia-, metido en un saco, por el camino del cementerio”. “Al pobre -recuerda la Milagritos- le habían cortado el brazo para que entrara en el saco”. “Los hombres estaban en la guerra o en la siega y fueron las mujeres las que salieron al camino y lo recuperaron”, comentan. La música de la banda sampedrana de “La Muralla” acompaña la procesión laica, sa-grada y popular. La multitud camina en silencio respetuoso. Es una mañana fresca y luminosa. En pocos sitios como aquí puede encontrarse una luz tan especial, que envuelve mágicamente la escena, estrictamente cinema-tográfica, y la sublima. Me lo reconoce Mercedes Álvarez, la de “El cielo gira”, por la tarde en la plaza, después de las cuartetas. Sólo falta el volteo de campanas, pero las campa-nas reposan desgraciadamente en el suelo del portal de la escuela desde que se derrumbó la torre. En un punto la comitiva se detiene y, en medio de la calle, en silencio riguroso, el mozo del ramo y las tres móndidas hacen una inclinación reverencial al santo patrón. Confieso que después de esto ha habido un momento, cuando regresá-bamos del barrio de arriba hacia la iglesia, que no he podido más, me he roto por dentro, me he sentido orgulloso de haber nacido aquí y he ocultado mis lágrimas bajo las gafas de sol. Compréndanlo. Es la primera vez que vuelvo a la fiesta des-de mi juventud cuando la fiesta de las móndidas y el mozo del ramo era en la Trinidad, por primavera, con los campos estallando de verdor y de flores, las casas , habitadas, y el aire de la calle, poblado de ocetes y gorriones. ¡Demasiados recuerdos, que pesan lo suyo, demasiadas ausencias! En el pórtico de la iglesia, donde hace tiempo que falta el gran olmo centenario, nos esperaba Toño, el cura de las Tierras Altas, revestido con el alba y la estola roja, y allí en el atrio, con las ruinas del templo de fondo -¡Dios mio, qué cuadro tan triste y tan hermoso, tan evangélico!- ha celebrado la misa solemne de San Bartolomé, que es imposible que no se haya emocionado también y haya decidido echar una mano, ya que no lo hacen las autoridades, para que el pueblo reviva.

La charanga la Muralla posa con las Móndidas y el Mozo del Ramo antes de comenzar la fiesta. Foto Félix Esáin

. El Mozo del Ramo quiere impedir que entre por la ventana. Foto Marcos Carrascosa

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Al año que viene, si la Asociación se empeña, como parece, se recuperará el rito de los arbujuelos, que las móndidas entregarán en el ofertorio, y hasta a lo mejor se subasta la “torta de la Virgen”.

En la era empedrada está plantado el mayo, como cuando el pueblo estaba vivo. ¿Quién ha dicho que ahora está muerto? Por la tarde, como es tradicional, se canta la Salve en el mismo atrio de la iglesia y después en la plaza tiene lugar, en medio de un gran gentío, el acto más esperado. Sorprende al personal forastero que esto ocurra en un pueblo despoblado sin ninguna ayuda ni estímulo oficial. “Ni siquiera asfaltan el camino”, dice Jesús, el de la Asociación. ¡Hace falta ser necios e injustos! No creo que haya en toda la provincia una fiesta tan pura y tan interesante. El gran ramo de arce, adornado de pañuelos, de roscas y de rosas, es introducido de copa, después de arduos esfuerzos, por la ventana del Ayuntamiento, parece que en evocación del misterio de la Santísima Trinidad, que también cuesta meterlo en cabeza humana; y después de la “encarnizada” lucha entre los del barrio de abajo y los del barrio de arriba por llevarse el despojado ramo, se hace el silencio para escuchar las cuartetas que recitan las móndidas desde el ventanal. Esta vez sin leyendas medievales. Para el cronista, todo hay que decirlo, es este un momento especialmente emotivo porque una de las móndidas es Sara, mi hija, que se ofreció voluntaria por amor al pueblo y para que no se pierda la fiesta. “¡Qué orgullosa se habría sentido su abuela Margarita, tu madre, contemplándola desde el balcón de la casa, ahí enfrente!”, me dice una vecina, que fue conmigo a la escuela. “Casi tanto como yo”, le respondo. Ni siquiera me atrevo a entrar en la casa, cerrada hace tiempo y asaltada repetidamente por los ladrones. Contemplo el portalón cerrado y disimulo mis pensamientos con un rosquillo y un vaso de moscatel. Después me voy de la fiesta en silencio, mientras un muchacho toca el clarinete desde la ventana.

LAS MÓNDIDAS DE SARNAGO, 2013 (Por Isabel Goig) (http://www.soria-goig.com) No erraron los sarnagueses cuando, en las pasadas fiestas de Móndidas o Mondas, incorporaron al festejo unos armatostes con forma de toros y protagonizaron un encierro por las calles del pueblo. En tiempos, cuando Julio Caro Baroja recopiló lo investigado, e investigó él mismo la fiesta de Mondas de Talavera de la Reina, ya dejó escrito que desde el siglo XVI este festejo iba asociado a corridas de toros y al reparto de la carne entre los vecinos. Se repartían panes con la efigie de la Virgen y las mozas debían bailar con todo aquel que se lo pidiera. (Caro Baroja, Julio. Ritos y Mitos equívocos. Ediciones Istmo, 1974). Es la fiesta de Mondas de Talavera de la Reina la más y mejor estudiada. Tanto, que en 1925 el Diccionario de la Real Academia de la Lengua dice de ella: 1), del latín mundus cereris, cesta que se llevaba a los sacrificios de Ceres llena de panes. Ofrenda de cera que varios pueblos circunvecinos a Talavera de la Reina hacen con ciertas ceremonias a Nuestra Señora del Prado de dicha ciudad al tercer día de Pascua de Resurrección. 2) plural. Fiestas públicas que se celebran con dicho motivo. En la edición actual del mismo Diccionario, que puede consultarse por Internet se conserva la misma definición, salvo la derivación del latín, que sólo apunta a mundus. En el año 1732 se publicó el Diccionario de Autoridades y también en él se refieren a esta ciudad castellano manchega, toledana para más señas, que ha conservado la tradición de Mondas. La definición textual es: Mondas: celebérrimas y antiquísimas fiestas públicas, que en la Villa de Talavera de la Reina, del Arzobispado de Toledo, se hacen en honor y culto de la Virgen Nuestra Señora, a su Imagen con la advocación del Prado, por estar su ermita suntuosa en un prado cercano a la Villa. Empiezan el día de Pascua de Resurrección, y duran

Amelia Ridruejo arropada por su familia después de recibir el homenaje como socia de mayor edad del año 2013. Foto Félix Esáin

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por los quince siguientes, con todo género de regocijo y funciones públicas, de toros, cañas, pólvora, etc. Entre los cuales hay la particularidad de concurrir los pueblos convecinos, trayendo cada uno, en procesión ordenada, una como manga grande de Parroquia, que la conducen en un carro, adornada enteramente de cera, y es la que propiamente llaman Monda, la cual ofrecen a dicha Imagen, entrando dentro de su ermita con el carro. Tomá-ronse estas fiestas de aquellas con que la antigua Gentilidad por la Primavera, celebraba a la Diosa Ceres, con bailes, danzas y otros festines, ofreciéndola juntamente con varias ceremonias unas colmenas llenas de miel y cera, reconociéndola como autora de la fertilidad de los campos y frutos. Y porque la llamaban también Munda, y de ahí con poca inflexión Mondas, después que los Cristianos separaron todo lo que tenían de superficial la consagraron a la verdadera Ceres María Santísima. TEJAD. Leon: Celébranse estos días las solemnes fiestas de los santos desposorios con su castísimo esposo Joseph que suelen llamarse de las Mondas famosas en toda Es-paña por su antiquísima novedad” Esta mención a la fiesta de los Santos Desposorios nos conduce hasta una copia de las Ordenanzas de Vinue-sa, año 1504? (el transcriptor coloca el interrogante detrás del 4), “… trasladadas fielmente del cuaderno que las contiene en el año del Señor de mil ochocientos ochenta y dos por fray Julián Martín, sacerdote” (AHPSO. Le-gado Inés Tudela). Uno de sus artículos lleva el título “De la boda de la Virgen María”, y dice así: Otro si ordenamos que cuando se face la boda de Santa Maria se usaba fasta aquí facer grandes costas cuan-do lieban la monda a casa del preboste e se usa de poco tiempo aca e es costumbre non buena nin honrosa que de aquí adelante non se use asi, salvo en esta manera: que cuando lieban el arguxuelo a casa del preboste nue-vo que les den a beber sendas veces i non mas, nin fagan otra costa, e si el preboste mas gastare que lo pierda, e que pague de pena trescientos mrvds. para los alcaldes e para los deheseros e cualquier que trabare e tomare de la monda nin del argujuelo alguna cosa fasta que sea asentada en casa del preboste que pague de pena se-senta mas para los alcaldes e deheseros. Este interesantísimo texto de princi-pio del siglo XVI, indica (a falta de profundizar en él y en los autores que han escrito sobre las Mondas o Món-didas desde el mismo siglo en que se hacen estas ordenanzas), en primer lugar que en Vinuesa se practicaba este rito de lo que se podría deducir que en otros pueblos de Pinares se hiciera también. Nombra el argujuelo, o acrijuelo, o arbujuelo, del que nin-gún diccionario consultado da explicación alguna, y hemos de pensar que al ordenar que no se tomara cosa alguna de él, podría tratarse de un ces-to, o cestaño, con frutos para la ofrenda. Y también se observa que se lleva a casa del preboste, que en este caso y para las fechas a que nos esta-mos refiriendo, tanto podría ser el cabeza de la comunidad como el de la iglesia. En San Pedro Manrique, los arbujuelos, hechos de pan azafranado, son entregados al sacerdote y a las autoridades. Los roscos de Sarnago, que portan debajo del cestaño, tendrían el significado de las ofrendas a la divinidad. Después de esta larga introducción, más o menos histórica, diremos que, un año más, Sarnago celebró sus fiestas de Móndidas y Mozo del Ramo, tradición esta última sobre la que también escribe Caro Baroja y que en la actualidad se mantiene casi igual, en cuanto a adornos y significado, en Sarnago y Matasejún, que en la des-cripción que de él da Caro. Fue el sábado 25 de agosto, hermoso y soleado día, y comenzó en el atrio de la Iglesia de San Bartolomé. Las tres móndidas fueron Leticia Pinto Lasanta, Sara Hernández Pozuelo y Marisa Calvo Bermejo. El Mozo del Ramo fue Carlos Reviriego Cuenca. Ya sabemos que los sarnagueses no precisan de consejos ni de sugerencias, pero sí queremos manifestar nuestro deseo de que, una vez recuperado, nunca vuelvan a perder este rito milenario y, en cuanto a documentación, varias veces centenario.

Concurrido aperitivo en la plaza. Foto Marcos Carrascosa

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Teatro en la plaza "El fingimiento" y " El barbero"

El grupo de aficionados al teatro de San Pedro Manrique, a la cabeza su autor y director GASPAR RUIZ, quiso escoger Sarnago para volver a interpretar los dos sainetes que ya estrenaron la pasada navidad en San Pedro Junto con las Móndidas y el Ramo, este fue uno los actos más multitudinarios de los celebrados en el pueblo. Las más de 200 sillas que colocamos en la plaza no fueron suficientes y hubo bastante gente que se quedó de pie. No podíamos tener mejor colofón para las fiestas del 2013. MUCHAS GRACIAS a estos AMIGOS por su colaboración altruista y desinteresada, así como a los componentes de la charanga "La Muralla" que quisieron animarnos la mañana de este mágico día. EL FINGIMIENTO Interpretado por: Daniela Imbriani, Javier Sánchez, Antonio Merino y Celia EL BARBERO Interpretado por José Mª del Rincón, Verónica García, Juan Manuel Martínez y Mª Pilar Herráez

“Representar los sainetes de “El Barbero” y “El fingimien-to”, en el pueblo de Sarnago fue una experiencia inolvidable. Recuerdo, cuando se terminó de representar en San Pedro Manrique, se lo comenté a José Mari Carrascosa presidente de esa asociación, que otros echa-mos de menos, la posibilidad de hacer una representación en Sarnago coincidiendo con su semana cultural que celebran en Agosto. Por supuesto le gustó la idea, aunque tampoco le prome-timos nada seguro, porque en esas fechas la gente anda muy liada con el verano y su calor. Hay que reconocer que José Mari, tal y como es él, un rastreador, perseguidor y un acosador de actividades culturales para su pueblo, vamos lo que viene a ser, cariñosamente hablando, un plomazo y un pelmazo insistente en conseguir lo que otros seríamos y somos incapa-ces para con nuestro pueblo….¡¡¡Ya nos gustaría en el pueblo de San Pedro, tener a alguien como él!!…., aunque sea algún miembro de la corpora-ción municipal. Por eso él pensó, como hace bien siempre, que sería una suerte, rellenar el cartel de actividades, poder representar una obra de teatro, en su pueblo y eso que jamás nos dio la paliza eh…..muy raro en él, aunque quizás por otra parte nos hubiera gustado. Hizo la presentación José Mari, pero al final tuvo que terminar, porque como siempre le pa-sa….se viene arriba el hombre..… Durante el transcurso de la tarde, la gente pa-rece que se divertía bastante, aun contando con

alguna equivocación que otra en el papel de algún personaje…. Ya se sabe…. cosas del directo….los nervios….en fin… Y al final, la Asociación Amigos de Sarnago, de manos de su presidente, nos entregaron, un bonito recuerdo para toda la vida, un cestaño de cerámi-ca, representativo de las móndidas de Sarnago, todo un detallazo, el que yo, y en el nombre de to-dos los actores, estamos eternamente agradecidos….me viene a la mente lo que dije en el momento de esa entrega: Hemos actuado en dos sitios, y en éste, nos han regalado algo. Para finalizar, nos invitaron a cenar a los que nos quedamos en el pueblo. Gracias amigos de Sarnago, es muy posible que estéis agradecidos de aquella representación…. Pero yo lo estoy mucho más de que seáis como sois….lo voy a dejar…. que me pasa como al amigo José Mari…. Que me vengo arriba….”

Gaspar Ruiz

Foto Marcos Carrascosa

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HACENDERA Y CALERA EN SARNAGO (Por Isabel Goig)

La obligación de trabajar para la comunidad estaba reglamentada en todas las ordenanzas municipales que hemos consultado. A final de los años setenta y principio de los ochenta, todavía en pueblos de mediana pobla-ción, era obligatoria. A día de hoy, en pueblos pequeños se practican las hacenderas, aprovechando los veranos, cuando la población aumenta por la vuelta de aquellos que se vieron obligados a marchar. Ya forma parte de una costumbre más o menos festiva, pero que cumple un papel fundamental en la vida de los pueblos. El modo de llamar a la prestación personal varía de un pueblo a otro. En algunos se les nombra por el trabajo específico a realizar, “ir a caminos”, “la monda del caz” (limpiar las acequias de los molinos), o bien azofra, adra, y muchos otros. Era frecuente que las hacenderas, a fin de darles un toque festivo, se realizaran el martes de Carnaval, aunque dependiendo de la extensión del término y las necesidades de las infraestructuras, la azofra se realizara varias veces al año. Para culminar los trabajos comunitarios, era frecuente que los representantes del concejo, o el alcalde ya en tiempos cercanos, invitaran a los vecinos a beber vino y a veces a algún otro re-frigerio. Estaban excusados de este trabajo los clérigos, hijosdalgo y maestros de escuela. Sobre esto hemos de recor-dar que en Huérteles, en el siglo XVII, tuvo lugar un largo pleito entre el concejo de ese lugar y Francisco Sáenz Hidalgo, quien pretendía no ir a hacendera y el Concejo se empeñaba en que tenía que cumplir, como todos los vecinos, esta obligación. Finalmente consiguió no colaborar. En Sarnago, dos o tres veces al año, sin problemas entre el vecindario común y los hidalgos, que no los hay, se reúnen para componer y limpiar un pueblo que, año a año, y gracias a esta voluntad (o ilusión, que diría mi amigo Manuel Castelló), ofrece al visitante un marco digno para las celebraciones que en verano tienen lugar en él y que ya son referente cultural de la provincia.

El pasado domingo, 1 de junio, un grupo procedió a limpiar, como cada año, los enseres que forman el Museo Tradicional. Las muje-res se encargaron de enmarcar y colgar una colección de fotos de pueblos deshabitados de la Alca-rama, que se deben al buen ojo de Paco Ruiz y que se encargarán, según palabras de José Mari Ca-rrascosa, de ir dando forma al futuro centro de acogida de los pueblos deshabitados de la Sierra de Alcarama. Otros se empleaban en limpiar calles de hierbas y zar-zas, y hacer lo propio con el cementerio. La cocina, en el inter-ior del edificio que un día fuera escuela y Casa del Concejo, y hoy es centro vivo de reuniones y acti-

vidades, fue embaldosada. Y el manantial de La Lagunilla, que abastece de agua a Sarnago, cuyas tuberías fue-ron reemplazadas hace unos veinte años, fue debidamente limpiado por otro grupo. Y será por eso de que los sarnagueses son capaces de ilusionar, por lo que se unen a ellos otras personas sin más vinculación con Sarnago que ser amigos de algún socio o, sencillamente, simpatizantes. Personas de Tude-la, de Valtajeros y de la propia Villa, se dieron allí cita a fin de prestar su colaboración. La calera Este año, la Asociación de Amigos de Sarnago quiso, además de limpiar y reparar, construir una calera para enseñar a los más jóvenes una de las muchas actividades que se daban en el mundo rural, autosuficiente como fue durante siglos. Hemos encontrado un documento de fecha 19 de mayo de 1682, firmado por Diego López de la Lobera (re-presentante de la Villa de San Pedro) y Martín de la Llana, estante en la villa, oficial de cantera, donde se convienen en que Martín hará una calera en donde dicen Achena y dará la cal que proceda de ella a Diego Ló-pez, a precio cada fanega de nueve cuartos en piedra. Le da licencia el Ayuntamiento para cortar cien cargas de leña en los montes más cercanos habiendo buen corte en ellos, y 20 peones que le ayuden a la disposición,

Foto Félix Esaín. En la calera posa parte de los asistentes a la hacendera

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y cuatro orgoneros (1) gran-des y que hecha y fabricada la cal la haya de recibir Diego López al tercer día de acabarse de fabricar y si no fuere a su gusto o de buen recibo haya de devolver Martín lo que se le haya dado”. Como en todos los protocolos notariales, se obligan, uno y otro, a cum-plir lo pactado con sus personas y bienes raíces habidos y por haber. No necesitaron en Sarna-go veinte peones, bien es cierto que la calera quedó hecha, a falta de la bóveda, pero no se la hizo funcionar. Bajo la dirección de José Carrascosa y de Andrés Jiménez (79 y 76 años res-pectivamente que trabajaron como nadie) , se excavó el lugar en el camino que lleva al pueblo, bien a la vista, y se fueron colocando en perfecto orden las losas que formarían el a modo de pozo circular donde, llegado el momento y con el fuego apropiado, irían dejando la cal, o para ser más exactos, el óxido de calcio que por calcinación da la piedra caliza. Este producto, mezclado de-bidamente con otros, serviría para la construcción. Hace unos días, un político, y sin embargo amigo, me decía que los políticos deben salir a la calle y aprender del pueblo. Así debería ser. Quienes construyeron la calera, algunos mayores, enseñaron una actividad comple-tamente perdida, pero que hasta hace pocos años, ni siquiera un milímetro en la Historia, era práctica habitual, espacio de reunión, como tantas otras actividades: carbonero, elaboración del cisco, fabricación de adobes… Por eso era autosuficiente ese mundo, y por eso se lo han cargado. Hubo, cómo no, comida comunitaria. Una paella que se encargó de cocinar la panadera de San Pedro con ayuda de otro gran sanpedrano (José Mari), y otros condumios regados con vino, como no podía ser de otra forma. ¿Quién dijo aquello de “hacer y haciendo hacerse y no ser mas que lo que se hace?”, pues así es Sarna-go. (1) Hurgonero, instrumento de hierro para remover y atizar la lumbre. (Diccionario Real Academia de la Lengua).

Foto María Carrascosa. Detalle de la construcción de la calera

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OFICIOS PERDIDOS, LOS TEJEROS (Por José Carrascosa Calvo) Cada seis u ocho años acudían al pueblo los tejeros. El grupo lo componían dos o tres familias desplazados de la zona de Alicante (parece ser que anteriormente acudían del sur de Francia). En Sarnago, las últimas “tejeras” se realizaron en los “Rincones”, concretamente en la “Canterilla de los Vallejos con el Hoyo Jongil” y otra en la “solanilla que sube de la Virgen del Monte a los Rincones”, (parece ser, por los restos encontrados, que antiguamente hubo por otros lugares). Cuando la expropiación forzosa del término de Sarnago fueron derruidas con gran ensañamiento (vamos, una pena para nuestra cultura). Estas “te-jeras” estuvieron en uso hasta mediados del siglo pasado. Los meses del verano eran los apropiados para este trabajo, dada la escasez de lluvias en estas fechas y el potente sol para el secado de las tejas. El trabajo era muy duro, por el calor asfixiante y las largas jornadas ¡Con lo largo que era el día, y lo tarde que ano-checía! Primero limpiaban bien la era donde colocarían las tejas para su secado al sol. En el suelo se fabricaban una especie de artesas que usaban para el amasado del barro. Esto lo hacían todos juntos y descalzos. Las herramientas utilizadas eran pocas y rudimentarias. Consistían en una mesa, donde se colocaba los trozos de barro con el que llenaban un pequeño bastidor metálico con las medidas de la teja; llenaban el bastidor presionando bien y rasando el barro sobrante. Seguidamente, arrastrando con el bastidor, lo dejaban caer sobre un molde de madera; con este molde se trasladaban hasta el punto de secado. Al retirar los moldes el barro ya tenía la forma curva de la teja. Esta labor la realizaban los hombres, mientras tanto las mujeres arrancaban y trasportaban hasta la boca del horno las estrepas, que servirían para la cocción. Cuando se disponía de la cantidad suficiente para hacer una hornada (entre 8.000 y 10.000 piezas). Comenzaba la prepara-ción de la cocida. Primeramente se colocaban dos filas de ladrillo macizo en la base, con la finalidad que el calor no fuese excesivo en las primeras hileras. Seguidamente se iban colocando en filas hasta completar toda la capacidad del horno. Tenían que tener mucho cuidado en el trasporte desde la era hasta el horno, puesto que el barro, al estar solamente seco (sin cocer) era muy fácil que se rompiera. Los ladrillos macizos también se usa-ban posteriormente en la construcción de las viviendas. En la parte inferior del horno, había un pozo, donde se introducía la leña para la cocción de las tejas. El horno debía estar dos días y una noche a fuego fuerte, hasta que la llama salía por la parte superior de las últimas tejas. Una vez que se dejaba de meter leña pasaban entre seis o siete días hasta que se enfriaba y se podía sacar el material. Retiradas todas las tejas se comenzaba a colocar otra hornada, se solían hacer un par de cocidas al mes. Algunos pastores se acercaban hasta la tejera con ánimo de conversar y aprender algo. Los más habilidosos aprovechaban para hacer dibujos con la punta de la navaja. Solían dejar impresa su firmar, pequeños dibujos de flores o animales en las tejas todavía frescas ¿Quién sabe dónde habrán ido a parar aquellas pequeñas obras de arte? Cuando los chavales nos acercábamos hasta los lugares de trabajo, nos solían despachar, puesto que pensaban que éramos un peligro para su trabajo y que podíamos destrozar toda su labor. La tejas eran transportadas a lomos de caballerías, (50 o 60, piezas, las más débiles y hasta 100 las más fuer-tes) hasta los lugares de destino. Cada cual, de Sarnago o de otros pueblos, se iba llevando las que había encargado, previo pago de su importe. El Ayuntamiento les cobraba un alquiler por usar la tejera. Como esta gente venía a por dinero, que se lo ganaban con mucho sudor, no pagaban en metálico sino en tejas. Este mate-rial, adquirido por parte del Ayuntamiento, era posteriormente revendido a los vecinos que necesitaban unas pocas tejas, para pequeños arreglos. Como he dicho anteriormente, la tejera de Sarnago, fue destruida completamente, de una manera salvaje, por parte de las máquinas que vinieron para la repoblación de pinos. El “Ángel Exterminador”, montado en su má-quina, a las órdenes de su encargado, que le decía “dale fuerte, más fuerte hasta que se caiga, que es de Sarnago”. En el término de Fuentebella, a escasos 2 Km se encuentra una tejera que se salvó de esta barbari-dad. ¿Qué delito había cometido la tejera de Sarnago para que fuese tratada de esta manera? ¡Seguramente, entre sus escombros, estarán los mejores pinos de la comarca!

Restos del horno de la tejera de Fuentebella

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CONTRATOS DE “TEXERO” (Por Isabel Goig)

Si históricamente el trabajo de la cantería llevado a cabo en Soria lo realizaban canteros cántabros, princi-palmente de la comarca de Trasmiera, las tejas y ladrillos necesarios para la construcción eran fabrica-dos por franceses del Sur, según documentación hallada en el Archivo Histórico Provincial de Soria, sección de protocolos notariales. La tejera utilizada era, casi con seguridad y aunque en los documentos no lo especifique, la que funcionó durante años en las tierras de alrededor de la ermita de Santa María del Monte Seces, propiedad en su día de San Pedro Manrique, y después, por compra, de los vecinos de Sarnago, hoy en ruinas. La ermita del Monte, sobre la que estamos investi-gando, fue un complejo de templo, casa para el santero, tejera, tierras de labor, y prados, dependiente de la parroquia de San Martín, muy rica en patrimo-nio, tanto, que hacía préstamos y ha dejado para la posteridad numerosas obligaciones firmadas por los beneficiarios de esos préstamos. Hasta fechas relati-vamente recientes, los vecinos de Sarnago acudían en procesión a ella. De esta importante ermita publicó Eduardo Alfaro Peña un artículo en la Revista de Sarnago, nº 6, julio 2013, titulado “La Virgen del Monte: rastros y le-yenda”. En la villa de San Pedro Manrique a ocho días del mes de noviembre de mil seiscientos y diecisiete. Se reúnen de una parte Andrés Sánchez, regidor de la Villa en nombre del Concejo de ella, y de la otra Jua-nes de San Per, natural francés, vecino del lugar de San Per en el reino de Francia, oficial tejero estante en San Pedro Manrique. “Y dixeron ser convenidos y conçertados entre ellos en esta manera, lo primero que el dicho Joanes de San Per sea obligado avenir con sus oficiales y cria-dos y rresidir en la texera de esta villa y su tierra donde dicen el termino de Sta. Mª Seces desde el mes de março en adelante del año primero que viene de mil e seiscientos y diezciocho años hasta el dia de San Lucas de dicho año”. Se comprometían a hacer todas las tejas y ladrillos necesarios en la Villa y Tierra, del grandor y marca que se hizo el año de 1610 y la dará a los vecinos a precio de cada mil tejas 42 reales, y cada mil rrexola(1) a 38 reales y cada teja maestra a 8 maravedíes, “el dia que se la dieren y entregaren. Y que no pue-da vender ninguna texa ni ladrillo a ninguna persona fuera de esta jurisdicion so pena de tres mil marave-dies por cada vez que lo hiciere. Lo otro que dicha texa y ladrillo la ayan de dar y ven. bien coçida y drª de dar y tomar abierta (…) la texa que no se ubiere vendido hasta San Lucas la villa y tierra la comprara y la repartira pagandole salario al texero, pero si

pasados (?) dias el texero siguiera cociendo no este obligado el conxejo a pagarle. (…). El conxejo le a de dar adereçado el orno a su costa de todo lo neçessa-rio y la leña de monte baxo que fuere necessario y ugurenos (2) a costa del rreximiento sin le llevar alca-vala ni otra cossa algª por ello”. El Concejo se obligaba a prestar al tejero doscientos reales “luego quel venga a açer la dha obra y a eltiempo que viniere”. El tejero señala de fiador para esos doscientos reales a Pablo Ximenez, vecino de San Pedro. Firman el contrato Andrés Sánchez, Juan Beltrán y Palbo Ximenes Tendrón. El tejero francés dijo no sa-ber escribir. Veintitrés años después se firma otra carta-contrato con otro tejero, también francés. En la villa de San Pedro, a cinco días del mes de abril de mil seiscientos cuarenta “Contrato entre Joanes de Camaçoes y Joanes de Echavarri, franceses, tejeros, vecinos de la villa de Justari (¿Guethary?) del dicho reino y Diego López de la Lobera, regidor de la villa. El precio ha subido al-rededor de un diez por ciento, el millar de tejas 47 reales libres, y el de racholas 42 reales libres, pagado todo cuando el trabajo esté hecho y repartido entre los vecinos. Los tejeros se obligaron con sus personas y bienes hacer en la tejera de la Villa y Tierra (¿la de Santa María de Seces, en término de Sarnago?)”. “todos los millares que pudieran de texas y rrexola desde el presente dia al de Todos los Santos. Es con-dicion que los texeros an de dar a la villa quinientas y veinte texas y otras tantas rrexolas”. Diego López se obliga a dar de socorro lo necesario [ilegible] en cuanto a aderezar el horno y la casa, que ha de correr por cuenta de la Villa, salvo la teja que haya que reponer. Para cocer pueden coger la leña que necesiten de monte bajo y urgunero. Los manteni-mientos así de pan como de trigo haya de ser conforme a los vecinos de Villa y Tierra. Las tejas y racholas que los vecinos quieran han de tener la marca y modelo del patrón viejo de Villa y Tierra.

AHPSO. Protocolos Notariales. Cajas 2603 y 2611

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LA TRILLA (Por César Ridruejo Calvo con el asesoramiento de Ermelo Calvo Jiménez)

Tierras Altas, Agosto de 1952

Amanece en la aldea, los fascales de mies están en la era, a ella llega el agricultor con dos caballerías, trillo y varios aperos que con destreza enlaza entre sí. El gancho central de la bríncula la une al trillo de piedras de sílex. Las otras dos argollas de la bríncula, las engancha a un lado de cada trilladera, los otros lados los une a los tarrollos que cada mu-la soporta en su cuello. La bríncula, las trilladeras, y los tarrollos, los construyó en invierno cuando las nieves le impedían salir de casa. Para los tarrollos utilizó paja de cen-teno metida en una talega estrecha, que para evitar mataduras, debe adaptarse bien al cuello del ani-mal. Para las trilladeras empleó esparto, trenzándolo con pericia hasta formar dos cintas re-sistentes, aunque podía haber utilizado sisal o cáñamo, Poco después las caballerías dan vueltas monóto-namente sobre la parva, arrastrando al trillo y al dueño. A veces las mulas patean rabiosas, son los tábanos que las martirizan. Se oye cantar la chicha-rra con insistencia, no se cansa, a ratos le acompaña un grillo. El botijo está a la sombra de unas gavillas, espera pacientemente ser utilizado. Mientras, va enfriando el agua. Ha venido el pastor a ayudar, ha dejado las ovejas sesteando a la sombra de unos robles. Con una hor-ca de madera revuelve la mies mientras continúa la trilla, a cada rato cambian las tornas. El sol está en lo alto, hace calor de Agosto y el sudor mezclado con el polvo de la paja, pica en todo el cuerpo. Qué suerte, al fin se levanta aire y aprovechan para aventar, para ello utilizan palas de madera de una sola pieza. Una de ellas la hizo el abuelo, ha

aventado con tres generaciones. El trigo cae verti-calmente, la paja vuela algo, va formándose un montón del precioso cereal. Habrá que terminar cribándolo con un cedazo de piel de cabra, luego meterlo en talegas y al hombro subirlo hasta el so-mero de la casa, allí estará bien guardado y oreado. Hay que cuidarlo mucho ya que se convertirá en el pan de la familia para todo el año. El gato evitará que los ratones se aprovechen. La cosecha de hoy es de unas seis fanegas, es decir setenta y dos cele-mines, no ha venido mal el día. La paja se irá echando en una lona extendida en el suelo, que tiene cuerdas de medio metro en cada esquina, una vez llena, tiran los dos a la vez de las cuerdas que están en frente y luego de las otras dos, hay que apretar la paja, después se carga en la mula y se lleva al pajar y así un viaje tras otro. Se oye un ruido arriba en el cielo, ambos levantan la cabeza y comentan algo con admiración. Está volando un avión de propulsión a chorro, es el pri-mero que ven, como cambian los tiempos y pensar que en el pueblo pusieron la luz hacía tan solo dos años. Hasta entonces por la noche solo tenían el candil de aceite. Se acaba el día, se dan prisa ya que tienen que ir al ayuntamiento, hay reunión para tratar algún pro-blema surgido sobre el reo vecino para hospedar al siguiente pobre que aparezca por el pueblo y tam-bién del reo vecino para partir leña para la maestra. Pero antes hay que barrer el empedrado de la era, lo hacen con escobas de cuquillos que hacía meses recogieron por el campo. Ha de quedar todo limpio, mañana es fiesta grande, es Santa Bárbara la patro-na del pueblo y pasará por la era en procesión.

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Pintura de César Ridruejo

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REHABILITAR, REHABITAR Y OTRAS HIERBAS (Por Nacho Luque)

Después de mucho trabajo escribiendo mi artículo concluyo que no se puede resumir la problemática del en-torno rural español en sólo dos folios, y subrayo dos palabras que tengo escritas en el contexto de otras cosas. Rehabilitar es habilitar de nuevo, restituir algo a su antiguo estado. Reconstruir, recuperar. Si algo ha perdido su forma, nosotros se la podemos devolver, recuperando la que tenía en origen. ¿Y el contenido? El pueblo, como ente orgánico que era, tenía vida, evolucionaba al ritmo de sus vecinos y auto-gestionaba moderadamente sus recursos para no caer en el ais-lamiento. Cuando ya no era posible la autosuficiencia, los habitantes de aquellas aldeas estaban obligados a relacionarse con pueblos vecinos asociándose o trabajando para el otro. Así se establecían las relaciones en la vida, en los mercados, en las ferias y en las fiestas patronales. Un pueblo rehabilitado es un pueblo renacido y, como tal, debe ser capaz de mantener un número mínimo de vecinos en un ecosistema tan frágil como lo es el de la autosuficiencia y tan dependiente de su propia energía humana que una gestión incorrecta, lenta, o incompleta podría condenarlo a ser pasto del ol-vido … o a ser rehabitado. Con el abdomen más blando que sus congéneres, el paguroideo “busca conchas de moluscos muertos para refugiarse en ellas. A este proceso se le denomina Tanatocresis. Como crecen, han de cambiar de casa conti-nuamente, entonces el cangrejo empieza por inspeccionar detenidamente con sus pinzas las conchas vacías y, cuando encuentra la adecuada, se muda rápidamente. Para los cangrejos ermitaños encontrar una concha vacía es cuestión de vida o muerte, por lo que son frecuentes las luchas entre ellos cuando hay pocas disponibles”. [1] Rehabitar es una palabra inventada que equivale a repoblar, o sea, a poblar los lugares de los que se ha ex-pulsado a los pobladores anteriores, o que han sido abandonados.“Hola somos un matrimonio con tres hijos ke necrsitamos ayuda economica estamos dispuestos a irnos a pue-blos pekeños en busca de otra vida para conseguir trabajo y casa.ayuda por favor..” Documental básico de realidad: En plena desesperación, la gente estaría dispuesta a irse a Marte si allí les ofrecieran trabajo. Es supervivencia pura, y en todo legítima, pero ¿de verdad hay trabajo actualmente en un pueblo pequeño? La situación es dramática, lo sé, no vivo ajeno a ella, y el entorno rural también está afectado por una proble-mática propia. Las repoblaciones son necesarias, pero hay que hacerlas de una forma responsable y controlada, el pueblo no puede convertirse en el receptáculo de todas aquellas personas a las que les ha ido mal en la ciu-dad. Al contrario, necesita ser receptor de todas aquellas ideas que le permitan, primero, cobrar vida y, después, proporcionar alimento a los vecinos que en él vivan. En estos momentos, el pueblo está más para recibir que para ofrecer. De las razones más posibles intuyo alguna pero, como digo al principio, la problemática del mun-do rural español no puede resumirse en un par de folios. ¿Qué más puede ofrecer un pueblo que la tranquilidad de su abandono? Poco más. Me temo que la única forma de sobrevivir en un pueblo abandonado, o casi, es con un proyecto sólido que respete, por encima de todo, la idiosincrasia e identidad de éste. Reconstruir la casa o cultivar un pequeño huer-to no me parecen proyectos de vida, sino necesidades mínimas. Hay que ofrecer algo más que la ciega aceptación del concepto de “vida idílica” que nos han vendido, algo que impulse la vida del propio pueblo. Yo, que no tengo pueblo pero tengo ciudad, puedo hablar de qué entorno rural busco cada vez que me zambu-llo en una comarca nueva, pero no siempre coincide con los intereses generales del pueblo. Termino el artículo diciendo que, lógicamente, cuando España empiece a generar empleo, primero será en la ciudad …… Más de lo mismo. [1] http://es.wikipedia.org/wiki/Cangrejo_ermitaño

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ENCUENTRO LITERARIO EN SARNAGO (por J.Lacombe)

Nuestra llegada a Sarnago en el año 2010, hace ahora 4 años, ya, la contamos en el número 4 de la revista Sarnago, después, mucho después, enviamos el artículo del periódico L´Essor Sarladais del 4 de octubre de 2013 que narraba la tarde en Sarnago del 21 de septiembre 2013, y que fue acogido en Sarnago con cierto entu-siasmo: ¡se habla de Sarnago en Francia! ¿Qué más se puede decir?¿Quiénes somos noso-tros, los que nos atrevimos a decir que reconocíamos en los relatos de Abel Hernán-dez lo que habíamos conocido nosotros también en los pueblos de nuestros abuelos agricultores, en los años sesenta, setenta, en una época que marca la transición entre la Edad Media y los Tiempos Mo-dernos... pasó sin transición o casi...todo pasó tan rápidamente, los cambios, la mecanización, el Progreso... Me acuerdo, en mi infancia, haber visto a la gen-te del pueblo de mis abuelos agricultores, sobre todo a las mujeres vestidas de negro, con faldas largas, con “quichenottes” negras en la cabeza, que eran sombreros muy particulares, más bien tocados hechos con cañas cubiertas de tela, que protegían del sol de manera muy bonita la cara y la nuca ...las jóvenes tenían ʻquichenottes” de color, con florecitas...Iban al campo, subidas en las carre-tas tiradas por bueyes y fue una emoción grande, un día, acompañarlas en la carreta, chirriante, tra-queteante, lenta como el paso de los bueyes... Cuando llegamos con nuestro coche del siglo XXI,.. muchos años después a Sarnago, el pueblo abandonado cuyo representante José Ma-ri Carrascosa nos había invitado a la función de Abel Vitón sobre las Tierras de Alvargonzález, hubo un momento algo confu-so...Habíamos seguido un camino desierto, de tierra, y, de repente, llegamos a una plaza atestada de muchedumbre, los de Sarnago, los de la Aso-ciación Amigos de Sarnago,..Las miradas, algunas azoradas, otras interrogativas, algunas palabras sino hostiles, más bien algo despectivas; son de Paris hicieron que teníamos prisa de encontrar al señor José Mari Carrascosa y su acogida conciliadora...Y algo pasó, una señora sentada a mi lado me contó que había na-cido en la casa vecina, hoy desvencijada, otra habló del exilio a Tudela, a Logroño, a Madrid...el alma del pueblo se expresaba, tenía ganas de expresarse. Nuestros pueblos de nuestros antepasados callaron más rápidamente. El exilio a la ciudad se hizo también por otras razones que las de la plantación de pinos, sencillamente por razones económicas y las casas se vendieron principalmente a los Ingleses con los que habíamos concluido la Guerra de cien años (la segunda) desde 1453. Lo que quisiera decir para Sarnago es que, en el momento de la foto de grupo, después de las lecturas, algo me pareció precioso y entrañable, es que todos, los de Francia, los de Logroño...y los de Sarnago y pueblos ve-cinos desearon posar juntos, unidos, como una piña...al lado del hijo predilecto particular de Sarnago y de sus lectores. No había hecho yo nunca esto, alentar a un grupo a que leyera, delante del autor, algunas páginas escogi-das...por el placer...Sarnago no había hecho esto tampoco, pues se presentó la cosa como "Primer Encuentro Literario"...y es posible que haya otro ¿Por qué no? Confieso que, a la mañana siguiente, dándome cuenta por fin de que todo pasó muy bien, y que todos habían dado lo mejor de sí mismo y que, hasta el cantautor había apreciado el lugar, su silencio y su belleza, sentí bro-tar una como lagrimita, muy pequeña...de dicha.

Portada del álbum conmemorativo del acto editado por nuestros amigos franceses

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Por fin recordaré a la bibliotecaria de San Pedro Manrique que me dijo algo muy bonito: "Su grupo ha hecho algo que no consigo hacer con mis lectores...una lectura para una velada... "Pero lo que hicieron los de nuestro grupo fue bastante logrado, porque se entrenaron mucho en casa. Una de mis alumnas me dijo que no podía dormirse sin, antes, releer unas frases de su texto...Esto también forma parte del encanto del encuentro... y lo que dio más fuerza todavía a nuestra velada fue la cooperación que nos ofrecieron espontáneamente nuestros amigos y amigas de la Escuela Oficial de Idiomas El fuero de Logroño que conocemos desde hace cuatro años ahora...Su intervención y la ayuda inesperada de Gloria para presentar a su manera a los lectores y a las lectoras hicieron del Primer Encuentro Literario con ABEL HERNÁNDEZ en Sarnago un evento: un encuentro franco-español, en un pueblo abandonado, alrededor del escritor poeta que lo había hecho revivir con sus recuerdos, en sus tres libros...Historias de la Alcarama, El caballo de cartón, Leyendas de la Alcarama.

Y... la sorpresa fue grande y feliz cuando recibimos en Francia por mail enviado por José Mari Carrascosa una fotocopia de un recorte de prensa con fecha del 23 de septiembre del 2013, si, un recorte de la prensa en la que no habíamos pensado cuyo título fue:

SARNAGO CELEBRÓ CON ÉXITO SU ENCUENTRO LITERARIO ABEL HERNÁNDEZ

Foto Iñaki Ustarroz. Algunos de los asistentes al I encuentro literario con Abel Hernández, que se celebró el 22 de septiembre de 2013

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CUARTETA recitada por BEGOÑA LÓPEZ Fiestas de San Juan,

San Pedro Manrique, JUNIO 2010

Autoridades, Concejo, Sampedranos, forasteros…

Aquí en mitad del cerco, mientras se hace el silencio, quiero tomar de vosotros la fuerza para el comienzo y el valor que necesito, para recitar mis versos. Versos que traigo tejidos de recuerdos y deseos.

Desde el centro de esta plaza, con el mayo por testigo, con humildad me presento: Aunque nacida en Logroño, yo desciendo de este pueblo porque aquí nació mi madre y de aquí son mis abuelos. A otra tierra se marcharon, pero aquí quedó, por siempre, su corazón y nostalgia. Aquí dejaron su casa y aquí descansan sus muertos.

En este rincón de Soria, dónde Castilla se acaba, tengo ancladas mis raíces; mi corazón ha crecido en el amor a dos tierras, hermanas de montes y aguas.

Soria, la de las cumbres nevadas: Montes Claros, Cebollera, La Alcarama, La Demanda…

La Rioja, la de las cepas doradas, la de las fértiles huertas regadas por las aguas del Cidacos, el Linares y el Alhama…

Ríos que nacen en Soria y a La Ribera se marchan como lo hicieron sus gentes, como se fue mi familia, en tiempos que fueron duros en San Pedro y su comarca.

De las orillas del Ebro aquí, a las Tierras Altas ¡cuántos vínculos nos unen y que pocos nos separan! ¡Cuantos viajes recorridos!

¡Qué recuerdos y añoranzas!

¡POR NACIMIENTO RIOJANA, POR ANHELO, SAMPEDRANA!

Con mi tía y con mi prima, en mayo, subí a San Pedro a ofrecerme voluntaria, voluntaria porque quiero…mantener las tradiciones y el legado de los nuestros.

Desde niña, apenas sin entenderlo, yo escuchaba las historias que mis abuelos y tías nos contaban de su pueblo.

Cuentan y dicen que hubo, en esta villa serrana, grandes rebaños de ovejas que dieron dinero y fama. Por el puerto La Rochela, hacia Inglaterra exportaban vellones de buena lana, quedando como testigos tantas casas blasonadas…

Pastores y mayorales, después de largos inviernos haciendo la trashumancia, desde más allá del Duero, por mayo ya retornaban. Y los pueblos se animaban con fiestas y con mercados; y en la feria San Antonio hasta San Pedro llegaban del Valle de Tierra Yanguas, desde las Sierras de Oncala, de las aldeas y villas de toda la Sierra de Alba: de Bea y de Villarijo con las cerezas tempranas, mulas, cabritos, lechones…Desde la Rioja con vino, con zapatillas de Arnedo, alpargatas de Cervera, chocolates de Fitero…con aceites de Aragón…. ¡Que mercados los de entonces! - mi abuelo, nos recordaba-, mientras la abuela añadía: ¡Y que animación en la plaza¡ ¡Que bailes con orquestinas

cuando al son de los violines se danzaba y festejaba!

Y el abuelo proseguía… ¿recuerdas las sanjuanadas?

¡¡¡Y cómo no recordarlas!!! La procesión de la Virgen, La Hoguera, La Caballada, el Concejo a caballo a toque de tamboril haciendo La Descubierta. Las Móndidas preparadas para salir a su encuentro… los quintos pingando el mayo, las cuartetas en la plaza…¡Que hermosa la sanjuanada!!

Yo he vivido estas fiestas y hoy me siento emocionada por celebrar con vosotros una nueva sanjuanada.

RIOJANA, POR NACIMIENTO POR DESEO, SAMPEDRANA

¡Cuántas emociones juntas!

Estos días, en la casa que fuera de mis abuelos, he sentido la presencia de todos los que se fueron; la alegría de mi tía gozando del reencuentro con sus paisanos y amigos; y en las vigas de la sala, dónde mi madre naciera, colgadas con mucho mimo blancas enaguas de encaje y el mantón de fina seda, testigos por muchos años de móndidas sanjuaneras.

Cuando terminen las fiestas yo me marcharé del pueblo y conmigo para siempre ¡Qué puñado de recuerdos!! ¡Cuántos recuerdos me llevo!

Me llevaré en mis oídos la música de la charanga, en la ronda con las peñas; el trote de los caballos haciendo La Descubierta; en el viejo horno que fuera del padre de mis abuelos,

las voces de los chiquillos, trajinando con su peña.…

Y en mi retina grabada esta mágica mañana, este concurrido cerco…con las caras de las niñas, que miran embelesadas y la atención de las muchachas, que harán posible, muy pronto, otras nuevas sanjuanadas….

Y aquí en mi corazón, guardados por vida, mi cariño y gratitud a la gentes de esta tierra.

De forma particular, a todas esas mujeres que con tesón y trabajo han preparando las fiestas: friendo buenos rosquillos, sacando de los armarios las faldas y los mantones, almidonando enaguas preparando los cestaños…

Mujeres que con paciencia van prendiendo con primor rosas y cintas de seda, y colocan con destreza, los arbujuelos y panes que ofrecemos durante misa mayor a la Virgen de la Peña.

¡Manos de mujeres sabias que con trabajo callado hacen posible la fiesta! Mi gratitud a vosotras. Y para todas, mis besos

Va también mi amistad a vosotras, compañeras. Por las horas compartidas, ¡Por estas hermosas fiestas!

RIOJANA DE NACIMIENTO, DE CORAZÓN, SAMPEDRANA.

Para despedirme quiero gritar a los cuatro vientos lo orgullosa que me siento por ser mondida en San Pedro!!!

Autora: María del Mar del Rincón Ruiz [email protected]

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EN 1.551, EN SAN PEDRO MANRIQUE Y SARNAGO... (Por Félix Manuel Martínez San Celedonio)

Hoy vamos de estadísticas. A fin de poder cal-cular el subsidio que se debía presentar en el Sínodo a celebrar en Logroño el año de gracia de 1.552 bajo la presidencia del Obispo, que por aquel en-tonces era el intelectual, profesor y escritor andaluz Don Juan Bernal Díaz de Luco (1.495-1.556), se levantó por los visitadores eclesiásticos y sus correspondientes notarios, que eran los que daban fe de los datos recogidos y que a tal efecto se enviaron por toda la diócesis, un censo general de todas las iglesias que componían en ese momento el extenso obispado calagurritano.. Por cierto, como datos curiosos sobre el talento de este hombre, di-gamos que llegó a celebrar hasta cinco sínodos entre Vitoria y Lo-groño, aparte de asistir al Concilio de Trento y ser miembro del Con-sejo de Indias con el Emperador Carlos, Doctor y Profesor de Griego; todo ello aparte de su bri-llante carrera por Huelva, Huesca, Salamanca, Toledo, Compostela, etc. Vamos, una lumbrera de hombre. Pero antes de llegar a este Concilio ya se habían celebrado otros dos más en Calahorra y Logroño, los años 1.542 y 1.544, por la misma cuestión bajo los Obispos Don Antonio Ramírez de Haro para el pri-mero (1.541-1,543) y Don Juan Yáñez para el segundo (1.543-1.544), pues todo ven-ía como consecuencia de una disposición del Papa Pablo III que concedía al Empera-dor Carlos I de España un subsidio para ayudar al mantenimiento y equipamien-to de 21 galeras reales destina-das a las lucha contra la amenaza del turco y el Islam en el Mediterráneo. Seis mil ducados anuales era el precio del sostenimiento de cada galera que tenían que sub-sidiar los beneficios del clero español. Era, pues, la tercera vez que se intentaba meter en la vereda del acuerdo a las iglesias de la diócesis calahorrana. ¡Ayayay el dinero! Que una

cosa era rezar por la buena marcha de la causa y otra rascarse el bolsillo. Useasé, que como diría aquel, cada diócesis tenía que limpiarse la bolsa, y de eso se trataba, de ver

cuanto tenía que apoquinar cada quinqui para cumplir la gracia otorgada por de Su Santidad, que para estas cosas se mostraba generosa. Y como resultaba que el rey de España estaba casi sin blanca... Pero es que también los de nuestro clero decían que, aunque pareciese lo

contrario, se hallaban a dos velas. ¡Pues vaya plan! ¿Cómo íbamos a darle caña el turco sin barcos? Ya he señalado en alguna ocasión cómo todas estas tierras se hallaban englobadas hasta mediados del siglo XX en lo eclesiástico a esta diócesis, así como en lo civil, Calahorra per-teneció hasta la nueva división te-rritorial del siglo XIX con la crea-ción de la provincia de Logroño, a Soria donde, por cierto, estábamos muy a gusto. Desde luego, en esos momentos, más que en la nueva de Logroño. Prueba de ello fueron las dos ocasiones en que pedimos a la Corona volver a ser sorianos, pero Logroño, como no podía ser de otro modo, no estuvo por la labor. La cuestión era conocer la situación real de la economía y sobre todo de las rentas de las iglesias para llegar a un punto de acuerdo en el dichoso reparto para fijar definitivamente lo

que debía contribuir cada uno en la composición de ese fondo que sufra-gase esos gastos de guerra, reparto al que dicho sea de paso la iglesia se re-sistía como gato panza arriba, remolo-neando, alargando el asunto con ges-tiones, averiguaciones, investigacio-nes, aportes de datos, trámites y más

trámites..., a ver si a lo mejor con el paso del tiempo, quién sabía si la cosa no podría quedar superada por los acontecimientos, pero en esta oca-

sión parecía que la estrate-gia no iba a dar el resultado apetecido. No, el Arzobispo de Sevilla, Don Juan García

de Loaysa, que era el encargado de la colecta Real, exigía a cara de perro la pasta sin más retrasos.

Begoña López, Móndida 2010 recitando la cuarteta

Foto Francisco Ruiz

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Es que estaban en 1.542 y el obispo de Calahorra había prometido el pago en 1.541 y, oye, que no soltaba nadie la te-la...Por eso el 2 de Enero de ese 1.542 el obispo Ramírez de Haro convocó el Sínodo ur-gente de Calahorra. Bueno, la que se montó fue curiosa, protestas, más protestas, estadi-llos, listas, repartos, que si, que no, que llueva a chaparrón, total, que para el 23 de Abril de 1.543 los comisionados lo tenían todo listo o por lo menos eso decían ellos... ¿Que sííí?. ¡Ya, ya!. Los clérigos dijeron que nanay del Paraguay, que de eso nada de nada, y el muerto le cayó al siguiente Obispo Don Juan Yáñez que fue quien a la vista del percal convocó el se-gundo sínodo. Hizo cambios en el equipo de delegados, cortó por aquí, zurció por allá, se hicie-ron nuevas tasaciones,- ¿Resultado?, ídem de lienzo, que los paganos decía que si verdes las habí-an segado maduras las habían cogido. Que no pagaban, vamos. Y otra vez como al principio, así se iba alargando, alargando y alargando hasta que le cayó el marrón al siguiente obispo Don Bernal Díaz. ¡Qué cosas estas de los dineros, Señor! Por cierto, tanto Yáñez como el que ahora llegaba, Luco, fueron hombres afines al Emperador. El caso era que las visitas, de ordinario, las rutina-rias, solían ser normales, sin grandes problemas, y en algunas de ellas incluso eran los propias curas los que llevaban los datos requeridos, sin más ave-riguaciones, ante la iglesia principal de la que dependían. Pero había visitas de visitas, y es-ta...¡Huuuu! A ver, ¿a quien le gusta pagar impuestos, y más si son extraordinarios (las temidas derramas que di-ríamos nosotros hoy) y más sin son para quemarlos en guerras? Hombre, no digo yo que no pueda haber por ahí algún cándido suelto, bueno, inocentón, ingenuo, pero por lo general... ¡Ja! La cuestión fue que todos aquellos trámites, cuando se hacían como Dios mandaba, tenían su parte positiva pues los visitadores recogían a forma de inventario general todos los datos de las iglesias,

tales como su conservación de fábrica, atención espiritual a la feligresía, condiciones en que se en-contraban todas sus instalaciones, aras, orfebrería y vasos sagrados, libros, ornamentos, dependencias, limpieza, coros, pilas de bautismo, retablos, imagi-nería, ermitas, etc, etc., incluso la situación económica de los propios feligreses, incluidos los casos de pobreza severa y miseria, casos que, por cierto, el visitador se veía obligado a resolver como buenamente pudiese. Excusado es decir que cuando todo esto se les venía encima a los párrocos y coadjutores (benefi-ciados) correspondientes, no era motivo de alegría precisamente. Eso de que le controlen a uno la vida, y lo que es peor, los dineros... Con lo tranquilos que estaban en los pueblos donde eran considerados, respetados, consultados... desenvolviéndose a su aire, sin problemas... Y ahora venía toda esta tropa de Roma, Sevilla y Calahorra... ¡todos por un lado o por otro a complicarles la vida!... ¡Jo! La Diócesis de Calahorra, a la que, como digo, por entonces pertenecían todas las tierras y pueblos de Yanguas y San Pedro Manrique, tenía organiza-do el territorio en Arciprestazgos, representados cada uno de ellos por un Presbítero, llamado Arci-preste, que ejercía ciertas atribuciones sobre los curas e iglesias a su cargo y que tenía derecho de asiento en la Catedral de Calahorra por designación directa del Señor Obispo, que como es bien sabido, era, por describirlo de alguna manera, el jefe de todos los jefes diocesanos.

Móndidas de San Pedro Manrique, años 60

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San Pedro y por supuesto también Sarnago, que-daron incluidos en el Arciprestazgo de Yanguas, junto con otros cincuenta y siete pueblos más (pos-teriormente todo ese vasto territorio se subdividió en otros dos arciprestazgos; uno fue el propio de Yanguas y otro con sede en la misma villa de San Pedro Manrique). El que ahora nos ocupa, antes del desgaje, esto es, el unificado de Yanguas comprendía las siguientes localidades (entre paréntesis tal como el visitador las redactó): Diustes, Camporredondo, El Villar de Maya (Mayuela), Santa Cecilia, Valdecantos, Bre-tún,.Lería, La Vega, La Mata, Vellosillo (Villosillo), Santa Cruz , La Laguna, Verguizas, Vizmanos (Mismanos), Ledrau (Ledrado), Valloria (Villoria), Las Aldehuelas (Aldinelas), Los Cam-pos, Villaseca Somera, Villaseca Bajera o Jusana, Valduérteles (Valdehuérteles), El Villar, Aldealcar-do (Aldea del Cardo), La Cuesta (La Quesra), Taniñe (Tañeñe), Las Fuentes de San Pedro, Huér-teles (Guérteles), Oncala (Honcala), El Collado, San Andrés, Matasejún, Rabanera, Buimanco, Bea, Val de Moro, Acrijos (Hazertijos), Fuentebella, Valdenegrillos, Valdeprado, Castillejo, Valdelavi-lla, Valdelasfuesas, Valtajeros, Cerbón., Magaña, Cigudosa, Aguilar, Navajún (Navaxún), Valdema-deras, Ynestrillas, Cervera., Ejea (Exea), Cornago, Valdeperillo, Villarijo (Villarejo), Armejún (Arme-jón), la propia Yanguas y nuestros Sarnago y San Pedro Manrique. En total, los susodichos 59 pueblos. Sarnago contaba con 36 vecinos y pertenecía a San Pedro, La iglesia dedicada a San Barto-lomé estaba agregada a la de San Miguel en San Pedro. Se hallaba servida por Pedro Ruiz, que era su capellán. En el pueblo radicaba una sola cofradía, que decía no tener bienes ni ren-tas propias; esto es, que o no le dejaron heren-cias o fundación o, si lo hubo, o pasó a la parro-quia o se lo callaron por la buena marcha del negocio. Por lo contrario la iglesia de Sarnago, como institución, parroquia y fábrica, sí declaró que ingresaba para sus gastos la cuarta parte de la primicia que cobraba. Además, poseía renta propia; se trataba de tres fanegas de centeno y dos y media de trigo.

Por su parte San Pedro Manrique era, junto con Cervera y Cornago, los tres pueblos de mayor vo-lumen de todo el arciprestazgo, pues poseían 300 vecinos cada uno. Curiosamente, más que la propia cabeza arciprestal, ya que Yanguas tan sólo sumaba 200. Pero así como Cornago tenía 12 curas y Cervera solamente 8, San Pedro estaba servido nada menos que por 31. Yagüas tampoco se quedaba manco, pues tenía 27 beneficiados. ¡Qué tiempos aquellos! ¿eh?. Bueno pues que no extrañen a nadie estas cifras. Hay que tener en cuenta la situación del momento histórico que se vivía y comprenderlo con la óptica de entonces ya que hacerlo con la actual sería, como bien puede suponerse por pura lógica, un craso error. Entonces la carrera eclesiástica era una excelente salida para el porvenir de bolsa y manduca de mu-cha gente que, de otra manera, habrían sido carne de cañón en el paso por aquella perra vida. Y para otros, los de la posición noble, era una forma de obtener poder personal y prestigio. Y con el poder ya se sabe lo que viene ¿o no? Pues eso... Y cuando se tiene todo junto ¿qué?, ¡aaah! La misma situación vocacional se repitió, por ejemplo más cercana, tras la guerra civil española de 1.936-39 en que gracias al fruto de las misiones que se llevaron a efecto por todos los pueblos, se llenaron los seminarios y conventos de ¿vocacio-

nes? Oficialmente sí, pero lo mollar fue el hecho de que aquello representó la solución para que muchas familias humildes y pobres, en plena penuria de dinero y posibilidad de formación educacional, die-sen salida a sus hijos.

Trillando en la era, San Pedro Manrique. Agosto 2010. Foto Félix Esáin

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Y puestos en ese ambiente, era relativamente lógi-co que San Pedro tuviese las iglesias de San Miguel, San Juan, Santo Tomás, Santa María (de la Peña) y San Martín. Nada más en San Miguel había once beneficiados. En Santa María de la Peña cinco y medio; en San Juan tres enteros y dos medios; en Santo Tomás uno y en San Martín, nueve. (Poste-riormente desaparecería Santo Tomás) Y digo relativamente, porque Yanguas tenía solo tres y la diferencia de curas era de cuatro más en San Pedro con esos dos edificios más. No guardaba proporción. Y también estaba la cuestión en el dominio de señorío. Yanguas estaba bajo el Conde de Aguilar. Todo el pueblo y término de San Pedro eran de los Manrique, Ducado de Nájera, desde 1.464 La dife-rencia entre depender de un Señor o hacerlo directamente de la Corona era también algo a tener muy en cuenta, pero claro, eso no dependía de la voluntad de los vecinos de los pueblos, que eran simples espectadores en ese juego de intereses de tierras, administración y rentas. En 1.383, y como consecuencia de la llegada al poder de los Trastámara catorce años antes (el primero de ellos, fue proclamado Rey en Calaho-rra en 1.366, dando así comienzo a la guerra civil fraticida), tras el asesinado de Pedro I en una em-boscada que le tendieron en el campamento de Montiel, próximo a Ciudad Real, a manos de su hermanastro Enrique, ayudado por Beltrán Du-glesclín, en 1.369, su hijo y sucesor, el rey Juan I (1.358-1.390), suprimió a San Pedro la condición de villa realenga para descenderla a señorío en-tregándola al poder de la familia Manrique, que desde entonces hacía y deshacía, cortaba y trin-chaba según su entender. Vamos, una faena. Contaba San Pedro Manrique con un hospital, lo mismo que lo tuvieron Yanguas, Santa Cruz, El Villar, Magaña, Cigudosa, Aguilar, Cervera, Ejea (Igea) y Cornago. Esos hospitales solían ser sufragados por dos vías. O bien a través de una especie de fundación a forma de cofradía de ca-rácter mixto cívico-religioso que se nutría de la caridad a base de limosnas o aportaciones públi-co-privadas, o por administración directa de la iglesia (esto último era más propio de las cabece-ras de Obispado o ciudades importantes, como sucedió, por ejemplo, en Calahorra con el de San Lázaro, que además de ser hospital albergó en su interior un corral de comedias que ayudaba a su-fragar los cuantiosos gastos, y por donde desfilaron, por cierto, las mejores compañías del momento. Por lo general, en los pueblos pequeños, estos establecimientos eran más bien humildes, rayando

en la pobreza. Los documentos los citan también con el nombre de “Lazaretos”. Eso era para los hos-pitales donde se recogía a los hombres y de “Magdalenas” para los de mujeres. El patronazgo de San Lázaro fue tomado de este Santo que, según creencia medieval, murió leproso. El desarrollo de los Lazaretos y Magdalenas tuvo su cenit precisamente en aquel tiempo, con motivo del auge de las vías jacobeas. A la entrada y salida de las ciudades se instalaban, como pauta general, es-tas casas de auxilio con el fin de dar albergue y cura a los peregrinos. Incluso existió una Orden Hospita-laria de San Lázaro. En cuanto a San Pedro El Viejo, en ningún mo-mento fue hospital ni lazareto, como algunos han creído. Además, ya se ha señalado en alguna oca-sión también cómo este cenobio románico fue (yo hasta ahora no he tenido todavía acceso a ningún documento directo) una posesión más de la orden religioso-militar de los Caballeros del Temple. Bueno, posesión plena o encomienda. Ya hablare-mos algún día de esto.

Manuel Vallejo, de Sarnago, años 20

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LAS MÓNDIDAS Y LAS CUARTETAS (Por Dolores Sáez Calonge)

Yo anhelara que mi canto resonara por doquiera

e hiciera saber al mundo que en la cumbre de estas sierras

hay un pueblo, y ese pueblo Sus tradiciones conserva.

Desde siempre se han considerado las fiestas de San Juan muy anti- guas y las móndidas se ha creído que representaban el tributo de las cien doncellas. En las cuartetas primeras que con- servamos Se dice:

(1876). Allá en los tiempos lejanos cuando no padecerían

padres que hijas tenían, es decir los sampedranos.

Entregarlas a africanos infieles pensarlo espanta.

(1904). Dicen que estas fiestas son origen de un rey ingrato

que se llamó Mauregato en esta nuestra nación. Ofreció en contribución a un rey moro victorioso el tributo escandaloso

de cien doncellas, ¡qué horror!

En I924 Don Mariano Iñiguez dice de las móndidas en Actas y Memo- rias de la Sociedad Española de An- tropología, III:"Representan las món- didas de San Pedro Manrique, a las antiguas sacerdotisas de las tribus celtibéricas las que, entre los feste- jos dedicados al sol, al entrar en su ciclo solsticial le ofrecían, como divi- nidad por ellos considerado, frutos de la tierra" (Ritos celtibéricos: las fiestas de San Pedro Manrique).

En los años 30 alguna cuarteta dice:

Yo no Creo que esto sea recuerdo de vil tributo, a placer cada uno vea

su origen que no discuto. Son como dice la historia

estas fiestas populares de antigüedad muy notoria de Celtiberia indomable.

En 1934 Se habla de vestales sa- gradas y ofrenda al sol.

Son las vestales sagradas que al astro rey ofrecían

de San Juan en la alborada lo mejor que poseían.

Son las que en nombre del pueblo móndidas purificadas

hacen con gracia al solsticio las ofrendas preparadas.

A lo largo de los años conviven las dos versiones y adquieren un tinte juglaresco.

“Si queréis moros, doncellas, no vengáis equivocados.

Primero buscad los hombres, después cristianos buscaros, que mientras espadas haya, mientras mozos esforzados, no llevaréis las doncellas

¡por la Virgen, por Santiago!

Los cambios sociales han ido adecuando las cuartetas a la reali- dad sociológica de su tiempo. Así en los años 60 se dice:

Descanse en paz D. Ramiro entre laureles de gloria.

Descansen en paz los moros. Descanse la vieja historia.

Ni tradición ni leyenda voy a tejer en mis versos sino el presente y futuro

de la fiesta y nuestro pueblo.

Por los años 70 tras la dura emigra- ción que asoló estas tierras:

Hay muchas puertas cerradas en toda la Villa y Tierra si te acercas al umbral, llamas y no re contestan Como tributo al progreso

se marcharon las doncellas y los mozos y los niños y las familias enteras

En los 80, despuntan voces reivin- cativas:

Vamos a gritar muy alto sin miedo, con arrogancia, que en esta villa serrana hay gente que se levanta que no se resigna a ser sólo tradición y danza.

En los 90, esperanzas y realidades:

Quiero hacer en mi cuarteta capítulo alborozado

de un futuro, que ya espera a la tierra sampedrana

-San Pedro el Viejo lo otea y el castillo Se estremece

y el Linares canta y cuenta pensando en ese mañana de luz sobre las tinieblas.

Algunos ya van volviendo el pueblo ya sonrió,

se ven niños en las calles con ellos soñaba yo.

Últimamente son las cuartetas mo- dernas composiciones de mayor calidad poética si cabe pero de me- nos carga popular y juglaresca que se va sustituyendo por la reivindi- cación social y la exaltación de los valores humanos.

Y habrá música en el aire olor a pan recién hecho. Algazara de chiquillos

y las campanas al vuelo. Pan, dignidad y trabajo; alegría en los hogares

cuando el sol cada mañana despierte nuestros afane

Las expertas manos de Dolores vistiendo a Begoña, Móndida de San Pedro 2010

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30 Asociación Amigos de Sarnago Desde 1980

LOS RAMOS DE TIERRAS ALTAS. (Por José Angel de Miguel Pérez) Uno de los elementos fundamentales en los rituales festivos de las Tierras Altas sorianas es el Ramo. Pocos son los pueblos de esta zona donde el árbol no tenga cierto protagonismo en las fiestas patronales actuales. He de decir de antemano que este artículo surge de mi propia experiencia como gaitero, que en mi peregrinar por estas tierras he podido comprobar, in situ, la variedad de liturgias que rodean al Ramo. En los pueblos en los que no he tenido la suerte de amenizar sus fiestas han sido sus propias gentes o la mera presencia en las mismas las que han colmado la curiosidad. Corría el año 96 cuando tuve el primer contacto con este ritual. Fue en la Ventosa de San Pedro, el 15 de Agosto por la tarde, a ritmo de pasacalles debíamos ir a buscar al Mozo del Ramo que nos esperaba con un espectacular fresno adornado con unos roscos azafranados y con pañuelos flori-dos de colores vivos donados por las mozas. Una vez constituida la comitiva y sin resuello tocaba recoger, una a una a las tres Móndidas, dirigiéndonos, junto al resto del pueblo a la iglesia para procesionar de manera con-junta lo pagano y lo religioso. A partir de ese momento la relación con las liturgias arbóreas de Tierras Altas ha sido una constante. Uno de los aspectos que más me llamó la atención es lo poco que se conocían estos ritos por el resto de la provincia, cosa que no es de extrañar dado el exacerbado centralismo que opera a favor de la capi-tal y las cabeceras de comarca en detrimento del resto de poblaciones de menor entidad.

A diferencia del Mayo, el Ramo no es el árbol que se deja desnudo para luego exhibirlo majestuosamente en la plaza del pueblo, sino la copa del chopo, fresno, arce ….que sin des-hojar se adorna con cintas, pañuelos, roscos, o como en el caso de Valdelavilla que a su ornamentación se le añade a un buen número de velas de cera. Ejemplos de Mayos en la zona son más bien escasos, el recuperado Mayo de Sarnago que se planta con motivo de las Fiestas de San Bartolomé y el que se levanta el día 24 de Junio en San Pedro Manrique, coexis-tiendo ambos con Ramos tupidos de hojas y que sirven de Guión a sus Mozos respectivos. Como digo, los ramos suelen estar vestidos de cintas y pañuelos que son donados por las mozas del pueblo, con las connotaciones de cortejo que ello conlleva. Una vez vestido el ramo se exhibe ante el vecinda-rio para dar el visto bueno y posteriormente procesionarlo por las calles del pueblo, junto a las imágenes de los patronos, a los efectos de limpiar malos augurios o contagiar de buenas energías a la comunidad. El responsable del Tótem, como si de un sacristán se tratara, es el Mozo del Ramo, que depen-diendo del pueblo su protagonismo es mayor o menor. Ramos todavía se exhiben en Sarnago, Ventosa de San Pe-dro, Villar del Río, Diustes, Montaves, Palacio de San Pedro, Bretún, San Pedro Manrique, Matasejún, Las Villasecas, Valdelavilla…En otros lugares la despoblación se ha llevado estas tradiciones que a buen seguro tenían su protagonismo en las fiestas patronales, como es el caso de Acrijos, que en el

Domingo de la Santísima Trinidad, que era el anterior al jueves en el que se celebraba el Corpus Cristi, el Mozo del Ramo por-taba un Maguillo que a modo de estandarte acompañaba a las

Móndidas, una vez que había visitado las casas del Cura, el Juez de Paz, el Alcalde y los Mayordomos. Cierto es que entre todos los Ramos de Tierras Altas existen muchas semejanzas, pero también hay muchas peculiaridades que los hacen distintos entre sí , y a su vez el protagonismo que tienen en la fiesta varía según la coexistencia con otros elementos festivos. Quizás en el pueblo de la zona donde más protagonismo tiene el Ra-mo, y por tanto es el elemento principal de la fiesta es en el Villar del Río. Una vez cortado el chopo por el Mozo ( acompañado por el resto de los mozos) en la alborada del 29 de Agosto, el Ramo preside los actos prin-cipales de la fiesta y a modo de elemento purificador juega un papel primordial en la Corrida del Rosco, una especie de carrera consistente en atizar con las ramas del Ramo, previamente danzado y alzado en la plaza por todos los mozos, a aquel o aquellos con los que se ha concertado, a ritmo de la monótona música de las gaitas, que a modo de un mantra imbuye al gentío en los tiempos de la Pelendonia. Las carreras son constantes y cícli-cas, y tras una hora aproximadamente los lugareños y forasteros se han dado un baño de tradición purificando el espíritu con la liturgia de los ancestros.

Ramo en la procesión de Sarnago. Foto Félix Esaín

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Para Santa Cristina, el 24 de julio, en la vecina Bretún, el Ramo se convierte en un artificio en el que el vecindario en el momento de en el que se va a pedir el “Duro”, una especie de Gallofa, dona una rama que se va incorporando al “ Tranco”, un mástil de madera que acaba siendo un auténtico ramo, adornado también, con pañuelos multicolores. En Sarnago, en las fiestas que se celebran en honor a San Bartolomé, el 24 de agosto, el Ramo, una vez procesionado por el Mozo de Móndidas, se convierte en el objeto de una reyerta entre los vecinos de los dos barrios en los que se dividía la localidad: Por un lado, los unos que pretenden meter el ramo por una ventana de lo que fue el antiguo ayuntamiento y los otros que tratan de impedírselo, claudicando estos últimos a favor de los primeros que consiguen, tras el forcejeo, introducir los restos del árbol para el alborozo de la concurrencia. Antiguamente, en esta localidad, este rito se celebraba para la Trinidad. Lo cierto es que estos actos tienen que ver más con la primavera que con épocas estivales, pero el acomodo de las fiestas a las vacaciones laborales hace que se produzcan estos anacronismos estacionales. En Santa Cruz de Yanguas, el primer fin de semana de Septiembre, también puede observarse una tradición arbórea, las casas se ven adornadas por pequeñas ramas que presiden sus facjadas, muy similar a las enramadas que se celebraban en la víspera de la Pascua Florida, el Domingo de Ramos o en la noche de San Juan, probablemente en su origen con el ánimo de proteger los hogares y asegurar la prosperidad de sus moradores. Todos estos ejemplos no dejan de ser expresiones de una tradición que dista mucho de lo que fue en sus orígenes, quedando , como señala el profesor José Luis Alonso Ponga, reducidas a un esquematismo muy simplón, pero que mantiene viva la llama de aquellas culturas donde el árbol, en sus distintas expresiones, ramos, mayos e incluso las cruces, significaba el “ axis mundi ”, el eje primordial que une el cielo, la tierra y el mundo subterráneo; siendo el elemento que propicia la comunicación entre lo divino y lo humano, evocando el tiempo circular del eterno retorno que alude a la fecundidad, el crecimiento, la regeneración, el renacimiento, la sabiduría, la longevidad y la inmortalidad. Todas estas celebraciones expuestas son herederas en mayor o menor medida de fiestas ancestrales como la Mayumea fenicia, la Hilaria griega o la Floralia romana, sin perder la perspectiva de la influencia que también pudo tener determinadas deidades de la Pelendonia como Cernunnos o las Matres, ambas relacionadas con la naturaleza, la fertilidad, la salud y la abundancia. Ahora lo único que queda en mantener estas tradiciones, saber transmitirlas y entender su esencia.

Ramo en Villar del Rio con su séquito

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PATRIMONIO HISTORICO-ARTISTICO Y EXPOLIO EN LA VILLA DE SAN PEDRO(Por Miguel Ángel San Miguel) Era 1967 y me encontraba con Juan Antonio Gaya Nuño en el piso que tenía en Madrid, en la calle Ibiza. En-tre sorbos de ron Bacardy íbamos hilando conversaciones sobre la situación de España, donde no veíamos el final de un régimen que parecía eternizarse; entre otros temas tratamos del expolio del patrimonio artístico en la provincia de Soria. Como no podía ser menos le comenté las ventas de arte sacro en San Pedro Manrique y la rapiña llevada a cabo en el convento de San Pedro el Viejo.

En ese momento el profesor Gaya frunció el ceño y después de hablar de la venta a EEUU de las pinturas prerrománicas de San Baudilio de Berlanga, ampara-da en su momento por el Tribunal Supremo, me dijo: “la pérdida del patrimonio artístico en España ha sido una desgracia, en este tema, nuestra provincia se lleva la palma”. Entonces pasó a recomendarme la lectura de una de sus obras que lleva por título “La arquitec-tura española en sus monumentos desaparecidos .Espasa-Calpe. Madrid. 1961” Después comencé a darle detalles sobre el expolio de los restos escultóricos de San Pedro el Viejo; y a par-tir del año 54 de la venta de varias imágenes de arte sacro; las más relevantes: un calvario gótico y dos vírgenes románicas. En años sucesivos problemas más urgentes me lle-varon a olvidarme de estos asuntos, pero con el paso del tiempo la pérdida y conservación de nuestro pa-

trimonio se me ha tornado en tema recurrente. En el caso de la villa de San Pedro Manrique el expolio viene de lejos y no me refiero a bienes muebles e in-muebles sino también a espacios urbanos y naturales ligados con nuestro presente y pasado histórico. Se tienen noticias de que había un archivo histórico de la villa, sin que se sepa cual ha sido su paradero. De todo ello sólo nos quedan tres ejemplares conservados en el archivo del juzgado de paz de la villa, entre ellos la copia literal del Catastro de Ensenada y otros documentos del siglo XV relacionados con litigios entre la villa y el pueblo de Buimanco. El deterioro del arte sacro comenzó cuando un alcalde, de infausta memoria, ordenó quitar las tejas de la igle-sia de San Miguel, gótica del siglo XV y una de las cuatro parroquias de Villa y Tierra, para con ellas hacer el tejado de una escuela. El templo desprotegido y sin cobertura, fue arruinándose paulatinamente; de él todavía siguen resistiendo la torre, los muros exteriores, sus columnas y algunas bóvedas apenas sostenidas por la ar-madura de sus nervios. Del expolio de portada y canecillos de la iglesia románica de San Pedro el Viejo, la gente casi centenaria to-davía lo recuerda; Gervasio Manrique, en el número 39 de la Revista Celtiberia, habla que se los llevó un anticuario sin escrúpulos sin que mediaran protestas, para acabar según algunos testigos, que afirman haberlo visto en el museo de los claustros de Nueva York. La tradición nos dice que este edificio perteneció a los tem-plarios, una orden militar de monjes soldados que debieron asentarse en la villa cuando San Pedro y su comarca formaban parte del reino de Aragón en época de Alfonso I el Batallador. Las pérdidas de imágenes sagradas, se produjeron a partir del año 1956; cuando se vendió un calvario gótico del siglo XIV con crucificado tocado con corona real, que se encontraba en un retablo inmediato al baptisterio de San Martín y que era gemelo y quizás de la misma escuela del que se halla en lo alto del muro septentrional de este templo. Por las mismas fechas y en un lote distinto se vendieron dos vírgenes románicas y una Santa Ana con la vir-gen en sus brazos, que me resulta difícil clasificar. El precio que se pagó por el calvario fue de 150.000 pesetas y 50.000 por las dos imágenes románicas. Pero recientemente tuvimos noticia, sin duda, de la mayor pérdida sufrida por la villa; fue con motivo de la existencia en el museo Marés de Barcelona de una virgen con niño de finales del siglo XV; es una de las escul-turas más destacadas de este museo y junto a la imagen consta su procedencia de San Pedro Manrique. Se trata de una pieza excepcional, perteneciente a la escuela de Gil de Siloé, sin duda el mejor escultor que trabajó en la península en el siglo XV. Tal obra está emparentada con los retablos de la cartuja de Miraflores, de la iglesia de San Gil de Burgos y el tríptico de la colegiata de Covarrubias.

Imagen restaurada de Santa María de la Peña

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Algunos articulistas afirman que esta obra debió ser una donación de la reina Isabel la Católica al convento de San Pedro el Viejo. De esta obra no tengo constancia de la época en que fue vendida, aunque parece ser que lo fue antes de la Guerra Civil. El expolio de arte sacro prosiguió en los años siguientes, en concreto poco antes de los años 60, con la des-aparición de dos ternos de uso litúrgico, uno de ellos para el oficio de difuntos y otros de gran ceremonia que devolvió la diócesis de Calahorra cuando San Pedro Manrique pasó a la diócesis de Osma. Para concluir he de referirme a la última de las desapariciones; tuvo lugar en la década de los años sesenta; se trataba de un lienzo tenebrista de grandes dimensiones que representaba a un santo arrodillado, desnudo de cintura para arriba, en actitud de penitencia que se hallaba sobre la puerta que daba acceso a la sacristía y sobre el que después de mucho indagar nadie ha sabido informar sobre su actual paradero. En contraposición a esta tarea depredadora he de mencionar el celo con que los últimos tres curas han trata-do el patrimonio eclesiástico, inventariando y restaurando debidamente; entre estas obras cabe mencionar dos pinturas en cobre y algunos lienzos así como las tallas de San Pedro y Santa María de la Peña, patrona de Villa y Tierra. No obstante debo hacer un reproche y es que coloquen, de una vez por todas, la tronera de San Pedro el Viejo (que pudo ser salvada “in extremis”) cuando estaba a punto de ser expoliada, en el baptisterio donde se encuentran otros restos románicos como la portada románi-ca de San Martin. La obra civil no ha tenido mejor destino; en la década de los años 20 se derribó la puerta del Cinto, con el escudo de la familia Manri-que, señores jurisdiccionales de Villa y Tierra, el arco de Santa Anita y la Picota. Algunos escudos pertenecientes a ennoblecidos ganade-ros han desaparecido, como el que llevaba la divisa de los Valdeose-ra, que perteneció a J. Bretón, uno de los últimos alcaldes, por el estado noble, de San Pedro. En los últimos años ha proseguido este deterioro con el derribo de la casa de Juntas, cuya fachada principal bien pudo haberse conser-vado, y el paso de las ruinas de San Pedro el Viejo a propiedad par-ticular como consecuencia de una concentración parcelaria que no tuvo en cuenta la conservación del patrimonio de la villa. Finalmente hay que lamentar el deterioro y abandono del casco viejo de la villa con algunos edificios que en día de hoy amenazan ruina. Y en cuando a espacios naturales hay que lamentar que la cons-trucción de pistas para los aerogeneradores haya arrasado la cañada de merinos “Real Oriental Soriana” a su paso por las cumbres de la sierra del Alba y que en la zona del Cayo de Oncala sean irreconocibles los indicios de restos dolménicos a que hicimos referencia en nuestra obra “Fuego Sendero y fiesta. Para concluir me viene al recuerdo un párrafo de Gaya Nuño de la obra arriba mencionada con tanta vigen-cia en estos momentos: "El desprecio de todo cuanto ostenta una intrínseca nobleza, el continuado afán de lucrarse con lo que está al alcance de la mano -aunque no nos haga falta-, la indiferencia, esa irresponsabilidad de nuestro pueblo, sólo seguro de sí mismo cuando puede solventar una disputa con las armas en la mano, todo eso actuó sin freno. Pobreza, miseria, pero, muy sobre todo, mala educación, analfabetismo. Deploramos esa ausencia de respeto para con lo antiguo, respeto que no se derivaría precisamente de ninguna clase de sa-piencia, sino de la elemental educación de que siempre se ha procurado privar al pobre pueblo español”. No obstante no es mi deseo acabar este artículo con un tono pesimista y quiero recordar a quienes han tenido la iniciativa de los inventarios y restauraciones de arte sacro en pintura y escultura como también a los que se han preocupado de la consolidación de las tres puertas de la muralla y del castillo de los Manrique. Es también el momento de hacer una mención especial a los responsables del descubrimiento y excavación de los Casares, un yacimiento que tanto está aportando para conocer la historia de la villa en épocas pasadas so-bre todo en época celtibérica, romana y medieval. A pesar de las pérdidas mencionadas, la villa cuenta con un considerable patrimonio; es cuestión de que la gente lo conozca y lo valore; porque es la mejor manera de preservarlo para el futuro y para disfrute de todos.

Imagen gótica del siglo XV. Escuela de Gil de Siloé

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UN CAMBIO DE VIDA EN TRES MESES (Por José Mari Carrascosa) El tono rojizo imperaba en el ocaso de la suave tarde de mediados de noviembre del año 1967, cuan-do la descarga llegaba a su fin. Lo último en salir de la caja del camión fue la cochina para criar, no sé si por el desconcierto, la poca pericia de los ayudantes, los nervios de tantas horas encerrada o el querer re-gresar al pueblo ésta enfiló calle arriba en dirección a la sierra de la Alcarama. Poco duró su huida, quedó atrapada en un campo de maíz recién regado de don-de, con no poco esfuerzo, fue rescatada. Después de más de dos horas de camino el camión había recorrido los últimos metros de la trasera de la calle, tendrían que pasar varios años antes que se asfaltara y se la dotara de iluminación. En el camión, cargado con los pocos enseres que servirían para sa-car a la familia adelante, viajaba el padre con el hijo de tres años. Entre otras cosas, la abundante cosecha de patatas que ayudaría a pasar el año, la leña que el invierno anterior había sido cortada en de “la Dehe-sa”, una cama turca y otros pequeños enseres. A estas escasas pertenencias habría que sumar el tesoro más preciado tres cochinos de engorde y la joven cochina paridera (durante varios años sería uno más de los ingresos de la familia). Una vez descargado todo el camión, era hora de ir a recoger al resto de la familia que se encontraba en Corella. Un taxi alquilado en Tudela sirvió para este fin. Los planes de traslado de toda la familia se modi-ficaron sobre la marcha. En un primer momento se pensó, como era normal en la época, habilitar un es-pacio en la caja del camión para que la familia hicie-se el trayecto. El conductor del camión, el Juaneras, desplazado hasta el pueblo desde Las Ventas de Fite-ro, se negó en rotundo a esta propuesta. La casualidad quiso que un grupo de cazadores pasasen el día por el pueblo. Entre ellos se encontraba el Alcalde de dicha villa y se ofreció a bajar al resto de la familia (la ma-dre con los otros tres hijos). Todo había comenzado unos años antes. La vida en estas tierras nunca ha sido fácil (no es sencillo vivir por encima de los 1000 metros). Al comienzo de la década de los 60 llega la expansión industrial a los polos de desarrollo. Con la cosecha recogida, las labo-res propias del otoño-invierno en estas pobres tierras no dan para tener ocupación y rentabilidad a la abun-dante mano de obra que había en las familias. Son muchos los que necesitan de unos jornales como ayu-da para pasar el año. Al comienzo del otoño se des-plazan hasta los pueblos de la Ribera de Navarra a las campañas de la vendimia. Seguidamente se empalma-rá con la de recogida de la oliva, trabajando en los trujales, y/o las campañas de las azucareras, en Vito-ria, Tudela y principalmente en Pamplona. Estos tra-

bajos se complementan con el reparto de carbón. En dichas ciudades se van creando polígonos industriales y estos afanados jornaleros poco a poco van decidien-do que las oportunidades son muchas y el futuro, académico y laboral, para sus hijos lo ven más claro. Ha comenzado la última gran desbandada de la zona. Hace ya muchos años que no se practicaba la tras-humancia en esta parte la comarca, pero parece que esa querencia ha existido siempre. Cuando llegaban los primeros fríos ya no se bajaba con las ovejas al extremo. Ahora serían los hombres, y alguna de las muchachas jóvenes, los que se desplazaban a la reco-lección de las uvas. La gran tormenta de piedra y gra-nizo del verano del año 1957 y los planes que vinieron impuestos por parte de la administración para esta zona marcarían el camino a seguir. Como la idea de marchar ya estaba tomada, hacía ya un par de años, al finalizar la campaña de la azucarera de Pamplona el padre se trasladó hasta Tudela con la intención de ver qué posibilidades había de adquirir una vivienda en el Barrio de Lourdes,

Los mellizos con Araceli y Sole en la esquina de la plaza

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Los jornales de la campaña de la azucarera, más unos pocos ahorros, sirvieron para pagar “la entra-da”. La vivienda adquirida era modesta, pero con unas pequeñas reformas serviría para poder cumplir su cometido. El trabajo para realizar las reformas fue duro, durante los tres meses que transcurrieron desde que comenzó en su nuevo oficio y hasta el día de su 33 cumpleaños cuando, por fin, se pudo trasladar a toda la familia. Habían transcurrido ya unos meses desde que su

hermana le había propuesto la posibilidad de presen-tarse a uno de los puestos que el Ayuntamiento de Tudela había convocado para cubrir plazas de Guardia Municipal. Con este fin se desplazó en la primavera, preparó la prueba, aprobó el examen y fue admitido. El mes de julio iba ya bastante avanzado y esta mañana era de las más calurosas. La pareja se en-contraba terminando de segar la pequeña pieza que poseían en “Valdibañez”. Al levantar la vista obser-varon la gran nube de polvo que cubría el camino de San Pedro. Al frente de ella circulaba el coche del “Chupena” – “Algo ha pasado”- comentaron en voz alta. Con la faena ya terminada se acercaron hasta el pueblo, allí estaba el causan-te de semejante polvareda ¿Qué ocurre, Chupena?- interrogó el marido. -Te han cogido para municipal en Tudela, mañana a la noche empiezas. -Bien, pues ma-drugamos un poco y vienes a buscarme con el Land Rover, cargamos un colchón y me bajas. Unos martillos de carame-lo para los chicos, comprados en las fiestas de Tudela, sirvieron para hacer el regreso más dulce. Estos días de “fiesta” vinieron bien para acercarse hasta el pueblo y seguir con las múl-tiples faenas que todavía quedaban (segar, acarrear, trillar, etc.…). Los últimos días de octubre y primeros de no-viembre, aprovechando las vacaciones reglamentarias, se desplaza de nuevo al pueblo con la finalidad de terminar de preparar la partida de toda la familia. Venderán el grano y casi todos los animales. Durante los tres meses, la mujer permaneció al cargo de la pequeña hacienda, así como de la casa, los animales y de los cuatro hijos. Terminó de reco-ger la cosecha y preparó los pocos enseres a trasladar.

El primer fin de semana de septiembre es elegido para lavar la lana de los colchones. Con esta finali-dad, acompañada de su padre, deciden marchar hasta “los Rincones”, en este tiempo era donde más agua había. Aprovecharían el día para acercase hasta “la Virgen del Monte” y revisar la hierba cortada en las errañes. Posteriormente se la vendería a una familia de Acrijos (ese dinero sirvió para comprar una vaji-lla y unos vasos decorados con flores) El caballo de la familia salía camino del “Ejido”, cargado con los sacos de yute que contenían la lana, las trébedes y el caldero para templar el agua, así como la comida para los dos, el día sería largo. Por la calleja de la parte somera del pueblo aparecía otra pareja. A la altura del “salegar” coincidieron todos. -¿Qué, preparando la marcha?- Preguntó el abuelo -Si, vamos a lavar la lana a “horcajo” y así tenemos todo preparado para cuando el hijo quiera venir a buscarnos desde Pamplona. - Nosotros también, pero vamos a los “Rincones”, que hay mejor agua. Anda vamos juntos y pasamos mejor el día. - Pues si que tienes razón, está un poco más lejos pero merece la pena.

Pasaron el día completo inmersos en esta ardua ta-rea. Todo recogido y con las caballerías cargadas regresaban al pueblo. Subieron por “la Cuesta” hablando y haciendo planes de cómo sería sus nue-vas vidas en Pamplona y Tudela. Al llegar a la parte alta, en la “Cruz del Cerro”, el espectáculo era im-presionante. Sobre la Sierra de Alba, la luz apagada del ocaso se fundía desde un amarillo suave hasta un rojo intenso que daba al atardecer esa belleza inigua-lable. Alguien estaba en las eras esperando al grupo. La pareja de mayores que preparaban su marcha a Pamplona, jamás olvidarían esta tarde.

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“Noticias destacadas de nuestros socios”

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Valentín Carrascosa "Nuevas tecnologías y justicia 2.0".

El 16 de octubre de 2013, en Santa Cruz de la Sierra (Bolivia), tuvo lugar la presenta-ción del segundo libro homenaje al Dr. Va-lentín Carrascosa López, durante la celebración del XVII Congreso Iberoameri-cano de Derecho e Informática, ante un numeroso público y, representantes, de 16 países. El acto fue moderado por el actual Presidente de FIADI, Dr. Julio Téllez Valdés y presentado por los dos coordinado-res, Federico Bueno de la Mata, de España, y Pedro Patrón Bedoya, de Perú. (Libro edita-do por el Parlamento de Extremadura)

Fernando Jesús Manzano Pedrera, Presidente del Parlamento de Extremadura: A lo largo de la historia siempre han existido hombres adelantados a su tiempo que con su esfuerzo, dedicación y sabiduría han impulsado el progreso de la humanidad a través del conocimiento y han conseguido transformarla a nivel moral, espiritual o material. Y es esa la consideración que el Dr. Carrascosa se ha ganado de todos los emeritenses, que decidieron nombrarle hijo adoptivo de la ciudad...Carrascosa es el responsable de que innumerables alumnos extremeños pudieran gozar de la oportunidad de continuar sus estudios y formarse como profesionales dentro de su comunidad autónoma.

Abel Hernández (http://elcantodelcuco.wordpress.com/)

SECRETOS DE LA TRANSICIÓN

Esta es la crónica, en buena parte inédita, de la Transición de España a la democracia, escrita por un testigo privilegiado de un acontecimiento político que mereció atención universal y que ahora algunos ponen en tela de juicio. En este relato figuran, con sus luces y sus sombras, los per-sonajes que protagonizaron aquella encomiable tarea y, a lo largo de la obra, va desfilando la mayor parte de la nómina política de la época, de la que aún quedan supervivientes. Secretos de la Transición es la historia verídica recogida por un periodista que observó lo que pasaba desde la puerta entreabierta del poder. En ella se ofrecen importantes novedades, hasta ahora desconocidas. Texto extraído de: http://www.plazayvaldes.es/libro/secretos-de-la-transicion/1530/

EL CANTO DEL CUCO

Este Canto del Cuco es un canto a la civilización rural, a la que se ha ido extin-guiendo lentamente y a lo que queda de ella. Abel Hernández culmina en estos hermosos diarios la labor que iniciara con sus Historias de la Alcarama, continua-da con El caballo de cartón -Premio de la Crítica de Castilla y León- y con Leyen-das de la Alcarama. El autor nos invita a recorrer a lo largo de un año y de sus estaciones la evocación de su tierra natal, de nuevo con una prosa magistral, que nos recuerda por momentos a Azorín y a Miguel Delibes, y nos anima a hallar la paz en la vuelta a las raíces y a la civilización rural. Este diario ofrece a la vez un pretexto para reflexionar sobre lo abrumador de la modernidad que vivimos y la crisis de valores, a la que Abel contrapone el ejemplo sencillo de la vida en el campo, cuyas virtudes glosara el gran fray Luis. Texto extraído de: http://www.gadireditorial.com/titulos/canto_del_cuco.html

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SARNAGO, LA SOLEDAD NEVADAFoto de página central por José Manuel Navia (http://jmnavia.blogspot.com.es/) Licenciado en Filosofía (1980), José Manuel Navia es uno de los grandes fotógrafos españoles contemporáneos. Trabajó en fotografía editorial entre los 17 y los 30 años. Fotógra-fo freelance desde 1987, primero como miembro de la agencia Cover y desde 1992 es miembro de la agencia Vu (París). Publica regularmente en los principales medios españoles y extranjeros y mantiene una estrecha relación con El País Se-manal desde 1992, donde además trabajó como editor gráfico en 1995-96, y con el Magazine de La Vanguardia y la edición española de Na-tional Geographic. Trabaja en equipo con Carmen Martín Eizagui-rre y Marta Martín Emaldi, que se ocupan de la edición y el tratamiento de sus imágenes. Su trabajo como reportero va dando lugar a una fotografía más personal y demorada, siem-pre en color y en el ámbito de lo documental. Sus imágenes, de raíz profundamente ibérica, exploran territorios y gentes ligados de uno u otro modo a sus orígenes y su cultura. Le obse-siona el poder de significación de la fotografía y su relación con la literatura. Distintos medios de prensa, libros y exposiciones dan cuenta de su trabajo: “Nóstos” (2013) continúa su línea de trabajo más personal, que se inicia con “Pisadas sonámbulas: lusofonías” (2001, segunda edición 2008), y a la que también pertenecen sus trabajos en marcha: “Marruecos, fragmentos de lo cotidiano”, y “La creciente” (sobre Latinoamérica). Otros libros y exposiciones: “Navia” (PhotoBolsillo), “Desde la catedral”, “Territorios del Quijote”, “Viaje a la Historia”, “Antonio Machado, miradas”, “Ciudades Patrimonio de la Humanidad”, “Un Madrid literario”. Y algunos libros y exposiciones colectivos: “Vuʼ15 ans”, “Viaje a Madrid”, “Diez Miradas”, “100 fotógrafos es-pañoles”, “Visiones de Marruecos”, “Agence VUʼgalerie”, "Photo by Photo". Tiene obra en distintas colecciones: Museo Municipal de Arte Contemporáneo de Madrid, colección de la Comunidad de Madrid, Museo Marugame Hirai de Japón, colección del Ayuntamiento de Alcobendas, colec-ción de la Fundación Catedral Santa María de Vitoria, y en La Galería de La Fábrica, Madrid.

PIE DE FOTO (Por Julio Llamazares)

La memoria yace bajo la nieve en esta fotografía de Navia en la que Sarnago aparece inmóvil, casi como amortajada. Y es que la nieve, que siempre cubrió la aldea cuando en invierno el viento de On-cala soplaba más de la cuenta o el Moncayo devol-vía las ventiscas hacia el norte, hacia las Tierras Altas de Soria en cuyo corazón Sarnago alzó sus piedras un día al hilo de los rebaños que iban y ve-nían por él, sigue cayendo sobre la aldea a pesar de que ya ningún vecino la ve temblar en la noche ni se alegra, a la mañana, del manto blanco que la em-bellece. La nieve es la memoria de los pueblos, pero en el caso de algunos, como Sarnago, lo es de modo

real. Cuando el invierno llega como hizo siempre aventando a los últimos rebaños de la Sierra y re-cluyendo a la gente en lugar seguro, sólo la nieve visita esos viejos pueblos cuyos vecinos se fueron en masa para no volver o para volver a medias, en el verano o en la primavera, a veces más por que-rencia que por fidelidad. La fotografía de Navia nos muestra esa soledad nevada al tiempo que nos recuerda la triste historia de unos lugares cuya belleza y antigüedad no les sirvió para permanecer vivos bajo la nieve y desper-tar de nuevo cada primavera como durante años y siglos hicieron.

Foto de Alberto Paredes. Navia leyendo textos de Llamazares, Fermín Herrero y Abel Hernández en Sarnago,

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AÑORANZA DE LAS TIERRAS ALTAS (Por Iñaki Ustárroz Irizar)

Se desvanecen los gélidos y desapacibles días del invierno y se intuye ya la venturosa primavera repleta de prometedoras aventuras sorianas. ¿Qué programa-rán los inquietos vecinos de Sarnago para este verano? ¿Qué actividades culturales y lúdicas me acogerán en las tórridas jornadas veraniegas? ¿Qué nuevas aventu-ras me deparará la pertinaz búsqueda de los indicios de la vida pasada en las Tierras Altas? Así trascurren mis pensamientos mientras espero con ansia la llegada de la bonanza meteorológica que me permita recorrer los vericuetos que tan bien co-nozco. Los pueblos abandonados habrán modificado

desgraciadamente su fisonomía. Algunos murallones de lajas habrán cedido al inexorable poder de la gra-vedad y el abandono, pero yo seguiré admirándolos con pasión, continuaré las sendas que me trasportan hacia ellos con igual entusiasmo y deleite. De nuevo la tupida y tenaz maleza desgarrará mis ropas en mi empeño por aproximarme más y más a cada rincón, a cada portalón, a cada habitáculo. Regresaré a mis tierras sorianas con la misma ilu-sión de siempre, con la seguridad de que el territorio, los pueblos y sus gentes me acogerán con la calidez habitual. Allí, en las altas sierras, encontraré de nue-vo el sosiego reparador. Me perderé afanoso por las trochas y breñas y me asombraré de la inmensidad de las tierras que desde la altura de algún risco se-mejarán un mar encrespado por la acción de una tormentosa barahúnda de meteoros adversos. Y todo ello envuelto en un inesperado silencio desconcer-tante. Reflexionaré de nuevo, afectado de múltiples sen-saciones, sobre la vida pretérita de las gentes que habitaron allí, en mi intento de comprender los mis-terios de la vida rural, de los sentimientos y modos de subsistencia, de la arquitectura tan peculiar de los edificios ruinosos. Como me sucede siempre, acaba-ré envuelto en un marasmo de confusos pensamientos que me llevarán a inquietantes re-flexiones. En medio de las perturbadoras soledades de la Al-carama hallaré el consuelo reparador de los vecinos ausentes, que entablarán conmigo larga y relajada conversación. De esta manera transcurrirán los días veraniegos, en un goce completo, al amparo de la Sierra del Alba que tanto amó Avelino, cuya obra continuará guiando mis pasos y mis inquietudes.

P.D.: Cuando ya había finalizado este breve texto y estaba a punto de remitírselo a José Mari. Llegado el ansiado día de mi primer viaje de temporada a las Tierras Altas, Sufrí un aparatoso accidente de tráfico pasado Calahorra. Un conductor despistado golpeó mi moto y me dejó tirado en medio de la carretera. Sufrí una rotura en el hombro y am-plias y extendidas magulladuras, de las que me voy reponiendo con paciencia. Aquel día iba camino del barranco de Valverdonces con la intención de recorrérmelo detenidamente y tomar muchas fotos que le fueran útiles a Elena Labayen −queda pendiente para mi primera salida Elena−. Ahora cuento los días que me quedan para que mi recuperación per-mita regresar a vuestras tierras a dejarme envolver por los bellos rinco-nes sorianos.

Portada de la novela “La sierra desolada” Iñaki Ustarroz (2012)

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Móndida: Leticia Pinto Lasanta

Autor (Gaspar Ruiz)

I

Bienvenidos a Sarnago, el regazo de Alcarama, hoy se viste de fiesta, al sonido de campana, sonido que lleva el viento, hacia épocas lejanas, también se viste la historia, de recuerdos y añoranzas.

II

Pueblo de olor a monte, entre pinares y sierras, donde ya no huele a zarza, donde todo sabe a tierra, pueblo mío de Sarnago, pueblo mío que despierta.

III

Calles llenas de gente, la llegada del verano, con las risas de los niños, recordamos el pasado, el pasado de otros días, con el canto de los gallos, recogiéndonos el fruto, que los abuelos sembraron

IV

Todavía canta el cuco, volverán las golondrinas, retornaran a sus nidos, y arrullaran a sus crías, los vacíos de tu tiempo, los llenamos estos días, y si tenemos que marchar… otra vez, las golondrinas ya nunca estarás solo en esta suave colina, y llegaran los veranos, y llegará la alegría, renacerá tu alma, Sarnago resurgirás a tu vida,

y el humo en tus chimeneas recuerdos que no te olvidan.

V Andando las viejas sendas, por las calles de Sarnago, el mozo que porta el ramo, de pañuelos adornado, de flores y de leyendas, y de rosco azafranado.

VISoportado en la cabeza, Móndidas con cestaño, flores que airea el viento, sacerdotisas del pasado, emoción y sentimientos, entre bosques centenarios, al encuentro con la historia, al encuentro con Sarnago, por los caminos del pueblo, por caminos muy lejanos.

VIIDonde los niños reían, aquí, en la vieja escuela, los mozos meten el ramo, por la ventana pequeña, donde afloran las Móndidas, y recitan su cuarteta, donde soñaban los niños, una esperanza en su tierra, mirando por la ventaba, aquí, en la vieja escuela, soñaban con querer vivir, donde sus raíces se asientan.

VIIIA la solana del monte…donde nace la Alcarama, la sierra de olor a pino la sierra de la esperanza, con el sol, que da en la frente, y el recuerdo a las espaldas, el que nació entre la tierra, entre la tierra espigada, reposa el pueblo tranquilo, cuando enfría la nevada, nieve que templa el frío, frío que azota en su cara, al pueblo que tiene vida, al pueblo que tiene alma, a la solana del monte…donde nace la AlcaramaSarnago 25 de agosto de 2013

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DE LA CIUDAD HASTA EL PUEBLOMóndida: Sara Hernández Pozuelo

-Con la venia autoridades. Paisanos y forasteros, os dedico estas cuartetas como MÓNDIDA del pueblo.

-Quiero hacerlo con palabras sencillas como soy yo. Os saludo y doy las gracias por disfrutar de este honor.

-Sabéis que mi nombre es Sara, la menor de seis hermanos; que mi padre nació aquí, en su pueblo que es Sámago.

-Yo nací en la capital, pero me encantan los pueblos, sobre todo al encontrar como en éste mis ancestros.

-¡Cuántas cosas me decía mi padre en "Cartas a Sara" que me parecían sueños o unos cuentos de hadas!

-Las MÓNDIDAS trovadoras de gestas y de leyendas, evocan a las Vestales de la antigua Roma y Grecia.

-Lo del RAMO es sorprendente: Introducirlo de copa por esta ventana abierta sin que se caigan las roscas.

-Tal vez tuviera el sentido de querer significar el misterio tan difícil de la Santa Trinidad...

-Tengo muy gratos recuerdos de mis visitas al pueblo; del trato que recibía acogedor y sincero. -¡Cómo podría olvidar el cariño del "Fael". Qué contento se ponía al encontrarnos con él..!"

-Me cuentan que siendo un niño mi hermano mayor Abel, a pregunta de su abuela expresó su parecer:

-"Que este pueblo estaba ROTO". “Lo que se rompe se arregla Cuando tiene compostura". ¡Sabia lección de su abuela!...

-Está sucediendo aquí desde los años ochenta: la luz, las calles, el agua, viviendas y casas nuevas.

-El lavadero y la fuente, el camino y el museo; conciertos y conferencias, el lugar de nuestros muertos..

.

-Cultura es señal de vida. La Revista su estandarte; Sarnago sigue alentando y necesita más aire.

-¡Ojalá! llegara el día en el que el santo Patrón desde su propia hornacina nos diera la bendición.

-Repicaran las campanas que llevan tiempo dormidas y convocaran a fiesta y a compartir la alegría.

-Y que tañeran al alba, a concejo y a perdidos como lo hacían antaño y tienen bien aprendido.

-Que frenaran las tormentas con su bronce tan templado ahuyentando los pedriscos que causaban tanto daño...

-¿Estoy soñando despierta? Sólo relato unos hechos que los mayores del pueblo, saben muy bien que son ciertos.

-Hay muchos pueblos sorianos que se han quedado vacíos porque emigraron sus gentes buscando el pan de sus hijos

-Dicen que estamos de vuelta; que se retorna a los pueblos para huir de ruido y prisas, y encontrar paz y sosiego. -Ni críticas ni lamentos abren camino al mañana. Unión, tesón y corajeganan siempre las batallas.

-Y termino mi discurso "De la ciudad hasta el pueblo" dando las gracias a todos con mis mejores deseos

He dicho

Autor: Abel Hernández

Sarnago a 25 de agosto de 2013

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Vosotros sois un bellísimo espejo en el que mirarnos. Me dirijo ahora a los más jóvenes: cuando no encontréis modelos que os sirvan de guía en el difícil camino que os espera, solo tenéis que mirar en casa, observar esos rostros cansados y amables, escuchar sus palabras sus consejos, sus lecciones magistrales de vida, esas que no se aprenden en las aulas, esas que solamente te pueden enseñar los que te quieren por encima de todo. Escuchadlas aunque ahora os provoquen una sonrisa, aunque penséis que esas cosas a vosotros NUNCA os van a pasar, escuchadlas porque quien os las dice es un sabio que os quiere; y porque algún día, cuando realmente lo necesitéis, las recordaréis y os ayudarán a levantaros, a seguir adelante. Y ahora, si me lo permitís, quisiera nombrar a mi gente. Y me gustaría que cada uno de vosotros sustituyese esos nombres por los de vuestros seres queridos, para que todos y cada uno de ellos sean recordados esta tarde, en esta plaza. Yo soy la hija de Benito Calvo y de Eugenia Bermejo y me siento profundamente orgullosa de ellos. Yo soy la nieta de Julián y de Basilia y del "Rojo" y "La Chata" y me siento profundamente orgullosa. Sí, Sarnago es un pueblo profundamente orgulloso porque tiene motivos sobrados para ello, motivos con nombres y apellidos. Y, sobre todo, este día es para ti padre, que por fin has vuelto a casa.

¡¡¡ VIVA SARNAGO!!!

Hace treinta y un años, junto con Montse y Maribel tuve el privilegio de participar en la recuperación de esta fiesta, que es más que una fiesta, es parte de nuestra historia, es manifestación de nuestro sentir. Por el camino se han quedado jirones de nuestras vidas, seres irremplazables que permanecen entre nosotros porque forman parte de lo que somos, porque su nombre está escrito en cada piedra de este pueblo, porque el viento los susurra incansable entre las callejas, porque renacen cada primavera con las primeras flores. Este día no puede ser sino un homenaje a todos ellos. Pero también a esos rostros que veo desde esta ventana y que lucen alguna arruga más que hace treinta años. Este día es para vosotros, para los que una vez tuvisteis que partir sin más equipaje que dos hatillos, uno cargado de ilusiones y otro rebosante de tristeza y melancolía. Para vosotros, padres, y para vosotras, madres, que os levantasteis cada vez que os tiraron al suelo y lo hicisteis con la cabeza alta, con la mirada limpia y la dignidad del que se sabe honrado, del que no le debe nada a nadie porque nunca nadie le ha regalado nada, porque todo lo que tiene es fruto de su trabajo, de su esfuerzo, de su sacrificio.

Este día ha de ser, por fuerza, un homenaje a esos rostros arrugados y cansados pero hermosísimos que supieron algo que, al parecer, nuestros gobernantes desconocen; que solamente podremos avanzar y ser mejores si nos formamos y en eso os empeñasteis, en que vuestros hijos y vuestras hijas tuviesen "más estudios" que vosotros; y por tanto más oportunidades en la vida. Aunque eso os impidiese conocer el significado de la palabra vacaciones, aunque tuvieseis que echar más horas de las que tiene el día, aunque os rompieseis la espalda u os destrozaseis las manos...

Marisa Calvo Bermejo

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Antonio Machado hacia 1939: crónica de una derrota (Por José Mª Martínez Laseca) Una radio de Francia da escuetamente la noticia. Lloré. Lloramos. Seguramente, las tierras áridas de Soria, el alto Espino, los montes de violeta, las alamedas del río se estremecieron al presentir que aquella era la muerte del mejor álamo español caído lejos del Duero R. ALBERTI, Roma, Nov. 69 Este año 2014 se cumple el 75 aniversario de la muerte de Antonio Machado, en una cama de la sobria habitación del hotel Bougnol-Quintana, en la localidad francesa de Collioure. Y conviene acordarse y recor-darlo. Porque en aquella lejana tumba de un cementerio extranjero es donde se quedó enterrado para siempre el retazo más emoti-vo de nuestra historia inmediata. El símbolo más claro de la derrota de una joven Repú-blica, al tiempo que de “la dignidad de un proyecto cívico que se había atrevido a pro-poner para España una sociedad laica, de-mocrática y partidaria de unos modestos amparos sociales”, como muy bien advierte Luís García Montero. El poeta Rafael Alberti escuchó la triste noticia por la radio, mientras Madrid todavía –“no pasarán– se resistía a las tropas franquistas. “Le grand poète espagnol Antonio Machado est mort” titulaba la pequeña columna publicada al día siguiente, en las páginas del diario L´Independant de Perpiñán. Y relevantes escritores de aquel terrible éxodo como José Bergamín, Fran-cisco Ayala y Serrano Plaja, entre otros, publicaron páginas conmovidas e inolvidables sobre el óbito del gran patriarca de la lírica española. Paradójicamente, el diario “La Vanguardia” del 30 de enero de 1939 lo recogía de este modo: “Antonio Machado ha fallecido en Miami”.

La tan anhelada como breve primavera La primavera ha venido / y don Alfonso se va. / Muchos duques le acompañan / hasta cerca de la mar. / Las cigüeñas de las torres / quisieran verlo embarcar. CANCIÓN POPULAR ¿Cómo olvidar aquella primavera tan cargada de sugerencias y de sentimientos para nuestro poeta? Aquella primavera, regeneradora de salud y de vitalismo, que tanto deseó para su esposa Leonor, enferma de tuberculo-sis en Soria tras regresar de París, y cuya suerte quiso asociar con la de “Un olmo seco” malherido por el rayo. La primavera que aquella vez no pudo ser para su esposa niña, y que ahora sí que sería posible, cuando el tron-co podrido de la política española comenzó a revitalizarse en brotes verdecidos e ilusionantes. Porque la Se-gunda República Española, con la que tan identificado se sentía el poeta Antonio Machado, llegó el 14 de abril de 1931. ¿Cómo no recordarlo? “¡Aquellas horas, Dios mío, tejidas todas ellas con el más puro lino de la espe-ranza, cuando unos pocos viejos republicanos izamos la bandera tricolor en el Ayuntamiento de Segovia!... Re-cordemos, acerquemos otra vez aquellas horas a nuestro corazón. Con las primeras hojas de los chopos y las últimas flores de los almendros, la primavera traía a nuestra República de la mano”, que hubiera dicho Mairena.

Aquel sangriento y cálido verano ¡Señor! La guerra es mala y bárbara; la guerra, / odiada por las madres, las almas entigrece; / mientras la guerra pasa, ¿quién sembrará la tierra? / ¿Quién segará la espiga que junio amarillece? A.MACHADO Don Antonio Machado se había trasladado desde Segovia a Madrid. Como catedrático que es, seguirá impar-tiendo sus rutinarias clases de francés; primero en el Instituto Calderón de la Barca y desde el curso 1935-1936 en el Instituto Cervantes. La Segunda República Española iba creciendo en su ingenua niñez. El 17 de julio se rumorea por las calles que el ejército español operativo en África se ha sublevado contra el legítimo Gobierno de la República, y ya el día 18 suenan los primeros cañonazos. Era la temida guerra: el cainismo desatado. Y la sangre fraterna derramada iba a correr por montes y collados, por pueblos y ciudades, por los campos de trigo. España es el lugar donde se pelea en lucha abierta contra el fascismo, por eso acuden en su ayuda las Brigadas

Entierro de Antonio Machado

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Internacionales. Pero todo será en vano, porque el ejército de los fascistas es mucho más poderoso en armas, hombres y bagajes. Y más disciplinado. Por eso los facciosos van ganando el territorio. La encarnizada Batalla del Ebro (Vicente Rojo frente a Francisco Franco), entre el 25 de julio y el 16 de noviembre de 1938, se nos antoja decisiva, ya que decantaría la suerte de la victoria del lado de los facciosos.

El largo otoño del éxodo y el llanto ¡Amargo caminar, porque el camino / pesa en el corazón! ¡El viento helado / y la noche que llega, y la amar-gura / de la distancia. En el camino blanco / algunos yertos árboles negrean; / en los montes lejanos / hay oro y sangre… El sol murió… / ¿Qué buscas poeta en el ocaso? A MACHADO Entretanto, Antonio Machado se niega a abandonar Madrid, el “rompeolas de todas las Españas”, un Madrid que “sonríe con plomo en las entrañas”, en donde mantiene su amor secreto con Guiomar (Pilar de Valderra-ma). Aquí ha permanecido, firme, desde el comienzo de la rebelión. Pero la muerte de Federico García Lorca –el crimen fue en Granada el 17 de agosto de 1936-, le llevará a aceptar la propuesta de evacuación de intelec-tuales que le hacen Alberti y León Felipe. Ya se luchaba en las calles de Madrid aquel día de noviembre, con su alto cielo de otoño interrumpido por los bombardeos y los cañonazos, cuando el poeta y su familia parten hacia las tierras de Valencia. En la capital del Turia, en el pueblecito de Rocafort, unos buenos amigos le proporcio-naron alojamiento en la acogedora casa campestre de “Villa Amparo”. Pero el cerco de las tropas nacionales se estrecha y Antonio Machado, junto con su madre Ana Ruiz, su hermano José y su cuña-da Matea y las hijas de ambos: Eulalia, María y Carmen, se han de poner, a mediados del año de 1938, de nuevo en camino, en direc-ción a Barcelona. Aquí se alojarán, durante tres meses, en el Hotel Majestic y, posterior-mente, irán a la “Torre Castaner”, una amplia mansión sita en el barrio de San Gervasio. El día 15 de enero de 1939, las tropas del general Yagüe toman Tarragona. La aviación de los facciosos bombardea con insistencia la ciudad Condal. Por lo que, en la noche del 22 de enero, Antonio Machado y su familia par-ten de Barcelona, acompañados, entre otros, por Corpus Barga, Tomás Navarro Tomás y varios científicos catalanes. Apenas cuatro días después caía Barcelona en manos franquistas. El más frío y trágico invierno Al borde del sendero un día nos sentamos. / Ya nuestra vida es tiempo, y nuestra sola cuita. / Son las deses-perantes posturas que tomamos / para aguardar… Mas Ella no faltará a la cita A MACHADO Todas las carreteras que llevan hacia el norte están invadidas por miles de fugitivos. En el aire de este tiempo invernal flota una tristeza absoluta. La gente está agotada. Ha soportado treinta meses de guerra, de dolor y de muertes. Huyen a la desesperada. Y lloran a sus hombres más jóvenes, a los que el río Ebro se ha arrastrado a la mar. El automóvil que conduce a los Machado trata de abrirse paso en medio de aquel caos en dirección a la frontera francesa. Primero llegarán a Gerona, que parecía un auténtico manicomio, inundada por la riada de éxodo. Al atardecer harán un alto en el camino en un caserón de Cerviá de Ter. El día 26, una ambulancia los trasladará hasta la masía de “Max Freixat”, cerca de Viladásen, donde descansan. Machado es un anciano pre-maturo que se apoya en su bastón. Pausado y sereno, trata de ocultar o disimular sus necesidades inmediatas. El día 28 amanece pálido. La frontera está cerca pero la marcha se hace cada vez más complicada por un itine-rario tortuoso y desesperadamente lento: Orriols, Mollet de Perelada, Garriguells, Llansá, Colera… Al atardecer la expedición llega a Port Bou, que es el último pueblo español a 3 Kms. de Francia. Las ambulancias se detie-nen antes. El paso está cerrado, custodiado por una pesada cadena sostenida por dos senegaleses. Corpus Barga se entrevista con el comisario aduanero y le dice que Antonio Machado es en España lo que Paul Valery en Francia y que se encuentra enfermo y casi tan achacoso como su madre. El policía pone a su disposición un

Éxodo de republicanos españoles. Foto Robert Capa

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furgón que los traslada a la estación de Cerbère (guardián de los infiernos). Ante la imposibilidad de encontrar alojamiento, pasarán la noche en un vagón de tren. Llueve y la sensación de frío todavía es mayor. Un Machado flácido, desaliñado y sin afeitar toma café de mañana, silencioso, en la estación. Corpus Barga le consigue moneda francesa. Un viaje en tren de apenas 20 minutos y llegan a Collioure.

Collioure: la estación término…los papeles, la lluvia, los gendarmes mojados / alzando la cadena fronteriza. / Igual que un sueño todo. /

Francia, ya clareando, y aquel cartel: “COLLIOURE”, / nombre jamás oído. No sabe que allí estaba, / desde siempre, esperándole su muerte. MIGUEL D´ ORS Desde la estación al pueblo, Corpus Barga porta en brazos a doña Ana Ruiz, muy debilitada. En la plaza prin-cipal encontraron el hotel Bougnol-Quintana, cercano al cementerio, donde se alojaron. Cuando llegó a Colliou-re, Machado llevaba ya casi tres años alejado de su casa de Madrid. Al día siguiente, Corpus Barga y su herma-no José con su esposa partieron en tren hacia París. Antonio se quedó solo, pasando largas horas junto a su ma-dre. Al hijo de la dueña le pide que conecte la radio cada mediodía y cada noche para enterarse de lo que pasa en España. La señora Quintana se esmera por cuidar a sus huéspedes y les atiende con sumo cariño, y por ello el poeta, dadas sus penurias económicas, le dirá agradecido: “Ya que no tengo dinero para pagarte, te haré un poema”. Junto a su hermano José gustaba de pasear por las callejuelas del bello pueblo de pescadores, acercán-dose hasta su playa a contemplar el ancho mar. Sabemos que el día 9 de febrero escribió una carta a José Bergamín contándole su pre-ocupante situación: “Después de un éxodo lamentable pasé la frontera… en condiciones empeorables (ni un solo céntimo francés), y hoy me encuentro en Collioure… y gracias a un pequeño auxilio oficial, con recursos sufi-cientes para acabar el mes. Mi problema más inmediato es el de poder residir en Francia hasta encontrar recursos para vivir en ella de mi trabajo literario o trasladarme a la URSS, donde encontraría amplia y favorable acogi-da”. Dicha ayuda le fue prestada por la Emba-jada de la República española desde París, ciudad a la que no quiso trasladarse porque “guardaba cierto recelo fisiológico a la capital francesa desde que contrajo en ella su mujer la enfermedad de que murió”. A mediados de febrero enferma Antonio Machado y lo visita el médico del lugar. Su diagnóstico fue categó-rico: padecía una neumonía y además su estado cardiaco era sumamente delicado. “Pero –como refiere José Machado–, realmente venía herido de muerte del fatal éxodo… Su grandeza espiritual se sobrepuso a tantas fatigas –espirituales y corporales– con la resignación de un verdadero santo”. También su madre había recaído de forma alarmante. La neumonía de Antonio se agrava con una gastroenteritis y por eso el poeta es trasladado a otra habitación. Pero los acontecimientos se van a desarrollar con inusitada rapidez. Antonio Machado, el bueno, moría el día 22 de febrero de 1939, miércoles de ceniza, a las cuatro de la tarde. En el destierro, le llegó “el día del último viaje”. Murió de pena, según dicen. Lejos, muy lejos, de casi todo cuanto amó. Hacía un mes justo que había salido de Barcelona. Tenía 63 años de edad. Sus últimas palabras fueron: “Adiós, madre”. En uno de los bolsillos de su gabán, su hermano José encontró unos papelitos escritos y arrugados. En uno de ellos se aludía a su diosa-musa Guiomar y al "ser o no ser" de Hamlet, en el otro podía leerse el siguiente verso suelto: “Estos días azules y este sol de la infancia”. La noticia de la muerte del poeta corrió como un reguero de pólvora entre los numerosos refugiados españoles que se encontraban en Collioure. Y hasta su habitación del hotel se fueron acercando oficiales y soldados leales a la República, que cubrieron su cadáver con una bandera tricolor y que rodearon su lecho con vistosas coronas de flores. Desde París, Jean Cassou, reclamó su traslado a la capital francesa para ofrendarle un entierro con gran pom-pa y solemnidad, pero la familia de Machado se negó a ello.

Playa de Collioure

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Al día siguiente, a las cinco de la tarde, se verificó su entierro. A la comitiva de acompañamiento se sumó toda la población de Collioure encabezada por su alcalde, así como otros muchos amigos llegados de fuera. El fére-tro, envuelto con la bandera republicana, fue trasladado a hombros por seis compatriotas milicianos que lo con-dujeron hasta el humilde cementerio, donde ocupó una sepultura prestada, con el mismo que si de un compañe-ro caído en combate se tratara… Era el 23 de febrero. (Dos días después moría su madre). Y se habían cumplido así sus deseos expresados en otra ocasión al decir: (…) quería luchar al lado vuestro. Quería terminar una vida que he llevado dignamente, muriendo con dignidad. Y esto sólo podría conseguirlo cayendo a vuestro lado, luchando por la causa justa co-mo vosotros lo hacéis”. Y allá en Collioure quedó este inmenso poeta, con “una trayectoria literaria y humana quizá la más limpia en la historia de la literatura española del siglo XX”. En la tierra francesa “donde había buscado y creído encontrar refugio”; y allá lejos deberá descansar para siempre, al igual que otros tantos españoles anónimos que, lo mis-mo que él, tuvieron que abandonar su propio país. Todo por culpa de una guerra sangrienta que enfrentó a her-manos contra hermanos. Para que nos sirva como caja de resonancia permanente de lo que no debiera nunca más volver a repetirse. Y es que hoy, 75 años después, todavía nos impresionan sobremanera la tragedia, el éxodo y la muerte del poeta Antonio Machado.

CARTA PUBLICADA EN "DIARIO DE SORIA", el 22 de JUNIO DE 1994 Firmada por Pilar Sánchez Malo:

“Le envío este poema de mi tío, Mariano Granados Aguirre, escrito con motivo del en-tierro de Antonio Machado, por si les interesa incluir en las publicaciones que estos días han acompañado a los actos de Hermanamiento entre Soria y Collioure. Mariano Granados, camino del exilio, fue el único soriano que asistió al entierro de Ma-chado, habiendo sido además alumno suyo en el Instituto de Soria, amigo posteriormente y gran admirador literario. Estos versos dejan constancia de ello y de su permanente amor a Soria, a la que no pudo volver hasta el año 1969:

Ante la tumba de Machado

“Adiós, maestro, adiós. Adiós te digo. Mi corazón es y será tu templo. Fuiste maestro, fraternal amigo, y sobre todo luminoso ejemplo.

Aquí te dejo, Antonio, en tierra extraña, lejos de tu venero de armonía, fuera de nuestra Soria, nuestra España, bajo tierra que no es tuya ni mía.

Ni la vieja Ciudad, ni los caminos aromados de espliegos y romero,

volverán a anudar nuestros destinos que tu mano anudó en el alto Duero.

Niño aún, casi, casi adolescente, me tendiste tu mano, y a ella asido, tu dolorosa senda he proseguido, y fue mi luz, la luz de tu alta frente.

Hace treinta y dos años, mi memoria que es fiel, guarda aquel primer tributo que te rendí en Soria, nuestra Soria, dentro del aula dos de su Instituto.

En pos de ti, y de tu sombra en pos, llego a verte emprender tu último viaje cual quisiste, ligero de equipaje, pero no solo. Yo te acompaño. Adiós."

Tumba de Antonio Machado en Collioure

Mariano GRANADOS AGUIRRE Collioure, Francia. Febrero de 1939

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“De burros de Tierras Altas y otros lares, con perdón…” (Por Jesús Mendoza Dueñas)

Se cumplen los cien años de la publicación de “Platero y yo”, un hermoso cuento que narra las aventuras de un tierno burrito, que leíamos en clase de Don Elías, tío de mi madre, en el grupo escolar de Burgo de Osma, en la clase de quinto de primaria los viernes por la tarde. Y no sé porqué me he acordado de los burros de Tierras Altas que, si no me equivoco, no llegarán a una docena, contando por lo alto. Hoy son pieza de museo o atracción del belén viviente de Oncala y San Pedro, o del mercado tradicional de la Villa. Mi amigo Javi el “Povareño”, propietario de uno de ellos, y yo estamos empeñados en hacer un censo asnal de la zona. No nos llevará mucho trabajo.

Mi afición por los burros nació en Piura, Perú, en el Valle del Chira, zona rural de la costa norte peruana. En la década de los noventa del siglo pasado cada familia campesina poseía una media de dos burritos, empleados en tareas agrícolas y domésticas. Cuando volvíamos de nuestras correrías pastorales por el valle me apostaba con mi compañero de viaje a ver qué cantidad de ellos veíamos por el camino y en la travesía de los caseríos por los que transitábamos. No bajaba el número del centenar. La primera vez que monté en burro fue para subir a la cordillera de los Andes en la sierra piurana de Huancabamba, camino de las mágicas lagunas de las Huaringas, a 4.500 m.s.n.m., me sentí como un general en campaña. Pero en mi último viaje me he dado cuenta de que cada vez quedan menos. Han sido sustituidos o suplantados por los ruidosos mototaxis, que pululan como moscardones por todos los rincones. Los mototaxis van y vienen cargados con algún pasajero que viene del caserío vecino o llegan de la chacra cargados de bananas, mangos criollos o papayas.

El burro, el mejor compañero de trabajo, a veces vilipendiado, y que nada tiene que ver con esa fama de poco avispado que le han cargado, es una de tantas especies, hoy día, en peligro de extinción en España y otros lares. Llevan décadas en retroceso. Hasta mediados del siglo XX eran parte común del paisaje rural, pero la despoblación de los pueblos y la mecanización de la agricultura les hicieron perder su espacio natural como animal de carga. En 1865, el burro era un animal esencial en los pueblos, en sus campos. De media, en España había 2,56 burros por kilómetro cuadrado. Como curiosidad, las provincias con más animales de esta especie eran Murcia,

Almería, Alicante, Málaga, Segovia y Toledo. Del millón trescientos mil burros que había en España en 1865 se había pasado, menos de un siglo después, a la mitad: 682.731 en el censo del INE del año 1962. Y todavía más acelerado ha sido el declive desde entonces, a la par que se acentuó el éxodo de población en el medio rural y que avanzó la tecnificación de la agricultura. Hace años que se elevó la alarma, dicen que quedan unos 50.000. Muchos me parecen y me pregunto dónde. El último censo oficial data de 1999. Lo elaboró el Instituto Nacional de Estadística (INE) y en él se daba, por entonces, la cifra de 52.353. En menos de cuarenta años, España ha perdido prácticamente el 94% de su cabaña de asnos. Ahora la cifra es testimonial. Quedan en las granjas-escuela y, en general, en centros dedicados a la divulgación de los usos tradicionales del campo. Y los

miman también desde asociaciones surgidas precisamente para poner en valor esta especie y evitar que se pierda definitivamente. Y volviendo a los burros de Tierras Altas, como indico arriba, mi buen amigo Javi “el povareño”, amante de “Rocinantes y rucios”, animales de herradura, posee un asno que compró a un tratante de la vecina Rioja y que vive como un general en Taniñe. Ambos coleccionamos fotos de tal especie. En el pueblo hay otros dos ejemplares, burra y burro, que pacen felices entre los molinos del tío Juan y del tío Mateo. Pertenecen a Jean Paul, un ciudadano belga que compró el molino del tío Mateo al “Cata” y sus amigos, los últimos propietarios del ingenio. El tal Jean Paul compró la burra a un vecino de un pueblo de la Alcarama; y el burro al Goyo de Taniñe, que a su vez lo adquirió del “Gateras” por trescientos euros, cincuenta mil pesetas, para que le hiciera compañía en su pueblo, casi deshabitado en invierno. En el mes de febrero de 2013 alguien colgó en la página “Amigos de San Pedro Manrique” de Facebook una foto de un cartel que anunciaba una exposición fotográfica

Foto Jesús Mendoza. Belén viviente de San Pedro

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organizada en diciembre de 2012, por Archivos Históricos Provinciales de Castilla León, en el Palacio de los Castejones de Agreda: “Imágenes de tiempos de crisis para un tiempo de crisis”, y ¡vaya debate que se armó! “Que si el burro se llamaba Pancracio; que si era del tío Evaristo de Buimanco; que si se lo vendió el padre de Carlos Izquierdo, nieto a su vez del tío Bruno de San Pedro, y que lo trajo de una feria de Burgos; que si me suena su cara; por fin, que si en Buimanco no había burros”. Al final dedujimos que se trataba de la imagen de un campesino que llegaba o marchaba de Soria por la zona de la ermita del Mirón, por encima de la concatedral que se ve al fondo, rumbo al ferial o eras de Santa Bárbara. Y de paso, nuestras investigaciones en los archivos parroquiales y Servicios Secretos Sampedranos (SSS) arrojaron que en Buimanco, en los últimos 150 años, sólo nació un tal Evaristo que murió a los dos años. Todo era fruto de la imaginación de nuestro amigo Carlos Izquierdo, nieto del tío Bruno, al que no le falla la memoria y que nos quiso gastar una broma. Pero el tema del burro dio mucho de sí. Al final de los comentarios propusimos que Carlos y Javi nos dieran una conferencia sobre los burros y acémilas de Tierras Altas en la próxima semana cultural del pueblo, con ilustraciones de “Paquito” Ruiz, el “alguien” que colgó la foto. La foto es de 1910, pertenece al AHP (Archivo histórico provincial) y el pie de foto certifica que es de Aurelio Pérez Rioja. Por cierto que Carlos se presta a “hacer de burro” y Javi para comentar la jugada. Que tomen nota los organizadores. Los que nos pueden contar historias de burros y sus propietarios son los esquiladores de la comarca. El Ángel el “Calonge”, esquilador de toda la vida, me ha contado algunas historias de tales personajes en sus correrías por los pueblos de la zona de La Alcarama o el valle del Linares para esquilar burros, caballos y acémilas. Había días que

esquilaba a toda la familia: el macho, el burro y al amo que se lo solicitaba. “Anda ponte de rodillas que te avío”. A veces le pagaban con una bolsa de nueces o un porrón de vino de la vecina villa de Grávalos”. Me quedo con la imagen del burro como animal sufrido, resistente, servicial, símbolo de la humildad, aunque aparezca muchas veces como “rucio”, sucio, en la literatura y memoria popular. Los “verdes” de la zona vamos a solicitar a la Mancomunidad de Tierras Altas que elabore un decreto en defensa de tal especie.

Foto Aurelio Pérez Rioja Archivo histórico provincial

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DESDE VALTAJEROS, COMARCA DE TIERRAS ALTASDe: Valtajeros.com (por Mila Ruíz Gómez) Situado en el término de Hoya Redonda a los pies de la sierra del Rodadero, a 1265 metros de altura, dista unos 60 Km. de Soria y 14 km de San Pedro Manrique. Una teoría muy difundida acerca del origen del nombre del pueblo es que pro-viene de la concatenación de las partículas "Val" (Valle) y "tajeros" (algo así como "los que se dedican a los Tejos"). Según las fuentes consultadas etimológicamente provendría de la voz clásica latina "bal-teu" que significa despeñadero (Goig-Soler). Según Goig-Soler y como curiosidad, reseñar que según un documento dado en Madrid el 18 de Mayo de 1613 se lee tex-tualmente "Ruy Gomez de Silva, mayordomo del Rey, representado por Tomás de An-gulo, solicita y le es concedido, que la villa de Valtajeros, que es suya, de aquí adelante perpetua-mente para siempre se llame la villa de Eliseda". Posteriormente y conservando su nombre original Valtajeros pasaría a formar parte de los do-minios del duque de Santisteban. En medio de toda esta confusión se alza el testigo de, posiblemente, la mayor parte de la historia de la villa, que no es otra cosa que su iglesia con aire de fortificación del siglo XII. Respecto a la geología la mayoría de las rocas de la cabecera del Alhama se formaron hace unos ciento treinta millones de años en lo que entonces era un gran delta, en las inmediaciones de un mar que pene-traba desde el Atlántico hasta el Mediterráneo. Como testigos de tiempos remotos nos quedan restos fósiles y alguna muestra de pisadas de huellas de dinosaurios

Como curiosidad mencionar que según Jesús García Largo en su trabajo "EL CAMINO DE SANTIAGO EN FUENTESTRÚN" contenido en su web dedicada a Fuentestrún, una variante del Camino de Santiago pasaba por Valtajeros proveniente de Tudela y tras pasar por Monteagudo, Tarazona, Ágreda. Fuentes-trún, Trévago y Magaña. Después saldría hacia San Pedro Manrique. Valtajeros ha sufrido, como la mayoría de los pe-queños pueblos de nuestro país, los efectos de la emigración del campo a la ciudad, lo cual no ha origi-nado que los hijos del lugar se olviden de su origen, rehabilitando las casas, y en los últimos años el Ayun-tamiento ha rehabilitado las casas de los maestros y construyendo nuevas viviendas para uso en alquiler de gente del pueblo o visitantes, cabe destacar la restau-ración del horno, lavadero, fuente vieja, fuente de Torretarrancho y la construcción de una nave para salón social y usos múltiples inaugurada el 20 de Julio

2013 con homenaje especial a su Alcalde Amador Valer Ruiz. En el año 1960 la población era de 229 habitan-tes, en 1970 había 113 habitantes, pasando a 1 de enero de 2010 la población ascendía a 28 habitan-tes, 16 hombres y 12 mujeres, en el año 2013 la población era de 24 habitantes. FIESTAS: En cuanto a tradiciones y costumbres los comunes a otros pueblos de la zona (la quema del Judas, regalo del vino a los habitantes en San Blas, matanzas, etc.). El segundo sábado de agosto se celebra la fiesta del pueblo, este día se puede contemplar la Virgen Del Collado (patrona de Valtajeros), recorriendo las calles en procesión. Una vez finalizada esta se celebra la subasta de los banzos para introducir de nuevo la imagen en el templo. En ella los fieles pujan por obtener el derecho de uno de los banzos

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que sustentan la imagen. Si bien, dadas las fechas, esta es la procesión más popular el hecho se repite el primer domingo de octubre, fecha original de la ce-lebración de la fiesta. (Fiesta de la Virgen del Rosario). En estas celebraciones se canta la Salve rimada de Valtajeros, partiendo de la Salve se aña-den palabras y frases (resaltadas en negro) para lograr la ordenación asonante y consonante de las cuartetas. PATRIMONIO, Iglesia de Nuestra Señora del Collado: La Iglesia de aspecto castillo-fortaleza de Nuestra Señora del Collado es una obra de finales del siglo XII. Iglesia Románica fortificada, parecida a la de Turégano, el otro ejemplar de este tipo existente en España. Fue declarada Bien de Interés Cultural en la categoría de Monumento el 26 de marzo de 2007. La iglesia presenta sus muros coronados por mer-lones o almenas, y atravesados por saeteras, que le confiere ese aspecto de fortaleza que constituye su más peculiar característica. El muro este, remata en espadaña de doble hueco de medio punto para alber-gar las campanas, presenta una figura apoyada (monstruo o cuadrúpedo) en una ménsula, en cuclillas que sujeta una bola o copa que ofrece hacia Oriente, siendo éste el único elemento decorativo que presenta la iglesia en su exterior. En el muro sur y oculto por un pórtico de posterior factura, se abre la portada, con dos arquivoltas lisas que des-cansan sobre jambas sin ninguna decoración. En su interior, encontraremos una iglesia de una sola nave cubierta por bóveda de cañón muy apuntado y dividida en cuatro tramos por medio de arcos fajo-nes que se apoyan en pilastras sin ningún tipo de decoración. El ábside es cuadrado, algo inusual en la zona, consecuencia quizá del propio carácter de fortaleza del edificio. La sacristía en el muro norte y la capilla en el muro sur, serían dos añadidos de difícil datación. Se cree que en los dominios de la villa del Duque de Santisteban , traería a la iglesia la Virgen Del Collado , (hoy patrona de Valtajeros) procedente de Santisteban Del Puerto (Jaén), en cuyo pueblo también la Virgen Del Collado es la patrona del mismo, con una peculiar historia del hallazgo de esta virgen. Era el mes de Abril del año 1232, cuando el labra-dor Esteban Solís Palomares comenzó a labrar el escaso pedazo de tierra que poseía en un pequeño collado no muy lejos del pueblo. Un día, exactamen-te el 26, y cuando más afanado estaba en su tarea, notó que las mulas que tiraban del arado hacían

grandes esfuerzos para arrancar de la tierra algo muy pesado. Esteban las hostigó, y ellas, en un supremo esfuerzo, levantaron una gran porción de terreno de entre la que salió una campana. El hombre se volvió extrañado ante aquello, y al limpiar de tierra y pie-dras la voluminosa campana, pudo ver en su interior una imagen. Era una talla de la Virgen ante la que Esteban, sobrecogido de emoción, se arrodilló. Las mulas, quizás extenuadas por el esfuerzo, cayeron así mismo ante la campana, cosa que Esteban atribu-yó a un milagro, y así, hombre y animales estuvieron largo rato. Una vez repuesto Esteban de su profunda emoción, sacó la Imagen de su escondrijo, y dejando allí a las mulas uncidas al arado, se encaminó hacia el pueblo, seguido por la gente que al ver aquello marchaba tras él, iniciándose así la primera proce-sión de la Virgen, a la que seguirían tantas y tantas procesiones a lo largo de los siglos. Al llegar Este-ban al Concejo con su preciada carga, contó a las autoridades el suceso, y entre todos y con gran so-lemnidad depositaron la Imagen en las Salas Capitulares y siendo adorada por todo el pueblo, que enterado del acontecimiento, fue acudiendo allí. Au-

toridades y clero del pueblo celebraron aquel mismo día una sesión pública en la que acordaron que, en primer lugar, y teniendo en cuenta el sitio del hallazgo se llamara de allí en adelante Virgen del Collado, que se dieran comienzo cuanto antes las obras de construcción de una ermita en el mismo lugar donde estuvo la campana enterrada y que se tomara como Patrona del pueblo. En 2010, el exterior de la Iglesia, incluida su cubier-ta y patio de acceso, han sido sometidos a un profundo proceso de restauración. La Callejuela: Declarada Bien de Interés Cultu-ral en la categoría de Zona Arqueológica el 5 de mayo de 2005.

(Artículo patrocinado por el Ayuntamiento de Valtajeros)

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LAS DEHESAS DE ACEBO EN LAS TIERRAS ALTAS DE SORIAPor José Carlos Santana Pérez (http://sorbusmedioambiente.blogspot.com)

Hasta hace poco tiempo, la vida en general, y la vida rural en particular, estaban íntimamente unidas al entor-no natural, y se regían por los ciclos de éste. Las distintas especies de plantas presentes en cada localidad eran fuente de recursos alimenticios, textiles, constructi-vos, medicinales, rituales, etc. Nuestros antiguos ancestros domesticaron ciertas plantas silvestres por su utilidad, cada generación aportó nuevas especies, usos y mejoras, obteniéndose en cada comarca variedades loca-les adaptadas a la tierra. Estos conocimientos pasaron de abuelos a nietos en una cadena interminable de transmi-sión del saber acumulado, que ha permitido a cada generación no tener que partir de cero, y a la humanidad en general progresar a lo largo del tiempo. Ha llegado el día en que, lamentablemente, podemos decir que esa cadena de trans-misión de conocimiento, única para cada comarca e ininterrumpida a lo largo de la historia, tras capear epide-mias, hambrunas y guerras, se ha roto, quizá definitivamen-te. La desigualdad en las condiciones de vida y la im-posibilidad de participar del progreso forzaron a nuestras gentes a marchar a las ciuda-des en busca de oportunidades, sobreviniendo así el éxodo rural, la despo-blación, el comienzo del olvido. La actual desidia y falta de interés de las nuevas generaciones urbanitas hacia la experiencia de nuestros mayores del pueblo, últimos custodios de la tradición oral y de nuestros usos, han su-puesto el culmen de este fenómeno de extinción cultu-ral. Vivimos inmersos en la dictadura de las tecnologías de la comunicación, que facilitan nuestra cotidianidad y globalizan la cultura, pero al mismo tiempo diluyen la diferenciación, la diversidad propia de cada región. Iró-nicamente, el mundo de la hiperinformación fabrica ignorantes funcionales, que acaban por desconocer cómo se siembra un calabacín, o de dónde salen la leche o los huevos que a diario consumen, y resultan, pues, seres totalmente dependientes. Nuestros abuelos rurales ya no son objeto de respeto y admiración, ni fuente de consejo y experiencia, sino que son considerados poco menos que rémoras culturales, y no suscitan el más mínimo interés a sus urbanitas nietos, miembros de la generación smartphone. Quiera Dios que no se dé la paradoja de que acontezca un gran apagón tecnológico, y sean los urbani-tas quienes tengan que acudir al campo a pedir de

rodillas a sus “pobrecitos” abuelos que les den de comer (como presentía el ínclito Miguel Delibes). Las Tierras Altas son un paradigma de todo esto. La comarca es un foco de biodiversidad vegetal, pues sus sierras son el punto de ruptura entre la vertiente atlántica y la vertiente mediterránea de la Península, lo que se traduce en una interesante diversidad de climas y suelos. Las crestas altas y expuestas al norte muestran rasgos de clima continental frío, mientras que los fondos de los valles más angostos guardan microclimas que podrían llegar a asemejarse a los de las zonas costeras del levan-te español. Así, ha sido muy variada la oferta de recursos botánicos disponibles para el uso humano en esta tierra, y muy rica la cultura basada en ellos, que se refleja en

los muy diferentes nombres y usos dados a una misma planta en función de la aldea en la que uno pregunte. Entre estos usos, quiero des-tacar un modelo de gestión agroforestal muy nuestro que es ejemplar, admirado por los profesionales medioambienta-les en todo el planeta: las DEHESAS. En esencia, son montes naturales que se man-tienen artificialmente aclarados, permitiendo múlti-ples aprovechamientos eficaces y sostenibles. Los árboles, en la mayoría de casos robles o encinas, se podaban recurrentemente para proveer-nos de leñas y carbón vegetal, fuentes de combustible para calentar las casas en invierno y para alimentar fraguas, hornos y cocinas. Más o menos, lo que hoy se conoce como bio-masa. Al aclarar el bosque, se abría espacio suficiente para

tener allí al ganado y para que el sol llegara efectiva-mente al suelo, lo que, unido al aporte de abono por parte de los animales, proveía de un pasto rico y variado para vacas, yeguas y ovejas, que a su vez lo convertían en la carne y leche que alimentaban a nuestras gentes. Por su parte, los robles y encinas suministraban en otoño las apreciadas bellotas para engordar los cochinos, e incluso para molerlas y mezclar su harina con la de trigo en años de malas cosechas. Asimismo, nuestras dehesas suponen una continuidad semi-artificial del bosque sal-vaje, por lo que resultan espacios muy adecuados para la caza. Además de todo esto, los prados abonados entre los árboles conforman un hábitat idóneo para la apari-ción de numerosas especies de setas comestibles, si bien nuestra comarca, como todas las de raigambre celta o celtíbera, no ha tenido

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históricamente una gran tradición de aprovechamiento micológico, aunque en los tiempos actuales sí supongan un recurso económico de enorme potencial para esta tierra. Entre las dehesas de roble, destaca en Tierras Altas la de San Andrés de San Pedro, por su estado de con-servación y su riqueza forestal, compuesta de robles acompañados de hayas y cerezos de gran porte. Caso aparte son nuestras singulares dehesas de ACE-BO, que, además de proveer de todos los recursos citados anteriormente, suponen un ejemplo de equilibrio simbiótico entre los animales y los árboles. Los prime-ros se comen los vástagos y rebrotes de robles y hayas, tiernos y apetecibles en comparación con los de los acebos, que así pueden medrar sin competencia. A cambio, las masas ahuecadas e intrincadas de los gran-des acebos ejercen de establos naturales para el ganado, pudiendo refugiarse los animales en ellos durante los duros temporales invernales, y buscando también pro-tección del sol en el verano. Tenemos aún varios ejemplos vivos de estas acebedas adehesadas en Oncala, Vizmanos, Las Aldehuelas y El Collado. Tal es la im-portancia de estas masas arboladas que en algunos casos aparecen protegidas y reguladas por antiguas ordenan-zas medievales, como los fueros de Soria (s. XII) o Montenegro de Cameros. Nuestras acebedas están muy relacionadas con los antiguos pueblos celtíberos que habitaron nuestras sie-rras, y así, hoy localizamos restos de sus castros neolíticos en la proximidad de acebales ancestrales, como el de Garagüeta. Eran pueblos pastoriles y guerre-ros, para los cuales los árboles y arbustos representaban distintos símbolos de deidad. El acebo era para ellos un icono protector contra los malos augurios. Es antíquisi-mo el uso ornamental y simbólico del ramillo de acebo para honrar la Saturnalia pagana, después asimilado por el rito cristiano navideño a partir del siglo VI d.C. El ramo de acebo también siguió presente en la cultura cristiana medieval en la celebración del Domingo de Ramos, así como en las fiestas de San Pedro Manrique, acompañando a sus móndidas, como lo hace el ramo de arce en Sarnago.

Otra manifestación de la importancia económica y cultural de estos acebales adehesados queda reflejada en las hacenderas o regaderas de las dehesas de algunos de nuestros pueblos. Eran días en los que los vecinos acudían en conjunto al acebal a eliminar matorrales, arrancar los cardos, romper las boñigas, limpiar los cauces de los arroyuelos que cruzaban el pasto, y re-componer los muros de piedra. Eran celebraciones en toda regla, con comidas de hermanamiento y música popular, en las que cada cual contribuía con su trabajo al bien común. Su origen se pierde en nuestra historia como tantas otras costumbres características de nuestras áreas montanas. El acebo se ahuecaba manualmente para la extracción de leñas del interior de sus masas y, de paso, para po-tenciar esos espacios por su importancia como cuadras naturales. Se llegaban incluso a disponer rudimentarias puertas de acceso al interior de las mismas. El acebo tolera especialmente bien el recorte, y así, soporta estoi-camente el ramoneo del ganado vacuno y caballar de razas rústicas (como la vaca serrana soriana), formando esos característicos faldones de hojas espinosas alrede-dor de su base. Su leña es un excelente combustible, y un recurso muy útil para la industria del carboneo. De hecho, fue el exceso de este uso el que ha colocado a muchas acebedas ibéricas al borde la desaparición. Además, del acebo se ha extraído tradicionalmente la liga, un cordón elástico muy popular, que se empleaba para atrapar pájaros. Su madera, proverbialmente pesa-da (no flota en agua), se usó para la fabricación de aperos y herramientas duraderos. Sus hojas supusieron un recurso forrajero para el ganado, y, en cocimiento, un remedio para las personas afectadas de reúmas, gota, o fiebres. Sus tóxicos frutillos, en pequeñas dosis, se usaron como purgantes. Estos son solo ejemplos de los múltiples aprovecha-mientos obtenidos de una especie tan propia de nuestras tierras como es el acebo. Si nos molestamos en pregun-tar a los últimos mayores que habitan aún nuestros pueblos, nos contarán muchos más, pues cada uno de ellos añade un nombre o un uso característico, que no habíamos recogido previamente. Daos prisa, que cada vez nos van quedando menos sabios populares...

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MIRA COMO BRILLA LA NIEVE (Por Manuel Castelló) Desde la cumbre blanca, pura; desde la serena soledad de la Sierra del Alba Hoy he pasado el día con mis amigos visitando la zona de “Tierras Altas de Soria” y como siempre me ocurre, la emoción ha estado presente durante toda la jornada en mi romántico espíritu. Después de pasar la mañana vagando con el automóvil pegando la hebra con quien nos encontrábamos en el camino (pastores, guardas, personas anónimas…) hemos comido en un restaurante de la zona y a continuación nos hemos encaminado hacia Oncala. Mientras subíamos, veía-mos brillar la nieve amontonada de las últimas neva-das caídas en la montaña y, ante tanta belleza, un gozo inenarrable se ha apoderado de nosotros. El co-lor albo, límpido, que todo lo inundaba, no nos dejaba percibir con nitidez algunas blancuzcas vacadas y los escasos rebaños de ovejas que con el sol que ese día a ratos se mostraba generoso, se habían atrevido a salir a pastorear algo en los altos llanos donde la hierba tímidamente ape-nas se vislumbra-ba; sólo una mujer con un ano-rak rojo que pa-seaba a las afueras de un pueblecito apro-vechando la bo-nanza del sol vespertino rompía aquella bella mo-notonía, cómo un bulto grana mo-viéndose a través de la nieve, que en muchos lugares estaba completamente helada. Sin proponérmelo, inconscientemente, me he visto cantando una bella canción alpina, no sé si suiza o austríaca; su título, el que encabeza el artículo “Mira como brilla la nieve” la música en cuestión, no la había ni siquiera tarareado desde mis comienzos en los estudios musicales, allá por los años 63 o 64 del pasado siglo ¡tan viejo soy!, pero era tal la belleza ante mis ojos que quedé anonadado; los robles y otros árboles de hoja caduca aún se mostraban esqueléticos como en el más gélido de los inviernos, los cereales ya iban conformando un tímido césped, y los chopos de los ríos, casi mostrado sus borrones, anunciándo-nos que la primavera ya se va abriendo paso incluso en esta fría comarca de la “Sierra del Alba”; Cidacos y Linares rebosantes de agua, y otros arroyos des-aguando las escorrentías de la nieve por los márge-nes, entre lodazales y canchales, cantarines,

abriéndose paso a través de la nieve y las zarzas que se mostraban completamente secas; el ladrón muér-dago alimentándose, chupando, apoderándose de la savia vital de nogales, álamos y encinas; aquí y allá, algunos acebos con su verdinegro color nos anun-ciaban la cercanía del inmenso, boscoso, arcaico Garagüeta; el entorno salvaje, bravo, y pese a todo sereno de Alcarama, San Miguel, Oncala… majes-tuosos, ufanos, presidiendo desde lo alto con sus blancas y empinadas cumbres todo el bello entorno del conjunto de la sierra, algunas tórtolas y pajari-llos bebiendo de los innumerables charcos y arro-yuelos conformados por la nieve derretida. Toda esa impresionante, sin igual belleza me ha trasportado a una región psíquica que mi consciencia no recorda-ba, pues hasta los viejos humilladeros cubiertos por

las zarzas, los pueblos casi abandonados, y pese a la niebla brumo-sa de las hondonadas aparecían ante mis ojos con una belleza tal que embargaba mi espíritu, y atravesando todo ese entorno, la vieja, arcai-ca canción alpina, sil-bada, cantada, compartida, amalga-mada alegremente con la bella visión del pai-saje soriano de Tierras Altas, y la maravillosa, sin igual compañía de Mary y mis amigos Pepe y Mª José, me ha

trasportado a regiones y recuerdos pretéritos de los cuales ya no tenía conciencia. Al regreso por la tarde, hacia casa, en Soria, y desde lo alto de Oncala, he solicitado a Pepe que conducía el automóvil una última parada para jugar y revolcarme por la bella, blanca y fría palidez de la nieve en su mayor parte helada, y el aire ya gélido del final del día azotándome el rostro, recordándo-me el viejo, sempiterno “zirzus” pelendón, con el sol de la tarde ocultándose, abandonándonos en el lejano horizonte entre picos y brumas, con su poli-cromada y singular belleza, me ha retrotraído a la primera vez que visité Sarnago y tomé plena con-ciencia de la maravillosa, pura, agreste y salvaje soledad de este rincón de mi Soria que permanece grabada a fuego en mi espíritu, en mi memoria, en mi subconsciente y en mi consciencia.

Pueblo de El collado, al fondo la sierra.

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RESURGIENDO DE LA CENIZAS (Por Raquel, David, Javi, Laura y María José ) Nuestra llegada a La Cuesta fue fruto de la casualidad. Unos teníamos cierta relación familiar con la tierra que acoge esta maravillosa pedanía y otros veníamos huyendo de una apabullante e imposible vida en una gran ciudad. Sea como fuere, La Cuesta nos ha unido, invitándonos a formar una pequeña familia. De todos es sabido el gran problema de despoblación que existe en estas tierras y nosotros luchamos por intentar man-tener la vida aquí aunque, como siempre, hay gente que prefiere que los pueblos mueran antes de que al-guien los rescate. Cuando llegamos, la impresión que daba era la de una pequeña finca de recreo de algunas personas y no invitaba mucho a la vida cotidiana. Pero poco a poco, con ilusión, esfuerzo y mucho, mucho,trabajo, creemos que estamos consiguiendo dar vida a este nuestro pequeño-gran hogar. Nuestros sueños y proyectos son varios, todos encaminados a intentar vivir por y de esta tierra. Pero los comienzos son muy lentos y difíciles, más cuando nadie te ayuda ni te facilita conseguir tus objetivos y, si pueden, te ponen todas las trabas posibles.

Pese a todas las vicisitudes que hemos tenido que pasar y todas las zancadillas que nos han intentado poner, seguimos aquí y seguimos luchando. Son pe-queñas cosas las que hemos conseguido, pero para

nosotros son grandes triunfos: nuestro huerto, nuestro invernadero, nuestros animales, nuestros productos naturales que elaboramos artesanalmente, nuestro restaurado y rehabilitado pozo... Y sobre todo nues-tros hogares, a los que poco a poco vamos dando forma. Pueden parecer cosas insignificantes, pero para nosotros no lo son. Cuando consigues algo con tanto esfuerzo, con pocos medios, con ninguna ayuda y, sobre todo, con mucha ilusión, cada pasito que das se convierte en un paso de gigante. Todo el que quiera venir será bien recibido, siempre y cuando su corazón sea limpio, sus intenciones sanas y traiga como equipaje arrobas de ilusión, respeto y ganas de trabajar por conseguir realizar este sueño. No necesitamos que nadie venga cambiar lo que hay, sino a mantenerlo vivo y rehabilitarlo. Porque pensamos que no se necesitan grandes cosas para tener una vida plena y feliz. Así que aquí seguiremos luchando, le pese a quien le pese, porque La Cuesta nos ha admiti-do. Sí, La Cuesta no es nuestra, nosotros le pertenecemos y el pueblo decide quién se queda y quién se va. Por eso, pese al empeño que tengan porecharnos, aquí estaremos mientras el pueblo nos lo permita.

Jabones naturales 100% elaborados La Cuesta

Pozo de la “Tata Chinina”, recientemente restaurado

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EL EMIGRANTE (Por Jesús Vasco)

“Por primavera vuelven el mirlo y el zorzal, y las cigüeñas dejan África para poblar nuestros campa-narios en un continuo ir y venir que, instintivamente, ejecutan año tras año. La emigra-ción del ave obedece a una ley de la naturaleza; la del hombre, por el contrario, a un desequilibrio so-cial”. Mi mejor amigo pertenece a esa clase de perdedo-res que buscan nuevas señas de identidad en un constante esfuerzo de integración. De niño, lo inter-naron en una especie de seminario donde vivir con Dios no tenía nada que ver con vivir como Él. Con su trabajo costeaba cama, comida y estudios. Aban-donó pueblo, amigos y familia para acomodarse a otros niños cuyo denominador común era la pobre-za. Acabó harto de reprimir su cuerpo y su libertad por conseguir el título de Bachillerato, pasaporte obligado para salir de la miseria. A los 17 años, la prematura muerte de su madre, a la que siempre conoció enferma, determinó un nue-vo cambio de rumbo, esta vez hacia el norte, entre el monte y los hornos altos. Nuevamente, hubo de recomponer amigos y objetivos. Atrás iban quedan-do los de la niñez y adolescencia, rompiendo la distancia su hatillo de sueños escritos en otras tantas cartas de amor. Comenzó estudios de medicina sin saber bien a quien servirían, si a él o a los demás. Cuando ya se hubo acomodado a la nueva tierra, una beca de especialización lo catapultó a Milán, a comenzar de nuevo. Desde su habitación de alquiler contemplaba ensimismado los hogares colindantes tras cuyas ventanas, padres e hijos, se profesaban miradas y caricias que él tanto necesitaba. Nadie arropaba sus sueños con un beso de despedida.

Una y otra vez, recordaba el maldito estigma de vagar de un lado a otro con el que fue ungido. Después de un año, regresó a la última tierra de la que partió. To-caba, de nuevo, despedir amigos y lugares, ya entrañables, para co-menzar otra vida con otros que antes dejó. Se casó ilusionado, tuvo hijos queridos, y el vaivén de la vida le llevó a conocer Soria, de la que también se enamoró. Sentía el deseo de asentarse allí para siempre, y contemplar los atarde-ceres con placidez, consciente de que su deambular habría acabado y que unas manos amigas le acaricia-ran su pelo, ya de color de luna.

La historia de cada emigrante soriano no diferiría de la aquí relatada. El emigrante es un apátrida. Puede permanecer en cualquier otra tierra, pero su corazón late en la suya. Añora las pequeñas cosas que le permitieron crecer. Y sus recuerdos perduran, mientras el tiempo pasa. Mas cuando vuelve, el niño que dejó es un joven, el jo-ven, un viejo y el viejo se ha ido. Las casas, que antaño se compartían con los animales, han sido remozadas. En la escuela, incomprensiblemente, los niños y niñas aprenden juntos. La maquinaria ha expulsado a los jornaleros del campo y las pocas ovejas que quedan ya no precisan de zagales y ma-yorales. La sierra, que de niño le parecía inmensa, se torna chiquita; las pozas del río donde se bañaba se han secado, las fuentes de las que bebía ya no manan, la dehesa en la que jugaba es ahora impene-trable y en el espinar ya no abundan aquellos mirlos y zorzales que anunciaban los cambios estacionales. Y se vuelve a sentir forastero en su propia tierra, maldiciendo el curso del tiempo que le ha borrado los sueños y le ha plantado en un pueblo que apenas reconoce, que resulta ser el suyo. Y le invade la duda de saber a dónde pertenece: si a la tierra que le vio crecer o a aquélla que le permitió vivir.

Algo hay en nosotros que insta a aferrarnos a la tierra que nos parió, como un imán; como esa fuer-za poderosa que obliga a las aves a emigrar o al salmón a remontar los ríos para reiniciar el ciclo. Somos parte de una naturaleza que nos fija senderos de ida y vuelta, como si la vida fuese una noria que bebe, una y otra vez, del mismo pozo.

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Soria ha sufrido, en las últimas décadas, una im-portante sangría de emigrantes. No fueron expulsados solamente por el frío o la aridez de la tierra, sino por la falta de recursos en una España caciquil, desolada y triste, incapaz de generar ilu-sión en los más desfavorecidos. Emigrar, además de significar un fracaso político y social, es siem-pre un acto doloroso, a pesar de que el horizonte se vislumbre esperanzador. En el momento actual, corremos el riesgo de un nuevo éxodo como consecuencia del desmantela-miento de la protección social, la sanidad y la educación públicas. Si no hay escuela para los ni-ños, sus padres han de marchar, y será difícil retener la farmacia, el Centro médico, la biblioteca, la residencia, los negocios,….etc., convirtiéndose el pueblo en un asilo que el tiempo vaciará, reme-morando, irremediablemente, aquel conocido y bello poema: “Se vende un pueblo soriano, ¿Quién lo quiere comprar?”. Los ayuntamientos deben reconocer que el esfuerzo que han realizado los emi-grantes ha permitido vivir mejor a aquéllos que se quedaron, y debe recom-pensarlos con políticas que faciliten su retorno. No es justo que Tierras Altas se la estén repartiendo, a pre-cios de saldo, políticos y poderosos, sin la más mí-nima intención de generar riqueza, portándonos, in-exorablemente, a un nuevo sistema feudal y conserva-

dor que tanto daño ha hecho a este país. Esta tierra merece algo más. Sobre todo, respeto. Que nadie cogió el hato y se fue para que otros hicieran su agosto. Sarnago es un ejemplo de coraje y determinación en rehabilitar un pueblo que les pertenece y que no abandonaron por capricho. Es necesaria mayor colaboración e implicación de las administraciones. El futuro está en las personas. Y la Sierra tiene que repoblarse comenzando con la ilusión de quienes han vuelto para que otra gente, de otros lugares, sienta la hermosura y dignidad de esta tan querida tierra soriana. “Cuando veas, desde tu ventana, llegar al mirlo y al zorzal, recuerda a esas familias que, en hogares lejanos, cantan a sus hijos viejas canciones serranas con la esperanza de que, algún día, puedan retor-nar”.

En el mercado de San Pedro. Foto Javier Sánchez Hidalgo

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EL CUENTO DE LAS RAZAS (Por Gaspar Ruiz Martínez)

-Hoy sois más gente para recogernos…. ¿Pasa algo?.... ¡No me huele bien!.... ¡Yo me marcho!.... -Espera un poco amigo, no corras, que te voy a contar un cuento de la historia de tu raza, y lo voy a ir escribiendo, para enviár-selo a unos amigos, que sé que les va a gus-tar. -Vamos a escondernos detrás de estas vetas, para que no te vean… ¡que si te ven!………te cuento: -Erase una vez, hace ya unos cuantos años, en un territorio muy cerca del bosque y no muy lejano del nuestro, y de nuestro pobla-do, estando nuestra raza, mi raza, dominada por unos jefes gobernantes indómitos y re-trógrados en el tiempo, y sobre todo, unos

especímenes raros….muy raros…., existió una magnifica raza de animales, única en su especie, de unos 180 ejemplares, ya casi extinguida en su totalidad, y original en todo el mundo. Unos animales muy raros… muy raros….vestían todos de negro, como tú, con el contraste del hocico en blanco, y encima de sus orejas les salía una protuberancia puntiaguda ósea, ¡vamos, como si fuesen cuernos!, exactamente como estos pequeñitos que tienes tú…. fueron tus antepasados…. Esta raza…. tu raza…. con el paso del tiempo, adquirió unos conocimientos y una inteligencia tan grande… que los miembros gobernantes, que la dominaba, no alcanzaban ya ni a su mitad. -Durante algún tiempo, esta raza de gobernantes, cuando era más dócil y más avanzada, rescató de su desapari-ción a unos cuantos animales, hembras en su gran mayoría, recogiéndolos por el bosque, y juntándolos, los cui-dó, los protegió y los conservó con mucho mimo, pues era una raza que solo la conocían sus antepasados y se propusieron recuperarla. Pasaron tiempos muy tranquilos y felices, donde el pasteo era tan monótono como la conversación entre ellas. ¡Qué buenos están siempre estos pastos abuela! Decía la joven Sarnaga, tu abuela, bajando otra vez la cabeza, para seguir comiendo muy seguido, pues su amiga Taniña, venía detrás, con el hocico hincado en el suelo, pi-sándole las pezuñas. Hasta que hace pocos años, se corrió la voz de que había indicios de infección, por una enfermedad muy con-tagiosa, muy conocida, y poco tratada. -¿Y murió alguno de mis antepasados en el bosque, por esa enfermedad? -¡Nunca…. Ninguno! -¿Y cómo sabían entonces que podían estar enfermos….? - Los curanderos brujos de mi raza, les hacían un corte en la piel, y el animal que no sangraba…. lo sacrificaban en el territorio sagrado. -¡Pero entonces…. tenían que sangrar todos los animales…. al hacerles el corte en la piel….todos tienen san-gre…. no! -Ya…….. Pero…… tenían que sacrificar alguno… tenían que eliminar animales de tu raza, porque los animales que verdaderamente tenían la enfermedad estaban muy protegidos económicamente en el bosque y en el mismo terreno de pasteo de estos animales tan raros. -¡Ah… ya entiendo, por qué razón tenían que eliminar animales de mi raza….! por que la captura de los anima-les que tenían de verdad la enfermedad, producía mucho dinero, y tenían que dominar todo el espacio del bos-que, para su caza. - ¡Algo así…...como tus antepasados, muy listo tú! -¿Y los jefes de tu raza que decían o que hacían…? -Nada….absolutamente nada….por alguna razón, que algún día conoceremos…..tienes que darte cuenta que los jefes, con el paso de su tiempo fueron degradando muy profundamente, en su comportamiento civilizado y ra-cional, llegando a perder todo sentido de dignidad y comportamiento humano…..como anécdota, te cuento que en cierta ocasión, vino un Jefe de todos nosotros, vio dos magníficos ejemplares de animales pastando juntos, y dijo:

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-¡Vaya par de hembras tan majas! Y corrigiéndole yo…. le dije: -¡No, no…. estos no son hembras, son los dos machos que hemos dejado este año para sementales! Y el jefe levantó enérgicamente la cabeza…. Y siguió andando sin rumbo fijo, observando los animales. -O sea, que no tenía ni idea….con esto, ya sé poco más o menos cómo eran y como son tus gobernantes, pe-ro….sigue, sigue contándome…. que la historia de este cuento no parece que tiene desperdicio. Poco más que contar, el final ya lo habrás averiguado tú muy bien… no decidieron sacrificaos….decidieron mataros en el monte sagrado a todos, sin querer saber, ni reconocer, de dónde venía verdaderamente la enfer-medad…. Y él me pregunta: -¿Tú tienes madre? -¡No, murió ya hace unos años… pero como yo hablo con ella todas las noches, ya le he dicho que cuide de todos los animales, cuando lleguen donde ella está ahora, incluida tu madre claro…! ¡O sea, que estate tran-quilo que estarán todos en buenas manos! -Yo…. ya me he despedido de la mía. -Ya lo sé….te he visto….y tu tía la Valdemoreña, parió ayer un ejemplar macho, como tú, tres horas antes de matarlos a todos…Muy enfadado: -¡No quiero saber nada de tu raza, y menos de tus jefes! -¡Ya me has contado todo lo que quería sa-ber….Yo me marcho de aquí, a mí no me cogen para matarme! - ¡Y adonde iras! -Al bosque, allí, ni me buscan ni me cazan. -Pero tarde o temprano……-Adiós y gracias por cuidar de mí, y de mi raza…. Dejando mi escrito en el suelo y agachán-dome para coger un puñado de pasto y dárselo de comer para el camino, le dije: -Adiós amigo, cuídate mucho y toma es-to…. para el cam……Al incorporarme con el puñado de pasto en la mano…. ya se había marchado. -Ni siquiera se ha esperado a escuchar la moraleja que también tiene la historia de este cuento….bueno….se la contaré a los lectores…. Cuando nos dejamos regir por ineptos y además lo consentimos, nosotros mismos no estamos muy lejos de serlo. Al igual que si te cruzas por el camino con esa que llaman, la enfermedad, nunca le des la espalda, habla con ella, ya que es mejor conocerla a fondo, que esquivarla y salir huyendo.

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Mi pequeña trashumancia (Por Juan Torregrosa Mata)

Debo de decir que yo nunca llegué a bajar a Extremadura ni a Andalucía. Los que si realizaron este camino fueron mis cuñados, desde jóvenes hasta que quitaron el ganado. Todos los años me llevaban una cincuentena de ovejas, como com-pensación les ayudaba unos días cuando se iban y volvían. En aquellos tiempos las ovejas se embarcaban en el tren. En poco más de veinticuatro horas hacían el trayecto. Luego un par de días andando por cordeles y cañadas hasta Matasejún. Los últimos días del mes de mayo de los años 50 del pasado siglo, hice este viaje que relato: Mi cuñado Daniel y yo, salimos de Matasejún de madrugada, con la luz de la luna y el reflejo de las estrellas. De casa de mi suegra cogimos la mula roma que tenía (esta mula llevaba el sobrenombre de roma como todas las que nacían de una burra y un caballo). Pasamos por San Andrés, Castilfrío de la Sierra, y Aldealices. Con la salida del sol, los dos montados en nuestra mula y a trote cochinero, pasando por la orilla de un trigal nos salió un perro ladrando. La espantada de la mula fue tal que caí-mos al suelo. Después llegó lo peor, al caernos perdimos las riendas. La mula quedo suelta y no se dejaba coger, por lo que nos hizo sufrir un buen rato. Con mil engaños la pudimos llevar hasta la plaza de Aldeaeseñor donde se entretuvo en beber agua en el pilón. Yo detrás y mi cuñado esperándola a la salida de la calle le pudimos echar el guante. De buena gana le hubiésemos dado unos buenos palos, pero, Dios nos dio paciencia para hacerle caricias y halagos. La castigamos con montarnos otra vez. Mi cuñado, de guía, era el que mejor la entendía y consiguió sacarle ese trote cochinero largo para aventajar más.

Pasamos por unos pequeños pueblecitos antes de llegar a Fuentetecha, donde cogimos el cor-del. Andando por él fuimos al encuentro con los que venían con el rebaño. Al cargo de las ovejas venía mi cuñado Fernando, con tres de El Colla-do (Augusto, Nato y Pedro de la Eusebia). En una pradera hicimos un pequeño descanso para almorzar. Nos informaron de las condiciones que venía el ganado. Sin perder mucho tiempo, nosotros dos salimos arreando con todo el atajo, que las jornadas eran largas y el camino había que andarlo. Los demás marcharon para casa, con nuestra mula roma y con las yeguas cargadas con el hato en serones y con las pesadas redes, con las que se construía el corral que durante la noche man-tenía reunido el ganado. Nos dejaron la perra de raza carea y dos soberbios mastines, que, solo con su presencia no se acercaba ningún extraño

al rebaño. Pasarían de 1500 ovejas en la rehala. Sobre el hombro nuestra manta protectora y el morral con la merienda en las espaldas, que también pesaba, porque la abuela Cruz y mi mujer, Esperanza, poniendo merienda no fueron escasas Disfrutamos de un gran día de sol, pasamos por Narros, por el alto de la sierra del Almuerzo, las lomas peladas de la Losilla y los campos de labor de Carrascosa de la Sierra. Subimos por el cordel hasta los altos del Mostajo, en el término de Valtajeros. A la caída de la tarde fue cubriéndonos una espesa niebla. Cuanto más ascendíamos, más espesaba hasta que ya llego él momento que ni veíamos las ovejas ni por donde iba el cordel. Ante esta situación dejamos de arrear el ganado y se hizo la dormida, este tipo de ganado aguanta mucho andando pero también estaba deseando descansar. Como pudimos, a tientas, aplicamos leña para hacer lumbre y calentarnos. La leña estaba mojada y en el intento acabamos con todas las cerillas. Yo, “canso muerto o muerto canso” ya me dormía hasta de pie y dije, “que sea lo que el señor quiera”. Me recubrí en mi manta de lana de Enciso. Como el suelo estaba mojado, me acosté sobre un pequeño sabino. Sus ramas hacían de colchón y de aislante del suelo mojado. Allí pase la noche, en una continua vigilancia, durmiendo como las liebres (con un ojo cerrado y el otro abierto), el oído bien atento a los cencerros y a los ladridos de los mastines. Por la mañana temprano había levantado la niebla y se veía venir un buen día. Salimos con nuestras merinas por toda la cumbre hasta llegar al alto de la sierra de Castilfrío y San Andrés hacia los corrales de Peña Turquilla (asentados sobre una roca). Allí nos esperaba mi cuñado Fernando, con los del Collado. Encerramos las ovejas y preparamos un almuerzo en común a base de tortillas, embutidos caseros y pan del horno de leña todo bien regado con tinto de Arnedo. Seguidamente al corral para apartar el ganado en los dos rebaños. Finalizado el arduo trabajo, un trago de vino, un cigarro y cada uno por su lado. Subimos por el alto de la sierra de Peña Turquilla, en su bajada se convierte en una llana pradera. A pocos metros del cordel, en el término de San Andrés, en “La Fuente Marín” se le dio agua al ganado y nos refrescamos. Después de este receso, iniciamos la subida hasta la peña la Cera o alto de la sierra de la Cera, en el término de San Andrés. Este cordel hace linde con Valtajeros. Cuando el sol empezó a esconderse y el cielo se tiñó de un naranja intenso llegamos a Matasejún. Se dejó de arrear el ganado y por la umbría de Peña Mañera ellas solitas cogieron su careo.

Juan Torregrosa con uno de sus nietos delante de su ganado

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HOMENAJE AL PASTOR TRASHUMANTE (Por Juan Florián Revilla) El 15 de junio de 2013 tuvo lugar en Los Campos, pedanía de Las Aldehuelas, la inauguración del mo-numento al pastor trashumante. Esta obra ha sido realizada por Andrés Lasanta, escultor descendiente de Valduérteles y de familia de trashumantes. El acto se hizo coincidir con el regreso del rebaño de merinas de Eduardo del Rincón, en cuyo honor y extensible a todos que son o han sido pastores tras-humantes va dedicada esta obra. Se ha querido homenajear a todos los trashumantes de antes y de ahora Estamos en las Tierras Altas de Soria, lo que an-tes eran de las comarcas sampedranas, yangüesas y de Magaña. Situadas en la parte alta, al norte de la provincia de Soria. En estas sierras, una vez que pasa el largo invierno y llega la primavera se llenan de ricos pastos, hierbas muy finas que sirven para alimentar a la cabaña de ovejas merinas, (en tiem-pos pasados una de las más numerosas de España) Así reza en la vieja epístola yangüesa, que dice en

uno de sus párrafos…yo soy de las aldehuelas

pueblo de muchas merinas. también las tienen los campos donde la hierba, es muy fina.

Estos rebaños hacían todos los años el ciclo de la tras-humancia, partiendo entre octubre y noviembre hacia extremo y retornando en pri-mavera, entre mayo y junio. Eran conducidos y cuidados

por sus pastores, mayorales y zagales. La mayoría de las veces los mismos dueños de las ovejas, quie-nes efectuaban este trabajo. Estos pastores trashumantes nunca tuvieron un reconocimiento, por ningún organismo o institución. Ya no quedan más que unos pocos pastores meri-neros trashumantes, se les ha querido homenajear,

colocando esta estatua. Mª de las Candelas del Prado Crespo fue la persona encargada de retirar el manto a esta figura, vecina de Los Cam-pos, hija y esposa de pastores trashumantes, recibió (al tener más de 80 años) una placa, haciendo mención de ello, al igual que a otros varios que han sido pastores trashumantes de todas estas Tierras Altas y que también han supera-do la edad de 8o años. Fue un acto emotivo, donde muchos de los presentes, que fueron trashumantes o descendientes de aquellos, quisieron llevarse como recuerdo una fotografía junto al monu-mento.

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SER DE PUEBLO (Por [email protected]) Muchas veces hemos oído comentarios sobre la gente de pueblo, la mayoría de ellas en tono despectivo sobre todo en ciudades cuando ven alguno y dicen: “ese es un paleto de pueblo”. Durante el tiempo que viví en mí pueblo pude ver y convivir con sus gentes, por eso voy a detallar cosas y valores que tienen los de pueblo, aunque hay excepciones como en todas partes, la mayoría eran gente trabajadora que con pocas posibilidades y mucho esfuerzo sacaban sus familias adelante, sentían un gran cariño y respeto hacia sus mayores y cuidaban de ellos hasta el final de sus días. Amantes de su costumbre y tradiciones, celebraban sus fiestas y agasajaban a sus invitados con sus mejores manjares. Salvo excepciones, eran buenos vecinos y se ayudaban en todo lo que podían, eran tiempos de estrecheces y muchas veces les tocaba hacer trabajos que visto hoy en día no les correspondía, como cortar el pelo sin ser” peluqueros”, siempre había alguien con habilidad para poner la” inyección” al vecino, o la señora entendida que sin ser” matrona “ayudaba a nacer a los niños. No había brigada de obras y por ello sus vecinos hacían trabajos comunitarios, en bien de su pueblo, (levantaban una pared caída, apagaban un fuego, o enterraban a sus muertos) Hacían sus reuniones (hoy plenos) para tratar los asuntos sobre el pueblo, y cuando el pueblo los elegía hacían de Alcalde lo mejor que sabían. La mayoría era gente sana que con pocas cosas sabían divertirse, organizaban sus meriendas sus bailes y sus fiestas. Mucha gente emigró a la ciudad, allí la mayoría ocupó trabajos poco cualificados y trabajaron duro para que sus hijos pudieran salir adelante, con la ilusión como se decía, de que fueran Alguien, los que se quedaron siguieron trabajando y preparándose para los nuevos tiempos. Ser de pueblo es mucho más que ser un “paleto y un cateto”, palabras que tantas veces he oído, y reconozco que me han dolido. Cuando me preguntan, con toda naturalidad siempre contesto: ¡¡¡sí, soy de pueblo!!!

Jóvenes bailando en las fiestas de Matasejún, alrededor de 1960

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LAS MÓNDIDAS DE MATASEJUN (Por Isabel Goig) En Tierras Altas, ocupando una llanada, Matasejún ha conservado muchas de sus tierras de cereal. De ellas, y de las merinas, han vivido a lo largo de su historia. Con la gran emigración algunas familias se instalaron en Andalucía. El padrón de habitantes del año 2010 indica que Matasejún tenía censados 18 habitantes. Residir a lo largo del año, residen muchos menos, pero cuando llega agosto este pueblo, como casi todos los de la provincia de Soria, bulle con aquellos que marcharon y nunca han podido olvidar su lugar de nacimiento. Las casas están muy bien arregladas, algunas nuevas, y allí se reúnen para celebrar sus fiestas patronales que, al igual que sucede en la Soria más despoblada, han sido trasladadas a ese mes de verano a fin de facilitar las reuniones fami-liares y festivas. Fue Matasejún uno de los primeros pue-blos que visitamos cuando hicimos el trabajo sobre la des-población, buscando las causas más cerca-nas a cada cual, y en esa visita conocimos a Mary Paz Pérez, quien también se había marchado, con-cretamente a San Fernando (Cádiz). Aprovechamos para pedirle una receta propia de la zona y nos dio la cecina con garbanzos y repollo, que publicamos en “Por los fogones sorianos”, hace ya veinte años. En alguna ocasión nos hemos visto en Sarnago y el año pasado, Mary Paz (o Pacita como también la lla-man), nos dijo que en su pueblo también se celebraba la fiesta de las Móndidas. Había un fondo de queja cariño-sa, pero no le faltaba razón. Prometimos ir este año y allí estuvimos. Las Móndidas de Matasejún forman parte de la tradi-ción que hubo en algunos pueblos de Tierras Altas, perdida con la sangría poblacional, y recuperada con tesón e ilusión a partes iguales, por los habitantes estan-tes y ausentes física, que no emocionalmente. Concretamente las de Matasejún se recuperaron en el año 2001, según nos informó Luis García Fernández quien fue entonces mozo del ramo y, también, nos ha proporcionado las fotos antiguas. Antes de la recupera-ción se celebraban el día de la Santísima Trinidad. Vestían entonces las mozas de blusa blanca y falda mo-rada, con un chaleco negro y un mantón de manila. Al recuperarlas, la vestimenta ha cambiado algo. Lo que no ha cambiado es el rito. Intervienen en la ceremonia tres muchachas vestidas con trajes ceremo-niales y tocadas con cestos o cestaños; el mozo del ramo,

siempre de guindo, adornado con rosquillos, cintas y flo-res; más tarde se une el patrón, san Roque, con las autoridades; todo ello acompañado por los gaiteros.El mozo del ramo va a buscar a las móndidas. Este año han salido las tres de la misma casa. La razón es que se trataba de madre e hija, Primitiva Jiménez Fernández y María Gema del Barrio Jiménez, y otra muchacha, Beatriz Cuesta Jiménez. El mozo del ramo, José Antonio del Barrio Jimé-nez es hijo de una móndida y hermano de otra. La emoción estaba servida. Desde la casa se dirigen a las antiguas es-cuelas donde se forma la procesión laica, previa colocación de los cestaños a las móndidas por parte del mozo del ramo. A esta procesión se le une, más adelante, el patrón, san Roque, y todos, al son de “Resurrección”, se dirigen a la pequeña ermita blanca que porta el nombre de

patrón, al final del pueblo, donde se le canta una Salve. Después se va a la iglesia, de piedra grisácea, con atrio, advocada a Santa María, acompañados por los sones de “Pa-salodos”, y las móndidas, una a una, van entrando en el recinto, mientras los gaiteros tocan “To-nadilla general para dulzainas”, de Blas de la Serna, sobre cuya emotiva melo-día, don Antonio Arroyo, el sacerdote, llamó la atención de

los asistentes. Una vez dentro el mozo del ramo coloca de nuevo los cestaños a las móndidas y ellas, con paso lento y ceremonioso, se dirigen hacia el sacerdote, hacen una lige-ra reverencia, y besan el manípulo. Preguntamos a Luis García si antes portaban arbujuelos como en San Pedro, o roscos de pan azafranado como en Sarnago, y por correo electrónico nos contestó afirmativa-mente. Ahora no llevan ni lo uno ni lo otro, pero no falta el pan en las fiestas, ya que el día anterior los muchachos corren el rosco en las eras, lo ruedan, y se les regala ros-quillos. Dulces estos presentes en todas las casas, en las puertas, cubiertas las bandejas por preciosos trapitos bor-dados. Un día hermoso y un rito que, por mucho que veamos, nunca deja de sorprendernos, porque en él, a pesar de los cambios y añadidos, en especial religiosos, todavía se ras-trea el antiquísimo rito de las ofrendas a la diosa Ceres. Por eso el pan, de una u otra forma, no puede faltar en estas fiestas. Queremos agradecer la amabilidad de la gente serrana una vez más, especialmente a Pacita, María Jesús Miguel Lafuente, Pilar Redondo García, Antonio Barrero, Juan Torregrosa Mata, y tantos otros que se nos olvidarán.

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NUESTRAS TIERRAS ALTAS EN 2040 Un paso en nuestro futuro Mirar 25 años hacia atrás no es difícil. Se recuerdan los grandes eventos con claridad. Al contrario, adelantar nuestra mente 25 años parece un siglo. Pero pasarán a la velocidad de la luz. El día que lleguemos a ese punto inimaginable, recordaremos 2014 como la semana pasada. Predecir el futuro no es solo monopolio de las gitanas. Es una ciencia fascinante. Gracias a internet, estudia-mos las diferentes tendencias; los sondeos captan los pensamientos y previenen las siguientes acciones de la gente; los ordenadores simulan múltiples proyecciones. Presagiar el futuro de manera calculada es poder. El mundo en 2040 será dramáticamente diferente. El suicidio demográfico ʻeuropeoʼ pondrá en peligro todas nuestras seguridades. Nuestras grandes ciudades podrán ser de mayoría musulmana, la inmigración de África, otro gigante despertando, un tsunami. El clima girando loco, etc. Juntando todos estos ingredientes generarán “la tempestad perfecta”.

Pensar + Hacer = Realidad: P+H=R Cualquiera de nuestras casas de Tierras Altas prime-ramente nació como un deseo en la mente de una persona. Otros se fueron involucrando, como arqui-tectos y albañiles. Así se transforman sueños en reali-dades. Una sociedad es el espejo de las ilusiones preva-lentes y acciones de sus habitantes. Más de una per-sona piensa conscientemente en fundar su vida, su reali-dad seguirá en proporción a los esfuerzos organizados. Si otra persona no tiene ʻni puta ideaʼ; su vida reflejará perfectamente esa confusión. Dios, si, es justo.

Preguntas que anticipan cambios Esos últimos meses hice un sondeo informal, ¿Cómo veía la gente su comarca dentro de 25 años? Esto reveló tres sorpresas. La primera sorpresa fue por la pregunta misma. Parece que nunca antes se les preguntó por esta cuestión tan crucial. La segunda fue su réplica espontanea. La palabra rasa que mejor resumo sus versiones fue:“Jodido!”. La tercera sorpresa fue que esta buena gente tuvo una ʻvisiónʼ pesimista, a pesar de que nunca hab-ían reflexionado en serio sobre su propio futuro. Unos ponen sus últimos quitapesares a los dos proveedores de empleo significante: La Hoguera y la Residen-cia. Otros fantasean que una empresa milagro nos rescatará o un acto divino: el Gordo. `Nos han olvidado`, `somos el culo del mundo` son las creencias melancólicas. Los planes de ayuda de fuera no generan ningún cambio y aún menos entusiasmo. Y si ya cae el maná del cielo, crea envidia porque `otros` pueden aprovecharse de `nuestras subvenciones de Bruselasʼ. Otras zonas rurales sufren de lo mismo, en un mundo sin rumbo. No hay salida.

Transformar la desmoralización en esperanza Precisamente ese fracaso esconde la esperanza en sus alas cortadas. Basta leer las historias de las grandes invenciones individuales de todas culturas y tiempos. Consumidos de deseos apasionados, se imaginaron la solución a sus dilemas, cimentando ʻ¿Cómo?ʼ en sus mentes. Sus búsquedas se convirtieron en vocaciones. Se construyeron nuevas realidades consideradas imposibles por sus contemporáneos. En ese proceso, los enanos se convirtieron en gigantes.

La primera nevada del otoño en el lavadero de Sarnago

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Nos ofrecen la llave de nuestra jaula. La solución no viene de fuera. La fórmula durable vendrá de la gente de aquí. Abandonemos nuestro calvario idolatrado y detallemos nuestras propias propuestas. Borremos, por un momento, nuestras mentes caramelizadas para sembrar una cuestión crítica: ¿Cómo imaginamos el futuro perfecto de las Tierras Altas dentro de 25 años?

Visión de las futuras Tierras Altas Soñemos como si fuésemos otra vez niños, para quienes todo es posible. Dejar galopar nuestra imaginación y permitamos las ideas más imposibles. Si nuestro corazón responde con pulsos de alegría; estamos en el buen camino. Escribir esos brotes, sin miedo ninguno. Si hay suficiente gente que contribuya, se colocaran miles de detalles sobre un futuro entusiasmado para nuestra comarca. Lo que queremos y lo que no queremos.

• ¿Hay una escuela? ¿Cuántos alumnos tie-ne? ¿Qué valores aprenden nuestros niños?

• ¿Cuántos residentes hay? ¿Atraemos fami-lias? ¿Qué servicios hay? ¿Son eficientes?

• ¿Quieren atraer desesperados o gente autó-noma con ilusiones y congruente con nuestra visión?

• ¿Qué negocios quieren atraer? ¿Por qué, precisamente somos famosos en Soria, España y el mundo?

• ¿Tenemos la reputación de aspirar a lo más alto o a ser mediocres? ¿Y a qué nivel justamente?

• ¿En qué exactamente somos innovadores mundiales?

• ¿Qué porcentaje de auto suficiencia reali-zan nuestros pueblos y regiones vecinas? ¿Cómo se complementan estratégicamente?

• ¿Somos felices? ¿Hay solidaridad entre to-dos? ¿Hay criminalidad? ¿Actuamos nuestras vocaciones? ¿Cómo lo saben?

• ¿Hay respeto y confianza entre nosotros? ¿Cumplimos siempre las promesas y acuerdos?

• ¿Cómo, exactamente, conviven las diferen-tes opiniones, religiones, etnias?

• ¿Cuál es el nivel de comunicación con nues-tros jóvenes en la diáspora y en el mundo y su representación? ¿Cómo resolvemos los problemas? Etc.

Hay que ordenar todo en un escrito comprensible. Veamos las grandes líneas. Luego destilemos esa encuesta en una visión integrable y presentársela a la población. Conjuntamente, expliquemos los pasos a seguir para su realización. Después ajustes y prueba final, tenemos ya un tesoro: Una Misión. Solo aquellos que tienen la mira en el horizonte atinaran el buen camino. Se deben reinventar las iniciativas ¿Recuerdan los ʻʼConcursos de Ideasʼʼ de hace poco? Se puede organi-zar el ʻʼGran Concurso de Visión de las Tierras Altasʼʼ

Jugar con mentes alegres Un comité firme tiene que ser el encargado de ejecutar esta misión en su totalidad, regresando de 2040 a nuestros días. Observar que asuntos tenemos y cuales faltan; ¿Cómo y cuándo atraerlos? Las metas, se asig-narían según prioridades y posibilidades. Entendemos que un mundial de futbol se celebra cada 4 años. Dividimos los 25 años en 6 ciclos de 4 años. Cada año en 12 meses, un mes hasta hoy. Se disuelvan metas imposibles en competencias gestionables. Mire, sujetamos ya la infinitud!

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Confiamos la hermandad estéril “Mañana, más o menos, no pasa nada…” en sus sitios preferidos: los bares.Por la misión, son discordantes letales. Cada detalle tiene consecuencias. O construye, o naufraga. Todos los habitantes, simpatizantes y organizaciones de estas tierras deben encontrar ʻsuʼ sitio, contribuyendo con sus diversas aptitudes. Solamente conseguiremos la corona si todos cooperamos en la misma dirección. En ese punto, no somos las víctimas sino los maestros de nuestro destino, aunque el mundo arreador en caos.

“La derrota miserable” o “La conquista gloriosa” El escritor Philips Brooks observó que cada uno encontrará en su vida la gran tentativa de nuestra existencia. Y que fallaremos miserablemente, o triunfaremos gloriosamente. El resultado no dependerá de cómo actuemos cuando se presente la prueba, sino de cómo nos preparemos hoy mismo, en esos años de calma, que preceden el gran desafío. Nuestro mundo encontrará también su gran reto en los decenios venideros. Y si el hombre conquistará o fra-casará, no será por la generación de mañana, será por la nuestra. Dependerá de nuestros actos si nuestros niños van a perdurar o destruirse. ¡¡Tenemos una responsabilidad de plomo!! Somos muy pocos, pero con un amor auténtico por esa comarca. Si no hacemos nada, perderemos la región y el remordimiento será insoportable. Por el contrario, la alegría será muy intensa si logramos realizar una comar-ca feliz y vibrante. ¿Quién puede imaginarse nuestra tierra siendo un faro para sociedades desorientadas? Inspiraciones locales tenemos: Sarnago y Yanguas fueron resucitadas por algunos espíritus indomables con poco más que sus ilusiones. La Hoguera creció hasta convertirse en una empresa de fama internacional. Su se-creto compartido con todos: ``Cuando se hacen las cosas bien!``. Sus valores son tan simples como fuertes para construir su camino: cuidado, paciencia, trabajo, calidad… No hace falta absolutamente nada de fuera para organizar nuestras jornadas hasta que queden reflejadas en un escrito.

Harry Potter nació aquí Finalmente os invito a todos al pequeño parque de San Pedro, en frente de la Residen-cia. Allí, se puede ver una joya de pintura mural en desplome. Acércate, e incorpora este maravilloso mensaje cifrado con un espí-ritu universal. Si asistimos a la llamada de nuestra esencia, el ʻesfuerzo cansandoʼ del trabajo se trans-forma en canto y nos libera de las cadenas del ʻdineroʼ. El corazón sonríe día y noche por-que estamos convencidos que los tesoros celestes y riquezas terrestres son irresistible-mente nuestro “por-venir”: ¡Que promesa santificada! Hoy, muévete de frente, y ponte delante de los restos de una ventana imaginaria… llevas, con los brazos abiertos esperando varios años. Mira a través de los ojos de un niño. Un milagro ocurrirá. Tu alma volará mágicamente

a 2040. Vas a ver, oler, oír, sentir y tocar por momentos la gracia de nuestro ʻpor-venirʼ íntegramente brillante y alegre que espera a cada uno.

Post Scriptum: Cita ciega en 2040 Pronto, el polvo cubrirá esta revista. Ese artículo será condenado al olvido, pero no morirá. Resurgirá prodi-giosamente en 2040 en unas Tierras Altas festivas, o bajo zarzas.

¡¡¡La pelota está en tus manos. Tenemos una cita!!!

Este artículo es una producción de la Lavra Mateo Lavra Mateo es un sitio de desconexión

El autor Jean-Paul Halsberghe vive en las Tierras Altas. Único contacto: [email protected]

Sonreír y trabajar es un canto al porvenir

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Apuntes sobre la Cofradía de la Virgen del Rosario, de Sarnago (Por Isabel Goig)

Las cofradías o hermandades, reúnen a personas del mismo oficio. Estuvieron relacionadas con los gremios y perfectamente articuladas. Las de pesca-dores siguen siendo potentes y decisivas. Aunque las más vivas son las religiosas y, dentro de ellas, las penitenciales, relacionadas íntimamente con la Semana Santa. Dentro de las llamadas “De Gloria” se había formado en Sarnago la Cofradía de la Vir-gen del Rosario, que probablemente tendría su sede en la Iglesia de San Bartolomé de la localidad. Obligación de la Virgen del Rosario de Sarnago Francisco Sáenz, vecino del lugar de Sarnago, como principal, y Juan Sáenz, su hijo, como su fiador, otorgan carta obligándose con sus personas y bienes raíces habidos y por haber, a llevar a Sar-nago el día 1º del mes de mayo de 1649, 9 ó 10 varas de Damasco blanco doblado con labor para hacer un pendón. Lo cual se ha de contar la vara a como coste de compra que eso queda en mi juramento y para en cuenta de ellos tenemos recibidos 269 reales… Para asegurar la deuda, además de la carta de obligación, hipotecan una pieza de robles en el camino que va a Castillejo, y otras piezas más. Y por si acaso el susodicho no lo trujere que el mayordomo de la Cofradía de Ntra. Sra. del Rosa-rio lo busque y traiga y lo que se gastare corra por nuestra cuenta. Se firma en la villa de San Pedro Manrique, a 27 de septiembre de 1648, ante Francisco Rico y Francisco La Cuesta, de Sarnago, y Domingo Hernández, de La Ventosa. Firma Juan Sáenz a ruego de su padre. (Protocolos Notariales. Caja 2612). Censo a favor de la Cofradía Casi cien años después, hemos encontrado otro documento donde se firma un censo redimible a favor de la citada cofradía. Censo redimible a favor de la Cofradía del Rosa-rio de la Iglesia del lugar de Sarnago. Lo firman Francisco Martín y su mujer Catalina Ridruejo, ambos de Sarnago. Damos y vendemos en venta real y juro de zenssoal quitar a Ntra. Sra. del Rosario y en su nombre al mayordomo que es y en adelante fuere de la dicha Sta. Imagen o a quien los deba de percibir y cobrar es a saber 18 reales de vellón de réditos al año pa-gados para el diecinueve de octubre de cada un año (…) por razón de que por compra y precio de los dichos réditos Juan Palacio mayordomo que ha sido de la Santa Imagen en el año pasado de 1734 y

con licencia y consentimiento de don Bernardo Sánchez de Espuelas cura del lugar nos ha dado y pagado 600 reales de vellón. Como garantía del préstamo concedido, hipote-can una casa de habitación y morada en Sarnago que linda con la casa de Francisco Pérez por arriba, y delante casa de Francisco Martínez, de Valdene-grillos. Una herrañe cerrada de pared de tres celemines de capacidad que linda Manuel Fernán-dez por arriba, derecha herederos de Juan Jiménez Mayoral y delante calle Real que sale a Valdenegri-llos, y varias fincas más. (Protocolos Notariales. Caja nº 2693. Nueve de octubre de 1735).

La foto que acompaña esta referencia podría ser de los años sesenta. Detrás de las tres móndidas se ven pendones, aunque ninguno pertenece a la cofradía del Rosario, y a la derecha de la imagen, detrás, la Virgen del Monte, desaparecida a día de hoy.

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UN PUEBLO NUNCA SE ABANDONA (Por Mercedes Álvarez) La primera vez que visité Sarnago llegué caminando des-de San Pedro Manrique. Fue un largo recorrido por varios pueblos de la comarca. Esa primera vez, mientras andaba sus calles, solo nos encontramos a un vecino. Me sobreco-gió el abandono y la soledad del lugar pero, al mismo tiempo, recuerdo como una imagen llena de significado, como un gesto de resistencia, el trabajo de aquel vecino, que trataba de reconstruir su casa contra el avance de la ruina y del olvido. Yo había oído hablar a mis padres de Sarnago, Las Fue-sas, Bea etc..., les oía contar historias remotas que no pertenecían a memoria, a veces cuando paseábamos por Pamplona y nos encontrábamos con los antiguos vecinos de la comarca. En esas conversaciones, los pueblos seguían muy vivos en los recuerdos de quienes los tuvieron que abandonar empujados por la necesidad. Pero un pueblo nunca se abandona. Un pueblo nunca se abandona. Cesare Pavese, en su no-vela La Luna y las Hogueras, se refiere al protagonista que vuelve a su pequeño pueblo después de muchos años ausen-te. Ha recorrido el mundo pero nunca dejó de sentirse un forastero. Es solamente al regreso cuando vuelve a recono-cerse y, en un momento dado, dice: no se vuelve solo para recordar, un pueblo, una tierra, un país es el secreto que vincula nombres, destinos y generaciones. Así ocurre con Sarnago y su comarca, el pequeño país de Tierras Altas. Este pequeño país puede verse como una metáfora absoluta

de la quiebra de la memoria en todo el Estado, una represen-tación a escala de la historia de España en los últimos decenios: las heridas abiertas de la guerra civil y la posgue-rra, los tiempos del hambre, el manto de silencio sobre

represaliados y desterrados, la emigración por motivos económicos y, en definitiva, la historia de los sucesivos abandonos del mundo rural -un despojamiento tras otro-, de todo aquello que nos vincula al pasado. A una gue-rra fraticida sucedió una segunda devastación -las expropiaciones del ICONA durante los sesenta- donde el verdadero cadáver fue la memoria misma. El trabajo de los vecinos de Sarnago, como el de Abel Hernández con sus libros (“El caballo de cartón”, “La Sierra de Alcarama”, etc.), cada uno a su manera, trabajan en la tarea de reconstruir esa memoria que un día fue enterrada, el secreto que vincula nombres, destinos y generaciones. Desde hace varios años siempre visito Sarnago en verano. Vuelvo porque ya tengo algunos amigos allí, pero también, quizá, para comprobar que aquel vecino que vi, muchos años atrás, reconstruyendo su casa, tenía razón. Ahora ya son muchos los que trabajan contra el olvido. Mercedes Álvarez (Aldealseñor, Soria, 1966) es una cineasta española cuya obra se centra en el documenta-lismo, con un estilo pausado y una gran carga poética y emocional. Autora, entre otras obras de El cielo gira - 2004 Largometraje protagonizado por Antonino Martínez, José Fernández, Silvano García y Cirilo Fernández, entre otros. Mercedes Álvarez regresa a su pueblo natal para plasmar poéticamente la vida de sus habitantes y su memoria a través de sus depuradas palabras y su paisaje primigéneo. Obtuvo el reconocimiento unánime de la crítica con este, su primer largometraje. La cinta fue galardonada, entre otros, con los siguientes premios: -Tiger Award, Róterdam Film Festival 2004. -Winner ʻGrand Prixʼ, Festival du Cinéma du Reel, París, 12 de marzo.- Premio Unosguardo a la Mejor Película, Infinity Festival. - Mejor Película en BAFICI, Buenos Aires.- Premio Fipresci, Crítica Internacional (BAFICI)- Premio del Públi-co (BAFICI)- Premio del Público, Festival de cine de Paris- Premio Película Revelación y Mejor Montaje, Circulo de Escritores Cinematográficos.- Premio Ojo Crítico a la mejor película. (Fuente Wikipedia)

Foto Félix Esáin. Procesión en Sarnago, el Ra-mo, las Móndidas y detrás San Bartolomé.

¡Sarnago, sigue vivo!

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LATIDOS DEL OLVIDO- VILLARIJO (Por Iván del Arco Santiago y Paye Vargas Soria)

“Latidos del Olvido” es un proyecto artístico, encaminado hacia la crea-ocupación de lugares abandonados, cuenta con la colaboración de artistas y pensadores que aportan sus inter-venciones y reflexiones intentando rescatar realidades del pasado y del presente. Creaciones in situ, realizadas en un lugar, con ese lugar y para ese lugar. En estos casi dos años y medio de existencia Latidos del Olvido, con sus más de nueve proyectos, se va consolidando como una de las plataformas artísticas más sugerentes del panorama nacional. Este grupo de artistas y las aportaciones de sus colaboradores de la palabra, abren su obra a una relec-tura de espacios olvidados, unos abandonados “per secula seculorum”, otros muestra de un pasado que se fue y a expen-sas de un futuro nuevo, son cantos a la resurrección de momentos pretéritos, recuerdos revitalizados en la revisión del espacio y sus objetos. Es la plasmación de una poética del tiempo, el intento de dar una solución iconográfica al concep-to del “memento mori”, redefinir la idea de la vanitas en nuestro mundo contemporáneo, bajo la visión neo-antropomórfica de la sociedad actual, en una redefinición de valores y conceptos vitales que han mutado en la confronta-ción del positivismo y la espiritualidad. Y es ahí, donde desde la razón, el dinamismo, la proporción, la aleatoriedad, el or-den y la expresión, los componentes de este colectivo

devuelven estos espacios a una nueva vida efímera en el mun-do físico, que torna eterna en la metafísica del recuerdo.

El primero de sus proyectos y quizá, de alguna manera, el más romántico es el que se realizó en Villarijo. Este despoblado de tierras altas fue el punto de partida de la actividad artística de este colectivo y las huellas del pasado integradas en el paisaje forman parte de las fuentes de inspiración para estos creadores. Territorios que temporalmente se han liberado de significa-dos, tienen un pasado y un futuro formalizado, pero que ahora son libres. Territorios que dan la oportunidad de tener diferentes puntos de vista sin límites temporales o espaciales y sobre todo permiten crea-ocupar… Arte efímero y fugaz, que intenta inscribirse en la memoria de un territorio, enri-queciéndolo de manera sutil y sorprendente. Sus obras pretenden dejar huella en la memoria colectiva e individual y modificar la percepción del espacio arquitectóni-co sobre todo en su aspecto sensible, sin dejar marcas perennes. La relación de los artistas con los espacios es am-bivalente ya que se basa en la toma de posesión, por un tiempo reducido, de un espacio que no le pertenece. Obras llenas de vida que son sometidas al paso del tiempo, el vien-to, la lluvia… que deciden transformarlo y darles fin. El abandono es un síntoma de fallecimiento en el tiempo, pero también la belleza se curte a medida que el mismo toma las riendas de nuestros días. Por ello en la soledad que encon-tramos en Villarijo hallamos grandes tesoros ocultos que nos conducen hacia la tristeza más pura, oculta en el corazón de este castigado lugar a manos de los recuerdos que un día lo hicieron grande en un pasado lejano... Latidos del Olvido se acercó a este espectacular lugar para extraer de él toda la be-lleza que alberga. Laboratorio urbano III. Foto Diego Llorente

La sombra del tiempo V. Foto Sr. Arribas

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¡¡VAMOS A LLENAR SARNAGO DE BUENA MÚSICA!!

Después de tres años intentando traer esta banda de música para que pudiese interpretar las obras que el maes-tro D. Manuel Castelló ha compuesto para Sarnago y para otros pueblos de Tierras Altas, ¡por fin! lo conseguimos. Dada la gran implicación que el autor tiene con este pueblo y con la zona vamos a cumplir este sueño. Queremos dar las gracias a todas las personas e instituciones que se han volcado en este evento. Entre otros: Mancomunidad de Tierras Altas, Ayuntamientos de Soria, Fuentes de Magaña y San Pedro, Fun-dación Raimundo del Rincón- Nicolasa Subirán, embutidos la Hoguera, casa rural Ruta de las Fuentes, etc... Cabe destacar que todos los componentes de la banda vienen desde Dolores (Alicante) sin cobrar absolu-tamente nada, aun y todo los gastos eran muy elevados para que esta Asociación pudiera asumirlos en solitario. Están programados tres conciertos. Viernes 22 de agosto en Soria, sábado 23 en Sarnago y domingo 24 en Fuentes de Magaña. El programa estará compuesto por las obras de M. Castelló:- Requiebros (pasodoble).- Cantos de la Alca-rama (suite)(canciones de Sarnago)- Por Tierras Altas (suite)(canciones populares de la Sierra del Alba).Y otras importantes piezas.

Un poco de historia de la “UNIÓN MUSICAL DE DOLORES” Sus orígenes se remontan al año 1.885. Hasta el 1.932 no se tienen datos concretos en cuanto a la cantidad de músicos que componían la Unión Musical, así como tampoco el primer director que hubo ni de las actividades que en aquellos primeros se desarrollaba. Se empiezan a tener datos concretos a partir de 1.932, de este año data el Acta Fundacional de la Unión Musi-cal de Dolores cuyo primer Presidente fue Don José Rodríguez Sánchez. Durante la década de los 70, 80 y 90 son numerosos los premios que recibe. En este nuevo siglo siguen cosechando premios (detallamos los más importantes) :

• 2000 1º Premio Certamen Provincial Diputación de Alicante, 3ª sección, celebrado en Albatera. • 2000 3º Premio Certamen de Bandas de la Comunidad Valenciana, Celebrado en Cheste, 3ª sección. • 2001 1º Premio Entrada de Bandas Hogueras de San Juan. • 2010 2º Premio en el XX Certamen Nacional de Bandas de Música “Ciudad de Murcia”

En el año 2012, se hace cargo como Director de la Unión Musical de Dolores Don Víctor Manuel Cano Pérez, ejerciendo al mismo tiempo como profesor de Trombón en la Escuela.

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