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UNIVERSIDAD DE EL SALVADORFACULTAD DE JURISPRUDENCIA Y CIENCIAS SOCIALES
ESCUELA DE CIENCIAS JURÍDICASDEPARTAMENTO DE CIENCIAS POLÍTICAS Y SOCIALES
CURSO DE INVESTIGACIÓN SOCIAL I GRUPO “B”
CICLO I 2012
LIC. ERICK NAPOLEÓN LÓPEZ.
INVESTIGACIÓN BIBLIOGRÁFICA O DOCUMENTAL
PRESENTADO POR:
AM12053 ALVARADO MARROQUÍN, GUADALUPE DEL CARMEN.
BC12004 BARAHONA CONTRERAS, JOSÉ ALEJANDRO.
MO12010 MENJÍVAR ORELLANA, SULMA BEATRÍZ.
MS12011 MOLINA SILVA, MARÍA LUISA.
PV12001 PONCE VENTURA, KARLA PATRICIA.
CIUDAD UNIVERSITARIA, 13 DE JUNIO DE 2012.

Introducción.
El contenido de nuestra investigación gira sobre la Autoridad de
Monseñor Romero en la denuncia de las injusticias cometidas contra los
sectores más vulnerables de la sociedad salvadoreña, que ha sido realizada
por: Alejandro Barahona, Guadalupe Alvarado, Karla Ponce, María Luisa
Molina y Sulma Menjívar.
Teniendo como objetivo de la investigación aplicar las técnicas de
investigación aprendidas en clases de forma correcta para ser capaces de
presentar una Investigación Bibliográfica Documental valiosa y concisa.
Nuestro propósito es ofrecer una visión distinta de lo que normalmente
se conoce de Monseñor Romero, descentralizando la sola idea de su
asesinato aún impune, sino basándonos en el verdadero significado de su
sacrificio, la denuncia que él proclamaba, la lucha por la defensa de los que
son maltratados. Dándole un énfasis a sus obras.
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Nuestro documento aborda los principales datos bibliográficos de
Monseñor Oscar Arnulfo Romero, así mismo el contexto social, político y
religioso en las décadas de los años 70 y 80 que rodearon el pensamiento y
acción de Monseñor, detallando la llegada de Monseñor Romero como
arzobispo de San Salvador, las expectativas de su liderazgo, y su posterior
conversión para analizar las denuncias contra las injusticias cometidas la
sociedad salvadoreña.
Con el propósito de esta investigación tenemos aplicar las técnicas de
investigación aprendidas en clases de forma correcta para ser capaces de
presentar una investigación bibliográfica documental valiosa y concisa.
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I. Tema.
AUTORIDAD DE MONSEÑOR
OSCAR ARNULFO ROMERO
EN LA DENUNCIA DE LAS
INJUSTICIAS Y ATROPELLOS
COMETIDOS CONTRA LOS
SECTORES MÁS
VULNERABLES DE LA
SOCIEDAD SALVADOREÑA
DURANTE EL PERÍODO QUE
FUNGIÓ COMO ARZOBISPO

DE SAN SALVADOR.
II. Desarrollo Capitular.
1. Biografía de Monseñor Oscar Arnulfo Romero.
Oscar Arnulfo Romero nació en Ciudad Barrios, departamento de San
Miguel, el 15 de agosto de 1917, 1 día de la Asunción de la Virgen María. Su
familia era humilde y con un tipo modesto de vida. Desde pequeño, Oscar
fue conocido por su carácter tímido y reservado, su amor a lo sencillo y su
interés por las comunicaciones. A muy temprana edad sufrió una grave
enfermedad que le afectó notablemente en su salud.
En el transcurso de su infancia, en ocasión de una ordenación
sacerdotal a la que asistió, Oscar habló con el padre que acompañaba al
recién ordenado y le manifestó sus grandes deseos de hacerse sacerdote.
Su deseo se convirtió en una realidad, ingresó al Seminario Menor de
San Miguel y a pesar de las dificultades económicas que pasaba la familia
para mantenerlo en el seminario, Oscar avanzó en su idea de entregar su
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vida al servicio de Dios y del pueblo. Estudió con los padres Claretianos en
el Seminario Menor de San Miguel desde 1931 y posteriormente con los
padres Jesuitas en el Seminario San José de la Montaña hasta 1937.
1 Delgado, Acevedo Jesús. Oscar A. Romero. Biografía. Segunda Edición. Talleres Gráficos UCA. 1994. Pág. 13
En el tiempo que estalló la II Guerra Mundial, fue elegido para ir a
estudiar a Roma y completar su formación sacerdotal y seguramente su
elección se debió a la integridad espiritual e inteligencia académica
manifestada en el seminario.
Fue ordenado sacerdote a la edad de 25 años en Roma, el 4 de abril
de 1942. Continuó estudiando en Roma para completar su tesis de Teología
sobre los temas de ascética y mística, pero debido a la guerra, tuvo que
regresar a El Salvador y abandonar la tesis que estaba a punto de concluir.
Regresó al país en agosto de 1943.2 Su primera parroquia fue
Anamorós en el departamento de La Unión. Pero poco tiempo después fue
llamado a San Miguel donde realizó su labor pastoral durante
aproximadamente veinte años.
El padre Romero era un sacerdote sumamente caritativo y entregado.
No aceptaba obsequios que no necesitara para su vida personal. Ejemplo de
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ello fue la cómoda cama que un grupo de señoras le regaló en una ocasión,
la cual regaló y continuó ocupando la sencilla cama que tenía.
Dada su amplia labor sacerdotal fue elegido Secretario de la Conferencia
Episcopal de El Salvador3 y ocupó el mismo cargo en el Secretariado
Episcopal de América Central.
2 Baró, Ignacio Martín; Sobrino, Jon. La voz de los sin voz. “La palabra viva de Monseñor Oscar Arnulfo Romero”. Tercera Edición, volumen 6. San Salvador, El Salvador. Editorial Universidad Centroamericana "José Simeón Cañas" UCA. 1987.
3 Loc. Cit.
El 25 de abril de 1970, la Iglesia lo llamó a proseguir su camino
pastoral elevándolo al ministerio episcopal como Obispo Auxiliar de San
Salvador4, que tenía al ilustre Mons. Luis Chávez y González como
Arzobispo y como Auxiliar a Mons. Arturo Rivera Damas. Con ellos
compartiría su desafío pastoral y en el día de su ordenación episcopal
dejaba claro el lema de toda su vida: “Sentir con la Iglesia”.
Esos años como Auxiliar fueron muy difíciles para Monseñor Romero.
No se adaptaba a algunas líneas pastorales que se impulsaban en la
Arquidiócesis y además lo aturdía el difícil ambiente que se respiraba en la
capital.
También fue nombrado director del semanario Orientación, y le dio al
periódico un giro notablemente clerical. Este “giro” le fue muy criticado por
algunos sectores dentro de la misma Iglesia, considerándolo un “periódico
sin opinión”.
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En El Salvador la situación de violencia avanzaba, con ello la Iglesia se
edificaba en contra de esa situación de dolor, por tal motivo la persecución a
la Iglesia en todos sus sentidos comenzó a cobrar vida.
4 Baró, Ignacio Martín; Sobrino, Jon. La voz de los sin voz. “La palabra viva de Monseñor Oscar Arnulfo Romero”. Tercera Edición, volumen 6. San Salvador, El Salvador. Editorial Universidad Centroamericana "José Simeón Cañas" UCA. 1987.
5 Op. Cit. 14
Luego de muchos conflictos en la Arquidiócesis, la sede vacante de la
Diócesis de Santiago de María fue su nuevo camino. El 15 de octubre de
1974 fue nombrado obispo de esa Diócesis y el 14 de diciembre tomó
posesión de la misma. Monseñor Romero se hizo cargo de la Diócesis más
joven de El Salvador en ese tiempo. En junio de 1975 se produjo el suceso
de “Las Tres Calles”6.
El informe oficial hablaba de supuestos subversivos que estaban
armados; las ‘armas’ no eran más que las biblias que los campesinos
portaban bajos sus brazos.
En ese momento, los sacerdotes de la Diócesis, sobre todos los
jóvenes, pidieron a Monseñor Romero que hiciera una denuncia pública
sobre el hecho y que acusara a las autoridades militares del siniestro, Mons.
Romero no había comprendido que detrás de las autoridades civiles y
militares, detrás del mismo Presidente de la República, Arturo Armando
Molina que era su amigo personal, había una estructura de terror, que
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eliminaba de su paso a todo lo que pareciera atentar los intereses de “la
patria” que no eran más que los intereses de los sectores pudientes de la
nación. Mons. Romero creía ilusamente en el Gobierno, éste era su grave
error. Poco a poco comenzó a enfrentarse a la dura realidad de la injusticia
social.
6 i. e. Donde un grupo de campesinos que regresaban de un acto litúrgico fue asesinado sin compasión alguna, incluso a criaturas inocentes.
Los amigos ricos que tenía eran los mismos que negaban un salario
justo a los campesinos; esto le empezó a incomodar, la situación de miseria
estaba llegando muy lejos como para quedarse esperando a una solución de
los demás. La situación se agudizó y las relaciones entre el pueblo y el
gobierno se fueron agrietando.
En medio de ese ambiente de injusticia, violencia y temor, Mons.
Romero fue nombrado Arzobispo de San Salvador el 3 de febrero de 1977 y
tomó posesión el 22 del mismo mes, en una ceremonia muy sencilla. Tenía
59 años de edad y su nombramiento fue para muchos una gran sorpresa, el
seguro candidato a la Arquidiócesis era el auxiliar por más de dieciocho años
en la misma, Mons. Arturo Rivera Damas: “la lógica de Dios desconcierta a
los hombres”7.
El 12 de marzo de 1977, se dio la triste noticia del asesinato del padre
Rutilio Grande, un sacerdote amplio, consciente, activo y sobre todo
comprometido con la fe de su pueblo. La muerte de un amigo duele, Rutilio
fue un buen amigo para Monseñor Romero y su muerte le dolió mucho: “un
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mártir dio vida a otro mártir”.
Su opción comenzó a dar frutos en la Arquidiócesis, el clero se unió en
torno al Arzobispo, los fieles sintieron el llamado y la protección de una
Iglesia que les pertenecía, la “fe” de los hombres se volvió en el arma que
desafiaría las cobardes armas del terror.
7 Cfr. R. Cardenal BARÓ, Ignacio Martín; SOBRINO, Jon. La Voz de los Sin voz. Pág. 11La situación se complicó cada vez más. Un nuevo fraude electoral
impuso al general Carlos Humberto Romero para la Presidencia. Una
protesta generalizada se dejó escuchar en todo el ambiente.
En el transcurso de su ministerio Arzobispal, Mons. Romero se convirtió
en un implacable protector de la dignidad de los seres humanos, sobre todo
de los más desposeídos; esto lo llevaba a emprender una actitud de
denuncia contra la violencia, y sobre todo a enfrentar cara a cara a los
regímenes del mal.
Sus homilías se convirtieron en una cita obligatoria de todo el país cada
domingo. Desde el púlpito iluminaba a la luz del Evangelio los
acontecimientos del país y ofrecía rayos de esperanza para cambiar esa
estructura de terror.
Los primeros conflictos de Monseñor Romero surgieron a raíz de las
marcadas oposiciones que su pastoral encontraba en los sectores
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económicamente poderosos del país y unido a ellos, toda la estructura
gubernamental que alimentaba esa institucionalidad de la violencia en la
sociedad salvadoreña, sumado a ello, el descontento de las nacientes
organizaciones político-militares de izquierda, quienes fueron duramente
criticados por Mons. Romero en varias ocasiones por sus actitudes de
idolatrización y su empeño en conducir al país hacia una revolución.
A raíz de su actitud de denuncia, Mons. Romero comenzó a sufrir una
campaña extremadamente agobiante contra su ministerio arzobispal, su
opción pastoral y su personalidad misma, cotidianamente eran publicados en
los periódicos más importantes, editoriales, campos pagados, anónimos,
etc., donde se insultaba, calumniaba, y más seriamente se amenazaba la
integridad física de Mons. Romero. La “Iglesia Perseguida en El Salvador” se
convirtió en signo de vida y martirio en el pueblo de Dios.8
Este calvario que recorría la Iglesia ya había dejado rasgos en la
misma, luego del asesinato del padre Rutilio Grande, se sucedieron otros
asesinatos más.
Por último fueron asesinados los padres Rafael Palacios y Alirio
Napoleón Macias. La Iglesia sintió en carne propia el odio irascible de la
violencia que se había desatado en el país.9
Resultaba difícil entender en el ambiente salvadoreño que un hombre
tan sencillo y tan tímido como Mons. Romero se convirtiera en un
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“implacable” defensor de la dignidad humana y que su imagen traspasara las
fronteras nacionales por el hecho de ser: “voz de los sin voz”. 10
8 BARÓ, Ignacio Martín 1987. La Voz de los Sin voz. Pág. 17 – 239 Ibiddem10 Ibid, pág. 43
Muchas de los sectores poderosos y algunos obispos y sacerdotes se
encargaron de manchar su nombre, incluso llegando hasta los oídos de las
autoridades de Roma. Mons. Romero sufrió mucho esta situación, le dolía la
indiferencia o la traición de alguna persona en contra de él.
Ya a finales de 1979 Monseñor Romero sabía el inminente peligro que
acechaba contra su vida y en muchas ocasiones hizo referencia de ello
consciente del temor humano, pero más consciente del temor a Dios a no
obedecer la voz que suplicaba interceder por aquellos que no tenían nada
más que su fe en Dios: los pobres.
Uno de los hechos que comprobó el inminente peligro que acechaba
sobre la vida de Mons. Romero fue el frustrado atentado dinamitero en la
Basílica del Sagrado Corazón de Jesús, en febrero de 1980, el cual hubiera
acabado con la vida de Monseñor Romero y de muchos fieles que se
encontraban en el recinto de dicha Basílica
El domingo 23 de marzo de 1980 Mons. Romero pronunció su última
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homilía, la cual fue considerada por algunos como su sentencia de muerte
debido a la dureza de su denuncia: “en nombre de Dios y de este pueblo
sufrido... les pido, les ruego, les ordeno en nombre de Dios, CESE LA
REPRESION”, que en nuestra opinión fue la bomba que provocó las
turbulencias de lo que acontecería a su asesinato.
Ese 24 de marzo de 1980 Monseñor Oscar Arnulfo Romero Galdámez
fue asesinado de un certero disparo, mientras oficiaba la Eucaristía en la
Capilla del Hospital La Divina Providencia.
Fue enterrado el 30 de marzo y sus funerales fueron una manifestación
popular de compañía, sus queridos campesinos, las viejecitas de los
cantones, los obreros de la ciudad, algunas familias adineradas que también
lo querían, estaban frente a la catedral para darle el último adiós,
prometiéndole que nunca lo iban a olvidar. Raramente el pueblo se reúne
para darle el adiós a alguien, pero él era su padre, quien los cuidaba, quien
los quería, todos querían verlo por última vez.
Tres años de fructífera labor arzobispal habían terminado, pero una
eternidad de fe, fortaleza y confianza en un hombre bueno como lo fue
Mons. Romero habían comenzado, el símbolo de la unidad de los pobres y
la defensa de la vida en medio de una situación de dolor había nacido.11
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11 BARÓ, Martín Ignacio. La Voz de los Sin voz. Pág. 14
2. Contexto Social, Político y Religioso de la Realidad Nacional en
los años de 1970 y 1980.
a)Situación Política en el contexto de Monseñor Romero, finales
de los años 70 y principios de la década de los 80.
Durante la década de 1970, El Salvador se transformó progresivamente
en un hervidero social. La falta de libertades, la abismal brecha entre ricos y
pobres (el 10% de la población disfrutaba del 80% de las riquezas del país),
sumados a la creciente tensión internacional entre occidente y el bloque co-
munista, contribuían a caldear el país.
En 1970, surgieron las Fuerzas Populares de Liberación "Farabundo
Martí" (FPL), una escisión del Partido Comunista Salvadoreño (fundado
en1930). En febrero de 1971, el "Grupo", una organización formada por estu-
diantes universitarios, (antecedente del Ejército Revolucionario del Pueblo,
ERP) secuestró y dio muerte al empresario Ernesto Regalado Dueñas, en la
primera acción armada de un grupo de izquierda revolucionaria.12

En las elecciones del 20 de febrero de 1972, la oposición civil conformó
la coalición denominada Unión Nacional Opositora (UNO) que presentó
como candidato presidencial, al ex alcalde de San Salvador, José Napoleón
Duarte.
12 David Escobar Galindo, El duelo por el "Duelo" Pág. 105
Luego de los comicios, el Consejo Central de Elecciones, declaró
ganador al candidato oficial, Coronel Arturo Armando Molina. La UNO realizó
denunciadas reiteradas sobre un fraude electoral de grandes proporciones:
Estudios hechos con posterioridad han mostrado que de forma
fraudulenta el Consejo Central de Elecciones suspendió el conteo y
finalmente declaró que el coronel Molina había obtenido la mayoría sobre la
UNO.13
El 25 de marzo de 1972, en protesta por el fraude, un grupo de jóvenes
militares trató fallidamente de dar un golpe de estado. El fracaso de la
oposición electoral contribuyó a acelerar el proceso de radicalización social y
a engrosar las filas de las recientemente fundadas organizaciones
guerrilleras.14 En febrero de 1977, en un nuevo proceso electoral calificado
como fraudulento fue elegido presidente el general Carlos Humberto
Romero.
En 1975 se constituyeron las Fuerzas Armadas de la Resistencia
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Nacional (FARN), como escisión del ERP y en 1976 surgió el Partido
Revolucionario de los Trabajadores Centroamericanos. Estos grupos
armados mantuvieron una relación de cooperación con las organizaciones
obreras, campesinas y estudiantiles (los llamados frentes de masas).
13 Historia de El Salvador, Tomo II, pág. 23414 ibíd. pág. 240
b) Situación de la Iglesia en el contexto de Monseñor Romero,
finales de la década de los 70 y principios de la década de los 80.
La campaña de persecución contra la iglesia, en la que intervenían
tanto el gobierno como la gran empresa privada, iba dirigida contra
sacerdotes, congregaciones religiosas, instituciones y organismos
vinculados con la Iglesia y, ciertamente, contra todos los seglares
comprometidos en labores eclesiásticas, muy específicamente contra
catequistas y predicadores de la palabra campesinos.
En el momento en que Monseñor Romero es elegido Arzobispo de San
Salvador, la imprenta del Arzobispado, la librería San Pablo y la Universidad
Centroamericana han sido ya objeto de varios atentados de bombas; la
campaña de difamación por diferentes periódicos, televisión y radio ha
alcanzado cimas inconcebibles; seis clérigos han sido expulsados del país,
dos de ellos tras ser torturados, y la casa de un sacerdote diocesano ha sido
allanada por los cuerpos de seguridad.15

El mismo Monseñor Chávez había sido violentamente atacado por los
medios de comunicación, acusándole de permitir y promover las “predicas
comunistas” y la incitación a la violencia de las organizaciones campesinas.
15 BARÓ, Martín Ignacio. La Voz de los Sin voz. 1987 Pág. 15, 16
La iglesia en el contexto que la rodeaba, era una instancia subversiva
al interior de un orden social fundado precisamente en la injusticia, la
explotación y la opresión de las mayorías por parte de unos pocos.16
De ahí que, ante la renuncia de Monseñor Chávez al Arzobispado de
San Salvador, tanto el gobierno como la oligarquía salvadoreña sometieran
al vaticano a presiones a fin de que su sucesor fuera un hombre de la entera
confianza del poder establecido, alguien más preocupado de mantener la
concordia de los gobernantes de turno que por promover la vida cristiana en
el pueblo de Dios.17
“La persecución es algo necesario en la iglesia. ¿Saber por qué?
Porque la verdad siempre es perseguida. Jesucristo dijo ¨si a mí me
persiguieron también os perseguirán a vosotros¨ y por eso cuando un día le
preguntaron al papa León XIII, cuales son las notas que distinguen a la
iglesia católica, el papa dijo ya las cuatro conocidas: una santa católica y
apostólica, agradecemos otra –les dijo el papa-, ya perseguida no puede
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vivir la iglesia que cumple con su deber sin ser perseguida“18
16 BARÓ, Martín Ignacio. La Voz de los Sin voz. 1987 Pág. 1617 BARÓ, Martín. Op cit. Pág.18 18 vid. Publicaciones Pastorales del Arzobispado. Día a Día con Monseñor Romero. Homilía
29-05-1977
c) Fin de la cooperación mutua del Estado Iglesia y militares.
La cooperación mutua del estado iglesia y militares se desarrollo en el
salvador prácticamente sin ningún desafío hasta 1977 cuando surge un
nuevo elemento en escena que fue el nombramiento de Óscar Arnulfo
romero como arzobispo de la diócesis más grande el país san salvador
para sorpresa de la oligarquía que había apoyado su candidatura y lo
consideraba un sacerdote conservador así como de sacerdotes y religiosos
activos en el movimiento de liberación quienes expresaron desencanto con
su nombramiento.19
3. Elección de Monseñor Romero como Arzobispo de San Salvador.
El nombramiento de Monseñor Romero como arzobispo de San Salva-
dor, el 23 de septiembre de 1977 es una sorpresa negativa ara el sector re-
novador que esperaban el nombramiento de Monseñor Rivera y una alegría
para el gobierno que veía en este religioso de 59 años un posible freno a la

actividad de compromiso con los más pobres que estaban desarrollando la
Arquidiócesis.20
19 N. del E Easton, Helen May. La Autoridad de Monseñor Romero en la Lucha del Pueblo Salvadoreño. Pág. 35
20 Pbro. Ricardo, Pablo. La Fuerza Espiritual de la Palabra. Pág. 3
El 22 de febrero de 1977, Mons. Romero tomó posesión del cargo de
Arzobispo de San Salvador en una ceremonia sencilla celebrada en la capilla
del Seminario Mayor de San José de la Montaña, a la que asistieron el nun-
cio apostólico Mons. Emmanuelle Gerada y los demás obispos de El Salva-
dor. Ese mismo día, el gobierno anunció que varios religiosos que se halla-
ban fuera del país, entre ellos el español Benigno Fernández S. J. y el nica-
ragüense Juan Ramón Vega Mantilla, no debían regresar.21
El 5 de marzo, durante una asamblea especial de los obispos, se eligió
a Mons. Romero como vicepresidente de la Conferencia Episcopal de El Sal-
vador y se preparó un comunicado para denunciar la persecución de la Igle-
sia en el país.
En nuestro país, El Salvador, el gobierno militar y las familias económi-
camente poderosas, ejercieron fuertes presiones al Vaticano para asegurar-
se que el nombramiento del nuevo arzobispo de San Salvador recayera so-
bre una persona que respondiera más a la visión tradicional de la Iglesia,
que a la nueva. Pero no contaban con la profunda espiritualidad de Oscar
Arnulfo Romero Galdámez, con su fidelidad absoluta a la Iglesia institucional,
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y con su inmensa humildad, que le permitirían acercarse y conocer los sufri-
mientos de los pobres de su país.22
21 sig. El Faro, "Así matamos a monseñor Romero" Entrevista al Capitán Álvaro Saravia. Paág. 9822 DELLA ROCCA, Roberto Morozzo Monseñor Romero. Vida, pasión y muerte en El
Salvador4. Conversión de Monseñor Romero.
Su llegada como Arzobispo de San Salvador, se creía que era el
candidato perfecto para el cargo religioso, visto como una figura
conservadora, no revolucionaria.23
El gobierno pensó que su liderazgo sería pasivo ante los
sufrimientos y atropellos que padecía el pueblo salvadoreño en esa
época, en efecto, Monseñor Romero se comportó en sus inicios como se
esperaba, tímido y pasivo a la realidad salvadoreña, se limitaba a sus
funciones litúrgicas.24 Pero no recordamos a Monseñor Romero como por
su pasividad sino por su espíritu activo, en pro de los oprimidos.
Se ha llegado a hablar de una “Conversión de Monseñor Romero”,
es decir el cambio que le dio de su pasividad a su lucha proactiva. Se
cree que este cambio se dio por el asesinato del Pbro. Rutilio Grande,
quién era una figura importante en la vida de Monseñor Romero y en la
vida del pueblo salvadoreño. 25
Fue un sacerdote que se caracterizaba por defender la injusticia y
derechos de los campesinos, a los que algunos poderosos pensaban
como un incentivo para la insurrección de la población por lo que tomaron

la decisión de asesinarlo.26
23 BARÓ, Ignacio Martín 1987. La Voz de los Sin voz. Pág. 1624 Ibidem25
Ibid. Pág.1726
Vid.María López Vigil, Piezas para un retrato, UCA Editores, primera edición, 1993. .
a) Influencia de Rutilio Grande en el pensamiento de Monseñor
Romero.
El 12 de marzo de 1977, el P. Rutilio Grande, S. J., amigo íntimo de
Mons. Romero, fue asesinado en la ciudad de Aguilares junto a dos
campesinos. Grande llevaba cuatro años al frente de la parroquia de
Aguilares, donde había promovido la creación de comunidades cristianas de
base y la organización de los campesinos de la zona. El propio presidente de
la República informó a Mons. Romero sobre la muerte de Grande,
prometiendo una investigación sobre los hechos. El arzobispo reaccionó a
este asesinato convocando a una misa única, para mostrar la unidad de su
clero. Esta misa se celebró el 20 de marzo en la plaza Barrios de San
Salvador, a pesar de la oposición del nuncio apostólico y de otros obispos.27
La muerte de Rutilio Grande, sacudió a Monseñor Romero pensaba
que su amigo había muerto como Jesucristo “predicando la verdad” ante la
muerte de Pbro. Rutilio Grande, Monseñor se lleno de una fuerza que lo
llevó a asumir la autoridad por la defensa de las injusticias de la época. Unió
muchas fuerzas por lograr un cambio social. Quería que la iglesia funcionaria
según sus principios verdaderos.28
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27 Delgado, Acevedo Jesús. Oscar A. Romero. Biografía. Segunda Edición. Talleres Gráficos UCA. 1994. Pág. 28
28 Ibidem
b) Muerte de Rutilio Grande y conversión de Monseñor Romero.
En 1978 y 1979, cambió su predicación y pasó a defender los derechos
de los desprotegidos.29 Monseñor Romero denunció en sus homilías los
atropellos contra los derechos de los campesinos, de los obreros, de sus
sacerdotes, y de todas las personas que recurrieran a él, en el contexto de
violencia y represión militar que vivía el país.
En sus homilías posteriores a la muerte de Rutilio Grande, recurrió sin
temor a los textos de la Conferencia de Medellín, y pidió una mayor justicia
en la sociedad.30
Durante los tres años siguientes, sus homilías, transmitidas por la radio
diocesana YSAX, denunciaban la violencia tanto del gobierno militar como
de los grupos armados de izquierda.31
Señaló especialmente hechos violentos como los asesinatos cometidos
por escuadrones de la muerte y la desaparición forzada de personas,
cometida por los cuerpos de seguridad. En agosto de 1978, publicó una
carta pastoral donde afirmaba el derecho del pueblo a la organización y al
reclamo pacífico de sus derechos.32
29 La Prensa Gráfica, 10 de febrero de 1977, loc. cit La palabra queda, pág. 13
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30 cfr. Revista Proceso de la UCA, Monseñor Romero en Westminster, 15 de agosto de 2007.31 La Prensa Gráfica, op cit. Pág 14 32 Ibid
5. La autoridad de Monseñor Romero en la lucha por el pueblo
salvadoreño.
a) Romero utilizó la autoridad que el cargo le confiere.
b) Opción preferencial por los pobres.
c) Convencimiento al pueblo para que salgan de su pasividad.
d) Romero ve a Dios entre los pobres.
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6. Denuncia proclamadas por el Arzobispo.
Las homilías de Monseñor Romero, son conocidas por las denuncias
hechas en público, respecto a la violación de los derechos del pueblo
acometidos por la fuerza armada en la década de los 70 y parte de los 80.
a. Homilías.
Sus homilías fueron el principal elemento de denuncia pública y de
contención de la represión que azotaba al país durante esa época. Por ello,
los círculos civiles y militares de derecha percibían a Monseñor Romero
como un enemigo peligroso. Sus homilías irritaban profundamente a estos
círculos por incluir recuentos de violaciones a los derechos humanos.
Monseñor Romero lucho siempre por la justicia, en la manera que
conoció al pueblo salvadoreño lo inspiro a velar por el bien de este, fue
considerado la “La voz de los sin voz”,1 “Si uno vive un cristianismo que es
muy bueno, pero que no encaja con nuestro tiempo, que no denuncia las
injusticias, que no proclama el reino de Dios con valentía, que no rechaza el
pecado de los hombres, que consiste por estar bien con ciertas clases
sociales, no está cumpliendo su deber, esta pecando, está traicionando su
misión. La iglesia esta puesta para convertir a las personas. No para decirles

que está bien todo lo que hacen; y por eso, naturalmente cae mal”.2
Baró, Ignacio Martín; Sobrino, Jon. La voz de los sin voz. Pág 41 Id.
Para Monseñor Romero la iglesia no tenia porque ocultar las injusticias
que estaban sucediendo, en cambio pensaba que era atreves de la iglesia
como la gente podía denunciar los crímenes de la fuerza armada cometía
contra los campesinos.
Así mismo consideraba que la violencia era un gran problema y el cual
no estaba fácil resolver, “Hay mucha violencia, hay mucho odio, hay mucho
egoísmo. Cada uno cree tener la verdad y echarle la culpa de los males al
otro. Nos hemos polarizado. La palabra ya corre corrientemente como una
realidad que se vive, sin darnos cuenta; cada uno esta polarizado, se ha
puesto un polo de ideas intransigentes, incapaces de reconciliación, odiamos
a muerto, no es ese ambiente necesitado como nunca del gran cariño de
Dios de la gran reconciliación.”3
Para Monseñor Romero el capitalismo pone al dinero como dios,
importando solamente el dinero, sin importar el sufrimiento de quienes no lo
pueden adquirir fácilmente y son quienes más necesidades presentan “Un
pueblo, un hombre, donde la ternura de Dios se ha disipado donde interesa
que no exista Dios para hacer injusticias, para cometer el pecado que Dios
castiga, es inspiración de un ateísmo practico, y por eso, ateo no solo es el
marxismo, ateo practico también es el capitalismo. Ese endiosar el dinero, es
idolatría, ese poner ídolos falsos para sustituir al Dios verdadero. Vivimos
tristemente en una sociedad atea.”4

3. Baró, Ignacio Martín; Sobrino, Jon. La voz de los sin voz. 4. Id.
En cada homilía reflexionaba la situación que vivía la población, le
preocupaba la participación de la iglesia en cuanto a que papel
desempeñaba esta para ayudar a los necesitados, los marginados, los
campesinos que tanto sufrían, para él “La iglesia no puede ser sorda”.5
La iglesia tenía que escuchar las necesidades del pueblo para poder
ayudarles, a aquellos que tanto lo pedían, su intención era despertar a la
iglesia, aprender a escuchar y ver la realidad que estaba compuesta de
opresión y marginación por parte de los gobernantes hacia el pueblo.
Expresaba lo que el pueblo necesitaba escuchar porque para él “La
Palabra es Fuerza”,6 de esta manera logro movilizar a muchos pueblos les
proyecto la esperanza de luchar por una vida digna, sin marginación y
explotación.
Todas sus palabras buscaban proyectar la necesidad de unidad y así
mismo hacia “Denuncia a las injusticias”,7 porque el cristianismo vivido tenía
que encajar con el tiempo, tenía que denunciar y hacer conciencia sobre las
clases sociales.
5. Baró, Ignacio Martín; Sobrino, Jon. La voz de los sin voz. “La palabra viva de Monseñor

Oscar Arnulfo Romero”. Tercera Edición, volumen 6. San Salvador, El Salvador. Editorial Universidad
Centroamericana "José Simeón Cañas" UCA. 1987.
6. Id.
7. Id.
Expresaba que para él lo importante era despertar al pueblo, sin
importar que algunos lo odiarán “Queridos hermanos sobre todo ustedes
queridos hermanos que me odian, ustedes mis queridos hermanos que
creen que yo estoy predicando de violencia y me calumnia y saben que no
es así, ustedes que tiene las manos manchadas de crimen que tienen la
manos manchadas de atropello, de injusticia, ¡conviértanse! los quiero
mucho me dan lástima, porque van por camino de perdición.”8
Los gobernantes por muchos años habían abusado del pueblo, en este
periodo las persecuciones aumentaban porque a ellos no les convenía que
la gente luchara por lo que siempre había merecido, “La persecución es
algo necesario en la iglesia. ¿Saber por qué? Porque la verdad siempre es
perseguida. Jesucristo dijo “si a mí me persiguieron también os perseguirán
a vosotros” y por eso cuando un día le preguntaron al papa León XIII,
aquella inteligencia maravillosa de principios de nuestro siglo, cuales son las
notas que distinguen a la iglesia católica, el papa dijo ya las cuatro
conocidas: una santa católica y apostólica “agradecemos otra –les dijo el
papa-, ya perseguida no puede vivir la iglesia que cumple con su deber sin
ser perseguida.”9

8. Baró, Ignacio Martín; Sobrino, Jon. La voz de los sin voz. Op. Cit.
9. Baró, Ignacio Martín; Sobrino, Jon. La voz de los sin voz. Op. Cit.
Estaba claro que cuando él hablaba al pueblo de todo lo que estaba
pasando y que el pueblo muchas veces lo ignoraba, los miembros de las
clases altas lo veían diferente ya no lo veían igual “La verdad nos hace
odiados”,10 muchos dirigentes comenzaron a opinar diferente respecto a
quien era Monseñor Romero, y de parte de quienes este estaba, mientras
que el solo estaba con quienes lo necesitaban, el pueblo.
La iglesia tenía que marcar la pauta y tenía que ser una “Iglesia
Profética”,11 evangelizar pero enmarcada con la realidad, profetizar sin
discriminación alguna, tenía que ser libertadora no opresora.
Tanto crimen cometido a tanto inocente que lo único que buscaba era
mejorar dignamente su estatus de vida atreves del trabajo, no tenía que
quedar en la impunidad, mientras los grandes gobernantes le robaba a este
mismo pueblo, hectáreas de tierra, los obligaban a trabajar por salarios
inhumanos que no les ajustaba par la canasta básica, “No hay crimen que se
deje sin castigo. El que a espada hiere, a espada muere, habiendo la biblia.
Todos aquellos atropellos del poder de la patria no se pueden quedar
impunes.”12
10. Baró, Ignacio Martín; Sobrino, Jon La voz de los sin voz. “La palabra viva de Monseñor
Oscar Arnulfo Romero”. Tercera Edición, volumen 6. San Salvador, El Salvador. Editorial Universidad
Centroamericana "José Simeón Cañas" UCA. 1987.
11. Id.

12. Id.
b. Acciones diplomáticas de Monseñor Romero en busca del
apoyo internacional para la defensa del pueblo salvadoreño.
Cualquier evento reunión o evento social podía interpretarse por los
militares salvadoreños como una amenaza a la seguridad nacional y por lo
mismo les daba el aval para responder con una masacre de civiles con la
plena aprobación del estado para cualquier salvadoreño que se arriesgara a
reclamar su condición de sujeto y a salirse del papel impuesto por el estado
Romero utilizo la autoridad que el cargo le confería para exigir cambios
dramáticos en el funcionamiento de la sociedad no se contentaba con
simples propuestas de cambio que fueran apelativos del creciente
descontento del pueblo sino que exigía el fin del control hegemónico
oligárquico.
Ya que las dos formas de autoridad presentes en el salvador desde
1977 cuando Romero fue nombrado arzobispo hasta marzo de 1980 cuando
fue asesinado la primera y más violenta forma de autoridad está
representada por la oligarquía compuesta por sectores de los militares, la
iglesia y otras instituciones civiles y la segunda se ubica en el ministerio del
arzobispo Romero.

Poco a poco Monseñor Romero a lo largo de su vida, fue destacándose
como persona, su interés por ayudar a los demás lo llevaba a relacionarse
con personas que les interesaba ayudar a mejorar la situación del país,
muchos por estas acciones también pesaban diferente sobre él, “Ayer supe
allá, por Santiago de María, que ya, según algunos amigos míos, yo he
cambiado, que yo ahora predico la revolución, el odio, la lucha de las clases
que soy comunista, A ustedes les costa cual es el lenguaje de mi
predicación, Un lenguaje que quiere sembrar esperanza, que denuncia, Si, la
injusticia de la tierra, los abusos del poder, pero no con odio sino con amor
llamado a la conversión.”13
La situación del país no mejoraba en cambio a finales de la década de
los 70, todo era más trágico y algunos gobernantes le ofrecían su ayuda,
“Muchas gracias, señor presidente, por escucharme, pero también quiero
agradecerle el haber ofrecido el proporcionarme protección si yo lo
solicitaba, se lo agradezco pero quiero repetir aquí mi posición: que no
busco yo nunca mis ventajas, sino que busca el bien de mis sacerdotes y de
mi pueblo…”14
Algunos acontecimientos importantes que podemos destacar son
algunas visitas de comunicadores importantes como lo fue un Jueves, 2 de
agosto de 1979,
“Por la noche visita de un norteamericano periodista, que representada
tres periódicos, junto con la productora de la embajada de Estados Unidos.

13. Publicaciones Pastorales del Arzobispado. Día a Día con Monseñor Romero. Meditaciones
para todo el año. Segunda Edición. Talleres de Imprenta Criterio. San Salvador, El Salvador. Julio de
1999.
14. Id.
Mantuvimos un dialogo muy interesante sobre lo que la iglesia piensa
acerca de la violencia y de la esperanza que trata de sembrar en esta
situación de país.”15
Aprovechando las buenas relaciones con otros países Monseñor
Romero se contacto con un embajador en un Jueves, 12 de octubre, “Hoy
tuve la visita del señor embajador Británico, quien se mostro muy interesado
en conocer la situación de la iglesia, y en general, de el salvador, sobre todo
de las relaciones de la iglesia con el gobierno”.16
De algunas visitas monseñor Romero obtenía resultados positivos,
pero de algunas otras veía que no obtenía la ayuda que esperaba, pues los
funcionarios y autoridades lo veían muy involucrado según ellos en política.
Los funcionarios estadounidenses los visitaban con el afán de conocer
mejor los acontecimientos del país ya que era difícil conocerlos, y
posteriormente buscar soluciones asi que un Miércoles, 18 de junio de 1979,
“Entre las visitas más destacadas de esta mañana, la del señor John Mc
Award, de justicia y paz de Estados Unidos. Una interesante conversación
en el deseo de querer servir desde los miembros de la embajada de Estados
unidos y miembros de justicia y paz a la línea de derechos en nuestra

arquidiosis”17
15. Publicaciones Pastorales del Arzobispado. Día a Día con Monseñor Romero. Meditaciones para todo el año. Segunda Edición. Talleres de Imprenta Criterio. San Salvador, El Salvador. Julio de 1999. pág. 236
16. Ibíd., p. 58
17. Op. Cit.
Así mismo un Viernes, 16 de noviembre de 1979, recibe visitas
importantes, “Han llegado al Arzobispado varios grupos de personas que se
han sentido damnificadas por actos violentos de grupos extremistas de
izquierda. Resulta así que la izquierda se ha vuelto más represiva que las
represiones que estaba denunciando antes. Nos hemos solidarizado con
todos estos obreros y trabajadores que han sufrido consecuencias graves en
su situación familiar y económica.”18
En enero de 1980, Monseñor Romero le escribió al presidente
estadounidense Jimmy Carter rogándole que cesara la ayuda económica y
militar a El Salvador. En su carta, Monseñor le señaló: "Está siendo usado
(el dinero) para oprimir a mi pueblo". 19 EL gobierno de los Estados Unidos
había estado enviando millones de dólares en ayuda militar cada mes.
Monseñor Romero recalcaba que los Estados Unidos debería de entender la
posición de las fuerzas armadas que estaban a favor de la oligarquía, que
cometían brutalidades entre la población urbana y rural y que la ayuda
tendría que cesar. Sus cartas y súplicas fueron ignoradas. Juegos de dichas
cartas, Monseñor Romero recibió una infinidad de amenazas en contra de su
vida y decidió que sus colegas sacerdotales no lo acompañaran más en

público por razones de seguridad.
17. Monseñor Oscar Arnulfo Romero. Su Diario.Talleres De Imprenta Criterio. San Salvador, El
Salvador.Enero 2000, p. 224.
18. Ibíd., p. 308
19. Op. Cit.
7. Causas del asesinato de Monseñor Romero.
a. Romero ha convertido la conciencia cristiana del país.
En un espacio para la reflexión, el recuerdo y la actualización del
legado del Arzobispo mártir. Se trata de un legado, el suyo, rico en
implicaciones de todo tipo: socio-políticas, históricas, educativas y morales.
Reflexionar sobre los valores que Mons. Romero sus acciones que
marcaron su desempeño como Arzobispo de San Salvador en los
convulsivos años setenta hasta su muerte, en marzo de 1980.
Los valores de Monseñor Romero que nos interesan destacar son esos
valores fundamentales de su que hacer como pastor y como ciudadano
consciente de sus obligaciones en un país atravesado por graves conflictos y
desigualdades socio-económicas. Su fidelidad a la verdad y su compromiso
con la justicia, lo hacen admirable para el pueblo así como sino valores de
los que poco que se habla, pero que son centrales para entender la
magnitud de su figura moral.20

20. www.uca.edu.sv/publica/cartas,Ecos de Monseñor Romero severo: El Salvador estaba
edificado sobre la miseria y la exclusión de la mayor parte de sus miembros. El país construido desde
los intereses de los poderosos era un país inhumano.
La dignificación de los demás, especialmente de las víctimas de
abusos de los poderosos. La obligación con los demás (con los otros) tuvo
en Monseñor Romero una clara dirección: trabajar por su dignificación, lo
cual suponía un compromiso con su humanización. Privilegió, en su labor
humanizadora, a quienes eran violentados en su humanidad por estructuras
de poder injustas y excluyentes.
No es otro el sentido de la expresión “opción preferencial por los
pobres” que Monseñor Romero –inspirado en Medellín y Puebla—hizo suya
y tradujo a la realidad salvadoreña.21
La búsqueda de coherencia entre la palabra y la acción. Nada más
difícil que esa coherencia, sobre todo en los tiempos actuales cuando está
de moda obrar de espaldas a lo que se predica. Monseñor Romero se
esforzó por hacer que su predicación sobre la dignificación de las víctimas
no fuera sólo retórica, sino que su que hacer pastoral estuviera en sintonía
con aquélla. Eso tuvo costos para él, siendo el mayor de ellos la pérdida de
su vida. Y es que la coherencia entre palabra y acción, cuando ambas
apuntan a lograr una mayor justicia, está mal vista por los poderosos de
todos los tiempos. Por el lado contrario, la incoherencia es bien vista y, más
aún, es fomentada a través del chantaje y los favores económicos y
políticos.22

Mirar la realidad del país desde quienes están en peor situación, es
decir, desde las víctimas.
21. Reflexiones sobre el documento de Medellín (1968).
22. www.uca.edu.sv/publica/cartas,Ecos de Monseñor Romero severo: El Salvador estaba
edificado sobre la miseria y la exclusión de la mayor parte de sus miembros. El país construido desde
los intereses de los poderosos era un país inhumano.
Lo normal en la época de Monseñor Romero, y en la nuestra, es que
desde los círculos de poder económico, político y religioso la realidad se
viera desde quienes estaban en la cima de la pirámide social.
Monseñor Romero hizo lo opuesto y desafió a los poderosos a que
miraran a las víctimas y que desde ellas juzgaran al país que teníamos en
ajuiciar la realidad nacional con una palabra firme y clara. En nuestro tiempo
otra de las modas es la ambigüedad en lo que se dice, no sólo para ser
“políticamente correctos”,23 sino para quedar bien con todos y que nadie
pueda reprocharnos una expresión ofensiva o cuestionadora.
En tiempos de Monseñor Romero, la moda no era la ambigüedad en lo
que se decía, sino la proclamación contundente de mentiras sobre la
pobreza, la violencia y la injusticia. A sabiendas de que afirmar lo contrario a
lo proclamado por los poderes de turno era peligroso, lo hizo. Sin
ambigüedades, llamó a las cosas por su nombre y lo hizo de tal forma que
todos entendieron lo que quería decir.

El pueblo veía que cada día que pasaba Monseñor Romero, les
predicaba mas la realidad del país, por lo tanto todas sus predicas con el
tiempo fueron teniendo resultado, la gente de muchos lugares se organizo y
comenzó otra etapa de lucha en nuestro país.24
23. n.b
24. n.b
b. Romero se gano la atención del
pueblo.
La preocupación por la justicia social de Mons. Romero hace que este
hombre, esta persona humana, sea un santo para nuestros días. Llevamos
demasiado tiempo en El Salvador sin que se emprenda una verdadera
andadura sólida, eficiente y estructuralmente eficaz que permita avanzar hacia
el desarrollo social.
A pesar de que los años trascurren, el país no logra avanzar cada día la
gente tiene más necesidades, y no se ven las maneras de cómo solucionar
este gran problema. No existen las condiciones eficaces para alcanzar el
desarrollo. Ni la izquierda ni la derecha ni el centro político celebraron con
propuestas dignas de consideración el día mundial de la justicia social,
acaecido en febrero pasado. En muchas celebraciones se ha oído la consigna,
“queremos obispos como Mons. Romero”.25
Por su puesto la gente quería que la Iglesia les animara proponiéndoles

su figura como verdadero santo. Santo en cuanto persona identificada con
Cristo y que nos señala hoy, en el día a día de nuestra existencia, el camino de
la fidelidad al Evangelio, del amor a los más pobres y olvidados, y del hambre y
sed de justicia de las bienaventuranzas. Tenía razón el cardenal Silvestrini: “No
podemos esperar 50 años” “Ustedes son la imagen del Divino Traspasado, del
que nos habla la primera lectura en un lenguaje profético, misterioso, pero que
representa a Cristo clavado en la cruz, y atravesado con la lanza”.26
25. En las Homilías de Monseñor Romero, el pensamiento teológico-pastoral, Universidad
Pontificia Comillas, Facultad de Teología, Departamento de teología moral y praxis cristiana, Madrid.
26. Id.
12. Asesinato de Monseñor Romero.
Los hechos de el lunes 24 de marzo de 1980, un asesino profesional -
la Comisión de la Verdad no logró en su investigación determinar quién fue
este francotirador-, por orden del entonces Mayor Roberto D’Aubuisson, líder
de los Escuadrones de la Muerte, dio muerte con un solo disparo al
Arzobispo de San Salvador, Monseñor Oscar Arnulfo Romero Galdámez, en
plena celebración de la misa, en la capilla del Hospital de la Divina
Providencia de San Salvador. Horas antes, D’Aubuisson se había reunido
con el entonces Capitán Alvaro Saravia, con Fernando Sagrera y con el
Capitán Eduardo Avila en la residencia de Alejandro Cáceres en San
Salvador.
Cáceres informó a los presentes que Monseñor Romero oficiaría una
misa ese mismo día y opinó que sería una buena oportunidad para asesinar

al Arzobispo. Fue entonces cuando D’Aubuisson ordenó el asesinato de
Monseñor Romero y dejó a Saravia a cargo del operativo. El Capitán Avila, al
observar que se necesitaba un francotirador, se ofreció a encargarse de
contactarlo por medio de Mario Molina. Los detalles de esta reunión, en la
cual D’Aubuisson y sus cómplices acordaron el asesinato de Monseñor
Romero se basan en el testimonio de Amado Garay, entonces motorista de
Alvaro Saravia, quien estuvo presente en la reunión y que fue quien condujo
al francotirador en el auto desde donde se disparó contra Monseñor
Romero.27
27.www.uca.edu.sv/publica/cartas/media/archivo/
af1b86_pag69ecosderomero.pdf
Después de conseguir al francotirador, por orden del Capitán Avila,
Garay condujo al individuo en un volkswagen rojo al Hospital de la Divina
Providencia y se estacionó frente a la capilla en donde Monseñor Romero se
encontraba celebrando misa. El desconocido, de barba, le ordenó a Garay
agacharse y simular una reparación. Al hacerlo, Garay escuchó un disparo,
volteó y vio al sujeto, quien "sostenía un fusil con ambas manos con
dirección al lado derecho de la ventana trasera derecha del vehículo,
sintiendo en el momento un olor a pólvora." Así lo expresó Garay en su
declaración ante la Comisión de Investigación de Hechos Delictivos el 19 de
noviembre de 1987. La bala, un solo proyectil calibre 22, hirió de muerte a
Monseñor Romero causándole una profusa hemorragia. 28

Todo había sido planeado por estos criminales que sabían perfectamente
que Monseñor Oscar Arnulfo Romero comenzó a formar parte de la
autoridad en las denuncias de las injusticias en contra de los sectores más
vulnerables de la sociedad salvadoreña, y sabían que si Monseñor no
paraba los les iva a causar más problemas.
L a población sufría y sabia que lo que el arzobispo decía era la verdad,
porque eran ellos los que estaban viviendo las violaciones y maltratos,
sabían también que Monseñor Romero era su guía que él no le temía a los
oligarcas y gobernantes.
28.www.uca.edu.sv/publica/cartas/media/archivo/
af1b86_pag69ecosderomero.pdf
a) Amenazas de muerte dirigidas a Monseñor Romero
La oligarquía salvadoreña no le convenía que el pueblo salvadoreño
apreciara y valorara las palabras de Monseñor Romero, con el tiempo él se
había convertido en lo que los gobernantes no querían, ya lo veían como
enemigo, como obstáculo
No sorprende, entonces, que al hecho de su asesinato aquí
denunciado antecedieran una serie de calumnias, amenazas y atentados en
contra de su vida. Un mes antes de su muerte, a fines de febrero, Monseñor

Romero se reunió con varios colaboradores de la segunda Junta de
Gobierno y les hizo mención de amenazas en contra de su persona. En esa
misma ocasión, comentó que la amenaza le parecía seria, y en privado diría
incluso que "ni siquiera en los tiempos del General Romero tuve tanto
miedo".29
En esos días, Monseñor Romero recibió también un aviso de
amenazas de similar seriedad de parte del Nuncio Apostólico en Costa Rica,
Monseñor Lajos Kada. Posteriormente, el sábado 22 y el domingo 23 de
marzo, las religiosas que atendían el Hospital de la Divina Providencia,
donde vivía el Arzobispo, recibieron llamadas telefónicas anónimas que
amenazaban de muerte al prelado.
De todo esto, Monseñor Romero había dejado constancia en su homilía
dominical del 24 de febrero de 1980.
29. De la Locura a la Esperanza: la guerra de los Doce Años en El Salvador: Reporte de la Co-
misión de la Verdad para El Salvador, 1993.
Al referirse a una de estas amenazas dijo entre otras cosas: "Esta
semana me llegó un aviso de que estoy yo en la lista de los que van a ser
eliminados la próxima semana. Pero que quede constancia de que la voz de
la justicia nadie la puede matar ya."30
Catorce días antes de su muerte, el 10 de marzo de 1980, la Unidad de
Explosivos y Demoliciones de la Policía Nacional descubrió una bomba
cerca del altar mayor tras el púlpito en la Basílica del Sagrado Corazón, en

San Salvador, en donde Monseñor Romero había celebrado misa la noche
anterior en memoria del abogado Mario Zamora Rivas, líder político y
Procurador General, que había sido asesinado por los Escuadrones de la
Muerte.
La bomba, que no explotó, fue encontrada dentro de un maletín que
contenía 72 candelas de dinamita con su respectivo dispositivo, suficientes
para matar a varios de quienes oficiaban en el altar y de quienes estaban
ubicados en las primeras bancas del templo. La investigación de este
incidente concluyó que el tipo de bomba era un artefacto nunca antes
utilizado por subversivos.
Irónicamente, en su homilía del día antes de su muerte, el 23 de marzo de
1980, Monseñor Romero comentó el mandamiento "No matarás," e hizo un
llamado a la Fuerza Armada y a los cuerpos de seguridad del país para que
cesaran la represión en contra del pueblo. El propio día de su asesinato, la
homilía era en memoria de la madre de un amigo suyo, Jorge Pinto, dueño
del periódico opositor "El Independiente." 31
30. Loc. Cit.
31. Loc. Cit.
b) Asesinato de Monseñor Romero.
Desde su asesinato en 1980 romero se ha ganado el epíteto de mártir
dando como resultado que muy poco trabajo se ha realizado a fin de
examinar su ministerio más allá de su evidente popularidad y el compromiso

por alcanzar la justicia.
En octubre de 1979, recibió con cierta esperanza las promesas de la
nueva administración de la Junta Revolucionaria de Gobierno, pero con el
transcurso de las semanas, volvió a denunciar nuevos hechos de represión
realizados por los cuerpos de seguridad.
Un día antes de su muerte, hizo un enérgico llamamiento al ejército
salvadoreño:
“Yo quisiera hacer un llamamiento, de manera especial, a los hombres
del ejército. Y en concreto a las bases de la Guardia Nacional, de la policía,
de los cuarteles... Hermanos, son de nuestro mismo pueblo. Matan a sus
mismos hermanos campesinos. Y ante una orden de matar que dé un
hombre, debe prevalecer la ley de Dios que dice: "No matar". Ningún
soldado está obligado a obedecer una orden contra la Ley de Dios. Una ley
inmoral, nadie tiene que cumplirla. Ya es tiempo de que recuperen su
conciencia, y que obedezcan antes a su conciencia que a la orden del
pecado. La Iglesia, defensora de los derechos de Dios, de la Ley de
32. De la Locura a la Esperanza: la guerra de los Doce Años en El Salvador: Reporte de
la Comisión de la Verdad para El Salvador, 1993.
Dios, de la dignidad humana, de la persona, no puede quedarse
callada ante tanta abominación”.32 “Queremos que el gobierno tome en serio
que de nada sirven las reformas si van teñidas con tanta sangre. En nombre

de Dios y en nombre de este sufrido pueblo, cuyos lamentos suben hasta el
cielo cada día más tumultuosos, les suplico, les ruego, les ordeno en nombre
de Dios: Cese la represión” 33
El día lunes 24 de marzo de 1980 fue asesinado cuando oficiaba una
misa en la capilla del hospital de La Divina Providencia en la colonia
Miramonte de San Salvador. Un disparo hecho por un francotirador impactó
en su corazón, momentos antes de la Sagrada Consagración. Al ser
asesinado, tenía 62 años de edad. Sus restos mortales descansan en la
cripta de la Catedral Metropolitana de San Salvador.
El asesinato de Monseñor Romero se remonta a la década de los años
20 en este pequeño país. Pequeños grupos clandestinos comunistas empe-
zaron a surgir en El Salvador en 1925 y para 1930, ya habían adquirido fuer-
za política. El genio detrás de todo este movimiento clandestino era Agustín
Farabundo Martí, quien como estudiante en la Universidad Nacional, empe-
zó a demandar y a criticar el gobierno corrupto del General Maximiliano Her-
nández Martínez.34
Martí fue expulsado del país y se unió a su amigo Augusto Sandino en
su lucha en
33. En las Homilías de Monseñor Romero, el pensamiento teológico-pastoral, Universidad
Pontificia Comillas, Facultad de Teología, Departamento de teología moral y praxis cristiana, Madrid.
34. Id.

Nicaragua. Poco tiempo después regresó a El Salvador, donde empezó
una revolución Marxista a nivel estudiantil y en áreas rurales. Pero el Gene-
ral
Maximiliano Martínez, presidente de la república, ordenó su captura y
su ejecución junto a otros cientos de salvadoreños. Este hecho se conoce
como "La Matanza de 1932". Desde entonces, la milicia adquirió mucha fuer-
za y apoyo político de la oligarquía.35
Siguiendo el ejemplo de la revolución cubana de 1959, el Partido Co-
munista Salvadoreño inició en la década de los 60 una campaña política en
contra del gobierno. Al mismo tiempo, el clero católico y miembros del Parti-
do Demócrata Cristiano empezaron a desafiar al gobierno y a apoyar la for-
mación de ligas campesinas y otras federaciones. Esto trajo mucha tensión
entre el gobierno y, para principios de 1977, los líderes comunistas se ha-
bían multiplicado, fundando un sin fin de movimientos izquierdistas como el
Frente de Liberación Popular (FPL), el Bloque Popular Revolucionario
(BPR), las Ligas Populares 28 de Febrero (LP-28), el Ejército Revolucionario
del Pueblo (ERP) y el Frente de Acción Popular Unificado (FAPU) entre
otros. Eventualmente estos grupos se unieron para la década de los 80 bajo
un sólo nombre: el Frente Farabundo Martí para la Liberación Popular
(FMLN). Fue durante estos años que los eventos políticos de El Salvador
empezaron a ser influenciados por otros eventos en el exterior. La tensión
durante estos días era demasiada y la violencia brotó en todo el país.

35. En las Homilías de Monseñor Romero, el pensamiento teológico-pastoral, Universidad
Pontificia Comillas, Facultad de Teología, Departamento de teología moral y praxis cristiana, Madrid.
Manifestaciones en las calles, secuestros, asesinatos y bombas eran
parte de la vida diaria de los salvadoreños.36
El asesinato del 12 de Marzo de 1977 por parte de la Guardia Nacional
del sacerdote jesuita Rutilio Grande, cambió la vida de Monseñor Romero. A
partir de este hecho, Monseñor Romero se dedicó a denunciar los abusos de
los derechos humanos de los pobres y los actos inhumanos cometidos por
los escuadrones de la muerte y de otras fuerzas paramilitares, supuestamen-
te bajo el mando del Mayor Roberto D'Aubuisson.
El domingo 23 de marzo de 1980 marcó el inicio de la Semana Santa
en El Salvador y como siempre, la catedral de San Salvador rebalsaba de fe-
ligreses que fielmente esperaban oir la misa y homilía de Monseñor Romero.
Ese mismo domingo, el sermón fue difundido a través de la emisora de la Ar-
quidiócesis Salvadoreña, YSAX. Durante su sermón, él invitó al pueblo a
unirse a la lucha en contra de la Fuerzas Armadas y del gobierno corrupto de
una junta militar establecida luego de un golpe de estado.
Las palabras pronunciadas por Monseñor Romero eran grabes para la
Fuerza Armada: “Nadie tiene que cumplir una ley inmoral. Ya es hora de que
recuperen su conciencia y que obedezcan a su conciencia antes que a la or-
den del pecado. La

Iglesia, defensora de la ley de Dios, de la divinidad humana, de las per-
sonas, no puede quedarse callada ante tanta abominación. Queremos que el
gobierno tome en serio que de nada sirven las reformas si van teñidas con
tanta sangre. La Ley de Dios debe prevalecer. En el nombre de Dios pués,
en el nombre de este sufrido pueblo cuyos lamentos suben hasta el cielo, les
ruego, les suplico, ¡LES ORDENO EN EL NOMBRE DE DIOS QUE CESE
LA REPRESIÓN!".37
Monseñor Romero jamás se reconcilió con el gobierno militar de ese
entonces y siempre demandó que no siguieran matando sacerdotes y cam-
pesinos inocentes, a pesar que sabía que los militares lo querían matar. Al
siguiente día, a las 18:25 horas del 24 de marzo, mientras celebraba una
misa en el Hospital de la Divina Providencia de la capital salvadoreña; Mon-
señor Romero fue asesinado por una bala disparada por un francotirador
desde la entrada de la capilla. La bala le penetró el corazón, robándole la
vida instantáneamente.
Nunca se ha hecho justicia con los responsables de este crimen. Sin
embargo, el 7 de mayo de 1980, el ejército salvadoreño condujo una redada
en la finca "San Luis", localizada en las afueras de San Salvador, donde con-
fiscaron un diario personal que pertenecía un ex-Capitán del Ejército, Alvaro
Rafael Saravia.38
Dicho documento contenía suficiente evidencia del plan para asesinar a
Monseñor Romero, incluyendo la notificación por escrito del Capt. Saravia a

Roberto D'Aubuisson que ya había cumplido dicha orden (de asesinar a Ro-
mero). Irónicamente, Roberto D'Aubuisson, supuesto líder de los escuadro-
nes de la muerte y fundador del partido ARENA (Alianza Republicana Nacio-
nalista) falleció a causa del cáncer en febrero de 1992, pocos días después
de la firma del acuerdo
37. Historia General de Centroamérica, Edelberto Torres Rivas, et al., Sociedad Estatal Quinto
Centenario y Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales, 1a. edición, Madrid, 1993, ISBN 84-
86956-28-5
38. Loc. Cit.
de paz que puso fin a la sangrienta guerra civil que por más de doce
años, dejó un saldo de más de 75,000 muertos y desaparecidos.39
El funeral de Monseñor causó muchos disturbios y olas de terror en la
plaza Libertad junto a la Catedral de la capital salvadoreña. Miles de perso-
nas, entre gritos y llantos se refugiaron en la Catedral, abarrotándola hasta
sofocar, mientras la comunidad ecuménica rezaban las oraciones de la bue-
na muerte. Decenas de fieles murieron de asfixia dentro de ella debido a la
inmensa cantidad de gente. Cientos fueron asesinados fuera de la Catedral
por el gobierno que trataba de impedir el funeral. Al final, tras enterrar el
cuerpo deprisa, quedaron en la plaza montañas de zapatos, bolsas, gafas
perdidas por los que huían aterrorizados en medio de decenas de cadáveres
chorreando de sangre. Dentro de la Catedral, una cripta contiene los restos
de Monseñor Romero con una placa en la cual se lee: "Nadie tiene mayor
amor que el que da su vida por sus amigos". Juan: 15,13.

39. Historia General de Centroamérica, Edelberto Torres Rivas, et al., Sociedad Estatal Quinto
Centenario y Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales, 1a. edición, Madrid, 1993, ISBN 84-
86956-28-5
32. Teología de la liberación
La Teología de la Liberación es una corriente teológica que comenzó
en Latinoamérica después del Concilio Vaticano II y la Conferencia de Mede-
llín (Colombia, 1968). Sus ideólogos más destacados son los sacerdotes
Gustavo Gutiérrez Merino, (peruano), quien en 1973 editaría el primer libro
sobre el tema Historia, política y salvación de una teología de liberación, y
Leonardo Boff (brasileño). 40
La Teología de la Liberación intenta responder a la cuestión que los
cristianos de América Latina se plantean cómo ser cristiano en un continente
oprimido.
1. ¿Cómo cantar al Señor en una tierra extraña?
2. ¿Cómo conseguir que nuestra fe no sea alienante sino libera-
dora?

Los máximos exponentes de esta teología, Monseñor Romero, arzobis-
po de El Salvador y el jesuita Ellacuría, fueron asesinados a sangre fría, así
como otros muchos catequistas, sacerdotes y agentes de pastoral que prac-
ticaban y aceptaban sus supuestos, en varios países de América Latina.
Antecedentes
Los antecedentes más importantes de esta Teología se encuentran en
Brasil, donde a partir de 1957 comenzó en la Iglesia Católica un movimiento
de Comunidades de Base que para 1964 ya era digno de ser considerado en
el "Primer Plan Pastoral Nacional 1965-1970". También en Brasil Paulo
Freire,
40. Berryman Phillip, Teología de la Liberación. ed. Siglo xxi. México, 2003.
Un maestro del nordeste, desarrolló un nuevo método para alfabetizar
mediante un proceso de concienciación.41
Los movimientos de estudiantes y de trabajadores de Acción Católica
se fueron comprometiendo, así como importantes intelectuales católicos.
Algunos cristianos empezaron a utilizar conceptos marxistas para analizar la
sociedad. Richard Shaull, un misionero presbiteriano, planteó la cuestión de
si la revolución tendría un significado teológico. Él y algunos jóvenes
protestantes empezaron a discutir esos temas con sacerdotes dominicos e
intelectuales católicos.
Principales ideas
Algunas de las ideas de la Teología de la Liberación son:

La salvación cristiana no puede darse sin la liberación económica, po-
lítica, social e ideológica, como signos visibles de la dignidad del hombre.
Eliminar la explotación, las faltas de oportunidades e injusticias de
este mundo.
Garantizar el acceso a la educación y la salud. La liberación como
toma de conciencia ante la realidad socioeconómica latinoamericana.
La situación actual de la mayoría de los latinoamericanos contradice
el designio histórico de Dios y la pobreza es un pecado social.
No solamente hay pecadores, hay víctimas del pecado que necesitan
41. Loc. Cit.
justicia, restauración. Todos somos pecadores, pero en concreto hay
que distinguir entre víctima y victimario.
Tomar conciencia de la lucha de clases optando siempre por los po-
bres.
Afirmar el sistema democrático profundizando la concienciación de las ma-
sas acerca de sus verdaderos enemigos para transformar el sistema vigente.
Crear un “hombre nuevo” como condición indispensable para asegu-
rar el éxito de la transformación social. El hombre solidario y creativo motor
de la actividad humana en contraposición a la mentalidad capitalista de es-
peculación y espíritu de lucro.
La libre aceptación de la doctrina evangélica, es decir, primeramente
procurar a la persona unas condiciones de vida dignas y posteriormente su
adoctrinamiento evangélico si la persona quiere.

Sin embargo, es capital destacar la apreciación que hace Gustavo Gutierrez:
al contrario que otros postulados teológicos o filosóficos, la Teología de la Li-
beración es un acto segundo, es decir, emana de una experiencia de com-
promiso y trabajo con y por los pobres, de horror ante la pobreza y la injusti-
cia, y de apreciación de las posibilidades de las personas oprimidas como
creadores de su propia historia y superiores del sufrimiento. No es, por tanto,
un desarrollo intelectual que luego se quiera llevar a la realidad.42
42. Berryman Phillip, Teología de la Liberación. ed. Siglo xxi. México, 2003.
CONCLUSIONES
En definitiva, Mons. Romero fue un hombre de sólidos valores
humanos y humanizadores. Los valores de él que he destacado nos son
ajenos o por lo menos sólo son cultivados por un puñado de gente de buena
voluntad, gente a la que se suele ver como idealista, ingenua y al margen del
pragmatismo imperante hoy en día. Sin embargo, de lo que se trata es de
reivindicarlos como algo necesario para construir una mejor sociedad, en la
cual el oportunismo y el aprovecharse de los demás sea algo inaceptable en
la conciencia de cada cual.
A más de tres décadas de su asesinato, Monseñor Óscar
Arnulfo Romero, el salvadoreño universal como le conocen muchos, se
mantiene como la principal fuente de esperanza para este pueblo, que

continúa buscando justicia y verdad.
Monseñor Romero tenía dos pilares como fuentes de
esperanza en su vida: su primer fuente era Dios y la segunda el pueblo.
ANEXOS

La última entrevista:
«Aunque me maten, nadie puede callar ya la voz de la Justicia»
He aquí un resumen de la última entrevista de Espinoza Fernández con
monseñor Romero.
«El mal de todo es la injusticia social -dijo-. Los que no quieren
cambios son los grandes malhechores -agregó, con un decidido énfasis en
pro de la transformación de las estructuras socioeconómicas.»
Al recordar esa parte de nuestra primera conversación con él como
arzobispo, acoté algo que sucedió algunos días después, el día 12 de marzo
de 1977.
-Yo creo, monseñor, que la muerte del padre Grandes (acaecida en
la fecha apuntada) fue decisiva para que usted tomara esta posición tan
definida en pro de los pobres...
-«En efecto, así fue. Yo siempre creí en la promoción social, de
acuerdo con el Concilio Vaticano Segundo y el Congreso de Medellín, pero

la muerte del jesuita Rutilio Grande fue definitiva.»
En el curso de la conversación, el arzobispo dijo claramente que
consideraba muy poco posible una salida pacífica la crisis de violencia
política en El Salvador.
-«Tengo una fe grande de que a los hombres los guía la racionalidad
y que queda siempre un resto de buena voluntad para encontrar una salida
pacífica -aclaró.»
Su posición era definida en contra de la injusticia social. Por ello
había recibido amenazas de la extrema derecha y de la ultra izquierda:
-«A mí me pueden matar; pero que quede claro que la voz de la
Justicia nadie la puede callar ya -señaló.»

Imágenes de Monseñor Romero
Hasta el ultimo día de su muerte Monseñor Romero estuvo rodeado de
su pueblo querido, por su pueblo que tanto lucho y por su iglesia en la cual
mantuvo su esperanza de libertad para los oprimidos.


Camino al lado de la gente, les conoció y amo tal como eran
campesinos humildes pero trabajadores, por tal razón para Monseñor
Romero, no habían causas de discriminación y violación de los derechos de
su pueblo amado.


Indudablemente Monseñor Romero fue un hombre admirable, por su
lucha y esmero, sus pasos han quedado marcados por la historia del bien y
por la lucha de los más necesitados. El pueblo salvadoreño eternamente le
estará agradecido.

En la sala de los mártires de la Universidad José Simeón Cañas hay

muchos recuerdos personales de Monseñor Romero.
BIBLIOGRAFÍA
De la Locura a la Esperanza: la guerra de los Doce Años en El
Salvador: Reporte de la Comisión de la Verdad para El Salvador, 1993.
Historia General de Centroamérica, Edelberto Torres Rivas, et
al., Sociedad Estatal Quinto Centenario y Facultad Latinoamericana de Cien-
cias Sociales, 1a. edición, Madrid, 1993, ISBN 84-86956-28-5

En las Homilías de Monseñor Romero, el pensamiento teológi-
co-pastoral, Universidad Pontificia Comillas, Facultad de Teología, Departa-
mento de teología moral y praxis cristiana, Madrid.
III. Bibliografía.
1. Brockman, James R. La violencia del amor. Monseñor Romero.
Madrid, España. Editorial Sal Terrae. 2002
2. Delgado, Acevedo Jesús. Oscar A. Romero. Biografía. Segunda
Edición. Talleres Gráficos UCA. 1994
3. Easton, Helen May. La Autoridad de Monseñor Romero en la Lucha
del Pueblo Salvadoreño. San Salvador, El Salvador. Editorial
Guayampopo. 1994.
4. Monseñor Oscar Arnulfo Romero. Su diario. Talleres de Imprenta
Criterio. San Salvador, El Salvador. Enero del 2000.

5. Pbro. Ricardo, Pablo. La Fuerza Espiritual de la Palabra. San José,
Costa Rica. Arzobispado de San Salvador. 1980.
6. Publicaciones Pastorales del Arzobispado. Día a Día con Monseñor
Romero. Meditaciones para todo el año. Segunda Edición. Talleres
de Imprenta Criterio. San Salvador, El Salvador. Julio de 1999.
7. Baró, Ignacio Martín; Sobrino, Jon. La voz de los sin voz. “La
palabra viva de Monseñor Oscar Arnulfo Romero”. Tercera Edición,
volumen 6. San Salvador, El Salvador. Editorial Universidad
Centroamericana "José Simeón Cañas" UCA. 1987.
8. Sobrino, Jon. Monseñor Oscar Arnulfo Romero. San Salvador, El
Salvador. Editorial Universidad Centroamericana "José Simeón
Cañas" UCA. 1997.
9. Varios autores. Monseñor Oscar Arnulfo Romero. Su pensamiento.
Imprenta Criterio. San Salvador, El Salvador. 1989.
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