1 Fenomenologia y Psicología

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CAPITULO X FENOMENOLOGIA Y PSICOLOGÍA DE LA COMPRENSIÓN 1. LA HERENCIA DE KANT Los problemas comunes Por tercera y última vez en esta obra, debemos regresar a las “raíces” de la teoría psicológica contemporánea. Esta vez debemos ir más atrás, hasta los cimientos filosóficos comunes de la gran variedad de teorías descritas en la segunda parte de este volumen, incluyendo las de Spranger, Stern, Wertheimer, Lewin y otros. Todos estos sistemas, que hoy guardan muy pocas semejanzas entre sí, tienen sus raíces comunes en la filosofía idealista alemana de Emmanuel Kant y sus discípulos. Aún hoy en día, se enfrentan con los problemas psicológicos tal como los plantearan Kant y Dilthey. Ni Kant ni Dilthey son los “padres” de este grupo de teorías psicológicas en el sentido en que lo son Pavlov y Freud. Aunque Pavlov prosiguió la obra de los primeros asociacionistas, Hartley y Bain, y de los fisiólogos, Flourens y Sechenov, fue el propio Pavlov quien elaboró la teoría del condicionamiento. Y aunque Freud sufrió la influencia de Darwin, Spencer, Janet y Charcot, fue el propio Freud quien desarrolló el sistema de la motivación inconsciente. Nada de esto puede aplicarse a los sistemas que han visto la luz conjuntamente bajo el nombre de teorías del conocimiento, de la gestalt y del campo. Tampoco ha aparecido en este caso un “líder” de talla comparable a la de Pavlov o Freud. Sin embargo, no debemos olvidar que los sistemas expuestos en la primera y segunda partes de este volumen solo pueden tener en común su carácter controversivo; han compartido los problemas, pero no necesariamente las soluciones de los mismos.

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CAPITULO X

FENOMENOLOGIA Y PSICOLOGÍA DE LA COMPRENSIÓN

1. LA HERENCIA DE KANT

Los problemas comunes

Por tercera y última vez en esta obra, debemos regresar a las “raíces” de la teoría psicológica contemporánea. Esta vez debemos ir más atrás, hasta los cimientos filosóficos comunes de la gran variedad de teorías descritas en la segunda parte de este volumen, incluyendo las de Spranger, Stern, Wertheimer, Lewin y otros.

Todos estos sistemas, que hoy guardan muy pocas semejanzas entre sí, tienen sus raíces comunes en la filosofía idealista alemana de Emmanuel Kant y sus discípulos. Aún hoy en día, se enfrentan con los problemas psicológicos tal como los plantearan Kant y Dilthey. Ni Kant ni Dilthey son los “padres” de este grupo de teorías psicológicas en el sentido en que lo son Pavlov y Freud. Aunque Pavlov prosiguió la obra de los primeros asociacionistas, Hartley y Bain, y de los fisiólogos, Flourens y Sechenov, fue el propio Pavlov quien elaboró la teoría del condicionamiento. Y aunque Freud sufrió la influencia de Darwin, Spencer, Janet y Charcot, fue el propio Freud quien desarrolló el sistema de la motivación inconsciente.

Nada de esto puede aplicarse a los sistemas que han visto la luz conjuntamente bajo el nombre de teorías del conocimiento, de la gestalt y del campo. Tampoco ha aparecido en este caso un “líder” de talla comparable a la de Pavlov o Freud. Sin embargo, no debemos olvidar que los sistemas expuestos en la primera y segunda partes de este volumen solo pueden tener en común su carácter controversivo; han compartido los problemas, pero no necesariamente las soluciones de los mismos.

Este principio de los problemas comunes agrupa a todas las teorías que quedan expuestas en la parte III. Todas ellas han resultado influidas por la herencia intelectual legada por E. Kant y han hecho frente a los problemas psicológicos según el planteamiento de W. Dilthey.

Razón “pura”

En 1781 apareció la principal obra de Kant, Kritik der Reinen Vernunft (Crítica de la razón pura). La segunda edición de este libro (1787) comenzaba con la siguiente sentencia: “No puede dudarse de que todo conocimiento se inicia con la experiencia”1. Pero el significado de esta experiencia presentada por Kant en la Kritik y en varias otras obras ha sido uno de los puntos más discutidos en la historia cultural de la humanidad.

Mientras numerosos discípulos y seguidores creen que Kant abrió la puerta a la verdadera investigación científica, muchos otros lo ponen en duda. La principal idea de Kant era que los sensualistas – Locke, Hume – están en lo cierto al decir que el conocimiento procede de la percepción sensorial; pero la percepción nos proporciona el conocimiento de todas las cosas, no como realmente son en sí mismas – Ding an sich -, 1 Emmanuel Kant. Critique of Pure Reason (traducido al ingles por M. Müller), Macmillan, 1881

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sino como nos aparecen – fenómenos -. Las cosas como son, las cosas-en-sí-mismas, existen, pero nosotros las percibimos del modo como es capaz de percibirlas nuestra mente. Por consiguiente, Kant estableció una clara dicotomía entre el sujeto percibiente o experimentante y el objeto percibido. Así pues, el conocimiento “se inicia con la experiencia”, pero “no se desarrolla al margen de la experiencia”. El conocimiento comienza con la percepción, pero sólo percibimos los fenómenos percibibles de una manera determinada por nuestra mente.

El problema de la naturaleza del mundo se había desplazado de los hechos objetivos al sujeto que percibe, a la mente “trascendental” humana y a sus límites. El contenido del conocimiento comprende necesariamente las sensaciones procedentes de los objetos: color, peso, sonido, etc. Pero la mente no es una cámara fotográfica; la mente ordena sus percepciones de objetos en el tiempo y en el espacio. Tiempo y espacio no se hallan en el mundo objetivo; no son cualidades empíricas de los objetos; constituyen un a priori dado, independiente de la experiencia, inherente a la mente humana e inserta en su naturaleza. La mente percibe los objetos dentro de las dimensiones de tiempo y espacio porque éste es el único modo por el que el sujeto, la mente humana, puede percibir los objetos. “Suprimid el sujeto pensante y el mundo corpóreo entero se desvanecerá, pues no es sino la aparición ante la sensibilidad del sujeto”, escribió Kant. El mundo percibido es producto de dos factores: la percepción sensorial del objeto y en segundo lugar las formas apriorísticas de la mente.

Por consiguiente tiempo y espacio son expresiones mentales. Constituyen las expresiones apriorísticas, sintéticas, generales y universales del conocimiento. No necesitan prueba alguna, carecen del prerrequisito de cualquier comprobación; sin ellas, todo conocimiento sería imposible. Son el modo como la mente percibe los fenómenos. Además del tiempo y el espacio, Kant defendía varias categorías racionales inherentes a nuestras mentes, tales como la relación - por ejemplo, la causalidad -, la cantidad, la cualidad y la modalidad. No se derivan de la experiencia; son conceptos puros, formas apriorísticas de percepción y razonamiento.

Aunque Kant aceptaba el hecho de que parte de nuestro conocimiento es suplido por la percepción sensorial, no se trata de una información sobre el estado real de las cosas, sino sólo sobre su apariencia – fenómenos – percibida a través del funcionamiento de nuestras mentes y modelada por nuestros elementos cognoscitivos. Las matemáticas constituyen la única ciencia, porque representan una serie de juicios sintéticos, apriorísticos, absolutos, no empíricos que no precisan de comprobaciones posteriores. Según Kant, el único conocimiento verdadero es un conocimiento a priori de las matemáticas puras o de su aplicación a las ciencias. Cualquier ciencia empírica es una ciencia de los fenómenos y no de la verdad absoluta.

Volviendo a la psicología, Kant no veía razón alguna para presumir la existencia de un alma. La ciencia empírica del hombre, considerado como parte de la naturaleza, se denomina antropología; la psicología es una parte de ella2. Como ciencia empírica o pragmática que es, la psicología trata de las manifestaciones o fenómenos exteriores al yo. El “yo” es la cosa-en-sí-misma, pero la psicología, como cualquier otra ciencia empírica, se limita a lo que resulta observable en términos de tiempo y espacio y dentro de las coordenadas de las categorías.

2 Emmanuel Kant, Anthropologie in pragmatischen Hinsicht, 1798

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Según Kant, todos los fenómenos psicológicos pueden reducirse a tres clases, a saber, conocimiento – la razón -, sentimiento- las emociones- y volición- la voluntad. En la facultad de conocer Kant distinguía la sensación pasiva y la comprensión activa. La sensación meramente es una receptividad pasiva. La simple sensación no es conocimiento. La percepción sensorial es un cambio de nuestra conciencia originado por estímulos externos. La mente recibe las sensaciones, intuitivamente percibe el tiempo y el espacio puros independientemente de los fenómenos. Entonces, la mente ordena los elementos sensoriales según el tiempo, el espacio y las categorías.

Kant distinguía los sentimientos estéticos útiles y los sentimientos de placer y dolor que consideraba como obstáculos de la “razón” pura.

Todo lo que existe en la conciencia humana es producto de una “síntesis trascendental” creada por el yo trascendental, la mente, y percibida de acuerdo con el tiempo, el espacio y las categorías. Por consiguiente, el objeto de la psicología empírica, el yo empírico, es exactamente un fenómeno como todos los demás fenómenos. Puede estudiarse mediante observaciones externas e internas y los asertos que le conciernen dependen de la mente que percibe, trascendental.

Esta mente trascendental, que impone sus leyes – tiempo, espacio, etc. – a la naturaleza, no puede ser objeto de estudios empíricos; determina la verdad de los estudios empíricos mediante su conformidad con las formas apriorísticas de la mente trascendental. El objeto de la psicología está constituido por los fenómenos mentales pero no por la propia mente.

El impacto de Kant en la psicología

La única conclusión lógica que era posible extraer de la Kritik de Kant y de su tratamiento del sujeto es que había dos caminos que podía seguir el desarrollo de la psicología. El primero la senda segura de unos asertos apriorísticos sobre el “espíritu” o la “mente trascendental”, o el “sujeto”, en contraposición con todo lo demás que existe en el mundo. La mente es el punto central del universo. Es el ojo que ve todo y el centro del ser. En realidad, esta revolución anti-copernicana dirigida por Kant hizo de la mente sabedora y de sus axiomas la única fuente de verdad cierta, segura, absoluta, indiscutible. Armada de las formas de espacio y tiempo y las categorías de cantidad, cualidad, relación y modalidad, la “mente” o espíritu modela la imagen del mundo. Arthur Schopenhauer extrajo la conclusión más consecuente y en 1819, elaboró una teoría del solipsismo que reducía toda la existencia a la voluntad y a la idea del sujeto percibiente3.

Ningún científico empírico podía construir nada sobre tales cimientos. Pero Kant dejó abierta otra alternativa, la denominada psicología empírica o pragmática que forma parte de la antropología o ciencia del hombre. Esta psicología empírica no tiene nada que ver con la mente, la cual, como cosa-en-sí-misma, es inaccesible a los estudios empíricos. La psicología empírica debe limitarse a observaciones de los fenómenos, esto es, a lo que puede ser observado por la mente y modificado por ella de acuerdo con sus elementos cognoscitivos. Por consiguiente, la psicología puede ser una de dos cosas: puede ser una ciencia absoluta a priori dedicada a algo que escapa al conocimiento empírico; evidentemente, este algo, el “sujeto”, la “mente”, no es más que un manojo de conceptos lógicos elaborados por Kant sin ninguna preocupación porque fueran contrastados con unos

3 Arthur Shopenhauer, The World as Will and Idea (traducido al ingles por Haldane y Kemp), Scribner, 1923

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datos empíricos. La otra alternativa, la empírica, reduce la psicología a una observación de los sucesos reales, pero se trata de un tipo de observación peculiar dependiente del espíritu o mente trascendente de Kant y de sus formas apriorísticas. Así pues, parece como si la teoría de Kant sobre la mente absoluta estuviera diciendo muchas cosas sobre nada, y su psicología empírica, nada acerca de algo. En otras palabras, el estudio de Kant del yo trascendental era un sistema de asertos que no concernían a la realidad, y su estudio del yo empírico no decía prácticamente nada sobre una cosa que formaba parte de la realidad.

Si Kant hubiera estado en lo cierto, no sería posible ciencia alguna; ni siquiera la psicológica. La única ciencia verdadera, según Kant son las matemáticas. Pero Betrand Russell ha demostrado que las matemáticas no constituyen una ciencia. No contienen ningún aserto, verdadero o falso. Se trata meramente de un sistema de símbolos. Russell ha señalado que durante el siglo diecinueve los matemáticos han destruido la teoría de Kant4. La teoría de Einstein imposibilita los conceptos de Kant.

Kant creía poner fin a la metafísica. En realidad, a lo que estaba dando fin era a la investigación científica y empírica. Según Kant, la mente humana no percibe lo que es, sino lo que la propia mente refiere a la naturaleza. Sin duda alguna, el más consecuente de los discípulos de Kant ha sido Schopenhauer.

La psicología de Kant es un caso del proceso anticientífico. La verdadera mente, el yo que percibe y opera mediante el tiempo, el espacio y las categorías, resulta incognoscible. Lo que los psicólogos suponen que estudian en su parte fenomenológica, su apariencia externa.

El gran historiador de la psicología G. S Brett ha escrito lo siguiente: “Muchos considerará el legado de Kant como un desastre para la psicología. Ha perpetuado la rígida distinción entre lo interior y lo exterior junto con las suposiciones de que existe una diferencia radical entre lo que sabemos de nuestras mentes y lo que otros conocen de ellas, y que la conducta manifiesta sola puede ser descrita científicamente... También consiguió que muchas personas pensaran que no estaban haciendo ciencia a menos que muchas personas pensaran que no estaban haciendo ciencia a menos que usaran las matemáticas. A consecuencia de ello, los psicólogos actuales experimentan la progresiva tendencia a explorar a todos los métodos de obtener “datos” cuantificables, muchas veces sin tener ninguna hipótesis jugosa que comprobar”5

Freud nunca fue influido por Kant. Pavlov se opuso a él. Pero Dilthey, Spranger, Stern y los teóricos de la gestalt y del campo nunca se despojaron de la influencia kantiana.

Los neo-kantianos

Durante la segunda mitad del siglo diecinueve los neokantianos modificaron la teoría de Kant. Enfrentados con la nueva psicología experimental y con los estudios empíricos de las acciones humanas y de los procesos mentales, reconsideraron el apriorismo epistemológico de Kant y su teoría de la mente humana. Las revisiones de esta teoría y la lucha del empirismo francés y británico contra las especulaciones kantianas hicieron mella en la naciente ciencia psicológica.

Johann Friedrich Herbart (cfr. Cap. 1, apartado 1) fue contemporáneo y seguidor de Kant desde la cátedra de filosofía de Koenigsberg. Herbart, a diferencia de Kant, trató de 4 Bertrand Russell, “Philosophy of the Twentieth Century”, D. D. Runes (ed.), Twentieth Century Philosophy, Philosophical Library, 1947, pág. 2455 G. S. Brett; History of Psychology (R. S. Peters, ed.), Allen & Unwin, 1951, página 508

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desarrollar una psicología materialista. Opinaba que el alma humana era una de las unidades de células – das Reale – que componen el organismo y confiaba en poder estudiar la mente humana de forma mecanicista.

El físico y filósofo Ernest Mach propuso otro camino. Mach rechazó la idea de las cosas-en-sí-mismas. El mundo no es más que la suma de nuestras sensaciones, la cual forma el contenido de nuestra conciencia. Nuestras sensaciones constituyen la única fuente de verdad y la tarea de la ciencia consistente en estudiarlas y ordenarlas. Mach de hecho, “introyectó” la física en la psicología e hizo de la mente percibiente el centro de toda investigación científica. En su Analyse der Empfindungen, publicado en 1886, sostenía que todo lo que es, el mundo entero, consiste en nuestras sensaciones.

Cuando Wundt, Ebbinghaus, Meumann y otros intentaban desarrollar una psicología científica, muchos neokantianos se agrupaban cabe la escuela de Marbug dirigidos por Hermann Cohen, y más tarde por Paul Natorp y Ernest Cassirer. Karl Lewin debe mucho a Cassirer. Los filósofos de Marburg fueron más lejos que Kant. Según ellos, la ciencia no descubre la verdad, sino que la construye, y el objeto no esta gegeben – dado -, que sino aufgegeben – asignado como tarea -, “no expuesto ante nosotros como un hecho dado, sino situado frente a nosotros como una “tarea indefinida”. En el cumplimiento de esta tarea la mente está gobernada por unos principios formales… que determinan la estructura de toda experiencia posible”. Así pues, “todo posible concepto de objetos es una especificación de estas formas universales a priori”6

El otro grupo neokantiano se constituyó alrededor de la escuela de Baden dirigida por Wilhelm Windelband y Heinrich Rickert. Siguiendo la tradición kantiana, suponía que nuestra experiencia cognoscitiva – razón pura -, experiencia práctica – moralidad – y experiencia estética están gobernadas por unos principios abstractos apriorísticos denominados valores por la escuela de Baden. Windelband y Rickert oponían las ciencias culturales o históricas – Kultur o Geschichtswissenschaften – a las ciencias naturales. Preferían el nombre de “ciencias culturales” al del antiguo “humanidades” – Geisteswissenschaft -, pues este último incluía los valores eternos de la lógica, la ética y la estética, mientras que Kulturwissenschaft trata, así lo creían ellos, de los fenómenos y valores empíricos y transitorios.

Tanto la Naturwissenschaf como la Kulturwissenschaft son ciencias empíricas. Difieren en el método de investigación. Las ciencias naturales buscan los principios y las leyes que gobiernan a los objetos concretos. Las ciencias naturales son nomotéticas, esto es, buscan leyes generales. Las ciencias naturales no se interesan por los casos únicos; conciernen a los sucesos necesarios, a las leyes que gobiernan el universo.

Las ciencias históricas o culturales tratan de individuo, del caso único e irrepetible; por ejemplo, lo que sucedió cuando Napoleón se retiró de Moscú en 1812. Este acontecimiento es único e irrepetible; se trata de un idiofenómeno. Las ciencias que estudian los idiofenómenos no buscan leyes generales; las ciencias ideográficas se refieren a los valores y no a las causas naturales.

Según Windelband, la psicología estudiada por Wundt, Ebbinghaus y otros era una ciencia nomotética. Rickert señalaba que las ciencias natrales tratan de las relaciones causa-efecto, mientras las históricas refieren sus datos a los valores culturales.

6 H. A. Hodges, The Philosophy of Wilhelm Dilthey, Rutledge & Kegan Paul, 1952, pág. 27

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2. FENOMENOLOGIA

Franz Brentano: acto y contenido

Contra esta tendencia intervinieron Franz Brentano y sus discípulos Meinong y Husserl. En 1874 Brentano publicó una importante obra titulada Psychologie vom empirishen Standpunkte. Este libro puede ser considerado como otro intento de solucionar los problemas planteados por Emmanuel Kant.

Brentano distinguía percepción y observación. Los objetos exteriores puede ser percibidos y observados, pero las experiencias mentales únicamente se pueden percibir. Brentano sugirió que sentimiento y volición se combina en una sola categoría y dividió el “conocimiento” de Kant en presentación y juicio.

Brentano introdujo en el análisis de los procesos mentales una distinción importante y de largo alcance. Cuando vemos algo, se producen dos cosas. Primero tiene lugar el acto de ver; entonces sobreviene el objeto visto, o el contenido de ver. Todo acto cuenta con una intentio o intención, esto es, una relación con el objeto que “no existe intencionalmente” en el acto. Los actos mentales dependen del contenido, y siempre se refieren a algo exterior a ellos.

Edmund Husserl: fenomenología

En 1900-1901 apareció la Logische Untersuchungen de Edmund Husserl. Husserl trató de clarificar el legado de Kant mediante lo que denominó una reducción fenomenológica. Según Husserl, puede dudarse de todo excepto del hecho del que los seres humanos tienen experiencia (Erlebnisse). No puede dudarse de nuestras experiencias, pues todos los fenómenos que estudian las ciencias dependen de que sean experimentados por la mente humana.

Lo que se halla en la experiencia es un fenómeno. Husserl no aceptó la idea de Kant de que el fenómeno es una mera apariencia del verdadero objeto-en-sí-mismo, una apariencia vista tal como el sujeto que percibe es capaz de verla. La fenomenología es la ciencia de los procesos subjetivos mediante los que se hacen presentes los fenómenos. Como tal, debería servir de prolegómeno a todas las demás ciencias.

Husserl aceptó la teoría de Brentano acerca de los actos o experiencias mentales y el hecho de que siempre están relacionados con – dirigidos a – objetos físicos que no forman parte del acto – intencionalmente no existen en los actos mentales -. La distinción entre el acto y su contenido influenció a Külpe, Bühler y a los psicólogos de la gestalt.

La fenomenología es una ciencia filosófica anterior a la psicología y enteramente independiente a ella. Va más allá de las experiencias reales y se ciñe a los elementos ideales, esenciales, de las experiencias. En este aspecto la fenomenología es muy semejante a las matemáticas; es la ciencia de las “posibilidades puras”. Esta ciencia de las posibilidades puras, escribió Husserl, “siempre debería preceder a la ciencia de los hechos reales”7. La fenomenología del conocimiento es el prerrequisito de cualquier ciencia.

Husserl aceptó la idea de Brentano sobre la intencionalidad de los actos mentales. Todos los procesos mentales están referidos a objetos. Por consiguiente, todos los objetos

7 Edmund Husserl, Ideas: General Introduction to Pure Phenomenology. 1931, prefacio, pág 13

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de la investigación fenomenológica son objetos intencionales; esta intencionalidad, como se verá en el capítulo 12, influirá sobre Külpe, Bühler y la psicología de la gestalt.

No debería reducirse la filosofía y la lógica a la psicología. En realidad la fenomenología estudia los mismos procesos mentales que constituyen el objeto de la psicología. La diferencia reside en el enfoque y en el método. La fenomenología meramente describe las experiencias mentales y sus objetos según el modo en que aparecen, el modo en que son presentados. La psicología explica las experiencias mentales y busca sus interrelaciones causales.

Según esta distinción, la psicología se convierte en la ciencia de los actos mentales (Akte) y de los contenidos (Inhalte) de dichos actos. La mente humana, denominada yo empírico por Kant, se transforma en una parte del mundo objetivo. Creemos en su existencia de la misma forma que creemos en la existencia del mundo objetivo.

Como ya hemos apuntado, el razonamiento de Husserl influenció a muchos psicólogos. Se trataba, es un decir, de una solución de las dificultades originadas por la distinción de Kant entre el conocimiento de los fenómenos apriorístico, abstracto, “verdadero” y el conocimiento empírico, “falso”, endeble.

Evidentemente, Husserl no se alejó excesivamente de Kant. Situó algunos procesos mentales relativos a la “experimentación” al frente de lo que está siendo percibido en lugar de admitir que estas mismas experiencias forman parte del universo. La fenomenología no solventaba las dificultades kantianas; las mitigaba no aceptando la idea de Kant de que los fenómenos son meramente apariencias del mundo real. En gran medida la fenomenología evitó la revolución anticopernicana de Kant, que situó al sujeto percibiente o experimentante en el centro del universo.

3. WILHELM DILTHEY: LA PSICOLOGÍA DE LA COMPRENSIÓN

¿Kant o empirismo?

El papel desempeñado por Dilthey en la historia de la teoría psicológica moderna no puede compararse con el de Iván P. Pavlov o Sigmund Freud. Dilthey fue menos productivo en el terreno de la psicología propiamente dicha y resultó menos importante en investigación psicológica personal; así pues, su papel histórico como “padre” de una escuela es menos significativo que el de Pavlov o Freud. Las teorías descritas en la tercera parte de esta obra se inician con Kant, Husserl y Dilthey; otras se apartan de él; otras se le oponen; pero todas ellas estudian los problemas por él planteados.

Pavlov y Freud representan el empirismo y el materialismo en psicología. Ambos llegan a la psicología desde el reino de las ciencias naturales. Ambos fueron influidos por el empirismo, el materialismo y el sensualismo anglofrancés de Hume, Locke, Voltaire, J. S. Mill, A. Comte, Charles Darwin y H. Spencer. Ambos eran deterministas y creían que los procesos mentales forman parte de los procesos biológicos y se derivan de ellos. Pavlov se ciñó a los fundamentos fisiológicos; Freud estudió los procesos mentales y les aplicó los principios del no-reduccionismo metodológico (cfr. Capítulo 6, apartado 1). Ambos resultaron influidos por el asociacionismo de D. Hartley, J. S. Mill y A. Bain.

El enfoque de Dilthey fue diferente, pues su principal propósito residía en acercar la psicología a la historia, la ética, la literatura y las artes.

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El trascendentalismo de Kant influyó muchísimo sobre el razonamiento de Dilthey. Dilthey redujo el determinismo y la causalidad al papel de métodos de percepción. “Cuando situamos objetos en las relaciones de causa y efecto, las impresiones sensoriales sólo contienen la condición de sucesión regular, mientras que la relación causal misma se origina en una síntesis que nace de nuestro interior”, escribió Dilthey en 18498.

A diferencia de Kant, Dilthey creía que la mente percibiente y la percibida son una misma cosa. Lo que percibimos en la percepción externa son meros fenómenos y lo que a ellos adscribimos. La percepción de nosotros mismos es muy superior, más objetiva y más precisa. Dilthey explicaba: “En contraste con la percepción externa, la percepción interna descansa en una conciencia (Innewerden), en una experiencia vivida (Erleben), se produce inmediatamente… Cualquiera que sea el modo como pueda haberse originado la sensación de un color violeta, considerado como un fenómeno interno se trata de algo indivisible.”. La experiencia vivida “no guarda parecido con los procesos de la naturaleza. Continuamente experimentamos combinaciones y conexiones en nosotros mismos, mientras tenemos que descifrarlas en los estímulos sensoriales… Así es como concebimos las ideas de unidad en la pluralidad, de partes en un todo, de relaciones causales, y, por medio de ellas, comprendemos la naturaleza aplicándole estas concepciones bajo unas condiciones concretas de coexistencia o sucesión regular”9

Además, Dilthey no podía aceptar la idea kantiana de que la mente y el cuerpo son elaboraciones del sujeto percibiente y de sus principios racionales establecidos a priori. La psicología de Kant estudia uno de los fenómenos y su validez dependía de la epistemología. La psicología de Dilthey estudia la mente humana y la epistemología dependía de la psicología en lo que concierne al estudio del razonamiento. La epistemología o teoría del conocimiento, escribió Dilthey, es una “psicología en movimiento, es decir, una psicología que se dirige hacia una meta determinada”10.

La psicología tiene que utilizarse en los estudios humanos de la misma forma como las matemáticas se emplean en el estudio de la naturaleza.

Actitud hacia Husserl y Windelband

El mundo físico existe independientemente de nuestros procesos cognoscitivos, decía Dilthey oponiéndose a Kant. Los procesos cognoscitivos o conciencia pueden ser considerados aparte del mundo que perciben. No puede dudarse de sus funciones, los actos mentales. Sea su contenido verdadero o falso, no cabe duda de que la mente hace algo, es consciente de algo – acto -, y es consciente de algún objeto externo – contenido -. Así pues, la psicología, como estudio de los actos mentales y de su contenido, debe ser la base de la epistemología y no viceversa, como proponía Husserl.

Dilthey todavía era más contrario a los neokantianos de Marburg y de Baden. No aceptaba la idea de los valores a priori. Los valores, decía, son meramente una expresión de las actitudes emocionales de los humanos. Rechazaba la idea de una ética trascendental. Los seres humanos luchan para proteger y mejorar sus vidas.

Dilthey no podía aceptar la clasificación de Windelband de las ciencias en ciencias idiográficas de la historia y la cultura y ciencias nomotéticas de la naturaleza. Como el propio Windelbarnd señaló: podía estudiarse el mismo objeto desde ambos puntos de vista. 8 Citado por H. A. Hodges, Wilhelm Dilthey, An Introduction, Routledge & Kegan Paul, 1949, pág. 1339 Ibid., págs. 13-1410 Wilhelm Dilthey, Einleitung in die Geisteswissenschaften, 1883, pág. 42

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Dilthey fue más lejos y afirmó que la geografía, la astronomía, la historia natural, la economía, la psicología comparativa, la filología e incluso la historia poseen simultáneamente aspectos idiográficos y nomotéticos. Sustituyendo aquella clasificación, Dilthey propuso distinguir entre ciencias naturales y humanidades (Geisteswissenschaften). Los estudios humanos, que comprenden la mente y sus productos, revisten un interés especial en el caso del individuo. Siempre que estudiamos el individuo – psicología -, o las artes, o la historia, se trata en cualquier caso de nuestros procesos internos, mientras que las ciencias naturales tienen el exterior al objeto de su estudio.

Psicologías descriptiva y explicativa

Dilthey disintió de Kant en muchos puntos, pero la diferencia principal residió en el campo de la psicología. Dilthey estaba de acuerdo con Kant en que el conocimiento del mundo objetivo no es real: solamente se trata del conocimiento de los fenómenos. Pero el conocimiento de nuestra propia mente constituye un conocimiento verdadero de la verdadera mente. La diferencia reside en el tipo de percepción. Observamos el mundo externo; experimentamos, vivimos (erlebt) nuestra mente interna.

Dilthey halló buenas razones para criticar a la psicología contemporánea por ser incapaz de presentar las experiencias humanas de forma completa se ha dicho repetidas veces que Lear, hamlet y Macbeth de Shakespeare “contienen más psicología que todos los libros de psicología juntos”. Los grandes escritores no se preocupan por las “percepciones sensoriales” o los “umbrales”, pero comprenden al hombre “en su entera realidad”. Por consiguiente, escribió Dilthey, “uno desea una psicología que pueda competir, mediante la trama de sus descripciones, con las realizadas por estos poetas y escritores al tratar temas de la psicología actual; una psicología que pueda hacerse cargo de los pensamientos elaborados de forma tan penetrante – aunque iluminados de forma unilateral – por Agustín, Pascal o Litchenberg, y ponerlos al servicio del conocimiento humano en un sistema universalmente válido”11.

No obstante, Dilthey no se oponía a la psicología experimental de su tiempo. Simplemente opinaba que no resultaba adecuada a la comprensión del hombre.

En 1880 Dilthey ya tenía conciencia de las limitaciones de la psicología. Aunque la psicología asociacionista inglesa estaba modelada según la física contemporánea, la psicología todavía se hallaba lejos de alcanzar la precisión de las inferencias matemáticas. Tampoco la psicología experimental podía abarcar toda el área de la mente humana. Las leyes psicológicas, escribió Dilthey, “son puras leyes de forma; tratan el lado formal de los actos y disposiciones humanas; no tratan el contenido de la mente humana”12. Si las matemáticas constituyen el fundamento de todas las ciencias naturales, la psicología debe desempeñar un papel análogo en los estudios humanos.

Se requiere una nueva psicología que sirva de fundamento a la epistemología y a otros estudios humanísticos. Dilthey hizo notar la distinción entre estudios explicativos y descriptivos. Una ciencia descriptiva (beschereibende) se ocupa de los fenómenos observables, los clasifica y sistematiza. La ciencia explicativa (erklärende) trasciende los datos observables y elabora un sistema de hipótesis.

En su Einleitung in die Geisteswissenschaften (1883), Dilthey explicaba que la psicología contemporánea experimental y orientada fisiológicamente estaba aplicando un 11 Hodges, Wilhelm Dilthey, An Introduction, pág. 132 12 Wilhelm Dilthey, Gesammelte Schriften, Teubner, 1924, vol. VI, pág. 43

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método equivocado. Bajo la influencia del positivismo, incluso los científicos naturales se han percatado de que la ciencia debiera se descriptiva. La ciencia no debiera trascender los datos observables. La generalización es el único modo e conclusión permisible a partir de los dados en las observaciones empíricas. Los psicólogos suponen con excesiva facilidad la existencia de causas fisiológicas. Dilthey se oponía a un reduccionismo tan fácil.

La psicología experimental estudia las sensaciones y sus asociaciones y no puede ver al hombre tal como él se ve y se siente. Los procesos mentales superiores son pasados por alto. La psicología explicativa es incapaz de ver lo que han visto la poesía o la autobiografía o el arte o la religión. El arte y la literatura no pueden ocupar el lugar de la psicología científica, pero la psicología explicativa no llega donde debería llegar. No se necesita la psicología explicativa, decía Dilthey, y en 1894 exponía su punto de vista de la forma siguiente:

“Conocemos los objetos naturales del exterior a través de nuestros sentidos. A pesar de que podemos fragmentarlos o dividirlos, nunca alcanzamos sus elementos últimos de este modo. Suplimos estos elementos mediante una ampliación de la experiencia. Además, los sentidos, considerados desde el punto de vista de su función puramente fisiológica, nunca nos da la unidad del objeto. Éste sólo existe para nosotros a través de una síntesis de los estímulos sensoriales que se originan en el interior… ¡Cuán diferente es el modo en que se nos presenta la vida mental! En contraste con la percepción externa, la percepción interna descansa en una conciencia (Inneweden), en una experiencia vivida (Erleben), se produce de forma inmediata. En la sensación o en el sentimiento de placer que la acompaña, se nos da algo simple e indivisible”13 .

La psicología de la comprensión

Este titular está tomado de la obra programática de Dilthey, publicada en 1849. Dilthey, tras un largo período de preparación y de titubeos, publicó las Ideas concernientes a una psicología descriptiva y analítica (Ideen ubre eine beschreibende und zergliedernde Psychologie). La argumentación principal estaba dirigida contra la interpretación de la psicología en términos físicos y químicos que había sido introducida por los asociacionistas ingleses. Posiblemente la idea de átomo resultaba útil en la física, pero la fragmentación de nuestra vida mental en pequeñas unidades, denominadas sensaciones, ideas y sentimientos, carecía de justificación en cualquier caso, afirmaba

La física es una ciencia explicativa que realiza determinadas suposiciones a priori porque sus elementos no se producen a partir de una observación empírica. Las construcciones teóricas de la física son el modo necesario de introducir un sistema y una unidad donde no puede hallarse unidad alguna.

En psicología no se precisa de tal procedimiento “explicativo”. La mente humana es una unidad coherente y no hay razón lógica para dividirla (zergliedern) en elementos hipotéticos. Un hombre es una totalidad, una unidad, y no un conglomerado de átomos.

Los fenómenos psicológicos no son percibidos desde fuera; son experimentados (erlebt) desde dentro. No representan una serie de fenómenos separados sino una corriente de procesos internos. “Solamente mediante la abstracción aislamos una función o un tipo de conexión de un sistema determinado”. La totalidad y continuidad de la mente está dada empíricamente, y la división de sus funciones en elementos es un producto de abstracciones

13 Hodges, Wilhelm Dilthey, An Introduction. Pág 133

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lógicas, generalizaciones y categorizaciones… En la experiencia vivida el proceso particular es llevado a cabo por la totalidad completa de la vida mental, y las conexiones sistemáticas internas así como las existentes entre aquél y la vida total de la mente pertenecen a la experiencia inmediata (Erfahrung)”14

En las Ideas, Dilthey rechazó definitiva y terminantemente la idea de explicación e introdujo el concepto de comprensión:

El principal objetivo de las ciencias naturales consiste en “explicar” (erklaeren) lo que sucede, mientras que el objetivo de la psicología es “comprender” (verstehen). “En la comprensión partimos del sistema como un todo, el cual se nos presenta como una realidad viviente (der uns lebendig gogeben ist), para hacer que lo particular nos sea inteligible como tal… La aprehensión del todo posibilita y determina la interpretación de la parte particular”15. La investigación psicológica no debería estudiar los elementos fisiológicos, sino ser “útil para la comprensión (Verstaendnis) de la vida”.

La unidad estructural de la mente debiera ser la principal consideración de la psicología. Su objeto es el hombro todo. Las ciencias naturales explican la naturaleza en términos de causas y efectos. La psicología ve la totalidad de la vida en la experiencia interior.

Cuando Dilthey sugirió que la psicología dejara de ser una ciencia “explicativa” y se limitara a los estudios “descriptivos”, sus puntos de vista manifestaban su oposición al reduccionismo y al paralelismo psicofísico. Los físicos introducen modelos y construcciones teóricas porque sus observaciones no conducen a un sistema coherente. Los físicos se ven obligados a ir más allá de los datos “descriptivos” observados y a elaborar modelos “explicativos” de átomos y otras hipótesis científicas.

Los psicólogos, comenzando por David Hume, han elaborado métodos análogos y han introducido la idea de átomos mentales tales como sensaciones, percepciones, etc., agrupándolos en grandes unidades por asociación. Por consiguiente, no hay necesidad alguna de imitar a la física. Los datos psicológicos, como hemos dicho anteriormente, se producen en la “percepción interna” y forman un sistema coherente. De esta forma, la psicología analiza la vida “como es”.

La psicología atomista, molecular, asociacionista, no podía percibir al hombre como un todo ni describir los procesos mentales superiores, tan bien descritos por poetas y escritores. La psicología experimental contemporánea, decía Dilthey, “demostraba ser un instrumento indispensable… para el establecimiento de una descripción segura de los procesos mentales intercostales como la limitación de conciencia, la rapidez de los procesos mentales, los factores comprendidos en la memoria y en el sentido del tiempo… Pero, sencillamente, no conducía al conocimiento de las leyes del dominio interior de la mente”16

La estructura mental

La psicología debiera prestar más atención a la unidad dinámica de la mente humana, es decir, a su estructura. Esta estructura no es estática, pues la mente humana crece, experimenta cambios y se hace más coherente. El proceso de crecimiento es muy individual y único en cada caso.

14 Ibid., pág. 13515 Ibid., pág. 136

16 Citado por Hodges, The Philosophy of Wilhelm Dilthey, pág. 203

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Cada hombre es una entidad separada, con todos los hombres son similares. Deberían estudiarse sus semejanzas y describirse sus diferencias y rasgos comunes. Cada individuo es representativo de su tiempo, cultura o grupo.

Los métodos de la investigación psicológica difieren en gran manera de los utilizados en las ciencias naturales. Las ciencias naturales explican mediante procesos puramente intelectuales. La investigación psicológica “se origina en la misma experiencia vivida”. La investigación psicológica “se inicia a partir del sistema como un todo”, se nos presenta “como una realidad viviente”. El pensamiento psicológico espontáneo supera a la investigación psicológica.

Posteriormente, Dilthey desarrolló la distinción de Brentano y Husserl entre actos mentales y sus contenidos. Nuestras experiencias internas son actos; son los hechos de tener conciencia de objetos; los objetos de los que tenemos conciencia constituyen el contenido. Los actos siempre son objeto de experiencia (Erlebnis); su contenido siempre es objeto de presentación (Vorstellung). Cada experiencia vivida tiene un contenido. El acto es el hecho de tener conciencia de algo; aquello de lo que tenemos conciencia es el contenido.

De acuerdo con Kant, Dilthey dividió los actos mentales o actitudes en conocimiento, afecto y volición. Los actos cognoscitivos pueden dividirse en percepción, memoria, juicio, etc. Los actos afectivos pueden dividirse en placer, dolor temor, amor odio, etc. Los actos volitivos pueden dividirse en deseo, decisión, obligación, etc.

En los tres casos debiera distinguirse el acto y el contenido. Dilthey lo explicaba de la forma siguiente: “Percibo un color, lo enjuicio, siento placer y deseo producirlo. El elemento del contenido de la percepción se mantiene a través de las distintas fases del acto. Sin embargo cada fase puede relacionarse con diferentes colores y también con otros objetos”17.

La unidad de la vida es teleológica, escribió Dilthey. “Para el investigador conocer es un sistema teleológico… En este sistema teleológico total, las funciones particulares colaboran para producir unos estados que de alguna manera revistan en la conciencia el carácter de valores o fines”18. Todos los factores cognoscitivos, emocionales y creativos se combinan para la preservación de la unidad teleológica de la vida. El propósito es el factor principal, y la mente trabaja en el sentido de las “actitudes mentales” (Analogen) determinadas.

Esta nueva psicología serviría como fundamento a todos los estudios humanos. El análisis psicológico “ilumina” las relaciones humanas. “Sin la referencia al sistema mental en el que se originan sus relaciones, los estudios humanos son un agregado, un conjunto nunca un sistema.”

Todos los estudios humanos requieren un conocimiento psicológico, escribía Dilthey en las Ideen. “Cualquier estudio de religión conduce al análisis de conceptos como sentimiento, voluntad, dependencia, libertad, motivación; todos estos conceptos deben interpretarse en un contexto psicológico… La jurisprudencia se basa en fundamentos psicológicos, con los que se relacionan los conceptos de norma, ley y responsabilidad… Las ciencias políticas que describen la organización de la sociedad hallan en cualquier relación social los hechos psicológicos de sociabilidad, control social y subordinación. Estas relaciones requieren una interpretación psicológica… Todos los sistemas culturales, la vida económica, la ley, la religión, el arte y la ciencia, las distintas formas de organización social tales como familia, comunidad, iglesia y estado, son productos de las 17 Ibid., pág. 3818 Ibid., pág. 43

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funciones de la mente humana y en última instancia, sólo pueden comprenderse en términos mentales”19.

Conclusiones

Kant, Husserl y Dilthey han escrito una nueva página en la historia de la psicología. La aportación de Kant a la psicología ha sido más bien negativa y puede ser considerada como una regresión en comparación con los estudios de los sensualistas y del asociacionismo.

No obstante, el impacto de Kant sobre la psicología ha sido muy significativo, especialmente en aquellos psicólogos alemanes que se han educado en el espíritu de su idealismo epistemológico. Kant introdujo una fina distinción entre el sujeto percibiente y el mundo objetivo percibido, inclinando la balanza del lado del sujeto. Esta es la razón por la que el autor cree que la revolución de Kant era contraria a Copérnico. Copérnico destronó al hombre y a la Tierra; Kant marchó en dirección opuesta.

El problema de Husserl consistía en cómo salvar la investigación científica del inevitable solipsismo. Su solución ofrecía ventajas concretas sobre la de Kant. Husserl no se hizo cuestión de la existencia del mundo objetivo ni de la verdad de nuestras percepciones. El hecho de que experimentamos (Erlebnis) el mundo es la piedra angular de su filosofía.

Entonces hizo su aparición Dilthey, que sugirió otra solución para esta situación. No podía aceptar ni el menosprecio de Kant hacia los estudios empíricos ni el enfoque positivista de la psicología experimenta. Dilthey no abrió un nuevo camino a la psicología; sólo elaboró un nuevo rótulo. Spranger, Stern y las teorías del campo y de la gestalt adoptaron este rótulo como punto de partida.

Dilthey nunca pudo superar la influencia de Kant. Moviéndose entre el apriorismo y el empirismo, aceptó este último, pero no el tipo de empirismo practicado en las ciencias naturales, el empirismo de observación e interpretación. Suponía que la psicología y otras ciencias “humanísticas” (Geisteswissenschaften) eran empíricas hasta un cierto punto. Podían describir, pero no explicar.

El método de Dilthey puede dar la impresión de ser muy empírico pero no lo es. La ciencia no puede ser un catálogo de observaciones (cfr. cap. 14). Sin embargo, según Dilthey, los datos psicológicos son tan diferentes de los datos de cualquier otra ciencia que no se necesitan ni se utilizan en una interpretación. Dilthey prosiguió la revolución anticopernicana de Kant, y el pensamiento de Spranger, Stern y otros incluyen de forma ostensible la dicotomía kantiana de hombre y universo.

Dilthey no dio con la solución del problema de Kant, pues el problema de Kant era tal que nunca podía solventarlo un científico empírico. Las dicotomías de Kant no existen en el reino de los estudios empíricos (cfr. cap. 14). Por consiguiente, la solución de Dilthey basada en la suposición de que “comprendemos” los fenómenos mentales es un mero juego de palabras.

Además Dilthey reservó a la mente humana la posición central. Las percepciones no transmiten toda la verdad; existe algo que procede del interior: las categorías, o como más tarde defendió Werheimer, la Gestalt. La mente humana se dirige hacia un fin; de aquí la determinierende Tendenz, en oposición al asociacionismo (cfr. cap. 12). Cada ser humano

19 Dilthey, Gesammelte Schriften, vol. V, págs.147-148

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es único, decía Dilthey, y en ello se cimentaron las tipología de Spranger, la unitas multiplex de Allport y Stern (cfr. cap. 11) y la insistencia de Lewin sobre la unicidad de la situación humana en un momento dado (cfr. cap. 13).

Nadie, con la posible excepción de Spranger, ha sido discípulo de Dilthey. Pero todos los psicólogos cuyas teorías se describirán en los capítulos 11, 12 y 13 son deudores de Dilthey y han estudiado los problemas planteados por su infructuoso esfuerzo de superar el callejón sin salida kantiano.

LA PSICOLOGÍA FENOMENOLÓGICA

Introducción

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Una de las corrientes filosóficas más importantes de nuestro siglo es la fenomenología. A su base se encuentran las investigaciones de Edmund Husserl, que han tenido una decisiva influencia sobre figuras como Max Séller, Martín Heidegger, José Ortega, Karl Jaspers, Jean Paul Sartre y Maurice Merleau-Ponty. Además de su desarrollo dentro del marco estrictamente filosófico, la fenomenología ha tenido estrecha conexión con los problemas de la psicología, y ello por razones muy justificadas.

La fenomenología, en efecto, se propuso analizar la estructura de la conciencia con objeto de hallar así un conocimiento que pudiera servir de base firme a todos los demás saberes. Por ello, su propósito tenía forzosamente que cruzarse con el de la psicología introspectiva. En general, ambos conocimientos han tenido que plantear explícitamente su relación, sus coincidencias y sobre todo sus divergencias.

La psicología de orientación fenomenológica ha tenido algunos desarrollos de interés. Además, a través de los enfoques existencialistas próximos a la fenomenología, ésta ha influido con cierta intensidad en algunos medios psiquiátricos, de donde luego ha refluido sobre la psicología. Procuraremos aquí de modo sucinto precisar el sentido de esta psicología fenomenológica.

Antecedentes: Carl Stumpf (1848-1936)

En el origen de la fenomenología se hallan, primero, el magisterio de Franz Brentano y su teoría de la “intencionalidad” de los actos psíquicos; luego, la influencia de Stumpf. A Brentano ya nos hemos referido antes (veáse cap. 16); por su parte, Carl Stumpf (Wiesentheid, Baviera 1848-Berlín 1936) estudió en Wurzburgo con Brentano y en Gottinga con Lotze y fue luego profesor en Wurzburgo, Praga, Halle, Munich y Berlín, así como presidente del Congreso Internacional de Psicología en 1896. Sus trabajos sobre la percepción del tono y de la música son su mayor aportación a la psicología. Aparte de esta área concreta, Stumpf influyó sistemáticamente en el desarrollo de la psicología de su época, ya que contribuyó a la aceptación de la teoría de Brentano. Kohler y Kofka fueron alumnos suyos. Entre sus obras principales se encuentran: Sobre el origen psicológico de la representación del espacio (1873), Psicología del tono (Tonpsychologie) (1883-1890), Sensibilidad y sensación sensible (1928), y Teoría del Conocimiento (1939-1940).

Stumpf desarrolló las ideas de una psicología del acto. Distinguió entre los contenidos de la conciencia, sensaciones e imágenes que él consideraba como “fenómenos”, y las “funciones de la conciencia” o actos como percibir, asociar, desear, querer. El estudio de las funciones, o psicología, debía ir precedido de un examen de esos materiales o fenómenos con que se construye luego todo conocimiento. Tal distinción resulta comprensible si se piensa en una función, por ejemplo, la percepción de una habitación que permanece inalterada mientras va oscureciendo, es decir, mientras van cambiando los contenidos sensibles que en ella se dan, o cuando se escucha una melodía sin análisis ni discriminación de la variedad de instrumentos que la interpretan con su peculiar sonoridad. Estos casos sugieren ya una segunda línea de influencia que arranca de Stumpf y va hacia otros discípulos suyos, Karl Koffka y Wolfgang Köhler, los grandes teóricos de la psicología de la forma o de la Gestalt. Como se verá, Fenomenología y Gestalt coinciden en su preocupación por el análisis de la experiencia inmediata, y tienen un origen común en la psicología “del acto” de Brentano y Stumpf.

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En cualquier caso, la fenomenología de Husserl, como sistema filosófico, es la base de la psicología fenomenológica, y es necesario entender ésta en relación con su fundamento.

Edmund Husserl (1859-1938) y la psicología

El filósofo alemán Edmund Husserl (Prossnitz, Moravia 1859-Freiburg-im-Breis-gau, Alemania 1938), formado en la matemática y la psicología, y posteriormente en la filosofía con Brentano en la Universidad de Viena, fue privatdocent en las universidades de Halle y Gottinga y profesor titular en la Universidad de Friburgo. Como teórico, se planteó muy pronto problemas que resultaban ser realmente interdisciplinares. Produjo un cambio radical en la filosofía alemana sintetizando en su enfoque fenomenológico. Procuraba con él superar tanto el punto de vista subjetivo como el objetivo en filosofía. Influyó mucho en la psicología. Es autor de las Investigaciones Lógicas (1900-1901), Ideas relativas a una fenomenología pura y una filosofía fenomenológica (1913), y Psicología fenomenológica (1962-lecciones de 1925). Su tesis para la docencia versó Sobre el concepto de número: Análisis psicológicos (1887); luego sus esfuerzos se dirigieron a construir una Filosofía de la aritmética: Investigaciones psicológicas y lógicas. Es visible, en estos títulos, la conexión de la preocupación psicológica con el interés filosófico y científico. Precisamente, su filosofía fenomenológica surgió del fracaso de sus esfuerzos por hallar un planteamiento psicológico para los conceptos de la matemática. Buscó esta nueva filosofía con el afán de que pudiera servir de base a las demás ciencias; por eso, su idea de la psicología fenomenológica ha de examinarse en estrecha dependencia de aquella filosofía.

Husserl busca un conocimiento firme y seguro. Piensa que todo conocimiento se da en actos de conciencia, o “vivencias”, en los que hay un sujeto, un objeto y una relación de intencionalidad por la que se presenta ante el sujeto ese objeto. De este modo, un conocimiento que nos dé la estructura y modo de funcionar de la conciencia será la base de todos los demás; para lograrlo, habrá que describir la vida de la conciencia tal y como se da. Hasta aquí, parece Husserl estarse refiriendo a la psicología de su tiempo. Pero enseguida añade un requisito que, a su juicio, modifica todo.

“La psicología es una ciencia empírica…, es una ciencia de hechos…, de realidades…En contraste con esto… se fundará la fenomenología pura o trascendental no como una ciencia de hechos, sino como una ciencia de esencias (como una ciencia eidética)” (1962, 9-10). Hace falta ver ahora qué entiende por esencia. En nuestro vivir, yo “veo” un objeto, y esto es un hecho; si describimos y analizamos lo que es este hecho se da, forzosamente encontraremos, junto a unos elementos accidentales o variables, otros sin los cuales aquel hecho no sería un “acto de ver”; serán éstos unos rasgos o elementos “esenciales” para todo “acto de ver”, o, lo que es igual, constituirán una “esencia”. Pero todavía falta lo más importante: ¿y si no hay nada, y yo creía ver algo, y todo era una alucinación? Para que yo crea que, alucinando o no, veo algo que aparece en mi vivencia, el “fenómeno” tiene también que cumplir y realizar los requisitos de aquella “esencia del acto de ver”. La alucinación visual se parece en muchos de sus rasgos a la percepción visual. Por eso se puede tomar aquélla por ésta. En todo fenómeno se da una esencia determinada.

Otra cosa es que el fenómeno sea real o no. Cuando yo vivo algo como real, hay, por un lado, el fenómeno, y además hay la creencia mía de que aquello es real; pero si suspendo esta creencia, y no afirmo ni niego su carácter de realidad, entonces paso de tomar algo como “hecho” a tomarlo como fenómeno de la “conciencia pura”. Entonces

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puedo describir su “esencia”, puedo contar lo que “aparece” ante mí, pero no puedo afirmar que ese objeto “existe realmente” o que lo “hay en realidad”. Esa suspensión de mi creencia en la realidad lo llama Husserl “reducción fenomenológica” o epokhé, que “pone entre paréntesis” las vivencias, y de golpe, nos hace salir de la psicología para entrar en el terreno de la fenomenología como filosofía o ciencia de esencias (1962, 217-220).

Aparecen así en el análisis de Husserl una multiplicidad de planos que no se excluyen, sino que se complementan. Primero hay la experiencia natural y cotidiana, que tiene lugar cuando el sujeto vive como real el mundo con todo cuanto se le presenta. De este modo, c(1962, 17-18). Lo normal entonces es atender a los objetos. Pero cabe, en cambio, que reflexionemos, y en vez de fijarnos en el contenido, en los objetos, “consideremos las experiencias subjetivas en las que “aparecen” (1963, 166). Esta reflexión nos introduciría en una perspectiva psicológica. Pero con ello todavía no habríamos llegado a la fenomenología. Para esto es preciso aplicar la epokhé o reducción; sólo así nos hallaremos en el plano de la fenomenología filosófica, y no en la simple psicología.

La psicología fenomenológica

El análisis de Husserl es importante para la psicología porque su planteamiento descriptivo ayuda a precisar los materiales o datos que, desde una perspectiva “natural”, constituyen la experiencia consciente. Las vivencias son, por un lado, “procesos” que están inmersos en una fluencia o temporalidad; pero además, cada fenómeno tiene “su propia estructura intencional” o modo de relacionarse el objeto con el sujeto (Husserl, 1963, 166). De esta suerte, la psicología tiene como tarea la investigación en detalle de esas estructuras de las vivencias: “la tarea general de la psicología fenomenológica es el examen sistemático de los tipos y formas de la experiencia intencional y la reducción de sus estructuras a las intenciones primarias, mostrándonos así cuál es la naturaleza de lo psíquico y penetrando el ser del alma” (Ídem, 167). Son, pues, los tipos (die typischen Gestalten) de las vivencias, lo que importa a esta psicología, no los aspectos meramente individuales. De esta suerte, se pone, según Husserl, “el fundamento necesario e incondicionado para la construcción de una psicología empírica ‘exacta’” (1962 b, 285). Como se ve, psicología empírica, psicología fenomenológica y fenomenología son los tres planos de análisis que integran el planteamiento husserliano de su investigación acerca de la experiencia existente.

Husserl se plantea el problema de qué sea la conciencia. No pregunta por los posibles mecanismos fisiológicos que quizá intervengan para que haya actos de conciencia, “porque, por lo pronto, esos mecanismos pertenecen al dominio de los hechos, al dominio de la ciencia natural… pero, sobre todo, porque esos mecanismos son justo los mecanismos por los cuales tengo conciencia, pero nada más… Pues bien, sean cualesquiera los mecanismos psicofisiológicos que producen la conciencia, ésta es, en su pureza primaria, un mero ‘darse cuenta’ de algo: la conciencia es siempre y sólo ‘conciencia de’ precisamente en cuanto puro darse cuenta de algo” (Zubiri, 1963, 234). Conciencia es, según esto, vivencia intencional (1976, 475 ss.; 1962, 74 ss.), en el sentido que dio ya Brentano a la intencionalidad, como referencia al sujeto a un objeto, que se da en todos los fenómenos psíquicos. En toda vivencia intencional – Husserl sigue aquí ahora a Stumpf – hay un objeto (nóema) del que alguien es consciente, y un acto de ser consciente (nóesis lo llama Husserl, en que somos conscientes del objeto de un cierto y determinado modo: quizá recordándolo, o percibiéndolo, o deseándolo; éstas son precisamente diversas formas o tipos de intencionalidad.

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Ahora bien, para Husserl la intencionalidad predetermina el modo como se presenta el objeto. Esto queda claro si pensamos en que un nóema u objeto puede ser presente como meramente percibido, o bien como percibido y también deseado, o como percibido y temido, etc. Todas estas variaciones del fenómeno están fundadas en una variedad de modos de la “intención” de la conciencia. Por ello, un conocimiento de la estructura y sobre todo de las especies de intencionalidad daría la base de los modos posibles de presencia de los diferentes nóemas, esto es, daría una base a todo conocimiento o experiencia posibles.

Como la esfera de análisis psicológico y la del análisis filosófico mantienen entre sí un “paralelismo” (1962 b, 294), podemos aplicar sus hallazgos en este segundo campo a la investigación psicológica, sin olvidar que entonces nos movemos solamente en un nivel de descripción de fenómenos, y no en el terreno explicativo e hipotético de la ciencia natural. Husserl nunca pretendió suplantar el trabajo de las ciencias positivas con su filosofía; lo que quería era darles una fundamentación última, al dejar esclarecidos los “datos”, los “fenómenos” y la estructura de la conciencia ante la que aquéllos se presentan.

Procesos psicológicos

Un primer modo de nóesis, o acto intencional, estaría integrado por los fenómenos que podríamos considerar como (i) cogniciones, fenómenos en los cuales al sujeto le es dado algo como objeto. Husserl distingue entre los materiales con que se muestra algo y el objeto mismo que se muestra; de esta manera, cuando percibo una habitación desde dos ángulos diferentes veo la misma habitación mediante unos materiales, o sensaciones, distintos. Quizá la forma fundamental de darse algo es la que Husserl llama “intuición”, acto en que se da un objeto inmediata y originariamente; hay actos, en cambio, en que se da algo, pero de modo mediato no intuitivo. Husserl habla de percepción cuando algún objeto concreto se presenta “con personal presencia al yo… como realmente existente” (1962, 267). La percepción, pues, presenta objetos inmediatamente y se opone así a la presencia mediata que da la mera imagen, como cuando algo está presente a través de una fotografía suya. Este conocimiento contiene unos materiales, sensaciones, que posibilitan la presencia perceptiva de la fotografía, la cual sólo es captada en cuanto intermediario o representante de lo “imaginado”, que ahora se muestra como “una ‘imagen’, una ficción” (1962, 267). Percepción y memoria también presentan una dimensión común a los ojos de Husserl, pues son modos de darse los objetos, pero según una diferente modalidad temporal. En un acto de recuerdo, por ejemplo, el objeto recordado sólo está dado mediatamente; en cambio, en ese mismo acto de recuerdo, el recordar está dado intuitiva, inmediatamente; como se ve, los mismos materiales pueden en esos casos dar origen a actos de sentido o significación diferentes, como ya había indicado Stumpf, que como se ve tendrían “objeto” o “sentido” diversos.

Un tema fundamental en la obra de Husserl es el de las variedades de la intuición. Hay una intuición que nos da fenómenos concretos, y por ello merece ser considerada “empírica” (la percepción); hay también una forma de intuición, pero una intuición distinta, que nos hace presentes con inmediatez las “esencias”, los requisitos que hacen aparecer a un fenómeno como “fenómeno de tal o cual significación”; ésta es la que Husserl considera “intuición eidética” o de esencias. Por ejemplo, en una intuición empírica podemos tener ante nosotros un triángulo, que será grande o pequeño, rectángulo o no, etc.; pero sobre esta base empírica, podemos llegar a ver las notas o caracteres esenciales de todo triángulo, sin cuya presencia y realización en cada caso concreto no podría aquello “aparecer como

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triangulo”; éstas son las notas o caracteres que constituyen esa esencia. Con nuestras sensaciones tenemos la percepción del triángulo; a través de esa percepción que es fluyente, temporal, que ocurren en un aquí y ahora, se alcanza a conocer un objeto con sus caracteres esenciales, que ya no dependen del aquí y el ahora, como ocurre cuando aprehendemos que el valor de la suma de los ángulos internos del triángulo equivale a dos rectos, etc.; de este modo, Husserl llegó a establecer que en el conocimiento adquirido por un sujeto mediante su experiencia de hechos hay no sólo ese nivel fáctico, sino también un nivel de “esencialidad” que él llamó “idealidad”, y que sobrepasa los límites de lo temporal y momentáneo a lo que da fundamento. De este modo, la investigación de Husserl defiende tanto los aspectos verdaderamente “objetivos” del conocimiento como su otro lado, subjetivo; a través de lo psicológico se llega a la lógica y a la ciencia.

En la percepción, como ya hemos dichos, “alguna cosa aparece con personal presencia al yo…, como realmente existente”; en ella hay además un “fondo perceptivo” que ofrece desarrollos o “aprehensiones potenciales” (1962, 266). Al percibir, vemos que podemos seguir percibiendo, teniendo percepciones distintas del mismo objeto desde perspectivas diferentes, o variando la atención hacia unas partes o elementos distintos. De esta suerte, las presentaciones, unas actuales y otras potenciales, se dan en una continuidad coherente, se van sintetizando y así tenemos “una unidad de conciencia una, y en esta conciencia se constituye la unidad de una entidad intencional, precisamente como siendo la misma entidad presentándose de maneras variadas y múltiples” (1953, ap. 18). Una especial forma de percepción es, para Husserl, la percepción del otro, esto es, de la otra persona: cree que lo que ocurre en ese caso es que yo traslado imaginariamente mi intimidad al otro , y así vería una intimidad en otro cuerpo, un “ego” distinto del mío, o “alter ego”, “sujetos que perciben el mundo – el mismo mundo que percibo yo y que así tienen experiencia de mí como yo tengo experiencia del mundo y en él de los ‘otros’” (1953, ap. 43).

El análisis de la conciencia lleva a Husserl a plantearse el problema de la (ii) personalidad. También aquí hay una compleja pluralidad de niveles en su análisis. Uno es el de la dimensión social del yo. Frente a los otros hombres, en mi experiencia se delimitan un campo que abarca “lo mío propio” (das Mir-Eigene) (1953, ap. 44) y que incluye además una referencia a los “otros”, es decir, a la sociedad, pues lo mío aparece también como “humano”. Otro nivel está constituido por la consideración de mi realidad en forma de “unidad psicofísica” (que condensa la relación yo-cuerpo), donde un “yo-personalidad” “en’ y por medio de’ este organismo hace y padece en el mundo exterior” (1953, ap. 39); este yo que opera en el mundo posee y va estructurando un sistema de hábitos. Hasta aquí el planeamiento del tema se ha venido moviendo dentro de la “actitud natural”. Acto seguido entra el análisis del “ego” realizado después de la epokhé, después de que suspendo la creencia en la realidad: este “ego” reducido que entonces aparece se muestra como un yo que simplemente es polo idéntico de todas las vivencias, y que va constituyendo una “historia”, es decir, su “biografía”, al integrar esas vivencias.

Precisamente, esa “historicidad” del yo constituye la dimensión más profunda que posee la capacidad de (iii) aprendizaje del hombre. El aprendizaje no se reduce a aumentar la experiencia del sujeto, sino a proporcionarle su personal y propia identidad. En este marco Husserl entiende la asociación como un concepto fundamental de la fenomenología (ap. 39). En efecto, el “ego” va organizándose mediante una asociación de vivencias o actos intencionales que se adaptan “a la forma universal y constante del tiempo”. El proceso de asociación explica esa génesis pasiva del “ego” que poner nada para que ello suceda; pero hay además una génesis que resulta de la actividad, de “los actos del yo”, en los que

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aparecen, junto a elementos representativos o cognitivos, otros de tipo afectivo, valorativo, sentimental, volitivo. Husserl dice que “todas éstas son vivencias que contienen capas intencionales múltiples” (1962, 231). Dentro de esa complejidad la intención valorativa se da cuando “estimamos” algo. Esto abre el área de los problemas de (iv) la motivación. Husserl ha advertido que en cierto tipo de vivencias no sólo hay “esencias”, sino también “valores” que hacen que el yo no sólo conozca, sino que ‘prefiera’ algo. Pero este aspecto está más centralmente examinado en la obra de algunos otros fenomenólogos, a los que haremos muy somera referencia aquí.

Otras aportaciones fenomenológicas: Max Scheler (1847-1928), Alexander Pfänder (1870-1941)

Al lado de las investigaciones de Husserl, los trabajos de Max Scheler muestran una preferencia marcada por el análisis de los aspectos afectivos y valorativos de la vida humana. Su interés por una antropología filosófica le obligaba a examinar el modo de ser de la vida, y empleó ahí el método de análisis y descripción fenomenológicos. Scheler (Munich 1874-1928) estudió en la Universidad de Jena con R. Eucken y O. Liebmann, y fue profesor titular en la Universidad de Colonia. Es autor, entre otras, de las siguientes obras: Ética, El puesto del hombre en el cosmos (1928), Esencia y formas de la simpatía, etc.

Scheler, frente a Husserl, separa la vida emocional de la representativa e intelectual: “La fenomenología del valor y la fenomenología de la vida emocional han de considerarse como un dominio de objetos e investigaciones enteramente autónomo e independiente de la lógica” (1948, I, 42). Para Scheler, la experiencia en que tendemos a las cosas que nos rodean permite el análisis de la “esencia” de esa vida valorativa: las cosas aparecen entonces como unidades en las que se realiza o se asienta un valor, y se llaman “bienes”. El valor, que se descubre a través de los actos de sentimiento, se evidencia en toda situación en que hay que elegir y preferir; en esa situación el hombre es movido por “apetitos” (1957, 157), que pueden impulsar en direcciones contrarias, como pueden ser también contrarios los valores, positivos unos y negativos otros; en suma, “hay auténticas y verdaderas cualidades de valor, que representan un dominio propio de objetos, los cuales tienen sus particulares relaciones y conexiones…, un orden y una jerarquía, independientes de la existencia de un mundo de bienes, en el cual se manifiestan” (1948, I, 42). Los valores son objetos análogos a las “esencias” de Husserl.

Scheler piensa que la estructura de la persona está caracterizada por la intencionalidad. Lo que era en Brentano una nota definitoria de lo psíquico, pasa a tener alcance filosófico y antropológico general. Mientras el animal posee una conducta determinada por las excitaciones del medio, los impulsos y las resistencias a tales impulsos, en el hombre aparece “la posibilidad de ser determinado por la manera de ser de los objetos mismos” (1929, 64) y así se produce “ese peculiar alejamiento y sustantivación que convierte un medio en mundo… (y) la transformación en objeto de los centros de resistencia, definidos afectiva e impulsivamente” (1929, 67). Por la intencionalidad se constituye un mundo de objetividades, de esencias y de valores, que determinan la conducta específicamente humana, irreductible a la del animal. Para Scheler, el hombre se mueve en un mundo de objetos y valores, en el cual puede “decir no” (1929, 87).

También es relevante el análisis del sentimiento y la motivación que llevó a cabo otro fenomenólogo, Alexander Pfänder, cabeza del grupo fenomenológico de Munich.

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Pfänder (Iserlohn 1879-1941), discípulo de Th. Lipps, siguió sus orientaciones, pero se rebeló después contra su psicologismo, llegando a posiciones similares a las alcanzadas por Husserl, con algunas diferencias. Se llegó a hablar de una Escuela Fenomenológica de Munich inspirada por él, no siempre coincidente con la de Husserl. Autor, entre otras, de las obras siguientes: Introducción a la psicología (1904), Lógica (1921), Problemas fundamentales de la caracterología (1924) y Fenomenología de la voluntad (1900).

Para Pfänder, el sentimiento es un elemento básico y diferenciante en la constitución del mundo subjetivo. Mientras “las sensaciones… constituyen lo que se llama mundo exterior… contrapuesto al yo-conciencia… los sentimientos, en cambio, constituyen el yo; forman, por decirlo así, el modo de estar constituido el yo en sus referencias a los contenidos “objetivos”; son… las modificaciones del yo conciencia” (1931, 56).

Pfänder también analiza en profundidad el fenómeno de la voluntad. Una forma o clase peculiar de sentimientos está representada por la tendencia interior o deseo hacia algo no simplemente representado, sino anticipado de modo que produce en el sujeto un sentimiento de “agrado relativo” (Ídem, 85). Cuando hay representación del fin, y hay deseo, y junto a éste hay también deseo de los medios hacia aquel fin, y hay conciencia de la posibilidad de conseguirlo (Ídem, 120), entonces hay volición o querer. Se puede desear cualquier cosa, pero sólo se puede querer lo posible. En la volición el yo está presente en la forma de hallarse “determinado” el curso de la acción, y aquellos elementos que se le presentan como “fundamentos de una resolución de la voluntad”, son, en riguroso concepto fenomenológico, los motivos (Ídem, 218). Pfänder, su análisis de la volición, precisaba la existencia de formas muy complejas de conducta: al lado de la volición hacia algo deseado describió otra “volición” en que se hallaría involucrada una repulsión frente a algo; también habría voliciones hipotéticas, voliciones disyuntivas, etc. Se trata de una obra de gran riqueza analítica que además se ocupa de la voluntad, un tema muy olvidado en la psicología contemporánea.

Muchas otras derivaciones de la fenomenología han ido por el terreno más específico de la psiquiatría. Karl Jaspers, Ludwig Binswanger, E. Minkowski, Medard Boss, Víctor Frankl y otros han aprovechado una fundamentación fenomenológica y existencial. En ellos aparece la idea del hombre como un ser abierto al mundo, desde la cual buscan entender las formas patológicas de abandono, rechazo y negación del mundo y de los otros, que parece realizar en sí mismo el hombre enajenado (Spiegelberg, 1972).

La fenomenología, temáticamente, se propuso recuperar el análisis y la descripción de la experiencia inmediatamente vivida. En ese sentido, su influencia se extendió a varias de las grandes escuelas de la psicología contemporánea, y en especial a una, que está engarzada en una tradición común. Nos referimos a la escuela de la psicología de la forma, o de la Gestalt, cuyas realizaciones hemos de estudiar ahora.