Cultura Política Peruana

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JUEVES 13 DE AGOSTO DEL 2015 EL COMERCIO .A25 OPINIóN Padres negados A veces creemos que culta es una persona que sabe todo, que nos llena de cifras y datos rebusca- dos por la cantidad de información que maneja y ha rete- nido en su memoria. Es un todote- rreno. Por eso, lo llamamos también erudito. Desde luego el erudito es culto, pero no todo culto es erudito, por- que el concepto de cultura significa más que saber y acumular informa- ción. No todo sabio es un erudito. Eruditos en política (aquellos que saben y tienen una gran información sobre la teoría y la práctica política, en este segundo caso un conocimien- to detallado de la coyuntura política de su país y del mundo) son pocos. Sucede que la palabra ‘cultura’, desde una perspectiva más amplia, no se queda solo en el saber y cono- cer. Implica prácticas, actitudes, valores, costumbres, creencias y tra- diciones de un pueblo. Desde esta perspectiva, que es antropológica, la cultura democrática es el conjunto de valores, costumbres, tradiciones, actitudes, creencias y prácticas de- mocráticas de un pueblo. Aquí empiezan los matices para determinar la cultura política. Saber si es democrática o autoritaria. Por ejemplo, hace algunos años cuan- do asistía a congresos de ciencia po- lítica o de derecho constitucional, los académicos anglosajones, esta- dounidenses e ingleses, y algunos europeos andaban muy intrigados por la ruptura del orden constitucio- nal (golpes de Estado) en América Latina y por la tranquilidad con que la gran mayoría de personas toma- ban este hecho autoritario. Es más, muchos lo festejaban, salían a las ca- lles para apoyar la nueva dictadura. La respuesta era simple. En Amé- rica Latina existe, y antes había más, una cultura autoritaria arraigada en diversos sectores. Si bien es cierto que hay también una oposición a es- T odas las personas que conozco que han adoptado un niño ado- ran a sus hijos tanto o más que cualquier padre biológico y los han criado con esmero y dedica- ción. Sin embargo, para poder alcanzar el noble objetivo de asumir como propio un ni- ño ajeno pasaron por tortuosos procesos de adopción en el Perú que algunos asumieron con estoicismo y otros abandonaron. A los miembros de la pareja X (nos re- servaremos las identidades a pedido de las personas consultadas), con excelente posición económica, que intentaron por años tener un hijo propio sin éxito, la psi- cóloga que los atendió les dijo que no esta- ban en condiciones de adoptar, porque la señora estaba muy ansiosa por cuidar un niño. “Demasiado desesperada” fueron sus crueles palabras, así que debía esperar unos años a que se le pasara. La pareja hoy tiene dos niños adoptados en Colombia que son inmensamente felices. A la mujer soltera Z, profesional recono- cida en su medio, le negaron por más de dos años la adopción de un niño al que había conocido en un albergue del Inabif cuando asistía como voluntaria. La respuesta de las autoridades fue tan tajante como absurda: ya tienen un vínculo afectivo anterior, y eso está prohibido. Es decir, en la perversa lógi- ca de nuestros funcionarios es mejor que el niño no conozca ni de casualidad a los pa- dres con los que va a pasar el resto de su vida. La señora Z no se dejó vencer y hoy vive con su hijo adorado en casa. La familia Cavero (su caso es público, por eso citamos su apellido) lucha hace tres años por adoptar a un niño que sus integrantes criaron desde que nació. Se trata de una criatura que nació en la cárcel y que fue entregada a esta pareja volun- tariamente por la madre para que no cre- ciera en un centro penitenciario. Al salir su madre biológica en libertad no se hizo cargo de él, y los esposos Cavero lo entre- garon a las autoridades para regularizar su situación y poder adoptarlo. Durante más de un año les impidieron las visitas (porque estaban demasiado apegados al niño) y hoy les niegan la adopción por razones incomprensibles y hasta crueles que la jefa de la dirección de adopciones, la señora Eda Aguilar, es incapaz de sus- tentar. El niño llegó al Inabif a los 3 años, hoy tiene 7 y sigue llorando por volver a lo que él llama su casa. Podríamos citar cientos de casos, y las historias serían más o menos las mismas. Todo proceso de adopción debe ser cui- dadoso y muy riguroso. Pero en nuestro país resulta irracional y cruel. A los padres adoptivos suelen tratarlos como sospecho- sos de querer hacerles daño a los niños. Hay más de 15 mil niños que viven en albergues esperando un hogar. El Poder Judicial se demora siglos en declararlos en estado de abandono para poder ser acogidos por una familia. Pero cuando por fin eso ocurre, la burocracia se encar- ga de desalentar a gente buena, que solo quiere dar amor. Y la verdad, ya basta. Ya es hora de que empecemos a exigirles a las autoridades que se dejen de jugar con el futuro de los niños. No puede ser que cuando se trata de tildar de asesinas a las madres que abortan, nadie nos gana. Pero cuando hay que exigir que el Estado cum- pla con los niños abandonados que nece- sitan un hogar, a nadie le importa. tos golpes, esta es una mino- ría. Por fortuna, esto ha cam- biado un poco. Sin embargo, tenemos un alto porcentaje de personas que estarían dis- puestas a apoyar un golpe y a una dictadura. Es cierto tam- bién que muchos, en las últimas dé- cadas, han asumido valores demo- cráticos. Ahora existe un conflicto entre estos y las creencias autorita- rias. Así, el cerebro político del pe- ruano está dividido en dos. En esas circunstancias, tiene que cerrarse a favor de la democracia. Aún nuestra sociedad es una mezcla de cultura polí- tica parroquial, con la de su- jeción y participación. Estos tres tipos de cultura política fueron definidos por los poli- tólogos estadounidenses Gabriel A. Almond, G. Bingham Powell y Sid- ney Verba. La cultura política parroquial –según estos autores– es una yux- taposición de culturas políticas lo- cales, basada en la villa, el clan, la etnia y la región. En este caso no se puede hablar de una cultura polí- tica nacional. Es precisamente en este contexto que se formaron, en América Latina, el caudillismo y el clientelismo, porque no éramos una sociedad de masas organizada en instituciones de intermediación ni teníamos un sistema que se inde- pendizara de la voluntad del caudi- llo y de los vericuetos del toma y da- ca que significa el clientelismo. La política es más vertical que horizon- tal. A diferencia de la cultura políti- ca parroquial, la de sujeción supone que los miembros del sistema cono- cen y tienen conciencia de su exis- tencia, pero son pasivos en cuanto a la participación. En cambio en la cultura de participación, los ciuda- danos creen que pueden cambiar la marcha de un sistema o de un go- bierno por medios diversos: elec- ciones, manifestaciones públicas, peticiones, organizaciones como grupos de presión y partidos políti- cos, consultas ciudadanas. Los tres tipos de cultura política están mezclados en el Perú como se ha indicado, aceptamos el caudi- llismo y el clientelismo, pero ya em- pezamos a cuestionarlos. Existen formas de participación, porque te- nemos elecciones y hasta revocato- rias, lo cual supone saber que pode- mos cambiar las cosas, pero a la vez aceptamos de alguna manera el sis- tema, somos pasivos e indiferentes para actuar sobre él y mejorarlo. Salir de esta situación hacia una cultura auténticamente democráti- ca y de participación nos está costan- do, nos costará, porque esta mezcla no va solo en una dirección, sino en varias e igualmente no está solo en una clase social, sino en todas. CAMBIO DE ACTITUD En el Perú, aceptamos el caudillismo y el clientelismo, pero ya empezamos a cuestionarlos. ILUSTRACIóN: GIOVANNI TAZZA Director General: FRANCISCO MIRÓ QUESADA C. Director Periodístico: FERNANDO BERCKEMEYER OLAECHEA Directores fundadores: Manuel Amunátegui [1839-1875] y Alejandro Villota [1839-1861] Directores: Luis Carranza [1875-1898] -José Antonio Miró Quesada [1875-1905] -Antonio Miró Quesada de la Guerra [1905-1935] -Aurelio Miró Quesada de la Guerra [1935-1950] -Luis Miró Quesada de la Guerra [1935-1974] -Óscar Miró Quesada de la Guerra [1980-1981] -Aurelio Miró Quesada Sosa [1980-1998] -Alejandro Miró Quesada Garland [1980-2011] -Alejandro Miró Quesada Cisneros [1999-2008] -Francisco Miró Quesada Rada [2008-2013] -Fritz Du Bois Freund [2013-2014] HABLA CULTA Mantequillera. Es un obvio derivado de mantequilla, que a su vez lo es de manteca, sin valor diminutivo. Mantequilla, voz de uso casi general en castellano, designa un producto de la leche, generalmente de vaca, batida y semisolidificada. Mantequillera ‘recipiente donde se deposita la mantequilla’ se documenta en el Perú y otros países americanos; véase un uso de Alfredo Bryce en Un mundo para Julius: “Comían callados y amables, se pasaban la mantequillera cuando todavía no se la habían pedido...” (Madrid 1996, p. 115). - MARTHA HILDEBRANDT - El Comercio abre sus páginas al intercambio de ideas y reflexiones. En este marco plural, el Diario no necesariamente coincide con las opiniones de los articulistas que las firman, aunque siempre las respeta. Cultura política peruana EL DURO CAMINO DE LA DEMOCRACIA Y DE LA PARTICIPACIÓN - FRANCISCO MIRó QUESADA RADA - Ex director de El Comercio RINCÓN DEL AUTOR PATRICIA DEL RÍO Periodista ¿Para qué las pidieron? - FRANCO GIUFFRA - Empresario H an transcurrido dos me- ses desde que el Con- greso aprobó delegar facultades legislativas al gobierno en materia económica y la verdad es que la or- fandad de iniciativas del Poder Eje- cutivo da pena. Salvo que el ministro Alonso Segura esté preparando un fin de fiesta macanudo en los 30 días que quedan, todo hace vislumbrar que el plazo de tres meses llegará a su fin con la misma mezcla de insipi- dez y tibieza con que está discurrien- do este quinquenio. ¿Para qué se molestaron en solici- tar facultades? Uno hubiera pensa- do que detrás de ese pedido se había embalsado un torrente de ideas le- gislativas que ayudarían a destrabar mercados, disminuir impuestos, fa- cilitar el intercambio de bienes y ser- vicios, fumigar la tramitología. Un paquetazo reactivador, digamos, en tiempos de desaceleración. Pero lo mejor que el gobierno ha puesto sobre la mesa son las disposi- ciones para fomentar la com- pra de viviendas a plazos, vía ‘leasing’ o alquiler-venta, y algunas reasignaciones pre- supuestales. Mucha lata pa- ra tan poco atún. ¿Es esto lo mejor que tenían en la refri- geradora? El partido, sin embargo, aún no acaba y en los días que restan toda- vía se pueden meter algunos goles. Señaladamente, en materia de re- ducción o simplificación de trámi- tes, un terreno enorme y pantanoso al que este gobierno no ha querido adentrarse. Un caso papayita que se puede acometer en una tarde, con un poco de ambición y empeño, está referido a las resoluciones de la Comisión de Eliminación de Barreras Burocráti- cas (CEB) del Indecopi. Dice así. Todas las semanas la CEB emite resoluciones que amparan pedidos similares de ciudadanos y empresas contra entidades estatales que imponen barreras irracionales o ilegales. Los caseritos más denunciados son las muni- cipalidades y el Ministerio de Transportes. Hay muchí- simos casos que son iguales, todos reclamando las mismas cosas y todas las resoluciones son prácticamente idénticas. Las quejas no son únicamente de grandes empresas limeñas. Hay denuncias que vienen de provincias remotas, de microempresas, de ta- lleres y de peluquerías. Todas ago- biadas por exigencias que no tienen sustento legal o son absurdas. En la gran mayoría de los casos, la CEB acoge los pedidos y da la razón a los privados. Y todos los casos de este ti- po que suben en segunda instancia al Tribunal del Indecopi son igual- mente ratificados. Pero estas resoluciones solo al- canzan a las empresas denuncian- tes. El Indecopi no las puede hacer extensivas ‘urbi et orbi’, a todos los agentes económicos que están en la misma condición. En consecuencia, el mismo pedido, proveniente de cien denuncias distintas, con el mis- mo contenido, se resuelve cien veces de la misma manera. Carece de sentido práctico que todas las empresas del Perú tengan que formular la misma denuncia pa- ra recibir el beneficio de que no se les aplique la misma barrera burocráti- ca. Lo inteligente sería, siguiendo el principio de que a igual razón debe acompañar igual derecho, que una ley disponga que, en el caso de las resoluciones de la CEB, si algo vale para una empresa, vale igualmente para todas. Esto se traduce en una norma de un solo párrafo que se puede imple- mentar al día siguiente. No es algo que va a incrementar el PBI, pero es un alivio para los millones de perua- nos que quieren trabajar sin que el Estado los ahogue. Un pequeño rega- lo que revelaría algo de lucidez para aprovechar las facultades especiales que el gobierno pidió, aparentemen- te sin saber qué hacer con ellas. MIRADA DE FONDO DESATENCIÓN Cuando hay que exigir que el Estado cumpla con los niños abandonados que necesitan un hogar, a nadie le importa.

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El Comercio 13 octubre 2015

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JUEVES 13 DE AGOSTO DEL 2015EL COMERCIO .A25OPININPadres negadosA veces creemos que culta es una persona que sabe todo, que nos llena de cifras y datos rebusca-dos por la cantidad de informacin que maneja y ha rete-nido en su memoria. Es un todote-rreno. Por eso, lo llamamos tambin erudito.Desde luego el erudito es culto, pero no todo culto es erudito, por-que el concepto de cultura signica ms que saber y acumular informa-cin. No todo sabio es un erudito.Eruditos en poltica (aquellos que saben y tienen una gran informacin sobre la teora y la prctica poltica, en este segundo caso un conocimien-to detallado de la coyuntura poltica de su pas y del mundo) son pocos.Sucede que la palabra cultura, desde una perspectiva ms amplia, no se queda solo en el saber y cono-cer. Implica prcticas, actitudes, valores, costumbres, creencias y tra-diciones de un pueblo. Desde esta perspectiva, que es antropolgica, la cultura democrtica es el conjunto de valores, costumbres, tradiciones, actitudes, creencias y prcticas de-mocrticas de un pueblo.Aqu empiezan los matices para determinar la cultura poltica. Saber si es democrtica o autoritaria. Por ejemplo, hace algunos aos cuan-do asista a congresos de ciencia po-ltica o de derecho constitucional, los acadmicos anglosajones, esta-dounidenses e ingleses, y algunos europeos andaban muy intrigados por la ruptura del orden constitucio-nal (golpes de Estado) en Amrica Latina y por la tranquilidad con que la gran mayora de personas toma-ban este hecho autoritario. Es ms, muchos lo festejaban, salan a las ca-lles para apoyar la nueva dictadura.La respuesta era simple. En Am-rica Latina existe, y antes haba ms, una cultura autoritaria arraigada en diversos sectores. Si bien es cierto que hay tambin una oposicin a es-Todas las personas que conozco que han adoptado un nio ado-ran a sus hijos tanto o ms que cualquier padre biolgico y los han criado con esmero y dedica-cin. Sin embargo, para poder alcanzar el noble objetivo de asumir como propio un ni-o ajeno pasaron por tortuosos procesos de adopcin en el Per que algunos asumieron con estoicismo y otros abandonaron.A los miembros de la pareja X (nos re-servaremos las identidades a pedido de las personas consultadas), con excelente posicin econmica, que intentaron por aos tener un hijo propio sin xito, la psi-cloga que los atendi les dijo que no esta-ban en condiciones de adoptar, porque la seora estaba muy ansiosa por cuidar un nio. Demasiado desesperada fueron sus crueles palabras, as que deba esperar unos aos a que se le pasara. La pareja hoy tiene dos nios adoptados en Colombia que son inmensamente felices. A la mujer soltera Z, profesional recono-cida en su medio, le negaron por ms de dos aos la adopcin de un nio al que haba conocido en un albergue del Inabif cuando asista como voluntaria. La respuesta de las autoridades fue tan tajante como absurda: ya tienen un vnculo afectivo anterior, y eso est prohibido. Es decir, en la perversa lgi-ca de nuestros funcionarios es mejor que el nio no conozca ni de casualidad a los pa-dres con los que va a pasar el resto de su vida. La seora Z no se dej vencer y hoy vive con su hijo adorado en casa. La familia Cavero (su caso es pblico, por eso citamos su apellido) lucha hace tres aos por adoptar a un nio que sus integrantes criaron desde que naci. Se trata de una criatura que naci en la crcel y que fue entregada a esta pareja volun-tariamente por la madre para que no cre-ciera en un centro penitenciario. Al salir su madre biolgica en libertad no se hizo cargo de l, y los esposos Cavero lo entre-garon a las autoridades para regularizar su situacin y poder adoptarlo. Durante ms de un ao les impidieron las visitas (porque estaban demasiado apegados al nio) y hoy les niegan la adopcin por razones incomprensibles y hasta crueles que la jefa de la direccin de adopciones, la seora Eda Aguilar, es incapaz de sus-tentar. El nio lleg al Inabif a los 3 aos, hoy tiene 7 y sigue llorando por volver a lo que l llama su casa.Podramos citar cientos de casos, y las historias seran ms o menos las mismas. Todo proceso de adopcin debe ser cui-dadoso y muy riguroso. Pero en nuestro pas resulta irracional y cruel. A los padres adoptivos suelen tratarlos como sospecho-sos de querer hacerles dao a los nios. Hay ms de 15 mil nios que viven en albergues esperando un hogar. El Poder Judicial se demora siglos en declararlos en estado de abandono para poder ser acogidos por una familia. Pero cuando por n eso ocurre, la burocracia se encar-ga de desalentar a gente buena, que solo quiere dar amor. Y la verdad, ya basta. Ya es hora de que empecemos a exigirles a las autoridades que se dejen de jugar con el futuro de los nios. No puede ser que cuando se trata de tildar de asesinas a las madres que abortan, nadie nos gana. Pero cuando hay que exigir que el Estado cum-pla con los nios abandonados que nece-sitan un hogar, a nadie le importa.tos golpes, esta es una mino-ra. Por fortuna, esto ha cam-biado un poco. Sin embargo, tenemos un alto porcentaje de personas que estaran dis-puestas a apoyar un golpe y a una dictadura. Es cierto tam-bin que muchos, en las ltimas d-cadas, han asumido valores demo-crticos. Ahora existe un conicto entre estos y las creencias autorita-rias. As, el cerebro poltico del pe-ruano est dividido en dos. En esas circunstancias, tiene que cerrarse a favor de la democracia. An nuestra sociedad es una mezcla de cultura pol-tica parroquial, con la de su-jecin y participacin. Estos tres tipos de cultura poltica fueron denidos por los poli-tlogos estadounidenses Gabriel A. Almond, G. Bingham Powell y Sid-ney Verba.La cultura poltica parroquial segn estos autores es una yux-taposicin de culturas polticas lo-cales, basada en la villa, el clan, la etnia y la regin. En este caso no se puede hablar de una cultura pol-tica nacional. Es precisamente en este contexto que se formaron, en Amrica Latina, el caudillismo y el clientelismo, porque no ramos una sociedad de masas organizada en instituciones de intermediacin ni tenamos un sistema que se inde-pendizara de la voluntad del caudi-llo y de los vericuetos del toma y da-ca que signica el clientelismo. La poltica es ms vertical que horizon-tal. A diferencia de la cultura polti-ca parroquial, la de sujecin supone que los miembros del sistema cono-cen y tienen conciencia de su exis-tencia, pero son pasivos en cuanto a la participacin. En cambio en la cultura de participacin, los ciuda-danos creen que pueden cambiar la marcha de un sistema o de un go-bierno por medios diversos: elec-ciones, manifestaciones pblicas, peticiones, organizaciones como grupos de presin y partidos polti-cos, consultas ciudadanas.Los tres tipos de cultura poltica estn mezclados en el Per como se ha indicado, aceptamos el caudi-llismo y el clientelismo, pero ya em-pezamos a cuestionarlos. Existen formas de participacin, porque te-nemos elecciones y hasta revocato-rias, lo cual supone saber que pode-mos cambiar las cosas, pero a la vez aceptamos de alguna manera el sis-tema, somos pasivos e indiferentes para actuar sobre l y mejorarlo. Salir de esta situacin hacia una cultura autnticamente democrti-ca y de participacin nos est costan-do, nos costar, porque esta mezcla no va solo en una direccin, sino en varias e igualmente no est solo en una clase social, sino en todas.CAMBIO DE ACTITUDEn el Per, aceptamos el caudillismo y el clientelismo, pero ya empezamos a cuestionarlos.ILUSTRACIN: GIOVANNI TAZZADirector General: FRANCISCO MIR QUESADA C.Director Periodstico: FERNANDO BERCKEMEYER OLAECHEADirectores fundadores: Manuel Amuntegui [1839-1875] y Alejandro Villota [1839-1861] Directores: Luis Carranza [1875-1898] -Jos Antonio Mir Quesada [1875-1905] -Antonio Mir Quesada de la Guerra [1905-1935] -Aurelio Mir Quesada de la Guerra [1935-1950] -Luis Mir Quesada de la Guerra [1935-1974] -scar Mir Quesada de la Guerra [1980-1981] -Aurelio Mir Quesada Sosa [1980-1998] -Alejandro Mir Quesada Garland [1980-2011] -Alejandro Mir Quesada Cisneros [1999-2008] -Francisco Mir Quesada Rada [2008-2013]-Fritz Du Bois Freund [2013-2014]HABLA CULTAMantequillera. Es un obvio derivado de mantequilla, que a su vez lo es de manteca, sin valor diminutivo. Mantequilla, voz de uso casi general en castellano, designa un producto de la leche, generalmente de vaca, batida y semisolidicada. Mantequillera recipiente donde se deposita la mantequilla se documenta en el Per y otros pases americanos; vase un uso de Alfredo Bryce en Un mundo para Julius: Coman callados y amables, se pasaban la mantequillera cuando todava no se la haban pedido... (Madrid 1996, p. 115).- MARTHA HILDEBRANDT - El Comercio abre sus pginas al intercambio de ideas y reexiones. En este marco plural, el Diario no necesariamente coincide con las opiniones de los articulistas que las rman, aunque siempre las respeta.Cultura poltica peruanaEL DURO CAMINO DE LA DEMOCRACIA Y DE LA PARTICIPACIN- FRANCISCO MIR QUESADA RADA -Ex director de El ComercioRINCN DEL AUTORPATRICIA DEL ROPeriodistaPara qu las pidieron?- FRANCO GIUFFRA -EmpresarioHan transcurrido dos me-ses desde que el Con-greso aprob delegar facultades legislativas al gobierno en materia econmica y la verdad es que la or-fandad de iniciativas del Poder Eje-cutivo da pena. Salvo que el ministro Alonso Segura est preparando un n de esta macanudo en los 30 das que quedan, todo hace vislumbrar que el plazo de tres meses llegar a su n con la misma mezcla de insipi-dez y tibieza con que est discurrien-do este quinquenio.Para qu se molestaron en solici-tar facultades? Uno hubiera pensa-do que detrs de ese pedido se haba embalsado un torrente de ideas le-gislativas que ayudaran a destrabar mercados, disminuir impuestos, fa-cilitar el intercambio de bienes y ser-vicios, fumigar la tramitologa. Un paquetazo reactivador, digamos, en tiempos de desaceleracin. Pero lo mejor que el gobierno ha puesto sobre la mesa son las disposi-ciones para fomentar la com-pra de viviendas a plazos, va leasing o alquiler-venta, y algunas reasignaciones pre-supuestales. Mucha lata pa-ra tan poco atn. Es esto lo mejor que tenan en la refri-geradora? El partido, sin embargo, an no acaba y en los das que restan toda-va se pueden meter algunos goles. Sealadamente, en materia de re-duccin o simplicacin de trmi-tes, un terreno enorme y pantanoso al que este gobierno no ha querido adentrarse. Un caso papayita que se puede acometer en una tarde, con un poco de ambicin y empeo, est referido a las resoluciones de la Comisin de Eliminacin de Barreras Burocrti-cas (CEB) del Indecopi. Dice as. Todas las semanas la CEB emite resoluciones que amparan pedidos similares de ciudadanos y empresas contra entidades estatales que imponen barreras irracionales o ilegales. Los caseritos ms denunciados son las muni-cipalidades y el Ministerio de Transportes. Hay much-simos casos que son iguales, todos reclamando las mismas cosas y todas las resoluciones son prcticamente idnticas.Las quejas no son nicamente de grandes empresas limeas. Hay denuncias que vienen de provincias remotas, de microempresas, de ta-lleres y de peluqueras. Todas ago-biadas por exigencias que no tienen sustento legal o son absurdas. En la gran mayora de los casos, la CEB acoge los pedidos y da la razn a los privados. Y todos los casos de este ti-po que suben en segunda instancia al Tribunal del Indecopi son igual-mente raticados.Pero estas resoluciones solo al-canzan a las empresas denuncian-tes. El Indecopi no las puede hacer extensivas urbi et orbi, a todos los agentes econmicos que estn en la misma condicin. En consecuencia, el mismo pedido, proveniente de cien denuncias distintas, con el mis-mo contenido, se resuelve cien veces de la misma manera.Carece de sentido prctico que todas las empresas del Per tengan que formular la misma denuncia pa-ra recibir el benecio de que no se les aplique la misma barrera burocrti-ca. Lo inteligente sera, siguiendo el principio de que a igual razn debe acompaar igual derecho, que una ley disponga que, en el caso de las resoluciones de la CEB, si algo vale para una empresa, vale igualmente para todas.Esto se traduce en una norma de un solo prrafo que se puede imple-mentar al da siguiente. No es algo que va a incrementar el PBI, pero es un alivio para los millones de perua-nos que quieren trabajar sin que el Estado los ahogue. Un pequeo rega-lo que revelara algo de lucidez para aprovechar las facultades especiales que el gobierno pidi, aparentemen-te sin saber qu hacer con ellas.MIRADA DE FONDODESATENCINCuando hay que exigir que el Estado cumpla con los nios abandonados que necesitan un hogar, a nadie le importa.