Fascículo XI

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A. LA GUERRA PERMANENTE Continuado con el desarrollo de los an- tecedentes del conflicto armado, en lo que respecta a la guerra permanente, la pade- cemos desde la invasión de España con el llamado descubrimiento que acabó con el sosiego y traumatizó la cultura nativa. Lue- go, al proclamarse la independencia, se da entre 1812 y 1815 la guerra civil entre fede- ralistas y centralistas, razón por la cual este período es denominado de la Patria Boba, y conflicto iniciado debido al desacuerdo entre los centralista de Cundinamarca y los federalistas de las Provincias Unidas de la Nueva Granada. Hubo entonces torpeza en nuestros pri- meros dirigentes y falta de experiencia para asumir el liderazgo al independizarse de la metrópoli, lo que permitió y propició una de las más prolongadas y crueles guerras, a través de la cual se instauró el régimen del terror por Pablo Morillo, lo que fue posible por la división en un momento en que era 11 Fascículo www.hsbnoticias.com para Manual La Paz para Manual La Paz Por Ricaurte Losada Valderrama* *Ex Senador de la República, Analista, Investigador. Antonio Nariño, Precursor de la Independencia y defensor del Estado unitario, forma de Estado que entonces era la necesaria para el país. La batalla de Boyacá, llevada a cabo el siete de agosto de 1819, selló la independencia colombiana. indispensable el Estado unitario, es decir, se impuso el federalismo cuando se nece- sitaba el centralismo para hacerle frente a la reacción española, tal como lo advirtió el precursor Antonio Nariño, quien luchó para que así fuera. La llamada reconquista española y la gue- rra de independencia duraron hasta 1819, luego de lo cual se destacan la guerra de la Gran Colombia con el Perú -1828-1829-, en la cual este país fue derrotado por Co- lombia, Venezuela, Ecuador y Panamá, que hacían parte de la primera. Luego, la colom- bo-ecuatoriana -1832-, o guerra del Cauca, conflicto entre la Nueva Granada y Ecuador que sostenían una controversia limítrofe por el dominio de las provincias de Pasto, Popa- yán y Buenaventura, reclamadas por am- bas naciones, según lo dispuesto por la Ley de División Territorial de Colombia y por el Derecho Internacional adoptado por las na- ciones latinoamericanas del uti possidetis iure que culminó en un resultado favorable para la Nueva Granada. Estas dos fueron guerras muy menores, casi que escaramu- zas. Además, se dio la guerra de los Supre- mos o de los Conventos: primer conflicto ar- mado interno que se produjo en la Colombia independiente -1839-1842-. Amén de las provinciales hubo las si- guientes guerras civiles nacionales: la de 1851, que enfrentó a los Partidos Liberal y Conservador; la de 1854 -respuesta popular respaldada por liberales y conservadores en contra del golpe de Estado orquestado por el General José María Melo-; la de 1860 a 1862, conflicto entre el Gobierno de Ma- riano Ospina Rodríguez y el Partido Liberal que apoyaba el federalismo-; la de 1876 a 1877 que tuvo un carácter político-religioso y fue la manifestación de los intereses del Partido Conservador en oposición al Go-

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Undécimo Fascículo del Manual para la Paz. Un especial de quince temas que El PERIÓDICO DE BOGOTÁ entrega a sus lectores los días viernes, donde su autor, el analista político Ricaurte Losada Valderrama, ilustra los intentos realizados en búsqueda de la paz, hasta llegar al actual, promovido por el Presidente Juan Manuel Santos. "Para que una paz sea duradera y estable, debe ser una conquista de todos, o por lo menos de la gran mayoría. Por ende, debemos prepararnos para contribuir a hacerla posible".

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A. LA GUERRA PERMANENTE Continuado con el desarrollo de los an-

tecedentes del conflicto armado, en lo que respecta a la guerra permanente, la pade-cemos desde la invasión de España con el llamado descubrimiento que acabó con el sosiego y traumatizó la cultura nativa. Lue-go, al proclamarse la independencia, se da entre 1812 y 1815 la guerra civil entre fede-ralistas y centralistas, razón por la cual este período es denominado de la Patria Boba, y conflicto iniciado debido al desacuerdo entre los centralista de Cundinamarca y los federalistas de las Provincias Unidas de la Nueva Granada.

Hubo entonces torpeza en nuestros pri-meros dirigentes y falta de experiencia para asumir el liderazgo al independizarse de la metrópoli, lo que permitió y propició una de las más prolongadas y crueles guerras, a través de la cual se instauró el régimen del terror por Pablo Morillo, lo que fue posible por la división en un momento en que era

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Por Ricaurte Losada Valderrama*

*Ex Senador de la República, Analista, Investigador.

Antonio Nariño, Precursor de la Independencia y defensor del Estado unitario, forma de Estado que entonces era la necesaria para el país.

La batalla de Boyacá, llevada a cabo el siete de agosto de 1819, selló la independencia colombiana.

indispensable el Estado unitario, es decir, se impuso el federalismo cuando se nece-sitaba el centralismo para hacerle frente a la reacción española, tal como lo advirtió el precursor Antonio Nariño, quien luchó para que así fuera.

La llamada reconquista española y la gue-rra de independencia duraron hasta 1819, luego de lo cual se destacan la guerra de la Gran Colombia con el Perú -1828-1829-, en la cual este país fue derrotado por Co-lombia, Venezuela, Ecuador y Panamá, que hacían parte de la primera. Luego, la colom-bo-ecuatoriana -1832-, o guerra del Cauca, conflicto entre la Nueva Granada y Ecuador que sostenían una controversia limítrofe por el dominio de las provincias de Pasto, Popa-yán y Buenaventura, reclamadas por am-bas naciones, según lo dispuesto por la Ley de División Territorial de Colombia y por el Derecho Internacional adoptado por las na-ciones latinoamericanas del uti possidetis iure que culminó en un resultado favorable para la Nueva Granada. Estas dos fueron

guerras muy menores, casi que escaramu-zas.

Además, se dio la guerra de los Supre-mos o de los Conventos: primer conflicto ar-mado interno que se produjo en la Colombia independiente -1839-1842-.

Amén de las provinciales hubo las si-guientes guerras civiles nacionales: la de 1851, que enfrentó a los Partidos Liberal y Conservador; la de 1854 -respuesta popular respaldada por liberales y conservadores en contra del golpe de Estado orquestado por el General José María Melo-; la de 1860 a 1862, conflicto entre el Gobierno de Ma-riano Ospina Rodríguez y el Partido Liberal que apoyaba el federalismo-; la de 1876 a 1877 que tuvo un carácter político-religioso y fue la manifestación de los intereses del Partido Conservador en oposición al Go-

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bierno Radical del Partido Liberal; la de 1884 a 1885, que tuvo lugar en los Estados Unidos de Colombia, producto de la manifestación de los intereses del Partido Liberal que no estaba de acuerdo con la política centralista del Presi-dente Rafael Núñez, liberal moderado, diríase conservador, apoyado por ese Partido.

También tuvimos guerra en 1895 iniciada por un sector del Partido Liberal con un fra-casado intento de golpe de Estado contra el Presidente Miguel Antonio Caro; la de los mil días -1899-1902-: el intento del radicalismo por recuperar el poder que terminó en una especie de empate acordado en los tratados de Chinácota, Neerlandia y Wisconsin. Como consecuencia, se dio el derrocamiento de Ma-nuel Antonio Sanclemente y el ascenso de José Manuel Marroquín, la irreparable sepa-ración de Panamá y la elección de Rafael Re-yes en 1904.

Y hubo conflicto con el Perú en 1832, gene-rado por límites en la Amazonía, que no eran muy claros. Las batallas fueron mínimas y el problema se resolvió por el Protocolo de Río de Janeiro, bajo la égida de la Sociedad de las Na-ciones que a propósito fue el único conflicto que este organismo resolvió internacionalmente.

De 1948 a 1958 es el mal denominado período de la violencia, referido al conflicto bipartidista Liberal-Conservador que se ini-cia con el retiro en 1946 de Alfonso López Pu-marejo de la Presidencia, debido a la presión política de sectores liberales que criticaban su segundo mandato por su mal desempeño en

materias económicas y por supuesta corrup-ción. Lo reemplazó el designado Alberto Lleras Camargo, quien convocó a elecciones que fue-ron ganadas por el Partido Conservador. Este período de conflicto va hasta el golpe militar del General Gustavo Rojas Pinilla, el 13 de ju-nio de 1953, derrocando a Laureano Gómez y estableciendo un gobierno militar avalado por el Ejército y otros sectores, entre ellos, por los partidos políticos, poniendo término a la pri-mera etapa de la violencia, al llegarse a una tregua con las guerrillas liberales.

Esta etapa abarcó un período de confron-tación armada de carácter irregular con ma-nifestaciones de terror de grandes proporcio-nes, así no haya sido declarada como guerra civil. Las rencillas de los Partidos Liberal y Conservador eran la expresión del conflicto de intereses socio-económicos, motivado por persecuciones, terrorismo, expropiación y re-distribución de tierra que acabó con muchos pequeños y medianos campesinos, fortale-ciendo el poder de los viejos y de los nuevos terratenientes.

La irrupción del incipiente movimiento guerrillero le imprimió a esta época el carác-ter de una guerra abierta y organizada entre campesinos armados y la clase dirigente del Partido Liberal y el Gobierno Conservador de Laureano Gómez. Con el apoyo de la Iglesia y del Ejército este Gobierno inició una campaña de persecución política en las ciudades contra una supuesta amenaza del comunismo inter-nacional y en el campo conformó grupos para-militares conocidos como Chulavitas, origina-rios del departamento de Boyacá y los pájaros del Valle del Cauca que se hacen famosos por sus acciones atroces.

En la medida en que el conflicto se agudizó el matiz político de la guerra se fue degradan-do y generó una dinámica de retaliaciones y venganzas que ensangrentó el territorio.

Algunos de los efectos más devastadores fueron el asesinato de cerca de 300.000 per-sonas y el desplazamiento forzado de más de dos millones, equivalente casi a una quin-ta parte de la población que entonces era de

Gustavo Rojas Pinilla, quien depuso a Laureano Gómez, aparece en compañía de Alfonso López Pumarejo y Mariano Ospina Pérez.

Entre sus consecuencias, la guerra de los mil días trajo la irreparable pérdida del Departamento de Panamá.

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Durante el Gobierno de Alberto Lleras Ca-margo el Partido Liberal se afectó por la ausen-cia de López Pumarejo, su líder natural, y entró en pugna por su liderazgo. Mientras tanto, los conservadores que no llegaban al poder desde 1930, cuando Enrique Olaya Herrera les arre-bató el poder acabando con su larga hegemo-nía, y ante el discurso sosegado de una nueva tendencia conservadora que encuentra aside-ro en la convulsionada sociedad colombiana y sobre todo por la división del liberalismo entre

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once millones, campesinos que repoblaron las ciudades o que emigraron en busca de nuevas tierras, lejos de las cordilleras, especialmente los Llanos Orientales, la Costa Atlántica y el Magdalena Medio.

El conflicto armado actual, para algunos co-mienza en 1964 y según esta manera de verlo, se inició en 1960 con la creación de varias gue-rrillas marxistas, originalmente milicias cam-pesinas de autodefensa, establecidas para luchar contra los abusos cometidos por los grupos armados y militares conservadores. De estas milicias surgieron en 1964 las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia -Farc-, entre otras.

Al final de esta etapa del conflicto, a través de amnistías, más de diez mil guerrilleros libe-rales dejaron las armas.

La dirigencia liberal-conservadora, acéfala de poder, consigue la caída de Rojas, a quien le sucede la Junta Militar y se abre paso el Fren-te Nacional. Es cuando en 1958 empieza el fin del conflicto armado debido a la confrontación bipartidista, más no del social, aunque algunos consideran que la terminación del período se produce en 1964 o 1966, hasta cuando persis-ten eventos violentos, pero no es así porque, se repite, es cuando nacen las FARC y el ELN como organizaciones que ya habían sentado raíces.

Algunos factores que contribuyeron a la pro-longación de la violencia fueron la ideología an-ticomunista de la clase dirigente, la privación económica de los sectores populares y un rígi-do y excluyente sistema de partidos que única-mente permitía la participación de conservado-res y liberales y una de las consecuencias del conflicto interpartidista fue el recrudecimiento de la delincuencia y del bandolerismo especial-mente en zonas rurales.

Jorge Eliécer Gaitán y Gabriel Turbay, llega al poder Mariano Ospina Pérez que encabezaba un conservatismo unido que arrasó en las elec-ciones presidenciales de 1946.

El turbayismo representaba las élites comer-ciales y al viejo liberalismo elitista que instauró la República Liberal; eran los representantes de la continuidad del proyecto de las presidencias de Eduardo Santos y Enrique Olaya Herrera, y por otro lado, el gaitanismo que instauró una corriente nueva dentro del liberalismo. Gaitán, el líder del extinto Partido UNIR, que aunque ni marxista o radicalmente revolucionario, con-centraba diversos matices del pensamiento ori-ginal del Manifiesto Liberal de Ezequiel Rojas, el fundador del Partido Liberal.

Gaitán manejaba las masas mientras Tur-bay era lejano. Encabezando grandes protes-

Alberto Lleras Camargo, uno de los gestores del Frente Nacional y primer Presidente del mismo.

Uno de los factores que contribuyó a la prolongación del conflicto armado en Colombia fue el pacto excluyente del Frente Nacional.

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Jorge Eliécer Gaitán, quien movía multitudes, aparece aquí en la famosa manifestación del silencio.

tas como la marcha del silencio, el líder po-pular adquirió fama, hasta ser conocido en todas partes, por lo que el conservatisamo estaba preocupado, pues veía en él una se-ria amenaza a su poder.

Con la llegada al poder del General Rojas Pinilla la violencia bipartidista se transformó en represión dictatorial que incluyó censura de prensa y persecución al protestantismo. Rojas es depuesto el 10 de mayo de 1957 por la clase política que lo había respalda-do y sustituido por una Junta Militar, lo cual significó que únicamente hasta 1958 la so-ciedad civil reasumiera el poder culminando la negociación entre los partidos.

En consecuencia, en 1958, para poner fin a la violencia, los partidos formaron la coalición del Frente Nacional. Mediante este Acuerdo se alternaron en el ejercicio del poder apo-yando a un único candidato presidencial y dividiéndose los cargos oficiales por igual. De esta manera se logró estabilidad política pero no social y tampoco la paz. Al contrario, el conflicto se agravó por la exclusión que ge-neró por largos 16 años, que aun así, luego fueron prolongados, pero este tema, por ser un antecedente concomitante del conflicto, se ampliará en el siguiente Fascículo.

B. EL ASESINATO DE GAITÁNUno de los hitos de nuestra historia que de

manera más negativa ha incidido en la con-vivencia, el sosiego y la paz, así como en el devenir y el desarrollo, ha sido el asesinato del caudillo Jorge Eliécer Gaitán. Con este magnicidio, uno de los tantos, y el de mayor

repercusión de los que ha padecido Colom-bia, se fortaleció la violencia iniciada al po-sesionarse Mariano Ospina Pérez en 1946.

El magnicidio del Jefe Único del Partido Liberal, después de tener despejado el ca-mino hacia la Presidencia, tras la muerte de su oponente Gabriel Turbay, ocurrió el 9 de abril de 1948, cuando un hombre le disparó a la 1:05 de la tarde. La conmo-ción general se transformó en una turba que mutiló y paseó por las calles el cuerpo del magnicida, Juan Roa Sierra, cuando en Bogotá se celebraba la IX Conferencia Panamericana que dio nacimiento a la Or-ganización de Estados Americanos -OEA-.

El asesinato tuvo como consecuencia inmediata una sangrienta revuelta po-pular en Bogotá con una serie de des-manes y saqueos extendidos a otras ciudades que termina a los pocos días tras un baño de sangre. A partir de este suceso la violencia política rural que ha-bía comenzado con la posesión de Ma-riano Ospina Pérez, se traslada a las ciudades.

Los liberales, vencidos en las urnas por su división, se retiran al campo y organizan la resistencia con el apoyo del Partido Comunista. Años de rabias repri-midas desde las guerras civiles del siglo XIX salieron a la luz: hijos contra pa-dres, hermanos contra hermanos; ni las más duraderas amistades resistieron la efervescencia y calor de esos momentos: ya no eran ideologías ni partidos, ahora actuaba el fanatismo.

Uno de los hitos de nuestra historia que de manera más negativa ha incidido en la convivencia, el sosiego y la paz, así como en el devenir y el desarrollo, ha sido el asesinato del caudillo Jorge Eliécer Gaitán.

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