Historia Verdadera de La Conquista de Nu - Bernal Diaz Del Castillo

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    Bernal Daz del Castillo

    HISTORIA VERDADERADE LA CONQUISTA DE

    LA NUEVA ESPAA

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    BERNAL DAZ DEL CASTILLO (1496-1584)

    Conquistador espaol nacido en Medina del Campo hacia 1496 y fallecido en Santiago

    de los Caballeros de Guatemala el ao 1584. Particip con Corts en casi todas las

    acciones notables de la dominacin azteca. Posteriormente se estableci en la

    ciudad de Guatemala, donde se cas y ejerci como Regidor del Cabildo durante msde 30 aos. All escribi su famosa Historia verdadera de la conquista de la Nueva

    Espaa, para rectificar las falsedades que Lpez de Gmara haba escrito en su

    historia en la que ensalzaba la figura de Hernn Corts.

    Hijo de Francisco Daz del Castillo, regidor de dicha ciudad, pas a Amrica

    en compaa de Pedrarias Dvila en 1514 y permaneci algn tiempo en Castilla del

    Oro. Decepcionado del lugar y sobre todo de las disensiones entre el Gobernador y

    Balboa march a Cuba, recin conquistada por Diego Velzquez. Su nuevo

    Gobernador le ofreci una encomienda que nunca le dio y Daz del Castillo se enrol

    en la expedicin de Hernndez de Crdoba que descubri Yucatn (1517); luego en la

    de Juan de Grijalba (1518) que recorri la costa mexicana hasta cerca de Pnuco; yfinalmente en la de Hernn Corts (1519). Embarc en la misma nave que Alvarado y

    desde la llegada a Cozumel se convirti en compaero y testigo fiel de cuanto hizo

    Hernn Corts. Estuvo presente en la fundacin de la Villarrica, matanza de Cholula,

    entrada en Tenochtitlan, prisin de Motecuhzoma, Noche Triste, y en el asedio de la

    capital azteca hasta su rendicin. No en vano se enorgulleci de haber participado en

    114 batallas de las cuales 80 correspondieron al sitio de Mxico. Tras la conquista de

    la capital mexicana particip con Luis Marn en la expedicin contra los zapotecas y en

    la conquista de Chiapas. Fue uno de los pobladores de la villa del Espritu Santo de

    Coatzacoalcos, desde donde acompa a Corts en su malograda expedicin a las

    Hibueras. Asisti as a le ejecucin de Cuauhtemoc, que lament profundamente.

    Volvi luego a Mxico, fue vecino de Cotzalcoalcos y comisionado de dicha poblacin

    para solicitar una encomienda que no se dio. Opuesto al herraje de los indios como

    esclavos, mand romper los hierros que haba en su ciudad y solicit al Presidente de

    la Audiencia de Mxico que se suprimieran, lo que pudo cumplirse en 1542 cuando

    Carlos I aboli la esclavitud indgena por las Leyes Nuevas.

    En 1540 haba viajado a Espaa para solicitar una encomienda en Guatemala que le

    compensara de las que haba tenido en Tabasco y Chiapas. Volvi a Guatemala y en

    1544 se cas con Teresa Becerra, hija de un conquistador y alcalde ordinario de

    Guatemala. En 1550 fue llamado a Espaa como uno de los conquistadores ms

    antiguos de Mxico con objeto de testimoniar en la Junta de Valladolid donde secelebr la controversia de Las Casas y Seplveda. Daz del Castillo se manifest

    partidario de la perpetuidad de las encomiendas. Al regresar, se afinc definitivamente

    en Guatemala, donde dej una gran descendencia, ya que tuvo doce hijos. All viva, y

    con ms de setenta aos, cuando empez a escribir su Verdadera historia de los

    sucesos de la conquista de la Nueva Espaa indignado por la forma en que la haba

    narrado Gmara, que atribua todo a obra de Corts sin que pareciera que la hueste

    hubiera participado en la misma. Esta actividad la compagin con su trabajo de

    Regidor del Cabildo de Guatemala, ciudad en la que falleci el ao 1584. La

    Verdadera historia... es uno de los grandes monumentos literarios de la conquista de

    Amrica, pues est escrita por un simple soldado de la misma, en estilo llano y con

    frase corta, para narrar lo que verdaderamente ocurri y sin ilusiones ni ropajes.Realmente no puede contraponerse a la Conquista de Mxico por Corts escrita por

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    Gmara, ya que esta ltima es una historia triunfalista, llena de errores, pues Gmara

    no estuvo jams en Mxico y escribi lo que le dict Corts. La Historia de Bernal Daz

    se public por primera vez en Madrid el ao 1632, gracias a la copia que pudo utilizar

    el fraile mercedario fray Alonso Remn. Se tom de un manuscrito corregido por dicho

    religioso, lleno de retoques, omisiones y errores. El manuscrito original qued en

    manos de los sucesores de Bernal Daz hasta el ao 1700, fecha de la muerte de sutataranieto el historiador Fuentes y Guzmn. En 1840 fue descubierto entre algunos

    papeles testamentarios del archivo municipal de Guatemala, donde permaneci hasta

    que fue transferido al Archivo General en 1948. Finalmente apareci otro manuscrito

    en manos de la familia Alegra de Murcia, que es otra copia del de Guatemala. La

    edicin crtica de esta obra fue elaborada por el padre Carmelo Senz de Santa Mara

    en 1982, ao en que se public, en coedicin del C.S.I.C, con la Universidad Nacional

    Autnoma de Mxico y de la Universidad Rafael Landvar de Guatemala.

    (Enciclonet)

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    HISTORIA VERDADERA DE LA CONQUISTA DE LA NUEVAESPAA

    (Primera Parte)

    NDICE

    PRLOGO

    CAPITULO I En qu tiempo sal de Castilla, y lo que me acaeci

    CAPITULO II Del descubrimiento de Yucatn y de un rencuentro de guerra quetuvimos con los naturales

    CAPITULO III Del descubrimiento de Campeche

    CAPITULO IV Cmo desembarcamos en una baha donde haba maizales, cercadel puerto de Potonchan, y de las guerras que nos dieron Cmo acordamos de nosvolver a la isla de Cuba, y de la gran sed y trabajos que tuvimos hasta llegar al puerto dela Habana

    CAPITULO VI Cmo desembarcamos en la baha de la Florida veinte soldados, connosotros el piloto Alaminos, para buscar agua, y de la guerra que all nos dieron losnaturales de aquella tierra, y lo que ms pas hasta volver a la Habana

    CAPITULO VII De los trabajos que tuve para llegar a una villa que se dice la Trinidad

    CAPITULO VIII Cmo Diego Velzquez, gobernador de Cuba, envi otra armadaa la tierra que descubrimos

    CAPITULO IX De cmo vinimos a desembarcar a Champoton

    CAPITULO X Cmo seguimos nuestro viaje y entramos en Boca de Trminos, queentonces le pusimos este nombre

    CAPITULO XI Cmo llegamos al ro de Tabasco, que llaman de Grijalba, y lo que allnos acaeci

    CAPITULO XII Cmo vimos el pueblo del Aguayaluco, que pusimos por nombre LaRambla

    CAPITULO XIII Cmo llegamos a un ro que pusimos por nombre ro de Banderas, erescatamos catorce mil pesos

    CAPITULO XIV Cmo llegamos al puerto de San Juan de Ula

    CAPITULO XV Cmo Diego Velzquez, gobernador de la isla de Cuba, envi un navopequeo en nuestra busca

    CAPITULO XVI De lo que nos sucedi costeando las sierras de Tustla y de Tuspa

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    CAPITULO XVII Cmo Diego Velzquez envi a Castilla a su procurador De algunasadvertencias acerca de lo que escribe Francisco Lpez de Gmara, mal informado, en suhistoria

    CAPITULO XIX Cmo vinimos otra vez con otra armada a las tierras nuevamentedescubiertas, y por capitn de la armada Hernando Corts, que despusfue marqus del Valle y tuvo otros ditados, y de las contrariedades que hubo para leestorbar que no fuese capitn

    CAPITULO XX De las cosas que hizo y entendi el capitn Hernando Corts despusque fue elegido por capitn, como dicho es

    CAPITULO XXI De lo que Corts hizo desque lleg a la villa de la Trinidad, y de loscaballeros y soldados que all nos juntamos para ir en su compaa, y de lo que ms leavino

    CAPITULO XXII Cmo el gobernador Diego Velzquez envi dos criados suyos enposta a la villa de la Trinidad con poderes y mandamientos para revocar a Corts elpoder de ser capitn y tomarle la armada; y lo que pas dir delante

    CAPITULO XXIII Cmo el capitn Hernando Corts se embarc con todos los demscaballeros y. soldados para ir por la banda del sur al puerto de la Habana, y envi otronavo por la banda del norte al mismo puerto, y lo que ms le acaeci

    CAPITULO XXIV Cmo Diego Velzquez envi a un su criado que se deca Gaspar deGarnica, con mandamientos y provisiones para que en todo caso se prendiesea Corts y se le tomase el armada, y lo que sobre ello se hizo

    CAPITULO XXV Cmo Corts se hizo a la vela con toda su compaa de caballeros ysoldados para la isla de Cozumel, y lo que all le avino

    CAPITULO XXVI Cmo Corts mand hacer alarde de todo su ejrcito, y de lo quems nos avino

    CAPITULO XXVII Cmo Corts supo de dos espaoles que estaban en poder de indiosen la punta de Cotoche,, y lo que sobre ello se hizo

    CAPITULO XXVIII Cmo Corts reparti los navos y seal capitanes para ir enellos, y asimismo se dio la instruccin de lo que haban de hacer a los pilotos, y lasseales de los faroles de noche, y otras cosas que nos avino

    CAPITULO XXIX Cmo el espaol que estaba en poder de los indios, que se llamabaJernimo de Aguilar, supo cmo habamos arribado a Cozumel, Y se vino a nosotros, ylo que ms pas

    CAPITULO XXX Cmo nos tomamos a embarcar y nos hicimos a la vela para el ro deGrijalva, y lo que nos avino en el viaje

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    CAPITULO XXXI Cmo llegamos al ro de Grijalva, que en la lengua de indios llamanTabasco, y de lo que ms con ellos pasamos

    CAPITULO XXXII Cmo mand Corts a todos los capitanes que fuesen con cada ciensoldados a ver la tierra adentro, y lo que sobre ello nos acaeci

    CAPITULO XXXIII Cmo Corts mand que para otro da nos aparejsemos todospara ir en busca de los escuadrones guerreros, y mand sacar los caballos de los navos,y lo que ms nos avino en la batalla que con ellos tuvimos

    CAPITULO XXXIV Cmo nos dieron guerra todos los caciques de Tabasco y susprovincias, y lo que sobre ello sucedi

    CAPITULO XXXV Cmo envi Corts a llamar a todos los caciques de aquellasprovincias, y lo que sobre ello se hizo

    CAPITULO XXXVI Cmo vinieron todos los caciques e calachionis del ro de Grijalvay trajeron un presente, y lo que sobre ello pas

    CAPITULO XXXVII Cmo doa Marina era cacica e hija de grandes seores, y seorade pueblos y vasallos, y de la manera que fue trada a Tabasco

    CAPITULO XXXVIII Cmo llegamos con todos los navos a San Juan de Ula, y loque all pasamos Cmo fue Tendile a hablar a su seor Moctezuma y llevar el presente,y lo que hicimos en nuestro real

    CAPITULO XL Cmo Corts envi a buscar otro puerto y asiento para poblar y lo quesobre ello se hizo

    CAPITULO XLI Delo que se hizo sobre el rescatar del oro, y de otras cosas que en elreal pasaron

    CAPITULO XLII Cmo, alzamos a Hernando Corts por capitn general y justiciamayor hasta que su majestad en ello mandase lo que fuese servido, y lo que en ello sehizo

    CAPITULO XLIII Cmo la parcialidad de Diego Velzquez perturbaba el poder que

    habamos dado a Corts, y lo que sobre ello se hizoCAPITULO XLIV Cmo fue ordenado de enviar a Pedro de Alvarado la tierra adentro a

    buscar maz y bastimentos, y lo que ms pas

    CAPITULO XLV Cmo entramos en Cempoal, que en aquella sazn era muy buenapoblacin, y lo que all pasamos

    CAPITULO XLVI Cmo entramos en Quiahuistln, que era pueblo puesto en fortaleza,y nos acogieron de paz

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    CAPITULO XLVII Cmo Corts mand que prendiesen aquellos cincorecaudadores de Moctezuma, y mand que dende all adelante no obedeciesen nidiesen tributo, y la rebelin que entonces se orden contra Moctezuma

    CAPITULO XLVIII Cmo acordamos de poblar la Villa Rica de la Veracruz, y de

    hacer una fortaleza en unos prados junto a unas salinas y cerca del puerto del nombrefeo, donde estaban anclados nuestros navos, y lo que all se hizo

    CAPITULO XLIX Cmo vino el cacique gordo y otros principales a quejarse delante deCorts cmo en un pueblo fuerte, que se deca Cingapacinga, estaban guarniciones demexicanos y les hacan mucho dao, y lo que sobre ello se hizo Cmo ciertos soldadosde la parcialidad del Diego Velzquez, viendo que de hecho queramos poblar ycomenzamos a pacificar pueblos, dijeron que no queran ir a ninguna entrada, sinovolverse a la isla de Cuba

    CAPITULO LI De lo que nos acaeci en Cingapacinga, y cmo a la vuelta que

    volvimos por Cempoal les derrocamos sus dolos, y otras cosas que pasaron

    CAPITULO LII Cmo Corts mand hacer un altar y se puso una imagen de nuestraseora y una cruz, y se dijo misa y se bautizaron las ocho indias

    CAPITULO LIII Cmo llegamos a nuestra Villa Rica de la Veracruz, y lo que all pas

    CAPITULO LIV De la relacin y carta que escribimos a su majestad con nuestrosprocuradores Alonso Hernndez Puertocarrero y Francisco de Montejo, la cual carta ibafirmada de algunos capitanes y soldados

    CAPITULO LV Cmo Diego Velzquez, gobernador de Cuba, supo por cartas muy porcierto que envibamos procuradores con embajadas y presentes a nuestro rey, y lo quesobre ello se hizo

    CAPITULO LVI Cmo nuestros procuradores con buen tiempo desembocaron la canalde Bahama y en pocos das llegaron a Castilla, y lo que en la corte les sucedi

    CAPITULO LVII Cmo despus que partieron nuestros embajadores para su majestadcon todo el Oro y cartas y relaciones: de lo que en el real se hizo, y la justicia queCorts mand hacer

    CAPITULO LVIII Cmo acordamos de ir a Mxico, y antes que partisemos dar contodos los navos al travs, y lo que pas; y esto de dar con los navos al travs fue porconsejo e acuerdo de todos nosotros los que ramos amigos de Corts

    CAPITULO LIX De un razonamiento que Corts nos hizo despus de haber dado conlos navos al travs, y cmo aprestamos nuestra ida para Mxico

    CAPITULO LX Cmo Corts fue adonde estaba surto el navo, y prendimos seissoldados y marineros que del navo hubimos, y lo que sobre ello pas Cmo ordenamosde ir a la ciudad de Mxico, y por consejo del cacique fuimos por Tlascala, y de lo que

    nos acaeci as de rencuentros de guerra como de otras cosas

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    CAPITULO LXII Cmo se determin que fusemos por Tlascala, y les envibamosmensajeros para que tuviesen por bien nuestra ida por su tierra, y cmo prendieron a losmensajeros, y lo que ms se hizo

    CAPITULO LXIII De las guerras y batallas muy peligrosas que tuvimos con los

    tlascaltecas, y de lo que ms pas

    CAPITULO LXIV Cmo tuvimos nuestro real asentado en unos pueblos y caseros quese dicen Teoacingo o Teuacingo, y lo que all hicimos

    CAPITULO LXV De la gran batalla que hubimos con el poder de los tlascaltecas, yquiso Dios nuestro seor darnos victoria, y lo que ms pas

    CAPITULO LXVI Cmo otro da enviamos mensajeros a los caciques de Tlascalarogndoles con la paz, y lo que sobre ellos hicieron

    CAPITULO LXVII Cmo tornamos a enviar mensajeros a los caciques de Tlascala paraque vengan de paz, y lo que sobre ello hicieron y acordaron

    CAPITULO LXVIII Cmo acordamos de ir a un pueblo que estaba cerca de nuestroreal, y lo que sobre ello se hizo

    CAPITULO LXIX Cmo despus que volvimos con Corts de Zumpancingo, hallamosen nuestro real ciertas plticas, y lo que Corts respondi a ellas

    CAPITULO LXX Cmo el capitn Xicotenga tena apercibidos veinte mil hombresguerreros escogidos, para dar en nuestro real, y lo que sobre ello se hizo

    CAPITULO LXXI Cmo vinieron a nuestro real los cuatro principales que habanenviado a tratar paces, y el razonamiento que hicieron, y lo que ms pas Cmovinieron a nuestro real embajadores de Moctezuma, gran seor de Mxico, y lo que dijo,y lo que nos avino

    CAPITULO LXXIII Cmo vino Xicotenga, capitn general de Tlascala; a entender enlas paces, y lo que dijo, y lo que nos avino

    CAPITULO LXXIV Cmo vinieron a nuestro real los caciques viejos de Tlascala a

    rogar a Corts y a todos nosotros que luego nos fusemos con ellos a su ciudad, y lo quesobre ello pas

    CAPITULO LXXV Cmo fuimos a la ciudad de Tlascala, y lo que los caciques viejoshicieron, de un presente que nos dieron, y cmo trajeron sus hijas y sobrinas, y lo quems pas

    CAPITULO LXXVI Cmo se dijo misa estando presentes muchos caciques, y de unpresente que trajeron los caciques viejos

    CAPITULO LXXVII Cmo trajeron las hijas a presentar a Corts y a todos nosotros, y

    lo que sobre ello se hizo

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    CAPITULO LXXVIII Cmo Corts pregunt a Mase-Escaci e a Xicotenga por lascosas de Mxico, y lo que en relacin dijeron

    CAPITULO LXXIX Cmo acord nuestro capitn Hernando Corts con todos nuestroscapitanes y soldados que fusemos a Mxico, y lo que sobre ello pas.

    CAPITULO LXXX Cmo el gran Moctezuma envi cuatro principales, hombres demucha cuenta, con un presente de oro y mantas, y lo que dijeron a nuestro capitn

    CAPITULO LXXXI Cmo enviaron los de Cholula cuatro indios de poca vala adisculparse por no haber venido a Tlascala, y lo que sobre ello pas

    CAPITULO LXXXII Cmo fuimos a la ciudad de Cholula, y del gran recibimiento quenos hicieron

    CAPITULO LXXXIII Cmo tenan concertado en esta ciudad de Cholula de nos

    matar por mandado de Moctezuma, y lo que sobre ellos pas De ciertas plticas emensajeros que enviamos al gran Moctezuma

    CAPITULO LXXXV Cmo el gran Moctezuma envi un presente de oro, y lo queenvi a decir, y cmo acordamos ir camino de Mxico, y lo que ms acaeci

    CAPITULO LXXXVI Cmo comenzamos a caminar para la ciudad de Mxico, y de loque en el camino nos avino, y lo que Moctezuma envi a decir

    CAPITULO LXXXVII Cmo el gran Moctezuma nos envi otros embajadores con unpresente de oro y mantas, y lo que dijeron a Cortes, y lo que les respondi

    CAPITULO LXXXVIII Del gran e solemne recibimiento que nos hizo el granMoctezuma a Corts y a todos nosotros en la entrada de la gran ciudad de Mxico

    CAPITULO LXXXIX Cmo el gran Moctezuma vino a nuestros aposentos conmuchos caciques que le acompaaban, e la pltica que tuvo con nuestro capitn

    CAPITULO XC Cmo luego otro da fue nuestro capitn a ver al gran Moctezuma y deciertas plticas que tuvieron

    CAPITULO XCI De la manera e persona del gran Moctezuma, y de cuan gran seor eraCAPITULO XCII Cmo nuestro capitn sali a ver la ciudad de Mxico y el Tatelulco,que es la plaza mayor, y el gran cu de su Huichilobos,y lo que ms pas

    CAPITULO XCIII Cmo hicimos nuestra iglesia y altar en nuestro aposento, y una cruzfuera del aposento, y lo que ms pasamos, y hallamos la sala y recmara del tesoro del

    padre de Moctezuma, y cmo se acord prender al Moctezuma

    CAPITULO XCIV Cmo fue la batalla que dieron los capitanes mexicanos a Juan deEscalante, y cmo le mataron a l y a otros seis soldados, y muchos amigos indios

    totonaques que tambin all murieron De la prisin de Moctezuma, y lo que sobre ellose hizo

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    CAPITULO XCVI Cmo nuestro Corts envi a la Villa Rica por teniente y capitn aun hidalgo que se deca Alonso de Grado, en lugar del alguacil mayor Juan deEscalante, y el alguacilazgo mayor se le dio a Gonzalo de Sandoval, y desde entoncesfue el alguacil mayor; y lo que despus pas dir adelante

    CAPITULO XCVII Cmo estando el gran Moctezuma preso, siempre Corts y todosnuestros soldados le festejbamos y regocijbamos, y aun se le diolicencia para ir a sus cues

    CAPITULO XCVIII Cmo Corts mand hacer dos bergantines de mucho sostn eveleros para andar en la laguna; y cmo el gran Moctezuma dijo a Corts que le dieselicencia para ir a hacer oracin a sus templos, y lo que Corts dijo, y cmo le diolicencia

    CAPITULO XCIX Cmo echamos los dos bergantines al agua, y cmo el gran

    Moctezuma dijo que quera ir a caza; y fue en los bergantines hasta un peol dondehaba muchos venados y caza que no entraba a cazar en l persona ninguna, con grave

    pena

    CAPITULO C Cmo los sobrinos del grande Moctezuma ana daban convocando etrayendo a s las voluntades de otros seores para venir a Mxico a sacar dela prisin al gran Moctezuma y echamos de la ciudad

    CAPITULO CI Cmo el gran Moctezuma con muchos caciques y principales de lacomarca dieron la obediencia a su majestad, y de otras cosas que sobre ello pasaron

    CAPITULO CII Cmo nuestro Corts procur de saber de las minas de oro, y de qucalidad eran, y asimismo en qu ros estaban, y qu puertos para navos desde lo dePnuco hasta lo de Tabasco, especialmente el ro grande de Guazacualco, y lo que sobreello pas

    CAPITULO CIII Cmo volvieron los capitanes que nuestro capitn envi a ver lasminas e a sondear el puerto e ro de Guazacualco

    CAPITULO CIV Cmo Corts dijo al gran Moctezuma que mandase a todos loscaciques que tributasen a su majestad, pues comnmente saban que tenan oro, y lo que

    sobre ello se hizo Cmo se reparti el oro que hubimos, as de lo que dio el granMoctezuma, como de lo que se recogi de los pueblos, y de lo que sobre ello acaeci aun soldado

    CAPITULO CVI Cmo hubieron palabras Juan Velzquez de Len y el tesoreroGregorio Meja sobre el oro que faltaba de los montones antes que se fundiese, y lo queCorts hizo sobre ello

    CAPITULO CVII Cmo el gran Moctezuma dijo a Corts que le quera dar una hija delas suyas para que se casase con ella, y lo que Corts le respondi, y todava la tom, yla servan y honraban como hija de tal seor

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    CAPITULO CVIII Cmo el gran Moctezuma dijo a nuestro capitn Corts que sesaliese de Mxico con todos los soldados, porque se queran levantar todos loscaciques y papas y darnos guerra hasta matarnos, porque as estaba acordado y dadoconsejo por sus dolos; y lo que Corts sobre ello hizo

    CAPITULO CIX Cmo Diego Velzquez, gobernador de Cuba, dio gran priesa porenviar su armada contra nosotros, y en ella por capitn general a Pnfilo de Narvez, ycmo vino en su compaa el licenciado Lucas Vzquez de Ailln, oidor de la realaudiencia de Santo Domingo, y lo que sobre ello se hizo

    CAPITULO CX Cmo Pnfilo de Narvez lleg al puerto de San Juan de Ula, que sedice la Veracruz, con toda su armada, y lo que le sucedi

    CAPITULO CXI Cmo Pnfilo de Narvez envi con cinco personas de su armada arequerir a Gonzalo de Sandoval, que estaba por capitn en la Villa-Rica, que se dieseluego con todos los vecinos, y lo que sobre ello pas

    CAPITULO CXII Cmo Corts, despus de bien informado de quin era capitn, yquin y cuntos venan en la armada, y de los pertrechos de guerra que traa, y de lostres nuestros falsos soldados que a Narvez se pasaron, escribi al capitn e aotros sus amigos, especialmente a Andrs de Duero, secretario del DiegoVelzquez; y tambin supo cmo Moctezuma enviaba oro y ropa al Narvez, y las

    palabras que le envi a decir el Narvez al Moctezuma, y de cmo vena en aquellaarmada el licenciado Lucas Vzquez de Ailln, oidor de la audiencia de SantoDomingo, e la instruccin que traan

    CAPITULO CXIII Cmo hubieron palabras el capitn Pnfilo de Narvez y el oidorLucas Vzquez de Ailln, y el Narvez le mand prender y le envi en un navo preso aCuba o a Castilla, y lo que sobre ello avino Cmo Narvez con todo su ejrcito se vinoa un pueblo que se dice Cempoal, e concierto que en l hizo, e lo que nosotros hicimosestando en la ciudad de Mxico, e cmo acordamos de ir sobre Narvez

    CAPITULO CXV Cmo el gran Moctezuma pregunt a Corts que cmo quera irsobre el Narvez, siendo los que traa doblados ms que nosotros, y que le pesara si nosviniese algn mal

    CAPITULO CXVI Cmo acord Corts con todos nuestros capitanes y soldados que

    tornsemos a enviar al real de Narvez al fraile de la Merced, que era muy sagaz y debuenos medios, y que se hiciese muy servidor del Narvez, e que se mostrase favorablea su parte ms que no a la de Corts, e que secretamente convocase al artillero que sedeca Rodrigo Martn e a otro artillero que se deca Usagre, e que hablase con Andrs deDuero para que viniese a verse con Corts; e que otra carta que escribisemos al

    Narvez que mirase que se la diese en sus manos, e lo que en tal caso convena, e quetuviese mucha advertencia; y para esto se llev mucha cantidad de tejuelos e cadenas deoro para repartir

    CAPITULO CXVII Cmo el fraile de la Merced fue a Cempoal, adonde estaba elNarvez e todos sus capitanes, y lo que pas con ellos, y les dio la carta

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    CAPITULO CXVIII Cmo en nuestro real hicimos alarde de los soldados que ramos,y cmo trajeron doscientas y cincuentas picas muy largas, con unos hierros de cobrecada una, que Corts haba mandado hacer en unos pueblos que se dicen loschinantecas, y nos imponamos cmo habamos de jugar dellas para derrocar la gente dea caballo que tena Narvez, y otras cosas que en el real pasaron

    CAPITULO CXIX Cmo vino Andrs de Duero a nuestro real y el soldado Usagre ydos indios de Cuba, naboras del Duero, y quin era el Duero y a lo que vena, y lo quetuvimos por cierto y lo que se concert

    CAPITULO CXX Cmo lleg Juan Velzquez de Len y el mozo de espuelas que sedeca Juan del Ro al real de Narvez, y lo que en l pas

    CAPITULO CXXI De lo que se hizo en el real de Narvez despus que de all salieronnuestros embajadores

    CAPITULO CXXII Del concierto y orden que se dio en nuestro real para ir contraNarvez, y el razonamiento que Corts nos hizo, y lo que respondimos Cmo despusde desbaratado Narvez segn y de la manera que he dicho, vinieron los indios deChinanta que Corts haba enviado a llamar, y de otras cosas que pasaron

    CAPITULO CXXIV Cmo Corts envi al puerto al capitn Francisco de Lugo, y ensu compaa dos soldados que haban sido maestres de hacer navos, para que luegotrajese all a Cempoal todos los maestres y pilotos de los navos y flota de Narvez, yque les sacasen las velas y timones e agujas, porque no fuesen a dar mandado a la islade Cuba a Diego Velzquez de lo acaecido, y cmo puso almirante de la mar

    CAPITULO CXXV Cmo fuimos a grandes jornadas, as Corts con todos suscapitanes como todos los de Narvez, excepto Pnfilo de Narvez y Salvatierra, quequedaban presos

    CAPITULO CXXVI Cmo nos dieron guerra en Mxico, y los combates que nosdaban, y otras cosas que pasamos

    CAPITULO CXXVII Desque fue muerto el gran Moctezuma, acord Corts de hacerlosaber a sus capitanes y principales que nos daban guerra, y lo que ms sobre ello pas

    CAPITULO CXXVIII Cmo acordamos de nos ir huyendo de Mxico, y lo que sobreello se hizo

    CAPITULO CXXIX Cmo fuimos a la cabecera y mayor pueblo de Tlascala, y lo queall pasamos

    CAPITULO CXXX Cmo fuimos a la provincia de Tepeaca, y lo que en ella hicimos; yotras cosas que pasaron

    CAPITULO CXXXI Cmo vino un navo de Cuba que enviaba Diego Velzquez, evena en l por capitn Pedro Barba, y la manera que el almirante que dej nuestro

    Corts por guarda de la mar tena para los prender, y es desta manera

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    CAPITULO CXXXII Cmo los de Guacachula vinieron a demandar favor a Cortssobre que los ejrcitos mexicanos los trataban mal y los robaban, y lo que sobre ello sehizo

    CAPITULO CXXXIII Cmo aport al peol y puerto que est junto a la Villa-Rica un

    navo de los de Francisco Garay, que haba nviado a poblar el ro Pnuco, y lo que sobreello ms pas Cmo envi Corts a Gonzalo de Sandoval a pacificar los pueblos deXalacingo y Zacatam, y llev doscientos soldados y veinte de a caballo y doce

    ballesteros, y para que supiese qu espaoles mataron en ellos, y que mirase qu armasles haba tomado y qu tierra era, y les demandase el oro que robaron, y de lo que msen ello pas

    CAPITULO CXXXV Cmo se recogieron todas las mujeres y esclavos de todo nuestroreal que habamos habido en aquello de Tepeaca y Cachula, Tacamachalco y enCastilblanco y en sus tierras, para que se herrasen con el hierro en nombre de sumajestad, y lo que sobre ello pas

    CAPITULO CXXXVI Cmo demandaron licencia a Corts los capitanes y personasms principales de los que Narvez haba trado en su compaa para se volver a la islade Cuba, y Corts se la dio y se fueron. Y de cmo despach Corts embajadores paraCastilla y para Santo Domingo Y Jamaica, y lo que sobre cada cosa acaeci

    CAPITULO CXXXVII Cmo caminamos con todo nuestro ejrcito camino de la ciudadde Tezcuco, y lo que en el camino nos avino, y otras cosas que pasaron

    CAPITULO CXXXVIII Cmo fuimos a Iztapalapa con Corts, y llev en su compaaa Cristbal de Ol y a Pedro de Alvarado, y qued Gonzalo de Sandoval por guarda deTezcuco, y lo que nos acaeci en la toma de aquel pueblo

    CAPITULO CXXXIX Cmo vinieron tres pueblos comarcanos a Tezcuco a demandarpaces y perdn de las guerras pasadas y muertes de espaoles, y los descargos quedaban sobre ello, y cmo fue Gonzalo de Sandoval a Tamanalco en su socorro contramexicanos, y lo que ms pas

    CAPITULO CXL Cmo fue Gonzalo de Sandoval a Tlascala por la madera de losbergantines, y lo que ms en el camino hizo en un pueblo que le pusimos por nombre elPueblo-Morisco

    CAPITULO CXLI Cmo nuestro capitn Corts fue a una entrada al pueblo deSaltocan, que est en la ciudad de Mxico obra de seis leguas, puesto y poblado en lalaguna, y dende all a otros pueblos; y lo que en el camino pas dir adelante

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    Entre 1519 y 1521 Hernn Corts, al frente de un escaso grupo de soldados, lleva a

    cabo la conquista de Mxico, una de las epopeyas ms importantes de la presencia

    espaola en el Nuevo Mundo. Sobre este acontecimiento contamos con varios

    testimonios, tanto de cronistas espaoles como de los autores de cdices y relaciones

    indgenas. Ninguno, sin embargo, tan apasionante, directo y de fcil lectura como esta

    Historia verdadera de la conquista de la Nueva Espaa, de Bernal Daz del Castillo.

    Sea cual fuera la razn ltima por la que Bernal escribi su Historia, su largo

    memorial y sus recuerdos de conquistador, escritos y corregidos pacientemente a lo

    largo de treinta aos, constituyen todava hoy uno de los relatos ms apasionantes e

    increbles sobre el encuentro entre dos mundos y dos culturas: la espaola y la

    americana. De ah las numerosas ediciones que la obra de Bernal ha tenido en las ms

    diversas lenguas.

    Cuando se cumplen justamente los cuatro siglos de la muerte de Bernal Daz del Cas-

    tillo en Guatemala, esta coleccin que ahora inicia su andadura quiere rendir justo

    homenaje al genial cronista y valeroso soldado cuya vida transcurri de batalla enbatalla, primero con los indios, despus con los oficiales reales que le negaban o

    regateaban lo que l crea merecer.

    Nuestra edicin rene, adems, dos alicien-tes importantes: primero, el texto que aqu

    se publica es el definitivamente fijado des-pus de no pocos aos de trabajo, por Car-

    melo Senz de Santa Mara, mximo experto en la obra bernaldiana; segundo, la

    edicin ha corrido a cargo del prestigioso historiador mexicano Miguel Len-Portilla.

    Mxico y Espaa vuelven a coincidir, ahora sobre una obra que ya es historia de

    ambos pases.

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    PRLOGO

    Yo, Bernal Daz del Castillo, regidor de esta ciudad de Santiago de Guatemala, autor deesta muy verdadera y clara historia, la acab de sacar a la luz, que es desde eldescubrimiento, y todas las conquistas de la Nueva Espaa, y como se tom la gran

    ciudad de Mxico, y otras muchas ciudades, hasta las haber trado de paz y pobladas deespaoles muchas villas, las enviamos a dar y entregar, como estamos obligados, anuestro rey y seor; en la cual historia hallarn cosas muy notables y dignas de saber: ytambin van declarados los borrones, y escritos viciosos en un libro de Francisco Lpezde Gmara, que no solamente va errado en lo que escribi de la Nueva Espaa, sinotambin hizo errar a dos famosos historiadores que siguieron su historia, que se dicenDoctor Illescas y el Obispo Paulo Iobio; y a esta causa, digo y afirmo que lo que en estelibro se contiene es muy verdadero, que como testigo de vista me hall en todas las

    batallas y reencuentros de guerra; y no son cuentos viejos, ni Historias de Romanos dems de setecientos aos, porque a manera de decir, ayer pas lo que vern en mihistoria, y cmo y cundo, y de qu manera; y de ello era buen testigo el muy esforzado

    y valeroso capitn don Hernando Corts, marqus del Valle, que hizo relacin en unacarta que escribi de Mxico al serensimo emperador don Carlos V, de gloriosamemoria, y otra del virrey don Antonio de Mendoza, y por probanzas bastantes. Yadems de esto cuando mi historia se vea, dar fe y claridad de ello; la cual se acab desacar en limpio de mis memorias y borradores en esta muy leal ciudad de Santiago deGuatemala, donde reside la real audiencia, en veinte y seis das del mes de febrero demil quinientos sesenta y ocho aos. Tengo que acabar de escribir ciertas cosas quefaltan, que an no se han acabado: va en muchas partes testado, lo cual no se ha de leer.Pido por merced a los seores impresores, que no quiten, ni aadan ms letras de lasque aqu van y suplan, etc.

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    CAPITULO I

    En qu tiempo sal de Castilla, y lo que me acaeci

    En el ao de 1514 sal de Castilla en compaa del gobernador Pedro Arias de vila,

    que en aquella sazn le dieron la gobernacin de Tierra-Firme; y viniendo por la marcon buen tiempo, y otras veces con contrario, llegamos al Nombre de Dios; y en aqueltiempo hubo pestilencia, de que se nos murieron muchos soldados, y dems desto, todoslos ms adolecimos, y se nos hacan unas malas llagas en las piernas; y tambin enaquel tiempo tuvo diferencias el mismo gobernador con un hidalgo que en aquella saznestaba por capitn y haba conquistado aquella provincia, que se deca Vasco Nez deBalboa; hombre rico, con quien Pedro Arias de vila cas en aquel tiempo una su hijadoncella con el mismo Balboa; y despus que la hubo desposado, segn pareci, y sobresospechas que tuvo que el yerno se le quera alzar con copia de soldados por la mar delSur, por sentencia le mand degollar. Y despus que vimos lo que dicho tengo y otrasrevueltas entre capitanes y soldados, y alcanzamos a saber que era nuevamente ganada

    la isla de Cuba, y que estaba en ella por gobernador un hidalgo que se deca DiegoVelzquez, natural de Cullar; acordamos ciertos hidalgos y soldados, personas decalidad de los que habamos venido con el Pedro Arias de vila, de demandarle licencia

    para nos ir a la isla de Cuba, y l nos la dio de buena voluntad, porque no tenanecesidad de tantos soldados como los que trajo de Castilla, para hacer guerra, porqueno haba qu conquistar; que todo estaba de paz, porque el Vasco Nez de Balboa,yerno del Pedro Arias de vila, lo haba conquistado, y la tierra de suyo es muy corta yde poca gente. Y desque tuvimos la licencia, nos embarcamos en buen navo; y con

    buen tiempo, llegamos a la isla de Cuba, y fuimos a besar las manos al gobernadordella, y nos mostr mucho amor y prometi que nos dara indios de los primeros quevacasen; y como se haban pasado ya tres aos, as en lo que estuvimos en Tierra-Firmecomo lo que estuvimos en la isla de Cuba aguardando a que nos depositase algunosindios, como nos haban prometido, y no habamos hecho cosa ninguna que de contarsea, acordamos de nos juntar ciento y diez compaeros de los que habamos venido deTierra-Firme y de otros que en la isla de Cuba no tenan indios, y concertamos con unhidalgo que se deca Francisco Hernndez de Crdoba, que era hombre rico y. tena

    pueblos de indios en aquella isla, para que fuese nuestro capitn, y a nuestra venturabuscar y descubrir tierras nuevas, para en ellas emplear nuestras personas; y compramostres navos, los dos de buen porte, y el otro era un barco que hubimos del mismogobernador Diego Velzquez, fiado, con condicin que, primero nos le diese, noshabamos de obligar, todos los soldados, que con aquellos tres navos habamos de ir a

    unas isletas que estn entre la isla de Cuba y Honduras, que ahora se llaman las islas delas Guanajas y que habamos de ir de guerra y cargar los navos de indios de aquellasislas para pagar con ellos el barco, para servirse dellos por esclavos. Y desque vimos lossoldados que aquello que peda el Diego Velzquez no era justo, le respondimos que loque deca no lo mandaba Dios ni el rey, que hicisemos a los libres esclavos. Y desquevio nuestro intento, dijo que era bueno el propsito que llevbamos en querer descubrirtierras nuevas, mejor que no el suyo; y entonces nos ayud con cosas de bastimento

    para nuestro viaje. Y desque nos vimos con tres navos y matalotaje de pan cazabe, quese hace de unas races que llaman yucas, y compramos puercos, que nos costaban enaquel tiempo a tres pesos, porque en aquella sazn no haba en la isla de Cuba vacas nicarneros, y con otros pobres mantenimientos, y con rescate de unas cuentas que entre

    todos los soldados compramos; y buscamos tres pilotos, que el ms principal dellos y elque regia nuestra armada se llamaba Antn de Alaminos, natural de Palos, y el otro

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    piloto se deca Camacho, de Triana, y el otro Juan lvarez, el Manquillo, de Huelva; yas mismo recogimos los marineros que hubimos menester, y el mejor aparejo que

    pudimos de cables y maromas y anclas, y pipas de agua, y todas otras cosasconvenientes para seguir nuestro viaje, y todo esto a nuestra costa y minsin. Y despusque nos hubimos juntado los soldados, que fueron ciento y diez, nos fuimos a un puerto

    que se dice en la lengua de Cuba, Ajaruco, y es en la banda del norte, y estaba ocholeguas de una villa que entonces tenan poblada, que se deca, San Cristbal, que desdea dos aos la pasaron adonde ahora est poblada la dicha Habana. Y para que con buenfundamento fuese encaminada nuestra armada, hubimos de llevar un clrigo que estabaen la misma villa de San Cristbal, que se deca Alonso Gonzlez, que con buenas

    palabras y prometimientos que le hicimos se fue con nosotros; y dems desto elegimospor veedor, en nombre de su majestad, a un soldado que se deca Bernardino Iiguez,natural de Santo Domingo de la Calzada, para que si Dios fuese servido que topsemostierras que tuviesen oro o perlas o plata, hubiese persona suficiente que guardase el realquinto. Y despus de todo concertado y odo misa, encomendndonos a Dios nuestroseor y a la virgen santa Mara, su bendita madre, nuestra seora, comenzamos nuestro

    viaje de la manera que adelante dir.

    CAPITULO II

    Del descubrimiento de Yucatn y de un rencuentro de guerra que tuvimos con losnaturales

    En 8 das del mes de febrero del ao de 1517 aos salirnos de la Habana, y nos hicimosa la vela en el puerto de Jaruco, que as se llama entre los indios, y es la banda del norte,y en doce das doblamos la de San Antn, que por otro nombre en la isla de Cuba sellama la tierra de los Guanataveis, que son unos indios como salvajes. Y dobladaaquella punta y puestos en alta mar, navegamos a nuestra ventura hacia donde se pone elsol, sin saber bajos ni corrientes, ni qu vientos suelen seorear en aquella altura, congrandes riesgos de nuestras personas; porque en aquel instante nos vino una tormentaque dur dos das con sus noches, y fue tal, que estuvimos para nos perder; y desqueabonanz, yendo por otra navegacin, pasado veinte y un das que salimos de la isla deCuba, vimos tierra, de que nos alegramos mucho, y dimos muchas gracias a Dios porello; la cual tierra jams se haba descubierto, ni haba noticia della hasta entonces; ydesde los navos vimos un gran pueblo, que al parecer estara de la costa obra de dosleguas, y viendo que era gran poblacin y no habamos visto en la isla de Cuba pueblotan grande, le pusimos por nombre el Gran-Cairo. Y acordamos que con el un navo de

    menos porte se acercasen lo que ms pudiesen a la costa, a ver que tierra era, y a ver sihaba fondo para que pudisemos anclear junto a la costa; y una maana, que fueron 4de marzo, vimos venir cinco canoas grandes llenas de indios naturales de aquella

    poblacin, y venan a remo y vela. Son canoas hechas a manera de artesas, y songrandes, de maderos gruesos y cavadas por de dentro y est hueco, y todas son de unmadero macizo, y hay muchas dellas en que caben en pie cuarenta y cincuenta indios.Quiero volver a mi materia. Llegados los indios con las cinco canoas cerca de nuestronavo, con seas de paz que les hicimos, llamndoles con las manos y capendoles conlas capas para que nos viniesen a hablar, porque no tenamos en aquel tiempo lenguasque entendiesen la del Yucatn y mexicana, sin temor ninguno vinieron, y entraron en lanao capitana sobre treinta dellos, a los cuales dimos de comer cazabe y tocino, y a cada

    uno un sartalejo de cuentas verdes, y estuvieron mirando un buen rato los navos; y elms principal dellos, que era cacique, dijo por seas que se quera tornar a embarcar en

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    sus canoas y volver a su pueblo, y que otro da volveran y traeran ms canoas en quesaltsemos en tierra; y venan estos indios vestidos con unas jaquetas de algodn ycubiertas sus vergenzas con unas mantas angostas, que entre ellos llaman mastates, ytuvimos los por hombres ms de razn que a los indios de Cuba, porque andaban los deCuba con sus vergenzas defuera, excepto las mujeres, que traan hasta que les llegaban

    a los muslos unas ropas de algodn que llaman naguas. Volvamos a nuestro cuento: queotro da por la maana volvi el mismo cacique a los navos, y trajo doce canoasgrandes con muchos indios remeros, y dijo por seas al capitn, con muestras de paz,que fusemos a su pueblo y que nos daran comida y lo que hubisemos menester, y queen aquellas doce canoas podamos saltar en tierra. Y cuando lo estaba diciendo en sulengua, acurdeme deca: "Con escotoch, con escotoch"; y quiere decir, andad ac a miscasas; y por esta causa pusimos desde entonces por nombre a aquella tierra Punta deCotoche, y as est en las cartas del marear. Pues viendo nuestro capitn y todos lossoldados los muchos halagos que nos haca el cacique para que fusemos a su pueblo,tom consejo con nosotros, y fue acordado que sacsemos nuestros bateles de losnavos, y en el navo de los ms pequeos y en las doce canoas salisemos a tierra todos

    juntos de una vez, porque vimos la costa llena de indios que haban venido de aquellapoblacin, y salimos todos en la primera barcada. Y cuando el cacique nos vio en tierray que no bamos a su pueblo, dijo otra vez al capitn por seas que fusemos con l asus casas; y tantas muestras de paz haca, que tomando el capitn nuestro parecer para siiramos o no, acordse por todos los ms soldados que con el mejor recaudo de armasque pudisemos llevar y con buen concierto fusemos. Y llevamos quince ballestas ydiez escopetas (que as se llamaban, escopetas y espingardas, en aquel tiempo), ycomenzamos a caminar por un camino por donde el cacique iba por gua, con otrosmuchos indios que le acompaaban. E yendo de la manera que he dicho, cerca de unosmontes breosos comenz a dar voces y apellidar el cacique para que saliesen anosotros escuadrones de gente de guerra, que tenan en celada para nos matar; y a lasvoces que dio el cacique, los escuadrones vinieron con gran furia, y comenzaron a nosflechar de arte, que a la primera rociada de flechas nos hirieron quince soldados, y traanarmas de algodn, y lanzas y rodelas, arcos y flechas, y hondas y mucha piedra, y sus

    penachos puestos, y luego tras las flechas vinieron a se juntar con nosotros pie con pie,y con las lanzas a manteniente nos hacan mucho mal. Mas luego les hicimoshuir, como conocieron el buen cortar de nuestras espadas, y de las ballestas y escopetasel dao que les hacan; por manera que quedaron muertos quince dellos. Un poco msadelante, donde nos dieron aquella refriega que dicho tengo, estaba una placeta y trescasas de cal y canto, que eran adoratorios, donde tenan muchos dolos de barro, unoscomo caras de demonios y otros como de mujeres, altos de cuerpo, y otros de otras

    malas figuras; de manera que al parecer estaban haciendo sodomas unos bultos deindios con otros; y en las casas tenan unas arquillas hechizas de madera, y en ellas otrosdolos de gestos diablicos, y unas patenillas de medio oro, y unos pinjantes y tresdiademas, y otras piecezuelas a manera de pescados y otras a manera de nades, de oro

    bajo. Y despus que lo hubimos visto, as el oro como las casas de cal y canto,estbamos muy contentos porque habamos descubierto tal tierra, porque en aqueltiempo no era descubierto el Per, ni aun se descubri dende ah a diez y seis aos. Enaquel instante que estbamos batallando con los indios, como dicho tengo, el clrigo.Gonzlez que iba con nosotros, y con dos indios de Cuba se carg de las arquillas y eloro y los dolos, y lo llev al navo; y en aquella escaramuza prendimos dos indios, quedespus se bautizaron y volvieron cristianos, y se llam el uno Melchor y el otro Julin,

    y entrambos eran trastabados de los ojos. Y acabado aquel rebato acordamos de nos

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    volver a embarcar, y seguir las costas adelante descubriendo hacia donde se pone el sol;y despus de curados los heridos, comenzamos a dar velas.

    CAPITULO III

    Del descubrimiento de Campeche

    Como acordamos de ir a la costa adelante hacia el poniente, descubriendo puntas ybajos y ancones y arrecifes, creyendo que era isla, como nos lo certificaba el pilotoAntn de Alaminos, bamos con gran tiento, de da navegando y de noche al reparo y

    pairando; y en quince das que fuimos desta manera, vimos desde los navos un pueblo,y al parecer algo grande, y haba cerca de l gran ensenada y baha; cremos que habaro o arroyo donde pudisemos tomar agua, porque tenamos gran falta della; acabbasela de las pipas y vasijas que traamos, que no venan bien reparadas; que, como nuestraarmada era de hombres pobres, no tenamos dinero cuanto convena para comprar

    buenas pipas; falt el agua y hubimos de saltar en tierra junto al pueblo, y fue un

    domingo de Lzaro, y a esta causa le pusimos este nombre, aunque supimos que porotro nombre propio de indios se dice Campeche; pues para salir todos de una barcada,acordamos de ir en el navo ms chico y en los tres bateles, bien apercibidos de nuestrasarmas, no nos acaeciese como en la Punta de Cotoche. Y porque en aquellos ancones y

    bahas mengua mucho la mar, y por esta causa dejamos los navos ancleados ms de unalegua de tierra, y fuimos a desembarcar cerca del pueblo, que estaba all un buen pozode buena agua, donde los naturales de aquella poblacin beban y se servan de l,

    porque en aquellas tierras, segn hemos visto, no hay ros; y sacamos las pipas para lashenchir de agua y volvernos a los navos. Ya que estaban llenas y nos queramosembarcar, vinieron del pueblo obra de cincuenta indios con buenas mantas de algodn,y de paz, y a lo que pareca deban ser caciques, y nos decan por seas que qu

    buscbamos, y les dimos a entender que tomar agua e irnos luego a los navos, ysealaron con la mano que si venamos de hacia donde sale el sol, y decan "Castilan,Castilan", y no mirbamos bien en la pltica de "Castilan, Castilan". Y despus deestas plticas que dicho tengo, nos dijeron por seas que fusemos con ellos a su

    pueblo, y estuvimos tomando consejo si iramos. Acordamos con buen concierto de irmuy sobre aviso, y llevronnos a unas casas muy grandes, que eran adoratorios de susdolos y estaban muy bien labradas de cal y canto, y tenan figurados en unas paredesmuchos bultos de serpientes y culebras y otras pinturas de dolos, y alrededor de unocomo altar, lleno de gotas de sangre muy fresca; y a otra parte de los dolos tenan unasseales como a manera de cruces, pintados de otros bultos de indios; de todo lo cual nos

    admiramos, como cosa nunca vista ni oda. Y, segn pareci, en aquella sazn habansacrificado a sus dolos ciertos indios para que les diesen victoria contra nosotros, yandaban muchos indios e indias rindose y al parecer muy de paz, como que nos venana ver; y como se juntaban tantos, temimos no hubiese alguna zalagarda como la pasadade Cotoche; y estando desta manera vinieron otros muchos indios, que traan muyruines mantas, cargados de carrizos secos, y los pusieron en un llano, y tras estosvinieron dos escuadrones de indios flecheros con lanzas y rodelas, y hondas y piedras, ycon sus armas de algodn, y puestos en concierto en cada escuadrn su capitn, loscuales se apartaron en poco trecho de nosotros; y luego en aquel instante salieron deotra casa, que era su adoratorio, diez indios, que traan las ropas de mantas de algodnlargas y blancas, y los cabellos muy grandes, llenos de sangre y muy revueltos los unos

    con los otros, que no se les pueden esparcir ni peinar si no se cortan; los cuales eransacerdotes de los dolos que en la Nueva Espaa se llaman papas, y as los nombrar de

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    aqu adelante; y aquellos papas nos trajeron zahumerios, como a manera de resina, queentre ellos llaman copal, y con braseros de barro llenos de lumbre nos comenzaron azahumar, y por seas nos dicen que nos vayamos de sus tierras antes que aquella leaque tienen llegada se ponga fuego y se acabe de arder, si no que nos darn guerra y nosmatarn. Y luego mandaron poner fuego a los carrizos y comenz de arder, y se fueron

    los papas callando sin ms nos hablar, y los que estaban apercibidos en los escuadronesempezaron a silbar y a taer sus bocinas y atabalejos. Y desque los vimos de aquel artey muy bravosos, y de lo de la punta de Cotoche aun no tenamos sanas las heridas, y sehaban muerto dos soldados, que echamos al mar, y vimos grandes escuadrones deindios sobre nosotros, tuvimos temor, y acordamos con buen concierto de irnos a lacosta; y as, comenzamos a caminar por la playa adelante hasta llegar enfrente de un

    peol que est en la mar, y los bateles y el navo pequeo fueron por la costa tierra atierra con las pipas de agua y no nos osamos embarcar junto al pueblo donde noshabamos desembarcado, por el gran nmero de indios que ya se haban juntado, porquetuvimos por cierto que al embarcar nos daran guerra. Pues ya metida nuestra agua enlos navos, y embarcados en una baha como portezuelo que all estaba, comenzamos a

    navegar seis das con sus noches con buen tiempo, y volvi un norte, que es travesa enaquella costa, el cual dur cuatro das con sus noches, que estuvimos para dar al travs:tan recio temporal haca, que nos hizo anclar la costa por no ir al travs; que se nosquebraron dos cables, e iba garrando a tierra el navo. Oh en qu trabajo nos vimos!Que si se quebrara el cable, bamos a la costa perdidos, y quiso Dios que se ayudaroncon otras maromas viejas y guindaletas. Pues ya reposado el tiempo seguimos nuestracosta adelante, llegndonos a tierra cuanto podamos para tornar a tomar agua, que(como ya he dicho) las pipas que traamos vinieron muy abiertas; y asimismo no habaregla en ello, como bamos costeando, creamos que doquiera que saltsemos en tierra latomaramos de jageyes y pozos que cavaramos. Pues yendo nuestra derrota adelantevimos desde los navos un pueblo, y antes de obra de una legua de l se haca unaensenada, que pareca que habra ro o arroyo: acordamos de surgir junto a l; y comoen aquella costa (como otras veces he dicho) mengua mucho la mar y quedan en secolos navos, por temor dello surgimos ms de una legua de tierra; en el navo menor y entodos los bateles, fue acordado que saltsemos en aquella ensenada, sacando nuestrasvasijas con muy buen concierto, y armas y ballestas y escopetas. Salimos en tierra pocoms de medioda, y habra una legua desde el pueblo hasta donde desembarcamos, yestaban unos pozos y maizales, y caseras de cal y canto. Llmase este puebloPotonchan, y henchimos nuestras pipas de agua; mas no las pudimos llevar ni meter enlos bateles, con la mucha gente de guerra que carg sobre nosotros; y quedarse ha aqu,y adelante dir las guerras que nos dieron.

    CAPITULO IV

    Cmo desembarcamos en una baha donde haba maizales, cerca del puerto dePotonchan, y de las guerras que nos dieron

    Y estando en las estancias y maizales por m ya dichas, tomando nuestra agua, vinieronpor la costa muchos escuadrones de indios del pueblo de Potonchan (que as se dice),con sus armas de algodn que les daba a la rodilla, y con arcos y flechas, y lanzas yrodelas, y espadas hechas a manera de montantes de a dos manos, y hondas y piedras, ycon sus penachos de los que ellos suelen usar, y las caras pintadas de blanco y prieto

    enalmagrados; y venan callando, y se vienen derechos a nosotros, como que nos venana ver de paz, y por seas nos dijeron que si venamos de donde sale el sol, y las palabras

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    formales segn nos hubieron dicho los de Lzaro, "Castilan, Castilan", y respondimospor seas que de donde sale el sol venamos. Y entonces paramos en las mientes y enpensar qu poda ser aquella pltica, porque los de San Lzaro nos dijeron lo mismo;mas nunca entendimos al fin que lo decan. Sera cuando esto pas y los indios se

    juntaban, a la hora de las Ave-Maras, y furonse a unas caseras, y nosotros pusimos

    velas y escuchas y buen recaudo, porque no nos pareci bien aquella junta de aquellamanera. Pues estando velando todos juntos, omos venir con el gran ruido y estruendoque traan por el camino, muchos indios de otras sus estancias y del pueblo, y todos deguerra, y desque aquello sentimos, bien entendido tenamos que no se juntaban parahacernos ningn bien, y entramos en acuerdo con el capitn que es lo que haramos; yunos soldados daban por consejo que nos fusemos luego a embarcar; y como en talescasos suele acaecer, unos dicen uno y otros dicen otro, eran muchos indios, daran ennosotros y habra mucho riesgo de nuestras vidas; y otros ramos de acuerdo quedisemos en ellos esa noche; que, como dice el refrn, quien acomete, vence; y por otra

    parte veamos que para cada uno de nosotros haba trescientos indios. Y estando enestos conciertos amaneci, y dijimos unos soldados a otros que tuvisemos confianza en

    Dios, y corazones muy fuertes para pelear, y despus de nos encomendar a Dios, cadauno hiciese lo que pudiese para salvar las vidas. Ya que era de da claro vimosvenir por la costa muchos ms escuadrones guerreros con sus banderas tendidas, y

    penachos y atambores, y con arcos y flechas, y lanzas y rodelas, y se juntaron con losprimeros que haban venido la noche antes; y luego, hechos sus escuadrones, nos cercanpor todas partes, y nos dan tal rociada de flechas y varas, y piedras con sus hondas,que hirieron sobre ochenta de nuestros soldados, y se juntaron con nosotros pie con

    pie, unos con lanzas, y otros flechando, y otros con espadas de navajas, de arte, que nostraan a mal andar, puesto que les dbamos buena prisa de estocadas y cuchilladas, y lasescopetas y ballestas que no paraban, unas armando y otras tirando; y ya que seapartaban algo de nosotros, desque sentan las grandes estocadas y cuchilladas que lesdbamos, no era lejos, y esto fue para mejor flechar y tirar al terrero a su salvo; ycuando estbamos en esta batalla, y los indios se apellidaban, decan en su lengua "alCalachoni, al Calachoni", que quiere decir que matasen al capitn; y le dieron doceflechazos, y a m me dieron tres, y uno de los que me dieron, bien peligroso, en elcostado izquierdo, que me pas a lo hueco, y a otros de nuestros soldados dierongrandes lanzadas, y a dos llevaron vivos, que se deca el uno Alonso Bote y el otro eraun portugus viejo. Pues viendo nuestro capitn que no bastaba nuestro buen pelear, yque nos cercaban muchos escuadrones, y venan ms de refresco del pueblo, y les traande comer y beber y muchas flechas, y nosotros todos heridos, y otros soldadosatravesados los gaznates, y nos haban muerto ya sobre cincuenta soldados; y

    viendo que no tenamos fuerzas, acordamos con corazones muy fuertes romper pormedio de sus batallones, y acogernos a los bateles que tenamos en la costa, que fueronsocorro, y hechos todos nosotros un escuadrn rompimos por ellos; pues or la grita ysilbos y vocera y priesa que nos daban de flecha y a manteniente con sus lanzas,hiriendo siempre en nosotros. Pues otro dao tuvimos, que, como nos acogimos degolpe a los bateles y ramos muchos, banse a fondo, y como mejor pudimos, asidos alos bordes, medio nadando entre dos aguas, llegamos al navo de menos porte, queestaba cerca, que ya vena a gran priesa a nos socorrer, y al embarcar hirieron muchosde nuestros soldados, en especial a los que iban asidos en las popas de los bateles, y lestiraban al terreno, y entraron en la mar con las lanzas y daban a manteniente a nuestrossoldados, y con mucho trabajo quiso Dios que escapamos con las vidas de poder de

    aquella gente. Pues ya embarcados en los navos, hallamos que faltaban cincuenta ysiete compaeros, con los dos que llevaron vivos, y con cinco que echamos en la mar,

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    que murieron de las heridas y de la gran sed que pasaron. Estuvimos peleando enaquella bataca poco ms de media hora. Llmase este pueblo Potonchan, y en las cartasde marear le pusieron nombre los pilotos y marineros baha de Mala Pelea Y desque nosvimos salvos de aquellas refriegas, dimos muchas gracias a Dios; y cuando se curabanlas heridas los soldados, se quejaban mucho del dolor dellas, que como estaban

    resfriadas con el agua salada, y estaban muy hinchadas y daadas, algunos de nuestrossoldados maldecan al piloto Antn Alaminos y a su descubrimiento y viaje, porquesiempre porfiaba que no era tierra firme, sino isla; donde los dejar ahora, y dir lo quems nos acaeci.

    CAPITULO V

    Cmo acordamos de nos volver a la isla de Cuba, y de la gran sed y trabajos quetuvimos hasta llegar al puerto de la Habana

    Desque nos vimos embarcados en los navos de la manera que dicha tengo, dimos

    muchas gracias a Dios, y despus de curados los heridos (que no qued hombre ningunode cuantos all nos hallamos que no tuviesen a dos y a tres y a cuatro heridas, y elcapitn con doce flechazos; slo un soldado qued sin herir), acordamos de nos volver ala isla de Cuba; y como estaban tambin heridos todos los ms de los marineros quesaltaron en tierra con nosotros, que se hallaron en las peleas, no tenamos quien mareaselas velas, y acordamos que dejsemos el un navo, el de menos porte, en la mar, puestofuego, despus de sacadas de l las velas y anclas y cables, y repartir los marineros queestaban sin heridas en los dos navos de mayor porte; pues otro mayor dao tenamos,que fue la gran falta de agua; porque las pipas y vasijas que tenamos llenas enChampoton, con la grande guerra que nos dieron y prisa de nos acoger a los bateles nose pudieron llevar, que all se quedaron, y no sacamos ninguna agua. Digo que tanta sed

    pasamos, que en las lenguas y bocas tenamos grietas de la secura, pues otra cosaninguna para refrigerio no haba. Oh qu cosa tan trabajosa es ir a descubrir tierrasnuevas, y de la manera que nosotros nos aventuramos! No se puede ponderar sino losque han pasado por aquestos excesivos trabajos en que nosotros nos vimos. Por maneraque con todo esto bamos navegando muy allegados a tierra, para hallarnos en paraje dealgn ro o baha para tomar agua, y al cabo de tres das vimos uno como ancn, que

    pareca ro o estero, que creamos tener agua dulce, y saltaron en tierra quincemarineros de los que haban quedado en los navos, y tres soldados que estaban ms sin

    peligro de los flechazos, y llevaron azadones y tres barriles para traer agua; y el esteroera salado, e hicieron pozos en la costa, y era tan amargosa y salada agua como la del

    estero; por manera que, mala como era, trajeron las vasijas llenas, Y no haba hombreque la pudiese beber del amargor y sal, y a dos soldados que la bebieron da loscuerpos y las bocas. Haba en aquel estero muchos y grandes lagartos, y desde entoncesse puso nombre el estero de los Lagartos, y as est en las cartas del marear. Dejemosesta pltica, y dir que entre tanto que fueron los bateles por el agua y se levant unviento nordeste tan deshecho, que bamos garrando a tierra con los navos; y como enaquella costa es travesa y reina siempre norte y nordeste, estuvimos en muy gran

    peligro por falta de cable; y como lo vieron los marineros que haban ido a tierra por elagua, vinieron muy ms que de paso con los bateles, y tuvieron tiempo de echar otrasanclas y maromas, y estuvieron los navos seguros dos das y dos noches; y luegoalzamos anclas y dimos vela, siguiendo nuestro viaje para nos volver a la isla de Cuba.

    Parece ser el piloto Alaminos se concert y aconsej con los otros dos pilotos que desdeaquel paraje donde estbamos atravessemos a la Florida, porque hallaban por sus cartas

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    y grados y alturas que estara de all obra de setenta leguas, y que despus, puestos en laFlorida, dijeron que era mejor viaje y ms cercana navegacin para ir a la Habana queno la derrota por donde habamos primero venido a descubrir; y as fue como el pilotodijo; porque, segn yo entend, haba venido con Juan Ponce de Len a descubrir laFlorida haba diez o doce aos ya pasados. Volvamos a nuestra materia: que

    atravesando aquel golfo, en cuatro das que navegamos vimos la tierra de la mismaFlorida; y lo que en ella nos acaeci dir adelante.

    CAPITULO VI

    Cmo desembarcaron en la baha de la Florida veinte soldados, con nosotros el pilotoAlaminos, para buscar agua, y de la guerra que all nos dieron los naturales de aquellatierra, y lo que ms pas hasta volver a la Habana

    Llegados a la Habana acordamos que saliesen en tierra veinte soldados de los quetenamos ms sanos de las heridas: yo fui con ellos y tambin el Piloto Antn de

    Alaminos, y sacamos las vasijas que haba, y azadones, y nuestras ballestas y escopetas;y como el capitn estaba muy mal herido, y con la gran sed que pasaba muy debilitado,nos rog que por amor de Dios que en todo caso le trajsemos agua dulce, que se secabay mora de sed; porque el agua que haba era muy salada y no se poda beber, como otravez ya dicho tengo. Llegados que fuimos a tierra, cerca de un estero que entraba en elmar, el piloto reconoci la costa, y dijo que haba diez o doce aos que haba estado enaquel paraje, cuando vino con Juan Ponce de Len a descubrir aquellas tierras, y all lehaban dado guerra los indios de aquella tierra, y que les haban muerto muchossoldados, y que a esta causa estuvisemos muy sobre aviso apercibidos, porquevinieron, en aquel tiempo que dicho tiene, muy de repente los indios cuando. ledesbarataron; y luego pusimos por espas dos soldados en una playa que se haca muyancha, e hicimos pozos muy hondos donde nos pareci haber agua dulce, porque enaquella sazn era menguante la marca; y quiso Dios que topsemos muy buena agua, ycon el alegra, y por hartarnos della y lavar paos para curar las heridas, estuvimosespacio de una hora; y ya que queramos venir a embarcar con nuestra agua, muygozosos, vimos venir al un soldado de los que habamos puesto en la playa dandomuchas voces diciendo: "Al arma, al arma; que vienen muchos indios de guerra portierra y otros en canoas por el estero"; y el soldado dando voces, vena corriendo, y losindios llegaron casi a la par con el soldado contra nosotros, y traan arcos muy grandes y

    buenas flechas y lanzas, y unas a manera de espadas, y vestidos de cueros de venados, yeran de grandes cuerpos, y se vinieron derechos a nos flechar, e hirieron luego a seis de

    nuestros compaeros, y a m me dieron un flechazo en el brazo derecho de poca herida;y dmosles tanta prisa de estocadas y cuchilladas y con las escopetas y ballestas, que nosdejan a nosotros los que estbamos tomando agua de los pozos, y van a la mar y estero aayudar a sus compaeros los que venan en las canoas donde estaba nuestro batel conlos marineros, que tambin andaban peleando pie con pie con los indios de las canoas, yaun les tenan ya tomado el batel y le llevaban por el estero arriba con sus canoas, yhaban herido a cuatro marineros, y al piloto Alaminos le dieron una mala herida en lagarganta; y arremetimos a ellos, el agua ms que a la cinta, y a estocadas les hicimossaltar el batel, y quedaron tendidos y muertos en la costa y en agua veinte y dos dellos,y tres prendimos, que estaban heridos poca cosa, que se murieron en los navos.Despus desta refriega pasada, preguntamos al soldado que pusimos por vela qu se

    hizo su compaero Berrio (que as se llamaba); dijo que lo vio apartar con una hacha enlas manos para cortar un palmito, y que fue hacia el estero por donde haban venido los

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    indios de guerra, y que oy voces de espaol, y que por aquellas voces vino de presto adar mandado a la mar, y que entonces le debieron de matar; el cual soldado solamente lhaba quedado sin ninguna herida en lo de Potonchan, y quiso su ventura que vino all afenecer; y luego fuimos en busca de nuestro soldado por el rastro que haban tradoaquellos indios que nos dieron guerra, y hallamos una palma que haba comenzado a

    cortar, y cerca della mucha huella en el suelo, ms que en otras partes; por dondetuvimos por cierto que le llevaron vivo, por que no habla rastro de sangre, y anduvimosbuscndole a una parte y otra ms de una hora, y dimos voces, y sin ms saber de l nosvolvimos a embarcar en el batel y llevamos a los navos el agua dulce, con que sealegraron todos los soldados, como si entonces les diramos las vidas; y un soldado searroj desde el navo en el batel con la gran sed que tena, tom una botija a pechos, y

    bebi tanta agua, que della se hinch y muri. Pues ya embarcados con nuestra agua ymetidos nuestros bateles en los navos, dimos vela para la Habana, y pasamos aquel day la noche, que hizo buen tiempo, junto de unas isletas que llaman los Mrtires, que sonunos bajos que as los llaman, "los bajos de los Mrtires". E bamos en cuatro brazas loms hondo, y toc la nao capitana entre unas como isletas e hizo mucha agua; que con

    dar todos los soldados que bamos a la bomba no podamos estancar, e bamos contemor no nos anegsemos. Acurdome que tramos all con nosotros a unos marineroslevantiscos, y les decamos: "Hermanos, ayudad a sacar la bomba, pues vis queestamos muy mal heridos y cansados de la noche y el da, porque nos vamos a fondo";y respondan los levantiscos: "Factelo vos, pues no ganamos sueldo, sino hambrey sed y trabajos y heridos, como vosotros"; por manera que les hacamos dar a la bombaaunque no queran, y malos y heridos como bamos, marebamos las velas y dbamos ala bomba, hasta que nuestro seor Jesucristo nos llev a puerto de Carenas, donde ahoraest poblada la villa de la Habana, que en otro tiempo puerto de Carenas se sola llamar,y no Habana; y cuando nos vimos en tierra dimos muchas gracias a Dios, y luego setom el agua de la capitana un buzano portugus que estaba en otro navo en aquel

    puerto, y escribimos a Diego Velzquez, gobernador de aquella isla, muy en posta,hacindole saber que habamos descubierto tierras de grandes poblaciones y casas de caly canto, y las gentes naturales dellas andaban vestidos de ropa de algodn y cubiertassus vergenzas, y tenan oro y labranzas de maizales; y desde la Habana se fue nuestrocapitn Francisco Hernndez por tierra a la villa de Santispritus, que as se dice, dondetena su encomienda de indios; y como iba mal herido, muri dende all a diez das quehaba llegado a su casa; y todos los dems soldados nos desparcimos, y nos fuimos unos

    por una parte y otros por otra de la isla adelante; y en la Habana se murieron tressoldados de las heridas, y los navos fueron a Santiago de Cuba, donde estaba elgobernador, y desque hubieron desembarcado los dos indios que hubimos en la punta de

    Catoche, que ya he dicho que se decan Melchorcillo y Julianillo, y el arquilla con lasdiademas y nades y pescadillos, y con los dolos de oro que aunque era bajo y pocacosa, sublimbanlo de arte que en todas las islas de Santo Domingo y en Cuba y aun enCastilla lleg la fama dello, y decan que otras tierras en el mundo no se habandescubierto mejores, ni casas de cal y canto; y como vio los dolos de barro y de tantasmaneras de figuras, decan que eran del tiempo de los gentiles; otros decan que eran delos judos que desterr Tito y Vespasiano de Jerusaln, y que haban aportado con losnavos rotos en que les echaron en aquella tierra; y como en aquel tiempo no eradescubierto el Per, tenase en mucha estima aquella tierra. Pues otra cosa preguntaba elDiego Velzquez a aquellos indios, que si haba minas de oro en su tierra; y a todos lesrespondan que s, y les mostraban oro en polvo de lo que sacaban en la isla de Cuba, y

    decan que haba mucho en su tierra, y no le decan verdad, porque claro est que en lapunta de Cotoche ni en todo Yucatn no es donde hay minas de oro; y asimismo les

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    mostraban los indios los montones que hacen de tierra, donde ponen y siembran lasplantas de cuyas races hacen el pan cazabe, y llmanse en la isla de Cuba yuca, y losindios decan que las haba en su tierra, y decan tlati por la tierra, que as se llama la enque las plantaban; de manera que yuca con tale quiere decir Yucatan. Decan losespaoles que estaban hablando con el Diego Velzquez y con los indios: "Seor, estos

    indios dicen que su tierra se llama Yucatn"; y as se qued con este nombre, que enpropria lengua no se dice as. Por manera que todos los soldados que fuimos a aquelviaje a descubrir gastamos los bienes que tenamos, y heridos y pobres volvimos aCuba, y aun lo tuvimos a buena dicha haber vuelto, y no quedar muertos con los demsmis compaeros; y cada soldado tir por su parte, y el capitn (como tengo dicho) luegomuri, y estuvimos muchos das en curarnos los heridos, y por nuestra cuenta hallamosque se murieron al pie de sesenta soldados, y esta ganancia trajimos de aquella entrada ydescubrimiento. Y Diego Velzquez escribi a Castilla a los seores que en aqueltiempo mandaban en las cosas de Indias, que l lo haba descubierto, y gastado endescubrirlo mucha cantidad de pesos de oro, y as lo deca don Juan Rodrguez deFonseca, obispo de Burgos y arzobispo de Rosano, que as se nombraba, que era como

    presidente de Indias, y lo escribi a su majestad a Flandes, dando mucho favor y loordel Diego Velzquez, y no hizo mencin de ninguno de nosotros los soldados que lodescubrimos a nuestra costa. Y quedarse ha aqu, y dir adelante los trabajos que meacaecieron a m y a tres soldados.

    CAPITULO VII

    De los trabajos que tuve llegar a una villa que se dice la Trinidad

    Ya he dicho que nos quedamos en la Habana ciertos soldados que no estbamos sanosde los flechazos, y para ir a la villa de la Trinidad, ya que estbamos mejores,acordamos de nos concertar tres soldados con un vecino de la misma Habana, que sedeca Pedro de vila, que iba asimismo aquel viaje en una canoa por la mar por la

    banda del sur, y llevaba la canoa cargada de camisetas de algodn, que iba a vender a lavilla de la Trinidad. Ya he dicho otras veces que canoas son de hechura de artesasgrandes, cavadas y huecas, y en aquellas tierras con ellas navegan costa a costa; y elconcierto que hicimos con Pedro de vila fue que daramos diez pesos de oro porquefusemos en su canoa. Pues yendo por la costa adelante, a veces remando y a ratos a lavela, ya que habamos navegado once das en paraje de un pueblo de indios de paz quese dice Canarreon, que era trminos de la villa de la Trinidad, se levant un tan recioviento de noche, que no nos pudimos sustentar en la mar con la canoa, por bien que

    rembamos todos nosotros; y el Pedro de vila y unos indios de la Habana y unosremeros muy buenos que traamos, hubimos de dar al travs entre unos ceborucos, quelos hay muy grandes en aquella costa; por manera que se nos quebr la canoa y el vila

    perdi su hacienda, y todos salimos descalabrados de los golpes de los ceborucos ydesnudos en carnes; porque para ayudarnos que no se quebrase la canoa y podermejor nadar, nos apercibimos de estar sin ropa ninguna, sino desnudos. Pues yaescapados con las vidas de entre aquellos ceborucos, para nuestra villa de laTrinidad no haba camino por la costa, sino malos pases y ceberucos, que as se dicen,que son las piedras con unas puntas que salen dellas que pasan las plantas de los pies,y sin tener que comer. Pues como las olas que reventaban de aquellos grandesceborucos nos embestan, y con el gran viento que haca llevbamos hechas grietas en

    las partes ocultas que corra sangre dellas, annque nos habamos puesto delante muchashojas de rboles y otras yerbas que buscamos para nos tapar. Pues como por aquella

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    costa no podamos caminar por causa que se nos hincaban por las plantas de los piesaquellas puntas y piedras de los ceborucos, con mucho trabajo nos metimos en unmonte, y con otras piedras que haba en el monte cortamos corteza de rboles, que

    pusimos por suelas, atadas a los pies con unas que parecen cuerdas delgadas, que llamanbejucos, que hacen entre los rboles; que espadas no sacamos ninguna, y atamos los

    pies y cortezas de los rboles con ello lo mejor que pudimos, y con gran trabajo salimosa una playa de arena, y de ah a dos das que caminamos llegamos a un pueblo de indiosque se deca Yaguarama, el cual era en aquella sazn del padre fray Bartolom de lasCasas, que era clrigo presbtero, y despus le conoc fraile dominico, y lleg a serobispo de Chiapa; y los indios de aquel pueblo nos dieron de comer. Y otro da fuimoshasta otro pueblo que se deca Chipiona, que era de un Alonso de vila e de unSandoval (no digo del capitn Sandoval el de la Nueva Espaa), y desde all a laTrinidad; y un amigo mo, que se deca Antonio de Medina, me remedi de vestidos,segn que en la villa se usaban, y as hicieron a mis compaeros otros vecinos deaquella villa; y desde all con mi pobreza y trabajos me fui a Santiago de Cuba, adondeestaba el gobernador Diego Velzquez, el cual andaba dando mucha prisa en enviar otra

    armada; y cuando le fui a besar las manos, que ramos algo deudos, l se holgconmigo, y de unas plticas en otras me dijo que si estaba bueno de las heridas, paravolver a Yucatn. E yo riendo le respond que quin le puso nombre Yucatn; que allno le llaman as. E dijo: "Melchorejo, el que trajistes, lo dice." E yo dije: "Mejornombre sera la tierra donde nos mataron la mitad de los soldados que fuimos, y todoslos dems salimos heridos." E dijo: "Bien s que pasasteis muchos trabajos, y as es alos que suelen descubrir tierras nuevas y ganar honra, e su majestad os lo gratificar, eyo as se lo escribir; e ahora, hijo, id otra vez en la armada que hago, que yo har queos hagan mucha honra." Y dir lo que pas.

    CAPITULO VIII

    Cmo Diego Velzquez, gobernador de Cuba, envi otra armada a la tierra quedescubrimos

    En el ao de 1518, viendo Diego Velzquez, gobernador de Cuba, la buena relacin delas tierras que descubrimos, que se dice Yucatn, orden enviar una armada, y para ellase buscaron cuatro navos; los dos fueron los que hubimos comprado los soldados quefuimos en compaa del capitn Francisco Hernndez de Crdoba a descubrir a Yucatn(segn ms largamente lo tengo escrito en el descubrimiento), y los otros dos navoscompr el Diego Velzquez de sus dineros. Y en aquella sazn que ordenaba el armada,

    se hallaron presentes en Santiago de Cuba, donde resida el Velzquez, Juan de Grijalvay Pedro de Alvarado y Francisco de Montejo e Alonso de vila, que haban ido connegocios al gobernador; porque todos tenan encomiendas de indios en las mismas islas;y como eran personas valerosas, concertse con ellos que el Juan de Grijalva, que eradeudo del Diego Velzquez, viniese por capitn general, e que Pedro de Alvaradoviniese por capitn de un navo, y Francisco de Montejo de otro, y el Alonso de vilade otro; por manera que cada uno destos capitanes procur de poner bastimentos ymatalotaje de pan cazabe y tocinos; y el Diego Velzquez puso ballestas y escopetas, ycierto rescate, y otras menudencias, y ms los navos. Y como haba fama destas tierrasque eran muy ricas y haba en ellas casas de cal y canto, y el indio Melchorejo deca

    por seas que haba oro, tenan mucha codicia los vecinos y soldados que no tenan

    indios en la isla, de ir a esta tierra; por manera que de presto nos juntamos doscientos ycuarenta compaeros, y tambin pusimos cada soldado, de la hacienda que tenamos,

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    para matalotaje y armas y cosas que convenan; y en este viaje volv yo con estoscapitanes otra vez, y parece ser la instruccin que para ello dio el gobernador DiegoVelzquez fue, segn entend, que rescatasen todo el oro y plata que pudiesen, y siviesen que convena poblar que poblasen, o si no, que se volviesen a Cuba. E vino porveedor de la armada uno que se deca Pealosa, natural de Segovia, e trajimos un

    clrigo que se deca Juan Daz, y los tres pilotos que antes habamos trado cuando elprimero viaje, que ya he dicho sus nombres y de dnde eran, Antn de Alaminos, dePalos, y Camacho, de Triana, y Juan lvarez, el Manquillo, de Huelva; y el Alaminosvena por piloto mayor, y otro piloto que entonces vino no me acuerdo el nombre. Puesantes que ms pase adelante, porque nombrar algunas veces a estos hidalgos que hedicho que venan por capitanes, y parecer cosa descomedida nombrarles secamente,Pedro de Alvarado, Francisco de Montejo, Alonso de vila, y no decirles sus ditados y

    blasones, sepan que el Pedro de Alvarado fue un hidalgo muy valeroso, que despus quese hubo ganado Nueva Espaa fue gobernador y adelantado de las provincias deGuatemala, Honduras y Chiapa, y comendador de Santiago. E asimismo el Francisco deMontejo, hidalgo de mucho valor, que fue gobernador y adelantado de Yucatn; hasta

    que su majestad les hizo aquestas mercedes y tuvieron seoros no les nombrar sinosus nombres, y no adelantados; y volvamos a nuestra pltica: que fueron los cuatronavos por la parte y banda del norte a un puerto que se llama Matanzas, que era cercade la Habana vieja, que en aquella sazn no estaba poblada donde ahora est, y en aquel

    puerto o cerca dl tenan todos los ms vecinos de la Habana sus estancias de cazabe ypuercos, y desde all se proveyeron nuestros navos lo que faltaba, y nos juntamos ascapitanes como soldados para dar vela y hacer nuestro viaje. Y antes que ms paseadelante, aunque vaya fuera de orden, quiero decir por qu llamaban aquel puerto quehe dicho de Matanzas, y esto traigo aqu a la memoria, porque ciertas personas me lohan preguntado la causa de ponerle aquel nombre, y es por esto que dir. Antes queaquella isla de Cuba estuviese de paz dio al travs por la costa del norte un navo quehaba ido desde la isla de Santo Domingo a buscar indios, que llamaban los lucayos, aunas islas que estn entre Cuba y el canal de Bahama, que se llaman las islas de losLucayos, y con mal tiempo dio al travs en aquella costa, cerca del ro y puerto que hedicho que se llama Matanzas, y venan en el navo sobre treinta personas espaolas ydos mujeres; y para pasarlos aquel ro vinieron muchos indios de la Habana y de otros

    pueblos, como que los venan a ver de paz, y les dijeron que les queran pasar en canoasy llevarlos a sus pueblos para darles de comer. E ya que iban con ellos, en medio del roles trastornaron las canoas y los mataron; que no quedaron sino tres hombres y unamujer, que era hermosa, la cual llev un cacique de los ms principales quehicieron aquella traicin, y los tres espaoles repartieron entre los dems caciques. Y a

    esta causa se puso a este puerto nombre de puerto de Matanzas; y conoc a la mujer quehe dicho, que despus de ganada la isla de Cuba se le quit al cacique en cuyo poderestaba, y la vi casada en la villa de la Trinidad con un vecino della, que se deca PedroSnchez Farfn; y tambin conoc a los tres espaoles, que se deca el uno GonzaloMeja, hombre anciano, natural de Jerez, y el otro se deca Juan de Santisteban, y eranatural de Madrigal, y el otro se deca Cascorro, hombre de la mar, y era pescador,natural de Huelva, y le haba ya casado el cacique con quien sola estar, con una su hija,e ya tena horadadas las orejas y las narices como los indios. Mucho me he detenido encontar cuentos viejos; volvamos a nuestra relacin. E ya que estbamos recogidos, ascapitanes como soldados, y dadas las instrucciones que los pilotos haban de llevar y lasseas de los faroles, y despus de haber odo misa con gran devocin, en 5 das del mes

    de abril de 1518 aos dimos vela, y en diez das doblamos la punta de Guaniguanico,que los pilotos llaman de San Antn, y en otros ocho das que navegamos vimos la isla

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    de Cozumel, que entonces la descubrimos, da de Santa Cruz, porque descayeron losnavos con las corrientes ms bajo que cuando venimos con Francisco Hernndez deCrdoba, y bojamos la isla por la banda del sur; vimos un pueblo, y all cerca buensurgidero v bien limpio de arrecifes; e saltamos en tierra con el capitn Juan de Grijalva

    buena copia de soldados, y los naturales de aquel pueblo se fueron huyendo desque

    vieron venir los navos a la vela, porque jams haban visto tal, y los soldados quesalimos a tierra no hallamos en el pueblo persona ninguna, y en unas mieses de maizalesse hallaron dos viejos que no podan andar y los trajimos al capitn, y con Julianillo yMelchorejo, los que trajimos de la punta de Cotoche, que entendan muy bien a losindios, y les habl; porque su tierra dellos y aquella isla de Cozumel no hay de travesaen la mar sino obra de cuatro leguas, y as hablan una misma lengua; y el capitn halagaquellos viejos y les dio cuentezuelas verdes, y les envi a llamar al calachioni de aquel

    pueblo, que as se dicen los caciques de aquella tierra, y fueron y nunca volvieron; yestndoles aguardando, vino una india moza, de buen parecer, e comenz a hablar lalengua de la isla de Jamaica, y dijo que todos los indios e indias de aquella isla y pueblose haban ido a los montes, de miedo; y como muchos de nuestros soldados e yo

    entendamos muy bien aquella lengua, que es la de Cuba, nos admiramos, y lapreguntamos que cmo estaba all, y dijo que haba dos aos que dio al travs con unacanoa grande en que iban a pescar diez indios de Jamaica a unas isletas, y que lascorrientes la echaron en aquella tierra, mataron a su marido y a todos los dems indios

    jamaicanos sus compaeros, y los sacrificaron a los dolos; y desque la entendi elcapitn, como vio que aquella india sera buena mensajera, envila a llamar los indios ycaciques de aquel pueblo, y dila de plazo dos das para que volviese; porque los indiosMelchorejo y Julianillo, que llevamos de la punta de Cotoche, tuvimos temor que,apartados de nosotros, se huiran a su tierra, y por esta causa no los enviamos a llamarcon ellos; y la india volvi otro da, y dijo que ningn indio ni india quera venir, porms palabras que les deca. A este pueblo pusimos por nombre Santa Cruz, porquecuatro o cinco das antes de Santa Cruz le vimos; haba en l buenos colmenares de miely muchos boniatos y batatas y manadas de puercos de la tierra, que tienen sobre elespinazo el ombligo; haba en l tres pueblezuelos, y este donde desembarcamos eramayor, y los otros dos eran ms chicos, que estaba cada uno en una punta de la isla;tendr de bojo como obra de dos leguas. Pues como el capitn Juan de Grijalva vio queera perder tiempo estar ms all aguardando, mand que nos embarcsemos luego, y laindia de Jamaica se fue con nosotros, y seguimos nuestro viaje.

    CAPITULO IX

    De cmo vinimos a desembarcar a ChampotonPues vuelto a embarcar, e yendo por las derrotas pasadas (cuando lo de FranciscoHernndez de Crdoba), en ocho das llegamos en el paraje del pueblo de Champoton,que fue donde nos desbarataron los indios de aquella provincia, como ya dicho tengo enel captulo que dello habla; y como en aquella ensenada mengua mucho la mar,ancleamos los navos una legua de tierra, y con todos los bateles desembarcamos lamitad de los soldados que all bamos, junto a las casas del pueblo, e los indios naturalesdl y otros sus comarcanos se juntaron todos, como la otra vez cuando nos mataronsobre cincuenta y seis soldados y todos los ms nos hirieron, segn dicho tengo en elcaptulo que dello habla; y a esta causa estaban muy ufanos y orgullosos, y bien

    armados a su usanza, que son: arcos, flechas, lanzas, rodelas, macanas y espadas de dosmanos, y piedras con hondas, y armas de algodn, y trompetillas y atambores, y los ms

  • 8/14/2019 Historia Verdadera de La Conquista de Nu - Bernal Diaz Del Castillo

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    dellos pintadas las caras de negro, colorado y blanco; y puestos en concierto, esperandoen la costa, para en llegando que llegsemos dar en nosotros; y como tenamosexperiencia de la otra vez, llevbamos en los bateles unos falconetes, e bamosapercibidos de ballestas y escopetas; y llegados a tierra, nos comenzaron a flechar y conlas lanzas a dar a manteniente; y tal rociada nos dieron antes que llegsemos a tierra,

    que hirieron la mitad de nosotros, y desque hubimos saltado de los bateles les hicimosperder la furia a buenas estocadas y cuchilladas; porque, aunque nos flechaban aterreno, todos llevbamos armas de algodn; y todava se sostuvieron buen rato

    peleando con nosotros, hasta que vino otra barcada de nuestros soldados, y les hicimosretraer a unas cinagas junto al pueblo. En esta guerra mataron a Juan de Quiteria y aotros dos soldados, y al capitn Juan de Grijalva le dieron tres flechazos y aun lequebraron con un cobaco (que hay muchos en aquella costa) dos dientes, e hirieronsobre sesenta de los nuestros. Y desque vimos que todos los contrarios se haban huido,nos fuimos al pueblo, y se curaron los heridos y enterramos los muertos, y en todo el

    pueblo no hallamos persona ninguna, ni los que se haban retrado en las cinagas, queya se haban desgarrado; por manera que tenan alzadas sus haciendas. En aquellas

    escaramuzas prendimos tres indios, y el uno dellos pareca principal. Mandles elcapitn que fuesen a llamar al cacique de aquel pueblo, y les dio cuentas verdes ycascabeles para que los diesen, para que viniesen de paz; y asimismo a aquellos tres

    prisioneros se les hicieron muchos halagos y se les dieron cuentas porque fuesen sinmiedo; y fueron y nunca volvieron; e cremos que el indio Julianillo e Melchorejo no leshubieran de decir lo que les fue mandado, sino al revs. Estuvimos en aquel pueblocuatro das. Acurdome que cuanto estbamos peleando en aquella escaramuza, quehaba all unos prados algo pedregosos, e haba langostas que cuando pelebamossaltaban y venan volando y nos daban en la cara, y como eran tantos flecheros y tirabantanta flecha como granizos, que parecan eran langostas que volaban, y no nosrodelbamos, y la flecha que vena nos hera, y otras veces creamos que era flecha, yeran langostas que venan volando: fue harto estorbo.

    CAPITULO X

    Cmo seguimos nuestro viaje y entramos en Boca de Trminos que entonces le pusimoseste nombre

    Yendo por nuestra navegacin adelante, llegamos a una boca, como un ro, muy grandey ancha, y no era ro como pensamos, sino muy buen puerto, e porque est entre unastierras e otras, e pareca como estrecho (tan gran boca tena, que deca el piloto Antn

    de Alaminos que era isla) y partan trminos con la tierra, y a esta causa le pusimosnombre Boca de Trminos, y as est en las cartas del marear; y all salt el capitn Juande Grijalva en tierra, con todos los ms capitanes por m nombrados, y muchos soldadosestuvimos tres das sondando la boca de aquella entrada, y mirando bien arriba y abajodel ancn donde creamos que iba e vena a parar, y hallamos no ser isla sino ancn, yera muy buen puerto; y hallamos unos adoratorios de cal y canto y muchos dolos de

    barro y de palo, que eran dellos como figuras de sus dioses, y dellos de figuras demujeres, y muchos como sierpes, y muchos cuernos de venados; e cremos que por allcerca habra alguna poblacin, e con el buen puerto, que sera bueno para poblar: lo cualno fue as, que estaba muy despoblado; porque aquellos adoratorios eran de mercaderesy cazadores