El diagnóstico socioeducativo aplicado al contexto socio-comunitario

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El diagnóstico socioeducativo aplicado al contexto socio-comunitario Los escenarios socio-comunitarios en que en que se demanda la intervención del educador social y, dentro de ella, el ejercicio de su función diagnóstica son múltiples y diversos (área de servicios sociales, centros socio-sanitarios para niños, jóvenes, adultos y personas mayores, fundaciones, organizaciones de personas con discapacidad, dro-godependencias, entidades culturales etc.) Introducción Diagnosticar el maltrato infantil Al abordar tanto el diagnóstico como la intervención en situaciones de maltrato in-fantil, previamente es preciso comprender cómo la sociedad o un grupo concreto en-tiende y reacciona ante el maltrato pues tal como señalan Marí et al (2009), la resolución de este tipo de situaciones pasa por modificar la conciencia y los valores sociales que los ciudadanos tienen del maltrato infantil. En el caso particular del maltrato infantil, existen ciertas deficiencias en el concepto actual de maltrato infantil que afectan a la fiabilidad y exactitud con que puede ser eva-luado cabe señalar diver-sas razones para tal dificultad diagnóstica: Un mismo comportamiento puede ser considerado o no maltrato en relación al momento evolutivo en el que se encuentra el niño. El papel que juega la vulnerabilidad del niño La conveniencia de considerar las consecuencias como un elemento determinante para valorar una conducta como maltratante o no El precisar el límite a partir del cuál una conducta puede ser considerada como maltrato La conceptualización del maltrato infantil hace referencia a la mayor o menor im-portancia que se le debe conceder a los valores o normas culturales No obstante, parece existir cierto consenso en que los criterios para definir una si-tuación como maltrato deben fundamentarse en las consecuencias sobre el niño en cuanto a daños producidos y necesidades no atendidas. El maltrato infantil se definiría entonces como la no satisfacción de las necesidades infantiles tanto en su dimensión de salud física y autonomía, como en su dimensión cognitiva, emocional y social Asimismo, tal como señala Ibáñez (2002) conviene tener en cuenta que el maltrato puede producirse de forma activa (agresión física, emocional) o pasiva (abandono físico, emocional, carencia de estimulaciones).

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El diagnóstico socioeducativo aplicado al contexto socio-comunitario

Los escenarios socio-comunitarios en que en que se demanda la intervención del educador social y, dentro de ella, el ejercicio de su función diagnóstica son múltiples y diversos (área de servicios sociales, centros socio-sanitarios para niños, jóvenes, adultos y personas mayores, fundaciones, organizaciones de personas con discapacidad, dro­godependencias, entidades culturales etc.)

Introducción

Diagnosticar el maltrato infantil

Al abordar tanto el diagnóstico como la intervención en situaciones de maltrato in­fantil, previamente es preciso comprender cómo la sociedad o un grupo concreto en­tiende y reacciona ante el maltrato pues tal como señalan Marí et al (2009), la resolución de este tipo de situaciones pasa por modificar la conciencia y los valores sociales que los ciudadanos tienen del maltrato infantil.

En el caso particular del maltrato infantil, existen ciertas deficiencias en el concepto actual de maltrato infantil que afectan a la fiabilidad y exactitud con que puede ser eva­luado cabe señalar diver­sas razones para tal dificultad diagnóstica: • Un mismo comportamiento puede ser considerado o no maltrato en relación al momento evolutivo en el que se encuentra el niño. • El papel que juega la vulnerabilidad del niño• La conveniencia de considerar las consecuencias como un elemento determinante para valorar una conducta como maltratante o no• El precisar el límite a partir del cuál una conducta puede ser considerada como maltrato •La conceptualización del maltrato infantil hace referencia a la mayor o menor im­portancia que se le debe conceder a los valores o normas culturales

No obstante, parece existir cierto consenso en que los criterios para definir una si­tuación como maltrato deben fundamentarse en las consecuencias sobre el niño en cuanto a daños producidos y necesidades no atendidas. El maltrato infantil se definiría entonces como la no satisfacción de las necesidades infantiles tanto en su dimensión de salud física y autonomía, como en su dimensión cognitiva, emocional y social

Asimismo, tal como señala Ibáñez (2002) conviene tener en cuenta que el maltrato puede producirse de forma activa (agresión física, emocional) o pasiva (abandono físico, emocional, carencia de estimulaciones).

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Desde el Observatorio de la Infancia (2006) se propone diagnosticar un posible caso de maltrato infantil a partir del historial del niño, su examen médico-psicológico (donde se explorarán diversos indicadores tanto en él como en el supuesto agresor/acompa­ñante), pruebas complementarias para determinar el diagnóstico diferencial respecto a otros procesos e información de carácter social -factores de riesgo

Otros instrumentos diagnósticos para el diagnóstico del alumnado en riesgo social y o de maltrato: el cuestionario y la entrevista

Otro ejemplo de herramienta para la detección del alumnado en riesgo social y/o maltrato, es el Cuestionario para la Detección de niños y niñas en situación de riesgo social E-lO en sus dos versiones (de 3-6 años y de 6-16 años), ambos accesibles a través de internet

Una vez cumplimentados por los profesores, tutores u otros profesionales que conozcan al niño, son corregidos e interpretados por los profesionales de la Red de Orientación correspondiente a cada centro educativo. Los indicadores diagnósticos de este cuestionario se agrupan en los siguientes factores (Mariana, 2005): Conductas antisociales Apatía, evitación social Abandono, negligencia Conductas autodestructivas y abuso Relación coercitiva

A partir del percentil 75 se considera la posibilidad de existencia de riesgo social por lo que se deben tomar medias preventivas. A partir del percentil 90, se entiende que hay una clara posibilidad de riesgo por lo que deben intervenir los servicios correspondientes.

Dadas las repercusiones de los resultados del proceso diagnóstico en este tipo de si­tuaciones, conviene asegurar al máximo la objetividad y exactitud en los datos recogidos. Por ello, coincidimos con Antequera (2006) al recomendar el empleo de la mayor can­tidad de métodos posibles (entrevistas, observación, cuestionarios) desde los que explorar los indicadores anteriormente citados. Deben considerarse todas las personas implicadas (niños, padres o cuidadores, agresor) y agentes sociales (informes policiales, asistencia sanitaria, servicios sociales comunitarios, colegios, vecinos) así como abarcar el mayor número de áreas (distinguiendo los tipos de maltrato pues suelen tener distintos antece­dentes y consecuentes).

Además de la observa­ción de indicadores anteriormente expuesta son frecuentes las entrevistas a la familia/cui­dadores y al propio niño/adolescente.

El origen de las situaciones de maltrato, inicialmente asociado a la patología mental del agresor, ha pasado a considerarse de causalidad múltiple. Actualmente el origen del maltrato infantil remite a la interacción entre muy diversos factores de riesgo procedentes de los distintos contextos en que se desenvuelve el niño. Considerados aisladamente, es posible que dichos factores no lleguen a desencadenar automáticamente el maltrato in­fantil pero coincidimos con Puerta y Colinas (2008) en que las relaciones entre ellos y el deterioro de la atención que se proporciona a los niños aumenta significativamente la probabilidad de que llegue a producirse

El origen de las situaciones de maltrato: detección de factores de riesgo e indicadores de maltrato infantil

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Como parte del rapport, el entrevistador puede partir de temas periféricos agradables para el niño -por ejemplo, a qué le gusta jugar ... - para aproximarse gradualmente a temas relacionados con la dinámica familiar. Estos prolegómenos le permitirán contrastar su nivel decomprensión y expresión verbal e incluso puede asegurar el grado en que distingue afirmaciones verdaderas de otras falsas, a través de sencillos juegos en los que insistir sobre la importancia de que cuente sólo la verdad sin que nadie espere que diga lo que no sabe o no ha visto o indique cuándo no entienda las preguntas. También con­viene explicarle el motivo de tantas cuestiones y la posibilidad de interrumpir la entre­vista cuando se encuentre cansado o no le apetezca hablar.

Protocolo a seguir en caso de riesgo y maltrato infantil

Finalmente, se expone el protocolo a seguir en casos de riesgo y maltrato infantil pro­puesto por el Observatorio de la Infancia (2006). Como puede apreciarse (Figura 12.9) se trata de un esquema de fases interdependientes que no necesariamente han de sucederse de forma lineal pero que abarcan las principales actuaciones que se están desarro­llando en las diversas Comunidades Autónomas (detección, recepción, investigación, evaluación, planificación, intervención, evaluación, fin intervención), así como los or­ganismos/servicios que pueden estar implicados (sanitarios, sociales, educativos, poli­ciales, judiciales, fiscales/ ... ) conforme el actual sistema de protección de menores (desjucialización, y asunción de competencias por parte de los servicios sociales y de las Comunidades Autónomas).

La valoración de los padres suele centrarse en dos aspectos (Antequera, 2006) la di­versidad de los factores de riesgo en relación al maltrato y las relaciones padres-hijos. Respecto a los antecedentes de malos tratos, la existencia de una situación familiar con­flictiva y agresiva en la que pudieron aprenderse conductas de maltrato y faltar recursos para afrontar situaciones conflictivas constituye un factor de riesgo importante.Por otra parte, la entrevista con el niño es muy importante ya que, a falta de otras evidencias, su testimonio se convierte en el elemento fundamental del diagnóstico o, al menos, en la fuente de datos en torno a la que interpretar y valorar informaciones deri­vadas de otras fuentes Sin embargo, el testimonio puede verse comprometido por las propias características de los niños (imaginación, sugestibilidad, deseos de satisfacer con sus respuestas al entrevistador etc.).

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La agresividad/violencias infanto-juvenil

la violencia puede definirse como el comportamiento agresivo de un sujeto, con la intención de causar daño físico, verbal o psicológico a otra persona. la violencia escolar es cualquier tipo de violencia (dirigida hacia alumnos, profesores, propiedades etc.) que tiene lugar en contextos escolares (incluyendo los alrededores del centro y las actividades extraescolares). Cuando se trata de agresividad e intimidación física particularmente en contextos formativos suele hablarse de bullying (o acoso escolar), mientras que el término mobbing traducido a menudo corno acoso laboral se refiere fundamentalmente a presiones psicológicas, situaciones de persecución o “linchamiento" colectivo

Diagnostico del riesgo de violencia: factores de riesgo

Pueden definirse como aquellas variables que ponen al sujeto en situación de vulnerabilidad hacia conductas y actitudes violentas, Desde una perspectiva diagnóstica conviene estar particularmente atento a las funciones especificas que puede desempeñar la violencia, La violencia instrumental se basa en la "utilidad" que tienen los comportamientos violentos para aquellos que los desarrollan, pues el hecho de que estos comportamientos les ayuden a lograr sus objetivos les refuerza en el empleo de la violencia. En consecuencia, es preciso diagnosticar el mecanismo mediante el que se ponen en marcha y retroalimentan tales comportamientos. En esos casos, resulta más difícil y laborioso que aprendan comportamientos alternativos para resolver situaciones de conflicto. En otras ocasiones, los comportamientos violentos son expresiones incontroladas de tensión, ansiedad etc. ante situaciones difíciles ante las que el sujeto no dispone de competencias específicas para afrontarlas. Un diagnóstico preciso que determine qué competencias debe adquirir, facilita en estos casos la extinción de comportamientos agresivos y violentos

Instrumentos para el diagnóstico del riesgo de violencia

Es muy frecuente el empleo de entrevistas semiestructuradas, sobre todo con adolescentes. Tales entrevistas suelen abarcar según Díaz-Aguado, tres dimensiones: justificación de la violencia, conceptualización de la violencia como forma de resolución de conflictos y disposición conductual hacia ella. Por ejemplo, se le puede preguntar ¿por qué está justificado en esta situación concreta (aludir a la situación específica en que se ha visto implicado el adolescente)? Su respuesta puede reflejar rechazo, disculpa como forma .de reacción, su uso inevitable y generalizado etc..Otras cuestiones se dirigen a indagar si el sujeto dispone de un repertorio conductual adecuado con el que podría haber resuelto el conflicto, analizándose en este caso si considera que la violencia era el medio más eficaz, el único, si es preferible la evitación etc. Finalmente, hay cuestiones dirigidas a conocer cuál es el patrón conductual habitual del sujeto ante situaciones semejantes a las que ha desencadenado su comportamiento violento, por ejemplo ¿has vivido alguna situación en que sintieras agresividad, por qué, cómo la resolviste .. .? Otros instrumentos que pueden utilizarse en este tipo de diagnóstico son el Cuestionario de estrategias cognitivas para la resolución de situaciones sociales de Garaigordobil, el Cuestionario de conducta prosocial de Weir y Duveen, el Cuestionario para evaluar el acoso y la violencia escolar de Piñuel y Oñate, el Cuestionario de Conductas antisociales-delictivas de Seisdedós etc.

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DETECCIÓN Y DIAGNÓSTICO TEMPRANO DE MENORES EN RELACIÓN AL CONSUMO DE DROGAS

El consumo de drogas compromete no sólo el desarrollo adecuado del adolescente -procesos cognitivos, autoestima/autóconcepto, logro de objetivos académico-profesionales etc- sino el logro de relaciones sociales estables y, en general, su integración social. Ahora bien, hay que distinguir entre el "abuso", la "dependencia" y la "adicción". En el primer caso el uso de drogas es tal que pone en riesgo al sujeto. Cuando la búsqueda y el consumo de drogas es tal que se convierte en un comportamiento compulsivo que el sujeto percibe como necesario para adaptarse a su ambiente, nos encontramos ante la "dependencia" (física). La dependencia al aumentar de grado se convierte en "adicción", que ya se define en términos patológicos, como enfermedad de base neurobiológica crónica, con factores genéticos psicosociales yambientales que influyen en el desarrollo y manifestaciones del sujeto (Fernández, Calafat y Juan, 2004). El proceso diagnóstico del abuso de drogas en adolescentes se inicia con la detección de problemas específicos en Individuos consumidores potenciales. Posteriormente hay que profundizar en las áreas problemáticas detectadas e incluso derivarlos -si es el caso- a otras instancias como por ejemplo las sanitarias. En todo el proceso resulta fundamental, siempre que sea posible, contar con la colaboración de personas significativas del entorno del adolescente (familiares, compañeros de clase, miembros de su pandilla etc.). Con el proceso diagnóstico se busca determinar qué adolescentes pueden estar implicados en el consumo de drogas, qué aspectos están aumentando la vulnerabilidad del sujeto ante el riesgo del abuso de drogas y cuáles son las decisiones de intervención más adecuadas en cada caso.

Exploración diagnóstica: variables, técnicas e instrumentos

Siguienda a los citados autores, la exploración diagnóstica debería aportar información sobre las siguientes variables: factores de protección a disposición del adolescente para evitar el riesgo del consumo (autoestima, resiliencia, apoyo familiar, espiritualidad, competencias sociales .. ), una anamnesis que incluya el historial de uso/abuso de sustancias y un tratamiento -si éste tuvo lugar- el historial clínico -problemas en su desarrollo, conductuales ... - el historial familiar- antecedentes de problemas por uso de sustancias, conductas delíctivas, patrones de crianza ... - la disponibilidad de redes de apoyo -tipo y calidad de sus interacciones sociales-, el historial académico-formativo-profesional, sus hábitos de ocio y tiempo libre y posibles contactos con servicios e instituciones sociales. A continuación indicamos los síntomas para detectar un posible abuso de drogas en adolescentes (Panchón y De Armas, 1997: Ruiz, 2008): • Cambios bruscos en el centro educativo: falta de atención, problemas de disciplina, deterioro en el rendimiento etc. • Cambio de empresas, accidentes laborales y de conducción –sanciones de tráfico-• Cambios inesperados de humor y estallidos de cólera, agresividad • Discusiones violentas con la pareja, negligencia con los hijos • Pérdida del sentido de responsabilidad • Deterioro de la apariencia y el cuidado físico • Amistad y relación con individuos relacionados con las drogas • Problemas económicos: Gasto excesivo de dinero, petición de préstamo de dinero a familiares y compañeros, petición de anticipas en la empresa, prostitución etc. • En el caso de adolescentes, pequeños robos en casa, en el centro educativo etc. • Frecuente asistencia a lugares que permiten esconderse (como baños, vestuarios etc.)

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Por otra parte, en él ámbito educativo las técnicas e instrumentos que han resultado ser más fiables son la observación directa, los cuestionarios, autorregistros y entrevistas semiestructuradas, cuya información debe contrastarse a partir de distinta? fuentes e interpretarse teniendo en cuenta el contexto del sujeto. Dadas las limitaciones de espacio, remitimos al estudiante interesado que desee profundizar en este punto, a la citada obra de Granadas y Mudarra (2010). No obstante, a continuación enumeráremos algunas de las estrategias que pueden resultar útiles para valorar la validez y fiabilidad de la información aportada por el sujeto sobre su consumo de drogas: Comparar los datos obtenidos con el historial legal o médico así como con y diversos marcadores biológicos Comparar los autoinformes sobre el propio consumo con los datos recogidos por el médico obtener y contrastar la información obtenida a través de diversas fuentes Incluir índices de sinceridad Incluir valoraciones neuropsicológicas del estado mnésico y cognitivo Incluir evaluación de aspectos subjetivos y emocionales. Aporta información muy sensible, aunque menos precisa que las preguntas aparentemente más objetivas y claras, que son las que más tienden a negarse

Respecto a Ios instrumentos para la detección y evaluación del consumo de drogas baste citar el Test de identificación de desórdenes por el uso del alcohol -AUDIT- de Rubio, Bermejo, Caballero y Santo Domingo, el Autoinforme sobre Consumo de Sustancias Psicoactivas -AICA- de Santacreu, Froján y Hérnández, la entrevista estructurada elaborada por Kaminer, Bukstein y Tarter para determinar el índice de Severidad en la Aditctón ­ASI-, la entrevista estructurada Euro-ADAD de Friedman y Utada etc.