Política Industrial: vino nuevo en odres viejos (Kevin Carson)

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Política industrial: vino nuevo en odres viejos de Kevin Carson Traducción de Joaquín Padilla Rivero,“Logsemán([email protected]) Artículo original en el C4SS: http://c4ss.org/content/78 Este texto está sujeto a una licencia Creative Commons 3.0 Atribución. Además de los derechos y obligaciones que dicha licencia establece, se ruega enlazar, siempre que sea posible, al original del contenido cuando éste se cita, se reproduce o se distribuye; esto no es obligatorio, simplemente forma parte de las normas de educación y cortesía en Internet, denominadas “netiqueta”.

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En este ensayo Kevin Carson resalta las contradicciones entre la política industrial corporativista y las virtudes de la tecnología descentralizada que surge de la innovación reciente.

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Política industrial: vino nuevo en odres viejos

de Kevin Carson

Traducción de Joaquín Padilla Rivero,“Logsemán”

([email protected])

Artículo original en el C4SS: http://c4ss.org/content/78

Este texto está sujeto a una licencia Creative Commons 3.0 Atribución. Además de los derechos y

obligaciones que dicha licencia establece, se ruega enlazar, siempre que sea posible, al original del

contenido cuando éste se cita, se reproduce o se distribuye; esto no es obligatorio, simplemente forma

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Kevin Carson Política industral: vino nuevo en odres viejos 2

Índice de contenido

POLÍTICA INDUSTRIAL: VINO NUEVO EN ODRES VIEJOS ..................................................... 2

La insostenibilidad del sistema actual ............................................................................................. 2

Las semillas del nuevo sistema ....................................................................................................... 5

Los obstáculos en el camino .......................................................................................................... 21

POLÍTICA INDUSTRIAL: VINO NUEVO EN ODRES VIEJOS

“Y nadie echa vino nuevo en odres de cuero viejos, porque el vino haría reventar los odres y se echarían a

perder el vino y los odres. ¡A vino nuevo, odres nuevos!”

Evangelio según San Marcos, capítulo 2, versículo 22.

La insostenibilidad del sistema actual

Se le atribuye a Albert Einstein que “la definición de locura es hacer siempre lo mismo y esperar

resultados diferentes”. Lamentablemente, las estructuras políticas y económicas dominantes

encargadas de resolver los problemas de nuestra sociedad actúan exactamente de esa forma,

intensificando los mismos procesos que llevaron a la crisis en primer lugar. Según Ivan Illich,

“intentan resolver la crisis cambiando el orden de magnitud”1. Hacen esto porque los problemas

actuales son el producto de la búsqueda de satisfacción del propio interés individual y grupal de la

gente que dirige esta sociedad. Así, cualquier medida “responsable” y “moderada” será una que

pueda ser implementada a través de las instituciones que ellos controlan, sin cambio estructural

alguno; y las soluciones que aboguen por cambios estructurales será “radical” o “extremista”. El

sociólogo Charles Wright Mills dio una espléndida denominación a ese tipo de pensamiento:

“fundamentalismo realista”.

Los fundamentalistas realistas han estado muy ocupados últimamente, promoviendo fervientemente los rescates

de empresas y bancos para preservar la “infraestructura industrial”. Su visión sobre cómo volver a la “normalidad

económica” evidentemente pasa por restaurar la sociedad de consumo masivo y las macrocorporaciones como si

no hubiera pasado nada.

El problema es que el actual modelo de producción industrial es tan sostenible como el Titanic. Sólo pudo nacer

mediante políticas estatales para subvencionar los costes operativos y las pérdidas de eficiencia de las

corporaciones, y un marco legislativo que las protegiera de la competencia, incluyendo la “propiedad intelectual”.

Ahora ese modelo industrial se ha topado con un muro, una crisis sistémica, en la cual el gobierno ya no tiene

recursos para subsidiar los factores productivos al ritmo en que los demandan las corporaciones.

El actual modelo industrial, identificado con el antiguo presidente de General Motors, Alfred Sloan, y

glorificado por Alfred Chandler, se basa en enormes zonas de mercado y maquinaria costosa y especializada en

uno o pocos producctos. La única forma de mantener ese tipo de maquinaria es producir en grandes lotes para

poder utilizar toda su capacidad, y luego tratar de hacer que la gente la compre (lo que se llama “distribución por

empuje de la oferta”)2. La industria sloanista, bajo “principios de contabilidad generalmente aceptados”, produce

bienes que venden a inventario, sin importar si hay pedidos o si el producto realmente sirve, obteniendo una

elevadísima tasa de retornos a fábrica3. Su modelo de negocio se basa en el crédito al consumo y la obsolescencia

programada para mantener las ruedas de la maquinaria girando sin cesar. En palabras de Ralph Borsodi, el sistema

de empuje de la oferta requerido por el sistema sloanista de producción masiva es como hacer que el agua del río

corra al revés, hacia la montaña4. La lógica del sistema es similar a la del Mundo Feliz de Huxley: “vale más

1Ivan Illich, Tools for Conviviality (Nueva York, Evanston, San Francisco, Londres: Harper & Row, 1973),

pág. 9. 2El constraste entre el modelo sloanista de producción masiva y el modelo de Emilia Romagna que presentaremos luego

es el tema del libro de Michael J. Piore y Charles F. Sabel, The Second Industrial Divide: Possibilities for Prosperity

(Nueva York: HarperCollins, 1984). 3William H. Waddell y Norman Bodek. Rebirth of American Industry: A Study of Lean Management

(Vancouver, WA: PCS Press, 2005). 4Ralph Borsodi, The Distribution Age (New York and London: D. Appleton and Company, 1929), pág. 110.

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desechar que tener que remendar” .

El sistema capitalista se ha enfrentado a crisis crónicas de sobreproducción y consumo insuficiente desde la

crisis de la década de 18905. Estas crisis impulsaron la expansión del Estado en el siglo XX. El gobierno

estadounidense siguió una política de “imperialismo de puertas abiertas”, como lo denominó William Appleman

Williams6, forzando la apertura de mercados para proveer a la industria estadounidense con mercados que

pudieran absorber el exceso de bienes y capital generados. En casa, el gobierno pasó a actuar mediante pollíticas

keynesianas de gestión de la demanda agregada y redistribución del poder adquisitivo, de forma que se mitigase el

problema de la falta de consumo. También hubo programas de compra directa de producción sobrante a las

corporaciones, descrita por Paul Baran y Paul Sweezy7.

Cuando estas tendencias culminaron en la depresión de los años 30, el capitalismo de Estado de los EE.UU se

salvó de sus crisis sistémicas solamente porque los grandes países destruyeron casi todo su capital industrial

doméstico en la Segunda Guerra Mundial. La guerra permitió nacionalizar la mitad de la capacidad productiva del

país y creó una economía de guerra permanente que ha permitido absorber los excedentes desde entonces. Tras la

guerra, el gobierno encontró nuevas formas de emplear los excesos de capital acumulado y producción de bienes:

el sistema de autopistas interestatales, la creación de grandes conurbaciones asociada a dicho sistema, y la

creación de industrias completamente nuevas, como la aviación civil a reacción, la microelectrónica, la

cibernética, y los sistemas de control automatizado de máquinas-herramientas8.

El efecto acumulado de estas políticas pospuso el día del juicio final para el sistema, y generó un “capitalismo

consensuado” que le dio una generación de vida extra, hasta la década de 1970 en la que el resto del mundo hubo

reconstruido sus plantas industriales y equipos. Desde entonces las políticas neoliberales, la globalización, el

surgimiento y burbuja del sector de tecnologías de información y comunicación (TIC), la burbuja inmobiliaria

acompañada de la creación de más suburbios, y la expansión de la economía financiera pura, la de seguros y la

inmobiliaria han permitido seguir absorbiendo los excesos de capital9.

Después de la burbuja de las puntocom, los derivados y el surgimiento de productos financieros alrededor de la

deuda privada tomaron el relevo de dicha absorción. Según Joshua Holland, en la mayoría de recesiones el sector

financiero se contrae: sin embargo, tras la burbuja puntocom se expandió de forma incontenible, llegando a

suponer el 10 por ciento de la economía estadounidense. Ahora podemos ver con claridad los resultados de dicha

expansión10.

El problema es que apenas había suficiente demanda para mantener el sistema funcionando y absorber el

producto completo de una industria sloanista excesivamente desarrollada, incluso cuando todo el mundo tiraba de

tarjeta de crédito y se hipotecaba para reemplazar todo lo que tenían cada cinco años. Nunca volveremos a ver ese

tipo de demanda desaforada otra vez, así que no hay forma de evitar el hecho de que buena parte de la planta

industrial y bienes de equipo serán inútiles en pocos años.

Esta crisis supera los problemas tradicionales de falta de consumo y exceso de capacidad que originaron

recesiones anteriores. En el pasado, el Estado compensaba a las corporaciones por la caída del beneficio mediante

el subsidio a los factores productivos que éstas demandaban, y creando un mercado artificial para su producto

5Aunque muchos libertarios rechazan el argumento de la superproducción por considerarlo inconsistente con la Ley de

Say, dicha ley es completamente irrelevante en un sistema estatizado hasta los cimientos. La sobreproducción es

inherente al capitalismo de Estado, por su propia lógica funcional. El Estado permite una excesiva acumulación de

capital a la vez que fomenta la formación de cárteles, lo que lleva a una industria que no puede funcionar a plena

capacidad ni sacar su producto a precios de cártel. Una buena exposición de este tema la podemos encontrar en “The

Role of State Monopoly Capitalism in the American Empire”, de Joseph Stromberg, en el Journal of Libertarian

Studies, Vol.15, nº 3 (Verano de 2001): <http://www.mises.org/journals/jls/15_3/15_3_3.pdf> 6William Appleman Williams, The Contours of American History (Cleveland y Nueva York: The World Publishing

Company, 1961). 7Paul Baran y Paul Sweezy, Monopoly Capitalism: An Essay in the American Economic and Social Order (New York:

Monthly Review Press, 1966). 8David F. Noble. America by Design: Science, Technology, and the Rise of Corporate Capitalism (Nueva York: Alfred

A. Knopf, 1977); Noble, Forces of Production: A Social History of Industrial Automation (Nueva York: Alfred A.

Knopf, 1984); Charles E. Nathanson, "The Militarization of the American Economy," en David Horowitz, ed.,

Corporations and the Cold War (Nueva York y Londres: Monthly Review Press, 1969); Frank Kofsky, Harry S.

Truman and the War Scare of 1948 (Nueva York: St. Martin’s Press, 1993). 9Walden Bello, "A Primer on Wall Street Meltdown," MR Zine, 3 de octubre de 2008,

<http://mrzine.monthlyreview.org/bello031008.html> 10Joshua Holland, "Let the Banks Fail: Why a Few of the Financial Giants Should Crash," Alternet, 15 de diciembre de

2008.<http://www.alternet.org/workplace/112166/let_the_banks_fail%3A_why_a_few_of_the_financial_giants_sho

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sobrante. La economía corporativa creció al menos tanto por la adición continuada de insumos a su producción

como por la mayor eficiencia en el uso de los que ya creía. Además, las corporaciones destinaron buena parte de la

capacidad productiva a vender bienes al Estado, con lo que la demanda de mercado no jugaba un papel ahí.

Sin embargo, ahora a las crisis de sobreacumulación e infraconsumo, el Estado se encuentra ante una crisis de

insumos que limita su capacidad para absorber los costes de las corporaciones. Es una regla básica que cuando se

subvenciona un bien, la demanda de ese bien aumenta. El consumo subvencionado de energía y de insumos de

transporte llevó, como suele suceder en estos casos, a un aumento exponencial de la demanda, hasta que la

demanda de energía y medios de transporte de las corporaciones ha superado la capacidad del Estado de

subvencionarlos. Además, en el caso de la energía, nos hemos topado con el muro del Pico de Petróleo11.

Las semillas del nuevo sistema

El sloanismo, si me permiten el vocablo, está más muerto que Elvis: sólo pasa que el cadaver

todavía no huele. El tipo de industria que surja después de los “Tiempos Duros” será lo contrario

que el paradigma de Sloan12: una economía de manufacturas a pequeña escala para servir a

mercados locales.

Lo más cercano a un modelo industrial sostenible es Emilia-Romagna. En esa región italiana de 4,2 millones de

personas , la más próspera del país, la producción manufacturera se realiza a través de “redes flexibles de

manufactura” compuestas por pequeñas industrias, en lugar de grandes factorías y corporaciones integradas

verticalmente. Se integra maquinaria pequeña y de propósito general para la producción, que va cambiando a

diferentes líneas de producto según sea necesario.

Esta industria sigue un modelo de producción orientado a la demanda, en el que sólo se produce si hay órdenes

de hacerlo, por lo que no hay costes de inventario significativos. Tanto el mercado como las cadenas de

distribución son básicamente a escala local. La economía de la zona no es proclive a los vaivenes del ciclo

expansivo-contractivo que genera la sobreproducción, generada por sistemas productivos que buscan sólo reducir

el coste unitario sin atender a la demanda. Si bien existe una fuerte orientación de la producción al exterior, un

colapso de la economía global no perjudicaría tanto a estas empresas como a sus contrapartes en EE.UU. Dada la

baja escala de producción y las cortas cadenas de producción, una reorientación de la industria hacia la demanda

local sería relativamente sencilla. El salario medio de la región es el doble que el de la media italiana, y el 45% del

PIB proviene de empresas cooperativas13.

El modelo de producción de Emilia-Romagna es la realización del potencial que tiene la maquinaria eléctrica.

El potencial descentralizador de dicha fuente de energía para la maquinaria a pequeña escala era un tema central

11Aunque cuando escribo esto los precios del petróleo están a niveles históricamente bajos, esto es consistente con la

tesis del Pico de Petróleo. Dado que estamos extrayendo tanto petróleo como nunca, y la tasa de extracción

disminuirá lenta y progresivamente, la oferta no podrá incrementarse en función del precio. Esto implica que el

precio quedará determinado por las fluctuaciones de la demanda, fenómeno éste que nuestros amigos georgistas

están acostumbrados a ver en el mercado inmobiliario. Cuando la demanda ascienda a niveles anteriores, el precio

subirá aún más. Y aunque los precios puedan seguir siendo muy volátiles, los picos de precios serán mayores con el

tiempo. Cuando el petróleo subió a 130 dólares el barril el verano de 2008, las aerolíneas estuvieron cerca de cerrar

una quinta parte de sus rutas, y algunos camioneros comentaron que abandonarían sus camiones y se irían. Cuando

el petróleo esté a más de 12 dólares por galón [1 galón≈ 3,75 litros], como probablemente esté en unos años, el flete

aéreo y terrestre por camiones será cosa del pasado, y la capacidad del ferrocarril se limitará a cargamentos valiosos

que no se puedan producir localmente. Cuanto se pueda producir de forma local, será producido así. 12Asumiendo, por supuesto, que el Estado no utilice su otra arma contra la sobreproducción, que sería algo como lo que

se hizo en el Acta de Recuperación de la Industria Nacional del New Deal. Este modo de actuar supondría restringir

la competencia entre las empresas de cada industria y permitir a los grandes conglomerados la colusión en precios y

niveles de producción, con la idea de permitir que las empresas actúen con la misma capacidad productiva ociosa de

forma indefinida, fijando precios según un plusvalor relacionado con el coste, y traspasar los costes de gestión,

enormemente superiores a los actuales, a los consumidores a través de la intervención en el sistema de precios. Si el

lector quiere ver ese tipo de economía en acción, le recomendamos ver la película Brazil. 13Robert Williams, "Bologna and Emilia Romagna: A Model of Economic Democracy," , documento presentado en la

reunión anual de la Asociación Canadiense de Economía, Universidad de Calgary. Mayo/Juio de 2002, págs. 8-9, 24

<http://www.bcca.coop/pdfs/BolognaandEmilia.pdf> ; Sebastian Brusco, "Emilian Model: Productive

Decentralization and Social Integration," Cambridge Journal of Economics, 1982, 6, páginas 167-184, en Ibid., pág.

10; Bruce Herman, "Industrial Development: Targeting New and Basic Industries," National Council for Urban

Economic Development, Octubre de 1988, en Ibid., pág. 12. Michael J. Piore and Charles F. Sabel, en The Second

Industrial Divide: Possibilities for Prosperity, proponen el modelo industrial de Emilia-Romagna como un remedio

a los males generados por el sloanismo (Nueva York: HarperCollins, 1984).

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de Campos, fábricas y talleres, de Piotr Kropotkin. Mediante la electricidad “distribuida en las casas para dar vida

a motores pequeños, de entre un cuarto de caballo y 12 caballos de potencia” los trabajadores podían dejar los

talleres y trabajar en sus casas14.

Y lo que es más importante, al permitir que la maquinaria no tenga que ser movida por una fuente única y

centralizada, ya no había límites para la ubicación de los propios talleres. La base primaria de las economías de

escala, en el siglo XIX, eran las economías de escala para aprovechar toda la potencia generada: la distribución de

la energía eléctrica acabó con la necesidad de mantener una fuente de energía única, y por tanto con dicha base.

Ralph Borsodi, que escribía en las décadas de 1920 y 1930, sostenía que el coste total de producir la mayoría de

bienes de la industria ligera como comida, vestidos y muebles era menor si se hacían en casa que si se hacían en la

fábrica. Su explicación era que el motor eléctrico permitía a la maquinaria productiva de las casas rayar al nivel de

las máquinas grandes de las factorías. Aunque existen economías de escala en la producción de maquinaria

pesada, la mayoría de los ahorros en la producción de bienes, incluso a escala doméstica, se consiguen con la

adopción de la propia maquinaria de producción en vez de la labor humana. Más allá, la curva de coste de

producción tiene una pequeña pendiente descendente, pero la curva de costes de distribución tiene una fuerte

pendiente ascendente.

Borsodi empezó con un análisis de los costes comparativos de plantar tomates y enlatarlos en casa vs.

comprarlos en la tienda, y encontró que cuando se tenían en cuenta todos los costes (insumos para enlatar,

electricidad, coste de la fuerza de trabajo, amortización...) el producto doméstico era un tercio más barato que el

comprado. La razón era que el producto hecho en casa no tenía costes de distribución. Las economías de escala no

podían compensar los fuertes incrementos de costes debidos a la distribución y al márketing15.

Borsodi prosiguió experimentando con la producción doméstica de vestidos con hilo y máquina de coser, y con

la construcción de muebles en un taller casero:

“Descubrí:

– que más de dos tercios de las cosas que las familias compran hoy en día pueden ser producidas de forma más barata en casa que compradas:

– que la persona corriente podía ganar más produciendo cosas en casa que trabajando en una oficina

o una fábrica, y que, por tanto, cuando más tiempo trabajaran en casa y menos fuera, más bienestar económico tendrían.

– Y finalmente, que la casa en sí misma podía ser convertida en una institución productiva y creativa,

y que invertir en la creación de un taller casero con maquinaria doméstica daría mayores retornos

de inversión por dólar que invertir en seguros, hipotecas, o el mercado bursátil[...]

Estos descubrimientos me llevaron a seguir experimentando con artilugios domésticos y máquinas. Experimentamos para poder resolver el problema de traer de vuelta a casa, y por tanto

devolver a nuestro control, las máquinas que los molinos textiles, la fábrica de latas, la

empaquetadora, los molinos de harina, la fabrica de ropa y accesorios, etc., nos habían arrebatado en los últimos doscientos años[...]

Básicamente las economías de producción de las fábricas, que son tan aparentes y que han

confundido a los economistas, consisten en tres aspectos:

- compra en grandes cantidades de materiales y otros suministros;

- división del trabajo expandida, con cada trabajador de cada industria confinado a hacer un a

sola operación;

- el uso de energía para eliminar la necesidad de fuerza de trabajo y permitir el uso de maquinaria.

De estos factores, el tercero es indudablemente el más importante. Sin embargo, hoy la energía es

algo que se puede usar para reducir los costes de producción a ambas escalas, tanto industrial como doméstica. La situación anterior, en la que la energía hidráulica y los motores de vapor eran las

únicas fuentes motrices, ya es historia. Mientras la única fuente de energía disponible estaba

centralizada, la transferencia de la producción y la maquinaria del individuo y el hogar a la fábrica y el grupo era inevitable. Sin embargo, con el desarrollo del motor de gasolina y el motor eléctrico,

14Piotr Kropotkin, Fields, Factories and Worshops: or Industry Combined with Agriculture and Brain Work with

Manual Work (Nueva York: Greenwood Press, Publishers, 1968 [1898]), pág. 154 . 15Ralph Borsodi, Flight From the City: An Experiment in Creative Living on the Land (Nueva York, Evanston, San

Francisco, London: Harper & Row, 1933, 1972), págs. 10-15.

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dicha energía pasó a estar disponible en formas descentralizadas. En el sentido de la energía, estos

motores permiten que la producción doméstica compita con la industrial.

Con las ventajas de la forma de producción fabril anuladas, el resto de ahorros son insuficientes para contener los costes de distribución en la mayoría de productos[...]. Indudablemente, la fábrica

media es capaz de producir comida y vestidos de forma más barata que nosotros, los Borsodi, en

nuestro taller. Sin embargo, los costes de la fábrica son sólo los costes iniciales, puesto que todavía no se han tenido en cuenta los costes de distribución. Por contra, en la casa Borsodi, nuestros costes

son costes finales. Después de añadir los costes de distribución, resulta que la gran mayoría de bienes

de consumo fabricados en factorías y talleres son más caros que los bienes hechos en casa de la misma calidad.”16

Paul Goodman hacía hincapié en el cambio desde la época en que “la máquina de coser era la

única máquina productiva distribuida de forma masiva[...] ahora la idea de miles de pequeñas

tiendas de máquinas eléctricas no es quimérica; y las pequeñas herramientas eléctricas son muy

demandadas en las tiendas”17. La producción a pequeña escala e independiente realizada con

maquinaria eléctrica era la faceta que definía lo que según Lewis Mumford es la “éra neotécnica”,

que según su serie histórica, que divide por etapas la historia de la tecnología, es la siguiente a la

“era paleotécnica” del vapor, el carbón y los Molinos del Mal.

Lamentablemente, el potencial de estas herramientas no está del todo realizado. Mumford

mantenía que las tecnologías conducentes a la era neotécnica se desarrollaron en el siglo XIX

tardío, basadas en la capacidad descentralizadora de la maquinaria eléctrica, no se han usado para

construir una nueva economía: antes bien se han incorporado al marco paleotécnico existente. La

neotécnica no había “desplazado al antiguo régimen” con “velocidad y eficacia” y no había

“desarrollado su propia forma y organización”. Explicaba el fenómeno en base a la idea de Spengler

del “seudomorfo cultural” (una versión muy gráfica de la llamada “dependencia del camino”):

“los geólogos observan[...]que una roca puede mantener su estructura aun cuando ciertos

elementos se hayan desprendido de ella y hayan sido sustituidos por otro material. Dado que la

estructura aparente de la roca es la misma, el producto de ese proceso es lo que se denomina un

seudomorfo. Una transformación similar es posible en el ámbito de la cultura: nuevas fuerzas

creativas, actividades, e instituticiones se pueden integrar en la estructura de una civilización existente

en vez de cristalizar en sus formas “más apropiadas” de forma independiente[...] Vivimos, en palabras

de Matthew Arnold, entre dos mundos, uno muerto, y otro que no puede nacer.”18

“[...]Aunque surgieran del orden paleotécnico, las instituciones neotécnicas han alcanzado puntos

de acuerdo y compromiso con el orden anterior, dándole preferencia, y perdiendo su identidad por

culpa de los intereses velados que protegían los instrumentos obsoletos y las metas antisociales de la

edad media industrial. Los ideales paleotécnicos siguen dominando la política y la industria del mundo

occidental […] En la medida en que la industria neotécnica no ha destruido el paradigma del “carbón

y el hierro”, no ha creado unos cimientos adecuados para la utilización de su tecnología, más humana,

en la comunidad entera, y ha prestado sus grandes poderes a los mineros, los inversores y los militares,

las posibilidades para la destrucción y el caos han aumentado.”19

“Las nuevas máquinas seguían, no su propio patrón, sino el que marcaban las anteriores estructuras

socioeconómicas y técnicas.”20

“Hemos usado nuestras nuevas fuentes de energía, nuestras nuevas máquinas, para continuar con

procesos que empezaron bajo los auspicios de las empresas capitalistas y los aventureros militares: no

las hemos utilizado para derrotar a esas estructuras y someterlas a propósitos más vitales y humanos[...]

No sólo es que las formas antguas hayan constreñido el desarrollo de la economía neotécnica: los

nuevos inventos y aparatos han sido usados para mantener, renovar y estabilizar la estructura del orden

16Ibidem, págs. 17-19. 17Paul and Percival Goodman, Communitas: Means of Livelihood and Ways of Life (Nueva York: Vintage Books, 1947,

1960), p. 156. 18Lewis Mumford. Technics and Civilization (Nueva York: Harcourt, Brace, and Company, 1934), pág. 265. 19Íbidem, págs. 212-13. 20Íbidem., pag. 236.

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paleotécnico[...]”21

“El actual seudomorfo es, social y técnicamente, de mala calidad. Sólo posee una fracción de la

eficiencia de una civilización neotécnica que se llegue a desarrollar con sus propias formas

institucionales, sus patrones, sus metas y sus formas de control. Ahora, en vez de encontrar esas nuevas

formas, hemos aplicado nuestras habilidades en dotar de nueva vida a las obsoletas instituciones

capitalistas y militares de las épocas anteriores. Propósitos paleotécnicos con medios neotécnicos: ésta

es la característica más evidente del orden actual.”22

Afortunadamente, el seudomorfo cultural es insostenible y está plagado de contradicciones, en

formas que Mumford no anticipó, dado su pesimismo de sus últimos años. En la etapa primera que

describia el estudioso, los métodos neotécnicos fueron intefrados en un marco de producción

masiva fundamentalmente opuesto al potencial real de la tecnología. En lugar de integrar la

maquinaria eléctrica en formas de producción de baja escala, a pesar de que la principal motivación

de las grandes factorías había dejado de existir, las empresas sloanistas simplemente integraron la

nueva maquinaria en el Molino del Mal. Como observan Waddell y Bodek, el diseño de la

ubicación de las máquinas en una factoría sloanista sigue el mismo patrón que si se tuviera que

conectar todo a una fuente central como un motor de vapor o un molino de agua.

Sin embargo, desde los tiempos en que Mumford escribía, el seudomorfo cultural ha entrado en

una segunda etapa, más debilitada: comenzando con la revolución “just-in-time” japonesa,

extendida a los Estados Unidos a partir de la década de 1970, la producción en masa del modelo

taylorista-sloanista se ha visto sustituida por redes flexibles de producción que usan maquinaria de

propósito general, con el proceso productivo organizado de forma más cercana al ideal neotécnico.

Sin embargo, aunque el paradigma neotécnico haya empezado a emerger como la base de un nuevo

modelo de producción autónomo y coherente, todavía sufre distorsiones provenientes del

seudomorfo, aunque de forma más tenue: a través del marco corporativo del márketing, el sector

financiero y la “propiedad intelectual”.

No obstante, dicho marco es insostenible. La proliferación de maquinaria a pequeña escala aún

más productiva, como máquinas-herramientas de escritorio controladas digitalmente, combinada

con la cada vez mayor dificultad de imponer las leyes de “propiedad intelectual” en la era digital, y

con las nuevas formas de que la gente normal pueda juntar capital, están llevando a un momento

histórico en el cual se puede pensar que esos muros corporativos pueden caer. Las crisis separadas

del capitalismo corporativo están actuando de forma sinérgica para formar la tormenta perfecta: la

necesidad de las corporaciones de insumos subvencionados crece sin cesar, mientras la disminución

de las rentas de propiedad intelectual reduce la base de valor imponible.

Mientras el estado consiga seguir sosteniendo el orden centralizado de la economía corporativa,

las tecnologías y formas de organización descentralizadas y libertarias se irán incorporando al

marco corporativo. Estos elementos se convierten en fuerzas cada vez más desestabilizadoras a

medida que el sistema se aproxima a su límite de sostenibilidad, y configurarán el sistema que lo

suceda. Cuando ese límite se alcance, los elementos libres, parafraseando a Marx, abandonarán su

tegumento capitalisra de Estado actual y serán los ladrillos que formen una sociedad de libre

mercado fundamentalmente diferente.

La insostenibilidad del marco corporativo paleotécnico es más evidente en las industrias

culturales. El modelo de negocio centrado en el copyright de los viejos dinosaurios conglomerados

no puede sobrevivir en un entorno en el que el capital básico para grabar, editar sonido, hacer

podcasts, diseñar software, y publicar aplicaciones está disponible para una gran cantidad de

individuos, y en el que los sistemas de torrents y las fuertes codificaciones hacen que el copyright

sea obsoleto.

Las macrocorporaciones basaban su poder en la capacidad de hacer de guardián de puertas, en el

sentido en que hacían falta grandes inversiones de capital para iniciar un periódico, una estación de

21Íbidem, pág. 266. 22Íbidem, pág. 267

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Kevin Carson Política industral: vino nuevo en odres viejos 8

radio o un sello discográfico, con tecnología del siglo XX: dichas inversiones suponían centenares

de miles de dólares. La misión de la empresa tradicional era manejar los activos tangibles, contratar

mano de obra para trabajarlos y supervisarla para asegurarse de que actuaba según los intereses de

la empresa. Por contra, hoy en día el objeto de capital básico para publicar, editar sonido o hacer

podcasts es el ordenador personal, que está en la mitad de las casas del país. El entorno en red,

combinado con las innumerables variedades de software de edición y creación barato, hace posible

que el amateur pueda producir contenido que antes sólo se asociaba con las grandes editoriales y

sellos discrográficos. En dicho entorno, lo único que separa a los dinosaurios paleotécnicos de la

destrucción completa son sus supuestos derechos de “propiedad intelectual”, que como ya hemos

dicho son cada vez más insostenibles.

En los sectores de las TIC y culturales, donde el equipo básico de producción es asequible a todo

el mundo, y las redes de abajo-arriba dejan los antiguos conceptos de gestión obsoletos, es probable

que la producción autogestionada y cooperativa pueda sustituir las antiguas jerarquías. La música,

la edición y el software se gobernarán mediante producción entre pares, en un modelo como el de

Linux. Sin embargo, ¿cómo obtener valor de la producción open source si ésta no tiene coste de

reproducción. Una respuesta puede estar en los modelos de negocio de Red Hat, Phish y Radiohead.

Red Hat distribuye Linuxa, así que no puede ganar dinero con la simple distribución del software.

Sin embargo, le va bastante bien vendiendo servicios de soporte para el cliente y en la

personalización de productos. Phish por su parte da la música gratis, y gana dinero con las entradas

de conciertos y otros cánones. Radiohead, por su parte, experimentó con ofrecer un álbum en

descarga gratis, con contribuciones voluntarias a través de lo que básicamente era un botón de

PayPal presentado de forma bonita.

Lo interesante del modelo de negocio de Radiohead es que, dado que no hay costes de

reproducción física (el que descarga se preocupa de grabar su CD), el coste de gestión (alojar y

administrar la página web) se reduce a cero cuando se divide entre todas las descargas. Ergo, si

todos los que descargan dan, quizá, un dólar o dos por persona, o menos, todo eso es ganancia pura.

Los defensores del copyright dicen que “no se puede competir con lo que es gratis”. Por contra, sí

que existe un coste relevante en forma de tiempo y esfuerzo de entrada en el mercado, aunque no

haya derechos privativos sobre el contenido. Para los autores que más venden, como Stephen King,

puede valer la pena ofrecer sus libros a un precio unitario de cincuenta centavos sobre el coste de

producción, aunque King esté vendiendo sus libros por sólo un dólar sobre el coste. Sin embargo, la

inmensa mayoría de escritores y músicos con perfiles de mercado pequeños y medianos, mientras

puedan vender con un modesto plusvalor sobre el coste de producción, no tiene incentivo para tratar

de recortar sus precios. Sólo aquellos que tienen un precio mucho más alto que el coste tendrían

dicho incentivo.

En el sector manufacturero, la economía que surja después de los Tiempos Duros, será más como

Emilia-Romagna que lo que Emilia-Romagna es hoy en día. El diseño de productos girará en torno

a componentes modulares, buscando mayores duraciones y facilidad de reparación. El artículo de

Julien Sanchez sobre el iPhone de Apple es un ejemplo de cómo el uso de tecnología privativa

refuerza la obsolescencia planificada:

(1) Un pequeño problema físico afecta a mi teléfono. Es algo que suele pasar alguna vez con cosasque

utilizas y vas llevando a todos lados: el botón de encendido de my iPhone se había atascado, haciéndo que

dejase de funcionar e impidiendo que pudiese iniciarlo a menos que lo enchufara.

(2) Para guardar las formas, voy a la supuesta “Genius Bar” de una tienda Apple de Virginia. Naturalmente,

me informan de que dado que no parece ser un problema interno, no está cubierto por la garantía. Sin

embargo, no tendrán el menor inconveniente en mandarlo a reparar o sustituirlo a cambio de unos

doscientos cincuenta dólares, precio al cual me puedo comprar otro teléfono sin problemas[...]

(3) Le pregunto al encargado si tiene alguna sugerencia sobre cómo podría repararlo yo mismo: alguna idea

sobre abrirlo, etc. Me contesta que no sabe[...]

aN. del T.: Red Hat es la creadora de la distribución Fedora y el middleware Jboss.

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Kevin Carson Política industral: vino nuevo en odres viejos 9

(4) Saco unos pequeños destornilladores, y empiezo a desmontar el infernal laberinto con el que Apple

cierra sus aparatos. Tras 15 minutos logro abrir la parte superior lo suficiente para alcanzar la parte interna.

(5) Hecho esto, tardo unos cinco segundos en desatascar el botón.

Tengo dos objeciones a esto: primero, ante un problema físico simple como que se atasque un botón,

que se arreglaría en un minuto con las herramientas adecuadas, en vez de dar cancha a su afamado servicio

técnico, lo que buscan es que el consumidor medio, que mayormente no tiene mucha idea, pague una suma

estratosférica para reemplazar el teléfono y enviar el otro a la casa.

En segundo lugar, parece que el iPhone está diseñado para evitar que el usuario pueda repararlo. Es

cierto que la mayoría de usuarios no van a abrir su teléfono u ordenador, pero tampoco esperamos que los

fabricantes se esmeren porque no lo hagamos. Repito, tardé 15 minutos en pelearme con la carcasa para

arreglar un problema en 5 segundos.” 23

Con el debido respeto a Sanchez, el motivo por el cual el teléfono está diseñado así es cobrar el

precio del nuevo teléfono. Es un modelo de negocio común: impresoras baratas, cartuchos

específicos caros; medidores de azúcar en sangre baratos, tiras para las pruebas a cien dólares la

caja. Antiguamente, máquinas de escribir baratas y cartuchos de tinta caros. Y gracias a las leyes de

“propiedad intelectual”, no se pueden manufacturar accesorios genéricos para los productos de otro

sin pasar por caja.

Eric Hunting comenta que el proceso de innovación tecnológica dentro del capitalismo

corporativo está cimentando la modularización. Los altos costes de la innovación técnica, la

dificultad de obtener valor de ésta, y la personalización en masa o “mercados de cola larga” se

combinan para generar presión para la modularización “alrededor de plataformas comunes, para

compartimentalizar y distribuir los riesgos del coste de desarrollo, con el resultado de la generación

de ecosistemas de pequeñas compañías que desarrollan partes compatibles para dichas plataformas

comunes de forma independiente y competitiva.”

Hunting también incide en que el modelo de deslocalizar todo y usar manufactureros contratados

hace que los grandes hubs corporativos queden obsoletos, y lleva a dichos manufactureros (agentes

de esos contratos) a evitar a las grandes corporaciones (los principales) y desarrollar productos por

su cuenta24. Un ejemplo son las ya mencionadas economías industriales en red del norte de Italia,

con “pueblos enteros subcontratados por las grandes empresas del motor, que han pasado a hacer

otros componentes industriales cuando la recesión ha golpeado la demanda de partes de coches.”25

Kirkpatrick Sale especuló con la posibilidad de que surgieran centros de reciclaje y reparación a

escala vecinal y local, que pusieran otra vez en funcionamiento la enorme cantidad de

electrodomésticos y pequeños aparatos que están en armarios y sótanos, además de centros de

“refabricación” de pequeños motores y frigoríficos26. Esos centros se basarían en las pequeñas

tiendas de electrónica y talleres que hoy son “hobby”, y podrían surtir de piezas a las máquinas aún

cuando las empresas como Whirlpool entren en quiebra.

Tales negocios, unidos en red para producir piezas para máquinas con un diseño hecho en común,

pueden convertirse en la espina dorsal de una econoomía de manufacturas en red según el modelo

de Emilia-Romagna. Un ejemplo apropiado para el surgimiento de dicho modelo industrial en red

puede ser el informe de Jane Jacobs sobre la industria japonesa de bicicletas: dicha industria había

empezado con la producción de piezas de repuesto para bicicletas occidentales en tiendas de

bicicletas:

“[...]tiendas de reparación [de bicicletas importadas] surgieron en las grandes ciudades […] Las piezas

23Julian Sanchez, "Dammit, Apple," Notes from the Lounge, 2 de junio de 2008

<http://www.juliansanchez.com/2008/06/02/dammit-apple/> 24Comentario en Michael Bauwens, "Phases for implementing peer production: Towards a Manifesto for Mutually

Assured Production," P2P Foundation Forum, 30 de agosto de 2008

<http://p2pfoundation.ning.com/forum/topic/show?id=2003008%3ATopic %3A6275&page=1&commentId=200300

8%3AComment%3A6377&x=1#2003008Comment6377 > 25Colin Ward, "Anarchism and the informal economy," The Raven Nº 1 (1987), págs. 31-32. 26Kirkpatrick Sale, Human Scale (Nueva York: Coward, McCann, & Geoghegan, 1980), pág. 406.

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Kevin Carson Política industral: vino nuevo en odres viejos 10

de repuesto importadas eran caras, y las bicicletas rotas eran demasiado valiosas para canibalizar sus partes.

Muchas tiendas de reparación vieron una oportunidad haciendo ellas mismas los respuestos, lo cual no es

difícil si hay un reparador especializado en una parte concreta, como era el caso de muchos de los

trabajadores. De este modo, los grupos de tiendas de reparaciones estaban casi haciendo las bicicletas

enteras. Ese paso lo dieron los vendedores de bicicletas, que compraban piezas de los reparadores y las

montaban: así, éstos se convirtieron en “trabajadores de industria ligera”.”27

Esto concuerda con similares pensamientos de otros escritores sobre economía descentralizada,

como Colin Ward, Keith Paton y Karl Hess. La idea de Ward es la siguiente:

“juntar equipos en un grupo de vecinos. Supongamos que cada miembro del grupo tiene una

herramienta básica poderosa y robusta, mientras que de forma común poseen un taladro de columna, chillas

y una sierra de tablero, de forma que puedan usar esas máquinas cuando lo necesiten en vez de trabajar con

herramientas inadecuadas o gastar mucho dinero en tener cada uno una planta de equipamiento propia que

no utilizarían mucho. Esto a su vez requiere que toda esa maquinaria común tenga un lugar propio: el Taller

Comunitario.”28

Ese tipo de talleres pueden llegar a hacer de puente entre el hobby y el autoempleo, y permitiría a

los que hoy no tienen trabajo “ganarse la vida por sí mismos”. Ward cita el ejemplo de las New

Towns del Reino Unido, donde:

“Se ha visto que es necesario y provechoso crear grupos de pequeños talleres para individuos y

pequeños negocios, que se encarguen de reparar equipos eléctricos y carrocerías de coches, de labores

de carpintería y de hacer pequeñas piezas. El Taller Comunitario, con sus diferentes espacios de

trabajo, permitiría adiciones para crear trabajo provechoso ¿No podría dicho taller convertirse en una

fábrica de la comunidad, dando trabajo o un lugar donde trabajar a la gente de la zona que quisiera, no

como un extra para la economía de la sociedad opulenta que rechaza el trabajo de cada vez más de sus

miembros, sino como un prerrequisito de la economía del futuro controlada por los trabajadores?”

Ward cita un panfleto del anarquista Keith Paton, en el cual anima a los miembros de la

Claimants Union [un sindicato de parados] con la misma idea, de forma que en vez de competir

entre ellos por los trabajos ofrecidos en la economía capitalista, usaran sus habilidades y

capacidades para servir a su comunidad:

“La energía eléctrica y la “prosperidad” han traído al alcance de la clase trabajadora una serie de

herramientas intermedias [subrayado por el autor]. Aunque muchos no las poseen (es el caso de

muchos desempleados) se pueden pedir prestadas a vecinos, familiares, antiguos compañeros de

trabajo. Máquinas de coser, grupos electrógenos, y otros útiles para hacer cosas uno mismo entran en

esta categoría. Los garajes se pueden convertir en pequeños talleres, los kits de fabricación casera son

popilares, y se pueden tomar piezas y maquinaria de coches viejos y otros aparatos. Si vieran una

oportunidad, los obreros del metal y mecánicos se podrían hacer con tecnología de desguace avanzada,

reciclando los desechos metálicos de la sociedad de consumo para cosas que podrían tener un nuevo

uso, sin importar que tuvieran un valor de reventa. Los que hoy hacen manualidades por afición

podrían empezar a verlas con otros ojos.”29

Karl Hess también discutía los talleres comunitarios, o “talleres mecánicos compartidos” según

su definición , en su obra Community Technology:

“El taller debería tener suficientes herramientas básicas, además de energía y mano de obra, como

para poder montar unidades de prueba o de demostración como algo diario[...] El taller se podía […]

abastecer con herramientas industriales desechadas, o compradas de los excedentes del gobierno a

través del sistema de escuelas local[...] El trabajo se podría hacer en talleres domésticos o en las tiendas

de la gente que sea favorable a este enfoque comunitario de la tecnología[...]”

Un taller así en una ciudad podría tener un uso […] para el mantenimiento de electrodomésticos

y otros aparatos cuya sustitución es gravosa para la vecindad[...]

“El taller podría rediseñar bienes descartados y devolverles la utilidad. Las neveras, por ejemplo,

podrían ser transformadas en peceras tras quitarles las puertas, y tienen numerosas partes que podrían

27Jane Jacobs, The Economy of Cities (Nueva York: Vintage Books, 1969, 1970), págs. 63-64. 28Colin Ward, Anarchy in Action (Londres: Freedom Press, 1982), pág. 94. 29Keith Paton, The Right to Work or the Fight to Live? (Stoke-on-Trent, 1972), en Ward, Anarchy in Action, págs. 108-

109.

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Kevin Carson Política industral: vino nuevo en odres viejos 11

ser aprovechadas, como pequeños compresores, tubos de cobre, placas de transferencia de calor,

etcétera. Lo mismo se aplica a las lavadoras[...]”

Hess juntaba su idea del taller mecánico común con otra idea “similar en espíritu”, el almacén común:

“El almacén común […] debería albergar partes y pequeñas piezas de materiales de

construcción[...] Siempre parece haber un hato de leña que es demasiado bueno para quemarlo, poco

refinado como para venderlo, y demasiado pequeño como para guardarlo. Sin embargo, si juntamos

muchos de esos hatos la cosa cambia, y existen más posibilidades prácticas de juntar materiales de

construcción para el espacio público.

Las piezas sobrantes son algo útil en el almacén común: puede servir como un sitio para guardar

piezas y que los interesados en experimentar con la tecnología de la comunidad la aprovechen.

Un problema de dichas comunidades es la situación de que haya más recursos que se tomen del

almacén de los que se depositen en él […] El espacio común de trabajo y de almacenaje fomentarán

que la comunidad aborde este problema de forma sencilla y no ideologizada.”30

La importancia de las economías informales y domésticas aumentará en un orden de magnitud su

participación en la generación del valor en los bienes que consumimos, operando con el mismo

principio de las comunidades open-source: producción de bajo coste usando la capacidad sobrante de

equipos que la gente ya posee. Esto ya era una realidad, en gran medida, cuando Borsodi escribía

sobre el potencial de la producción doméstica de máquinas. La revolución anunciada por Borsodi se

ha visto potenciada por el surgimiento de tecnologías de manufacturas baratas para hacer partes

mecanizadas a medida en pequeños lotes. La disponibilidad de dicha tecnología, juntada al potencial

que tienen los sistemas LETS y los microcréditos para agregar capitales dispersos, disminuirá

significativamente las sumas de capital necesarias para efectuar la producción en red de bienes de

consumo de magnitud pequeña y mediana.

La producción entre pares y el modelo open source fueron desarrollados originalmente en el reino

de los bienes inmateriales, lo que llevó a las tensiones de la industria cultural descritas anteriormente.

No obstante, a medida que la tecnología para la producción de bienes físicos se hace factible de forma

menos costosa y con un volumen de producción menor, y que los costes de transacción de acumular

pequeños capitales para un proyecto se aproximan a cero, desaparece la desconexión entre las

aplicaciones de la producción entre pares en el mundo físico y en el inmaterial. En verdad, la

distinción que Richard Stallman hizo entre “free speech” y “free beer”b está desapareciendo en el

reino de la producción de bienes materiales. Escribe Michel Bauwens:

“El P2P puede surgir no sólo en la esfera inmaterial de la producción de cultura y de softwarem sino allí donde haya acceso a tecnología distribuida: ciclos de computación libres,

telecomunicaciones distribuidas o cualquier otro tipo de malla de comunicación viral.

El P2P puede surgir donde estén disponibles otras formas de capital inmovilizado

distribuido: tal es el ejemplo de la compartición de viajes en coche (carpooling), que es el segundo medio de transporte más usado en los Estados Unidos[...]

El P2P puede surgir allá donde el capital financiero pueda ser distribuido. Iniciativas como el banco ZOPA van en esa dirección. La compra conjunta en cooperativas y el uso de grandes bienes

de capital son una posibilidad real.”31

Todo esto debería tener un fuerte impacto en la cantidad de fuerza de trabajo requerida para

mantener nuestro actual estándar de vida. El gurú del management, Thomas Peters, gusta de

mencionar que el 90% del precio de los productos hoy en día es “vaporoso”, “intelecto”, en

30Karl Hess, Community Technology (Nueva York, Cambridge, Hagerstown, Filadelfia, San Francisco, Londres, Ciudad

de México, Sao Paulo, Sydney: Harper & Row, Publishers, 1979), págs. 96-98. bN. del T.: En inglés, “gratis” y “libre” se definen con la misma palabra, “free”. Para más información sobre las

libertades a las que se refiere Richard Stallman, se recomienda leer la página del GNU sobre el tema:

<http://www.gnu.org/philosophy/free-sw.es.html>. 31Michel Bauwens, "The Political Economy of Peer Production," CTheory, Diciembre de 2005

<http://www.ctheory.net/articles.aspx?id=499>.

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Kevin Carson Política industral: vino nuevo en odres viejos 12

contraposición a los costes de materiales y mano de obra32. En román paladino, eso implica que la

mayor parte del precio son rentas de “propiedad intelectual” insertas en el precio, junto con otros

derechos artificiales de propiedad, que llevan dicho precio a superar claramente el coste de

producción.

Eliminando el coste adicional de la tecnología y el diseño privativos, y con el modelo orientado al

consumidor evitando gran parte de los inmensos costes de márketing, encontramos que la parte del

precio de los productos compuesta por esos intangibles se esfumará, y el precio restante, basado en

los costes reales de materiales y mano de obra, será varios órdenes de magnitud menor. En un mundo

así, en el que el precio de los productos no incluya rentas destinadas a sostener los privilegios de las

clases dominantes, podremos mantener nuestro estándar de vida probablemente trabajando uno o dos

días a la semana.

La importancia de los “ciclos libres” de Bauwens queda reflejada en un diálogo entre Jed Harris y

Charles Johnson. Harris comenta:

“El cambio que permite la difusión generalizada de la producción entre pares es que hoy, una

entidad puede autosostenerse, y crecer de forma importante, con inyecciones de capital muy pequeñas.

Como resultado, ya no es necesario intercambiar la propiedad de la entidad a cambio de capital, y

tampoco debe dar un retorno de la inversión.”33

Pero además, agrega Johnson, es que la producción entre pares se puede realizar incluso aunque

haya elevados requerimientos de capital, gracias a la forma en que “tanto las tecnologías distribuidas

emergentes en general, y en particular los proyectos de producción entre pares, facilitan la agregación

de capital disperso, sin que dicho capital tenga que pasar por un filtro, o estar centralizado desde un

banco comercial o un fondo de inversión de capital-riesgo[...]”. Más importante todavía,

“debido a la forma en la que los proyectos de producción entre pares distribuyen su mano de obra,

los emprendedores de dicha producción podrán sacar partido de esos “ciclos sobrantes” en bienes de

capital existentes y ubicuos: herramientas como los ordenadores, instalaciones como oficinas y casas,

software, etc. que son propiedad de los que contribuyen al proyecto, y que seguirían siendo de ellos

contribuyesen o no al proyecto, y que pueden ponerse en uso en forma de la contribución directa al

proyecto de partes fraccionales de bienes de capital . O sea, no sólo es una forma de reducir los costes

agregados para los bienes de capital (aunque eso es importante): también se trata de nuevos modelos

de agregación de capital para cubrir cualesquiera costes que tenga el proyecto, de forma que pequeños

retazos de capital disponible pueden ser utilizados sin la intervención de entidades financieras u otros

intermediarios.”34

Haciendo un uso productivo de la capacidad sobrante de los bienes de capital (los “ciclos libres”)

que la persona media ya posee, proveyendo de una salida productiva a la mano de obra superflua de

los hoy desempleados, y transformando las sobras de producción doméstica en una fuente de valor

de intercambio la economía informal ha hecho que la piedra que rechazaron los constructores sea la

piedra angular de su proyecto.

Pensemos, por ejemplo, en el proceso de llevar un pub o restaurante que destile su propia bebida,

en un sistema de auténtico libre mercado. Comprar un alambique y unos cuantos tanques de

fermentación para un sótano, con unas cuantas mesas en un cuarto extra como zona de servicio al

público, etc., requeriría como mucho un préstamo bancario de unos pocos miles de dólares. Con tan

escasos requisitos de capital, se podría pagar el interés con el margen que dejen unos cuantos clientes

a la semana. Con que haya un cierto movimiento en las tardes y los fines de semana con personas que

pueden ser del propio núcleo de conocidos del empresario, éste podría empezar a echar menos horas

en el trabajo asalariado y más en el restaurante, con la posibilidad de abandonar el régimen asalariado

32Tom Peters. The Tom Peters Seminar: Crazy Times Call for Crazy Organizations (Nueva York: Vintage Books, 1994),

págs. 10-12. 33Jed Harris, "Capitalists vs. Entrepreneurs," Anomalous Presumptions, 26 de febrero de 2007

<http://jed.jive.com/?p=23>. 34Charles Johnson, "Dump the rentiers off your back," Rad Geek People's Daily, May 29, 2008

<http://radgeek.com/gt/2008/05/29/dump_the/>.

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o pasar a tiempo parcial, mientras se forma una base de clientes.

En ésta y otras líneas de negocio, los bajos costes de entrada y requisitos iniciales de capital

implicarían que los ingresos necesarios para financiar los costes del negocio y mantenerlo serían

relativamente bajos. En ese caso, mucha más gente podría empezar su pequeño negocio para ganar

un poco más de dinero e ir cambiando parte de su trabajo asalariado al autoempleo, con un riesgo

bajo y unos costes hundidos despreciables.

Los ahorros en costes de gestión, en la economía informal, se incrementarían más porque ya no

haría falta el coste administrativo de pagar a un jefe y al staff de oficina además de los que realmente

hacen lo que hace la empresa. Como lo describe Scott Burns en The Household Economy, la parte del

valor de los servicios de un obrero especializado que va a alimentar la organización para la que trabaja

es mayor que la parte del valor que él se lleva a casa. Una empresa de fontanería, una agencia de

trabajo temporal, etc., cobran normalmente entre una y dos veces el precio del trabajo del empleado

que lo que paga a éste como salario por hora. Asumiendo que se lleven lo mismo a casa, un fontanero

y un contable deben trabajar dos horas y media por cada hora del otro.35

Roderick Long especulaba, en líneas similares, en la edición de noviembre [de 2008] de Cato

Unbound:

“En ausencia de licencias, planes urbanísticos y otras regulaciones, ¿cuánta gente empezaría un

restaurante ahora si todo lo que necesitaran fuera su sala y su cocina? ¿Cuánta gente crearía un salón

de belleza si lo que hiciera falta fuera una silla y unas cuantas tijeras, peines, geles, etc.? ¿Cuánta gente

usaría su coche de taxi si sólo necesitara el propio coche y un teléfono móvil? ¿Cuánta gente podrá

montar una guardería si una serie de padres pudiesen juntar sus recursos para pagar a algunos de sus

familias para que cuiden de los niños de todos?36

Shaun Wilbur describe un modelo de negocio similar, basado en sus experiencias como librero de

viejo:

“En mi librería yo tenía un inventario de unos ciento cincuenta mil libros usados […] Un librero

experimentado, trabajando entre 75-80 horas semanales, podía manejar todas las ventas, el inventario,

e incluso progresar lentamente en el trabajo atrasado del inventario (heredado en su mayor parte del

dueño anterior). Si nunca has trabajado por tu cuenta, bueno, una jornada de 80 horas semanales suena

peor de lo que es, pero es un montón de trabajo. Por otro lado, la cantidad de papeles necesaria para

contratar empleados hace que uno prefiera con mucho las jornadas largas (eliminen el papeleo, y

desaparecerá uno de los grandes impedimentos a contratar en las pequeñas empresas)[...]

Mi empresa era muy eficiente, en el sentido de que podía soportar largas épocas de pocas ventas,

y servir libros encargados en el mismo lapso de tiempo que la librería de una gran cadena

comercial.”37

Los negocios que operen con estos bajos costes administrativos pueden soportar crisis económicas de

forma indefinida, ya que casi todo su ingreso es ganancia. Pueden ir pasando gradualmente de un

salario al autoempleo, o simplemente complementar sus ingresos, sin riesgo.

El nuevo modelo de negocio que hemos descrito, incluyendo tanto el modelo de manufactura local

de Emilia-Romagna como la expansión del sector de la economía doméstica e informal, tendría

múltiples efectos positivos. Podemos dividirlos principalmente en tres categorías.

En primer lugar, resultarían en comunidades prósperas y económicamente resilientes , capaces de

aguantar las complicaciones del ciclo económico. La capacidad de satisfacer las necesidades de

consumo de uno mismo a través de la fuerza de trabajo de uno mismo, con su propia tierra y

35Scott Burns, The Household Economy: Its Shape, Origins, & Future (Boston: The Beacon Press, 1975),

págs. 163-164. 36Roderick Long, "Free Market Firms: Smaller, Flatter, and More Crowded," Cato Unbound, 25 de nov. de 2008

<http://www.cato-unbound.org/2008/11/25/roderick-long/free-market-firms-smaller-flatter-and-more-crowded>. 37Shawn Wilbur, "Who benefits most economically from state centralization?" In the Libertarian Labyrinth, 9 de

diciembre de 2008 <http://libertarian-labyrinth.blogspot.com/2008/12/who-benefits-most-economically-

from.html> .

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herramientas, es algo que no puede cambiar por una decisión o una decisión corporativa de

deslocalizar la producción a China. La capacidad de intercambiar excedentes productivos con un

vecino que también use su propia tierra y utensilios es también bastante más seguro que tener un

trabajo asalariado en la economía capitalista. Y lo que es cierto para los individuos, es cierto para

toda la comunidad en su conjunto.

Imagine el lector un granjero orgánico que trueca sus productos con un fontanero. Ni el granjero ni

el fontanero pueden entregar su producto completo mediante dicho trueque, ni dicho trueque cubriría

sus necesidades de subsistencia enteras. Sin embargo, ambos tienen una fuente segura y fiable para

cubrir sus necesidades de verduras y servicios de fontanería, y una cierta seguridad de que podrán

tener una salida a sus productos porque el otro los consume.

Cuantos más oficios y ocupaciones traigamos a ese sistema de intercambio, más necesidades de

consumo se pueden satisfacer dentro de esa sub-economía estable, y menos dependencia tendrán

todos los participantes de esa sub-economía de un salario externo, lo que a su vez les capacitará para

soportar largos periodos de desempleo dentro de la economía asalariada.

Borsodi describía el efecto acumulado de la agregación de incertidumbres en una economía de gran

producción fabril para los mercados desconocidos:

“Es claro que no hay un hombre que pueda permitirse ser dependiente de otro para sus más vitales

necesidades sin perder el riesgo de perder lo que le es más preciado. Sin embargo, eso es lo que muchos

de nosotros estamos haciendo ahora. Todo el mundo parece depender de otra persona para tener la

oportunidad de adquirir las cosas elementales. El trabajador de la fábrica depende de su empleador,

ambos dependen de los vendedores y minoristas que venden sus productos, y todos ellos a su vez

dependen de los consumidores, que pueden no querer, o no poder, comprar lo que todos ésos

ofrecen.”38

Las economías de trueque, de subsistencia, y otras economías no formales, al reducir los pasos

intermedios entre producción y consumo, reducen la incertidumbre de éste. Tomando prestado un

útil concepto marxista: si la realización del capital sigue un circuito, esto también es cierto para la

fuerza de trabajo. Cuantos más pasos haya en ese circuito, mayores probabilidades hay de que haya

problemas, y la realización de la fuerza de trabajo (la transformación de ésta en valor de uso, a

través del intercambio indirecto de la fuerza de trabajo por un salario, y de dicho salario por valor

de uso producido por otra persona) queda en peligro.

Marx, en La pobreza de la filosofía, señalaba que el ciclo de expansión-contracción era inherente al

capitalismo industrial por los imperativos de la producción a gran escala. La industria producía

necesariamente en grandes cantidades, sin importar la demanda. Sería imposible adecuar la

producción a la demanda sin un retorno a la producción artesana a pequeña escala39. Por supuesto,

Marx, como otros apóstoles de la economía de escala del slglo XX, consideraba la producción

artesana como “primitiva”. Sin embargo, su asunción de que la producción a gran escala era necesaria

para tener un alto estándar de vida es equivocada. La producción a pequeña escala, dentro de una

economía local diversificada, es ideal para la coordinación estable entre oferta y demanda. Como

escribe Paul Goodman,

“una economía local fuertemente vinculada es necesaria para que exista una coordinación entre

producción y consumo, ya que implica que los precios y el coste de la mano de obra no estarán sujetas

a las fluctuaciones del mercado general […] Esto es, más o menos, la idea de que cuanto más se acerca

un sistema económico a una economía doméstica, más se acerca a una economía de cosas y servicios

especificos que se truecan, en vez de ser una economía basada en el dinero como medio de intercambio

generalizado.”40

38Ralph Borsodi. Flight from the City: An Experiment in Creative Living on the Land (Nueva York, Evanston, San

Francisco, Londres: Harper & Row, 1933, 1972), pág. 147. 39Karl Marx. The Poverty of Philosophy, Marx and Engels Collected Works, vol. 6 (Nueva York: International

Publishers, 1976). 40Paul y Percival Goodman, Communitas, pág. 170.

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Kevin Carson Política industral: vino nuevo en odres viejos 15

Leopold Kohr, en una vena más poética, compara las economías locales con puertos seguros de

las tormentas, en referencia al ciclo económico de la economía corporativa y sus impresionantes

fluctuaciones de precios41.

En la misma línea, la descentralización económica haría a las comunidades menos vulnerables a

los chantajes que hoy practican las grandes empresas, que ofrecen abrir una nueva sucursal o una

fábrica e inducen una guerra entre las comunidades por ver quién subsidia más a la corporación. Si

la típica empresa de manufacturas tuviese unas pocas docenas de trabajadores para servir un

mercado local, en vez de ser una gran firma de un oligopolio que sirve a un mercado nacional y

promociona su producto como una ”marca nacional”, ese tipo de movimientos sería bastante menos

factible.

Esto es particularmente cierto en el caso de que se suprimieran las subvenciones al transporte de

empresas con modelos de negocio basados en la distribución a larga distancia. Al mismo tiempo, si

hay muchas empresas pequeñas y medianas en el sector, en vez de una gran corporación

colonizando una zona, la gente de dicha zona estaría más dispuesta a decir “¡Hasta nunca!” a

empresas que practiquen ese tipo de chantajes.

Las comunidades con pequeñas empresas propiedad de gente de la zona son mucho más sanas

económicamente que las que están dominadas por corporaciones, que funcionan con un régimen

absentista similar al de los antiguos terratenientes. Un estudio de 1947 comparó dos comunidades

en California: una compuesta básicamente de pequeñas huertas y granjas locales, y la otra dominada

por grandes corporaciones del sector agroalimentario. La primera tenía mejor nivel de vida, más

parques, tiendas, y más organizaciones civiles, sociales y lúdicas42.

Bill McKibeen sostenía la misma idea en Deep Economy. La mayoría del dinero que se usa en

comprar cosas a una corporación a escala nacional se absorbe rápidamente hacia fuera de la

economía local, mientras que el dinero gastado en negocios locales circula repetidamente dentro de

dicha economía, filtrándose al exterior de forma más lenta. Según un estudio en Vermont, sustituir

un 10% de las importaciones de comida por producción local crearía 376 millones de dólares en

nueva producción económica, incluyendo 70 millones en salarios para más de 3600 nuevos

empleos. Un estudio similar en el Reino Unido mostraba que el efecto multiplicador de gastar 10

libras en un negocio local beneficiaba a la economía local hasta en 25 libras, mientras que gastarlas

en una cadena de supermercados grande sólo proporcionaba 14.

“El agricultor compra una cerveza del pub local; el dueño del pub arregla el coche en el taller de

la zona; el mecánico del taller compra una camisa al sastre local; el panadero compra trigo para pan y

frutas para las magdalenas al agricultor. Cuando esos negocios no son locales, el dinero abandona la

comunidad en cada transacción.”43

La segunda categoría de beneficios que proporcionaría un modelo de producción más

descentralizado sería el mayor poder de negociación del trabajador. Desde que el sistema de

produccion fabril en masa y salarización de la economía se impuso, el gran capital ha dependido de

externalizar gran parte de sus funciones reproductivas hacia las economías no dinerarias domésticas

e informales, y hacia instituciones orgánicas sociales como la familia que estaban fuera del nexo del

dinero en efectivo.

Históricamente, como comenta Immanuel Wallerstein, el capital se ha apoyado en su mayor

poder de negociación para fijar el límite entre las economías sociales y monetarias a su

conveniencia. Su actitud ante las economías doméstica e informal ha sido ambivalente: por un lado,

está en el interés del empleador no hacer que el trabajador dependa enteramente del salario, porque

sin poder efectuar funciones reproductivas a través de la producción de valor de uso dentro de la

41Leopold Kohr, The Overdeveloped Nations: The Diseconomies of Scale (Nueva York: Schocken Books,

1977), pág. 110. 42L. S. Stavrianos. The Promise of the Coming Dark Age (San Francisco: W. H. Freeman and Company, 1976), pág. 41. 43Bill McKibben, Deep Economy: The Wealth of Communities and the Durable Future (New York: Times Books, 2007),

pág. 165.

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Kevin Carson Política industral: vino nuevo en odres viejos 16

economía doméstica de subsistencia, el trabajador se vería “empujado a pedir mayores salarios

reales[...]”44; por otro lado, una producción doméstica elevada implicaba que “el nivel de trabajo

necesario para asegurar la supervivencia era muy bajo” y que ello “disminuía la presión para entrar

al mercado de trabajo asalariado”45. La economía doméstica ha sido funcional en la medida en que

carga con costes de reproducción que hubieran tenido que ser incluidos en el salario de otro modo;

por contra, ha sido suprimida (como en el caso de las Enclosures) cuando su tamaño e importancia

permitían al trabajador una independencia del mercado de trabajo asalariado.

El temor de las clases propietarias de los medios de producción y los empleadores a la economía

de subsistencia, que llevó a las Enclosures, tenía todo el sentido del mundo. Como preguntaba

Kropotkin:

“Si cada campesino tuviera su terrón, libre de rentas e impuestos, y las herramientas y animales para sus labores ¿Quién cuidaría las tierras del barón? Cada cual se encargaría de la suya [...]

Si todos los hombres y mujeres del campo tuvieran su sustento seguro, y sus necesidades cubiertas, ¿quién iría a trabajar para el capitalista por media corona al día, cuando lo que uno produce en un

día se puede vender en el mercado por una corona o más?”46

Estamos asistiendo a un cambio revolucionario en la ventaja competitiva de la economía del

salario a la economía informal, más allá de lo que las clases poderosas de hace doscientos años no

hubieran soñado en sus peores pesadillas. El rápido crecimiento de las tecnologías para la

producción doméstica en el siglo XX, basadas en maquinaria eléctrica a pqeueña escala y otras

formas de cultivo intensivo, han alterado las eficiencias comparadas de la producción a gran escala

y a pequeña escala. Eso ya lo comentaba Ralph Borsodi hace casi ochenta años, pero el potencial de

las máquinas-herramientas de escritorio como la “multi-máquina” inclina aún más el fiel de la

balanza.

“Eleutheros”, del blog How Many Miles from Babylon, describía la independencia resultante de

tener acceso propio a los medios de superviviencia.

“[...]si cerrásemos la puerta a esta granja [de exportación] y nunca volviésemos a comerciar con Babilonia, todavía podríamos cultivar nuestro maíz y nuestras judías a perpetuidad[...]

[…]Para escapar de Babilonia, uno debe poder escoger […] Babilonia, como cualquier otro

sistema de explotación y control, sólo puede existir si limita y elimina tus posibilidades de elegir. En verdad, si las tienes, puedes escoger lo que te beneficia y te enriquece a ti y a tu familia en vez de las

cosas que benefician a Babilonia[...]

Hago referencia a mi campo de maíz para ilustrar lo que significa poder elegir de verdad. Podemos producir […] nuestro pan, sin necesidad de pedir nada a Babilonia. Siempre podemos elegir

eso en vez de lo que Babilonia ofrece. Compramos trigo a granel y hacemos pan, pero si (como pasaba

este año) el transporte es muy caro o hay poco trigo y el precio se dispara, podemos decir “no, mejor no, vamos a casa y nos echamos nuestro pan de maíz y nuestras judías”. También podemos comprar

comida de las tiendas, o comer fuera en restaurantes. Lo que siempre tenemos es una alternativa, y si es necesario, podemos mantenernos en ella durante meses[...]

La huida de Babilonia comienza cuando uno puede decir “No, tengo una alternativa. Puedo

comer en la mesa de Babilonia si así lo elijo, pero si no me gustan las condiciones de Babilonia, no estoy obligado a hacerlo.”

Si uno sabe que no tienes deudas y que posee su casa sin hipotecas, y que podrías¡ mantenerse

así, sin asalariarse, si tuviera que hacerlo, confiere un indudable poder de negociación al trabajador

ahora mismo, aún si el sistema capitalista se mantiene. Como observaba Borsodi hace ochenta años,

44Immanuel Wallerstein and Joan Smith, "Households as an institution of the world-economy," en Smith and

Wallerstein, eds., Creating and Transforming Households: The constraints of the world-economy (Cambridge;

Nueva York; Oakleigh, Victoria; París: Cambridge University Press, 1992), pág. 16. [3-23] 45Immanuel Wallerstein, "Household Structures and Labor-Force Formation in the Capitalist World

Economy," en Joan Smith, Immanuel Wallerstein, Hans-Dieter Evers, eds., Households and the World

Economy (Beverly Hills, London, Nueva Delhi: Sage Publications, 1984), pág. 20. 46Piotr Kropotkin, The Conquest of Bread (New York: Vanguard Press, 1926), págs. 36-37.

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Kevin Carson Política industral: vino nuevo en odres viejos 17

su posibilidad de “retirarse” del trabajo asalariado, y el hecho de que los empleadores conocían de

esa posibilidad, le permitía obtener mejores condiciones de trabajo para los trabajos externos que

aceptase.

“Es sorprendente lo mucho que uno puede conseguir de sus empleadores cuando éstos saben que

uno es suficientemente independiente como para declinar trabajos que no desea. Por supuesto, si esta

situación fuera generalizada, los empleadores tendrían que competir subiendo salarios para conseguir

trabajadores en vez de tener éstos que recortar sus peticiones de salario para que los contraten.”47

“[...]La independencia económica mejora notablemente la posición del trabajador como vendedor

de mano de obra. Reemplaza el “oligopsonio” en el cual el comprador/empresario dicta sus

condiciones, por un “oligopolio” en el que el que es el vendedor/trabajador quien lo hace. Así uno

puede elegir el trabajo que desee y rechazar el que no le convenga. La próxima vez que venda sus

servicios, recomiendo al lector comprobar si no puede mejorar el precio/salario que se le ofrece si el

comprador cree que uno no tiene ninguna compulsión de aceptar ese trabajo.”

“[...]Los términos de intercambio entre dos partes de un contrato los determina la medida en que

cada una es libre de rechazar la oferta de la otra. Quien era “libre” de rechazarlo, dictaba los términos

del acuerdo, y quien no lo era tenía que pagar o cobrar lo que el otro pedía.”

Ésta era la posición en la cual se encontraban los campesinos que tenían acceso independiente a

la subsistencia en las tierras comunes. Ellos podían elegir trabajar por un salario para complementar

sus ingresos; sin embargo, lo hacían en los tiempos que querían, y podían rechazar dicha alternativa

indefinidamente si las condiciones no eran de su agrado.

El potencial de abandono del sistema de salario aumenta por la mayor eficiencia que la contra-

economía consigue en la extracción de valor de un cierto trozo de tierra o bien de capital. Las

corporaciones usan el capital y la tierra ineficientemente porque se lo pueden permitir: el Estado les

da acceso preferente a ambos factores productivos, de forma que éstos han desarrollado un modelo

de negocio extensivo basado en la adición de insumos. Por contra, los que están insertos en la

contra-economía realizan un uso intensivo de la tierra y el capital que poseen. El modelo de negocio

de bajos costes de gestión usando “ciclos libres” de capital existente es un ejemplo. El potencial de

salvamento de las sobras de la economía corporativa, como añadir RAM a ordenadores ya

depreciados hasta casi valer cero, es otro.

Vinay Gupta, en “The Unplugged”, lo describe como “apearse en la base”. Mantenerse en la cima

a través de un estilo de vida de consumo masivo convencional requiere enormes disponibilidades de

ahorro, escribe:

Una catástrofe puede arrasar tu base de capital, porque lo único que tenías era acciones o asientos

contables en una máquina.

Nosotros, los Desenchufados, encontramos una nueva forma de desconectar: una infraestructura de

soporte vital y una arquitectura financiera independiente: una sociedad dentro de la sociedad, que

permitiera a cualquier persona “salir por abajo” en vez de “salir por arriba”.

Si quieres vivir como un Desenchugado, tus costes para “salir” son unos tres meses de salario de un

obrero medio, el coste de un coche usado. No necesitarás volver a “trabajar”, o sea, no para conseguir

dinero que te dé para sostener tus necesidades básicas.

Tal como lo planteaba, su idea era combinar las ideas de Gandhi de la autosuficiencia económica

con los medios de Buckminster Fuller de conseguir más por menos48.

El equilibrio de fuerzas entre ambas economías no estará tan desajustado como pueda hacer pensar la

distribución de derechos de propiedad. A medida que la mano de obra abandona el circuito asalariado corporativo

y hace un uso eficiente de los recursos productivos de que dispone, nos moveremos hacia una sociedad donde la

mayoría de lo que las personas normales consumen se haga en una red de producción de trabajadores en

cooperativas o por iniciativa individual, mientras que las clases hoy dominantes se quedan con tierras vacías y

fábricas sin personal suficiente que no les sirven ya que es muy caro contratar mano de obra con salarios que sean

47Borsodi, Flight From the City, p. 100. 48Vinay Gupta, "The Unplugged," How to Live Wiki, 20 de febrero de 2006

<http://howtolivewiki.com/en/The_Unplugged>.

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rentables. En ese punto, la correlación de fuerzas habrá cambiado hasta que las corporaciones sean islas en un mar

cooperativo, y su tierra y fábricas serán lo último en caer, como la embajada estadounidense en Saigón.

Estamos observando una singularidad por la cual al capital le resulta cada vez más difícil impedir el cambio del

modelo de oferta desde bienes producidos en masa a bienes producidos a pequeña escala en el sector informal y

doméstico. El resultado puede ser algo como los “Desenchufados” de Gupta, en los que las posibilidades de una

existencia cómoda y de bajo coste resulten en la misma situación que temían las elites inglesas cuando llevaron a

cabo las Enclosures: una situación en la que la mayoría de la gente podía elegir trabajar por un salario cuando

necesitase ingresos suplementarios para bienes de lujo y similares, y (hasta en el caso en que considere que el

trabajo asalariado sea necesario para mantener un estándar de vida óptimo) pueda permitirse abandonar el trabajo

y vivir de sus propios recursos durante periodos prolongados de tiempo, además de poder negociar los mejores

términos para encontrar un empleo asalariado. Sería una sociedad en la que los trabajadores, no los empleadores,

tendrían la posibilidad de abandonar la mesa de negociaciones. En suma, sería la sociedad que E.G. Wakefield

lamentaba en las épocas coloniales de tierras abundantes y baratas: una sociedad en la que la mano de obra es

difícil de conseguir, y muy cara de contratar como para generar un beneficio significativo.

Por último, nos encontraríamos ante una sociedad civil más sana y creativa. Es bastante improbable que la

gente que vive bajo el control de su jefe en su día a día, y que dependen tanto de tener un puesto de trabajo que

desarrollan el hábito de hacer todo lo necesario para agradar a todos los Segismundos, se comporten como

personas libres cuando están fuera del trabajo.

Los obstáculos en el camino

El gran problema es que estos modelos de negocios de bajos costes descritos arriba para la economía informal

son ilegales en muchos aspectos. Pensemos en el ejemplo del restaurante/pub. Uno ha de comprar una carísima

licencia de expendeduría de alcohol, además de tener una estufa, lavavajillas, etc. de gran tamaño. Ese nivel de

capital sólo se puede pagar con un gran comedor y muchos cocineros y camareros, o sea que si no se llena el local

siempre todos esos costes arrasarán el negocio.

Dichos altos costes de entrada y generales del negocio hacen que uno no pueda empezar un restaurante realmente

pequeño, y hacen que muchos restaurantes no prosperen. Es ilegal usar la capacidad sobrante de los utensilios

caseros que tenemos pero que no usamos la mayor parte del tiempo, debido a los planes urbanísticos y a la

legislación de “seguridad” que hace imposible vender unos pocos cientos de dólares en excedentes de la economía

familiar. Uno no puede tener unos pocos miles de dólares de ingresos al año, porque el Estado obliga a tener un

equipo de capital a escala de gran negocio si uno simplemente se quiere meter en el mercado.

La política gubernamental tiene el mismo efecto a escala nacional y local: se imponen básicamente niveles

mínimos de capitalización y altos costes generales. Hemos tratado ya la importancia de las patentes como un sostén

de la obsolescencia planificada, ilegalizando lo que serían de otro modo formas rápidas y cómodas de mantener

bienes de capital existentes en actividad.

En la ganadería, la obligación de poner chips RFID a los animales, la pasteurización obligatoria, y las gravosas

tasas de certificación gubernamental para poder usar el término “orgánico” imponen un alto coste mínimo para

meterse en la agricultura, e impiden que un economía doméstica (al menos de forma legal) pueda subsistir vendiendo

unos pocos cientos o miles de dólares de excedentes.

Eric Husman describe el efecto de la reciente [en 2009] Acta de Mejora de la Seguridad en los Productos de

Consumo, que básicamente criminaliza la fabricación casera en el sector textil:

“No puedes simplemente no usar plomo y ftalatos. Da igual que digas que estás usando cáñamo orgánico sin teñir y botones de madera: debes probar que no tienen plomo y ftalatos. ¿Cómo? A un

precio entre 600 y 2400 dólares la pieza, la mandas a un laboratorio certificado a que haga pruebas.

Dichas pruebas destruyen las piezas, así que despídete de varias muestras de lo que sea. Por otro

lado, tienes que asegurar que es un envío significativo, así que tampoco podrás alterar ropa antigua.

Por otro lado, debes tener un Certificado General de Cumplimiento (GCC) por si algún cliente lo pide, en cualquier momento. Y debes poder trazar el material, por lote. Por otro lado, posiblemente

tengas que contratar un seguro por si tu producto es rechazado para que sepan que puedes cubrir el

coste del reenvío a tu taller.

Hay algo que a lo mejor no conocen de la industria del vestido […] Uno empieza diseñando unos

20 tipos de diseño a ver qué se vende. Una vez los compradores apuestan por una muestra, tú compras

el material y empiezas a coser. Los tests de la CPSIA se deben hacer sobre el producto final y no sobre los componentes. Por ello, aunque uses el mismo algodón orgánico no vale con hacer 8 pruebas (el

algodón en cinco colores y una prueba en cada botón). Debes hacer las pruebas en TODOS los tipos

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de diseño, en cada color, lo que hacen 20 diseños x 5 colores= 100 pruebas. Estamos hablando de un

mínimo de sesenta mil dólares en pruebas y no hemos empezado a vender aún.

Por cierto, el tamaño no importa para la ley. ¿Las camisetas Haynes? Se prueban. ¿Los juguetes que un abuelo hace para vender en eBay? También, de hecho eBay y Etsy hacen notar que cumplir

con los requisitos legales para la venta forma parte de sus términos de uso.”49

Nada de esto es accidental: toda la función que tienen las licencias y regulaciones es imponer elevados mínimos

de capital, para que la gente no pueda subsistir produciendo para sí mismos o para sus pares. El modelo económico

que hemos descrito tendría consecuencias muy positivas para el bienestar general, pero para las élites capitalistas

que controlan el actual sistema, serían consecuencias terribles.

Pero, repito, las buenas noticias son que todas esas barreras artificiales al mercado son cada vez menos

implementables. Cuanto más se intensifiquen las crisis, aplicar los planes urbanísticos y controlar las licencias no

serán prioritarios para gobiernos cuyos recursos están al límite. Cuando los camioneros abandonen sus camiones y

los aviones de carga no despeguen, las economías locales tendrán que suplir esas funciones simplemente para poder

sobrevivir. Bastantes pequeñas tiendas de “hobby” pueden verse como el primer paso de un renacimiento de la

manufactura a escala local a medida que fabrican piezas de repuesto para que las máquinas sigan funcionando, y

convertirse en el núcleo de instalaciones vecinales de reparación, reciclaje y readecuación de máquinas. La

producción casera de verduras superará las tasas de los “Jardines de la Libertad” de la Segunda Guerra Mundial, y

los hortelanos plantarán nuevas tierras para satisfacer a la gente, harta de que no haya nada en los supermercados y

de los envíos de excedentes del Gobierno a través de la Guardia Nacional) y que cogerá los productos del Mercado

del Agricultor tan pronto como aparezcan.

James L. Wilson describía su visión de una economía re-localizada surgida del “largo colapso” del libro de Jim

Kunstler, en la que gran parte de la transición se basaba simplemente en ignorar las interferencias estatales:

“¿Ves toda esa gente trabajando sus huertas? Esas huertas no estaban ahí antes, la gente tenía

jardines de hierba, y competían para ver quién tenía el jardín de hierba más verde y bonito. Pero tu abuela vino un día del supermercado y dijo “Venga, vamos a plantar nuestra propia comida” y en la

siguiente primavera plantó un huerto de verduras donde antes estaba la hierba.

Y vaya si se enfadaron los vecinos. La asociación de propietarios la demandó. Decían que la vista del huerto era fea y que bajaría el valor de su vivenda. Pero el siguiente año, la gente empezó a

plantar sus propios jardines[...]

Y empezaron a comprar de los mercados del agricultor, leche, carne, huevos, y semillas de los

agricultores cercanos. Estaba mucho más buena y era más sana que la comida procesada. Se dieron

cuenta que estaban mejor si el beneficio se quedaba en la comunidad que si se lo daban a las grandes empresas de muy lejos.

Entonces tu abuela, mi mamá, abrió una panadería desde casa. Estaba incumpliendo el plan

urbanístico, pero la gente se puso del lado de tu abuela contra el gobierno, y cuando se dieron cuenta de que no podían evitar que la gente viviera así, la gente vio que no tenía que temer al gobierno, y

que eran libres. Más y más gente empezaba a trabajar desde casa. Las mamás y los papás solían tener sitios de trabajo diferentes, pero ahora muchos están trabajando desde sus casas, donde están cerca

de sus hijos en vez de mandarlos a las guarderías[...]50

Jeff Vail usa las pequeñas villas montañosas del norte de Italia como un modelo de comunidades resilientes que

soportarán la crisis que viene.

“¿Cómo decimos que la villa de la Toscana está descentralizada? La producción está localizada. Es cierto que no todo es local, ni de lejos. Sin embargo, en comparación con las ciudades

estadounidenses, un gran percentil de la gente cultiva su tierra y compra en mercados de agricultores.

¿Cómo decimos que la villa de la Toscana es open-source? La cultura de la zona históricamente se ha basado en la compartición de un pool comunitario de tecnologías que permite reconocer que

una sociedad sostenible no es un juego de suma cero. La mayoría de las comunidades agrícolas son así: los consejos, el conocimiento y la innovación son compartidos, no protegidos de los demás. A

partir de un punto de tamaño y centralización, la motivación de proteger y explotar la propiedad

49Eric Husman, "In which 30 thousand small manufacturers square off against mom, apple pie, and Ralph Nader ,"

GrimReader, Dec. 9, 2008

<http://www.zianet.com/ehusman/weblog/2008/12/in-which-30-thousand-small.html> 50James L. Wilson, "Standard of Living vs. Quality of Life," The Partial Observer, 29 de mayo de 2008

<http://www.partialobserver.com/article.cfm?id=2955&RSS=1>.

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intelectual se impone (lo cual es otro argumento para la descentralización). No hay razón por la que

no podamos compartir las innovaciones técnicas de forma global, mientras actuamos a escala local:

en verdad, ahora con Internet eso es posible, proporcionándonos la oportunidad de usar la tecnología a escala global para mejorar la calidad de vida.

¿Cómo decimos que la villa de la Toscana es vernácula? No vemos muchas casas de “estilo

colonial” en la Toscana. Sin embargo, en Denver éstas me rodean, aunque no tengan más sentido en Italia que en Denver. ¿Por qué? La diferencia es que los habitantes de la Toscana reconocen

(mayoritariamente) que la arquitectura local originada en la zona mejora la calidad de vida. La

arquitectura está adaptada a su clima y su cultura, y los materiales están disponibles de manera local. Lo mismo con su comida: disfrutan lo que está disponible en la zona, y en temporada. Casi todas las

casas con suficiente espacio tienen un huerto. Y por último, aunque hay presión por parte de la globalización, su cultura es vernácula. Celebran sus festivales locales, sus cosechas locales, y no

necesitan celebrar fiestas fabricadas y vendidas masivamente a escala global, al contrario que los

urbanitas desapegados. Su fuerte sentido de la comunidad le da prominencia a “su” celebración por encima de lo que la economía global les dicte.”51

Brian Kaller, autor de The American Conservative, apela a una versión estadounidense de la villa montañesa

italiana: Mayberry.

“Tomemos una de las proyecciones más pesimistas del futuro, según la asociación para el estudio del Pico de Petróleo. Asumamos que para 2030 sólo tendremos dos tercios de la energía que

generamos hoy en día. Los problemas se acumulan, así que vamos a reducir esa estmación a la mitad,

y a pensar que por alguna razón la energía solar, eólica, núclear, maremotriz, las presas hidroeléctricas, los biocombustibles y otras tecnologías no llegan a aplicarse. Pongamos que la

familia estadounidense típica ingresa un tercio de lo que lo hace hoy, reduce sus horas de conducción en dos tercios, que las familias extensas se tienen que mudar todas juntas para ahorrar y que debemos

dejar de coger aviones en un 98% de los casos.

Mucha gente consideraría que eso es una estampa del colapso, pero hemos estado ahí,recientemente. Son estadísticas de los años cincuenta, donde no hubo precisamente gran

incidencia del canibalismo.”52

Imagine el lector: la economía de las zonas buenas de Mayberry ¡con electrónica moderna y ciudadanos negros!

La idea principal es que la economía industrial que emerja de la contra-economía que surja tras estas crisis

sistémicas no será reconocible. La transición ocurrirá, pero puede ser de forma relativamente suave o muy brusca,

dependiendo de la actitud de nuestros “líderes”, que pueden eliminar los obstáculos existentes o desviar los recursos

de los que disponen a la conservación del sistema agonizante actual hasta que sea demasiado tarde para evitar un

desastre.

Es por ello que debemos centrarnos, no en los programas gubernamentales para gestionar la transición o en los

subsidios a las tecnologías sucesoras del sistema paleotécnico , sino en quitar al gobierno de en medio. Como

escribía Tucker, “la cuestión que se nos presenta no es[...] qué medidas y medios de interferencia tienen justificacion

para instituirse, sino cuáles de los ya existentes debemos abolir primero.”53

El cambio más importante en la política gubernamental, en mi opinión, debe ser la retirada inmediata e

incondicional de subsidios, incluida la capacidad de expropiación, a los aeropuertos y autopistas, de forma que éstos

dependan de las tasas de los usuarios para subsistir. En el caso de las autopistas, esto implicaría aplicar tasas basadas

en el peso para los grandes camiones, que son los que causan la mayor parte de la degradación asfáltica. De hacerse

esto, los ferrocarriles podrían empezar a recuperar su capacidad perdida tan rápido como puedan tender nuevas vías

en zonas que tuviesen acotadas y que hubieran abandonado.

Igualmente importante es eliminar los apoyos del gobierno al desparrame urbano y a los monocultivos: esto

implicaría abolir los planes urbanísticos y permitir el uso de los edificios para más de un propósito, como negocios

caseros y tiendas de barrio, además de permitir tener casas a precios asequibles en zonas céntricas (por ejemplo, los

apartamentos en casas sin ascensor). La extensión de utilidades a nuevos barrios no debería ser financiada por los

51Jeff Vail, "The Design Imperative," A Theory of Power, 8 de abril de 2007<http://www.jeffvail.net/2007/04/design-

imperative.html>. 52Brian Kaller, “Future Perfect: Stop Worrying and Learn to Love Expensive Oil,” The American Conservative, August

25, 2008<http://findarticles.com/p/articles/mi_7060/is_16_7/ai_n28558422/pg_1?tag=artBody;col1 >. 53Benjamin Tucker, “Voluntary Cooperation,” Liberty, 24 de mayo de 1890, en Tucker, Instead of a Book, By a Man Too

Busy to Write One <http://fair-use.org/benjamin-tucker/instead-of-a-book/voluntary-co-operation>.

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Kevin Carson Política industral: vino nuevo en odres viejos 21

habitantes de barrios más antiguos. Los sistemas de carreteras intraurbanas deberían ser pagados con tasas.

Las leyes de licencias, planes urbanísticos y normativas de seguridad cuya función es criminalizar modelos de

negocio de bajos costes generales en las economías domésticas y informales deberían ser suprimidas, junto con la

“propiedad intelectual” que bloquea tanto los diseños de producto modulares y fácilmente reparables como otros

modelos open-source de producción que compiten con ella.

La política impositiva debería centrarse en eliminar los fueros de las formas de producción que favorecen

modelos centralizados, intensivos en capital y de altos costes generales. Entre esos privilegios están la amortización

fiscal, la deducción de intereses de la deuda corporativa, el crédito al I+D y la exención fiscal a las ganancias

obtenidas por transacciones de títulos en fusiones y compras de empresas. También la tasa de impuestos sobre la

renta y sobre el capital deberían ser reducidas de forma que sean independientes del ingreso.