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7/23/2019 Carrizo-Sandrone-Ferreras http://slidepdf.com/reader/full/carrizo-sandrone-ferreras 1/14 TECNOLOGÍA, DESARROLLO Y AMBIENTE: OTRAS ELECCIONES POSIBLES La difusión y la profundización de los problemas socioambientales a nivel global en las últimas décadas, muestra claros signos de articulación con los paradigmas hegemónicos que han dominado los debates sobre el desarrollo y la tecnología, desde mediados del siglo XX, y que están siendo seriamente interpelados en el contexto latinoamericano. Estos cuestionamientos, señalan no sólo las contradicciones que atraviesan los modelos de desarrollo y los estilos tecnológicos promovidos en la región en la coyuntura, sino también la diversidad de saberes y culturas que desafían el conocimiento experto así como los preocupantes vacíos institucionales de las democracias latinoamericanas a la hora de propiciar la participación y la expresión popular sobre esta problemática. En este artículo trabajaremos las concepciones hegemónicas sobre el desarrollo, el progreso, la tecnología y la sustentabilidad entre las que adquieren especial relevancia la nociones sobre el desarrollo y la tecnología que Miguel Ferreras 1 , Darío Sandrone 2  y Erica Carrizo 3 1 Ex profesor de la Facultad de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales de la Universidad Nacional de Córdoba (UNC). [email protected] 2  Centro de Investigaciones de la Facultad de Filosofía y Humanidades “Maria Saleme de Burnichón” (CIFFyH). Universidad Nacional de Córdoba (UNC).  [email protected] 3  Centro de Estudios de Historia de la Ciencia y la Técnica “José Babini”. Universidad Nacional de San Martín (UNSAM). [email protected] requieren ser problematizadas y situadas histórica, cultural, política e ideológicamente a la hora de analizar las tensiones y contradicciones que atraviesan los vínculos entre el desarrollo y el ambiente en el contexto regional. The spread and deepening of social and environmental problems on a global level in recent decades, shows clear signs of articulation with the hegemonic paradigms that have dominated debates on development and technology since the mid- twentieth century, and that are being seriously questioned in the Latin American context. These questions point out not only the contradictions that affect development models and technological styles promoted in the region, but also the diversity of knowledge forms and cultures that challenge the hegemony and the institutional problems of Latin American democracies for promoting popular participation on these issues. In this article we will work on the hegemonic conceptions of the development, progress, technology and sustainability, among which are particularly important the concepts of the development and technology that need to be problematized and located historically, culturally, politically and ideologically to analyze tensions and contradictions that affect the links between development and environment in the regional context. Palabras clave: tecnología, desarrollo, ambiente, política, ética. Key words: technology, development, environment, politics, ethics. INTRODUCCIÓN En los últimos decenios, a nivel global, han comenzado a ser cada vez más visibles e intensos cam- bios ambientales que se vinculan, en algunos casos estrechamente, a las modalidades de desarrollo im- plementadas por diversas naciones y, por lo tanto, a estilos de vida y de consumo que se han venido consolidando en el último siglo. Actualmente, el rápido crecimiento económico de los países denomina- dos “emergentes”-en especial el de China- y en los que habita gran parte de la población mundial, plantea la urgencia de abrir un debate amplio no sólo sobre los modelos de creci- miento económico que se promue- ven sino también sobre las expecta- tivas sociales que estos generan y el papel que la política y la tecnología desempeñan en estos procesos. La diversidad de culturas y de trayectorias socio-históricas de los pueblos que integran nuestro plane- ta, asociadas a procesos de cambio social y ambiental propios de estos diferentes grupos sociales, no nece- sariamente homogéneos ni sincró- nicos, hace improbable encontrar fórmulas únicas para describir y proponer vías de acción universales. En este sentido, los procesos de glo- balización en curso no deben inter- pretarse como una tendencia a una creciente homogenización del mun- do, sino que más bien deben aso- ciarse a la emergencia de mayores dificultades para describir la multi- plicidad, complejidad y particulari-

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TECNOLOGÍA, DESARROLLOY AMBIENTE: OTRASELECCIONES POSIBLES

La difusión y la profundización de los problemas socioambientalesa nivel global en las últimas décadas, muestra claros signos dearticulación con los paradigmas hegemónicos que han dominadolos debates sobre el desarrollo y la tecnología, desde mediados delsiglo XX, y que están siendo seriamente interpelados en el contextolatinoamericano. Estos cuestionamientos, señalan no sólo lascontradicciones que atraviesan los modelos de desarrollo y los estilostecnológicos promovidos en la región en la coyuntura, sino tambiénla diversidad de saberes y culturas que desafían el conocimientoexperto así como los preocupantes vacíos institucionales de lasdemocracias latinoamericanas a la hora de propiciar la participacióny la expresión popular sobre esta problemática. En este artículotrabajaremos las concepciones hegemónicas sobre el desarrollo, elprogreso, la tecnología y la sustentabilidad entre las que adquierenespecial relevancia la nociones sobre el desarrollo y la tecnología que

Miguel Ferreras1, DaríoSandrone2 y Erica Carrizo3

1Ex profesor de la Facultad de Ciencias Exactas,

Físicas y Naturales de la Universidad Nacional deCórdoba (UNC). [email protected] Centro de Investigaciones de la Facultad deFilosofía y Humanidades “Maria Saleme deBurnichón” (CIFFyH). Universidad Nacional deCórdoba (UNC). [email protected] Centro de Estudios de Historia de la Ciencia y laTécnica “José Babini”. Universidad Nacional deSan Martín (UNSAM). [email protected]

requieren ser problematizadas y situadas histórica, cultural, política e ideológicamente a la hora de analizar las tensiones ycontradicciones que atraviesan los vínculos entre el desarrollo y el ambiente en el contexto regional.

The spread and deepening of social and environmental problems on a global level in recent decades, shows clear signs ofarticulation with the hegemonic paradigms that have dominated debates on development and technology since the mid-twentieth century, and that are being seriously questioned in the Latin American context. These questions point out not onlythe contradictions that affect development models and technological styles promoted in the region, but also the diversity ofknowledge forms and cultures that challenge the hegemony and the institutional problems of Latin American democracies forpromoting popular participation on these issues. In this article we will work on the hegemonic conceptions of the development,progress, technology and sustainability, among which are particularly important the concepts of the development andtechnology that need to be problematized and located historically, culturally, politically and ideologically to analyze tensionsand contradictions that affect the links between development and environment in the regional context.

Palabras clave: tecnología, desarrollo, ambiente, política, ética.Key words: technology, development, environment, politics, ethics.

INTRODUCCIÓN

En los últimos decenios, a nivelglobal, han comenzado a ser cadavez más visibles e intensos cam-bios ambientales que se vinculan,en algunos casos estrechamente, alas modalidades de desarrollo im-plementadas por diversas nacionesy, por lo tanto, a estilos de vida yde consumo que se han venidoconsolidando en el último siglo.

Actualmente, el rápido crecimientoeconómico de los países denomina-dos “emergentes”-en especial el de

China- y en los que habita gran partede la población mundial, plantea laurgencia de abrir un debate ampliono sólo sobre los modelos de creci-miento económico que se promue-ven sino también sobre las expecta-tivas sociales que estos generan y elpapel que la política y la tecnologíadesempeñan en estos procesos.

La diversidad de culturas y de

trayectorias socio-históricas de lospueblos que integran nuestro plane-ta, asociadas a procesos de cambio

social y ambiental propios de estosdiferentes grupos sociales, no nece-sariamente homogéneos ni sincró-nicos, hace improbable encontrarfórmulas únicas para describir yproponer vías de acción universales.En este sentido, los procesos de glo-balización en curso no deben inter-pretarse como una tendencia a unacreciente homogenización del mun-do, sino que más bien deben aso-

ciarse a la emergencia de mayoresdificultades para describir la multi-plicidad, complejidad y particulari-

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dad de eventos sin precedentes enel plano político, económico, social,científico- tecnológico y ambiental,que caracterizan la coyuntura inter-nacional. Tal es la complejidad deestos procesos, que como reaccióna la globalización neoliberal que to-davía nos sigue pisando los talones,está surgiendo “otra” globalización,constituida por los movimientos ylas organizaciones locales o nacio-nales que en diferentes lugares delglobo se movilizan para luchar con-tra la exclusión social, la precariza-ción del trabajo, la decadencia delas políticas públicas, la destruccióndel medioambiente y de la biodiver-sidad, el desempleo, las violacionesa los derechos humanos, las pande-mias y los odios interétnicos produ-cidos directa o indirectamente porla globalización neoliberal (Santos,2004:11).

En este marco, las múltiples ycomplejas dimensiones que atravie-san los vínculos entre el desarrolloy el ambiente, habitualmente sonabordadas de modos reduccionistas,utilizando el conocimiento expertomás para legitimar concepcioneshegemónicas sobre el desarrollo,que para promover elecciones tec-nológicas tomadas sobre la basede decisiones racionales y demo-cráticas. Sin intenciones de ofrecerun estudio exhaustivo sobre estaproblemática, en este trabajo nosproponemos centrar el análisis en

sus aspectos epistemológicos, téc-nicos y políticos, con el objetivo decomenzar a definir, aunque más nosea provisoriamente, una plataformaconceptual que posibilite vislumbrarcaminos de acción posibles y más justos para las grandes mayorías enel contexto latinoamericano.

Para esto, nos concentraremosen señalar los mitos asociados a las

concepciones hegemónicas sobre eldesarrollo, el progreso, la tecnologíay la sustentabilidad que estructuran

las visiones tradicionales sobre estaproblemática, entre las que adquie-ren especial relevancia las nocionessobre el desarrollo y la tecnologíaque requieren ser problematizadas ysituadas histórica, cultural, políticae ideológicamente. Entre los princi-pales supuestos que defenderemosen este artículo se encuentran, porun lado, las severas limitaciones delconocimiento científico y tecnoló-gico en términos de previsibilidady de resolución de los problemassocioambientales y, a la vez, su uti-lización marginal en la evaluacióny en la ponderación de los riesgosasociados a opciones tecnológicasque, en el largo plazo, generan efec-tos indeseados muchos de los cua-les sí pueden ser previstos. Por otrolado, el supuesto de que ningunasolución tecnológica es eterna niuniversalmente válida y, en conse-cuencia, ninguna tecnología debepresentarse como la única y la víamás eficiente para solucionar deter-minado problema. La tendencia aentronar los aspectos técnicos a lahora de realizar una elección tec-nológica, transparenta la relevanciade impulsar abordajes integrales queincorporen dimensiones habitual-mente marginadas, cuya importan-cia resulta hoy innegable: la cultu-ral, la social, la económica, la ética,la política, la ambiental, la sanitaria,etc. En este sentido, el predominiode una concepción de la tecnologíaque privilegia la búsqueda de la so-

lución “óptima” oculta el hecho deque en situaciones extraordinariaspueda dejar de ser las más apropia-da, con la consecuente ausencia deopciones alternativas rápidamentedisponibles y una población que noestá preparada para asumir respon-sabilidades y roles transitorios encircunstancias imprevistas. De estose deriva la necesidad de una revi-sión profunda de las prácticas tecno-

lógicas- y científicas-que sacrificanen el altar de las optimizaciones, lapredictibilidad y el control, las po-

sibilidades de enfrentar situacionescrecientemente complejas y riesgo-sas que caracterizan al desarrollode las sociedades contemporáneas.Revisión que fundamentalmentedebe aplicarse a los “estilos de desa-rrollo” en pugna, particularmente enAmérica Latina, así como a sus vín-culos con los “estilos tecnológicos”que contribuyen a consolidar y/o aobstaculizar.

DESARROLLO Y TECNOLOGÍA

EL DESARROLLO: LA MIRADA HE-GEMÓNICA.

La palabra desarrollo comenzó aser utilizada a partir del discurso in-augural de las sesiones del Congresode EE.UU. pronunciado por el pre-sidente Harry Truman en enero de1949. La misma toma prestada dela biología la idea de que los seresvivos se desarrollan según su códi-go genético en un proceso natural,gradual y beneficioso. Como otrasmetáforas, oculta cierta toma de po-sición ideológica, lo cual se haceparticularmente visible al señalar alcrecimiento económico como el ob- jetivo prioritario sin hacer ningunareferencia a los límites del mismo,como si el crecimiento pudiese seralgo ilimitado (Tortosa, 2011). Así,la emergencia de la cuestión del de-sarrollo se ubica en el contexto dela Segunda Guerra Mundial, cuando

EE.UU. se propuso difundir sus po-líticas del desarrollo posicionandoal término “subdesarrollo” comouna etapa inferior correspondiente aun período preindustrial que podíasuperar el atraso siguiendo el cami-no de los países denominados “de-sarrollados”. Este tránsito suponíauna necesaria modernización de lascondiciones económicas, sociales,institucionales y culturales de los

países “atrasados” que debía acer-carlos y asimilarlos a los patrones vi-gentes en los países del capitalismo

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central. En el plano metodológico,esta perspectiva se proyectó en la se-lección y definición de una serie deindicadores (producto bruto interno,grado de industrialización, ingresoper cápita, índices de alfabetiza-ción y escolaridad, etc.) destinadosa clasificar las economías del siste-ma mundial y a registrar su avanceen la senda unilineal del desarrollo(Marini, 1994). Sobre esta platafor-ma conceptual, proliferaron las co-rrientes denominadas “desarrollis-tas”, para las cuales los problemaseconómicos y sociales que aque- jaban a las sociedades latinoame-ricanas se debían a una insuficien-cia en su desarrollo capitalista, ydonde su aceleración, bastaría parahacerlos desaparecer. La ComisiónEconómica para América Latina yel Caribe (CEPAL), creada en 1948, jugaría un papel clave en la aplica-ción de estas políticas en la región.No obstante, si bien la CEPAL repro-ducía el pensamiento hegemónicosobre el desarrollo, realizó un aportecentral para pensar esta problemáti-ca al señalar que la tendencia en elmercado mundial a partir de 1870daba cuenta del deterioro de los tér-minos de intercambio de los paísesexportadores de productos prima-rios, es decir, los subdesarrolladoso periféricos. Así, su caracterizacióndel esquema centro-periferia basadaen la desigualdad estructural, y re-producida por el mercado mundial,creó las condiciones de posibilidad

para la emergencia de perspectivasmás radicales. Estas perspectivas nosólo pondrían en jaque las principa-les premisas de la teoría hegemóni-ca sobre el desarrollo, reproducidapor el desarrollismo de la CEPAL,sino que contribuirían decisivamen-te a profundizar las discusiones so-bre las alternativas de desarrollo quecomenzaban a abrirse para AméricaLatina a fines de la década de 1960

en el contexto de la RevoluciónCubana.

Es este escenario el que signael nacimiento de las “teorías de ladependencia” como una contrao-fensiva teórica e ideológica sin pre-cedentes que cuestionaría la situa-ción de subordinación de los paísesperiféricos en el sistema económicomundial y que, a la vez, se conver-tiría en el corazón del pensamientolatinoamericano de izquierda en lasdécadas posteriores.

Entre las corrientes teóricas quevinieron a complementar y, en mu-chos aspectos, a superar las pers-pectivas dependentistas, cabe men-cionar brevemente los aportes de losestudios enmarcados en la colonia-lidad del poder y la ecología políti-ca latinoamericana. Para la primerade estas corrientes, la cuestión deldesarrollo es considerada, al igualque la modernidad, el resultado deun patrón específico de poder cuyoabordaje no puede reducirse exclu-sivamente al análisis de los procesossocio-económicos sino que debeapuntar a desentrañar otras dimen-siones que expresan la dominación,la dependencia, la explotación yel conflicto como son el trabajo, laautoridad, la subjetividad, el sexo,la naturaleza y la comunicación(Quijano, 2000). Esta visión suponela crítica a los llamados socialismosreales y a las formas de opresión yexplotación presentes en los dife-rentes campos de la vida social, in-cluyendo el ámbito tecno-científico.

A su vez, ofrece una mirada másamplia sobre la complejidad del sis-tema mundial dando cuenta de suheterogeneidad histórico-estructuraly, en consecuencia, valorando lasconcepciones y prácticas de los mo-vimientos indígenas como alterna-tivas al modelo de desarrollo hege-mónico (Seoane, Taddei y Algranati,2013: 272). Otra tradición que me-rece especial mención es el campo

de la ecología política latinoame-ricana, cuyas raíces se remontan alos procesos de movilización social

acontecidos en las décadas de 1960y 1970, en respuesta a los patronesde consumo, producción y estilosde vida hegemónicos en los paísescentrales. Pese a la diversidad deperspectivas que caracteriza a estecampo, es importante señalar el de-sarrollo de perspectivas críticas a laslógicas economicistas y colonialespropias de la modernidad capita-lista, desde las que es posible cues-tionar e interpelar las ideologías delprogreso, el productivismo, el con-sumismo y los modelos tecno-cien-tíficos en los que se basa el modelode desarrollo hegemónico.

En este sentido, hoy resulta in-negable que la concepción delcrecimiento continuo basado enuna naturaleza inagotable y en unmercado capaz de absorber toda laproducción, no ha conducido ni vaa conducir al desarrollo. A su vez,ha quedado ampliamente demostra-do que la ilusión de un “capitalismolimpio” capaz de controlar sus exce-sos, resulta incompatible al interiorde un sistema de organización polí-tica, económica y social caracteriza-do por privilegiar los imperativos dela ganancia y la acumulación sobrelos deseos y necesidades de las per-sonas (Wood, 2006: 396). A esto sesuma que la lógica productivista nosconduce a un desastre ecológico deproporciones incalculables (Lowy,2011:25) por lo que la superaciónde esta crisis de carácter civilizatorio

supone, por sobre todas las cosas,la ruptura radical con la ideologíadel progreso lineal y el paradigmatecno-científico y económico de lacivilización industrial moderna.

¿DESARROLLO ALTERNATIVO OALTERNATIVAS AL DESARROLLO?

La generación de las condicionesde posibilidad que permitan con-

ceptualizar alternativas al modelode desarrollo hegemónico y a losmodelos de desarrollo científico y

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tecnológico funcionales a éste, re-quiere revitalizar la discusión polí-tica sobre cuáles serían esas dimen-siones insoslayables a la hora deabordar las condiciones de vida delas grandes mayorías.

En este sentido, uno de los pun-tos más sensibles y menos trabaja-dos de esta problemática, es la faltade definición de las característicasque permitirían diferenciar los mo-delos de desarrollo orientados bási-camente a la reproducción del ca-pital, de aquellos modelos que sindesconocer el papel que desempeñala generación de ganancias en elsostenimiento de un país, priorizanatender las necesidades genuinasde la población, que no se reducenexclusivamente a aspectos de índoleeconómica.

En este marco, cuando hablamosde desarrollo genuino, nos referimosa la importancia de definir sobre labase del consenso social, cuáles se-rían esas dimensiones que un pue-blo, en un contexto histórico dado,asocia al bienestar colectivo y queexpresan no sólo sus aspectos pro-ductivos y económicos, sino tam-bién sociales, culturales, políticos,habitacionales, ambientales, educa-tivos, sanitarios, etc.

En esta tarea resulta clave recu-perar la idea del Buen Vivir, que aso-ciada a la oposición desarrollo hege-

mónico vs. desarrollos alternativos,permite recuperar una discusión queadquiere particular relevancia en elcontexto latinoamericano: la opo-sición visión occidental vs. visionesde los pueblos originarios. Sin du-das, unas de las primeras hipótesisque derivan de la cristalización deestas dicotomías es la imposibilidadde reducir a la idea de bienestar oc-cidental, las concepciones alternati-

vas sobre el desarrollo, como es laidea del Buen Vivir. En esta cosmo-visión, el desarrollo no es entendido

como un proceso lineal orientadoa superar el subdesarrollo, inclusoforzando la destrucción de las re-laciones sociales y la armonía conla naturaleza. No existe, como en lavisión occidental, este quiebre entreel “bienestar” económico y social,y el medioambiente, así como tam-poco una concepción de pobrezaasociada a la carencia de bienesmateriales o de riqueza vinculadaa la abundancia. El Buen Vivir, porel contrario, se constituye como unaconcepción filosófica que si bien haperdido terreno frente al arrasamien-to de los mensajes de la modernidadoccidental, invita a reconocer larelevancia de asumir otros saberesy otras prácticas marginadas parapensar e impulsar estrategias alter-nativas. No obstante, es importanteresaltar, que independientementede las formas que puedan adoptarlas opciones alternativas, éstas de-ben analizarse a la luz del recono-cimiento de dos hechos irrefutables.Por un lado, la urgencia de construirmarcos conceptuales capaces deencauzar posibilidades de acciónque rompan con las condiciones demaldesarrollo y de mal vivir  (Tortosa,2011) asociadas a la concepciónhegemónica del desarrollo. Y por elotro, dado que los límites decisivosal imperativo del crecimiento mate-rial ilimitado serán más ambientalesque ideológicos, asumir que resulta-rá de vital importancia conciliar nosólo las estrategias de acción que lo-

gren frenar los procesos de destruc-ción socioambiental en curso, sinotambién aquellas que en el medianoy largo plazo, y pese a los diferen-tes posicionamientos políticos dela coyuntura, posibiliten sostener yprofundizar modelos de desarrolloalternativos. Esto requiere promoverla construcción y la consolidaciónde nuevos mecanismos de demo-cracia participativa que posibiliten

la expresión genuina de proyectospolíticos que se identifiquen colec-tivamente en el reconocimiento y el

respeto por una diversidad de reali-dades culturales y de modos de vidaque deben cooperar y complemen-tarse sustentablemente- a nivel am-biental, pero también social y eco-nómico-.En este esquema, el pensa-miento y la acción se subsumen auna continua revisión participativay protagónica de los pueblos, másque a la aceptación unánime de unmodelo de desarrollo hegemónicoque se pretende único y excluyentey que se fundamenta en las “supues-tamente” acertadas decisiones de lavisión experta.

EL DESARROLLO TECNOLÓGICOY LA FILOSOFÍA DE LA TECNOLO-GÍA

La reflexión filosófica en tornoa la tecnología, está íntimamenterelacionada con el debate sobre elconcepto de desarrollo tecnológicoy sus consecuencias en la sociedady el ambiente. Los orígenes de loque suele llamarse la “filosofía dela técnica o tecnología” puede re-montarse al debate en la Alemaniade finales del siglo XVIII conocidocomo “Technik vs. Kultur” o “el de-bate de Weimar” caracterizado porun activo intercambio entre ingenie-ros, filósofos y referentes culturalesde diversas disciplinas.1 El contextohistórico de la época encuentra aAlemania en un acelerado procesode industrialización, en el que cua-druplica su producción de carbón

y de acero, desde 1880 a 1913. Seproducen masivas migraciones delas zonas rurales a las grandes ciu-dades industriales y se producencambios altisonantes en las estructu-ras políticas y económicas de dichanación. En ese marco, la percepciónde la tecnología fue ambigua: por unlado, como factor de progreso quepermitía a la semifeudal Alemaniaequiparar a los industrializados

Francia, Inglaterra y Estados Unidos;por el otro, como un elemento quedesestabilizaba los valores “cultura-

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les” y ponía en riesgo la tradición.Los debates generalmente estabancaracterizados por las oposicionesKultur vs. Zivilisation, Alemania vs.Francia e Inglaterra, comunidad/ pueblo vs. masa atomizada, jerar-quía vs. nivelación, campo/bosquevs. ciudad fábrica, campesino/héroevs. obrero/comerciante, lo verdade-ro y lo natural vs. lo tecnológico yla vida pervertida ( Parente, 2010:140-141).

El pensamiento de Heidegger, junto con el de Marx, han sido sinlugar a dudas los grandes modelosinspiradores de las reflexiones filo-sóficas acerca de las consecuenciasdel desarrollo técnico-industrial delsiglo XX. El primero, desde una an-tropología filosófica y, si se quiere,desde una metafísica. El segundo,desde una economía política cen-trada en el trabajo humano. Sobreesta plataforma es necesario, en-tonces, pensar los problemas de losdesarrollos industriales en AméricaLatina en un doble registro. Por unlado, inscriptos en una tradiciónconstituida por debates filosóficos,antropológicos y sociológicos quetienen, al menos, ciento cincuentaaños y que, lejos de zanjarse, estánmás vivos que nunca y requierende más energía y sutileza teórica ypráctica que antes. Por otro lado,como hemos visto en los parágrafosanteriores, en la región estos pro-blemas, que en otro continente y en

otro siglo tenían ciertas característi-cas, adquieren especificidades cuyacomprensión urge. Esto nos obligaa doblar los esfuerzos si queremosconceptualizar con cierto grado deprofundidad los desafíos que impli-ca el desarrollo tecnológico indus-trial actualmente en América Latina.Requiere una reflexión con aspira-ciones universalistas (aunque seaimposible su concreción) de lo que

significa la técnica humana comoelemento de progreso, de dominio,de previsión, de beneficio, pero tam-

bién como fuente de enajenación,de desterritorialización, de opresióny de vicio. A su vez, requiere unaprofunda comprensión de nuestrolugar como latinoamericanos en lageopolítica y en la economía globaly de nuestro tiempo en un continen-te post-neoliberal y en un mundopost-polarizado. Surgen entoncesalgunas preguntas que dejamosabiertas: ¿Es posible que algunos delos principales desafíos del pensa-miento latinoamericano en materiade tecnología y desarrollo encuen-tren algunos elementos en los desa-fíos del pensamiento europeo sobreese tópico? ¿Es factible que algunosde los elementos de estos desafíos,lejos de ser novedosos, formen par-te de debates antiguos? Si eso es así,una de las tareas que tenemos pordelante es articular el pensamientoeuropeo con el latinoamericano y elpensamiento añejo con las reflexio-nes actuales.

TECNOLOGÍA Y AMBIENTE

TECNOLOGÍA: DIVERSAS ACEP-CIONES.

La “Revolución Industrial”, ini-ciada en Gran Bretaña a mediadosdel siglo XVIII, ha sido señaladacomo el momento histórico en elque se dan los primeros pasos queconducirán al nacimiento de la tec-nología moderna, si bien sus antece-

dentes se remontan a tiempos pre-históricos, dado que desde enton-ces, las diversas civilizaciones hanutilizado una multiplicidad de técni-cas destinadas a satisfacer sus nece-sidades culturales y de subsistencia.Sin embargo, la organización cientí-fica de máquinas, artefactos, moto-res y mecanismos de transmisión entorno a la producción, se generó agran escala a partir de esta época.

Tal vez, esto explique que la palabratecnología haya sido acuñada preci-samente a mediados del siglo XVIII

por el naturalista alemán JohannBeckmann, que la definía como elestudio científico del trabajo.2

La conceptualización de este vín-culo entre ciencia y tecnología ad-quirió diferentes matices a lo largode la historia. Uno de los más radi-cales, tal vez, surgió a mediados delsiglo XX, en EE.UU., cuando se con-solida la caracterización de la tecno-logía como una mera aplicación deciencia básica. Uno de los defenso-res más férreos de esta postura fue elingeniero del Massachusetts Instituteof Technology (MIT) Vannevar Bush,quién además de ser conocido porel fuerte rol político que desempeñóen la construcción de la bomba ató-mica y por sus investigaciones en elterreno de la computación, fue unode los ideólogos de la definición detecnología como ciencia aplicada(Ciapuscio, 1996: 184).

Una de las principales reaccio-nes a esa postura emergió en la dé-cada de 1980 desde el constructivis-mo tecnológico, que en uno de sustextos fundacionales (Pinch y Bijker,2008) planteó una dura crítica a laslíneas de investigación que preten-den “medir con exactitud la interde-pendencia entre la ciencia y la tec-nología”. En este mismo sentido, serecriminó: “haber realizado la pre-gunta equivocada, debido a que hanasumido que la ciencia y la tecnolo-gía son estructuras monolíticas bien

definidas, y no han percibido que laciencia y la tecnología son produci-das socialmente en una variedad decircunstancias sociales”. Con másprecisión Pinch y Bijker señalaron:

“(…) puede considerarse que loscientíficos y los tecnólogos constru-yen sus respectivos cuerpos de co-nocimiento y de técnicas, cada cualtomando recursos de los otros en el

lugar y momentos en que estos re-cursos pueden ser ventajosamenteexplotados. En otras palabras, tanto

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la ciencia como la tecnología sonculturas socialmente construidas, yapelan a recursos culturales que sonapropiados para los propósitos quetienen entre manos. Desde esta pers- pectiva la frontera entre la ciencia yla tecnología, es -bajo instancias par-ticulares de cada caso- un asunto denegociación social que no represen-ta distinciones a priori que deban su-brayarse” (Pinch y Bijker, 2008: 25).

En este sentido, otras posicionesrecientes insisten en enfatizar la re-lación entre ciencia y tecnología, atal punto de postular el borramien-to de sus fronteras. Por tomar unejemplo, el filósofo español JavierEcheverría (2003) definió como una“Revolución Tecnocientífica” el pro-ceso iniciado en EE.UU. en el mar-co de la Segunda Guerra Mundialy que en el último cuarto del sigloXX habría derivado en lo que hoyconocemos como tecnociencia.Este fenómeno se asocia a un nue-vo contrato social entre la ciencia yla tecnología caracterizado por pro-yectos de investigación y desarrollotecnológico que involucran grandessumas de dinero, la fuerte presenciade actores industriales, militares ypolíticos en su orientación, y unaprivatización creciente de los de-sarrollos emergentes en desmedrodel dominio público, en los que noes posible diferenciar tajantementelas dimensiones científicas de lasdimensiones tecnológicas. Un ele-

mento central que Echeverría vincu-la a los productos de la tecnocien-cia, es su estrecha vinculación con“conflictos de valores” en los quesegún este autor se encuentra el mo-tor de la tecnociencia: la lucha porel poder (algunos ejemplos de estosdesarrollos serían: el Proyecto ge-noma humano, los transgénicos, lareproducción asistida, internet, etc.).

Por otro lado, algunas posicionesrechazan la idea de que la ciencia yla tecnología deban ser conceptuali-

zadas como una única mega activi-dad. Andrew Feenberg, por ejemplo,propone dos criterios de base paradistinguir entre ciencia y tecnología:a) los modos en que se resuelven lascontroversias y se toman las decisio-nes en cada uno de esos ámbitos; yb) el modo en que se resuelven losproblemas de la subdeterminaciónen la ciencia. Para el primer criterioFeenberg argumenta que en la cien-cia:

“(…) las controversias científicasson resueltas por la comunidad cien-tífica (...) Las determinaciones socia-les, culturales y económicas jueganun papel sólo indirecto en los deba-tes (...) Pero en el análisis final, las pruebas epistémicas llevadas a cabo por individuos o pequeños gruposen congresos, artículos y laborato-rios son la medida principal de lasideas en competencia”   (Feenberg,2009).

En el ámbito de la tecnología,en cambio, la comunidad de tec-nólogos tiene menos injerencia enlas grandes decisiones que implicandesarrollos e implementaciones tec-nológicas. Los criterios económicosy, en menor medida los criterios so-ciales, son relevantes para las deci-siones en materia tecnológica y setoman en el ámbito de corporacio-nes o agencias gubernamentales, si-guiendo cadenas de mando que noresponden necesariamente a crite-

rios técnicos.

Para el segundo criterio, Feenbergarguye que en las investigacionescientíficas, además de la necesidadde que los experimentos sean “ló-gicamente concluyentes” se requie-re del “buen sentido” del científicopara “tomar decisiones personales”sobre la verdad o falsedad de losresultados. Este “buen sentido” re-

quiere la evaluación por sus parescientíficos, lo que daría cierta con-fiabilidad a las decisiones. En los

desarrollos tecnológicos, en cam-bio, el equivalente al “buen senti-do” del científico “es proporcionadopor órdenes gerenciales enviadas alos trabajadores técnicos a través dela cadena de mando en la que losconsejos de los técnicos pueden ono, ser tenidos en cuenta” (Feenber,2009).

Si esto es así, y efectivamente lasdecisiones en materia de tecnologíaexceden los conocimientos cientí-ficos y la opinión de la comunidadde tecnólogos, sería deseable quelas opiniones externas no provenganexclusivamente de los “gerentes”del sector privado o público. Seríapertinente entonces, a su vez, la par-ticipación de los ciudadanos no-ex-pertos en la definición de estrategiastecnológicas.

Por ello algunas investigacionesplantean que es necesario redefinirla medición de los criterios inter-nacionales de excelencia y revalo-rizar el conocimiento y las tecno-logías tradicionales de cada región,fomentando la participación de lapoblación local en la definición deproblemas y la aceptabilidad de lassoluciones (Gallopín, 2004). Paraque esto sea factible es absoluta-mente necesaria la comunicación yla transferencia de los resultados delas experiencias desarrolladas den-tro del país. Es paradójico que en laactualidad, la comunicación con los

centros internacionales de investiga-ción sea más fuerte que la comuni-cación interna de los resultados.

Esta concepción que promuevela construcción de las estrategiasde desarrollo tecnológico desde lasbases sociales, excluye la perspecti-va del “determinismo tecnológico”, según la cual, la base técnica de lasociedad determina la existencia so-

cial o, en otras palabras, la tecnolo-gía se constituye como el auténticomotor del cambio social.

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47Tecnología, desarrollo y ambiente: otras elecciones posibles

De este modo, al igual que laciencia, la tecnología no puede con-cebirse como un fenómeno geográ-ficamente aislado y temporalmenteestático, que por sí solo es capaz deproducir cambios sociales y cultu-rales unidireccionales, sino que porel contrario, debe comprendérselacomo una compleja actividad socialdonde las particularidades de su di-námica y expansión están estrecha-mente influenciadas por el contextosocio-histórico en el que se desarro-lla.

TECNOLOGÍA, AMBIENTE Y TOMADE DECISIONES

Como vimos en las seccionesanteriores, el conocimiento cientí-fico y tecnológico juega un papelfundamental en la construcción delas diversas formas en las que puedepensarse la cuestión del desarrollo,en un contexto socio-histórico dado,y sus vínculos con el ambiente. Nosinteresa abordar los límites de eseconocimiento, convencidos de queno se trata sólo de reconocer quees imposible aislarlo del contextohistórico, de intereses diversos, deestructuras culturales (incluyendolas diversas tradiciones académi-cas), de esquemas ideológicos y deépoca. Sino también advertir las li-mitaciones, contingencias y riesgosque implican las distinciones queutiliza y el imprescindible recortedisciplinar y metodológico que re-

quiere. Cuando las intervencionesque los seres humanos hacemos so-bre el ambiente son tan profundas,múltiples y desconectadas entre sícomo han llegado a ser en nuestraépoca los riesgos de romper delica-dos equilibrios o afectar procesosaún desconocidos, además de los deperder el control sobre los conoci-dos, son cada vez mayores. Por esoel ponderar, aceptar o no y contro-

lar estos riesgos no debe ser una ta-rea exclusivamente destinada a unaélite de expertos sino que debe ser

llevada a cabo por el pueblo en suconjunto.

La tecnología no es algo externoal ambiente que opera sobre él, sinoque coopera en la construcción tan-to de su conceptualización como ensu descripción, evaluación y control.En otras palabras, lo co-construye,porque la tecnología atraviesa tam-bién al pensamiento, a la produc-ción simbólica, a la comunicación,a las estrategias políticas para orien-tar las prácticas hacia objetivos queresponden a determinados interesesy no a otros. La propia noción deambiente con la que nos manejamoses ya una producción contingentede la que participa también la tec-nología. Ésta es otra razón más paraentender al ambiente como unanoción que se construye y revisa,dinámica y socio-históricamente, yno como una verdad a asumir comofundamento o punto de partida. Así,las diferentes miradas en pugna so-bre el ambiente no están aisladas enel mundo, se nutren y complejizancon otras perspectivas, con las quese vinculan a través de relaciones detensión irreductible, complementa-riedad y concurrencia.3

En este sentido, el diálogo conlos pueblos originarios en materiade relación con la tierra y con losrestantes seres vivientes requiere unprofundo debate que oriente accio-nes concretas. No se trata de adherir

acríticamente a posturas comprensi-bles dentro de las tradiciones cultu-rales, la religiosidad y la mística delos pueblos originarios que no admi-ten discusión o cuestionamiento. Setrata más bien de aprender de ellas,en un momento histórico donde re-sulta crucial una crítica activa a losprocesos de homogeneización ydestrucción de la biodiversidad y delambiente que la tradición moderna

occidental ha venido consumandodesde fines del siglo XV y que no esni ha sido exclusiva del capitalismo

brutal, sino que abarca a muchas ex-periencias comunistas o socialistas.No resulta casual que esto se plan-tee como posible y deseable cuandose están consolidando, en el campode la ecológica y la biología, mira-das que ubican a la vida humana y asu posibilidad de subsistencia comodependiente de un complejo entra-mado vital que involucra a todos losseres vivos. A su vez, el respeto porla Pachamama, puede ser leído tam-bién como una inteligente actitudcientífica para asegurar la subsisten-cia de la vida y afrontar los cambiosclimáticos. No obstante, es impor-tante considerar que las condicionespara que se dé este tipo de diálogo,del que no conviene invisibilizar lastensiones que supone, depende engran parte de la posibilidad de en-contrar nuevos modos de relacionar-nos con el ambiente en sociedadesinclusivas y respetuosas de sus res-pectivas autonomías.

Desde una perspectiva políticade construcción de poder, es intere-sante indagar nuevos caminos queconciban al poder como la capaci-dad de articular y componer entrediversos posicionamientos autó-nomos, que reafirman y profundi-zan sus identidades a partir de esaarticulación, componiendo. Es unmodo de construir la unidad desdey a partir de las diferencias sin nece-sidad de anularlas. Modo en el cualpuede emerger una nueva identidad

que se exprese no tanto en una mira-da superadora de las restantes, sinoen un modo particular de procesarlas diferencias. Es un poder que sepropone gestionar la complejidad,no simplificarla para homogeneizar-la y controlarla reductivamente.

Sobre esta plataforma, podemosentender por naturaleza a una cons-trucción humana artificial que alude

a todo aquello que precede en eltiempo y contiene a los seres huma-nos, que conserva núcleos irreduc-

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tibles para el control y aún para elconocimiento humano, aunque es-tos últimos puedan ser variables enel tiempo. En este sentido, es intere-sante lo que concluye Edgar Morin(1977) en “El Método I. La naturale-za de la naturaleza”: la naturaleza esaquello que nos impulsa a alejarnosde ella. Nótese que la circularidaddel título del libro alude al problemade cómo se constituye como tal lanoción de naturaleza.

TECNOLOGÍA Y POLÍTICA

EL ESTILO TECNOLÓGICO Y EL ES-

TILO DE DESARROLLO

Quizá una  de las vinculacionesque con más claridad contribuyen atransparentar la dimensión políticade las elecciones tecnológicas, es laque se establece entre un determina-do “estilo de desarrollo” y su “estilotecnológico” correspondiente. Enotras palabras, nos referimos a lasestrechas y para nada “neutrales” re-laciones que articulan las modalida-des de desarrollo y las opciones tec-nológicas que sustentan y legitimanlas formas en que se conceptualizane intervienen, en el marco de ciertoparadigma, las problemáticas y ne-cesidades del “desarrollo”.

El análisis de estas vinculacionesresulta así una herramienta funda-mental para comprender por ejem-

plo, que la dificultad en la promo-ción de proyectos de tecnologíassociales o apropiadas en AméricaLatina-más preocupados por re-solver necesidades concretas de lapoblación que por explotar nuevosnichos del mercado-, resulta en granmedida de su desajuste con los su-puestos de eficiencia y eficacia téc-nica que defienden los “estilos neo-desarrollistas” que predominan en la

región. Así, las elecciones tecnológi-cas no resultan un hecho aislado delas concepciones de desarrollo que

se defienden, como así tampoco delsistema de valores y las ideologíassubyacentes.

En ese sentido, entendemos al“estilo de desarrollo” como el pa-radigma de funcionamiento del sis-tema político, económico y socialque una sociedad asume y reprodu-ce en un momento histórico dado.Implica, por lo tanto, un estilo detrabajo, de producción, de consu-mo, de acción política, y un estilocientífico y tecnológico.

En la década de 1970, JorgeGraciarena, uno de los autores quemás trabajó la noción de “estilo dedesarrollo” al igual que Aníbal Pinto,Marshal Wolfe y Oscar Varsavsky, lodefinió como un proceso dialécticode relaciones de poder y conflictosentre clases sociales que derivan delas formas dominantes de la acumu-lación del capital, de la estructura ylas tendencias en la distribución delingreso, de la coyuntura histórica yla dependencia externa, así como delos valores e ideologías (Graciarena,1976).

Es importante remarcar que eneste contexto histórico, la introduc-ción de la perspectiva ambientalcomenzó a interpelar las ideas he-gemónicas sobre el desarrollo, trans-parentando no sólo los condiciona-mientos que el ambiente imponía ala premisa de crecimiento econó-

mico ilimitado sino también la gra-vedad de las consecuencias que laconsecución de estos supuestos po-día acarrear en términos ambienta-les y sociales (Sunkel, 1980).

Esto derivaría en una crisis delestilo de desarrollo hegemónico,que mostraría con contundencia sucapacidad para combinar el creci-miento económico con el deterioro

social y la degradación ambiental(Castro Herrera, 1996:90) frente a locual surgiría la necesidad de definir

un nuevo paradigma de desarrolloque incorporara como dimensiónconstituyente la sustentabilidadambiental y social del desarrollo(Guimarães, 2000).

En el mismo momento históricoen que la problemática del desarro-llo comenzaba a ser debatida fuerte-mente en la región, es decir, a finesde la década de 1960 y principiosde la década de 1970, los autoresidentificados con el “PensamientoLatinoamericano en Ciencia yTecnología” serían los encargadosde focalizar la dimensión científicay tecnológica del desarrollo, y dedesmantelar, si bien con matices ydiferencias, las consecuencias prác-ticas de la idea hegemónica sobre laneutralidad política del desarrollocientífico y tecnológico (CyT).

En este marco, Oscar Varsavsky(1974) señaló al “estilo de desarro-llo”, como el principal elementocondicionante de los insumos cien-tíficos y tecnológicos que demandapara su sostenimiento y reproduc-ción. Según su perspectiva, el estilode desarrollo de los países centrales,blanco de su crítica, era el estilo ca-pitalista que presenta como piedrade toque a un consumo creciente ycada vez más amenazante para elambiente y para la posibilidad de sa-tisfacer las necesidades reales de lapoblación mundial. En este contex-to, Varsavsky enfatizó que la orienta-

ción de la ciencia y la tecnología noconstituye un hecho aséptico, aisla-do ni políticamente neutro sino que,por el contrario, presenta profundoslazos de articulación con el estilo dedesarrollo que la condiciona:

“Todo estudio económico o so-cial que acepta como base la per-manencia del estilo actual, estáquitando la visibilidad a alternativas

que, según las normas de ´objetivi-dad científica´, deberían tener dere-cho a ser consideradas. Todos estos

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49Tecnología, desarrollo y ambiente: otras elecciones posibles

 juegos de manos en la presentaciónde la verdad hacen de la cienciaactual un campo tan poco objetivocomo el comercio o la publicidad”  (Varsavsky, 1972: 29).

De esta manera Varsavsky poníaen jaque la idea de la neutralidaddel desarrollo CyT, al evidenciar lanecesaria vinculación que se esta-blece entre un estilo de desarrollohegemónico y un estilo particular dehacer ciencia y tecnología

En el campo tecnológico, la fala-cia de la neutralidad política, históri-camente derivó en la “sacralización”de las tecnologías desarrolladas enlos países centrales, las cuales sepresentan como únicas, progresivase inexorables y como resultado deldesarrollo “natural” del conocimien-to científico, negando que la solu-ción tecnológica que una sociedadadopta para un determinado proble-ma es sólo una de las muchas quepueden extraerse del conocimientocientífico existente (Herrera, 1973).Por otro lado, resulta necesario se-ñalar que las consecuencias de estamirada, no se limitan al problema dela conceptualización y justificaciónpráctica del uso de la tecnología,sino que a su vez, tienen una fuerteincidencia en el plano cultural y enla reproducción de valores socialesajenos a la idiosincrasia latinoame-ricana:

“La tecnología no es neutra: conella se transmiten los valores y lasrelaciones de producción imperan-tes en la sociedad donde se origina.Por lo tanto, su importación sin una previa fijación de criterios (…) con-duce a una concentración del podereconómico y político en los paísesexportadores y a una alienación so-cial y cultural de los países importa-dores a través de la ´reproducción´

de los valores importados” (Sabato yMackenzie, 1982).

De este modo, los autoresidentificados con el PensamientoLatinoamericano, permitieron trans-parentar con contundencia esta ne-gada cadena de relaciones entre ca-pitalismo, ciencia y tecnología, quehistóricamente -incluso en la actua-lidad-, se presenta bajo la ecuación:ciencia + tecnología = progreso so-cial. Es importante destacar la rele-vancia de este señalamiento ya quela falacia de la neutralidad políticade la ciencia y la tecnología, profun-damente cuestionada por estos au-tores, históricamente tuvo implican-cias directas no sólo en la definiciónde las políticas científicas y tecno-lógicas sino también en las políticaseducativas, otra de las dimensionesfuertemente determinadas por el es-tilo de desarrollo predominante, queno abordaremos en este trabajo porcuestiones de espacio.

ENTRE LA MORAL Y LA POLÍTICADE LA TECNOLOGÍA

Existen dos formas en que po-demos pensar la dimensión moralde la tecnología y que no debemosconfundir. Por un lado, podemos ha-blar de la relación entre tecnologíay moral positiva, por el otro, de lamoralidad implícita en la tecnolo-gía4. Un dilema sobre qué tipo decelular comprar o cómo construiruna vivienda no son en sí mismosconflictos de tipo moral sino depreferencia. Pero en cuanto involu-

cran a otros, a terceros que recibendirecta o indirectamente las conse-cuencias de esa elección técnica,estamos frente a la dimensión moralde la técnica.

El primer sentido de la dimensiónmoral es el de la moral positiva, eincluso podemos decir las  moralespositivas, ya que se trata de un con- junto de convicciones, creencias y

códigos de conducta que rigen a undeterminado grupo social sin preten-siones de que ellas sean universales.

Dependen de tradiciones y costum-bres culturales, religiosas y políticas,pero también de tradiciones y cos-tumbres científicas, tecnológicas,económicas, que son irreductiblesentre sí.

El otro sentido de moral que con-lleva la actividad técnica es el de lamoral crítica, el de la moralidad. Estadimensión implica alguna noción deobligación y se rige por la pregunta:¿qué debemos hacer? Esa preguntasupone que existe una respuesta. Lamoral crítica no admite la diversidadde las morales positivas como una justificación para no responder a lapregunta por el deber. Se sitúa enun nivel superior de abstracción enbusca de un conjunto de principiosconsistentes y normas universalmen-te válidas, regidas por valores recto-res incuestionables como la justicia,la equidad y la libertad.

La tensión entre estas dos di-mensiones de lo moral es eviden-te. Mientras que la primera suponeuna diversidad de costumbres, todasellas legitimadas por su sola existen-cia y por el derecho de todo gruposocial a poseer tradiciones y costum-bres auténticas y autónomas, la mo-ral crítica asume que no es legítimacualquier costumbre sino que debeestar acotada por principios univer-sales que fijen pautas de conductacomún a los grupos, cualquiera seasu origen y su historia.

Estos dos sentidos de la moraltambién juegan un sentido deter-minante en las concepciones de latecnología, según se los pondere.A continuación expondremos tresconcepciones de la tecnología (an-tropológica, constructivista e instru-mentalista) que se diferencian, entreotras cosas, en el énfasis que ponenen uno u otro aspecto de la dimen-

sión moral de la técnica.

Una primera concepción de la

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tecnología es la antropológica. Ésta,equipara los patrones de respuestastecnológicas de una comunidad a sumoral positiva. Cada etnia, grupo ocultura posee un “carácter” técnico:

“Los modos de clasificar, definiry diseñar un objeto son restringidosy sesgados por creencias, ritos, mi-tos, prácticas, intuiciones y conoci-mientos sancionados, que ejercemosdesde los escenarios de cada una delas comunidades a las que pertene-cemos: el bioma donde vivimos, el grupo étnico al que pertenecemos,la familia consanguínea o aquellaque escogemos, la institución aca-démica o gremial a la que nos reli- gamos, el colectivo al que nos afi-liamos (partido político, sindicato,secta, corporación, etc.) o el grupode amigos y conocidos con los quecompartimos” (Juez, 2002: 63).

En segundo lugar, la teoría cons-tructivista de la tecnología, de basesociológica, se enfoca en la diver-sidad de intereses, lo que agregauna hipótesis de conflicto entre losdiversos grupos sociales relevantesa la hora de estipular las eleccio-nes técnicas. Toda solución técnicano es exactamente el resultado dela moral positiva de un grupo sinode una disputa o negociación entregrupos sociales con diferentes in-tereses al interior de una sociedado comunidad más amplia. Si apli-camos lo que hemos dicho arriba,

podemos ampliar el término “inte-reses” con otros como costumbres,convicciones, ritos, mitos, prácticas,instituciones, etc. Esa negociación odisputa permanente tiende a encon-trar la unidad en la diversidad de losmúltiples grupos que lo componen.

Por último, en tercer lugar, unaconcepción instrumentalista de latecnología, que supone que las ins-

tituciones encargadas del desarrollotecnológico de una comunidad son(y deben ser) indiferentes a las ins-

tituciones culturales, políticas o re-ligiosas. Según el instrumentalismo,no sólo es factible sino que, además,es necesario que los organismos en-cargados de tomar las decisiones enmateria de desarrollo tecnológicoy científico mantengan un margende autonomía con respecto a lasmorales positivas de los grupos quelas impulsan o las rechazan. Esto nosignifica que la tecnología no pue-da verse influenciada por el contex-to social pero, a diferencia de otrasinstituciones, las encargadas deldesarrollo tecnológico, según unavisión instrumental, poseen valorestécnicos universales y, por lo tanto,independientes de los valores mora-les de los grupos que las emplean.El lugar de la moral crítica, si es quepuede ocupar alguno en una visióninstrumentalista, es el de generar unconjunto de normas ajenas a la téc-nica que permiten evaluar sus resul-tados desde un punto de vista ético,es decir, si su uso es bueno o malo ysi debe o no debe aplicarse.

Ahora bien, frente a este pano-rama nos cabe la pregunta sobre ladimensión moral de la tecnología ylos estilos de vida de los pueblos. Enlos debates sobre los desarrollos tec-nológicos en Argentina y AméricaLatina, lo técnico es pensado comouna categoría relacionada con losaspectos epistemológicos y políticosde la dimensión humana, aspirandoen ambos casos a la forma más ri-

gurosa disponible para dar una res-puesta única a cada dilema técnico.Por lo general, en estos debates, loepistemológico valida un tipo deconocimiento -generalmente iden-tificado con el conocimiento cientí-fico- que debe ser el árbitro impar-cial en las decisiones en materia detecnología. Por otro lado, lo políticoasume que, habiendo implicadosmúltiples intereses extra-técnicos,

se deben tomar aquellas decisionestecnológicas que persigan el biencomún. En este punto, queremos

señalar que ambas dimensiones, laepistemológica y la política, si se lasentiende como las hemos descrip-to, son compatibles con una visióninstrumentalista de la tecnología,que no toma en cuenta la diversidadcultural, en términos de variedad demorales positivas que existen al inte-rior del país o del continente.

Por el contrario, si todo criteriotécnico hunde sus raíces en las tra-diciones, las costumbres, los ritos,las convicciones particulares, sedebe afirmar que “el conocimientoválido” y “el bien común” son tam-bién conceptos relativos y limitados.Esto no significa que no puedandefinirse criterios de validación delconocimiento tecnológico o deci-siones políticas inclusivas. Pero lanaturaleza de las elecciones tecno-lógicas implica que la diversidadde contextos y realidades entren entensión con las soluciones integralesy homogeneizantes, que se basanen el conocimiento científico o enla aceptación de la mayoría de losactores políticos.

Por ello, la tensión entre la di-versidad de intereses y costumbresal interior de una sociedad requiereprofundizar y ampliar la noción detecnología, superando la mirada ins-trumental y el recorte tradicional desu campo a la producción de bienesy servicios, para incluir también enél las producciones simbólicas, que

atraviesan y construyen muy diver-sas tipos de producciones humanas.El desafío consiste en pensar la tec-nología, no como algo que se agregaexteriormente a un proceso social,sino como algo que lo constituye yatraviesa: “La dimensión tecnológi-ca atraviesa la existencia humana.Desde la producción hasta la cul-tura, desde las finanzas hasta la po-lítica, desde el arte hasta el sexo…

Somos seres socio- técnicos” (Buchy Thomas, 2008: 10).

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51Tecnología, desarrollo y ambiente: otras elecciones posibles

Este enfoque, al situarse en unaconcreta problemática social, his-tórica y culturalmente configuraday al considerar muy diversas prác-ticas humanas, no ha de concebirla innovación tecnológica como lainserción de un artefacto materialnovedoso, con propiedades univer-salmente reconocibles, que mejorenla eficacia de recortados parámetros(con prioridad de los cuantitativa-mente ponderados), sino como cam-bios colectivamente construidos delos modos de plantear y abordar de-terminadas problemáticas sociales.En esta perspectiva no cabe hablarde “eficacia técnica” de una prácti-ca agrícola que implicara riesgos in-aceptables de enfermedad o muertede agricultores y pobladores vecinosal cultivo, al menos, si el objetivofuera el asegurar la alimentaciónsana del pueblo en su conjunto y nosólo aumentar la productividad y lasganancias.

TECNOLOGÍA Y DIVERSIDADCULTURAL

Como se analizó en las seccio-nes anteriores, la exploración de es-trategias alternativas que posibilitenexperiencias de desarrollo genuino,en un marco de sustentabilidad am-biental, no debe desconocer la mul-tiplicidad de formas de conceptuali-zar y accionar sobre los problemasque generan las dinámicas hegemó-nicas de desarrollo y las miradas de-

terministas sobre el rol de la tecno-logía en las que éstas se sustentan.En este sentido, cabe preguntarse:¿Qué características debe tener unaperspectiva sobre la tecnología queno persiga el objetivo de descubrir laesencia de los fenómenos técnicoso las mejores soluciones según elconocimiento científico disponible,sino dar las soluciones más inclusi-vas de la diversidad cultural?

Una primera aproximación aesta perspectiva, implica situarla

geográfica, cultural e históricamen-te y reconocer que la especificidadde ciertas técnicas materiales noagota la incontable diversidad demodos de recortar la complejidadde lo real. A su vez, esta perspectivadeberá asumir que las prácticas tec-nológicas atraviesan diversos cam-pos como la retórica, la política, lacomunicación o la economía, quereconocen en la técnica un compo-nente dinámico co-constitutivo de lohumano y no un apéndice o próte-sis instrumental de las capacidadeshumanas, finamente regidas por lamoral.

Pero además, esta perspectivaha de concebirse atravesada por latecnología, implicada en la cons-trucción de todo conocimiento. Nose trata, entonces sólo de adherir ala teoría del constructivismo socialde la tecnología, sino de advertirtambién, que el propio discurso so-bre ésta es una construcción episte-mológica, que genera distincionescontingentes, y sus propios hechosobservables con premisas técnicas,teóricas y de laboratorio. Se trata, porlo tanto, también de un constructi-vismo epistemológico que implica alos conceptos teóricos, como lo hanexplorado con sus diferencias JeanPiaget, Rolando García, HumbertoMaturana y Niklas Luhman. Sólocitando a estos autores se puedeapreciar en este campo que la diver-sidad de miradas continúa multipli-

cándose. El conocimiento humanono pareciera converger hacia logrosunificados, hacia cada vez más aca-badas verdades universales, sinomás bien hacia una multiplicidad demiradas. Por lo que pareciera per-tinente articularlas de algún modo,aprovechando su complementarie-dad, generando un marco que per-mita concebir y hacer fructíferassus divergencias. Lo más relevante

de esta perspectiva, anida entre lasgrietas de la multiplicidad de mira-das, precisamente en lo que escapa

a cada una de ellas, si aceptamosel desafío de una complejidad queinvolucra la imposibilidad de asir latotalidad en simultáneo. Esta pro-blemática no es sólo la de filósofosy epistemólogos, es también y cen-tralmente, la de la comprensión dela problemática ambiental. En estesentido, si aceptamos que el pensa-miento en general está también atra-vesado por la técnica, ella sería uncomponente relevante para planteary abordar la problemática ambien-tal, en un sentido más profundo quela dada por la tradicional noción deinstrumentos externos que intervie-nen en el ambiente. Por otro lado,si se consideran los límites y riesgosasociados al conocimiento científi-co y tecnológico, y se reconoce queestos conocimientos son, a la vez,imprescindibles como insuficientespara abordar la problemática am-biental, se comprenderá que la tareade articulación, complementación ycomposición debe ser extensiva alcontexto latinoamericano, a la di-versidad de perspectivas culturales ycognitivas con las que cohabitamosesta porción del planeta.

Así, afrontar globalmente la pro-blemática ambiental, implica esfuer-zos técnicos para hacer más eficazla complementación y composiciónsolidaria de una gestión global, ya la vez regional y local, y no unahomogeneización impuesta por mo-dos de producción hegemónicos

interesados en concentrar poder yriqueza. La generación de políticasa escala local, regional y global queafronten este desafío, es tal vez unade las más importantes deudas pen-dientes que tenemos con las futurasgeneraciones.

A MODO DE CIERRE

Elaboramos este trabajo sin as-

piraciones de reproducir el tanampliamente extendido mito de laautoridad experta, que con argu-

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NOTAS

1 Una muestra de las más re-levantes intervenciones pue-

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7/23/2019 Carrizo-Sandrone-Ferreras

http://slidepdf.com/reader/full/carrizo-sandrone-ferreras 14/14

CIENCIA E INVESTIGACIÓN - TOMO 65 Nº 3 - 201554

den encontrarse compiladas enMaldonado, T. (2002) Técnica yCultura: El debate alemán entreBismarck y Weimar. EdicionesInfinito: Buenos Aires.

2 Los trabajos de Beckmann y susdiscípulos constituyeron una delas fuentes, de los escritos de KarlMarx en materia de tecnología.Para profundizar este punto serecomienda leer el estudio intro-ductorio de Enrique Dussell a latraducción que él mismo realiza

sobre el Cuaderno tecnológico-histórico de Karl Marx: (extrac-tos de la lectura B 56, Londres,1851). http://biblioteca.clacso.edu.ar/subida/uploads/FTP-test/ clacso/otros/20111221111258/ CARLOS_MARX.pdf  

3 Edgar Morin (1977) en su pro-puesta de una dialógica com-pleja, sostiene que hay: a) com-plementariedad porque ningunavisión es completa y absoluta yb) concurrencia porque el desa-

rrollo o profundización de cual-quiera de ellas promueve o im-pulsa el desarrollo de las otras,al verse interpeladas o percibirla necesidad de incorporar nue-vos argumentos para sostener suidentidad frente al resto.

4 La distinción entre moral posi-tiva y moralidad o moral críticaestá tratada en Guariglia, O. yVidiella, G. (2011) Breviario deÉtica. Buenos Aires: Edhasa.