Febrero 152 de 1907. Número NUEVO....

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Febrero 15 de 1907. Número 2 NUEVO . RITOS REVISTA QUINCENAL ILUSTRADA Brilla un rojo de fresa en el ocaso; y hay en la incertidumbre vespertina una atmósfera así como de raso y no sé qué dulzura femenina. Suena en la calle taciturna un paso como de ún tembloroso que camina, y un reflejo sonámbulo y escaso baña el adusto torreón en ruina. Oh! desahuciado torreón que amparas á las aves del Mar, en tus ignatas grietas, con indulgencia oscura y grave: Sugiere en mí tu inmemorial silueta la lobreguez piadosa de ser grieta y el instinto doliente de ser ave .

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Febrero 15 de 1907.Número2

NUEVO . RITOSREVISTA QUINCENAL ILUSTRADA

Brilla un rojo de fresa en el ocaso;

y hay en la incertidumbre vespertina

una atmósfera así como de raso

y no sé qué dulzura femenina.

Suena en la calle taciturna un paso

como de ún tembloroso que camina,

y un reflejo sonámbulo y escaso

baña el adusto torreón en ruina.

Oh! desahuciado torreón que amparas

á las aves del Mar, en tus ignatas

grietas, con indulgencia oscura y grave:

Sugiere en mí tu inmemorial silueta

la lobreguez piadosa de ser grieta

y el instinto doliente de ser ave .

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juicio critico__"Más que el amor "de

D'Annunzio

Parael Sr: general Santiagodela Guardia

De esta nueva tragedia, que ciertamente tiene formas completas y com-pleto desarrollo en el concepto creador,Gabriel D ' Annunzio no nos ha dadomas que una sola parte, resumiendolas otras en largas escenas narrativas.

Más que el amor no es, pues, unaverdadera tragedia; es más bien el ac-to de tina tragedia ; el epílogo y la ca-tástrofe.

`Todo, en efecto, ha sucedido yá,antes (le que el poeta nos introduzcaen la estancia donde trabaja VirginioV Vesta, Ingeniero hidraúlico, y en la cualcomienza el primer episodio ; y la luchaavasalladora y extenuante de ConradoBrando con la ingratitud y la indife-rencia (le la gente inerte y avara ; y eldonativo que María, la hermanadeVirginio, ha hecho de toda ella á Con-rado ; y el delito cumplido en una horaviolenta de rebeldía y exaltaciónHaga Conrado Brando su último gestomatándose y la tragedia habrá

terminado!

Más gacel amor, es así, como lasprimeras tragedias de D' Annunzio,una tragedia recortada . La fuerza ypresición de las palabras, la riqueza delas imágenes y la fascinante elocuen-cia, no se recomiendan por sí sólas . Al-gunas páginas de Más, que el amormerecen colocarse entre las más per-fectas que el maravilloso poeta tenga

escritas. Sin embargo, siempre es unatragedia ya conocida, y su val dr litera-rio, si acaso basta á esconder en parteel defecto de la forma, no es suficientepara corregirlo.

En la Giocónda, en la Ciudadmuerta, tragedias esencialmentelíri-cas, el predominio de los elementosdescriptivos, la potente sugestión delpoeta, resaltan del argumentomismode la obra escénica . ; pero en la nuevatragedia no sucede así .---Lo quelospersonajes cuentan ó describen en Másque el mor, es la materia misma de latragedia; lo que el sujeto del poeta des-truye no es tanto la diversidad aparen-te (le los interlocutores cuánto el ínti-mo y necesario antagonismo de loscaractéres morales y de los principiospuestos en contraste. —Más que el a-mor es, 6 debiera ser, una tragediaheroica .—Conrado Brando, el personaje central, se considera, en efecto, unhéroe ; y por tal lo creen todos aquellosque conocen su fuerza, su intelecto, su.coraje, su necesidad de gloria y susdeseos inflexibles.

Conrado Brando no es una figuranueva en la obra dannuziana ; es me-jor un tipo, más vigo roso ydeterminado de aquel Claudio Cantelmo que enlas Vírgenes de las Rocas, le pareceque siente en su alma incierta, exaltadapor el anuncio de Zarathustra, surgiry vivir el Superuomo para los nuevos

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destinos italianos .— También en el es-píritu violento de Conrado Brando fer-mentan las palabras del profeta solita-rio y se retuerce prisionera su voluntadde dominación ; p(ro una cosa es laexaltación del artista y otra la del hom-bre nacido para la conquista . —Aque-lla de Conrado Brando es la rebeliónanárquica, el deseo sin límites, la ener-gía sin ley.

Conrado Brando, ingenio especula-dor y contemplativo, no filosofa : proce-de. Su filosofía se halla toda en laconciencia de su poder, El hadisciplinado su fuerza, ha superado laspruebas más terribles y atroces, se haconquistado á sí mismo ; y nada mástéme, nada más lo contiene, nada másle parece imposible .- -Ha vuelto de losdesiertos africanos con una alma salva-je, con la nostalgia del espacio libre einfinito, con un deseo frénetico de em-prender nuevas empresas, (le descubrirnuevas tierras, de afrontar nuevos peli-gros: ienergía fuerte y pronta, ya cau-sada de esperarl

Colóquese á este hombre enelpuesto de los hombres prudentes y avaros;oblíguesele á. pedir para no obtener ciéresele todo camino; que se le impida elsueño, que se le condene á vejetar enla inercia, y la tragedia entonces se le-vanta viva y soberbia por la lucha de-sesperada del héroe rebelde con el or-den que lo oprime, con la avaricia quele niega los medios para alcanzar suobjeto y con la indiferencia de la gen-te que no lo entiende y lo escarnece.--Tragedia de hombre y de hechos, node palabras, tanto más formidablecuanto más áspera de contrates ; tantomás sinificativa cuanto más mezquinos,vergonzosos y vulgares serán los impe-dimentos opuestos al gran propósitodel héroe.

Y es así como ha salido del pensa-miento del poeta la nueva tragedia,magnífica por la amplitud del cuerpo yciertamente completa en sus formas yen su desarrollo escénico ; pero de ellano nos ha dado el poeta más que una.parte: la. ultima .— Cuando la tragediacomienza, la tragedia termina .--Conra-do Brando está ya vencido.--Mejor queá una lucha se asiste á una agonía .

La tragedia está dividida en dosepisodios y en pocas escenas . Allí hablaConrado Brando, Virginio y MaríaVesta, un sirviente sardo, y tambien,aunque un momento, un médico y unpintor, Mario Dalio y Juan Conti . Ellugar de la acción es Roma. La figu-ra de Conrado aparece repentinamenteen plena luz.—habla á . Virginio Vestyhaciéndole largos recuentos .-Le cuenta- su viaje al A frica y su vida en Roma,consumida subiendo las escaleras delos Ministerios y de la SociedadGeográfica, para ver de obtener algunosmiles de liras para un nuevo viaje dedescubrimientos ; y, además, en los jue-gos, con la esperanza de ganara -Nada.ha obtenido fuera de palabras ambi-guas,sonrisas disimuladas y viles .-Aquel que fué su Jefe en Africa, hoy se

le atraviesa en el camino como su rivalimplacable . --En la mesa del juego loha perdido todo . ¿Quién le falicita lamanera de volverá los parajes del Do-gua, y andar mucho más, hasta resolver el enigma del rio Omo? El nopuede esperar por más tiempo, no pue-de resistir más la tentación del desierloy de lo desconocido . Su meta está a-llá, en la tierra . virgen,—y él la alcan-zará á todo costo, aunque sea ésta suruina, su caída irreparable--Y hablando se mueve inquieto. por la estanciacon insostenible vehemencia de pasiónen la voz.--Toda la amargura y el des-den de la lucha vergonzosa le brotandel alma en palabras impetuosas y ar-dientes . - El no comprende . Cómo?No pide nada para sí : á él le basta unPuñado de granos tostados, el agua delos pozos ó de los pantanos . . . . Pide so-lamente para tina empresa de gloria,para una nueva conquista, yningunole ofrece, ninguno le escucha !Tiendelos brazos gritando : «A provechadme;soy una fuerza, soy una voluntad » yningun responde.—Fintimces sus fuerzas se convierten en instinto feroz, susapodera . de él la capacidad de hacer elmal, de abatir los términos, (le desco-nocer la ley .

Y mientras habla Conrado Bran-do asoma á sus ojos una llamarada deodio y de ferocidad .-- «Qué tienes?— ledice el amigo .— »Tus palabras giranel rededor de un pensamiento sellado ."Pero lirando no responde.-- Aun no h

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llegado el momento de la revelación;todavía espera partir antes de que seadescubierto su delito, para. ahorrar para sí y para quienes lo aman la pruebasuprema . --Acaso en su conciencia elderecho de matar no está todavía bienasegurado .—El siente la necesidad dedisimular su desdén, de suavizar su de-sesperación, para que no salte fuera,evidente é incontrastable, la razón desu acto .-No se cortan de un sólo golpelas raíces de aquel sentido moral quenos fue trasmitido por los siglos comouna verdad psicológica . —Y ConradoBrando no está cierto de haber procedi-do de acuerdo con la justicia, si no selo dice á sí mismo, si no se cuida de so-focar las palabras misteriosa que salen desde lo más profundo de su alma.Acaso tambien en su pensamiento os-cilan aquellas dudas que surgirán ennosotros más tarde cuando escuchemosel recuento terrible del delito .- El finjustifica siempre los hechos? Puedeexistir verdaderamente un contraste en-tre la intención y la acción? Su dere-cho á la gloria anula el derecho de losdemás? En aquella intensa virtud (lesoberanía individual . que parece afir-marse en la rebelión á la ley, en el desconocimiento de toda prohibición, ¿nose esconde un engaño, una ilusión esté-tica?

De este modo Conrado Brando nodirá haber asesinado el viejo jugadorusurero después de haberlo perdidotodo en la mesa de juego . —En este pri-mer acto, él no habla sino de su desdény de sus sueños . Y en la vehemencia desu pasión, es extraordinariamente grande y terrible ; trágica figura humana desoberbia belleza .

lucha con el orden constituido : él, elregulador de una enorme fuerza, elhombre que obedece, que se sacrificaque perdona . Pero este antagonismono figura en la. tragedia .----VirginioVesta no opone á la violencia anárqui-ca de Conrado Brando otra cosa que suindulgente sentimentalismoestéticoEntre los (los no hay choque de tenden-cias (le caracteres y de principios, niparidad de fuerza, de fé y de voluntad.—Virginio Vesta no defiende aquellaley moral que es la suya, aquel ordenmoral en el cual vive. —Hay tambiénen él un consentimiento secreto á todaslas formas de rebelión, una admiracióninstintiva para. todos las audacias y paratodas las afirmaciones del poder y delorgullo .-Como la mayor parte (le loshombres, él prueba el carácter de lascosas prohibidas, se somete voluntaria-mente bajo el dominio de una energíacreadora . -Así en la tragedia no existemotivo de acción, ni elemento de reac-ción .—Su figura escénica es tomada,muy en poco, aquella del confidente enel teatro escénico . -El escucha, pero noprocede .-Su amor por la hermana y suamistad fraternal por Conrado Brando,son una dulce y dolorosa piedad que llo-ra sobre las propias desventuras.

Es más necesaria y esforzada en latragedia María Vesta, alma fácil á to-do sacrificio de amor . María ama áConrado Brando y le ha hecho el sacri-ficio de su virginidad y de su pureza.Es la presa del dominador ; no porqueél la haya arrebatado insidiosamente yposeido de repente, ella se le ha ofre-cido en un ímpitu de devoción y de ad-miración,--sino porque Conrado no pue-de amarla con o ella lo ama .--El noa-ma domina.--El no conoce aquel espas-mo de ternura en el cual dos vidas seconfunden y olvidan . También el amoren él es voluntad de conquista . —A lapuerta de su alma vela armado su orgu-llo. Nadie puede entrar donde imperasu sueño de dominio y de gloria . . Y poresto María lo ama hasta la adoración.En cada mujer capaz de amar hay una

necesidad de esclavitud . María nadaexige A ella le basta poder amar.Si le pidiese la vida, la daría como le

ha entregado su cuerpo su cuerpo, sin excitación,sin recompensa, dichosa de inmolarse

Pero en la escena está sólo .—Es-tá sólo también en toda la tragedia .— Asu lado las otras figuras aparecen im-precisas y descoloridas .- --Tienen másvalor de bellezas literarias que de vidareal . El poeta. no las ha colocado encontraste con aquellas del protagonista,y así ha debido hacerlo .--De tal modo,fa tragedia no es más que un monólogode Conrado Brando,--Virginio Vesta,Ingeniero hidráulico, fueciertamenteideado por el autor como el antagonis-ta del hombre que representa la fuerzael orgullo y la libertad individual, en,

por

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María integra de este modola figu-ta de Contado Brand'', Así, en verdadson amados y aman los dominadores.El poeta, despojando este amor heroicode todo romanticismo sentimental, es unartista verdadero y profundo. El amorde María es efectivamente más que elamor . Es un frenesí de decisión y sa-crificio ; ella está postrada á los piés deConrado como delante de un altar . Y él,solamente en el momento de dejarla,dominado por el terror de sentirse ma-niatado por la ley social, la . ve con losojos del amante, la siente viva en el corazón . . . «A h, mia, mia, mia !-grita-:conocida demasiado tarde, demasiadotarde amada !Por la. primera vezsufro y me glorío en otra criatura, , medesprendo de mis males y renuncio ámi soledad» . Y es con una gloria pro-funda, con un ímpetu de orgullo sobre-humano, que él escucha: «Soy madre».Conrado está en el borde del abismo;sabe que va á morir muy pronto, yhe aquí el milagro inesperado . lSurazón heroica para vivir será entoncesperpetuada! Su voluntad renacidacombatirá todavía 'su ha talla y obten-drá aquella victoria que no le estáconcedida.

El primer episodio de la tragediaestá compuesto de cuatro actos y rea-sume, como ya hemos dicho, en variosrecuentos, todo 10 que ha sucedido an-tes . En la primera escena, el poeta.define con arte :soberbio el carácter desu protagonista ; en la última nosobliga á asistir á la confesión que Maríahace al hermano de su pecado de amor.Del cielito cometido por Conrado Eran-do, nada se sabe todavía . Se sabe so-lamente, por los amigos de Virginiaque. un viejo usurero fué estranguladodurante la noche en su propia estancia.

Este episodio prepara el segundo.Es más narración que acción . Después dela violencia y la intesidad del diálogode Conrado Brando con Virginia lasformas literarias prevalecen sobre lasdramáticas . También en la escena. dela confesión de María, hecha con es-quisita delicadeza de sentimiento, fal-tan la sinceridad y sencillez de expresión que requiere la pasión é intimi-dad fraternales .

El segundo episodio es de otro e-fecto. Aquí la materia es nueva y norecordada es verdaderamente actualen todos sus momentos . Se abre conla escena de María y de Conrado.María sabe que Conrado va á partir,ycorre hacia él no para detenerlo, sinopara ofrecérsele una vez más. Nopuede ella todavía gozarlo con su sacrifi-cio? La escena es bellísima . El con-traste entre las dos figuras antagonis-tas se destaca con fuerza y delicadezaadmirables. Habla allí el amor conlas palabras más ardientes y profun-das, llenas de voluptuosa ternura y an-gustia. Sigue una escena de Conradocon el siervo sardo Rúdu . Rúdu es elhombre primitivo, el perro echado álos piés de su amo. Conrado lo tuvosiempre en su viaje ; compañero intré-pido y fiel en toda Fatiga, en todo peli-gro, en los espasmos atroces de la

tortura. Ahora quiere devolverlo á su país.MI viaje que Conrado va á emprenderlo haría sólo . . .Pero Rúdu no puede de-jar á su amo. También él, alma in-culpable, se ha sometido al domina-dor y quiere vivir en la esclavitudquese ha impuesto.

La tragedia la llegado á la catás-trofe . Virginia Vasta y Conrado Bran-do están todavía el uno frente al otro.Virginio no ha venido á juzgar ni ácondenar ; él tiene tanta confianza ensí mismo, que cree poder salvar á lahermana María, y esto le basta: ha venido, al contrario, dominado por unahorrible sospecha . Quién ha muertoaquel viejo? Finalmente, Contado

Brando descubre su sercreto . La nar-ración del delito es una página estu -penda de descripción dramática.Veámos á Conrado Brando salir del juego,en donde todo lo ha perdido, sólo, conla cabeza vacía, con una palabra obsti-nada en los labios, una palabra amar-ga «Bastal» La soledad de la nochees interrumpida por el viento que sopla;

la Ciudad eterna está desierta . Pocoá poco se agitan en el pensamiento deaquel hombre las visiones del país le-jano y la imágen del ladrón que sos-tenía el banco en el juego, máscara.co-briza de ictérico- Y ríe con una risasin sonido. Atraviesa después y en unmomento, la calle, corriendo, y se apos-

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ta cerca (le la puerta de la . casa y espe-ra á su víctima . El viejo se anun-cia : él lo aferra ; después, abierta lapuerta, lo empuja hacia dentro, lo su-be en peso por las escaleras, Nadieespera en el apartamiento . El viejo nohabla, no puede hablar; el miedo leparaliza. las fuerzas. Conrado le ha-bla y se hace entregar el botín ; en se-guida, levantándolo, arroja sobre ellecho aquella. masa vencida y estrechalas carótidas con la tenaza terr ibledesu mano .

Esta última escena es-realmentetrágica . Conrado Brando no solamen-te confiesa su delito, sino que lo de-fiende, y la elocuencia de su defensa,el ímpetu de su odio, de su desdén yde su desesperación, son irresistibles.

Pero esta última escena, que,fuera de cualquier amplificación, espotentísima y encierra en sí la esenciamisma de la tragedia, no gusta; alcontrario, es este el' motivo, en nues-tro concepto, que dá á la tragedia elgolpe más fuerte. Se revela el ánimocontra las teorías del nuevo discípulode Nietzche y no es posible seguirloen la glorificación (le 'su delito.

A cada. momento, en la larga escena, Virginio llama á Conrado con elnombre de héroe, hecho que nos pro-duce hondos gritos de protesta sin quede nada. valgan las invectivas del ho-micida y su narración llena (le realidady de horror.

Solamente se siente unarepugnancia profunda por el hombre y su cal-

Desde las dos últimas escenas delprimer episodio comenzamos á sentirlas faltas que ya hemos anotado . Laextensión del diálogo la abundancia . delos particulares inútiles, la importan -cia. dada por el poeta á cosas y perso -najes accesorios, y, por último, lasexageradas y manifiestas desproporcio-nes, tienen que causar mala impresiónal ánimo más tranquilo.

El diálogo de la . hermana con elhermano y del cual ya hemos habladoarriba, provoca los primeros signos de

improbación ; la intervención de losdos amigos la agrava.

El segundo episodio hacía esperarmucho, Es, de los dos, el más dráma -tico y elocuente.

La primera escena, aquella en queMaría ofrece al amante el sacrificio desu vida, le pide perdón de no habermuerto todavía por él y le anuda sumaternidad, nos conmueve hasta el en -tusiasmo. Cada palabra de María, lle-na (le una delirante angustia de amor,nos arranca un aplauso desde lo más intimo de nuestra alma.

Aquí nos parece el éxito de la tra -gedia, más que seguro, triunfal ; y, alcontrario, decae pronto . El siervosardo parece mal introducido en laacción ; ciertamente figura en la esce-na por largo espacio . Se dice que elpoeta lo quiso convertir en un símbo-lo; pero cuando se precipita una tra-gedia á la catástrofe, no hay puestospara los símbolos ni para los

pleonásmos.

A la tragedia falta . la fuerza per-suasiva, falta. la demostración . De-masiado tarde se nos presenta Conra-'do Brando. No después del delito, pe-ro si antes, habríamos querido cono-cerlo con nuestros propios ojos y sen-tir en nuestra conciencia las razones desu acto de rebeldía a toda ley.

Sus palabras no nos bastan ; sabe-mos cuán fácil es dar la apariencia denobleza, con los sofismas, á una f¡losofíaque todo lo niega y lo destruye todo.

Mas que el amor ha caído, pues,bajo el peso de su teorías y sus forma-les defectos . No obstante esto, la obraes de grande y admirable valor litera-rio; es uno de los trabajos mas vehe-mentes y poderosos de Gabriel D ' An-nunzio, por la belleza psicológica, lariqueza del pensamiento y la fuerzaexpresiva 'de la. palabra

ANTONIO BURGOS.

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sueño de lagloria----

[POEMA EN UN CANTO]

Rara Ricardo Mir ó

Era una noche clara,noche de luna, hermosa;

y el ambiente del campo despedíaperfumes de jazmines y magnolias.

El Poeta dormía dulcementede un frondoso laurel bajo la sombra:

su lira era la almohadasu lecho la del césped verde — alfombra.

Junto al lecho velaba casta Musablanca, núbil, aérea, vaporosaé inspiratriz de las hermosas rimas,

Alma Materde olímpicas estrofas!

Sobre la frente del dormido bardoella posaba su purpúrea boca.y él cantor sonreía, soñando con la Gloria

Mas de improviso apareció en el campocortejando á la Envidia, larga tropade monstruos espectrales que al Poeta,

empezaron con muecas á hacer mofas.Y con danzas macabrasla procesión diabólica

intentaba atraer aquella Musa.del bardo fiel esposa,

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Pero ioh sublimidad! . . . . La Musa luegoasí exclama con voces estentóreas:¡Monstruos, hijos del mal! Dejad que duerma.el Poeta que sueña con la Gloria¿Queréis que le abandone?—Es imposible!

Jamás!....Yo soy su sombra!Y ¡ay de vosotros si despierta el bardoY fulmina, iracundo, sus estrofas!»

Sordo rumor se siente en el Espacio:de la Envidia es la cólera

que impotente, rugiendo se desatapor el éter con rudas voces roncas! Es que desaparece aquella turba

en confusión diabólica

Se oye después orquestación celestede músicas eólias;

y cuando por las 'puertas del Orientesu rubicunda faz la Aurora asoma,el bardo, bajo palio de laureles,acostado del cesped en la alfombra,despierta al ruido de un cerúleo beso,de un beso de su Musa vaporosay con ella prosigue su caminoá realizar el SUENO DE LAGLORIA!

Federico Escobarna 1906

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Discursopronunciado por Don Melchor Lasso de la Ve-ga, Secretario de Instrucción Pública y Jus-ticia, con motivo del certamen de fin decurso de le Escuela Normal de Institutorasde esta ciudad . -------

Señores:

Es un honor para mí tan grato co-mo inmerecido el que me correspondeen esta ocasión al presidir este acto,sencillo en su forma pero trascenden-tal en su esencia, como que aquí veni-mos nada menos que á ver con nuestrosojos y á palpar con nuestras manos lapreciosa y fecundísima semilla que hade regarse por todos' los ámbitos denuestra tierra, cuyas vírgenes entra-ñas guardan, latentes y en potencia,energías poderosas, ávidas de manifes-tarse al primer ósculo de los doradosgranos.

Con la más íntima complacenciareconocemos la riqueza de las espigasrecolectadas en esta troje, ya listaspara abandonarla, en las cuales fincala educación nacional sus más legíti-mas esperanzas.

Tan rica es la cosecha, que el mástorpe observador, convencido de laexcelencia del cultivo, dirige casi maqui-nalmente la mirada en busca del agri-cultor que ha prepardo esta labranza;y no es difícil encontrale como que aunla rodea y vigila para prodigarle susultimas cuidados.

Sí, señores, aquí está, y de él pu-díeramos decir con justicia, si necesa-rio fuera, eres

«Tú que en los patrios vergeles,por tu palabra inspirada,vas con la frente inclinadaal peso de tus laureles .>

Mas no necesitan las señoritas Ru-bianos que yo pondere sus grandes me-recimientos, que ellos resplandeceránpor sí solos en el cielo en donde lucenlos benefactores (le la Patria., comoque una legión inextinguible–puestoque en sí misma lleva el germen de laeterna reproducción-se encargará de te-nerlos siempre presentes á la gratitudnacional.

Verdad es, señores, que la laborde las señoritas Rubianos ha sido malapreciada por unos y aun impugnadapor otros ; pero ¿qué importa? ¿no esese el mejor síntoma de su misma gran-deza? Sin el horror de las tinieblas,jamás comprenderíamos los beneficiosde la. luz; sin las escabrosidades queaíslan las elevadas cumbres, ningunagloria ostentarían los que logran esca-larlas. Tarde o temprano, la ley dela compensación, como toda ley divina,tiene al fín su cumplimiento, y eviden-te es que si toda obra de progreso requiere su dosis de sangre y delágrimas, también hay aureolas que ilumi-nan la frente ensangrentada de losmártires, y no han faltado jamás co-ronas para la virtud ni estatuas paralos héroes en todo género de luchas

Este es indudablemente el momen-to de la recompensa, bien merecida porcierto, y nadie mejor que yo puede darfe de ello . Compañero de labores, heseguidos sus pasos por valles y oteros,

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por entre espinas y abrojos, hasta ver-las ganar, como en este instante lo hanlogrado, la anhelada cima.

Cabe ahora exclamar con el subli-me poeta del Rhin : «las lágrimas delque sufre no requieren más adorno quesu propia transparencia .» Tambiénla obra de las señoritas Rubianos tie-ne transparencias que constituyen su me-jor recomendación . Héla aquí. Volved á ella la mirada los indiferentes,y venid á tocarla los incrédulos y ha-cedle la más severa crítica los enemi-gos, y á una os convenceréis de que laobra es tan buena que en su géneronadie entre nosotros ha logrado hastaahora superarla ní emularla siquiera.

Ha tocado en suerte al máshumilde quezás, pero al mismo tiempoal más entusiasta y sincero de sus ad-miradores, declarar á nombre del Go -bierno que las Directoras de esta Es-cuela han cumplido satisfactoriamen-te la grave y delicadísima misión quese les había encomendado.

Profesores de nombre y fama re-conocida son los demás que forman elpersonal docente de este Plantel. Nohan menester, pues, tampoco recomen-dación alguna de mi parte ; pero sícreo de justicia reconocer que cada u-no de ellos se ha esforzado siemprepor ir más allá de lo que la honradez yel estricto cumplimiento del deber re-claman . De suerte que á sus inteli-gentes y abnegados esfuerzos se debetambién en mucho la prosperidad deeste acreditado Instituto .

Si la República no contara, comocuenta, con otros Maestros dignos deconstituir su más brillantes aureola,vindicado quedaría nuestro profesoradocon llevar en su seno miembros de latalla de los que colaboran en 1 a Es-cuela Normal de Institutoras.

Señores : No deseo fastidiaros.Pocas palabras más y habré concluído.La vida de esta Escuela, seriamente

amenazada en sus comienzos, con moti-vo de la separación de sus Directoras,se debe en primer término á los patrió-ticos y eficaces empeños del Excelenti-simo señor Presidente de la República,quien logró hacerlas desistir por ento-ces de su irrevocable propósito . Sean,pues, para él los primeros laureles dela victoria.

Señoritas Normalistas : Acabáisde dar fin á la tercera y última jorna-da. Réstaos tan solo demostrar queconocéis bien el sendero, para ingresarde lleno en el noble y sagrado sacerdo-cio de la enseñanza, que ya os tiende susfraternales brazos . Mis más fervien-tes votos son porque salgáis avantesen este nuevo torneo, en premio devuestros afanes y desvelos y como jus

to reconocimiento de la acertada di-rección que os han dado vuestros ex-pertos conductores.

Quiera Dios que el ejército de queformáis parte, si bien mermado porlas batallas libradas, logre, al entonarlos himnos de la victoria, ostentarorgulloso esta honrosa divisa : La calidad suple el número .

He dicho.

Cha SS ee

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Envío_,„Herido de muerte el guerrero en la selva

al águila dijo:Oh! tú, que el espacio con alas enormesTriunfante le cruzas en vuelo imperial,Recuerda la carne de cuerpos deformesQue dí á tu aguilucho en batalla campal.

Acércate, vuela !oh! mi águila blanca!por el beneficio,

Antes que del pecho tu pico de aceroLleve á tu aguilucho mi gran corazón,Toma en tus garras mi escudo guerreroY mi pañizuelo que es prenda de amor.

Entrega á mi hermano mi escudo y mi lanza,y mi pañizuelo

A la que yo adoro de noche y de día,A Dorinda mi amada, Dorinda la fiel;Dorinda que endulza mi triste agoníaAhora que siento la angustia más cruel.

Ve, dile á mi hermano que vengue la sangre,la sangre fraterna;

Que empuñe mi lanza robusta, afamada,Surgiendo á la gloria en magnífica lid;Y con mi pañuelo, dirás á mi amada .Que enjugue su llanto, rogando por mí,

El escudo y la lanza el águila blanca,con el pañizuelo

Los toma en sus garras, y rauda se internaEn hondas regiones con vuelo imperial Y, ebrio al hermano lo halló en la taberna,Y vió que la amada ya se iba á casar .

SimónRivas.

e toas.

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Nuevos Ritos36

Vals moroso _

N rayo de sol pasó sobre lostechos empurpurándolos ytropezó en la ventana deJuan . La habitación se lle-nó de claridad rosada . El-ayo deslizose á lo largo de

muros, avivando la feal-dad del papel empañado, se

arrastró por el suelo, sobreos muebles polvorientos

los trajes endesórden y remontándose al fondo, frente á laventana, se extendió sobre el lechodonde Juan reposaba,- completamen-te vestido.

La tibieza del sol en su rostrodespertó al dormilón . Juan abrió losojos. Eran, en la flacura macilentade las mejillas, erizadas de una barbainculta, demasiado grandes,demasiado negros y afiebrados.

Con esfuerzo el jóven se levantóy se sentó al borde de la cama . Conun ademán maquinal su mano buscóel reloj : después volvió á caer . Seácordó entonces : ya no había reloj,;nada que pudiera valer un poco dedinero! Nada más que algunos cén-timos, (lanzando en su balsillo.

No ; nada ya con qué vivir! Pero¿qué le importa á Juan puesto que vaá morir? . . ..

La muerte viene lentamente, de-jándose desear como una amante, pe-ro viene . Juan la espera con el almatranquila.

Y aún en ese instante, delirandoun poco, en el rayo que pasa y huyepalideciendo, cree verla : le habla ; sus

manos, llenas de fiebre, hacen un ade-mán de llamamiento y de caricia:

—Eres tú, por fin . . . . tú la Deseada? Vienes á ver lo que ha hecho demí la vida que se ama? Tú me con-solaras loh, Muerte, injustamente odia-da! Tú has conocido mis esperanzas,mis sueños de amor y de gloria ..Tú sabes mi fe, sabes mi dolor, y có-mo he luchado largo tiempo,lar-go tiempo . . ..

Tú sabes también que el puertoentrevisto no era más que un miraje

¡oh Muertel Y he vuelto á caer conlas alas rotas y la vida se ha reído demí. Ha deshecho bajo sus piés crue-les todos mis pobres sueños.

Entonces, cobardemente, he su -plicado á la vida ; le he dicho : Tenpiedad de mi, yo te conjuro! Damemi parte, nada más que mi parte . . ..Yo te amo ¡oh Vida! ¿Por qué notienes una sonrisa para mí . . . .? ¿Nohe cantado todo lo que (le ti viene, to -do aquello en que renaces : la alegría,el trabajo, el amor?

Pero la Vida se ha desviado y hacallado mi voz. He cesado de cantará la alegría, porque ya no creo en ella.Mi cerebro cansado ya ha dejado de com-prender 'el trabajo . . . . y el amor . ..oh! el amor que me ha rehusado laVida me arroja en tus brazos, oh Muertel

Bruscamente el sol desapareció.Juan tuvo un extremecimiento . Volvía á encontrarse solo, vivo aún ._ . .

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Nuevos Ritos 37

Del campanario vecino vuela laharmonía grave de una campana . Sue-na un reloj . . . . siete golpes.

Juan sintió hambre . Un poco (leagua azucarada quedaba en el fondode un vaso : la bebió ; después, de codosen el balcón, sobre el rumor de París,nunca apaciguado, Juan soñó.

Se vió otra vez, llegado de su pro-vincia, con el alma llena de esperanza,apretando contra su pecho, como untesoro inapreciable, las primeras obrascompuestas allá lejos, en la alegría delsol, en el bienestar del hogar paterno,

Los suyos lo maldijeron porsuabandono . El, con el corazón tran-quilo, pensó que el renombre que leesperaba, la fortuna que iba á conquis-tar, le valdrían el perdón un dia . Lle-gaba ingenuo, feliz, confiado, el alma tierna, el cuerpo débil, señalado deantemano por la miseria, pero sin creeren ella.

Había venido, sin embargo, la se-vera educadora . Juan luchó. Nadiequería creer en él.

Llamó á la , puerta de los maestros,buscando un consejo, un estímulo, unpoco de apoyo moral . Los editores sevolvían invisibles ó lo despedían conpalabras vagas : «Mucho talento, evi-dentemente ; pero no ofrece bastantesprobabilidades de éxito . . . .»

Y el tiempo pasaba . Algunostrabajos aceptados de aquí y de allá, alazar de la mala suerte, daban al jovencon qué vivir ; lo extrictamente nece -sario .

Tosía . El invierno, en su cuartosin fuego, era atroz para él; para élque venía del Mediodía lleno de sol,de las vastas landas quemadas enestío, entibiadas siempre á la granluz . . .

Volver á la guarida . . Confesarsu miseria? Estuvo tentado de hacerlo;hubiera sido la salvación ; pero el des-tino, irónico y malo, no quiso dejarescapar su presa.

El invierno había huido . Mayohacía florecer los jardines . Juan, unanoche de desalentado vagabundaje, re-

corría la avenida de los Campos Elí -seos . Las luminosas guirnaldas (lelos globos lechosos blanqueaban de -lante de un teatro, con reflejos luna-res las verduras nuevas. Grandesanuncios llamaban al transeunte ; lasmujeres daban vueltas en torno o en-traban vivamente.

Juan sintió el deseo de olvidar uuinstante la vida pérfida ; aturdirse . En -tró-

Distraídamente, escuchó las habi-tuales inepcias, después . . ., he ahí qu aella apareció.

Ella se le apareció, bella con unaperversa belleza, en el halo de las lu-ces, en el resplandor enorme de susjoyas. Turbadora y falsa, semejante,en suma, á tantas otras cantó. Semejante á tantas otras, si, Pero paraJuan la libra fatal había sonado; lahora de los nostálgicos deseos, en laque se cree encontrar en otros ojoslo que no está más que en los nuestros,en la que el corazón busca. un reflejo yse deslumbra á sí mismo.

Juan amó 4 esa mujer, entrevista.una vez, á quien jamás sin duda ve-ría de otro modo que en el alejamien-to de la escena ..

Volvió casi todas las noches. Noposeyendo siempre el precio de la en-trada, esperaba, para verla pasar de-lante de él, en una nube de encajes,para aspirar un segundo el olor exas -perante de que estaba saturada.

Para ella, reconquistada su té,compuso otra vez.

Fué un ritmo de vals lento, sobreel 'que se deslizaban caricias.

lQuién sabe! Tal vez tocándole,distraidamente al principio, con susdedos finos, llenos de gemas como de-dos de ídolo, se dejaría dominar al finpor todo lo que había puesto en él desí mismo ; quizá lo adivinaría y adivi-nándolo

Para dárselo, para darle su Valsmoroso, era preciso que Juanencontrara el editor benévolo-- el mito . Y loencontró!

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NuevosRitos 38

Por cien francos hubo alguienque le compró la propiedad de su obra.¡Cien francosl La hubiera dado pornada. Que se le procurase la alegríade verla grabada, con su nombre engruesas letras azules ; su nombre queella leería!

Se la envió . .qué respondería?Esperó febrilmente una palabra. que no.vino .

Y los días cayeron tristes y lán-guidos, aplastando bajo su peso estasuprema esperanza.

Llegó el invierno ; después, de nue-vo la primavera.

Juan tosía cada vez más ; se debi-litaba de día en día Ya no dejaba ca-si nunca su habitación miserable, noqueriendo alejarse de París,

encarnizado en un sueño del que no se daba cuen-ta, demasiado débil para querer nada,no esperando ya más que la. última vi-sita—la amiga asegurada, la amantehuraña que no siempre huiría.

Una noche llegó hasta Juan un so-plo de vida ; le llegó con el deseo demezclarse una vez más á sus hermanosde sufrimiento y de ilusiones.

Tambaleándose un poco, apretan-do contra la camisa el cuello de susaco ; descendió la escalera.

El ruido de la calle, echó á andary sin saber cómo, sus pasos fatigadoslo llevaron hasta la entrada luminosa,tantas veces franqueada de la escenadonde la había visto.

Juan trastornado contemplaba losgrandes carteles donde se destacaba sunombre, y ella se le aparecia, rubia, . ra-diante de joyas, enigmática y atrayen-te .

¡Oh entrar, verla de nuevo!

No había cenado. Sacó los pocoscéntimos que le quedaban---sus ulti-mos recursos--los contó : podia pagarel más humilde sitio.

Reanimado, entró.

Se situó en un rincón oscuro, conlos ojos muy abiertos clavados en laescena, vacía aun .

Una muchacha con voz de carraca.empezó á cantar coupIets ; luego fué uncómico.

Juan no oía ; un ruido de olas lle-naba su cuerpo, lo mecía.

La escena se desocupó de nuevo

¿Proseguía el sueño? Juan creyóoir detrás de sí una palabra que le hi-zo extremecerse:

Se hablaba del Vals moroso.

Dos hombres conversaban.

Inaudito, querido . Nunca sehabía visto nada igual ; todo París losabía de memoria . Los tzinganos no to-caban más que este vals . Empezaba áser fastidioso . El colmo de la glo-ria . . . ! , El editor es el que está con-tento.

--Y el autor también?

!Ah, el pobre diablo! Quién sabe donde está! No recibirá nada, por-que el editor tiene la propiedad.

- -Es humillante para el autor . Ycomo lo ha descubierto ella?

—Lo tenía en su casa sin saberlo.Un día, Machín--que como Vd . sabeestá siempre huroneando, sobre todo encasa de ella--descubre el vals, lo tocay dice :—«Chica, es preciso cantar esto .»Toma un lápiz, garabatea versos . Dosdías después cantaba. el famoso Valsmoroso, y fué un éxito

estupendo ..No se por qué ; ella tampoco ; pero asísucede. Ah! Ya está aquí!

Con las manos crispadas en el res-paldo de una silla, descolorido, anhe-lante, Juan ha escuchado . Es la fiebreaun . . el delirio?

La orquesta toca á la sordina a-cordes que él reconoce . Un canto co-mienza . . . . Es él . . . . su vals !

Sonriente, deslumbradora, cruelmente seductora, e//a canta . Su voztiene repentinas rupturas, un poco ron-cas, que ubrayan la locura de las pala-bras ; pero Juan- no escucha las pala-bras que ella dice; sólo la música lopenetra ; la caricia de los motivos que

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Nuevos Ritos 39 )

ha creado para ella y que ella le de-vuelve ahora, lo envuelve, lo embriaga.

Ah! que le importa ese oro que de-bía poseer y que se le escapa! Tendrála gloria y sobre todo— ¡ah, sobre to-do!--tendrá quizá, puesto que su mú-sica ha encantado al Mole, un poco de

Ella había terminado . Se le obli-gó á repetir y otra vez el ritmo evoca-dor cantó en sus labios purpurados.

Erguido, las manos temblorosas,los ojos locos, Juan ardientemente lacontemplaba .

Cuando calló por fin y huyó, unmocetón muy elegante, se levantó enla primera fila, atravesó la escena conaplomo y siguió á la artista.

--Farsante! gruñó, cerca de Juanel señor bien informado ¿Por qué nodá la vuelta? Para que nadie lo igno-re?- -Quien es?--Machin. El «ilustre»autor de la letra, el «caro» autor..—¿Va á reunirse con su intérprete?—Naturalmente, —¿Es que tal vez ?Por lo menos . . . .! Eh! Que diablosticne este animal?

Delante de los dos conversadores,sin un grito, con la caída muelle deuna espiga que se siega, Juan acaba decaer, libertado .

María Thiery .

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Nuevos Ritos40

Sonetos

para Antonio Burgos

TUS PARPADOS

Ah mi enfermíta de cabellos canos

por los rubios, muy rubios : cuando vienes

á calentar el hielo de mis sienes

con el calor (le fiebre de tus manos.

me pierdo en yo no sé cuáles arcanos

al contemplar tus ojos claros, que entretienes

en desgranar tus lágrimas . . . . Ay! tienes

ojos que lloran, de mi alma hermanos.

Tus párpados violados me hacen daño . . ..

Te adivino un profundo desengañó .

que conmovió tu ánima angustiosa.

Por eso, tras tus párpados, tus bellas

pupilas me parecen dos estrellas

cubiertas por dos pétalos de rosa .

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Nuevos Ritos 41

TUS OJERAS

Tu ojera, ebria de azul, donde divaga

tu pupila, agobiada por los males,

deja entrever, tras su color, la vaga

tristeza de las tardes invernales.

Cuando en tus largos sueños tropicales

tu pupila. romántica se apaga,

es, sobre élla, una estrella que naufraga

entre tules y gazas ideales.

Y en esa ojera azul-cuya secreta

tristeza me recuerda la violeta,

eterna presa de un dolor incierto

tus dos ojos sin sol, contemplativos,

serán dos cisnes negros pensativos

en la inmovilidad de un lago muerto.

TUS OJOS

'Pus ojos, de fulgores inseguros,

dejan mirar, tras tus pestañas finas,

no sé que vaguedades vespertinas

que me hablan de fantasmas y conjuros.

Esos ojos tan vivos, tan oscuros,

de tu pálida faz sobre las ruinas,

me recuerdan aquellas golondrinas

que hacen su nido en los callados muros.

Cuando se cansen de llorar, un día

se nublarán con lamelancolía

con que se nubla en el Invierno el cielo;

y entonces tus pupilas doloridas

parecerán dos moscas adormidas

sobre una vieja llor de terciopelo .

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Nuevos Ri tos42

TUS MANOS

Y tus manos exangües, blancos lirios

con dedos como pétalos, süaves,

bajo mis besos se tornaron graves

como si las cargaran de martirios ..

Un día sentirás raros delirios

(un día ya cercano ¿no lo sabes?)

y tus manos caerán, como dos aves

heridas, entre flores . . —Cuatro cirios,

como estrellas enfermas, blandamente

ungirán tus cabellos y tu frente

con un vago fulgor tornasolado,

y en tu pecho, y en cruz, tus angulosas

manos serán dos níveas mariposas

sobre un fino heliotropo desmayado,

TU BOCA

Cuando á la estancia tétrica, sombría,

el Dolor . . el Dolor mi planta lleve,

serás, entre las sábanas, un leve

celaje que ha de -disipar el día.

Y tu boca sensual, tu boca breve

que la fiebre de amor estremecía,

parecerá en tu faz, lívida y fría,

un rubí entumecido entre la nieve.

Pobre boca ya muda, pobre boca

que atajaba mis males con la

invocación de todos mis pálidos anhelos ....

Ay! por esa boquita abierta, pienso

que tu alma saldrá como el incienso

á difundirse en los profundos cielos,

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METAMORFOSIS

Pero no llores más . . . . De tus morenas

pupilas, antes bellas y radiosas,

han de nacer dos negras mariposas,

ebrias de luz y de alegrías llenas.

Y cuando en noches tibias y serenas

elaboren tus carnes olorosas,

saldrán á flor de tierra, temblorosas,

en tropel, margaritas y azucenas

Y en una noche diáfana, y en una

noche de paz, los besos de laLuna

bajarán al jardín con golpe rudo.

Y entonce haré mi nido entre tus llores,

convertido quizás, por los Dolores.

en un pájaro triste y negro y mudo .

RICARDOMIRO.

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Nuevos Ritos

Doña Matilde Obarrio de Mallet.

La quincenaFecunda en acontecimientos ha si

do la última quincena para aquellosespíritus cultos que aman nuestroprogreso intelectual y artístico.

Tuvimos en primer lugar la audi-ción final de la Escuela de Música yDeclamación que dirige nuestro ilustrecompatriota Narciso Garay, y de lacual no decimos nada porque nuestroamigo Alfonso Fábrega ha tenido la

amabilidad de escribirnos una hermosareseña d 'aquella fiesta en donde brillaronen todo su esplendor la aristocracia delos discípulos y la del Maestro y la excelencia

de los métodos que este últimopone en práctica para ir inculcándonospoco á poco el sentimiento de lo bellopor medio de las altas formas musicales.

Para ellos nuestra sonrisa ynuestro sincero aplauso, y para él un rami-

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Nuevos Ritos

Doña Matilde Obarrio de Mallet.

f QuincenaFecunda en acontecimientos ha si-

do la última quincena para aquellosespíritus cultos que aman nuestroprogreso intelectual y artístico.

Tuvimos en primer lugar la audi-ción final de la Escuela de Música yDeclamación que dirige nuestro ilustre

compatriota Narciso Garay, y de lacual no decimos nada porque nuestroamigo Alfonso Fábrega ha tenido la

amabilidad de escribirnos una hermosareseña d 'aquel la fiesta en donde briIlaronen todo su esplendor la aristocracia delos dicípulos y la fiel! Maestro s la exce-lencia de los métodos que este últimopone en práctica para ir inculcándonospoco á poco el sentimiento de lo bellopor medio de las altas formas musicales.

Para ellos nuestra sonrisa y nues-tro sincero aplauso, y para él un rami-

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to de laurel, que le ponernos en el ojalde la levita .

r *

La segunda fiesta sensacional dela quincena fue la función organizadapara socorrer las víctimas del desastrede Jamaica y cuya iniciativa correspon-de á la distinguida señora DoñaMatilde Obarrio, esposa de Don ClaudioMallet, Cónsul del Reino Unido deGran Bretaña é Irlanda en esta Capi-tal .

Nada más simpático ni deslum-brador que el aspecto del Salón de laEscuela de Música yDeclamaciónenaquella noche . En medio

del ambiente de exquisita elegancia y cultura,entre el fulgor de la pedrería que llo-raba lágrimas de luz bajo el cielorasoestrellado de incandescentes, muchocabello rubio, muchos ojos morenos ydestellar de perlas entre el estuche delabios rojos corno pétalos de dalia, to-do bajo el dulce murmullo de risas,que susurraban en el vasto salón como.un vuelo de grandes mariposas blancas.

Cuando la hermosa Ramona Lewiscantó en medió de un silencio solemne .,todos quedamos en suspenso.Después las notas comenzaron á . volar desu garganta, claras, precisas, transpa-rentes; y aquello parecía como una llu-via de cristales de Bohemia sobre elmarmóreo piso de un templo silen-cioso . . .-

Después una figurita amable y vaporosa, una de aquellas miniaturas quepasean por los jardines de los abanicoschinos y por las alamedas de los biom-bos del Japón apareció, divinamentebella, bajo los pliegues del ampliokimono claro . . ..

Fue un instante no más, un ins-tante en que al verla . bailar con paso

Nuevos Ritos45

menudito y acompasado, nos parecióestar en uno de aquellos fabulosos jar-dines cuajados dé farolitos, en Kioto,en el .Dairi, donde distrae el Mikadosus fiebres de conquista y sus sueños detriunfos sangrientes, . ..

Ah, Francis Shuber sería una ja-ponesa admirable si no fuera una lin-da panameñita

Pero falta algo que correspondeala Trona, rubia y fina como un lirio,y que esa noche nos contó que bajo susevera distinción tiene una alma alda-luza llena de alegría y de Sol.

Mas . . . . qué le diremos? . Nada, nada, porque nada resultaríaapropiado.

Que vayan nuestro sombrerohasta su zapatitos de raso y nuestroolé, m ás vivo para el mantón y elcordovés, de la guapa garria y bai laora

A los esposos Mallet no podemosmenos que felicitarlos por lo hermosode la fiesta por el éxito completoque la coronó

También se han verificado en esta quincena con éxito completo loscertámenes de la Escuela Superior <leNiñas que dirigen las señoritas Encarnación Raquero y AnatildeRodrícuez, y de la Escuela Normal deIns-titutoras, dirigida por las señoritasRubianos. De relieve han quedadouna vez más en estas fiestas escolares losbuenos métodos que ellas ponen enpráctica para corresponder á la confianza que el Gobierno les ha dispensa

do poniéndolas al frente de los (losmejores establecimientos de educaciónque parí seño ritas existen en la 'Repú-blica .

Teníamos escritas sendas revis-tas de estos actos, las cuales nohemospodido' publicar por falta de espacio .

FLORIBEL

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Escuela Nacional de Música y Declamación

'Audición final del Sábado 2 de Febrero de 1907

Como lo anunciaba el respectivoprograma, Ja Escuela Nacional de Mú-sica y Declamación cerró las tareasdel tercer año, con una audición finalque se llevó a término el sábado dosdel presente mes.

Atentos á la galante invitacióndel señor Director del Instituto quisi-mos también nosotros concurrir a, esetorneo de gracia y gentileza, en que elarte resplandecía en sus manifestacio-nes más exuberantes : la belleza de lalínea y del ritmo : la mujer y la música.

Escasa era la concurrencia . Elamplio salón, pletórico de luz, con sushileras de asientos vacíos, formabacontraste con los espectáculos que á dia-rio nos ofrece la ciudad . La multitudinvade los teatros de variedades y loscircos ; se apiña en las entradas y serevuelve por doquier en retretas y pa-seos con ansiedad loca y mareante.

Queden para esos sitios de recrea-ciones fáciles y de frívolos pasatiem-pos el alegre reir, la charla amena ytodas .las exteriorizaciones del buenhumor. Acá, una como mística ela-ción se enseñorea de todos los espíritus

y los invita al recogimiento . Es la pazdel arte que invade nuestro sér sensi-tivo y lo predispone á la percepciónde la belleza, la cual impresiona lossentidos externos ; es imagen depura-da en la fantasía y pasa luego, pormodo indescriptible, de lo corpóreo álo inmaterial ; de la carne al espíritu,según la expresión del Dante.

Tarea difícil para los que marcha-mos con paso inseguro por senderosprofanos sería juzgar acertadamenteel mérito artístico de nuestras diletan-tes y más aún decir las bellezas queinforman las creaciones musicales delos grandes maestros.

¿Cómo trasladar al papel el núme-ro y el ritmo del apacible Mendelssohn,todo un romántico del sonido, alma so-ñadora que rompió con los atavismosde su raza para consagrarse al cultodesinteresado de lo bello . Dejenos que

Lucha Cervera nos diga en lenguajeincomparable todo el primor de susescherzos inmortales.

Y Anais María Cervera, la alum-na maestra, ¿cómo pudo sorprender el

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grito desgarrador de la desventuradaElisa al ver que el fementido amantehuía de sus brazos impelido por hadosimplacables.

Allí la encantadora. Minnie Wi-lliams, con su sonora voz de contralto,cantó con primor indecible la difícilaria de Orfeo, y Catalina Carbone-unasensitiva-mostró prodigios de ejecu-ción y temperamento exquisito de ar-tista, en el alegro (le la. sonata de pianoen mi bemol del gran Haydn. AllíEsther Delvalle y Essie Cardoze yLila de li emos, más frescas y más puras

que el agua del Cedrón y que lasflores del terebinto dejaron oír todas lasgrandezas de los ritos viejos y las nos-talgias infinitas de su pueblo y de sutaza .

Ni faltó allí digna representaciónde nuestro sexo, que Demetrio Brid yAurelio Escudero probaron ser unaesperanza en el difícil arte, á juzgarpor la precisión y limpieza con el pri-mero tocó en el violín una tierna seranata de Piernel y-por la corrección ymelodía con el último ejecutó en la flauta

una sonata de Handel.

Pero ya sube -al proscenio lasin par Ramona Lewis, nuestra va-liente soprano, como la apellidó enocasión solemne el Profesor Garay.Allí está ella, «como un sueño de amoren noche larga» De su garganta ní-vea, cuello de cisne griego, brota todonn raudal de notas diáfanas como elcielo de nuestras tardes estivales . Eltimbre sonoro de su voz tiene todo elregistro de las armonías vocales, desde el trémolo grave de sonoridadlitúrgica hasta aquellas explosiones subli -mes, que más que notas semejan lasansias supremas de una alma enamo-rada de lo bello.

IOh poderosa sugestión de la Belle-za! Qué importa que la austeraDialéctica no haya podido aprisionar en-tre sus redes esta propiedad

trascendental del sér! Su esencia inmaterial,impoderable, no es para reducida almolde estrecho y prosaico del género próxi-mo y la última diferencia . Ella vivecon nosotros la vida del espíritu; pal-pita en las formas impecables del arte

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helénico ; . canta el himno jocundo deunta-aras noches tropicales y vibra, co-mo el verbo, en las notas aladas ytembladoras que conmueven nuestrosér é inclinan la voluntad á todo lobueno y á todo lo grande.

Y para digo remate de las-pléndida fiesta, Adrianita Orillac eje-cutó en el piano una de las famosassonatas de Beethoven, el inimitable au-tor de la sinfonía heroica.

La Tarde : he ahí el nombre de lasonata . Todas las armonías que oyóen su noche eterna aquel rapsoda sem-

idivino brotaron allí de nuevo, comoevocación del pasado, almágico conjuro de unas manos diminutas como pé-talos de gardenia Oh qué tardes vi-ven en la ¡rente poderosa del genio!más bellas aun que las que nosbrinda Naturaleza en sus eternos arqueti-pos, y es por que el arte, mal quelespese á Leibnitz y á toda la catervade optimistas halla su forma más com-pleta cuando canta nuestras penas,ósea cuando cristaliza los dolores quepesan sobre la humanidad como lega-do inalienable . Por eso, aquelHomero de la poesía sinfónica, privado detoda comunicación con el mundo exter-no, idealizó con Irás vigor que nunca,los tintes opulentos de los bosquesgermánicos, poblados de rumores, desilfos y de dríadas y de le) ondas debrujas que vagan por los aires en ex-trañas cabalgad tiras.

Las últimas notas de la sonata vi-braron un momento con intensidadprofunda, luego se fueron dilatandoy dilatando en un den-recado tenaz-mente prolongado y después, sólo que-dó un rumor tenue, como eco de leja-nías misteriosas, que se perdió en lacallada soledad de la noche . . .

¡Qué influjo tan eficaz ejerce la~lea en la educación intelectual ymoral del individuol, pesábamos noso-tros al recorrer pausadamente las ca-lles desiertas y polvorientas de la ciu-dad medio dormida, y sin embargo quépoca atención se le Ii: prestado hastaahora en nuestra tierra .

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Sí, la música tiene una alta mí -sión que cumplir porque eslenguajeque halaga la fantasía y habla tam-bién al entendimiento . Por eso es elmejor signo de cultura de un pueblo,y los que trabajan por cultivar el gus-to estético en cualesquiera de sus ma-nifestaciones merecen bien la coronaque discierne Horacio para el quesabe unir lo útil á lo dulce .

Vayan para el Señor Garay nues-tras felicitaciones . Su mejor elogioes la. entusiasta aprobación con que unauditorio distinguido acogió los fru-tos de su paciente labor. Los aplau-sos de esa noche son una hoja más delaurel para su frente de artista.

ALFONSO FÁBREGA

NOTASNuevos Ritos

Agradece altamente á la prensalas benévolas frases que ha vertido so-bre ella v su Director con motivo de suaparición, y se reserva para más tardeel placer de reproducirlas.

Federico Escobar,el viejo poeta panameño, ha teni-

do la amabilidad de dedicarnos unahermosa composición poética, que pu-blicamos en nuestro número de hoy.

Sobre la poesía de FedericoEscobarbar flota una tristeza infinita, -unadulce melancolía, una amable incerti-dumbre que recuerda los paisajes cre-pusculares del Otoño . Le damos lasgracias por su fineza ..Julio Flores,

el gran lírico continental, debellegar á esta ciudad el 20 del presente,á. ser cierto lo que se nos dice.

Reciba el colombiano genial nues-tro saludo y las manifestaciones denuestra humilde y sincera. simpatía.Una vez

por todas, y para satisfacer á cier-tas gentes indoctas y faltas de crite-rio, hacemos saber que jamás nospreocuparemos por críticas silvestresque traten (le hacérsenos por cuales-quiera personas que ellas sean .

Póngase de relieve, con pruebas,que hemos cometidos errores, que muybien puede suceder, puestos que noso-tros no somos mas que humildes jóve-nes sin ninguna clase de presunción,y trataremos de , corregirnos y agrade-ceremos la lección ; pero que el prime-ro que lo desee, haciendo ley de sucriterio, salga á enfrentársenos, escosa que desdeñamos por ridícula, mu-cho más si esta persona, por sus conocimientos ó por sus disposicionesnaturales, no merece que se le tenga. porautoridad en materia de literatura yde artes.

Estamos?

Hemosrecibido, con atenta dedi-

catoria, un folleto del señor don Al-berto Meinhold, Cónsul de Panamá enSantiago de Chile.

La obra del señor Meinhold es(le suma importancia, pues nos presen-ta de cuerpo entero y tal como somos.

Como panameños damos las gra-cias á nuestro simpático representan-te en la Capital de Chile por su obraen general, y personalmente leagradecemos las benévolas frases que nos de-dica al hacer mención de nosotros.

Nuevos RitosRevista de literatur a y actualidabes que se publica por quincenas

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MEJORES DE LA CAPITAL, acaba de recibir . unsurtido completo de tarjetas

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