Paul Ricoeur Hermeneutica y Estructuralismo (Resumen)

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Paul Ricoeur: Hermenéutica y estructuralismo

llevar a la discusión sobre el estructuralismo a su lugar de origen, la ciencia del lenguaje, la lingüística

Paul Ricoeur: Hermenéutica y estructuralismo

La intención de este informe es llevar a la discusión sobre el estructuralismo a su lugar de origen, la ciencia del lenguaje, la lingüística. Allí pueden percibirse la validez del análisis estructural y los límites de esta validez.El tipo de inteligibilidad que se expresa en el estructuralismo triunfa en todos los casos en que se puede:

1. Trabajar sobre un corpus ya constituido 2. Establecer inventarios de elementos y unidades 3. Colocar estos elementos o unidades en relaciones de oposición 4. Establecer una combinatoria de esos elementos

Yo llamaría lengua al aspecto del lenguaje que se presta a este inventario, taxinomias a los inventarios y semiológico al modelo.El éxito de la empresa tienen como contrapartida dejar afuera de la inteligencia estructural la comprensión de los actos, operaciones y procesos, constitutivos del discurso. El estructuralismo conduce a pensar de manera antinómica (contradictoria) la relación de la lengua al discurso. Yo haría de la fase o del enunciado el pivote y llamaría semántica al modelo que regla su inteligibilidad.Quería esbozar una reflexión acerca de la palabra como lugar del lenguaje en que se hace constantemente el intercambio entre estructura y acontecimiento. Tal investigación presupone que el lenguaje está compuesto por una jerarquía de niveles. Todo el estudio descansará sobre la idea de que el pasaje a la nueva unidad del discurso, constituida por la frase o enunciado, representa un corte, una mutación en la jerarquía de niveles.

Los presupuestos del análisis estructural.

Es Luis Hjemslev quien ha teorizado sobre estos presupuestos que enumeraremos a continuación:El lenguaje es un objeto para la ciencia empírica. Esta posibilidad de cosntituir al lenguaje en objeto de una ciencia ha sido introducida por Saussure con su distinción entre lengua y habla. Poniendo del lado del habla la ejecución psico-fisiológica, la performance individual y las combinaciones libres del discurso; y reserva para la lengua, las reglas constitutivas del código. Así se ha separado un objeto homogéneo: todo aquello que concierne a la lengua cae en el interior del mismo dominio; mientras que, el habla se dispersa en los registros de la psicología, fisiología, sociología y no parece poder constituir el objeto único de una disciplina específica.En la lengua misma es necesario distinguir una ciencia de los estados del sistema o lingüística sincrónica, y una ciencia de los cambios o lingüística diacrónica. Para Saussure, estos acercamientos no se pueden hacer simultáneamente y es necesario subordinar la segunda a la primera. Hjemslev dirá que detrás de todo proceso se debe encontrar un sistema. El cambio es ininteligible, uno no lo comprende más que como pasaje de un estado del sistema a otro (diacronía). Es, entonces, el sistema, es decir la combinación de los elementos en un conjunto simultáneo, lo que se comprende con prioridad.En un estado del sistema, no hay términos absolutos, sino relaciones de mutua dependencia. Para Saussure, el lenguaje no es una sustancia sino una forma, si la forma inteligible es la oposición, se dirá en la lengua hay solamente diferencias.El conjunto de los signos debe ser considerado como un sistema cerrado. El lingüista trabaja sobre un corpus finito de textos (axioma de la clausura). Operando al interior de un sistema cerrado de signos, el lingüista puede considerar que el sistema que analiza no tiene un afuera sino solamente relaciones internas.Se debe definir al signo no sólo por su relación de oposición con los otros signos del mismo nivel, sino aún en sí mismo como una diferencia interna, inmanente. En este sentido, Saussure distingue el significante y el significado y Hjemslev la expresión y el contenido. Pero, bajo el régimen de clausura del universo de signos, el signo es, ya sea una diferencia entre signos, ya sea una diferencia interna a cada signo entre expresión y contenido; esta realidad de doble cara cae enteramente en el interior de la clausura lingüística.

El habla como discurso.

Constituyendo el objeto lingüístico como objeto autónomo, la lingüística se constituye ella misma como ciencia.

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El acto de hablar no sólo es excluido como una ejecución exterior, como una realización individual, sino como libre combinación, como producción de enunciados inéditos. Sin embargo, esto es lo esencial del lenguaje, su finalidad.Al mismo tiempo se excluye la historia, no sólo el cambio de uno a otro estado del sistema, sino la producción de cultura y del hombre en la producción de su lengua.También se excluye la intención primaria del lenguaje que es decir algo acerca de algo; esta intención, el locutor y el auditor la comprenden inmediatamente. Para ellos, el lenguaje tiene un doble objetivo: un objetivo ideal (decir alguna cosa) y uan referencia real (decir acerca de alguna cosa). A través de este doble umbral, el lenguaje quiere decir, tiene dominio sobre la realidad y expresa el dominio de la realidad sobre el pensamiento.Es necesario equilibrar el axioma de la clausura del universo de los signos prestando atención a la función primaria del lenguaje, que es decir. Por contraste con la clausura del universo de los signos, esta función constituye su apertura.Para nosotros que hablamos el lenguaje no es un objeto sino una mediación, es eso a través de lo cual, por medio de lo cual, nos expresamos y expresamos las cosas. Hablar es el acto por el cual el locutor supera la clausura del universo de los signos, en la intención de decir algo acerca de algo a alguien; hablar es el acto por el cual el lenguaje se supera como signo hacia su referencia y hacia su interlocutor. El lenguaje quiere desaparecer, quiere morir como objeto.La tarea es recuperar lo que el modelo estructural excluye y que es tal vez el lenguaje mismo como acto de hablar, como decir.Pensar el lenguaje, sería pensar la unidad de eso mismo que Saussure separa, la unidad de la lengua y del habla. Para pensar la antinomia lengua y habla, sería necesario poder producir el acto de habla en el medio mismo de la lengua, a la manera de una promoción de sentido, de una producción dialéctica que haga advenir el sistema como acto y la estructura como acontecimiento. Esta producción puede ser pensada si logramos una comprensión exacta de los niveles jerárquicos del lenguaje.La jerarquía de los niveles del lenguaje comporta aún algo más que una secuencia del sistemas articulados: fonológico, lexical, sintáctico. Se cambia de nivel cuando se pasa de unidades de la lengua a la unidad nueva que constituye la frase o el enunciado. Cambiando de unidad se pasa de la estructura a la función. Entonces, hay posibilidad de encontrar al lenguaje como decir. La nueva unidad es semántica, que es no sólo significar en general, sino decir algo, reenviar del signo a la cosa.

Los rasgos de la instancia del discurso son:1. El discurso tiene como modo de presencia un acto. La instancia del discurso (Benveniste) es de la

naturaleza del acontecimiento. Hablar es un acontecimiento actual, un acto transitorio. El sistema, por el contrario, es atemporal, porque es virtual.

2. El discurso consiste en una secuencia de elecciones por las cuales ciertas significaciones son elegidas y otras excluidas.

3. Estas elecciones producen combinaciones nuevas: emitir frases inéditas, comprender tales frases, tal es el acto de hablar y de comprender el habla.

4. El lenguaje tiene una referencia en la instancia del discurso. Hablar es decir algo de alguna cosa. 5. El acontecimiento, la elección, la invención, la referencia, implican también una forma propia de

designar el sujeto del discurso. Alguien habla a alguien, eso es lo esencial en el acto de comunicación. Por ese rasgo, el acto de habla se opone al anonimato del sistema; hay habla allí donde un sujeto puede retomar en un acto, en una instancia singular del discurso, el sistema de signos que la lengua pone a su disposición; este sistema permanece virtual en tanto que no es realizado, operado por alguien, que al mismo tiempo, se dirige a otro. La subjetividad del acto de hablar es de conjunto la intersubjetividad de una alocución.

La estructura y el acontecimiento.

La lingüística postestructuralista hace procesos en el orden de la sintáxis. La escuela de Chomsky trabaja sobre la noción de “gramática generativa”. Esta nueva lingüística parte del conjunto de la frase y del problema planteado por la producción de frases nuevas. Chomsky escribe que un locutor ejercitado puede producir en su lengua una frase nueva en el momento oportuno y otros locutores pueden comprenderlo inmediatamente aunque sea igualmente nueva para ellos. Una vez que hemos adquirido la maestría de una lengua, la clase de frases con las que podemos operar es tan vasta que podemos considerarla infinita. La gramática es un procedimiento que determina la serie infinita de frases bien formadas y asigna a cada una de ellas una o varias descripciones estructurales.

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La teoría de Guillaume de los sistemas morfológicos, es decir, de las formas del discurso, es una especie de gramática generativa. Lo que se llama formas del discurso, categorías del nombre, del verbo, etc., tienen como función completar, terminar, cerrar la palabra para insertarla en la frase, en el discurso.Una tipología del lenguaje no tiene sólo que rendir cuenta de la distancia y de la ausencia del signo a la realidad; uno se puede mantener en este punto de vista en tanto se considera el sistema cerrado de unidades discretas que componen la lengua; no es suficiente cuando uno aborda el discurso en acto. Entonces, se hace evidente que el signo no es sólo aquello que falta a las cosas, ni está sólo ausente de las cosas y distinto de ellas; es lo que se quiere aplicar para expresar, tomar, aprehender y finalmente, mostrar, hacer ver.Querría trazar un esquema de una superación paralela de la antinomia de la estructura y del acontecimiento en el orden semántico. Aquí encuentro mi problema de la frase. La palabra es mucho más y mucho menos que la frase. Es mucho menos porque no hay palabra antes de la frase. ¿Qué es lo que hay antes de la frase?. Signos, es decir, diferencias en el sistema, valores en el léxico. Pero todavía no hay significación. Por eso, es necesario decir que en semiología no hay palabra sino valores relativos, diferenciales, opositivos.Las palabras son signos en oposición de habla, las palabras son el punto de articulación de lo semiológico y lo semántico en cada acontecimiento del habla. Así, el signo es como un intermediario entre el sistema y el acto, entre la estructura y el acontecimiento.La frase es un acontecimiento, su actualidad es transitoria, pasajera. Pero al palabra sobrevive a la frase. Como entidad desplazable, sobrevive a la instancia transitoria del discurso y queda disponible para nuevos usos. Así, plena de un nuevo valor de uso, regresa al sistema. Y, retornando al sistema, le da una historia.Da un ejemplo sobre la palabra polisemia (pag. 104).Los sistemas semánticos difieren de los sistemas semiológicos porque éstos últimos pueden ser tratados sin ninguna referencia a la historia, son sistemas intemporales porque son virtuales.Como todas nuestras palabras son polisémicas en algún grado, la univocidad o la pluralidad de nuestro discurso no es obra de las palabras, sino de los contextos.La palabra me ha parecido ser el punto de cristalización, el nudo de todos los intercambios entre estructura y función. La palabra está en la intersección de la lengua y del habla, de la sincronía y diacronía, del sistema y del proceso. Subiendo del sistema al acontecimiento, en la instancia del discurso, aporta la estructura al acto de habla. Retornando del acontecimiento al sistema, aporta a ésta la contingencia y el desequilibrio.Considerada a partir de este horizonte, nuestra investigación aparece guiada por una convicción: que lo esencial del lenguaje comienza más allá de la clausura de los signos.Pero un movimiento de ida y vuelta entre el análisis y la síntesis, en el camino del retorno, remontando los elementos hacia el texto, emerge una problemática nueva que el análisis estructural tiende a eliminar. Esta problemática propia del plano del discurso, es la del decir. El surgimiento del decir en nuestro hablar es lo que se llama la apertura del lenguaje. La apertura del lenguaje pertenece al lenguaje de fiesta.