Mccullers Carson - Frankie Y La Boda (1946)

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    CARSON McCULLERS

    Naci en Columbia, Georgia, en 1917. De origen irlands, su verdaderonombre era Lila Carson Smith. Desde pequea se apasion por lamsica y su mayor deseo era convertirse en concertista de piano. A los17 aos abandon el sur, establecindose en Nueva York. Trabaj comorecepcionista, redactora en un peridico y pianista en orquestas desegunda categora. Tena 24 aos cuando apareci su primera novela,Elcorazn es un cazador solitario,que obtuvo un resonante xito de crtica

    y permiti a su autora obtener una beca Guggenheim. Terminada laguerra se traslad a Francia donde se cas con un oficial americano. Susfrecuentes depresiones la condujeron al alcoholismo y, de regreso a

    Amrica, se instal, aislada del mundo, en un gran casern del pueblode Nyack, en el estado de Nueva York. All muri en 1968, tras pasar casidiez aos inmovilizada por una parlisis progresiva.

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    CARSON McCULLERS

    FRANKIE Y LA BODA

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    BRUGUERA

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    Ttulo original:MEMBER OF THE WEDDING

    Traduccin:Jaime Silva

    1.aedicin: octubre, 1982La presente edicin es propiedad de Editorial Bruguera, S. A.

    Camps y Fabrs, 5. Barcelona (Espaa)Edicin original: 1946 by Carson McCullers

    Editorial Bruguera, S. A. 1982Traduccin: Editorial Bruguera, S. A. 1982

    Diseo de cubierta: Nesl Soul

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    Printed in SpainISBN 84-02-09045-1 / Depsito legal: B. 30.271 1982

    Impreso en los Talleres Grficos de Editorial Bruguera, S. A.

    Carretera Nacional 152, km 21,650. Parets del Valls (Barcelona) 1982

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    PARA

    ELIZABETH AMES

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    Primera Parte

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    Sucedi aquel verde y loco verano, cuando Frankie tena doce aos. Unverano en el que ella no haba pertenecido a nada. No haba pertenecido a ningnclub ni a nada en este mundo. Un verano en el que Frankie se transform en un

    ser retrado y temeroso que pasaba su tiempo en el vano de la puerta. En junio losrboles eran de un verde vibrante, pero despus las hojas se oscurecieron, y elpueblo se torn negro y reseco bajo el resplandor del sol. Al principio, Frankiedaba vueltas por ah, haciendo una que otra cosa. Muy temprano por la maana, ytambin por la noche, las aceras del pueblo se vean grises, pero, a medioda, elsol las barnizaba y el pavimento arda y relumbraba como si fuese de cristal. Porltimo las aceras se hicieron demasiado ardientes para los pies de Frankie y,adems, ella comenz a sentirse inquieta. Su secreta perturbacin era tan violentaque le pareci mejor quedarse en casa y en casa slo estaban Berenice Sadie

    Brown y John Henry West. Los tres se sentaban junto a la mesa de la cocinarepitiendo una y otra vez las mismas cosas, hasta el punto, de que, durante el mesde agosto, las palabras comenzaron a rimar unas con otras y adquirieron unaextraa resonancia. El mundo pareca morir todas las tardes y todo se volvaaparentemente inmvil. Para decirlo de una vez, el verano era como un verdesueo febril, o como una silenciosa y enloquecida jungla de invernadero. Yentonces, el ltimo viernes de agosto, todo cambi: fue algo tan imprevisto queFrankie se concentr en ello durante toda aquella confusa tarde, y sin embargo,no logr comprender nada.Es muy extrao dijo; cmo ha sucedido todo esto.Sucedido? Sucedido? replic Berenice.John Henry las escuchaba y observaba en silencio.Nunca me haba sentido tan desconcertada.Desconcertada, por qu?Por todo esto dijo Frankie.Creo que el sol te ha achicharrado los sesos coment Berenice.Yo tambin lo creo murmur John Henry con voz casi inaudible.La propia Frankie estaba al borde de creerlo. Eran las cuatro de la tarde y la

    cuadrada cocina estaba gris y tranquila. Frankie, sentada a la mesa, con los ojos

    semicerrados, pensaba en la boda. Vea una iglesia silenciosa y una inslita nievecayendo oblicua sobre las ventanas de vidrio coloreado. El novio de aquella boda

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    era su hermano; pero donde deba estar su cara slo haba una mancha luminosa.La novia estaba all, vesta un traje blanco con una larga cola y tampoco tenarostro. En esa boda haba algo que produca en Frankie una sensacin indefinible.Mrame dijo Berenice. Ests celosa?

    Celosa?Celosa porque tu hermano va a casarse.No dijo Frankie. Lo que pasa es que nunca he conocido a dos personas

    como ellos. Sent algo muy extrao al verlos entrar hoy en casa.Ests celosa dijo Berenice. Ve y mrate al espejo. Lo veo en el color de

    tus ojos.Un turbio espejo colgaba sobre el fregadero. Frankie se mir en l, pero sus

    ojos seguan siendo grises como siempre. Aquel verano haba crecido tanto, quecasi pareca un fenmeno con sus hombros estrechos y sus piernas demasiadolargas. Llevaba pantalones cortos, negros; una camiseta B. V. D. e iba descalza. Lehaban cortado el pelo a lo chico pero haca tanto tiempo de eso, que apenas se le

    vea la raya. Su imagen en el espejo era torcida y distorsionada; a pesar de todo,Frankie saba de sobra cul era su aspecto; levant el hombro izquierdo y volvi lacabeza a un lado.Oh dijo, son los seres ms hermosos que he visto en mi vida. Pero no

    puedo imaginarme cmo sucedi todo.Qu es lo que no puedes imaginarte, tonta? dijo Berenice. Tu hermano

    trajo a casa a la chica con la que piensa casarse, y hoy han comido contigo y contu padre. Se casarn en casa de la chica, en Winter Hill, el prximo domingo. T y

    tu padre iris a la boda. Y sa es de pe a pa toda la cuestin. Qu es lo que tepreocupa?No s dijo Frankie. Apuesto que lo pasan bien cada minuto del da.Pasmoslo bien nosotros dijo John Henry.Pasarlo bien, nosotros? pregunt Frankie. Nosotros?Los tres se sentaron a la mesa y Berenice reparti las cartas para jugar al

    bridgeentre los tres. Berenice haba sido la cocinera desde los tiempos mslejanos que Frankie poda recordar. Era muy negra, de hombros anchos y bajaestatura. Siempre deca que tena treinta y cinco aos, al menos lo haba estado

    diciendo durante los ltimos tres aos. Llevaba el pelo con raya al medio,trenzado, engrasado y pegado al crneo; su rostro era amplio y sereno. EnBerenice slo haba una cosa fuera de lugar: su ojo izquierdo era de un brillantecristal color azul. Miraba con fijeza y ferocidad desde su rostro tranquilo y oscuro,

    y nunca, ningn ser humano lograra explicarse por qu haba querido tener unojo azul. Su ojo derecho era negro y triste. Berenice daba las cartas con lentitud,mojando con la lengua su dedo pulgar cada vez que las cartas, hmedas de sudor,se pegaban. John Henry observaba una por una las cartas que ella reparta. Sutorso desnudo era blanco, estaba hmedo, y de su cuello colgaba un pequeo

    asno de plomo atado con una cuerda. Era pariente consanguneo de Frankie, suprimo hermano y durante todo el verano coma y pasaba el da con ella o cenaba y

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    se quedaba por la noche; nunca consegua deshacerse de l. Era pequeo para susseis aos, pero posea las rodillas ms grandes que Frankie haba visto en su vida,

    y una de ellas siempre mostraba una costra o un vendaje por haberse cado ylastimado. John Henry tena un rostro esmirriado y plido, y usaba unas gafas

    diminutas con montura dorada. Observaba las cartas con atencin porque sehaba endeudado: deba a Berenice ms de cinco millones de dlares.Canto un corazn dijo Berenice.Un pic dijo Frankie.Yo quiero cantar pic salt John Henry. Eso es lo que yo iba a cantar.Mala suerte. Yo he hablado primero.Oh, tonta! Burra! exclam. No es justo!No os peleis dijo Berenice. A decir verdad, no creo que ninguno de

    vosotros tenga un juego tan bueno como para discutir. Yo canto dos corazones.A m me importa un rbano dijo Frankie. Me da igual.Y era as, en efecto: era tarde jugaba albridgecomo John Henry, tirando

    cualquier carta que le pasara por la cabeza. Estaban sentados en la cocina, y lacocina era una habitacin triste y fea. John Henry haba cubierto las paredes conextraos dibujos infantiles hasta donde su brazo poda alcanzar. Esto daba a lacocina un aspecto demencial, como si fuese una habitacin de manicomio. Ahorala vieja cocina le produca nuseas a Frankie. Ella ignoraba qu le estabasucediendo, pero senta cmo su corazn estrujado lata contra el borde de lamesa.No cabe duda que el mundo es un lugar pequeo dijo.

    Qu quieres decir con eso?Quiero decir que es vertiginoso aclar Frankie. El mundo es sin duda

    un lugar vertiginoso.No s dijo Berenice. A veces es vertiginoso y a veces lento.Frankie tena los ojos semicerrados y en sus odos su propia voz sonaba rota

    y lejana.Para m es vertiginoso.Porque hasta el da anterior Frankie nunca haba pensado seriamente en una

    boda. Saba que Jarvis, su nico hermano, se casara. Se haba comprometido con

    una chica de Winter Hill antes de marcharse a Alaska. Jarvis era cabo en elejrcito y haba estado sirviendo dos aos en Alaska. Frankie no haba visto a suhermano en muchsimo tiempo, y su rostro se haba hecho borroso y cambiantecomo visto debajo del agua. Pero, Alaska! Frankie soaba con ella en todomomento, y especialmente este verano su sueo cobraba mucha realidad. Vea lanieve, el mar congelado y los glaciares. Los igls de los esquimales, los osospolares, las bellas auroras boreales del norte. Cuando haca poco que Jarvis sehaba marchado a Alaska, ella le envi una caja con bombones de chocolatehechos en casa; los empaquet cuidadosamente, envolviendo cada trozo de dulce

    por separado en papel de cera. La emocionaba pensar que sus bombones dechocolate seran comidos en Alaska, y vea a su hermano compartindolos con

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    esquimales cubiertos de pieles. Tres meses despus recibi una carta de Jarvis enque le agradeca el envo, junto con un billete de cinco dlares. Durante un tiempole envi golosinas casi todas las semanas; a veces bombones de pasta de leche en

    vez de chocolate, pero Jarvis no volvi a mandar dinero, excepto para Navidad. A

    veces, las breves cartas que ste escriba a su padre la perturbaban un poco. Porejemplo, ese verano cont que haba ido a nadar y que los mosquitos eran muyferoces. Su sueo se tambale un poco a raz de esta carta. Sin embargo, despusde unos cuantos das de desconcierto volvi a sus mares helados y a la nieve.Cuando Jarvis regres de Alaska, fue directamente a Winter Hill. La novia sellamaba Janice Evans, y los planes para la boda eran los siguientes: su hermanohaba enviado un telegrama diciendo que l y la novia vendran ese viernes a pasarel da; luego, el prximo domingo se celebrara la boda en Winter Hill. Frankie y supadre viajaran casi cien millas hasta Winter Hill, y Frankie ya haba hecho lamaleta. Esperaba con ansiedad la llegada de su hermano y la novia, aunque nopoda imaginrselos, y no pensaba en la boda. El da antes de la visita se limit acomentar con Berenice:Creo que es una extraa coincidencia que Jarvis tuviera que irse a Alaska y

    que la chica que ha elegido para casarse provenga de un lugar llamado WinterHill1. Winter Hill repiti lentamente con los ojos cerrados y ese nombre se fundicon los sueos de Alaska y de fra nieve. Quisiera que maana fuese domingo yno viernes. Quisiera haberme ido ya del pueblo.El domingo llegar dijo Berenice.Lo dudo dijo Frankie. Hace tanto tiempo que estoy lista para partir. Me

    gustara no tener que volver aqu despus de la boda. Me gustara irme parasiempre a otro lugar. Quisiera tener cien dlares, esfumarme, y no volver a vernunca ms este pueblo.Me parece que deseas demasiadas cosas dijo Berenice.Quisiera ser cualquier persona que no fuese yo.La tarde de la vspera fue igual a todas las otras tardes de agosto. Frankie

    pas el da en la cocina y al atardecer sali al patio. Detrs de la casa, elemparrado de bayas se vea sombro y purpreo en la penumbra. Caminlentamente. John Henry West estaba sentado all, en una silla de mimbre, con las

    piernas cruzadas y las manos en los bolsillos.Qu haces? pregunt ella.Estoy pensando.En qu?l no respondi.Frankie haba crecido demasiado aquel verano y ya no poda caminar bajo el

    emparrado como sola hacer antes. Otras personas de doce aos an podanpasearse debajo de l, hacer representaciones y divertirse. Ese ao tendra quecontentarse con coger bayas desde el borde como los adultos. Observ la maraa

    de oscuras enredaderas y sinti el aroma de las bayas aplastadas y del polvo.1Winter Hill significa: colina del invierno. (N. del T.)

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    Frankie tena miedo de estar junto al emparrado mientras la noche se acercaba.No saba qu era lo que la atemorizaba, sin embargo tena miedo.Te propongo una cosa dijo. Por qu no cenas aqu y pasas la noche

    conmigo.

    John Henry sac su reloj de un dlar v lo mir como si dependiera de la horala decisin de quedarse o no quedarse; pero estaba demasiado oscuro bajo elemparrado y no pudo leer los nmeros.Vete a casa y dselo a ta Pet. Te esperar en la cocina.De acuerdo.Tena miedo. El cielo vespertino se vea plido y vaco, y la luz proveniente de

    la ventana de la cocina proyectaba un reflejo amarillo y rectangular en el patio ensombras. Record que cuando era pequea crea que vivan tres fantasmas en lacarbonera y que uno de ellos llevaba un anillo de plata.

    Subi corriendo los peldaos posteriores y dijo:Acabo de invitar a John Henry a cenar y a dormir conmigo.Berenice estaba amasando pasta para galletas y dej caer la bola de masa

    sobre la mesa cubierta de harina.Cre que estabas harta de l.Estoy harta de l dijo Frankie. Pero me pareci que tena miedo.Miedo de qu?Frankie mene la cabeza.

    Tal vez quise decir que se senta solo dijo finalmente.Bueno, le guardar un poco de masa.

    Viniendo del patio oscuro la cocina pareca clida, luminosa, e inquietante. AFrankie le molestaban las paredes de la cocina; sus inslitos dibujos de rboles deNavidad, aeroplanos, soldados y flores. John Henry haba hecho los primerosdibujos en una interminable tarde de julio, y una vez estropeada la pared,continu dibujando donde le vino en gana. Frankie tambin haba dibujado. Alprincipio su padre mont en clera; pero despus les dej realizar todos losdibujos que quisieron, porque iba a hacer pintar la cocina en otoo. Pero como el

    verano se prolongaba y pareca no terminar nunca, las paredes empezaron amolestar a Frankie. Aquella noche la cocina tena un aspecto extrao y senta

    miedo.Se me ocurri que poda invitarlo dijo parada en el umbral.Cuando ya era de noche, John Henry entr por la puerta trasera con su

    pequeo bolso de los fines de semana. Vesta su traje blanco de gala y se habapuesto zapatos y calcetines. Traa una daga metida en el cinturn. John Henryhaba visto la nieve. A pesar de tener slo seis aos, haba ido a Birmingham elltimo invierno, y all vio la nieve. Frankie nunca la haba visto.Yo llevar tu bolso dijo Frankie. Puedes empezar a hacer una figura de

    masa.

    Muy bien.

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    John Henry no se puso a jugar con la masa; moldeaba su mueco como si setratara de algo muy serio. De vez en cuando se detena, se acomodaba las gafascon su manita y analizaba los resultados de su trabajo. Era como un minsculorelojero; acerc una silla y se arrodill en ella para poder trabajar directamente

    sobre el material. Cuando Berenice le dio algunas pasas, no las coloc todasalrededor, como cualquier otro nio hubiera hecho: se limit a usar slo dos paralos ojos. Pero de inmediato advirti que eran demasiado grandes; dividi unacuidadosamente e hizo los ojos; utiliz dos pepitas para la nariz, y la boca fue unapequea pasa sonriente. Cuando acab se limpi las manos en el fondillo de suspantalones cortos; all estaba el mueco de masa, con sus dedos separados, consu sombrero y hasta con su bastn. John Henry haba trabajado con tal ahncoque ahora la masa tena un aspecto gris y hmedo. Sin embargo, era un muecode masa perfecto, y la verdad es que a Frankie le record al mismo John Henry.Ahora ms vale que me ocupe de ti dijo ella.Cenaron con Berenice en la mesa de la cocina, pues su padre haba llamado

    para avisar que trabajara hasta tarde en su joyera. Cuando Berenice sac delhorno el mueco de masa, vieron que tena el aspecto que suelen tener todas lasfiguras que moldean los nios: se haba hinchado de tal modo que el minuciosotrabajo de John Henry haba quedado desvirtuado. Los dedos se haban pegado yel bastn pareca una especie de rabo. Sin embargo, John Henry se limit aobservarlo detrs de sus gafas, lo limpi con la servilleta y unt de mantequilla elpie izquierdo.

    Era una oscura y clida noche de agosto. La radio del comedor transmita

    una mezcla de varias emisoras: un comentario de guerra se superpona al parloteode los avisos comerciales, y como fondo, se oa la msica cursi de una orquestadulzona. La radio haba estado encendida todo el verano, y termin por ser unruido en el que, por regla general, no reparaban. A veces, cuando el sonido era tanfuerte que no podan or sus propias voces, Frankie bajaba un poco el volumen.Cuando esto no suceda, la msica y las voces iban y venan, se entrelazaban y seenroscaban unas con otras, de tal manera que al llegar agosto ya no laescuchaban.Qu quieres hacer? pregunt Frankie. Quieres que te lea a Hans

    Brinker o preferiras hacer alguna otra cosa?Prefiero hacer otra cosa dijo l.Qu?Juguemos afuera.No tengo ganas dijo Frankie.Esta noche saldrn a jugar muchos chicos.Tienes orejas dijo Frankie, y ya has odo lo que he dicho.John Henry se qued un rato de pie con sus grandes rodillas cruzadas y

    finalmente dijo:

    Creo que es mejor que me vaya a casa.Pero si no has pasado la noche aqu! No puedes comerte la cena y largarte.

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    Ya lo s dijo l tranquilamente. Al mismo tiempo que la radio, se oan lasvoces de los chicos jugando en la oscuridad. Vamos afuera, Frankie. Por lo quese ve estn divirtindose de lo lindo.No, no lo estn dijo ella. No son ms que un montn de nios feos y

    tontos. No hacen ms que correr y gritar, correr y gritar. Eso no tiene el menorinters. Subiremos y sacaremos tus cosas de la bolsa.La habitacin de Frankie era un altillo que se haba aadido a la casa, al que

    se llegaba por una escalera que parta de la cocina. En la habitacin haba unacama de hierro, una cmoda y un escritorio. Frankie tena un motor que podaencenderse y apagarse; serva para afilar cuchillos, y si uno tena las uas lo

    bastante largas, poda limrselas en l. La maleta llena y lista para el viaje aWinter Hill estaba apoyada en la pared. Sobre el escritorio haba una mquina deescribir muy antigua; Frankie se sent ante ella y trat de pensar en posiblescartas que escribir: pero no tena a nadie a quien escribir; todas las cartasposibles ya haban sido contestadas; incluso varias veces. Por lo tanto, cubri lamquina con un impermeable y la hizo a un lado.Francamente dijo John Henry; no crees que es mejor que me vaya a

    casa?No repuso ella sin volverse a mirarlo. Sintate en un rincn y juega con

    el motor.Delante de Frankie haba ahora dos objetos: una concha marina color

    lavanda y una bola de cristal con nieve adentro, que al ser agitada simulaba unatempestad. Cuando se aplicaba la concha a la oreja poda or el clido oleaje del

    golfo de Mjico, o pensar en una isla lejana con verdes palmeras; y al acercar labola con nieve a sus ojos entrecerrados, poda observar la cada de los coposblancos girando hasta cegarla. Soaba con Alaska. Se vea caminando por unablanca y helada pendiente y contemplando a sus pies una vasta extensin nevada.Observaba los reflejos de colores que el sol arrancaba al hielo, oa voces de sueo,

    vea objetos de sueo. La blanca, suave y fra nieve se extenda sobre todo elpaisaje.Mira dijo John Henry que acechaba hacia afuera por la ventana. Creo

    que esas chicas mayores estn celebrando una fiesta en la sede de su club.

    Cllate grit sbitamente Frankie. No me nombres a esassinvergenzas.

    En el vecindario haba un club, pero Frankie no perteneci a l. Losmiembros del club eran chicas de trece, catorce y hasta de quince aos. Lossbados por la noche organizaban fiestas con chicos. Frankie conoca a todos lossocios del club, y hasta aquel verano haba sido el miembro menor del grupo, peroahora tenan ese club y ella no perteneca a l. Le haban dicho que era demasiado

    joven y malvada. Los sbados por la noche oa aquella estruendosa msica y veala luz desde lejos. A veces, daba la vuelta por el callejn detrs del club y se

    esconda junto a un seto de madreselva. Se quedaba en el callejn para observar yescuchar. Aquellas fiestas eran muy largas.

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    Tal vez cambien de parecer y te inviten dijo John Henry.Esas hijas de perra.Frankie contuvo un sollozo inspirando con fuerza y se limpi la nariz con la

    parte interior del brazo. Se sent al borde de la cama con los hombros cados y los

    codos apoyados en las rodillas.Creo que han estado divulgando por todo el pueblo que huelo mal dijo.Cuando tuve esos fornculos y deb aplicarme ese ungento negro y pestilente, latonta Helen Fletcher me pregunt a qu se deba mi extrao olor. Oh, podramatarlas una por una con una pistola.

    Oy los pasos de John Henry acercndose a la cama y luego sinti su manoacaricindole el cuello con leves golpecitos.A m no me parece que huelas tan mal dijo. Hueles bien.Esas hijas de perra repiti. Y todava ms, han estado diciendo odiosas

    mentiras sobre personas casadas. Cuando pienso en ta Pet y en to Ustace. Y enmi propio padre! Odiosas mentiras! No s por qu clase de estpida me hantomado.Siento tu olor en cuanto entras a la casa, sin tener que mirar para saber si

    eres t. Hueles como cien flores.No me importa dijo ella; sencillamente, no me importa.Como mil flores dijo John Henry, mientras continuaba acaricindole el

    inclinado cogote con su mano pegajosa.Frankie se incorpor, lami las lgrimas que rodaban en tomo a su boca, y se

    enjug la cara con el faldn de la camisa. Se qued inmvil y dilat las fosas

    nasales para olerse a s misma. Despus fue hacia su maleta y sac un frasco deDulce Serenata; se aplic un poco en la cabeza y luego verti otro tanto por laabertura del cuello de su camisa.Quieres que te eche a ti?John Henry estaba en cuclillas junto a la maleta abierta y tuvo un ligero

    estremecimiento cuando ella verti el perfume sobre l. A su primo le divertarebuscar en su maleta de viaje y examinar detenidamente cada una de suspertenencias. Sin embargo, Frankie deseaba que l slo tuviera una impresingeneral y no que supiera con exactitud lo que ella tena o dejaba de tener. Por lo

    tanto cerr la maleta y volvi a empujarla contra la pared.Chico! dijo. Apostara que soy la persona que usa ms perfume en todo

    el pueblo.La casa estaba en silencio, exceptuando el sordo murmullo de la radio en el

    comedor de la planta baja. Haca rato que su padre haba llegado, y Berenice sehaba marchado despus de cerrar la puerta trasera. Ya no se oa el sonido de

    voces infantiles en la noche veraniega.Creo que deberamos hacer algo para divertirnos dijo Frankie.Pero no haba nada que hacer. John Henry estaba parado en medio de la

    habitacin con las rodillas cruzadas y las manos entrelazadas a la espalda. En la

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    ventana haba mariposas nocturnas: mariposas amarillas y de un color verdeplido, que aleteaban y opriman sus alas abiertas contra la rejilla de la ventana.Qu bonitas mariposas dijo l. Estn tratando de entrar.Frankie observ cmo las suaves mariposas se estremecan haciendo presin

    contra la ventana. Aparecan todas las noches al encender la lmpara de suescritorio. Venan de la noche de agosto y aleteaban y se apretaban contra larejilla.Que vengan aqu me parece una irona del destino dijo ella. Esas

    mariposas podran volar a cualquier parte. Sin embargo, siguen acudiendo a lasventanas de esta casa.

    John Henry empuj la montura dorada de sus gafas para asegurarla sobre sunariz y Frankie estudi su cara pequea, chata y pecosa.Qutate las gafas dijo de pronto.John Henry se las quit y sopl en ellas. Frankie mir a travs de las gafas y

    la habitacin apareci borrosa y distorsionada. Despus ech la silla hacia atrs yobserv a John Henry. Alrededor de los ojos tena dos crculos blancos.Apostara que no necesitas esas gafas dijo ella. Puso la mano sobre la

    mquina de escribir. Qu es esto?La mquina de escribir dijo l.Frankie cogi la concha marina.

    Y esto?La concha de la baha.Qu es esa cosita que camina por el suelo?

    Dnde? pregunt l mirando a su alrededor.Esa cosa pequeita que se arrastra cerca de tus pies.Oh dijo l, ponindose en cuclillas. Pero si es una hormiga. Me

    pregunto cmo ha subido hasta aqu.Frankie se ech hacia atrs en su silla y cruz los pies descalzos sobre el

    escritorio.Si yo fuese t, me deshara de esas gafas dijo. Ves tan bien como

    cualquier persona. John Henry no contest. Te sientan mal.Le pas las gafas cerradas a John Henry, quien las limpi con el trapito de

    franela rosada para limpiar gafas. Volvi a ponrselas y no contest.De acuerdo dijo ella; haz lo que quieras. Te lo deca pensando en tu

    propio bien.Se acostaron. Se desnudaron dndose la espalda y luego Frankie desconect

    el motor y apag la luz. John Henry se arrodill para decir sus oraciones y ordurante largo rato; pero sin pronunciar las palabras en voz alta. Despus seacost a su lado.Buenas noches dijo ella.Buenas noches.

    Frankie escudri la oscuridad.

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    Sabes, todava me cuesta imaginar que el mundo gira a una velocidad demiles de millas por hora.Ya lo s dijo l.Y me cuesta comprender por qu cuando uno salta en el aire no cae en

    Fairview o Selma, o en cualquier otro sitio a cincuenta millas de distancia.John Henry se dio la vuelta y mascull algo en sueos.O en Winter Hill continu. Quisiera ir a Winter Hill ahora.John Henry estaba dormido. Lo sinti respirar y supo que haba logrado lo

    que tanto dese en muchas noches de verano: que alguien durmiera con ella en sucama. Permaneci inmvil en la oscuridad oyendo su respiracin. Despus de unrato se alz sobre un codo. El nio se vea pequeo y pecoso a la luz de la luna;con un torso blanco y desnudo, y un pie que colgaba a un lado de la cama. Consumo cuidado le puso una mano en el vientre y se peg a l; pareca tener un relojen su interior y ola a sudor y a Dulce Serenata. Ola como una pequea rosacida. Frankie se inclin y lo lami detrs de la oreja. Despus, respirprofundamente, se acomod con la barbilla apoyada en su hombro hmedo yanguloso, y cerr los ojos. Ahora, con alguien durmiendo en la oscuridad junto aella, ya no senta tanto miedo.A la maana siguiente, el sol, un blanco sol de agosto, los despert temprano.

    Frankie no lograba que John Henry volviera a su casa. Haba visto el jamn queBerenice estaba cocinando, y aquella comida especial para invitados, prometaestar muy buena. El padre de Frankie ley el peridico en la sala, y despus se fueal centro a darle cuerda a los relojes de la joyera.

    Si este hermano mo no me trae un regalo de Alaska, me pondr furiosa dijo Frankie.Yo tambin dijo John Henry.Qu hacan aquella maana de agosto mientras esperaban al hermano y a la

    novia? Se sentaron a la sombra del emparrado y hablaron sobre la Navidad. Elresplandor era intenso y brillante; los gallos, ebrios de sol, graznaban y sepeleaban a muerte. Ellos charlaban, y sus voces se fueron agotando hastatransformarse en un leve canturreo, y continuaron repitiendo las mismas cosasuna y otra vez. Estaban semidormidos bajo la oscura sombra del emparrado, y

    Frankie era alguien que nunca antes haba pensado en lo que era una boda. Asestaban aquella maana de agosto cuando su hermano y su novia llegaron a lacasa.Oh, Jess! dijo Frankie. Las grasientas cartas de la baraja estaban sobre

    la mesa y el sol tardo cruzaba oblicuo el patio. La verdad es que el mundo es unlugar sorprendente.Bueno, deja ya de hablar de eso dijo Berenice. No te concentras en el

    juego.Sin embargo Frankie no se hallaba totalmente ajena al juego. Jug la reina de

    pic, que era un triunfo, y John Henry ech un pequeo dos de diamantes. Lo mir.l observaba el reverso de su mano como si lo que quisiera y necesitara fuera que

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    sus ojos pudieran percibir lo que quedaba al otro lado y leer las cartas de losdems.Tienes pic dijo Frankie.John Henry se meti en la boca el asno que penda de su cuello y apart la

    mirada.Tramposo dijo ella.Vamos, juega tu pic dijo Berenice.Se pusieron a discutir.

    Estaba oculta detrs de otra carta.Tramposo.Pero no quiso continuar. Se qued inmvil, con aire triste, interrumpiendo el

    juego.Vamos dijo Berenice.No puedo dijo finalmente; es una sota. El nico pic que tengo es una

    sota. No quiero jugar mi sota para que se la lleve la reina de Frankie. No piensohacerlo.

    Frankie arroj sus cartas sobre la mesa.Ves! dijo a Berenice. Ni siquiera cumple con las reglas bsicas del

    juego! Es una criatura! No hay nada que hacer! No tiene remedio! No tieneremedio!Es posible dijo Berenice.Oh estall Frankie, estoy harta.Se sent con los pies descalzos sobre los travesaos de la silla, los ojos

    cerrados y el pecho apoyado contra el borde de la mesa.El solo aspecto de las cartas rojas y grasientas, revueltas sobre la mesa, le

    produca nuseas a Frankie. Haban jugado con ellas todas las tardes despus decomer; si uno se comiera esas viejas cartas, su sabor sera una mezcla de todaslas comidas de agosto, ms un dejo desagradable a manos sudorosas. Frankie

    barri las cartas de encima de la mesa. La boda sera brillante y hermosa como lanieve pero en el fondo ella tena el corazn destrozado. Se levant de la silla.Es sabido que las personas de ojos grises son celosas.Te dije que no estoy celosa dijo Frankie mientras se paseaba con rapidez

    por la habitacin. No podra estar celosa de uno de ellos sin sentirse celosa delos dos. No puedo pensar en ellos por separado.Bueno, yo sent celos cuando mi hermanastro se cas dijo Berenice.

    Admito que cuando John se cas con Clorina dije que le arrancara a ella lasorejas. Pero ya ves que no lo hice. Clorina tiene sus orejas como todo el mundo, yahora la quiero.Jota, a dijo Frankie. Janice y Jarvis. No es extrao?Qu?Jota, a repiti. Ambos nombres comienzan con jota, a.

    Y qu?Frankie caminaba en tomo a la mesa de la cocina.

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    quedaban cinco aos y la sexta parte de otro para seguir creciendo. Por lo tanto,de acuerdo con las matemticas, y a no ser que pudiera detenerse, llegara a medirms de nueve pies de altura. Y a qu podra dedicarse una dama de ms denueve pies de alto? Sera un fenmeno.

    Cada ao, a comienzos de otoo, la Exposicin de Chattahoochee llegaba alpueblo. Durante toda una semana de octubre la feria funcionaba en elemplazamiento del parque de atracciones: haba una rueda gigante, carroscoladores, un laberinto de espejos... y la casa de los fenmenos. La casa de losfenmenos era un largo pabelln en cuyo interior se alineaban una serie decasetas. Costaba veinticinco centavos entrar en la tienda, y all uno poda ver a losfenmenos, cada uno en su caseta. Al fondo de la tienda haba exhibicionesprivadas, especiales, pero costaban diez centavos cada una. Frankie haba vistotodos los componentes de la casa de los fenmenos.

    El GiganteLa Dama ObesaEl EnanoEl Negro SalvajeEl Hombre con Cabeza de AlfilerEl Nio LagartoEl Medio-hombre Medio-mujer

    El Gigante, con unas manos enormes que colgaban y la mandbula cada,meda ms de ocho pies de altura. La Dama Obesa estaba sentada en una silla ysu gordura era como una masa que ella palmeaba y masajeaba constantemente.

    Junto a ella estaba El Enano, quien se mova con un aire afectado luciendo undiminuto traje de etiqueta. El Negro Salvaje provena de una isla desierta. Sehallaba en su caseta, en cuclillas entre huesos polvorientos y hojas de palma, ycoma ratas crudas. La feria daba entrada libre a todo el que trajera ratas deltamao adecuado, y los nios las llevaban en bolsas resistentes y cajas dezapatos. El Negro Salvaje reventaba la cabeza de la rata contra su rodilla, le

    arrancaba la piel, masticaba y tragaba apresuradamente, mientras sus vidos ojosde negro salvaje relampagueaban. Algunos decan que no era un autntico negrosalvaje, sino un hombre de color que estaba loco y era oriundo de Selma. En todocaso a Frankie no le agrad observarlo durante mucho rato. Se abri paso entre lamultitud para llegar a la caseta del Hombre con Cabeza de Alfiler, donde JohnHenry haba estado toda la tarde. El Hombre con Cabeza de Alfiler, que saltaba, serea estpidamente y blasfemaba, tena la cabeza del tamao de una naranja,totalmente afeitada, exceptuando un solo rizo en la parte superior atado con unlazo rosado. La ltima caseta estaba siempre llena, pues era la de El

    Medio-hombre Medio-mujer, un ser con doble naturaleza, v un milagro de laciencia. Este fenmeno estaba dividido exactamente por la mitad: el lado izquierdo

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    era hombre y el lado derecho mujer. El traje del lado izquierdo era una piel deleopardo, y el del lado derecho, un sujetador y una falda a rayas. La mitad delrostro era oscura y con barba, y la otra mitad brillante y cubierta de pintura. Losojos eran extraos. Frankie haba vagado por toda la tienda y haba mirado en

    todas las casetas. Tena miedo de todos los fenmenos, porque le pareca que lamiraban de una manera secreta, intentando conectar sus ojos con los de ella comopara decirle: Te conocemos. Tena miedo de sus penetrantes ojos de fenmenos.Los haba recordado durante todos aquellos aos.Dudo que alguna vez se casen o vayan a una boda dijo. Esos

    fenmenos.De qu fenmenos hablas? dijo Berenice.Los de la feria dijo Frankie. Los que vimos all el octubre pasado.Oh, esa gente.Me pregunto si ganarn un buen sueldo.Cmo podra saberlo? dijo Berenice.John Henry se cogi una falda imaginaria v tocndose con el dedo la parte

    alta de la cabeza, salt y danz alrededor de la mesa de la cocina, como El Hombrecon Cabeza de Alfiler.Aqulla era la chica ms linda que he visto en mi vida. Nunca he visto nada

    tan lindo en toda mi vida. Y t, Frankie? dijo.No repuso ella. No me pareci bonita.A m tampoco dijo Berenice.Callaos! exclam John Henry. S que lo era.

    Si queris saber mi opinin dijo Berenice, toda esa gente de la feria mepone la carne de gallina. Del primero al ltimo.

    Frankie observ a Berenice por el espejo y finalmente le pregunt conlentitud:Y yo, te pongo la carne de gallina?T? pregunt a su vez Berenice.No crees que me convertir en un fenmeno? susurr Frankie.T? volvi a preguntar Berenice. Pues claro que no. Dios no lo querr.Frankie se sinti mejor. Se mir de perfil en el espejo. El reloj dio seis lentas

    campanadas y entonces ella dijo:Crees que ser bonita?Es posible. Si logras rebajar tus cuernos una o dos pulgadas.Frankie dej caer todo el peso de su cuerpo sobre la pierna izquierda y

    arrastr la planta del pie derecho por el suelo. Sinti que una astilla se le clavabadebajo de la piel.Lo dices en serio?Creo que cuando te desarrolles estars muy bien. Si es que aprendes a

    comportarte.

    Pero para este domingo dijo Frankie; quiero hacer algo para mejorar miaspecto antes de la boda.

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    Para comenzar, asate. Debes restregarte los codos y acicalarte. Estarsmuy bien.

    Frankie se mir por ltima vez al espejo y luego se alej. Pens en suhermano y en su novia y sinti dentro de ella una tensin que no cejaba.

    No s qu hacer. Quiero morirme.Pues entonces, murete! dijo Berenice.Murete! repiti John Henry.Vete a casa dijo Frankie a John Henry.ste se qued de pie, cruzando sus grandes rodillas, y con su manecita sucia

    apoyada en el borde blanco de la mesa, pero no se movi.Ya me has odo dijo Frankie.Le hizo una mueca terrible y agarr la sartn que colgaba sobre la cocina. Lo

    persigui tres veces alrededor de la mesa, y luego hasta el vestbulo y la puertaprincipal. Corri el pestillo de la puerta y volvi a gritar:Vete a casa!Por qu haces eso? dijo Berenice. Eres demasiado malvada para seguir

    viviendo.Frankie abri la puerta que daba a la escalera que suba hacia su dormitorio.

    Se sent en uno de los primeros peldaos. La cocina estaba silenciosa, triste yfebril.Lo s dijo. Tratar de estar un rato sentada aqu, sola, y de volver a

    pensar en todo.Aqul fue el verano en que Frankie se sinti harta de ser Frankie. Se odiaba a

    s misma. Se haba vuelto una holgazana y una intil que se pasaba la mayorparte del tiempo en la cocina: era sucia, glotona, malvada y triste. Adems de serdemasiado perversa para seguir con vida, era una criminal. Si las autoridadessupieran la verdad, sera llevada a la corte de justicia y encerrada en la crcel. Sinembargo, Frankie no siempre haba sido una criminal y una completa intil. Hastaabril de aquel ao, durante todos los anteriores aos de su vida, haba sido comotodo el mundo: perteneca a un club y estaba en sptimo grado en la escuela;trabajaba para su padre los sbados por la maana, y todos los sbados por latarde iba al cine. No era el tipo de persona a la que se le pudiera ocurrir tener

    miedo. Por la noche dorma en la misma cama que su padre, pero no porquetemiera a la oscuridad.

    Sin embargo, la primavera de ese ao fue una estacin larga y extraa. Lascosas empezaron a cambiar y Frankie no comprenda este cambio. Despus de losmontonos das grises de invierno, los vientos de marzo comenzaron a golpear loscristales de las ventanas y las nubes se apilaban blancas en el cielo azul. Aquelao, abril lleg con sbito sigilo, y el verde de los rboles fue un verde fogoso yresplandeciente. Las plidas wistarias florecieron por todo el pueblo y ms tardelas flores fueron cayendo en silencio. Haba algo en los rboles verdes y en las

    flores de abril que llenaba a Frankie de tristeza. Ignoraba la causa, pero debido aella empez a pensar que deba abandonar el pueblo. Ley las noticias de la

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    guerra, pens en el mundo e hizo la maleta para irse; sin embargo, no sabaadnde ir.Aqul fue el ao en que Frankie pens en el mundo. Aunque no lo vea como

    el globo terrqueo de la escuela, con los pases bien delineados y de diferentes

    colores. Pensaba en el mundo como en algo enorme, agrietado y a la deriva,girando a miles de millas por hora. El libro de geografa de la escuela resultabaanticuado; en el mundo los pases ya no eran los mismos. Frankie lea en elperidico las noticias de la guerra; pero haba tantos lugares con nombresextranjeros, y la guerra se desarrollaba con tal rapidez, que a veces se quedaba sinentender lo que suceda. Fue el verano en que Patton expulsaba a los alemanes deFrancia. Y tambin peleaban en Rusia y en Saipn. Ella vea las batallas y lossoldados. Pero como eran demasiadas batallas, no poda ver mentalmente a esosmillones y millones de soldados al mismo tiempo. Vea un soldado ruso oscuro yhelado, con un fusil congelado, sobre la nieve rusa. Un soldado japons con ojosoblicuos, en una isla selvtica, deslizndose entre las verdes enredaderas. VeaEuropa, gente colgada de los rboles, los barcos de guerra y los mares azules.Cuatrimotores, ciudades incendindose, y un soldado con casco de acero que rea.

    A veces estas imgenes de la guerra y el mundo giraban en su cabeza hastamarearla. Mucho tiempo atrs haba vaticinado que la guerra se ganara en dosmeses; pero ya no saba qu pensar. Quera ser un chico para alistarse en lamarina. Soaba con pilotar aeroplanos y ganar medallas de oro por su valor. Perono poda ir a la guerra y a ratos esto la haca sentirse inquieta y deprimida.Decidi donar sangre a la Cruz Roja; quera dar un cuarto de litro cada semana,

    para que su sangre corriera a travs del mundo, en las venas de los australianos yde los combatientes franceses y chinos, porque eso la haca sentirse parientecercana de todos ellos. Le pareca or a los mdicos del ejrcito decir que la sangrede Frankie Addams era la ms roja y la ms potente que haban visto. Y seimaginaba que en el futuro, muchos aos despus de la guerra, se encontrara consoldados que llevaban su sangre y que le diran que le deban la vida; que no lallamaran Frankie, sino Addams. Pero este plan de donar su sangre no se pudollevar a cabo. La Cruz Roja no acept su sangre. Era demasiado joven. Frankie seenfureci con la Cruz Roja; pero renunci a su propsito. El solo hecho de pensar

    en el mundo durante largo rato le haca sentir miedo. No la intimidaban losalemanes, ni las bombas, ni los japoneses. Tena miedo de la guerra porque no laincluan, y porque en cierta forma, el mundo pareca estar aislado de ella.

    Por lo tanto, lleg a la conclusin de que deba abandonar el pueblo e irselejos. La tarda primavera de aquel ao fue penosa y demasiado intensa. Las largastardes florecan y se prolongaban, y toda su verde dulzura resultaba repugnante.El pueblo empez a herir a Frankie. Los acontecimientos tristes y terribles nuncala hacan llorar; sin embargo, en aquella estacin muchas cosas la pusieron al

    borde de las lgrimas. A veces, muy temprano por la maana, sala al patio y

    observaba largo rato el cielo del amanecer. Era como si de su corazn surgiera unapregunta y el cielo se negase a responderla. Algunas cosas en las cuales nunca

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    haba reparado antes comenzaron a afectarla: las luces del hogar vistas desde laacera por la noche, o alguna voz desconocida en un callejn. Observaba las luces yescuchaba la voz, sintiendo que algo en su interior se pona en estado de alerta y ala expectativa. Pero las luces se apagaban, la voz enmudeca, y a pesar de hallarse

    a la espera no suceda nada ms. Tema a estas cosas que de sbito la hacanpreguntarse quin era ella, qu iba a ser en este mundo, y por qu estaba tanquieta en ese momento mirando la luz, escuchando, o contemplando el cielototalmente sola. Tena miedo y senta una extraa tensin en su pecho.

    Una noche de abril, cuando ella y su padre se iban a la cama, l la mir depronto y le dijo:Quin es esta chica grandullona, piernilarga y desmaada, que ya tiene

    doce aos y todava quiere dormir con su viejo pap?Ahora era demasiado mayor para dormir con su padre. Tuvo que irse a dormir

    sola en la habitacin de arriba. Comenz a sentir rencor contra su padre y solanmirarse uno al otro de soslayo. No le agradaba estar en casa.

    Sala por el pueblo y todo cuanto vea y oa le llegaba a retazos mientras latensin dentro de ella no ceda. Siempre que trataba de hacer algo le sala mal.Sola llamar a su mejor amiga, Evelyn Owen, quien tena un traje de ftbol y unmantn espaol; una se pona el traje de ftbol, la otra el mantn espaol, e iban

    juntas a la tienda de todo a diez centavos. Sin embargo eso siempre resultaba unerror o no era lo que Frankie quera. O, a veces, en la plida luz primaveral,cuando se aspiraba en el aire el aroma dulce y amargo de polvo y de flores; en lasnoches con ventanas iluminadas y largas y lentas llamadas para la cena, cuando

    los vencejos se reunan y giraban sobre el pueblo, para luego volar hacia algnsitio en el que todos vivan y dejaban el cielo ancho y vaco; despus de los largosatardeceres de aquella estacin, cuando Frankie ya haba caminado por todas lasaceras del pueblo, una tristeza de jazz estremeca sus nervios y oprima sucorazn casi hasta paralizarlo.Y como no poda librarse de este peso que se acumulaba en su interior, se

    apresuraba a hacer cualquier cosa. Llegaba a casa, se pona el cubo del carbnsobre la cabeza, como si fuera el sombrero de un loco, y daba vueltas en torno a lamesa de la cocina. Haca todo lo que se le ocurra pero siempre resultaba algo

    fuera de lugar y no era en absoluto lo que ella hubiera querido. Despus de hacerestas cosas inadecuadas y tontas, asqueada y vaca se paraba en la puerta de lacocina y deca:Quisiera echar abajo este pueblo.Pues chalo abajo pero deja de rondar por aqu todo el tiempo con esa cara

    lgubre. Haz algo.Finalmente empezaron las dificultades.Hizo cosa que le crearon problemas. Infringi la ley. Y habindose vuelto una

    criminal volvi a infringirla una y otra vez. Sac la pistola del cajn del escritorio

    de su padre, la llev por todo el pueblo, y dispar los cartuchos en undescampado. Se convirti en una ladrona: rob un cuchillo de triple hoja en los

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    almacenes Sears y Roebuck. Un sbado por la tarde cometi un pecado secreto ydesconocido. En el garaje de los MacKean, Barney MacKean y ella cometieron unextrao pecado, pero ella ignoraba hasta qu punto era malo. Ese pecado leprovocaba un espasmo de nusea en el estmago y le hizo temer la mirada de todo

    el mundo. Le hizo sentir odio por Barney y deseos de matarlo. A veces, cuandoestaba sola en la cama durante la noche, planeaba dispararle con la pistola oclavarle un cuchillo entre los ojos.

    Evelyn Owen, su mejor amiga, se march a vivir a Florida, y Frankie ya notuvo con quien jugar. La prolongada y floreciente primavera termin, y en el puebloel verano fue feo, solitario y muy ardiente. Sus deseos de abandonar el pueblocrecan da a da: escapar a Sudamrica, a Hollywood, o a Nueva York. Y a pesarde que hizo su maleta varias veces, nunca decidi a cul de estos lugares ira nicmo podra llegar hasta ellos.

    Por lo tanto, se qued en casa; pasaba todo el tiempo en la cocina y el veranopareca no terminar nunca. En esos das de cancula lleg a medir cinco pies concinco pulgadas y tres cuartos, se transform en una mayscula holgazana, alta yglotona, y se hizo tan malvada que realmente no mereca estar viva. Senta miedo,aunque no como antes. Slo le quedaba el temor a Barney, a su padre y a la ley.Pero incluso estos miedos acabaron por desaparecer y, despus de mucho tiempo,el pecado cometido en el garaje de los MacKean le pareci algo ajeno a ello, algoque slo recordaba en sueos. Y dej de pensar en su padre y en la ley. Se refugien la cocina junto a John Henry y Berenice. Dej de pensar en la guerra y en elmundo. Ya nada la hera, lodo le daba lo mismo. No volvi a quedarse sola en el

    patio posterior para contemplar el cielo. No prestaba atencin a los sonidos y lasvoces del verano, ni caminaba por las calles del pueblo por la noche, no dejabaque las cosas la entristecieran, y se torn indiferente. Coma, escriba obras deteatro, se ejercitaba en el lanzamiento de cuchillos contra el costado del garaje, y

    jugaba albridgeen la mesa de la cocina. Cada da era igual al anterior, slo quems largo, y ya nada la hera.

    Por eso aquel domingo, cuando sucedi aquello, cuando su hermano y sunovia llegaron a casa, Frankie comprendi que todo haba cambiado; peroignoraba qu haba ocurrido y qu le pasara en el futuro. Y a pesar de que intent

    hablar de esto con Berenice, ella tampoco lo saba.Cuando pienso en ellos dijo, siento una especie de dolor.Entonces, no pienses; no has hecho ms que hablar de ellos toda la tarde.Frankie se sent en el primer peldao de la escalera que conduca a su

    habitacin, mirando hacia la cocina. Sin embargo aunque aquello le produca unaespecie de dolor no poda dejar de pensar en la boda. Record el aspecto de suhermano y de la novia cuando aquella maana a las once entraron en la sala. Sehizo un sbito silencio en la casa, porque Jarvis apag la radio al entrar. Despusde aquel largo verano en que la radio sonaba da y noche sin parar y ya nadie le

    prestaba atencin, ese extrao silencio desconcert a Frankie. Vena del vestbuloy se qued en el umbral; la primera mirada a su hermano y a su novia le

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    estremeci el corazn. Verlos juntos le produca una sensacin desconocida. Eraalgo as como las sensaciones de la primavera, slo que ms inesperada e intensa.Senta la misma tensin y experimentaba el mismo extrao temor. Frankie estuvopensando hasta que la cabeza le dio vueltas y se le durmi un pie.

    Cuntos aos tenas cuando te casaste con tu primer marido? preguntentonces a Berenice.Mientras Frankie se hallaba sumida en sus pensamientos, Berenice se haba

    puesto su ropa dominguera, y ahora estaba sentada leyendo una revista. Esperabaa Honey y a T. T. Williams que vendran a buscarla a las seis de la tarde. Los tresiran a cenar al Nuevo Saln de T Metropolitano, y luego pasearan juntos por elpueblo.Al leer, Berenice mova los labios dando forma a cada palabra. Su ojo oscuro

    apunt hacia Frankie cuando sta habl, pero como Berenice no alz la cabeza,pareci que el ojo azul de cristal continuaba leyendo la revista. Esta expresinambigua molest a Frankie.Tena trece aos dijo Berenice.Por qu te casaste tan joven?Porque lo deseaba dijo Berenice. Tena trece aos y desde entonces no

    he crecido ni una pulgada.Berenice era muy baja. Frankie la mir detenidamente y pregunt:

    Acaso el matrimonio impide seguir creciendo?As es dijo Berenice.No lo saba dijo Frankie.

    Berenice se haba casado cuatro veces. Su primer marido fue Ludie Freeman,un albail, y era el que ella prefera de los cuatro. ste le haba regalado una pielde zorro y en cierta ocasin haban ido a Cincinnati y haban visto la nieve.Berenice y Ludie Freeman vivieron todo un invierno nevado en el norte. Seamaban y estuvieron cansados nueve aos; hasta un mes de noviembre en que lenferm y muri. Los otros tres maridos eran todos malos; cada uno peor que elprecedente, y Frankie se deprima slo de or hablar de ellos. El primero fue unlamentable y viejo bebedor empedernido. El siguiente enloqueci estando conBerenice: haca desatinos, por la noche soaba que coma, y en una oportunidad

    se trag una punta de la sbana; entre una cosa y otra trastorn a tal punto aBerenice que tuvo que abandonarlo. El ltimo de todos fue terrible. Le sac un ojoa Berenice y le rob todos sus muebles, ella tuvo que hacerlo perseguir por la

    justicia.Todas las veces te casaste con velo? pregunt Frankie.Dos veces con velo contest Berenice.Frankie no poda estarse quieta. Caminaba alrededor de la mesa de la cocina,

    aunque tena una astilla en el pie derecho y cojeaba, con los pulgaresenganchados en el cinturn, y con la camiseta hmeda y pegada al cuerpo.

    Finalmente, abri el cajn de la mesa de la cocina y cogi un largo y afiladocuchillo de carnicero. Luego se sent y coloc el tobillo del pie dolorido sobre la

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    rodilla izquierda. La planta de su pie era larga y angosta, estaba plagada desperas cicatrices blancas, pues todos los veranos Frankie pisaba muchos clavos;tena los pies ms duros del pueblo. Poda cortarse lminas de piel amarillenta,como de cera, de la planta de los pies, sin que le doliera demasiado; algo que sera

    muy doloroso para otras personas. Pero no comenz a hurgar y a buscar la astillade inmediato; se limit a permanecer sentada, con el tobillo sobre la rodilla y elcuchillo en la mano derecha, mirando a Berenice a travs de la mesa.Dime le dijo, dime exactamente cmo fue.Pero si ya lo sabes! respondi Berenice. T misma los viste.Vamos, dmelo insisti Frankie.Ser la ltima vez dijo Berenice. Tu hermano y su novia llegaron a

    ltima hora de la maana y t y John Henry acudisteis corriendo desde el patioposterior para verlos. Y de repente te vi regresar a la carrera, atravesar la cocina ysubir a tu habitacin. Bajaste con tu vestido de organd y con una gruesa capa delpiz labial de oreja a oreja. Despus todos os sentasteis en la sala. Haca calor.

    Jarvis trajo al seor Addams una botella de whisky, y ellos bebieron licor mientrast y John Henry bebais limonada. Despus de comer tu hermano y su noviatomaron el tren de las tres, de vuelta a Winter Hill. La boda ser el prximodomingo y eso es lodo. Ests satisfecha?Me siento tan desilusionada de que no hayan podido quedarse ms tiempo.

    Al menos a pasar la noche, despus de esta ausencia tan larga de Jarvis. Perosupongo que querrn estar juntos lodo lo posible. Jarvis dijo que deba rellenaralgunos papeles del ejrcito en Winter Hill. Respir profundamente. Me

    pregunto adnde irn despus de la boda.Se irn en luna de miel. Tu hermano tendr algunos das de licencia.Me pregunto dnde ser la luna de miel.Vaya, eso s que no lo s.Dime insisti Frankie. Qu aspecto tenan exactamente?Qu aspecto tenan? repuso Berenice. Me pareci que su aspecto era

    de lo ms natural. Tu hermano es un chico blanco, rubio y guapo. Y la chica esms bien morena, pequea y bonita. Hacen una linda pareja de blancos. Tmisma los viste, tonta.

    Frankie cerr los ojos, y aunque no poda formarse una imagen de ellos,senta que la abandonaban. Los senta a los dos juntos en el tren, alejndose cada

    vez ms de ella. Ellos eran ellos, y la dejaban; y ella era ella y se haba quedadosola junto a la mesa de la cocina. Sin embargo, una parte suya estaba con ellos;poda sentir esa parte suya alejndose cada vez ms; cada vez ms, de tal modoque una angustia creciente se apoder de ella llevndosela ms y ms lejos; hastaque la Frankie que quedaba en la cocina no fue ms que una vieja cscara tirada

    junto a la mesa.Es tan extrao dijo.

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    Se inclin sobre la planta del pie y en su rostro haba algo hmedo, comolgrimas o gotas de sudor; resopl y comenz a hacerse un corte en el pie parasacar la astilla.No te duele? pregunt Berenice.

    Frankie movi la cabeza, pero no respondi. Despus de un momento dijo:Has conocido alguna vez a personas a quienes luego recuerdas ms comouna sensacin que una imagen?Qu quieres decir?Quiero decir esto contest Frankie lentamente: los vi muy bien. Janice

    llevaba un vestido verde y finos zapatos verdes de tacn alto. Iba peinada con unmoo, su pelo era oscuro, y un mechn le haba quedado suelto. Jarvis se sent asu lado en el sof. Llevaba su uniforme color castao, estaba tostado por el sol ymuy limpio. Son las dos personas ms encantadoras que he visto en mi vida. Sinembargo, me parece que no pude ver de ellos todo lo que quera. Mi cerebro nologr abarcarlo todo con la suficiente rapidez como para retenerlo. Y un momentodespus ya se haban ido. Comprendes lo que quiero decir?Te ests haciendo dao dijo Berenice. Lo que necesitas es una aguja.Mis pies no me importan nada dijo Frankie.No eran ms que las seis y media y los minutos de aquella tarde brillaban

    como espejos. Afuera ya no se oa ningn silbido y en la cocina todo estabainmvil. Frankie se hallaba sentada frente a la puerta de acceso al porche deatrs. En una esquina de la puerta haba un orificio cuadrado para que entrase elgato, y cerca de l, un platillo con leche agria. Al comenzar la cancula, el gato de

    Frankie se march. La cancula es un perodo al final del verano, cuando por reglageneral no sucede nada; pero si se produce algn cambio, ste dura hasta queesos das de perro se han acabado. Las cosas que se hacen no se puedendeshacer, y si se ha cometido un error, ya no puede ser corregido.

    Durante aquel agosto, Berenice se rasc una picada de mosquito en la parteinterior de su brazo derecho, y sta se transform en una herida: esa herida nosanara hasta que terminasen los das de perro. Dos diminutas familias demosquitos de agosto eligieron el extremo de un ojo de John Henry para instalarse,

    y aunque l a menudo mova la cabeza y parpadeaba, los mosquitos no se iban.

    Luego desapareci Charles. Frankie no lo vio abandonar la casa y alejarse, pero elcatorce de agosto, cuando lo llam para darle la cena, no vino porque ya se habamarchado. Lo busc por todas partes y envi a John Henry a gritar su nombre portodas las calles del pueblo. Pero era la poca de los das de perro y Charles no

    volvi. Cada tarde Frankie deca exactamente las mismas palabras a Berenice, y larespuesta de Berenice era siempre la misma, las palabras llegaron a convertirse enuna especie de insignificante y fea cancioncilla que repetan de memoria.Si por lo menos supiera adnde se ha ido.Deja ya de preocuparte por ese viejo gato callejero. Ya te he dicho que no

    volver.Charlie no es un gato callejero. Es casi un persa puro.

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    Tan persa como yo deca Berenice. Ya no vers ms a ese viejo gatocallejero. Se ha ido en busca de amistades.En busca de amistades?Claro que s. Se ha ido en busca de una amistad femenina.

    De veras lo crees?Naturalmente.Pero, entonces, por qu no trae a su amiga a casa? Debera saber que yo

    me sentira feliz de tener toda una familia de gatos.Nunca volvers a ver a ese gato callejero.Si por lo menos supiera adnde ha ido.Y as, cada tarde melanclica, sus voces parecan mellarse una a la otra,

    repitiendo las mismas palabras, hasta el punto de sugerirle a Frankie una rimasin sentido recitada por dos locas. Siempre terminaba diciendo a Berenice: Meparece que todo se aleja y me abandona. Y entonces apoyaba la cabeza sobre lamesa y senta miedo.

    Pero, aquella tarde, de pronto Frankie lo cambi todo. Se le ocurri una idea,dej el cuchillo y se levant de la mesa.Ya s lo que tengo que hacer dijo inesperadamente. Escchame.S, te oigo.Debo notificarlo a la polica. Ellos encontrarn a Charles.Yo no hara eso dijo Berenice.Frankie fue hacia el telfono del vestbulo y explic a la polica lo sucedido

    con su gato.

    Es casi un persa puro dijo, aunque su pelaje es corto. Es de un tonogris encantador, con una mancha blanca en el cuello. Responde al nombre deCharles, pero si no responde a ese nombre, tambin pueden llamarlo Charlina.

    Yo me llamo seorita F. Jasmine Addams, y mi direccin es Grove Street 124.Cuando regres, Berenice se rea con gorjeos agudos y suaves.

    Vaya! Vendrn aqu, te atarn y te arrastrarn hasta Milledgeville. Ya veo alos gordos policas vestidos de azul persiguiendo gatos viejos por los callejones ygritando: Oh, Charles, oh, Charlina, ven aqu. Santo Dios.Oh, cllate dijo Frankie.

    Berenice estaba sentada a la mesa; haba dejado de rer y haca girar su ojonegro de una manera burlona mientras verta el caf en un platillo de porcelana

    blanca, para que se enfriase.Al mismo tiempo, no veo que pueda ser una buena idea bromear con la

    polica, sea cual sea el motivo.Yo no estoy bromeando con la polica.Acabas de darles tu nombre y el nmero de tu casa. Podrn pescarte

    cuando quieran.Que lo intenten! dijo Frankie furiosa. No me importa! No me importa!

    Y de pronto sinti que no le importaba que todos se enterasen de si era o no unacriminal. Que vengan a buscarme; me da lo mismo.

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    Slo me estaba burlando de ti dijo Berenice. Lo que te ocurre es quehas perdido el sentido del humor.Tal vez estara mejor en la crcel.Frankie camin alrededor de la mesa sintiendo como se alejaban. El tren iba

    hacia el norte. Milla tras milla se iban alejando; estaban cada vez ms lejos delpueblo, y a medida que avanzaban en direccin al norte, el aire empez a refrescary todo se hizo oscuro, con una oscuridad semejante a la del invierno. El trentrepaba por las colinas y su silbido tena un lamento invernal; milla tras milla sealejaban. Se ofrecan el uno al otro una caja comprada en una confitera, llena dechocolates envueltos en papeles de colores, mientras observaban los camposinvernales que se perdan a travs de la ventanilla. Ahora ya estaban muy peromuy lejos del pueblo, y pronto llegaran a Winter Hill.Sintate dijo Berenice; me pones nerviosa.De repente Frankie se ech a rer. Se enjug el rostro con el dorso de la mano

    y regres a la mesa.Oste lo que Jarvis dijo?Qu?Frankie rea y rea.

    Hablaban sobre si votaran a C. P. MacDonald, y Jarvis dijo: Yo no votarapor ese bribn ni aunque se tratase de elegir a un guarda de la perrera. Nunca onada tan ingenioso en toda mi vida.

    Berenice no se ri. Su ojo oscuro mir a un rincn, capt el chiste con rapidezy volvi a mirar a Frankie. Berenice llevaba un vestido de crespn rosado y sobre

    la mesa haba dejado un sombrero con una pluma tambin rosada. Su ojo decristal azul haca que el sudor en su cara adquiriera un tono azulado. Bereniceacariciaba la pluma del sombrero.Ya sabes el comentario de Janice? pregunt Frankie. Cuando pap

    hizo alusin a lo que yo haba crecido, dijo que yo no le pareca tan enormementealta. Dijo que ella dio el mayor estirn antes de cumplir trece aos. Lo dijo,Berenice!Muy bien! De acuerdo.Dijo que yo tena unas proporciones estupendas, y que probablemente ya

    no crecera ms. Dijo que las modelos y las estrellas de cine...No lo dijo aclar Berenice. La o. Slo coment que t probablemente ya

    habas alcanzado la estatura definitiva, pero no agreg nada ms. Al escucharte ati cualquiera creera que ella es una especialista en este tema.Ella dijo...ste es un grave defecto tuyo, Frankie. Alguien hace un comentario sin

    importancia y t lo transformas en tu mente de tal manera que nadie loreconocera. Tu ta Pet coment a Clorina que tenas buenos modales, y Clorina telo dijo a ti. Pero sin adornarlo. Y despus me entero de que andas pavonendote

    por todas partes, diciendo que la seora West opina que t tienes los mejoresmodales del pueblo, que deberas ir a Hollywood y no s cuntas cosas ms.

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    Aumentas el menor cumplido que te hacen. Cuando se trata de algo malo haces lomismo. Arreglas y cambias demasiado las cosas en tu imaginacin.Y eso es una falta grave.Deja ya de sermonearme dijo Frankie.

    No te estoy sermoneando. Es la pura verdad.Lo admito en parte dijo Frankie finalmente. Cerr los ojos y la cocinaqued en silencio. Senta el latido de su corazn, y cuando habl, su voz era unsusurro. Necesito saber esto: Crees que caus buena impresin?Impresin? Impresin?S dijo Frankie con los ojos todava cerrados.Pero cmo podra saberlo yo dijo Berenice.Quiero decir, cmo actu, qu hice...Bueno, no hiciste nada.Nada? pregunt Frankie.No. Te limitaste a mirar a la pareja como si fueran fantasmas. Cuando

    hablaron de la boda tus orejas se estiraron hasta alcanzar el tamao de las hojasde una col...

    Frankie alz la mano para tocar su oreja izquierda.No se estiraron dijo con amargura. Y despus de una pausa aadi:

    Algn da, al bajar la vista, vers que tu lengua larga y gorda yace arrancada deraz sobre la mesa. Sabes lo que sentirs entonces?No seas tan grosera dijo Berenice.Frankie mir la espina en su pie con aire ceudo. Cuando termin de sacarla

    con el cuchillo dijo:Eso habra hecho dao a cualquiera, menos a m.Y otra vez se puso a dar vueltas y vueltas alrededor de la habitacin.Tengo mucho miedo de no haber causado una buena impresin.Qu importancia tiene? dijo Berenice. Quisiera que Honey y T. T.

    llegaran. Me pones nerviosa.Frankie alz el hombro izquierdo y se mordi el labio inferior. De pronto se

    sent y golpe la frente contra la mesa.Vamos dijo Berenice. Prtate bien.

    Vinieron y se marcharon... Se fueron y me han dejado con esta sensacin.Oh! exclam finalmente Berenice. Te apuesto lo que quieras a que s

    una cosa.En el silencio de la cocina dio cuatro taconazos en el suelo: uno, dos, tres...

    bang.Su ojo vivo luca oscuro y burln; continu dando golpecitos con el tacn ycomenz a entonar, siguiendo aquel ritmo, con su oscura voz de jazz, algo parecidoa una cancin.

    Frankie est enamorada!

    Frankie est enamorada!Frankie est enamorada

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    de la bo-da!

    Basta dijo Frankie.

    Frankie est enamorada!Frankie est enamorada!

    Berenice sigui y sigui y su voz tena un ritmo parecido al del corazn quepalpita en la cabeza cuando uno tiene fiebre. Frankie se sinti mareada y cogi elcuchillo que estaba sobre la mesa.Ms vale que te calles!Berenice enmudeci sbitamente. De forma inesperada la cocina qued

    silenciosa y llena de aprensin.

    Suelta ese cuchillo.Oblgame a hacerlo.Apoy un extremo del cuchillo en la palma de su mano y dobl lentamente la

    hoja. El cuchillo era flexible, afilado y largo.Sultalo, DEMONIO!Pero Frankie se puso de pie y apunt con cuidado. Tena los ojos

    semicerrados y el contacto con el cuchillo hizo que sus manos dejaran de temblar.Atrvete a lanzarlo! dijo Berenice. Atrvete!En toda la casa reinaba el silencio. La casa desierta pareca esperar. Y de

    pronto se oy el silbido del cuchillo al cortar el aire y el golpe de la hoja al clavarse.El cuchillo dio en medio de la puerta de la escalera y all se qued temblando. Ellalo mir hasta que estuvo inmvil.Soy la mejor lanzadora de cuchillos de este pueblo dijo. Berenice, que

    estaba detrs de ella, no contest. Si organizaran un campeonato, yo ganara.Frankie arranc el cuchillo de la puerta y lo dej sobre la mesa de la cocina.

    Luego se escupi en la palma y se restreg las manos.Frankie Addams, ests haciendo eso con demasiada frecuencia dijo

    Berenice.Nunca yerro por ms de unas pulgadas.Ya sabes lo que tu padre ha dicho respecto al lanzamiento de cuchillos en

    esta casa.Te advert que no me fastidiaras.T no puedes vivir en una casa dijo Berenice.No vivir por mucho tiempo ms en sta. Me ir de aqu.Eso sera librarse de un mal crnico dijo Berenice.Espera. Ya lo vers. Me ir del pueblo.Y adnde piensas irte?Frankie mir a todos los rincones de la habitacin y dijo:

    No lo s.

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    Yo s lo s dijo Berenice. Vas camino de volverte loca. Es all adondeirs.No repuso Frankie. Se qued inmvil, mir en torno suyo, a las paredes

    garabateadas caprichosamente y luego cerr los ojos. Ir a Winter Hill. Ir a la

    boda. Y juro por Cristo y por mis ojos que no volver aqu nunca ms.No haba estado segura de que lanzara el cuchillo hasta que ste se clav yqued temblando en la puerta de la escalera. Y tampoco supo que dira esaspalabras hasta despus de haberlas pronunciado. El juramento era tan inesperadocomo el cuchillo, y sinti que se clavaba en ella y se quedaba all temblando. Una

    vez que las palabras se hubieron acallado, volvi a hablar.No volver aqu despus de la boda.Berenice ech hacia atrs los hmedos mechones de pelo en la frente de

    Frankie y por fin pregunt:Dulzura... Lo dices en serio?Por supuesto! exclam Frankie. Crees que habra jurado como lo he

    hecho slo para decirte una mentira? Berenice, a veces pienso que tardas ms encomprender que cualquier otra persona en el mundo.Sin embargo dijo Berenice, dices que no sabes adnde irs. Te vas pero

    no sabes adnde. Eso para m no tiene el menor sentido.Frankie se qued quieta mirando de arriba abajo las cuatro paredes de la

    habitacin. Pens en el mundo y lo sinti girar veloz y a la deriva; pero msrpido, ms a la deriva, y ms grande que antes. Las imgenes de la guerrasurgieron de golpe y se arremolinaron en su mente. Vio islas brillantes, llenas de

    flores, y un pas junto al mar del norte con olas grises en la playa. Ojosbombardeados y un arrastrar de pisadas de soldados. Tanques y un avin con elala rota, ardiendo y cayendo en picado por un cielo vaco. El mundo cruja con elfragor de las batallas y daba vueltas a miles de millas por minuto. Los nombres demuchos lugares rodaban en la mente de Frankie: China, Peachville, NuevaZelanda, Pars, Cincinnati, Roma. Pens en el enorme mundo que giraba hastaque sus piernas empezaron a temblar y las palmas se le llenaron de sudor. Sinembargo, continuaba sin saber adnde ira. Finalmente dej de mirar las cuatroparedes de la cocina y dijo a Berenice:

    Siento como si me hubieran quitado toda la piel. Quisiera poder comermeun buen helado de chocolate.

    Berenice, que tena las manos sobre los hombros de Frankie, mene la cabezay mir con su ojo vivo, semicerrado, el rostro de la chica.

    Sin embargocontinu Frankie, cada palabra que te he dicho es la msabsoluta verdad: no volver a entrar aqu despus de la boda.

    Se oy un ruido y, al volverse, vieron que Honey y T. T. Williams estabanparados en el umbral. A pesar de ser su medio hermano, Honey no se pareca ennada a Berenice, y ms bien daba la impresin de que provena de algn pas

    extranjero como Cuba o Mjico. Su piel era clara, casi color lavanda; sus ojos eranrasgados y tranquilos, como de petrleo; y su cuerpo flexible. Detrs estaba T. T.

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    Williams, que era muy grande y muy negro, tena el pelo gris y era an ms viejoque Berenice; llevaba un traje dominguero y una insignia roja en el ojal. T. T.

    Williams era un pretendiente de Berenice, un hombre de color, adinerado, queposea un restaurante para negros. Honey era un enclenque; lo haban rechazado

    en el ejrcito y trabaj en un pozo de ripio hasta que se le rompi algo dentro y nopudo hacer ms trabajos pesados. Los tres se vean muy juntos y oscuros en lapuerta.Por qu entris con tanto sigilo dijo Berenice. No os he sentido.T y Frankie estabais muy ocupadas discutiendo algo dijo T. T.Estoy lista para partir. Hace rato que lo estoy. No queris comer un bocado

    antes?T. T. Williams mir a Frankie y restreg los pies. Era muy educado, le gustaba

    quedar bien con todo el mundo y siempre quera hacer lo correcto.Frankie no es una chismosa dijo Berenice. No es verdad?Frankie ni siquiera se dign responder a tal pregunta. Honey vesta un traje

    de rayn rojo oscuro, y ella le dijo:Llevas un traje muy bonito, Honey. Dnde lo compraste?Honey saba hablar como un maestro de escuela blanco; sus labios color

    lavanda podan moverse rpidos como mariposas. Sin embargo, contest con unapalabra tpica de negro, un sonido oscuro salido de la garganta y que podasignificar cualquier cosa.Ahhnnh dijo.Las copas estaban frente a ellos sobre la mesa, junto con una botella de

    alisador de cabello que contena ginebra, y sin embargo no beban. Berenice hizoun comentario sobre Pars, y Frankie tuvo la impresin de que esperaban que ellase marchara para empezar a beber. Se detuvo en la puerta y los mir. No querairse.Quieres agua con el tuyo, T. T.? pregunt Berenice.Estaban juntos alrededor de la mesa y Frankie, sola en la puerta, se senta de

    ms.Adis a todos dijo.Adis, dulzura dijo Berenice. Olvdate de todas esas tonteras que

    hemos estado discutiendo. Y si el seor Addams no llega cuando se haga de noche,ve a casa de los West. Ve a jugar con John Henry.

    Desde cundo tengo miedo a la oscuridad? dijo Frankie. Adis.Cerr la puerta; pero desde el otro lado le llegaban sus voces. Con la cabeza

    apoyada contra la puerta de la cocina percibi un murmullo sordo que suba ybajaba suavemente: Ayee-ayee. Y a continuacin, la voz de Honey se dej or porencima de la marea de voces al preguntar:Qu pasaba entre Frankie y t cuando llegamos?Esper con la oreja pegada a la puerta de la cocina para captar la respuesta

    de Berenice, y por fin resonaron sus palabras:Slo tonteras. Frankie estaba diciendo tonteras.

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    Sigui escuchando hasta que se fueron.La oscuridad comenz a invadir la casa vaca. Ella y su padre se quedaban

    solos por la noche, pues Berenice se iba a su casa inmediatamente despus de lacena. En cierta oportunidad alquilaron el dormitorio que daba a la calle. Fue un

    ao despus de morir su abuela y cuando Frankie tena nueve aos. Alquilaron eldormitorio que daba a la calle al seor y la seora Marlowe. Lo nico que Frankierecordaba de ellos era un comentario hecho al final de su estada, en que se lostildaba de gente vulgar. Sin embargo, durante la temporada que pasaron all,Frankie se sinti fascinada por el seor y la seora Marlowe y por su habitacin.Le encantaba entrar cuando ellos no estaban, y hurgar cuidadosamente entre suspertenencias: el atomizador de perfume de la seora Marlowe, su borla para polvosde color gris rosado, las hormas de zapatos del seor Marlowe. Se marcharon decasa misteriosamente despus de una tarde en que sucedi algo que Frankie nocomprendi. Era un domingo de verano, y la puerta de los Marlowe, que daba al

    vestbulo, estaba abierta. Ella slo alcanzaba a ver una parte de la habitacin,parte del tocador, y slo los pies de la cama, donde colgaba el cors de la seoraMarlowe. Pero se oa un ruido en la habitacin que ella no logr clasificar, ycuando cruz el umbral, qued muy sorprendida al ver algo que a la primeraojeada la hizo salir corriendo hacia la cocina y gritar:Al seor Marlowe le ha dado un ataque!Berenice atraves corriendo el vestbulo, pero cuando mir dentro de la

    habitacin, se limit a apretar los labios y a dar un portazo.Y, evidentemente, se lo cont a su padre, pues aquella misma noche dijo que

    los Marlowe tendran que irse. Frankie intent interrogar a Berenice paraaveriguar qu haba sucedido, pero Berenice se limit a decir que eran gente

    vulgar y aadi que, habiendo cierta persona en la casa, por lo menos deberancerrar la puerta. Aunque Frankie saba que ella era esa cierta persona, continuabasin comprender. Qu clase de ataque era?, pregunt; y Berenice se limit aresponder: Nena, un ataque muy comn. Pero Frankie se dio cuenta, por el tonoque usaba, que haba algo ms y no quera decrselo. Ms adelante slo recordaraa los Marlowe como gente vulgar, y que como tales posean objetos vulgares; poreso, cuando ya haba olvidado a los Marlowe y sus ataques, nicamente retena su

    nombre, y que haban tenido alquilada la habitacin que daba a la calle, yasociaba a las personas vulgares con borlas para polvos color gris-rosado yatomizadores de perfume. Aquel dormitorio no volvi a alquilarse nunca ms.

    Frankie fue hacia el perchero del vestbulo y se puso uno de los sombreros desu padre. Mir en el espejo su feo y oscuro rostro. De algn modo la conversacinsobre la boda haba sido equivocada. Las preguntas que hizo aquella tarde eranequivocadas, y Berenice haba bromeado al contestarlas. No lograba saber culeseran en realidad sus sentimientos y se qued all hasta que las sombras lahicieron pensar en fantasmas.

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    Frankie sali a la calle ante la casa y mir el cielo. Se qued mirndolo con elpuo apoyado en la cadera y la boca abierta. El cielo era color espliego y seoscureca lentamente. Escuch el sonido de voces nocturnas en el vecindario. Ysinti el leve y fresco aroma de la hierba mojada. A estas primeras horas de la

    noche, como la comida an estaba demasiado caliente, sola salir afuera por unrato. Practicaba el lanzamiento de cuchillos o se sentaba frente al puesto derefrescos en el patio delantero. A veces se iba al patio posterior, donde elemparrado estaba fresco y sombro. Escriba obras de teatro, aunque ya todos susdisfraces le quedaban pequeos y haba crecido mucho como para poder actuar

    bajo el emparrado; aquel verano haba escrito obras muy fras, sobre esquimales yexploradores congelados. Ms tarde, cuando ya era de noche, volva a entrar en lacasa.

    No obstante, aquella noche Frankie no pensaba en cuchillos, puestos derefrescos, ni obras de teatro. Tampoco quera quedarse all mirando el cielo; sucorazn volva a plantearle las mismas viejas preguntas, y tornaba a sentir elmismo viejo temor de la primavera.

    Se sinti tentada de pensar en algo feo y trivial; apart la vista del cielo y mirsu casa. Frankie viva en la casa ms fea del pueblo, sin embargo, ahora saba queno residira all por mucho tiempo. La casa se vea desierta y oscura. Frankie diomedia vuelta, camin hasta la esquina y dobl por la acera en direccin a la casade los West. John Henry estaba apoyado en la balaustrada del porche delantero,ante una ventana iluminada y esto le daba la apariencia de una muequita depapel negro sobre una hoja de papel amarillo.

    Hola dijo. Me pregunto cundo volver pap del centro.John Henry no contest.No quiero regresar y quedarme sola en mi casa que es tan oscura, vieja y

    fea.Se detuvo en la acera mirando a John Henry, y de pronto volvi a su mente el

    ingenioso comentario poltico. Enganch los pulgares en los bolsillos de supantaln y pregunt:Si tuvieras que votar en una eleccin, a quin votaras?La voz de John reson clara y aguda en la noche estival.

    No s dijo.Por ejemplo, votaras a C. P. MacDonald como alcalde de este pueblo?John Henry no contest.Lo haras?Pero no logr hacerlo hablar. Haba momentos en que John Henry no

    responda a nada de lo que se le dijera. Por lo tanto, tuvo que decirlo sin tener uninterlocutor, lo cual hizo que no sonara tan divertido.Yo no votara por l ni aunque se presentase para ser elegido como guarda

    de la perrera.

    Empezaba a anochecer y el pueblo estaba tranquilo. Deba hacer mucho ratoque su hermano y su novia se hallaban en Winter Hill. Ya haban dejado el pueblo

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    atrs y ahora estaban a cien millas de all, en una ciudad distante. Ellos eranellos, y estaban juntos en Winter Hill; en tanto que ella era ella, estaba sola y seencontraba en el mismo viejo pueblo de siempre. Aquellas largas cien millas no laentristecan ni la hacan sentirse ms lejos que la nocin de que ellos eran ellos y

    estaban juntos, y que ella era solamente ella, estaba lejos y se senta sola. Y, amedida que se angustiaba con esta sensacin, de pronto surgi una idea y unaexplicacin: Ellos sonmi nosotros.Ayer, como en sus doce aos de vida, ella slohaba sido Frankie. Haba sido el yo de alguien que deba caminar y hacer cosaspor s misma. Todos los dems tenan algnnosotrosal que recurrir, todos losdems excepto ella. Cuando Berenice decanosotros,se refera a Honey, a BigMama, a su casa o a su iglesia. Elnosotrosde su padre era su tienda. Todos losmiembros de clubs tienen unnosotrosal que pertenecen y del que hablan. Lossoldados en el ejrcito dicennosotros,y hasta los criminales de las pandillas con

    cadenas. Pero la vieja Frankie careca de unnosotros,a no ser que ese terriblenosotrosdel verano, formado por ella, John Henry y Berenice, fuera el suyo, puesera el ltimonosotrosdel mundo que ella deseaba. En cuanto a su hermano y a sunovia, en el momento en que los vio por primera vez, comprendi aquello de: ellossonmi nosotros.Y por eso se senta tan rara, porque ellos estaban en Winter Hill yella se haba quedado sola. La cscara de la vieja Frankie, abandonada y sola en elpueblo.Por qu ests encogida de esa forma? grit John Henry.Creo que me duele algo dijo Frankie. Debe ser algo que he comido.John Henry segua junto a la balaustrada y cogido a un poste.Oye dijo ella finalmente, por qu no vienes a cenar y a pasar la noche

    conmigo?No puedo contest l.Por qu?John Henry camin sobre la balaustrada, extendiendo los brazos para

    conservar el equilibrio, con el aspecto de un pequeo cuerpo al recortarse contrala luz amarilla de la ventana. No respondi hasta no haber llegado al otro poste.Pues porque no.Pero por qu no?

    El no respondi, y entonces, ella agreg:Pens que quizs t y yo podramos armar mi tienda india y dormir en el

    patio de atrs. Lo pasaramos muy bien.John Henry sigui sin decir nada.Somos primos hermanos. Siempre soy buena contigo. Te he hecho muchos

    regalos.Tranquilamente, y con paso ligero, John Henry desanduvo el camino sobre la

    balaustrada y se qued mirndola con un brazo alrededor del poste.Pero dime grit ella, por qu no puedes?

    Porque no quiero, Frankie dijo finalmente.

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    Asno estpido! chill ella. Te lo he pedido slo porque te he visto tanfeo y solo.John Henry dio un salto desde la balaustrada. Al responderle, su voz reson

    con infantil claridad.

    No me siento solo.Frankie se restreg las palmas hmedas en los costados de su pantaln cortoy dijo para s: Ahora, da media vuelta y regresa a casa. Pero a pesar de estaorden fue incapaz de dar la vuelta y marcharse. An no era totalmente de noche.Las casas a lo largo de la calle se erguan sombras, con luces en las ventanas. Laoscuridad se haba concentrado en los rboles de tupido follaje y a cierta distanciatodo se vea borroso y gris. No obstante, todava no era de noche.Creo que algo va a suceder dijo ella. Hay demasiado silencio. Siento

    una extraa advertencia en mis huesos. Te apuesto cien dlares a que habrtormenta.John Henry la observ desde el otro lado de la balaustrada.Ser una de esas terribles tempestades de cancula. Hasta podra haber un

    cicln.Frankie esperaba la llegada de la noche. Y entonces empez a sonar una

    trompeta. En alguna parte del pueblo, no lejos de all, una trompeta comenz atocar blues. Una meloda lenta y melanclica. Era la trompeta triste de algn chiconegro, pero ella ignoraba de quin. Frankie escuch tensa con la cabeza inclinada

    y los ojos cerrados. Aquella meloda tena algo que le haca recordar la primavera:las flores, los ojos de los desconocidos, la lluvia.

    Era una meloda lenta, opaca y triste. De pronto, mientras Frankieescuchaba, la trompeta inici una desenfrenada pieza de jazz que salazigzagueante en direccin al cielo, con el travieso descaro de los negros. Hacia elfinal la msica pareci disminuir y alejarse. Pero luego la meloda volvi a repetirel blue del principio y pareca estar describiendo su propia y larga temporada depesares. Mientras estaba all, parada en la acera donde reinaba la oscuridad, elpeso que oprima su corazn la hizo apretar las rodillas y, una sensacin de ahogole contrajo la garganta. Entonces, sin previo aviso, sucedi algo increble:exactamente en el momento en que la meloda deba desarrollarse, la msica

    termin y la trompeta dej de orse. La trompeta haba dejado de sonar. Frankie sesinti tan perdida que no poda salir de su asombro. Finalmente dijo a John Henry

    West con voz susurrante:Se ha detenido para sacar la saliva de su instrumento. En un instante

    habr terminado de hacerlo.Pero la msica no retom. La msica qued interrumpida, inconclusa. Ahora

    el peso que oprima su corazn se hizo intolerable. Supo que deba llevar a caboalgn acto de locura completamente nuevo. Se golpe la cabeza con el puo, perono le sirvi de nada. Entonces comenz a hablar en voz alta, aunque al principio

    no prest atencin a sus propias palabras, y no saba de antemano lo que iba adecir.

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    Dije a Berenice que me ira para siempre de este pueblo y no me crey. Aveces pienso que es la mayor estpida del mundo. Se quej en voz alta y su vozson quebrada y cortante como el filo de una sierra. Habl sin saber qu palabrasdira a continuacin. Oa su propia voz, pero no poda captar el sentido de sus

    palabras. Tratar de hacer comprender algo a semejante estpida es como hablarcon un bloque de cemento. No paro de decrselo y de decrselo. Le he dicho quetengo que irme de este pueblo para siempre y que es inevitable.Ya no se diriga a John Henry. Y tampoco lo vea. l se haba retirado de la

    ventana iluminada, aunque continuaba escuchando desde la terraza. Despus deun rato le pregunt:Adnde?Frankie no respondi. Se haba quedado sbitamente inmvil y callada. Una

    nueva sensacin se haba apoderado de ella. Una sensacin que tena que ver conla certeza de que en el fondo saba a donde ira. Lo saba, y en cualquier momentoel nombre del lugar aparecera en su mente. Frankie se mordi los nudillos yesper, pero no intent dar con el nombre del lugar, ni pens en el mundo quegiraba. Vio mentalmente a su hermano y a la novia y sinti el corazn tanapretado que pareca a punto de estallar.Quieres que vaya a comer y a dormir en la tienda india contigo?

    pregunt John Henry con su aguda vocecita infantil.No dijo ella.Pero si hace un rato me has invitado!No pudo discutir con John Henry ni darle una respuesta. Porque en ese

    momento Frankie comprendi. Comprendi quin era ella y cul era su lugar en elmundo. Sbitamente su corazn oprimido se abri en dos mitades. Se abriformando dos alas. Y cuando habl su voz son muy segura.Ya s adnde ir dijo.Adnde? pregunt l.Me ir a Winter Hill repuso ella. Ir a la boda.Esper para darle la posibilidad de decir:

    Eso ya lo saba.Entonces, ella dijo la inesperada verdad en voz muy alta:

    Me ir con ellos. Despus de la boda en Winter Hill me ir con ellos a dondequiera que vayan. Me ir con ellos. l no respondi. Los quiero tanto a los dos.Iremos a todas partes juntos. Es como si toda mi vida hubiese sabido que mi lugarest con ellos. Los quiero tanto a esos dos.

    Despus de decir esto no sinti la necesidad de hacerse preguntas ni se volvia sentir desconcertada. Abri los ojos y ya era de noche. El cielo color espliego porfin se haba vuelto negro, las estrellas lanzaban un resplandor oblicuo, y lassombras adquiran una apariencia deformada. Su corazn se hallaba dividido endos alas y nunca haba visto una noche tan hermosa.

    Frankie se qued mirando el cielo. Cuando la vieja pregunta surgi ante ellaquin era, qu lugar ocupara en el mundo, y por qu estaba parada all en ese

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    momento, cuando la vieja pregunta volvi a ella, no se sinti dolida ni falta derespuestas. Por fin supo quin era y comprendi adnde quera llegar: ella amabaa su hermano v a su novia y, por lo tanto, formaba parte de la boda. Los tresunidos recorreran el mundo y no se separaran jams. Por fin, despus de la

    temida primavera y del loco verano, ya no tena miedo.

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    Segunda Parte

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    El da antes de la boda, fue distinto a todos los das que F. Jasmine habavivido. Un sbado, al final del verano, mientras caminaba por el pueblo vaco, depronto la ciudad se abri ante ella y experiment la nueva sensacin de que noestaba de ms. Gracias a la boda, F. Jasmine se sinti comunicada con todo lo que

    vea; como uno ms entre quienes aquel sbado paseaban por el pueblo. Iba porlas calles con la autoridad de una reina, pero confundida entre la gente. Fue el daen que, desde el comienzo, el mundo ya no le pareci separado de ella, y deimproviso sinti que formaba parte de algo. Entonces empezaron a sucedermuchas cosas; aunque nada de lo que ocurra poda sorprender a F. Jasmine,pues hasta la ms mnima cosa pareca suceder de una manera natural y mgica.

    En la casa de campo de un to de John Henry, el to Charles, haba visto aviejas mulas con los ojos vendados girar y girar en crculo, y exprimir el jugo de lacaa de azcar para la fabricacin de jarabe. Por la monotona del caminorecorrido aquel verano, la vieja Frankie se pareca a una mula campesina. Se iba

    al centro y hurgaba en los mostradores de la tienda donde se venda todo a diezcentavos, o se sentaba en primera fila en el cine Palace, o pasaba el tiempo en la

    joyera de su padre, o en las esquinas mirando a los soldados. Esta maana todoera diferente. Fue a lugares a los que ni haba soado entrar antes de aquel da.Para empezar, F. Jasmine entr a un hotel; no era el hotel ms elegante del pueblo,ni siquiera el segundo en categora, pero era un hotel y F. Jasmine estaba all; anms, estaba all con un soldado, y eso tambin era sorprendente, porque no lohaba visto nunca antes de aquel da. Si la vieja Frankie hubiese imaginado estaescena tan slo ayer, si la hubiera podido ver como a travs del periscopio de un

    mago, habra apretado los labios con un gesto de incredulidad. Pero era unamaana en la que sucedan muchas cosas; un da especial, en el que su capacidad

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    de asombro se hallaba alterada; lo inesperado no la sorprenda, y slo aquellolargamente conocido y familiar la llenaba de admiracin.