EN TORNO A LA POES~A

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ALGUNAS NOTAS EN TORNO A LA POES~A ne WC FÉLIX GRANDE "Escribo para vosotros, testarudos, calamitosos seres que deambuldi~en este laberinto aarietado de nuestro siglo". F. G. E:: paE=rap,c. & !iteratfira española r l ~ pnqgiierra, la personali- dad y la obra de Félix Grande se han ido situando en un lugar muy des- tacado; y ya sé que no se trata de ninguna competición deportiva, ni de ningún "hit-parade" al uso: pero es innegable que la postura de Félix Grande como escritor, muy espacialmente después de Blanco Spirituals (libro reconocido por muchos como el "vademecum" de las jóvenes gene- raciones de poetas), ha adquirido una solidez y una fuerza que justifican, por sí solas, estas notas de acercamiento que, más que un intento critico, suponen una lectura más o menos detenida de su poesía, un intento de definición y comprensión que, al propio tiempo, describa las coordenadas basicas sobre las cuaies se asienta y construye todo el andamiaje de su es- critura. El mismo ha declarado recientemente que su poesía atraviesa aho- ra por una etapa de replanteamiento, de reflexión sobre lo hecho; que se haya implicada en una búsqueda de nuevos ámbitos de desarrollo, de nuevas tierras de labor: "Cuando corregí las pruebas de Biografía ... me cuenta de que no podía solidarizarme completamente con toda la car- ga de tristeza y aun de apatía que existía en gran parte de ese volumen Dicho de una forma más precisa: hasta hace poco me resistía a usar la pa- labra felicidad, y ahora me resisto a no usarla. Tal vez por esta razón es por la que el libro que actualmente escribo es una dilatada reflexión so- bre el erotismo, un erotismo considerado como conflicto (pues no vivi- mos en un paraíso del cuerpo, no hay paraísos), pero considerado también como un derecho" (1). Por ello. y aun a pesar de esa especie de borrón y cuenta nueva que Félix Grande ha declarado, me voy a permitir esta incursión por sus cinco libros editados hasta el presente, y a precisar algunos aspectos sustanciales de una de las obras más peculiares y defini- torias de la nueva generación poética española. A Félix Grande se le encuentra habitualmente en los áticos del Insti- tuto de Cultura Hispánica, de Madrid, pero si alguien interrumpe su ner-

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ALGUNAS NOTAS EN TORNO A LA POES~A

ne W C

FÉLIX GRANDE

"Escribo para vosotros, testarudos, calamitosos seres que deambuldi~ en este laberinto aarietado de nuestro siglo".

F . G.

E:: paE=rap,c. & !iteratfira española r l ~ pnqgiierra, la personali- dad y la obra de Félix Grande se han ido situando en un lugar muy des- tacado; y ya sé que no se trata de ninguna competición deportiva, ni de ningún "hit-parade" al uso: pero es innegable que la postura de Félix Grande como escritor, muy espacialmente después de Blanco Spirituals (libro reconocido por muchos como el "vademecum" de las jóvenes gene- raciones de poetas), ha adquirido una solidez y una fuerza que justifican, por sí solas, estas notas de acercamiento que, más que un intento critico, suponen una lectura más o menos detenida de su poesía, un intento de definición y comprensión que, al propio tiempo, describa las coordenadas basicas sobre las cuaies se asienta y construye todo el andamiaje de su es- critura. El mismo ha declarado recientemente que su poesía atraviesa aho- ra por una etapa de replanteamiento, de reflexión sobre lo hecho; que se haya implicada en una búsqueda de nuevos ámbitos de desarrollo, de nuevas tierras de labor: "Cuando corregí las pruebas de Biografía ... me $í cuenta de que no podía solidarizarme completamente con toda la car- ga de tristeza y aun de apatía que existía en gran parte de ese volumen Dicho de una forma más precisa: hasta hace poco me resistía a usar la pa- labra felicidad, y ahora me resisto a no usarla. Tal vez por esta razón es por la que el libro que actualmente escribo es una dilatada reflexión so- bre el erotismo, un erotismo considerado como conflicto (pues no vivi- mos en un paraíso del cuerpo, no hay paraísos), pero considerado también como un derecho" (1). Por ello. y aun a pesar de esa especie de borrón y cuenta nueva que Félix Grande ha declarado, me voy a permitir esta incursión por sus cinco libros editados hasta el presente, y a precisar algunos aspectos sustanciales de una de las obras más peculiares y defini- torias de la nueva generación poética española.

A Félix Grande se le encuentra habitualmente en los áticos del Insti- tuto de Cultura Hispánica, de Madrid, pero si alguien interrumpe su ner-

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viosa labor, si alguien se acerca hasta allá arriba en el ruidoso y tamba- leante ascensor, nuestro hombre se ve precisado a buscar acomodo en lugar más seguro: en torno a las mesas del bar del Instituto. Allí puede existir una mayor confusión; desde luego, es mucho más, y mayor, el rui- &, ia geiiie surle ebtcil siempre esperarido por algún siiio desucupado; hay a todas horas un ambiente de provisionalidad vertiginosa, pero tam- bién la cordialidad y la conversación pueden ser más espontáneas, más fáciles. Vlti-axentn, Félii: ha cdgudo u !a püertü de SU oficina .u:: cartc- lito de "no molesten" muy curioso, e irónicamente retórico. Este es el ambiente de su figura descompuesta, huesuda, angulosa; de su mirar pe- netrante: de su pausado hablar rotundo, ron iina segiridad ~ n v i d i a h l ~ Maneja sus largas y afiladas manos con agilidad notoria, y siempre brota afable su palabra y su amistad. A veces, sin quebrar el discurso, sin que allí se note nada, deja caer la ironía fría, la alusión grotesca, pero nada parece denunciar la peripecia vital de este hombre que, sin embargo, está plenamente ligada al desarrollo de su poesía.

No ha podido elegir, pues, con más acierto Félix Grande al titular la edición conjunta de sus cinco libros de poesía: Biografía (2). Si existe alguna nota común, alguna coyunda sustancial de su trayectoria poética, ésta tiene que ser ia adecuacion perfecta de su poesía con su desarrollo vital: ambiente, situaciones, una historia propia, irán determinando, con toda precisión, las sucesivas etapas que la escritura de Félix Grande ha de ,..L:, a U u L l a !u k g o de su progresivo d e s a ~ u i i u . Y quiero hacer hincapié, io primero, en el hecho de la calidad dinámica de su poesía; quiero dejar bien sentado que su poesía camina, se desarrolla, vive, se mueve, a tra- vés de !a e u n ~ r i ~ n c i a vital. Se trutu de una p ~ e s i a quc r,u 2s sitüaciu~a!, de una poesía surgida al ritmo de la marcha y que alienta o desmaya según las circunstancias, pero que siempre se siente obligada a estar pre- sente, y actuante. Y más: la actuación externa de eqos e l ~ ~ ~ n t n c . circilns- tanciales aludidos va a generar, por sí misma, el desarrollo de una temá- tica peculiar y de unas formas también peculiares, de las que el poeta sabrá hacer buen uso. Temática que va nutrida de múltiples experiencias en las que cada elemento adquiere indudable protagonismo:

Sé que me mimo igual que si yo fuera mi juguete pequeño del rincón mi navío de corcho w i e echo a l cstanqve y que zozobra porque tenía una vela de tela gruesa de remendar, de tela burda e incapaz como un niño, ahora lo he recordado: claro que si, está lejos, la infancia está ya nunca, se me quedó de piedra como algo que existió demasiado y un año trece borbotó en silencio.

Formas que van a ser -y volveré sobre ello a lo largo de estas reflexiones- el producto de una investigación sobre las posibilidades ex- presivas del lenguaje (3). Pero esta dinámica no se deja arrastrar por un devenir caótico, irresponsable; esta dinámica supone una búsqueda y,

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como tal, al llegarse hasta el ámbito requerido y al alcanzar el objeto p&izable, y cuando se reconoce cuál es el tiempo desde e l cual ha de enfrentarse a dicho objeto, desde el que se ha de tomar postura, entonces la aventura de búsqueda externa, se convierte en aventura reflexiva y se corifigura uiia ética pcrs~na!, una ética en 12 qi"e intervienen, ínfima- mente ligados, el poeta con su responsabilidad y el hombre con la suya. Félix Grande se ha ido dando cuenta, ha ido concluyendo a través de la experiencia, que existen ciertos y determinados condicionamientos, y cier- tas y determinadas marcas en su poesía: una especie de terror, de angus- tia, de amenaza constante por algo que puede devenir en catástrofe uni- versal ("no tengo ninguna fe en que el mundo no estalle antes de veinte o treinta años"); marcas y condicionamientos que van a convertirse en una obsesión fija, en una acuciante llamada que es necesario no desaten- der, y a la que su poesía debe dar cabida. Por otra parte, su convicción de que la actividad poética es hoy una actividad conflictiva, tanto en lo que se refiere al corpus ideológico, como en lo tocante a la dinámica de las formas expresivas. Para él -y el calificativo me parece certero- la actividad poGiica es u m aveiiiüra eii Id que se siente implicado (4); aven- tura que no es, ni más ni menos, que ese volcarse en el trabajo y en el análisis del lenguaje para alcanzar la realización total de su mundo li- terario; la plasmación eficaz y válida del mismo. Poesía difícil la de Félix Grande, poesía que se cuela entre los más incómodos intersticios del contexto personal e histórico en el que se haya inscrito el poeta; poe- sía que se carga así de un contenido más moral que social: más ético aue dialéctico, como él mismo ha confesado (5).

Cuando abrimos Biografía, desde donde se puede atalayar todo el pro- pósito coherente de la poesía de Félix Grande, leemos, con la directa y áspera escritura que caracteriza a nuestro escritor, hijo de las tierras extremeñas y manchegas, una especie de poética de urgencia, de sólida e u n v ~ c c ~ ~ i i freiite a labor: "TGdG mi cfiric se redtire 2 hcsczr rie- dad ni descanso la fórmula con que poder vocifear socorro y que parezca que es el siglo quien está aullando esta maravillosa palabra". Quiero detenerme en este subrayado mío para intentar definir, y ejemplarizar en la medida de lo posible, los porqués de una obra de tan anretada uni- dad, y de rasgos tan peculiares, como es la que nos ocupa. Ya hemos lla- mado la atención sobre esa base dinámica, de búsqueda, de capacitación para el asombro. Y me parece que habría que insistir en este punto, en tanto en cuanto nuestra poesía, y nuestras letras contemporáneas en ge- neral, se han mostrado muy remisas a dejarse perder en el albur de lo incongruente, de la experimentación; se han resistido a dejarse llevar por la real gana de la expresión, aun contando con dos maestros de la cate- goría indiscutible de Valle-Inclán o Baroja, y con un propugnador terco de tal actitud como fuera RamGn Górriez de la Serna. Que Félix Grande, desde una poesía demasiado urgente para hacer concesiones, se plantee esta cuestión de lo aventurado, del perderse en las zonas del asombro, me parece una nota más que destacable a la hora de hacer el cómputo de las razones de su escritura. Pero todavía el propio poeta precisa un poco más. Su búsqueda se hace sin piedad ni descanso. Es decir: su labor es indes- mayable, constante, a golpe de vida; a la vez qiie inequívocamente des-

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carnada, cruda. Los perfiles de su verso -esto se nota inmediatamente- son agudos, cortantes, ásperos, crudamente reveladores o cruelmente sar- cásticos. No me parece, pues, casual, ni siquiera obligada por una tradi- ción ya definida y constante en los manuales de estudio de nuestra poe- sía contemporanea, la Iiliacion vallejiana de E'elix Grande, que el mismo confiesa y mantiene ("...reafirmo hacia Vallejo una admiración que sólo morirá conmigo"). En todo caso, aquel mundo negro, resignado, constan- temente tl au~ridticadu, d veceb 1 ebeide, del exiraor dinario poeia psrua- no. se identifica plenamente con este otro que vive Félix Grande. Tam- bién la actitud de Vallejo frente a la vida tiene algo de común con la p r i n ~ n i r---- cl xri t.1 y familiar del p e t a extre=,efi= rr,ul?chegG. ;?Tu cxistc identificación postiza o accidental entre los dos, sino que se descubre una conexión mucho más íntima, mucho más de tú a tú. El dolor, el miedo, la ingenua confianza son comunes a ambos poetay romo r o m h será e1 des- arrollo poético de tales actitudes que desemboca, ocasionalmente, en zo- nas caóticas, en aludes incontenibles, e incontrolables, de palabras, de los que el poeta es en todo momento consciente y que, no entiendo por qué, parece autocensurar (6). Si esa situación se ha conseguido como resultado de una línea experimental coherente, si ha surgido como consecuencia obligada de una serie de conexiones y razones literarias y vitales, justo es que tenga y mantenga esa riqueza y esa aparante heterogeneidad que muestra. Por el mismo camino, su poesía llega a la destemplanza, a l aulli- do, a vociferar socorro. Para Félix Grande, y esto se descubre en una pri- m w a k c t ü r a , iio hay posibilidad de hace1 cuilcesiurles. La labor péi ica , como situación conflictiva que es, debe ser encarada abiertamente, con la valentía y la urgencia que el caso requiera. Veamos, si no, la declaración qne h a r ~ en la últimr parte de Lzs piedrzs (7) :

Aqui estoy con mi vida, con esta vida rara, como un bloque de miedo que tuviera a la espalda el silencioso rito de otro bloque de magia.

Y que su otro libro, Música amenazada (8), retorna nada más comenzar. Su nuevo testimonio se abre con la minuciosa descripción de ese aquí al que se ha llegado, en el que se está; de esa situación en la que, inevi- tablemente, se ve envuelto. Que es una situación histórica, pero también, y mucho, lo es personal:

Aqui, pocos pájaros;

............................................................................................................ Aqui, pocas flores;

............................................................................................................. Aquí, pocas sonrisas;

............................................................................................................

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Aquí se es miserable; unos céntimos oxidados y el medrugo de unas ideas que el miedo tritura, paciente;

Se desvela entonces su raíz filosófica existencialista, qu,e el poeta no trata de esconder ("Ciaro que mi poesia puede iianiarse exisiei~eial. ' LU - es fundamentalmente"). Félix Grande toma conciencia de su ubicación en ese decurs,o vital; del encuentro (yo diría mejor del maridaje) con su ver- ciadera siiuacióii (uiia sitúaciór; tota!izadura, u~ivcrua!), y entnnces se de- bate en ella; desde ella ataca, juzga, critica o incorpora a su poesía las mil facetas de esta localización convirtiéndola -por la misma circunstan- cia- eri un2 redidad drarriátira, en lrma a r t i t i i d -vnlvemos- conflictiva.

Así, la poesía de Félix Grande alcanza su más señalada cualidad, ccrisecliencii~ de fin camino prpvin, cle i ~ n a a n d a n m sentimental. cuyo punto de partida

(Eii E! mi! iiuvecicntus t r e h t ~ J siete (quiero decir -vean crónicas- en ese monstruoso revulsivo, que luego llaman la primera piedra -vean) 4 en esfe andadpro, n derrntern; más claro: en guerra; más lírico: en fraterna matanza, cuando cartas son biblias (;ay, destinatarios!); más concreto: cuando mueren mueren mueren mueren destrozados unos y otros y unos y otros, y entonces naces, naces: madrina Amparo viene a tu bautizo un dia de bombas,

y cuyo desarrollo ulterior

(...y llevamos la cabeza esclava entre dos piedras eternas).

son bien conocidos por el poeta, que irá completándolos, definiéndolos, a lo largo de sus diferentes libros. La vida se aparece entonces como un camino solitario e inútil en el que toda acción va perdiéndose, gastándose, huyendo:

Soledad, tú no eres un sereno vacío; tú eres esta distancia, tú eres esta impotencia,

............................................................................................................ Comprendías entonces que tu vida, tu amada vida, tu única vida, tu pobre don, parece

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una mano cerrada por donde todo huye hasta que te clavaras los dedos en ella para siempre.

y donde no le queda otra alternativa que i r denunciándolo. No se nos van narrando situaciones o sensaciones momentáneas, sino que se va de- jando sucesivo testimonio de ese paso por las diferentes circunstancias c m las que al escr,tor le es dado enfrentarse: unas veces, la violencia de su historia personal; otras, la investigación detenida y terca en torno al ser y la existencia ("Entonces, cuando el mundo te pregunte: ¿qué hicis- 4-7 / ...,.".. -.. A L.-.- :..-:-&:2..9 - - - L - .-.-- 1 3 - L - - 1 LL Z - ---- .r. , G p - A " -U- 1145 III-IOLIUV. ~ p a ~ a quc. ~ q u c te ucuu; ~u ycriaalaa yuc: el único destino de tu estirpe / debió ser haber muerto antes del naci- miento"); otras, un radical escepticismo (9) , que preside toda la labor li- teraria de Félix Grande y que aparecerá como el complemento de esa ac- ción inútil a la que ya hemos hecho mención más arriba:

mncnh-ne hnmnc =;a- . . e**.,.,.,--.," ------.," --..., la planetaria vida, la muerte planetaria, la ecuación infinita que dio sentido al a m a que sonaba en la orilla, que dio sentido al viento que silbaba en las cimas. Sentido, si, más qué se hizo de nuestras vidas.

No podremos comprender la poesía de Félix Grande fragmentada, hemos de remontarnos necesariamente, siempre, a sus implicaciones an- teriores, de las que cada nuevo libro va a ser adecuada y logiea conse- cuencia; con tan firme cohesión se nos patentiza esta obra. Porque tam- poco se aparece como una pura coincidencia el título que tiene, precisa- mente, uno de los últimos poemas de Las piedras, "Suceder progresivo", y que se construya con un marcadísimo ritmo ondulante. Precisamente a través de este proceso sus vivencias se amplían, adquieren profundidad

, . -- 1- m..- -- - m - .----tn-tn rrm-nm d n n n ; r l n r l n*r r r n l n r n n ; A m n..- l ; tnt: J , A" YUS r,, Illar) I l l l y V l l i a L l i L , S í 1 L I U I A b* I UbII~IUUU, bI I " U I V A U ~ I V I I C U U I I Y U V A -

va. Al objetivarse, al universalizarse, se impregnan de mayor calor hu- mano, de un latido más directo y totalizador. Y tal sucede porque todo el montaje de estas reflexiones sobre una historia y una situación deter- minadas por las que atraviesa el mundo, está sustentado en la concreta circunstancia del hombre que las narra. Llegados a este punto se hace preciso acudir a un importantísimo artículo de Eduardo Tijeras ( lo) , en donde además de otras alusiones muy interesantes, trata de descifrar -yo me atrevería a decir desenmascarar- las claves de una de las im- potencias más señaladas de la poesía española contemporánea. Habla Tijeras de la imposibilidad del poema, cuando éste es consecuencia de una simple narración, de una simple toma de conciencia de un problema, por muy significativo y trascendental que éste sea. Sus palabras, por lo claras, evitarán todo otro comentario: "Así, pues, el poema, o la prosa

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metida en poema, nos escamotea algo. La impugnación se extiende a otros temas. El noventa por ciento de los poetas cantan el amor y la ausencia de la amada, pero nunca se sabe qué pasa ahí, si es que el poeta se has- tió, si la amada se murió, si estaba casada, si era imposible la unión por razones "prosaicas" o si la amada era, en realidad, un hombre. Cantan la abstracción y nunca nos dan razones de tipo sociológico o patológico. Ha- blan de las cosas en sí mismas, pocas veces de los conflictos que provo- can la asociación múltiple de las cosas en sí mismas. Sospecho que los poe- tas tienen que reconsiderar las cosas en si mismas -el paso del tiempo, la muerte, el amor, la injusticia social- y prosperar un poco en torno al falso absoluto de las meras enunciaciones". En el caso de Félix Grande lo que sucede, precisamente, es que se salva este vano, esta orfandad, por- que el sustento efectivo de su poesía viene justamnete de esa explicación conflictiva de las cosas en sí mismas; porque se llega a la universaliza- ción, a la abstracción, tras una explicación a flor de piel, tras el paso por una serie de etapas que han dejado la huella indeleble de lo real, de lo que el poeta ha conocido muy de cerca. El "beso ecuménico" que nos sa- luda en el pórtico de Música amenazada no surge como algo postizo, ya viene presupuesto en los libros anteriores. No se trata de una reacción extemporánea o forzada -nada lo es en la poesía de Félix Grande-; es, más bien, la culminación de ese conocido devenir en el que se inscribe su existencia y, consecuentemente, su poesía.

Tomemos de nuevo referencia en Las piedras. Otra vez el carácter existencia1 se hace evidente: en uno de los sonetos iniciales se muestra una gradación ascendente en intensidad que va de lo sentimental a lo épico, de lo íntimo a lo trágico, de lo lírico a lo totalmente dramático. Va- le la pena trascribirlo completo por lo sintomático que me parece su des- arrollo. Juzgue el lector:

intima: ya conoces mi corazón, conoces la solvencia que tiene mi andrajosa tristeza, ya rahcr la semilla que hihita en mi P ~ ~ P I -

plagada de cizañas, de sequías y de hoces; cálida: ya has bebido mis alcoholes feroces, ya has fijado a tu dulce caliente fortaleza el yugo de mi vida perdida, en donde empieza un abismo noctiirno de pasos y de voces; mágica: ya has resuelto mi instinto de venganza en esta tarea ienta de amar, más que esperanza, desde la que recibo mi reposo profundo; trágica: ya has caído, besándolo, al contagio, >.a hczs herrdczdc el csco e!~mu.r de mi nauf-iagiq ya te arrastra la enorme velocidad del mundo.

SS, parccc, csc reccrrido ~yer-hcy=mnhns, ayuntndc pm Fernando Quiñones, el que determina su implicación desesperada en el siglo donde el hombre se ha devorado a sí mismo; donde la existencia se hace cru- damente dramática porque el hombre lucha frente a un contorno va-

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cío; un mundo donde el hombre, como nuevo Sisifo, arrastra constante- mcntc su obligado caminar

(y si has de ser leal, girarás errabundo -1-odz4-m. do1 dnmmm+*A m-+m.mZmhlm U l L I U I U V L U I1 U b U U U C L . , U..C*UI.U,,..,

como girase un perro ante la tumba de su dueño ... su dueño ... su dueño ...)

a desandar lo andado

(Has sido aaui infeliz y alyuna vez dic-hnsn. Muchos años son ya recorriendo estas calles. Como un verdín tu historia se sumerge en los muros: junto a ellos has amado y vomitado y muerto.)

a una provisionalidad impuesta

(Cerradas ya las tiendas, sin un alma, cerradas ya las calles, sin un alma, cerrada y medieval ya la ciudad: sin nadie en ella, más que mi persona que camina paciente, alucinada, tardía entre copos de nieve,

para ir descubriendo, cada día con más nitidez, la corrupción de ese mun- do, la máscara tras la que trata de ocultarse.

De ahí que en ese deambular, en ese ir recorriendo la realidad, Félix Grande se sitúe intelectualmente frente y contra ella, porque prevé des- de ei comienzo que sólo

quedará la leyenda pequeña de dos seres que se amaron, aunque ello jamás nos resucite.

Va a ser desde esta circunstancia, desde esta imposibilidad de lo puro, desde donde va a partir ia razón de ser de Música azanzada, que no es otra cosa que el acabamiento de una primera etapa, la cristalización de una serie de elementos fundamentales. Porque la pureza viene revesti- da de forma musical; no sólo como recurso estilistico, sino como clcmcn- to indispensable e inherente a esta poesía:

Lo juro: yo quisiera en esta noche extraña fundirme como un poco de música en el agua,

............................................................................................................ poner música a este desconcierto ...

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Ya desde los títulos de su primer libro, Taranto, las alusiones eran eviden- tes; como lo es su inicial vocación musical (11) y su actual dedicación a la guitarra y a la músxa popular; como vuelve a ser patente en ese afán por asumir elementos sonoros, o para aprovechar las valoraciones, aun dentro de su categoría de elemento negativo, de los silencios:

De la cohabitación, de la desgana y de lo inútiI tú empezaste. Tu herencia es el silencio; tu legado, un silencio de palabras

-- vaiüría ia pena detenerse un poco en ei concepto de ''pureza" aquí anunciado. Naturalmente, debemos identificarlo con una idea de verdad, de realidad no maleada; de despojamiento de cualquier máscara o de cual- quier hipocresía. Yo me arriesgaría a identificarlo con una desnudez total de todo aditamento distanciador, evocador. Incluso, le supondría una valoración cruel según el concepto artaudiano de la misma. Sé que cual- quier alusión, encerrada en palabras puede sembrar el desconcierto cn cl lector. El lenguaje se rebela, las denominaciones son escasas en su preci- sión y podría yo aquí despertar un equívoco que, evidentemente, no entra dentro de mi intención. Precisamente por mor de esta pureza, entiéndase, la poesía de Félix Grande es cruel, descarnada, violenta; precisamente por esta pureza, la poesía de Félix Grande es, sin duda, necesaria, reparadora, espejo exornado de nuestra verdadera faz de hombres perdidos en el la- berinto de nuestro siglo XX.

Y esta misma "pureza", este "concierto" de las fuerzas y capacida- des hmanas ve amriiazado, acosado, i - ü ~ e a ~ ü devora- dor e insaciable; que suena a chatarra; por un mundo egoísta donde

La piara se hunde en el tiempo, el amor en el miedo. Se arrima a mí la vejez prematura y una desolación de música enfriándose.

A partir de este instante, fríamente, casi con profética e implacable voz, el poeta declara la ruina de lo puro en medio de nuestro siglo que le goi- pea como gong. partir dc estc instante, 12 x t i t d de! n n ~ t a r---- re d e ~ p p de una vivencia existencia1 para acercarse e introducirse por los senderos de lo moral, de lo ético. Pero no de una ética simplista, donde todo se re- mite a las unidades bueno - malo, como conceptos netamente puros. No se trata de una ética de clisés. "Partir del orit'mismo -confiesa Félix Grande- me parece una trampa, lo contrario del realismo, la trampa de la ineficacia. Pienso que sólo se puede ser optimista si se es, a la vez, des- honesto. Por eso mi poesía no ha podido ni puede ser considerada social según la noción al uso. Poesía moral, quizá. Social, no" (12). Y en el centro de todo ese planteamiento se hallan las voces de Quevedo, de Larra o de Valle-Inclán, nuestros tres escritores donde la perietracióri nioral lleg6 a Emites más decididamente comprometidos; donde se trocó en sarcasmo, en cruda, y cruel, ironía. El escritor nos conduce a través de la realidad y nos permite ser testigos de nuestra imagen, y del contexto vital que pesa

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en torno nuestro, ambas cosas simultáneamente. Su visión llega a ser, en momentos, hiperbólica, desgarrada, pero muy en consonancia con esa cons- tante literaria española del realismo deformado que puede producir la carcajada o el estremecimiento, hasta hacernos pensar muy en serio, a veces iiasia corl iiorlur., erl esas situaciones que, con ei escritor, descubri- mos.

Este nuevo proceso, que podríamos llamar intensificador, y que se ha iniciado en Música amenazada, llega a cristalizar, a tomar su total di- mensión, en Blanco Spirituals. El poeta, como uno más de los "hijos de la ira" de Dárrisso b!onr~, f~s t i ga CCTI UUrczr, !u hipccresia, !c M s a , y e! poa-ca, que se va haciendo cada vez más un todo estructurado individual- mente, de acuerdo con sus propias e internas conexiones (no puedo silen- ciar aquí la deuda que Félix Grande contrae, en este momento de su evo- lución poética, con Octavio Paz), llega a desbocarse, a perder también los estribos, arrastrado por las propias razones que comporta. El poema se desarrolla, como afirmaba Díaz-Plaja en ABC, de "una manera continua, discursiva, apenas cortada por los términos de la unidad versal, que exenta de rima, crea un hilo de continuidad al servicio del pensamiento o tesis que actúa de eje conductor". Es más: la palabra ya deja de someterse a rigorismos sintácticos apriorísticos, se pliega, dócil, a las incitaciones que el poema como tal le impone; y el poeta sólo puede dejar constancia de estos requerimientos que, me atrevería a afirmar, son más poderosos que sus iniciales prrtensivnes. La püntüación y el ürdeii del discursü sufleri uri desajuste, y hasta las palabras se pierden como unidades de significación:

escuchamos mentar la GRANdeza del Hespiritumano y entre aullidos y caricias descaradas y guitarras eléctricas advertimos que se marea la zibilycaquión ocziDental y qiie a lo + xagradn !e nace= c i ~ n E_iedrss 19s

reúmas mientras cortázar en una novela escribe mierda de seis

formas

Se ha !lega& u! russ. Es inddui.!e. Pero y" x e pregc~tn, un2 vez más, ante tal situación, si no habrá sido una consecuencia obligada de esa andadura que se ha querido imprimir a la trayectoria poética desde sus comienzos. No se podría llegar a otra parte siguiendo, y persiguiendo, la denuncia de una sociedad y una historia de lo falso y lo hipócrita. Parece como si aquí hubiese desembocado ese río desbordado que venía siendo el discurrir de la poesía de Félix Grande. Por eso fue relampagueante la influencia de Blanco Spirituals, por eso su, digamos, coyuntura interna- cional fue buena. Más que buena, añadiría yo. De ahí los temores más o menos manifiestos de nuestro poeta frente a ese libro (13). Una postura que no dudamos en calificar de muy cauta, y certera. Félix Grande, que conoce perfectamente el oficio, sabe también de sus limitaciones y pro- cura orillarlas con tino y sabiduría. Tino y sabiduría que dan paso a una diferente actitud, a una toma de postura totalmente diferente, caundo se

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plantea el último libro de los recogidos en Biografía. Dato también muy a tener e n cuenta en tanto que supone un replanteamiento de su labor, tras la culminación de todo un ciclo de penetración intensa sobre la exis- tencia del hombre y sobre su historia en un tiempo concreto. Puedo es- cribir los versos más tristes esta noche, escrito entre 1967 y 1969, va a si- tuarse dentro de otro orden de cosas. Yo diría que existe hasta una óptica diferente a la hora de plantearse el hecho poético; es decir: el poema como trabajo creador. Si antes el poeta se sentía inmerso en ese devenir, si actuaba vital y literariamente desde la experiencia sufrida, ahora toma un muy diferente camino. Se detiene en una especie de estatismo con- templador, reflexivo, que le permite observar cómo todos passn, cómo su- ceden las cosas en torno suyo:

Pasan los siglos como mansos hueyrs 10s a c ~ n t ~ c i m i ~ n f o s como caballos con la crin dura por la velocidad. Pasan las canas en una multiplicación s~steinática y clandestina. Pasa mi padre hacia donde le aguarda el suyo. Pasan todos ~üiiiitüs Cüiiütcü, iudus aqueiius que amo. Pasa ia especie, donde habito. Pasa todo en silencio.

También, y como consecuencia, el contenido se hace más simbólico, más abstracto, y aun inscribiéndose en los esquemas temáticos conocidos, el tono es radicalmente otro; resuena en este nuevo ámbito un eco dife- rente. Más que una acusaciíin, más que una denuncia, este libro supone una advertencia; que puede ser fruto del cansancio (y me parece muy sintomático el título) de toda una feroz lucha de la que sólo ha quedado ese regusto amargo de la pregunta insistente:

;Os imagináis la humanidad errabunda por los ejidos, rumiando su dolor como una mala hierba umbría? AY esas imágenes os parecen solemnes?

que llega hasta sus Últimas consecuencias, en ciertas ocasiones, como en esa magnífica paráfrasis de Quevedo:

Y si la muerte viniera al cafetín donde llovía, la hubiera golpeado en su fosfato, hasta romperme estas dos manos con que amé y trahajo, con que pienso sobre cuerpos mor- tales, con que aparté la lluvia de mi ciiello cuando salí del cafetín, solo con lo que amo: la existencia y el mundo.

Y no hallé cosa en quc poner los ojos.

donde las imágenes (aunaue sean de muerte) desaparecen, y es la nada la Única presencia reconocible. Toda la simbología, un tanto apocaliptica, que se desprende de este último libro, nos lleva a considerar la existencia indudable de un cambio de actitud en el poeta. Cambio de actitud que se refleja inmediatamente en el lenguaje, cargado entonces de más hondas sugerencias, a veces difíciles, oscuras o ambiguas; un lenguaje en el que

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se ha perdido toda noción de la estructura versa1 y se gana, sin concesio- nes, el terreno de la prosa. Pero, en contra de lo que pudiera parecer, este campo de acción es una disciplina, mas rígida si cabe, que se impone el poeta: " ... sentí la necesidad de volver a estilizar e l lenguaje con más precisión, con menos dispersión, con mejor pulso. Entendí entonces que tenia dos posibilidades de recuperar una expresión poética más sen- timental: trabajar sobre el poema en prosa y tratar de escribir poemas muy breves; es decir, por una parte, medirme con el encarcelamiento de una libertad expresiva total (en el caso del poema en prosa) y atreverme a recoger el desafío que siempre supoce la rédacción de poemas muy bre- ves" (14)

Hasta el presente hemos intentado un acercamiento; mejor, un se- guimiento de las líneas vertebrales de la poesía de Félix Grande, y nos hemos topado, más de una vez, con las implicaciones estéticas que la mis- ma comporta. Y las últimas palabras trascritas nos aclaran cualquier du- da que pudiera haber al respecto. Para Félix Grande la labor del poeta está íntimamente ligada a esa búsqueda de elementos formales, de un len- guaje adecuado, y que colabore con el poema para alcanzar esa unidad necesaria, esa personalidad que el mismo, como estructura, debe tener. Esto hace que la trayectoria evolutiva de la escritura de nuestro poeta se corresponda con una paralela evolución de los elementos formales, así como de su empleo y justificación dentro del poema. Y por eso que con- sideremos necesarias estas notas finales referidas al mencionado problema.

Efectivamente, la disposición de los elementos expresivos va a ser la r iuia ni& reveiddura para señalar el paso o transición en este desarroiio sucesivo en el que, hemos convenido, se configura su mundo poético. En Las piedras, por ejemplo, los miembros de la estrofa se distribuyen esca- lonadamente, dejando entre ellos lugar a la explicitación de su contenido. Hay una especie de consciente gradación que, cómoda para el lector, le deja penetrar sucesiva y evolutivamente en lo que se le está planteando. En Música amenazada, esta traslación agobia por su dureza, por ese ver- tiginoso desarrollo que la posee. No hay clarificación en un tiempo y lugar destinados para ello, sino que todo surge, de improviso, amontonado, incon- trolable:

(Te ha rodeado la vida, o la muerte, o el tiempo como una inundación o un terremoto, como una asfixia vasta o como un vasto ejército, como una oscura cárcel, como un oscuro invierno; y estás inerme, estás perdido, estás sumado; encanecido; viejo.)

para hacerse, más tarde, una acumulación negativa, una abundancia que inunda y destruye, que consigue derrotar al hombre, nota que fuera ca- racterística, también, en el teatro de Ionesco:

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es como un m ~ g a t ~ r i n de & d i c h a alge mnnsfninsn y moribundo

habéis invadido la ciudad sois la ciudad venís IIorando vuestros muertos recordando vuestras torturas contando calderilla inclinandoos como ancianas espigadoras y vais subiendo los cinco pisos de la escalera y pasáis con dificultad por el corredor de mi casa circulando despacio avanzando como un corrimiento de

tierra paquita por favor llévate de aquí el sillón y la radio $c.l+- -em-A- 1--4:----- -..- l..- ---*u vuyuriv s ivu iuuri i i iui i ivo ~ v i i iua ruuua

tengan la bondad hagan un esfuerzo perniítanme abrir la ventana ... se ve abajo la multitud uno queda perplejo qué calle

tanta infelicidad es inimaginable espectacular oceánica es el reverso de lo majestuoso.

Así la poesía de Félix Grande se va poblando de multitudes, con la invasión de objetos y personas que arrinconan y andan la presencia del poeta, que todavía se resiste a perecer, pidiendo socorro y ayuda a las palabras:

Luego vino el fracaso de los médicos, el fracaso del desen- freno, el fracaso de la esperanza: mi libertad crecía como otra deuda, infintesimal y celular. Todo era libertad y desgracia. Vomitó un juramento increíble y entonces, sólo

pe& a sücürrü a las pa;abieas.

Pues, danzarines, espúreos, genuflexos, abominables, ¿qué imaginábais que fuese un poeta?

Aquí, en esta Biografia que cuImina en Puedo escribir los versos E& tistes esta noche, se encic.ra tuda -.:-:A- . .oi,ll 4-4- ,,,,!Ld?ora :-- de !a exis- tencia (el Félix-niño y el Félix-viejo, de que hablara Fernando Quiño- nes); en esta Biografía laten, y se muestran en toda su crudeza, esos dos extremos inconciliables de su obra: la ingenuidad de la pureza perdida y el crudo congelarse de su concierto amenazado. Félix Grande, que es poeta, y poeta que ve más allá, que es, casi, casi un visionario, confesará, no sin cierta ironía, no sin cierto desparpajo que "el último de los libros incluido en Biografia, está fechado en el 67-69; es decir, con relación a la fecha de mi fallecimiento soy ahora unos años más viejo; pero ocurre que ahora me siento bastante más joven que en la época de Blanco Spiri- iuais. En un iibro que ahora estoy escribiendo, descubro una mayor vita- lidad física e incluso expresiva. Supongo que esto se deberá a que voy aprendiendo a resolver o soportar los conflictos con mayor entereza o mayor serenidad" (15).

Félix Grande ha reconocido esas limitaciones que su trabjao le ha impuesto. Ha comprendido que todo un mundo poético se ha exprimido

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hasta las últimas consecuencias, que ya ha satisfecho todas las necesidades de todo un ciclo que ahora, definitivamente, se cierra, y busca, interesado, ese escape necesario, ese no detenerse en la búsqueda y en la aventura insospechada y rica de la creación literaria. Cuando habla de vitalidad física y expresiva nos está poniendo sobre la pista de su "suceder progre- sivo". Su voz áspera y aséptica, ha traspasado la frontera de lo existen- cial doloroso, para penetrar en los caminos de otro conflicto más arduo, y Üe muy aiieren~es concesiones y vaioraciones: ei üe un erotismo, tam- bién conflictivo. Félix Grande ha abierto su poesía a otros vientos, pero eso no quiere decir que se haya exigido para ello una claudicación una . , -,.--P..-.. A,. m..:-,,:m:,.,. iir;5crLlvil y l i i ibrylva. La base cunflictiva y critica de SU lcrliür iiü se ha perdido; es más, es radicalmente necesaria, tanto en lo que a temática se refiere, como a la búsqueda de nuevos cauces expresivos. Y esta labor a l ~ r t a d a , eqtn rnnr ienr ia i n q a t i s f ~ r h a es el m á s positixio y eficaz zx.7al par- una seria continuidad en el trabajo.

C~un.ie t l n t c so hahl- d e crisis en la p n ~ s í a ~ s p a ñ n l a a&i-lal, rt1.an- do tanto se está hablando y escribiendo sobre las posibilidades subyacentes en ella, y no del todo aprovechadas, cuando se está preguntando constan- temente por cuál va a ser la salvación de nuestra poesía, cuando tanto y tan confusamente se está publicando para, en el mejor de los casos, llegar a conseguir sólo una deslumbrante intentona aislada, el trabajo serio, e l re- planteamiento de una serie de cuestiones capitales, el esforzarse ante la responsabilidad de escriibir y sobre qué escribir, debe ser considerado por sobre toda otra cosa. Esto es lo que tratan de llevar a efecto Félix Grande y otros poetas para los cuales en verdad sólo cuenta haber dispuesto sus armas para esta sin par aventura, para este peligroso riesgo de perderse en el laberinto de la creación literaria; haberse puesto en guardia contra la falacia del mundo para saber tirar de la máscara que lo encubre y dar- nos la efectiva faz de ese contorno, tranformada en otra realidad m á s cer- cana, trascendida, creada a su vez, a través del duro oficio de la lucha con la palabra.

(1). Andrés de Aberásturi. Féüx Grande descubre su alegría. "Pueblo". Madrid, 14 de julio de 1971.

(2). Félix Grande. Biografía. Ed. Seix Barral. Barcelona, 1971. 338 págs.

(3). "Por otra parte, diré que, para mí, la poesía se justifica también, y originariamente, en tanto que actividad creadora de lenguale". Declaraciones a Eduardo G. R i w en Fí.1i.x Graiiue; vucifrrar sucurro. "Triunfo", Madrid, 8 de agosto de 1970.

(4). José Batlló. Antología de la nueva poesía española. Col. "El Bardo". Serie Especial. Barcelo- na, 1968, 380 págs.

(5). Vid. nota 3

(6). Vid. nota 4. (7). Félix Grande. Las piedras. Ed. Rialp. Col. Adonais. Madrid, 1964. 72 págs. Premio Adonais,

1963. (8). F61ix Grande. Múbica ameiiazdda. Col. "El Bardo". Barcelona, 1966. 58 págs. Premio Guipúz-

coa, 1965. (9). "Verdaderamente tengo que decir quc sólo desde el escepticismo se puede trabajar". Dcda-

raciones de E.G.R. "Triunfo", 8.8.70.

(10). Eduardo Tijeras. De lo imposibilidad del poema y sobre los jóvenes poetas. Revista CUADER- NOS HISPANOAMERICANOS, Agosto, 1969.

(11). "Yo primero tocaba la guitarra, quería estudiar música, y me vine a Madrid con una reco- mendación de García Pavón para Sáinz de la Maza, profesor del Conservatorio. Pero antes había ocurrido algo que para mi tuvo mucha importancia. Una tarde cualquiera el dueño de la librería de Tomelloso ..., me presentó a un albaAll vestido aún con su mono blanco y las herramientas del oficio en la mano. "Es

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un poeta", me dijo. Era, ya lo habiáa sdiviiiado, Eladiv Cabaíierv". Declaraciones a E.C.R. en "Triunfo", 8.8.70.

(12,. Vid. nota 3. , - - , . . -

(13). "LOS poemas que coniponen Blanco Spuituals, excepto dos de ellos de fechas algo lejanas. es- t&, en quince días y como consecuenria de una crisis a la que prefería afrontar con rahia, en vez de con tristeza. La rapidez de la redacción, la violencia expresiva que, por entonces, al parecer, me era necesaria, dieron como resultado que utilizase formas poéticas retóricas, prosaicas, agresivas: formas con cuya realización no eatoy en abauiulu adtia!c.iiu". Declaraciunea A. dc Abciá,lu;i r n "Pueblu" (vid. nota 1)

(14). Declaraciones a A. dc Aberásturi cn "Pueblo" (vid nota 1)

(15). Id. Id.