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Año 3º Panamá, 15 de Noviembre de 1909 No.54

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NUEVOS RITOS-122

GALERIA DE ISTMEÑOS ILUSTRES

Dn. José A gustín Arango

AS democracias jóvenes é imprevisivas que nose han acordado de aderezar la mansión de susmuertos ilustres, que no han erigido todavía elsagrado templo en que sus grandes hombresdeben dormir el eterno sueño rodeados de loshomenajes del reconocimiento patrio, tienenque contentarse con hacer de la memoria y elcorazón del pueblo el Panteón vivo de las no-

rias nacionales . Pero la memoria es frágil y veleidoso elcorazón, y por eso á los vivos nos incumbe proteger elrecuerdo de los muertos amados contra los peligrosanexos á la fragilidad y la veleidad humana.

No queremos anticiparnos con esta precaución al fa-llo de la posteridad, ni usurpar á ésta su derecho de juz-gar la obra de los hombres que fueron ; queremos simple-mente secundarla en su empeño y aliviarla de su tremen-da responsabilidad, pues es innegable que la posteridadse vería singularmente embarazada en el desempeño desu misión justiciera si no se ayudara con el testimonio delos contemporáneos, si no conociera los juicios apasiona-dos que en vida del personaje suscitaron sus hechos ypalabras entre amigos y enemigos, si adrede se le oculta-sen ciertos detalles íntimos de su carácter y su vida que,aunque insignificantes en apariencia. son susceptibles (learrojar vivísima luz sobre hechos ó circunstancias á pri-mera vista incomprensibles para el futuro historiador .

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Donde faltan estos materiales de trabajo, esta activacolaboración de los vivos en el proceso de los muertos, lalabor de la posteridad, por bien intencionada que sea, co-rre grave riesgo de fracasar ó, cuando menos, de corres-ponder .malamente al honroso con repto en que por logeneral se la tiene . Y es mi propósito, al verter en estaslíneas las impresiones personales que recibí en mi tratode largos años con un difunto ilustre y querido, cumplircon un deber de afección y patriotismo rindiendo testi-monio sincero y cordial en el juicio póstumo que ineludi-blemente abre la Historia á los hombres superiores cu-yas hazañas ejercieron trascendental influencia enlos destinos de las sociedades y que, además y por diver-sos otros conceptos, rayaron muy por encima del nivelhumano común.

Nació don José Agustín Arango en la ciudad de Pa -namá el 24 de Febrero del año de 1841, de padre cubano ymadre istmeña . Perteneciente á una distinguida familiadel Camagüey, su padre emigró muy joven al Istmo,á consecuencia de su intervención en Ias primeras intentonas

patrióticas de la Isla, facilmente sofocadas por elGobierno español. Haciendo del Istmo su segunda patria, enella vivió hasta su muerte, desempeñando altas y envidia-bles posiciones á que le daban acceso sus prendas perso-nales y sus talentos de jurista . Gallardo de continentey de prestigiosos antecedentes, casó aquí con doña Toma-sil, hija de don Nicolás Remón López, Murillo y doñaMaría de Jesús Soparda Arre, y de aquel enlace bendito,,á poco enlutado por la prematura muerte del esposo, na-cieron dos varones cuyos nombres vivirán vinculados á lahistoria de este Istmo que ambos amaron entrañablemen-te y o1 cual consagraron hasta el último hálito ele su vida:

Ricardo y José Agustín . Murió el primero el 9 de Octu-bre de 1898, siendo gobernador del extinguido Departa-mento de Panamá, y el segundo el lo de, Mayo de 1909,siendo Secretario de Prelaciones Exteriores de esta hoyRepública de Panamá, hija de su espíritu y sus esfuer-zos .

Ambos cayeron, breando como bravos, en el puesto(le honor . Huérfanos de padre desde temprana edad,duro les fué el aprendizaje de la vida y bien que en sufamilia materna florecieran como en ninguna otra los no-bles sentimientos y la más espléndida solidaridad, ellosquisieron, par dignidad y decoro, ser los hijos de susobras y ejemplares auténticos del self made man.

Los coetáneos de don José Agustín conocieron sujuvenil ardimiento, el entusiasmo de sus primeras em-presas y su infatigable espíritu de trabajo, cruelmente

recompensado por los azares de la suerte . 35 años me-or que él, los comienzos de aquella lucha incruenta en-

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tre el hombre y la fatalidad precedieron de larga datami venida al mundo de los vivos, en tanto que las últimasperipecias de aquel drama interior se desarrollaban cuan-do apenas despuntaban en mi cerebro los primeros des-tellos de la razón . Pero si es objetable ni¡ testimoniosobre hechos de los cuales no pude haber sido sido ob-servador consciente, entre viejos papeles piadosamentearrancados por el celo de mi familia á la indolencia na-tiva y á la voracidad de la polilla, he recogido el testimo-nio directo del difunto, sus íntimos desahogos vaciadosen frases que se retuercen sobre sí mismas, como presasde indecible tortura . Y después, cuando la tempestaddesatada sobre su cabeza rugía con menos furia, de sumano más serena se escapaban, trazadas en aquellos ca-racteres firmes y menudos que le eran peculiares, frasescomo ésta, que pintan un estado de alma mejor que lamás profusa narración : «Ahora trabajo con mejor pers-

pectiva de salir de tanto infortunio, porque esperohaber cansado ya con mi energía á la tenaz adversidad.>

Y así era la verdad . La calma comenzaba á renaceren su espíritu y la prosperidad le sonreía desde lejos co-mo una hada amiga.

Durante la administración política de su hermano Ri-cardo, primer gobernador panameño del departamento co-lombiano de Panamá desde 1.893 hasta 1898, tocóle inter-venir en los negocios públicos Y adquirir con ese motivoversación completa en achaques de gobierno y política.Sin ocupar puesto visible, su acción en las esferas oficia-les se hacía sentir de una manera decisiva, y el departa-mento entero le miraba como el consejero é inspirador dela política de su hermano . Desde las alturas del poder,admirable escuela práctica de los hombres y las cosas delmundo, su mirada sagaz y penetrante sorprendía secre-tos de inestimable valor, alturas inmaculadas y cenago-sas profundidades. Su raro talento de asimilación lepermitía hacer suyos, de la noche á la mañana, los métodos,artes y sistemas gratos al Gobierno Central . Conocía álos prohombres de la metrópoli, había alternado con ellosen los comicios, sirviéndolos y complaciéndolos á porfíasin dejar también de valerse de ellos, llegado el caso . I sevasto caudal de experiencia, adquirido á la larga y á cos-ta de no pocos sinsabores, adiestraba su espíritu y lo en-caminaba por obra de misteriosa predestinación, al cum-plimiento de aquella gran misión final de su vida queotros no vacilarían en calificar de providencial . En efec-to, era tan completo su conocimiento de las cosas y per-sonas del Istmo y tan indiscutible su autoridad política,que nadie le escatimaba bajo este concepto el dictado deMaestro, algunos por ironía, sinceramente los más . Aun dón de gentes incomparable, á un tacto superior paratratar y resolver prontamente las más espinosas cuestio

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nes, aunaba una simpatía personal irresistible y una sua-vidad de medios que sembraba el desconcierto entre suspropios enemigos : Diríase que su lema era suaviler inmodo, fortiler in re . Ese brillante conjunto de cualida-des bastaba para constituír en todas partes una persona-lidad de primer orden, capar de ejercer sobre sus seme-jantes el más poderoso ascendiente, y es lo cierto que su

intervención amistosa en cualquier asunto era acogiday celebrada por los interesados como seguro indicio deexito feliz. Si hubiera nacido bajo otras latitudes G sisus naturales dotes diplomáticas se hubieran desarrolla-do al favor de otras civilizaciones, no sería aventurado

afirmar que sus hazañas habría rivalizado con las de unTalleyrand ó un Metternich.

Pero no eran estas condiciones las únicas- que mani-fiestamente lo predestinaban á tomar en sus manos lasuerte de sus coterráneos y á preocuparse seriamentepor labrarles patria y porvenir mejores . Sus ascendien-tes y su herencia psicológica lo preparabanadmirablemente para este 'fin.

La historia de su familia paterna se confundía en Cu-ba con la historia de la libertad insular . Su abuelo, donJosé de Arango, se hizo sospechoso de rebeldía porque á

principios del siglo pisado, cuando las tropas napoleóni-cas mantenían cautivo en Francia al monarca español y ála familia real, defendió publicamente la creación de unaJunta Superior de Gobierno, compuesta de notables cu-banos, para que sirviera de Cuerpo Consultivo al CapitánGeneral de la Isla.

Su padre, don José Agustín Arango, reunía en supropia casa de Puerto Príncipe la Logia de los Cadenis-tas, de la cual era miembro conspicuo ; y habiendo sidoeste hecho denunciado al gobierno colonial, Gaspar de

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Betancourt Moncada, miembro de la misma logia, diómuerte al delator, por cuyo motivo los hermanos Aran-gos emigraron á los ]!atados Unidos . En Nueva York,José Agustín participó del alborozo que causaron en elcorazón de bis emigrados cubanos los triunfos de SimónBolivar v formó parte de la comisión de seis que en 1823se dirigió á América del Sur á solicitar la ayuda é inter-vención del Libertador. Refiriéndose á él dice GasparBetancourt Cisneros : «Agustín Arango era abogado debuen concepto y de los liberales de más corazón y crédi-to del Príncipe : era de la sociedad de la Cadena . ' Cuan-do la comisión, contrariada en sus propósitos por la mm -na campaña que á la sazón sostenía el Libertador en clPerú, resolvió mandar uno de su seno con mensajes Ver-bales y escritos á la propia Isla, el Licenciado Arangofué unanimemente escogido para esta atrevida v delicadaempresa . Cómo desempeñó este cometido nos lo ,dise VidalMorales y Morales en su obra Iniciadores y Primeros Mart-ires de lit Revolución Cubana : "Despreció todo ries-

go personal y desempeñó su comisión atravesando por lointerior del país desde Santiauo de Cuba basta Trinidad,tocando antes en Puerto Príncipe . " Un año después, en1824, la comisión revoluciona ria, reunida nuevamente enNew York, dispuso que Arango solo continuase al Perú áentenderse directamente con el Libertador ; y habiéndoseembarcado á este efecto en• Filadelfia hegó á Caracas ó áCartagena, donde encontró al General Valero que mar-chaba con tropas auxiliares para el General Bolivar en elPerú y lo incorporó á su comitiva comosecretario privado . En esas condiciones se presentó elLicenciado mango al Libertador . Valero fué noraorado en seguida Director y Comandante Generalde la línea sitiadora, y Arango Auditor interino deGuerra, cargo que abandonó luego por el de Secretariode la Legación peruana acreditada ante la gran Dietaamericana que debía reunirse en Panamá . El Congresode Panamá se abrió en Junio de 1826 y la Representa-ción peruana tuvo en él una actitud preponderante ; peropocos fineses antes los hermanos Arango, José Agustín vAntonio, bachiller en medicina este último, penetraron áCuba clandestinamente y anduvieronatizando la hoguerarevolucionaria y dando que hacer al Gobierno Colonial.Este supo que de una finca de don Ignacio de la Pera ha-bían salido para un hacienda de dona Isabel Armenterosen un corsario insurgente, que demoraron luego en otrahacienda y siguieron de largo para Trinidad ; y la Comi-sión Militar Permanente les inició le, Cansa correspon-diente, más nunca logró aprehenderlos.

Criado en esos sentimientos elevados v altruistas, fa-miliarizado con las ideas humanitarias que formaban pordecirlo así la atmósfera de su hogar paterno, nuestro José

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Agustín Arango aprendió desde niño á venerar la libertady á suspirar por la independencia de los pueblos oprimi-dos. Este istmeño recalcitrante en quien el apego alsuelo natal era una virtud capital, sentía correr porsus venas la sangre ardorosa del insurgente. Las impre-siones libertarias de la infancia iban á recibir más tarde,en su ánimo de adolescente, los mas conmovedores y vigo-rosos estimulantes.

Cuba entero se abrasaba entre las llamas de una in-surrección general. La suerte era aciaga á los patriotasy á estos no les quedaba otra alternativa que someterse álas represalias sangrientas del poder colonial ó expatriar-se. De esta suerte presenció Panamá en diferentes oca-siones el éxodo de numerosas familias de vencidos, y asírecibieron aquí la hospitalidad muchos Arangos de Cubaque con su ejemplo de heroismo, las privaciones sopor-tadas y las cicatrices de sus cuerpos predicaban el sacri-ficio de la vida en aras de un ideal generoso y enardecíanel entusiasmo que por su causa sentían aquí sus parien-tes, amigos y simpatizadores, Por vocación personal ypor inclinaciones atávicas, sentíase don José AgustínArango atraido hacia la noble y grande misión cuyo pro-ceso podemos seguir paso á paso á través de las evolucio-nes de su conciencia.

En 1898 un hecho extraordinario vino a precipitar larealización del ensueño patriótico tan largo tiempo acari-ciado por sus ascendientes paternos : la liberación del te-rritorio cubano . Acontecimiento de tanta trascenden-cia para la vida futura de nuestro continente solo satisfi-zo á medias sus aspiraciones, inflamando sus propias es-peranzas patrióticas y llenándole de fe en la eficacia finalde la amistad norteamericana.

Ausente de Panamá desde 1897, á mediados de 1902me fué dado regresar á la tierra de mi nacimiento y per-manecer en ella tres semanas que se hallan ligadas en mimemoria al recuerdo gratísimo del que siempre fue y sedijo ni¡ afectuoso tio José Agustín . Fuerza me fuéaceptar entonces su impuesta hospitalidad, pero hay quesaber de qué hospitalidad se trataba y como la entendíaél y la practicaba.

Viniendo de Europa, donde el extranjero se co-dea á diario con las más ingratas' manifestaciones delegoismo y la codicia, aquella bondad inagotable, aquellagenerosidad sin cálculo, aquel puro y absoluto desinterésme parecían virtudes de otros' mundos mejores . Losojos de mi espíritu se abrían cuan grandes eransobre este extraño desbordamiento de sentimientos no-bles y me sentía confuso al verme de tal suerte festejado,atendido y agasajado sin saber á derechas porqué ni po-der retribuir tantos favores por otros medios que por los

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platónicos y pasivos de la gratitud y el afecto . Acostum-brado a paises en que la lucha por la vida es la supremaley, yo mismo había llegado a reprocharme interiormenteciertos rasgos impulsivos de bondad que á mis ojos, in-fluenciados por el medio, parecían entonces censurablesdebilidades porque contrastaban con el modo de ser frio,desconfiado, egoista y, en mi concepto, fuerte de aquellasgentes. Grande fué mi felicidad, empero, al revelársemeen mi propia tierra y entre mis allegados cercanos la ra-zón de serla fuente misma de aquella aparente debilidad,súbitamente transformada en la más preciosa de las cua-lidades de nuestra raza cuando la hube analizado á la luzde nuestras costumbres, ideas, necesidades y condicio-nes particulares de vida . La que, considerada con elcriterio europeo . parecía una concepción ¡lógica é irracio-nal de lit vida, se iluminaba con repentinas claridades, seanimaba de una conciencia propia al ser transplantada asu verdadero y genuino -terreno y al descubrirse en ellael reflejo fiel de nuestra filosofía popular.

Como desprecia las grandes riquezas, 'asimismo des-conoce el istmeño criollo las grandes miserias, pudiendodecirse en su honor que nadie ha perecido nunca de ham-bre entre nosotros . Indolente de cuerpo y alma, refrac-tario á las grandes ambiciones como al desmesurado tra-bajo que ellas imponen al hombre, una ligera cobranza tehace feliz . Su manera de concebir la felicidad esperfectamente razonable y más ó menos común á todos los pue-blos meridionales, á quienes da naturaleza sonríe perpe-tuamente . Gozan de ella en cuanto les ofrece dei fuerte,suave y tentador, y esto sin sobresaltos ni peligros, en-vueltos en una paz amable y serena que se aviene bien conel espíritu de trabajo pero rehusa á la lucha sin descansosu privilegio de condición esencial de la felicidad . Sinconceder al vil metal más valor que el de los pobres y pe-queños placeres por los cuales solemos trocarlos, colocanen otra parte el secreto de la dicha y son por sistema ge-nerosos hasta el derroche, con cierta naturalidad y cier-ta desenvoltura de gran señor que disuenan en medio deotras sociedades archi—industrializadas y metalizadas.Libres de la obsesión del cálculo, la actividad afectiva ypasional halla en ellos un campo favorable á su libre ejer-cicio y expansión, y en su alma se abren, fragantes y espléndidas, las "flores de la conciencia. " Comparativa-mente á los europeos, quieren á sus padres con mayorternura y á sus amigos con mayor abnegación, danmás fácilmente y sin ostentación, tienen el corazón más sensible,la piedad más fecunda, la limosna mas pronta y espontá-nea. Y hacen todo eso sin curarse de las miradas age-nas, cumpliendo en cierto modo funciones innatas de susér, como si esas prácticas, nacidas de un altísimosentimiento de confraternidad humana, hubiesen entradodesde hace siglos en la sangre y la conciencia de la raza.

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Me he extendido un tanto sobre este análisis psicoló-gico de nuestro pueblo porque--en el fondo esa era lamentalidad característica de don José Agustín Arango,como es la de nuestros más humildes campesinos.Entre aquél y éstos, solo existía una diferencia de grado, yesto explica en parte su popularidad y su prestigio . Suvida era la expresión culminante del modo de ser istmeñoy en ella se miraba y complacía nuestro pueblo como enno espejo que reflejara, hermoseados y pulimentados,sus rasgos fisonómicos más característicos . Sus mismosdefectos de carácter,—que los tenía corvo todo bom-bre tiene los defectos propios de sus cualidades—obra-ban sobre la multitud no sé qué efectos simpáticos y fas-cinadores.

Defecto por defecto, la multitud prefiere el derro-che á la avaricia, el Hijo Pródigo á Shylock, un desordenfecundo á la estéril mezquindad erigida en sistema y me-tódicamente organizada ; y esta es una demostración pal-maria del buen sentido popular . Lo que nosotros descu-brimos después de laboriosos razonamientos y deduccio-nes, el pueblo lo discierne á primera vista, de una mane-ra inconsciente é intuitiva. Siente que solo el amor escapaz de fecundar sus propios ensueños, derramando lavida sobre todo lo que toca ; sabe que "las semillas delbien son esparcidas sobre el mundo no por la fría razónsino por el soberano sentimiento, " y un noble impulsodel corazón 'cohonesta a sus ojos todas lasflaquezas deun hombre.

Durante ni¡ corta visita a Panamá en 1902, arribamencionada, tuve ocasión de estudiar de cerca y bajo susmúltiples fases el carácter bondadoso, sano y conciliadorde don José Agustín Arango, y declaro ingenuamenteque nunca conocí alma menos propensa á la tiranía de lasbajas pasiones . Era en plena revolución colombiana . Suposición de Agente Especial de lit Compañía de¡ Ferroca-rril de Panamá le mantenía á cubierto de toda persecu-ción política al propio tiempo que le servía de excelentesalvoconducto para penetrar á ambos campamentos y en-tenderse con sus jefes sin despertar desconfianzas ni rece-los. Sus ensayos en materias de gobierno departamen-tal, su reciente paso por la arena política v el vivo recuer-do de las luchas vehementes que en calla se vió obli-gado á sostener, hubieran alimentado en pechos menosmagnánimos que el suyo secretos deseos de venganza éinducídole á maquinar, á la sombra de su privilegiada si-tuación, en contra de. sus enemigos y á favor de sus con-militones de ayer . Lejos de eso, su imparcialidad fuéabsoluta y ejemplar . De aquella situación envidiable quetantos hubieran puesto al servicio de vengativos propósi-tos, tan solo se valió con fines humanitarios, intercedien-do en favor de los vencidos, mitigando el rigor de las re-

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presalias oficiales y actuando entre ambos bandos á títu-lo de árbitro y amigable componedor, atento unicamente álas sugestiones de su corazón rico y sensible, pronto alolvido y al perdón.

Pasó la última revolución colombiana . Los odios po-líticos se aplacaban y todas las cosas del país volvíanpaulatinamente á su estado normal . En mi condición de hi-ja del Istmo, Vivamente interesado en el porvenir de laobra del Canal, seguía ansioso desde Europa el giroinquietante que tomaba en esos momentos la política

colombiana . La actitud asumida por el Congreso de Bogotá yel ofuscamiento de la opinión pública inspiraban las máspesimistas consideraciones respecto de lit suerte reser-vada al tratado Herrán—Hay . Los habitantes de] departa-mento de Panamá, sintiéndose afectados en suporvenir é intereses, comenzaban á dudar„ do lasbuenas intenciones de los colombianos á su respecto.Pacientes y sufridos con las revoluciones sempiter-nas y los crecientes impuestas, su adhesión y fidelidadse habían manifestado hasta aquí firmes é inalterables;pero el modo como el gobierno centraldefendía enesos momentos los intereses istmeños era bastante paradesengañarlos por completo y la idea de prescindir de lametrópoli entrando en negociaciones directas con losEstados Unidos para la realización de la magna obra que Iossiglos aguardaban, tomaba cada día mayor consistenciaen la conciencia popular.

La separación flotaba, por decirlo aspen el ambiente.Se la consideraba un hecho necesario y fatal, conformecon la lógica de la historia, con Ios fueros de la justicia ycon las aspiraciones locales . ¡El Istmo tendía á despren-derse del tronco colombiano por la ley natural del crecimiento, persuadido de que Colombia no era bastantefuerte para conservarlo ni bastante rica para hacerlo va-ler por sí misma . En una palabra, el capítulo de las rei-vindicaciones departamentales se abría, copioso y vehe-mente.

111 Bogotá, las cosas parecían dispuestas adrede paralegitimar las aspiraciones separatistas de los istmeñas.Tras largos debates parlamentarios en que la suerte dePanamá permanecía indecisa, produjéronse á última horaincidentes que lastimaron la dignidad nacional y motiva-ron el rechazo unánime del tratado del Canal Hijas delacaso ó provocadas intencionalmente, ello es que aquellasgraves circunstancias, de todos conocidas, cambiaron enacerrinos enemigos del tratado á sus más entusiastas de-fensores de la víspera. Los partidos de oposición,fraguando de estos incidentes diplomáticos una arma políti-ca contundente, obligaban al gobierno colombiano no pre-cisamente á un brusco cambio de frente en el Congreso,

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pero sí á una floja é inepta defensa del Tratado, impuestapor Ios temores de una conflagración popular . Picado enlo más vivo de su orgullo, el pueblo colombiano rechazabacomo un-solo hombre las humillantes exigencias de lacancillería norteamericana.

Perdida en Panamá toda esperanza de redención, conella se había perdido también la serenidad necesaria parahacer un equitativo reparto de responsabilidades . Elimpulso estaba dado, venía de lo alto y era imposible opo-nérsele en su corso atropellado . Colombia negaba á Pa-namá su derecho primordial á la luz, al aire, á la vida ; yeste era, á los ojos de los istmeños, el hecho hostil culmi-nante, la falta irremisible, el verdadero pecado mortal.En tan desesperada situación, no le quedaba al Istmo otrorecurso que echar por el atajo de la segregación . Así lohizo y es lo cierto que, si hacemos abstracción de los sen-timientos personales de unos pocos istmeños qué noshallamos ligados al Centro por los' sagrados vínculos dela familia y los recuerdos y en quienes los hechos cum-plidos no podían dejar de ocasionar dolorosos desgarres.en lo general la operación, habilmente practicada, sinsangre ni dolor, fué un nuevo motivo de triunfo para losorganizadores del movimiento de independencia.

Fresco estaba aun en el país el recuerdo de una revo-lución sangrienta en que durante tres años consecutivoslos colombianos se mataron entre sí sin adelantar unpalmo en el sentido de las reivindicaciones liberales ni enel de una mayor consolidación del poder conservador . Yhay que convenir en que, si á raíz de aquella larga y ho-rrenda matanza el pueblo istmeño, sometido por largosaños á ese contacto sanguinario y educado en ese constanteejemplo de carnicería humana, consumó un hecho tan ca-pital como su emancipación política en una sola jornada ysin derramar una gota de sangre, ese pueblo demuestrade una manera concluyente que no ofrece afinidades niparentesco moral de ninguna especie con el elemento étni-co de que antaño dependía . Este relajamiento de víncu-los morales se agrava en este caso con la falta absolutade vínculos naturales. Una simple ojeada sobre el mapade nuestro continente basta para hacer comprender queel territorio del Istmo se desprende naturalmente deltronco colombiano á la manera de un brazo respecto deltronco humano . Esta circunstancia, sin embargo, nohubiera traido consigo consecuencias funestas para la in-tegridad territorial colombiana si se hubiera corregidoá tiempo la deficiencia de la naturaleza operando desdetemprano un acercamiento eficaz, una penetración artifi-cial por medio de un activo intercambio intelectual y devías materiales de comunicación por agua y por tierra.Pero para nadie es un secreto que la Madre-Patria, indi-ferente é incauta, permitió que su más envidiable retomo

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creciera ante las miradas del mundo entero privado detodo cuidado y abandonado--como un expósito -á su pro-pia suerte. ¿Cómo recoger á la postre mieses de grati-tud que no se tuvo la precaución de sembrar en el corazóndel pueblo?

A nuestro ver, la obra libertadora del señor Arangose explica por la acción de influencias superiores que pe-saron sobre su vida á la manera de aquel influjo estelaró sideral que Schiller hace pesar sobre los actos y ]a vo-luntad de su herpe Wallenstein . A su atavismo liberta-rio, á su acendrado patriotismo, á su popularidad y pre-ponderancia. política, hay que agregar otra circunstanciasin la cual quedaría imcompleta la aureola de predestina-ción de que nuestro espíritu se complace en rodear susúltimos actos políticos : me refiero á sus entronques ame-ricanistas de larga data, á los valiosos servicios queprestó á la Compañía del Ferrocarril de Panamá y á sus rela-ciones personales con influyentes y poderosas personali-dades de los E E. II 11 ; tal parece que su 'espíritu hu-biera previsto desde tiempo atrás que la Nación quearrancaría á Cuba un día de la dominación españoIa, li-bertaría enseguida á Panamá de la dominación

colombiana. En sus "Datos para la historia de la independenciadel Istmo" refiere él detalladamente la organización delmovimiento separatista y asigna á todos los que en 61 in-tervinieron la parte de- responsabilidad que les corres-ponde . ¿Equivocóse él, como otros patriotas, de buenafe? ¿Oscurecieron sus últimos días las vagas sombras deun tardío desengaño? No lo creo . Su americanismoconvencido se unía á un optimismo irreductible Y lo que:otros, quizás con exceso de rigor y prevención, concep-tuábamos irreparables desgracias ó desastres piramida-les, quedaba reducido en su propio criterio á las modes-tas proporciones de males transitorios inherentes á la hu-mana imperfección.

Sus ideas, su educación, sus gustos, ' todo lopredisponía á la admiración sin reservas de la pode-rosa república del Norte, en la cual miraba el modeloacabado de la civilización y el progreso mundial, y todoslos actos , importantes de su vida fueron encaminados áacentuar Y consolidar la, influencia norteamericana en Pa-namá.

Desde, que la República de Panamá fué un hecho con-sumado, intervino el señor Arango en los negocios públi-cos del país, como era natural que sucediera ; pero su in-tervención continuó caracterizándose, como en otra épo-ca, por esa tendencia al recato y la discreción y por esasencillez de buena ley y mejor tono que fué siempre signodistintivo de su personalidad . Enemigo del boato y lapompa, vivió, como el sabio, casi retirado del m urdo y recluí-

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NUEVOS RITOS las

do á su propio hogar . En nuestra gerarquía oficial quisoocupar siempre puestos inferiores á sus capacidades yprecedentes, y este es un ejemplo de renunciamientoraro en todos los países, pero sobre todo en el nuestro . (`)

Caballero nato, desplegaba en todas las situacionesde la vida una soltura inimitable, aunada á ciertabonbomía natural que le acompañaba sin cesar y de la

cual hacía uso indiferentemente con los grandes y los pequeños.

La presencia amable y grata de este suave libertadortraía á la mente la imagen de aquel «león risueño» quepredicaba Zarathustra á sus discípulos en la gruta sagra-da, y la analogía de esta evocación se completa recordan-do que su grande idea, una de aquellas ideas que cambianel derrotero de los pueblos, llegó á su hora, sin ruido niostentación, como traída al mundo «sobre alas depaloma.»

Si] apartamiento y modestia proverbiales no le hicie-ron perder sin embargo la noción, de su valer ni de losgrandes servicios que se le debían, y en ocasión solemnese encargó de recordar á las multitudes tornadizas quelos primeros pasos dados en el sentido de la independen-cia del Istmo lo habían sido por él (Discurso pronunciadoal encargarse de la Presidencia de, la República el doctorManuel Amador Guerrero) . Nada era tan ajeno á su al-ma como la vana jactancia, pero no admitía que se con-fundiera aquella sencillez patriarcal,hondamente arraigada á su manera de ser, con el sentimiento dela propiadesestimación.

Su noble corazón y su inteligencia nunca pudieronsufrir sin secreta protesta la charla venenosa de los ma-ledicentes ni la huera é impertinente de los fatuos.Hin cambio, le cautivaban las elaciones del afecto sin-cero, el cual apreciaba por sobre todas las cosasy distinguía instintivamente de la ficción interesada.Voluntariamente alejado de él durante los últimosaños de su vida, por temor de que mi afección personalhacia él y los suyos pudiera confundirse con una de tan-tas asiduidades cortesanas que le asediaban en su últimaépoca de encumbramiento político, jamás dudé sin em-bargo de la inalterabilidad de sus sentimientos hacia mí,que no alcanzaron á entibiar las mudanzas de la vida nila malignidad de la cháchara mundana. Más, aun que desu hogar, me mantuve apartado de la arena política du-rante la última contienda electoral que tan profundamenteconmovió al país entero y en la cual su actitud resuelta y

(*) En carta de 20 de Diciembre de 1904, que he tenido a la vista, ledecía el doctor M . Amador Guerrero, nuestro Primer Presidente . "Yo sé muybien que Ud, no ha querido la Presidencia, me consta . Además de las dos vecesque hablé con Ud . de esto . también hablé con Ud. la primera vez que Ud . me di-jo de su plan de que fuera Mr . Beers á New York Dije á Ud . esa vez que Ud.debía ser nuestro Primer Presidente y á eso se negó Ud . enfáticamente ."

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decisiva le atrajo el aplauso de los unos y el rencor de losotros . Pero si la muerte de un luchador de esta talla nofuere bastante á acallar por sí misma los impulsos de lapasión política en sociedades sensibles á la nobleza y lahidalguía--ni invocada neutralidad garantizaríasuficientemente la imparcialidad de este testimonio que no alterael entusiasmo partidarista ni el encono enemigo . Ento-nar sobre la tumba recién abierta de un prócer alabanzasde sectario, sería profanar en cierto modo su memoria,que de hoy más pertenece á la patria comáis . Confiscarsu fisonomía histórica en provecho de determinado credo0 partido político, sería apocarla, cuando un patriotismodigno y decoroso exige que antepongamos á banderizosintereses el respeto y el amor á la memoria de nuestrosgrandes . patricios, entre los cuales figura don JoséAgustín Arango en primera . línea, con la natural prima-cía del cerebro que crea sobre el brazo que ejecuta.

NARCISO GARAY.

(ROMANTICA.)

Muy triste estaba la tarde aquella,Porque esa tarde se. fué mi aneada;Y mis sonrisas al despedirnos

Sollozos eran.Porque hay sonrisas que ¡lora el alma.

El mar alzaba sus copos níveos;El sol bañaba

Con rayos leves las nubes grises;Eran gemidos

Los dulces besos del mar y el aura.

Adios! murmura, y adios! le digoCon la mirada

Quiso mi labio decir mis penas,Cuando un suspiro

Ahogó las frases en mi garganta.

El ancla al cabo subió del fondo.Se va mi amada

Saqué un pañuelo para agitarlo;Par o en mis ojos

con disimulo sequé una lágrima .

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NUEVOS RITOS- 135

Qué triste estaba la tarde aquellaQué triste estaba!

Por fin la nave, tendió á los vientosSus blancas velas

Como las plumas el cisne enarca.

Con m! ventura se fue la nave,Con mi esperanza;

Quedé tan sólo con mis recuerdos,Con mis pesares

De pié e inmóvil como una estatua.

Su negro manto colgó la noche,Dejé la playa;

Crucé las calles de gente llenas,Bullicio y goces;

Yo, sin embargo, qué solo estaba!

Hoy cuando llego cerca á la orillaNo vierto lágrimas;

Pero las olas saben mis penas,Y á mis mejillas

A veces lanzan las gotas de agua¡

AIZPURU AIZPURU.

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NUEVOS RITOS-136

PARA MAGDALENA MOUYNES.

Hay un lejano fulgurar de cirioen tu pupila luminosa, inquieta,y una sutil fragancia de violetaen tu faz, de heroína del martirio.

Todas las que encendieron un delirioen-el alma de luz de algún poeta,fueron como tú eres, dulce y quietabajo la noble palidez de un lirio.

Yo no puedo creer que eres humana;y pienso al ver tu castidad cristianaque te hicieron hermosos querubines

Para que fueras, llena de fortuna,bajo la luz de ensueño de la Luna,caminando sobre hojas de jazmines.

RICARDO MIRO.

1909 .

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NUEVOS RITOS 137

Partió el Amor La audaz locomotoratras su crispada contorsión de acero,desperezóse. Grito sordo y fierobrotó por la sirena vibradora.

Gotas de iris el negro cielo llora.Pasa el último coche Allá un plumeroformado de humo gris, corta el austeroperfil del horizonteAdiós!

Y ahora . . ..Cuando se pierde al fin de la colina

del raudo monstruo la intangible huella,me siento en el andén cansado y solo.

Ah! brutal armazón, cómo camina,llevóse mi amor, la blanca estrella

de mis noches glaciales cual del Polo

OSCAR PADILLA.

Escúchame, Señor : halló mi vidaUna criatura angelical, tan bella,Que parece formada de una estrellaY por todas tus Vírgenes ungida.

Desde entonces, Señor, ¡ni alma está herida,Porque siguiendo el corazón tras Ella,En breve plazo se perdió su huella

Ay! y esa huella el corazón no olvida.

Va por eso mi amor en noche horrenda,Sobre el lomo de un mar enfurecidoBuscando luz en su rodar incierto

La luz es Ella, mas si se ha extinguido,Haz que de nuevo su fulgor esplendaY como faro me señale el puerto .

GUILLERMOHOLGUIN.1 909 .

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UANDO al 20 de Mayo del~ rizar con nuestra firma 1

los cuentos de lasMil y

¡Que otra cosa, que siende Leer listos los planoadjudicar, en licitación pública

tes del 31 de Diciembre del mismo año—yllevara cabo la instrucción de caminos carreteros, y de herradura,que cruzarán la República en todas direcciones; de puentes colgantes un

1904 nos correspondió autoLey "Pana52 de .. A., sobra `~I~IY c un1

á realizar con ella—dijimosnoche -

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cuentos de hadas podía ser aquellos y laé expeccificaciones para.ca s seis e

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Amén de ..ilioa~! lY' V a c .,l toda, IOs Distrito, hacia para comprar faroles para e tablemr Inn.

b—do público 6 ye para mejorar s0 . lgle,U .e, y ya, en fin, para hacernepaear s s derruidos ecm¢ntenesl

s? Ú,dji.e.tn

No era poco pref¢nder, nb y tale,: hra, nlraam¢nrltlencias más, con s610H 1625000 di.trlbu(doN non Pmovlacl .

( B. 225.000 pera Boca . del Toro}:~ egfxd ^1'nrionnl .

D . 175,000 Vara Cnclé, n. 150,000 para Colón, B. 225,000p .r.Chiriqui, B . 195,000_ _ .-

-- loa S.Ato, . B. 500,000 p .,. P.rann, y B . 145,000 p .e. Verngus .1

Palaci o de Gobierno

TEATRO NACIONAL

U

otros en casi todos los ríos que bañ an nuestro territorio de muelles en

estros puertos fluviales y de muros de defensa contra los embates delmar; limpieza y canalización de puertos y ríos; erección de faros; ensanche y

TELON DE BOCA DEL TEATRO NACIONAL

-

¿Ytodo eso se hizo ó se ha hecho? Imposible -Algo sin embargotestigua el anhelo de los Diputados á Ia t-nna.uo o-Nnl;per.

sólo donde el patriotismo y la honradez se a

a

— -_

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NUEVOS RITOS 140

Fuera de allí, de la mayoría de las obras ejecutadas, apenas queda—como dijo irónicamente el ex-Ingeniero de la República señor 'Lombal, sin-tetizando con sus fases no sólo lo que ocurrió en determinada región delpaís sino en casi todo él ; sólo queda, repetimos : " el ruido de las aguas, quemurmuran, al correr por sus lechos de piedra ó arena : Medrano! Y el su-surro de la brisa w la arboleda, que repite también : Medrano! Medra-

no! Medrano!

Pero de lo bueno que se hizo, y que sirve de muestra de lo más que pu-do hacerse hecho con los dineros mal gastados—por ingenieros improvisa-dos y juntas técnicas,—ahí están, para enorgullecernos, el Palacio de Gobiernoy el Teatro Nacional, en esta capital, cuyos diseños y planos fueron prepara-dos por el Arquitecto italiano señor G. N . Ruggieri ; obras éstas, construídasbajo la dirección del mismo señor Ruggieri y del Ingeniero, hijo de Panamá,

señor Florencio Harmodio Arosemena.

"El Palacio de Gobierdo y el Teatro Nacional—como ha dicho ya nues-tro amigo D. Nicolás Victoria J . —han sido edificados en el lugar llamado deantigua data 'Cuartel de las Monjas, " edificio éste que con sus anexidadesocupaba una superficie de 4,836 metros cuadrados. (1) El edificio doble deque tratamos, ocupa, sobre el referido solar, la superficie de 3,208 me-tros cuadrados; y el espacio restante ha sido destinado á servir de en-sanche á tres de las calles que corren al rededor del edificio (calles 21 y 31,por sus costados oriental y occidental, respectivamente, y la Avenida B,por el Norte) y á la formación de cuatro plazoletas—hoy ocupadas conotros tantos jardincitos—situados en las esquinas del antiguo predio.

"El edificio, en. su conjunto, tiene la forma de una cruz romana, con lostres brazos cortos destinados al Palacio de Gobierno y el brazo largo, alTeatro Nacional . Los tres brazos que constituyen el Palacio, están unidos,tanto en el piso bajo como en el superior, por un pórtico cuadrangular com-puesto de pilares y arcos que limitan un patio de catorce metros cincuentacentímetros (14 in, 50 e .) de largo . El brazo que forma el Teatro, lleva á losdos costados sendos pórticos que terminan en una azotea, cuyo piso está ánivel con la segunda fila de palcos y con el foyer, Estas azoteas las adornanC iluminan una muy elegante instalación eléctrica.

"El estilo arquitectónico de todo el edificio, pertenece al Renacimientoitaliano, y los adornos exteriores, capiteles, recuadros de arcos, motivos,llaves, frisos, etc ., son de cemento comprimido . "

El pincel del ya distinguido artista panameño señor D, RobertoLewis distinguido decimos porque lo es, sin disputa, quien ogra merecer, comoél ha merecido, lugar para sus cuadros en el "Salón de los Artistas France-ses " de París ; el pincel de Roberto Lewis—decimos—trazó con maestría paranuestro Coliseo Nacional el felón de boca, el telón de entreactos y las pintu-ras de los plafones de la platea y del foyer. Todas esas pinturas- son obrasde arte, calificadas de tales por cuantos las han visto, con capacidad paraapreciarlas, nacionales y extranjeros ; obras que honran el talento del . pintorpanameño señor Lewis.

En los trabajos del Palacio de Gobierno y Teatro Nacional„ á más delos ya nombrados—que han tomado parte en su ejecución—han contribuidotambién con su talento D. 'Enrico Corrado, como decorador ; y el señorGaetano D ' Agostino, como escenógrafo.

El costo total de la obra fue de B. 597,636 .60 ; sin incluir B, 250 .00 paga-dos al pintor escenógrafo señor F. Mallarín, por cuatro decoraciones más.

El contrato para la construcción del Palacio de Gobierno y Teatro Na-cional, in¿ firmado por el Secretario de Fomento, señor General ManuelQuintero V ., y por los contratistas señores José Gabriel Duque y RamónArias Feraud Jr., el 9 de Noviembre de 1905, siendo aprobado ese mismodía por el Presidente de la República, Dr. Manuel Amador Guerrero ; el 15de Febrero de 1906 fué colocada la primera piedra del edificio ; y el 27de Marzo de 1908 fué recibido por el Gobierno.

1,1 Llamóse ad lo que desde la fundación de la actual ciudad cte Panamá,en 1(i7}, fue destinado para convento y capilla anexa de las Religiosas ele laConcepción de Nuestra Señora ; edificios que sirvieron, entre otros muchas casas,para cuartel y teatro . después ele 1862, año en que fueron expulsadas las mon-jas de ese convento . casi todas panameñas .

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Abrió sus puertas al público, por primera vez, nuestro Coliseo, el 19 deOctubre de ese mismo año, habiendo el señor D. José Domingo de Obaldia,en su carácter de Presidente electo, jurado cumplir la Constitución y leyesde la República, allí en su procenio, ante el Presidente de la Asamblea Na-cional, Dr. Eusebio A. Morales, y en presencia de selecta concurrencia dedamas y caballeros, y de numeroso público, que colmaba los palcos, laplatea, el anfiteatro, los pasillos y las galerías.

Pero la temporada de representaciones artísticas se inauguró con ladel drama lírico Aida, de Verdi, el 22 de Octubre de 1908, por la Com-pañía de Opera Italiana, de que era su empresario el señor MarioLambardi,

Al partir de esa fecha, han actuado en nuestro Coliseo, que merezcanmencionarse. Esther Ferrabini, Tamanti Zaraski, sopranos, y los señoresEugenio Batain, tenor, G. Pimazzoni, barítono, y P . Wulman, bajo ; la dis-tinguida autista española señora Doña María Diez y el actor cómicoD, Vicente Roig ; la incomparable Doña María Guerrero de Mendo-za y su esposo el célebre actor D. Fernando Díaz de Mendoza ; el

virtuoso violinista D. Leopoldo Premislau ; el violinista D. Alfredo Fer-nández, alune distinguido de, los Reales Conservatorios de, Madrid y de Bru-selas ; la genial Doña Blanca Matrás, artista de mérito en la zarzuela ; y final-mente, D. Francisco Fuentes y Doña Antonia Arévalo, glorias de la escenaespañola.

No terminaremos sin dejar constancia de que la Escuela Nacional deMúsica y Declamación, bajo la batuta de su Director, el maestro D . NarcisoGaray, dijo de esta ciudad, dió su primer función de gala, el 3 de Noviem-bre de este araño, en nuestro Teatro Nacional, cosechando merecidos aplausos;y con noble y doble motivo de orgullo patrio : para celebrar el VI ani-versario de, la proclamación de la República de Panamá, y, para fundar, conel producto de la velada, una Creche en esta capital . .

J . A. HENRIQUEZ.

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NUEVOS RITOS-142

ultimas poesías de

Migu el Antonío Caro . x: :w

Oración del hombre público

Si no vencer, mas combatir me obligaPor la fe y el honor ; si hay un Dios buenoQue enmendar sabe el éxito terrenoCuando, Supremo Juez, premia y castiga,

Adelante!—No temo la enemigaSama, aleve puñal, sutil veneno;Con pecho firme y . ánimo serenoDispuesto estoy á la mortal fatiga.

Sólo el contagio de pasiones temo,Temo la justa indignación que inspiraDe pérfido enemigo la asechanza.

Oh Dios! á los asaltos de la iracierra mi corazón, y en lance extremoPrefiera yo el martirio á la venganza!

El pensamiento de la Muerte

Un año, un mes, un día, un punto faltaPara que emprendas el tremendo vueloSobre el espacio que divide el sueloDe mística región más pura y alta.

Inevitable trance! ¿Y no te asaltaTemor y espanto de perder el cielo?j aun pones tu cuidado y tu desveloEn la caduca flor que el prado esmalta?

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NUEVOS RITOS - 143

Te falta un solo instante ; en un instanteDespertarás del engañoso sueñoY al Soberano juez verás delante.

Eal invoca á jesús, tu dulce dueño,Y con fe viva y corazón amanteCiñe los brazos del sagrado leño.

El Santo Viático(DE PRATI)

Tu, señor de la vida y Rey del cielo,¿A tal punto tu amor por mí se aviva,Que cubriendo tu faz místico velo,Permites que en mi seno te reciba?

Gracias te rindo!' Deteniendo el vueloAun el ánima alienta fugitivaTú, esta mísera planta, asida al suelo,Puedes dejar morir ó hacer que viva.

Cúmplase en mí tu voluntad, Dios mío!Mas si debo partir, á ti confíoMi huérfana familia en su abandono.

Amoroso los pasos encaminaDe esta hija tierna, débil peregrina,Y perdóname á mí cual yo perdono.

La Divina GraciaVenne una man del celo

Cual junco dócil ó flotante nidoA merced de las olas

del viento,Leve, sin alas deslizarme sientoEn nebuloso piélago perdido.

Nada alcanzan la vista ni el oído,En vacuo seno el pie posar no intento;Cruzando voy incógnito elemento,Por incógnita fuerza dirigido.

Silencio aterrador cércame en vano,O ráfaga siniestra de repenteAnuncia horrendo báratro cercano.

Tranquilo voy, porque mi mano sienteTendida hacia adelante, de otra manoLa presión suave, la atracción potente .