Hacia Una Fenomenologia de La Corporeidad

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Hacia una fenomenología de la corporeidad

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ARIELA BATTÁN HORENSTEIN

Hacia una fenomenología de la corporeidad

M. Merleau-Ponty y el problema del dualismo

Serie Tesis de Posgrado

Filosofía

Ed. FFyH (UNC) / Ed. Universitas

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Diseño de Tapa: Jorge G. SarmientoDiseño Interior: Editorial Universitas. Pje. España 1467. Te/Fax: 4680913. Cór-

doba. Argentina. Email: [email protected]ón Gráfica: Editorial UniversitasAutor: Ariela Battán Horenstein. Email: [email protected]

Battan, ArielaHacia una fenomenología de la corporeidad. – 1ª. ed. – Córdoba : Universitas.

Editorial Científica Universitaria, 2004.300 p.: 21x14 cm.- (Tesis de posgrado)ISBN 987-572-010-01. Filosofía Moderna I. TítuloCDD 190

SERIETesis de Posgrado

Ciencias de la EducaciónFilosofíaHistoriaLetras

Literaturas Latinoamericanas

ISBN: 950-572-010-0

Esta edición estuvo al cuidado deJorge G. Sarmiento

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Hecho el depósito que marca la ley 11.723.Impreso en Argentina - Printed in Argentina

© 2004. Primera Edición. Ed. Universitas / Ed. FFyH (UNC)

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A mi madre y a mi hijo, en quienes se devana

el hilo de la vida

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Agradecimientos

A Fabián, mi compañero, por el apoyo incondicional y el consejo siempre prudente; a Eugenio, por la alegría cotidiana; a mis padres y hermanos por su confianza.

Al Dr. Roberto J. Walton por su generosidad intelectual y la cortés paciencia y guía.

A Elma K. de Estrabou y a Alberto Moreno por la amistad con que me honraron.

Al Consejo de Investigaciones Científicas y Tecnológicas de la Provinicia de Córdoba y a la Fundación Antorchas por el aval para la realización de este trabajo.

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Indice

Agradecimientos ..................................................................................... 7 Prólogo ................................................................................................... 11 Introducción...........................................................................................19 El problema del dualismo ..................................................................... 27

1.1. Supuestos filosóficos del dualismo ............................................................ 27 1.2. Dualismos paradigmáticos: Platón y Descartes ....................................... 34 1.3. Nueva postulación del dualismo: Sartre .................................................... 43 1.4. El enlace conciencia-cuerpo según Husserl.............................................. 50

1.4.1. De las Investigaciones Lógicas a las Ideas.................................................50 1.4.2. La modalidad del “enlace” ..................................................................61

El problema del cuerpo en la filosofía de M. Merleau-Ponty ............... 69 2.1. Sobre la importancia de Estructura del Comportamiento en el contexto de la obra de M. Merleau-Ponty. ............................................................................. 70

2.1.1. Cuerpo y comportamiento como estructuras ..................................72 2.1.2. La conciencia perceptiva .....................................................................94

2. 2. Sobre Fenomenología de la Percepción. ............................................................ 98 2.2.1. Introducción..........................................................................................98 2.2.2. Acerca del cuerpo objeto...................................................................104 2.2.3. Acerca del cuerpo como portador de sentido................................117

2.3. Sobre Lo Visible y lo Invisible.......................................................................119 2.3.1. Introducción........................................................................................119 2.3.2. Lo Visible y lo Invisible: un ejercicio de tiro al blanco......................120 2.3.3. El rol del cuerpo en Lo Visible y lo Invisible......................................132

El problema de la unión....................................................................... 141 3.1. Vicisitudes de la unión ...............................................................................141

3.1.1. Breve inventario de metáforas y analogías......................................143 3.2. Merleau-Ponty y el problema del dualismo ............................................152

3.2.1. Monismo, dualismo, “trialismo” ......................................................154

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3.2.2.Unión y distinción: importancia de la paradoja ..............................160 3.3. La desaparición del cuerpo objetivo en Lo Visible y lo Invisible ............163

Merleau-Ponty y la solución del dualismo...........................................177 4.1. Cuerpo y significación................................................................................177 4.2. Cuerpo objetivo y experiencia ..................................................................186 4.3. “Cuerpo-palabra” y pensamiento.............................................................191 4.4. Percepción y causalidad .............................................................................198 4.5. Causalidad y dialéctica................................................................................206 4.6. El cuerpo como sujeto de la percepción.................................................223

4.6.1. El espacio orientado...........................................................................226 4.6.2. Espacialización y percepción ............................................................230

El dualismo y la solución de la existencia ...........................................245 5.1. Extensión conceptual de la noción de existencia ..................................245 5.2. Enfermedad y Existencia...........................................................................252 5.3. Memoria y corporalidad.............................................................................262

Consideraciones Finales ......................................................................277 Bibliografía...........................................................................................285

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Prólogo

La filosofía llega a ser para M. Merleau-Ponty una interrogación dirigida al entramado y la reversibilidad que ha de encontrarse en todos los órdenes de la experiencia como una verdad última o una cifra ontológica que los marca interiormente. Por eso es el saber de las implicaciones paradojales que se dan entre polos que tradicionalmente han sido contrapuestos como el pasado y el presente, la pasividad y la espontaneidad, el yo y el otro, el sujeto y el objeto, o el cuerpo y la conciencia. Su tarea se orienta a describir una remisión intencional recíproca o intencionalidad en el interior del ser, que, para Merleau-Ponty, muestra los límites de una conciencia que no logra comprenderse por sí misma. Cada uno de estos polos rodea su aparente opuesto, y a la vez es rodeado por él, en un envolvimiento recíproco que compromete a descubrir articulaciones en lugar de descomponer nuestra relación con el mundo y el prójimo en fragmentos dotados de autosubsistencia al modo de una ontología de la sustancia. Pertenecemos a aquello que nos sale al encuentro, y este ser captados por aquello que procuramos captar significa que estamos arrojados en un universo de coexistencia. No estamos colocados ante el mundo como sujetos frente a objetos porque lo que momentáneamente destacamos como tema se extiende hacia un horizonte y se prolonga en una dimensión de latencia que nos sustenta e impregna. Se nos propone así una nueva ontología del “uno-en-otro” (Ineinander) y del “entre-dos” (entre-deux) como un ámbito primordial sobre cuyo trasfondo se configuran las polaridades.

Al tener como tema esta inherencia recíproca, la filosofía no puede ser un examen de hechos consumados ni el conocimiento de un dominio especial sino que debe empeñarse en el desvelamiento de las fuentes de nuestro saber. Ha de instalarse en un ámbito previo a las distinciones que introducen modos de conocimiento como la intuición y la reflexión, y recurrir a experiencias que no han sido aún modeladas por ellas. En este retorno a lo vivido, la filosofía es también el ingreso en el terreno de una espontaneidad que reposa sobre el

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suelo de la experiencia sedimentada en nosotros como una habitualidad, y, por tanto, no depende de nuestra deliberación y arbitrio. No es la espontaneidad del “yo pienso” sino la espontaneidad del “yo puedo”, es decir, de las capacidades corporales y adquisiciones históricas que sustentan mi comportamiento e iniciativa. Según Merleau-Ponty, la misión de la filosofía es situarse en este ámbito en el que se producen los deslizamientos de sentido que dan lugar a una nuevas formaciones. Para una filosofía del envolvimiento recíproco, el sentido no se genera por un movimiento que se despliega desde la exterioridad a la interioridad, porque no resulta de encuentros fortuitos en una trama de eventos que transcurre en tercera persona. Tampoco emerge en virtud de un avance desde la interioridad a la exterioridad, porque no es la consecuencia de la construcción sintética de una conciencia que se define como poder de sobrevuelo absoluto. Su verdadero origen ha de buscarse en un movimiento a la vez centrífugo y centrípeto, es decir, en el momento en que nuestras intenciones se encuentran con contenidos que permiten su expresión, o, a la inversa, cuando los elementos de la experiencia son recogido por intenciones que les confiere un carácter personal. Cada nuevo presente del fluir temporal compromete todos los ordenamientos pasados porque posibilita una trascendencia hacia nuevos nexos significativos que configuran de otra manera los hechos. Pero todo presente inaugural solo es posible sobre la base de la dimensión adquirida en un movimiento de transgresión o desviación respecto de lo previamente dado, es decir, de los núcleos de significación en torno de los cuales ya gravitan el mundo y el hombre. Al remitirnos a una profundidad que escapa a nuestra posesión, estas retrorreferencias señalan que toda actividad tiene su reverso en una pasividad. Así, la filosofía se ocupa de un orden de espontaneidad que es enseñante porque deja ver la presencia del mundo y del otro en mí a la vez que muestra mi presencia en ellos. De esta situación ambigua se hace cargo una hiperdialéctica que, orientada hacia el desciframiento del ser, no reúne los términos contrapuestos en un tercer término que los anula, sino que, como preguntar sin término o dialéctica sin síntesis, pone de relieve el movimiento circular y abierto que caracteriza a la reversibilidad.

Una filosofía cuyo interés ontológico se orienta a poner de manifiesto la implicación intencional y la reversibilidad, y cuya preocupación gnoseológica gira en torno de la espontaneidad enseñante y la hiperdialéctica, ha de ser en primer lugar una fenomenología de la corporeidad y, más precisamente, en términos de la etapa final de la filosofía de Merleau-Ponty, una revelación del

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ser carnal, esto es, un ser con dos lados convergentes y simultáneos: la carne del mundo y carne del cuerpo. La carne del mundo es la dimensión ontológica de lo sensible que no accede a la condición de sentiente. Es la horizonticidad del mundo que se encuentra más acá de lo singular y lo plural y se revela como la presencia de una ausencia. Para caracterizarla, Merleau-Ponty recurre a la antigua noción de elemento como un estilo de ser que, sin ser ni lo uno ni lo otro, participa a la vez de la realidad de las cosas y de la generalidad de la idea abstracta. Tiene esta condición porque reúne a aquellas en la unidad abarcadora de una latencia y una profundidad. Ahora bien, la carne del mundo no deja de remitir a una dimensión sentiente en que es aprehendida como tal. Por un lado, el cuerpo propio es una cosa que participa de la carne del mundo, y, por el otro, es aquello que, por ver y tocar las cosas, es carne del cuerpo. Así, el cuerpo es un ser de dos dimensiones: un lado sensible se manifiesta tanto al prójimo como a mí mismo, y un lado sentiente solo es accesible a mí mismo. Merleau-Ponty subraya que la carne del cuerpo utiliza su ser sensible –su ser visible y tangible– como un medio para estar incorporada al conjunto de las cosas sensibles, esto es, a la carne del mundo. Capta lo sensible porque es poseída por lo sensible en razón de ser una cosa del mundo. Pero es también aquel momento de lo sensible que se invierte en un ver y un tocar mediante los cuales toma posesión de todo lo sensible y lo incorpora dentro de sí. De este modo los dos órdenes a los que pertenece el cuerpo como sentiente sensible vienen a parar uno en otro gracias a la reversibilidad.

Ariela Battán Horenstein muestra en la presente obra los pasos por los que Merleau-Ponty llega a esta concepción de la filosofía y la corporeidad. Sitúa su análisis en el horizonte del dualismo, y ofrece como primer paso una detallada dilucidación de características comunes a sus expresiones paradigmáticas y un examen prolijo del inventario de metáforas y analogías a las que se ha recurrido para describir las relaciones entre el alma y el cuerpo. De este modo delimita un contexto dentro del cual se formulan preguntas y se elaboran las respuestas respecto del problema de la corporeidad. En esta tarea valora las posibilidades ofrecidas por el método fenomenológico: una perspectiva crítica frente a la filosofía moderna permite plantear el problema sin recurrir al concepto de sustancia, y una apertura a horizontes desconocidos es un estímulo para proceder con vena interrogativa. La finalidad de la autora es superar el dualismo sin caer en el monismo porque una consideración filosófica del tema de la corporeidad requiere una plasticidad que es ajena al

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punto de vista contrapuesto. Fiel a este enfoque, se esfuerza por esclarecer el sentido preciso de la asunción merleau-pontyana del problema del dualismo.

Una significativa tesis central es que el problema principal que preocupa a Merleau-Ponty no es la unión sino la distinción entre conciencia y cuerpo. Esto ha de sostenerse porque el análisis parte de una vivencia en que el cuerpo ya está unido a la conciencia. Y si bien el dualismo es descartado, se plantea el problema de una posible consideración dual de la inherencia carnal. Por eso A. Battán sostiene que la filosofía de Merleau-Ponty tiene un flanco dualista, y también un flanco monista, y que es preciso distinguir los niveles en que uno y otro aparecen. Un monismo se presenta en la existencia en acto con su inescindible unidad de alma y cuerpo, que torna inadecuada la distinción de dos términos. Sin embargo, el dualismo se manifiesta en nuestras experiencias de desintegración como el hambre o la vergüenza, o como un resultado de instrumentos analíticos que permiten contraponer el alma al cuerpo. Por esta razón la autora puede sostener que la variedad de interpretaciones de la filosofía de Merleau-Ponty, que resultan a veces contradictorias entre sí, responde a la existencia de diversos niveles en que es posible situarse dentro de la obra del fenomenólogo francés para examinar la relación entre conciencia y cuerpo.

El lector encontrará una sólida y documentada presentación de las tres obras principales en que Merleau-Ponty ha expuesto su fenomenología de la corporeidad. A. Battán no solo ha sabido sortear los escollos que presenta la compleja cuestión de las relaciones de convergencia y contraste que pueden descubrirse entre ellas, sino que ha acompañado la exposición con una toma de posición sobre las cuestiones claves en la exégesis merleau-pontyana. Muestra los aspectos débiles y las contradicciones internas de otras interpretaciones, y, sin extraviarse en el cotejo con ellas, ofrece aportaciones personales como fruto de una meditación atenta a los problemas que plantean. En particular se destaca la argumentación orientada a demostrar que la etapa final no significa un giro radical ya que su parentesco con las posiciones anteriores no puede ser calificado de lejano. La discusión del tema logra hacer visibles, aun en la novedad, lazos de continuidad con las obras anteriores.

En lo que atañe a la obra primera, la Estructura del Comportamiento, queda consignado el valor fundamental que tiene en el conjunto de la producción filosófica de Merleau-Ponty en virtud de un par de cuestiones centrales. Si bien no llega a superar la primacía de la conciencia porque el cuerpo es

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definido en términos de significación para ella, su crítica al cuerpo en tanto conocido o pensado contiene los primeros pasos en la configuración de la noción de cuerpo propio. Y el tratamiento de la causalidad alcanza gran significación porque ofrece un punto de partida para la comprensión de las relaciones entre conciencia y cuerpo. Además, algunos temas de esta obra inicial son retomados y reelaborados en la obra final, que, por esta razón, se encuentra más cerca de ella que de los escritos del estadio intermedio.

En un segundo paso, la autora no trepida en calificar, por dos razones, a la Fenomenología de la Percepción como una obra monumental. Ante todo, su propia estructura interna sobresale por su vasto alcance porque el problema de la percepción es el motivo para mostrar la relación del hombre con el mundo, los otros y el tiempo. Además, ocupa una posición privilegiada en la elaboración de la filosofía de Merleau-Ponty ya que ha sido la última obra sistemática que el fenomenólogo francés pudo completar. El análisis se detiene en la diferenciación del cuerpo objetivo, que es una realidad pensada o concebida, y el cuerpo fenomenal o propio, que solo puede ser experimentado como fenómeno. Para ello indaga el modo en que Merleau-Ponty deriva la definición de cuerpo propio a partir de las dificultades de la concepción objetiva y sobre la base de las contribuciones de una descripción de percepción de los objetos por una conciencia encarnada.

Respecto de la obra final e inconclusa, Lo Visible y lo Invisible, la autora pone de relieve dos transformaciones de importancia: el abandono del lenguaje de la ontología tradicional, que permite superar las dificultades semánticas en que han caído las obras anteriores, y la desaparición del cuerpo objetivo como contrapolo del cuerpo fenomenal o propio. Constituye un valioso aporte el análisis del modo en que el distingo entre cuerpo vivido y cuerpo objetivo experimenta una transformación. El cuerpo objetivo solo se conserva como una cara latente del cuerpo fenoménico, es decir, desaparece como su antítesis. No es lo otro del cuerpo fenoménico desde la perspectiva de la ciencia, sino el otro lado del cuerpo propio que constituye la materialidad anónima e invisible y es condición fundamental de la visibilidad del cuerpo propio. Se trata de una recuperación de la dimensión material de la corporalidad que surge de la comprensión del cuerpo como un ser de dos dimensiones y no de una determinación de la ciencia. Esta renovada definición del cuerpo converge con la anulación del abismo entre conciencia y cuerpo por medio de las nociones de carne y reversibilidad. La noción de carne del cuerpo permite superar no

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solo los dualismos de conciencia y cuerpo o de sujeto y objeto, sino también el dualismo de cuerpo objetivo y cuerpo fenomenal.

El problema del dualismo en Merleau-Ponty es examinado a la luz de tres cuestiones: el cuerpo como portador de significaciones, la sustitución de una teoría causal de la percepción por una causalidad circular –que conduce finalmente a una interpretación acorde con la hiperdialéctica–, y la definición del cuerpo como sujeto de la percepción. El examen riguroso de cada tema se une a la presentación de un esquema interpretativo destinado a facilitar la comprensión de las relaciones entre percepción y corporalidad mediante el distingo de tres niveles metodológicos. Un enfoque arquitectónico se apoya en la estructura de la meditación merleau-pontyana en razón de que ella asocia permanentemente el análisis del cuerpo con una referencia al mundo percibido, e, inversamente, no deja de vincular el análisis del mundo percibido con una referencia al cuerpo. Un punto de vista epistemológico se esboza mediante la discusión de las teorías clásicas de vertiente empirista o racionalista a fin de poner de relieve sus insuficiencias en tanto se atienen tan solo a los hechos del mundo o al punto de vista de la conciencia. Y un nivel ontológico de análisis se presenta cuando Merleau-Ponty pone de manifiesto la estrecho lazo entre las posibilidades motrices de la corporeidad y la determinación del campo perceptivo.

La autora vuelve su atención a la noción de existencia porque gracias a ella es posible definir el cuerpo al margen de todo dualismo del en-sí y el para-sí. Señala con acierto las dificultades inherentes a la noción, muestra el papel del cuerpo en su actualización o simbolización, y destaca el parentesco de la noción con la de poder o capacidad. Dos caminos le permiten un mejor esclarecimiento. Uno es el de la enfermedad porque ella es la ocasión para que se introduzca una escisión entre lo psíquico y lo somático frente a la integración que caracteriza al hombre normal. La otra vía para mostrar una unión inescindible corresponde a la memoria ya que la adquisición de un hábito no reside en el pensamiento ni en el cuerpo objetivo. Oportunas referencias a Descartes y a Proust ofrecen un contexto adecuado para estos análisis.

Por la límpida exposición de las tres fases de la filosofía de Merleau-Ponty, la clara delimitación de diversos momentos implicados en su fenomenología de la corporeidad, y el logrado tratamiento del ser carnal como clave para explicar la relación entre conciencia y cuerpo sin caer en un reduccionismo ya sea

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espiritualista o materialista, es dable asegurar al presente libro la resonancia que merece. Además, A. Battán insiste en que la fenomenología de la corporeidad es una empresa que apenas ha comenzado a recorrer su camino, y por eso enuncia un conjunto de temas capitales que merecen ser contemplados. Queda un amplio margen para el desarrollo de consideraciones originales porque un análisis de la corporeidad nunca ha de desplegarse en el vacío sino en relación con circunstancias concretas. Esto permite alentar la esperanza de recibir en el futuro nuevas aportaciones, tan fecundas como las de este libro, y orientadas a la descripción de las inagotables facetas que exhibe nuestra inherencia carnal.

Roberto J. Walton

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Introducción

Si se tuviera la necesidad de inventariar, para algún caprichoso canon, aquello que la filosofía en tanto disciplina científica, o simplemente la reflexión filosófica menos sistemática, ha tomado como objeto de su atención en diferentes contextos históricos; descubriríamos sin asombro que no se trataría de un breve listado. Lo que sí no dejaría de sorprender sería la diversidad temática (aunque siempre reducible) que compondría el inventario. De perseverar en esta tarea, se deberían luego considerar las determinaciones históricas que motivaron en una época la preocupación por cual o tal tema. Tarea vasta, en especial esta última, pero, por sobre todas las cosas, inútil; sin embargo, no exenta de curiosidad. Sin perder de vista que, por supuesto, no alcanza sólo la curiosidad como ánimo filosófico, ni la inutilidad como meta del estudio de la historia de la filosofía, siempre me ha resultado algo misterioso el porqué de los porqué en un determinado momento histórico. Esto es, porque ciertos hombres en tal o cual época se preguntaron, se interesaron o sintieron curiosidad por los temas que lo hicieron. Ni el más minucioso (aunque inimaginable) examen de época llegaría a proporcionarnos las claves precisas para explicar las preocupaciones o intereses de sus protagonistas de manera completa.

En desacuerdo con una concepción acumulativa y deshistorizadora del conocimiento, aunque también con las interpretaciones radicalizadas del Geist de época, considero que la filosofía se va dando sus objetos, va gestando nuevos problemas e intentando respuestas a ellos en frontal tensión con su época. No hay un determinismo, ni una causalidad rigurosa que haga que, ante tales acontecimientos históricos, el hombre deba o pueda configurar tales constelaciones de ideas en las que se verían reflejadas las más variadas circunstancias de la vida. Creer esto es

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reducir al hombre a ser efecto de la historia, y a la filosofía a ser su representación más o menos consciente. Lo mismo ha tratado, a veces, de hacerse con la historia del arte y, el arte se ha rebelado tan radicalmente en sus formas, hasta conseguir poner en duda la causalidad con que miméticamente se lo pretendía atar a la realidad. Lo que en estas concepciones, tanto del arte como de la filosofía, se pierde de vista es lo que se refiere a la apropiación individual de un estilo o de una idea, y a la profunda dimensión de conocimiento que con ello se abre. La historia de la filosofía no es sino la historia de las diferentes apropiaciones, transformaciones, invenciones y renovaciones de las ideas, de los problemas, por diferentes pensadores. Y los problemas objeto de la reflexión no permanecen en una especie de panteón sagrado a la espera de un visionario que los descubra; por el contrario, en el movimiento de la historia los problemas surgen y se reaniman a cada momento. Es inseparable la historia, esa que se pretende con mayúscula, de la historia de los hombres que pensaron, y es en esta última donde tienen nacimiento las ideas, los sistemas, las críticas, los fragmentos.

La investigación que a continuación presento, vista en la necesidad de caracterizarla por la motivación que la origina, diría que es una investigación de tipo histórica. No por su contenido, sino por el tema en cuestión. La elección del tema está determinada por una condición histórica, la mía, que entiendo es la del siglo XX. En este siglo el cuerpo ha sido simultáneamente y sin aparente contradicción: objeto de las más crueles torturas (pienso, por ejemplo, en los “campos de concentración” en los que la sofisticación del dolor y de la humillación fueron llevados a su “máximo” esplendor); objeto artístico (me refiero a la moda, al body art, a los tatuajes); objeto higiénico (para las dietéticas y gimnásticas que lo hacen su objeto); objeto ético (la defensa de derechos inalienables a escala internacional que rigen sobre la integridad corporal); objeto tecnológico (tanto en lo que se refiere al saber médico como también en lo referido a potenciar sus funciones esenciales en todos los aspectos). Además de esta determinación contemporánea, también ha influido en la elección del tema otra razón histórica, sólo que del ámbito de la filosofía. Para explicar esto diría que el siglo XX ha

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Introducción

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asumido la necesidad de reflexionar acerca del cuerpo y la corporeidad. Sin embargo, desde mitad del siglo hasta la actualidad esa reflexión ha estado motivada por una preocupación eminentemente práctica por el cuerpo (la que acompaña a la constitución del cuerpo como objeto). A qué me refiero por preocupación práctica, pues, justamente aquella que lo aborda sólo como objeto del deseo, de punición, o de intervención. Según mi opinión este tipo de perspectiva reflexiva no se encuentra dotada de las herramientas teóricas apropiadas para el análisis del tema del cuerpo, porque la filosofía que la anima continúa siendo heredera del dualismo de la filosofía de la subjetividad (incluso aquéllas que se pretenden como críticas radicales a esta tradición)1.

No se puede decir que el tema de la corporeidad sea un tópico olvidado o excluido en la historia de la filosofía menos reciente. A este tema se lo ha puesto en discurso, discutido y analizado, en los múltiples aspectos que luego me ocuparé de precisar; sin embargo, a diferencia del tratamiento que se hace de él en la contemporaneidad, la reflexión sobre la corporeidad ha sido hecha exclusivamente a un nivel, el teórico. El cuerpo en abstracto, esto es, despojado de sus características vitales o reducidas éstas de manera maniquea, es un tema recurrente en Platón, pasando por Aristóteles, el estoicismo, la filosofía medieval, el Renacimiento y, en particular, la modernidad. La contemporaneidad, como decía, ha inaugurado respecto del pasado un nuevo nivel de preocupación por el cuerpo. Lo ha puesto en discurso como pulsión, deseo, arcón del instinto, convirtiéndolo, simultánea y paradójicamente, en “utopía antropológica” (supervivencia idealizada de lo instintivo en oposición a la racionalidad, se lo erige en modelo de la vida naturalizada deseada y añorada como medio de “liberación”) y en “objeto de represión” (por las mismas razones aunque asumidas negativamente). Estas construcciones han, sin embargo, excluido de la reflexión aquello que en otras épocas fue lo principal, la definición teórica del cuerpo. Un cuerpo meramente vivido y reducido a su sensibilidad acaba siendo una

1. Como por ejemplo: Foucault, M.: (1971) y (1976), Bataille, G.: (1957), Le Bre-

ton, D.: (1990), Barker, F.: (1984), entre otros.

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masa informe, pura pulsión, puro instinto y, por contrapartida, el cuerpo en teoría, abstracto, una construcción vacía que puede ser llenada con cualquier contenido, incluso con estopa, pudiéndose cometer contra él cualquier atrocidad.

Esta investigación que tiene por tema el cuerpo se encuentra motivada por el interés de revisar los déficit observados en una y otra concepción de la corporeidad. Por esta razón es que se pretenderá arribar a una concepción del cuerpo que, en primer lugar, le devuelva a éste un status legítimo dentro de la reflexión filosófica; en segundo lugar, constituya una definición de la corporeidad más allá de cualquier reduccionismo; y, en tercer lugar, llegue a contemplar o reunir las dos perspectivas de análisis mencionadas (la teórica, que determina ontológica y epistemológicamente la dimensión corporal del sujeto y la otra de carácter práctica que, en la mayoría de los casos se sigue de la primera, referida a la dimensión vivencial de la corporeidad).

Hay quienes, en la historia de la filosofía, se han ocupado o han dado respuestas al problema en los términos aquí planteados, esto es, considerando importante para la reflexión tanto el aspecto teórico como el experiencial de la corporeidad. Estos dos aspectos del problema analizados conjuntamente permiten al tema de la corporeidad abrirse a un amplio espectro de disciplinas filosóficas a partir de las cuales será posible pensar el cuerpo. Hay un campo epistemológico o gnoseológico en el cual el cuerpo se constituye en “objeto”, pero a la vez en “medio” que colabora en la aprehensión cognoscitiva del mundo y de las cosas. También se inaugura un ámbito ontológico, pues es necesario decidirse por la modalidad de su existencia, lo cual determinará a su vez un campo de saberes ético, político, antropológico. La posibilidad de seguir enumerando ámbitos de conocimiento en los cuales podría ser fructífero introducir una reflexión sistemática acerca de la corporeidad pone en evidencia su importancia. Curiosamente, o no, ha sido la primera mitad del siglo XX la que ha propiciado este tipo de análisis del tema de la corporeidad, piénsese por ejemplo en Gabriel Marcel, aunque bajo la preocupación más general del problema del sujeto.

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Lo que sigue a continuación es un ejercicio de reflexión acerca del tema del cuerpo, animada, como dije, por una determinada vivencia de la corporeidad y en busca de ciertas certezas teóricas sobre las cuales fundar una nueva lectura filosófica. He descubierto en esta búsqueda a la fenomenología como perspectiva de abordaje y, en especial, a Merleau-Ponty como el maestro en cuyas páginas he podido aprender lo que aquélla significa. Esta investigación no ha querido ser un estudio “sobre” Merleau-Ponty, pero tampoco ha podido evitar en alguna medida serlo, especialmente considerando que en este filósofo he encontrado la especulación más sistemática y fértil acerca del tema de la corporeidad y, una acertada combinación de los dos niveles de reflexión, el teórico y el de las vivencias.

La filosofía merleau-pontyana me ha permitido abordar el tema de la corporeidad desde su determinación objetiva, es decir, tal como la ciencia lo ha definido; y también profundizar el análisis hasta llegar a la vivencia, a menudo configurada por la misma ciencia, hasta el extremo de ocultar lo que hay de originario en ella. El punto de partida de la filosofía de Merleau-Ponty es lo que más me ha interesado rescatar, éste es entender al sujeto como conciencia encarnada. Tal “principio” lo coloca a Merleau-Ponty en un lugar particular dentro de la historia de las ideas, convirtiéndolo a la vez en crítico y en interlocutor de la tradición metafísica moderna. Es por esta razón que he escogido como horizonte problemático el dualismo diseñado en el contexto de la filosofía del Cogito. La modernidad carga con la responsabilidad de haber instituido un abismo ontológico entre conciencia y cuerpo; pero también, y, afortunadamente, de haberlo convertido en objeto de discusión y examen ( para lo cual debió primero determinarlo como problema y proporcionar las herramientas analíticas apropiadas para su abordaje). La contemporaneidad hereda ambas responsabilidades. Aquellos filósofos que en el siglo XX se han dedicado al problema del dualismo lo han hecho en busca de soluciones a las antinomias y paradojas planteadas. Esto ha suscitado la necesidad de completar, o revisar, la tarea de la modernidad en dos aspectos fundamentales: en primer lugar, poner en discusión los términos mismos de la discusión

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precedente y, en segundo, purgar las herramientas analíticas (tanto reflexivas como discursivas) de todo resabio dualista.

No pretende ser esta investigación una afirmación sobre existentes, ni tampoco elaboración y multiplicación de categorías estériles; por esto, en la tarea de reivindicar la importancia del cuerpo y la corporeidad como temas filosóficos es preciso inaugurar un ámbito nuevo de reflexión, además, de un modo original de llevarla a cabo. La perspectiva de análisis escogida, la fenomenológica, se halla exenta de compromisos ontológicos que vayan más allá de cualquier pretensión descriptiva y especulativa.

Tal como lo dejan traslucir los propios nombres de los capítulos en esta investigación se intenta avanzar desde la postulación y presentación de los problemas, en el doble aspecto que estos contemplan, i. e., su formulación tradicional y la recepción de ellos en la contemporaneidad, hacia las pretendidas soluciones propuestas para ellos. Es por esta razón que la investigación que aquí estoy presentado consta de dos secciones subdivididas a su vez por capítulos dedicados a los problemas y a las soluciones. En la primera sección (Presentación de problemas y exposición sistemática), en el capítulo inicial, me dedico a la presentación del horizonte teórico, histórico y problemático a partir del cual se intentarán retomar los aportes de Merleau-Ponty. Este horizonte es el dualismo, y dentro del marco que éste proporciona se dilucidarán algunos de sus supuestos filosóficos centrales, para luego analizar diacrónicamente y de manera sumamente sintética algunas de sus formas paradigmáticas. Esta sección incluye además un capítulo dedicado a la exposición de los tópicos centrales de las principales obras en que se encuentra plasmado el pensamiento merleau-pontyano. Este capítulo tiene también por finalidad ir demarcando el tema de la corporeidad y la superación del dualismo en el marco de las distintas etapas de la reflexión filosófica de Merleau-Ponty.

La otra sección (Consideraciones ontológicas y discusión de conclusiones) posee un carácter menos expositivo que la anterior y en los capítulos allí incluidos se arriesgan interpretaciones, se proponen

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Introducción

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lecturas, se confrontan obras e interpretes en orden a describir la asunción merleau-pontyana del problema del dualismo, la reelaboración de éste que encontramos en sus obras y la resolución del problema en la configuración de una nueva constelación teórica.

Los objetivos de este trabajo son dos, por un lado, esclarecer y analizar el sentido de la asunción merleau-pontyana del problema del dualismo y de la corporeidad. En segundo lugar y, dependiendo de lo anterior, me interesaría esbozar una fenomenología de la corporeidad que se sirva de las conclusiones del pensamiento de Merleau-Ponty. Esto es un paso previo fundamental para concretar la postulada necesidad de hacer del tema del cuerpo y de la corporeidad un tópico legítimo de la reflexión filosófica. En dirección al cumplimiento de esta meta es que resulta insoslayable detenerse en las conclusiones del pensamiento merleau-pontyano. Merleau-Ponty es quien desde su primera obra nos introduce en un modelo de reflexión acerca de “mi cuerpo” sin enigmas, en el que es posible distinguir la perspectiva vivida de las significaciones en que se la transforma luego para volverla asequible a la conciencia. Esto proporciona, entonces, dos ámbitos paralelos de análisis: el de lo vivido, para el cual se precisan ciertos y determinados instrumentos teóricos y categorías de aprehensión del objeto; y el de lo conceptual, donde se requieren otros. Más allá de las anotaciones, críticas y discusiones que contengan estas páginas sobre las tesis del pensamiento merleau-pontyano sobre el tema de la corporeidad no considero la perspectiva que anima mi lectura como una perspectiva rival; sino todo lo contrario, siento que aquélla ha sido realizada “inspirada” en el “estilo” de M. Merleau-Ponty.

Utilización de citas y fuentes

En el trabajo aparecen, por un lado, textos o fuentes primarias y bibliografía secundaria. Por fuentes primarias entiendo los textos de los filósofos cuyo pensamiento está siendo objeto de estudio. En este caso la fuente principal es la obra de Merleau-Ponty. En el caso de las citas tomadas de fuentes primarias las referencias bibliográficas, tales como nombre de la obra y número de página, se encuentran en el cuerpo del

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texto a continuación del párrafo citado. Los demás datos de referencia se encuentran consignados en la bibliografía general. En particular con las obras de Merleau-Ponty he tomado mayores recaudos hermenéuticos por tratarse del autor estudiado. De sus obras cito fragmentos y, a continuación, en el cuerpo del texto entre paréntesis sigla indicativa de la obra (ver Siglas) y número de página de la edición francesa (ejemplo: S. C., pág. 231). Los fragmentos tomados del texto en francés van acompañados en nota a pie de página por la traducción extraída de la obra editada en castellano (salvo en el caso que no poseo una u otra). En la bibliografía general se encuentran los datos de edición tanto de las obras en francés como de las obras traducidas.

Los textos de carácter secundario son aquellos de comentaristas o intérpretes, las referencias de estas citas aparecen a pie de página. Allí se indica del siguiente modo, por ejemplo, Madison, G. B.: (1973), pág. 23; y los datos editoriales completos se encuentran en la sección Bibliografía.

Siglas

A continuación indico las siglas con que serán identificadas las obras de M. Merleau-Ponty en el curso del trabajo.

La Structure du Comportement (S. C.) Phénoménologie de la Perception (P. P.) Sens et non sens (S. N. S.) L’ Union de l’ Âme et du Corps chez Malebranche, Biran et Begson (U. A. C.) Signes (S.) L’ Oeil et l’ Esprit (O. E.) Le Visible et le Invisible (V. I.) Résumés de cours (R. C.) La prose du monde (P. M.) La Nature (L. N.)

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La presente edición se terminó de im-primir en Editorial Universitas en el mes de Julio de 2004.

Impreso en Córdoba, Argentina

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