ENGENDRANDOELAMANECER Capitulo V

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    Eme-san

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    Edicin: 2013

    Copyright Eme-sanTodos los derechos de la obra pertenecen a su autor/a.

    Ninguna parte de este libro puede ser reproducida o compartida en cualquierforma sin autorizacin expresa del autor.

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    _ Buscando en la oscuridad?... Quiz seamejor esperar el da

    _ Entonces... Engendremos al sol y hagamosque amanezca!

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    V

    Inmersos en la Oscuridad

    Aquellos das con Maurice en mi Villa fueron trascendentales.No porque estuvieran carentes de penas, al contrario, en aquel tiempolos dos tenamos en nuestros ojos el rastro de haber vislumbrado elabismo. Pero estbamos juntos y eso fue suficiente para que ambosempezramos a levantarnos de nuestras cenizas y para que nuestras vidas terminaran enlazadas definitivamente.

    S, Maurice tambin estaba destruido. No me percat alprincipio por estar centrado en mi propia desgracia. Era evidente quesi estaba ante m aquel misionero jesuita, quien parti seis aos atrslleno de conviccin y dicha rumbo a lo desconocido, se deba a que susueo se haba frustrado.

    Ay, Maurice, perdname por no haber reconocido tu coraznroto! l nico egosta entre t y yo era el hombre a quien pedisteperdn aquel da... Ah, hermoso corazn, viniste a m a confesar unaculpa que era ms ma que tuya!...

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    Pero, estoy confundiendo todo. Para que alguien puedaentender lo que he dicho debo ser ms claro y explicar el incidente delro.

    Es gracioso, suelo ser muy ordenado y claro al hablar o escribirotro tipo de historias, esas que estn hechas de mentiras paraconquistar aliados y destruir enemigos; sin embargo, si se trata de mismemorias de Maurice, me embarga el deseo de decirlo todo de una vez.Incluso me veo tentado a dejar a un lado mi narrativa y comenzar aescribirle una carta interminable... una carta que l ya es libre de leer o

    no. Adems, poco a poco, mientras escribo, me visitan el dolor y la

    alegra al revivir momentos preciados y me indigno ante mi escasotalento para plasmar de forma verdaderamente bella lo que para m essagrado... Yo, que muevo el mundo a tejiendo intrigas, no soy capaz depintar con palabras el milagro de haber llenado mi corazn

    desamparado con tu nombre, Maurice! Al final, esta ocurrencia se ha convertido en una especie de

    mortificacin que me he impuesto para pagar por las lgrimas que hice brotar de tus ojos; crimen que t perdonaste intilmente ya que nopuedo arrepentirme de haberte amado a mi manera y, aunque los aosno dejan de acumularse en nuestra historia, no puedo ni quiero dejar

    de aferrarme a ti...Sin embargo, debo confesar que cada vez con ms frecuencia

    me domina la idea de que es mejor desistir, dejar este caprichosointento de escribir y echarme en algn lugar a esperar la muerte. Se

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    me ha cansado el corazn de palpitar y t, Maurice, ya no vienes arevivirlo!

    Luego de tomarme unos das para pensar, creo haberrecobrado el nimo y la coherencia. As que continuemos donde dejesta historia, justo despus de que Maurice me abraz aquel da...

    l se asegur de que yo despidiera a mi amante y se dedic a

    distraerme para que no volviera a beber. Era el estricto capitn de unregimiento indisciplinado; me obligaba a ir a la cama temprano y alevantarme antes que el sol para caminar por los bosques hasta unlugar que haba descubierto, un lugar en el que el amanecer poda versecon toda su majestuosidad.

    El ocaso y el comienzo del da eran temas obsesivos para

    Maurice. Cada uno era para l como una exclusiva pintura de su Divino Artista. Siempre comparaba su vida con estos momentos del da, conese instante en que el da y la noche se abrazan para que uno de ellosengendre al otro al morir.

    _ As es la vida muchas veces... me dijo en uno de aquellosmemorables das- estamos en la luz y nos sentimos a oscuras o al

    contrario, nos creemos iluminados pero en realidad caminamos aciegas en medio de una noche terrible. A veces puedes confundir elamanecer con el ocaso y el fin del da con su comienzo. Es comoconfundir la ganancia con la prdida y una desgracia con una

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    oportunidad. El problema es nuestra incapacidad para discernir cul escul.

    _ Yo estoy completamente a oscuras... le respond mientras laluz del sol naciente hera mis ojos.

    Maurice juguete un rato con su mano en el agua del ro junto al que se haba sentado. Yo estaba a unos pasos, recostado a unrbol; hacamos juntos un cuadro apacible...

    _ Un da amanecer y la oscuridad terminar definitivamente

    dijo gentilmente, como si me hiciera una promesa _ Cada da amanece y al final la oscuridad regresa. le repliqu,

    me senta abrumado y molesto sin que existiera una razn especfica,mi existencia entera me hastiaba Yo soy como t has dicho, estoy enla luz y, sin embargo, mi alma est sumida en la sombra. abandon lasombra del rbol exponindome al sol

    _ Abra los ojos entonces, Monsieur, y deje que la luz entre- medijo ponindose de pie de un salto y mostrndome el hermoso paisajeen que estbamos sumergidos.

    l tena esa expresin inteligente que le haca irresistible,saba que acababa de darle la oportunidad que esperaba para tocarciertos temas. Me qued mirndole por un momento sopesando la

    situacin, era tan simple sonrerle y hacer girar la conversacin haciaalgn asunto ms inofensivo, era tan fcil hacer de ese momento unoms de tantos en que hablbamos sin profundizar en nada Pero, saba

    que tarde o temprano l querra ahondar ms y yo quedara tal y comoestaba ahora: Expuesto.

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    Para qu postergar el momento? Acaso no me agobiaba laincgnita de saber si l huira aterrado al ver mi verdadero rostro? Antes de que mi corazn le necesitara ms, decid arriesgarme a ser

    desterrado del suyo. Regres a mi refugio bajo las ramas, me recostal tronco cruzando mis brazos y le pregunt con malicia:

    _ De qu luz estamos hablando?

    Maurice sonri, al fin el esperado debate comenzaba.

    _ De la luz sin ocaso

    _ Eso pens

    _ Mi querido Monsieur, no s si sus sombras y las mas sonsemejantes, pero s estoy seguro de que el amanecer que espero lasdisipar para ambos agreg esto con una intimidad que bastabapara hacerme llorar; tuve que sobreponerme a m mismo paramantener mi actitud.

    _ En realidad, Maurice, no creo que nuestras sombras tenganalgo en comn. Adems, por lo que a m respecta no hay amanecerpara nadie.

    _ Por qu?- Ya haba logrado desconcertarlo

    _ Porque el sol que esperas no existe.

    _ Ah, Monsieur, si cree que lo que ha hecho con esa mujer le haalejado de Dios, - coloc sus manos sobre mis hombros y acerc su

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    hermoso rostro mientras enfatizaba cada palabra: - Se equivoca! Diostiene tanta misericordia que ya debe haberle perdonado.

    _ No me has entendido- murmur alejndome de l.

    _ Entonces, perdone mi torpeza y explqueme todo como se hacecon los nios pequeos.

    Aspir profundamente, como quien se prepara para una ardua batalla, y arremet contra l con un tono casi autoritario.

    _ No me importa si Dios me perdona o no porque no creo que

    Dios exista. Piense un poco mi querido amigo, si existe Dios en estemundo lleno de dolor y sufrimiento y ese Dios es quien lo ha creadoas, qu esperanza nos queda? La nica esperanza del hombre para vivir con algo de cordura es que ese Ser Supremo, que goza en vernossangrar, no exista. Esta maldita vida a la que hemos sido condenadosser ms llevadera si no hay un carcelero espiando nuestro drama y

    amenazando con enviarnos a una mazmorra ms horrenda si noseguimos sus reglas. Ah, y por supuesto que soportar esta miseria acambio de una eternidad dichosa me resulta una cruel estafa! As quepara m no hay Dios y esta vida es un absurdo al que me he vistoobligado por la fatalidad.

    Me qued mirndole con firmeza, los puos crispados y la

    respiracin agitada. Senta el cuerpo caliente y mi mente embriagada.En el fondo estaba aterrado pero decid no arrepentirme de miconfesin, deseaba ser aceptado por l tal y como era. Si iba a darme suamistad, quera lo hiciera a pesar de no merecerla; quera que vieratodo lo sucio, feo y desagradable que yo era; que sintiera toda la

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    oscuridad que tena dentro y, si an poda abrazarme como lo hizoantes, entonces me habra salvado...

    Pero su rostro decepcionado y afligido me indic que era el fin.

    _ Si quieres marcharte lo entender- Logr decir con el pocoaliento que me quedaba.

    Di media vuelta y me encamin a la casa. Cada paso me parecidoloroso, tuve que esforzarme por contener el impulso de echar acorrer y a la vez no tuve el valor suficiente para mirar atrs o esperar

    hasta que Maurice reaccionara. Mi corazn comenz a agonizar.No volv a saber de l hasta la cena, durante la cual apenas

    pronunciamos algunas palabras de cortesa. Por supuesto que no meatrev a mirarle, tema verme juzgado por sus hermosos ojos, esos quese tornaban dorados cuando su humor no era bueno, pero logrpercibir que Maurice estaba incmodo y profundamente triste.

    En cuanto pude me desped para encerrarme en mi habitacin.l me sigui en silencio y con un gesto firme no permiti que cerrara lapuerta tras de m. Entr con la mirada baja y los labios fruncidos, yoesperaba una lluvia de improperios mas l comenz a llorar y entresollozos pronunci las palabras que yo menos esperaba:

    _ Perdneme, he sido un egosta!

    Abr los ojos hasta ms no poder y aunque tambin abr la bocano pude pronunciar palabra. Mi Maurice me peda perdn a m quenecesitaba ser perdonado por l! Perdonado por el crimen de unaexistencia sin sentido. Perdonado por respirar sin saber para qu.

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    Perdonado, en fin, por ser yo y no poder ser otra persona. Y antesemejante despojo humano vena aquel precioso joven a bajar sucabeza y suplicar misericordia... Mi mundo gir vertiginosamente y fui

    corriendo a abrazarlo para que dejara de deshacerse en llanto. _ He sido un egosta -continu- Vine buscando su ayuda y no vi

    que le haca sufrir.

    _ T no has hecho tal cosa.

    _ Quera tanto que volviera a ser el mismo de antes, que no me

    di cuenta del terrible momento que vive su alma. La verdad es que yomismo estoy en tinieblas y quera su luz.

    _ Calma Maurice, mis tinieblas son mis tinieblas. T no hashecho nada para aumentarlas. Todo lo que te dije -mi voz se volvi unsusurro avergonzado- fue para que me conocieras tal cual soy.

    _ Lo s! grit revolvindose en mis brazos para encararme,pude ver su enormes ojos que parecan dos soles anegados en lgrimas-Pero yo deseaba al antiguo Monsieur Vassili y por eso le he herido!

    _ Fue una herida muy leve. Ver ahora qu no me rechazas es unalivio muy grande.

    _ Cmo podra rechazarte?- Puso sus manos en mis hombros yme sacudi con vehemencia- Yo s bien lo que es estar en la completaoscuridad, porque yo lo he perdido todo y ya nunca podr ser el mismode antes. Yo le entiendo... Yo te entiendo Vassili y a partir de esemomento Maurice dejo las formalidades. Ya no fui ms Monsieur sino

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    simplemente Vassili. - Se abraz a m y llor, llor por horas y llor conl.

    Volvi a hablar cuando sus lgrimas se agotaron. Ante misinterrogantes, mi amigo fue haciendo un amargo y minucioso relato enel que me recordaba que, por las intrigas de sus enemigos y el caprichode un Rey, la Compaa de Jess haba sido erradicada de todoterritorio perteneciente al Reino Espaol haca casi dos aos. Debido aesto los Jesuitas haban sido obligados a abandonar las Reduccionesdel Paraguay, donde Maurice haba encontrado su paraso.

    Este era un golpe mortal para la Compaa de Jess que yahaba sido erradicada de Portugal y Francia y ahora tena al poderosoCarlos III sumndose a la lista de sus enemigos sin que ellos realmentele hubieran dado motivos. A Maurice le volva loco que todos suscompaeros Jesuitas y sus amadas Reducciones terminaran siendo vctimas de un juego de poder. En qu haban faltado los padres a la

    Corona espaola para que esta los echara de sus tierras? El Rey nopensaba responder a tal pregunta, reservaba las razones para

    semejante decisin en su real pecho.

    _ Buena manera de admitir que le faltan razones y le sobramezquindad al expulsarnos - gru al referirse a la famosa expresincon la que el Rey de Espaa haba cerrado toda posible discusin sobre

    el asunto Creer que habamos causado el Motn de Esquilache noslo muestra que es un ciego sino adems un sordo incapaz de escuchara su propio pueblo que lo nico que peda era pan. Si quera unculpable del motn slo le haca falta verse en un espejo junto a su cortede Ministros intiles - Y comenz a enumerar todos los servicios que

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    la Compaa de Jess haba prestado a la Corona espaola y todos losdesaciertos de cada ministro de Carlos III.

    Me hizo recordar en ese momento lo que su hermano habacomentado, aos atrs, acerca de su ingenio: Maurice an en medio dela selva no haba perdido pista del los vaivenes polticos de las corteseuropeas. Al escucharlo tambin pude ponerme en su lugar, l seencontraba a salvo gracias a su familia pero miles de sus Compaerosno corran la misma suerte. Qu les esperaba a todos aquelloshombres obligados a dejar todos los territorios espaoles y que ya

    haban sido desterrados de otros Reinos bajo el dominio de losBorbones? Seguramente la miseria, casi les compadec.

    Era indignante para mi amigo imaginar a sus compaerossiendo llevados en psimas condiciones rumbo a las tierras pontificiasdonde nadie los esperaba con los brazos abiertos por ser una grancantidad de bocas que alimentar.

    _ Pero s que nos sobrepondremos porque sabemos vivir en lapobreza y en la abundancia, Vassili. Lo que realmente me atormenta esla suerte de aquellos que nos haban sido encomendados por el Seor.Qu ser de los Guaranes en las Reducciones? Los malditos Paulistassiguen tras ellos para venderlos como esclavos y no les importartraspasar las fronteras para cazarlos. Y si los que han tomado a sucargo las Reducciones los obligan a trabajar sin descanso? Lestealguna vez lo que Las Casas escribi? Pues es nada comparado con loque los Paulistas son capaces de hacerles a los Guaranes! Al menos hay

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    leyes Espaolas protegen a los indgenas, aunque nadie tengarealmente intensiones de hacerlas cumplir en las Colonias, pero nadaprotege a un Guaran bajo el Dominio Portugus...

    Recuerdo haberle dicho que los escritos de de Fray Bartolomde Las Casas no eran algo que pudiera encontrar en mi biblioteca y quesimplemente nunca me haba interesado por las colonias espaolas oportuguesas.

    Maurice puso entonces ms empeo en ilustrarme la enormediferencia que exista entre la vida en una Reduccin regentada porJesuitas y la vida en otro tipo de asentamiento como las Encomiendas,donde los espaoles y portugueses obligaban a los indios asometrseles y trabajar para ellos justificndose en que les estabancivilizando. Jornadas interminables de trabajo y ningn trato humano,eso era lo que les esperaba a los Guaranes sin los hijos de Loyolaejerciendo una gua paternal y esto le preocupaba ms que su propio

    futuro.Mi querido amigo haba pasado pocos aos entre aquellas

    gentes, aos hartos conflictivos pues cuando se embarc al Paraguayapenas haba transcurrido una dcada desde la Guerra del Guaran y

    los Jesuitas concentraban todo su esfuerzo en reforzar y mantener lasReducciones que haban sobrevivido a esta tragedia. Tragedia que

    nunca hubiera ocurrido sin el pacto territorial entre Portugal y Espaaen 1750.

    _ La Corte Espaola no conoca la belleza de los pueblos quesacrific para obtener La Colonia del Sacramento -Maurice siempre

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    mostraba una furia contenida y una imparable elocuencia cada vez quetocaba este tema- Los guaranes llevaban casi un siglo enfrentndose alos Portugueses para defender sus territorios y lo hacan en nombre del

    Rey de Espaa, saban que la Corona Espaola los considerabasbditos mientras que bajo Portugal slo seran objetos para ser vendidos al mejor postor, cmo podan de la noche a la maanaadaptarse a quedar bajo el dominio portugus slo porque un papelfirmado a miles de kilmetros lo determinaba as? Fue inevitable quese levantaran en armas!...

    Yo tena otras ideas respecto a la Guerra del Guaran pero erantodas basadas en rumores que se cultivaron como malas hiervas en loscrculos Jansenistas a los que pertenec. La verdad es que Maurice tenarazn y la corona espaola haba hecho un mal negocio con el Tratadode Madrid, tanto as que termin anulndolo una dcada despus. Sepodra decir que slo haba servido para provocar el derramamiento desangre.

    Al llegar al Paraguay Maurice vio desde lejos las cenizas de las batallas, estas se haban desarrollado en los territorios traspasados alReino de Portugal y l fue enviado a una de las Reducciones quepermanecieron bajo el dominio espaol. Pero le bast escuchar a losguaranes y jesuitas sobrevivientes contar los horrores vividos para queen su corazn se sembrara un inconmensurable anhelo de justicia y unaprofunda desconfianza hacia los monarcas.

    Me resultaba irnico el hecho de que mi joven amigo no lleg aconocer el esplendor de las Reducciones del Paraguay, sino laincertidumbre ante el futuro de esta empresa y el empeo por seguir

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    adelante de aquellos que crean firmemente que la Gloria de Dios seconsegua dando una vida digna a los guaranes. A ese empeo Mauriceconsagr todas sus fuerzas y todo su talento.

    Para los Jansenistas y dems enemigos de la Compaa deJess, las reducciones eran el intento de los malignos hijos de SanIgnacio de Loyola de construir su propio reino en la tierra. Para m lasReducciones de los jesuitas en el Paraguay eran simplemente unargumento que poda usarse en su contra lo mismo que a su favorgracias a todos los rumores que se tejan a su alrededor. Entre los

    Ilustrados haba quien admiraba esta empresa y la expona como unsigno de lo ms elevado del espritu humano.

    Para los Jesuitas era la alternativa a las Encomiendas, que yahaban probado ser poco eficaces porque lo sembrado por losmisioneros quedaba desecho por los maltratos que los encomenderospropiciaban a los salvajes. Mientras que con las Reducciones los hijos

    de San Ignacio consiguieron un sistema de evangelizar a los indios queno necesitaba la asociacin con soldados y, al depender directamentedel Rey de Espaa, podan ser independientes de cualquier autoridadlocal. Y para Maurice las Reducciones constituan un acto de Justicia,un paraso fraterno donde los guaranes podan vivir como hijos deDios.

    Con el tiempo descubr que tambin significaban algo ms: miquerido e inocente amigo se haba enamorado de la obra en s misma,de su dinmica y su estructura. Halagaba la idea y la forma,considerndola como la puesta en marcha de una Teocracia organizadahasta los ms mnimos detalles, una nueva sociedad en dnde los vicios

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    que campaban en las ciudades del Nuevo y Viejo Mundo no tenanentrada.

    Tambin haba sido seducido por la exuberante selva, lossoberbios saltos de agua y, sobre todo, por aquellos salvajes queposean una deslumbrante capacidad para lo hermoso y noble. Mauriceencontr entre los guaranes y los jesuitas del Paraguay los hijos, losamigos, los maestros, los hermanos que haba aorado toda su vida.De ah que ser desterrado de aquel lugar signific una tragedia: Susilusiones aplastadas, su alegra cortada de cuajo, sus compaeros

    desterrados, sus amados guaranes humillados y esclavizados. Todauna utopa convertida en cenizas

    Aunque yo odiara a los jesuitas y despreciara la polmicaempresa que fueron las Reducciones, no poda menos que conmovermeante Maurice. Haba sido arrestado y obligado a abordar un barcorumbo a Espaa. El exilio, la prdida de la libertad y el terrible viaje

    en condiciones inhumanas no le haban rozado el alma. Vivi todoaquello aferrado a su fe, confiado en que estaba compartiendo la cruzde su maestro y que, como todo jesuita, tena de pasar por eso paradistinguirse en el servicio de su Seor.

    Yo no sala de mi asombro, aunque Maurice era discreto alexhibir su fe ante m, un ateo nefito a quien l obviamente pensaba

    hacer volver al redil, no poda disimular el fuego de su pasin poraquello en lo que crea.

    _ Esos eran tiempos de luz. Incluso el desconcierto ante laprdida de las Reducciones estaba sosegado por la esperanza de

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    recuperarlas. Me consideraba feliz incluso si mora en prisinofreciendo mi vida por los guaranes y la Compaa. Pero me fuearrebatado el cliz y a cambio me dieron a beber hiel.

    sa hiel fue su salvacin: Su padre y su to movieron todas susinfluencias para rescatarlo. Posean un aliado poderoso en la corte deCarlos III, el cuado de su madre: el Duque de Merio.

    Lograron sacar en secreto a Maurice de prisin y borraron sunombre de cualquier registro o acta del proceso en su contra. Fue unafortuna que las malas condiciones en que mantuvieron a los Jesuitasdurante el viaje haban mellado la salud de Maurice y no opusoresistencia cuando su to personalmente lo sac de la celda.

    Cuando recuper la conciencia ya estaba en Francia y comenzsu agona y el calvario de quienes le amaban. No slo aborrecihaberse librado de la prisin sino que se neg a comer y rechaz las visitas de los doctores. Su familia crey que haba perdido la razn puespasaba los das intercalando una ira salvaje con el ms pasivoabatimiento.

    _ Les dije palabras terribles, era incapaz de agradecerles que mesalvaron la vida pues al mismo tiempo me haban arrebatado todo.

    _ Preferas morir en prisin?

    _ Al menos ah todo tena sentido. Estaba con mis compaeros yno haba sufrimiento que no pudiera soportar. Nada de lo que pas enprisin o en el barco era comparable a lo que sufran mis hermanosGuaranes as que todo lo ofreca por ellos con la firme voluntad demorir en cautiverio o salir a restaurar las reducciones. No estaba

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    preparado para terminar en casa de mi padre, libre y alejado de laCompaa porque ya estaba desterrada de Francia.

    Efectivamente, un ao despus de la partida de Maurice a lasReducciones la Compaa de Jess haba sido desterrada por elparlamento francs.

    _ Toda mi vida ha quedado a la deriva. He perdido mi camino yan no entiendo por qu.

    _ Por los poderosos enemigos de una no tan poderosa Compaa

    de Jess. Debiste escoger mejor donde consagrar tu vida. _ Todava no me arrepiento de ser Jesuita y de haber sido

    misionero en el Paraguay. Si tuviera oportunidad volvera a hacer todoen la misma forma en que lo hice.

    _ Y moriras en prisin?

    _ O en la misma selva.

    _ Todo lo que dices carece de sentido y me angustia verte sufrirde esta forma. Me gustara arrancar ese corazn jesuita que tienes parahacerte agradecer que ahora eres libre.

    _ Libre para qu? Para desfilar por las pasillos de Versallesgastando mi vida comiendo y bebiendo hasta hartarme? Ese tipo vida

    me parece despreciable. Yo quiero ser Jesuita! Quiero volver a lasReducciones del Paraguay! Por qu ahora parece que el mismo Seorcierra las puertas que l mismo abri ante m?

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    Y est no era la nica pregunta que se haca al respecto. Dentrode su cabeza pululaban las peores dudas: Cmo poda un rey ser mspoderoso que Dios? pues si algo le quedaba claro a Maurice es que Dios

    no poda querer el fin de las Reducciones y a los Guaranesperjudicados.

    Y era imposible que toda la intriga que llev a la cada de laCompaa en Portugal, Francia y Espaa fuera voluntad de Dios.Entonces slo quedaban opciones amargas: Dios no exista; Dios eraimpotente ante el mal humano; Dios era impasible y no se conmova

    ante el sufrimiento de sus siervos; Dios haba impuesto el dolor comoescalera para llegar al cielo y este mundo no era ms que un lugar paraponernos a prueba.

    _ El Dios que se revel en Jesucristo no es as... - asegurMaurice al final

    No tuve que decirle a Maurice que Jesucristo termin en unacruz pues la expresin de su rostro me hizo ver que lo tena bienpresente. Estaba ante un dilema y no le gustaban las respuestas queencontraba.

    _ Debe haber algo ms... est lo del libre albedro pero igual medeja insatisfecho pues, si Dios deja libre al hombre para que destroce asus semejantes y slo lo juzga al final de su existencia, qu esperanzale queda a las vctimas que no pueden defenderse del tirano mientrasestn en este mundo? Cmo se puede vivir sin aspirar a que exista la justicia entre los hombres?

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    Mientras le escuchaba constat el tamao de su sufrimiento;Maurice tambin flotaba en un mar oscuro sin saber cunto tiempotena antes de hundirse en la ms absoluta desesperacin. Entonces fui

    yo el que silenciosamente tuve que pedir perdn por no haberme dadocuenta de su situacin y me propuse, con todas mis fuerzas, ayudarlo,escucharlo, sacarlo de sus tinieblas y, cosa increble, mi dolor y mioscuridad perdieron toda importancia.

    Por eso hice a un lado mi recin proclamado atesmo y dije loque pens que podra consolarle:

    _ Dios es un misterio, Maurice, y ante un misterio lo nico quepodemos hacer es esperar a que l mismo se desvele. Pero, por lo quesabemos de Dios hasta ahora, creo que tienes razn en que l no puedequerer el sufrimiento de tus Guaranes ni el de tus Jesuitas, as quetoda esta desgracia es obra de las intrigas de los que vieron en laCompaa un peasco que les haca sombra y de Reyes estpidos que

    no son capaces de escuchar consejos que no vengan envueltos enlisonjas Por otro lado, aunque suene egosta decirlo, el que regresaras

    de las Reducciones ha resultado en un bien para m. Me has salvadosacndome de un horrible pozo lleno de deshonra y miseria.

    Maurice abri los ojos desmesuradamente, su rostro se ilumin,su cuerpo se fue enderezando como el de alguien que despierta poco a

    poco y la ms encantadora de las sonrisas vino a adornar su rostro. _ Vassili, acabas de hacer que amanezca!

    Sent una gran alegra al verle animado otra vez. Ms adelanteme dara cuenta que acababa de perder la nica oportunidad que tuve

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    de vencer a mi mayor rival en el corazn de Maurice. Incluso he llegadoa cuestionarme de dnde surgieron aquellas palabras, si fueron puestasen mi boca por un odioso titiritero o si se deban a la suerte. De lo que

    s estuve seguro desde ese da es que poda ser feliz haciendo feliz a otrapersona y que la persona que ms deseaba hacer feliz era Maurice.

    Gracias por leer

    Engendrando el Amanecer.

    Para m es muy importante saber tu opinin,

    por eso me hars muy feliz si visitas mi blog ydejas un comentario

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