INSTITUTO DE ESTUDIOS SUPERIORES DE HOMEOPATIA

2° CUATRIMESTRE ESPECIALIDAD

FILOSOFÍA DE LA HOMEOPATÍA II

GARCÍA DÍAZ AURORA DORA

PROFESORA: DRA. MARCELA FRANCO SOLÁ

22 DE ENERO2011

ENFERMEDADES CRONICAS

QUE SON LAS ENFERMEDADES CRONICAS

La expresión de un estado miasmático crónico predispuesto, y la causa de estas, son los miasmas crónicos.

“La palabra miasma es de origen griego y literalmente significa 'mancha'; en un principio se refería a los efluvios que desprenden los pantanos, materia en descomposición o agua estancada, y Samuel Hahnemann utilizó este término para nombrar a las enfermedades crónicas”,

El producto de una serie de factores externos inespecíficos que actúan como factores desestabilizadores de la fuerza vital y la llevan a un desequilibrio funcional patológico

Otras causas que contribuyen al desarrollo de las enfermedades crónicas son los factores hereditarios, las alteraciones metabólicas, los conflictos afectivo-emocionales, los conflictos de adaptación o un estado de verdadera susceptibilidad a los factores inespecíficos.

La única razón fundamental de su cronicidad es que su etiología no radica en ningún agente externo, sino que es una alteración vital originada en nuestro interior, de la cual no podemos recuperarnos espontáneamente.

A diferencia de las enfermedades agudas, las cuales tienen una evolución natural tendiente a la curación, las enfermedades crónicas crean un trastorno en nuestra armonía interior-exterior que en vez de desaparecer espontáneamente, se incrementa con el paso del tiempo, haciéndose más grave y profunda.

Esto es porque la impotencia a la que es llevada la fuerza vital, hace que no pueda extinguir por sí misma a la enfermedad, cuyo desarrollo facilita la destrucción progresiva del organismo, conduciendo a la muerte de no mediar un agente energético, capaz de contrarrestar su acción.

Las enfermedades crónicas son de inicio insidioso.

Son al comienzo insignificantes, y a menudo casi imperceptibles, se apoderan del organismo vivo, cada una a su manera, y lo desarreglan dinámicamente.

Poco a poco, el apartamiento de su estado de salud se hace tal, por su evolución solapada y progresiva, que la energía vital automática inconsciente (principio de vida), destinada a preservar la salud, no puede oponerle, tanto al comienzo como en su evolución, más que una resistencia imperfecta, mal dirigida e inútil.

La fuerza vital, en su impotencia para extinguirlas por si misma se ve obligada a permitir el desarrollo de estas enfermedades, y su desarreglo no hace más que aumentar hasta la destrucción final del organismo.

Entre las enfermedades crónicas, lamentablemente, debemos incluir aquellas, universalmente extendidas, producidas artificialmente por tratamientos alopáticos mediante las intoxicaciones medicamentosas.

A ellas pertenecen las consecuencias del uso prolongado de drogas heroicas violentas, a dosis elevadas y siempre crecientes, por el abuso del sublimado corrosivo, del ungüento mercurial, del nitrato de plata, del iodo y de sus pomadas, del opio, de la valeriana, de la quinina y de la quina, de la digital, del ácido prúsico, del azufre, y del ácido sulfúrico, así como de los purgantes administrados durante años.

Todos estos medios debilitan despiadadamente la fuerza vital y si no la agotan completamente, la desarmonizan progresivamente y a un punto tal (presentando cada intoxicación el carácter específico del medicamento absorbido) que, para mantener la vida y defenderse contra esos ataques hostiles y destructivos, necesita literalmente revolucionar el organismo.

IDIOSINCRACIASLa susceptibilidad individual a cualquier agente medicamentoso varía enormemente según los casos, haciendo que las dosis que algunos toleran sin el menor inconveniente, sean para otros positivamente tóxicas, de tal manera que establecer una posología para un medicamento dado se convierte en una tarea nada fácil .

Tampoco debe ser soslayado el problema de los efectos medicamentosos indeseables o tóxicos, relacionados con el momento de su aparición, y que pueden ser inmediatos o alejados.

Los primeros son, con mucho, los más conocidos (náuseas, vómitos, cefaleas, mareos, diarrea, etc.) y, generalmente la supresión del medicamento hace desaparecer el trastorno.

En cambio, los efectos alejados o tardíos son los menos conocidos y también los más peligrosos, precisamente por haberse instalado solapada y progresivamente, exactamente como si fuera, y lo es, una enfermedad crónica, especialmente cuando el medicamento es administrado por un tiempo prolongado o por siempre, como es habitual en alopatía.

ENFERMEDADES ARTIFICIALES

Las artificiales, creadas por intoxicaciones medicamentosas y finalmente están los factores que suelen constituirse en obstáculos a la curación definitiva y que no pueden removerse durante el tratamiento de una enfermedad crónica verdadera.

El Todopoderoso, al crear la homeopatía, no nos ha dado armas más que contra las enfermedades naturales

En cuanto a esas enfermedades artificiales, verdaderos estados de agotamiento, de astenia profunda, resultantes de la aplicación sistemática, exagerada y prolongada de falsos principios, a menudo durante años enteros, utilizando efusiones sanguíneas, exutorios y cauterizaciones, así como los trastornos patológicos con frecuencia irreversibles, internos o extemos, y los desgastes causados por tratamientos inadecuados y perjudiciales, para repararlos, la energía vital únicamente puede contar con ella misma, y bajo ciertas condiciones.

Si las lesiones nos son demasiado avanzadas, esta restauración por la fuerza vital podrá operarse, con la condición de que nada la venga a perturbar y que puedan consagrarse varios años a esta obra considerable.

Convendrá no dejar de apoyar sus esfuerzos con algún medicamento bien elegido, respondiendo a una eventual diátesis crónica latente (miasma crónico), si el examen clínico revela su presencia.

Ningún medicamento en la Tierra puede, ni podrá jamás, restablecer el estado anterior de salud, ni eliminar por completo esas innumerables condiciones anormales producidas por el método alopático, impotente para curar.

CAUSAS DE IATROGELNIAS ACTUALES

Al referirse Hahnemann a las "enfermedades artificiales" de su época, está hablando de lo que hoy llamamos "enfermedades iatrogénicas".

Si bien ya no existen enfermedades de este tipo teniendo por causa sangrías o exutorios, métodos ya desechados, existen, fuera de las enfermedades de este tipo de origen drogal, otras de origen quirúrgico (incluyendo las producidas por la anestesia) casi siempre general), físico [radiografías (por efecto de los rayos X repetidamente empleados), radiumterapia, radioterapia, radiaciones ionizantes, inyección de radioisótopos], por sueros y vacunas [B.C.G., antirrábica (que ha producido parálisis ascendente de Landry, mielitis transversas dorsolumbares, memngoencefalomielitis de tipo desmielinizante y polineuritis generalizadas)], etc.

Hahnemann sostiene que Dios sólo creó armas terapéuticas para las enfermedades naturales.

Sin embargo, también piensa que sólo la fuerza vital por si misma, si no es perturbada por otros factores, y sí la enfermedad artificial no avanzó en exceso, podrá en varios años obtener la restauración, con más razón aún.

FALSAS ENFERMEDADES CRÓNICAS.

Es muy inapropiado que se dé el nombre de crónicas a las enfermedades que sufren aquellos que se exponen constantemente, por falta de higiene, a influencias patológicas evitables.

Son debidas a:Al uso prolongado de alimentos y bebidas perjudiciales, a los excesos y privaciones de todo género que minan la salud, a la residencia en lugares malsanos, sobre todo palúdicos, a vivir en sótanos, talleres húmedos o atmósferas confinadas, a la insuficiencia de ejercicio o de aire libre, a los excesos físicos y mentales, a inquietudes y preocupaciones constantes, etc.

Estas agresiones que el individuo mismo hace a su salud, desaparecen espontáneamente mediante una modifícación en su manera de vivir, salvo que un miasma crónico esté oculto en su organismo Estas afecciones no merecen ser denominadas "enfermedades crónicas".

FORMA DE TRATAR LAS ENFERMEDADES FALSAS CRÓNICAS

No pueden ser denominadas enfermedades crónicas, por dos razones: Son evitables, si el individuo tiene el debido cuidado en normalizar sus hábitos de higiene y alimenticios, y su régimen de vida.

Desaparecen espontáneamente sin medicamentos, al eliminar de su vida las causas que dieron lugar a su aparición.

ENFERMEDADES CRÓNICAS NATURALES.

Las verdaderas enfermedades crónicas naturales son aquellas que, abandonadas a sí mismas y no tratadas empleando los medicamentos que les son específicos, son incesantemente progresivas a pesar de las mejores precauciones de orden moral, y de los mejores cuidados de orden físico, atormentando al individuo con sufrimientos crecientes hasta el término de su existencia.

Ellas provienen de agentes infecciosos crónicos (miasmas crónicos) y constituyen los más numerosos y los más grandes flagelos de la especie humana, aparte de aquellos que son engendrados por tratamientos médicos inapropiados, ya que la constitución física más robusta, el régimen de vida más ordenado y la fuerza vital más enérgica nada pueden hacer para su erradicación.

COMO APARECEN LAS ENFERMEDADES CRÓNICAS

Durante los más hermosos años de la juventud y hasta la pubertad, yendo a la par con una higiene bienhechora del cuerpo, del corazón y del espíritu, las verdaderas enfermedades crónicas pasan desapercibidas durante años.

A los ojos de sus parientes y conocidos, aquellos que están afectados parecen estar en buen estado de salud, como si la enfermedad, transmitida por contagio o herencia, pareciera curada o inexistente.

Pero con el correr de los años, en ocasión de acontecimientos o circunstancias desfavorables, ellas reaparecen indefectiblemente Se desarrollan y evolucionan tanto más rápida y seriamente cuanto el principio vital haya sido perturbado o alterado por pasiones debilitantes, preocupaciones y disgustos, pero especialmente por un tratamiento médico que no era adecuado.

CUALES ENFERMEDADES SON REALMENTE CRÓNICAS.

Las que son incesantemente progresivas, si son "abandonadas a sí mismas y no tratadas con los medicamentos que les son específicos", y a pesar de los mejores cuidados higiénicos (incluyendo higiene mental y régimen de vida) y dietéticos.

Las que son producidas por agentes malsanos crónicos (miasmas crónicos), "los más numerosos y más grandes flagelos de la especie humana".

Por consiguiente, los miasmas crónicos no son las enfermedades crónicas mismas, sino las causas que las producen u originan.

Las que no pueden ser erradicadas ni por:La constitución física más robusta.El régimen de vida más ordenado.La fuerza vital más enérgica.

Las que son transmitidas a otras personas por contaminación o herencia, es decir, de una persona a otra, o de padres (o antecesores) a hijos.

Las que permanecen latentes durante años, especialmente hasta la pubertad, si simultáneamente hay una "higiene bienhechora del cuerpo, del alma y del espíritu", dando toda la impresión de "un buen estado de salud", como si no existiera la enfermedad.

Las que reaparecen indefectiblemente, siendo favorecida su eclosión:Por "el correr de los años", es decir, con el proceso de envejecimiento.Por "acontecimientos o circunstancias desfavorables", incluyendo aquí cualquier tipo de noxa existente.Por problemas o factores emocionales predominantemente, pasiones debilitantes, preocupaciones y disgustos.Por un tratamiento médico inadecuado que, por ese motivo no cura. sino que, simplemente, suprime manifestaciones de la enfermedad crónica.

Es admirable el poder de síntesis de Hahnemann que, en pocas frases ha dado los lineamientos y características generales y defínitorias de las enfermedades crónicas miasmáticas (que así consideró que deben ser verdaderamente denominadas, ya que "miasmas crónicos" son las causas de esas enfermedades, y no las enfermedades mismas).

Estados de agudización

Las agudizaciones o exacerbaciones que aparecen de vez en cuando sacando a la enfermedad crónica miasmática de su estado de latencia debido a la acción de distinta noxas desencadenantes, servirían, según la opinión de algunos homeópatas, como una especie de descarga que hace la fuerza vital alterada dinámicamente por el miasma crónico, con el objeto de buscar un alivio del organismo afectado.

Otro criterio que se ha sostenido es el de que el miasma se transmite, además de hereditariamente, por contagio, contagiándose de un ser humano a otro en la etapa de evolución en que se encuentre en el contagiador, y que aparecerá y evolucionará en el contagiado a partir de esa etapa de su evolución

PSORAPero hay una enfermedad crónica que es la más importante de todas y a la que el Dr. Hahnemann llamó "Psora“ ó "Hidra de mil cabezas", y es contra ella que el homeópata dirige sus medicamentos.

La Psora o miasma psórico es una alteración dinámica de nuestra fuerza vital, que antecede a las manifestaciones de la "enfermedad".

No puede existir ninguna enfermedad si no existe la Psora, porque ella es nuestra predisposición para enfermarnos, el terreno alterado donde puede germinar y crecer.

LA PSORA COMO PREDISPOSICIÓN PATOLÓGICA

Si 10 personas se ponen en contacto con un tuberculoso no se infectan todas, se infectan las que pueden, las que están previamente alteradas o predispuestas, es decir las que tienen Psora. Lo mismo pasará con varios niños que van a visitar a un amiguito enfermo de varicela, sólo algunos se van a contagiar y eso no está en relación directa con la virulencia del germen, sino con la predisposición patológica de cada niño.

A este terreno, que es anterior a la enfermedad, los homeópatas le llamamos Psora y lo detectamos por un largo interrogatorio donde se incluyen los sueños, el carácter y la personalidad del paciente; su alimentación, transpiración, sus anhelos, sus frustraciones, sus penas y todo lo referente a la persona enferma.

PSORA HEREDADATambién se sostiene que el contagio en la psora se adquiriría y manifestaría por medio de una erupción muy pruriginosa, generalmente sarna, contagio que es posible debido a que el individuo ya es susceptible, porque es previamente psórico por transmisión hereditaria desde hace miles de años, a través de innumerables generaciones, desde casi el comienzo de la especie.

Esto, de hecho, hace pensar que ese contagio no inicia la psora en ese organismo, o sólo lo haría bajo la forma un tanto especial de una psora adquirida, e insertada sobre la psora ancestral que padecería, sin excepción, toda la humanidad.

En el caso de la transmisión hereditaria, la lógica indica que la enfermedad miasmática crónica permanecerá latente mientras no haya circunstancias o causas externas desencadenantes que provoquen una agudización.

En su tratamiento con el "simillium", no se verá en las afecciones heredadas la reaparición de la lesión primaria.

CONCLUSIONLa psora surge de la supresión (acallar los síntomas de un padecimiento) de las enfermedades exantemáticas o eruptivas, como el sarampión y la varicela, de modo que no se deja que el organismo elimine el problema a través de la piel. “En realidad, comezón, ronchas y granitos pueden ser enfermedades internas que se reflejan en la piel. La Medicina alópata las atiende eliminando los síntomas, con lo que ‘guardamos’ la enfermedad y ocasionamos que su manifestación con el tiempo sea más fuerte”.

Por su parte, la sicosis aparece por la eliminación arbitraria de todas las secreciones (flujos, flemas, mucosidad) y verrugas, mientras que la sífilis se debe a la supresión de úlceras, chancros y enfermedades de transmisión sexual.

Los miasmas también influyen a nivel mental, de modo que “la psora actúa sobre la voluntad y da lugar a sujetos que se sienten encadenados, que quieren emprender algo pero no pueden; la sicosis nos habla de la ostentación y el egocentrismo, y ejerce su influencia sobre el intelecto, de modo que ocasiona dificultad para concentrarse.

Por último, en la sífilis hablamos de los sentimientos y de sujetos como los que vemos con mucha frecuencia en la actualidad: vengativos, orgullosos, que no toleran la disciplina ni la autoridad, y buscan obtener ganancias aunque los demás no tengan nada”.

Los miasmas “vienen desde los orígenes del ser humano, porque desde entonces hemos transgredido nuestra naturaleza.

Esta carga se ha venido transmitiendo a través de generaciones, por parte de los progenitores a sus hijos, otorgando una mitad la madre y la otra el padre”.

Así, las enfermedades crónicas o miasmáticas nacen con nosotros y mueren con nosotros; tienen sus agudizaciones provocadas por diferentes acontecimientos, ya sea ambientales o emotivos, así como por nuestro estilo de vida. Y son, además, las que hacen que tengamos una tendencia a sufrir ciertos padecimientos.

Determinar cuál es el miasma predominante en el paciente es la razón por la que la consulta con el médico homeópata suele ser prolongada y, también, es por ello que se hace tanto énfasis en las cualidades del sujeto y sus antepasados, en vez de atender únicamente una dolencia.

La historia clínica homeopática es muy interesante, porque en ella vemos dónde nació el paciente, dónde radica, a qué se dedica, su escolaridad, y si concluyó o no su carrera, pues eso nos puede hablar de algo que pasó en su esfera afectiva y que hizo que no terminara ese ciclo.

También observamos si es hijo único, el mayor, el menor o el de en medio, así como la relación con sus padres y hermanos.

En cuanto a los antecedentes heredofamiliares, tratamos de conocer los detalles de tres generaciones anteriores, tanto en lo que toca a las enfermedades sufridas por la madre, padre, abuelos y tíos, como a su manera de ser: si son accesibles, sumisos, exigentes o golpeadores, entre otros detalles.

El trabajo del médico homeópata debe ser cuidadoso, responsable y con plena conciencia de lo que se hace.

Equivocarnos podría significar que no atendamos correctamente al miasma, de modo que éste seguiría representando un riesgo para el paciente.

No podemos olvidar detalles; tenemos que saber muy bien quién es nuestro paciente y hacia dónde se dirige, pues de entrada casi siempre lo conocemos en una fase aguda de su enfermedad, pero no en las demás facetas de su vida”.

GRACIAS