LA EDUCACIN EN LA MODERNIDAD RADICALIZADA: CRNICA

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Navajas Zubeldía, Carlos e Iturriaga Barco, Diego (eds.): Crisis, dictaduras, democracia. Actas del I Congreso 375 La implantación del modelo sindical democrático: Comisiones Obreras en Almería durante la Transición Áurea Vidal Gómez. Universidad de Almería Introducción La atracción suscitada por el devenir del movimiento obrero durante el franquismo y la transición a la democracia dio sus primeros resultados de manera casi paralela al desarrollo de las organizaciones sindicales democráticas a finales de los sesenta y, sobre todo, en los setenta. No obstante, se trataba de obras de carácter apologético, cuyo valor ha de reconocerse principalmente como testimonial (Camacho, 1976). Tendríamos que esperar a finales de la década de los ochenta y los años noventa para conocer los primeros estudios académicos, cuyos resultados, no obstante, han sido bastante dispares. 1 Así, ya en la década de los noventa del siglo XX algunos autores como Fishman (1996) pusieron de manifiesto que el movimiento de oposición sindical durante el franquismo consiguió hacerse fuerte a través de conflictos, pero se manifestó incapaz de desarrollar una organización que abarcara todas las acciones de los trabajadores. Por tanto, en el momento de la transición a la democracia nos encontramos con un movimiento obrero menos arraigado de lo que en principio cabía esperarse, a pesar, como decíamos, de la gran conflictividad industrial. Es más, aunque la OSE y el movimiento de oposición eran diametralmente opuestos, se influyeron profundamente el uno al otro. No obstante, en los setenta “ni la oposición ni la OSE representaban el tipo de organización estable de afiliación de masas que caracteriza al sindicalismo democrático” (R. Fishman, 1996, p. 158). Esto, evidentemente, marcaría el tránsito desde un modelo sindical basado en el verticalismo a otro basado en organizaciones obreras democráticas de carácter horizontal. De hecho, “(…) la habilidad de la oposición para dirigir con gran éxito una movilización de los trabajadores a pesar de su debilidad organizativa impidió que los trabajadores contemplaran a la organización como un elemento esencial de las movilizaciones” (R. Fishman, 1996, pp. 160-161). El particular origen de las Comisiones Obreras y el debate interno que se dio en 1977 en torno a la necesidad de transitar desde un movimiento sociopolítico hacia un sindicato de clase como tal, la sitúa en el principal foco de investigación atendiendo a estas afirmaciones. Por ello, el objeto de estudio de esta comunicación es el sindicato de CCOO en la provincia de Almería. Así, analizaremos cómo al calor de determinadas huelgas habidas en la capital almeriense las Comisiones consiguieron extenderse en determinados sectores, si bien, su influencia en ellos no ha de ceñirse a estos acontecimientos, sino que habrían de tenerse en cuenta determinados liderazgos que contribuyeron a la consolidación del sindicato. Es más, CCOO de Almería se vería beneficiada con la integración en sus filas de grupos minoritarios de la izquierda más radical que habían tomado cierta fuerza tras la huelga de pescadores (A. Vidal, 2005). 2 La 1. En algunos casos se trata de estudios generales que han llevado a conclusiones que no siempre se corresponden con la realidad local y regional de muchas zonas, de ahí la necesidad de analizar los factores que determinaron esas diferencias y establecer parámetros de comparación. 2. Con aquellos sindicatos más a la izquierda la relación con CCOO no siempre fue cordial, si bien, con el tiempo la mayoría terminaría por integrarse en esta central sindical. Asimismo, aunque la primera escisión de USO benefició mayoritariamente a la UGT, de la segunda división hubo un grupo que pasaría a militar en las Comisiones Obreras, lo que abrió un debate interno en torno a la necesidad de darles algún puesto en la Internacional de Historia de Nuestro Tiempo. Logroño: Universidad de La Rioja, 2008, pp. 375-388.

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LA IMPLANTACIÓN DEL MODELO SINDICAL DEMOCRÁTICO: COMISIONES OBRERAS EN ALMERÍA DURANTE LA TRANSICIÓN importancia de esto no hay que buscarla en el número de afiliados que aportaron, sino en la experiencia y en la implicación de algunos de sus líderes, puesto que la principal fuerza en su seno continuó siendo el Partido Comunista, a pesar de que siempre defendieron su independencia política.

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Navajas Zubeldía, Carlos e Iturriaga Barco, Diego (eds.): Crisis, dictaduras, democracia. Actas del I Congreso 375

La implantación del modelo sindical democrático: Comisiones Obreras

en Almería durante la Transición

Áurea Vidal Gómez. Universidad de Almería

Introducción

La atracción suscitada por el devenir del movimiento obrero durante el franquismo y la transición a la democracia dio sus primeros resultados de manera casi paralela al desarrollo de las organizaciones sindicales democráticas a finales de los sesenta y, sobre todo, en los setenta. No obstante, se trataba de obras de carácter apologético, cuyo valor ha de reconocerse principalmente como testimonial (Camacho, 1976). Tendríamos que esperar a finales de la década de los ochenta y los años noventa para conocer los primeros estudios académicos, cuyos resultados, no obstante, han sido bastante dispares.1

Así, ya en la década de los noventa del siglo XX algunos autores como Fishman (1996) pusieron de manifiesto que el movimiento de oposición sindical durante el franquismo consiguió hacerse fuerte a través de conflictos, pero se manifestó incapaz de desarrollar una organización que abarcara todas las acciones de los trabajadores. Por tanto, en el momento de la transición a la democracia nos encontramos con un movimiento obrero menos arraigado de lo que en principio cabía esperarse, a pesar, como decíamos, de la gran conflictividad industrial. Es más, aunque la OSE y el movimiento de oposición eran diametralmente opuestos, se influyeron profundamente el uno al otro. No obstante, en los setenta “ni la oposición ni la OSE representaban el tipo de organización estable de afiliación de masas que caracteriza al sindicalismo democrático” (R. Fishman, 1996, p. 158).

Esto, evidentemente, marcaría el tránsito desde un modelo sindical basado en el verticalismo a otro basado en organizaciones obreras democráticas de carácter horizontal. De hecho, “(…) la habilidad de la oposición para dirigir con gran éxito una movilización de los trabajadores a pesar de su debilidad organizativa impidió que los trabajadores contemplaran a la organización como un elemento esencial de las movilizaciones” (R. Fishman, 1996, pp. 160-161). El particular origen de las Comisiones Obreras y el debate interno que se dio en 1977 en torno a la necesidad de transitar desde un movimiento sociopolítico hacia un sindicato de clase como tal, la sitúa en el principal foco de investigación atendiendo a estas afirmaciones.

Por ello, el objeto de estudio de esta comunicación es el sindicato de CCOO en la provincia de Almería. Así, analizaremos cómo al calor de determinadas huelgas habidas en la capital almeriense las Comisiones consiguieron extenderse en determinados sectores, si bien, su influencia en ellos no ha de ceñirse a estos acontecimientos, sino que habrían de tenerse en cuenta determinados liderazgos que contribuyeron a la consolidación del sindicato. Es más, CCOO de Almería se vería beneficiada con la integración en sus filas de grupos minoritarios de la izquierda más radical que habían tomado cierta fuerza tras la huelga de pescadores (A. Vidal, 2005).2 La

1. En algunos casos se trata de estudios generales que han llevado a conclusiones que no siempre se corresponden con la realidad local y regional de muchas zonas, de ahí la necesidad de analizar los factores que determinaron esas diferencias y establecer parámetros de comparación. 2. Con aquellos sindicatos más a la izquierda la relación con CCOO no siempre fue cordial, si bien, con el tiempo la mayoría terminaría por integrarse en esta central sindical. Asimismo, aunque la primera escisión de USO benefició mayoritariamente a la UGT, de la segunda división hubo un grupo que pasaría a militar en las Comisiones Obreras, lo que abrió un debate interno en torno a la necesidad de darles algún puesto en la

Internacional de Historia de Nuestro Tiempo. Logroño: Universidad de La Rioja, 2008, pp. 375-388.

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importancia de esto no hay que buscarla en el número de afiliados que aportaron, sino en la experiencia y en la implicación de algunos de sus líderes, puesto que la principal fuerza en su seno continuó siendo el Partido Comunista, a pesar de que siempre defendieron su independencia política.

Además, el “declive” en cuanto a afiliación que experimentaron todas las centrales sindicales a partir de 1978 resultó ser, si cabe, más visible en el caso de Comisiones Obreras debido a que hasta entonces había sido superior a la Unión General de Trabajadores en la obtención de delegados en las elecciones. Los factores que influyeron y explican esta cuestión van desde la supeditación del movimiento sindical a la política general (Marín Arce, 2003) hasta la crisis económica y el paro, pasando por su propia incapacidad organizativa o la influencia del PCE.

Asimismo, todo ello nos podría llevar a otra cuestión fundamental, la implantación de los sindicatos democráticos en aquellos sectores cuya estructura sindical preexistente era más sólida o estable y, por tanto, habían permitido una mayor filtración o trabajo de oposición. Este argumento resultaría de gran importancia para conocer con exhaustividad cuál fue parte del legado franquista en el ámbito sindical.

He aquí algunas de las líneas de investigación que intentaremos trazar en estas páginas, empleando para ello fuentes primarias como aquéllas que hemos podido consultar en el Archivo de CCOO-Andalucía en Sevilla o el Archivo Histórico Provincial de Almería. Además, en esta investigación han resultado de gran interés las fuentes primarias publicadas, en este caso hemerográficas, consultadas en el Archivo de la Diputación Provincial de Almería y en la Biblioteca Municipal Francisco Villaespesa. Por último, se han empleado fuentes secundarias que abarcan tanto monografías como artículos, capítulos de libro y aportaciones a congresos.

En el primer apartado de la comunicación se realizará un breve recorrido por el devenir de las Comisiones Obreras desde su aparición hasta su transformación en movimiento sociopolítico, con el fin de establecer determinados parámetros de interés para nuestra posterior investigación. Así, a continuación nos centraremos en el surgimiento de CCOO en Almería y sus primeros pasos en una provincia hasta entonces marcada por el desierto político y sindical. La infiltración de la mayoría de los miembros fundadores de CCOO en el aparato verticalista en las elecciones de 1975, así como su posterior implicación en conflictos y negociaciones de convenios colectivos de gran éxito sentarían las bases para la expansión de una central sindical. Precisamente este desarrollo a nivel provincial y las disidencias surgidas en el proceso son el objeto de estudio del tercer epígrafe.

Las comisiones obreras, de movimiento sociopolítico a sindicato

La espontaneidad y la rápida disolución de las primeras comisiones obreras que surgieron en el norte de España durante la primera mitad de la década de los cincuenta, daría paso a un movimiento sociopolítico en el que participaron católicos (J. Babiano, 1995), comunistas y, sobre todo, trabajadores sin filiación alguna (D. Ruiz, 1993). Es más, esa heterogeneidad se puede extrapolar al origen de comisiones, en tanto que, aunque se ha tomado como primer núcleo el de La Camocha en 1956, se puede hablar de un comienzo multifocal. Precisamente, este hecho pone de manifiesto la dificultad para determinar fehacientemente el origen exacto de lo que fue un movimiento espontáneo que surgió como respuesta a unas condiciones concretas de lucha.

A partir de las elecciones de 1957 se comenzaría a practicar el entrismo como algo cada vez más frecuente entre los miembros de estas comisiones, quienes vieron en la práctica de ocupar un cargo como enlace sindical3 una gran posibilidad de luchar más intensamente por sus dirección. (Entrevista realizada a José María Torres Tripiana el 27 de enero de 2004. Archivo Histórico de CCOO de Andalucía en Sevilla –AHCCOO-). 3. En 1943, momento en que la victoria en la II Guerra Mundial ya no se decantaba de manera tan abierta y clara del lado de Alemania e Italia, se publicó el Decreto sobre Provisión de Jerarquías en las Entidades Sindicales. Éste establecía que la elección directa debería recaer entre los afiliados del grupo económico o categoría profesional correspondiente que estuvieran en la lista confeccionada por el Delegado Sindical Local

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reivindicaciones. Todo ello marcaría el devenir de comisiones obreras hasta el momento de la transición a la democracia.

Además, no podemos olvidar que durante los primeros años de existencia hubo cierta permisividad por parte de las autoridades sindicales franquistas, quienes creyeron que la incorporación de estas comisiones de obreros podría consolidar y alimentar positivamente a la institución vertical del régimen.4

En 1966, momento en que se convocaron unas nuevas elecciones sindicales, las comisiones habían dado un importante salto no sólo cuantitativo sino también cualitativo, en tanto que presentaron un programa que propugnaba la creación de un sindicato unitario, democrático e independiente, más allá de las reivindicaciones laborales y económicas. Esta idea se mantuvo invariable en los diez años siguientes hasta que las CCOO se convirtieron en una organización sindical de tipo convencional. Es más, se comenzaron a demandar derechos civiles y sindicales.

El resultado positivo a favor de las comisiones obreras en 1966 y la radicalización de algunas formas de acción colectiva fue paralelo al endurecimiento también de su discurso, en el sentido de pedir una impugnación global del régimen franquista.

Por tanto, podemos decir que en las elecciones sindicales de 1966 las candidaturas formadas en torno a las comisiones obreras comenzaron a plantear ideas de naturaleza democrática, si bien, éstas no fueron el hilo conductor de la protesta obrera. En los sesenta se irá trabando, no obstante, una importante red de contactos entre los enlaces comunistas y católicos y los trabajadores sin filiación alguna, entre los que se irán extendiendo como una mancha de aceite ideas democratizadoras. De hecho, desde la propia OSE se alentó en ocasiones el contacto entre los diferentes representantes sindicales a través de cursos, lo que vino a romper con el aislamiento de muchos de estos activistas.

Sin embargo, en 1967 se produjo la ilegalización de comisiones obreras, comenzando una nueva etapa en el devenir de este movimiento sociopolítico. Así, se abrió un debate en su seno en torno a la necesidad de mantener su actividad de manera pública o clandestinamente. A ello se uniría, en algunas zonas como Cataluña o País Vasco, otro tipo de disidencias como la inclusión de cuestiones de carácter nacionalista en su lucha (A. Vidal, 2005). Es más, en la región catalana mientras que el PSUC defendía la necesidad de seguir participando en las elecciones, otros grupos o dirigentes abogaban por una mayor clandestinización con el fin de evitar poner en riesgo a sus miembros (D. Ruiz, 1993).

Al retraimiento de muchos afiliados y simpatizantes ante la dura represión abierta contra este movimiento sociopolítico habría que sumarse el hecho de que organizaciones como USO retiraron su participación ante la hegemonía del PCE en su seno.

No obstante, las CCOO continuarían siendo durante la primera mitad de los setenta la principal fuerza de oposición al sindicalismo vertical, tal y como quedó constatado en los resultados tan positivos que obtuvieron las candidaturas que presentaron en las elecciones sindicales de 1975.

con la aprobación del Jefe Local de Falange. La figura que se creó con este decreto, es decir, el enlace sindical, tenía como objetivo dotar a los obreros de un marco de integración en las estructuras institucionales del sindicato vertical, formando parte de las secciones sociales de los distintos sindicatos de rama, participar en los Consejos Provinciales y Nacionales de los Trabajadores, etc. Sin embargo, el enlace sindical carecía de competencias para actuar en los centros de trabajo, lugar en el que las decisiones del empresario no tenían contrapeso. No obstante, con el tiempo ésta terminaría siendo una forma de penetración por parte de antiguos militantes comunistas y cenetistas que intentaron minar la vida de la Organización Sindical Española desde su interior. 4. La continua lucha entre las diferentes familias del régimen por copar mayores parcelas de poder, llevaría a un enfrentamiento incluso público entre falangistas y tecnócratas en torno a la necesidad de dar un mayor protagonismo al sindicato vertical en temas económicos y políticos. Durante la década de los sesenta, con José Solís al frente, la consigna de la OSE fue la de aumentar su participación en tres niveles: por un lado de los trabajadores en el sindicato, por otro de la institución sindical en la política del régimen y por último en los órganos internacionales. De ahí que se permitiera la existencia de estas comisiones obreras en la primera mitad de esta década (Mateos, 1995).

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Sin embargo, una vez que comienza el periodo de transición, este movimiento sociopolítico tuvo que enfrentarse al gran reto de convertirse en un sindicato como tal.5

Además, tras la desaparición de la OSE,6 se abrió un debate entre las diferentes fuerzas sindicales en torno al modelo sindical que debía implantarse. De esta forma, CCOO apostaba por la creación de una central unitaria representativa de todo el movimiento obrero. Ésta debería integrar a todos los trabajadores superando la antigua concepción del obrero-proletario, pues los avances científico-técnicos habían creado una gama más amplia de trabajadores, no sólo manuales. Este gran sindicato debía respetar la ideología de todos los trabajadores, pudiendo participar en él los no afiliados también. La importancia de esta central unitaria radicaría no sólo en su intervención a la hora de modificar las condiciones de trabajo, salario, jornada, etc., sino también por la participación de los trabajadores en la gestión y control de la empresa y de la economía nacional. Con este objetivo, las CCOO lanzaron un Manifiesto de la Unidad Sindical a principio de 1976. La negativa de UGT ante esta propuesta mantuvo a las dos centrales sindicales en un debate continuo durante toda la transición en torno a la necesidad de la unidad sindical.

CCOO en Almería: conflictividad y despertar sindical

Tal y como hemos visto, el surgimiento de las CCOO se dio en zonas marcadamente industrializadas, en las que se produjo una ampliación de la clase obrera al calor de las transformaciones sociolaborales habidas por el crecimiento de la economía española. Es más, podríamos decir que el desarrollo de este movimiento sociopolítico se dio paralelamente al crecimiento de la conflictividad y al amparo de nuevas prácticas o condiciones de trabajo como el fordismo (J. Babiano, 1995). Sin embargo, el despertar sindical de pequeñas ciudades como Almería se produjo años más tarde, dada su endémica estructura empresarial e industrial, y en circunstancias que difieren de las pautas trazadas en estudios de carácter nacional.7

Así, lejos del ascenso de la conflictividad y la reorganización de la oposición al régimen habida en otros puntos del país a lo largo de los sesenta, en Almería a principio de la década de los setenta tan sólo se habían organizado muy débilmente la Joven Guardia Roja, un pequeño núcleo

5. Esto tuvo lugar en la asamblea general celebrada en Barcelona en julio de 1976. 6. Desde 1969 la OSE había caído en una profunda crisis que la convirtió en una mera máquina burocrática, tal y como demuestra el aumento de la conflictividad y la reorganización de la oposición sindical. Sin embargo, no fue hasta el primer Gobierno de la Monarquía cuando se intentó llevar a cabo una reforma sindical de mano del ministro de Relaciones Sindicales, Rodolfo Martín Villa. Este proyecto proponía el mantenimiento de una sola central sindical y de los sindicatos como órganos de colaboración, aunque promoviendo la formación de organizaciones separadas de trabajadores y empresarios, lo que significaba la posibilidad de propiciar cierto juego de pluralismo en la base, al amparo siempre de la unidad sindical en la cúpula. Esta reforma trataba de conseguir que las organizaciones obreras democráticas quedaran englobadas como asociaciones dentro de la OSE. Para ello se partiría de un gran congreso, cuyas resoluciones servirían de base para una futura Ley Sindical. No obstante, el rechazo a esta reforma conllevó no sólo la sustitución de Martín Villa por Enrique de la Mata en julio de 1976, sino también la desaparición definitiva de la Organización Sindical, primero convirtiéndola en la AISS a través de Real Decreto de octubre de 1976 y, por último, con la abolición de la sindicación obligatoria unos días antes de la celebración de las primeras elecciones democráticas. 7. Los casos más estudiados hasta el momento son los de Jaén y Granada. En la provincia jiennense, a pesar de que la industria se localizaba en zonas y sectores muy concretos, “(…) que el alcance de estos cambios en la organización del trabajo fueran localizados no implica que no aparecieran ni que carecieran de influencia; de hecho, aunque afectaron a pocos trabajadores sí se dieron, como en las factorías más importantes del país, en MSA, en cuyo centro de trabajo de concentraban una de las aglomeraciones de trabajadores durante los años sesenta y setenta más notables de Andalucía y, desde luego, la más importante con mucha diferencia de la provincia” (Martínez López y Cruz Artacho, 2003). Por otra parte, “el constante incumplimiento por parte de un amplio sector de la patronal de la legislación sociolaboral aprobada por el propio régimen franquista, amparándose para ello en un marco legal que castigaba severamente la alteración del orden público y la indisciplina productiva, pronto se convirtió, desde los inicios de la década de los sesenta, en un poderoso factor generador de tensiones en las relaciones laborales” (Cobo Romero y Ortega López, 2003).

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de cenetistas (algunos de la República y otro grupo de jóvenes estudiantes) y algunos cristianos en torno a la Iglesia de San Roque y de Santiago;8 la organización más importante era el PCE.9

El panorama sindical no era mucho más alentador, pues la UGT permanecía en la más absoluta inoperancia, mientras que las Comisiones Obreras no aparecieron hasta 1974 (D. Ruiz, 1993). José González Marín,10 trabajador del sector de comercio, ingresó en 1971 en el PCE, desde donde recibió órdenes de organizar junto a Pedro Baldó las CCOO en Almería en torno a 1973-1974. La primera comisión se creó en la principal fábrica instalada en la capital, Celulosa Almeriense S. A., lugar de trabajo de este último (junto a él también ha de destacarse la actuación de Juan Arenas). De hecho, la primera reunión de las Comisiones Obreras, que podría tomarse como el acto fundacional, tuvo lugar en esos años en la casa de un cuñado de Antonio Fernández Sáez, Rafael Amat (afiliado al Partido y perteneciente al sector de la construcción). A ella asistieron los hermanos González Marín, Pedro Baldó, Bernabé (también de la construcción), Pedro Alonso y Joaquín (estos últimos eran trabajadores de Talleres Cabezuelo y no estaban afiliados al Partido aunque sí eran próximos al mismo). Por tanto, podemos decir que el origen de las Comisiones Obreras de Almería se dio de la mano del PCE, si bien, paradójicamente aquéllas crecieron más rápidamente hasta la legalidad, contribuyendo después a la retroalimentación del partido. Así, tal y como sucediera en el caso del partido, se desarrollaron dos núcleos principales; uno en torno a los hermanos González Marín y gente del barrio de Pescadería,11 y otro relacionado con la Asociación de Antiguos Alumnos de Magisterio.

Durante estos años en la clandestinidad aprovecharían la estructura del Vertical, no sólo presentando sus propias candidaturas en las elecciones de 1975,12 sino también estableciendo el contacto con gente como Juan Camacho, antiguo cenetista procedente de la República que ocupó numerosos cargos en la OSE y presidió la sociedad de transportes SALTUA;13 con ello se consiguió cierta cobertura, además de la posibilidad de crear un núcleo de Comisiones en este sector.14

Hasta la legalización, las Comisiones Obreras en Almería presentaron una mínima estructura sindical y política. De hecho, durante 1974 y 1975 su principal resorte se hallaba en el

8. Entrevista a José María Torres Tripiana ya citada. 9. A principio de los sesenta se dio un intento de reorganización a través de Baldomero Ortiz, antiguo guerrillero que contactó con viejos militantes comunistas de Turrillas (Níjar) y de Roquetas de Mar, si bien, no resultó ser fructífero. En torno a 1971-1972 su reconstrucción vendría de manos de jóvenes que no habían vivido la guerra civil pero que contactaron con el Partido Comunista a través de varias vías. Así, de un lado, liderados por Antonio Fernández Sáez, se había creado un pequeño núcleo entre alumnos de la Escuela de Magisterio; por otro, Diego González Marín, quien años más tarde lideraría las Comisiones Obreras de Almería, conoció a algunos comunistas durante su estancia en Cádiz para cumplir con el servicio militar obligatorio (Martínez Foronda, 2003). 10. Nacido en Almería el 6 de mayo de 1949, creció en una familia cuyo padre era manco a causa de heridas provocadas en la guerra civil y en la que sus tíos hablaban de política con frecuencia, escuchaban la Pirenaica y tenían acceso a determinadas lecturas prohibidas por el régimen. Comenzó a tomar conciencia de que había que cambiar algo entre un grupo de aprendices del comercio que hablaban de la necesidad de establecer un convenio más favorecedor para los trabajadores. No obstante, sus primeros contactos con gente crítica al régimen los tuvo en locales de la HOAC cuando tenía 17 o 18 años (1967-1968). Así fue como conoció a Miguel de “Filomatic”, Alfonso Sola o Pepe Blanes, entre otros (Entrevista realizada a José González Martín el 26 de enero de 2004. AHCCOO). 11. Algunas de las reuniones clandestinas tuvieron lugar en la casa y la tienda de refrescos de la familia González Marín, así como en la iglesia de San Roque en el barrio de Pescadería. En este sentido, ha de destacarse la cobertura ofrecida por su párroco Marino Álvarez. (Entrevista a José González ya citada). 12. El propio José González Marín y su hermano Diego se hicieron con un acta de enlace sindical en las elecciones de 1975. 13. En 1971 Juan Camacho ocupaba la presidencia de la Unión de Trabajadores y Técnicos del Sindicato Provincial de Transportes y Comunicaciones, desempeñando también el cargo de presidente del Consejo Provincial de Trabajadores. (Datos obtenidos de la documentación consultada en el Archivo Histórico Provincial de Almería –AHPAl- en el fondo de la AISS). 14. Entrevista realizada a Diego González Marín el 17 de febrero de 2004. AHCCOO.

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sector del comercio, al que pertenecían los dos hermanos González Marín (José trabajaba en Confecciones y Tejidos Minerva, mientras que Diego hacía lo propio en los Almacenes Segura S. A. –mayorista de comercio-). Así, era significativa su presencia en la empresa almeriense Marín Rosa y entre las distribuidoras de productos farmacéuticos, que se regían por el convenio de comercio. Esto les permitió poder enfrentarse con bastante fuerza y presencia en 1977 a la negociación del primer convenio en el sector. Para entonces, habían conseguido hacerse sentir en la construcción a través de Rafael Amat y Bernabé participando en la que fue su primera huelga, si bien, la central sindical por excelencia continuó siendo durante algunos años más la Unión Sindical Obrera. En otras secciones como enseñanza, banca, metal o en la plataforma petrolífera de Dragados y Construc

se en sectores b

ez Marín resultó elegido como enlace en el Sindicato Provincial de Frutos y Producto

so de los trabajadores de limpieza urbana, de la construcción o de la enseñanza (A. Vidal, 2005).

ciones en el puerto sí que conseguirían cierta influencia.15

Para ello, sin duda alguna, fueron de gran importancia las elecciones sindicales de 1975, pues a pesar de contar con una estructura mínima, CCOO conseguiría resultados bastante favorables en Almería, sobre todo porque esta práctica del “entrismo” les serviría para afianzar

astante significativos en cuanto a su calado social como el comercio o la enseñanza.

En torno a la convocatoria de estas elecciones se formaría un grupo de gente joven independiente con bastantes inquietudes que decidieron presentarse. Entre ellos, se encontraban algunos de los miembros de Comisiones como José González Marín y Mery García (enlaces sindicales en el sector textil en empresas de menos de cinco trabajadores); en enseñanza se presentarían para ocupar los cargos de presidente y vicepresidente del sindicato provincial Fermina Martínez, esposa de Antonio Fernández Sáez y maestra de La Salle, y Pedro Molina, vinculado al PCE. Un caso bastante particular es el de José María Torres Tripiana, en tanto que su vida asociativa comenzó en las Juventudes Socialistas; sin embargo, su disenso con los socialistas se dio precisamente a partir de las elecciones de 1975, ya que no compartía la negativa del PSOE a participar en ellas. En aquel momento trabajaba en la empresa Romero Hermanos, en la que las horas sindicales sí que se empleaban satisfactoriamente. Esto le llevó a un acercamiento hacia CCOO, lo que no impidió que continuase su militancia en el partido socialista hasta 1981, momento en que se afilió al PCE. Su primer contacto con este sindicato se dio a través de Pepe Blanes, si bien, ya tenía conocimiento de Comisiones a través de algunos trabajadores de Simago.16 El propio Diego Gonzál

s Hortícolas.17

Por otra parte, a pesar de este tímido despertar sindical, la ciudadanía en general continuaba prácticamente ajena a cualquier actividad política o asociativa. Este hecho comenzaría a cambiar a partir de julio de 1976, momento en que tuvo lugar una de las principales huelgas de la capital almeriense durante la transición, la del sector pesquero (A. Vidal, 2005 y F. Díaz Haro, 2005). Por primera vez se negociaba al margen del sindicato vertical, obteniéndose importantes beneficios para los trabajadores; sin embargo, el incumplimiento de los mismos llevaría a otra huelga en diciembre de ese mismo año con un resultado bastante menos positivo para los pescadores. No obstante, la importancia de estos paros radica en que por primera vez un conflicto, a priori de carácter meramente laboral, se trasladó al mismo centro de la ciudad, despertando la solidaridad de la ciudadanía almeriense en general. El modelo asambleario empleado durante las negociaciones fue puesto en práctica de nuevo en otros conflictos habidos con posterioridad, como es el ca

15. En banca fueron importantes figuras como José Antonio Orozco Serrano y Clemente (Caja Rural), mientras que en el caso de la Plataforma Petrolífera fue significativa la presencia de un trabajador sevillano llamado Luis, en tanto que les puso en contacto con las CCOO de otras provincias. Entrevista a Diego González Marín ya citada. 16. En aquel momento existían tres grandes almacenes farmacéuticos en Almería, que englobaban más de 100 trabajadores que dependían del convenio colectivo que se iba a negociar ese año. Fue entonces cuando Blanes se dirigió a Torres Tripiana para hablarle de la necesidad de cambiar la estructura de estos almacenes e introducirse a través de las elecciones. (Entrevista a José María Torres Tripiana ya citada). 17. A pesar de que casi siempre estuvo vinculado al sector del comercio, en 1973-1974 comenzó a trabajar en “Agrícola Almeriense”, empresa en la que llegó a ser miembro del jurado.

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En el caso de la huelga de pescadores, ha de decirse que la intervención de las CCOO como movimiento sociopolítico o sindicato fue meramente testimonial, en el sentido de que sí que apoyó a los trabajadores, e incluso hubo personas próximas a esta central que intervinieron de manera bastante directa, pero su organización y dirección partió casi en exclusividad de los propios pescadores.18 Sin embargo, tiempo después algunos de sus principales líderes terminarían por engrosar las filas de CCOO, tal y como sucedió con Javier Ayestarán Amunárriz,19 o Paco “el recortao”, responsable de la cofradía que se movía cercano a los círculos de dicho sindicato.

El sector de la construcción conoció en 1977 una huelga de gran calado social en la que intervino como fuerza más destacada la USO, si bien, también ha de reconocerse la intervención de CCOO en la misma, pues algunos de sus miembros fundacionales trabajaban en el mismo. Es más, uno de los principales líderes de este conflicto, Miguel Navarro Sánchez, terminaría con el tiempo militando también en Comisiones.20

Pero sin duda alguna, en estos primeros años de la transición la presencia de CCOO se hizo determinante en los conflictos habidos en la enseñanza, tal vez por la influencia que pudo ejercer el grupo originario de la Asociación de Antiguos Alumnos de Magisterio. Sea como fuere, el caso es que desde marzo de 1976 se sucedieron paros y protestas por parte del Profesorado No Numerario apoyados en todo momento por Comisiones Obreras. En septiembre de 1977 serían los maestros los que reivindicarían una mejora en sus condiciones de trabajo; la influencia de este sindicato en las decisiones asamblearias se constató más aún cuando decidieron aprobar la alternativa sindical propuesta por las Comisiones de la Enseñanza, basada en la igualdad de participación en las elecciones sindicales y la implantación de la Asamblea de Maestros como órgano unitario de decisión y gobierno, englobando tanto a afiliados como a los no sindicados.21

Tal y como adelantábamos antes, uno de los sectores en los que el predominio de esta central sindical se hizo más patente fue el del comercio. De hecho, la negociación del convenio colectivo sería el detonante de importantes disidencias entre trabajadores y empresarios que terminarían en un nuevo conflicto sociolaboral. En las negociaciones intervinieron delegados de Comisiones22 bajo el amparo legal de su abogada María Luisa Jiménez.23 Lo más significativo es que

18. La promoción de estas huelgas se dio de la mano de sectores católicos minoritarios disidentes, así como de pequeñas organizaciones de la extrema izquierda como MC y OIC. No obstante, las siglas de estos partidos nunca aparecieron en panfletos y propaganda, con el fin de evitar que se confundiera con una huelga política. Por tanto, éstos se limitaron a dar cierta cobertura a través de la concesión de determinada infraestructura y del apoyo de algunos de sus líderes. 19. Nacido en el País Vasco y ordenado marianista durante su juventud, Javier Ayestarán trabajó en algunos de los barrios más deprimidos de Almería (Pescadería y La Chanca), lo que le puso en contacto con una realidad que chocaba de lleno con el sistema establecido. El firme propósito de no depender económicamente de la iglesia le llevó a buscar diferentes trabajos, hasta que en abril de 1975 se enroló como pescador de traiña. Durante la huelga fue uno de los principales miembros de la comisión elegida para intervenir en la negociación y hacer llegar las decisiones de la asamblea a los empresarios, por lo que fue detenido en varias ocasiones. En aquel momento ya pertenecía la HOAC, si bien, pronto comenzaría a mantener casi una doble militancia, pues entró en contacto con la OIC. A finales de 1977 se incorporaría a CCOO, donde llegó a ocupar la secretaría general ya a finales de la década de los ochenta. (Entrevista realizada a Javier Ayestarán Amunárriz el 30 de marzo de 2005 en Almería). 20. Éste había sido elegido presidente de la Unión de Trabajadores y Técnicos del Sindicato provincial de la Construcción en 1975. 21. IDEAL, 25-IX-1977. 22. En estas negociaciones intervino, por ejemplo, Clotilde González Gentil, delegada sindical en el sector del comercio en empresas como “Simago” y “Rosaflor”. Aunque procedía de asociaciones católicas como HOAC, terminaría militando en CCOO, al igual que su esposo Javier Ayestarán Amunárriz. (Entrevista a Javier Ayestarán ya citada). También ha de mencionarse la labor desarrollada por Mery García, que unos meses más tarde terminaría dirigiendo el sindicato provincial de comercio de Comisiones Obreras. 23. Ésta dio a conocer los resultados favorables a los trabajadores una vez firmado el acuerdo entre trabajadores y empresarios, La Voz de Almería, 11-III-1977, página 10. Junto a María Luisa, en el despacho laboralista de CCOO en Almería, sito en principio en la plaza Bendicho, actuarían José Murcia (éste dimitiría en agosto de 1979 como laboralista de la Unión Provincial) y Joaquín Navarro Estevan (colaboró

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por primera vez un convenio colectivo firmado en Almería se tomó como modelo de aplicación para el ámbito nacional,24 lo que resultó ser un factor determinante para el reforzamiento de la imagen de CCOO en el ámbito sindical. Es más, en junio de ese año presentarían ante la opinión pública el sindicato de comercio,25 a la par que constituirían el del transporte.26

Por último, destacar que el que fuera entonces secretario provincial, Diego González Marín, realizando un balance sobre la labor negociadora de CCOO en los años anteriores a la legalización, afirma que ha de hablarse de un “saldo tremendamente positivo”.27

Organización interna, disidencias y expansión provincial

El tránsito desde un movimiento sociopolítico a un sindicato,28 su participación en conflictos y negociaciones de convenios que reforzaron su imagen y la legalización de las organizaciones sindicales, darían paso a un periodo de expansión y desarrollo en todo el país en general, y en Almería en particular. Si las afiliaciones masivas en otros puntos de España en los que CCOO funcionaban desde hacía algunos años desbordaron las previsiones en un primer instante, mucho más en una provincia como la almeriense que despertaba de su letargo político, social, económico y sindical.

De hecho, mientras que 1977 fue el año en que constituyeron oficialmente sus sindicatos en aquellos sectores en los que poseían cierto bagaje como movimiento opositor y/o negociador, no sería hasta 1978 cuando comenzaron a expandirse a otros sectores y zonas de la provincia. Este año resulta fundamental por dos hechos, la celebración del I Congreso Provincial en el mes de abril y los comicios sindicales de principio de ese año en los que obtuvieron resultados muy favorables.

Aunque desde 1976 las tareas propias del secretario general provincial eran desempeñadas por Diego González Marín,29 en el congreso celebrado los días 29 y 30 de abril de 1978 fue puntualmente con esta central sindical, si bien, no llegó a formar parte de su plantilla, máxime cuando tras militar en el PSP pasó a engrosar después las filas del PSOE –(Fernández Amador y Quirosa-Cheyrouze Muñoz, 2004)-). Además, en la asesoría jurídica trabajarían Guillermo, incorporado a la plantilla en junio de 1977 para ocuparse de las nóminas y liquidaciones, y Manolo. (Comunicado de los miembros del despacho, 30-XI-1978. AHCCOO). 24. En el BOE número 143 de 16 de junio de 1977 apareció una orden de 30 de mayo del Ministerio de Trabajo por la que se disponía fuese de aplicación al comercio en general, con ámbito nacional, el convenio colectivo sindical homologado para esta actividad en la provincia de Almería en 31 de marzo de 1977 y publicado en BOP número 87 de 18 de abril de 1977. La Voz de Almería, 22-VI-1977, página 10. 25. En el acto de presentación intervinieron Mery García como responsable del sindicato de comercio, Adolfo Mora, Julio Rey y Manuel Marín, organizadores de esta central. En el orden del día se abordaron aspectos como las dificultades económicas por las que atravesaba esta central sindical, se definió como independiente de cualquier partido o ideología política y se corroboró su apuesta por la unidad sindical y la necesidad de colaborar con otros sindicatos en pro de los intereses de los trabajadores. La Voz de Almería, 29-VI-1977, página 15. 26. La Voz de Almería, 23-VI-1977, página 14. 27. Entrevista a Diego González Marín ya citada. 28. Según José María Torres Tripiana, a la Asamblea de Barcelona de julio de 1976 sí que asistieron representantes de Almería apoyando la conversión a sindicato. Sin embargo, en ese proceso no todos estuvieron siempre de acuerdo, en tanto que hubo algunos abogados laboralistas que no veían favorablemente la transformación de CCOO en una Confederación. (Entrevista a Diego González Marín ya citada). Por otra parte, hay autores que señalan que el debate sobre la naturaleza de CCOO no llegaría a las bases (R. Vega García, 1995). 29. En los primeros momentos fue su hermano José González el que se ocuparía de desarrollar tareas de dirección, pues junto a Baldó sería uno de los primeros en contactar con las CCOO de Sevilla para organizar este sindicato en Almería. (Martínez Foronda, 2003). Ese primer encuentro tuvo lugar en 1974 en el pantano de Cubillas (Granada) con Rancel y Zamora, después de un intento fallido al equivocarse en el lugar de encuentro. Más tarde sería el responsable de entregar el primer bono de 25 pesetas, algo así como el primer carnet para los afiliados, manteniéndose como responsable del sindicato hasta que en 1976 se hizo cargo del mismo su hermano. (Entrevista a José González Marín ya citada).

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reelegido en este cargo de manera oficial,30 manteniéndose en el mismo hasta 1982.31 Este congreso recogía el testigo del celebrado en el sector de la enseñanza a principios de ese mismo mes.32 De hecho, dada la situación que vivía el sector, las preocupaciones por la enseñanza fue una constante en el desarrollo del provincial. Además, otras resoluciones hicieron hincapié en la necesidad de establecer una Ley de Acción Sindical que permitiera hacer llegar la democracia a todas las empresas.

En ese momento CCOO de Almería contaba con afiliados en 56 pueblos de la provincia, de ahí la imperante necesidad de crear uniones locales. Sin duda alguna, este congreso sirvió para hacer un balance de su organización y estructura sindical, máxime cuando ya también conocían los resultados de las elecciones celebradas al inicio del año. Sobre éstas llegó a reconocerse que, a pesar de la victoria sobre UGT, “los resultados de CCOO en Almería eran menores en proporción a los resultados nacionales”.33 Evidentemente, esto ha de explicarse por dos motivos relacionados entre sí, de un lado la tardía incorporación de la sociedad almeriense al mundo asociativo político y sindical, y de otro el conservadurismo de la provincia expresado en las urnas al otorgar mayoría de votos a la UCD (R. Quirosa-Cheyrouze y Muñoz, 2002).

Por último, señalar que este encuentro congresual sirvió también para poner de relieve el principal problema existente en Almería, el paro (aunque podría extrapolarse al resto del país dado la crisis económica que se atravesaba), en tanto que de una cifra de 45.000 trabajadores estimaban que cerca de 15.000 no tenían empleo.

En cuanto a las elecciones sindicales, se presentaron como la oportunidad de romper definitivamente con el pasado sindical verticalista. Se presentaron más de 200 solicitudes, siendo aceptadas por los empresarios en su mayoría. CCOO dio comienzo su campaña electoral con un acto en las naves de SALTUA en el que intervendrían Sartorius representando al secretariado estatal y Diego González como secretario provincial, con el fin de obtener además fondos para su mantenimiento. Asimismo, representantes del campo como Antonio Palacios (Jerez) y Carmelo Acuma (Sevilla) vinieron a la provincia para tomar contacto con los jornaleros e iniciar así una intensa campaña que permitiese a Comisiones adentrarse en un sector hasta entonces poco conocido.34

30. La ejecutiva estuvo formada por Pedro Baldó Vizcaíno (Celulosa); Rafael Florido López; Javier Ayestarán Amunárriz (pesca); José María Torres Tripiana (comercio); José Luis Sampedro; Pedro Alonso (metal); Luis Barranco (mármol); José Díaz; José López Martínez; Manuel Baldó; Bernabé Zamora; Juan Carmona; Miguel Esteban; Francisco Moya; Juan García Gil; Ángela Ruiz López; Fina Jiménez Betancourt; Antonio Cuevas; Juan Arenas (Celulosa); Antonio Márquez; Miguel Alarcón; Guillermo Monerri (construcción); Regina Montero (enseñanza); Fermina Martínez (enseñanza). Como delegados al Congreso Regional de Andalucía se eligieron, además del secretario general, a Pedro Baldó Vizcaíno, Javier Ayestarán, Manuel Baldó, Rafael Florido, José María Torres Tripiana, José Orozco, José López Martínez, Mery García, quedando como suplentes Fina Jiménez, Ángela Ruiz, Regina Giménez, Luis Barranco y Mariano Marín. IDEAL, 2-V-1978, páginas 15 y 16. Además, se creó un secretariado en el que, junto a Diego González, se designó a Pedro Baldó para la organización, José Orozco (banca) para las finanzas y Torres Tripiana para la secretaría de formación. (Entrevista a José María Torres Tripiana ya citada). 31. En este periodo hubo un año en que tuvo que ser sustituido en la secretaría general por José María Torres Tripiana, pues él se hizo cargo de la secretaría general del PCE. (Entrevista a Diego González Marín ya citada). 32. El sindicato de la enseñanza de CCOO fue uno de los primeros en constituirse, en tanto que esto tuvo lugar durante el periodo aún de ilegalidad. Desde entonces había luchado por una mayor estabilidad de los interinos, la ocupación de todas las vacantes, normalización en la adjudicación de las escuelas, eliminación de las comisiones de servicio, etc. La Voz de Almería, 9-IV-1978, página 13. 33. I Congreso Provincial de CCOO de Almería, 29 y 30 de abril de 1978, AHCCOO. 34. En 1979 CCOO intervendría en la negociación del primer convenio de productos Hortícolas a través de José María Torres Tripiana. Además, fue fundamental la colaboración de Jerónimo Molina, representante del PCE y perteneciente a COEXPHAL. (Entrevista a José María Torres Tripiana ya citada).

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Además de los resultados tan positivos obtenidos, cuyo análisis merecería un estudio monográfico que permitiese una comparativa con las elecciones de otros años y de otras zonas del país, estos comicios fueron el despegue de la expansión provincial de Comisiones Obreras en Almería. Este desarrollo geográfico puso de manifiesto a su vez algunos de los principales problemas de este sindicato, despertando determinados recelos de las comarcales hacia la Unión Provincial.

Uno de los primeros focos en los que CCOO consiguió abrirse camino fue en la zona del mármol, donde los canteros Luis Pastor Pérez35 y José Molina desarrollaron una importante labor sindical en Macael. Otros pueblos pertenecientes al partido judicial de Purchena que contaban a finales de 1978 con uniones locales eran: Serón, Albanchez, Líjar, Chercos, Cóbdar, Bayarque y Fines.

Con motivo del debate constitucional Comisiones Obreras desarrolló una serie de reuniones en las comarcales en las que manifestaron su postura favorable a la Carta Magna, a la par que trataron sobre los Pactos de la Moncloa, de la oposición de la UGT a la unidad sindical y, sobre todo, de los problemas de organización existentes en su seno. En todos los casos existía una raíz común, el incumplimiento en el pago de las cuotas, lo que suponía carencias materiales e infraestructurales que retroalimentaban a su vez el desánimo de las personas encargadas de mantener la actividad sindical en la zona. Por lo general, se solía acusar a la provincial de cierto abandono. Así, desde la comarcal de Cuevas de Almanzora36 se afirmaba que “si un tiempo tuvieron alrededor de unos doscientos afiliados y ahora están más reducidos es debido a la poca asistencia prestada por parte de la provincial y a tener individuos poco preparados (…)”.37 En la comarcal de Tabernas se hablaba de una deficiencia en la propaganda, mientras que en Albox ni siquiera se pudo celebrar reunión por hallarse el local cerrado y no asistir nadie.

El levante almeriense conoció también una implantación bastante irregular. Así, la comarcal de Vera se constituiría con la presencia de Luis Barranco que disertó sobre la Constitución y la negociación colectiva, mientras que Fina Jiménez hizo lo propio con las elecciones municipales.38 Una de las prioridades establecidas en esta reunión fue la creación de la 35. En junio de 1979 ocuparía la secretaría general de esta comarcal; Francisco Martínez Fernández, secretario de finanzas; Pedro Alias Miras y Francisco Pastor Soto, subsecretarios de finanzas; Luis Pastor Pérez, Francisco Godoy Pérez y Juan Martínez Expósito, responsables de acción sindical; Elena Pérez Guevara, secretaria de administración; Enrique Lamarca Parra y Daniel Rubio Jiménez, responsables de la sección de pensionistas y María Encarnación Begoña Moreno Rojo y José Aceituno Merino en organización. Acta conservada en el AHCCOO. Esta comarcal contaba en julio de 1978 con 600 afiliados, aunque “económicamente andaban más bien flojos, porque todavía no tenemos la conciencia de clase los trabajadores para pagar todos los meses una cuota que es nada y menos”. Además, una de sus principales quejas era que la provincial aún no les habían enviado los libros para que sus compañeros pudiesen llevar a cabo las tareas propias de una asesoría laboral. Es más, rechazaban la presencia de los magistrados de la central, en tanto que entendían que “el sindicato lo hacen los trabajadores y no los abogados”. Carta enviada a la Unión Provincial desde la comarcal de Macael el 6 de julio de 1978, AHCCOO. 36. En este municipio del levante almeriense CCOO consiguió afianzarse después de la “huelga del tomate”. Juan Antonio Romero y José María Torres Tripiana fueron los principales responsables de la misma, motivo por el que llegaron a ser detenidos por la Guardia Civil. El convenio resultante de las negociaciones fue bastante positivo para los trabajadores, pues se consiguió un salario mínimo, el establecimiento de unas condiciones de contratación, etc. Este éxito supuso la implantación definitiva de Comisiones Obreras en la zona, no sólo en este sector, sino también en el de la hostelería, llegando a ganar las elecciones de 1980 localidades cercanas como Mojácar, Turre y Vera (Entrevista a José María Torres Tripiana ya citada). 37. En esta reunión mantenida el 14 de octubre de 1978 se puso de manifiesto que los problemas internos derivaban de la falta en los cobros a los afiliados. Además, se hizo constar que los delegados de personal normalmente no solían hacer uso de las 40 horas sindicales. No obstante, también se trataron asuntos de carácter laboral como el relacionado con la empresa “Aglomerados Martínez”, en la que de una plantilla de 50 trabajadores muy pocos estaban dados de alta en la seguridad social. Para tratar estos temas intervinieron Sebastián Plaza y Encarnación Caparrós, conocida en la zona por ser maestra de EGB en la comarca. Acta conservada en el AHCCOO. 38. Los responsables que resultaron elegidos fueron Juan Hernández como secretario general, Juan Miguel Pérez Simón, Francisco Javier Quintanilla y Luis Ferrer. Acta conservada en el AHCCOO.

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unión local de Carboneras, dado el gran volumen de trabajadores que allí se concentraba.39 Sin embargo, también se carecía de estructura sindical en Antas, Bédar, Los Gallardos, Garrucha, Lubrín, Mojácar y Turre.

Su influencia en el sector del comercio le permitiría adentrarse en determinados centros de manipulación de productos agrícolas dependientes de este convenio, a pesar de que en principio la UGT actuaba en este sector ofreciendo cobertura jurídica a los trabajadores.40 Entre 1978 y 1980 se produciría esta expansión de Comisiones por el poniente almeriense.41 Sin embargo, en otros municipios de la zona lo haría en sectores tan dispares como el de los trabajadores de las salinas y un poco entre los de hostelería de Roquetas de Mar o entre los pescadores en el caso de Adra.42

En 1980 se celebraría un Congreso Extraordinario en el que se volvía a poner de manifiesto cuál continuaba siendo uno de los principales problemas de este sindicato, en tanto que se preguntaban “¿Qué participación han tenido estos delegados de Comisiones Obreras dentro de nuestro sindicato? Compañeros si tenemos que esclarecer los hechos, podríamos decir a esto que muy poca, no se han efectuado y conseguido esas cuarenta horas mensuales que nos pertenecen para hacer vida sindical y de empresa”.43

Además, señalaban como uno de los motivos de la desmoralización y la apatía de los trabajadores la aprobación de los Pactos de la Moncloa. Añadían que “los Ayuntamientos44 pueden jugar un papel importante en alejar la apatía con un acercamiento de los trabajadores. En algunos ayuntamientos se están dando pasos a través de reuniones periódicas con partidos, centrales, asociaciones, ciudadano, etc. o con boletines de radio, prensa. Se trataría además de congratularse por la presencia de la izquierda en los ayuntamientos, hacerles ver el peligro de caer en los caminos estrechos y burocráticos de los ediles anteriores y que potencien el acercamiento donde ya lo hayan iniciado. Lo comiencen allí donde aún no esté suficientemente hecho. Así como la puesta en funcionamiento de la comisión de los fondos para el desempleo”. Por su parte, desde las CCOO deberían “fomentar la acción sindical para hacer decaer el carácter de gestoría, de reducción de problemas jurídicos que no se resuelven ni bien ni a tiempo, debido a la permanencia de los mismos personajes en la Magistratura, en las Delegaciones que en la dictadura, lo que aumenta la apatía del trabajador al no ver resuelto su problema de forma inmediata. Se trataría de que los comités de empresa, las secciones sindicales tengan capacidad jurídica para, directamente, resolver el problema y no entrar en el camino enrevesado, largo y frustrante de la judicatura”.45

Es más, estos problemas se ponían de manifiesto en las cifras arrojadas en el informe de la secretaría de organización de la Unión Provincial de Almería en junio de 1980. De esta manera, en esa fecha contaban con tan sólo 16 uniones locales. En cuanto a los sindicatos provinciales, estaban constituidos los de comercio, metal, transportes, pensionistas, construcción, mar, madera, sanidad, papel y artes gráficas, enseñanza y hostelería, es decir, en los sectores que concentraban mayor número de mano de obra a través de algunas de las empresas más importantes de la capital como Celulosa (200 trabajadores), Residencia Sanitaria (1.300 trabajadores), Alsina Graells (300 39. En este municipio se encontraba la Central Térmica, cuya importancia en la zona quedó constatada cuando en 1980 fueron despedidos cinco trabajadores; se declaró una huelga general y se desarrolló una manifestación por todo el municipio que finalizarían, no obstante, con importantes mejoras en las condiciones de trabajo (La Voz de Almería, 15-X-1980, página 14). Dos años más tarde, el encierro y la huelga de hambre de varios trabajadores de la térmica hicieron saltar a este municipio de nuevo a la primera fila de la información sociolaboral. A principio de septiembre se resolvería el conflicto, tal y como ha quedado constatado en La Voz de Almería, 1-IX-1982, página 4. 40. IDEAL, 4-I-1978, página 1. 41. A la altura de 1978 existían uniones locales en El Ejido, Adra, Aldeilla y Dalías, estando pendientes de constituirse en Darrical, Beninar, Berja y Dalías. Acta conservada en el AHCCOO. 42. Entrevista a Diego González Marín ya citada. 43. Además, la ejecutiva provincial elegida estaba formada por: Diego González Marín (secretario general); Rafael Florido, José María Torres Tripiana, Pedro Baldó, Luis Barranco, Juan Arenas, Serafín Montoya, Rafael Torres Tripiana, Francisco Delgado, Javier Ayestarán, José Antonio Sánchez, Francisco Gómez, Concha Márquez, Miguel García, José López, Ginés (de banca) y Ángeles Ruiz. Acta del Congreso Extraordinario conservada en el AHCCOO. 44. La transición democrática en los municipios almerienses está siendo estudiada por Mónica Fernández Amador en su tesis doctoral: “El poder municipal en Almería durante la Transición a la democracia”. 45. Acta del Congreso ya citada.

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empleados), Marín Rosa (200 trabajadores) o Talleres Cabezuelo (100 obreros). El número de afiliados se estimaba en 9.500, de los que tan sólo 4.500 habían renovado el carnet, siendo la media de cotización de un 45%.46

A modo de conclusión…

Tal y como adelantábamos en la introducción, al llegar el periodo de la Transición a la democracia el movimiento sindical de oposición poseía una gran capacidad de movilización que quedaría constatada especialmente en 1976 y 1979, años de gran conflictividad laboral. Sin embargo, estaban desprovistas de una estructura que les permitiese afrontar las nuevas circunstancias. Sin duda alguna, las Comisiones Obreras constituyen el ejemplo más claro de ello, en tanto que, a pesar de haber sido la principal fuerza de oposición durante el franquismo y de su tránsito de movimiento sociopolítico a central sindical, arrastró serios problemas organizativos.47

Así ha quedado constatado en el caso de Almería, singular por la tardanza en su creación aunque con similitudes respecto al resto del país basadas en la imbricación entre su desarrollo y el éxito en huelgas y negociaciones colectivas. En la provincia almeriense, CCOO encontró factores que retrasaron su expansión y que les mantuvo durante los primeros años en torno a aquellos sectores en los que trabajaban sus principales líderes (comercio y enseñanza principalmente). El primero de estos elementos fue el secano asociativo existente entre los almerienses, por no hablar de una práctica inexistencia de grandes industrias o centros de trabajo. A esta apatía política y sindical, se uniría la cercanía con los patronos al tratarse de pequeñas empresas (esto mismo sucedería en otras zonas como Jaén), así como la identificación de Comisiones Obreras con el Partido Comunista.48 Además, hay que tener en cuenta el conservadurismo de los ciudadanos almerienses plasmado en los resultados electorales de 1977 y 1979.

Tal y como afirma el profesor Balfour, “esta tendencia a subordinar el trabajo sindical a la movilización más o menos política perduró en la época de la transición. Cuando ya era evidente que el cambio político se haría a través de un proceso de negociación con elementos reformistas del régimen, se subordinó la tarea de construir un nuevo movimiento sindicales a la de crear las condiciones para el desarrollo de los partidos de izquierda (…)” (S. Balfour, 1990, p. 18). De hecho, tal y como llegan a recordar algunos líderes almerienses de CCOO, a pesar de que el sindicato creció mucho más hasta la legalidad, el partido terminó retroalimentándose del mismo.

El desencanto constatado en los informes internos de Comisiones Obreras en Almería marcaría sin duda alguna el modelo sindical democrático. Es más, “los problemas actuales del sindicalismo español derivan, sobre todo, de la crisis económica y la profunda reestructuración del sistema productivo. Derivan también de las deformaciones del sindicalismo franquista. Pero ha pesado también negativamente la herencia de la lucha antifranquista” (S. Balfour, 1990, p. 18).

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46. Informe de la secretaría de organización de la U. P. de Almería, 10 de junio de 1980. AHCCOO. 47. De hecho, en el caso de Jaén, a pesar de que tras la aparición de la Unión Sindical jiennense se presagiaba un crecimiento importante, éste se vería frenado por el conflicto que se dio en MSA (Martínez López y Cruz Artacho, 2003, p. 178). 48. La vinculación entre PCE y CCOO en Andalucía fue bastante clara (Martínez López y Cruz Artacho, 2003, p. 189).

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